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Saga Sea Breeze 7 - Abbi Glines - Gabriel Solis

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| 4 
Staff 
Mel Wentworth 
 
Mel Wentworth 
Hansel 
Jeyly Carstairs 
Vane Hearts 
Karen B. 
Marie.Ang 
Julie 
NnancyC 
Umiangel 
Val_17 
Miry GPE 
Geraluh 
Dannygonzal 
Rihano 
Victoria. 
Ana Avila 
Beatrix 
Daniela Agrafojo 
Clara Markov 
FaBiis
 
 
 
Julie 
Lu 
Mel Wentworth 
Miry GPE 
Daliam 
Laurita PI 
Anakaren 
Daniela Agrafojo 
Vane hearts 
Janira 
 
Mel Wentworth 
 
Snow Q 
 
 
 
 
 
 
 
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Indice 
 
Sinopsis 
Prólogo 
Capítulo 1 
Capítulo 2 
Capítulo 3 
Capítulo 4 
Capítulo 5 
Capítulo 6 
Capítulo 7 
Capítulo 8 
Capítulo 9 
Capítulo 10 
Capítulo 11 
Capítulo 12 
Capítulo 13 
Capítulo 14 
Capítulo 15 
Capítulo 16 
Capítulo 17 
Capítulo 18 
Capítulo 19 
Capítulo 20 
Capítulo 21 
Capítulo 22 
Capítulo 23 
Capítulo 24 
Capítulo 25 
Agradecimientos 
Hold On Tight 
Sobre el Autor 
 
 
 
 
 
 
 
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Sinopsis 
La inocencia nunca estuvo destinada para los adictos... 
La adicción fue algo que Krit Corbin aceptó como parte de su naturaleza hace 
mucho tiempo. Decidió aceptarla y mostrarle el dedo a las reglas. Las mujeres siempre 
tuvieron el primer puesto en su lista de adicciones. No podía tener suficiente. Ser el 
cantante en una banda de rock sólo hizo que el acceso a su adicción favorita fuera 
mucho más fácil. 
Estar sola era lo único que Blythe Denton conocía. La familia pueblerina del 
ministro que la crió, nunca la aceptó como una de los suyos. La esposa del ministro 
siempre se aseguró de que Blythe entendiera cuán poco merecedora de amor era. 
Cuando la despachan para ir a la universidad y tiene la oportunidad de ser finalmente 
libre de vivir como una carga indeseada, espera con ansias tener algo paz en su vida. 
Estar sola no es algo que le moleste. Escapa de la realidad con las historias que escribe. 
Aun así, el chico ridículamente sexy y tatuado que sigue dando fiestas en el 
departamento sobre el suyo la está volviendo loca. Para empezar, no la trata como 
esperarías que alguien que está siempre con una mujer diferente colgando de su brazo, 
trate a alguien poco interesante como ella. Ella no luce para nada como las hermosas 
mujeres que ve desfilando dentro y fuera de su departamento, pero por alguna extraña 
razón, él sigue apareciendo en su puerta. 
Durante una fiesta en su departamento, la nueva vecina de Krit viene a la puerta 
con su largo cabello castaño en un nudo desordenado y un par de gafas posadas sobre 
su linda naricita. Ella quiere que baje la música, pero él la convence de quedarse. 
Puede que Krit Corbin acabe de encontrar su mayor adicción hasta ahora. Y 
Blythe Denton se da cuenta demasiado tarde de que finalmente la han reclamado. 
Sea Breeze, #7 
 
 
 
 
 
 
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Prologo 
 
Traducido por Mel Wentworth 
Corregido por Julie 
 
Blythe 
—Ve a la cama, Blythe. Y no te olvides de rezar. —La voz de la Sra. Williams 
interrumpió mis pensamientos. Me alejé de la ventana en la que me sentaba y miré a la 
mujer‖que‖era‖mi‖tutora.‖No‖me‖refería‖a‖ella‖como‖“madre”‖porque‖cometí‖ese‖error‖una‖
vez y me golpeó con un cinturón. 
—Sí, señora —respondí, y me bajé del asiento de la ventana que amaba tanto. Era 
la única cosa que se sentía como si fuera verdaderamente mía. Pedí un asiento en la 
ventana como este cuando lo vi en una película. La Sra. Williams me llamó egoísta y 
materialista. Me golpearon por hacer un pedido como ese. 
Pero su esposo, el pastor Williams, me sorprendió con uno la mañana de 
Navidad. Valió la pena los castigos secretos que recibí después de parte de la Sra. 
Williams por hacer que su esposo pecara para darme un regalo. 
La Sra. Williams continuó mientras me levantaba del asiento. —Recuerda 
agradecerle a Dios por estar viva y no muerta como tu madre —espetó. El tono en su 
voz era especialmente repugnante esta noche. Estaba enojada por algo. Odiaba cuando 
se enojaba. Eso significaba que me iba a castigar incluso si no era extra buena. Incluso 
aunque yo no fuera la causa de su enojo. 
—Sí, señora —respondí de nuevo. Me encogí cuando habló de la madre que 
nunca conocí, y de su muerte. Odiaba oír los detalles sórdidos de cómo mi madre sufrió 
por sus pecados. Hacía que odiara más a Dios. Por qué era tan malo y lleno de 
venganza, no lo entendía. Pero con los años me di cuenta que la amabilidad que vi en el 
pastor Williams es como en verdad debía ser Dios. 
—Y —continuó la Sra. Williams—, dale las gracias por el techo sobre tu cabeza 
que no te mereces —escupió. 
 
 
 
 
 
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Me recordaba seguido que no merecía la bondad que me daban ella y el pastor 
Williams. Me acostumbré a eso también. Eran lo más cercano a unos padres que conocí 
en mis trece años en la tierra. Mi madre murió dándome a luz. Se encontraba enferma de 
neumonía, y fue un milagro que yo viviera. Nací seis semanas antes. 
—Sí, señora —respondí de nuevo, caminando lentamente hacia mi cama. Quería 
que saliera de mi habitación antes de que me acercara demasiado a ella. Le gustaba 
golpearme, pero a mí no me gustaba que me golpearan. 
Se paraba con los hombros rectos y la nariz hacia arriba así tenía que bajar la 
mirada hacia mí. Su cabello rojizo era largo y estaba tirado hacia atrás en un moño 
tirante. Los lentes con borde negro que usaba hacían que sus ojos marrones y recelosos 
se vean más siniestros. 
—Y, por supuesto, dale las gracias al Señor por tu salud. Aunque eres 
excepcionalmente fea y no tienes esperanza de belleza alguna, deberías estar agradecida 
de‖estar‖viva.‖Que‖est{s‖sana.‖Porque‖no‖te‖lo‖mereces…‖ 
—Es suficiente, Margaret —la interrumpió la voz del pastor Williams. No era la 
primera vez que me decía que era fea. Cómo el pecado de mi madre me hizo poco 
atractiva. Cómo nunca nadie me amaría porque era difícil incluso mirarme. Acepté mi 
vida hace mucho tiempo. No me miraba en un espejo si podía evitarlo. Odiaba ver ese 
rostro devolviéndome la mirada. El que hacía que la Sra. Williams me odiara, y que el 
pastor Williams me tuviera lástima. 
—Necesita saberlo. 
—No. No es así. Solo estás enojada y te la agarras con Blythe. Déjala en paz. No te 
lo volveré a advertir. Esto tiene que parar —le susurró a su esposa, pero igual todavía 
podía oír su voz profunda. 
Cuando sea que la encontrara diciéndome cuán fea era o recordándome de los 
pecados que me atormentarían toda mi vida, la corregiría y le diría que se fuera. Dejé 
que el alivio viniera porque sabía que al día siguiente o así él la estaría observando. Ella 
no se me acercaría. Haría muecas y se quedaría en su habitación. 
No le di las gracias porque sabía que me ignoraría, se daría la vuelta y se alejaría 
como siempre. No le gustaba mirarme tampoco. Las pocas veces en mi vida que en 
verdad me miró, podíaverlo hacer un gesto de dolor. Especialmente en el último 
tiempo. Me volvía más fea. Tenía que ser eso. 
 
 
 
 
 
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Un día voy a ser lo suficientemente mayor como para dejar este lugar. No tendría 
que ir a la iglesia y escuchar sobre el amoroso Dios a quien estas personas servían. El 
que me hizo tan fea. El que me quitó a mi madre. Quería escapar de todo esto y 
esconderme en una pequeña ciudad donde nadie me conociera. Un lugar donde pudiera 
estar sola y escribir. En mis historias podía ser hermosa. El príncipe me amaría, y yo 
sabría lo que se sentía pertenecer. Amaba mis historias. Incluso si ahora se encontraban 
todas en mi cabeza. 
—Ve a la cama, Blythe —dijo el pastor Williams mientras se giraba para seguir a 
su esposa por el corredor. 
—Sí, señor. Buenas noches, señor —respondí. 
Se detuvo, y esperé para ver si decía más. Si se daría la vuelta y me sonreiría. O si 
solo me miraría. Tal vez me aseguraría que el pecado de mi madre no iba a controlar mi 
vida por siempre. Pero nunca lo hizo. Solo se quedó allí dándome la espalda por un 
momento antes de que sus hombros se hundieran mientras se alejaba. 
Un‖día…‖sería‖libre. 
 
 
 
 
 
 
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1 
 
Traducido por Hansel 
Corregido por Lu 
 
Blythe 
Era tan fea en el interior como en el exterior. Era la única explicación para el 
hecho de que no había podido llorar ni una sola lágrima. Ni siquiera había salido una 
falsa lágrima en el funeral de la señora Williams. Sabía que las personas de la iglesia 
pensaban que era mala. Lo podía ver cuando me miraban. Pero todos ellos habían sido 
testigos de primera mano cuando me vieron no mostrar ni una pequeña mueca de 
emoción al situarme al lado del Pastor Williams mientras enterraban a su esposa. Ella 
había sido diagnosticada con un tumor cerebral hacía sólo cinco meses. Se encontraba en 
la quinta etapa, y no había nada que pudieran haber hecho. 
La congregación se había detenido para verla, y la casa parroquial había sido 
inundada de guisos, pasteles y flores. Me habían dicho que me quedara fuera de la vista. 
Sólo la habría molestado. El Pastor Williams había sido amable cuando me instruyó que 
me quedara en mi habitación cuando regresé a casa de la escuela, pero todavía me 
dañaba. Esperaba hasta estar segura de que se encontraran dormidos casi todas las 
noches para colarme en la planta baja y arreglar algo para comer para la cena. El 
suministro sin fin de alimentos lo había hecho fácil. 
Cuando por fin había tomado su último aliento, la enfermera había llegado y 
llamado a mi puerta para informarme. Me habían pedido que llamara al Pastor Williams 
a la iglesia y le dijera que volviera a casa. No había sentido nada. Ni una emoción por 
las noticias. Me había dado cuenta entonces que ella había tenido razón todos esos años. 
Yo era mala. Sólo alguien realmente malo podía ser tan indiferente a la muerte. La 
señora Williams había tenido sólo cincuenta y cuatro. Pero entonces, era mucho mayor 
de lo que mi madre había sido cuando murió, ella había tenido sólo veinte. 
Todo estaba detrás de mí ahora. Esa vida había terminado y se hallaba en mi 
pasado. 
 
 
 
 
 
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Me puse de pie fuera del edificio de apartamentos que daba a la vista de la costa 
del Golfo de Alabama y me dejé entender que esta era ahora mi casa. Estaba muy lejos 
de la vida que había vivido en Carolina del Sur. Me gustaría tener una nueva vida aquí. 
Una en la que pudiera sentarme, escribir mis historias y asistir a la Universidad. 
El Pastor Williams quiso deshacerse de mí. Le agradecía por eso porque 
necesitaba una manera de liberarme de ese lugar. Llamó a un amigo suyo y me metió en 
una universidad comunitaria a diez horas de distancia de la ciudad llena de gente que 
me odiaba. Me compró un apartamento en la playa e incluso me consiguió un trabajo 
como secretaria de la iglesia. Tenía un amigo que era pastor de una iglesia en Sea 
Breeze, Alabama. Era una de las razones por las que me envió aquí. Había algunas 
personas que me ayudarían a prepararme mientras él permanecía en Carolina del Sur. 
Oí al Pastor Williams en el teléfono explicándole al hombre que sería mi jefe que 
yo no era buena con la gente y estaba protegida. Lo que no era del todo cierto. Había ido 
a una academia de chicas Cristianas, y todo el mundo había pretendido que no existía. 
No era mi culpa que sus madres les hubieran dicho acerca del mal dentro de mí. Nunca 
tuve la oportunidad de estar realmente alrededor de personas que quisieran tener nada 
que ver conmigo. 
Antes de tomar las cajas de la camioneta, quería revisar el apartamento. El Pastor 
Williams me dio una camioneta, también. Agarrando mi bolso y las llaves que había 
colocado en un sobre, junto con mil dólares en efectivo, salté fuera de la vieja camioneta 
y me dirigí a las escaleras. Ninguno de los apartamentos se hallaba al nivel de la calle. 
Todos estaban sobre soportes por encima del suelo. Pensé que eso era para los 
momentos en los que el agua subía... o durante los huracanes. No iba a pensar en los 
huracanes. Ahora no. 
Puse la llave en la cerradura y la giré antes de empujar la puerta para abrirla. Se 
abrió de par en par, y me llevó a paredes amarillo claro y muebles de mimbre blanco. 
Todo era muy costero. Lo amé. 
Sonriente, entré y di la vuelta en un círculo con los brazos muy abiertos. Eché la 
cabeza hacia atrás, cerré los ojos y me dejé disfrutar de la soledad. Nadie me conocía 
aquí. No era la chica mala que estaba bajo el cuidado del pastor. Era sólo yo. Blythe 
Blakely. Y era una escritora. Una reclusa y excéntrica escritora a quien no le importaba 
cómo se veía. No importaba. Era libre. 
Voces masculinas fuertes riendo y lanzando insultos en el pasillo interrumpieron 
mi momento tranquilo de alegría. Dejé caer los brazos para girar y choqué la mirada... 
 
 
 
 
 
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con... un chico. Azul. Al igual que el cielo en un día claro y soleado. Eso era todo en lo 
que podía concentrarme. Nunca había visto unos ojos tan azules. Eran tan 
sorprendentes, casi impresionantes. Las voces de sus amigos fueron desapareciendo, 
pero todavía estaba allí de pie. Entonces me di cuenta.... ¿Llevaba puesto delineador de 
ojos? Bajé los ojos para disfrutar del resto de su cuerpo. 
La ceja perforada y la colorida piel tatuada cubriéndole los brazos me hicieron 
volver con la mirada hacia su rostro. Al parecer el pelo rubio platino terminaba el look 
salvaje. 
—¿Listo, amor? ¿O es mi turno? —El dejo de burla en su baja voz ronca me 
recordó al chocolate caliente. Me hizo sentir casi vertiginosa. 
Sin estar segura de lo que hablaba, miré de nuevo a sus ojos divertidos. —Yo, eh... 
—¿Yo qué? No sabía qué decir—. No sé a lo que te refieres —Finalmente dije 
honestamente. ¿Debo disculparme por mirarlo? 
—¿Has terminado de registrarme? Debido a que no me gustaría interrumpirte. 
Oh. Mi cara se calentó, y sabía que mis mejillas eran de color rojo brillante. ¿En 
qué estaba pensando, al dejar la puerta abierta para que el mundo me vea? No estaba 
acostumbrada a esto. Mantener la distancia de los hombres en general me hizo 
extremadamente inepta al hablar con uno. Sin embargo, éste no me miraba con esa 
mueca que me ponía nerviosa. Estaba acostumbrada a la mirada de los hombres que 
pensaban que iba a hacer cosas malas con ellos. Lo feo que veían no parecía disuadirlos 
de querer ver si era tan mala como se decía. 
—Son sólo algunos tatuajes y un par de perforaciones, amor. Prometo que soy 
inofensivo —dijo esta vez con una sonrisa en su rostro. 
Me las arreglé para asentir. Debería decir algo. No estaba segura de qué decir. Él 
esperaba que hablara. —Me gustan —espeté con nerviosismo. Eso sonó estúpido. 
Levantó una ceja, y una sonrisa tocó sus labios—. Los tatuajes, son buenos. Coloridos. 
Uh... Yo... —Sonaba como una idiota. No podía salvarme de este desastre. Cerrando los 
ojos, así no tenía que ver esos ojos azules mirándome, toméuna respiración profunda—. 
No soy buena para hablar con las personas, chicos, gente, nadie realmente. —¿Realmente 
le he dicho eso? 
Si él solo hubiera girado y salido, entonces podríamos haber olvidado este 
momento para siempre. Me forcé a abrir los ojos y lo atrapé estudiándome con esa 
 
 
 
 
 
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sonrisa aún en los labios. Iba a pensar que estaba loca. Tal vez visitaba a alguien aquí y 
no vivía en este complejo. Realmente no quería enfrentarlo de nuevo. Nunca. 
Presionó la yema del pulgar en su labio inferior y mordió la punta antes de reír y 
sacudir la cabeza. —No estoy seguro de haber conocido antes a nadie como tú —dijo 
antes de dejar caer la mano de nuevo a su lado. 
Estaba segura de que no lo había hecho. 
—Krit, amigo. —Una voz masculina llamó desde lo que sonaba como el segundo 
piso—. Tenemos, como, treinta minutos para estar allí. Ve a bañarte y cambiarte. 
—Mierda —murmuró, bajando la mirada a su teléfono mientras lo sacaba de su 
bolsillo—. Me tengo que ir. Pero te veo por ahí, pequeña bailarina —dijo con un guiño, y 
luego dio un paso atrás y siguió por el pasillo. 
¿Pequeña bailarina? Oh. Me tapé la cara con las dos manos. Él me había visto 
dando vueltas como una idiota. Claro que esperaba no volverlo a ver. Sólo quería vivir 
la vida sin llamar la atención. Estaba dejando esa vida, aquella en la que la gente me veía 
mientras reían. No quería dar a nadie munición para burlarse de mí. Ser invisible no 
podía ser tan difícil. 
A menos que trates de hablar con chicos, genia, pensé para mí. Caminando hacia la 
puerta, cerré con llave. La próxima vez que quisiera hacer algo así como girar en 
círculos, necesitaba cerrar la puerta primero. 
 
 
 
 
 
 
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Krit 
Esa noche teníamos un concierto en Live Bay. Era un club de la ciudad que 
atraía a turistas y locales. Nos habíamos convertido en un favorito del público en 
los últimos dos años, por lo que tres noches a la semana tocábamos en el club 
ganando cuatrocientos cincuenta dólares por cada uno de nosotros. Live Bay, junto 
con el bar en el que tocamos a una hora de distancia en Florida, y otro club en 
Mobile, Alabama, ambos conciertos semanales, nos permitía a cada uno de 
nosotros ganar más de mil dólares por semana sólo tocando. 
Green, mi mejor amigo y el bajista en nuestra banda, Jackdown, y yo 
compartíamos un apartamento. Sin embargo, siempre teníamos gente allí. Éramos 
una familia. Lo habíamos sido desde que empezamos esta cosa. Aparte de mi 
hermana mayor, Trisha, no había tenido una familia, de verdad. Nuestro hogar 
había apestado durante el crecimiento. Ahora Trisha tenía a su marido, Rock, y a 
los tres niños que habían adoptado. Se las arreglaba la mayoría de los jueves para 
verme actuar, pero eso era todo. Solía ser que ella no se perdía ni uno de mis 
shows. 
Sin embargo, lo entendía. No me molestaba. Finalmente tuvo la familia que 
siempre había deseado, y era feliz. Eso era suficiente. Era una muy buena madre, y 
esos niños eran afortunados de que ella fuera de ellos ahora. 
Tuvimos un buen espectáculo a pesar de que Trisha no estaba allí. Pero la 
pelirroja que había decidido llevar a casa esa noche me tiraba del brazo, 
requiriendo atención. No había tenido suficiente para beber, y me perdía en mis 
pensamientos en lugar de centrarme en sus pechos, que tanto quería que viera. Ya 
los había notado. Eran una de las razones por las que iba a mi casa. 
—Me estás ignorando —la chica hizo un puchero, sobresaliendo los labios, 
que estaban pintados de un color rojo oscuro. Me gustaban los labios rojos. Otra 
razón por la que se encontraba conmigo. 
—Tranquila. Tiene un gatillo fácil después de un concierto —dice Green de 
nuevo desde el asiento del conductor. Él sabía lo molesto que podría ponerme con 
las niñas necesitadas. Sólo quería que estén dispuestas y fáciles. 
—Sólo estoy asegurándome de que no ha cambiado de opinión —respondió 
la chica. 
 
 
 
 
 
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—Cuando cambie de opinión, amor, lo sabrás —dije, luego me incliné para 
probar sus labios rojos. Tenían el sabor de los dulces que había estado chupando 
antes, y la cerveza. Era un buen sabor. Quería un poco más. 
Green rio desde el asiento delantero cuando el coche se detuvo. —Mira, él es 
todo diversión y juegos si sólo lo dejas ser —dijo. 
Rompí el beso y bajé del coche. Estaba listo para una bebida y un poco de 
música. Y un montón de gente. Necesitaba la multitud. —¿Vienen todos? —le 
pregunté a Green mientras le tendía la mano a la chica. Rápidamente salió del 
coche y se abrazó a mí. 
—Probablemente ya estén aquí —respondió. A la banda le gustaba quedarse 
en nuestra casa en las noches que tocamos en Live Bay. Hemos mantenido la 
puerta abierta para los vecinos. En vista de que todos eran estudiantes 
universitarios, nunca se quejaron. Ellos venían y se unían a la fiesta. 
—¿Cuál es tu nombre? —le pregunté a la chica en mi brazo. 
Miré hacia ella para ver sus labios fruncidos. Me lo había dicho antes, pero 
no me había importado. No había estado seguro de si iba a pasar la noche con ella 
en ese momento. Ahora quería saber. No follo a una chica sin saber su nombre. 
—Jasmine —respondió ella, y luego se echó el pelo rojo por encima del 
hombro. 
Jasmine parecía tener un poco de temperamento con ese pelo rojo suyo. 
Normalmente, me hacía gracia, pero no esta noche. Estaba de mal humor. 
La música ya sonaba cuando comenzamos a subir las escaleras. No había 
duda de que venía de nuestro apartamento. Matty, nuestro baterista, siempre 
agarraba una chica o tres rápidamente y dejaba el club después de haber 
terminado nuestro concierto. Pero la mayoría de las veces llegaba primero al 
apartamento si sus hembras no lo demoraban. 
—Parece que la fiesta ya ha comenzado. Voy a salir temprano e ir a buscar 
un lugar para estudiar —dijo Green mientras desaceleraba para caminar a mi lado. 
Green casi había terminado la facultad de derecho. Iba a tomar el examen en 
seis meses. Estaba orgulloso de él, pero también sabía que las cosas cambiarían 
pronto. Él no iba a ser capaz de seguir la ley y vivir como vivíamos. Rara vez se 
quedaba para las fiestas. Siempre se escapaba para ir a estudiar. Eventualmente lo 
iba a perder, pero quería que él tuviera éxito. 
 
 
 
 
 
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—Debemos mover las fiestas a lo de Matty de ahora en adelante —dije, 
sintiendo culpa de que Green tuviera que dejar su lugar para poder estudiar. 
Green negó con la cabeza. —Claro que no. El idiota no siempre limpia, y su 
apartamento es pequeño como la mierda. Además, no nos metamos con algo 
bueno. He llegado hasta aquí haciéndolo de esta manera. Funciona. 
Desde que éramos niños, Green había sido el inteligente. El que siempre se 
sacrificó. Él hacía que las cosas sucedan. Pero de alguna manera yo siempre había 
sido el centro de atención. Realmente no parecía justo. 
—Sólo di la palabra cuando quieras cambiar eso —dije, y luego eché un 
vistazo a la puerta del apartamento cerrado que pasábamos. 
Una sonrisa tiró de la esquina de mis labios. Maldición, la chica había estado 
girando alrededor de su adorable apartamento. Nunca había visto tanto pelo largo 
y grueso ni tan oscuro, casi negro. Entonces esos ojos suyos habían sido 
jodidamente increíbles. Ni siquiera estaba seguro de qué color eran exactamente. 
Parecía que eran avellana, pero me recordaron a joyas. Habían sido sorprendentes 
en un primer momento. 
A pesar de que había estado usando pantalones holgados y una gran 
camiseta, pude ver las curvas debajo. Sólo iba a tener que imaginar cómo en 
realidad se veía porque no tocaría eso. La inocencia pura de esa chica era espesa. 
Ella apenas había sido capaz de formar palabras para hablar conmigo. 
Malditamente adorable era lo que había sido. Y no lo hago adorable. Nunca. 
La mano de Jasmine se deslizó hacia abajo sobre mis vaqueros y tomó mis 
bolas. —Me gusta chupar —susurró en mi oído. 
—Bueno. Me puedes mostrar cuánto tanpronto como entramos en la 
habitación —dije y le agarré el culo. 
Al parecer, esa había sido toda la atención que necesitaba, porque comenzó 
a desabrocharme los vaqueros antes de llegar a la puerta de mi apartamento. 
Green se volvió para decirme algo y vio su mano ocupada trabajando en mis 
vaqueros. Se rio, rodó los ojos y luego entró en el apartamento, que ya estaba lleno 
de varios de los chicos que vivían a nuestro alrededor, y algunos lugareños que 
estaban en las fiestas con nosotros con regularidad. Por supuesto, había un montón 
de chicas. Sólo en caso de que Jasmine no funcionara. 
 
 
 
 
 
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2 
 
Traducido por Jeyly Carstairs 
Corregido por Mel Wentworth 
 
Blythe 
El sol atravesó las persianas de las ventanas, despertándome mucho antes 
de lo que hubiera querido. Alcancé la almohada y me cubrí el rostro con un 
gemido. Había sido más de las tres de la mañana antes de que el ruido de arriba 
terminara y fuera capaz de conciliar el sueño. Me quedé esperando que los policías 
aparecieran y terminaran la fiesta. Seguramente había otras personas en este 
complejo que habían estado tratando de dormir. 
Pero la policía nunca llegó. La música continuó sonando, y los golpes en el 
techo solo empeoraron. Tenía la esperanza de que se divirtieron, celebrando lo que 
sea que celebraban, pero esperaba que nunca lo hicieran de nuevo. Aún tenía una 
semana antes de que mis clases comenzaran. Lo que significaba que tenía una 
semana para conseguir las cosas que necesitaba y acomodarme en mi apartamento. 
Incluso agotada no pude evitar que una sonrisa se arrastrara a través de mi 
rostro. Usando unas bragas y una camiseta sin mangas, me encontraba a punto de 
levantarme e ir a prepararme el desayuno. Luego iba a sentarme y comer en el sofá 
sin preocuparme de que alguien me hiciera sentir inoportuna. Era libre. Finalmente 
me encontraba sola, y aquí no había nadie que me desaprobara. 
Quitándome las sabanas, me levanté de la cama y bajé la mirada. 
Normalmente, la primera cosa que hacia cuando me levantaba era tender la cama o 
sufrir un castigo. Ahora no estaba segura de si volvería a tender la cama otra vez. 
Con un salto en mi paso me dirigí a la cocina para hacer café y tostar un bagel. 
Luego haría una lista de cosas que necesitaba para la escuela y mi 
apartamento. Aunque este venía con muebles que el Pastor Williams dijo eran 
parte del pago mensual, no tenía cosas como cortinas o un abrelatas. La cortina de 
la ducha era también de un blanco desnudo. Quería añadir algo de color, y puesto 
 
 
 
 
 
| 19 
que se suponía no podía pintar las paredes, tenía que añadir color en otra parte. 
Tal vez podría encontrar unos cojines para el sofá y algunas pinturas para las 
paredes. No tenía un presupuesto ilimitado, por lo que debía tener cuidado. 
Además, no empezaba a trabajar por otra semana, y luego sería otra semana 
antes de recibir mi primer cheque. Algunas cosas tendrían que esperar hasta más 
tarde. Pero podría empezar hoy. 
Ropa. Necesitaba algunos atuendos que no fueran usados y enormes o que 
hubieran salido de una tienda de segunda mano. Realmente necesitaba comprar 
algunas cosas básicas para atravesar los próximos meses en la escuela y el trabajo. 
No podía ir a trabajar en lo que tenía justo ahora. Sabía que la ropa no cambiaría la 
forma en que me veía, pero al menos me ayudarían a parecer más presentable. 
Decidí mantener las almohadas que venían con el sofá. Y las pinturas de las 
paredes podían esperar. 
 
*** 
 
Me tomó un poco más de una hora encontrar dos pares de pantalones cortos 
y una falda de mezclilla que me quedara por encima de las rodillas. Nunca había 
usado nada que dejara ver mis piernas antes. Era a la vez aterrador y estimulante. 
Incluso mejor que dejar la cama sin tender. Luego me compré un par de pantalones 
vaquero que en realidad me quedaban bien. Casi demasiado bien. Una vez que 
tuve pantalones, fui a buscar tops. Compré cuatro blusas y dos camisetas sin 
mangas. Finalmente escogí un par de zapatillas que funcionarían mejor para el 
trabajo y la escuela. Eran todo lo que realmente necesitaba, pero los zapatos de 
tacón alto de color rosa me llamaron la atención. Nunca había tenido zapatos con 
tacón, o zapatos que pudieran ser considerados bonitos, de hecho. Estos no eran 
muy elegantes y podrían ser usados con la falda y dos de mis blusas. Incluso 
podría usarlos con los pantalones cortos. Había visto chicas hacer eso antes. 
Intenté varias veces alejarme de ellos, pero al final tomé la caja con mi talla y 
caminé a la caja registradora para pagar por ellos antes de que pudiera cambiar de 
opinión otra vez. Iba a vivir de manera diferente aquí. Estos tacones eran un 
símbolo de esta nueva vida. 
 
 
 
 
 
| 20 
Llevar todas las bolsas hasta mi apartamento no era exactamente divertido. 
Me encontraba en la primera planta, pero también estaba la playa. Así que tenía 
que subir un tramo de escaleras sólo para llegar al primer piso. Las personas sobre 
mí tenían que caminar aún más lejos. No había ascensores aquí, ya que eran sólo 
dos plantas. Me tomó cinco viajes llevar todo a mi apartamento. Pero entonces mi 
energía se renueva con la emoción de colocar las cosas en su lugar. 
Cuando me giré para cerrar la puerta del apartamento mis ojos se 
encontraron con unos azules eléctricos que vi ayer. Ese tipo se encontraba de pie 
allí de nuevo, apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre el 
pecho y una sonrisa en su rostro. 
—Parece que alguien se fue de compras muy temprano esta mañana —dijo 
con esa voz ronca que hacía que mi cuerpo hiciera cosas raras. 
Asentí, con miedo de la estupidez que saldría de mi boca si trataba de 
hablar con él de nuevo. De repente deseé que me hubiera puesto uno de mis 
nuevos conjuntos y llevarlo a casa. Lo que era tonto. No debería importarme el 
aspecto que tenía por este chico. 
—Mi banda toca en vivo en Live Bay los jueves, viernes y sábados en la 
noche. Deberías parar una noche y vernos. Incluso te invitaría a una copa durante 
mi descanso —dijo con esa sonrisa divertida aún en sus labios. 
¿Se burlaba de mí? 
Tenía que responder esta vez. Asentir de nuevo sería grosero. —Está bien. 
Voy‖a‖hacerlo‖una‖noche…‖tal‖vez‖—contesté. No estaba segura de si iría a Live 
Bay —donde sea que fuera— pero decirle no parecía imposible. 
—Te buscaré, entonces. —Se enderezó de su postura relajada—. Nunca 
conseguí tu nombre. 
Mi nombre. Quería saber mi nombre. Podía responder eso con bastante 
facilidad. —¿Blythe? —respondí, deseando que no hubiera sonado como si 
estuviera preguntándoselo en lugar de diciéndoselo. 
Hizo un guiño. —Se adapta —respondió, luego salió sin decir nada más. No 
me había dicho su nombre, pero lo recordaba desde ayer cuando su amigo lo 
llamo. Krit. Era un nombre poco común. Me preguntaba si era una abreviatura de 
algo. Caminando hacia la puerta, la cerré y obligué a todos mis pensamientos sobre 
 
 
 
 
 
| 21 
lo sexy que los ojos de Krit se vieron sin delineador de ojos negros lejos de mi 
mente. 
 
 
 
 
 
 
| 22 
Krit 
—Necesito algo más que esa mierda de cerveza —se quejó Legend, nuestro 
teclista, hundiéndose en una silla cómoda que pertenecía a Green. 
Me incliné hacia adelante besé el oído de la chica que se encontraba en mi 
regazo, y me relajé en el sofá. —¿Por qué no vas a conseguirle a Legend un poco de 
Whisky en las rocas, amor —No era una pregunta, y lo sabía. Britt era una de las 
chicas que veía de vez en cuando. No había visto a la mayoría de las chicas más de 
una vez, pero había unas cuantas que eran buenas sin los accesorios. El hecho de 
que Britt era agradable y flexible, era una con quien me veía según mi estado de 
ánimo cada pocas semanas más o menos. Algunas veces nos veíamos 
regularmente. Sólo dependía de cómo iban las cosas en mi vida. 
Legend estaba tan ocupado viendo televisiónque no podía ser oído sobre la 
música y voces. Había más de treinta personas en mi apartamento. Varios miraban 
el partido de futbol en la pantalla plana. Era una noche temprana para nosotros. 
No había planeado una fiesta esta noche, pero los chicos llegaron y Green no tenía 
que estudiar por una vez. Así que sucedió. 
Britt se pavoneó hacia Legend y se inclinó mientras le daba su bebida para 
asegurarse de que tuviera una buena vista de su culo. Apenas cubierto con la falda 
que llevaba. Riendo de sus intentos, tomé un sorbo de cerveza y levanté la mirada 
para ver a Green de pie y hablando con alguien en nuestra puerta abierta. 
Normalmente, la gente simplemente entraba, pero quienquiera que fuese, 
no iba a venir. Sólo hablaban con Green. Él hizo un gesto con la mano y dio un 
paso atrás en invitación. Era Blythe. Sus ojos recorrieron la habitación de personas 
con nerviosismo, pero no entró. Tampoco parece que me notara. Entonces Green 
extendió la mano y tomo la suya, jalándola dentro de la habitación. 
Solo me di cuenta de la estúpida sonrisa de Green ante mis ojos de golpe 
regresando a Blythe. Mierda, no usaba ropas holgadas esta noche. Esas curvas que 
pensé había visto que ocultaba bajo esa ropa horrible estaban ahí para que el 
mundo las veas. Un par de pantalones cortos negros que mostraba las piernas 
exhibiéndose desde el maldito cielo, solo superadas por la parte superior del top 
que cubría un impresionante par de tetas. Luego reúne todo eso junto con las gafas 
sobre su linda naricita. No las había tenido antes, pero demonios, eran atractivas. 
 
 
 
 
 
| 23 
Me di cuenta que Green caminaba con ella hacia mí. Britt deslizó su brazo 
alrededor de mí, dejándose caer nuevamente sobre mi regazo, y empezó a 
mordisquear mi cuello. 
—Eh, hombre, ¿puedes liberarte el tiempo suficiente para venir aquí un 
segundo? —preguntó Green, sonando incómodo. Los ojos de Blythe se agrandaron 
mientras observaba a Britt. Joder, la inocencia estaba allí, brillando como una señal 
de advertencia. Como si la necesitara. Sabía que la chica no se hallaba a mi 
velocidad. Pero, maldita sea, se encontraba aterrada. Quería levantar el brazo y 
deshacer ese moño desordenado que sostenía su cabello. 
Alejé a Britt de mi regazo y me puse de pie. Los ojos de Blythe fueron de 
Britt a mí, y luego bajó la vista para estudiar el suelo. Noté que la mano de Green 
se apoyaba en su brazo como si estuviera allí para protegerla del peligro de ser 
necesario. No me gustaba eso. No me encontraba seguro de por qué, pero no lo 
hacía. Ella le permitía mantener la mano sobre ella también. 
—¿Decidiste venir a la fiesta, amor? —pregunté, manteniendo la sonrisa en 
su lugar así no la asustaba con la mueca que tuve la tentación de darle a Green. Era 
un hijo de puta caliente. Blythe no se hallaba a su velocidad tampoco. 
—No, no es por eso que está aquí. ¿Podemos hablar esto afuera, donde no 
tengamos que hablar tan fuerte? —Green me preguntó con una mirada afilada. 
¿Cuál era su problema? 
Blythe miró hacia atrás con nostalgia a la puerta como si salir de allí fuera 
todo lo que quería en el mundo. 
—Por supuesto —respondí, y Blythe se dio la vuelta y corrió hacia la puerta. 
Green se encogió de hombros y se giró para seguirla. 
Miré hacia atrás a Britt, que nos observaba de cerca. Hice un gesto 
diciéndole que estaría de regreso, y luego me dirigí hacia la puerta. 
Green se encontraba de pie preguntándole a Blythe su nombre, y ella le dio 
una sonrisa tímida que era más de lo que recibí. ¿Qué demonios? Green no era 
encantador. Yo lo era. 
—¿Cuál es el problema? —pregunté mientras me unía a ellos en el pasillo. El 
tono molesto en mi voz no pasó desapercibido para Blythe. Sus ojos se abrieron, y 
comenzó a retorcerse las manos frente a ella con nerviosismo. 
 
 
 
 
 
| 24 
—Krit, esta es nuestra nueva vecina, Blythe. Vive directamente debajo de 
nosotros —dijo en un tono que fue, obviamente, tratando de compensar el mío. 
—Nos hemos encontrado —le dije, balanceando mi mirada a la suya. Sus 
mejillas se tornaron de color rosa brillante. ¿Por qué? No dije nada para 
avergonzarla. 
—Ah, está bien. Bueno, estamos siendo desconsiderados con nuestro nivel 
de ruido. Se trata de dos noches en fila que hemos festejado y Blythe no está 
consiguiendo suficiente sueño. 
Así que estaba aquí para quejarse. Interesante. Nadie se ha quejado nunca. 
Este complejo de apartamento era conocido por las fiestas. ¿No lo sabía cuándo se 
vino a vivir aquí? 
Estudié su rostro cuando se mordió el labio inferior y parecía listo para 
retirarme. Pensó que iba a hacer que me volviera loco. Me encontraba muy muy 
seguro de que una chica que se veía como ella era incapaz de hacerme enojar. 
Lanzaba esa vibra‖de‖“necesito‖protección”‖a‖lo‖grande.‖Añade‖su‖cara‖de‖infarto,‖y‖
tiene un paquete ganador para tratar de salirse con todo esto, incluso de mí. 
Di un paso más cerca de ella, obligando a Green a retroceder uno. Bajando la 
mano, tome una de las suyas que apretaba la mía con tanta fuerza y pasé el dedo 
por el interior de su palma. 
—¿Por qué no entras conmigo sólo durante unos minutos? Conocer a 
algunos de tus vecinos, y luego cuando estés lista para salir, creo que tengo algo 
que te ayudara con el ruido —le dije mientras seguía sosteniendo su mirada. 
—Yo, eh, no soy buena con las multitudes —dijo con un tono de disculpa. 
Tiré de su mano hasta que estuvo casi presionada contra mí. —No voy a 
dejar tu lado, y soy malditamente increíble con multitudes —respondí con un 
guiño para hacerle saber que hablaba en serio. 
—No‖la‖hagas…‖—Green empezó a discutir, pero lo interrumpí. 
—No es tu asunto. Retrocede —le advertí antes de deslizar la mano por la 
cintura de Blythe y caminar hacia la puerta. 
 
 
 
 
 
 
| 25 
3 
 
Traducido por Vane hearts 
Corregido por Miry GPE 
 
Blythe 
No quería hacer esto. ¿Por qué llegué hasta aquí? Porque estaba cansada y 
frustrada del ruido. Es por eso. Pasé horas escribiendo, luego, cuando me preparé 
para la cama, el ruido comenzó de nuevo. ¿Estas personas no necesitaban dormir? 
Sólo quería pedirles que fueran un poco más silenciosas. No quise ser obligada a 
permanecer en la fiesta. Sólo quería ir a la cama. 
—Realmente no quiero hacer esto —le dije a Krit, que tenía su mano en mi 
espalda y me guiaba con firmeza al interior. 
—¿Por qué no? No te van a morder. Lo prometo, porque jodidamente no 
voy a dejarlos. —La diversión en su voz me molestó. Yo no bromeaba. No quería 
estar en esta fiesta. 
—Por favor. Siento haber venido aquí. Voy a encontrar la manera de dormir 
a pesar de esto. Solo deja que me vaya. —Me encontraba dispuesta a rogar ahora. 
Lo que fuera necesario para escapar de este lugar. Podía sentir a la gente 
mirándome. Odiaba esa sensación. Sabía lo que pensaban. Lo que veían. Vine hasta 
aquí con mis gafas porque necesitaba ver la pantalla de la computadora y mi 
cabello era un lío en la cima de mi cabeza. Mi corazón empezó a acelerarse. Tenía 
que salir de allí. 
—Mierda, amor, estás temblando. —La voz de Krit ya no era divertida. Se 
detuvo y deslizó un dedo debajo de mi barbilla para inclinar mi cabeza hacia atrás. 
El ceño fruncido en su rostro mientras estudiaba el mío era nuevo. Normalmente 
se veía constantemente divertido. 
—Ven conmigo —dijo en voz baja, y se inclinó para tomarme de la mano. 
Luego caminó por un pasillo hacia una puerta cerrada. 
 
 
 
 
 
| 26 
Mi pánico aumentó. Ese era un dormitorio. No entraría en una habitación 
con él. Tenía que escapar. Traté de soltar mi mano de su agarre, pero entrelazó sus 
dedos con los míos y apretó con más fuerza. Nadie antes me sostuvo alguna vez la 
mano. Me quedé mirando su mano en la mía y perdí mi línea de pensamiento por 
un momento. 
Era una sensación cálida tener la palma de alguien presionada contra la 
tuya. Sus dedos entrelazados con los míos me hicieron sentir que no estabasola. 
Como si tuviera una conexión con alguien. ¿Alguna vez sentí eso antes? No estaba 
segura. 
Una puerta se abrió y Krit me llevó dentro antes de cerrarla detrás de mí. 
—No te sientas tan aterrada. No voy a hacer nada que no quieras que haga. 
Sólo quería alejarte del ruido un minuto para que pudiéramos estar solos y hablar. 
—¿Hablar? —pregunté mientras su mano se liberaba de la mía. La sensación 
de frío y soledad volvió. Junté las manos en un intento de mantener el calor allí. 
Me gustó ese calor. 
—Me confundes. La mayoría de las chicas no me confunden. Pero tú, 
pequeña bailarina, me tienes jugando juegos de adivinanzas. ¿Por qué es eso? 
Me llamó pequeña bailarina de nuevo. No era bailarina. Ni siquiera cerca. 
Pero me gustó que tuviera un nombre especial para mí. Me hacía sentir que 
encajaba. 
—En realidad no entré en una escena social mientras crecía. No soy muy 
buena en eso. No encajo. —Odiaba señalarle eso. Por alguna razón, no pareció 
entender que no encajo, y no quise ser la que le diera la noticia. 
Krit arqueó una ceja. —Lo dices como si fuera una mala cosa. La mayoría de 
la gente quiere sobresalir. 
¿Sobresalir? Eso no era lo que quería decir. Negué con la cabeza. —No, eso 
no‖ es…‖ Es‖ decir,‖ yo‖ no…‖ No‖ pido‖ estar‖ alrededor.‖ —Eso probablemente tenía 
menos sentido. No me encontraba a punto de sincerarme con este chico sobre lo 
que estaba mal conmigo. Si no lo vio, entonces bueno. Me gustaba eso. 
Krit frunció el ceño y me miró como si estuviera loca. Estupendo. Ahora 
veía a la verdadera yo. Lo que sea que no entendía, acabé de mostrárselo. ¿Por qué 
no mantuve la boca cerrada? 
 
 
 
 
 
| 27 
—Realmente quisiste decir eso —dijo en un susurro mientras continuaba 
mirándome fijamente—. ¿Quién carajo te dijo eso? 
Me encogí de hombros y alejé la mirada de él para estudiar la habitación en 
la que estábamos. No iba a responder a su pregunta. Eso era algo que nadie 
necesitaba que saber. 
Las paredes eran de un color gris ahumado y el techo estaba pintado de 
negro. No se me permitió pintar mis paredes, sin embargo él pintó las suyas. La 
gran cama extra grande en medio de la habitación era un desastre arrugado. Una 
guitarra eléctrica fue colocada en una esquina y en la otra esquina había una 
guitarra acústica. Volví la atención a los carteles en las paredes. Dos de ellos eran 
de lo que supuse eran bandas de rock, con firmas en ellos. Luego, por supuesto, el 
otro cartel era de una rubia desnuda con realmente grandes —y con suerte falsos— 
pechos, porque se parecían mucho a las bolas de bolos. No podían ser reales. La 
rubia se encontraba sentada a horcajadas sobre una guitarra, y lo único que 
mantenía su espacio privado cubierto eran sus manos agarrando la guitarra entre 
sus piernas. 
—Me pregunto si alguna vez usa bragas —murmuré en voz alta antes de 
poder detenerme. 
La risa de Krit me sobresaltó, y me giré para ver dos hoyuelos muy 
evidentes en su rostro. No parecía ser el tipo de chico que tendría hoyuelos, pero 
vaya, hicieron cosas por mí. —Me gusta creer que no lo hace —respondió, una vez 
que dejó de reír. 
—¿De dónde eres? —preguntó Krit. 
—De un pequeño pueblo de Carolina del Sur. No habrías oído hablar de él 
—respondí, sintiendo el nudo enfermo en mi estómago formándose, el que 
siempre venía con recuerdos de mi vida allí. 
—¿Son ciegos en ese pequeño pueblo del que no he oído hablar? —preguntó 
con un tono más suave en su voz. 
Levanté mi mirada de nuevo a la suya y estudié su expresión. ¿Me tomaba 
el pelo otra vez? —No —contesté. 
Krit frunció el ceño y luego poco a poco pasó su pulgar por su labio inferior 
varias veces. Era algo fascinante de ver. Tenía labios muy bonitos. Me preguntaba 
con qué frecuencia los utilizaba. Asumiría que era muy talentoso con esos labios. 
 
 
 
 
 
| 28 
Su mano cayó, y dio un paso hacia mí. —¿Irías allí y conocerías a todos por 
mí? ¿Tal vez tomar una cerveza? ¿Simplemente tratar de relajarte y disfrutar de 
estar en una multitud? —Su voz se redujo a un arrastre de palabras suave y espeso. 
Fue muy difícil decirle que no—. Sólo quiero facilitarte el que seas social. Aquí es 
seguro porque me aseguraré de que sea seguro. No voy a dejar que te pase nada o 
te hagan daño. 
En pocos días la escuela empezaría y tendría que estar en un montón de 
situaciones sociales. Este era mi nuevo comienzo. Quería ser capaz de caminar a 
través de una multitud sin tener un ataque de pánico. Si Krit me podía ayudar, 
entonces tal vez debería al menos intentarlo. 
—Está bien —espeté antes de que pudiera cambiar de opinión. 
La sonrisa de satisfacción en su rostro casi valía la pena el hecho de que iba 
a tener que hacer frente a extraños que podrían no ser tan ciegos como él sobre mí. 
Alguien tenía que ver lo malo en mí. Siempre lo hicieron antes. 
Él asintió hacia la puerta y sonrió. —Vamos. —Luego se dirigió a la puerta 
para salir de la seguridad que encontré en su habitación. No era capaz de 
conseguir que mis piernas lo siguieran. 
Cuando miró hacia atrás para ver que no hice un movimiento para ir con él, 
se rio y negó con la cabeza. Luego me tendió la mano y esperó. 
Me gustaba sostener su mano. Podría hacer esto. Di un paso hacia adelante 
y puse mi mano en la suya. El calor volvió y era capaz de tomar una respiración 
profunda de nuevo. Bien. Esto era bueno. 
—Vamos, pequeña bailarina —dijo suavemente, luego me llevó fuera de la 
habitación, hacia el final del pasillo. 
La música era más fuerte afuera y las risas y voces me recordaban cómo no 
encajaba en este mundo. Era una solitaria. Me gustaba ser una solitaria. Como si 
Krit pudiera leer mi mente, me apretó la mano de modo tranquilizador. Correcto. 
Estaba conmigo. Esta era su multitud y no iba a permitir que nadie dijera nada 
para lastimarme. 
—¿Dónde fueron? —preguntó Green con un ceño fruncido en su rostro, 
pero no podía oír la respuesta de Krit por encima del ruido. 
Empecé a decirle algo a Green, quien era muy agradable y con quien me 
sentí cómoda enseguida. Tenía una sonrisa amigable. Antes de que pudiera hablar 
 
 
 
 
 
| 29 
con él, Krit me llevó a su lado. —Aquí hay una cerveza —dijo, entregándome un 
vaso de plástico rojo. Lo tomé, aunque no estaba segura de beberlo. No me gustaba 
la forma en la que el alcohol olía. 
—Me dejaste —dijo la rubia con quien lo vi cuando llegué mientras se 
acercaba a él y me daba la espalda. 
—Una amiga se presentó. Lo siento, nena, pero voy a pasar algún tiempo 
con ella. Te encontraré después de que se vaya —respondió con un guiño y me tiró 
más cerca antes de llevarnos hacia el sofá. 
La chica le puso mala cara y luego me lanzó una mirada enojada. Le molestó 
que le quitara su cita. Debería estarlo. No haría amigos haciendo eso. 
Krit se dejó caer en el sofá, derrumbándome a su lado. Podía sentir a la 
gente mirándonos. ¿Se encontraban todos enojados porque no estaba con la chica 
rubia? Estudié el vaso en mi mano, incapaz de levantar los ojos. 
—¿Quién es? —preguntó una voz masculina con curiosidad. No sonó 
enojado. Sonó agradable. 
—Ella —Krit deslizó su dedo debajo de mi barbilla y la levantó, así que fui 
obligada a mirar a la persona que hablaba con él—, es mi nueva vecina, Blythe. 
Blythe, él es Matty. Es el baterista de nuestra banda. 
Matty tenía el cabello color naranja brillante que sobresalía en todas 
direcciones diferentes. No fui capaz de concentrarme en nada más. Nunca antes vi 
un cabello parecido al suyo. 
—Hola, Blythe —dijo Matty, y me di cuenta que tenía una sonrisa y ojos 
marrones amistosos. 
—Es un placer conocerte —grazné. Los nervios no disminuían. Hablar con 
extraños era difícil. 
La sonrisa de Matty se hizo más grande, y desvió su mirada de nuevo a Krit. 
—Amigo —respondió y sacudió la cabeza. Lo vi tomar un largo trago de la cerveza 
en su mano. 
—Matty puede ser un idiota, pero pasamos por alto sus habilidades verbales 
—dijo Krit tan cerca demi oído que su cálido aliento hizo cosquillas a la piel 
sensible allí. 
 
 
 
 
 
| 30 
Me estremecí, y Krit se quedó inmóvil junto a mí. Antes de que pudiera 
empezar a preocuparme por mi reacción, su mano apretó su agarre sobre la mía. 
Una vez más el calor me calmó. 
—Amigo —dijo Matty por segunda vez, ahora riendo—. No me jodas —
murmuró, luego volvió su atención hacia mí y sonrió—. Cuidado con él, cariño. 
—No —dijo Krit con una voz dura que me sobresaltó. 
Las cejas de Matty se dispararon y luego se marchó. Me vio. Vio lo que todo 
el mundo veía. Quería irme. Krit era una persona que más aceptaba a otras 
personas que había conocido y no quería conocer a más de sus amigos, porque 
estaba segura de que todos iban a reaccionar como Matty lo hizo. 
—Me tengo que ir —le dije a Krit mientras trataba de quitar mi mano de la 
suya. 
—No —dijo, apretando su agarre—. Ignóralo —dijo. 
Me hubiera gustado ignorarlo, pero pasé la vida tratando con personas que 
no querían estar cerca de mí. Y una hermosa mujer rubia se encontraba ahí que 
quería estar con Krit. Él trataba de ayudarme a encajar y era tan amable al respecto. 
No podía hacerle esto. 
—Estoy‖realmente‖cansada.‖Gracias‖por…‖por‖sentarte‖y‖hablar‖conmigo‖—
dije—. Pero en serio estoy lista para volver a mi apartamento. 
Me las arreglé para liberar la mano, me puse de pie rápidamente y corrí 
hacia la puerta. Mantuve la cabeza hacia abajo y mi atención se centró en no 
tropezar y caer. Una vez que me encontraba fuera del apartamento, tomé una 
respiración profunda, pero me mantuve en movimiento. 
—Blythe —me llamó la voz de Green, quise ignorarlo y llegar a la seguridad 
de mi apartamento. Pero fue amable conmigo. 
Me detuve y lo miré. Caminaba fuera del apartamento y se dirigió hacia mí. 
—¿Estás bien? 
Asentí y forcé una sonrisa. —Sí, sólo cansada. 
No parecía como si me creyera. —¿Estás segura? 
Krit se movía entre la multitud ahora. Sus ojos puestos en mí y se dirigía 
hacia mí. Tenía que irme. —De verdad, estoy bien. Sólo quiero ir a casa. 
 
 
 
 
 
| 31 
—Blythe. —La voz exigente de Krit me impidió correr. Parecía enojado. No 
tenía intención de hacerlo enojar. 
—¿Qué hiciste? —preguntó Green y le fruncí el ceño a Krit. 
—Jódete —le gruñó a Green—. No le hice una mierda. Necesito hablar con 
ella, así que vete —respondió, pero sus ojos se hallaban fijos en mí. 
—Ella‖ no‖ es‖ una‖ de…‖ —comenzó Green, pero Krit estuvo en su cara 
inmediatamente. 
—Jodidamente lo sé. No se trata de eso. Ahora vete. 
Green dejó escapar un suspiro de derrota y asintió antes de volver a la 
fiesta. 
—¿Qué pasó ahí? —preguntó. 
Todavía no lo entendía y no podía darle la noticia que yo estaba echada a 
perder. —Estoy cansada —dije. 
Se pasó una mano por sus mechones rubios y suspiró. —Bueno. Lo 
entiendo. Si es la verdadera razón por la que te vas. —Señaló hacia su puerta—. 
Pero si esto es por lo que dijo Matty, entonces ignora su estúpido culo. Piensa que 
trato de hacer un movimiento hacia ti. —Se detuvo y me sonrió como si hubiera 
hecho una broma privada—. Te vio y asumió lo que no debía. No estoy ciego, 
Blythe. Sé que no eres mi tipo. Él se preocupó por eso. No soy un mal tipo. Nunca 
podría ir ahí contigo. Te veo. Lo entiendo. Sólo trataba de ser amable. Pareces 
como si necesitaras a alguien para ayudarte a lidiar con la mierda y quería ayudar. 
Oh. Así que me vio. Él sabía. Iba a enfermarme. Mi cabeza empezó a 
golpear, y la pequeña cantidad de comodidad que tuve con él fue arrancada. Tenía 
que irme. Logré una inclinación de cabeza antes de echarme a correr. Tenía que 
llegar a mi apartamento antes de vomitar. El nudo de malestar en mi estómago 
explotó. 
 
 
 
 
 
| 32 
Krit 
Me puse de pie junto a la ventana con vistas al golfo mientras bebía mi 
segunda taza de café. Faltaban quince minutos para las once, pero no estaba 
levantado desde hacía mucho. El abrazo de Britt me despertó. No me gustaba 
cuando Britt perdía el conocimiento y se quedaba la noche después del sexo. Me 
tocaba cuando dormía y odiaba ser tocado. 
Tuve que emborracharme para follar a Britt después de que mi pequeña 
vecina sexy realmente tímida se fue corriendo como si los murciélagos del infierno 
la persiguieran. Mierda, esa chica estaba jodida. Era la única explicación. La chica 
tenía problemas en la cabeza. Claro, era preciosa y maldición, esos ojos, era difícil 
no perderse en ellos. Sin embargo, las cuestiones de cabeza eran más de lo que 
podía manejar. 
Britt era fácil. Me gustaba lo fácil. 
Pero Britt no tenía la sonrisa más dulce que alguna vez vi. Mierda. 
Sacudiendo la cabeza, bajé la taza y me di la vuelta para ver de pie a Green en la 
sala de estar, mirándome. 
—¿Qué? —gruñí. Odiaba cuando tenía esa mirada crítica en el rostro. 
—Tú sabes que —respondió, molesto—. No pudiste dejarlo en paz. Lo tenía 
bajo control. Le gusté. Comenzaba a sentirse a gusto conmigo. Pero tuviste que 
jodidamente demostrar que podrías conseguir su atención. Ella no es así. Es 
inocente, Krit. Jodidamente inocente. Mantente alejado de ella. 
Pasó mucho tiempo desde que peleamos por una mujer. 
—Sé que es inocente. Fui amable. Se estaba volviendo loca, y trataba de 
ayudarla. Es tímida. 
Green levantó las manos al aire. —¿Qué demonios creías que yo hacía? 
Estuvo mirando ese cuerpo y dulce culo de ella, eso era lo que hacía. —Sólo 
trataba de ayudarla —expliqué—. No conseguir que me dejara entrar en sus 
pantalones. La protegía de ti también. Tú permanece jodidamente lejos de ella —
advertí. 
—Increíble. Eres un egoísta de mierda. Eso no era lo que hacías. Le gusté. Lo 
pude ver en sus ojos. Pero llegaste, la arrebataste y la hiciste huir. 
 
 
 
 
 
| 33 
—Algo está mal con ella. No sé qué, pero tiene algunos problemas. No está 
lista para conocer más que un amigo. Quieres ser mucho más que su amigo. Mi 
última advertencia, Green. Permanece jodidamente lejos de ella. Ella no es así. 
—¿Qué sucede entre ustedes? —preguntó Britt mientras se frotaba el sueño 
de los ojos. Usaba la sábana de mi cama. Odiaba cuando caminaba por ahí con mis 
malditas sábanas. 
—Ve a vestirte y márchate —ordené antes de dirigirme al baño para tomar 
una ducha. 
—No sé por qué siempre me tratas como una mierda a la mañana siguiente. 
Nos lo pasamos muy bien anoche —me espetó mientras caminaba hacia ella. 
—Tira esa sábana en la ropa sucia antes de que te vayas. —Fue mi única 
respuesta. Entonces cerré la puerta del baño y le puse seguro. 
—¡Eres un idiota! —gritó Britt lo suficientemente alto como para que todos 
oyeran. 
—Sin embargo, sigues follándotelo —respondió Green—. Te lo dije antes, 
nunca te tratará como lo hizo con Jess. Era diferente para él. Nadie más va a 
conseguir a ese Krit. 
Jess. Ella fue la única mujer que dejé acercarse lo suficiente a mí para 
conseguirme. Pero crecimos juntos. Era fácil con Jess. Y demonios, era jodidamente 
ardiente. Las cosas que podía hacer con su cuerpo. Joder, la echaba de menos. Metí 
la mano en la ducha y abrí el grifo. 
Puse a Jess detrás de mí. Estaba enamorada y viviendo en el norte de 
Harvard con su novio de fondo fiduciario. Tenía ese cuento de hadas que siempre 
quiso y tenía que admitir que me sentía feliz por ella. Una vida así no le llegaba a 
la gente como Jess y yo. Si no podía tener a Jess, estaba contento que el hombre que 
ella deseaba la adoraba. Y ese hijo de puta besaba el suelo que pisaba. Fue la única 
razón por la que fui capaz de manejar verla irse. 
Sabía que nunca sería lo que Jess necesitaba. Tenía adicciones y las mujeres 
eran una de ellas. Un montón de mujeres. Me encantaba la forma en que olían y lo 
suaves que eran. Me encantaba cuan cálidas y apretadas se sentían cuando me 
hundía en ellas. Me encantaba todo acerca de ellas. Cuando Jess puso fin a nuestra 
relación, salí corriendo esa noche y tuve un trío. No hubo problema. 
 
 
 
 
 
| 34 
Al parecer Jess vio eso comoque yo no la amaba. La amaba, pero me apartó, 
me fui y conseguí algunas. Después me di cuenta de que eso fue un mal 
movimiento. Pero fue real. Fui yo. Jess sabía que en el fondo no era un hombre de 
una sola mujer, y por mucho que la quería, no podía ser lo que se merecía. 
Tener ansías de contacto no era un puto pecado. Crecí sin ello y me gustaba 
el afecto. Me gustaba lo bien que una mujer me hacía sentir. Mi hermana quería 
que fuera a terapia porque se encontraba segura que nuestra infancia me arruinó. 
Pero me encontraba bien. La vida era buena y no necesitaba un loco psiquiatra 
diciéndome por qué me gustaba follar mujeres. 
 
 
 
 
 
 
| 35 
4 
 
Traducido por Karen B. 
Corregido por Mel Wentworth 
 
Blythe 
El resto de la semana pasó sin un avistamiento de Krit. Ni siquiera ha tenido 
alguna fiesta. Aunque, el día después de haber subido a silenciar la última fiesta, 
regresé a casa desde la biblioteca para encontrar un iPod y un set de auriculares en 
la puerta. Una pequeña nota roja decía: 
Para ayudar con el escándalo de tu ruidoso vecino. —K. 
Lo busqué durante los siguientes de días para darle las gracias. El iPod se 
hallaba abastecido con más de dos mil canciones. Parecía que nunca se quedaba sin 
algo bueno que escuchar. Después de que no vi u oí de él por siete días enteros, me 
di cuenta que tal vez me evitaba. 
Era lo que yo esperaba, pero aún dolía más de lo que quería admitir. Por un 
momento pensé que quizá podría mirar más allá de todo lo que estaba mal 
conmigo, y podría finalmente tener un amigo. Eso, sin embargo, no era el caso. 
Hoy empecé la Universidad. Tuve literatura Mundial y Física 101, luego 
tuve una reunión con mi nuevo jefe. El Pastor Williams me había alistado para 
trabajar con un pastor en una Iglesia local. No estaba segura de lo que el Pastor 
William le dijo a este pastor sobre mí, pero parecía seguro de que yo encajaría ahí 
muy bien. El temor de que este nuevo pastor me diera una mirada y me echara 
había estado sopesando en mi mente. Si un rockero tatuado usando delineador 
podía ver las fallas en mí, entonces seguramente un ministro de la Iglesia también 
podría. 
Pero preocuparse por eso no iba a solucionar nada para mí. Solo empeoraría 
las cosas. Me cepillé el cabello una vez más y me miré en el espejo. Había decidido 
usar un par de pantalones vaqueros hoy con la blusa más bonita que había 
 
 
 
 
 
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comprado, la que combinaba con mis tacones color rosa. No estaba segura de lo 
que la Iglesia esperaba que usara para el trabajo, pero desde que recién conocería 
al pastor hoy, me imaginé que esta vestimenta lo haría bien. Me aseguré de tener 
los lentes en la mochila que tenía la portátil bien cuidada en el interior. Una vez 
que me hallaba segura de que no olvidaba nada, me dirigí a mi coche. 
 
*** 
 
Consiguiendo terminar dos clases sin perderme y asegurándome de que 
tomé buenas notas había sido más fácil de lo que anticipé. Me sentí bien con los 
profesores. No había hablado con nadie, pero eso estaba bien. No tenía que hacer 
amigos. No me encontraba aquí para eso. 
La iglesia donde estaría trabajando era Bautista muy parecida a la de mi 
niñez. De lo que podía decir, era una de las más grande en la cuidad. La vista de la 
costa era algo que no esperaba, pero me gustaba. Algo como eso hizo que la iglesia 
se sienta menos como en casa. No necesitaba recordatorios de la vida que dejé 
atrás. Caminar hacia la iglesia era literalmente terrorífico para mí. Muchos de mis 
peores recuerdos fueron en una iglesia. 
Pero este era el trabajo que el Pastor Williams me consiguió. Ellos estaban 
dispuestos a trabajar en torno a mis clases, y el pago era suficiente para que viva 
confortablemente. Si esto no funcionaba, tenía que buscar otro trabajo por mi 
cuenta, y no estaba segura de que estuviera siquiera calificada para hacerlo. 
Subí la correa de la mochila más en un hombro y atravesé las puertas 
frontales. El olor a coco llegó a mi nariz, lo que era extraño. Nuestra iglesia nunca 
olía a loción bronceadora. Me relajé mientras miraba alrededor a la casual 
atmósfera. La iglesia no estaba decorada como ninguna otra a la que haya ido. 
—¿Puedo ayudarte? —preguntó una voz masculina, sacándome de mis 
pensamientos, y me di la vuelta para ver a un chico no mucho mayor que yo. 
Estaba segura de que él no era el pastor. Ningún pastor que conocía era así de 
joven y guapo. Su cabello castaño oscuro era corto, y sus ojos color verde brillaban. 
Hombros anchos y unos muy bonitos brazos fue lo más lejos que logré estudiarlo 
cuando se aclaró la garganta. 
 
 
 
 
 
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Levantando la cabeza, me encontré con su mirada. Su sonrisa era ahora 
entretenida. Mierda. Actuaba como una idiota. —Uh, sí. Estoy aquí para 
encontrarme con el Pastor Keenan. Tengo una cita —expliqué sin tropezar con las 
palabras como normalmente hago cuando chicos atractivos me hablan. 
—¿Eres Blythe Denton? —preguntó mientras sus ojos se abrieron con 
sorpresa. 
Solo asentí. ¿Cómo sabía mi nombre? 
—No eras lo que esperaba. Guau. Um, sí, está bien. Uh, estoy bastante 
seguro de que tampoco eres lo que papá esperaba. Solo, si, está bien. —Se detuvo y 
se echó a reír, luego sacudió la cabeza y se frotó la parte posterior de su cuello. 
No estaba segura de lo que estaba mal, pero no podía ser el Pastor Keenan. 
Aunque algo le molestaba. —¿Papá? —pregunté, incapaz de mantener el borde 
nervioso en mi voz. 
—Papá —repitió, mirándome fijamente. Luego parpadeó y giró la cabeza, 
sonriendo mientras miraba por el pasillo—. Sí, mi papá. El Pastor Keenan es mi 
papá, y tu reunión es con él. 
Está bien. —¿Está aquí? —pregunté. 
Asintió y dio un paso hacia mí y me tendió su mano. —Soy Linc Keenan. Es 
un gusto conocerte, Blythe. 
Puse la mano en la suya para un educado apretón de manos. —Gracias —
respondí. 
Cuando me soltó la mano, asintió hacia el pasillo. —Por aquí. 
Bien. Eso había sido incómodo, pero me gustaba la sonrisa de Linc. Parecía 
sincera y amable. En realidad nunca me habían gustado los hijos de los pastores 
antes. Había conocido muchos de ellos cuando venían a visitar la iglesia con sus 
padres. Ellos siempre me trataban mal, o me daban miedo. O si no hubiese sido 
una de sus hijas burlándose de mí, o uno de sus hijos mirándome con diversión. 
Uno había ido tan lejos como tocarme y cubrirme la boca para que no sea capaz de 
gritar. Había dicho que sabía que yo era una puta sucia porque había escuchado 
los rumores. Solo que no había sido informado de lo caliente que era, y dijo que 
quería una probada de mi vagina. Yo había empezado a llorar mientras me metía 
sus manos en los pantalones. Afortunadamente, el Pastor Williams apareció y le 
ordenó que se fuera. Luego me envió a mi habitación por el resto de la semana. 
 
 
 
 
 
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Nunca fue discutido. Nadie nunca me preguntó acerca de eso o me 
revisaron. Solo se me dijo que me quedara en mi habitación. Había estado 
aterrorizada y humillada. 
No hacía falta decir, que las experiencias con los hijos del pastor no habían 
sido agradables. Solo que realmente quiero que este trabajo funcione. 
Linc me guio a la habitación. —Déjame entrar y hablar con papá y decirle 
que estás aquí. Toma asiento y ponte cómoda. No será más de un minuto. 
Asentí y me senté a esperar en el sofá de cuero suave. La decoración en el 
cuarto era brillante y relajante. Una palmera se encontraba en la esquina, y una 
planta bambú adornaba el final de las tablas y la recepción. El olor de coco se 
quedó allí también. Noté varias velas que en latas de metal en estilo rústico que se 
hallaban alrededor. Ellos obviamente las utilizaban seguido. 
La puerta de la oficina del Pastor se abrió, y una versión mayor de Linc salió 
de la habitación. Sus ojos se bloquearon con los míos. Una sonrisa le iluminó el 
rostro mientras me sonreía. Me puse de pie rápida y nerviosamente con la mochila. 
—Estuve en tú iniciaciónhace diecinueve años, pero verte aquí de pie toda 
crecida, es difícil de creer que eres tú. 
¿Este hombre había estado en mi iniciación? El Pastor Williams no me había 
dicho eso. 
—Tú definitivamente te has convertido en una hermosa joven. Pero ya 
Malcolm había dicho que te habías convertido en una mujer hermosa e inteligente. 
Solo que no estaba preparado para verlo. 
Malcolm era el primer nombre del Pastor Williams. Sabía eso, pero nunca lo 
había llamado por ese nombre. 
—Gracias —respondí, sintiendo la necesidad de decir algo pero sin estar 
segura de lo que debía decirle a este hombre. 
Dio un paso atrás e hizo una seña para que vaya a su oficina. —Veo que has 
conocido a Lincoln. Él se estará reuniendo con nosotros. Hemos estado sin 
secretaria en la oficina por dos semanas ahora, y Lincoln lo ha estado haciendo, 
pero te puedo asegurar que todos estamos listos para que regrese a su otro trabajo. 
No es muy bueno en este. —Había un tono divertido en la voz del Pastor Keenan. 
 
 
 
 
 
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Sonreí y miré a Linc, quien se apoyaba en una estantería de libros, los brazos 
cruzados sobre el pecho y una sonrisa de satisfacción en el rostro. Se hallaba listo 
para entregarme su posición de secretaria. Entendí su entusiasmo por mi presencia 
aquí ahora. 
—Hubiera comenzado la semana pasada si hubiese sabido que me 
necesitaban. El Pastor Williams dijo que no debía venir hasta hoy —expliqué, 
sintiéndome culpable por no venir antes. 
—Malcolm quería asegurarse de que tuvieras tiempo para asentarte y 
estuvieras lista para tus cursos antes de que empezaras a trabajar. Estuve de 
acuerdo con él. Además, creo que mi hijo realmente mejoró en la última semana. 
Miré a Linc de nuevo. Su sonrisa seguía en su sitio, pero puso sus ojos en 
blanco como si se divirtiera con su padre. 
—Está bien, bueno, gracias. No me tomó mucho tiempo asentarme de todas 
formas —dije, sintiendo la necesidad de decir algo. No era buena con pequeñas 
charlas. 
—Bien. Me alegra que estés lista para sumergirte. Por favor, toma asiento. 
¿Puede Linc traerte agua? 
Negué con la cabeza y me senté en la silla de cuero negro con respaldo alto 
que está frente al escritorio del Pastor. Pero en lugar de irse a sentar detrás de su 
escritorio, el Pastor Keenan se sentó en la silla a mi lado. Luego se inclinó hacia 
atrás y me sonrió mientras me estudiaba. 
—Tú definitivamente eres bien recibida aquí. Imagino que mi hija estará 
aquí muy pronto cuando escuche sobre ti. 
No sabía cómo responder a eso. No estaba segura de querer conocer a su 
hija. 
 
 
 
 
 
 
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Krit 
Me había parado fuera del apartamento de Blythe mirando a su puerta por 
al menos cinco minutes enteros. Desde la noche de la fiesta, la había evitado. No 
estoy seguro del por qué, porque no era como si ella fuese como una de esas 
mujeres que tengo que evitar. Nunca tocó la puerta o hizo algún intento de 
contactarse en absoluto. 
Secretamente, he estado esperando que aparezca en mi puerta por su cuenta 
solo para agradecerme por el iPod y los auriculares que le dejé. No que ella los 
necesitara esta semana. Moví todas las fiestas a la casa de Matty. Blythe, sin 
embargo nunca apareció. Ni siquiera de pasada. Así que tal vez no estaba 
evitándola. Quizá ella me evitaba. 
¿Y por qué demonios me importa? 
—No estoy allí. —La voz de Blythe llenó el pasillo, y aparté la mirada de su 
puerta para encontrarla de pie en la parte superior de las escaleras. 
Santa Mierda, usaba pantalones vaqueros ajustados con un par de putos 
tacones color rosa. Dejé que la imagen de sus piernas ajustadas en sus vaqueros se 
fundieran un lugar en mi memoria mientras arrastré la mirada hacia arriba 
lentamente. El material pegajoso de su blusa estaba cortado en un modesto estilo, 
pero demonios, se daba a entender el cuerpo que tiene debajo. 
—No te he visto en toda la semana. —Su voz sonaba nerviosa. —Quería 
agradecerte por el iPod. No tenías que hacerlo. 
Mentalmente me golpeé a mí mismo y me enfoqué en su rostro y las 
palabras que le salían de la boca. No era como las chicas normales. Era tímida e 
insegura de sí misma. Tenía que recordar eso o la alejaría. No que pudiera hacer 
algo con ella. Sería demasiado frágil para mí. 
—Uh, sí, sí tenía que hacerlo. Ahora no me sentiré mal cuando tenga una 
fiesta —respondí con una mueca. 
Sonrió y extendió la mano para meterse un mechón de cabello castaño 
oscuro largo detrás de la oreja. Ese cabello era fascinante. Como si necesitara una 
característica más atractiva en su ya perfecto cuerpo. —Lo aprecio. Lo hago. 
Empecé las clases hoy, así que estudiar pronto será lo más importante. 
 
 
 
 
 
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Se movió hacia su puerta y la desbloqueó antes de mirarme. No estaba listo 
para dejarla desaparecer aún. Se encontraba más cómoda hablando conmigo hoy. 
De repente, me sentía curioso. Quería escuchar más acerca de ella. 
—¿Quieres un poco de café?—preguntó mientras abría la puerta. 
—Sí, me gustaría un poco —respondí, agradecido por una razón para no 
irme. 
Me sonrió, y juro por Dios, el mundo entero alrededor de ella se iluminó. 
¿Cómo diablos esta chica se hallaba sola? ¿Dónde se encontraba el hombre 
sobreprotector protegiéndola de todas las malas cosas que se le acercan? Era 
jodidamente irreal. ¿Su familia pensaba que era una buena idea enviarla lejos así? 
¿Eran idiotas? 
Se quitó la mochila del hombro y la dejó sobre el sofá. En una semana había 
hecho que el lugar se sienta cálido y acogedor. No había un montón de mierda 
alrededor, y no había fotos de ella con sus amigos o familia, lo que era raro. ¿No 
era, como, una cosa de chicas? 
—¿Cómo fueron tus clases? —pregunté, sabiendo que si ella controlaba la 
conversación, estaríamos en silencio. Otra cosa a la que no estaba acostumbrado 
con chicas. Normalmente, ellas hablan en mi puta oreja. 
Llenó la cafetera con agua y me miró. —Bien, pero no me preocupaba por 
estos dos cursos. El miércoles, tengo que hacer frente a hablar en público de 
Fundamentos,‖y,‖bueno…‖—se interrumpió. 
El color rosa en sus mejillas era suficiente. Sabía lo que quería decir. No le 
gustaba la atención. Había visto eso por mi cuenta en mi fiesta. Pero demonios, 
¿cómo manejaba llegar tan lejos en la vida sin ser el centro de atención donde sea 
que vaya? —Me asombraste —dije—. No quieres atención. —Dejé que mi mirada 
bajara por sus piernas en esos vaqueros y tacones, y mi sangre bombeaba más 
fuerte solo pensando en esas piernas y las cosas que podría hacer con ellas—. Aun 
así logras llamar la atención. 
Levanté la mirada para ver su rostro mientras se aleja de mí y mira por la 
ventana en su lugar. 
—Estoy trabajando en mezclarme y esperando que la gente me deje ser —
respondió. 
 
 
 
 
 
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El dolor en su voz no me cayó bien. ¿Alguien la hirió? Y si alguien lo hizo, 
¿quiénes demonios eran ellos y como pudieron hacer algo para herir a alguien tan 
increíblemente vulnerable y dulce? 
Debe haber un papá o un hermano mayor o novio asegurándose que nadie 
la maltratara. Pero no había visto a nadie con ella o cerca de desde que se mudó. 
¿Por qué demonios sucedía eso? No conocía a su familia, pero decidí que no me 
gustaban. 
—Blythe —dije, gustándome demasiado la forma en que su nombre rodó en 
mi lengua. 
Giró la cabeza para mirarme. —¿Si? 
Di un paso hacia ella y luego me detuve. Se asustaba fácilmente, y eso no era 
lo que quería. Tampoco quería que se haga la idea equivocada, porque no había 
manera en el infierno de que estuviera tomando a alguien como ella. No tenía 
relaciones amorosas. Había tratado de tener una, y lo jodí. Jess estuvo enamorada 
de alguien más, por lo que no le había importado, pero más o menos me mató. 
No haría eso otra vez. No lo hice bien. Pero podía ser su amigo. Podía ser un 
muy buen amigo. Era bueno en eso. —Si necesitas algo, o alguien, llámame. 
Me estudió un momento y luego lentamente asintió. No me preguntó porqué o batió sus pestañas en una manera coqueta. En su lugar sonrió. —Está bien, 
gracias. —Fue la única respuesta que conseguí. 
—Dame tu teléfono —le dije. 
Se acercó a la mochila, sacando el teléfono, y entregándomelo. Agregué mi 
número y me envié un texto así tendría el de ella. —Aquí —dije mientras se lo 
devolvía—. Prométeme, si alguna vez me necesitas, me llamas. 
Asintió otra vez. —Te lo prometo. 
—Bien. —Le sonreí y me acerqué a sentarme en su sofá. Apoyé los pies 
sobre la mesa—. Ahora, ven y cuéntame todo sobre tus nuevas clases. 
Ella no se movió al principio, y me pregunté si la había presionado mucho. 
Esperé. 
Finalmente se movió y caminó a la cafetera y sirvió dos tazas. 
—¿Cómo tomas el tuyo? 
 
 
 
 
 
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—Negro —respondí. 
Ella frunció el ceño mientras traía las tazas y me dio una. —No te imagino 
como un tipo que va por crema y azúcar —dijo. 
La hacía sentir cómoda a mí alrededor. Bien. Ese era mi plan. Quería que se 
sintiera como si pudiera confiar en mí, porque necesitaba a alguien en quien 
jodidamente pudiera confiar. —¿Cuál es tu especialidad? 
Frunció el ceño y miró el café por un momento. Pensé que tal vez había 
terminado de abrirse a mí. Luego suspiró. —Quiero escribir libros. Pero primero 
necesito un título así puedo tener algo a lo que regresar en caso de que sea una 
escritora horrible y nadie compre mis libros. Así que, estoy haciendo mi maestría 
en inglés. 
 
 
 
 
 
 
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5 
 
Traducido por Marie.Ang & Hansel 
Corregido por Daliam 
 
Blythe 
Para las siguientes dos semanas, encontré un ritmo. Clases, trabajo, estudio, 
y ocasionales visitas de Krit. Mis clases no eran malas, excepto por la de discurso 
público. No estaba lista para eso. Trataba de prepararme para el día en que en 
realidad tuviera que pararme en frente de todo el mundo y hablar, pero el profesor 
aun no me había llamado. 
El trabajo era genial. El pastor Keenan tenía varias sesiones de consejería en 
las tardes, y me quedaba sola para manejar los archivos, responder los teléfonos, y 
trabajar en las diferentes cosas que él dejaba en mi escritorio para tipiar. Unas 
pocas veces, Linc se dejó caer con rosquillas y una sonrisa amistosa. Incluso trajo 
sándwiches un día de un deli en la ciudad y me convenció de tomarme un 
descanso con él afuera. Me hacía sentir cómoda, y por primera vez en mi vida, no 
me encontraba constantemente preocupada por lo que podría pensar de mí. 
Simplemente parecía aceptar mis fallas y era agradable. 
Finalmente tenía un amigo. 
Luego, estaba Krit. También parecía querer ser mi amigo, y me sentía 
agradecida de que también fuera tan agradable. Siempre se detenía para ver cómo 
estaba, y más de una vez trajo comida china y dijo que necesitaba ayuda para 
comerla. Era curioso sobre la universidad, y hacía un montón de preguntas. 
Entonces, me contaba historia divertidas sobre sus amigos y cosas que les habían 
sucedido‖durante‖ actuaciones.‖ Siempre‖me‖ reía‖ tanto‖ con‖Krit.‖Pero…‖había‖una‖
diferencia. Siempre me encontraba al borde con él. No podía evitar que mi cabeza 
escapara con imágenes de Krit y desarrollando escenarios en los que no debería 
pensar con un amigo. 
 
 
 
 
 
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Me atraía Krit. Desde la primera vez que lo conocí, y mientras él intentaba 
con mucho esfuerzo el ser un buen amigo, yo me acostaba en las noches en la cama 
dándome placer con imágenes de Krit en la cabeza. Eso era el diablo en mí. Me 
hacía sentir culpable cada vez que lo veía. Especialmente, en las mañanas en que 
pasaba y yo aún lidiaba con el sueño que había tenido de él la noche anterior. 
Ninguna vez Krit coqueteó conmigo o me dio alguna indicación de que le 
atraía. Solo era un chico agradable. Un muy sexy chico agradable. Podía mirarlo 
por horas y nunca me aburriría. En las noches en que él tenía sus fiestas, había un 
nudo enfermo en mi estómago. Sabía que tenía una chica dispuesta ahí, e iba a 
hacerle las cosas que yo nunca experimentaría. Cosas que me asustaban, y sin 
embargo me fascinaban. Cosas en las que solo pensé desde que conocí a Krit. 
Este encaprichamiento que tenía con él solo se ponía peor. Cuando vino a 
mi departamento y pidió mi opinión sobre dos camisas diferentes, se quitó una 
para probarse la otra. Había perdido la voz. El ver su pecho bien definido cubierto 
en coloridos tatuajes y el deseo de tocarlos hicieron que mi cara se calentara. Me 
sentí sonrojar y ligeramente descentrada. Cuando se había ido, me sentía tan 
culpable. Me veía como su amiga, no como otra chica que quería algo de él. Krit no 
me ponía incómoda por mirar boquiabierto mi cuerpo, así que hacerle eso era 
equivocado e injusto. Pero entonces, yo no tenía un cuerpo como el suyo. El tipo de 
cuerpo que detiene el tránsito. 
Ahí es en donde estaba mi cabeza cuando Linc se apareció en el trabajo con 
una caja de pastelillos de chocolate. Empujé los pensamientos de Krit al fondo de 
mi mente y me centré en Linc. Si solo pudiera mirar a Krit como miraba a Linc, mi 
vida sería mucho más fácil. 
—¿Tiempo de descanso? Tengo la buena fuente de mi hermana que no hay 
mejores pastelillos que estos —dijo con una expresión seria y una chispa en sus 
ojos. 
Miré a la puerta de la oficina de su padre. Acababa de entrar ahí con una 
pareja casada, y si el teléfono sonaba y no me encontraba ahí para responderlo, 
entonces lo interrumpiría. —¿Podemos tener el descanso aquí, así puedo coger el 
teléfono si suena? —le pregunté. 
Linc asintió y haló una silla a mi escritorio. —No hay problema —
respondió—. ¿Papá tiene una sesión de consejería? 
—Sí, y acaba de empezar —expliqué. 
 
 
 
 
 
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—Entonces, tengo una hora de tu tiempo para gastar. —Me guiñó y dio un 
pastelillo. 
Iba a ganar peso con todos los dulces que me traía. Pero entonces, decidí 
que no importaba. Había pasado la mayor parte de mi vida sin dulces, y de verdad 
me gustaban. El glaseado de crema de mantequilla se derritió en mi lengua, y solté 
un pequeño gemido. Demasiado bueno. Cómo había vivido mi vida sin este tipo 
de golosinas, no lo sabía. 
Abrí los ojos para decirle gracias a Linc, pero la intensidad en su mirada me 
detuvo. No comía su pastelillo. Sus ojos se encontraban bloqueados en mis labios 
mientras estaba sentado, congelado. El único movimiento era el de las pupilas en 
sus ojos mientras crecían, y la vena pulsando en su cuello. 
—Blythe —dijo en una profunda voz que me asustó. 
—¿Sí? 
No dijo nada por un momento. Sus ojos subieron solo brevemente para 
encontrar los míos antes de regresar a mis labios. Levanté la mano para tocar mi 
boca para asegurarme de que no había glaseado en ellos y que él no quisiera 
decirme y correr el riesgo de avergonzarme. 
Extendió la mano y apartó la mía de mi boca con suavidad, entonces se 
acercó. Sus ojos nunca dejando mis labios. Mi corazón se aceleró y con 
nerviosismo, me mordí el labio inferior preguntándome si debería moverme o 
decir algo. 
—Voy a besarte —me dijo, y antes de que pudiera registrar lo que dijo, su 
boca estaba en la mía. 
Era mi primer beso. Sus labios eran cálidos y sabían a la menta de su goma 
de mascar. No me encontraba segura de lo que debía hacer. Me sentía curiosa 
sobre el besar, y me gustaba Linc —él era agradable— pero era el hijo de mi jefe. 
También estábamos en una iglesia. 
La Sra. Wilson odiaría que besara a un hombre en una iglesia. Me llamaría 
inmunda y sucia. Pero ella estaba muerta. Deslicé una mano en el cabello de Linc y 
decidí que me gustaba hacer algo que esa mujer odiaría. Cuando la lengua de Linc 
pasó por mi labio inferior y presionó entre mis labios, abrí la boca y lo dejé entrar. 
—Te dije que esos pastelillos eran buenos —dijo una voz femenina, y 
entonces la boca de Linc se había ido. 
 
 
 
 
 
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Dejé caer mi mano de regreso a mi regazo y me di la vuelta para ver a una 
versión femenina de Linc de pie en frente de mi escritorio, una sonrisa conocedora 
en

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