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Academia-Vam-07 - Arturo Gaytan Mariscal

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HOMECOMING 
Richelle Mead 
 
 
o esperaba estar de vuelta en Rusia tan pronto. Ciertamente no quería 
estarlo. 
No es que tuviera algo en contra del lugar. Era un país muy bonito, con 
arquitectura con los colores del arco iris y vodka que podría actuar como 
combustible para cohetes. Estaba bien con esas cosas. Mi problema era que la 
última vez que había estado aquí, casi había sido asesinada (en varias ocasiones) y 
había terminado siendo drogada y secuestrada por vampiros. Eso es suficiente para 
que se pierda el interés en cualquier lugar. 
Y, sin embargo, cuando mi avión comenzó a dar vueltas para su aterrizaje en 
Moscú, sabía que volver aquí era, sin duda, lo correcto. 
—¿Ves eso, Rose? —Dimitri le dio golpecitos al vidrio de la ventana, y aunque no 
podía ver su cara, la nota de admiración en su voz me dijo mucho—. San Basilio. 
Me incliné sobre él, apenas captando un atisbo de la famosa catedral multicolor 
que se veía más como algo que se encontraría en Candy Land1, no en el Kremlin. 
Para mí, era otra atracción turística, pero para él, sabía que significaba mucho más. 
Este era su regreso a casa, el regreso a una tierra que había creído que nunca 
volvería a ver bajo el sol, y mucho menos a través de los ojos de los vivos. Ese 
edificio, las ciudades de este país... no eran sólo postales bonitas para él. 
Representaban más que eso. Representaban su segunda oportunidad en la vida. 
Sonriendo, me acomodé en mi asiento. Tenía el de en medio, pero no había 
manera de que pudiera ser más incómodo que el suyo. Poner a un hombre de un 
 
1 Candy Land: Tierra de dulces. 
N 
 
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metro noventa en la ventana en clase turista era cruel. Aunque él no se había 
quejado en todo este tiempo. Nunca lo hacía. 
—Es una lástima que no tengamos tiempo para quedarnos aquí —dije. Moscú era 
sólo una escala para nosotros—. Vamos a tener que reservar todo nuestro turismo 
para Siberia. Ya sabes, tundra. Osos polares. 
Dimitri se volvió desde la ventana y esperaba ser reprendida por fomentar los 
estereotipos. En lugar de eso, me di cuenta por su expresión que no había 
escuchado nada después de “Siberia”. La luz de la mañana iluminaba los rasgos 
esculpidos de su cara y hacía brillar su cabello castaño y lacio. Nada de eso se 
podía comparar con el brillo en su interior. 
—Ha pasado tanto tiempo desde que he visto Baia —murmuró, con sus ojos 
oscuros llenos de recuerdos—. Tanto tiempo desde que los he visto. Crees que... 
—Me miró, revelando el primer atisbo de nerviosismo que había observado desde 
el inicio de este viaje—. ¿Crees que estarán contentos de verme? 
Apreté su mano y sentí una pequeña punzada en mi pecho. Era tan raro ver a 
Dimitri inseguro sobre algo. Podía contar con mi mano el número de veces que lo 
había visto verdaderamente vulnerable. Desde el momento en que nos conocimos, 
él siempre se había destacado como una de las personas más decididas y 
confiadas que había conocido. Siempre estaba en movimiento, nunca temeroso de 
enfrentarse a cualquier amenaza, incluso si eso significaba arriesgar su propia vida. 
Aún ahora, si algún monstruo sediento de sangre salía de la cabina del piloto, 
Dimitri se pondría tranquilamente de pie de un salto y lucharía contra él aunque 
estuviera armado sólo con la tarjeta de seguridad en el bolsillo del asiento 
delantero. Imposible, las terribles peleas no le preocupaban. Pero, ¿ver a su familia 
después de haber pasado un tiempo como un vampiro no-muerto y malvado? Sí, 
eso lo asustaba. 
—Por supuesto que estarán contentos —le aseguré, maravillada ante el cambio en 
nuestra relación. Había comenzado como su estudiante, necesitada de su 
confirmación. Me había graduado para convertirme en su amante e igual—. Saben 
que estamos viniendo. Demonios, si hubieras visto la fiesta que dieron cuando 
pensaban que estabas muerto, camarada. Imagínate la que harán cuando se 
enteren de que en realidad estás vivo. 
Me dio una de esas pequeñas y raras sonrisas suyas, el tipo que me hacía sentir 
caliente por todas partes. 
 
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—Esperemos que así sea —dijo, volviéndose para mirar otra vez por la ventana—. 
Esperemos que así sea. 
Las únicas cosas que vimos en Moscú fueron las del interior de su aeropuerto 
mientras esperábamos para tomar el próximo vuelo. Ese nos llevó a Omsk, una 
ciudad de tamaño medio en Siberia. A partir de ahí, alquilamos un auto e hicimos 
el resto de nuestro viaje por tierra, ningún avión iba a dónde íbamos. Fue un viaje 
hermoso, con la tierra llena de vida y verdor que demostró que todas mis bromas 
de la tundra estaban equivocadas. El estado de ánimo de Dimitri osciló entre la 
nostalgia y la ansiedad mientras viajábamos, y me encontré inquieta por llegar a 
nuestro destino. Entre más pronto llegáramos allí, más rápido vería que no tenía 
nada de qué preocuparse. 
Baia estaba a poco menos de un día de camino de Omsk y se veía más o menos 
igual que en mi última visita. Estaba lo suficientemente fuera del camino como 
para que la gente rara vez la encontrara por casualidad. Si te hallabas en Baia, 
había una razón. Y la mayoría de las veces, la razón tenía que ver con el gran 
número de dhampirs que viven allí. Al igual que Dimitri y yo, estos dhampirs eran 
mitad humano, mitad vampiro. A diferencia de Dimitri y yo, la mayoría de estos 
dhampirs habían elegido vivir separados de los Moroi —vampiros vivos y que 
hacían uso de magia—, y en su lugar se mezclaban con la sociedad humana. 
Dimitri y yo éramos guardianes, comprometidos a proteger a los Moroi de los 
Strigoi: los vampiros no-muertos y malvados que mataban para sustentar su 
existencia inmortal. 
Los días eran más largos durante esta parte del verano, y la oscuridad apenas había 
empezado a caer cuando llegamos a la casa de la familia de Dimitri. Los Strigoi rara 
vez se aventuraban en Baia, pero les gustaba acechar los caminos que conducían a 
la ciudad. Los fugaces rayos de la luz del sol garantizaban nuestra seguridad y le 
daban a Dimitri una buena vista de la casa. Incluso una vez que él hubo apagado el 
auto, se quedó sentado durante un largo rato, mirando la vieja estructura de dos 
pisos. Luces roja y dorada la bañaban, dándole la apariencia de algo de otro 
mundo. Me incliné y besé su mejilla. 
—Hora del espectáculo, camarada. Están esperándote. 
Se quedó por unos momentos en silencio, y luego asintió determinado y puso la 
clase de expresión que le había visto llevar en batalla. Dejamos el auto y apenas 
habíamos llegado a la mitad del patio cuando la puerta se abrió de golpe. La 
brillante luz se derramó en las sombras oscuras, y la silueta de una joven apareció. 
 
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—¡Dimka! 
Si un Strigoi hubiera salido y atacado, Dimitri hubiera tenido que responder de 
forma inmediata. Pero ver a su hermana más joven aturdió sus rápidos reflejos 
como un rayo, y sólo pudo quedarse allí cuando Viktoria le echó los brazos al 
cuello y empezó a pronunciar un torrente de palabras rusas demasiado rápido 
como para que yo las comprendiera. 
Le tomó a Dimitri unos momentos más de conmoción para cobrar vida, pero luego 
le devolvió su abrazo feroz, respondiéndole en ruso. Me quedé torpemente allí 
hasta que Viktoria se fijó en mí. Con un grito de alegría, se acercó y me dio un 
abrazo tan fuerte como el que le había dado a su hermano. Lo admito, estaba casi 
tan sorprendida como él. La última vez que nos despedimos, Viktoria y yo no 
habíamos estado en buenos términos. Le había dejado claro que no estaba de 
acuerdo con su relación con un determinado hombre Moroi. Ella me había dejado 
igualmente claro que no apreciaba mi aporte. Parecía que ahora todo estaba 
olvidado, y aunque no podía traducir las palabras que decía, tenía la impresión de 
que estaba agradeciéndome por devolverle a Dimitri. 
La exuberante llegada de Viktoria fue seguida por el resto de la familia Belikov. Las 
otras dos hermanas de Dimitri, Karolina y Sonya, se unieron a Viktoria 
abrazándonos a él y a mí. Sumadre estaba justo detrás de ellas. El ruso fluyó 
rápido y furioso. Normalmente, una reunión desordenada como esta me habría 
hecho poner los ojos en blanco, pero en lugar de eso me encontré con los ojos 
llenos de lágrimas. Dimitri había pasado por mucho. Todos nosotros habíamos 
pasado por mucho, y honestamente, no creía que ninguno hubiera esperado 
alguna vez estar compartiendo este momento. 
Finalmente, la madre de Dimitri, Olena, se recuperó y se rió mientras se limpiaba 
las lágrimas de los ojos. 
—Entremos, entremos —dijo, recordando que yo no sabía mucho ruso—. Vamos a 
sentarnos y hablar. 
A través de más lágrimas y risas, hicimos nuestro camino hasta el interior de la casa 
y la acogedora sala de estar. También era la misma de mi última visita, rodeada de 
cálidos paneles de madera y estantes de libros encuadernados en cuero con títulos 
cirílicos. Ahí, encontramos a más de la familia. El hijo de Karolina, Paul, miraba a su 
tío con fascinación. Paul apenas había conocido a Dimitri antes de que este saliera 
al mundo, y gran parte de lo que el chico sabía, venía de historias que sonaban a 
fantasía. Sentada sobre una manta cercana estaba la hermana bebé de Paul, y otro 
 
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bebé, mucho más pequeño, yacía dormido en un moisés. El bebé de Sonya, me di 
cuenta. Había estado embarazada cuando la había visitado antes, ese verano. 
Estaba acostumbrada a estar siempre cerca del lado de Dimitri, pero este era un 
momento cuando sabía que tenía que apartarme. Él se sentó en el sofá, y Karolina 
y Sonya inmediatamente lo flanquearon, con expresiones que decían que estaban 
temerosas de dejarlo fuera del alcance de su vista. Viktoria, molesta por haber 
perdido un asiento de primera, se instaló en el suelo y apoyó su cabeza contra su 
rodilla. Ella tenía diecisiete, solo era un año menor que yo, pero mientras lo miraba 
con adoración, se veía mucho más joven. Todos los hermanos tenían pelo castaño 
y ojos cafés, y hacían un bello retrato mientras se sentaban juntos. 
Olena corría alrededor, segura de que debíamos estar hambrientos, y finalmente 
sentándose cuando le aseguramos que estábamos bien. Se sentó en una silla 
frente a Dimitri, sus manos entrelazadas sobre su regazo mientras se inclinaba 
hacia adelante con entusiasmo. 
—Este es un milagro —dijo en un inglés con acento—. No lo creía. Cuando recibí el 
mensaje, pensé que era un error. O una mentira. —Suspiró con felicidad—. Pero 
aquí estás. Vivo. El mismo. 
—El mismo —confirmó Dimitri. 
—¿Fue la primera historia… —Karolina se detuvo, un pequeño ceño surcando sus 
hermosas facciones mientras escogía sus palabras cuidadosamente—. ¿Fue la 
primera historia un error, entonces? ¿No fuiste realmente… realmente un Strigoi? 
La palabra colgó en el aire por un momento, lanzando una oleada de frío sobre la 
cálida tarde de verano. Por el espacio de un latido, no pude respirar. Estaba 
repentinamente lejos de aquí, atrapada en una casa diferente con un Dimitri 
diferente. Él había sido uno de los no muertos, con piel blanca como la tiza y 
pupilas bordeadas de rojo. Su fuerza y velocidad habían superado con creces las 
que tenía ahora, y él había usado esas habilidades para cazar víctimas y beber su 
sangre. Había sido aterrador… y casi me había matado. 
Un par de segundos después, comencé a respirar otra vez. Ese Dimitri se había ido. 
Este, cálido, amoroso, y vivo, estaba aquí ahora. Sin embargo, antes de responder, 
los oscuros ojos de Dimitri encontraron los míos, y supe que estaba pensando en 
las mismas cosas que yo. Ese pasado era una cosa horrible y difícil de superar. 
—No —dijo él—. Fui un Strigoi. Fui uno de ellos. Hice… cosas terribles. —Las 
palabras fueron suaves, pero el tono de su voz habló por legiones. Los radiantes 
 
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rostros de su familia se volvieron serios—. Estaba perdido. Más allá de cualquier 
esperanza. Excepto que… Rose creyó en mí. Rose nunca se rindió. 
—Como lo predije. 
Una nueva voz resonó en la sala de estar, y todos levantamos la vista para ver a la 
mujer que había aparecido repentinamente en la puerta. Era considerablemente 
más baja que yo, pero cargaba el tipo de personalidad que podía llenar una 
habitación. Era Yeva, la abuela de Dimitri. Pequeña y frágil, con fino cabello blanco; 
muchos por aquí creían que ella era una especie de mujer sabia o bruja. 
Usualmente una palabra distinta venía a mi mente cuando pensaba en Yeva, 
aunque sonaba muy parecida a “bruja”.2 
—No lo hiciste —dije, incapaz de detenerme—. Todo lo que hiciste fue decirme 
que me fuera de aquí para que así pudiera “hacer algo más”. 
—Exactamente —dijo ella, con una sonrisa satisfecha en su arrugado rostro—. 
Necesitabas ir a restaurar a mi Dimka. —Hizo su camino a través de la sala, pero 
Dimitri la encontró en la mitad del camino. Él la envolvió cuidadosamente en sus 
brazos y murmuró lo que pensé significaba “abuela” en ruso. La loca diferencia en 
sus alturas lo convertía en una especie de escena cómica. 
—Pero nunca dijiste que eso era lo que yo iba a hacer —alegué, una vez que ella 
estuvo sentada en su mecedora. Sabía que debería dejar pasar el asunto, pero algo 
sobre Yeva siempre me caía mal—. No puedes tomar el crédito por eso. 
—Lo sé —dijo con firmeza. Sus ojos oscuros parecían taladrarme. 
—Entonces, ¿por qué no me dijiste qué es lo que tenía que hacer? —exigí. 
Yeva consideró su respuesta por un momento. 
—Muy sencillo. Tenías que esforzarte por ello. 
Sentí mi mandíbula empezar a caer. A través de la habitación, Dimitri captó mi 
atención. No lo hagas, Rose, parecía decir su mirada. Déjalo pasar. Había un 
destello de diversión en su rostro, así como también algo que me recordaba a 
nuestros viejos días de profesor-alumna. Me conocía demasiado bien. Sabía que a 
la primera oportunidad, me estaría peleando completamente con su vieja abuela. 
Es probable que yo perdiera. Con un rápido guiño, me quedé callada. De acuerdo, 
bruja, pensé. Ganas esta vez. Yeva me lanzó una sonrisa desdentada. 
 
2 “Bruja”: “Witch” en el original. Juego de palabras con la palabra “bitch” (perra), imposible de 
traducir al español. 
 
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—Pero, ¿cómo pasó eso? —preguntó Sonya, llevándonos tácticamente a aguas 
menos peligrosas—. El regreso a dhampir, me refiero. 
Dimitri y yo nos miramos nuevamente, pero su anterior alegría había desaparecido. 
—Espíritu —dijo con calma. Esto causó una rápida toma de aire por parte de sus 
hermanas. Los Moroi esgrimían elementos mágicos, pero la mayoría de ellos sólo 
usaban cuatro de los elementos físicos: tierra, aire, agua, y fuego. Recientemente, 
sin embargo, se había descubierto un muy raro elemento: el espíritu. Se 
encontraba unido a las habilidades psíquicas y la curación y todavía era algo que a 
muchos Moroi y dhampir les costaba tiempo aceptar. 
—Mi amiga Lissa usó el espíritu mientras, uhm, lo apuñalaba con una estaca de 
plata —expliqué. Mientras que gustosamente atravesaría por todo eso nuevamente 
con tal de salvar a Dimitri, la imagen de ser estacado a través del corazón todavía 
era un poco preocupante para mí. Hasta el último momento, ninguno de nosotros 
había sabido con seguridad si eso lo mataría o no. 
Los ojos de Paul se agrandaron. 
—¿Lissa? ¿Quieres decir la Reina Vasilisa? 
—Oh, sip —dije—. Ella. —Me resultaba difícil a veces recordar que mi amiga de la 
infancia era ahora la reina de todo el mundo Moroi. Pensar en ella causó un 
pequeño nudo en mi estómago. Su elección al trono hace un par de semanas había 
sido controvertida a los ojos de muchos. Algunos de sus enemigos no estaban por 
encima de la violencia, y dejarla por una semana para venir aquí me ponía 
extremadamente nerviosa. Sólo fue la garantía de que ella estaría rodeada por 
guardianes, junto con la necesidad de la familia de Dimitri de ver que él ya no era 
más uno de los muertos vivientes, lo que me hizo consentir este viaje. 
Los Belikov y yo nos quedamos despiertos hasta tarde, respondiendo sus muchas 
preguntas.Incluso antes de que él hubiera sido forzado a convertirse en Strigoi, 
Dimitri había estado fuera de su casa por un tiempo. Siguió tratando de averiguar 
lo que su familia había pasado todos estos últimos años, pero ellos lo ignoraron. 
Ellos no consideraban importantes sus propias experiencias. Él era su milagro. Y no 
podían tener suficiente de él. 
Conocía el sentimiento. 
Cuando Paul y su hermana estuvieron profundamente dormidos en el suelo, 
finalmente nos dimos cuenta de que ya era hora de que el resto de nosotros nos 
fuéramos a la cama. Mañana era el gran día. Le había tomado el pelo a Dimitri 
 
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sobre que su familia tendría que superar la fiesta conmemorativa que antes le 
habían dado, y resultó que yo tenía razón. 
—Todos quieren verte —explicó Olena cuando nos enseñó nuestra habitación. Yo 
supe que “todos” significaba la comunidad dhampir de Baia—. Tan increíble cómo 
es para nosotros, lo es incluso más para ellos. Entonces… les dijimos que pasaran 
mañana. Todos ellos. 
Le eché una mirada a Dimitri, curiosa por cómo respondería. Él no era del tipo que 
se regodeaba siendo el centro de atención, sólo podía adivinar cómo se sentía 
cuando se trataba de los eventos más terribles y traumatizantes de su vida. Por un 
segundo, su rostro tenía esa mirada calmada y sin emoción que sobresalía en él. 
Luego se relajó en una sonrisa. 
—Por supuesto —le dijo a su madre—. Lo estoy deseando. 
Olena le devolvió la sonrisa con una de alivio y luego se despidió. Una vez que se 
hubo ido, Dimitri se sentó en el borde de la cama y descansó los codos sobre sus 
rodillas. Puso la cabeza sobre sus manos y murmuró algo en ruso. No sé 
exactamente lo que dijo, pero supongo que fue algo parecido a “¿En qué me he 
metido?” 
Me acerqué hacia él y me senté en su regazo, envolviendo mis brazos alrededor de 
su cuello para que pudiera mirarlo a la cara. 
—¿Por qué tan triste, camarada? 
—Sabes por qué —dijo, jugando con un mechón de mi cabello—. Voy a tener que 
seguir hablando sobre… ese tiempo. 
La simpatía ardió en mí. Sabía que se sentía culpable por lo que había hecho como 
un Strigoi y sólo recientemente había aceptado que eso no fue su culpa. Había 
sido convertido contra su voluntad por otro Strigoi y no había tenido control de sí 
mismo. Aun así, era algo difícil con lo que ponerse de acuerdo. 
—Es cierto —dije—. Pero sólo van a hablar sobre eso con el fin de descubrir el 
resto de la historia. Nadie se va a centrar en lo que hiciste como Strigoi. Van a 
querer saber cómo volviste. El milagro. Vi a estas personas a principios de año. Te 
lloraban como si estuvieras muerto. Ahora van a celebrar que estás vivo. Es en eso 
en lo que se enfocarán. —Rocé mis labios contra los suyos—. Sin duda esa es mi 
parte favorita de la historia. 
Él me acercó. 
 
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—Mi parte favorita fue cuando me abofeteaste para que entrara en razón e hiciste 
que dejara de sentir pena por mí mismo. 
—¿Abofeteé? No es así exactamente como lo recuerdo. —Para ser justos, Dimitri y 
yo nos habíamos golpeado y pateado muchas veces en el pasado. Era inevitable 
con el tipo de estricto régimen de entrenamiento que tenían los guardianes. Pero 
conseguir que superara sus días como Strigoi… bueno, eso requirió menos de 
golpear y más de intentar no ser demasiado discutidora mientras él se sanaba por 
su cuenta. Y sí, también había habido un incidente que involucraba un cuarto de 
hotel y quitarse la ropa, pero realmente no creo que eso haya sido todo lo esencial 
en el proceso de curación. 
Aun así, cuando Dimitri se tiró hacia atrás y me bajó sobre la cama con él, tuve la 
sensación de que ese recuerdo en particular estaba fresco en su mente también. 
—Quizás tienes que ayudarme a recordar —dijo diplomáticamente. 
—¿“Recordar”, huh? —Envuelta en sus brazos, lancé una mirada ansiosa hacia la 
puerta—. ¡Me siento mal por tener nuestra propia habitación en la casa de tu 
mamá! Es como si nos estuviéramos saliendo con la nuestra. 
Él ahuecó mi rostro entre sus manos. 
—Son de mente abierta —dijo—. Además, ¿después de todo lo que atravesamos? 
Creo que muy bien podríamos estar casados, en lo que respecta a ellos. 
—Tengo esa impresión también —admití. Cuando había venido para su funeral, 
muchos de los otros dhampir prácticamente me habían tratado como su viuda. Las 
relaciones dhampir no se enfocaban tanto en la ceremonia. 
—No es mala idea —bromeó. 
Intenté darle un codazo, lo que era algo difícil, considerando lo entrelazados que 
estábamos. 
—Nop. No vayas ahí, camarada. —Amaba a Dimitri más que a nada, pero a pesar 
de sus ocasionales sugerencias, yo había dejado claro que no tenía la intención de 
casarme hasta que hubiera un “2” al comienzo de mi edad. Él era siete años mayor 
que yo, así que el matrimonio era una idea razonable para él. Para mí, a pesar de 
que no había nadie más a quien quisiera, dieciocho años era demasiado joven para 
ser una esposa todavía. 
—Lo dices ahora —dijo, tratando de evitar reírse—, pero uno de estos días cederás. 
 
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—De ninguna manera —dije. Sus dedos trazaban patrones contra mi cuello, 
llenando a mi piel con calor—. Has dado algunos argumentos muy convincentes, 
pero todavía estás a una gran distancia de ganarme. 
—Ni siquiera lo he intentado todavía —dijo él, en un raro momento de 
arrogancia—. Cuando quiero, puedo ser muy persuasivo. 
—¿Sí? Pruébalo. 
Sus labios se movieron hacia los míos. 
—Esperaba que dijeras eso. 
 
* * * 
 
Los invitados comenzaron a llegar temprano. Por supuesto, las mujeres Belikov se 
habían levantado incluso antes, mucho antes que Dimitri y yo, quienes estábamos 
todavía enfrentándonos al cambio de horario. La cocina era un torbellino de 
actividad, llenando la casa con todo tipo de aromas apetitosos. Era cierto que la 
comida rusa no era mi favorita, pero había unos platos, en especial los hechos por 
Olena, con los que me había encariñado. Ella y sus hijas hornearon y cocinaron 
enormes cantidades de todo, lo que parecía excesivo ya que casi cada persona que 
pasó también trajo un plato para compartir. La experiencia fue un espejo del 
funeral de Dimitri, salvo que el estado de ánimo era comprensiblemente más 
optimista. 
Al principio, hubo algo de incomodidad por parte de todos. A pesar de su 
determinación por centrarse en lo positivo, Dimitri todavía tenía unos cuantos 
problemas superando el hecho de que su tiempo como Strigoi era el foco central. 
Algunos de los invitados estaban igualmente nerviosos, como si tal vez el resto de 
nosotros hubiera cometido un terrible error y él realmente todavía fuera una 
sanguinaria criatura no-muerta. Por supuesto, sólo tenían que pasar cerca de cinco 
minutos con él para saber que no era cierto y pronto la tensión se desvaneció. 
Dimitri conocía a casi todas las personas desde su niñez y se volvió más y más 
encantado de ver rostros familiares. A su vez ellas estaban más que felices de 
regocijarse en él siendo salvado. 
Observé mucho desde los costados. Había conocido a muchos de los visitantes 
antes, y mientras varios me saludaban, estaba claro que Dimitri tomaba el centro 
 
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del escenario. También la mayor parte de la conversación era en ruso, pero era 
suficiente para mí mirar su rostro. Una vez que él se acostumbró a estar entre sus 
viejos amigos y familia, una tranquila alegría se extendió sobre él. La tensión que 
siempre parecía palpitar por su cuerpo se aligeró un poco, y mi corazón se derritió 
al verlo en tal momento. 
—¿Rose? 
Había estado mirando con diversión mientras algunos niños lo interrogaban con 
mucha seriedad. Volviéndome hacia el sonido de mi nombre, me sorprendí al 
hallar dos rostros familiares y bienvenidos. 
—¡Mark, Oksana! —exclamé, abrazando a la pareja—. No sabía que estarían aquí. 
—¿Cómo no íbamos a estar? —preguntó Oksana. Ella era una Moroi, casi treinta 
años mayor que yo pero sin embargo muy hermosa. También era uno de los pocos 
usuarios del espíritu de los que sabía. Junto a ella, su esposo Mark me sonrió. Él era 
undhampir, lo que hacía a su relación escandalosa y era la razón por la que 
tendían a no salir. Oksana había usado sus poderes del espíritu para traer de 
regreso a Mark, después de que fuera asesinado en una pelea, una hazaña de 
curación que rivalizaba con el retorno de Dimitri de ser Strigoi. Se llamaba ser 
besado por las sombras. 
—Queríamos volver a verte —me dijo Mark. Inclinó su cabeza hacia Dimitri—. Y por 
supuesto, queríamos ver el milagro por nosotros mismos. 
—Lo hiciste —dijo Oksana, su dulce rostro lleno de asombro—. Lo salvaste, 
después de todo. 
—Y no cómo originalmente lo planeé tampoco —comenté. La última vez que había 
venido a Rusia, mi objetivo había sido cazar y matar a Dimitri, con el fin de salvar 
su alma de ese estado oscuro. En ese entonces no tenía conocimiento de que 
hubiera una alternativa. 
Oksana se sentía comprensiblemente curiosa sobre el papel del espíritu en la 
salvación de Dimitri, y le di tanta información como pude. El tiempo pasó volando. 
El día dio paso a la tarde, y la gente empezó a sacar el letal vodka que había sido 
mi perdición la última vez. Mark y Oksana me estaban haciendo una broma sobre 
que le diera otra oportunidad, cuando una nueva voz de pronto llamó mi atención. 
El dueño de la voz no me estaba hablando a mí, pero fui inmediatamente capaz de 
distinguirle entre el murmullo de la, ya abarrotada, casa, porque estaba hablando 
inglés. 
 
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—¿Olena? ¿Olena? ¿Dónde estás? Tenemos que hablar sobre el Rey Sangriento. 
Siguiendo la voz, pronto vi a un chico, unos cinco años mayor que yo, tratando de 
forzar su paso entre la multitud hasta donde Olena estaba parada cerca de su hijo. 
La mayoría le prestó poca atención, pero unos pocos se callaron y lo miraron con 
sorpresa, la cual compartí. Él era humano… el único ser humano aquí, por lo que 
podría decir. Los seres humanos y los dhampirs eran prácticamente indistinguibles 
unos de otros, pero era una habilidad de mi raza ser capaz de decir si era uno u 
otro. 
—Olena. —Sin aliento, el chico humano extendió la mano hacia Olena y me dio la 
primera visión clara de él. Había recortado pulcramente su cabello negro y vestía 
un traje gris muy remilgado, que de alguna manera mejoró su estructura 
desgarbada. Cuando giró su cabeza de cierta manera, la luz captó una de sus 
mejillas, dejando al descubierto un tatuaje de lirio dorado. Y eso es lo que 
explicaba su presencia. Era un Alquimista. 
Olena había estado charlando con una vecina y finalmente se volvió cuando el 
Alquimista dijo su nombre tres veces más. La madre de Dimitri permaneció 
sonriente y agradable, pero capté el más leve atisbo de desesperación en sus ojos. 
—Henry —dijo—. Me alegro de verte de nuevo. 
Se ajustó las gafas de montura metálica. 
—Tenemos que hablar sobre el Rey Sangriento. —Cuanto más hablaba, más podía 
distinguir un leve acento. Era británico, no americano como yo. 
—Este no es el momento —dijo Olena. Hizo un gesto hacia Dimitri, quien miraba a 
Henry en un intenso escrutinio—. Mi hijo está de visita. No ha estado aquí en años. 
Henry le hizo a Dimitri un guiño cortés pero tajante a modo de saludo y luego se 
volvió hacia Olena. 
—Nunca es el momento. Cuanto más tiempo dejemos esto de lado, más gente va a 
ser herida. Ya sabes que otro hombre fue asesinado ayer por la noche. 
Esto hizo que varias personas que estaban cerca guardaran silencio. También me 
llevó a caminar para estar junto a Dimitri y Olena. 
—¿Quién fue asesinado? —exigí—. Y ¿quién está haciendo la matanza? 
 
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Henry me echó un único vistazo. No era una mirada del tipo chequeo-para-ver-si-
era-sexy, sin embargo. Era más como si estuviera tratando de decidir si valía la 
pena responderme. Al parecer, no. Su atención regresó a Olena. 
—Tienes que hacer algo —dijo. 
Olena alzó sus manos. 
—¿Por qué crees que yo puedo hacerlo? 
—Porque eres... bueno, eres del tipo de lo que se considera un líder por aquí. 
¿Quién más va a organizar a los dhampirs para atender esta amenaza? 
—No dirijo a nadie —dijo Olena, sacudiendo la cabeza—. Y la gente de aquí... a 
ellos desde luego no se les puede pedir que entren en batalla en cualquier 
momento. 
—Pero ellos saben cómo luchar —respondió Henry—. Todos somos entrenados, 
aunque no lleguemos a ser guardianes. 
—Estamos capacitados para defender —le corrigió ella—. Ciertamente, aquí todo 
el mundo saldría a la calle si un Strigoi invadiera nuestra ciudad. Sin embargo, no 
salimos a buscar problemas. Bueno, excepto los No Prometidos. Pero todos están 
lejos en estos momentos. Una vez que regresen en otoño, estoy segura de que 
felizmente harán esto para ti. 
Henry suspiró con frustración. 
—¡No podemos esperar hasta el otoño! Los shumanos se están muriendo ahora. 
—Los humanos son demasiado estúpidos para mantenerse alejados de los 
problemas —dijo una mujer dhampir de cabello canoso. 
—Este llamado Rey Sangriento es sólo un simple Strigoi —añadió otro hombre que 
había estado escuchando—. Nada especial. Los humanos necesitan, simplemente, 
permanecer lejos, y se irán. 
No sabía exactamente lo que estaba pasando aquí, pero las piezas estaban 
empezando a unirse. Los Alquimistas estaban entre los pocos humanos que sabían 
de la existencia de los vampiros y los dhampirs. A pesar de que a menudo vivíamos 
e interactuábamos con los humanos, mi clase generalmente hacía un excelente 
trabajo para ocultar nuestra verdadera naturaleza. Los Alquimistas creían que todos 
los vampiros y dhampirs eran oscuros y perversos y que la humanidad estaba 
mejor sin contacto con ellos. Del mismo modo, los Alquimistas temían que si 
 
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nuestra existencia fuera de conocimiento público, algunas personas de voluntad 
débil se lanzarían a la posibilidad de convertirse en inmortales Strigoi y corromper 
sus almas. Como resultado, los Alquimistas nos ayudaban a permanecer ocultos y 
también ayudaban a encubrir las muertes de los Strigoi y otros asuntos feos que 
causaban esos monstruos. Sin embargo, al final del día, los Alquimistas dejaban 
claro que estaban ayudando a los seres humanos primero y a nosotros en segundo 
lugar. Por lo tanto, si hay algo por ahí amenazando a su clase, no era de extrañar 
que Henry estuviera tan alterado. 
—Empieza por el principio —dijo Dimitri, dando un paso hacia adelante. Había 
escuchado pacientemente hasta ahora, pero incluso él tenía límites cuando alguien 
estaba tratando de ordenar a su madre ir de aquí para allá—. Que alguien explique 
quién es este Rey Sangriento y por qué está matando a humanos. 
Henry le dio a Dimitri una evaluación similar a la que me había dado. Sólo que, 
aparentemente, Dimitri aprobó. 
—El Rey Sangriento es un Strigoi que vive al noroeste de aquí. Hay algunas colinas 
con varias cuevas y senderos sesgados, y ha fijado su residencia allí. No sabemos 
exactamente en qué cueva, pero la evidencia sugiere que es muy antiguo y muy 
poderoso. 
—Y eso... ¿es por lo que se está alimentando de excursionistas humanos que se 
extravían cerca? —pregunté. 
Henry parecía sorprendido de que hubiera hablado, pero al menos esta vez 
respondió. 
—No hay extraviados involucrados. Ellos lo buscan. Toda la gente de estos pueblos 
son supersticiosos e ilusos. Han construido una reputación legendaria sobre él… le 
dieron ese nombre de Rey Sangriento. No entienden completamente lo que es, por 
supuesto. De todos modos, todo lo que tiene que hacer es esperar, porque de vez 
en cuando, a alguien se le mete en la cabeza que él será el que derrote al Rey 
Sangriento. Se lanzan de cabeza a esos caminos montañosos… y no vuelven nunca 
más. 
—Estúpidos —dijo la mujer que había hablado antes. 
Me inclinaba a estar de acuerdo. 
—Tienes que hacer algo —repitió Henry. Esta vez, él estaba mirando a todo el 
mundo mientras hablaba, desesperado por encontrar ayuda donde quiera que 
pudiera conseguirla—. Mi gente no puede matar a este Strigoi. Tienes que hacerlo. 
 
16 
He hablado con los Guardianes de las ciudades más grandes, pero no dejarán ir a 
susMoroi. Eso significa que le toca a los locales. 
—Tal vez las palabras eventualmente lleguen a muchos sitios y los seres humanos 
se mantengan alejados —dijo Olena, razonable. 
—Podemos mantener la esperanza de que eso ocurrirá, pero no es así —dijo 
Henry. Algo en su manera de hablar me hizo pensar que lo había explicado muchas 
veces. Si no tuviera tal actitud arrogante, casi sentiría lástima por él—. Y antes de 
que alguien lo sugiera: no, no creo que ningún humano vaya a tener suerte y matar 
al Rey Sangriento, tampoco. 
—Por supuesto que no. 
La habitación se había quedado prácticamente en silencio en este punto, pero la 
entrada de Yeva aseguró que se mantuviera así. ¿Cómo es que siempre parecía 
como si hubiera salido de la nada? Se adelantó, con un bastón retorcido que, 
sospechaba, mantenía en la mano sólo para atizar a la gente. Se concentró en 
Henry, pero parecía satisfecha de haber conseguido la atención de todos los 
demás. 
—Sólo alguien que ha recorrido el camino de la muerte puede matar al Rey 
Sangriento. —Hizo una pausa dramática—. Lo he visto en el futuro. 
De las expresiones reverentes que esto suscitó, era obvio que nadie más iba a 
cuestionarla. Como de costumbre, lo hice yo. 
—Oh, por el amor de Dios —dije—. Eso podría significar cientos de cosas 
diferentes. 
Henry estaba frunciendo el ceño. 
—Tengo que estar de acuerdo. Recorrer el camino de la muerte podría ser 
cualquier cosa... alguien que ha estado a punto de morir, alguien que ha muerto, 
cualquier guerrero o luchador que… 
—Dimka —dijo Viktoria. Ni siquiera la había notado parada cerca de nosotros. 
Unas pocas personas habían estado delante de ella, pero ahora se hacían a un lado 
mientras hablaba—. La abuela se refiere a Dimka. Él ha recorrido el camino de la 
muerte y ha vuelto. 
 
17 
Los murmullos llenaron la habitación cuando todos los ojos se dirigieron a Dimitri. 
Muchos estaban asintiendo a la declaración de Viktoria. Escuché a un hombre 
decir: 
—Dimitri es el indicado. Está destinado a matar al Rey Sangriento. 
Estaba bastante segura de que era el mismo hombre que se había burlado antes y 
había dicho que el Rey Sangriento no era nadie especial. Otros estaban de 
acuerdo. 
—Yeva Belikova ha declarado que es así —dijo otra persona—. Nunca está 
equivocada. 
—¡Eso no es lo que ella dijo! —grité. 
—Lo haré —dijo Dimitri, con resolución—. ¡Le daré un fin a ese Strigoi! 
Los aplausos estallaron, por lo que nadie me oyó decir: 
—¡Pero no tienes que hacerlo! Nunca dijo que lo hicieras. 
Corrección: una persona me había oído. Dimitri. 
—Roza —dijo, su voz a través del creciente ruido. Era sólo una palabra, pero como 
ocurría a menudo, él se las arregló para transmitir un millar de mensajes en la 
misma, la mayoría de los cuales se podría resumir como “Hablaremos más tarde”. 
—Me gustaría ir contigo —dijo Mark. Se irguió en toda su estatura—. Si me 
aceptas. —A pesar de su cabello canoso, Mark todavía era delgado y musculoso, 
con una mirada que decía que era más que capaz de patear un culo Strigoi. 
—Por supuesto. Sería un honor —dijo Dimitri gravemente—. Pero eso es todo. 
Esta última parte fue añadida porque repentinamente la mitad de la sala quería ir 
con él. Ellos habían puesto los ojos en blanco ante la solicitud inicial de Henry, 
pero con Dimitri a bordo ahora, se acababa de llegar a este estado de odisea 
heroica. 
—¿Y yo qué? —pregunté secamente. 
Una sonrisa tembló en los labios de Dimitri. 
—Pensé que era un hecho. 
 
18 
No iba a ser capaz de hablar en privado con él hasta mucho más tarde. Después de 
todo, la gente todavía estaba celebrando su regreso a la vida, y ahora estaba este 
grupo de aclamaciones. El único más impaciente que yo, creo, era Henry. Estaba 
satisfecho de haber conseguido por fin ayuda, pero estaba claro que quería 
empezar a repasar la logística y los planes con Dimitri en este momento. Eso 
obviamente no iba a suceder, y por fin, Henry salió y dijo que volvería mañana. 
Era casi media noche cuando los invitados restantes partieron y Dimitri y yo 
regresamos a nuestra habitación. Estaba agotada, pero todavía tenía energía 
suficiente para darle un escarmiento. 
—Sabes, Yeva no dijo específicamente que debías ser tú quien matara a este Rey 
Sangriento —dije, cruzando mis brazos para verme imponente—. Viktoria, y todos 
los demás, saltaron a esa conclusión. 
—Lo sé —dijo Dimitri, ahogando un bostezo—. Pero alguien tiene que matarlo. 
Incluso si esos humanos están lanzándose a eso ellos mismos, la amenaza necesita 
ser removida. Mi madre tiene razón en que los damphir de por aquí están 
mayormente enfocados en la defensa. Tú y yo somos los únicos que hemos pasado 
por un entrenamiento de guardianes completo. Y Mark. 
Asentí lentamente. 
—Por eso dijiste que él podía venir. Pensé que había sido porque fue el primero en 
pedirlo, no como esos otros aspirantes a celebridad que intentan colgarse de tu 
genialidad. 
Dimitri sonrió y se sentó en la cama. 
—Esas personas pueden pelear. Pelearían hasta la muerte si sus hogares fueran 
atacados. ¿Pero para entrar a una batalla? Mark es el único de ellos al que 
escogería. Y todavía no es rival para ti. 
—Bueno —dije, sentándome a su lado—. Esa es la cosa más inteligente que he 
escuchado en toda la noche. —Otro pensamiento me golpeó—. Mark puede sentir 
a los Strigoi también. —Era un efecto colateral de ser traído de regreso de entre los 
muertos—. Huh. Supongo que esto podría ser lo suficientemente loco para 
funcionar. 
Dimitri besó la parte superior de mi cabeza. 
—Admítelo. No te molesta ir detrás de este Strigoi. Es lo correcto de hacer. Incluso 
si lo están haciendo por voluntad propia, inocentes están muriendo por su culpa. 
 
19 
—Sí, sí, es lo correcto. Me hubiera ofrecido de voluntaria eventualmente. 
—Suspiré—. Es sólo que odio darle a Yeva una razón más para que crea que 
controla el destino del universo. 
Él rio entre dientes. 
—Si planeas ser parte de esta familia, entonces es mejor que te acostumbres a ello. 
 
* * * 
 
Dimitri y yo no teníamos los efectos de una resaca con los que lidiar, 
afortunadamente, pero ninguno de nosotros estuvo demasiado emocionado 
cuando Henry apareció con las primeras luces del amanecer para que pudiéramos 
“ponernos manos a la obra”. Como los otros Alquimistas que había conocido, 
Henry no era del tipo de los que se ensuciaban las manos. No tenía ninguna 
intención de ir con nosotros a encargarnos de este Rey Sangriento. Al igual que los 
otros Alquimistas, Henry estaba nadando en papeleo y planes. 
Nos trajo un montón de mapas y diagramas del área cavernosa que el Rey 
Sangriento habitaba, así como cada reporte que los Alquimistas tenían sobre los 
avistamientos y ataques. Los Alquimistas amaban los reportes. Olena nos preparó a 
todos un café extremadamente fuerte que sabía, sólo ligeramente, menos tóxico 
que el vodka regional, pero la cafeína del café recorrió un largo camino para 
ayudarnos a despertar y hacer estrategias. 
—No es una región tan grande —remarcó Henry, tocando uno de los mapas—. No 
entiendo por qué nadie jamás puede encontrarlo a la luz del día. Esta área es lo 
suficientemente pequeña para que alguien pudiera registrar cada cueva en un día. 
Sin embargo, todos terminan atrapados ahí de noche y los asesinan. 
Mi mente giró de regreso a otro grupo de cuevas, al otro lado del mundo. 
—Las cuevas están conectadas —dije lentamente, trazando los puntos que un 
mapa utilizaba para marcar las entradas—. Puedes buscar todo el día y jamás 
encontrarlo porque él se mueve bajo tierra. 
—Brillante, Roza —murmuró Dimitri con aprobación. 
Henry parecía sorprendido. 
 
20 
—¿Cómo lo sabes? 
Me encogí de hombros. 
—Es lo único que tiene sentido. —Removí las hojas de papel—. ¿Tienes un mapa 
subterráneo? ¿Alguien hizo alguna vez un… no lo sé… un estudio geográfico o 
algo? —Parecía como si cualquier otra representación del área estuviera aquí: 
imágenes satelitales, dibujos topográficos, análisisde minerales… todo menos una 
idea de lo que estaba ocurriendo bajo la superficie. Henry lo confirmó. 
—No —admitió con timidez—. No tengo nada como eso. —Entonces, como para 
salvar la cara de los Alquimistas y su estilo usualmente meticuloso, agregó—: 
Probablemente porque nadie jamás hizo uno. Si existiera, lo tendríamos. 
—Eso va a ser una desventaja —reflexioné. 
—No tanto —dijo Dimitri, terminando lo último de su café—. Tengo una idea. En 
realidad no creo que tengamos que ir bajo tierra. Especialmente con Mark. 
Encontré sus ojos y sentí una sacudida de electricidad saltar entre nosotros. Parte 
de lo que nos unía era un amor mutuo a la emoción y al peligro. No era que lo 
buscáramos, exactamente, pero cuando había una necesidad de respuesta, lo dos 
estábamos siempre listos para asumir lo que fuera necesario. Sentí esa chispa 
encenderse entre nosotros mientras esta tarea se aproximaba, y de repente tuve 
una buena idea de cuál era su plan. 
—Audaz movimiento, camarada —bromeé. 
—No para tus estándares —respondió. 
Henry miró de uno a otro, entre nosotros, totalmente perdido. 
—¿De qué están hablando? 
Dimitri y yo sólo sonreímos. 
 
* * * 
 
Por supuesto, no hubo demasiadas sonrisas cuando partimos antes del amanecer 
el día siguiente. La familia de Dimitri mostró una conflictiva mezcla de confianza y 
nerviosismo. Ostensiblemente, la proclamación de Yeva de que Dimitri triunfaría 
 
21 
garantizaba la victoria. Sin embargo, ni sus hermanas ni su madre estaban 
totalmente despreocupadas por enviarlo a enfrentar a un antiguo y poderoso 
Strigoi, con un largo historial de asesinatos. Las mujeres lo bañaron con abrazos y 
buenos deseos, todo mientras que, Yeva nos miraba de forma petulante y 
conocedora. 
Mark estaba con nosotros, pareciendo duro y listo para la batalla. Henry dijo que 
los damphir de Baia eran “locales” para el Rey Sangriento, pero ese era un término 
relativo, ya que las cuevas estaban a unas buenas seis horas de viaje de distancia. 
Éramos simplemente los más cercanos, ya que las cuevas están en un área remota 
con poca civilización circundante. De hecho, parte de la duración del viaje fue un 
resultado de que las carreteras de esa región estuvieran tan mal mantenidas. 
Llegamos a las cuevas cerca del mediodía, lo que iba de acuerdo a nuestro plan. 
Era un lugar desolado y, en realidad, solo un pequeño bache en lo que a elevación 
se refería, difícilmente capaz de competir con rangos mucho más grandes como las 
Montañas Ural más al oeste. De todas formas, era más alto y pronunciado que la 
mayoría de las tierras bajas circundantes, con riscos rocosos que iban a requerir un 
poco de footing. Ninguna de las cuevas era visible desde donde habíamos 
estacionado el auto, pero un pequeño sendero, algo usado, serpenteaba entre 
algunos de los acantilados. Por lo que había visto en el mapa de Henry, este guiaba 
hacia el corazón del complejo. 
—No hay nada como una buena escalada —dije alegremente, colgando mi 
mochila en mi hombro—. Estas podrían ser casi unas vacaciones, si no fuera por la 
parte de que, ya sabes, podríamos morir. 
Mark levantó una mano para proteger sus ojos del sol, mientras nos contemplaba a 
Dimitri y a mí. 
—Algo me dice que ustedes son la clase de personas cuyas vacaciones siempre 
terminan de esa forma. 
—Es verdad —dijo Dimitri, saliéndose del camino—. Además, estamos a salvo hoy. 
Tenemos la garantía de mi abuela, ¿recuerdan? 
Puse mis ojos en blanco ante la nota de burla en su voz. Dimitri podía amar y 
reverenciar a Yeva, pero sabía que él no estaría contando con ninguna vaga 
profecía para realizar esta tarea. Su fe estaba en la estaca de plata que cargaba en 
su cinturón. 
 
22 
La ruta comenzó fácil, pero pronto se convirtió en un desafío mientras la elevación 
aumentaba y más obstáculos aparecían en nuestro camino. Tuvimos que escalar 
alrededor de rocas y manejar algunas partes difíciles donde el camino casi había 
desaparecido, forzándonos a aferrarnos a las paredes rocosas. Cuando alcanzamos 
lo que aparentemente era el centro del complejo, estuve sorprendida de ver lo 
nivelada que estaba. Acantilados se levantaban a nuestro alrededor, como si 
estuviéramos en una especie de fortaleza, pero esta área proveía una pequeña 
dosis de tranquilidad. No estaba cansada —los damphir son resistentes, después 
de todo—, pero sí contenta de que hubiéramos alcanzado nuestro destino. 
Y ahí fue donde… nos detuvimos. 
Nos instalamos en el suelo, clasificando los contenidos de nuestras mochilas, y 
procedimos más o menos a descansar durante el resto del día. A pesar del viento 
que soplaba aquí, la temperatura todavía era cálida-veraniega, y este sería casi un 
escenario perfecto para un picnic. Es cierto, la roca erosionada y la vegetación 
dispersa eran difícilmente idílicas, pero extendimos una manta y comimos un 
almuerzo consistente de la fabulosa comida de Olena. Cuando terminamos, me 
recosté junto a Dimitri, mientras Mark comenzaba a tallar un trozo de madera. 
Mantuvimos un flujo constante de conversaciones triviales. Todo esto era parte del 
plan también. Luego de que Henry dijo que los seres humanos aventureros habían 
ido de caza y terminado muertos, nos dimos cuenta que esta era la forma fácil de 
hacerlo: ir y ser atrapados dentro de las cuevas que este Rey Sangriento 
obviamente conocía mejor que nosotros. No íbamos a hacerlo. Nos quedaríamos 
en la intemperie, sin hacer ningún esfuerzo por ocultar nuestra presencia. Si bien 
los Strigoi amaban la sangre humana, ellos amaban la sangre de los Moroi y los 
damphir mucho más. No había forma de que este Strigoi fuera capaz de 
ignorarnos mientras estuviéramos en su territorio. Si la violación no lo atraía, el 
atractivo de nuestra sangre lo haría. Eventualmente vendría tras nosotros cuando la 
oscuridad cayera, y pelearíamos con él bajo nuestros términos. 
—Mark, tú y Oksana deberían venir a Estados Unidos —dije—. Lissa amaría 
conocerlos y hablar sobre el espíritu. Muchas personas lo harían. 
Mark no levantó la vista de su talla. 
—Ese es el problema —dijo con buen humor—. Estamos preocupados de que 
demasiadas personas lo quieran, ahora que todos están interesados en el espíritu. 
No queremos convertirnos en experimentos científicos. 
 
23 
—Lissa no permitiría que eso ocurriera —dije rotundamente—. Y piensa en todas 
las cosas sorprendentes que podríamos aprender. El espíritu parece ser capaz de 
hacer algo nuevo cada día. —Antes de saberlo, mi mano encontró la de Dimitri. 
Salvándolo, el espíritu ya había hecho la cosa más espectacular que mis ojos 
hubieran podido ver. 
—Ya veremos —dijo Mark—. A Oksana le gusta su privacidad, pero sé que tiene 
curiosidad por… 
Dimitri se sentó rápidamente desde su posición de descanso, instantáneamente 
rígido y enfocado en esa manera que tenía de estarlo. Mark se había quedado en 
silencio tan pronto cuando Dimitri se movió, y ahora yo me senté también. Mi 
mano fue a mi estaca, y vi las manos de los chicos hacer lo mismo. Incluso mientras 
lo hacía, la parte lógica en mí decía que no había necesidad… no cuando 
estábamos afuera a plena luz del día. Lo que sea que hubiera asustado a Dimitri no 
era Strigoi, pero el instinto era difícil de apartar. Su mirada cayó en una enorme 
pila de rocas y cantos rodados que estaban cerca de un acantilado. Sin decir 
palabra, lo apuntó y luego tocó su oreja. Mark y yo asentimos en señal de 
comprensión. 
Bajando la mirada a uno de los mapas de Henry que habíamos dejado abierto, 
inmediatamente vi la formación de rocas que Dimitri había indicado. Era grande y 
extensa, con lo que parecía ser un pequeño espacio entre este y el acantilado. Si 
había algo escondido y espiándonos, sería posible moverse furtivamente detrás de 
la formación y atrapar a los espías sin que lo supieran. Toqué mi pecho y apunté a 
la formación en el mapa. Dimitri sacudió su cabeza y tocó su pecho en su lugar. Lo 
fulminé con la mirada y comencé a protestar, pero entonces él hizo un gesto entreMark y yo. En esa extraña manera que teníamos de pensar de forma similar algunas 
veces, inmediatamente supe lo que Dimitri estaba diciendo. Mark y yo habíamos 
estado hablando cuando Dimitri escuchó lo que fuera que lo había sobresaltado. 
Necesitábamos continuar con eso para así mantener la cubierta y sorprender a la 
potencial amenaza. A regañadientes, asentí mi derrota a Dimitri. 
Se arrastró lejos, silencioso como un gato, y me volví hacia a Mark y traté de 
recordar lo que habíamos estado hablando. Estados Unidos… había estado 
tratando de convencerlo de que debían visitarlo por alguna razón. Hablar. 
Necesitaba hablar y crear una distracción. Así que frenéticamente solté lo primero 
que me vino a la mente. 
—Así que, sí, Mark... si, um, vengan a visitarnos... podemos salir a comer y puedes 
probar la comida americana. Ya no más repollo. —Solté una risa incómoda e 
 
24 
intenté no mirar a Dimitri mientras desaparecía por una esquina rocosa—. 
Podríamos, ya sabes, salir por unos perros calientes. No te preocupes… en realidad 
no son perros. Es sólo un nombre. Son esas cosas que pones la salchicha en 
panecillos, ese es una especie de pan, y luego los complementa con otras cosas y… 
—Sé lo que es un perro caliente —interrumpió Mark. Su tono era ligero por el bien 
de nuestro observador, pero su estaca había sustituido el cuchillo de tallar. 
—¿En serio? —pregunté, legítimamente sorprendida—. ¿Cómo? 
—No somos tan remotos. Tenemos televisión y películas. Además, he dejado 
Siberia, sabes. He estado en los Estados Unidos. 
—¿En serio? —No lo sabía. Sabía muy poco acerca de su historia, en realidad—. 
¿Has probado un perro caliente? 
—No —dijo. Sus ojos estaban puestos en el lugar en que Dimitri había 
desaparecido, pero brevemente se posaron en mí—. Me ofrecieron uno... pero no 
parecía muy apetitoso. 
—¡Qué! —exclamé—. Blasfemia. Son deliciosos. 
—¿No son comprimidos de partes animales? —presionó. 
—Bueno, sí... Creo que sí. Pero es sólo la salchicha. 
Mark negó con la cabeza. 
—No lo sé. Algo simplemente no está bien acerca de un perro caliente. 
—¿No está bien? Creo que quieres decir tan bien. Son como el… 
Mi indignación fue interrumpida por un grito, recordándome que había habido 
otro propósito aquí además de mi defensa de uno de los más grandes alimentos 
en el universo. Mark y yo nos movimos como uno, los dos corriendo a gran 
velocidad por encima de la pila de rocas y hacia la fuente del ruido. Allí, nos 
encontramos con Dimitri fijando en el suelo a un chico que se retorcía en una 
chaqueta de cuero y desgastados vaqueros azules. No podría decir mucho más de 
él porque Dimitri tenía el rostro del sujeto presionado contra el suelo. Al vernos, 
Dimitri aflojó su agarre a fin de que el chico pudiera mirar hacia arriba. Cuando lo 
hizo, vi que era de mi edad… y humano. 
Miró entre Mark y yo… o, más exactamente, miró entre las estacas de plata que los 
dos reteníamos. Ojos azules grisáceos se abrieron de par en par, y el cautivo 
 
25 
empezó a balbucear en ruso. Mark frunció el ceño e hizo una pregunta, pero no 
bajó su estaca. El muchacho respondió, sonando casi en pánico. Dimitri bufó y lo 
soltó por completo. El humano se alejó tambaleante, sólo para tropezar y caer de 
trasero en el suelo. Mark hizo algunos comentarios en ruso, a los que Dimitri 
respondió con una carcajada. 
—¿Podría alguien decirme qué está pasando? —exigí—. ¿En Inglés? 
Para mi sorpresa, no fue uno de mis colegas el que respondió. 
—¡Tú... eres americana! —exclamó el chico, mirándome con asombro. Hablaba con 
un acento fuerte—. ¡Sabía que la reputación del Rey Sangriento se había 
extendido, pero no sabía que había ido tan lejos! 
—Bueno, no es así. No exactamente —le dije. Me di cuenta entonces que tanto 
Dimitri como Mark habían apartado sus estacas—. Simplemente resulta que estaba 
en el vecindario. 
—Te lo dije —dijo Dimitri, hablándole al humano—. Este no es lugar para ti. Vete 
ahora. 
El chico negó con la cabeza, haciendo que su revoltoso cabello rubio pareciera 
mucho más desordenado. 
—¡No! Podemos trabajar juntos. Todos estamos aquí por la misma razón. Estamos 
aquí para matar al Rey Sangriento. 
Encontré los ojos de Dimitri inquisitivamente, pero no recibí ayuda. 
—¿Cuál es tu nombre? —le pregunté. 
—Ivan. Ivan Grigorovitch. 
—Bueno, Ivan, soy Rose, y si bien apreciamos el ofrecimiento de ayuda, tenemos 
esto bajo control. No hay necesidad de que te quedes. 
Ivan me miró con escepticismo. 
—No parecía que lo tuvieran bajo control. Parecía que estaban teniendo un día de 
campo. 
Reprimí una mueca. 
—Estábamos, uh, justo a punto de entrar en acción. 
 
26 
Él se iluminó. 
—Entonces estoy a tiempo. 
Mark suspiró, claramente quedándose sin paciencia con esto. 
—Chico, esto no es un juego. ¿Tienes algo como esto? —Sacó su estaca de plata 
de nuevo, asegurándose de que la punta reflejara la luz. Ivan se quedó 
boquiabierto—. No lo creo. Déjame adivinar. Tienes una estaca de madera, ¿no? 
Ivan enrojeció. 
—Bueno, sí, pero soy muy bueno… 
—Muy bueno en conseguir que te maten —declaró Mark—. No tienes las 
habilidades o las armas para esto. 
—Enséñame —dijo Ivan con entusiasmo—. ¡Te lo dije, estoy dispuesto a ayudar! ¡Es 
lo que he soñado… ser un famoso cazador de vampiros! 
—Este no es un viaje de campo —dijo Dimitri. Al igual que Mark, ya no encontraba 
a Ivan muy cómico—. Si no te vas ahora mismo de esta área, te sacaremos 
nosotros mismos. 
Ivan se puso en pie. 
—Puedo... puedo irme... pero ¿están seguros de que no quieren mi ayuda? Sé todo 
lo que hay que saber sobre los vampiros. Nadie en mi pueblo ha leído tanto como 
yo… 
—Vete —dijeron Mark y Dimitri al unísono. 
Ivan se fue. Los tres miramos mientras corría por el sendero, hacia donde tuvo que 
abrirse paso a través de obstáculos rocosos con el fin de volver a salir a la carretera 
principal. 
—Idiota —murmuró Mark. Bajó la estaca de nuevo y caminó de vuelta hacia donde 
había estado sentado antes. Después de unos momentos, Dimitri y yo lo seguimos. 
—Me siento un poco mal por él —comenté—. Parecía tan... no sé, entusiasta. Pero 
también comienzo a entender por qué Henry estaba tan molesto. Si todos los otros 
humanos “expertos” sobre los vampiros que vienen aquí son como él, puedo ver 
por qué están consiguiendo ser asesinados. 
 
27 
—Exactamente —dijo Dimitri. Su mirada estaba en la figura que se alejaba de Ivan, 
casi imposible de ver ahora, mientras caminaba alrededor de un afloramiento de 
piedra—. Con suerte regresará a su pueblo y se inventará alguna historia fantástica 
de cómo mató al Rey Sangriento por sí mismo. 
—Cierto —le dije—. El hecho de que lo hagamos nosotros sólo servirá para apoyar 
su historia cuando las personas vengan hasta aquí y no vean a más vampiros. 
Aun así, mientras acomodaba de nuevo nuestro campamento improvisado, no 
pude olvidar la mirada celosa en los ojos de Ivan cuando había mencionado matar 
al Rey Sangriento. ¿Cuántos otros habían llegado con esa misma actitud ingenua? 
Era desalentador. Había crecido con la idea de que luchar contra los Strigoi era un 
deber y una responsabilidad. No era algo que trataras como un juego. 
Mark y yo finalmente retomamos nuestro debate sobre los perros calientes, para 
gran diversión de Dimitri. Él tendía a estar de acuerdo con Mark, lo que me pareció 
chocante. Sólo podía culpar a la cocina con la que habían sido criados para pensar 
tal equivocación. Sin embargo, a pesar de lo convencional de la conversación, 
podía sentir la tensión dentro de todos nosotros cuando el sol comenzó a moverse 
hacia el horizonte. Las estacas de plata habían vuelto, e incluso antes de caer la 
noche, nuestros ojos estaban constantemente escaneando nuestro entorno. 
Sombras oscurecían las paredes de piedra que nos rodeaban, convirtiéndolas en 
algo misterioso y siniestro. 
Habíamos traído un par de linternas eléctricas y las encendimos una vez que se 
hizo demasiado oscuro para ver con comodidad. Como dhampirs, no 
necesitábamos tantaluz como los seres humanos, pero necesitábamos algo. Las 
linternas emitían solo lo suficiente para ayudar a nuestros ojos, sin cegarnos a 
nuestra periferia, como una fogata haría. Pronto, el cielo estuvo completamente 
oscuro, y sabíamos que habíamos entrado en el momento en que el Strigoi podía 
caminar libremente. Ninguno de nosotros dudaba de que él viniera por nosotros. 
La pregunta era si iba a esperar y tratar de desgastarnos o atacar de repente. 
Mientras más tiempo pasaba, parecía como si fuera a ser lo primero. 
—¿Sientes algo? —le susurré a Mark. Aquellos que eran besados por las sombras 
sentían náuseas cuando un Strigoi estaba cerca. 
—Todavía no —murmuró él. 
—Deberíamos haber traído malvaviscos —bromeé—. Por supuesto, entonces 
hubiéramos tenido que encender una fogata con seguridad… 
 
28 
Un grito ensordecedor estalló en la noche. 
Me puse de pie en un salto, haciendo una mueca. El problema con la audición 
superior es que los ruidos fuertes son muy ruidosos. Mis compañeros se pusieron 
de pie también, estacas listas. Mark frunció el ceño. 
—¿Algún truco Strigoi? 
—No —dije, moviéndome hacia donde el grito se había originado—. Ese fue Ivan. 
Mark maldijo en ruso, algo a lo que me había acostumbrado con Dimitri. 
—Nunca se fue —dijo Mark. 
Dimitri me agarró del brazo para hacerme reducir la velocidad. 
—Rose, está en una de las cuevas. 
—Lo sé —le dije. Ya había averiguado eso y me volví hacia Dimitri—. Pero, ¿qué 
otra opción tenemos? No podemos dejarlo ahí. 
—Esto es exactamente lo que queríamos evitar —dijo Dimitri con gravedad. 
—Y probablemente una trampa tendida por el Rey Sangriento —agregó Mark, 
justo mientras otro grito sonaba—. Él nos quiere, pero es demasiado inteligente 
para salir a buscarnos. 
Hice una mueca, sabiendo que Mark tenía razón. 
—Pero eso también significa que probablemente no va a matar a Ivan de 
inmediato. Él sólo va a meterse con él para atraernos. Hay una posibilidad de que 
podamos salvar a Ivan. —Tiré mis manos al aire cuando nadie respondió—. 
¡Vamos! ¿Pueden realmente dejar a ese chico inepto allí para morir? 
No, por supuesto que no. Dimitri suspiró. 
—Aquí es donde podríamos haber usado un mapa de las cuevas. Mejor para 
montar una emboscada. 
 —No tanto lujo, camarada —le dije, caminando hacia la cueva—. Tenemos que ir 
por la puerta principal. Al menos Mark puede advertirnos. 
Entonces, el debate se desató entre los tres sobre quién dirigiría y quién iría el 
último cargando una linterna. Dimitri y Mark vinieron con argumentos poco 
convincentes sobre por qué debían ir por delante de mí. Mark fue con que, como el 
 
29 
mayor, su vida era más prescindible, lo cual era ridículo. El razonamiento de Dimitri 
era que él estaba a salvo, gracias a la profecía de Yeva. Eso era aún más ridículo, y 
yo sabía que sólo estaba diciéndolo para protegerme. Sin embargo, al final, fui 
rechazada y terminé detrás de ellos. 
Una oscuridad más profunda que la noche nos envolvió mientras entrabamos. La 
linterna nos ayudó un poco, pero sólo iluminaba una corta distancia delante de 
nosotros mientras entrabamos más y más en lo desconocido. Ninguno habló, pero 
tenía la sensación de que todos estábamos pensando lo mismo. Los gritos habían 
cesado. Podría significar que Ivan estaba muerto. Seguramente significaba que el 
Rey Sangriento quería llevarnos tan lejos en las cuevas como fuera posible. 
El problema llegó cuando alcanzamos una bifurcación en el túnel. No sólo 
significaba que teníamos que elegir un camino, sino que también significaba que 
el Rey Sangriento tenía el potencial para regresar en la dirección opuesta sobre 
nosotros. 
—¿Por dónde? —murmuró Dimitri. 
Eché un vistazo entre las dos opciones. Una de ellas era estrecha, pero eso no 
significaba nada. Líneas de pensamiento llenaron la cara de Mark, y luego él indicó 
el túnel más largo. 
—Aquí. Es débil, pero puedo sentirlo allí. 
Los tres nos adelantamos y el túnel pronto creció más y más, finalmente 
desembocando en una gran “sala” con otros tres túneles alimentándose dentro de 
ella. Antes de que ninguno de nosotros tuviera la oportunidad de preguntar a 
dónde ir, algo pesado se estrelló contra mí y me tiró al suelo. La linterna voló de mi 
mano y milagrosamente rodó, sin romperse. 
El instinto me hizo seguir el ejemplo. No tenía ni idea de dónde estaba mi 
atacante, pero rodé lejos tan pronto como golpeé el suelo de la cueva. Fue una 
buena decisión, porque medio segundo más tarde, tuve mi primera visión del Rey 
Sangriento. Las historias eran ciertas. Era viejo. Es cierto que los Strigoi no 
envejecían una vez que volvían, y a simple vista, este tipo tenía el aspecto de 
alguien en sus cuarenta y tantos años. Como todos los Strigoi, tenía la piel blanca y 
el horrible aspecto de la muerte en él. Si la luz hubiera sido un poco mejor, sabía 
que hubiera visto el rojo en sus ojos también. Su largo bigote y cabello hasta los 
hombros eran negros con rayas grises, luciendo como algo que verías en los días 
imperiales de Rusia. Pero era más que el anticuado corte de cabello lo que 
marcaba su edad. Había algo sobre los Strigoi que podías sentir, una maldad 
 
30 
antigua que iba directa al hueso. Además, mientras la edad aumentaba, también 
aumentaba su velocidad y fuerza. 
Y hombre, este tipo era rápido. Se había abalanzado sobre el lugar en el que había 
caído, golpeando con fuerza más que suficiente para romperme el cuello. Al ver 
que me había perdido no desperdició un momento en venir tras de mí a mi nuevo 
lugar, y me apresuré a escapar. Yo era rápida, pero no tan rápida como él, y se 
agarró de mi manga. Antes de que pudiera tirar de mí hacia él, Dimitri y Mark 
estaban en su espalda, obligando al Rey Sangriento a liberarme. Mis compañeros 
eran buenos —entre los mejores— pero les tomó hasta la última gota de su 
habilidad mantener el ritmo con él. Esquivó cada golpe de sus estacas con la 
facilidad, sin esfuerzo, de un bailarín. 
Me puse en pie, lista para participar y ayudar, cuando escuché un gemido 
procedente de uno de los túneles. Ivan. Yo quería unirme a la refriega, pero Dimitri 
y Mark acababan de parar algunos de los ataques del Rey Sangriento, obligando a 
todo el grupo a moverse hacia el otro lado y poniendo a mis amigos entre el 
Strigoi y yo. Con la no obvia apertura para mí, tomé la decisión de rescatar al 
inocente y confiar en las habilidades de Dimitri y Mark. Aún, mientras me movía 
hacia la bifurcación del túnel, eché una mirada inquieta de nuevo a Dimitri. Una vez 
más, me acordé de hace mucho tiempo, en otros túneles. Fue allí que Dimitri había 
sido mordido y forzado a convertirse en un Strigoi. El pánico se apoderó de mí, 
junto con una irracional e intensa necesidad de ir tirarme en frente de Dimitri. 
No, me dije a mí misma. Dimitri y Mark pueden manejar esto. Hay dos de ellos y 
sólo un Strigoi. No es como la última vez. Otro gemido de Ivan me impulsó a la 
acción. Por lo que sabía, podía estar desangrándose en alguna parte. Cuanto más 
pronto llegara a él y lo ayudara, era más probable que sobreviviera. Ir tras él 
significaba abandonar la linterna, ya que Dimitri y Mark la necesitaban más que yo. 
Además, este túnel era suficientemente estrecho para que yo pudiera estirarme y 
tocar ambos lados con mis manos, dándome un cierto grado de orientación 
mientras entraba en la oscuridad. 
—¿Ivan? —lo llamé, medio asustada de tropezar con él. 
—Aquí. —Vino una voz de respuesta. Estaba sorprendentemente cerca, y 
desaceleré mi paso, alargando mis brazos frente a mí con la esperanza de sentirlo. 
Momentos más tarde, le toqué el cabello y la frente. Me detuve y me arrodillé. 
—Ivan, ¿estás bien? ¿Puedes levantarte? —le pregunté. 
—Yo... eso creo… 
 
31 
Eso esperaba. Incapaz de ver, no tenía ni idea de si su sangre brotaba justo en 
frente de mí. Encontré su mano y lo ayudé a levantarse. Se apoyó pesadamente 
contra mí, pero parecía tener el control de sus piernas, lo que tomé como una 
buena señal. Lentamente, nosdirigimos de nuevo hacia la pelea, nuestras 
maniobras torpes en el estrecho túnel. Cuando salimos a la luz, estuve consternada 
al ver al Rey Sangriento todavía vivo. 
—Descansa aquí —le dije a Ivan, moviéndolo hacia la pared. Él no estaba en tan 
crítica condición como había temido. Él lucía como si el Rey Sangriento 
—literalmente— lo hubiera tirado unas cuantas veces, pero ninguno de los cortes y 
magulladuras parecía fatal. Esperaba que él se sentara, entonces yo podría añadir 
mi fuerza a la pelea, pero en cambio, los ojos de Ivan se agrandaron cuando vio la 
batalla. Con una energía que no había creído posible, saltó hacia adelante con su 
ridícula estaca de madera y la apuntó a la espalda del Rey Sangriento. 
—¡No! —le grité, corriendo tras él. 
Su estaca no perforó la carne, por supuesto. Ni siquiera hirió al Rey Sangriento. Lo 
que sí causó, sin embargo, fue que el Strigoi hiciera una pausa por un segundo y 
lanzara a Ivan a distancia. Él voló a través de la cueva, aterrizando con fuerza contra 
una pared. En el transcurso de ese latido, Dimitri y Mark actuaron con impecable 
eficiencia, sin palabras. El pie de Dimitri serpenteó y golpeó las piernas del Rey 
Sangriento desde debajo de él. Mark se lanzó hacia adelante, hundiendo su estaca 
en el corazón del anciano Strigoi. El Rey Sangriento se congeló, y todos nosotros 
sostuvimos una respiración colectiva mientras una expresión de conmoción total 
cruzaba su rostro. Entonces la muerte se apoderó de él, y su cuerpo se desplomó 
hacia adelante. 
Exhalé en alivio y de inmediato miré primero a Dimitri, necesitando asegurarme de 
que estuviera bien. Pero por supuesto lo estaba. Él era mi sorprendente dios de la 
batalla. Haría falta más que un poco de súper resistente Strigoi —incluso uno con 
un dramático nombre— para derribarlo. Mark parecía igual de bien. Al otro lado de 
la cueva, Ivan parecía aturdido pero por otro lado ileso. Él nos miraba con 
asombro, y sus ojos se iluminaron cuando encontró mi mirada. Sostuvo su estaca 
de madera en el aire en una especie de saludo burlón y sonrió. 
—De nada —dijo. 
 
* * * 
 
32 
 
Resultó ser que una de las razones por las que Ivan no había salido cuando le 
dijimos —aparte de su estúpido sentido de heroísmo— era que no tenía medios 
para salir. Algunos amigos de su pueblo lo habían dejado, con la intención de 
volver en dos días para ver si estaba vivo o muerto. Apenas podíamos dejarlo allí 
en un estado tan trillado, así que hicimos el viaje de dos horas para llevarlo a casa. 
Todo el tiempo, Ivan se mantuvo yendo sobre cómo había salvado a Dimitri y Mark 
en el último momento y la forma en que se habrían encontrado con una muerte 
segura si no fuera por él. 
Señalar que fue sólo un golpe de suerte que no hubiera conseguido matarlos 
parecía inútil a estas alturas. Lo dejamos hablar y todos nos sentimos aliviados 
cuando llegamos a su pueblo, un lugar que hacía que Baia luciera como la Ciudad 
de Nueva York. 
—A veces escucho informes de otros vampiros —nos dijo mientras salía del 
auto—. Si quieren formar parte del equipo de nuevo, voy a dejar que vengan 
conmigo la próxima vez también. 
—Anotado —dije. 
La única persona más exasperante que Ivan era Yeva. Después de cinco minutos 
con ella, estaba deseando de pronto estar de vuelta en el auto con él. 
—Entonces —dijo, sentándose en su mecedora en la casa Belikov como si fuera un 
trono—. Parece que estaba en lo cierto. 
Me desplomé en el sofá junto a Dimitri, huesos cansados y deseando poder dormir 
durante unas doce horas. Mark ya se había ido a casa, con Oksana. Sin embargo, yo 
tenía agallas suficientes en mí para discutir de nuevo. 
—En realidad, no —repliqué, tratando de mantener una sonrisa petulante en mi 
cara—, dijiste que Dimitri mataría al Rey Sangriento. Él no lo hizo. Mark lo hizo. 
—Dije que uno de quienes habían caminado en la carretera de la muerte tendría 
éxito —dijo—. Mark se ha enfrentado a la muerte y sobrevivió. 
Abrí la boca para negarlo, pero ella tenía razón. 
—Está bien. Pero cuando Viktoria dijo que Dimitri lo haría, no lo negaste. 
—No lo confirmé tampoco. 
 
33 
Gemí. 
—¡Esto es ridículo! ¡Esa “predicción” no significaba nada! Demonios, podría haber 
aplicado a Ivan, ya que estuvo a punto de morir a causa del Rey Sangriento. 
—Mis profecías ven muchas cosas —respondió Yeva, la cual en realidad no tenía 
respuesta a todo—. La siguiente es particularmente interesante. 
—Uh-huh —dije—. Déjame adivinar. “Un viaje”. Eso podría significar que Dimitri y 
yo nos vamos a casa. O que Olena irá a la tienda de comestibles. 
—En realidad —dijo Yeva—, veo una boda en el futuro. 
Viktoria había estado escuchando el intercambio con diversión y juntó las manos. 
—¡Oh! ¡Rose y Dimka! 
Sus hermanas asintieron con entusiasmo. 
La miré con incredulidad. 
—¿Cómo puedes decir eso? ¡Eso puede significar cualquier cosa también! Alguien 
en la ciudad probablemente se esté casando en estos momentos. O tal vez será 
Karolina, ¿no dices que lo estás tomando en serio con tu novio? Si se trata de mí y 
Dimitri, pasarán años a partir de ahora, lo cual, por supuesto, podrás reclamar que 
preveías ya que era “el futuro”. 
Sin embargo, nadie me estaba escuchando más. Las mujeres Belikov ya estaban 
charlando animadamente sobre los planes, especulando si la boda sería aquí o en 
los Estados Unidos, y lo bonito que sería ver a Dimitri “finalmente sentando 
cabeza”. 
Gemí de nuevo y me apoyé en él. 
—Increíble. 
Dimitri sonrió y puso su brazo alrededor de mí. 
—¿No crees en el destino, Roza? 
—Seguro —le dije—. Sólo que no en las locas y vagas predicciones de tu abuela. 
—No suena tan loco para mí —bromeó. 
—Estás tan loco como ella. 
 
34 
Besó la parte superior de mi cabeza. 
—Tenía la sensación de que dirías eso. 
 
Fin 
 
 
35 
Créditos 
Traducido por: 
Dark&rose 
Flochi 
LizC 
Lizzie 
Niii 
Sheilita Belikov 
 
Corregido por: 
Lizzie 
Majo 
Marina 
★ MoNt$3★ 
Nii
Revisión: 
Dark&rose y Lizzie 
 
Diseño: 
Paovalera 
 
 
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