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La china de los ming - Javier Solís

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La China 
de los Ming
Dolors Folch i Fornesa
P03/87003/01870
La China 
de los Ming
Dolors Folch i Fornesa
P03/87003/01870
 FUOC • P03/87003/01870 2 La China de los MIng  FUOC • P03/87003/01870 2 La China de los MIng
 FUOC • P03/87003/01870 La China de los MIng
Índice
Introducción............................................................................................... 5
Objetivos ...................................................................................................... 6
1. El final de los mongoles...................................................................... 7
2. El reinado de Hongwu (1368-1398).................................................. 10
3. El reinado de Yongle y las expediciones de Zheng He ................ 16
4. El siglo xv ............................................................................................... 22
5. La evolución económica con los Ming ............................................ 26
6. La llegada de portugueses y castellanos......................................... 30
7. El final de los Ming.............................................................................. 33
Resumen....................................................................................................... 35
Bibliografía................................................................................................. 39
 FUOC • P03/87003/01870 La China de los MIng
Índice
Introducción............................................................................................... 5
Objetivos ...................................................................................................... 6
1. El final de los mongoles...................................................................... 7
2. El reinado de Hongwu (1368-1398).................................................. 10
3. El reinado de Yongle y las expediciones de Zheng He ................ 16
4. El siglo xv ............................................................................................... 22
5. La evolución económica con los Ming ............................................ 26
6. La llegada de portugueses y castellanos......................................... 30
7. El final de los Ming.............................................................................. 33
Resumen....................................................................................................... 35
Bibliografía................................................................................................. 39
 FUOC • P03/87003/01870 5 La China de los MIng
Introducción
Los mongoles representaron el imperio más extenso que nunca ha habido en
el mundo. Aunque su final evidentemente no es el mismo en los diferentes te-
rritorios que controlaban, a partir del segundo tercio de siglo XIV empiezan a
mostrar síntomas claros de debilitamiento en Asia oriental. Los desastres na-
turales, las enfermedades (como la peste) y su gestión ineficaz darán lugar a
una nueva dinastía nacida de diversas rebeliones que pondrán fin al control
mongol de China y Asia oriental, la dinastía de los Ming (1368-1644).
La dinastía Ming representa un momento de recuperación temporal por parte
de los chinos del control del trono; en su caída se instaurará una nueva dinas-
tía extranjera, la de los Qing, de origen manchú. La historia china durante los
Ming pasará por momentos muy diferenciados, desde el expansionismo ultra-
marino, que llevará a los chinos a las costas de África, al cierre a las influencias
extranjeras; o desde la reactivación del sistema administrativo con la instaura-
ción nuevamente de los exámenes imperiales al hundimiento del aparato es-
tatal que queda en manos de las facciones de eunucos.
Desde el punto de vista cultural, los Ming representan también un momento
destacado en la historia: la cerámica china llega a su punto culminante; la li-
teratura ve nacer algunas de las mayores novelas escritas en lengua china, y la
llegada de los misioneros católicos en las tierras chinas iniciará un periodo de
contactos con el mundo europeo que se alargará hasta bien entrada la dinastía
siguiente.
 FUOC • P03/87003/01870 5 La China de los MIng
Introducción
Los mongoles representaron el imperio más extenso que nunca ha habido en
el mundo. Aunque su final evidentemente no es el mismo en los diferentes te-
rritorios que controlaban, a partir del segundo tercio de siglo XIV empiezan a
mostrar síntomas claros de debilitamiento en Asia oriental. Los desastres na-
turales, las enfermedades (como la peste) y su gestión ineficaz darán lugar a
una nueva dinastía nacida de diversas rebeliones que pondrán fin al control
mongol de China y Asia oriental, la dinastía de los Ming (1368-1644).
La dinastía Ming representa un momento de recuperación temporal por parte
de los chinos del control del trono; en su caída se instaurará una nueva dinas-
tía extranjera, la de los Qing, de origen manchú. La historia china durante los
Ming pasará por momentos muy diferenciados, desde el expansionismo ultra-
marino, que llevará a los chinos a las costas de África, al cierre a las influencias
extranjeras; o desde la reactivación del sistema administrativo con la instaura-
ción nuevamente de los exámenes imperiales al hundimiento del aparato es-
tatal que queda en manos de las facciones de eunucos.
Desde el punto de vista cultural, los Ming representan también un momento
destacado en la historia: la cerámica china llega a su punto culminante; la li-
teratura ve nacer algunas de las mayores novelas escritas en lengua china, y la
llegada de los misioneros católicos en las tierras chinas iniciará un periodo de
contactos con el mundo europeo que se alargará hasta bien entrada la dinastía
siguiente.
 FUOC • P03/87003/01870 6 La China de los MIng
Objetivos
Los objetivos principales de este módulo son:
1. Comprender los acontecimientos políticos clave que marcan la historia
china entre los siglos XIV-XVII.
2. Analizar las causas que impulsaron a China primero a iniciar una expan-
sión marítima sin precedentes y después a cerrarse a todo contacto con el
mundo exterior.
3. Entender los acontecimientos culturales más importantes del periodo
Ming, no sólo internos, sino sobre todo externos, con la llegada de los
europeos al mundo chino.
 FUOC • P03/87003/01870 6 La China de los MIng
Objetivos
Los objetivos principales de este módulo son:
1. Comprender los acontecimientos políticos clave que marcan la historia
china entre los siglos XIV-XVII.
2. Analizar las causas que impulsaron a China primero a iniciar una expan-
sión marítima sin precedentes y después a cerrarse a todo contacto con el
mundo exterior.
3. Entender los acontecimientos culturales más importantes del periodo
Ming, no sólo internos, sino sobre todo externos, con la llegada de los
europeos al mundo chino.
 FUOC • P03/87003/01870 7 La China de los MIng
1. El final de los mongoles
A partir de 1330, los Yuan –debilitados por la corrupción de los funcionarios
musulmanes y mongoles y empobrecidos por la inflación monetaria– pierden
el control de China, y el país se fragmenta de hecho en una serie de unidades,
del tamaño de una provincia, que la historiografía china denomina “rivales
enfrentados”, ya que ponían más energía en luchar entre ellos que en derribar
a los Yuan. El caos duró cerca de 50 años y es sólo comparable al que se oca-
sionó durante el periodo de los Señores de la Guerra durante la primera mitad
del siglo XX.
Eran muchos los núcleos sociales que escapaban a todo tipo de control –como
los obreros de las salinas, monopolio del Estado, entregados ahora a un con-
trabando a gran escala–, y los campesinos sufrían las severas consecuencias del
abandono de las infraestructuras por parte de los mongoles. Las murallas me-
dio destruidas de las ciudades las hacían presa fácil de cualquier grupo de ban-
didos, mientras el deterioro de los diques convertía las lluvias en seria
amenazade inundaciones. 
Hacia 1330, la peste –la misma que llegaría a Crimea en 1346– se extendió por
China: en el año 1331 la epidemia se llevó las 9/10 partes de la población de
Hubei y en 1333 en el Yangzi y en el Huai murieron 400.000 personas. En
1344, el río Amarillo rompió sus diques y pasó de desembocar cerca del Huai
a hacerlo al norte de la península de Shandong, mientras el inmenso caudal
de las aguas desbordadas inutilizaba a su paso el Gran Canal. Unos ciento cin-
cuenta mil campesinos fueron movilizados en la zona del río Huai para traba-
jar en la recanalización del río: una masa hambrienta y mal pagada que no
tardaría en huir o rebelarse.
La más importante era la del Loto Blanco, que no tenía nada que ver con aso-
ciaciones eruditas del mismo nombre de siglos anteriores. A pesar de su nom-
bre, el color dominante de la secta era el rojo, por influencia de los maníqueos
y de su adoración del fuego: por la cinta roja que llevaban en la cabeza se les
denominaba Turbantes Rojos (hongjin). El valle del río Huai se encendió con
la predicción que de pronto llegaría un tuerto que los conduciría a la victoria
En este clima de caos, los movimientos sectarios religiosos vinculados
al maniqueísmo, al buda Maitreya y al taoísmo jugaron un papel deci-
sivo. Constantemente perseguidos por autoridades precarias que veían
con suspicacia las asambleas y rituales que celebraban, las persecuciones
constantes acabaron provocándoles la necesidad de defenderse y se
agruparon en sociedades secretas.
 FUOC • P03/87003/01870 7 La China de los MIng
1. El final de los mongoles
A partir de 1330, los Yuan –debilitados por la corrupción de los funcionarios
musulmanes y mongoles y empobrecidos por la inflación monetaria– pierden
el control de China, y el país se fragmenta de hecho en una serie de unidades,
del tamaño de una provincia, que la historiografía china denomina “rivales
enfrentados”, ya que ponían más energía en luchar entre ellos que en derribar
a los Yuan. El caos duró cerca de 50 años y es sólo comparable al que se oca-
sionó durante el periodo de los Señores de la Guerra durante la primera mitad
del siglo XX.
Eran muchos los núcleos sociales que escapaban a todo tipo de control –como
los obreros de las salinas, monopolio del Estado, entregados ahora a un con-
trabando a gran escala–, y los campesinos sufrían las severas consecuencias del
abandono de las infraestructuras por parte de los mongoles. Las murallas me-
dio destruidas de las ciudades las hacían presa fácil de cualquier grupo de ban-
didos, mientras el deterioro de los diques convertía las lluvias en seria
amenaza de inundaciones. 
Hacia 1330, la peste –la misma que llegaría a Crimea en 1346– se extendió por
China: en el año 1331 la epidemia se llevó las 9/10 partes de la población de
Hubei y en 1333 en el Yangzi y en el Huai murieron 400.000 personas. En
1344, el río Amarillo rompió sus diques y pasó de desembocar cerca del Huai
a hacerlo al norte de la península de Shandong, mientras el inmenso caudal
de las aguas desbordadas inutilizaba a su paso el Gran Canal. Unos ciento cin-
cuenta mil campesinos fueron movilizados en la zona del río Huai para traba-
jar en la recanalización del río: una masa hambrienta y mal pagada que no
tardaría en huir o rebelarse.
La más importante era la del Loto Blanco, que no tenía nada que ver con aso-
ciaciones eruditas del mismo nombre de siglos anteriores. A pesar de su nom-
bre, el color dominante de la secta era el rojo, por influencia de los maníqueos
y de su adoración del fuego: por la cinta roja que llevaban en la cabeza se les
denominaba Turbantes Rojos (hongjin). El valle del río Huai se encendió con
la predicción que de pronto llegaría un tuerto que los conduciría a la victoria
En este clima de caos, los movimientos sectarios religiosos vinculados
al maniqueísmo, al buda Maitreya y al taoísmo jugaron un papel deci-
sivo. Constantemente perseguidos por autoridades precarias que veían
con suspicacia las asambleas y rituales que celebraban, las persecuciones
constantes acabaron provocándoles la necesidad de defenderse y se
agruparon en sociedades secretas.
 FUOC • P03/87003/01870 8 La China de los MIng
aunque una represión brutal consiguió acabar con este primer brote, las re-
beliones estallaron en muchos otros puntos: a diferencia de los Taiping del
siglo XIX, las rebeliones de los Turbantes Rojos tienen un origen difuso.
En este clima de miseria y milenarismo nació y creció Zhu Yuanzhang, viendo
cómo sus hermanos iban muriendo de hambre, y de qué manera finalmente
también sucumbían sus padres y su hermano pequeño sin que a él le quedaran
fuerzas para enterrarlos. Salvó la vida haciéndose monje, y fue allí, a pesar de
que tenía que dedicar la mayor parte del tiempo a pedir limosna, donde apren-
dió a leer y escribir de forma rudimentaria. Ocho años después Zhu Yuan-
zhang se sumó a las bandas de los Turbantes Rojos: su matrimonio con la hija
de un jefe local, junto con sus dotes militares en el campo de batalla, le asegu-
raron un lugar preeminente dentro de la organización.
Aun así, la carrera de Zhu Yuanzhang es una de las más extraordinarias de toda
la historia china: es el único emperador surgido de una familia de campesinos
pobres, el único que conocerá de primera mano la miseria del pueblo llano,
superviviente como era de un hambre terrible en la que millones de personas
habían muerto. Analfabeto, sin ninguna instrucción excepto los centenares de
caracteres que había conseguido memorizar en el monasterio, bandido itine-
rante: nada en su trayectoria le inclinaba a reclamar para él el Mandato del
Cielo.
Pero el caos era tan grande, que aquel jefe menor de bandidos llegó a relacio-
narse con algún letrado: uno de éstos, con clara simpatía legista, le abriría los
ojos sobre las posibilidades que ofrecía aquel desorden total. Zhu empezó a re-
unir su propio círculo de consejeros y administrativos y a partir de 1355 luchó
a favor de otro líder de los Turbantes Rojos, Han Liner, que proclamaba la res-
tauración de la dinastía Song, mientras él, por su parte, conquistaba Nanjing
y establecía allí su base. Fiel a sus orígenes, sus disposiciones trataban siempre
de aligerar la miseria del pueblo; consciente de las complejidades que implica-
ba gobernar, buscó y consiguió el apoyo y los consejos de un grupo sustancio-
so de letrados.
Al principio de los sesenta, otro grupo de Turbantes Rojos proclamó empera-
dor a su jefe, reclamando esta vez la herencia de la dinastía Han; pero en el
año 1363 Zhu Yuanzhang lo derrotó en una imponente batalla naval en el
lago Boyang donde aniquiló a toda la flota de sus enemigos y en la que murió
su rival. En un par de años se había impuesto a todos los otros, y en 1368 con-
quistaba Pekín, mientras la corte Yuan huía hacia Mongolia. La victoria sobre
los Yuan implicaba reimplantar un gobierno chino hasta la Gran Muralla, una
latitud a la que no se había llegado desde el siglo X.
El territorio que ahora quedaba bajo control de Zhu Yuanzhang coincidía con
los límites culturales de China: el nuevo estado no tenía ningún control sobre
Asia central –sus fronteras recubrían el corredor de Gansu y se detenían en
 FUOC • P03/87003/01870 8 La China de los MIng
aunque una represión brutal consiguió acabar con este primer brote, las re-
beliones estallaron en muchos otros puntos: a diferencia de los Taiping del
siglo XIX, las rebeliones de los Turbantes Rojos tienen un origen difuso.
En este clima de miseria y milenarismo nació y creció Zhu Yuanzhang, viendo
cómo sus hermanos iban muriendo de hambre, y de qué manera finalmente
también sucumbían sus padres y su hermano pequeño sin que a él le quedaran
fuerzas para enterrarlos. Salvó la vida haciéndose monje, y fue allí, a pesar de
que tenía que dedicar la mayor parte del tiempo a pedir limosna, donde apren-
dió a leer y escribir de forma rudimentaria. Ocho años después Zhu Yuan-
zhang se sumó a las bandas de los TurbantesRojos: su matrimonio con la hija
de un jefe local, junto con sus dotes militares en el campo de batalla, le asegu-
raron un lugar preeminente dentro de la organización.
Aun así, la carrera de Zhu Yuanzhang es una de las más extraordinarias de toda
la historia china: es el único emperador surgido de una familia de campesinos
pobres, el único que conocerá de primera mano la miseria del pueblo llano,
superviviente como era de un hambre terrible en la que millones de personas
habían muerto. Analfabeto, sin ninguna instrucción excepto los centenares de
caracteres que había conseguido memorizar en el monasterio, bandido itine-
rante: nada en su trayectoria le inclinaba a reclamar para él el Mandato del
Cielo.
Pero el caos era tan grande, que aquel jefe menor de bandidos llegó a relacio-
narse con algún letrado: uno de éstos, con clara simpatía legista, le abriría los
ojos sobre las posibilidades que ofrecía aquel desorden total. Zhu empezó a re-
unir su propio círculo de consejeros y administrativos y a partir de 1355 luchó
a favor de otro líder de los Turbantes Rojos, Han Liner, que proclamaba la res-
tauración de la dinastía Song, mientras él, por su parte, conquistaba Nanjing
y establecía allí su base. Fiel a sus orígenes, sus disposiciones trataban siempre
de aligerar la miseria del pueblo; consciente de las complejidades que implica-
ba gobernar, buscó y consiguió el apoyo y los consejos de un grupo sustancio-
so de letrados.
Al principio de los sesenta, otro grupo de Turbantes Rojos proclamó empera-
dor a su jefe, reclamando esta vez la herencia de la dinastía Han; pero en el
año 1363 Zhu Yuanzhang lo derrotó en una imponente batalla naval en el
lago Boyang donde aniquiló a toda la flota de sus enemigos y en la que murió
su rival. En un par de años se había impuesto a todos los otros, y en 1368 con-
quistaba Pekín, mientras la corte Yuan huía hacia Mongolia. La victoria sobre
los Yuan implicaba reimplantar un gobierno chino hasta la Gran Muralla, una
latitud a la que no se había llegado desde el siglo X.
El territorio que ahora quedaba bajo control de Zhu Yuanzhang coincidía con
los límites culturales de China: el nuevo estado no tenía ningún control sobre
Asia central –sus fronteras recubrían el corredor de Gansu y se detenían en
 FUOC • P03/87003/01870 9 La China de los MIng
Dunhuang– y, a diferencia de la fallida dinastía Yuan,
no poseía ni Mongolia, ni el Tíbet, ni Xinjiang, ni Man-
churia –excepto la pequeña franja de la península de
Liaodong. Los tibetanos siguieron siendo un problema a
lo largo de su reinado y sucesivas campañas chinas en
1377 y 1379 acabaron con la muerte o captura de dece-
nas de miles de tibetanos y con la apropiación de ingen-
tes cantidades de ganado en China. Durante los años
ochenta, la nueva dinastía consiguió implantarse defini-
tivamente en el Yunnan –donde tropas mongolas y una
proporción considerable de turcos y musulmanes (con-
ducidos por los mongoles a esta región) gobernaban so-
bre una población esencialmente no china–, y reagrupó
las áreas marginales que quedaban entre Yunnan y
Guangxi en la nueva provincia de Guizhou.
Una vez controlado el imperio, Zhu proclamó a una nueva dinastía, la de los
Ming ( ). A pesar de que antes de tomar el poder Zhu Yuanzhang ya se había
distanciado por completo de los planteamientos mesiánicos de los Turbantes
Rojos, el nombre que escogió para su dinastía, Ming, “brillante”, aún contiene
reminiscencias de las influencias maníqueas. 
La extensión de la dinastía Ming
 FUOC • P03/87003/01870 9 La China de los MIng
Dunhuang– y, a diferencia de la fallida dinastía Yuan,
no poseía ni Mongolia, ni el Tíbet, ni Xinjiang, ni Man-
churia –excepto la pequeña franja de la península de
Liaodong. Los tibetanos siguieron siendo un problema a
lo largo de su reinado y sucesivas campañas chinas en
1377 y 1379 acabaron con la muerte o captura de dece-
nas de miles de tibetanos y con la apropiación de ingen-
tes cantidades de ganado en China. Durante los años
ochenta, la nueva dinastía consiguió implantarse defini-
tivamente en el Yunnan –donde tropas mongolas y una
proporción considerable de turcos y musulmanes (con-
ducidos por los mongoles a esta región) gobernaban so-
bre una población esencialmente no china–, y reagrupó
las áreas marginales que quedaban entre Yunnan y
Guangxi en la nueva provincia de Guizhou.
Una vez controlado el imperio, Zhu proclamó a una nueva dinastía, la de los
Ming ( ). A pesar de que antes de tomar el poder Zhu Yuanzhang ya se había
distanciado por completo de los planteamientos mesiánicos de los Turbantes
Rojos, el nombre que escogió para su dinastía, Ming, “brillante”, aún contiene
reminiscencias de las influencias maníqueas. 
La extensión de la dinastía Ming
 FUOC • P03/87003/01870 10 La China de los MIng
2. El reinado de Hongwu (1368-1398)
Siguiendo una bien establecida tradición china, el nombre póstumo del fun-
dador de la dinastía fue Taizu, Gran Antepasado. Si embargo, al haber adopta-
do los emperadores Ming la costumbre de mantener un único nombre de era
a lo largo de su reinado, es habitual referirse a ellos por este último. El de Zhu
Yuanzhang fue Hongwu, “Gran Militar”, y fue una era larga que tenía que du-
rar hasta el año 1398.
Una vez proclamado Hijo del Cielo, el emperador revigorizó todas las creen-
cias de la tradición popular: se reinstituyeron los dioses de las murallas, él mis-
mo presidía los sacrificios a ríos y montañas y muchos taoístas recibieron un
gran favor en la corte. Por contra, hizo prohibir las sectas religiosas, en especial
la del Loto Blanco y las vinculadas a los cultos maniqueos y al de Maitreya.
La visión que Zhu Yuanzhang tenía del gobierno era muy conservadora: la
principal obligación del Estado consistía en proteger a los campesinos, ya
que éstos proporcionaban los ingresos del país. El nuevo emperador ordenó
comenzar enormes trabajos de recuperación de tierras y reparación de diques
para recuperar la irrigación, lo que significó la reanudación de millones de
hectáreas. Al mismo tiempo, se llevó a cabo una enorme repoblación forestal:
en la región de Nanjing, en el año 1391, se plantaron 150 millones de dongo-
nes y árboles de laca, y en conjunto se plantaron mil millones de árboles.
El sistema fiscal que se instauró obedecía a la importancia primordial que se
daba a la agricultura y obviaba del todo la compleja y creciente red de mercados
que existía ya en aquel momento. Todo el mundo tenía que declarar su ocupa-
ción, y sus descendientes tenían que continuarla a perpetuidad. Con el fin de
garantizar los ingresos, se fijaron las profesiones de la población por nacimien-
to, y se puso a cada categoría bajo el control de un ministerio: campesinos, que
dependían del Ministerio de Finanzas; soldados, que dependían del Ministerio
del Ejército, y artesanos, que dependían del Ministerio de Obras Públicas.
Hongwu quiso concentrar todo el poder en su figura y por este motivo suprimió el Gran
Secretariado Imperial y puso bajo su directa tutela los seis ministerios (Función Pública,
Finanzas, Ritos, Ejército, Justicia y Obras públicas).
En todo ello, como en muchos elementos del estado Ming, la influencia mon-
gola es visible. Aunque Zhu Yuanzhang quería restaurar la gloria de los Tang
El nuevo emperador no olvidaría nunca la miseria de su infancia y ello
le inclinó a conceder una enorme importancia a la agricultura, apartan-
do al país de la orientación comercial que le habían inculcado los Song
y que de hecho se había perpetuado con los Yuan. ina
Retrato del emperador Hongwu
 FUOC • P03/87003/01870 10 La China de los MIng
2. El reinado de Hongwu (1368-1398)
Siguiendo una bien establecida tradición china, el nombre póstumo del fun-
dador de la dinastía fue Taizu, Gran Antepasado. Si embargo, al haber adopta-
do los emperadores Ming la costumbre de mantener un único nombre de era
a lo largo de su reinado, es habitual referirse a ellos por este último. El deZhu
Yuanzhang fue Hongwu, “Gran Militar”, y fue una era larga que tenía que du-
rar hasta el año 1398.
Una vez proclamado Hijo del Cielo, el emperador revigorizó todas las creen-
cias de la tradición popular: se reinstituyeron los dioses de las murallas, él mis-
mo presidía los sacrificios a ríos y montañas y muchos taoístas recibieron un
gran favor en la corte. Por contra, hizo prohibir las sectas religiosas, en especial
la del Loto Blanco y las vinculadas a los cultos maniqueos y al de Maitreya.
La visión que Zhu Yuanzhang tenía del gobierno era muy conservadora: la
principal obligación del Estado consistía en proteger a los campesinos, ya
que éstos proporcionaban los ingresos del país. El nuevo emperador ordenó
comenzar enormes trabajos de recuperación de tierras y reparación de diques
para recuperar la irrigación, lo que significó la reanudación de millones de
hectáreas. Al mismo tiempo, se llevó a cabo una enorme repoblación forestal:
en la región de Nanjing, en el año 1391, se plantaron 150 millones de dongo-
nes y árboles de laca, y en conjunto se plantaron mil millones de árboles.
El sistema fiscal que se instauró obedecía a la importancia primordial que se
daba a la agricultura y obviaba del todo la compleja y creciente red de mercados
que existía ya en aquel momento. Todo el mundo tenía que declarar su ocupa-
ción, y sus descendientes tenían que continuarla a perpetuidad. Con el fin de
garantizar los ingresos, se fijaron las profesiones de la población por nacimien-
to, y se puso a cada categoría bajo el control de un ministerio: campesinos, que
dependían del Ministerio de Finanzas; soldados, que dependían del Ministerio
del Ejército, y artesanos, que dependían del Ministerio de Obras Públicas.
Hongwu quiso concentrar todo el poder en su figura y por este motivo suprimió el Gran
Secretariado Imperial y puso bajo su directa tutela los seis ministerios (Función Pública,
Finanzas, Ritos, Ejército, Justicia y Obras públicas).
En todo ello, como en muchos elementos del estado Ming, la influencia mon-
gola es visible. Aunque Zhu Yuanzhang quería restaurar la gloria de los Tang
El nuevo emperador no olvidaría nunca la miseria de su infancia y ello
le inclinó a conceder una enorme importancia a la agricultura, apartan-
do al país de la orientación comercial que le habían inculcado los Song
y que de hecho se había perpetuado con los Yuan. ina
Retrato del emperador Hongwu
 FUOC • P03/87003/01870 11 La China de los MIng
–en 1368 y en 1390 ordenó a sus súbditos que se peinaran y vistieran como los
Tang y prohibió los estilos extranjeros–, su modelo real eran los mongoles.
Esta fijación social, totalmente inadecuada al crecimiento económico que es-
taba experimentando la sociedad china, se mantendrá hasta principios del
siglo XV, en el que empezará a desintegrarse.
En el momento inicial, los Ming consiguieron que el impuesto agrario recau-
dado por el Gobierno fuera suficiente: esto les permitió ignorar los posibles in-
gresos procedentes de otras fuentes que no fueran agrarias, y en 1370 y en
1398 se prohibió a los chinos que se embarcaran en viajes privados de ultra-
mar.
Con el fin de mantenerse sobre una base agraria, los Ming consiguieron regis-
trar mucha población y mucha tierra: de hecho, hicieron los primeros regis-
tros detallados desde el siglo VIII, cuando se había desmantelado el sistema de
los campos iguales.
De estos censos se hicieron cuatro copias: para el distrito, la jefatura, la pro-
vincia y el gobierno central: éstas se guardaban en carpetas amarillas y de aquí
les viene el nombre de Registros Amarillos.
Los núcleos operativos del sistema fiscal del Estado eran las lijia, grupos de 110
familias –unidad que de hecho correspondía a los tamaños de la mayoría de
pueblos– que tenían que repartir entre sus miembros impuestos y trabajos obli-
gatorios y que eran solidariamente responsables del mantenimiento del orden.
Las diez familias más ricas proporcionaban los jefes, y éstos se aseguraban de
que diez familias pobres hicieran los trabajos agrícolas y pagaran las tasas.
Durante el año 1387 también se llevó a cabo un registro detallado de las tierras,
en un catastro que se denominó Registro de Escamas de Pescado, debido a
que, sobre el papel, los campos tenían esta apariencia. Había unas tasas fijas por
mu de la tierra, independientemente de la calidad de ésta, y se establecieron
cuotas por provincias y por distritos. Las tasas se cobraban dos veces al año, en
verano y en otoño, como habían hecho anteriormente los Tang y los Song.
Aunque los Ming querían actualizar tanto los Registros Amarillos como los de
Escamas de Pescado, nunca tuvieron gente suficiente como para hacerlo y las
cuotas fiscales establecidas en 1391 se mantuvieron a lo largo de toda la dinas-
tía, independientemente de la evolución económica.
A lo largo del siglo XIV, los Ming, que recaudaban el doble que los mongoles,
tuvieron bastante con este sistema fiscal: pero en el siglo XV estos impuestos
agrarios fueron insuficientes. Por otra parte, los miembros más ricos se hicie-
ron con el poder dentro de las lijia y ejercieron como intermediarios entre las
familias y los poderes administrativos imperiales, mientras los pequeños agri-
cultores, empobrecidos, tratarán de enrolarse como mercenarios, explotarán
ilegalmente las minas –que eran monopolio del Estado– o se harán piratas.
La fiscalidad agraria
Durante la dinastía Ming la im-
portancia otorgada a la fiscali-
dad agraria explica el hecho de
que se tuviera especial cuidado
en la elaboración de catastros 
generales de las tierras, así 
como de registros de la pobla-
ción. Por lo que respecta a la 
elaboración de un catastro de 
tierras, esta tarea tomó forma 
en 1387 con el Registro de Esca-
mas de Pescado (Yulin tuce); los 
registros del censo de pobla-
ción se establecieron en los 
años 1381 y 1382, en los Regis-
tros Amarillos, que se revisaron 
en 1391. 
 FUOC • P03/87003/01870 11 La China de los MIng
–en 1368 y en 1390 ordenó a sus súbditos que se peinaran y vistieran como los
Tang y prohibió los estilos extranjeros–, su modelo real eran los mongoles.
Esta fijación social, totalmente inadecuada al crecimiento económico que es-
taba experimentando la sociedad china, se mantendrá hasta principios del
siglo XV, en el que empezará a desintegrarse.
En el momento inicial, los Ming consiguieron que el impuesto agrario recau-
dado por el Gobierno fuera suficiente: esto les permitió ignorar los posibles in-
gresos procedentes de otras fuentes que no fueran agrarias, y en 1370 y en
1398 se prohibió a los chinos que se embarcaran en viajes privados de ultra-
mar.
Con el fin de mantenerse sobre una base agraria, los Ming consiguieron regis-
trar mucha población y mucha tierra: de hecho, hicieron los primeros regis-
tros detallados desde el siglo VIII, cuando se había desmantelado el sistema de
los campos iguales.
De estos censos se hicieron cuatro copias: para el distrito, la jefatura, la pro-
vincia y el gobierno central: éstas se guardaban en carpetas amarillas y de aquí
les viene el nombre de Registros Amarillos.
Los núcleos operativos del sistema fiscal del Estado eran las lijia, grupos de 110
familias –unidad que de hecho correspondía a los tamaños de la mayoría de
pueblos– que tenían que repartir entre sus miembros impuestos y trabajos obli-
gatorios y que eran solidariamente responsables del mantenimiento del orden.
Las diez familias más ricas proporcionaban los jefes, y éstos se aseguraban de
que diez familias pobres hicieran los trabajos agrícolas y pagaran las tasas.
Durante el año 1387 también se llevó a cabo un registro detallado de las tierras,
en un catastro que se denominó Registro de Escamas de Pescado, debido a
que, sobre el papel, los campos tenían esta apariencia. Había unas tasas fijas por
mu de la tierra, independientemente de la calidad de ésta, y se establecieron
cuotas por provincias y por distritos. Las tasas se cobraban dos veces al año, enverano y en otoño, como habían hecho anteriormente los Tang y los Song.
Aunque los Ming querían actualizar tanto los Registros Amarillos como los de
Escamas de Pescado, nunca tuvieron gente suficiente como para hacerlo y las
cuotas fiscales establecidas en 1391 se mantuvieron a lo largo de toda la dinas-
tía, independientemente de la evolución económica.
A lo largo del siglo XIV, los Ming, que recaudaban el doble que los mongoles,
tuvieron bastante con este sistema fiscal: pero en el siglo XV estos impuestos
agrarios fueron insuficientes. Por otra parte, los miembros más ricos se hicie-
ron con el poder dentro de las lijia y ejercieron como intermediarios entre las
familias y los poderes administrativos imperiales, mientras los pequeños agri-
cultores, empobrecidos, tratarán de enrolarse como mercenarios, explotarán
ilegalmente las minas –que eran monopolio del Estado– o se harán piratas.
La fiscalidad agraria
Durante la dinastía Ming la im-
portancia otorgada a la fiscali-
dad agraria explica el hecho de
que se tuviera especial cuidado
en la elaboración de catastros 
generales de las tierras, así 
como de registros de la pobla-
ción. Por lo que respecta a la 
elaboración de un catastro de 
tierras, esta tarea tomó forma 
en 1387 con el Registro de Esca-
mas de Pescado (Yulin tuce); los 
registros del censo de pobla-
ción se establecieron en los 
años 1381 y 1382, en los Regis-
tros Amarillos, que se revisaron 
en 1391. 
 FUOC • P03/87003/01870 12 La China de los MIng
Sin embargo, inicialmente, el encuadre social será extraordinariamente estric-
to: Zhu Yuanzhang exigió que todos los campesinos asistieran a lecturas co-
lectivas donde se les recordaban sus obligaciones, e hizo registros –que
después se abandonaron– para consignar las más pequeñas faltas de todo el
mundo.
La actividad militar del nuevo emperador fue también muy importante.
En primer lugar contra los mongoles, que siempre fueron la preocupación
predominante de la dinastía. Retirados a Mongolia, se habían dividido en
varias confederaciones, pero los Ming vivieron siempre con el temor de que
se reagruparan. De hecho no lo hicieron, pero siempre estuvieron amenazando
a los chinos: en 1449 la confederación de los oirats raptó al emperador y un siglo
después las tropas de Altan Kan (1543-1583) llegaron a Pekín. Hongwu puso en
marcha campaña tras campaña, principalmente en el norte, pero también en
el Sichuan y Yunnan. Para defenderse de los mongoles, los Ming acabarán ha-
ciendo una línea de fortificaciones que constituyen la Gran Muralla tal como
la conocemos hoy y prohibirán el comercio con otros países.
Todo ello tuvo consecuencias nefastas: la política exterior china se cerró –con
un enfoque muy diferente al de las dinastías anteriores– y los chinos no pres-
taron atención a la amenaza de los manchúes, procedentes del nordeste, hasta
el año 1619, cuando éstos les infligieron la primera gran derrota. Ya era dema-
siado tarde: en 1644 los manchúes invadirían China y fundarían la dinastía
Qing ( , 1644-1911).
Desde el punto de vista estructural, el gobierno Ming era una pirámide insti-
tucional. En la cúspide estaba el emperador, que vivía en la capital (Nanjing,
1368-1420; Pekín, 1421-1644) y los tres lados de la pirámide los componían la
jerarquía de la administración civil, la administración militar y los censores,
que los vigilaban a todos. Las tres jerarquías estaban representadas en las agen-
cias del poder central y todas lo estaban también en las trece provincias.
La administración civil era la jerarquía más elaborada. Inicialmente, siguiendo
el precedente de la dinastía Yuan, tenía arriba de todo un secretario. Pero la
creciente autocracia de Hongwu difícilmente podía tolerar a alguien con tan-
to poder. En 1380, coincidiendo con un gran proceso contra su titular, Hu
Weiyong, el cargo de secretario se abolió y arriba de todo quedaron los seis
ministerios que constituían la columna vertebral del estado chino desde los
A pesar de su sincera simpatía por los campesinos pobres, es con los Ming
cuando se consolidan las grandes familias de notables con propiedad co-
lectiva de tierras y con una inversión en educación que les garantiza su
estatus. Estos linajes –que fueron siempre más importantes en el sudeste
que en ningún otro lugar– se perpetúan en una intrincada trama de ma-
trimonios y controlan a sus miembros a través de las genealogías.
El coste de la guerra
Con el fin de mantener a un 
ejército efectivo que no resulta-
ra ruinoso, se asignó a unas 
cuantas familias -pertenecien-
tes al ejército que Zhu Yuan-
zhang había desmovilizado 
cuando ya había finalizado la 
conquista de China- la catego-
ría militar: entre ellas, un 30% 
luchaba y el otro 70% 
trabajaba la tierra para propor-
cionar grano a los ejércitos.
 FUOC • P03/87003/01870 12 La China de los MIng
Sin embargo, inicialmente, el encuadre social será extraordinariamente estric-
to: Zhu Yuanzhang exigió que todos los campesinos asistieran a lecturas co-
lectivas donde se les recordaban sus obligaciones, e hizo registros –que
después se abandonaron– para consignar las más pequeñas faltas de todo el
mundo.
La actividad militar del nuevo emperador fue también muy importante.
En primer lugar contra los mongoles, que siempre fueron la preocupación
predominante de la dinastía. Retirados a Mongolia, se habían dividido en
varias confederaciones, pero los Ming vivieron siempre con el temor de que
se reagruparan. De hecho no lo hicieron, pero siempre estuvieron amenazando
a los chinos: en 1449 la confederación de los oirats raptó al emperador y un siglo
después las tropas de Altan Kan (1543-1583) llegaron a Pekín. Hongwu puso en
marcha campaña tras campaña, principalmente en el norte, pero también en
el Sichuan y Yunnan. Para defenderse de los mongoles, los Ming acabarán ha-
ciendo una línea de fortificaciones que constituyen la Gran Muralla tal como
la conocemos hoy y prohibirán el comercio con otros países.
Todo ello tuvo consecuencias nefastas: la política exterior china se cerró –con
un enfoque muy diferente al de las dinastías anteriores– y los chinos no pres-
taron atención a la amenaza de los manchúes, procedentes del nordeste, hasta
el año 1619, cuando éstos les infligieron la primera gran derrota. Ya era dema-
siado tarde: en 1644 los manchúes invadirían China y fundarían la dinastía
Qing ( , 1644-1911).
Desde el punto de vista estructural, el gobierno Ming era una pirámide insti-
tucional. En la cúspide estaba el emperador, que vivía en la capital (Nanjing,
1368-1420; Pekín, 1421-1644) y los tres lados de la pirámide los componían la
jerarquía de la administración civil, la administración militar y los censores,
que los vigilaban a todos. Las tres jerarquías estaban representadas en las agen-
cias del poder central y todas lo estaban también en las trece provincias.
La administración civil era la jerarquía más elaborada. Inicialmente, siguiendo
el precedente de la dinastía Yuan, tenía arriba de todo un secretario. Pero la
creciente autocracia de Hongwu difícilmente podía tolerar a alguien con tan-
to poder. En 1380, coincidiendo con un gran proceso contra su titular, Hu
Weiyong, el cargo de secretario se abolió y arriba de todo quedaron los seis
ministerios que constituían la columna vertebral del estado chino desde los
A pesar de su sincera simpatía por los campesinos pobres, es con los Ming
cuando se consolidan las grandes familias de notables con propiedad co-
lectiva de tierras y con una inversión en educación que les garantiza su
estatus. Estos linajes –que fueron siempre más importantes en el sudeste
que en ningún otro lugar– se perpetúan en una intrincada trama de ma-
trimonios y controlan a sus miembros a través de las genealogías.
El coste de la guerra
Con el fin de mantener a un 
ejército efectivo que no resulta-
ra ruinoso, se asignó a unas 
cuantas familias -pertenecien-
tes al ejército que Zhu Yuan-
zhang había desmovilizado 
cuando ya había finalizadola 
conquista de China- la catego-
ría militar: entre ellas, un 30% 
luchaba y el otro 70% 
trabajaba la tierra para propor-
cionar grano a los ejércitos.
 FUOC • P03/87003/01870 13 La China de los MIng
Tang: Ingresos, Personal, Ritos, Guerra, Castigos y Trabajos públicos. Unas
cuantas décadas después y con el fin de coordinarlos, se creó un gran secreta-
riado formado por grandes secretarios que no tendrán autoridad administrati-
va pero sí un prestigio creciente durante todo el periodo Ming. Por otra parte,
la capital era también, desde el primer momento, la sede de algunos organis-
mos independientes, como la Academia Hanlin y la Universidad Nacional.
La mayoría de la administración civil y militar estaba en manos de funcionarios
que adquirían el grado mediante los exámenes que, como siempre, se hacían a
tres niveles: la jefatura, la sede provincial y la capital. Los que superaban los
exámenes de la capital recibían el título de doctor, jinshi, y tenían casi garanti-
zado un cargo: el destino duraba 9 años, era continuamente evaluado y lo po-
dían destituir o promover en cualquier momento. Pero estos funcionarios no
tenían, ni de lejos, la libertad de opinión que había caracterizado a los funcio-
narios de los Song. Hongwu impuso una fuerte autocracia y, por muchos mé-
ritos que tuviera un funcionario, si provocaba su ira o le llevaba la contraria,
lo hacía azotar en público, amedentrando, de paso, a toda la corte. Asociados
a estos funcionarios había muchos menores, reclutados localmente. Con res-
pecto a la ordenación jurídica del estado, Hongwu promulgó el Daminglü, el
gran código Ming, que seguía en todo el código Tang. 
Para organizar a su numerosa familia –tuvo 26 hijos y 16 hijas– en 1373 promulgó
las Conminaciones Ancestrales, que iría modificando y perfilando a lo largo de
toda su vida. Todos los hijos del emperador tenían el título de príncipe imperial
y recibían un estipendio importante de los fondos estatales. Uno era el heredero
aparente y los otros, al ser mayores de edad, eran enviados siempre a provin-
cias, donde se les procuraban lujosos palacios y donde se llevaban a un séquito
importante de entre tres y veinte mil cortesanos. Aquellos que tenían asignada
su residencia cerca de la frontera tenían también responsabilidades militares:
éste era el caso, por ejemplo, del príncipe de Yan, establecido en Pekín. Los hi-
jos menores de los príncipes imperiales eran príncipes en primer grado, un tí-
tulo que también era hereditario. Los hijos menores de éstos recibían títulos
menores y así sucesivamente, pero todos cobraban del Estado. Las descendien-
tes femeninas tenían menos privilegios: las hijas imperiales tenían grandes es-
tipendios pero no ya los hijos de éstas, que ya no se llamaban Zhu. Aunque
todos los emperadores fueron reduciendo el presupuesto asignado a las múlti-
ples cortes de los miembros de la familia imperial –en 1395 el mismo Hongwu
redujo sus estipendios a una quinta parte y les arrebató todo el control sobre
las fuerzas militares de sus respectivas regiones–, éste fue siempre un gasto im-
portante de las finanzas imperiales: al final de la dinastía, había cien mil per-
sonas de la familia Zhu que vivían del estado.
Con el fin de conseguir una administración competente, los exámenes
se reinstauraron de forma inmediata: en 1370 se reanudaron los exáme-
nes de prefectura y de provincia.
Autoritarismo
En presencia del emperador, 
los altos funcionarios de la di-
nastía Ming, que con los Tang 
estaban sentados y con los 
Song de pie, tendrán que estar 
arrodillados.
 FUOC • P03/87003/01870 13 La China de los MIng
Tang: Ingresos, Personal, Ritos, Guerra, Castigos y Trabajos públicos. Unas
cuantas décadas después y con el fin de coordinarlos, se creó un gran secreta-
riado formado por grandes secretarios que no tendrán autoridad administrati-
va pero sí un prestigio creciente durante todo el periodo Ming. Por otra parte,
la capital era también, desde el primer momento, la sede de algunos organis-
mos independientes, como la Academia Hanlin y la Universidad Nacional.
La mayoría de la administración civil y militar estaba en manos de funcionarios
que adquirían el grado mediante los exámenes que, como siempre, se hacían a
tres niveles: la jefatura, la sede provincial y la capital. Los que superaban los
exámenes de la capital recibían el título de doctor, jinshi, y tenían casi garanti-
zado un cargo: el destino duraba 9 años, era continuamente evaluado y lo po-
dían destituir o promover en cualquier momento. Pero estos funcionarios no
tenían, ni de lejos, la libertad de opinión que había caracterizado a los funcio-
narios de los Song. Hongwu impuso una fuerte autocracia y, por muchos mé-
ritos que tuviera un funcionario, si provocaba su ira o le llevaba la contraria,
lo hacía azotar en público, amedentrando, de paso, a toda la corte. Asociados
a estos funcionarios había muchos menores, reclutados localmente. Con res-
pecto a la ordenación jurídica del estado, Hongwu promulgó el Daminglü, el
gran código Ming, que seguía en todo el código Tang. 
Para organizar a su numerosa familia –tuvo 26 hijos y 16 hijas– en 1373 promulgó
las Conminaciones Ancestrales, que iría modificando y perfilando a lo largo de
toda su vida. Todos los hijos del emperador tenían el título de príncipe imperial
y recibían un estipendio importante de los fondos estatales. Uno era el heredero
aparente y los otros, al ser mayores de edad, eran enviados siempre a provin-
cias, donde se les procuraban lujosos palacios y donde se llevaban a un séquito
importante de entre tres y veinte mil cortesanos. Aquellos que tenían asignada
su residencia cerca de la frontera tenían también responsabilidades militares:
éste era el caso, por ejemplo, del príncipe de Yan, establecido en Pekín. Los hi-
jos menores de los príncipes imperiales eran príncipes en primer grado, un tí-
tulo que también era hereditario. Los hijos menores de éstos recibían títulos
menores y así sucesivamente, pero todos cobraban del Estado. Las descendien-
tes femeninas tenían menos privilegios: las hijas imperiales tenían grandes es-
tipendios pero no ya los hijos de éstas, que ya no se llamaban Zhu. Aunque
todos los emperadores fueron reduciendo el presupuesto asignado a las múlti-
ples cortes de los miembros de la familia imperial –en 1395 el mismo Hongwu
redujo sus estipendios a una quinta parte y les arrebató todo el control sobre
las fuerzas militares de sus respectivas regiones–, éste fue siempre un gasto im-
portante de las finanzas imperiales: al final de la dinastía, había cien mil per-
sonas de la familia Zhu que vivían del estado.
Con el fin de conseguir una administración competente, los exámenes
se reinstauraron de forma inmediata: en 1370 se reanudaron los exáme-
nes de prefectura y de provincia.
Autoritarismo
En presencia del emperador, 
los altos funcionarios de la di-
nastía Ming, que con los Tang 
estaban sentados y con los 
Song de pie, tendrán que estar 
arrodillados.
 FUOC • P03/87003/01870 14 La China de los MIng
Zhu Yuanzhang (es decir, el emperador Hongwu) intentó limitar el número de
mujeres de palacio. Personalmente, él siempre tuvo una relación especial con
la hija de su antiguo camarada de armas, la emperatriz Ma, y, aparte de las cua-
tro mujeres oficiales, limitó el número de mujeres que podía haber en palacio:
pero los registros de la posterior dinastía Qing muestran que a finales de la di-
nastía Ming en palacio había 9.000 mujeres.
La mayoría de estos eunucos procedían de las zonas más marginales del impe-
rio, por eso había muchos musulmanes, pero había también muchos chinos
situados allí por sus familias con la esperanza de que las hicieran prosperar. A
diferencia de otras dinastías, los eunucos no estaban sólo en palacio, sino tam-
bién en las cortes provinciales de los príncipes. Pero era en palacio donde ad-
quirían verdadera importancia, ya que allí el emperador los utilizaba para
controlar el cuerpode funcionarios. A pesar de su poder dentro del palacio –
tenían bajo su control una prisión, el llamado Depósito Oriental, donde
arrancaban confesiones a los funcionarios bajo tortura–, en tiempo de Hon-
gwu los eunucos de palacio eran un número reducido. Asimismo cabe afirmar
que muchos de ellos debieron ser hombres de mucha capacidad, y así lo de-
mostraron en las grandes expediciones marítimas del siglo XV.
Pero en un clima de autocracia creciente y de desconfianza hacia los funcionarios
reclutados por los exámenes, el número de eunucos no paraba de aumentar: a
finales del siglo XV había 10.000 y a finales del siglo XVI se reclutaban en grupos
de 3.000 cada vez. Al acabar la dinastía, los Qing contaban con 70.000.
A medida que pasaban los años, las tendencias autocráticas de Hongwu se iban
acentuando. El imperio Ming lo había fundado un campesino que miraba con
desconfianza instintiva a las clases letradas. En 1376 hizo ejecutar a centenares
de funcionarios, acusados de negligencia en su cargo en el servicio postal, y trató
con una crueldad insólita a los que, respondiendo a su petición de opiniones
respecto a esta medida, la criticaron. La alarma que produjo este asunto presagia
ya la gran crisis que estallará en 1380 contra el gran secretario, Hu Weiyong, en
la que Honghu hará ejecutar, además de al gran secretario, a 15.000 implicados.
En 1390 hizo reabrir el proceso contra Hu Weiyong y 15.000 implicados más perdieron
la vida. En 1393, el proceso contra otro funcionario importante, Lan Yu, acabó con su
muerte por desmembración y 20.000 ejecuciones más.
Las purgas, que se explican en parte por el frenesí autocrático del emperador,
tienen también otras justificaciones: una económica, ya que las 50.000 perso-
Con las mujeres aumentaron también los eunucos, que con los Ming
cobran una importancia sin precedentes. En las cortes chinas siempre
los había habido pero nunca habían tenido cargos ni responsabilidades,
aunque su posición en el harén y la proximidad con el emperador les
confería ocasionalmente una importancia considerable.
Sobre las expediciones marítimas 
Ming, podéis consultar el apartado 
tercero de este mismo módulo.
 FUOC • P03/87003/01870 14 La China de los MIng
Zhu Yuanzhang (es decir, el emperador Hongwu) intentó limitar el número de
mujeres de palacio. Personalmente, él siempre tuvo una relación especial con
la hija de su antiguo camarada de armas, la emperatriz Ma, y, aparte de las cua-
tro mujeres oficiales, limitó el número de mujeres que podía haber en palacio:
pero los registros de la posterior dinastía Qing muestran que a finales de la di-
nastía Ming en palacio había 9.000 mujeres.
La mayoría de estos eunucos procedían de las zonas más marginales del impe-
rio, por eso había muchos musulmanes, pero había también muchos chinos
situados allí por sus familias con la esperanza de que las hicieran prosperar. A
diferencia de otras dinastías, los eunucos no estaban sólo en palacio, sino tam-
bién en las cortes provinciales de los príncipes. Pero era en palacio donde ad-
quirían verdadera importancia, ya que allí el emperador los utilizaba para
controlar el cuerpo de funcionarios. A pesar de su poder dentro del palacio –
tenían bajo su control una prisión, el llamado Depósito Oriental, donde
arrancaban confesiones a los funcionarios bajo tortura–, en tiempo de Hon-
gwu los eunucos de palacio eran un número reducido. Asimismo cabe afirmar
que muchos de ellos debieron ser hombres de mucha capacidad, y así lo de-
mostraron en las grandes expediciones marítimas del siglo XV.
Pero en un clima de autocracia creciente y de desconfianza hacia los funcionarios
reclutados por los exámenes, el número de eunucos no paraba de aumentar: a
finales del siglo XV había 10.000 y a finales del siglo XVI se reclutaban en grupos
de 3.000 cada vez. Al acabar la dinastía, los Qing contaban con 70.000.
A medida que pasaban los años, las tendencias autocráticas de Hongwu se iban
acentuando. El imperio Ming lo había fundado un campesino que miraba con
desconfianza instintiva a las clases letradas. En 1376 hizo ejecutar a centenares
de funcionarios, acusados de negligencia en su cargo en el servicio postal, y trató
con una crueldad insólita a los que, respondiendo a su petición de opiniones
respecto a esta medida, la criticaron. La alarma que produjo este asunto presagia
ya la gran crisis que estallará en 1380 contra el gran secretario, Hu Weiyong, en
la que Honghu hará ejecutar, además de al gran secretario, a 15.000 implicados.
En 1390 hizo reabrir el proceso contra Hu Weiyong y 15.000 implicados más perdieron
la vida. En 1393, el proceso contra otro funcionario importante, Lan Yu, acabó con su
muerte por desmembración y 20.000 ejecuciones más.
Las purgas, que se explican en parte por el frenesí autocrático del emperador,
tienen también otras justificaciones: una económica, ya que las 50.000 perso-
Con las mujeres aumentaron también los eunucos, que con los Ming
cobran una importancia sin precedentes. En las cortes chinas siempre
los había habido pero nunca habían tenido cargos ni responsabilidades,
aunque su posición en el harén y la proximidad con el emperador les
confería ocasionalmente una importancia considerable.
Sobre las expediciones marítimas 
Ming, podéis consultar el apartado 
tercero de este mismo módulo.
 FUOC • P03/87003/01870 15 La China de los MIng
nas que perdieron la vida eran notables con propiedades que fueron confisca-
das por el Estado –muy especialmente en la purga contra Lan Yu–, y otra
política, ya que eliminó la presencia masiva de gente del sur en los aparatos de
gobierno. Al acabar su reinado, el imperio Ming era el más autocrático que ha-
bía habido nunca en China: es posible que también en ello se discierna la in-
fluencia mongola.
Con respecto a la política exterior, la posición estratégica de los Ming se pa-
rece a la de los Han, Tang y Song, las otras dinastías completamente chinas.
Pero los Ming no hacen demostraciones de fuerza ni exigen sumisión: el énfa-
sis se pone en el reconocimiento simbólico de la centralidad cosmológica de
China y en su sucesión legítima al poder mientras se restaura la entrega de re-
galos tributarios a cambio de regalos imperiales. Este imperio altamente cen-
tralizado teme que el comercio en la frontera impida la ley y el orden. Por esta
razón, las relaciones con los estados extranjeros tienen que ser formales y hay
que prohibir el comercio privado, que es incontrolado.
Hongwu, en las Conminaciones Ancestrales del año 1373, deja claro que no se tiene que
atacar a los países extranjeros y que no debe mezclarse el comercio con las misiones tri-
butarias: las Conminaciones incluían una lista de los países que en ningún caso tenían
que ser atacados por los Ming, y restringían las relaciones tributarias anuales a tres es-
tados. Un año antes, en 1372, se había prohibido el tráfico marítimo, excepto el que se
hacía expresamente dentro del marco del comercio tributario.
Después de muchas vacilaciones, Zhu Yuanzhang estableció finalmente su ca-
pital en Nanjing, seducido entre otras cosas por las excelentes condiciones
geománticas de su emplazamiento, presidido al norte por el monte Zhong: por
ello, años más tarde, cuando se hace una nueva capital en Pekín, se construye
una montaña artificial en el norte del gran complejo de los palacios imperia-
les. La ciudad, denominada ahora Jingshi, la capital, se rodeó por una muralla
de 36 km, la mayor de toda la China de los Ming.
 FUOC • P03/87003/01870 15 La China de los MIng
nas que perdieron la vida eran notables con propiedades que fueron confisca-
das por el Estado –muy especialmente en la purga contra Lan Yu–, y otra
política, ya que eliminó la presencia masiva de gente del sur en los aparatos de
gobierno. Al acabar su reinado, el imperio Ming era el más autocrático que ha-
bía habido nunca en China: es posible que también en ello se discierna la in-
fluencia mongola.
Con respecto a la política exterior,la posición estratégica de los Ming se pa-
rece a la de los Han, Tang y Song, las otras dinastías completamente chinas.
Pero los Ming no hacen demostraciones de fuerza ni exigen sumisión: el énfa-
sis se pone en el reconocimiento simbólico de la centralidad cosmológica de
China y en su sucesión legítima al poder mientras se restaura la entrega de re-
galos tributarios a cambio de regalos imperiales. Este imperio altamente cen-
tralizado teme que el comercio en la frontera impida la ley y el orden. Por esta
razón, las relaciones con los estados extranjeros tienen que ser formales y hay
que prohibir el comercio privado, que es incontrolado.
Hongwu, en las Conminaciones Ancestrales del año 1373, deja claro que no se tiene que
atacar a los países extranjeros y que no debe mezclarse el comercio con las misiones tri-
butarias: las Conminaciones incluían una lista de los países que en ningún caso tenían
que ser atacados por los Ming, y restringían las relaciones tributarias anuales a tres es-
tados. Un año antes, en 1372, se había prohibido el tráfico marítimo, excepto el que se
hacía expresamente dentro del marco del comercio tributario.
Después de muchas vacilaciones, Zhu Yuanzhang estableció finalmente su ca-
pital en Nanjing, seducido entre otras cosas por las excelentes condiciones
geománticas de su emplazamiento, presidido al norte por el monte Zhong: por
ello, años más tarde, cuando se hace una nueva capital en Pekín, se construye
una montaña artificial en el norte del gran complejo de los palacios imperia-
les. La ciudad, denominada ahora Jingshi, la capital, se rodeó por una muralla
de 36 km, la mayor de toda la China de los Ming.
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3. El reinado de Yongle y las expediciones de Zheng He
Al morir el emperador Hongwu, el trono pasó a su nieto, el emperador Jianwen,
ya que el hijo mayor, el heredero aparente, había muerto. El nuevo emperador
tenía 16 años y gobernó cuatro, durante los cuales trató de rehacer el aparato
civil del gobierno –él mismo tenía una sólida formación confuciana- y de li-
mitar los poderes de los príncipes imperiales. Sus progresos en este sentido
desencadenaron una guerra civil liderada por su tío, el futuro emperador
Yongle, cuarto hijo de Hongwu y poderoso príncipe de Yan. Al final de la gue-
rra, Yongle hizo incendiar los palacios de Nanjing y probablemente Jianwen
murió quemado. Aunque Yongle le organizó unos grandes funerales, su cuerpo
nunca pudo ser identificado con certeza y la leyenda de que había huido y de
que vivía retirado como monje alimentará durante todo el reinado de Yongle
las esperanzas de los leales al anterior emperador.
Yongle fue un emperador muy importante que dejó una marca decisiva en la
historia china. Para empezar redujo el poder de los otros príncipes, limitándo-
les el séquito y trasladándolos a regiones menos estratégicas. Reintrodujo en
el gobierno el gran secretariado –descartado por Hongwu después de las purgas
contra Hu Weiyong–, y lo encomendó a siete grandes secretarios, con el fin de
evitar la acumulación de poder en unas solas manos: a diferencia de lo que pa-
saba con su padre, todos los altos cargos de Yongle fueron estables y de larga
duración. Pero mantuvo y reforzó el cuerpo de eunucos creado por su padre
para vigilar a los funcionarios de palacio, lo que generó una tensión abierta
o latente a lo largo de todo su reinado entre eunucos y funcionarios, que
afectará incluso a algunas de las grandes empresas del periodo, como las ex-
pediciones marítimas. Yongle utilizó mucho a los eunucos, ya que éstos lo
habían ayudado en su golpe de Estado: en este momento se trataba más de ori-
ginarios de familias acomodadas que querían situar a sus hijos, que de prisio-
neros de guerra, y será frecuente que se les encarguen misiones diplomáticas.
El núcleo de poder de los eunucos era la prisión separada que mantenían y que
Yongle oficializó en 1420, el Depósito Oriental, donde podían detener a los
funcionarios y arrancarles confesiones bajo tortura.
El nuevo emperador era él mismo una persona educada, autor de algunos en-
sayos filosóficos y excelente calígrafo. Una de sus iniciativas más importantes
fue propiciar que la recopilación de toda la literatura existente –que incluía
más textos que todos los del resto del mundo juntos– se editara en una única
enciclopedia que llevaría su nombre, la Yongle Dadian. Dos mil letrados traba-
jaron durante cinco años en la recopilación de 22.938 capítulos, encuaderna-
dos en 11.000 volúmenes. La recopilación, que incluía más de 7.000 obras y
que contenía más de 50 millones de palabras, era tan grande que no tenía sen-
tido imprimirla y sólo se conservó un manuscrito en la biblioteca de palacio,
Primeros emperadores Ming
1368-1398 Hongwu
1399-1402 Jianwen
1403-1424 Yongle
1425-1425 Hongxi
1426-1435 Xuande
1436-1449 Zhengtong
1450-1456 Jingtai
1457-1464 Tianshun
1465-1487 Chenghua
1488-1505 Hongzhi
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3. El reinado de Yongle y las expediciones de Zheng He
Al morir el emperador Hongwu, el trono pasó a su nieto, el emperador Jianwen,
ya que el hijo mayor, el heredero aparente, había muerto. El nuevo emperador
tenía 16 años y gobernó cuatro, durante los cuales trató de rehacer el aparato
civil del gobierno –él mismo tenía una sólida formación confuciana- y de li-
mitar los poderes de los príncipes imperiales. Sus progresos en este sentido
desencadenaron una guerra civil liderada por su tío, el futuro emperador
Yongle, cuarto hijo de Hongwu y poderoso príncipe de Yan. Al final de la gue-
rra, Yongle hizo incendiar los palacios de Nanjing y probablemente Jianwen
murió quemado. Aunque Yongle le organizó unos grandes funerales, su cuerpo
nunca pudo ser identificado con certeza y la leyenda de que había huido y de
que vivía retirado como monje alimentará durante todo el reinado de Yongle
las esperanzas de los leales al anterior emperador.
Yongle fue un emperador muy importante que dejó una marca decisiva en la
historia china. Para empezar redujo el poder de los otros príncipes, limitándo-
les el séquito y trasladándolos a regiones menos estratégicas. Reintrodujo en
el gobierno el gran secretariado –descartado por Hongwu después de las purgas
contra Hu Weiyong–, y lo encomendó a siete grandes secretarios, con el fin de
evitar la acumulación de poder en unas solas manos: a diferencia de lo que pa-
saba con su padre, todos los altos cargos de Yongle fueron estables y de larga
duración. Pero mantuvo y reforzó el cuerpo de eunucos creado por su padre
para vigilar a los funcionarios de palacio, lo que generó una tensión abierta
o latente a lo largo de todo su reinado entre eunucos y funcionarios, que
afectará incluso a algunas de las grandes empresas del periodo, como las ex-
pediciones marítimas. Yongle utilizó mucho a los eunucos, ya que éstos lo
habían ayudado en su golpe de Estado: en este momento se trataba más de ori-
ginarios de familias acomodadas que querían situar a sus hijos, que de prisio-
neros de guerra, y será frecuente que se les encarguen misiones diplomáticas.
El núcleo de poder de los eunucos era la prisión separada que mantenían y que
Yongle oficializó en 1420, el Depósito Oriental, donde podían detener a los
funcionarios y arrancarles confesiones bajo tortura.
El nuevo emperador era él mismo una persona educada, autor de algunos en-
sayos filosóficos y excelente calígrafo. Una de sus iniciativas más importantes
fue propiciar que la recopilación de toda la literatura existente –que incluía
más textos que todos los del resto del mundo juntos– se editara en una única
enciclopedia que llevaría su nombre, la Yongle Dadian. Dos mil letrados traba-
jaron durante cinco años en la recopilación de 22.938 capítulos, encuaderna-
dos en 11.000 volúmenes. La recopilación, que incluía más de 7.000 obras y
que contenía más de 50 millones de palabras, era tan grande que no tenía sen-
tido imprimirla y sólo se conservóun manuscrito en la biblioteca de palacio,
Primeros emperadores Ming
1368-1398 Hongwu
1399-1402 Jianwen
1403-1424 Yongle
1425-1425 Hongxi
1426-1435 Xuande
1436-1449 Zhengtong
1450-1456 Jingtai
1457-1464 Tianshun
1465-1487 Chenghua
1488-1505 Hongzhi
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que ha desaparecido, del mismo modo que sucedió con otra copia que se hizo.
Una parte sustancial del original podría estar dentro de la tumba del empera-
dor Jiajing, muerto en 1567, y aún sin excavar. Unos cuantos centenares de
volúmenes de la otra copia se destruyeron durante el saqueo del palacio de ve-
rano llevado a cabo por franceses e ingleses en 1860, y miles de páginas apa-
recieron en las librerías de segunda mano de Pekín, que fueron adquiridas por
los coleccionistas a principios del siglo XX. Otra obra importante de Yongle fue
la recopilación de todo el Tripitaka budista, con 6.771 secciones.
Yongle, que procedía del norte y se había destacado en varias expediciones
contra los mongoles, hizo trasladar la capital a su antigua base de Yan, Pekín.
El traslado, iniciado en 1402, se completó en 1421 e implicó una enorme mo-
vilización de fuerza de trabajo para construir lo que todavía hoy se conserva
en la Ciudad Prohibida: la Sala de la Suprema Armonía, centro simbólico de
todo el imperio, sala del trono de Yongle. Pero el traslado de la capital a Pekín
dependía de la recanalización del Gran Canal. En primer lugar, al encontrarse
éste en muy malas condiciones, se intentó enviar los suministros por mar,
pero los ataques constantes de los piratas japoneses obligaron a rehacer el
Gran Canal. En 1415 se habían construido 47 esclusas entre Hangzhou y Pekín
y se trasladaron a Pekín 335 batallones, es decir 235.000 hombres y sus fami-
lias, haciendo aumentar la población de la capital hasta casi dos millones.
Con Yongle, la política exterior de los Ming cobró unas dimensiones insólitas.
Al principio del reinado, la principal preocupación de Yongle venía de Tamerlan,
un jefe de ascendencia mongol que en el siglo XIV creó un poderoso imperio en
Asia central y que estaba preparando una invasión de China, de la que ésta se
salvó por la muerte repentina de Tamerlan. En el nordeste, la amenaza de los
jürchen planeaba sobre Manchuria y sólo podía ser frenada por medio de cam-
pañas ocasionales y regalos constantes; más hacia el oeste, las confederaciones
mongolas seguían activas: entre ellas destaca la de los oirats y la que reagrupó
las fuerzas que quedaban de la antigua dinastía Yuan bajo el nombre de Con-
federación Tártara. El uso sistemático de las armas de fuego por parte de los
chinos contra unos ejércitos que todavía dependían mayoritariamente de las
tácticas de caballería del siglo XIII les permitió ganar las cinco expediciones efec-
tuadas entre 1410 y 1424, pero con un coste enorme de hombres y materiales.
De hecho, el emperador murió al volver de la quinta y última expedición.
Antes, en el sur, Yongle se implicó en una empresa desastrosa, la conquista
de Annam. A pesar de saber que Vietnam (Annam) estaba explícitamente en
la lista de países a los que su padre había prohibido invadir, Yongle organizó
un gran ejército con cuerpos de 10 provincias para atacarlo a través de Yunnan
y por mar. A petición del destronado emperador de la dinastía annamita de los
Tran, los chinos avanzaron sobre el norte de Vietnam en 1407, para acabar ca-
yendo en una emboscada en la que moriría el pretendiente al trono. Yongle
envió una expedición punitiva y cuando los vietnamitas se resistieron, decidió
convertir Vietnam en una provincia china, tal como lo había sido durante los
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que ha desaparecido, del mismo modo que sucedió con otra copia que se hizo.
Una parte sustancial del original podría estar dentro de la tumba del empera-
dor Jiajing, muerto en 1567, y aún sin excavar. Unos cuantos centenares de
volúmenes de la otra copia se destruyeron durante el saqueo del palacio de ve-
rano llevado a cabo por franceses e ingleses en 1860, y miles de páginas apa-
recieron en las librerías de segunda mano de Pekín, que fueron adquiridas por
los coleccionistas a principios del siglo XX. Otra obra importante de Yongle fue
la recopilación de todo el Tripitaka budista, con 6.771 secciones.
Yongle, que procedía del norte y se había destacado en varias expediciones
contra los mongoles, hizo trasladar la capital a su antigua base de Yan, Pekín.
El traslado, iniciado en 1402, se completó en 1421 e implicó una enorme mo-
vilización de fuerza de trabajo para construir lo que todavía hoy se conserva
en la Ciudad Prohibida: la Sala de la Suprema Armonía, centro simbólico de
todo el imperio, sala del trono de Yongle. Pero el traslado de la capital a Pekín
dependía de la recanalización del Gran Canal. En primer lugar, al encontrarse
éste en muy malas condiciones, se intentó enviar los suministros por mar,
pero los ataques constantes de los piratas japoneses obligaron a rehacer el
Gran Canal. En 1415 se habían construido 47 esclusas entre Hangzhou y Pekín
y se trasladaron a Pekín 335 batallones, es decir 235.000 hombres y sus fami-
lias, haciendo aumentar la población de la capital hasta casi dos millones.
Con Yongle, la política exterior de los Ming cobró unas dimensiones insólitas.
Al principio del reinado, la principal preocupación de Yongle venía de Tamerlan,
un jefe de ascendencia mongol que en el siglo XIV creó un poderoso imperio en
Asia central y que estaba preparando una invasión de China, de la que ésta se
salvó por la muerte repentina de Tamerlan. En el nordeste, la amenaza de los
jürchen planeaba sobre Manchuria y sólo podía ser frenada por medio de cam-
pañas ocasionales y regalos constantes; más hacia el oeste, las confederaciones
mongolas seguían activas: entre ellas destaca la de los oirats y la que reagrupó
las fuerzas que quedaban de la antigua dinastía Yuan bajo el nombre de Con-
federación Tártara. El uso sistemático de las armas de fuego por parte de los
chinos contra unos ejércitos que todavía dependían mayoritariamente de las
tácticas de caballería del siglo XIII les permitió ganar las cinco expediciones efec-
tuadas entre 1410 y 1424, pero con un coste enorme de hombres y materiales.
De hecho, el emperador murió al volver de la quinta y última expedición.
Antes, en el sur, Yongle se implicó en una empresa desastrosa, la conquista
de Annam. A pesar de saber que Vietnam (Annam) estaba explícitamente en
la lista de países a los que su padre había prohibido invadir, Yongle organizó
un gran ejército con cuerpos de 10 provincias para atacarlo a través de Yunnan
y por mar. A petición del destronado emperador de la dinastía annamita de los
Tran, los chinos avanzaron sobre el norte de Vietnam en 1407, para acabar ca-
yendo en una emboscada en la que moriría el pretendiente al trono. Yongle
envió una expedición punitiva y cuando los vietnamitas se resistieron, decidió
convertir Vietnam en una provincia china, tal como lo había sido durante los
 FUOC • P03/87003/01870 18 La China de los MIng
primeros mil años de nuestra era. Los vietnamitas tenían ya un estado sofisti-
cado con un sistema administrativo basado en el modelo chino; precisamente
porque era tan similar, Yongle decidió que Vietnam podía ser una provincia
china. Yongle destruyó la dinastía Tran, pero las guerrillas Le Loi implantaron
un estado duradero que repelió a los chinos y acabó conquistando Champa, el
sur de Vietnam. La rebelión contra los chinos estalló en 1418 y duró 10 años: en
1428 China tuvo que retirarse sin haber conseguido nada y dejando Vietnam en
manos de una dinastía que le era hostil. Finalmente, la guerra de Vietnam alertó
a todos los estados de la zona del peligro que representaban los chinos y también
les hizo ver la posibilidad de mantener la independencia política.
Uno de los hechos más destacados del reinado de Yongle fueron las grandes
expediciones marítimas que, conducidas por eleunuco Zheng He, recorrieron
todo el sureste de Asia y el océano Índico. En total, fueron siete expediciones:
1405, 1407, 1409 –que llega a la costa de Coromandel– 1413 –que llega al golfo
Pérsico–, 1417, 1421, 1431 –la quinta y séptima, efectuadas ya en vida del
sucesor de Yongle, llegan a África. Por otra parte, una serie de expediciones
laterales llegaron a Bengala, Siam, Brunei, Sulu y Filipinas. Ma Huan, uno de los
muchos musulmanes del séquito de Zheng He, escribió una relación de viaje
que proporcionó una descripción minuciosa de los países visitados y las
costumbres de los pueblos que vivían allí. 
Las expediciones estaban dirigidas por Zheng He, un musulmán de Yunnan
que a los diez años había sido hecho prisionero por las tropas Ming que esta-
ban conquistando Yunnan, había sido castrado y había sido enviado a palacio
para hacer de eunuco. Las capacidades de Zheng He y del equipo de eunucos
que encuadrará todas las expediciones dan una idea de la extraordinaria for-
mación que podían llegar a tener algunos de estos eunucos de palacio, tan de-
nigrados por los confucianos. El hecho de que las expediciones las dirigieran
eunucos explica de alguna manera, por su parte, la animosidad con la que se
opondrán a ello los confucianos. 
Los viajes volvieron con todo tipo de productos exóticos, principalmente es-
pecias, pero también animales raros como cebras, rinocerontes y jirafas. Pero
nada de todo ello se puso en circulación: todos estos tesoros se quedaron en
palacio para deleitar al emperador y nunca entraron en el mercado. 
Para estas expediciones se construyeron unas flotas inmensas: comparada
con lo que será la Armada Invencible de Felipe II en 1588, es decir 180 años
después, las flotas de Zheng He tenían en cada expedición más del triple de
barcos y más del doble de capacidad por barco. La potencia de estos barcos no
tenía símil posible en todo el mundo: aprovechando los avances en tecnología
marina introducidos con los Song, los barcos iban equipados con nueve más-
tiles, tenían timón fijo, brújulas y compartimentos estancos –que les permi-
tían tanto seguir navegando en caso de daños en una parte del casco como
dedicar algunos de los compartimentos a llevar pescado fresco. La primera ex-
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primeros mil años de nuestra era. Los vietnamitas tenían ya un estado sofisti-
cado con un sistema administrativo basado en el modelo chino; precisamente
porque era tan similar, Yongle decidió que Vietnam podía ser una provincia
china. Yongle destruyó la dinastía Tran, pero las guerrillas Le Loi implantaron
un estado duradero que repelió a los chinos y acabó conquistando Champa, el
sur de Vietnam. La rebelión contra los chinos estalló en 1418 y duró 10 años: en
1428 China tuvo que retirarse sin haber conseguido nada y dejando Vietnam en
manos de una dinastía que le era hostil. Finalmente, la guerra de Vietnam alertó
a todos los estados de la zona del peligro que representaban los chinos y también
les hizo ver la posibilidad de mantener la independencia política.
Uno de los hechos más destacados del reinado de Yongle fueron las grandes
expediciones marítimas que, conducidas por el eunuco Zheng He, recorrieron
todo el sureste de Asia y el océano Índico. En total, fueron siete expediciones:
1405, 1407, 1409 –que llega a la costa de Coromandel– 1413 –que llega al golfo
Pérsico–, 1417, 1421, 1431 –la quinta y séptima, efectuadas ya en vida del
sucesor de Yongle, llegan a África. Por otra parte, una serie de expediciones
laterales llegaron a Bengala, Siam, Brunei, Sulu y Filipinas. Ma Huan, uno de los
muchos musulmanes del séquito de Zheng He, escribió una relación de viaje
que proporcionó una descripción minuciosa de los países visitados y las
costumbres de los pueblos que vivían allí. 
Las expediciones estaban dirigidas por Zheng He, un musulmán de Yunnan
que a los diez años había sido hecho prisionero por las tropas Ming que esta-
ban conquistando Yunnan, había sido castrado y había sido enviado a palacio
para hacer de eunuco. Las capacidades de Zheng He y del equipo de eunucos
que encuadrará todas las expediciones dan una idea de la extraordinaria for-
mación que podían llegar a tener algunos de estos eunucos de palacio, tan de-
nigrados por los confucianos. El hecho de que las expediciones las dirigieran
eunucos explica de alguna manera, por su parte, la animosidad con la que se
opondrán a ello los confucianos. 
Los viajes volvieron con todo tipo de productos exóticos, principalmente es-
pecias, pero también animales raros como cebras, rinocerontes y jirafas. Pero
nada de todo ello se puso en circulación: todos estos tesoros se quedaron en
palacio para deleitar al emperador y nunca entraron en el mercado. 
Para estas expediciones se construyeron unas flotas inmensas: comparada
con lo que será la Armada Invencible de Felipe II en 1588, es decir 180 años
después, las flotas de Zheng He tenían en cada expedición más del triple de
barcos y más del doble de capacidad por barco. La potencia de estos barcos no
tenía símil posible en todo el mundo: aprovechando los avances en tecnología
marina introducidos con los Song, los barcos iban equipados con nueve más-
tiles, tenían timón fijo, brújulas y compartimentos estancos –que les permi-
tían tanto seguir navegando en caso de daños en una parte del casco como
dedicar algunos de los compartimentos a llevar pescado fresco. La primera ex-
 FUOC • P03/87003/01870 19 La China de los MIng
pedición de Zheng He movilizó 317 barcos, de los cuales 62 eran “Barcos Te-
soro”, con 120 metros de eslora y una capacidad de 3.100 toneladas de carga:
la Santa María de Colón tenía 24 metros de eslora y una capacidad de 280 to-
neladas, y sus tripulantes comían pan rancio, mientras que los de Zheng He
disponían de pescado fresco. En cada una de las expediciones iban entre
20.000 y 32.000 personas: aunque buena parte eran criminales sentenciados,
también viajaban especialistas en protocolo, astrólogos, jueces y traductores.
En uno de los barcos, por ejemplo, iban 180 médicos: ésta era toda la tripula-
ción con que contaría Vasco de Gama menos de un siglo después.
Las expediciones fueron motivadas, en primer lugar, por la necesidad de Yon-
gle de legitimarse: según la tradición, uno de los objetivos era ir a buscar a su
desaparecido sobrino. Este detalle es dudoso, pero por contra es seguro de que
conseguir relaciones tributarias en un radio sin precedentes era un hito con-
veniente para alguien que, a fin de cuentas, era un usurpador. Por otra parte,
la amenaza de Tamerlan desde Asia central era real, y las expediciones bus-
caban una acción disuasoria por mar. En cualquier caso, reabrir la ruta maríti-
ma era deseable, ya que la expansión de Tamerlan había echado al traste la
antigua ruta de la seda y cortado las comunicaciones por tierra. Las expedicio-
nes llevaban soldados, armas y cañones, pero en ningún caso iban a hacer la
guerra: sin duda intimidaban e inducían a la sumisión, pero China no lo apro-
vechó para añadir ni un metro de tierra a sus territorios.
Los viajes ponen de relieve que a principios del siglo XV, medio siglo antes que
los europeos, los chinos tenían la tecnología, la capacidad organizativa y los
recursos para lanzarse a una expansión naval, en especial por los mares del Sur
y del Índico que conocían bien desde los Song, y donde ya había colonias chi-
nas implantadas en los puntos neurálgicos de toda la red. Zheng He navegaba
con un mapa de las costas del Índico de más de seis metros de largo; en Sumatra
la expedición se relacionó con un grupo de chinos que vivían allí; y encontra-
ron piratas chinos en aguas de Malasia. A raíz del cuarto viaje, diecinueve países
enviaron tributo: el rey de Borneo incluso murió en China en 1408 y fue ente-
rrado en las afueras de Nanjing, donde todavía puede verse su tumba.
Pero aunque China tenía todas las precondiciones para devenir un gran poder
mercantil, ni se les

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