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La reunificacion imperial - Gabriel Solís

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La reunificación
imperial:
los Sui y los Tang
Esplendor y expansión
del mundo chino
Dolors Folch i Fornesa
P03/87003/01867
La reunificación
imperial:
los Sui y los Tang
Esplendor y expansión
del mundo chino
Dolors Folch i Fornesa
P03/87003/01867
.. ..
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 3 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
Índice
Índice ......................................................................................................... 3
Introducción ............................................................................................ 5
Objetivos.................................................................................................... 6
1. La implantación de los Sui y el reinado de Wendi .................... 7
2. El reinado de Yangdi (605-617)....................................................... 16
3. La consolidación de la dinastía Tang y los reinados
de Gaozu y Taizong ........................................................................... 19
4. El reinado de Wu Zetian .................................................................. 26
5. El reinado de Xuanzong y la rebelión de An Lushan ................ 29
6. El final de los Tang............................................................................ 32
Resumen .................................................................................................... 35
Bibliografía .............................................................................................. 37
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 3 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
Índice
Índice ......................................................................................................... 3
Introducción ............................................................................................ 5
Objetivos.................................................................................................... 6
1. La implantación de los Sui y el reinado de Wendi .................... 7
2. El reinado de Yangdi (605-617)....................................................... 16
3. La consolidación de la dinastía Tang y los reinados
de Gaozu y Taizong ........................................................................... 19
4. El reinado de Wu Zetian .................................................................. 26
5. El reinado de Xuanzong y la rebelión de An Lushan ................ 29
6. El final de los Tang............................................................................ 32
Resumen .................................................................................................... 35
Bibliografía .............................................................................................. 37
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 4 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
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© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 4 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
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© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 5 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
Introducción
Después de un largo periodo de desunión en el que el mundo chino se vio
fragmentado en diferentes reinos, que se multiplicaron tanto al norte como
al sur, China entrará en un periodo nuevamente de unificación gracias a la
dinastía de los Sui (581-683).
El periodo que se inicia a finales del siglo VI representa el final de la época
medieval china. La dinastía Sui, como ya había hecho en el 221 a.C. la di-
nastía Qin, unificará toda China nuevamente bajo un mismo poder ponien-
do fina, de este modo, al viejo mundo de fidelidades feudales. De la misma
manera, la dinastía Sui, como la dinastía que le sucederá en el poder, la di-
nastía Tang (618-907), será capaz de articular un estado rico y un ejército
poderoso, que llevará a cabo grandes obras públicas, las cuales, a medio pla-
zo, serán uno de los motivos de su hundimiento.
Por su parte, la dinastía Tang no sólo representará un largo periodo de pros-
peridad económica y política (durante el cual, por ejemplo, volverá a florecer
la ruta de la seda, y las fronteras se extenderán notablemente hacia el norte,
sur y oeste), sino que, además, marca uno de los momentos de mayor es-
plendor cultural e intelectual de toda la historia china: el budismo vivirá
momentos de favor imperial, junto con periodos de persecución, y verá na-
cer a algunos de los más grandes poetas, artistas y literatos de China.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 5 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
Introducción
Después de un largo periodo de desunión en el que el mundo chino se vio
fragmentado en diferentes reinos, que se multiplicaron tanto al norte como
al sur, China entrará en un periodo nuevamente de unificación gracias a la
dinastía de los Sui (581-683).
El periodo que se inicia a finales del siglo VI representa el final de la época
medieval china. La dinastía Sui, como ya había hecho en el 221 a.C. la di-
nastía Qin, unificará toda China nuevamente bajo un mismo poder ponien-
do fina, de este modo, al viejo mundo de fidelidades feudales. De la misma
manera, la dinastía Sui, como la dinastía que le sucederá en el poder, la di-
nastía Tang (618-907), será capaz de articular un estado rico y un ejército
poderoso, que llevará a cabo grandes obras públicas, las cuales, a medio pla-
zo, serán uno de los motivos de su hundimiento.
Por su parte, la dinastía Tang no sólo representará un largo periodo de pros-
peridad económica y política (durante el cual, por ejemplo, volverá a florecer
la ruta de la seda, y las fronteras se extenderán notablemente hacia el norte,
sur y oeste), sino que, además, marca uno de los momentos de mayor es-
plendor cultural e intelectual de toda la historia china: el budismo vivirá
momentos de favor imperial, junto con periodos de persecución, y verá na-
cer a algunos de los más grandes poetas, artistas y literatos de China.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 6 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
Objetivos
Los objetivos de este módulo son:
1. Comprender el proceso de reunificación del imperio chino bajo la dinastía
Sui.
2. Analizar la expansión de las fronteras del mundo chino durante las di-
nastías Sui y Tang.
3. Entender la estructura administrativa y política del estado chino durante es-
te periodo.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 6 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
Objetivos
Los objetivos de este módulo son:
1. Comprender el proceso de reunificación del imperio chino bajo la dinastía
Sui.
2. Analizar la expansión de las fronteras del mundo chino durante las di-
nastías Sui y Tang.
3. Entender la estructura administrativa y política del estado chino durante es-
te periodo.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 7 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
La China de finales del siglo VI
1. La implantación de los Sui y el reinado de Wendi
Hacia mediados del siglo VI, China aún se encontraba
dividida en cuatro reinos, dos al norte y dos al sur, los
últimos herederos del Periodo de Desunión. a
El norte se lo disputaban dos dinastías: en el este, los
Qi del Norte, herederos de los Wei Orientales, y en el
oeste, los Zhou del Norte, herederos de los Wei
Occidentales. Estos dos estados, que mantuvieron
siempre una lucha férrea en torno a la confluencia del
río Fen con el Huanghe, tenían diferencias bien
marcadas que parecen explicar el triunfo final de los
Zhou del Norte: éstos controlan las grandes rutas
comerciales hacia Asia central, desde el valle del río
Wei hasta el corredor de Gansu –por donde siguen
llegando las embajadas procedentes tanto de los reinos de Asia central, como
de Persia– y son los depositarios de la gran tradición legista que les une a los
Cao Wei y a los Wei del norte.
Gracias a esta tradición, los Zhou tenían un mayor control social y sus
ejércitos también eran los mejores desu época: los más numerosos, los
más multiétnicos y los que mejor supieron incorporar las milicias lo-
cales de los periodos anteriores: en el año 577, los Zhou consiguieros
finalmente conquistar a sus rivales, los Qi del Norte. La voluntad de
fortalecer el Estado en contra de los grupos de presión les condujo,
asimismo, a tomar una de las medidas más impopulares: la proscrip-
ción del budismo en el año 574. a
Los dos estados del sur, por su parte, eran mucho más débiles. El impulso
religioso y comercial del emperador Wu de los Liang a principios del siglo VI,
dotó al sur de unos mecanismos económicos que explican en parte el rápido
enriquecimiento posterior de la China reunificada de los Sui ( ) y los Tang
( ): sin embargo, no pudo salvar a los Liang de ser conquistados por los
Zhou del Norte en el año 587. El último rival, la dinastía Chen, que contro-
laba el próspero cinturón de ciudades de las orillas del Yangzi, fue finalmente
conquistada por el norte, en el año 589.
Mientras los engullía a todos, sin embargo, la dinastía de los Zhou del Nor-
te pasaba también por un cambio dinástico que, entre usurpaciones y gol-
pes de Estado, acabaría conduciendo a la fundación de la dinastía Sui. No
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 7 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
La China de finales del siglo VI
1. La implantación de los Sui y el reinado de Wendi
Hacia mediados del siglo VI, China aún se encontraba
dividida en cuatro reinos, dos al norte y dos al sur, los
últimos herederos del Periodo de Desunión. a
El norte se lo disputaban dos dinastías: en el este, los
Qi del Norte, herederos de los Wei Orientales, y en el
oeste, los Zhou del Norte, herederos de los Wei
Occidentales. Estos dos estados, que mantuvieron
siempre una lucha férrea en torno a la confluencia del
río Fen con el Huanghe, tenían diferencias bien
marcadas que parecen explicar el triunfo final de los
Zhou del Norte: éstos controlan las grandes rutas
comerciales hacia Asia central, desde el valle del río
Wei hasta el corredor de Gansu –por donde siguen
llegando las embajadas procedentes tanto de los reinos de Asia central, como
de Persia– y son los depositarios de la gran tradición legista que les une a los
Cao Wei y a los Wei del norte.
Gracias a esta tradición, los Zhou tenían un mayor control social y sus
ejércitos también eran los mejores de su época: los más numerosos, los
más multiétnicos y los que mejor supieron incorporar las milicias lo-
cales de los periodos anteriores: en el año 577, los Zhou consiguieros
finalmente conquistar a sus rivales, los Qi del Norte. La voluntad de
fortalecer el Estado en contra de los grupos de presión les condujo,
asimismo, a tomar una de las medidas más impopulares: la proscrip-
ción del budismo en el año 574. a
Los dos estados del sur, por su parte, eran mucho más débiles. El impulso
religioso y comercial del emperador Wu de los Liang a principios del siglo VI,
dotó al sur de unos mecanismos económicos que explican en parte el rápido
enriquecimiento posterior de la China reunificada de los Sui ( ) y los Tang
( ): sin embargo, no pudo salvar a los Liang de ser conquistados por los
Zhou del Norte en el año 587. El último rival, la dinastía Chen, que contro-
laba el próspero cinturón de ciudades de las orillas del Yangzi, fue finalmente
conquistada por el norte, en el año 589.
Mientras los engullía a todos, sin embargo, la dinastía de los Zhou del Nor-
te pasaba también por un cambio dinástico que, entre usurpaciones y gol-
pes de Estado, acabaría conduciendo a la fundación de la dinastía Sui. No
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 8 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
es por casualidad por lo que la dinastía que había de reunificar China surgió de
la parte occidental de la China del norte: ésta es la tierra de los legistas, de
donde había salido el primer imperio que unificó China, el de Qin, y ésta era la
zona donde la tradición imperial –es decir, la voluntad de reunificar los reinos,
explícita en las dinastías más poderosas del Periodo de Desunión– había de
conservar los mecanismos más adecuados, tanto por lo que respecta al encua-
dre social como a la organización de los ejércitos. a
La unificación de los Qin, en el año 221 a.C. y la de los Sui en el año 581
d.C. presentan similitudes obvias: ambas dinastías consiguieron colapsar el
viejo mundo de fidelidades feudales y articular un estado rico y un ejérci-
to poderoso, ambas llevaron a cabo enormes obras públicas y ninguna de
las dos pudo resistir la ola de descontento que sus desmesurados esfuerzos
generaron, ambas duraron muy poco y ambas abrieron paso a grandes di-
nastías, la Han y la Tang, que conservarían lo esencial de su obra, durarían
siglos y ampliarían de forma espectacular el territorio.
Pero la diferencia entre ambas reunificaciones es muy grande y deriva de la
evolución misma de la sociedad china. La China que reunificaron los Sui
tenía, en realidad, muchos elementos en común, algunos heredados del
mundo antiguo y otros desarrollados durante los siglos de desunión. Todos
los reinos compartían la gran herencia Han, a pesar de que el sur se reclama-
ba para sí, y con razón, una filiación más directa con la tradición clásica: una
misma escritura –patrimonio común de las clases educadas de todos los rei-
nos–, una tradición política que basa la legitimación imperial en los antiguos
clásicos –y que no debe competir con ninguna otra tradición–, y una misma
herencia ética, basada en el confucianismo –que favorece la consolidación de
sociedades fuertemente jerarquizadas y encuadradas. Todos compartían,
asimismo, otras formas de cohesión que han enraizado en todas las capas so-
ciales a lo largo de los siglos de desunión.
• En primer lugar, el budismo, que en China desarrolla con una potencia
sin precedentes la institución monástica –hasta el punto de hacerla incó-
moda, a menudo, para el poder estatal–, y que se convierte en un gran
rasgo unificador en tanto que apela del mismo modo a dinastías del norte
y del sur como a poblaciones no chinas.
• En segundo lugar, el taoísmo religioso, donde los elementos surgidos de
las revueltas populares de finales de los Han (Turbantes Amarilllos) se
mezclan con las aportaciones budistas, y con las tradiciones de la alqui-
mia taoísta y de la búsqueda de longevidad.
Todo lo que conocemos de los Sui (581-617) proviene esencialmente de dos
grandes fuentes, las historias oficiales y la historia recopilada por Sima
Guang. Redactadas según el modelo implantado por el Shiji (Memorias Histó-
ricas) de Sima Qian durante los Han Anteriores y el Hanshu (Libro de los Han)
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 8 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
es por casualidad por lo que la dinastía que había de reunificar China surgió de
la parte occidental de la China del norte: ésta es la tierra de los legistas, de
donde había salido el primer imperio que unificó China, el de Qin, y ésta era la
zona donde la tradición imperial –es decir, la voluntad de reunificar los reinos,
explícita en las dinastías más poderosas del Periodo de Desunión– había de
conservar los mecanismos más adecuados, tanto por lo que respecta al encua-
dre social como a la organización de los ejércitos. a
La unificación de los Qin, en el año 221 a.C. y la de los Sui en el año 581
d.C. presentan similitudes obvias: ambas dinastías consiguieron colapsar el
viejo mundo de fidelidades feudales y articular un estado rico y un ejérci-
to poderoso, ambas llevaron a cabo enormes obras públicas y ninguna de
las dos pudo resistir la ola de descontento que sus desmesurados esfuerzos
generaron, ambas duraron muy poco y ambas abrieron paso a grandes di-
nastías, la Han y la Tang, que conservarían lo esencial de su obra, durarían
siglos y ampliarían de forma espectacular el territorio.
Pero la diferencia entre ambas reunificaciones es muy grande y deriva de la
evolución mismade la sociedad china. La China que reunificaron los Sui
tenía, en realidad, muchos elementos en común, algunos heredados del
mundo antiguo y otros desarrollados durante los siglos de desunión. Todos
los reinos compartían la gran herencia Han, a pesar de que el sur se reclama-
ba para sí, y con razón, una filiación más directa con la tradición clásica: una
misma escritura –patrimonio común de las clases educadas de todos los rei-
nos–, una tradición política que basa la legitimación imperial en los antiguos
clásicos –y que no debe competir con ninguna otra tradición–, y una misma
herencia ética, basada en el confucianismo –que favorece la consolidación de
sociedades fuertemente jerarquizadas y encuadradas. Todos compartían,
asimismo, otras formas de cohesión que han enraizado en todas las capas so-
ciales a lo largo de los siglos de desunión.
• En primer lugar, el budismo, que en China desarrolla con una potencia
sin precedentes la institución monástica –hasta el punto de hacerla incó-
moda, a menudo, para el poder estatal–, y que se convierte en un gran
rasgo unificador en tanto que apela del mismo modo a dinastías del norte
y del sur como a poblaciones no chinas.
• En segundo lugar, el taoísmo religioso, donde los elementos surgidos de
las revueltas populares de finales de los Han (Turbantes Amarilllos) se
mezclan con las aportaciones budistas, y con las tradiciones de la alqui-
mia taoísta y de la búsqueda de longevidad.
Todo lo que conocemos de los Sui (581-617) proviene esencialmente de dos
grandes fuentes, las historias oficiales y la historia recopilada por Sima
Guang. Redactadas según el modelo implantado por el Shiji (Memorias Histó-
ricas) de Sima Qian durante los Han Anteriores y el Hanshu (Libro de los Han)
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 9 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
La extensión del imperio Sui
de Ban Gu durante los Han Posteriores, y recopiladas a partir de los materia-
les primarios conservados en la biblioteca imperial, y de las entrevistas con
los supervivientes de la dinastía anterior, las historias oficiales se hallan bási-
camente en el Suishu, Historia de los Sui ( ) redactada en el año 636 por
Wei Zheng, bajo Tang Taizong, y que se completó en el año 656 con la aña-
didura de 20 monografías.
Sobre los primeros tiempos de los Sui se dispone asimismo de información
relevante en la Historia de los Zhou, la Historia de los Chen y la Historia de las
Dinastías del Norte. Otra fuente básica de los Sui es también el Zizhi tongjian
(Espejo completo por la ilustración del gobierno), de Sima Guang, escrito entre
los años 1072 y 1084, y que cubre la historia de China entre el año 403 a.C.
y el año 959 d.C. Ya a partir de los Sui empezamos a disponer de algún do-
cumento al margen de las historias oficiales –centradas siempre en la vida de
la capital y de la elite dirigente–: los documentos de Dunhuang nos abren
una rendija de lo que debía ser la vida en los centros alejados de la capital y
testifican al mismo tiempo de la notable implantación de las medidas dicta-
das por el centro en los últimos confines del imperio.
La unificación Sui provenía del norte y surgió del bloque de familias
aristocráticas en las que la sangre china se mezclaba con la de la estepa
desde hacía generaciones. Su artífice fue Yang Jian, el futuro emperador
Wendi (581-604), que venía de una familia que desde hacía seis genera-
ciones se iba mezclando sistemáticamente con la elite xianbei y propor-
cionando funcionarios a las dinastías no chinas de China del norte.
La familia de Yang Jian era una de estas familias en las que militares, terra-
tenientes y funcionarios se apoyaban mutuamente: el joven Yang Jian re-
cibió la educación propia de la joven nobleza de sangre mezclada y, por su
afición a los caballos, su riqueza basada en grandes posesiones de tierras y
Las pinturas las muestran a
menudo con los pies grandes
y montando a caballo libre-
mente, mientras que las histo-
rias les otorgan unas actitudes
independientes que desapare-
cerán totalmente a partir de la
dinastía Song.
Las mujeres en la pintura
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 9 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
La extensión del imperio Sui
de Ban Gu durante los Han Posteriores, y recopiladas a partir de los materia-
les primarios conservados en la biblioteca imperial, y de las entrevistas con
los supervivientes de la dinastía anterior, las historias oficiales se hallan bási-
camente en el Suishu, Historia de los Sui ( ) redactada en el año 636 por
Wei Zheng, bajo Tang Taizong, y que se completó en el año 656 con la aña-
didura de 20 monografías.
Sobre los primeros tiempos de los Sui se dispone asimismo de información
relevante en la Historia de los Zhou, la Historia de los Chen y la Historia de las
Dinastías del Norte. Otra fuente básica de los Sui es también el Zizhi tongjian
(Espejo completo por la ilustración del gobierno), de Sima Guang, escrito entre
los años 1072 y 1084, y que cubre la historia de China entre el año 403 a.C.
y el año 959 d.C. Ya a partir de los Sui empezamos a disponer de algún do-
cumento al margen de las historias oficiales –centradas siempre en la vida de
la capital y de la elite dirigente–: los documentos de Dunhuang nos abren
una rendija de lo que debía ser la vida en los centros alejados de la capital y
testifican al mismo tiempo de la notable implantación de las medidas dicta-
das por el centro en los últimos confines del imperio.
La unificación Sui provenía del norte y surgió del bloque de familias
aristocráticas en las que la sangre china se mezclaba con la de la estepa
desde hacía generaciones. Su artífice fue Yang Jian, el futuro emperador
Wendi (581-604), que venía de una familia que desde hacía seis genera-
ciones se iba mezclando sistemáticamente con la elite xianbei y propor-
cionando funcionarios a las dinastías no chinas de China del norte.
La familia de Yang Jian era una de estas familias en las que militares, terra-
tenientes y funcionarios se apoyaban mutuamente: el joven Yang Jian re-
cibió la educación propia de la joven nobleza de sangre mezclada y, por su
afición a los caballos, su riqueza basada en grandes posesiones de tierras y
Las pinturas las muestran a
menudo con los pies grandes
y montando a caballo libre-
mente, mientras que las histo-
rias les otorgan unas actitudes
independientes que desapare-
cerán totalmente a partir de la
dinastía Song.
Las mujeres en la pintura
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 10 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
El emperador Taizong
su desprecio por los intelectuales, era un típico aristócrata de la China del
siglo VI. A los dieciséis años le casaron con una joven de un clan emparen-
tado con los xiongnu, que conservaría un gran ascendente sobre él durante
el resto de su vida: las mujeres, por influencia del mundo de la estepa, jue-
gan con los Tang y los Sui un papel mucho más activo en la política y en
la sociedad que el papel que habían jugado en la historia anterior o poste-
rior de China.
Yang Jian también estrechó los lazos con la familia imperial hasta el punto
de casar a su hija con el heredero de la corona de los Zhou del Norte: fueron
precisamente estos lazos familiares los que Yang Jian arguyó para arrebatar el
trono al último emperador Zhou y fundar una nueva dinastía. En el año 581,
Yang Jian proclamó que le había sido traspasado el Mandato del Cielo y que
como Hijo del Cielo fundaba la nueva dinastía de los Sui.
Para legitimar lo que no era más que un golpe de Estado, el nuevo empera-
dor –que a partir de ahora se llamará Wendi– necesitaba una ideología que lo
presentara como el sucesor legítimo del imperio Han: tanto la denominación
de los nuevos cargos como el estilo literario de los comunicados oficiales
adoptan un lenguaje de cariz clásico dentro del más puro estilo confuciano.
Desde el primer momento, el nuevo imperio elaborará un corpus de ritualessimbólicos para legitimar el poder, con las ceremonias propias del Hijo del
Cielo y la adopción del color rojo y el elemento fuego –para vincularse a los
Han que también habían reinado con la virtud del fuego–: la legitimación
era especialmente importante para incorporar la China del sur, donde las
tradiciones Han se conservaban meticulosamente.
Para poder recuperar un cuerpo de funcionarios que independizaran al em-
perador de la nobleza local de las grandes familias, se concedió una gran re-
levancia a los estudios clásicos y se implantaron escuelas en la capital para
formar –en el corpus confuciano– a los futuros funcionarios.
Sin embargo Wendi, que al igual que el primer gran emperador Tang, Tai-
zong, supo elegir un equipo de colaboradores extraordinariamente compe-
tente, no sentía una inclinación especial por los grandes Clásicos del confu-
cianismo –de hecho, las escuelas confucianas fueron prohibidas brevemente
en el año 601–, con excepción del Clásico de la Piedad Filial que, con su auto-
ritarismo puro, la insistencia en la total sumisión del inferior al superior en
un orden social jerarquizado y su total oposición a cualquier desviación de la
ortodoxia, constituirá siempre el trasfondo de sus edictos imperiales. a
Otro apoyo intelectual de Wendi fue la fe budista, sobre todo la parte más
popular de ésta, que compartía tanto con las grandes familias aristocráticas
como con el bajo pueblo. El budismo, por el que tanto el emperador como la
emperatriz sentían una sincera inclinación personal, le proporcionó los
grandes gestos para legitimar su dinastía: uno de sus primeros decretos fue
Emperador Periodo
Sui Wendi 581 - 603
Sui Yangdi 604-617
Sui Gongdi 618
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 10 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
El emperador Taizong
su desprecio por los intelectuales, era un típico aristócrata de la China del
siglo VI. A los dieciséis años le casaron con una joven de un clan emparen-
tado con los xiongnu, que conservaría un gran ascendente sobre él durante
el resto de su vida: las mujeres, por influencia del mundo de la estepa, jue-
gan con los Tang y los Sui un papel mucho más activo en la política y en
la sociedad que el papel que habían jugado en la historia anterior o poste-
rior de China.
Yang Jian también estrechó los lazos con la familia imperial hasta el punto
de casar a su hija con el heredero de la corona de los Zhou del Norte: fueron
precisamente estos lazos familiares los que Yang Jian arguyó para arrebatar el
trono al último emperador Zhou y fundar una nueva dinastía. En el año 581,
Yang Jian proclamó que le había sido traspasado el Mandato del Cielo y que
como Hijo del Cielo fundaba la nueva dinastía de los Sui.
Para legitimar lo que no era más que un golpe de Estado, el nuevo empera-
dor –que a partir de ahora se llamará Wendi– necesitaba una ideología que lo
presentara como el sucesor legítimo del imperio Han: tanto la denominación
de los nuevos cargos como el estilo literario de los comunicados oficiales
adoptan un lenguaje de cariz clásico dentro del más puro estilo confuciano.
Desde el primer momento, el nuevo imperio elaborará un corpus de rituales
simbólicos para legitimar el poder, con las ceremonias propias del Hijo del
Cielo y la adopción del color rojo y el elemento fuego –para vincularse a los
Han que también habían reinado con la virtud del fuego–: la legitimación
era especialmente importante para incorporar la China del sur, donde las
tradiciones Han se conservaban meticulosamente.
Para poder recuperar un cuerpo de funcionarios que independizaran al em-
perador de la nobleza local de las grandes familias, se concedió una gran re-
levancia a los estudios clásicos y se implantaron escuelas en la capital para
formar –en el corpus confuciano– a los futuros funcionarios.
Sin embargo Wendi, que al igual que el primer gran emperador Tang, Tai-
zong, supo elegir un equipo de colaboradores extraordinariamente compe-
tente, no sentía una inclinación especial por los grandes Clásicos del confu-
cianismo –de hecho, las escuelas confucianas fueron prohibidas brevemente
en el año 601–, con excepción del Clásico de la Piedad Filial que, con su auto-
ritarismo puro, la insistencia en la total sumisión del inferior al superior en
un orden social jerarquizado y su total oposición a cualquier desviación de la
ortodoxia, constituirá siempre el trasfondo de sus edictos imperiales. a
Otro apoyo intelectual de Wendi fue la fe budista, sobre todo la parte más
popular de ésta, que compartía tanto con las grandes familias aristocráticas
como con el bajo pueblo. El budismo, por el que tanto el emperador como la
emperatriz sentían una sincera inclinación personal, le proporcionó los
grandes gestos para legitimar su dinastía: uno de sus primeros decretos fue
Emperador Periodo
Sui Wendi 581 - 603
Sui Yangdi 604-617
Sui Gongdi 618
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 11 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
abolir la proscripción del budismo que habían dictado los Zhou del Norte y
ordenó la construcción de 120 templos en la capital.
En el año 601 ordenó la distribución de reliquias budistas –que el mismo emperador
depositaba en jarras que llevaban el sello imperial– por todo el imperio, mientras laa
pagodas se multiplicaban por todas partes y múltiples misioneros recorrían todas las
provincias.
Sin embargo, la importancia de las donaciones y las fundaciones de nuevos
templos –que le daban la pátina de cakravartin, el monarca universal del bu-
dismo, equivalente al Hijo del Cielo chino, gobernante ideal del budismo– nun-
ca supuso que cediera ni un ápice del poder secular a la clerecía budista. Los
budistas, por otra parte, no fueron los únicos beneficiarios de la protección im-
perial: la nueva capital también contó con 16 templos taoístas. Pero el taoísmo,
si bien jugaba un papel importante, quedaba lejos tanto de los gustos imperia-
les como del imponente volumen del establishment confuciano: la clerecía
taoísta contaba con 2.000 monjes y la budista con 236.000 .a
El recurso a legitimaciones varias, de hecho, era deliberado por parte de los
Sui: la suya era una ideología sincrética basada esencialmente en un confu-
cianismo con un fuerte rasgo legista –ya que tanto para restaurar las glorias
de los Han, como para articular un estado eficaz era imprescindible basarse
en esta tradición–, y en un budismo imperial –que era su religión personal y
al que, como Açoka, el gran emperador indio de la dinastía Maurya del siglo
III a.C., quería convertir en uno de los pilares básicos de su nuevo estado.
La primera gran campaña de la nueva dinastía fundada en el año 581
fue la conquista del sur, que no se completó hasta el año 589. Las
campañas dibujan ya las constantes militares de los Sui: enormes mo-
vilizaciones –518.000 soldados atacaron el reino de Chen–, y cons-
trucción de grandes infraestructuras de apoyo –graneros para dar apo-
yo logístico y construcción en el año 584 de lo que sería el primer
tramo del Gran Canal.
La victoria de los Sui fue acaparadora: la capital de los Chen ( ,557-589),
Jiankang, sobre el Yangzi, fue arrasada y su territorio dedicado al uso agrí-
cola. Todos los funcionarios del sur fueron destituidos, mientras que las
grandes familias de notables de la derrocada Jiankang eran trasladadas a la
capital de los Sui: el Suishu habla de una hilera de 200 kilómetros; a pesar
de que, para conciliarse con la población restante, se suprimieron los im-
puestos del sur durante 10 años (medida fácil, ya que de todos modos difí-
cilmente los hubieran podido cobrar), nada pudo parar una masacre de
funcionarios Sui a manos de una población aterrada por los rumores de que
iban a trasladarlos a todos al norte. De hecho, habrá que esperar al reinado
La dinastía de los Chen fue el
último vestigio de las Seis Di-
nastías que se habían ido su-
cediendo en Nanjing desde
principios del siglo III.
Chen
© UniversitatOberta de Catalunya • P03/87003/01867 11 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
abolir la proscripción del budismo que habían dictado los Zhou del Norte y
ordenó la construcción de 120 templos en la capital.
En el año 601 ordenó la distribución de reliquias budistas –que el mismo emperador
depositaba en jarras que llevaban el sello imperial– por todo el imperio, mientras laa
pagodas se multiplicaban por todas partes y múltiples misioneros recorrían todas las
provincias.
Sin embargo, la importancia de las donaciones y las fundaciones de nuevos
templos –que le daban la pátina de cakravartin, el monarca universal del bu-
dismo, equivalente al Hijo del Cielo chino, gobernante ideal del budismo– nun-
ca supuso que cediera ni un ápice del poder secular a la clerecía budista. Los
budistas, por otra parte, no fueron los únicos beneficiarios de la protección im-
perial: la nueva capital también contó con 16 templos taoístas. Pero el taoísmo,
si bien jugaba un papel importante, quedaba lejos tanto de los gustos imperia-
les como del imponente volumen del establishment confuciano: la clerecía
taoísta contaba con 2.000 monjes y la budista con 236.000 .a
El recurso a legitimaciones varias, de hecho, era deliberado por parte de los
Sui: la suya era una ideología sincrética basada esencialmente en un confu-
cianismo con un fuerte rasgo legista –ya que tanto para restaurar las glorias
de los Han, como para articular un estado eficaz era imprescindible basarse
en esta tradición–, y en un budismo imperial –que era su religión personal y
al que, como Açoka, el gran emperador indio de la dinastía Maurya del siglo
III a.C., quería convertir en uno de los pilares básicos de su nuevo estado.
La primera gran campaña de la nueva dinastía fundada en el año 581
fue la conquista del sur, que no se completó hasta el año 589. Las
campañas dibujan ya las constantes militares de los Sui: enormes mo-
vilizaciones –518.000 soldados atacaron el reino de Chen–, y cons-
trucción de grandes infraestructuras de apoyo –graneros para dar apo-
yo logístico y construcción en el año 584 de lo que sería el primer
tramo del Gran Canal.
La victoria de los Sui fue acaparadora: la capital de los Chen ( ,557-589),
Jiankang, sobre el Yangzi, fue arrasada y su territorio dedicado al uso agrí-
cola. Todos los funcionarios del sur fueron destituidos, mientras que las
grandes familias de notables de la derrocada Jiankang eran trasladadas a la
capital de los Sui: el Suishu habla de una hilera de 200 kilómetros; a pesar
de que, para conciliarse con la población restante, se suprimieron los im-
puestos del sur durante 10 años (medida fácil, ya que de todos modos difí-
cilmente los hubieran podido cobrar), nada pudo parar una masacre de
funcionarios Sui a manos de una población aterrada por los rumores de que
iban a trasladarlos a todos al norte. De hecho, habrá que esperar al reinado
La dinastía de los Chen fue el
último vestigio de las Seis Di-
nastías que se habían ido su-
cediendo en Nanjing desde
principios del siglo III.
Chen
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siguiente, el del emperador Yangdi, que siendo príncipe había sido virrey
del sur y lo conocía bien, para que el valle del Yangzi se integre plenamen-
te en el horizonte económico y cultural de los Sui.
Al sur de la cuenca del Yangzi, la implantación china aún era muy esca-
sa: en los valles fértiles y en la costa, ocasionalmente, había ciudades
amuralladas chinas, pero no todos los aborígenes estaban dentro de la
esfera cultural china. Para algunos de éstos se crearon divisiones admi-
nistrativas propias –una práctica que perdurará hasta nuestros días. Sin
embargo, este hecho no evitará las frecuentes sublevaciones de tribus lo-
cales que puntearán sistemáticamente los siglos de los Sui y los Tang.
Una vez conquistado el sur, el primer gran gesto de Wendi para señalar la
unificación del país fue la construcción de una nueva capital, Daxin-
gcheng, “la ciudad del Gran Renacimiento”, situada al sudeste de la antigua
Chang’an de los Han. a
La nueva ciudad tenía unas dimensiones considerables, a la altura de la
dignidad que se quería conferir al nuevo imperio: una muralla de 9,5 kiló-
metros de este a oeste y de 8,5 kilómetros de norte a sur rodeaba un interior
donde el palacio y la ciudad administrativa destacaban sobre un conjunto
de 108 barrios –una cifra cósmica producto de la multiplicación de los doce
meses del año por las nueve regiones de la China antigua–: de los 108 ba-
rrios, 106 eran residenciales y dos eran mercados.
Los barrios –estructurados en torno al eje principal de la ciudad, la avenida
del Pájaro Rojo– estaban cuadriculados por calles y protegidos por murallas
con cuatro puertas: los residentes no podían salir entre la puesta y la salida
del sol. Los mercados obedecían al criterio, instaurado ya por los Han, de
centralizar el comercio en espacios fácilmente controlables, donde el estado
podía mantener los precios fijos, supervisar los pesos y las medidas, y la cali-
dad de los productos, prevenir la especulación, y supervisar la actuación de
los mercaderes, que estaban organizados en gremios oficialmente reconoci-
dos. Los dos grandes mercados, que se encontraban también en todas las
grandes capitales de provincias, eran el mercado del este, especializado en
productos chinos, y el del oeste, dedicado a los productos de Asia central,
que llegaban a través de las rutas de la seda. En torno a este mercado, vivía la
numerosa población extranjera que hacía negocios en la capital, donde tenía
sus propios templos: altares zoroastristas y templos maniqueos para los per-
sas e iglesias nestorianas para los sirios. Las enormes medidas de la ciudad,
sin embargo, no nos deben llamar a engaño, ya que la nueva capital estaba
casi absolutamente vacía cuando se instaló en ella el emperador, y no fue
nunca ocupada del todo: por esta razón se dieron tantas facilidades para
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siguiente, el del emperador Yangdi, que siendo príncipe había sido virrey
del sur y lo conocía bien, para que el valle del Yangzi se integre plenamen-
te en el horizonte económico y cultural de los Sui.
Al sur de la cuenca del Yangzi, la implantación china aún era muy esca-
sa: en los valles fértiles y en la costa, ocasionalmente, había ciudades
amuralladas chinas, pero no todos los aborígenes estaban dentro de la
esfera cultural china. Para algunos de éstos se crearon divisiones admi-
nistrativas propias –una práctica que perdurará hasta nuestros días. Sin
embargo, este hecho no evitará las frecuentes sublevaciones de tribus lo-
cales que puntearán sistemáticamente los siglos de los Sui y los Tang.
Una vez conquistado el sur, el primer gran gesto de Wendi para señalar la
unificación del país fue la construcción de una nueva capital, Daxin-
gcheng, “la ciudad del Gran Renacimiento”, situada al sudeste de la antigua
Chang’an de los Han. a
La nueva ciudad tenía unas dimensiones considerables, a la altura de la
dignidad que se quería conferir al nuevo imperio: una muralla de 9,5 kiló-
metros de este a oeste y de 8,5 kilómetros de norte a sur rodeaba un interior
donde el palacio y la ciudad administrativa destacaban sobre un conjunto
de 108 barrios –una cifra cósmica producto de la multiplicación de los doce
meses del año por las nueve regiones de la China antigua–: de los 108 ba-
rrios, 106 eran residenciales y dos eran mercados.
Los barrios –estructurados en torno al eje principal de la ciudad, la avenida
del Pájaro Rojo– estaban cuadriculados por calles y protegidos por murallas
con cuatro puertas: los residentes no podían salir entre la puesta y la salida
del sol. Los mercados obedecían al criterio, instaurado ya por los Han, de
centralizar el comercio en espacios fácilmente controlables, donde el estado
podía mantener los precios fijos, supervisarlos pesos y las medidas, y la cali-
dad de los productos, prevenir la especulación, y supervisar la actuación de
los mercaderes, que estaban organizados en gremios oficialmente reconoci-
dos. Los dos grandes mercados, que se encontraban también en todas las
grandes capitales de provincias, eran el mercado del este, especializado en
productos chinos, y el del oeste, dedicado a los productos de Asia central,
que llegaban a través de las rutas de la seda. En torno a este mercado, vivía la
numerosa población extranjera que hacía negocios en la capital, donde tenía
sus propios templos: altares zoroastristas y templos maniqueos para los per-
sas e iglesias nestorianas para los sirios. Las enormes medidas de la ciudad,
sin embargo, no nos deben llamar a engaño, ya que la nueva capital estaba
casi absolutamente vacía cuando se instaló en ella el emperador, y no fue
nunca ocupada del todo: por esta razón se dieron tantas facilidades para
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Exámenes imperiales
construir en ella templos budistas y taoístas, y por eso, también, la población
extranjera tuvo siempre un peso importante. a
El poder centralizado que simbolizaba la nueva capital debía hacerse efectivo
a través de una nueva estructura legal e institucional que permitiera un
poder real de la nueva dinastía. Cuando los Sui llegaron al poder, las prefec-
turas eran virtuales satrapías que retenían el grueso de los impuestos y utili-
zaban al ejército local para sus propios intereses: se trataba de un sistema de
gobierno local caro y corrupto, que causaba una debilidad endémica del po-
der central. Para salir del círculo vicioso de las pequeñas dinastías del Periodo
de Desunión, el nuevo estado debía conseguir acabar con los privilegios de
las grandes familias, doblegar el poder de los militares y articular una admi-
nistración civil. Todo el periodo que empieza en ese momento y que se per-
petuará con los Tang es una lucha entre el poder central –que pretende con-
trolar la entrada de los individuos en la administración y fortalecer las
instituciones centralizadas– y los grandes clanes aristocráticos que intentan
preservar sus privilegios.
El primer problema era el de la proliferación de los niveles administrativos
intermedios. Con los siglos se habían multiplicado, tanto en el norte como en
el sur, al margen de las necesidades locales o de la racionalidad administrativa:
todas las grandes familias –a menudo amparadas por alguna consorte imperial
de su clan– habían ido creando nuevas prefecturas para disfrutar de los ingresos
que ello representaba. Estos poderes intermedios eran los que en realidad lle-
vaban a cabo los nombramientos, dejando la aprobación por parte del gobier-
no central como un simple requisito. Entre los Han y los Sui, el número de pre-
fecturas se había multiplicado por 22 y tanto en el norte como en el sur se
habían ido creando unidades de gobierno local, repletas de cargos, que se man-
tenían con nuevos impuestos sobre la población.
De manera muy inmediata, Wendi, que desde el año 583
había ido recibiendo memoriales al trono quejándose de la
multiplicación de los gobiernos locales, decidió seguir el
modelo altamente centralizado de los Qin, la dinastía que
implantó el primer imperio chino en el año 221 a.C., y ordenó
la inmediata reducción de provincias y prefecturas, así
como la unificación de las medidas de las unidades regionales.
Wendi se enfrentó también al problema de cómo nombrar a
los gobernadores de las nuevas unidades administrativas: los
Sui heredan el sistema de los Delegados Recomendadores,
según el cual éstos, que pertenecían todos a las grandes fami-
lias aristocráticas, designaban a los que habrían de ocupar los
cargos en las administraciones locales y en la central. Los
delegados fueron abolidos el mismo año 583 por un decreto
que establecía explícitamente que la selección de funcionarios
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Exámenes imperiales
construir en ella templos budistas y taoístas, y por eso, también, la población
extranjera tuvo siempre un peso importante. a
El poder centralizado que simbolizaba la nueva capital debía hacerse efectivo
a través de una nueva estructura legal e institucional que permitiera un
poder real de la nueva dinastía. Cuando los Sui llegaron al poder, las prefec-
turas eran virtuales satrapías que retenían el grueso de los impuestos y utili-
zaban al ejército local para sus propios intereses: se trataba de un sistema de
gobierno local caro y corrupto, que causaba una debilidad endémica del po-
der central. Para salir del círculo vicioso de las pequeñas dinastías del Periodo
de Desunión, el nuevo estado debía conseguir acabar con los privilegios de
las grandes familias, doblegar el poder de los militares y articular una admi-
nistración civil. Todo el periodo que empieza en ese momento y que se per-
petuará con los Tang es una lucha entre el poder central –que pretende con-
trolar la entrada de los individuos en la administración y fortalecer las
instituciones centralizadas– y los grandes clanes aristocráticos que intentan
preservar sus privilegios.
El primer problema era el de la proliferación de los niveles administrativos
intermedios. Con los siglos se habían multiplicado, tanto en el norte como en
el sur, al margen de las necesidades locales o de la racionalidad administrativa:
todas las grandes familias –a menudo amparadas por alguna consorte imperial
de su clan– habían ido creando nuevas prefecturas para disfrutar de los ingresos
que ello representaba. Estos poderes intermedios eran los que en realidad lle-
vaban a cabo los nombramientos, dejando la aprobación por parte del gobier-
no central como un simple requisito. Entre los Han y los Sui, el número de pre-
fecturas se había multiplicado por 22 y tanto en el norte como en el sur se
habían ido creando unidades de gobierno local, repletas de cargos, que se man-
tenían con nuevos impuestos sobre la población.
De manera muy inmediata, Wendi, que desde el año 583
había ido recibiendo memoriales al trono quejándose de la
multiplicación de los gobiernos locales, decidió seguir el
modelo altamente centralizado de los Qin, la dinastía que
implantó el primer imperio chino en el año 221 a.C., y ordenó
la inmediata reducción de provincias y prefecturas, así
como la unificación de las medidas de las unidades regionales.
Wendi se enfrentó también al problema de cómo nombrar a
los gobernadores de las nuevas unidades administrativas: los
Sui heredan el sistema de los Delegados Recomendadores,
según el cual éstos, que pertenecían todos a las grandes fami-
lias aristocráticas, designaban a los que habrían de ocupar los
cargos en las administraciones locales y en la central. Los
delegados fueron abolidos el mismo año 583 por un decreto
que establecía explícitamente que la selección de funcionarios
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El caràcter tian, “campo”,…
… es una representación gráfi-
ca del la división del territorio
en parcelas.
no se basaba en privilegios hereditarios, sino en la incorporación de los
mejores. En el año 587, Wendi ordenó que todas las prefecturas enviaran a
tres personas a la capital (que no fueran ni artesanos ni mercaderes) y creó
un Departamento de Asuntos Civiles para seleccionar a los más compe-
tentes. Pero las capacidades de los candidatos variaban mucho y hubo que
establecer criterios objetivos para comprobar su competencia: la primera
mención de exámenes es del año 595. Los exámenes, que comprobaban la
formación literaria general del candidato, se implantaron definitivamente
en el mundo chino a partir de los Sui, y se consolidaron con los Tang,
aunque tuvieron que pasar unos cuantos siglos hasta que el acceso al fun-
cionariado por recomendación directa de las grandesfamilias quedara
completamente minimizado.
Para crear un cuerpo civil al margen de los intereses de la gran aristocracia,
Wendi tomó asimismo una serie de medidas que limitaban su poder y que
perdurarían durante toda la edad moderna: prohibición de servir en su pro-
pia región natal para poder evitar las presiones y los favoritismos; limitación
del tiempo de permanencia en un mismo cargo a tres años; informe anual a
la corte de un responsable de la provincia sobre el funcionamiento de la ad-
ministración local. Convencido, como lo estarían los Tang, que el suyo debía
ser un imperio multiétnico, Wendi promovió que los funcionarios vinieran
de todos los rincones del imperio: la proporción de funcionarios no chinos
aumentó de modo notable durante este periodo. a
Wendi, que por sus orígenes sabía muy bien la fuerza que podían llegar a te-
ner los ejércitos y sus auxiliares bárbaros, tomó asimismo las medidas para
poner a los militares bajo control de los civiles: el sistema básico era el fubing
( ), cuerpos de soldados administrados territorialmente que combinaban
trabajo civil y militar, y que podían ser movilizados tanto para la guerra co-
mo para la construcción de obras públicas. Estos cuerpos de soldados-
campesinos tenían tierras asignadas, quedaban parcialmente exentos de ta-
sas, tenían que proporcionar parte de su propio equipo y recibían un entre-
namiento esmerado para compensar el número relativamente pequeño del
ejército con una fuerte profesionalidad.
Para resolver la financiación del aparato civil y militar del Estado, y acabar al
mismo tiempo con la fragmentación de la autoridad que se derivaba de los
grandes latifundios controlados por la aristocracia, Wendi generalizó el jun-
tian (juntianfa ) la distribución igualitaria de los campos, que ya
había implantado el emperador Xiaowen de los Wei del Norte y que habían
mantenido los Qi. La tierra se clasificó en tres categorías: las tierras aptas para
los grandes cultivos, que se entregaban a todos los adultos entre 17 y 59 años
y que después había que retornar al estado para que fueran redistribuidas; los
terrenos destinados a morera y cáñamo que, dado que requerían una gran
inversión, eren heredables; y el trozo de huerto junto a la casa, que también
era heredable.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 14 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
El caràcter tian, “campo”,…
… es una representación gráfi-
ca del la división del territorio
en parcelas.
no se basaba en privilegios hereditarios, sino en la incorporación de los
mejores. En el año 587, Wendi ordenó que todas las prefecturas enviaran a
tres personas a la capital (que no fueran ni artesanos ni mercaderes) y creó
un Departamento de Asuntos Civiles para seleccionar a los más compe-
tentes. Pero las capacidades de los candidatos variaban mucho y hubo que
establecer criterios objetivos para comprobar su competencia: la primera
mención de exámenes es del año 595. Los exámenes, que comprobaban la
formación literaria general del candidato, se implantaron definitivamente
en el mundo chino a partir de los Sui, y se consolidaron con los Tang,
aunque tuvieron que pasar unos cuantos siglos hasta que el acceso al fun-
cionariado por recomendación directa de las grandes familias quedara
completamente minimizado.
Para crear un cuerpo civil al margen de los intereses de la gran aristocracia,
Wendi tomó asimismo una serie de medidas que limitaban su poder y que
perdurarían durante toda la edad moderna: prohibición de servir en su pro-
pia región natal para poder evitar las presiones y los favoritismos; limitación
del tiempo de permanencia en un mismo cargo a tres años; informe anual a
la corte de un responsable de la provincia sobre el funcionamiento de la ad-
ministración local. Convencido, como lo estarían los Tang, que el suyo debía
ser un imperio multiétnico, Wendi promovió que los funcionarios vinieran
de todos los rincones del imperio: la proporción de funcionarios no chinos
aumentó de modo notable durante este periodo. a
Wendi, que por sus orígenes sabía muy bien la fuerza que podían llegar a te-
ner los ejércitos y sus auxiliares bárbaros, tomó asimismo las medidas para
poner a los militares bajo control de los civiles: el sistema básico era el fubing
( ), cuerpos de soldados administrados territorialmente que combinaban
trabajo civil y militar, y que podían ser movilizados tanto para la guerra co-
mo para la construcción de obras públicas. Estos cuerpos de soldados-
campesinos tenían tierras asignadas, quedaban parcialmente exentos de ta-
sas, tenían que proporcionar parte de su propio equipo y recibían un entre-
namiento esmerado para compensar el número relativamente pequeño del
ejército con una fuerte profesionalidad.
Para resolver la financiación del aparato civil y militar del Estado, y acabar al
mismo tiempo con la fragmentación de la autoridad que se derivaba de los
grandes latifundios controlados por la aristocracia, Wendi generalizó el jun-
tian (juntianfa ) la distribución igualitaria de los campos, que ya
había implantado el emperador Xiaowen de los Wei del Norte y que habían
mantenido los Qi. La tierra se clasificó en tres categorías: las tierras aptas para
los grandes cultivos, que se entregaban a todos los adultos entre 17 y 59 años
y que después había que retornar al estado para que fueran redistribuidas; los
terrenos destinados a morera y cáñamo que, dado que requerían una gran
inversión, eren heredables; y el trozo de huerto junto a la casa, que también
era heredable.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 15 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
Esta distribución de la tierra era la base para el cálculo de los impuestos y los
servicios que se debían al Estado y que se calculaban por familia y por año:
tres sacos de grano; unas cuantas piezas de seda o de cáñamo; y el servicio
obligatorio de 20 días anuales para todos los varones adultos.
Al mismo tiempo se puso en funcionamiento un sistema de actualización
de los registros, que representó un aumento de 1.641.000 personas imponi-
bles, y se crearon agrupaciones de 125 familias colectivamente responsables,
a partir de las cuales se clasificaban y organizaban las obligaciones tributarias
y se penalizaba la evasión fiscal.
Wendi dibujó un sistema fiscal de funcionamiento simple y barato. Su
debilidad es que estaba demasiado pensado en función de las realida-
des del norte y que tenía muy poco en cuenta la dificultad de encon-
trar funcionarios adecuados para hacerlo funcionar.
En el sur, mucho más poblado que el norte, la poca cantidad de tierras dispo-
nibles hacía difíciles los repartos, mientras que los arrozales exigían inversiones
fuertes que difícilmente se podían hacer si las tierras de cultivo no eran heredi-
tarias; por otro lado, los funcionarios encargados de la distribución tenían más
tendencia a pervertir el sistema que a implantarlo: con tierras asignadas por
ellos mismos y con la obligación de trasladarse cada tres años, sus intereses no
tardaron en entrar en contradicción con el sistema. a
Juntamente con las reformas administrativas y económicas, Wendi se esforzó
también por imponer un mismo cuerpo de instituciones en la China del
norte y en la del sur: una tarea bien difícil, teniendo en cuenta que el norte
tenía una poderosa organización militar y el sur, en cambio, tenía unos sis-
temas económicos y fiscales mucho más desarrollados. Wendi emprendió
una ingente revisión de todo el sistema legal que se concretó en el código
Kaihuang, que unía las tradiciones legales del norte y el sur –una síntesis
que lo cualificaba para convertirse en el código legal de la China reunificada–
, y reducía y racionalizaba los artículos del código. Este código, que se com-
plementará con un hábeas de decretos, será el modelo que seguirá el código
legal de los Tang y todos los códigos sucesivos de la China imperial.
Lo esencial era la tipificación
del delito y se contemplaban4 clases de castigos: la muerte,
la deportación con trabajos
forzados, los trabajos forzados
sin deportación y el látigo.
El código Kaihuang
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Esta distribución de la tierra era la base para el cálculo de los impuestos y los
servicios que se debían al Estado y que se calculaban por familia y por año:
tres sacos de grano; unas cuantas piezas de seda o de cáñamo; y el servicio
obligatorio de 20 días anuales para todos los varones adultos.
Al mismo tiempo se puso en funcionamiento un sistema de actualización
de los registros, que representó un aumento de 1.641.000 personas imponi-
bles, y se crearon agrupaciones de 125 familias colectivamente responsables,
a partir de las cuales se clasificaban y organizaban las obligaciones tributarias
y se penalizaba la evasión fiscal.
Wendi dibujó un sistema fiscal de funcionamiento simple y barato. Su
debilidad es que estaba demasiado pensado en función de las realida-
des del norte y que tenía muy poco en cuenta la dificultad de encon-
trar funcionarios adecuados para hacerlo funcionar.
En el sur, mucho más poblado que el norte, la poca cantidad de tierras dispo-
nibles hacía difíciles los repartos, mientras que los arrozales exigían inversiones
fuertes que difícilmente se podían hacer si las tierras de cultivo no eran heredi-
tarias; por otro lado, los funcionarios encargados de la distribución tenían más
tendencia a pervertir el sistema que a implantarlo: con tierras asignadas por
ellos mismos y con la obligación de trasladarse cada tres años, sus intereses no
tardaron en entrar en contradicción con el sistema. a
Juntamente con las reformas administrativas y económicas, Wendi se esforzó
también por imponer un mismo cuerpo de instituciones en la China del
norte y en la del sur: una tarea bien difícil, teniendo en cuenta que el norte
tenía una poderosa organización militar y el sur, en cambio, tenía unos sis-
temas económicos y fiscales mucho más desarrollados. Wendi emprendió
una ingente revisión de todo el sistema legal que se concretó en el código
Kaihuang, que unía las tradiciones legales del norte y el sur –una síntesis
que lo cualificaba para convertirse en el código legal de la China reunificada–
, y reducía y racionalizaba los artículos del código. Este código, que se com-
plementará con un hábeas de decretos, será el modelo que seguirá el código
legal de los Tang y todos los códigos sucesivos de la China imperial.
Lo esencial era la tipificación
del delito y se contemplaban
4 clases de castigos: la muerte,
la deportación con trabajos
forzados, los trabajos forzados
sin deportación y el látigo.
El código Kaihuang
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2. El reinado de Yangdi (605-617)
La historiografía china, fiel al principio según el cual el final de las dinastías
viene marcado por el reinado de emperadores infames, establece una gran di-
ferencia entre el prudente Wendi y el descerebrado Yangdi. Sin embargo, si
bien es cierto que Yangdi forzó los gastos de forma extraordinaria, también
lo es que las continuidades entre ambos reinados son evidentes.
El príncipe Yang Guan, el futuro Yangdi, nació en el año 569: era el segundo
hijo de la emperatriz y fue siempre su preferido. De joven fue enviado como
virrey al sur, y de su larga estancia allí conservó una predilección por aque-
llas latitudes y un conocimiento muy superior al de su padre del mundo de
los letrados. Es posible que el hecho de ser virrey del sur le hiciera asumir el
papel de aristócrata esteta y poeta, que es lo que se esperaba de un príncipe
del sur: el mérito de la reunificación cultural es suyo.
A pesar de ello, la historia tradicional, que lo ha pintado con las tintas más ne-
gras tildándolo de licencioso y megalomaníaco, lo hace participar activamente
en el año 600 en un complot contra su hermano mayor, gracias al cual fue
nombrado heredero, y lo señala como posible autor de la muerte de su padre,
el emperador, en circunstancias dudosas. En cualquier caso, la familia le dio
problemas, ya que tuvo que vencer una sublevación de su hermano pequeño.
Fue precisamente a raíz de esta sublevación cuando decidió trasladar la capi-
tal a Luoyang, para controlar mejor la llanura central de donde había surgido
el movimiento. La construcción de la nueva capital –a la que hay que sumar
el mantenimiento de la capital anterior, Daxingcheng, y la construcción de
otra capital al sur, Jiangdu (la actual Yangzhou), para sustituir la destrozada
Jiankang– fue uno de los tres grandes gastos que acabarían agotando las arcas
de los Sui.
La nueva capital, Luoyang, era la mitad de grande que Chang’an, y estaba
distribuida de manera similar. Para su construcción se utilizaron 2.000.000
de hombres –entre los que cumplían el periodo de trabajo obligatorio que le
debían al Estado y los convictos que cumplían penas allí– durante los 24 me-
ses de los años 605-606. Todas las cifras relacionadas con esta obra resultan
alarmantes, aunque todo parece indicar que una corrupción galopante acabó
de encarecer las obras, debido a la gestión precipitada y simultánea de los
fondos, los materiales y la fuerza de trabajo.
El segundo gran gasto de Yangdi fue la construcción del Gran Canal (Yunhe
), que ya había sido iniciado por su padre. Yangdi completó su trazado,
que, como en el caso de Wendi, seguía casi totalmente los cursos de antiguos
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2. El reinado de Yangdi (605-617)
La historiografía china, fiel al principio según el cual el final de las dinastías
viene marcado por el reinado de emperadores infames, establece una gran di-
ferencia entre el prudente Wendi y el descerebrado Yangdi. Sin embargo, si
bien es cierto que Yangdi forzó los gastos de forma extraordinaria, también
lo es que las continuidades entre ambos reinados son evidentes.
El príncipe Yang Guan, el futuro Yangdi, nació en el año 569: era el segundo
hijo de la emperatriz y fue siempre su preferido. De joven fue enviado como
virrey al sur, y de su larga estancia allí conservó una predilección por aque-
llas latitudes y un conocimiento muy superior al de su padre del mundo de
los letrados. Es posible que el hecho de ser virrey del sur le hiciera asumir el
papel de aristócrata esteta y poeta, que es lo que se esperaba de un príncipe
del sur: el mérito de la reunificación cultural es suyo.
A pesar de ello, la historia tradicional, que lo ha pintado con las tintas más ne-
gras tildándolo de licencioso y megalomaníaco, lo hace participar activamente
en el año 600 en un complot contra su hermano mayor, gracias al cual fue
nombrado heredero, y lo señala como posible autor de la muerte de su padre,
el emperador, en circunstancias dudosas. En cualquier caso, la familia le dio
problemas, ya que tuvo que vencer una sublevación de su hermano pequeño.
Fue precisamente a raíz de esta sublevación cuando decidió trasladar la capi-
tal a Luoyang, para controlar mejor la llanura central de donde había surgido
el movimiento. La construcción de la nueva capital –a la que hay que sumar
el mantenimiento de la capital anterior, Daxingcheng, y la construcción de
otra capital al sur, Jiangdu (la actual Yangzhou), para sustituir la destrozada
Jiankang– fue uno de los tres grandes gastos que acabarían agotando las arcas
de los Sui.
La nueva capital, Luoyang, era la mitad de grande que Chang’an, y estaba
distribuida de manera similar. Para su construcción se utilizaron 2.000.000
de hombres –entre los que cumplían el periodo de trabajo obligatorio que le
debían al Estado y los convictos que cumplían penas allí– durante los 24 me-
ses de los años 605-606. Todas las cifras relacionadas con esta obra resultan
alarmantes, aunque todo parece indicar que una corrupción galopante acabó
de encarecer las obras, debido a la gestión precipitaday simultánea de los
fondos, los materiales y la fuerza de trabajo.
El segundo gran gasto de Yangdi fue la construcción del Gran Canal (Yunhe
), que ya había sido iniciado por su padre. Yangdi completó su trazado,
que, como en el caso de Wendi, seguía casi totalmente los cursos de antiguos
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01867 17 La reunificación imperial: los Sui y los Tang
canales: entre el año 605 y el 610, el Gran Canal conectó Hangzhou con
Jiangdu, la capital del sur sobre el Yangzi, y con Luoyang, la capital; y ésta
con una terminal situada a orillas de la actual Pequín. A pesar de los gastos
que todo ello generó –en el año 605, para hacer el tramo que conectaba Luo-
yang con el río Huai, se movilizaron 1.000.000 de personas; conviene recor-
dar que no toda la financiación surgía directamente del Estado y que estos
canales garantizaban a los Sui la llegada de los recursos de las zonas más pro-
ductivas de China: no sabemos las cifras de las tasas, granos y telas que cir-
culaban durante el periodo de los Sui, pero es seguro que los graneros esta-
ban llenos.
El Gran Canal de los Sui y de los Tang
El sur también se benefició de ello: la conexión con el Gran Canal convirtió
Jiangdu en un gran centro comercial. Por otro lado, la derivación del norte,
que se adentraba hacia el nordeste, aseguraba la intendencia de los ejércitos
necesarios para la conquista y defensa del imperio. Los historiadores confu-
cianos han denigrado el Gran Canal porque no veían ninguna ventaja en el
crecimiento económico y porque estaban en contra tanto de la expansión
militar como de la centralización de poder que se derivaba de una mejora en
las comunicaciones: pero la prosperidad de los Tang y los Song no será ajena
a esta gran arteria económica.
El tercer gran gasto de Yangdi le vino de la política exterior, que siguió las
líneas que había iniciado Wendi, multiplicando la escala. Los enfrentamien-
tos afectaban a buena parte de las fronteras del imperio: hacia el sur se diri-
gieron expediciones contra Huangwang (Champa) y las islas Ryukyu (Liu-
qiu), mientras que otro ejército ocupaba las tierras del Qinghai, donde los
Tuyuhun ( ) atacaban constantemente las caravanas de la ruta de la se-
da, y se multiplicaban las expediciones hacia el norte en contra de los turcos.
Éstos, que fueron siempre los enemigos principales de los Sui, se extendían
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canales: entre el año 605 y el 610, el Gran Canal conectó Hangzhou con
Jiangdu, la capital del sur sobre el Yangzi, y con Luoyang, la capital; y ésta
con una terminal situada a orillas de la actual Pequín. A pesar de los gastos
que todo ello generó –en el año 605, para hacer el tramo que conectaba Luo-
yang con el río Huai, se movilizaron 1.000.000 de personas; conviene recor-
dar que no toda la financiación surgía directamente del Estado y que estos
canales garantizaban a los Sui la llegada de los recursos de las zonas más pro-
ductivas de China: no sabemos las cifras de las tasas, granos y telas que cir-
culaban durante el periodo de los Sui, pero es seguro que los graneros esta-
ban llenos.
El Gran Canal de los Sui y de los Tang
El sur también se benefició de ello: la conexión con el Gran Canal convirtió
Jiangdu en un gran centro comercial. Por otro lado, la derivación del norte,
que se adentraba hacia el nordeste, aseguraba la intendencia de los ejércitos
necesarios para la conquista y defensa del imperio. Los historiadores confu-
cianos han denigrado el Gran Canal porque no veían ninguna ventaja en el
crecimiento económico y porque estaban en contra tanto de la expansión
militar como de la centralización de poder que se derivaba de una mejora en
las comunicaciones: pero la prosperidad de los Tang y los Song no será ajena
a esta gran arteria económica.
El tercer gran gasto de Yangdi le vino de la política exterior, que siguió las
líneas que había iniciado Wendi, multiplicando la escala. Los enfrentamien-
tos afectaban a buena parte de las fronteras del imperio: hacia el sur se diri-
gieron expediciones contra Huangwang (Champa) y las islas Ryukyu (Liu-
qiu), mientras que otro ejército ocupaba las tierras del Qinghai, donde los
Tuyuhun ( ) atacaban constantemente las caravanas de la ruta de la se-
da, y se multiplicaban las expediciones hacia el norte en contra de los turcos.
Éstos, que fueron siempre los enemigos principales de los Sui, se extendían
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por un territorio inmenso que iba desde el río Liao (en Manchuria) hasta Per-
sia, más allá de los Pamires, y se enriquecían por las continuas incursiones
sobre los pueblos agrícolas que les rodeaban y por el pillaje de las caravanas
de la ruta de la seda. Wendi había conseguido dividirlos con una mezcla de
acciones diplomáticas y militares, pero en tiempos de Yangdi los turcos vol-
vieron a dar señales de actividad y recibieron la sumisión o el reconocimien-
to de diferentes reinos de su alrededor.
La llegada a la corte de los turcos de una embajada de Koguryo –el estado
altamente sinizado que ocupaba las tierras de Corea del norte– fue la que
disparó la alarma de los Sui. Ya a finales del siglo VI, Koguryo, aun siendo
nominalmente tributario de los Sui como lo había sido anteriormente de los
reinos chinos del norte, había empezado a presionar sobre Manchuria orien-
tal: Yangdi, decidido a acabar con Koguryo, aceleró el proceso de construc-
ción del tramo del Gran Canal, que iba hacia el norte para garantizar el apo-
yo logístico a la expedición, e intentó convencer a un grupo de pueblos
turcos para que le ayudaran en la conquista de Koguryo. A pesar del desastre
que sobrevino después, hasta aquí todo encaja con la política tradicional de
los imperios chinos. Pero Yangdi y sus consejeros menospreciaron las señales
de alarma: la alianza con los turcos falló y hubo que recurrir a una conscrip-
ción a gran escala; el río Amarillo se desbordó y la calamidad que amenazaba
a sus familias multiplicó a los desertores; las ciudades del río Liao aguantaron
el asedio y los ejércitos chinos, faltos de suministros para sus hombres –debi-
do a la desastrosa situación interior provocada por las inundaciones– y de
pastos para sus caballos, tuvieron que retirarse al llegar el invierno.
El drama fue que en unas circunstancias como éstas Yangdi decidiera enviar
dos expediciones más contra Koguryo, guiado por su obsesión por rehacer a
cualquier precio las glorias de los Han. La segunda expedición, en el año 613,
se puso en marcha en un marco de sublevaciones múltiples en todo el norte
de China que se multiplicarían a lo largo de los tres años siguientes: en plena
campaña llegó la noticia de la rebelión del presidente del “Departamento de
los Ritos”, que además era el que se encargaba de proporcionar los suminis-
tros desde la terminal sur del canal. Ni siquiera esto frenó a Yangdi y una ter-
cera expedición, debilitada por las deserciones, la falta de caballos y la supe-
rioridad naval de Koguryo, acabó en un gran desastre. Rodeado de cortesanos
que le escondían información por miedo a recibir las iras del emperador,
Yangdi perdió el control de la situación y acabó asesinado en el año 618.
Con Yangdi se acaba la dinastía Sui: pero será sobre las bases puestas por esta
breve dinastía donde los Tang construirán el imperio más grande del mundo
en su época. a
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por un territorio inmenso que iba desde el río Liao (en Manchuria) hasta Per-
sia, más allá de los Pamires, y se enriquecían por las continuas incursiones
sobre los pueblos agrícolas que les rodeaban y por el pillaje de las caravanas
de la ruta de la seda. Wendi había conseguido dividirlos con una mezcla de
acciones diplomáticas y militares, pero en tiempos de Yangdi los turcosvol-
vieron a dar señales de actividad y recibieron la sumisión o el reconocimien-
to de diferentes reinos de su alrededor.
La llegada a la corte de los turcos de una embajada de Koguryo –el estado
altamente sinizado que ocupaba las tierras de Corea del norte– fue la que
disparó la alarma de los Sui. Ya a finales del siglo VI, Koguryo, aun siendo
nominalmente tributario de los Sui como lo había sido anteriormente de los
reinos chinos del norte, había empezado a presionar sobre Manchuria orien-
tal: Yangdi, decidido a acabar con Koguryo, aceleró el proceso de construc-
ción del tramo del Gran Canal, que iba hacia el norte para garantizar el apo-
yo logístico a la expedición, e intentó convencer a un grupo de pueblos
turcos para que le ayudaran en la conquista de Koguryo. A pesar del desastre
que sobrevino después, hasta aquí todo encaja con la política tradicional de
los imperios chinos. Pero Yangdi y sus consejeros menospreciaron las señales
de alarma: la alianza con los turcos falló y hubo que recurrir a una conscrip-
ción a gran escala; el río Amarillo se desbordó y la calamidad que amenazaba
a sus familias multiplicó a los desertores; las ciudades del río Liao aguantaron
el asedio y los ejércitos chinos, faltos de suministros para sus hombres –debi-
do a la desastrosa situación interior provocada por las inundaciones– y de
pastos para sus caballos, tuvieron que retirarse al llegar el invierno.
El drama fue que en unas circunstancias como éstas Yangdi decidiera enviar
dos expediciones más contra Koguryo, guiado por su obsesión por rehacer a
cualquier precio las glorias de los Han. La segunda expedición, en el año 613,
se puso en marcha en un marco de sublevaciones múltiples en todo el norte
de China que se multiplicarían a lo largo de los tres años siguientes: en plena
campaña llegó la noticia de la rebelión del presidente del “Departamento de
los Ritos”, que además era el que se encargaba de proporcionar los suminis-
tros desde la terminal sur del canal. Ni siquiera esto frenó a Yangdi y una ter-
cera expedición, debilitada por las deserciones, la falta de caballos y la supe-
rioridad naval de Koguryo, acabó en un gran desastre. Rodeado de cortesanos
que le escondían información por miedo a recibir las iras del emperador,
Yangdi perdió el control de la situación y acabó asesinado en el año 618.
Con Yangdi se acaba la dinastía Sui: pero será sobre las bases puestas por esta
breve dinastía donde los Tang construirán el imperio más grande del mundo
en su época. a
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3. La consolidación de la dinastía Tang y los reinados
de Gaozu y Taizong
Lo que sabemos de los Tang (618-906) viene esencialmente, como en el caso
de los Sui, de dos grandes fuentes, las historias oficiales y la historia recopila-
da por Sima Guang. A diferencia de los Sui, sin embargo, de los Tang conser-
vamos dos historias oficiales, que cubren los dos grandes periodos en que
hay que dividir la dinastía, separados por la rebelión de An Lushan en el año
756, durante la cual se quemaron los archivos de la corte conservados en la
capital, Chang'an. Durante los años 759-60, Liu Fang reunió todos los do-
cumentos posibles y recopiló el Jiu Tang Shu, Historia de los Tang Antiguos,
que relata la historia de la dinastía a partir del año 656. Al acabar la dinastía,
se recopiló la Xin Tang Shu, Historia de los Nuevos Tang. El Quan Tang Wen
(Obras completas en prosa de los Tang) constituye una fuente adicional a los
Tang, que cubre los años 760-840. A todo ello hay que añadir el inmenso
corpus literario creado durante la dinastía Tang, las informaciones proceden-
tes tanto del mundo persa e islámico –se trata de una dinastía cosmopolita
con intensas relaciones exteriores– como del interior del mundo sínico: em-
bajadas y misioneros de los reinos japoneses y coreanos, de las cuales a me-
nudo nos han llegado relatos. La arqueología proporciona asimismo un am-
plio campo de estudio, complementado por el análisis de las abundantes
obras de arte de la época Tang.
La trayectoria de los Tang se confunde inicialmente con la de muchos otros
rebeldes de finales de los Sui. En el año 617, Li Yuan (566-635), duque de
Tang, y uno de los generales más importantes de los Sui, se sumó a la lista de
rebeldes que se habían levantado contra los Sui. Con una larga experiencia
militar y con relaciones familiares tanto con la dinastía Sui, como con la de
los Zhou del Norte, Li Yuan era un representante clásico de la aristocracia
mixta china/xianbei/turca que había controlado la China del noroeste. Su
prestigio, que se debía especialmente tanto a la supresión de otras bandas de
rebeldes como a la lucha contra los turcos, le permitió incorporar rápida-
mente a su ejército a su hijo Li Shimin –el futuro emperador Tang Taizong,
uno de los emperadores más importantes de toda la historia china: era un
chico de 15 años que pasaría todavía diez más lejos de su familia y que esta-
ba dedicado de lleno a la vida militar. La historiografía tradicional china, que
le es totalmente favorable, le reserva el papel clave en la instauración de la
nueva dinastía y lo presenta soñando en el derrocamiento de los Sui desde el
año 617, sin osar hablar de ello con su padre, convencido de que era dema-
siado debilucho para tomar una decisión. Esta misma fuente atribuye tam-
bién a Li Shimin el hecho de haber hecho llevar a su padre la flor y nata del
harén imperial sin decirle de dónde procedían las chicas: cuando el empera-
dor enfadado convocó a Li Yuan y éste supo lo que había ocurrido, ya no se
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3. La consolidación de la dinastía Tang y los reinados
de Gaozu y Taizong
Lo que sabemos de los Tang (618-906) viene esencialmente, como en el caso
de los Sui, de dos grandes fuentes, las historias oficiales y la historia recopila-
da por Sima Guang. A diferencia de los Sui, sin embargo, de los Tang conser-
vamos dos historias oficiales, que cubren los dos grandes periodos en que
hay que dividir la dinastía, separados por la rebelión de An Lushan en el año
756, durante la cual se quemaron los archivos de la corte conservados en la
capital, Chang'an. Durante los años 759-60, Liu Fang reunió todos los do-
cumentos posibles y recopiló el Jiu Tang Shu, Historia de los Tang Antiguos,
que relata la historia de la dinastía a partir del año 656. Al acabar la dinastía,
se recopiló la Xin Tang Shu, Historia de los Nuevos Tang. El Quan Tang Wen
(Obras completas en prosa de los Tang) constituye una fuente adicional a los
Tang, que cubre los años 760-840. A todo ello hay que añadir el inmenso
corpus literario creado durante la dinastía Tang, las informaciones proceden-
tes tanto del mundo persa e islámico –se trata de una dinastía cosmopolita
con intensas relaciones exteriores– como del interior del mundo sínico: em-
bajadas y misioneros de los reinos japoneses y coreanos, de las cuales a me-
nudo nos han llegado relatos. La arqueología proporciona asimismo un am-
plio campo de estudio, complementado por el análisis de las abundantes
obras de arte de la época Tang.
La trayectoria de los Tang se confunde inicialmente con la de muchos otros
rebeldes de finales de los Sui. En el año 617, Li Yuan (566-635), duque de
Tang, y uno de los generales más importantes de los Sui, se sumó a la lista de
rebeldes que se habían levantado contra los Sui. Con una larga experiencia
militar y con relaciones familiares tanto con la dinastía Sui, como con la de
los Zhou del Norte, Li Yuan era un representante clásico de la aristocracia
mixta china/xianbei/turca que había controlado la China del noroeste. Su
prestigio, que se debía especialmente tanto a la supresión de otras bandas de
rebeldes como a la lucha contra los turcos, le permitió incorporar rápida-
mente a su ejército a su hijo Li Shimin –el futuro emperador Tang Taizong,

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