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1 El Capital Agrario: Se conoce como Capital Agrario a la totalidad del capital que requiere una empresa agropecuaria para poder llevar a cabo la explotación de la tierra y la producción de bienes a partir de ella. El Capital Agrario está compuesto por dos grandes fracciones que son el Capital Fúndico y el Capital de Explotación. El primero se refiere, como su nombre lo sugiere, al predio rural en sí mismo y su cuantía depende del valor de la tierra libre de mejoras, por un lado, más el valor de las mejoras, por el otro. A su vez, las mejoras se clasifican por su naturaleza en ordinarias y extraordinarias. Las mejoras ordinarias son las más comunes y frecuentes, las más fácilmente visibles e identificables que, genéricamente, pueden definirse como todo lo clavado y plantado en el campo. Ejemplo de estas son los molinos, tanques australianos, bebederos, galpones, corrales, mangas, cargadores, galpones, tinglados, casas y alambrados, montes, cortinas forestales y reparos, entre otros. La característica que hace que una determinada mejora sea considerada ordinaria es la limitación de su vida útil. Así, las mejoras ordinarias tienen una vida útil limitada, sirviendo para un número finito de ciclos productivos o ejercicios contables, lo que implica la necesidad de amortizarlas para poder recuperar la inversión hecha en ellas y mantener el capital de la empresa, al mismo tiempo que poder reemplazarlas para seguir con la empresa en marcha y continuando con la producción. Por otra parte encontramos a las mejoras extraordinarias que tienen la característica de, una vez realizadas, confundirse con el predio, al cual quedan completa, definitiva e inseparablemente unidas. De esta manera las mejoras extraordinarias tienen una vida útil ilimitada y sirven para infinitos actos productivos, por lo que no es necesario amortizarlas. Ejemplo de este tipo de mejoras son las nivelaciones, los desmontes y los drenajes. Ambos tipos de mejoras, tanto las ordinarias como las extraordinarias, requieren gastos de conservación y mantenimiento para permanecer en estado adecuado y poder prestar su función específica en el proceso productivo de la empresa agropecuaria. Cabe aclarar que desde el punto de vista contable la tierra sirve para infinitos actos productivos ya que su vida útil es ilimitada y la contabilidad asume que no pierde potencial productivo con el paso de los años, sin tener en cuenta el manejo que el suelo reciba. De esta manera se justifica el postulado contable que afirma que la tierra no se amortiza. Desde el punto de vista agronómico esto es falso ya que la tierra pierde potencial productivo con el paso de los años. El manejo que reciba el suelo puede profundizar y acelerar este deterioro o, al contrario, reducirlo, enlentecerlo y compensarlo parcialmente. Las rotaciones agrícola-ganaderas, con sus ciclos ganaderos menos rentables que la agricultura y el lucro cesante o costo de 2 oportunidad que de él surge, al igual que los gastos crecientes en enmiendas y fertilizaciones en dosis cada vez mayores, son esfuerzos económicos y financieros tendientes a mantener el potencial productivo de la tierra, que de otro modo se perdería. La incidencia de la tierra y de las mejoras en la composición del Capital Fúndico varía de acuerdo a la calidad agronómica y aptitud productiva de los suelos. En las zonas marginales, de suelos poco productivos y, por ende, poco valiosos, el valor de las mejoras representa un importante porcentaje del Capital Fúndico. La incidencia del valor de las mejoras en este rubro de capital es inversa a la calidad y consecuente valor económico de los campos, disminuyendo a medida que estos mejoran. La razón para este comportamiento es que el valor de las mejoras es siempre el mismo, no dependiendo de la calidad del campo en que se encuentren, lo que resulta proporcionalmente mayor en los campos de menor valor y viceversa. El Capital de Explotación podría definirse como todo el capital que está sobre la tierra y que no se transmite con la venta del predio ni figura en la escritura, a pesar de ser indispensable para poder realizar la explotación del campo, poner en marcha a la empresa agropecuaria y producir bienes a partir del factor tierra. El Capital de Explotación se clasifica, de acuerdo a su destino, en fijo o circulante. El Capital de Explotación Fijo podría ser asimilado, en términos contables, al activo fijo, descontados los inmuebles, patentes, representaciones y marcas, compuesto por los bienes de uso, que la economía llama bienes de capital, que la empresa posee porque los requiere para poder llevar adelante su negocio y, por ende, para usarlos ella misma. En el caso particular de la empresa agropecuaria el capital de explotación con un destino fijo, es decir dinero que está siempre invertido en lo mismo y que por ende no rota, puede clasificarse por la naturaleza específica de los bienes a que está destinado. Así tenemos, por un lado, al Capital de Explotación Fijo Vivo, compuesto por los animales de renta y de trabajo. Los animales de renta son aquellos que la empresa pecuaria tiene para explotarlos y producir a partir de ellos y obtener, así, un beneficio económico, por ejemplo las vacas totales de un tambo, las vacas de cría, las madres de un criadero de cerdos, las ovejas de una majada, las yeguas madres de un haras o las gallinas ponedoras de una granja. Por otra parte encontramos al Capital de Explotación Fijo Inanimado, representado por las maquinarias, muebles y útiles, equipos informáticos y rodados. El Capital de Explotación Fijo Vivo se divide en animales de renta y animales de trabajo, siendo estos últimos los animales que se tienen para trabajar con ellos, básicamente caballos de trabajo, para recorrer, y, antiguamente, bueyes para tracción, carga o realización de laboreos agrícolas, cosas que también se podían hacer con caballos de trabajo. 3 Los animales de renta son aquellos que se tienen para producir con ellos y obtener lucro a partir de ellos, son las “máquinas” de producir de las empresas pecuarias. Ejemplos de animales de renta son las madres de un criadero de cerdos, las vacas de un tambo, el rodeo de un establecimiento de cría, la majada, etcétera, incluidos los respectivos machos. Cuando los animales de producción tienen una vida útil menor a un ejercicio contable, es decir que la producción tiene un ciclo productivo corto, de menos de un año, y son ellos mismos productos en proceso, que se transformarán en el producto a comercializar, en vez de ser “la máquina de producir”, se los considera parte del capital de explotación circulante. Por ejemplo los novillitos de invernada, particularmente en un planteo de invernada rápida, los pollos parrilleros y las crías en planteos de producción de carne bovina, porcina u ovina. Los animales de trabajo se amortizan, salvo que sean de cría propia, pues tienen una vida útil limitada y es necesario reponerlos, lo cual se asume que se hará comprándoselo a un tercero. El caso de los animales de renta es algo más complicado ya que es necesario amortizarlos sólo en el caso de ser comprados a un tercero, por reposición externa. Si los animales de renta se repusieran internamente, con animales marca líquida, nacidos y criados en el propio establecimiento, no sería necesario amortizarlos, aunque el costo de oportunidad que representa la venta de los animales criados y no vendidos por retenerlos para reposición del rodeo es un costo para mantener el potencial productivo del rodeo, y por ende su valor, y perpetuar la vida útil, de otra manera limitada de los animales de renta. En general se acepta que los machos se reponen por reposición externa, por lo que corresponde amortizarlos, mientras que las hembras de reposición suelen ser de cría propia, por lo cual no hace falta amortizarlas. Todo el Capital de Explotación Fijo, tanto el vivo como el Inanimado, requieren de gastos de mantenimiento para conservary expresar su capacidad productiva. Todos los componentes del Capital de Explotación Fijo Inanimado, por ser máquinas, equipos, mobiliario, herramientas y vehículos, tienen una vida útil limitada y deben amortizarse pues se los deberá reponer y para ello habrá que comprárselos a un tercero, no pudiendo tener reposición interna. Estos equipos sufren desgaste a causa del uso y con ello pierden capacidad productiva, disminuyen su valor y consumen su vida útil. La empresa, para seguir en marcha, tiene que remplazarlos, para lo cual debe recuperar el valor original a nuevo invertido en estas máquinas. El Capital de Explotación se completa con el llamado Capital Circulante. Este rubro del capital agrario equivale a lo que en otro tipo de empresas es llamado capital de giro o capital de trabajo y está integrado por aquella porción del capital de explotación que no tiene un destino permanente, por lo cual está inmovilizado por muy cortos períodos, y va cambiando su destino a lo largo del tiempo. El Capital de Explotación Circulante es el capital con el cual la empresa agropecuaria hace frente a todos los 4 gastos de todo tipo en los que incurre para producir y comercializar los bienes que produce, incluidos los gastos de mantenimiento de las mejoras ordinarias y extraordinarias, los gastos de mantenimiento de los animales de renta y de trabajo que forman el Capital de Explotación Fijo Vivo y, también, los gastos de mantenimiento de los componentes del Capital de Explotación Fijo Inanimado. El Capital de Explotación Circulante es el que se emplea para la compra de insumos, remuneración del personal y sus cargas sociales, pago de impuestos y tasas municipales, provinciales y nacionales directos e indirectos, para el pago de los servicios públicos y los arrendamientos, para los gastos de comercialización, comunicación, asesoramientos, fletes y gastos de administración, combustibles y energía, servicios contratados a terceros y laboreos agrícolas de implantación-protección y cosecha. El Capital de Explotación Circulante no genera gastos de mantenimiento ya que no se corresponde con ningún bien en particular que haya que mantener y, al contrario, es él con quien se pagan todos los gastos. Consecuencia de estos es que el Capital de Explotación Circulante esté especialmente expuesto a la inflación. Todos los componentes del Capital Agrario generan intereses como costo de oportunidad por su uso. En el caso particular del Capital de Explotación Circulante los intereses deben considerarse por su plazo medio de inmovilización o vida media de los bienes y servicios con él comprados. Para esto hay que calcular el plazo de rotación del Capital Circulante. Ante ausencia de un dato más preciso se puede estimar en 6 meses. La tasa de interés que se utiliza para calcular los intereses como costo de oportunidad del uso del capital propio difiere para cada componente del capital agrario, dependiendo del diferente grado de riesgo al que está expuesto cada uno de ellos. El capital fúndico completo, con la tierra libre de mejoras y las mejoras, tanto ordinarias como extraordinarias, constituye una inversión “bastante segura”, expuesta a un relativo bajo riesgo, ya que es difícil que se pierda. Por ello, para el cálculo del interés que devengaría, a él se le aplica una tasa relativamente más baja. El capital de explotación fijo inanimado está expuesto a un riesgo algo mayor, por lo que a él se le aplica una tasa de interés más alta. La naturaleza biológica de los animales de renta y de trabajo que forman el capital de explotación fijo vivo hace que este rubro del capital agrario esté expuesto a un riesgo considerable y de ello deriva que a este componente del capital agrario se le aplique una tasa de interés aún más elevada y bastante alta. El rubro del capital agrario expuesto a mayor riesgo es, sin duda y por mucho, el capital circulante. Es allí donde pueden producirse grandes pérdidas con relativa facilidad. Por ello se aplica, para el cálculo del interés que corresponde considerar como costo de oportunidad de uso del capital propio, al capital de explotación circulante la mayor tasa de interés de todas las que se emplean para este cálculo. Aquí hemos expuesto un abanico de tasas relativas cuyo valor absoluto depende las tasas vigentes habitualmente en cada momento y en cada país en general. 5
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