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por Douglas B. Holt, John A. Quelch y Earl L. Taylor Cómo compiten las marcas globales Reimpresión r0409d-e s hora de repensar la creación de marcas globales. Hace más de dos décadas, el profesor de Harvard Business School, Theodore Levitt, declaró provo- cativamente en un artículo de HBR de 1983 que había surgido un mercado global para productos y servicios uniformes. En “The Globalization of Markets” sostuvo que las corporaciones deberían explotar la “economía de la simplicidad” y crecer mediante la venta de productos estandarizados en todo el mundo. Aunque no discutió explícitamente el branding, los ejecutivos interpretaron que sus ideas significaban que las transnacionales debe- rían estandarizar productos, empaques y comunicacio- nes para lograr un posicionamiento de denominador mínimo común que fuera interculturalmente efectivo. Desde ese punto de vista de sentido común, el branding global sólo tenía que ver con ahorrar costos y garantizar una comunicación consistente con los clientes. La idea resultó popular en los años 80, cuando varios países se abrieron a la competencia extranjera y las corporacio- nes estadounidenses y japonesas trataron de penetrar esos mercados con marcas y programas de marketing globales. Aunque la economía mundial continuó integrán- dose, los experimentos con la creación global de marcas pronto perdieron impulso. Los consumidores en muchos países tuvieron problemas para relacionarse con los pro- ductos genéricos y con las comunicaciones que emana- ban del pensamiento de denominador mínimo común de las empresas. Por ello, los ejecutivos se apresuraron a inventar estrategias híbridas. Se esforzaron por lograr escala global en actividades de respaldo tales como tec- nología, producción y organización, pero se cercioraron de que las características de producto, las comunicacio- nes, la distribución y las técnicas de ventas se ajustaran a los gustos de los consumidores locales. Desde entonces, esas estrategias “glocales” han regido el marketing. El branding global ha perdido más lustre reciente- mente porque las transnacionales han estado bajo un virtual asedio. La evidencia se encuentra en las calles y en todas las tiendas a nuestro alrededor. Marcas como Coca-Cola, McDonald's y Nike se han vuelto imanes de las protestas antiglobalización. ¿Quién puede olvidar las imágenes de airados manifestantes destrozando las ven- tanas de un McDonald‚s en Davos, Suiza, o aplastando E El solo hecho de que una marca se venda en todo el mundo le otorga un aura de excelencia, pero también un conjunto de obligaciones. Para maximizar el valor del alcance global, las empresas deben gestionar ambas cosas. Cómo compiten las marcas globales por Douglas B. Holt, John A. Quelch y Earl L. Taylor Copyright ©2004 Harvard Business School Publishing Corporation. All rights reserved. Todos los derechos reservados. 3 4 harvard business review Cómo compiten las marcas globales principalmente mediante la comunicación. En las socie- dades modernas, la comunicación adopta muchas for- mas: artículos de periódicos y revistas, transmisiones de radio y televisión, contenido de Internet, libros, películas, música, arte y, desde luego, publicidad y comunicaciones de marketing. Durante décadas, la comunicación había circulado principalmente dentro de las fronteras de los países, ayudando a crear fuertes culturas nacionales. Hacia fines del siglo 20, gran parte de la cultura popular se volvió global. Al integrarse las naciones a la economía mundial, aumentaron el turismo transfronterizo y la movilidad laboral; los canales de televisión, películas y música se volvieron universalmente disponibles para el consumidor; y, más recientemente, se disparó el creci- miento de Internet. Esos factores obligan a las personas a verse en relación con otras culturas así como con la suya. Por ejemplo, los consumidores en cualquier parte deben entender el mundo con respecto a las películas de Hollywood o Bollywood, los reportes de noticias de CNN o Al-Jazeera, el hip-hop o la música sufí. El surgimiento de una cultura global no significa que los consumidores compartan los mismos gustos o valo- res. Más bien, la gente de diferentes naciones, muchas veces con puntos de vista contrastantes, participa en una conversación compartida, basándose en símbolos comunes. Y uno de los símbolos clave en esa conver- sación es la marca global. Al igual que las estrellas del entretenimiento, las celebridades del deporte y los po- líticos, las marcas globales se han convertido en una lengua franca para los consumidores de todo el mundo. La gente puede amar u odiar a las transnacionales, pero no las puede ignorar. Muchos consumidores sienten una suerte de temor reverencial ante el poder político de empresas que tienen ventas que superan el PIB de naciones pequeñas, que tienen un enorme impacto en la vida de las personas y en el bienestar de comunida- des, naciones y el planeta mismo. No es raro entonces que muchos consumidores atribuyan ciertos rasgos a las marcas globales y usen esos atributos como criterios al tomar decisiones de compra. Dimensiones de las marcas globales En 2002 realizamos un proyecto de investigación de dos etapas en colaboración con la empresa de investigación de mercado Research International/USA para descubrir cómo valoran los consumidores de diferentes países a las marcas globales. Primero realizamos un estudio cualita- tivo en 41 países para identificar las características clave que la gente relaciona con las marcas globales. Luego encuestamos a 1.800 personas en 12 naciones para medir la importancia relativa de esas dimensiones cuando los consumidores compran productos. Un análisis detallado (vea el recuadro “El estudio sobre las marcas globales”) Douglas B. Holt (doug.holt@sbs.ox.ac.uk) es L'Oréal Profes- sor de Marketing en Said Business School de Oxford Univer- sity, en Inglaterra, y autor de How Brands Become Icons: The Principles of Cultural Branding (HBS Press, 2004). John A. Quelch (jquelch@hbs.edu) es Lincoln Filene Profes- sor en Harvard Business School, en Boston. Earl L. Taylor (etaylor@msi.org) es director de marketing del Marketing Science Institute en Cambridge, Massachussetts, y fue hasta hace poco vicepresidente senior de Research International/ USA con sede en Cambridge. latas de Coca-Cola en Seattle? Los partidos políticos y las organizaciones no gubernamentales (ONG) han dirigido sus ataques a las transnacionales, porque son los símbo- los más visibles y vulnerables de los efectos secundarios de la globalización, tales como salarios explotadores, contaminación e imperialismo cultural. La oposición a la política exterior de Estados Unidos que surgió después de que ese país entrara en guerra en Afganistán e Irak ha sacudido aún más a los ejecutivos, debido a que en 2002, según la consultora de marcas globales Interbrand, 62 de las 100 marcas globales más valiosas del mundo eran estadounidenses. Naturalmente, la reacción instintiva de la mayoría de las transnacionales ha sido tratar de no llamar la atención. Pero las marcas globales no pueden ocultarse: nunca han sobresalido más en la mente de los consumidores. De hecho, la mayoría de las transnacionales no se da cuenta de que la gente las ve de manera distinta de cómo ve a otras empresas. Como son dominantes, las marcas globales son vistas como instituciones poderosas, capaces de hacer mucho bien y también de causar un daño considerable. Cuando realizamos un proyecto de investigación con 3.300 con- sumidores en 41 países, descubrimos que la mayoría de las personas prefiere una marca global por sobre otra debido a las diferencias en las cualidades globales de la marca. En vez de ignorar las características globales de sus marcas, las empresas deben aprender a gestionar esas características. Eso es algo crucial, ya que el creci- miento futuro de la mayoría de las empresas probable- mente provendrá de los mercados extranjeros.En 2002, los países desarrollados de Norteamérica, Europa y Asia Oriental representaban 15% de la población mundial de 6.300 millones. Según el Banco Mundial, para 2030 la población del planeta aumentará a 9.000 millones, 90% de los cuales vivirá en países subdesarrollados. Símbolos de la cultura global Para entender cómo los consumidores perciben las mar- cas globales, las empresas deben pensar acerca de ello en términos culturales. Las fuerzas descritas por Levitt no produjeron un mercado mundial homogéneo; produje- ron una cultura global. La cultura se crea y se preserva reveló que los consumidores en todo el mundo asocian las marcas globales con tres características y las evalúan con base en esas dimensiones al tomar decisiones de compra. Descubrimos que el factor 'los valores estadou- nidenses' no le importaba mucho al consumidor, aun- que muchas empresas crean que ello es crítico. Señal de calidad. Los consumidores observan las furiosas batallas que libran las transnacionales por la calidad y se impresionan con las vencedoras. Un partici- pante de un focus-group en Rusia nos dijo: “Cuanta más gente compre [una] marca, mejor su calidad”. Un consumidor español concordó: “Me gustan las marcas [globales] porque suelen ofrecer más calidad y mejores garantías que otros pro- ductos”. Esa percepción muchas veces sirve de base para que las marcas globales cobren precios premium. Las marcas globales “son caras, pero el precio es razonable cuando se piensa en la calidad”, señaló un participante tailandés. Los consumidores también creen que las transnacionales compiten tratando de desarrollar nuevos productos y tecnologías de avanzada más rápido que los rivales. Las marcas globales “son muy dinámicas, siempre están mejorándose”, dijo un consumidor de India. Un australiano agregó que las marcas globales “son más emocionantes porque ofre- cen nuevos productos todo el tiempo, mien- tras que uno ya sabe lo que obtendrá de las marcas locales”. Es un cambio significativo. Hasta hace poco, las percepciones de la gente sobre la calidad en términos de beneficio y proeza tecnoló- gica se vinculaban con las naciones donde se originaban los productos. “Made in USA” fue una vez importante, y así lo era la calidad ja- ponesa y el diseño italiano en algunos secto- res. Pero cada vez más, la estatura global de una empresa indica si sobresale en calidad. En nuestro estudio incluimos indicadores de país de origen como base de comparación y descu- brimos que, aunque todavía son importantes, sólo tienen un tercio de la fuerza que las per- cepciones impulsadas por la “globalidad” de una marca. Mito global. Los consumidores ven las mar- cas globales como símbolos de ideales cultu- rales. Usan las marcas para crear una iden- tidad global imaginaria que comparten con los que piensan como ellos. Por lo tanto, las transnacionales no sólo compiten por ofrecer los productos de máximo valor, sino también por brindar mitos culturales con atractivo global. “Las marcas globales nos hacen sentir como ciudadanos del mundo y de algún modo nos dan una identidad”, señaló un consumidor argentino. Un neoze- landés dijo algo en la misma línea: “Las marcas globales te hacen sentir parte de algo más grande y dan un sen- tido de pertenencia”. Un costarricense expresó en forma óptima las aspiraciones que los consumidores relacio- nan con las marcas globales: “Las marcas locales mues- tran lo que somos y las marcas globales lo que queremos ser”. Eso no es precisamente nuevo. En la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, empresas como Disney, 5 El estudio sobre las marcas globales Para entender cómo los consumidores perciben las marcas globales, nos ba- samos primero en investigaciones cualitativas realizadas hace dos años por Research International/USA (RI). RI realizó sesiones de focus group en 41 paí- ses con 1.500 consumidores urbanos de entre 20 y 35 años de edad y, en otros, la empresa realizó sesiones con activistas sociales. La investigación nos ayudó a identificar cuatro dimensiones que los consumidores pueden relacionar con las marcas globales, a saber, señal de calidad, mito global, responsabilidad so- cial y valores estadounidenses. En febrero y marzo de 2003 realizamos una encuesta cuantitativa para calcular hasta qué punto las cuatro dimensiones influyen en las preferencias de compra de los consumidores. Desarrollamos múltiples indicadores para cada dimensión y los probamos previamente en Estados Unidos y el Reino Unido. RI ejecutó la encuesta en esos países y en otros diez (Brasil, China, Egipto, Francia, India, Indonesia, Japón, Polonia, Sudáfrica y Turquía). Escogi- mos esos 12 países porque variaban en términos de desarrollo económico, región, herencia religiosa e historia política. En cada país, los participantes eran consumidores de entre 18 y 75 años escogidos al azar. Para probar la influencia de las dimensiones globales sobre la conducta de compra, les pedimos a los encuestados que escogieran entre tres marcas globales que competían en seis categorías de producto. Escogimos 16 de las 100 marcas principales del 2002 Interbrand Global Brand Scorecard. Hicimos dos excepciones. Primero, en el caso de la ropa deportiva, escogimos a Reebok, que es la tercer mayor marca en la mayoría de los mercados de vestimenta deportiva, pero que no figura entre las 100 mayores marcas globales de Inter- brand. Segundo, en bebidas no alcohólicas descubrimos que la tercera marca más poderosa después de Coca-Cola y Pepsi era generalmente una marca local, de modo que incluimos la marca local más poderosa en cada encuesta de país. Así, terminamos con Nokia, Motorola y Samsung en telefonía inalámbrica; Mercedes-Benz, Ford y Toyota en automóviles; BP, Shell y Exxon-Mobil en gasolina; Dannon, Nestlé y Kraft en la categoría de productos alimenticios empacados, y Nike, Reebok y Adidas en ropa deportiva. Les pedimos a los encuestados revelar las preferencias de marca dividiendo 11 puntos entre las tres marcas de cada categoría. Luego derivamos pondera- ciones para cada dimensión global al modelar el alcance que cada factor tenía en las preferencias de marca. También examinamos cómo esas ponderaciones de importancia variaban por país, categoría y segmento. Descubrimos que la señal de calidad, el mito global y la responsabilidad social eran muy significativos, mientras que los valores estadounidenses no lo eran. Las tres dimensiones significativas explicaban más de 60% de la varianza en las prefe- rencias de marca. Por lo tanto podemos decir en forma concluyente que las dimensiones globales de una marca tienen un significativo impacto sobre su valor a los ojos del consumidor. Cómo compiten las marcas globales mente no les importaba si las marcas globales que com- praban eran estadounidenses. Cierto, muchos dijeron que sí les importaba. Un panelista francés llamó a las marcas estadounidenses “amenazas imperialistas que socavan la cultura francesa”. Un alemán nos dijo que los estadounidenses “quieren imponerle su estilo a todo el mundo”. Pero la retórica contradecía la realidad. Cuando medimos el grado en el que el origen estadounidense de los productos influenciaba las decisiones de compra de los consumidores, descubrimos que el impacto era insignificante. señal de calidad mito global responsabilidad social McDonald‚s, Levi Strauss y Jack Daniel‚s crearon mitos estadounidenses para el resto del mundo. Pero los mitos globales de hoy tienen menos que ver con el estilo de vida estadounidense. Además, los mitos ya no son crea- dos únicamente por el estilo de vida y las marcas lujosas; ahora son creados por virtualmente todas las marcas globales en categorías tan diversas como tecnologías de la información y petróleo. Responsabilidad social. Las personas reconocen que las empresas globales tienen una extraordinaria influen- cia, tanto positiva como negativa, sobre el bienestar de la sociedad. Ellas esperan que las compañíasaborden los problemas sociales relacionados con lo que venden y con la forma en que hacen negocios. De hecho, los consumidores votan con sus chequeras si sienten que las transnacionales no actúan en favor de la salud pública, los derechos de los trabajadores y el medio ambiente. A medida que se han conocido casos escandalosos (las ventas de fórmula infantil de Nestlé en África en la dé- cada de los 80, el derrame del Exxon Valdez en 1989, el hundimiento de la plataforma petrolera Brent Spar de Shell y las protestas en sus instalaciones de Nigeria en 1995) la gente se ha ido convenciendo de que las mar- cas globales tienen un deber especial de enfrentar los problemas sociales. Un alemán nos dijo: “Aún no he per- donado a Shell por lo que hizo con esa plataforma pe- trolera”. Un australiano argumentó: “McDonald's paga localmente, pero eso es su deber. Gana tanto dinero que debe devolver”. El campo de juego no es uniforme; los consumidores no exigen que las empresas locales enfrenten el calenta- miento global, pero sí lo esperan de gigantes multinacio- nales como BP y Shell. De manera similar, las personas pueden hacer la vista gorda cuando empresas locales se aprovechan de los empleados, pero no tolerarán que jugadores transnacionales como Nike y Polo adopten prácticas similares. Esas expectativas son tan pronuncia- das en países en desarrollo, como China e India, como en los países desarrollados de Europa. Lo que no hallamos fue un sentimiento antiestado- unidense que sesgara las opiniones respecto a las marcas globales de ese país. Como las empresas estadounidenses dominan el mercado mundial, los críticos las han acu- sado de atropellar las culturas autóctonas. Los promoto- res del libre comercio responden que la gente en otras naciones desea participar del gran sueño americano y que marcas globales como Coca-Cola, McDonald's y Nike le dan acceso a éste. Ese debate ha proyectado una larga sombra sobre las empresas estadounidenses, y éstas se han vuelto bastante prudentes en revelar sus orígenes, cultura y valores al hacer negocios en el ex- tranjero. Muchas han tratado de posicionarse más como empresas globales que como (desagradables) empresas estadounidenses. Pero descubrimos que a los consumidores simple- 6 harvard business review Por qué los consumidores escogen marcas globales En conjunto, las tres dimensiones de las marcas globales (señal de calidad, mito global y responsabilidad social) explican un 64% de la variación en preferencias de marca a nivel mundial. Los porcentajes que se muestran en el gráfico son los promedios de las respuestas en 12 países. Porcentaje promedio de la preferencia de marca que se explica por cada dimensión. Ese descubrimiento es mucho más notable si se con- sidera que cuando realizamos nuestra encuesta el senti- miento antiestadounidense en muchas naciones estaba en aumento debido a la guerra en Irak. La mayoría de los consumidores era como el sudafricano que dijo con franqueza: “Detesto al país, pero me encantan sus pro- ductos”. Un filipino confesó: “Solía participar en mani- festaciones antiestadounidenses cuando era estudiante, ¡pero nunca pensé en la marca [estadounidense] de ropa o zapatos que usaba!”. “No nos interesa cómo se go- bierna Estados Unidos”, dijo un ciudadano de India. “Lo que buscamos es calidad en sus productos”. Puesto que la preocupación frente a la política exterior de Estados Unidos tiene poco impacto sobre las preferencias de marca, las empresas estadounidenses deben gestionar las marcas de la misma manera en que lo hacen sus riva- les de otros países. La importancia relativa de las tres dimensiones fue consistente en los 12 países que estudiamos, indicando Cómo compiten las marcas globales que el cálculo usado por los consumidores para evaluar las marcas globales varía poco a lo largo del mundo. Pero al unir todas las dimensiones globales, algunas eran más poderosas en unos países que en otros (vea el gráfico “Por qué los consumidores escogen mar- cas globales”). Por ejemplo, esas dimensiones tienen menos impacto en los consumidores de Estados Unidos. Debido al predominio de las marcas estadounidenses en los mercados extranjeros, a un mercado nacional competitivo y a un cierto etnocentrismo, los estadou- nidenses están menos interesados en la presencia global de las marcas. Esas dimensiones también tienen menos impacto sobre los consumidores de Brasil e India. Eso puede deberse a vestigios de culturas anticoloniales, la fortaleza de los fabricantes locales y crecientes sen- timientos nacionalistas en esos países. En el otro ex- tremo del espectro, las dimensiones tienen su máxima influencia en los consumidores de Indonesia, Turquía y Egipto. En esas naciones predominantemente musul- manas sólo pudimos encuestar a personas que trabaja- ban en la economía formal y que pertenecían al 50% superior de la población en términos socioeconómicos. Ellas pueden valorar en forma particularmente alta las marcas globales, porque representan una forma de vida que estiman y que puede estar amenazada por el fundamentalismo religioso. Segmentos de clientes globales Aunque no hallamos mucha variación entre los países, cuando buscamos diferencias dentro de cada país descu- brimos que los consumidores tenían diversos puntos de vista respecto a las marcas globales. Cuando agrupamos los consumidores que evalúan las marcas globales del mismo modo, hallamos cuatro grandes segmentos (vea la ilustración a la derecha). Ciudadanos globales. En promedio, 55% de los en- cuestados toma el éxito global de una empresa como señal de calidad e innovación. Al mismo tiempo, esa gente se preocupa de si las empresas se comportan res- ponsablemente en asuntos tales como la salud del con- sumidor, el medio ambiente y los derechos laborales. Según nuestro estudio, Estados Unidos y el Reino Unido tienen números relativamente altos de ciudadanos glo- bales, y Brasil, China e Indonesia tienen relativamente pocos. Soñadores globales. El segundo segmento más grande, con 23%, consistía en consumidores con menos discernimiento respecto a las transnacionales, pero con una admiración más ferviente hacia ellas. Éstos ven a las marcas globales como productos de calidad y aceptan fácilmente los mitos creados por éstas. No están para nada tan preocupados por las responsabilidades sociales de esas empresas como los ciudadanos globales. Antiglobales. Un 13% de los consumidores es escép- Soñadores, incrédulos y otros consumidores globales La mayoría de los consumidores en todo el mundo entran en uno de cuatro segmentos en términos de cómo se relacionan con las marcas globales. Los ciudadanos globales se preocu- pan del comportamiento de las empresas respecto al medio ambiente y otros temas; los soñadores globales aceptan sin más los mitos creados por la marca. Los antiglobales evitan comprar productos transnacionales. Y los agnósticos globales no creen que el estatus global de una marca merezca consideraciones especiales. Los tamaños relativos de estos segmentos son bastante consistentes en todo el mundo. Porcentaje de encuestados que se ajusta a cada segmento de consumidores tico de que las transnacionales brinden bienes de alta calidad. No les gustan las marcas que promueven valo- res estadounidenses y no confían en que las empresas globales actúen con responsabilidad. Tratan de evitar hacer negocios con las empresas transnacionales. El número de antiglobales es relativamente alto en el Reino Unido y China, y relativamente bajas en Egipto y Sudáfrica. Promedio Total Brasil China Egito Francia India Indonesia Japón Polonia Sudáfrica Turquía Reino Unido Estados Unidos Ciudadanos globales Soñadores globales Antiglobales Angósticos globales 7 Cómo compiten las marcas globales Agnósticos globales. Estos consumidores no basan sus decisiones de compra en los atributos globales de una marca. Más bien, evalúan un producto global con losmismos criterios que emplean para las marcas loca- les. Los agnósticos globales representan por lo general 8% de la población, pero existe un mayor porcentaje de ellos en Estados Unidos y en Sudáfrica, y un porcentaje relativamente bajo en Japón, Indonesia, China y Tur- quía. Nuevas oportunidades, nuevas responsabilidades Las marcas globales suelen competir con otras marcas globales. En la mayoría de los países, Toyota lucha con Ford y Volkswagen. Nokia se enfrenta a Motorola y Sam- sung. Sony encara a Nintendo y Microsoft. Para triun- far, las transnacionales deben gestionar las marcas con ambas manos. Deben esforzarse por lograr superioridad en asuntos básicos como precio, desempeño, caracterís- ticas e imagen de la marca. Simultáneamente, deben aprender a gestionar las características globales de las marcas, que a menudo separan a los ganadores de los perdedores. Piense en la globalidad. Las empresas inteligentes gestionan sus marcas como símbolos globales, porque así las perciben los consumidores. Las personas de todo el mundo se sienten asombradas o perturbadas por las gigantes corporaciones transnacionales. Las empresas deben aprender a participar e influir en esa conversa- ción polarizada sobre las marcas globales. Y un obstáculo mayor es la inestabilidad de la cultura global. La manera en que el consumidor entiende las marcas globales está moldeada por los medios de comunicación masiva y las discusiones múltiples que se diseminan por Internet. Las empresas deben monitorear constantemente esas percepciones. Es importante que los ejecutivos rompan su hábito de pensar en el branding global en términos glocales o de denominador mínimo común, porque eso ignora el rasgo más distintivo de la empresa transnacional: su estatus de símbolo global. El branding debe hacer eco de la percepción que las transnacionales son colosos con capacidades y poderes extraordinarios. A fines de los 90, por ejemplo, Samsung lanzó una campaña publicitaria global que mostraba al gigante sudcoreano logrando de manera rutinaria grandes haza- ñas de ingeniería, diseño y estética. Samsung convenció a los consumidores de que competía en todo el mundo mano a mano con líderes tecnológicos como Nokia y Sony. Como resultado, pudo cambiar la percepción de que era una marca barata y llegó a ser conocida como proveedora global de tecnologías de vanguardia. Gestione el lado oscuro. El hecho de que las em- presas tengan éxito global no significa que los con- sumidores tengan sólo percepciones positivas sobre ellas. Las transnacionales a menudo tienen un “lado os- curo” que deben gestionar. A principios de los 90 IBM descubrió que si bien los consumidores creían que la empresa se enfocaba en la calidad, también pensaban que era arrogante y burocrática. La empresa abordó el problema con su campaña publicitaria “Soluciones para un planeta pequeño”. Los anuncios mostraban a personas no ligadas a los negocios en entornos que no eran de negocios: franceses caminando por la orilla del Sena, monjas italianas chismeando al regreso de la iglesia. Todos hablaban efusivamente sobre las nuevas tecnologías de IBM, como si esos productos fueran ele- mentos fijos en sus vidas. Las escenas eran discordantes y evocadoras. La campaña mitigó el sentimiento de que IBM era arrogante, y enfatizaba la capacidad de la empresa para brindar soluciones impulsadas por los clientes en todo el mundo. Construya mitos creíbles. El éxito global a menudo permite a las empresas entregar valor a los consumi- dores al crear mitos que afirman su identidad. Pero las empresas deben crear mitos apropiados. A fines de los 90 se afirmó la idea de una utopía tecnológica en la que el poder del individuo sería supremo. Las grandes em- presas de tecnología compitieron implacablemente por poseer ese ideal y convertirse en la empresa a la que la gente se uniría para sentirse parte de esta transferen- cia de poder. Microsoft fue particularmente eficaz con una campaña publicitaria basada en el lema “¿A dónde quieres llegar hoy?”. La versión estadounidense presen- taba historias de personas comunes, tales como el dueño de un restaurante de sushi y un ganadero, que usaban la tecnología para desatar sus pasiones personales. El diálogo era filosófico, no tecnológico: “El que diga que una persona no puede hacer una diferencia se equivoca. Trata de avanzar, no te rindas, no te rindas, no te rindas. ¿A dónde quieres llegar hoy?”. Microsoft no sólo estaba vendiendo tecnología, estaba vendiendo el sueño del poder individual. La campaña funcionó porque la prin- cipal empresa de software del mundo se había ganado la credibilidad para crear un sueño así. Cuando las empresas crean mitos poco creíbles pueden dañar a las marcas. Al irrumpir la inquietud por el calen- tamiento global en los años 90, el sueño de un mundo sustentable donde los combustibles no contaminaran se volvió muy atractivo. British Petroleum (BP) trató de aprovechar este sueño. En su campaña “Beyond Petro- leum”, evocadoras historias e imágenes invitaban a los consumidores a participar en un futuro imaginario con combustible limpio. La idea era atractiva, pero BP, como importante productor de petróleo pero pequeño partici- pante en energía alternativa, no era un autor creíble. Los medios y los activistas ridiculizaron por completo a la empresa por intentar mostrarse como ecologista. Final- mente, BP tuvo que reconsiderar la campaña. 8 harvard business review Cómo compiten las marcas globales Trate a los antiglobales como clientes. La mayoría de las transnacionales no saben cómo tratar a las per- sonas que no simpatizan con ellas. A medida que las ONG se han vuelto adeptas a organizar protestas que atraen a los medios de comunicación, las corporaciones se han esforzado arduamente por no caer en las listas de los activistas. Asignan el problema a los directores de relaciones con el gobierno o la comunidad, quienes buscan el favor de las ONG en diálogos privados. Sin embargo, estas organizaciones de la “sociedad civil” son sólo la punta del iceberg. La obra de Naomi Klein No Logo se ha traducido a 29 idiomas. La revista Adbusters se vende en las cajas del Whole Foods Supermarket. El libro “Fast Food Nation” de Eric Schlosser, que enjuició a muchas marcas multinacionales de comidas rápidas, ocupó durante muchos meses el primer lugar en las listas de ventas. Nuestro estudio mostró que una de cada diez per- sona en el mundo no compraría las marcas globales aun si tuviera la oportunidad de hacerlo. Es una cifra impresionante. Los antiglobales podrían representar ventas potenciales que son mayores a los de mercados del tamaño de Alemania. Pocas empresas están en con- diciones de ignorar un grupo tan grande de potenciales clientes. Las empresas deben ganarse la confianza de ese segmento centrándose en ellos como consumidores descontentos. Desde luego, no es probable que eso ocu- rra hasta que las empresas estén dispuestas a invertir en los tipos de actividades sociales que convenzan incluso a los escépticos. Convierta la responsabilidad social en emprende- dorismo. Aunque la mayoría de las empresas ha lan- zado iniciativas corporativas de responsabilidad social, el impacto de esas actividades es cuestionable. Muchos de esos esfuerzos parecen ser una nueva forma de rela- ciones públicas. Incluso cuando las empresas son pro- activas, las iniciativas a menudo se limitan a las que son “sustentables”, un eufemismo usado para describir las actividades lucrativas que resultan beneficiar a la sociedad. Otro enfoque común es dar una nueva pre- sentación a los esfuerzos filantrópicos, usando el len- guaje de la responsabilidad social para dirigirse a los inversionistas socialmente responsables. El problema es que los consumidores, que ya son escépticos frente a las transnacionales, ven en ello oportunismo. La prueba de fuego para estas iniciativas es simple: ¿percibirán los consumidores que las medidas están motivadasprinci- palmente por el interés propio o por un interés en el bienestar de la gente y el planeta? Considere una iniciativa que Procter & Gamble probó recientemente en las comunidades más pobres de América Latina. Más de 1.000 millones de personas en el mundo usan diariamente agua que no es potable, lo que produce más de 2 millones de muertes al año por diarrea. P&G identificó el agua potable como un pro- blema social crítico que entraba en su campo de exper- ticia. Aprovechó su conocimiento de higiene hogareña para desarrollar un sistema de purificación del agua que fuera eficaz en los países pobres. P&G descubrió que las personas adoptarían el producto si era barato y fácil de usar y si podían ver que el agua purificada era limpia. Reduciendo la escala de una tecnología usada en las instalaciones de purificación de agua, los ingenieros de la empresa desarrollaron una bolsita de materia par- ticulada que los consumidores podían revolver en las cubetas. Las partículas atraían los contaminantes y la suciedad y la gente podía filtrar los contaminantes con una tela. Las pruebas de P&G en Guatemala han demos- trado que el sistema puede reducir la frecuencia de los episodios de diarrea en cerca de 25%. Si la empresa co- mercializara globalmente el producto, el impacto social podría ser extraordinario. Lo impresionante es que P&G desplegó sus vastas capacidades tecnológicas para enfrentar un problema con el que los gobiernos y las ONG han luchado por dé- cadas. Para ser creíbles, los esfuerzos de responsabilidad social deben demostrar que las empresas han empleado sus amplios recursos para beneficiar a la sociedad. Los estudios muestran que la gente confía en personas pode- rosas que han sacrificado sus intereses por el bienestar de la colectividad. La misma lógica se aplica a las em- presas globales. Algunos podrían argumentar que las corporaciones no tienen por qué gastar recursos en ac- tividades que carecen de un motivo de lucro, porque la única prioridad de una empresa es brindar retornos a los accionistas. Eso es miope; si los consumidores creen que las empresas globales deben asumir mayor respon- sabilidad social, los ejecutivos realmente no tienen otra opción, ¿no es cierto? • • • Unas palabras de advertencia. Por dos razones nues- tra visión del branding global no se debe interpretar como un llamado a que las marcas transnacionales se deshagan de sus herencias nacionales. Primero, aunque la globalidad se ha convertido en una señal de calidad más fuerte que la nación de origen, los consumidores todavía prefieren las marcas provenientes de países que transmiten una experticia particular: Suiza en cho- colates, Italia en moda, Francia en cosméticos, Alema- nia en automóviles y Japón en productos electrónicos, por ejemplo. Más importante aún, los consumidores esperan que las marcas globales transmitan sus mitos desde los lugares particulares de donde provienen las marcas. Si L'Oréal va a crear un mito sobre belleza, debe hacerlo desde un punto de vista particularmente francés. Por lo tanto, las transnacionales harían bien en gestionar sus identidades nacionales así como su globalidad. Reimpresión r0409d–e 9 Cómo compiten las marcas globales Formulario de Suscripción Sí, deseo suscribirme durante 1 año a Leader Summaries y Harvard Business Review América Latina por sólo US$ 169 España: (+34) 91 308 08 89 Alemania: (+49) 0611 203 202 Francia: (+33) 01 5301 0751 Canadá: (+1) 416 760 8985 USA: (+1) 646 219 8101 Colombia: (+57) 1 62 855 12 Chile: (+56) 2 34 299 09 Argentina: (+54) 11 4032 1236 México: (+52) 55 1084 2841 Para suscribirse imprima este formulario y envíelo por fax a cualquiera de los números indicados abajo. 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