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El elefante en la habitación china Después de ver el prolongado avance en el desarrollo socioeconómico de China, incluso las criticas menos amistosas del conjunto de países asiáticos podrían aceptar que la idea de que, en caso que no se paguen las deudas, podría perjudicar la credibilidad de la iniciativa ‘’Franja y Ruta’’ en todo el mundo tras privar a África de construir carreteras, edificios públicos y centrales hidroeléctricas. Se ha vuelto cada vez más común que la prensa Occidental escriba artículos sobre ''La Crisis del Endeudamiento de África’’ con el objetivo de opacar a China. Por lo tanto, era de esperar que después de la cumbre del G20 en Riyadh saliera a la luz otra ronda de artículos santurrones, editoriales opositoras y videos varios salieran a la luz. Naturalmente, el hecho de que las naciones del G20 (China incluida) hayan aceptado en una propuesta inicial para perdonar la deuda de los paises en desarrollo, extendiendose a la segunda mitad del 2021, más bien, no es visto en algunos reportes como un paso bien direccionado, pero sí se puede ver como una confirmacion de las demandas de los países Africanos estan siendo aplastados con la deuda por prestamos irresponsables. Otro caso puntual es el artículo escrito por el circunspecto locutor Alemán Deutsche Welle - DW. Comienza diciendo que según la gran mayoría de ''criticas'',el instrumento de ayuda financiera de China en su iniciativa de Franja y Ruta ha dejado ''sobrecargado'' con deuda a varios países Africanos. Esto podría haber sido un enfoque periodistico perfectamente común sobre el tema, si el otro lado de la historia, que es el punto de vista de aquellos que ven merito en la inciativa China fuese tomado en cuenta. Desafortunadamente no es el caso. El informe comienza diciendo que el paso ferroviario de Kenya entre la capital Nairobi y la costa de Mombasa -Completamente financiada por China- ''ha sido llamada la ruta a ningún lugar''. Este epíteto derogatorio se le ofrece al público sin ninguna explicación o justificación, sin tener en cuenta su origen y validez, y el artículo nunca menciona que Mombasa resulta ser un de los puntos clave del turismo de Kenya. Interesantemente suficiente, el reporte menciona que es una ciudad puerto, que por si misma parece negarse a la burla de ''la ruta hacia ningún lugar'' desde, en términos de simple logistica, construír vías ferroviarias entre un país con una capital sin salida al mar no se podría considerar como un esfuerzo particularmente extraño. Lo que quizás sea la característica más destacable, no solo de este artículo en particular, sino también de una parte importante de la cobertura de los principales medios de comunicación sobre la Iniciativa de Franja y Ruta en África, es la evidente unilateralidad de los argumentos del informe de DW, por ejemplo, se centra más en la cantidad de préstamos otorgados a los países de África - un total de 100 mil millones de dólares, pero que en realidad ahora está más cerca de los 145 mil millones de dólares, para luego ser llamados ''países paralisados bajo el peso de la deuda con China'' o ''la carga de la deuda insostenible de África''. Sin embargo el proverbio de El Elefante en la habitación China nunca se aborda realmente: ¿Cómo está cambiando la vida de los Africanos? ¿Para qué se utiliza tanto dinero? Resulta que todos los recursos que están siendo movilizados bajo las asociaciones de Franja y Ruta están siendo utilizados para implementar grandes proyectos relacionados a la infraestructura. Un factor crucial y que históricamente ha sido obstaculizado en todo momento pese a los esfuerzos de África en busca del desarrollo socioeconómico. Desde el principio cuando se respalda que la opinión de que el ferrocarril que une la capital de Kenia con su puerto principal es un ''camino a ninguna parte'', el informe de DW ya nos deja saber que no abordará la cuestión de si 145 millones de dólares en proyectos de infraestructura pueden marcar una diferenciadecisiva en el futuro del desarrollo y prosperidad del gigantesco continente. Desde el año 2008 en adelante antes de La Gran Recesión, los comentaristas occidentales se vieron obligados a reconocer la existencia de la burbuja de auto engaño de Wall Street, dentro de la cual veinteañeros que ejecutan matemáticas rebuscadas y poco realistas. Los modelos en las agencias de calificación crediticia validaron el valor de mercado de las instituciones financieras que pronto estarán en bancarrota, mientras marca como riesgos terribles las economías de los países que eventualmente saldrían ilesos del desastre creado por Nueva York y Londres. Hoy por hoy, diez años después, el péndulo volvió a oscilar por completo, ya que los medios de comunicación adoptan una vez más el algoritmo obsoleto de los organismos financieros como criterio para todo lo que hay bajo el sol: Las ganancias del próximo trimestre. Ese es el pensamiento detrás de otro apodo dado desde el principio por el artículo de DW al ferrocarril de Kenia, a saber de una iniciativa de ''pérdida de dinero''. El concepto de que un proyecto de infraestructura implementado por dos gobiernos soberanos bajo la égida de un acuerdo de G a G puede tener cualquier otra naturaleza que la de una empresa ''para hacer dinero'' es completamente ajena a esta lógica. las consideraciones estratégicas a largo plazo rara vez se tienen en cuenta; y, claramente,los impactos y legados del mundo real no tienen cabida en el modelo. Fuera de esta perspectiva analítica sesgada y estrecha, la ceguera selectiva con respecto a los impactos transformadores que tendrán 145 mil millones en carreteras, líneas de transmición de energía, ferrocarriles, hospitales y planes energéticos en un continente empobrecido como África simplemente no puede explicarse. Por supuesto, la relación entre acreedores y deudores en las finanzas internacionales nunca es unidimensional y puede ser potencialmente ''paralizante''. lo ocurrido en Argentina en los últimos años nos brinda un ejemplo de este tipo. Después de haber luchado durante mucho tiempo antes de lograr finalmente pagarle al FMI en 2005, Argentina vio estallar su deuda externa a un nivel récord, incluso en tér knos de economías emergentes tras la elección de mMauricio Macri como presidente del país. Más del 90% de los préstamos chinos a África se destinaron al transporte, electricidad, agua, salud, educación y otras infraestructuras sociales. El nuevo gobierno rápidamente introdujo fuertes políticas para que la desregularización cambie, cuyo efecto inmediato fue el aumento de la fuga de capitales, por lo que permitió a los argentinos más aburguesados y a las instituciones financieras que operaban en el país sudamericano transferir fondos cada vez más estrepitosos al exterior. A medida que se deterioraban las condiciones internacionales, se interrumpió el circuito de operaciones de Carry Trade que estaba trayendo entradas de capital especulativo a Argentina, lo que dio lugar a una fuerte crisis de balanza de pagos que se mitigaría parcialmente en Junio del 2018, cuando el FMI acordó extender el país un Préstamo Stand-by de 50 mil millones de dólares - el más grande en la historia de la institución. Las políticas adoptadas por el gobierno de Macri y el consecuente regreso de su país a la dependencia del FMI, se vuelven aún más atroces cuando se considera el fuerte rechazo político por parte de la opinión pública sobre la vigilancia de los fondos de su economía. No obstante, ninguna protesta por este aumento tóxico en el endeudamiento argentino, o por las medidas gubernamentales que fueron directamente responsables de él, surgió en los medios internacionales en ese momento. Uno se pregunta si este hubiera sido el caso si el acreedor de Argentina fuera China. Vale la pena el destacarque la razón por la cual Argentina fue efectivamente ''paralizada'' por su deuda externa se multiplica al doble. En primer lugar, los líderes políticos decidieron por su propia cuenta permitir que los especuladores financieros sacaran activos libremente del país cuando las reservas internacionales oficiales se encontraban en niveles históricamente bajos. en segundo lugar, después de qu argentina ''regresó a los mercados internacionales de capital'' - como 'Euromoney' informó con entusiasmo en ese momento - no hubo ninguna adición a la capacidad productiva del país ni a su infraestructura para mostrar toda la voluptuosa nueva deuda. Sería difícil establecer un paralelismo significativo entre la situación en Argentina y la deuda de África con China. Para empezar, los proyectos de la BRI en África se están levvando a cabo en diversas circunstancias en varios países diferentes. Por lo tanto, las críticas generalizadas que aparecen en los medios de comunicación occidentales con respecto a estos proyectos tienden a utilizar generalizaciones que tienen poca relación con los hechos reales. De hecho, dado que las condiciones exactas de los contratos financieros con los chinos rara vez se revelan, en casi todos los casos las inferencias que conjeturan que esas condiciones deben de ser ''paralizantes'' y desfavorables dicen más sobre la parcialidad de sus autores que sobre la realidad de la situación en África. Desde un punto de vista estrictamente financiero, tanto la disponibilidad actual de reservas de divisas como las perspectivas de crecimiento futuro de las exportaciones difieren considerablemente entre los países africanos implicados. Asimismo, y de manera crucial, los préstamos del BRI son de naturaleza esencialmente diferente a la deuda argentina, mayoritariamente a corto plazo, ya que los primeros suelen tener periodos de abundancia considerables y caducidades muy prolongadas. Por último, pero no por ello menos importante, toda la deuda asociada a los proyectos BRI producirá, por definición, legados permanentes en términos de incorporación a la infraestructura de los países. Esto significa que, dada la naturaleza de los proyectos que se están llevando a cabo sobre el terreno en África a través de la asociación con China, en el futuro los africanos se encontrarán, a diferencia de Argentina al final de su ciclo de deuda, en posesión de al menos 145.000 millones de dólares en infraestructuras fundamentales de las que antes carecían. Las políticas adoptadas por el gobierno de Macri y la consecuente vuelta de su país a la dependencia del FMI se vuelven aún más atroces si se tiene en cuenta el fuerte rechazo político de la opinión pública a la supervisión de su economía. El análisis del caso argentino sugiere que cualquier efecto perjudicial duradero para los países africanos dependerá en gran medida de la medida en que los líderes africanos actuales y futuros decidan aceptar condiciones perjudiciales en sus relaciones con China, por un lado; y si los líderes chinos tratarán de utilizar su poder como acreedores para masticar y escupir a sus socios de la BRI en busca de beneficios inmediatos, dejándoles hacer frente a crisis estructurales a largo plazo mientras se desplazan a pastos más verdes. Este escenario recuerda sin duda a lo que los acreedores occidentales hicieron con los países en vías de desarrollo, reiteradamente, durante los últimos cincuenta años. Tanto es así, que el hecho de que los medios de comunicación occidentales adjudiquen ahora esta conducta a China se parece sospechosamente a un caso de proyección de los propios defectos en los demás. No obstante, hasta ahora los chinos no han dado ninguna indicación de que vayan a dejar inconclusos los proyectos cruciales en los que están comprometidos a nivel internacional a causa de las dificultades financieras. Tampoco parece probable que traten de imponer condiciones similares a las del FMI que conduzcan a la "austeridad" y al estancamiento en los países deudores. Después de considerar el enfoque a largo plazo de China para el desarrollo económico y social, incluso los críticos menos generosos de la estrategia de asociación internacional del país asiático probablemente admitirán que la idea de que, en caso de impago de los préstamos, comprometerían la credibilidad de la Iniciativa de la Franja y la Ruta en todo el mundo al privar a África de las autopistas, los edificios públicos y las centrales hidroeléctricas que están ayudando a construir, es más que descabellada. Y las duras advertencias sobre las consecuencias negativas de que unos cincuenta países suscriban un total de 145.000 millones de dólares de deuda a largo plazo para inversiones en infraestructuras, suenan especialmente vacías cuando provienen de quienes, no hace ni cinco años, no podían elogiar lo suficiente las políticas que llevaron a un solo país a aumentar su deuda externa en más de 110.000 millones de dólares a cambio, precisamente, de nada. Fuente..original: https://www.theelephant.info/features/2020/12/05/the- elephant-in-the-chinese-room/ Traductor: Martín https://www.theelephant.info/features/2020/12/05/the-elephant-in-the-chinese-room/ https://www.theelephant.info/features/2020/12/05/the-elephant-in-the-chinese-room/
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