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LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE
TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN
GUIDO MÜNCH GALINDO
Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Antropológicas
Primera edición, 1999
Primera reimpresión: 2006
Este libro fue dictaminado
Diseño de portada: Ada Ligia Torres Maldonado
Fotografía de portada: Raúl Anguiano
© Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM
Ciudad Universitaria, 04510, México, D. F.
ISBN 968-36-7913-7
D. R. Derechos reservados conforme a la ley
Impreso en México/Printed in Mexico
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ..............................................................................11
LA FUERZA DEL MUNDO ..................................................................17
El relato de la profecía y la ruina de Cocijopi ............................17
Datos para la historia de los dioses y sistemas de gobierno............21
Posible configuración de una teogonía zapoteca.......................32
Antecedentes ........................................................................32
Estructura y función de los dioses ..........................................36
Concepción conjetural del esquema primordial de
sociedad y cosmovisión .........................................................39
LA UNIÓN DE LAS TRADICIONES FESTIVAS ......................................47
Noticias sobre el origen indígena del municipio novohispano .....47
La arqueología.....................................................................47
La etnohistoria ....................................................................49
Las festividades originarias ..................................................52
 El nacimiento de la nueva tradición festiva ..............................56
El municipio hispano y los cargos públicos ................................61
Los oficiales de República .....................................................65
El marquesado del Valle...............................................................71
El señorío de Juan Cortés Cocijopi .............................................73
La parroquia novohispana y sus funcionarios ............................76
El espíritu de la época...........................................................76
La evangelización dominica .................................................78
Los funcionarios religiosos ....................................................79
Las cofradías .......................................................................83
DESCRIPCIÓN DE LAS FIESTAS DEL PUEBLO ZAPOTECO ...................89
El reacomodo de las fiestas titulares en el calendario ...............89
La fiesta titular de Santa Cruz Tagulaba, sepulcro
de los Señores Antiguos................................................................92
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN8
Las invitaciones ..................................................................92
La ramada ..........................................................................94
Los días de fiesta..................................................................96
Los días de la tornafiesta ....................................................108
La fiesta titular del barrio Santa María Yoloteca ...................... 109
Los días festivos .................................................................110
La tornafiesta ....................................................................113
El Dxibeu ..............................................................................115
LA COSMOVISIÓN ANCESTRAL Y SU REPRESENTACIÓN
EN TEHUANTEPEC ......................................................................... 117
El desempeño de los cargos en la organización festiva ............ 117
X uaana ...........................................................................118
Los principales...................................................................122
Mayordomos ......................................................................122
Gusaana ...........................................................................125
Chagola ............................................................................126
Capitanes ..........................................................................129
Madrinas, padrinos de bautizo, boda y regalos .....................130
Las parteras, rezadoras, sacerdotizas y brujas .......................131
LA RECREACIÓN FESTIVA DE LA CULTURA JUCHITECA .................. 135
Las velas de Juchitán .........................................................139
La Semana Santa ..............................................................146
Xandú, Todos Santos .........................................................154
Cosmovisión de la unidad .......................................................... 157
CONCLUSIONES ............................................................................. 161
APÉNDICES .................................................................................... 175
1. Fiestas de la Tabla en la ciudad de México ........................... 175
2. Las cofradías, las fiestas y sus fechas en la Colonia .............. 179
3. Los indios gopa yudu o guardianes del templo
en Zaachila, Oaxaca, 1591 .......................................................... 180
4. Ordenanza real para el establecimiento e introducción
de intendentes de ejército y provincia en el reino
de la Nueva España, 1787 ........................................................... 181
9
5. Festejos para la coronación de Carlos IV Rey de España,
en Tehuantepec, del 11 al 18 de septiembre de 1790.............. 182
6. Los dioses zapotecos ............................................................... 187
7. Relación de mayordomos de las fiestas titulares
del barrio de Santa María en febrero y de las patronales
de la Virgen María en agosto, y de los xuaanas de que se tiene
memoria desde el año de 1910, registrada por el xuaana
Ausencio Jacinto Ojeda .............................................................. 190
8. Labrada de la cera en el Istmo, tradición recogida
por el padre Nicolás Vichido Rito ............................................. 197
9. Leyenda de Na Chinta ............................................................ 198
10. Calendario de las principales festividades del Istmo
de Tehuantepec, visitas a pueblos cercanos y peregrinaciones ... 201
Términos zapotecos del Istmo que aparecen en el texto ............. 207
Bibliografía ................................................................................. 211
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Historia del trabajo. Durante algunos años he venido estudiando la
organización ceremonial entre los zapotecos del Istmo de Tehuante-
pec, inicialmente me dediqué al registro etnográfico de la tradición
festiva instituida por los binigulazaa o antepasados. La descripción con-
cluyó en un catálogo regional de celebraciones, después comparé las
variantes regionales contrastadas con la ciudad de Tehuantepec y sus
barrios; entonces, descubrí que es el lugar donde mejor se conservó el
registro histórico del origen de la organización ceremonial.
Al revisar la bibliografía sobre el tema me di cuenta de que no
se había escrito mucho acerca de la tradición festiva. Por otra parte,
algunos autores, salvo Covarrubias, tenían descripciones parciales
y confusas. Hasta este momento predominaba en mí, igual que en
ellos, una visión del cómo se hace la fiesta; mas no de los posibles
sentidos, más amplios, de significación etnohistórica y etnográfica que
permitieran dar nuevas interpretaciones sobre el modo de vivir fes-
tivo. En un momento de buena estrella conocí a don Nicolás Vichido
Rito, quien tenía escritos numerosos trabajos de investigación acerca
del tema. A él debo mucho del conocimiento ordenado de su cultura.
Ante mi desconcierto de no tener mayores explicaciones sobre
el material etnográfico, decidí rastrear en la historia cultural algunos
temas que me permitieran comprender lo que estaba estudiando.
Encontré
entre los cronistas algunas referencias acerca de las mayor-
domías, me di cuenta de que las festividades contemporáneas conser-
van mucho de su origen desde la época prehispánica y de la República
de Indios colonial. Traté de entender cómo en esta institución fluye-
ron las dos vertientes fundamentales de cultura novohispana propa-
gada por el Estado español: las del municipio y la parroquia. Asimismo,
cómo en el orden social se fundió lo civil con lo religioso para adaptar
la organización ceremonial y la cosmovisión, dando principio a nuevas
formas estructurales de la cultura indígena.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN12
Someramente vi cómo con la Independencia se abolieron las
corporaciones civiles y religiosas, así como en la Reforma se dio la
separación de la Iglesia y el Estado; acciones que no obstaron para que,
de una manera extraoficial, siguiera existiendo un sistema de gobier-
no indígena tradicional. Busqué los materiales históricos de nuestro
siglo para encontrar algunos testimonios. Para mi fortuna, la lista de
mayordomos del sistema de cargos de la organización ceremonial del
barrio de Santa María de Tehuantepec se encontraba registrada desde
el año de 1910. El documento asienta las Fiestas Titulares del barrio,
hechas en febrero, y las Patronales de la Virgen María en agosto, con
sus mayordomos y xuaanas en función.
Otra feliz circunstancia fue que mi maestro de cultura zapoteca,
Antonio Santos Cisneros, desempeñó el cargo de mayordomo en la
Fiesta Titular. Durante el año de 1988 viví todos los acontecimientos
importantes, paso por paso, al lado del mayordomo y los xuaanas,
quienes me dieron la dignidad de principal honorífico del barrio. Me
comprometí a cumplir con la misión que me dieron: escribir sobre
las costumbres cuya finalidad compartida es dignificar, engrandecer
y perpetuar la cultura. Por fin comprendí que la organización cere-
monial es el punto nuclear de las relaciones humanas que mantiene
viva la tradición festiva. En Juchitán estudié las variables más impor-
tantes de la unidad cultural zapoteca y no pude registrar los aspectos
distintivos de todos los pueblos del área. El trabajo se encuentra cen-
trado en la antigua capital istmeña que rigió en otras épocas y el na-
cimiento de la variable cultural juchiteca.
La descripción. Mis registros etnográficos, con su antecedente de
etnohistoria, me exhibieron las limitaciones propias de la descripción.
¿Cómo ampliar el conocimiento de todos los aspectos implícitos?
Cualquier asociación me parecía fantasiosa, ya que el material etno-
gráfico se puede relacionar con todo el conocimiento al respecto y,
por otra parte, cualquier teoría se podría asociar con las consecuencias
propias de lo que desea enfatizarse. Me asaltaron mil dudas: ¿cómo
descifrar la informacion etnográfica para poder explicar sus aspectos
intangibles e interpretarla? La investigación que presento pretende
contribuir con algo en estas cuestiones por medio de un discurso
lineal y dinámico que muestre lo simpre presente de la tradición. Me
interesó, sobremanera, comprender cómo el zapoteco construye la
significación de su mundo para darle sentido a su propia vida. No sé si
13INTRODUCCIÓN
con este escrito pueda llevar al lector un poco más allá de mis
renglones para que recree su pensamiento en el espacio de nuevas
posibilidades aún no manifestadas. Soy consciente de que mi obra
está hecha para un público tradicional e intelectualizado, que vive
 de la invención cultural y disfruta de ella.
Siempre pensé derivar teoría etnológica de los datos mismos y lo
que logré fue hacer síntesis conceptuales muy precisas de la des-
cripción. Con esto me convencí de que la explicación es algo externo,
múltiple y diverso, independiente al dato etnográfico. Esto revalora
la descripción por sí misma, ya que cada etnólogo puede pensar sobre
ella de acuerdo con sus explicaciones e interpretación. Esto me llevó
a definir que la actividad humana también se da por sí misma, inde-
pendientemente de cómo se le explique. Todo concepto explicativo
no deja de ser lo que es, un instrumento de comprensión y nada más.
Confundir el pensamiento registrado en el diario de campo con la realidad
estudiada es un error muy común en la descripción.
Mientras que el dato de cultura es absolutamente concreto, la
explicación es abstracta y relativa. En determinado momento me era
bastante cómodo hacer tipología explicativa, me bastaba filiar el ma-
terial a cualquier teoría y sintetizarlo; más bien, enchufarlo a cual-
quier corriente de pensamiento en boga. De esta manera ofrecería al
lector un conjunto de explicaciones actualizadas y de moda, sin un
ejercicio propio de reflexión.
Consideré que el relato etnográfico en el tiempo es precisamente
el aporte de elementos indispensables para la interpretación etno-
lógica. En este contexto mi descripción es un registro histórico, trans-
mitido al futuro, útil para evaluar el cambio y la continuidad de la
cultura. Asimismo, constituye una posibilidad real para la reflexión
de la historia cultural. Me inscribo en la investigación formal que
busca en los hechos concretos abstracciones implícitas, de tal manera
que no queden vacíos de contenido empírico.
La descripción es una disciplina difícil de completar, por la si-
multaneidad de los hechos y por la complejidad de las relaciones
humanas; es un reto de agilidad, de capacidad y compenetración para
el etnólogo. Muchos años de observación me enseñaron que algunos
detalles son pasados por alto; hasta ahora, resta mucho por investigar
acerca de la cultura. El horizonte de la realidad etnográfica es ina-
barcable. ¿Cómo explicar que la tradición festiva del zapoteco hace
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN14
tomar contacto, al transluz de la conciencia, con la realidad sobre la
cual reposa su existencia en sociedad? ¿Cómo el individuo encuentra
el sentido de sí mismo en la cultura?
El dato tiene sus campos de acción indeterminados mientras no
se le añada un predicado que los caracterice. El elemento fijo o perma-
nente es el universal genérico de la conducta humana. El elemento
móvil o cambiante es el que especifica lugar, tiempo, circunstancia
particular, modo, estilo, y el que particulariza la generalidad en su
relación con el anterior. Por decirlo de otra manera, el divisor del común
denominador.
Pienso que la relación de ambos elementos guarda la caracterís-
tica fundamental de la naturaleza del dato de cultura. En este sentido
la materia que estudio es la sociedad, sus formas y transformaciones
en el tiempo. La materia siempre se encuentra en un proceso de cambios
de estado. De aquí que tanto el aspecto mutable formal, como el aspecto
material permanente de todo objeto estén siempre presentes y cons-
tituyan la base para cualquier explicación de lo que ocurre. La relación
interna de los elementos con el conjunto global de la cultura tiene
una estructura que surge de la descripción misma y no de una taxo-
nomía impuesta por mí. Hasta ahora no hay forma de relación u
asociación directa entre la realidad estudiada y lo que se piensa exter-
namente acerca de ella. Es decir, ¿a qué tipo de explicación se asocia?
Las cosas están y son independientemente de quien las observa o
estudia.
Desde la perspectiva etnográfica de nuestro siglo parto del fun-
damento etnológico que atribuye inmanencia a la realidad social por
ser parte de la naturaleza del universo. En este sentido el dato de
cultura se caracteriza por ser concreto, único y comparable; es decir,
semejante, diferente, acorde, discrepante. En cambio, su explicación
es abstracta, relativa, múltiple y diversa. En consecuencia, el encuentro
de significados del saber etnográfico surge de la memoria históri-
ca del etnólogo para manifestarse en la unidad esencial, establecida
entre lodescrito, el descriptor y el destinatario. Así, el ejercicio etnoló-
gico es la búsqueda de significación social donde la integración de los
datos remite a la configuración de la imagen global u holística de una
realidad cifrada
en la dimensión del cambio y la continuidad de la
cultura. En consecuencia, es preciso saber separar la descripción etno-
gráfica de la teorización etnológica, no revolver artificialmente la rea-
15INTRODUCCIÓN
lidad social estudiada y lo que puede pensarse acerca de ella. La
atribución teórica es el sentido y finalidad en que se finca la signifi-
cación global hecha por el etnólogo. Conferirle significación teórica
a nuestros estudios es un ejercicio libre del acto creativo, útil para la
reproducción del conocimiento en la multiplicidad de la comprensión
necesaria para la invención y difusión de las ideas.
Hasta ahora no hay modo de verificar si un análisis, su síntesis y
explicación concuerdan con la realidad etnográfica. Algunas de
las explicaciones jamás tendrán comprobación y no por esto son
inciertas, se apegan a la realidad de los hechos vividos como etnólogo.
En esto fui cuidadoso a pesar de que existan otros puntos de vista. En
mi visión particular, la etnografía no acepta la falsificación de los
hechos, en cambio la etnología puede tener diferentes perspectivas.
Sin embargo, la verdad etnográfica de la relación humana es el
acuerdo común.
El registro etnográfico describe lo que hacen y piensan las per-
sonas acerca de su cultura, es una afirmación tácita de la realidad.
Para entender los hechos y registrarlos con precisión hay que subor-
dinar los códigos éticos propios, la conducta y la visión personal del
mundo. Es preciso dar el salto de comprensión etnográfica al cono-
cimiento etnológico. La fenomenología de la descripción se encuen-
tra en el desplazamiento de la mente hacia adelante; es decir, buscar
la síntesis de lo que sucede entre el precedente y el consecuente, para
establecer el nuevo conocimiento. El saber salta por encima de sí
mismo para dar lugar a un proceso mental que sintetiza lo estudiado.
Aquí reuno algunas noticias breves de las áreas dispersas del
conocimiento, relacionadas con el núcleo del estudio: la organización
ceremonial destinada a hacer fiestas para recrear la tradición particu-
lar de cultura. Me dediqué a seguir los hilos del sentido, sus cambios
de significación en la trama de las relaciones humanas y su configu-
ración simbólica en la cosmovisión del culto a los muertos. En este
discurso concatenado de secuencias tiene vital importancia la concen-
tración y la dispersión de la gente en su institución festiva. La perfilé
como un acto de la unión común, celebrado periódicamente, en uni-
dad con el ánima binigulazaa, el alma del viejo pueblo zapoteco, es decir
su cultura. En torno a ésta se reunifican no sólo los individuos, sino tam-
bién los elementos de cultura, como pautas reales de comportamiento y
pautas ideales manifestadas simbólicamente. O sea, como núcleo y diás-
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN16
pora de la difusión cultural que primero congrega, para después disper-
sar acciones y valores.
La tradición festiva se transmite como un arte creado por los
muertos y recreado por los vivos para que lo disfruten los que aún no
han nacido. Con la pretensión de representar a la escuela clásica de
la etnología e ir un poco más allá de la difusión académica, simple-
mente por la satisfacción de vivir la experiencia y reflexionar, decidí
promover mi pensamiento, a semejanza de ellos, como una herencia
social de cultura. Este trabajo intento conservar memoria de un arte
social vivo, placentero, lúdico, para algunos aun sagrado: el arte de
saber vivir la tradición festiva. En este plano ideal se esfuma en su
propia metafísica, sobre la repetición eterna de ciclos rítmicos, cuya
sucesión de cambios de estado es infinita en el devenir del tiempo,
cuyo sentido y fin es la recreación de la vida humana en sociedad.
 
LA FUERZA DEL MUNDO
EL RELATO DE LA PROFECÍA Y LA RUINA DE COCIJOPI
Parto de la breve noticia de fray Francisco de Burgoa en que se habla
del dios principal de los zapotecos de Tehuantepec y de cómo el rey
Cocijopi, venerándolo en su santuario de la isla de Cerro Cristo, perdió
el reino con estoicismo ante la fatalidad de la profecía de sus propios
oráculos.
En el pueblo de Guidxipecocha, hoy la Magdalena Tequisistlán,
cerca de un arroyo había un peñasco con una figura que se asemejaba
a la estatua de un religioso, tenía el hábito parecido al de los domi-
nicos, estaba sentado en una silla con la capilla puesta, la mano sobre
la mejilla y vuelto el rostro al lado diestro. A su siniestra, estaba una
india hincada de rodillas, cubierta con un manto blanco de los pies
a la cabeza, en la actitud que tenían los indios para la confesión de sus
pecados.1
[En 1518] ...empezando a gobernar este Rey Cocijopi, le pidieron
sus vasallos y señores hiciese sacrificios a los dioses, y les pidiese le
declararan aquel presagio y así lo hizo, vistiéndose las vestiduras
sacerdotales de túnica blanca talar, mitra de plumas, cantidad de
animales que ofreció al ídolo mayor, que llamaban Corazón del
Reino, y lo tenían en una isletilla, como cue grande, con arboleda
muy fresca y de mucha caza de conejos y enmedio de una grande
cueva, y alrededor la grande laguna de San Dionisio al presente, para
donde se embarcaban en canoas o barcos; acabado el sacrificio, que duró
mucho tiempo, se volvió el rey a la muchedumbre de gente, que le
asistía con el semblante triste y congojado, y les dijo: hijos míos lo que
1 Francisco de Burgoa, Geográfica descripción, México, Talleres gráficos de la
Nación, 1934, 2 vols. (Publicaciones del AGN, XXV y XXVI), T. II, p. 351.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN18
me ha respondido el gran Dios, es que ya se ha llegado el tiempo en que
lo han de echar de esta tierra, porque presto vendrán sus enemigos de
donde nace el sol, y serán unos hombres blancos a cuyas fuerza y
armas no han de poder resistir todos los reyes de esta tierra, y nos han
de quitar y sujetarnos míseramente y traerán después otros hombres,
vestidos de aquel traje que veis en la figura, que sean nuestros sacer-
dotes a quienes han de descubrir, los que quedaren, sus pecados de
rodillas como veis aquella mujer,... quiso Nuestro Señor ponerles tan
propia la figura de toda para despertador y aviso de su remedio en
aquel peñasco y siendo el Rey el intérprete, y ministro de aquel oráculo,
se colige que como tan hábil y entendido, cuando supo la venida, color
y traje de nuestros españoles, y la sujeción del imperio de su abuelo...2
[Burgoa prosigue,] ...en esta laguna [de San Dionisio] a un
lado está un cerrillo aislado muy ameno y poblado de arboleda y
animales y aquí está una profunda y dilatada cueva donde el
zapoteco tenía un ídolo de su mayor veneración y la llamaba el Alma
y Corazón del Reino, persuadido el bárbaro a que aquella fabulosa
deidad era el Atlante [que mantenía el mundo] que lo tenía en peso
y sustentaba sobre sus hombros y que cuando los movía se estremecía
en desusados temblores la tierra, y de su favor pendían su victorias y
buenos temporales con que los sustentaba; aquí venía el ciego rey en
su gentilidad, con los grandes y sacerdotes a celebrar nefandos sacri-
ficios...3
[Avanzada la Colonia los vecinos españoles observaban que
Cocijopi siempre iba a la iglesia acompañado de seis pontífices ve-
nidos de Mitla llamados Huijatoo, «los que todo lo ven» y otros
sacerdotes menores nombrados los Copavitoo o «guardianes de las
imágenes sagradas». En una ocasión, éstos acordaron ir de noche al
palacio de Cocijopi acompañados con gran cantidad de indios de
muchos pueblos cargados de presentes y animales. Un vecino español
picado de la codicia, disfrazado se infiltró en el palacio y vio enmedio
del altar una figura de piedra muy resplandeciente, con candelas a
los lados y sahumerios de copal. El español se calló y esperaba obtener
algún beneficio o soborno por guardar el secreto. Tiempo después,
Santa María se valió de un indio principal que celosamente hacía
2 Ibidem.
3 Ibidem, p. 399.
19LA FUERZA DEL MUNDO
oficio de fiscal, para espiar a los sacerdotes indios que traían muy
ocupados a los Vixaanas, niños
dedicados al culto y a los demás
involucrados en los preparativos del ceremonial. Santa María avisó
al alcalde mayor, a la guardia militar y gente aliada del pueblo de
Tehuantepec].4
[En 1562 cuando lo aprehendió el padre fray Bernardo de
Santa María] ...llegó al cerrillo, desembarcó y subiendo por su falda,
alumbrado por superior numen halló todos los espacios de una gran
cuadra todos barridos y cercados de peañas como altares y sobre ellos
muchos vasos de sahumerios, ricas y apreciables ofrendas de estimables
ropas, vistosas plumas y medallas y collares de oro, y lo más salpicado
de sangre reciente y obscenamente vertida...5
[Santa María y sus acompañantes] ...entrando dentro fueron
pasando cuadras hasta llegar a la del adoratorio, que estaba con muchas
luces y multitud de braseros humeando, [encontraron] unos ídolos
puestos en el altar, al don Juan vestido de alba y mitra de plumas como
Sumo Sacerdote, a los seis viejos con ropas almáticas, todas las manos
llenas de sangre de los animales y aves que estaban sacrificando y vien-
do de repente sobre sí al Vicario, a su Alcalde Mayor, y sus ministros,
siendo tan intrépido y valeroso el don Juan se turbó de suerte, que
asiéndole del brazo con blandura el Vicario y diciéndole dese Vuestra
Majestad por preso por orden del señor Obispo cuya comisión tengo,
no habló palabra y desnudándose se entregó ...hizo diligencia para
hallar el ídolo [Alma y Corazón del Cerro] para vengar en él como
enemigo carnicero... hizo sacar todas aquellas alhajas que eran de
importancia y sin ninguna se habían desperdiciado y entregadas por
cuentas a los ayudantes, se trajeron a la villa [de Tehuantepec]... la
justicia aprisionó a los viejos, y [los] llevó a la cárcel pública y el
Vicario trajo al Convento al señor y con muchos agasajos le mandó
componer una celda decentemente consolándolo con la facilidad del
remedio, buscándole él con verdadera y pública enmienda, fue muy
para temer la alteración del pueblo y de los demás de la comarca...6
[Cocijopi ya preso reiteró la profecía] ...los religiosos todos
lo sacaron acompañándole a la iglesia [de Santo domingo Tehuan-
4 Ibidem, pp. 353-355.
5 Ibidem, pp. 399-400.
6 Ibidem, pp. 355-356, 400.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN20
tepec], sin opresión alguna... el mayor monarca les dijo: bien conozco
que sois fieles y agradecidos al amor con que os he tratado y debéis no
hacer duras mis penas, pues ha muchos días que os dije, que se habían
de acabar los reinos y señoríos de esta tierra, sujetándonos otros de
fuera, ello viene de arriba, sin que lo podamos resistir y ya se ha
cumplido, yo estoy con ánimo para todo ...habéis de obedecer lo que os
mando, y es que os quitéis y no pongáis en más pesares con ruidos y
voces lo que no podéis remediar ...y de todo se hizo memoria y con
informe por extenso remitió al Virrey la memoria para que dispusiera
de ello lo que juzgara por justo y mandó el Virrey se emplease en
tér[mi]nos de la iglesia, como se ejecutó al punto...7
[Por otra parte, Santa María inició un proceso penal contra los
sacerdotes de Mitla, entregó las confesiones a los procuradores,
quienes sin hallar defensa,les dictaron la sentencia de muerte. Fueron
ejecutados un día solemne, oyeron la condena enfrente de la iglesia,
hicieron con ellos una procesión por las principales calles de Tehuan-
tepec, vestidos con trajes e insignias de idólatras, con sogas, corazas
y velas de penitencia al tiempo que eran azotados. Finalmente, en el
atrio del templo de Santo Domingo, el juez secular los mandó ejecutar
siendo relajados].8
[El obispo Alburquerque comisionó a fray Juan de la Mata y a
fray Juan de Córdova para sumarizar las averiguaciones del caso,
Cocijopi recusó a los jueces y pidió ser juzgado por la Corona de Castilla.
La Real Audiencia giró las órdenes para su traslado a la ciudad de
México, donde mantuvo los costos durante el tiempo que duró el juicio.
El rey tehuano bajo el peso de la fatalidad] ...no negoció como pensó,
los gastos fueron excesivos, un año entero, en que se detuvo su causa
y confesado su culpa, y convencido, la sentencia fue, privación de
pueblos, de oficio y de rentas y volviendo a su Tehuantepeque, esperan-
do los indios recibirle con opulentas demostraciones, llegando a la
Villa de Nexapa triste como lastimado al primer lugar de lo que fue su
reino, le atajó Nuestro Señor los pasos dándole un grave achaque de
insultos apopléticos y aunque dicen que pidió confesión... le hallaron
sin sentido, boqueando y sin remedio, a breve rato expiró...9
7 Ibidem, pp. 357, 400.
8 Ibidem, p. 363.
9 Ibidem, p. 358.
21LA FUERZA DEL MUNDO
[Después de esto sucedió que los encomenderos enjuiciaron a
Santa María, razón por la cual fray Domingo de la Anunciación
recogió numerosa información para dignificar a la orden domini-
ca. En 1565, por decreto de Felipe II y bula del papa Pío VI, se
prohibió a los jueces civiles instaurar procesos legales a los re-
ligiosos].
[Tras de muchos años de penuria moral el padre Santa María]
...sintiendo la suya [voluntad] los avisos de la muerte que se le acercaba,
lleváronlo a Jalapa, con tanto sentimiento de los indios que lo quisieron
impedir, ofreciéndole todas las comodidades posibles... el enfermo pidió
encarecidamente les concedieran ya difunto su cadáver a sus hijos de
Tehuantepec con que se consolaron, y el enfermo con un Crucifijo
diciéndole mil ternuras y entregándole su alma expiró... sucedió que
pasando con el féretro el río... salió del agua un feroz y espantoso
lagarto y embistiendo con un sacristán... el pobre indio que se vido
acometido de la fiera reparóse con el acetre [del agua bendita] y en él
hizo la presa y dejó libre y sin lesión al sacristán... que parece quiso
Nuestro Señor pagarle la devoción con que vino y acreditar los méritos
de su siervo...10
DATOS PARA LA HISTORIA DE LOS DIOSES Y SISTEMAS DE GOBIERNO
En 1548 fray Benito Hernández, fundador de la doctrina de Achiutla,
encontró un adoratorio entre los peñascales más altos de la sierra,
donde celebraban sacrificios al dios mixteco Corazón del Pueblo;
Burgoa nos dice al respecto:
era una esmeralda tan grande como un grueso pimiento de esta tierra,
tenía labrado encima una avecita, o pajarillo, con grandísimo primor,
y de arriba abajo enroscada una culebrilla con el mismo arte, la
piedra era transparente, que brillaba desde el fondo, donde parecía
como la llama de una vela ardiendo; era antiquísima alhaja, que no
había memoria del principio de su culto y adoración... y teniendo un
10 Ibidem, pp. 364-366. Terminó de escribir la Relación de Nexapa el 20 de abril
de 1580. Cfr. René Acuña, Relaciones geográficas del siglo XVI; Antequera, México, IIA,
UNAM, 1984, 2 vols. (Etnohistoria, serie Antropológica, 58), I, p. 343.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN22
día muy solemne prevenidos, y juntos muchos pueblos... mandó
molerla allí, hasta convertirla en polvo...11
A finales del año de 1558, fray Jordán de Santa Catalina desenterró
en la Chinantla al sumo sacerdote Coquitela, quien se tenía por hijo del
sol, de un gran sepulcro enclavado en el monte, con ricas joyas de oro,
mantas escogidas y otras preseas costosas. Este señor era del grupo de
los Vixaanas o sacerdotes, había sido sepultado lujosamente ataviado,
con indias vivas para que le hicieran de comer en el camino del más allá.12
En el pueblo de Yapela, de la doctrina de Choapan, fray Alonso
de Espinosa buscó un ermitaño en la espesura del bosque adorando
una guacamaya viva como su dios. Encontró un viejo cadavérico, de más
de setenta años, enfrente de un altar de madera adornado de flores
y al centro la guacamaya. Le ofrecía culto sacándose sangre de la lengua,
la cara, las orejas, los brazos y otras partes del cuerpo con navajas de
obsidiana. Le ofrendaba productos de la siembra, frutas silvestres e
incienso. Al entrar el fraile la guacamaya se alborotó con tal braveza
que daba estruendosos gritos. El fraile la mandó amarrar por las patas
y con su bordón la quebrantó hasta desplumarla y dejarla sin vida.13
Los zapotecos de la sierra fueron los más resistentes a la evangeliza-
ción y conservadores de sus antiguas costumbres religiosas y políticas.
Jordán, en 1558, se fue para Zoogocho, antiguo santuario zapoteco, con
su compañero Guerrero; los indios le trajeron muchos ídolos, cuentas
y piedras. También le entregaron un plato de piedra verde, finísima,
que dedicaban a recoger la sangre ofrecida por todos ellos a un ídolo
célebre. Un viejo, llorando sobre el plato, escuchaba el sermón del dia-
blo, condenado a las eternidades, cómo tiranizaba en tan asquerosa
servidumbre a las criaturas de Dios. Guerrero pulverizó los ídolos y
mandó fundir las joyas de oro para adorno y ornamentos de la Virgen.14
11 Ibidem, pp. 332-333, 406.
12 Ibidem, p. 151, Cfr. Agustín Dávila Padilla, Historia de la fundación y discurso
de la provincia de Santiago de México de la Orden de Predicadores, México, Academia
Literaria, 1955, p. 637.
13 Burgoa, Palestra historial de virtudes y ejemplares apostólicos fundada del celo de
insignes héroes de la sagrada Orden de predicadores en este nuevo mundo de la América en
las Indias Occidentales, México, Porrúa, 1989, pp. 212-218.
14 Burgoa, Geográfica..., II, pp.154-155, 228, 231. Cfr. Dávila Padilla, op. cit., pp.
638-639.
23LA FUERZA DEL MUNDO
Poco después, Jordán y Guerrero pasaron al pueblo de Taba; el
primero llamó al hijo del cacique que servía de monaguillo en el tem-
plo católico, cuando su mala conciencia lo traicionó; Jordán se dio
cuenta de que era Vixaana, imposibilitado para las mujeres y al
servicio del culto. Los del pueblo lo tenían por sacerdote principal de
un dios, adorado en la cueva, el cual hacía temblar la tierra y estaba
labrado en forma de una mano de piedra; pero nunca se supo dónde
se encontraba.15
Jordán y Guerrero mandaron al alcalde, al fiscal y a los principales
a buscar al señor de la tierra, el que producía los temblores. El alcalde
se opuso a la investigación e indujo a los demás para no denunciar su
fe y devoción. Con la intención de librarse del dominio español, el
sumo sacerdote, poniendo el ejemplo, se ahorcó y prometió venir a
ayudarles y conminó a los indios para seguirlo al paraíso. Éste dijo
antes de partir al monte:
nuestros dioses a quienes hemos servido con la sangre de nuestras venas
y tantos sacrificios, por estos montes, nos tienen preparado el descanso
en sus palacios, en el otro mundo, y para gozarle luego, y salir del
poder de estos enemigos tan poderosos, y de la persecución de estos
padres que nos quitan todos nuestros dioses, y quieren que sólo al suyo
sirvamos y adoremos, y que dejemos a los que nos han dado hijos, y
aguas para sembrar y comer tantos años, es lo más acertado morir e
ir a gozar aquellas fiestas y regocijos que nos esperan, y para
animaros yo voy a ahorcarme para que vosotros, si sois hombres de
valor, hagáis lo mismo, y me sigáis, y si os tardáres yo os ayudaré delante
de los dioses para que os den ánimo, y vendré a ayudaros. Y diciendo
esto, se despidió de ellos, cogiendo un lazo y partiendo al monte se
colgó de un árbol, donde pereció sacrílegamente estando bautizado...16
Los indios creían como muy asentado dogma que al pasar a la
otra vida encontraban un descanso delicioso; razón por la cual no se
15 Burgoa, Geográfica..., II, pp. 153-155. Cfr. Dávila Padilla, op. cit., p. 639. En
todos los pueblos zapotecos de la sierra, los vixaanas fueron los sacerdotes menores
encargados del culto, como lo señala Burgoa, eran alumnos elegidos por los sumos
sacerdotes entre los hijos de caciques y principales.
16 Burgoa, Geográfica..., II, pp. 153-154.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN24
rehusaban a la muerte natural, a ser sacrificados, morir en la guerra
o tener cualquiera otro género de muerte violenta.17
En 1684, el alférez Pedro Boza encontró a la indígena Gertrudis
envolviendo unos papeles y un atado de plumas que dio a Nicolás de
la Cruz Contreras, de San Francisco Caxonos; al huir del alférez se le
cayeron y dejó tirados unos atados en los que se encontraron una
petaquilla de palma, una corteza de papel yahuichi para hacer la
figura del dios, principal instrumento de idolatría de su gentilidad,
de dos varas de largo, y ocho envoltorios ensangrentados. Dentro de
ellos había plumas verdes y coloradas, otra petaquilla con una hoja
de maíz llena de cabellos humanos; en otras, un poco de algodón es-
carmenado con cabellos, una cabeza de pájaro, una lezna, un guaje
con polvos de hierba y una novena de la cuarta predicación de Paulo
V. Algunos atados de palma de diferentes colores, dos pájaros llenos
de heno en un paño de algodón. Los oficiales de República implica-
dos fueron condenados a prisión, embargados sus bienes y perdieron
el derecho de volver a ejercer sus cargos.18
El 30 de marzo de 1691 se sublevaron los indios de doce pueblos
circunvecinos a Santiago Zoochila, en ese entonces dependientes de
la vicaría de Caxonos y Taba. Fray José de Castilla, en la iglesia de Zoo-
chila, después de misa, mandó poner presos en la cárcel a los alcaldes,
fiscales y al maestro de capilla, quitándoles las varas del mando por
faltar a la doctrina y al Rosario. Al partir para Caxonos una muche-
dumbre liberó a los indios presos; fray José de Malaber fue derribado
de una pedrada y encarcelado junto con el cacique José de Zárate.
Fray Alonso de Vargas, vicario de Caxonos, enfrentó el motín de los
doce pueblos; el motivo verdadero del alboroto era que se trataba de
un acto colectivo del culto indígena; pero no se pudo comprobar. En
realidad, para este momento la religiosidad indígena, organizada en
sus sistemas de gobierno local, hizo un fuerte frente a la política
oficial.19
El 14 de septiembre de 1700, en el pueblo de San Francisco Ca-
xonos, el sacerdote indígena José Flores hizo una ceremonia colectiva
17 Ibidem.
18 Eulogio G. Gillow, Apuntes históricos, México, Imprenta del Sagrado Corazón
de Jesús, 1889, Apéndices, pp. 123-129.
19 Ibidem, pp. 93-99.
25LA FUERZA DEL MUNDO
con los oficiales de República, los principales y gente de varios
pueblos circunvecinos. Hacía los festejos por el término de su cargo
como mayordomo de San José, su santo patrono. En la mayordomía
se encontraban invitados de los pueblos de San Mateo, Santo Domingo,
San Pedro, San Pablo, Yatzachi, Yalalag, San Miguel y Santa Lucía.
Los fiscales indígenas de San Francisco Caxonos, Juan Bautista
y Jacinto de los Ángeles, en las vísperas de la festividad, por su celo
cristiano, habían denunciado ante los frailes la celebración de una
mayordomía a las deidades antiguas de los zapotecos. Los frailes, los
fiscales indígenas, las autoridades civiles y algunos vecinos sorpren-
dieron, en el patio de la casa del mayordomo, a una multitud haciendo
uno de los rituales de la mayordomía. La mayoría huyó dejando
abandonadas las ofrendas. Los frailes encontraron una cierva sa–
crificada, aves degolladas, perros muertos, diversas comidas y be–
bidas. También unas tortillas gruesas de tres esquinas con un
agujero enmedio, otras redonditas y unas alargadas, que recibían des-
pués del sacrificio como comida bendita. Asimismo, recogieron un
papel de amate con que se hacía la imagen del dios, salpicado con
sangre humana y de animales. Los documentos asientan que ésta
era la representación de la víctima ofrecida a la deidad principal de
los zapotecos de la sierra: Yactao.20
En relación con el mito de origen de los zapotecos, Burgoa nos
dice que:
…se hacían hijos de leones, y fieras silvestres, sí grandes señores, y an-
tiguos, producidos de árboles descollados y sombríos, sí invencibles y
porfiados, de que se preciaban mucho, que los habían parido escollos,
y peñascos, y como su lenguaje era tan metafórico... hablaban siempre
con parábolas, y sus historiadores formaban los caracteres, de lo que
decían.21
20 Ibidem, pp. 144-145, 168. Apéndices, 138. Cfr. José Alcina Franch, Calendario
y religión entre los zapotecos, México, UNAM, 1993 (IIA, serie Culturas Mesoamericanas,
3), pp. 116, 160. En mi opinión, el nombre viene de la voces: yaga,
árbol y tao, dios.
En otras palabras, veneraban al principio creador, a la pareja creadora de los
linajes, a los antepasados divinizados. Otro caso semejante se registró en Yatzachi
sobre los rituales dedicados a la pareja arquetípica del origen o «cabezas de
nuestros abuelos»
21 Burgoa, Geográfica..., I, p. 412.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN26
Estos «instrumentos de la idolatría» fueron llevados a la iglesia
y decomisados. El resultado de esta medida originó un levantamiento
general, de seis pueblos confederados, y concluyó con el rescate
violento de las ofrendas y la captura de los fiscales indígenas delatores.
En el motín quemaron la casa de uno de ellos y agredieron ferozmente
a las autoridades civiles y religiosas. Juan Bautista y Jacinto de los
Ángeles fueron encarcelados y azotados por las autoridades indígenas
del pueblo de San Pedro. Posteriormente, los alcaldes, regidores y
principales de los diferentes pueblos, también sacerdotes indígenas
que ejercían los cargos civiles y religiosos, acordaron dar muerte a los
delatores en el monte de Yavesa. Los indios Nicolás de Aquino y
Francisco López degollaron a los fiscales, bebieron su sangre, dieron
de comer sus corazones a los perros y quemaron sus cuerpos. Como
los perros no quisieron comer, arrojaron los corazones en una
laguna.22
Los frailes, sospechando la muerte de los fiscales y por el temor
de un levantamiento generalizado de los pueblos, mandaron pedir
auxilio a las autoridades de Villa Alta. Intervinieron en los sucesos: el
alguacil mayor del Tribunal de la Inquisición, el alcalde mayor de la
mencionada villa, abogados asesores residentes en Oaxaca y otras
autoridades. Se mandó notificar a las jurisdicciones de Tlacolula, Teo-
titlán, Ixtepeji y otras más para que aportaran información y estuvie-
ran alertas. Se recabaron numerosas informaciones testimoniales
con vecinos indígenas y españoles. Fray Gaspar de los Reyes declaró
que en la cima del monte de San Francisco estaba el dios de los natura-
les. Se confederaron seis pueblos, ofrecieron unirse los otros doce,
levantados anteriormente desde las represiones de 1684 y 1691, para
conservar la ley y guardar las costumbres de los antepasados.23
El 17 de octubre de 1700 se comunicó al virrey el asunto; el fiscal
del rey dictaminó que se mandaran los despachos necesarios para la
averiguación sumaria de sedición, tumulto e idolatría; se ordenó la pri-
sión de los culpables y el embargo de sus bienes. Se nombró un
intérprete de lenguas zapoteca y española, por medio del cual se
notificó a los indígenas del estado del proceso en su contra, compelién-
22 Gillow, op. cit., pp. 147, 171. En la tradición oral moderna de los pueblos de
Cajonos se dice que sobre sus tumbas de tierra nacieron azucenas blancas.
23 Ibidem, pp. 136-142.
27LA FUERZA DEL MUNDO
dolos nuevamente a entregar más instrumentos de la idolatría. Se
requirió la entrega del dios Yactao.
De acuerdo con la Novísima Recopilación de Leyes de estos Reinos, se
aplicó la ley novena, libro tercero, título cuarto, en la que se deter-
minaba: «que si habiendo recibido los indios la santa fe, y dando la
obediencia a su majestad, la apostataren y negaren, se procediera
como con apóstatas y rebeldes, conforme a lo que por sus excesos
merecieren». Los reos rindieron sus declaraciones. El sacerdote y
mayordomo José Flores, de 63 años, en el tormento reveló el nombre
de otros sacerdotes y funcionarios de los pueblos de Yatzachi, Santiago,
Betalilaga, Yalalag, San Mateo, San Pablo y Santo Domingo.24
La defensa legal de los reos se apoyó en la benignidad y moderación
con que debía juzgarse a los indios, por su corta capacidad, miseria e
ignorancia, según las instrucciones de los monarcas españoles, quienes
en repetidas cédulas amparaban la condición social de los indígenas.
Sin embargo, la sentencia a la pena ordinaria de muerte a garrote fue
impuesta a quince de los indígenas complicados en la celebración de
la mayordomía y el crimen de los fiscales católicos. Dos individuos
fueron condenados a recibir 200 azotes y destierro por diez años de su
jurisdicción. Otros 17 individuos fueron condenados a la pena de
muerte, pero con derecho a apelación. No la hicieron, la sentencia fue
ejecutada, los reos indígenas fueron degollados y despedazados, ex-
puestas sus partes, clavadas en estacas de la plaza pública de San Fran-
cisco Caxonos y a la salida de los caminos vecinales a otros pueblos.25
Después de los acontecimientos se suscitó un alegato por el
abogado defensor, basado en la falta de apelación y ratificación de la
sentencia por la Sala de Crimen de la Real Audiencia. El juez ecle-
siástico de Oaxaca pidió al virrey ordenara lo conveniente para los
cinco reos restantes de idolatría que tenían presos en el Tribunal de
la Inquisición, cuya sentencia se desconoce. El alcalde mayor de Villa
Alta, entre otras de sus disposiciones, pidió al virrey mandara honrar
a los hijos de los fiscales católicos, para premiar su fidelidad al ca-
tolicismo, como ejemplo para todos los indígenas del obispado de
Oaxaca, donde se consideraba generalizada la idolatría.26
24 Ibidem.
25 Ibidem, pp. 180-186.
26 Ibidem.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN28
 El 22 de diciembre de 1701, Diego Bello de Aldama, curador de
los reos, presentó al alcalde mayor Cristóbal de Robles la defensa
apoyada por las leyes V y VI, libro 8, título 3 de la Recopilación de Castilla,
donde se imponía la pena de muerte y otras más a los que usasen
agüeros, adivinanzas y sortilegios, especificando que dichas leyes no
debían aplicarse a los indios por su ignorancia y corta capacidad. Tam-
poco se debía aplicar la ley I, título 4 y las que le seguían, disponiendo
que el que negase a Dios nuestro Señor o a la Virgen, además de otras
penas, le fuese cortada la lengua. No se debía entender esto con sus
defendidos, por no haber cabecilla particular en el tumulto y muertes,
habiendo tomado parte común todos los naturales. Se consiguió el
temor de los presos, y fueron suficientemente adoctrinados; aunque
siempre se guardó recelo en la obstinación generalizada.27
En 1702 tomó posesión el nuevo obispo de Oaxaca, fray Ángel
Maldonado, quien trató de crear nuevos curatos acusando a los domi-
nicos de tener abandonada la zona. En 1704 estalló una larga historia
de discusiones y discordias entre el obispo y los dominicos, acusándo-
los de incapacidad para erradicar las idolatrías. En 29 pueblos de la
jurisdicción de San Francisco Caxonos, San Juan Tepanzacualco, San
Francisco La Oya y San Ildefonso Villa Alta se recogieron algunos ins-
trumentos de idolatría, es decir, los testimonios de las prácticas y creencias
religiosas de los indígenas. En la pesquisa se recogieron 99 calendarios
o librillos rituales de origen prehispánico. Estos calendarios se encuen–
tran actualmente en el Archivo General de Indias de Sevilla, los cuales
contienen las trecenas dedicadas a los dioses, cuyo conocimiento servía
para regir las actividades de la vida cotidiana y festiva de los individuos.
Se inició un largo proceso de represión en contra de los maestros de
idolatría que por lo menos duró hasta finales del siglo.28
A pesar de la represión ejercida por más de tres siglos, la Inqui-
sición se dio cuenta de que la evangelización había sido deficiente
ante la pertinaz defensa de los indios por sus tradiciones ancestrales,
como puede apreciarse en el siguiente edicto de 1786:
Destruid los ídolos, echadlos por tierra, quemad, confundid y acabad,
todos los lugares donde estuvieren, aniquilad los sitios, montes y
27 Ibidem, p. 172.
28 Alcina, op. cit., pp. 17-20.
29LA FUERZA DEL MUNDO
peñascos en que los pusieron, cubrid y cerrad, a piedra y lodo, las
cuevas donde los ocultaron, para que no os ocurra al pensamiento su
memoria. No hagáis sacrificios al demonio, ni pidáis consejos a los
magos, encantadores, brujos maléficos, ni adivinos, no tengáis trato
ni amistad con ellos, ni los ocultéis, sino descubridlos y acusadlos,
aunque sean vuestros padres, madres, hijos,
hermanos, maridos o
mujeres propias. No hagáis, ni creáis a los que os quieren engañar,
aunque los veáis hacer cosas que os parezcan milagros, porque verda-
deramente no lo son, sino embustes del demonio para apartaros de la
fe... que en lo de adelante no se hagan ni permitan los nescuitiles,
representaciones al vivo de la pasión de Cristo Nuestro Redentor, palo
volador, Danzas de Santiaguito, ni otros bailes supersticiosos, en idioma
alguno, aunque sea vulgar castellano. Y sin embargo, de que se pretenda
honestar el que los nescuitiles le son incentivo a los indios para su
devoción y que por tales espectáculos se mueven, pues de este modo les
entra con más facilidad la fe por la vista que por el oído, respecto a
que si en los principios de promulgada la fe católica en estos reinos se
juzgó medio oportuno, por la incapacidad de los naturales sus habi-
tadores, y su cristiana instrucción, el permiso de semejantes represen-
taciones, ya que en estos tiempos, en que han corrido más de dos siglos
y medio, es disonante y obsta la mencionada, general, repetida prohi-
bición, por los grandísimos pecados, imponderables inconsecuencias,
irrisiones, vanas observaciones, irreverencias, supersticiones y demás
justas causas que los motivaron.29
Desde años antes las prohibiciones se extendieron al folklor;
incluso al europeo. En 1731 se ordenó:
Que en atención a los graves inconvenientes que resultan del uso de
máscaras, experimentándose delitos escandalosos y la ruina de algunas
familias, se prohíben eternamente a cualquier persona de cualquiera
estado, calidad o condición que sea, entendiéndose por máscara todo
aquello que sea cubrirse o medio cubrirse el rostro o parte de él y salir
en traje de máscara, vestidos los hombres de mujer, o las mujeres de
29 Julio Jiménez Rueda, Herejías y supersticiones en la Nueva España; los heterodoxos
en México, México, Imprenta Universitaria, 1946 (Monografías Históricas, 1), pp.
23-24.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN30
hombre, ni con motivos de paseos, danzas ni otra manera alguna,
bajo la pena de doscientos azotes y dos años de presidio, a los españoles
que no probasen ser hijosdalgo, seis años de presidio a los que justifica-
ren serlo y a los de color quebrado doscientos azotes y seis años de
obraje.30
A finales del siglo XIX, el obispo Eulogio Gillow relató cómo
continuaron con sus costumbres: el día primero de enero, cuando
las autoridades recibían el bastón de mando, las autoridades mixes
de Tepuxtepec se dirigían con ofrendas de pollos, huevos y harina de
maíz a las cuevas, peñascos, manantiales, cascadas y ríos. De regreso
ya en el pueblo, el más anciano echaba un puño de pinole sobre el
bastón de mando y otro en la cabeza del alcalde, quien después se
iba a la iglesia a rezar. Los de Tamazulpan frecuentaban una cueva
donde había un manantial; allí dejaban como ofrenda la cabeza y la
sangre del pollo, el cuerpo se lo llevaban para desayunar. Los de
Ayutla, en la víspera de Navidad y para el día de Año Nuevo, cuando
hacían el cambio de autoridades, ofrendaban a San Pedro y a San
Pablo dos estalactitas con sus estalagmitas en la cueva del rayo, gua-
jolotes, tamales, huevos, licor, cigarros, velas, veladoras y flores. Las
autoridades de Chichicastepec, atrás de la iglesia, entre los peñascos,
enterraban perros vivos, huevos, pinole, una hoja ensangrentada y
tres plumas.31
En 1937, Julio de la Fuente narra cómo los zapotecos hacían los
entierros simbólicos de los rebeldes a las costumbres –especialmente
contra los individualistas que se apartaban de la tradición–, llevaban
su ataúd de la iglesia al templo, pasando por su casa, rezaban y comen-
taban los incidentes del entierro. Hacían las ceremonias de exequias
simbólicas en vida de los rebeldes. Sobre este particular nos cuenta
que en Yalalag, a principios del siglo XX, los días anteriores a la fiesta
de la Candelaria se designaban como la entrada de la primera noche.
Esta celebración estaba regida por el calendario lunar. También
tenían relación con el culto a los antepasados: la Semana Santa, la
30 Eusebio Bentura Beleña, Recopilación sumaria de todos los autos acordados de la
Real Audiencia y sala del crimen de esta Nueva España, México, Felipe Zúñiga y
Ontiveros, 1787, tomo. I, III-CCCCXXIV, p. 225.
31 Gillow, op. cit., pp. 210-211.
31LA FUERZA DEL MUNDO
fiesta patronal, los días de muertos, la Navidad y la toma de pose-
sión de las autoridades el día primero de enero, en la fiesta de Año
Nuevo.32
Esta víspera de la fiesta del antiguo Año Nuevo indígena, des-
pués transferido al primero de enero por la Corona, provocaba terror
entre los zapotecos de la sierra, por sus rituales de muerte. Toda la
gente se encerraba en su casa temprano, existía la prohibición de salir,
los trasnochadores que no cumplían eran castigados por los hechice-
ros, los entregaban o sacrificaban simbólicamente a la muerte. A los
niños se les pintaba la cara con tizne o se les ponían mascaras de nopal
sin espinas. Los grandes se desvelaban armados, con instrumentos
filosos o de fuego, y hacían rituales para alejar a los espíritus malignos.
La presencia de las fuerzas del mal daba oportunidad a los brujos
para ejercer su control social sobre los transgresores del orden en la
comunidad. Éste era el tiempo de los cinco días aciagos del fin de año
zapoteco. En la noche anterior a la Candelaria, simbólicamente con-
denaban a muerte a todos aquellos que desafiaban el poder de los
hechiceros. Inicialmente se les reprendía cortándoles el hilo de la vi-
da; en su presencia, el brujo cortaba con un machete una cuerda
sobre un madero, como amenaza. Después de reprenderlos, los de-
jaban en libertad de irse a su casa.
Si no había enmienda, en la segunda ocasión de advertencia, los
brujos hacían patente el rezo simulando su responso y comentaban
los incidentes del velorio del matado en vida enfrente de la casa del
condenado a muerte. Se marchaban al cementerio llevando una
figura que representaba al cadáver del condenado, en una camilla
especial para transportar a los muertos por heridas de arma. Todo
esto se hacía para que la víctima se aterrorizara. Estos rituales de
control fueron desapareciendo cuando el orden social fincado sobre
bases mágico religiosas fue perdiendo efectividad para dar paso a
nuevas formas de organización social.33
32 Julio de la Fuente, Yalalag; una villa zapoteca serrana, México, INI, 1977
(Clásicos de la Antropología, 2), pp. 275-282, 300-303. Cfr. Germán Guido Münch
Galindo, «Zaa Guidxi, las fiestas del pueblo zapoteco en Gui si o Tehuantepec»,
Anales de Antropología, XXI, México, IIA, UNAM, 1984, pp. 108-110.
33 Ibidem, pp. 300-303.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN32
POSIBLE CONFIGURACIÓN DE UNA TEOGONÍA ZAPOTECA
La abolición del viejo mundo indígena y la instauración de un nuevo
orden no significó la desaparición total de su visión espiritual del
hombre, del mundo y del cosmos. Los indígenas integraron los nuevos
elementos de la estructura política y religiosa para defender su antigua
imago mundi. Ante la crisis de conquista, la hispanización debió ser
aparente hacia el exterior y en el fondo siempre persistió el empeño
de conservar la tradición cultural encubierta en los sistemas locales de
gobierno destinados a mantener el orden social y hacer fiestas.
Antecedentes
Alfonso Caso, en el año de 1928, trató de identificar a los dioses za-
potecos que se encuentran mencionados en las fuentes escritas y en
los restos arqueológicos. En trabajos posteriores propuso que la
escritura calendárica de Monte Albán I, que comprendió de 600 a
200 antes de Cristo, es una de las más antiguas de Mesoamérica, por
lo menos entre las encontradas hasta ahora. También propuso para
esta etapa el uso de los calendarios, solar y ritual, por los vestigios ar-
queológicos de los signos de los días, acompañados de numerales del
uno al trece. En 1947, sugirió que para esta época ya existía bien defi-
nido el uso de estelas, muchas de ellas relacionadas con el mito de
origen de la pareja
creadora y el calendario.34
Ignacio Bernal y Alfonso Caso, en 1952, abordaron nuevamente
el tema en su libro: Urnas de Oaxaca. Encontraron algunas correla-
ciones de los dioses entre el material arqueológico y el etnohistórico;
jamás se ocuparon de la etnografía moderna. Ambos propusieron
que existió una cultura plenamente desarrollada, cuyo antecedente
histórico aún no se ha determinado con precisión, ya que no fue ori-
ginaria de Monte Albán. Algunos autores piensan que este desarrollo
provino de los pueblos del sur de Veracruz. La escritura calendárica
durante distintas épocas continuó con sucesivas diferencias estilísti-
cas originadas en el progreso propio y las influencias externas. La
34 Alfonso Caso, Las estelas zapotecas, México, Talleres Gráficos de la Nación,
1928. Cfr. Alfonso Caso e Ignacio Bernal, Urnas de Oaxaca, México, INAH, 1952, p.
359. Cfr. «Zapotec writing calendar», Handbook of Middle American Indians, Austin
University of Texas Press, 1965, VOL. 2, pp. 931-961.
33LA FUERZA DEL MUNDO
simbología de los dioses estuvo sujeta a los cambios de estilo en su
representación iconográfica; no obstante, en esencia siguieron siendo
los mismos, su simbolismo remitía a la continuidad de la vida.
Solamente algunos dioses pudieron identificarse. Hicieron falta estudios
de iconografía comparada para aclarar el problema que planteaba la
explicación de los dioses zapotecos.
En la opinión de Alfonso Caso, los signos de los 20 días del ca-
lendario zapoteco fueron muy semejantes a los que tuvieron otros
grupos de alta cultura en Mesoamérica. Ellos son: cocodrilo, viento,
noche, iguana, serpiente, muerte, venado, liebre, agua, perro, mono,
yerba, carrizo, tigre, tierra, cuervo, temblor, pedernal, lluvia y flor. El
calendario estaba dedicado a los 13 dioses que presidían los 20 días
del mes, de tal forma que los 365 días del calendario solar estaban
siempre atribuidos a una deidad buena, mala o indiferente; cada uno
tuvo influencia del medio día a la media noche. Mientras no encon-
tremos los códices calendáricos de los zapotecos istmeños, no cono-
ceremos con precisión su estilo particular de computar el tiempo.
Pienso que fue muy semejante a los calendarios del grupo Borgia y los
recogidos en el siglo XVIII a los zapotecos de la sierra.35 El calendario
se ajustaba al ciclo anual de la naturaleza, las festividades religiosas se
hacían para celebrar la mediación divina en las actividades cotidianas.
El calendario agrícola estuvo relacionado con el año solar; el calenda-
rio ritual, con la Luna y Venus, el siglo de 52 años con las Siete Cabrillas.
En 1946, Miguel Covarrubias nos presenta la primera visión ge-
neral de los zapotecos del Istmo, en su obra El sur de México abarca los
aspectos globales de la cultura. Escribió que nada se sabía de los ante-
pasados de los zapotecos actuales y era necesario establecer la conti-
nuidad entre lo arqueológico y lo etnográfico en el tiempo histórico.36
Posteriormente, en 1960, Sejourné estimó que el simbolismo de
los rituales funerarios tiene presente la existencia de una religión
cuya esencia se refiere a la vida, la muerte y la resurrección; en ella,
35 Alfonso Caso, Los calendarios prehispánicos, México, IIH, UNAM,1967 (Cultura
Náhuatl, 6), pp. 8-15. Cfr. Nicolás Vichido Rito, «Fiestas titulares en Tehuantepec»,
Mecanoscrito. Tehuantepec, 1982. Cfr. «Diversos aspectos de las fiestas patronales
con su mayordomía», Fiestas tradicionales del istmo de Tehuantepec, México, FONADAN,
1976. Cfr. Münch, op.cit., p. 106. Cfr. Alcina, op.cit., p. 179.
36 Miguel Covarrubias, El sur de México, México, INI, 1980 (Clásicos de la
Antropología, 9), pp. 9, 223.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN34
los dioses fueron emblema de la transformación eterna del universo
y del hombre.37 Es decir, en concreto fue el florecimiento del culto
a los muertos o antepasados.
El arqueólogo John Paddok, en 1966, dedujo que la antigua Oaxa-
ca fue una unidad cultural, tanto étnica como lingüística, a excepción
de los chontales o tequistlatecos, los zoques, los mixes y los huaves.38
En consecuencia, sugiere que existió un trasfondo general particu-
larizado en las variantes locales de la religión.
Bárbara Dalhgren, en 1979, opinó que el pueblo mixteco era
politeísta; además del dios principal del lugar había deidades espe-
ciales para las diferentes ocasiones y circunstancias de la vida. También
había patronos de las ocupaciones o actividades sociales; sin embar-
go, el panteón de los dioses mixtecos no se ha reconstruido, hace falta
investigación. En las fuentes indígenas se menciona a la pareja crea-
dora de los hombres y la gesta heroica de los antepasados divinizados.
Entre los principales dioses se encontraban: Dzahui, el dios del agua;
Tizono, el Corazón del Cerro, tigre o mundo; Toynd Yoco, el protector
de los mercaderes y Toyna Xiñuhó, dios de los agüeros.39
Joseph Whitecotton, en 1977, publicó su compendio de historia
cultural zapoteca intitulado: Los zapotecos; príncipes, sacerdotes y campesi-
nos. Su resumen de religión y visión del mundo comprende la diver-
sidad de deidades tutelares de los pueblos registradas en las fuentes
sin un mayor intento de comprensión global. En 1988, Marcello Carmag-
nani, en su libro El regreso de los dioses, propuso reconstruir el proceso
histórico que reelabora constantemente los elementos prehispáni-
cos que favorecen la consolidación de la identidad étnica. Este proce-
so de reconstitución permanente de la identidad permite proyectar al
futuro una nueva visión de mundo, diferente a la prehispánica, pero
no por esto deja de ser indígena.40
37 Laurette Sejourne, «El simbolismo de los rituales funerarios de Monte Al-
bán», Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, XVI, México, 1960, pp. 77-90.
38 John Paddock, Ancient Oaxaca: discoveries in mexican archeology and history,
Stanford University Press, 1966, p. 237.
39 Bárbara Dalhgren, La Mixteca, su cultura e historia prehispánicas, Oaxaca,
Gobierno del Estado, 1979, pp. 167, 169, 178, 261.
40 Joseph W. Whitecotton, Los zapotecos, príncipes, sacerdotes y campesinos, México,
FCE, 1985, pp. 178-194. Cfr. Marcello Carmagnani, El regreso de los dioses: el proceso de
reconstitución de la identidad étnica en Oaxaca. Siglos XVII y XVIII, México, FCE, 1988, p.
13.
35LA FUERZA DEL MUNDO
José Alcina ha venido publicando sus trabajos relativos a los
calendarios decomisados a los zapotecos de la sierra de 1700 a 1712,
a consecuencia de un proceso de sedición, tumulto e idolatría.41 En
1972 dio a conocer un trabajo importante sobre los dioses del pan-
teón zapoteco, donde estudia el material de archivo de los zapotecos
de la sierra y los chatinos de Sola de Vega. Complementa el material
arqueológico y etnohistórico con el etnográfico actual, procedente
de otras regiones de Oaxaca. Considera que a pesar de las diferencias
locales o regionales, tanto en la diversidad lingüística como étnica,
existe una estructura religiosa, con unidad relativizada a una cultura
indígena local.42 Considera que esta estructura ha perdurado hasta
nuestros días; obviamente, con mayor o menor influencia del cristia-
nismo.
Alcina afirma que es muy importante la continuidad cultural,
ya que a la fecha los calendarios se siguen usando; parcialmente,
aún son la forma de contar el tiempo, normar la vida de los indi-
viduos y precisar la ejecución de las actividades agrícolas. Agrega
que la información no es suficiente para dar una explicación del
panteón zapoteco y que los calendarios rituales con sus variantes
locales se parecen mucho a los utilizados por los aztecas en el mo-
mento de la conquista hispana. Advierte, en todos ellos, un carácter
jerárquico; equipara las principales divinidades zapotecas y aztecas,
observando algunas semejanzas y diferencias. Identifica algunas
deidades en función de sus atributos. Hace notar acertadamente
que entre los zapotecos hay parejas de dioses, estrechamente rela-
cionados con la vida del hombre, con el año y con las actividades
fundamentales de subsistencia.
Recientemente, en 1993, publicó su
obra Calendario y religión entre los zapotecos. Reitera que existió un
común denominador de la religión en general, expresado en la rela-
tividad específica de la diversidad lingüística y cultural de los pue-
blos zapotecos.43
41 José Alcina Franch, «Calendarios zapotecos prehispánicos según documen-
tos de los siglos XVI y XVII», Estudios de cultura náhuatl, VI, México, IIH, UNAM, 1966,
p. 121.
42 Cfr. Alcina, «Los dioses del panteón zapoteco», Anales de Antropología, IX,
México, IIH, UNAM, 1972, p. 12.
43 Cfr. Alcina, Calendario y religión..., pp. 95-110.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN36
Estructura y función de los dioses
Los datos etnográficos transmitidos en las fuentes nos ofrecen un
panorama de las secuencias permanentes de cultura. Éstas, a pesar de
su giro específico, contienen valiosos elementos para el estudio de la
organización ceremonial destinada a hacer las fiestas. En 1653, Gon-
zalo de Balsalobre, cura del pueblo de San Miguel Sola, abrió un
proceso en contra de los oficiales de República de Indios, sacerdotes
indígenas y vecinos. En su libro Relación auténtica de las idolatrías,
supersticiones, vanas observaciones de los indios del obispado de Oaxaca,
publicado en 1656, y en los tomos 337-338, 442, 445, 456-458, 571-
573, 575 y 584, del Ramo de Inquisición en Archivo General de la
Nación de México, se encuentran los documentos que relatan los
atributos de los dioses, los sacerdotes y el calendario ritual.44
En el mismo libro de Balsalobre, el obispo de Oaxaca, Diego de
Hevia y Valdés, nos dice:
Éste y otros maestros que allí hay, y en lengua vulgar y corriente, se
llaman Letrados y Maestros, han enseñado continuamente los mismos
errores que tenían en su gentilidad, para lo cual han tenido libros y
cuadernos manuscritos, de que se aprovechan para esta doctrina, y en
ellos el uso, y enseñanza de los trece Dioses, con nombres de hombres
y mujeres, a quien atribuyen varios efectos, así como para el régimen
de su año, que se compone de doscientos y sesenta días, y éstos se re-
parten en trece meses y cada mes se atribuye a uno de los dichos dioses,
que lo gobiernan según el compartimiento de dicho año, el cual se
divide en cuatro tiempos o rayos y cada uno de éstos consta de sesenta
y cinco días... de donde con sortilegios sacan la variedad de sus res-
puestas mágicas y agoreras...45
En las declaraciones de 1635 y de 1654 hechas por el letrado
indígena Diego Luis se asienta que el primero de los dioses es Liraaquit-
zino, el Dios Trece, dios de los trece dioses del calendario. El segundo
44 Gonzalo de Balsalobre, Relación auténtica de las idolatrías, supersticiones, vanas
observaciones de los indios del obispado de Oaxaca, México, Imprenta del Museo
Nacional, 1892, en Fernando Benítez, El alma encantada, México, FCE-INI, 1987, pp.
[225]-260.
45 Ibidem, p. 238.
37LA FUERZA DEL MUNDO
es Licuicha Niyoa, el dios de los cazadores, el sol. El tercero se llama
Coqueelaa, el dios de la riquezas, Dios Padre, abogado de la tierra. El
cuarto, Luzucui, es el dios de maíz y la comida. El quinto, Leraa Huila,
es el dios de los muertos que están en el infierno o inframundo. La
sexta, Nohuichana, que es la diosa de los ríos, del pescado, las paridas
y las preñadas, la Virgen y declara ser mujer de Cosana. El séptimo es
Lexee, el dios de los brujos y los ladrones, sueños, agüeros y suertes.
El octavo es Nonachi, el dios (diosa) de la enfermedad, la salud y
asuntos varios. El noveno es Locio, dios de los rayos que envía el agua
para las siembras. La décima es Xonatzi Huilia, diosa de los enfermos
y los muertos, esposa de Leraa Huilá. El undécimo es Cosana, dios de
los antepasados, está en las honduras del agua, a quien se encienden
candelas y queman copal para las cacerías y pescas colectivas; es el
que hizo los montes, árboles y piedras, el dueño del cerro y de los
animales. El duodécimo es Leraa Queche, el dios de las medicinas,
quien hizo a todos los hombres. La décimotercera es Liraa Cuee, diosa
de las medicinas.
En 1957 Heinrich Berlin, en su obra Las antiguas creencias en San
Miguel Sola, Oaxaca, opinó que el conocimiento religioso, limitado a
los sacerdotes de una religión en decadencia, practicada de manera
subyacente, exhibía la falta de un conocimiento exacto por parte de
los declarantes en el juicio. Muestra la dualidad de dos metafísicas en
una cosmovisión englobante, tendiente a asociar sus dioses y sus atri-
buciones con los católicos.46 No obstante, observó que el valor históri-
co de las declaraciones es insustituible. Es único e imprescindible en
esta materia.
En los mismos documentos es interesante ver cómo las autorida-
des de la República de Indios mandaban hacer cacerías y pescas
colectivas para sus festejos. En la declaración de Juan Ramírez se
apunta:
... los dichos gobernador y alcaldes y demás cabezas, envían a los
cazadores de arcabuz de la jurisdicción, con candelas y copal, a la cum-
bre de un cerro que está allí, el más alto de todos, en cuya cumbre hay
un mogote, a manera de peaña, redondo, para que en dicho lugar
46 Heinrich Berlin, Las antiguas creencias en San Miguel Sola, Oaxaca, México,
Hamburg, Museums Für Völkerkunde und Vorgeschichte, 1957, pp. 8-15.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN38
enciendan dichas candelas al dios Nosaguelaa, el señor de los venados,
que según tradición antigua es uno de los dioses de su gentilidad, y que
en aquél nació y allí tiene su asiento y está como en su tribunal, para
que como señor de los venados les dé ventura de que cacen algunos y que
los libre de picaduras de culebras ponzoñosas...47
El texto continúa:
...luego tienden las redes y todos juntos prometen encender una candela
de cera delante de cada venado que cogieren y sahumarle las narices
y cabeza con cantidad de copal y echarles pulque en la boca... lo traen
a la comunidad de San Francisco donde cumplen la promesa... y
descuartizados los dichos venados les sacan los lomos de adentro y los
reparten entre todos los que allí se hallan, la cual dicha carne luego
al instante la comen cruda; y todo lo que declarado tiene, hacen así
mismo, por mandado de los tequitlatos de los pueblos y barrios,
cuando va uno en particular a las dichas cazas y que este declarante
ha ido con los dichos cabezas 7 u 8 veces y que con los de su barrio más
de 40 veces...48
El obispo de Oaxaca Hevia y Valdés concluyó:
Haze fulminado caussa contra los Gobernadores, Alcaldes, Caziques,
Principales, Alguaciles mayores, y mandones de dicha jurisdicción,
que actualmente son, y han sido en tiempos passados, sobre que cuando
van al Río á pescar truchas mandan a las cabezas de los Pueblos y
Barrios, que prevengan candelas de cera, y incienso de la tierra... está
conclussa esta caussa definitivamente para sentenciar, y los reos con-
victos en el delicto, que han confesado mediante su defenssor, con muestra
de arrepentimiento, téngola remitida por Auto a Vuestra Señoría Ilus-
tríssima, para que sea servido de verla y determinarla.49
El proceso versa sobre otros testimonios como el ciclo de vida
del individuo y sus práctica en el nacimiento, el matrimonio, la vida
47 Ibidem, p. 37.
48 Ibidem, p. 38.
49 Balsalobre, op. cit., p. 241.
39LA FUERZA DEL MUNDO
diaria y festiva, las enfermedades y la muerte. También de cómo se
regían por el calendario en la agricultura, la caza, la pesca y el comercio.
Asimismo, de la intervención de los sacerdotes indios en múltiples
asuntos como: augurios, presagios, sueños, robos, pérdidas, catástro-
fes, prisiones, la construcción de una casa nueva, mandar decir misa,
dar limosnas, tener buena fortuna y riqueza. De igual forma, el de-
sempeño de los rituales y el conocimiento del canon del culto en la
práctica de sacrificios de animales, ayunos, penitencias, ofrendas,
promesas y oráculos. Los días del año estaban dedicados a una deidad,
buena, mala o indiferente y las festividades se ajustaban al ciclo anual
de la producción de bienes, con el fin de propiciar la abundancia y
el bienestar
social. El año festivo se organizaba en torno a las prin-
cipales actividades agrícolas, el ceremonial católico complementaba
el modelo ejemplar de actuación social inscrito en la cosmovisión
tradicional.50
Concepción conjetural del esquema primordial de sociedad y cosmovisión
Entre los zapotecos del valle de Oaxaca el dios supremo del panteón
fue Coqui Xee, registrado por fray Juan de Córdova como el dios
infinito y sin principio creador de todo lo creado e increado.51 Las
ideas filosóficas que lo caracterizaron fueron la infinitud y la creación
de todo, de la unidad absoluta. Asimismo, de la temporalidad y atem-
poralidad o eternidad en un sentido arquetípico. En la variante de
Sola de Vega fue el dios Trece quien regía a las demás deidades del
calendario representativo de su cosmovisión.
 El eterno devenir del cosmos, repetido en ciclos anuales, regis-
trado en el calendario, fue divinizado atribuyendo a cada lapso una
advocación del mismo dios en su diversa manifestación temporal.
Cada una de ellas representaba la creación universal en su permanente
transformación que daba paso al movimiento perpetuo. En mi opi-
nión, este dios simbolizaba las trece apariciones de la luna durante el
50 Berlin, op.cit., passim. Cfr. Münch, «Los presagios entre los grupos indígenas
del istmo de Tehuantepec», Investigaciones recientes en el área maya. XVII Mesa
Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, San Cristóbal las Casas,
Chiapas,1981, III, pp. 439-440.
51 Juan de Córdova. Vocabulario castellano-zapoteco, México, INAH, 1942
(Biblioteca Lingüística Mexicana), p. 141. Cfr. Alcina, Calendario y religión..., p. 97.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN40
ciclo anual, de manera semejante al dios Trece Conejo de los totona-
cos del Tajín.52 De la Luna partía toda la concepción cosmogónica de
los zapotecos, cuya repetición cíclica en el año solar dio lugar a la idea
de un solo dios con trece características diferenciadas en la sucesión
del tiempo. Reitero la idea de que las trecenas dieron origen a la teo-
gonía zapoteca como antepasados divinizados que regían el tiempo;
en especial, el Sol y la Luna regidores del día y la noche, la luz y la
sombra, pareja creadora de la que derivan todas las demás deidades.
En abstracto, el señor de la energía, el que mueve el mundo,
Coqui Xee, representado materialmente como el temblor de la tierra,
se describe como un dios inmanente, infinito y sin principio que por
sí mismo es el creador de todas sus manifestaciones propias de
continuidad y cambio. Encontré su representación en el llamado
Escriba de Cuilapa, adolescente con dientes de conejo, con el nu-
meral trece señalado dos veces en su tocado y en el pecho cuyos
signos dan la impresión del fluir universal y un tecpatl o piedra de
pedernal flotando sobre dos troncos en su pecho.53 En este contexto
la piedra, la tierra, estaría en el corazón del universo antropomorfizado.
Por otra parte, en la misma representación el corazón del hombre se
encuentra cosmizado.
Otra de sus representaciones fue el jaguar, símbolo de la oscuri-
dad inconmensurable, dios de la noche, de las cuevas, del interior de
la tierra, el creador de los rayos y los terremotos. Se creía que los jagua-
res trataban de tragarse al Sol durante los eclipses.54 Éste era el dios
atlántico que movía al mundo, tenía culto especial en Tehuantepec
y se le veneraba particularmente en el Cerro del Tigre. En la década
de los ochenta encontré que actualmente el Xuaana (de Xu temblor
y na mano), «el que tiene el poder en la mano», es el funcionario con
autoridad máxima que encabeza la organización del gobierno tradi-
cional indígena en cada uno de los barrios en la ciudad de Tehuantepec.
El dios Trece, Coqui Xee o xuu, temblor o poder, fue el creador
de la primera pareja de antepasados. La pareja creadora de dioses, de
52 Münch, «La teogonía zapoteca y sus vestigios en Tehuantepec», Anales de
Antropología, XX, México, IIA, UNAM, 1989, pp. 45, 50.
53 Ibidem, p. 48
54 Covarrubias, op.cit., pp. 111-112. Cfr. Münch, Historia y cultura de los mixes,
México, IIA, UNAM, 1996, pp. 46-47.
41LA FUERZA DEL MUNDO
acuerdo con la tradición solteca fueron Cosana y Nohuichana, que
simbolizaron la capacidad germinativa o generadora de los hombres
y los animales. Cosana fue considerado como el dios de los antepa-
sados, el señor de la multiplicación. Él y su esposa fueron los primeros
vivos. En síntesis fue el matrimonio del cual descienden todas las ge-
neraciones, los iniciadores de la vida, la familia, la sociedad y del
gentilicio Zaa.
El dios viejo Cosaana se encuentra relacionado con el fuego, las
honduras del agua y el firmamento, es el multiplicador de las gene-
raciones, en especial de los hombres y los venados, patrono de los
cazadores y pescadores. Durante la Colonia patrocinaba las cacerías
y pescas colectivas para las fiestas. En Lambityeco aparece con el nom-
bre calendárico de Trece Búho junto a su esposa Trece Turquesa,
como pareja inicial en el mundo. Lleva un fémur en la mano y una
bolsa de copal en la cintura. En el Códice Borbónico hay un simbolismo
semejante, Cipactónatl se encuentra sahumando copal, lleva en la
mano una bolsa y un punzón de hueso para el autosacrificio.55 Esto
nos hace pensar en el sustrato común de las cosmovisiones mesoame-
ricanas. Burgoa conserva la tradición de que el dios de Teotitlán del
Valle era una constelación caída del cielo en forma de ave. Pienso yo,
el dios trece Tecolote o Cosaana. En la estela de Matatlán y en otras de
procedencia desconocida aparece Coqui Xuu simbolizado como el
glifo «C», encima de la pareja inicial del mito de origen. Es de agre-
garse que Córdova registra: chij Cosaana como «tiempo del parto».56
Nohuichana, su esposa Trece Turquesa, fue equiparada a la Virgen
María, abogada de las mujeres, las preñeces y los partos. En consecuen-
cia, de las comadronas, parteras y los niños. Dueña del río y de sus
productos, a la que se le ofrendaban candelas. Relacionada con el fir-
mamento y las estrellas, junto con su esposo Cosaana son los iniciadores
del tiempo, los inventores del calendario y del arte adivinatorio
tirando suertes de maíz.57 Tienen su equivalente en la página veintiuno
del Códice Borbónico,donde Oxomoco y Cipactónatl son los creadores de
55 Francisco del Paso y Troncoso, Descripción, historia y exposición del Códice
Borbónico, México, Siglo XXI, 1979 (Col. América Nuestra, 21), p. 79. Cfr. Burgoa,
Geográfica..., II, p. 119.
56 Córdova, op. cit., p. 401.
57 Berlin, op. cit., p. 14. Cfr. Alcina, Calendario y religión..., pp. 103-105. Cfr.
Balsalobre, op. cit., p. 238.
LA ORGANIZACIÓN CEREMONIAL DE TEHUANTEPEC Y JUCHITÁN42
los nueve señores de la noche. Entre los aztecas pueden asemejarse
a Omecihuatl y Ometecuhtli; o bien, a Tonacacíhuatl y Tonacatecuhtli, los
señores de nuestra carne. En Tehuantepec, hasta la fecha, existe el
cargo de los Gusaana, representado por hombres y mujeres, en la
organización ceremonial de las festividades. En la tradición puede
identificarse a Nohuichana con Xunaaxi, la Virgen, la primera mujer,
prístina por su origen.
Por contraste fundamental se encuentran los dioses de la muerte
Lira Huila y Xona Huilia, se veneraban en ocasión de la enfermedad
y la muerte con múltiples ofrendas, especialmente sacrificios de ga-
llinas y copal. Fueron los iniciadores de la muerte. En San Miguel
Sola se echaban suertes con trece maíces, en honor de los trece dioses,
si todos quedaban con la cara para abajo era pronóstico de muerte. Si
nueve maíces quedan con la cara hacia arriba y cuatro al revés era
presagio de enfermedades, peligros de muerte, desgracias y malos
sucesos. Para atenuar los presagios de la adivinación debían ofrendar
a los dioses, sacrificándoles un pollo en el monte, rociaban con su sangre
el copal y después sahumaban. Sus representaciones fueron cualquier
forma de calavera o de huesos, se les veneraba como dioses tutelares
de Mitla, Ocelotepec, Tecuicuilco, Huitzo, Coatlán y Tlacolula,58 En
Coatlán se les llamó Benelaba y Belachina,

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