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“III. Memoria quechua de la conquista” p. 349-408 Miguel León-Portilla Obras de Miguel León-Portilla Tomo XIII. Visión de los vencidos: relaciones indígenas de la conquista/El reverso de la conquista: relaciones mexicas, mayas e incas México Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Históricas/El Colegio Nacional 2013 444 p. Figuras ISBN 968-36-9538-8 (obra completa) ISBN 978-607-724-052-5 (tomo XIII, pasta dura) ISBN 978-607-724-051-8 (tomo XIII, rústica) D. R. © 2020, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Históricas. Se autoriza la reproducción sin fines lucrativos, siempre y cuando no se mutile o altere; se debe citar la fuente completa y su dirección electrónica. De otra forma, se requiere permiso previo por escrito de la institución. Dirección: Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510. Ciudad de México Formato: PDF Publicado en línea: 30 de junio de 2020 Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/ obras_leon_portilla/599.html http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/obras_leon_portilla/599.html http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/obras_leon_portilla/599.html m MEMORIA QUECHUA DE LA CONQUISTA 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html INTRODUCCIÓN La secuencia de los hechos Como en el caso de la nación mexica, la conquista del gran estado que chua, el "imperio de los incas" como ordinariamente se le llama, fue sin duda una proeza extraordinaria. Los incas, al igual que los mayas y los mexicas, eran también herederos de una cultura milenaria. Su postrer desarrollo político y económico curiosamente coincide también en el tiempo, con el esplendor de los mexicas, el otro "Pueblo del Sol". Poco antes de la muerte del Inca Huayna Cápac, el padre de Huás car y Atahualpa, acaecida hacia 1525, sus dominios de cerca de un mi llón de kilómetros cuadrados se extendían desde la frontera de la ac tual Colombia hasta algunas porciones del norte de Chile y de la actual República Argentina. De un extremo al otro había cerca de cuatro mil kilómetros, comunicados en buena parte por los famosos caminos del incario. El Tahuantinsuyu, "la tierra de los cuatro cuadrantes o rumbos del mundo", había alcanzado extraordinaria prosperidad, gracias a una rígida administración política y económica, que tenía como "ombligo" o centro al Cuzco. Su riqueza era proverbial. Los conquistadores espa ñoles bien pronto habrían de tener noticia de ella. El primer español que entró en contacto con los quechuas fue un náufrago de nombre Alejo García, que apareció poco antes de la muerte de Huayna Cápac con un grupo de indígenas chiriguanás del Para guay. Su presencia, sin embargo, no tuvo mayores consecuencias. Del norte, en cambio, empezaban a llegar rumores insistentes acerca de la presencia de los hombres blancos. De Panamá habrían de venir los con quistadores. Para fortuna de éstos, la muerte de Huayna Cápac iba a tener como consecuencia la división del estado incaico y la guerra a muerte entre Huáscar, el legítimo, y Atahualpa, que residía en Quito. En tanto que Francisco Pizarra, Diego de Almagro y el clérigo Hernando Luque or ganizaban en Panamá sus primeras expediciones, Huáscar y Atahual pa luchaban entre sí. Huáscar había salido del Cuzco, marchando hacia el norte para pre sentar batalla a Atahualpa. El primer encuentro tuvo lugar en Riobamba. 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html INTRODUCCIÓN La secuencia de los hechos Como en el caso de la nación mexica, la conquista del gran estado que chua, el "imperio de los incas" como ordinariamente se le llama, fue sin duda una proeza extraordinaria. Los incas, al igual que los mayas y los mexicas, eran también herederos de una cultura milenaria. Su postrer desarrollo político y económico curiosamente coincide también en el tiempo, con el esplendor de los mexicas, el otro "Pueblo del Sol". Poco antes de la muerte del Inca Huayna Cápac, el padre de Huás car y Atahualpa, acaecida hacia 1525, sus dominios de cerca de un mi llón de kilómetros cuadrados se extendían desde la frontera de la ac tual Colombia hasta algunas porciones del norte de Chile y de la actual República Argentina. De un extremo al otro había cerca de cuatro mil kilómetros, comunicados en buena parte por los famosos caminos del incario. El Tahuantinsuyu, "la tierra de los cuatro cuadrantes o rumbos del mundo", había alcanzado extraordinaria prosperidad, gracias a una rígida administración política y económica, que tenía como "ombligo" o centro al Cuzco. Su riqueza era proverbial. Los conquistadores espa ñoles bien pronto habrían de tener noticia de ella. El primer español que entró en contacto con los quechuas fue un náufrago de nombre Alejo García, que apareció poco antes de la muerte de Huayna Cápac con un grupo de indígenas chiriguanás del Para guay. Su presencia, sin embargo, no tuvo mayores consecuencias. Del norte, en cambio, empezaban a llegar rumores insistentes acerca de la presencia de los hombres blancos. De Panamá habrían de venir los con quistadores. Para fortuna de éstos, la muerte de Huayna Cápac iba a tener como consecuencia la división del estado incaico y la guerra a muerte entre Huáscar, el legítimo, y Atahualpa, que residía en Quito. En tanto que Francisco Pizarra, Diego de Almagro y el clérigo Hernando Luque or ganizaban en Panamá sus primeras expediciones, Huáscar y Atahual pa luchaban entre sí. Huáscar había salido del Cuzco, marchando hacia el norte para pre sentar batalla a Atahualpa. El primer encuentro tuvo lugar en Riobamba. 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 352 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA Atahualpa, gracias a la destreza de sus generales Quizquiz y Calcuchi ma, pudo derrotar a las tropas de Huáscar. Hubo otras varias batallas. La última ocurrió en Cotabamba, junto al río Apurímac, no muy lejos de la gran capital incaica. Calcuchima se apoderó allí de Huáscar, quien desde ese momento quedó prisionero de su hermano Atahualpa. Francisco Pizarra y Diego de Almagro habían emprendido ya su primera y segunda expedición en busca del país del oro. La primera, efectuada a fines de 1524, había permitido a Pizarra explorar el río Virú y confirmarse en cierto grado de la riqueza de las nuevas tierras. La segunda, realizada con la ayuda del piloto Bartolomé Ruiz, tuvo conse cuencias decisivas. Ruiz descubrió la isla del Gallo, en donde pudo ver gente que comerciaba en objetos de oro y tejidos. Más tarde hizo varios prisioneros, algunos de los cuales habrían de desempeñar después im portante papel como intérpretes. Mientras Almagro regresaba a Panamá para dar testimonio de las riquezas de esas tierras del sur, la voluntad de Pizarra se impuso en la isla del Gallo. Con el grupo de audaces que decidió seguirlo, reconoció el Golfo de Guayaquil y continuó por la costa hacia el sur hasta llegar a la ciudad de Túmbez. Allí obtuvo información sobre el estado incaico y aun probablemente acerca de las luchas internas en que se debatía. Al fin hubo de regresar a Panamá con intención de organizar la ex pedición definitiva de Conquista. En 1528 se trasladó a España para ob tener directamente del Emperador Carlos V licencia para emprenderla. En julio de 1529 Pizarra firmaba las Capitulaciones por las cuales se le encomendaba "continuar el descubrimiento, la conquista y población de la dicha provincia del Perú". En 1530 regresaba a Panamá,acompa ñado de sus hermanos, Hernando, Gonzalo y Juan. Cuando Almagro conoció las Capitulaciones y vio por ellas que en realidad la empresa estaba al mando de Pizarra, quedó en él la semilla del odio que habría de fructificar más tarde. Algún tiempo después tres embarcaciones zarpaban de Panamá rumbo a Túmbez. El 13 de mayo de 1532 Pizarra y Almagro desembar caron con algo más de doscientos hombres. Túmbez estaba abandonada. Huáscar era ya prisionero de Ata hualpa, quien pronto tuvo noticia de la llegada de los hombres blancos. Como en el caso de los mexicas, Atahualpa creyó en un principio que se trataba del regreso de los dioses, el retorno de Huiracocha. Esta creencia movió a Atahualpa, que se encontraba en Cajamarca, a posponer su partida al Cuzco. El Inca, como Motecuhzoma, envió observadores y mensajeros. Supo que los blancos habían estrangulado a varios caciques y que habían fundado después la población de San INTRODUCCIÓN 353 Miguel. Finalmente tuvo conocimiento de que cinco meses más tarde los huiracochas se dirigían hacia la cordillera, para tratar de llegar a Cajamarca. En realidad eran sólo unos cuantos. Setenta y dos hombres montados en bestias extrañas y noventa y seis gentes de a pie. Proba blemente Atahualpa, oscilando entre el temor, la curiosidad y la duda, optó por permitir el avance de los forasteros. Al menos podía confiar en los cerca de cuarenta mil hombres armados que, según parece, tenía en ese momento bajo su mando. Un mensajero del Inca se encontró una vez más con los conquis tadores. Al igual que en el caso de la conquista de México, hubo inter cambio de presentes. Los españoles siguieron adelante. Casi dos meses después llegaban a Cajamarca. Por fin el 15 de noviembre de 1532 entra ban en la ciudad, que estaba desierta. Fuera de ella, en la llanura, estaba desplegado el ejército del Inca con sus tiendas y fogatas. Al día siguiente Atahualpa decidió entrevistarse con los forasteros. La ciudad estaba rodeada por sus hombres. El Inca, acompañado de su séquito, sentado en su litera defendido por sus nobles más cercanos, los celebres "orejones", entró en la plaza de Cajamarca. Los españoles, entretanto, se habían apostado en los lugares más adecuados en espera de lo que pudiera acontecer. En el pensamiento de Pizarra estaba la idea de hacer prisionero al Inca por sorpresa. Lo que sucedió en esos momentos lo refieren los varios cronistas españoles, testigos de vista, como Francisco de Jerez, pero también lo relatan a su modo los historiadores indígenas, principalmente el céle bre Guamán Poma de Ayala. Por medio del intérprete, Felipillo, indio guancabilca, que acompañaba a los españoles desde su segunda expe dición, hablo Pizarra con el Inca. Le hizo saber que era embajador de un gran señor; que debía ser su amigo. El Inca respondió con majestad y dijo que creía que venía enviado por un gran señor, "pero que no te nía que hacer amistad, que también él era un gran señor en su reino". Habló entonces Fray Vicente de Valverde con una cruz en la derecha y en la izquierda el breviario. Por su parte, le conminó a adorar a Dios y a la cruz y al Evangelio, "porque todo lo demás era cosa de burla". Atahualpa respondió que el "no adoraba sino al Sol que nunca muere y a sus dioses que también tenía en su ley". Preguntó luego el Inca a fray Vicente, quién le había enseñado la doctrina que predicaba. A estas palabras respondió el fraile que lo que él enseñaba se lo había dicho el Evangelio. Atahualpa pidió entonces el libro, diciendo: "Dámelo a mí, el libro, para que me lo diga". Acto seguido se puso a hojear el libro. Dijo luego 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 352 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA Atahualpa, gracias a la destreza de sus generales Quizquiz y Calcuchi ma, pudo derrotar a las tropas de Huáscar. Hubo otras varias batallas. La última ocurrió en Cotabamba, junto al río Apurímac, no muy lejos de la gran capital incaica. Calcuchima se apoderó allí de Huáscar, quien desde ese momento quedó prisionero de su hermano Atahualpa. Francisco Pizarra y Diego de Almagro habían emprendido ya su primera y segunda expedición en busca del país del oro. La primera, efectuada a fines de 1524, había permitido a Pizarra explorar el río Virú y confirmarse en cierto grado de la riqueza de las nuevas tierras. La segunda, realizada con la ayuda del piloto Bartolomé Ruiz, tuvo conse cuencias decisivas. Ruiz descubrió la isla del Gallo, en donde pudo ver gente que comerciaba en objetos de oro y tejidos. Más tarde hizo varios prisioneros, algunos de los cuales habrían de desempeñar después im portante papel como intérpretes. Mientras Almagro regresaba a Panamá para dar testimonio de las riquezas de esas tierras del sur, la voluntad de Pizarra se impuso en la isla del Gallo. Con el grupo de audaces que decidió seguirlo, reconoció el Golfo de Guayaquil y continuó por la costa hacia el sur hasta llegar a la ciudad de Túmbez. Allí obtuvo información sobre el estado incaico y aun probablemente acerca de las luchas internas en que se debatía. Al fin hubo de regresar a Panamá con intención de organizar la ex pedición definitiva de Conquista. En 1528 se trasladó a España para ob tener directamente del Emperador Carlos V licencia para emprenderla. En julio de 1529 Pizarra firmaba las Capitulaciones por las cuales se le encomendaba "continuar el descubrimiento, la conquista y población de la dicha provincia del Perú". En 1530 regresaba a Panamá, acompa ñado de sus hermanos, Hernando, Gonzalo y Juan. Cuando Almagro conoció las Capitulaciones y vio por ellas que en realidad la empresa estaba al mando de Pizarra, quedó en él la semilla del odio que habría de fructificar más tarde. Algún tiempo después tres embarcaciones zarpaban de Panamá rumbo a Túmbez. El 13 de mayo de 1532 Pizarra y Almagro desembar caron con algo más de doscientos hombres. Túmbez estaba abandonada. Huáscar era ya prisionero de Ata hualpa, quien pronto tuvo noticia de la llegada de los hombres blancos. Como en el caso de los mexicas, Atahualpa creyó en un principio que se trataba del regreso de los dioses, el retorno de Huiracocha. Esta creencia movió a Atahualpa, que se encontraba en Cajamarca, a posponer su partida al Cuzco. El Inca, como Motecuhzoma, envió observadores y mensajeros. Supo que los blancos habían estrangulado a varios caciques y que habían fundado después la población de San INTRODUCCIÓN 353 Miguel. Finalmente tuvo conocimiento de que cinco meses más tarde los huiracochas se dirigían hacia la cordillera, para tratar de llegar a Cajamarca. En realidad eran sólo unos cuantos. Setenta y dos hombres montados en bestias extrañas y noventa y seis gentes de a pie. Proba blemente Atahualpa, oscilando entre el temor, la curiosidad y la duda, optó por permitir el avance de los forasteros. Al menos podía confiar en los cerca de cuarenta mil hombres armados que, según parece, tenía en ese momento bajo su mando. Un mensajero del Inca se encontró una vez más con los conquis tadores. Al igual que en el caso de la conquista de México, hubo inter cambio de presentes. Los españoles siguieron adelante. Casi dos meses después llegaban a Cajamarca. Por fin el 15 de noviembre de 1532 entra ban en la ciudad, que estaba desierta. Fuera de ella, en la llanura, estaba desplegado el ejército del Inca con sus tiendas y fogatas. Al día siguiente Atahualpa decidió entrevistarse con los forasteros. La ciudad estaba rodeada por sus hombres. El Inca, acompañado de su séquito, sentado en su litera defendido por sus nobles más cercanos, los celebres "orejones", entró en la plaza de Cajamarca. Los españoles, entretanto, se habían apostado en los lugares más adecuados en espera de lo que pudiera acontecer. En el pensamiento de Pizarra estaba la idea de hacer prisionero alInca por sorpresa. Lo que sucedió en esos momentos lo refieren los varios cronistas españoles, testigos de vista, como Francisco de Jerez, pero también lo relatan a su modo los historiadores indígenas, principalmente el céle bre Guamán Poma de Ayala. Por medio del intérprete, Felipillo, indio guancabilca, que acompañaba a los españoles desde su segunda expe dición, hablo Pizarra con el Inca. Le hizo saber que era embajador de un gran señor; que debía ser su amigo. El Inca respondió con majestad y dijo que creía que venía enviado por un gran señor, "pero que no te nía que hacer amistad, que también él era un gran señor en su reino". Habló entonces Fray Vicente de Valverde con una cruz en la derecha y en la izquierda el breviario. Por su parte, le conminó a adorar a Dios y a la cruz y al Evangelio, "porque todo lo demás era cosa de burla". Atahualpa respondió que el "no adoraba sino al Sol que nunca muere y a sus dioses que también tenía en su ley". Preguntó luego el Inca a fray Vicente, quién le había enseñado la doctrina que predicaba. A estas palabras respondió el fraile que lo que él enseñaba se lo había dicho el Evangelio. Atahualpa pidió entonces el libro, diciendo: "Dámelo a mí, el libro, para que me lo diga". Acto seguido se puso a hojear el libro. Dijo luego 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 354 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA "no me lo dice, ni me habla a mí el dicho libro" y, como escribe el cro nista Guamán Poma, "con grande majestad, echó el dicho libro de las manos". Al ver esto fray Vicente exclamó a voces: "¡Aquí, caballeros, con estos indios gentiles, son contra nuestra fe!" Esta fue la señal de ataque. La caballería se lanzó sobre la gente de Atahualpa; los arcabuces causa ron pavor y estrago en los indios. En medio de la confusión Atahualpa fue hecho prisionero. Según el testimonio indígena, "murieron mucha gente de indios que no se pudo contar". Al anochecer el Inca Atahual pa, que contaba entonces algo más de treinta años, estaba ya a merced de los extraños forasteros. En su desgracia, Atahualpa tomó dos determinaciones de suma importancia: sospechando que posiblemente Pizarra tramaría ceder el trono a su hermano Huáscar, ordenó que fuera éste ejecutado de inme diato; conociendo, por otra parte, la sed de oro que atorpi.entaba a los conquistadores, ofreció pagar como rescate de su libertad todo el metal precioso que cupiera en el aposento que le servía de prisión hasta la altura que pudiera alcanzar un hombre. Aceptado esto por Pizarra, Atahualpa mandó traer objetos de oro de todos los rumbos del estado incaico. La habitación se llenó hasta la altura en que se había convenido. A pesar de haberse pagado así el rescate, Pizarra consideró que para someter del todo a los indios era necesario deshacerse de Atahualpa. Se le acusó entonces de haber dado muerte a su hermano Huáscar. Se acumularon varios cargos: idolatría, adulterio, relaciones incestuosas con su hermana y otros más. Atahualpa fue condenado a ser quemado vivo. Unos pocos de los conquistadores se opusieron a esta farsa de juicio. Fray Vicente de Val verde obtuvo la promesa de que, si Atahualpa se dejaba bautizar, la pena de la hoguera le sería conmutada por la del garrote. El 29 de agos to de 1533 el Inca Atahualpa moría ajusticiado. El imperio de los incas sucumbía así en apariencia como un castillo de naipes. Sin embargo, la resistencia habría de continuar. En realidad fueron los quechuas los únicos que en la Conquista de los grandes esta dos de la América precolombina habrían de mantenerse en pie de lucha por cerca de cuarenta años. Los españoles se esforzaron por consolidar y extender sus conquis tas. Marcharon hacia el sur y el 15 de noviembre del mismo año entra ron en la gran ciudad de Cuzco, que fue saqueada por completo. La intempestiva llegada de Pedro de Alvarado por el norte, a prin cipios de 1534, vino a crear problemas a los conquistadores del Perú. El Tonatiuh de la conquista de México y Guatemala había tenido noticias INTRODUCCIÓN 355 del oro de las nuevas tierras descubiertas. Su propósito era adueñarse del reino de Quito. Almagro salió a su encuentro y, después de algunas escaramuzas, convenció a Alvarado de que lo mejor para él sería aban donar esta empresa. Sin duda ayudó a persuadido la entrega de una fuerte cantidad en oro con la condición de que habría de dejar parte de sus fuerzas y el armamento que traía consigo. Para apaciguar a los quechuas y hacer más fácil su gobierno los españoles coronaron en 1535 como Inca a Manco II, hijo del padre de Atahualpa y medio hermano de éste. Ese mismo año Pizarra fundaba la Ciudad de los Reyes, Lima, como nueva capital del Perú. Bien pronto Manco II no pudo soportar las crueldades y exacciones de los conquistadores. Haciendo a un lado su tutelaje, se rebeló contra ellos. El pueblo quechua se sublevó por todas partes. Lima fue ataca da y al igual que ella la ciudad del Cuzco. Los hispanos estuvieron a punto de ser vencidos. En la defensa pereció Juan Pizarra y puede afir marse que sólo por milagro lograron vencer los españoles a los incas. Manco II decidió entonces establecer la sede del nuevo estado inca en Vilcabamba, situada en la vertiente oriental de los Andes, dentro de un gran triángulo formado por los ríos Apurímac, Urubamba y Vilca mayo. Desde allí, sus tropas hacían continuas salidas para atacar a los conquistadores. Manco II y su gente se adueñaron de caballos, hicieron prisioneros y esclavos a algunos españoles y llegaron a poseer cañones y otras armas de fuego. Entretanto, las rivalidades entre los Pizarra y Almagro se recru decieron. Francisco Pizarra había logrado persuadir a Almagro a em prender la conquista de Chile. Éste, sin embargo, regresó desengañado para dar principio a su lucha a muerte contra su antiguo compañero de aventuras. En junio de 1537 Almagro se adueñó del Cuzco e hizo prisioneros . a Alonso y Hernando Pizarra. El año siguiente de 1538, después de una serie de luchas, Almagro era derrotado por Pizarra y condenado a muerte. Pero las luchas continuaron, Diego, el hijo de Almagro, asesinó a su vez a Francisco Pizarra, el 26 de junio de 1541. Las luchas entre los conquistadores parecían emular la discordia de los tiempos de Huás car y Atahualpa. Hacia 1545 murió Manco II y le sucedió su hijo Sayri Túpac, quien al fin, diez ·años más tarde, abandonó su fortaleza de Vilcabamba y se entregó a los españoles. Sayri Túpac murió envenenado. Los quechuas coronaron entonces como Inca a su hermano Titu Cusí Yupanqui, quien recrudeció los ataques contra los españoles desde la inexpugnable Vil cabamba. 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 354 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA "no me lo dice, ni me habla a mí el dicho libro" y, como escribe el cro nista Guamán Poma, "con grande majestad, echó el dicho libro de las manos". Al ver esto fray Vicente exclamó a voces: "¡Aquí, caballeros, con estos indios gentiles, son contra nuestra fe!" Esta fue la señal de ataque. La caballería se lanzó sobre la gente de Atahualpa; los arcabuces causa ron pavor y estrago en los indios. En medio de la confusión Atahualpa fue hecho prisionero. Según el testimonio indígena, "murieron mucha gente de indios que no se pudo contar". Al anochecer el Inca Atahual pa, que contaba entonces algo más de treinta años, estaba ya a merced de los extraños forasteros. En su desgracia, Atahualpa tomó dos determinaciones de suma importancia: sospechando que posiblemente Pizarra tramaría ceder el trono a su hermano Huáscar, ordenó que fuera éste ejecutado de inme diato; conociendo, por otra parte, la sed de oro que atorpi.entaba a los conquistadores,ofreció pagar como rescate de su libertad todo el metal precioso que cupiera en el aposento que le servía de prisión hasta la altura que pudiera alcanzar un hombre. Aceptado esto por Pizarra, Atahualpa mandó traer objetos de oro de todos los rumbos del estado incaico. La habitación se llenó hasta la altura en que se había convenido. A pesar de haberse pagado así el rescate, Pizarra consideró que para someter del todo a los indios era necesario deshacerse de Atahualpa. Se le acusó entonces de haber dado muerte a su hermano Huáscar. Se acumularon varios cargos: idolatría, adulterio, relaciones incestuosas con su hermana y otros más. Atahualpa fue condenado a ser quemado vivo. Unos pocos de los conquistadores se opusieron a esta farsa de juicio. Fray Vicente de Val verde obtuvo la promesa de que, si Atahualpa se dejaba bautizar, la pena de la hoguera le sería conmutada por la del garrote. El 29 de agos to de 1533 el Inca Atahualpa moría ajusticiado. El imperio de los incas sucumbía así en apariencia como un castillo de naipes. Sin embargo, la resistencia habría de continuar. En realidad fueron los quechuas los únicos que en la Conquista de los grandes esta dos de la América precolombina habrían de mantenerse en pie de lucha por cerca de cuarenta años. Los españoles se esforzaron por consolidar y extender sus conquis tas. Marcharon hacia el sur y el 15 de noviembre del mismo año entra ron en la gran ciudad de Cuzco, que fue saqueada por completo. La intempestiva llegada de Pedro de Alvarado por el norte, a prin cipios de 1534, vino a crear problemas a los conquistadores del Perú. El Tonatiuh de la conquista de México y Guatemala había tenido noticias INTRODUCCIÓN 355 del oro de las nuevas tierras descubiertas. Su propósito era adueñarse del reino de Quito. Almagro salió a su encuentro y, después de algunas escaramuzas, convenció a Alvarado de que lo mejor para él sería aban donar esta empresa. Sin duda ayudó a persuadido la entrega de una fuerte cantidad en oro con la condición de que habría de dejar parte de sus fuerzas y el armamento que traía consigo. Para apaciguar a los quechuas y hacer más fácil su gobierno los españoles coronaron en 1535 como Inca a Manco II, hijo del padre de Atahualpa y medio hermano de éste. Ese mismo año Pizarra fundaba la Ciudad de los Reyes, Lima, como nueva capital del Perú. Bien pronto Manco II no pudo soportar las crueldades y exacciones de los conquistadores. Haciendo a un lado su tutelaje, se rebeló contra ellos. El pueblo quechua se sublevó por todas partes. Lima fue ataca da y al igual que ella la ciudad del Cuzco. Los hispanos estuvieron a punto de ser vencidos. En la defensa pereció Juan Pizarra y puede afir marse que sólo por milagro lograron vencer los españoles a los incas. Manco II decidió entonces establecer la sede del nuevo estado inca en Vilcabamba, situada en la vertiente oriental de los Andes, dentro de un gran triángulo formado por los ríos Apurímac, Urubamba y Vilca mayo. Desde allí, sus tropas hacían continuas salidas para atacar a los conquistadores. Manco II y su gente se adueñaron de caballos, hicieron prisioneros y esclavos a algunos españoles y llegaron a poseer cañones y otras armas de fuego. Entretanto, las rivalidades entre los Pizarra y Almagro se recru decieron. Francisco Pizarra había logrado persuadir a Almagro a em prender la conquista de Chile. Éste, sin embargo, regresó desengañado para dar principio a su lucha a muerte contra su antiguo compañero de aventuras. En junio de 1537 Almagro se adueñó del Cuzco e hizo prisioneros . a Alonso y Hernando Pizarra. El año siguiente de 1538, después de una serie de luchas, Almagro era derrotado por Pizarra y condenado a muerte. Pero las luchas continuaron, Diego, el hijo de Almagro, asesinó a su vez a Francisco Pizarra, el 26 de junio de 1541. Las luchas entre los conquistadores parecían emular la discordia de los tiempos de Huás car y Atahualpa. Hacia 1545 murió Manco II y le sucedió su hijo Sayri Túpac, quien al fin, diez ·años más tarde, abandonó su fortaleza de Vilcabamba y se entregó a los españoles. Sayri Túpac murió envenenado. Los quechuas coronaron entonces como Inca a su hermano Titu Cusí Yupanqui, quien recrudeció los ataques contra los españoles desde la inexpugnable Vil cabamba. 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 356 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA Por todos los medios trató el Virrey Francisco de Toledo, que gober naba desde Lima, de someter al nuevo Inca. Viendo que las armas poco aprovechaban, envió numerosas embajadas. El Inca permitió la entrada de algunos frailes a Vilcabamba. Uno de éstos, el Padre Marcos García, transcribió las palabras dictadas directamente por Titu Cusi Yupanqui, redactando un memorial o instrucción en el que refiere el Inca los agra vios que había sufrido su padre Manco 11, así como las vejaciones de que había sido objeto su gente. Esta crónica o memorial constituye precisamente otro de los testi monios indígenas acerca de la Conquista. Si bien es cierto que el fraile que recibía el dictado pudo añadir algo de su propia cosecha, en gene ral puede afirmarse que este documento es reflejo fiel de la visión que tuvo el Inca acerca de la Conquista. Poco tiempo después, hacia el año de 1569, Titu Cusí Yupanqui mo ría en Vilcabamba a consecuencia de una pulmonía. Le sucedió enton ces en el mando su hermano Túpac Amaru, el último de los Incas. Los españoles decidieron apoderarse a como diera lugar de la fortaleza de Vilcabamba. Se aproximaron a ella por tres caminos distintos. Al fin encontraron a Túpac Amaru fuera de su reducto. El Inca huyó entonces por el río Vilcamayo. Alcanzado, fue hecho prisionero, llevado al Cuz co, juzgado sumariamente y ejecutado. Con la muerte de Túpac Amaru, acaecida en 1572, concluía final mente el señorío de los Incas y la conquista española quedaba consu mada. El pueblo que en apariencia había sido vencido por sorpresa con la prisión y muerte de Atahualpa, había sabido resistir durante casi cuarenta años, oponiéndose con heroísmo y por todos los medios posi bles a la dominación de los hombres blancos, a quienes en un principio había tenido por dioses. A continuación veremos cuáles son los principales testimonios indígenas en los que puede estudiarse la visión de los vencidos que chuas. Los testimonios quechuas de la Conquista Menos abundantes que en el caso de los mexicas y los pueblos mayen ses son los testimonios que acerca de la Conquista nos dejaron algu nos cronistas e historiadores indígenas del mundo incaico. Cuatro son los autores principales que escribieron durante la segunda mitad del siglo XVI y principios del XVII, además de algunos otros testimonios anónimos, entre los que se cuenta un drama en quechua acerca de la INTRODUCCIÓN 357 Conquista y algunos poemas y cantares indígenas en los que también puede estudiarse esta tercera "visión de los vencidos". La más importante y auténtica relación indígena acerca de la con quista del Perú se debe probablemente al ya célebre Felipe Guamán Poma de Ayala. Descendiente de los señores de Allanca Huánuco, na ció probablemente hacia 1526, ya que, según su propio testimonio, tenía 88 años de edad en el de 1614. Quechua de pura cepa, ostentó siempre al lado de su nombre cristiano los de Guamán (halcón) y Poma o Puma. Andariego incansable y hombre de gran curiosidad, comenzó a es cribir desde temprana edad su obra titulada El Primer Nueva Coránica y Buen Gobierno, extenso trabajo de 1179 páginas con cerca de 300 dibujos o ilustraciones. Su crónica, redactada en un castellano retorcido, lleno de errores gramaticales y con incontables términos y aun frases enteras en idioma quechua, resulta ciertamente de difícil lectura, aunque, eso sí, profundamente reveladora. Guamán Poma, como lo ha notado RaúlPorras Barrenechea, es en este sentido "el mayor exponente del indio posterior a la Conquista".1 El Primer Nueva Coránica y Buen Gobierno, verdadera enciclopedia del mundo quechua, habla, entre otras cosas, de las varias "edades" antiguas, de cada uno de los gobernantes incas y de las coyas, sus mu jeres, de los capitanes, los reglamentos, organización social, oficios, fiestas, creencias religiosas, etc. Al tema de la Conquista, que es el que aquí nos interesa, dedica Guamán Poma varias páginas, de la 367 a la 439. Allí ofrece su propia visión indígena, basada, tanto en los testimo nios de su padre y de otros ancianos que eran ya adultos al tiempo de la venida de los españoles, como en lo que él mismo pudo conocer y presenciar, ya que no debe olvidarse que probablemente había nacido hacia 1526, o sea seis años antes del desembarque final de Pizarra en la ciudad de Túmbez. Esta importante crónica indígena permaneció olvidada hasta el año de 1908 en que fue descubierta en la Biblioteca Real de Copenhague por el doctor Richard Pietschmann, quien dio a conocer su existencia ese mismo año e informó más ampliamente acerca de este hallazgo con ocasión del XVIII Congreso Internacional de Americanistas, celebrado en Londres en 1912. Existe una reproducción facsimilar de la Coránica publicada por Paul Rivet en el volumen XXIII del Instituto de Etnología de París, en 1936. 1 Raúl Porras Barrenechea, Los cronistas del Perú (1528-1650), Lima, Sanmartí y Cía., 1962, p. 432-436. 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 356 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA Por todos los medios trató el Virrey Francisco de Toledo, que gober naba desde Lima, de someter al nuevo Inca. Viendo que las armas poco aprovechaban, envió numerosas embajadas. El Inca permitió la entrada de algunos frailes a Vilcabamba. Uno de éstos, el Padre Marcos García, transcribió las palabras dictadas directamente por Titu Cusi Yupanqui, redactando un memorial o instrucción en el que refiere el Inca los agra vios que había sufrido su padre Manco 11, así como las vejaciones de que había sido objeto su gente. Esta crónica o memorial constituye precisamente otro de los testi monios indígenas acerca de la Conquista. Si bien es cierto que el fraile que recibía el dictado pudo añadir algo de su propia cosecha, en gene ral puede afirmarse que este documento es reflejo fiel de la visión que tuvo el Inca acerca de la Conquista. Poco tiempo después, hacia el año de 1569, Titu Cusí Yupanqui mo ría en Vilcabamba a consecuencia de una pulmonía. Le sucedió enton ces en el mando su hermano Túpac Amaru, el último de los Incas. Los españoles decidieron apoderarse a como diera lugar de la fortaleza de Vilcabamba. Se aproximaron a ella por tres caminos distintos. Al fin encontraron a Túpac Amaru fuera de su reducto. El Inca huyó entonces por el río Vilcamayo. Alcanzado, fue hecho prisionero, llevado al Cuz co, juzgado sumariamente y ejecutado. Con la muerte de Túpac Amaru, acaecida en 1572, concluía final mente el señorío de los Incas y la conquista española quedaba consu mada. El pueblo que en apariencia había sido vencido por sorpresa con la prisión y muerte de Atahualpa, había sabido resistir durante casi cuarenta años, oponiéndose con heroísmo y por todos los medios posi bles a la dominación de los hombres blancos, a quienes en un principio había tenido por dioses. A continuación veremos cuáles son los principales testimonios indígenas en los que puede estudiarse la visión de los vencidos que chuas. Los testimonios quechuas de la Conquista Menos abundantes que en el caso de los mexicas y los pueblos mayen ses son los testimonios que acerca de la Conquista nos dejaron algu nos cronistas e historiadores indígenas del mundo incaico. Cuatro son los autores principales que escribieron durante la segunda mitad del siglo XVI y principios del XVII, además de algunos otros testimonios anónimos, entre los que se cuenta un drama en quechua acerca de la INTRODUCCIÓN 357 Conquista y algunos poemas y cantares indígenas en los que también puede estudiarse esta tercera "visión de los vencidos". La más importante y auténtica relación indígena acerca de la con quista del Perú se debe probablemente al ya célebre Felipe Guamán Poma de Ayala. Descendiente de los señores de Allanca Huánuco, na ció probablemente hacia 1526, ya que, según su propio testimonio, tenía 88 años de edad en el de 1614. Quechua de pura cepa, ostentó siempre al lado de su nombre cristiano los de Guamán (halcón) y Poma o Puma. Andariego incansable y hombre de gran curiosidad, comenzó a es cribir desde temprana edad su obra titulada El Primer Nueva Coránica y Buen Gobierno, extenso trabajo de 1179 páginas con cerca de 300 dibujos o ilustraciones. Su crónica, redactada en un castellano retorcido, lleno de errores gramaticales y con incontables términos y aun frases enteras en idioma quechua, resulta ciertamente de difícil lectura, aunque, eso sí, profundamente reveladora. Guamán Poma, como lo ha notado Raúl Porras Barrenechea, es en este sentido "el mayor exponente del indio posterior a la Conquista".1 El Primer Nueva Coránica y Buen Gobierno, verdadera enciclopedia del mundo quechua, habla, entre otras cosas, de las varias "edades" antiguas, de cada uno de los gobernantes incas y de las coyas, sus mu jeres, de los capitanes, los reglamentos, organización social, oficios, fiestas, creencias religiosas, etc. Al tema de la Conquista, que es el que aquí nos interesa, dedica Guamán Poma varias páginas, de la 367 a la 439. Allí ofrece su propia visión indígena, basada, tanto en los testimo nios de su padre y de otros ancianos que eran ya adultos al tiempo de la venida de los españoles, como en lo que él mismo pudo conocer y presenciar, ya que no debe olvidarse que probablemente había nacido hacia 1526, o sea seis años antes del desembarque final de Pizarra en la ciudad de Túmbez. Esta importante crónica indígena permaneció olvidada hasta el año de 1908 en que fue descubierta en la Biblioteca Real de Copenhague por el doctor Richard Pietschmann, quien dio a conocer su existencia ese mismo año e informó más ampliamente acerca de este hallazgo con ocasión del XVIII Congreso Internacional de Americanistas, celebrado en Londres en 1912. Existe una reproducción facsimilar de la Coránica publicada por Paul Rivet en el volumen XXIII del Instituto de Etnología de París, en 1936. 1 Raúl Porras Barrenechea, Los cronistas del Perú (1528-1650), Lima, Sanmartí y Cía., 1962, p. 432-436. 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 358 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA En la presente antología de textos indígenas acerca de la conquista del Perú se incluirán buena parte de las páginas que escribió Guamán Poma sobre este tema. Otra importante relación indígena acerca de la Conquista es la Ins trucción del Inca don Diego de Castro, Titu Cusí Yupanqui, para el muy ilustre Señor el Lic. Lope García de Castro. Ya vimos, al tratar de la resistencia de los incas desde Vilcabamba, el papel que desempeñó el Inca Titu Cusi, quien gobernó entre los años de 1557 y 1570. Titu Cusi entró en más de una ocasión en tratos con los mensajeros españoles enviados desde Lima. De hecho fue bautizado en agosto de 1568, recibiendo el nombre de Diego de Castro. El Padre Marcos García, que quedó en Vilcabamba para catequizar al Inca, fue precisamente quien transcribió el memorial o "instrucción" de Titu Cusi dirigido al gobernador García de Castro. En ella hace cuenta de las vejaciones y agravios que recibió su padre Manco II. Habla asimismo del sitio de Cuzco, donde murió Juan Pizarra, y men ciona no pocos hechos tocantes a la vida y organización del nuevo es tado incaicoen Vilcabamba. Respecto de la lucha entre Huáscar y Ata hualpa, toma la actitud cuzqueña, declarándose partidario de Huáscar. Tocando el punto de la participación que pudo haber tenido fray Marcos García al poner por escrito las palabras del Inca, vale la pena citar la opinión de Porras Barrenechea: "El fraile redactor de la crónica interpone también su personalidad, haciendo pronunciar a cada rato, á Manco Inca, arengas que son verdaderas homilías y que comienzan in variablemente con este vocativo: 'Muy amados hijos y hermanos míos'. Sin embargo de esto, hay algunos atisbos e impresiones directas del espíritu indio frente a los españoles o huiracochas. Así, cuando dice, para describir a los conquistadores, que eran hombres barbados que hablaban a solas con unos paños blancos -para decir que leían-, que iban sobre animales que tenían los pies de plata y que eran dueños de algunos illapas o truenos". 2 La relación de Titu Cusi se conserva en la Biblioteca del Escorial y de ella existe la reproducción de una mínima parte hecha por Marcos Jiménez de la Espada en el apéndice 18 a La Guerra de Quito, de Pedro Cieza de León, Madrid, 1867. Más tarde, en edición poco cuidada, se publicó completa la Instrucción de Cusi Yupanqui, bajo el título de Re lación de la Conquista del Perú y hechos del Inca Manco II, Colección de Li bros y Documentos referentes a la Historia del Perú (Urteaga-Romero), Primera Serie, tomo II, Lima, 1916. 2 Porras Barrenechea, op. cit., p. 439. INTRODUCCIÓN 359 El tercer cronista netamente indígena cuya obra contiene asimismo referencias acerca de la conquista es don Juan de Santa Cruz Pachacuti, Yamqui Salcamaygua. Hijo de padres nobles de origen collagua, deja traslucir en su escrito, redactado a principios del siglo XVII, su resenti miento contra la gente del Cuzco. Su crónica titulada Relación de Anti güedades deste Reynog del Pirú, aunque mucho más breve que la obra de Guamán Poma, es rica mina de información. Entre otras cosas, habla de la famosa leyenda de Tonapa, incluye varias oraciones en idioma quechua y ofrece numerosos datos acerca de los varios Incas. Entre los dibujos que incluye, hay uno sumamente interesante acerca del Cori cancha o recinto sagrado del Cuzco, que ha sido interpretado en más de una ocasión como una especie de "mapa cósmico indígena". La porción referente a la Conquista es breve, pero no por ello menos importante. En la presente antología será incluida en su totalidad. La Relación de Santa Cruz Pachacuti se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid. Jiménez de la Espada la publicó junto con la Rela ción de Fernando Santillán y otro documento anónimo, debido proba blemente al Padre Blas Valera, bajo el título de Tres Relaciones Peruanas, Madrid, 1879. 3 Además de los tres cronistas ya citados, todos ellos plenamente in dígenas, es necesario referirnos siquiera sea brevemente a la obra de Garcilaso de la Vega. Como es bien sabido, Garcilaso fue hijo de uno de los conquistadores españoles que llegaron con Alvarado y de una ñusta o princesa incaica, sobrina del Inca Huayna Cápac. Garcilaso, quien se apropió el título de Inca, ya que éste correspondía sólo a los descen dientes por línea paterna de la familia real, nació en el Cuzco el año de 1539. En su misma ciudad natal, y en compañía de los hijos mestizos de otros conquistadores, aprendió gramática, se adentró en los clásicos latinos y en la historia del Viejo Mundo, y pudo escuchar asimismo de labios de sus parientes indígenas las antiguas tradiciones del incario. Tal vez al apego de esa tradición, tan ligada al amor materno, se debe que Garcilaso se proclamara siempre más indígena que español. Una sola cita que valdrá por muchas, tomada de sus Comentarios Rea les, podrá servir para confirmar lo dicho. Explicando por qué se refiere a los españoles, como a los "huiracochas", escribe, "así llaman los in dios a los españoles, y así los llamaré yo también, pues soy indio" ... 4 3 Existe una nueva edición de esta ob;a publicada por la Editorial Guaranía, Asun- ción del Paraguay, 1950. 4 Garcilaso Inca de la Vega, Historia General del Perú (Segunda parte de los Comen tarías Reales), Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1962, v. I, p. 217. 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 358 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA En la presente antología de textos indígenas acerca de la conquista del Perú se incluirán buena parte de las páginas que escribió Guamán Poma sobre este tema. Otra importante relación indígena acerca de la Conquista es la Ins trucción del Inca don Diego de Castro, Titu Cusí Yupanqui, para el muy ilustre Señor el Lic. Lope García de Castro. Ya vimos, al tratar de la resistencia de los incas desde Vilcabamba, el papel que desempeñó el Inca Titu Cusi, quien gobernó entre los años de 1557 y 1570. Titu Cusi entró en más de una ocasión en tratos con los mensajeros españoles enviados desde Lima. De hecho fue bautizado en agosto de 1568, recibiendo el nombre de Diego de Castro. El Padre Marcos García, que quedó en Vilcabamba para catequizar al Inca, fue precisamente quien transcribió el memorial o "instrucción" de Titu Cusi dirigido al gobernador García de Castro. En ella hace cuenta de las vejaciones y agravios que recibió su padre Manco II. Habla asimismo del sitio de Cuzco, donde murió Juan Pizarra, y men ciona no pocos hechos tocantes a la vida y organización del nuevo es tado incaico en Vilcabamba. Respecto de la lucha entre Huáscar y Ata hualpa, toma la actitud cuzqueña, declarándose partidario de Huáscar. Tocando el punto de la participación que pudo haber tenido fray Marcos García al poner por escrito las palabras del Inca, vale la pena citar la opinión de Porras Barrenechea: "El fraile redactor de la crónica interpone también su personalidad, haciendo pronunciar a cada rato, á Manco Inca, arengas que son verdaderas homilías y que comienzan in variablemente con este vocativo: 'Muy amados hijos y hermanos míos'. Sin embargo de esto, hay algunos atisbos e impresiones directas del espíritu indio frente a los españoles o huiracochas. Así, cuando dice, para describir a los conquistadores, que eran hombres barbados que hablaban a solas con unos paños blancos -para decir que leían-, que iban sobre animales que tenían los pies de plata y que eran dueños de algunos illapas o truenos". 2 La relación de Titu Cusi se conserva en la Biblioteca del Escorial y de ella existe la reproducción de una mínima parte hecha por Marcos Jiménez de la Espada en el apéndice 18 a La Guerra de Quito, de Pedro Cieza de León, Madrid, 1867. Más tarde, en edición poco cuidada, se publicó completa la Instrucción de Cusi Yupanqui, bajo el título de Re lación de la Conquista del Perú y hechos del Inca Manco II, Colección de Li bros y Documentos referentes a la Historia del Perú (Urteaga-Romero), Primera Serie, tomo II, Lima, 1916. 2 Porras Barrenechea, op. cit., p. 439. INTRODUCCIÓN 359 El tercer cronista netamente indígena cuya obra contiene asimismo referencias acerca de la conquista es don Juan de Santa Cruz Pachacuti, Yamqui Salcamaygua. Hijo de padres nobles de origen collagua, deja traslucir en su escrito, redactado a principios del siglo XVII, su resenti miento contra la gente del Cuzco. Su crónica titulada Relación de Anti güedades deste Reynog del Pirú, aunque mucho más breve que la obra de Guamán Poma, es rica mina de información. Entre otras cosas, habla de la famosa leyenda de Tonapa, incluye varias oraciones en idioma quechua y ofrece numerosos datos acerca de los varios Incas. Entre los dibujos que incluye, hay uno sumamente interesante acerca del Cori cancha o recinto sagrado del Cuzco, que ha sido interpretado en más de una ocasión como una especie de "mapa cósmico indígena". La porción referente a la Conquista es breve, pero no por ello menosimportante. En la presente antología será incluida en su totalidad. La Relación de Santa Cruz Pachacuti se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid. Jiménez de la Espada la publicó junto con la Rela ción de Fernando Santillán y otro documento anónimo, debido proba blemente al Padre Blas Valera, bajo el título de Tres Relaciones Peruanas, Madrid, 1879. 3 Además de los tres cronistas ya citados, todos ellos plenamente in dígenas, es necesario referirnos siquiera sea brevemente a la obra de Garcilaso de la Vega. Como es bien sabido, Garcilaso fue hijo de uno de los conquistadores españoles que llegaron con Alvarado y de una ñusta o princesa incaica, sobrina del Inca Huayna Cápac. Garcilaso, quien se apropió el título de Inca, ya que éste correspondía sólo a los descen dientes por línea paterna de la familia real, nació en el Cuzco el año de 1539. En su misma ciudad natal, y en compañía de los hijos mestizos de otros conquistadores, aprendió gramática, se adentró en los clásicos latinos y en la historia del Viejo Mundo, y pudo escuchar asimismo de labios de sus parientes indígenas las antiguas tradiciones del incario. Tal vez al apego de esa tradición, tan ligada al amor materno, se debe que Garcilaso se proclamara siempre más indígena que español. Una sola cita que valdrá por muchas, tomada de sus Comentarios Rea les, podrá servir para confirmar lo dicho. Explicando por qué se refiere a los españoles, como a los "huiracochas", escribe, "así llaman los in dios a los españoles, y así los llamaré yo también, pues soy indio" ... 4 3 Existe una nueva edición de esta ob;a publicada por la Editorial Guaranía, Asun- ción del Paraguay, 1950. 4 Garcilaso Inca de la Vega, Historia General del Perú (Segunda parte de los Comen tarías Reales), Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1962, v. I, p. 217. 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 360 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA A los veinte años de edad Garcilaso pasó a España. Sirvió allí al rey como capitán y combatió en la guerra contra los moros bajo las órdenes de don Juan de Austria. Por este tiempo aprendió la lengua italiana que habría de servirle para traducir los Diálogos de Amor de León Hebreo. Los últimos años de su vida, hasta el de 1616 en que murió en la ciudad de Córdoba, los dedicó al estudio y a la redacción de sus varias obras históricas. De éstas nos interesan aquí, sobre todo, sus célebres Comentarios Reales. Ya desde 1586 había manifestado su deseo de tratar "sumariamente de la conquista de mi tierra, alargándome más en las costumbres, ritos y ceremonias de ella y en sus antiguallas" ... Cuando en 1590 publicó su versión de los diálogos de León Hebreo, en la que puso de manifiesto su extraordinario dominio y elegancia en el uso de la lengua castellana, insistió una vez más, desde el mismo título dado al libro, en su origen indígena. En la portada de la obra se leen las siguientes palabras: "La traduzión del Indio de los Tres Diálogos de Amor de León Hebreo, hecha del italiano en español por Garcilaso Inga de la Vega, natural de la gran ciudad del Cuzco, Cabeza de los Reynos y Provincias del Pirú." Garcilaso consagró buena parte de su tiempo a preparar las que podríamos considerar como sus obras fundamentales. Primero fue La Florida del Inca, que apareció en 1605. Más tarde pudo completar al fin sus Comentarios Reales, que como se lee ya en el título de la primera edición de 1609, "tratan del origen de los Incas, Reyes que fueron del Perú, de su idolatría, leyes y gobierno en paz y en guerra: de sus vidas y conquistas y de todo lo que fue aquel Imperio y su República, antes que los españoles pasaran a él". La segunda parte de los Comentarios es precisamente la Historia Ge neral del Perú, en la que se refiere al descubrimiento y a la conquista del mismo. Garcilaso no pudo verla impresa, ya que no apareció sino hasta el año que siguió al de su muerte, o sea en el de 161Z No es éste lugar para ocupamos del valor literario de la obra de Garcilaso. Fijándonos tan sólo en lo que en ella puede haber de testimo nio indígena acerca de la Conquista, si bien por una parte cabe afirmar, como lo hizo ya Menéndez y Pela yo, que· es un "reflejo del alma de los pueblos vencidos", es cierto también que ese reflejo es mucho menos di recto que el de los otros cronistas netamente quechuas de quienes antes nos hemos ocupado. En realidad cabe afirmar que los años que estuvo Garcilaso en España, la mayor parte de su vida, no pasaron en vano. Podría decirse de él que en cierto modo era indio entre los españoles y español entre los indios. INTRODUCCIÓN 361 Mucho se ha discutido el valor histórico y la autenticidad de no pocos de los datos que presenta en sus Comentarios y en su Historia. Es un hecho que se empeñó en exaltar lo indígena, pero, fuerza es confe sarlo, ese empeño es una buena parte el de un hombre de mentalidad europea. Desde este punto de vista su testimonio sólo a medias puede ser incluido dentro de la memoria de los vencidos. En la presente anto logía únicamente incluiremos, por vía de ejemplo, un breve pasaje en el que refiere cuál fue la actitud del Inca Manco 11, a quien los españoles instauraron como rey para poder gobernar mejor a la nación incaica. De las varias ediciones de la obra histórica de Garcilaso se ofrece en nota la referencia a la más reciente y fácil de adquirir, publicada por la Universidad de San Marcos. 5 Al lado de los cronistas cuyas obras se han mencionado, vale la pena recordar la existencia de otros varios testimonios, si se quiere más tardíos, pero que precisamente por ello ponen de manifiesto la persistencia del recuerdo de la Conquista en la conciencia indígena. Es el más interesante una antigua pieza de teatro en idioma quechua conocida bajo el título de Tragedia del fin de Atahualpa. De ella se conocen distintas versiones con algunas variantes entre sí. Como lo ha notado el distinguido quechuista boliviano Jesús Lara, esta pieza pertenece al que pudiera llamarse el género de los "Huanta", o sea una de las formas de representación existentes ya en los tiempos prehispánicos. Un "Huanta" podría describirse como una representación de carácter histórico en la que se rememoran las hazañas de las grandes figuras del incario. De las versiones que se conocen de la Tragedia del fin de Atahual pa, algunas de ellas de considerable antigüedad, el propio Jesús Lara ha publicado la que a su juicio ha conservado más su forma original. De la traducción al castellano preparada por él mismo ofrecemos tan sólo una parte: la referente al encuentro de Atahualpa con Pizarro y los "enemigos barbudos", como se designa en el texto a los conquistadores. La tragedia se inicia con las palabras de Atahualpa que refiere cómo ha visto en sueños la amenaza que se cierne sobre él y su pueblo. Los he chos históricos se alteran en más de una ocasión, tal vez para presentar dentro de la unidad y la sencillez del teatro indígena el meollo mismo del drama de la Conquista. Más que un testimonio histórico, que pre- 5 Los Comentarios Reales que tratan del origen de los Incas ... , 3 v., Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Patronato del Libro Universitario, 1959-1960. Historia general del Perú (Segunda parte de los Comentarios Reales), 4 v., Lima, Universidad Nacio nal Mayor de San Marcos, Patronato del Libro Universitario, 1962. Hay reimpresiones. 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 360 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA A los veinte años de edad Garcilaso pasó a España. Sirvió allí al rey como capitán y combatió en la guerra contra los moros bajo las órdenes de don Juan de Austria. Por este tiempo aprendió la lengua italiana quehabría de servirle para traducir los Diálogos de Amor de León Hebreo. Los últimos años de su vida, hasta el de 1616 en que murió en la ciudad de Córdoba, los dedicó al estudio y a la redacción de sus varias obras históricas. De éstas nos interesan aquí, sobre todo, sus célebres Comentarios Reales. Ya desde 1586 había manifestado su deseo de tratar "sumariamente de la conquista de mi tierra, alargándome más en las costumbres, ritos y ceremonias de ella y en sus antiguallas" ... Cuando en 1590 publicó su versión de los diálogos de León Hebreo, en la que puso de manifiesto su extraordinario dominio y elegancia en el uso de la lengua castellana, insistió una vez más, desde el mismo título dado al libro, en su origen indígena. En la portada de la obra se leen las siguientes palabras: "La traduzión del Indio de los Tres Diálogos de Amor de León Hebreo, hecha del italiano en español por Garcilaso Inga de la Vega, natural de la gran ciudad del Cuzco, Cabeza de los Reynos y Provincias del Pirú." Garcilaso consagró buena parte de su tiempo a preparar las que podríamos considerar como sus obras fundamentales. Primero fue La Florida del Inca, que apareció en 1605. Más tarde pudo completar al fin sus Comentarios Reales, que como se lee ya en el título de la primera edición de 1609, "tratan del origen de los Incas, Reyes que fueron del Perú, de su idolatría, leyes y gobierno en paz y en guerra: de sus vidas y conquistas y de todo lo que fue aquel Imperio y su República, antes que los españoles pasaran a él". La segunda parte de los Comentarios es precisamente la Historia Ge neral del Perú, en la que se refiere al descubrimiento y a la conquista del mismo. Garcilaso no pudo verla impresa, ya que no apareció sino hasta el año que siguió al de su muerte, o sea en el de 161Z No es éste lugar para ocupamos del valor literario de la obra de Garcilaso. Fijándonos tan sólo en lo que en ella puede haber de testimo nio indígena acerca de la Conquista, si bien por una parte cabe afirmar, como lo hizo ya Menéndez y Pela yo, que· es un "reflejo del alma de los pueblos vencidos", es cierto también que ese reflejo es mucho menos di recto que el de los otros cronistas netamente quechuas de quienes antes nos hemos ocupado. En realidad cabe afirmar que los años que estuvo Garcilaso en España, la mayor parte de su vida, no pasaron en vano. Podría decirse de él que en cierto modo era indio entre los españoles y español entre los indios. INTRODUCCIÓN 361 Mucho se ha discutido el valor histórico y la autenticidad de no pocos de los datos que presenta en sus Comentarios y en su Historia. Es un hecho que se empeñó en exaltar lo indígena, pero, fuerza es confe sarlo, ese empeño es una buena parte el de un hombre de mentalidad europea. Desde este punto de vista su testimonio sólo a medias puede ser incluido dentro de la memoria de los vencidos. En la presente anto logía únicamente incluiremos, por vía de ejemplo, un breve pasaje en el que refiere cuál fue la actitud del Inca Manco 11, a quien los españoles instauraron como rey para poder gobernar mejor a la nación incaica. De las varias ediciones de la obra histórica de Garcilaso se ofrece en nota la referencia a la más reciente y fácil de adquirir, publicada por la Universidad de San Marcos. 5 Al lado de los cronistas cuyas obras se han mencionado, vale la pena recordar la existencia de otros varios testimonios, si se quiere más tardíos, pero que precisamente por ello ponen de manifiesto la persistencia del recuerdo de la Conquista en la conciencia indígena. Es el más interesante una antigua pieza de teatro en idioma quechua conocida bajo el título de Tragedia del fin de Atahualpa. De ella se conocen distintas versiones con algunas variantes entre sí. Como lo ha notado el distinguido quechuista boliviano Jesús Lara, esta pieza pertenece al que pudiera llamarse el género de los "Huanta", o sea una de las formas de representación existentes ya en los tiempos prehispánicos. Un "Huanta" podría describirse como una representación de carácter histórico en la que se rememoran las hazañas de las grandes figuras del incario. De las versiones que se conocen de la Tragedia del fin de Atahual pa, algunas de ellas de considerable antigüedad, el propio Jesús Lara ha publicado la que a su juicio ha conservado más su forma original. De la traducción al castellano preparada por él mismo ofrecemos tan sólo una parte: la referente al encuentro de Atahualpa con Pizarro y los "enemigos barbudos", como se designa en el texto a los conquistadores. La tragedia se inicia con las palabras de Atahualpa que refiere cómo ha visto en sueños la amenaza que se cierne sobre él y su pueblo. Los he chos históricos se alteran en más de una ocasión, tal vez para presentar dentro de la unidad y la sencillez del teatro indígena el meollo mismo del drama de la Conquista. Más que un testimonio histórico, que pre- 5 Los Comentarios Reales que tratan del origen de los Incas ... , 3 v., Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Patronato del Libro Universitario, 1959-1960. Historia general del Perú (Segunda parte de los Comentarios Reales), 4 v., Lima, Universidad Nacio nal Mayor de San Marcos, Patronato del Libro Universitario, 1962. Hay reimpresiones. 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 362 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA tendiera reflejar la secuencia de los hechos, es esta tragedia memoria profundamente humana del trauma de los vencidos. 6 El que se haya se guido representando hasta la fecha en numerosos pueblos de la Sierra es prueba de que el alma quechua no ha olvidado aún lo que significó para ella la Conquista. Finalmente, de los numerosos cantares en idioma quechua que tra tan del tema de la Conquista, mencionaremos aquí sólo dos de ellos. Es el primero el conocido con el título de Apu Inca Atawallpaman elegía quechua anónima, escrita seguramente bastante tiempo después de la muerte de Atahualpa. En ella se recuerda con profundo realismo la eje cución del Inca en Cajamarca y se describe la triste situación del pueblo quechua. Esta elegía fue publicada por el quechuista J. M. B. Farfán en la revista del Instituto de Antropología de la Universidad Nacional de Tucumán, vol. XII, núm. 12, 1942. Daremos aquí la versión más fiel de la misma preparada por el gran poeta y quechuista peruano José María Arguedas.7 El otro poema o cantar, más tardío que el anterior, procede de la zona quechua del Ecuador. Lleva como título Runapag Llaqui, "desven tura del indio" y es asimismo dolorida recordación de la muerte de Atahualpa y de todas las desgracias que cayeron sobre el pueblo indí gena. 8 Éstos son los principales testimonios indígenas que podemos adu cir acerca de la conquista del Perú. A través de ellos puede estudiarse el concepto que el gran pueblo quechua se formó de lo que iba a ser la ruina de su cultura milenaria. También se incluyen algunas ilustraciones acerca de aconteceres de la Conquista, debidas al quechua al que se ha hecho ya referencia, Guamán Poma de Ayala. Son dibujos de gran fuerza expresiva y dejan ver el punto de vista, plásticamente expresado, de quien se interesó hondamente por dar a conocer algo de lo que significó para su pueblo la invasión perpetrada por los hombres de Castilla. 6 Véase: Tragedia del Fin de Atahualpa, monografía y traducción de Jesús Lara (in cluye asimismo el texto original en quechua), Imprenta Universitaria, Cochabamba, 1957. 7 Apu Inca Atawallpaman, elegía quechua anónima, recogida por J. M. Farfán, tra ducción de José María Arguedas, Juan Mejía Baca, Editor, Lima, s. f 8 El Runapag Llaqui ha sido publicado entre los ejemplos de literatura quechua incluidos en el Diccionario Quechua de Luis Cordero, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1955. INTRODUCCIÓN El concepto quechua de la Conquista363 Los quechuas, al igual que sus hermanos mexicas y que los pueblos mayas de las tierras altas de Guatemala, pensaron en un principio que los extraños hombres barbados que llegaban a su tierra eran los dioses que regresaban. En el mundo quechua se les tomó por el legendario Huiracocha y sus acompañantes. Pero, aun cuando durante muchos años se siguió llamando huiracohas a los españoles, en realidad bien pronto se descubrió el error inicial. Son los cronistas indígenas del Perú quienes, tal vez para disipar el primer engaño, insisten más en describir la codicia y sed de oro de los extraños forasteros. Así Guamán Poma escribe de ellos que "de día y de noche, entre sueños, todos decían, 'Indias, Indias, oro, plata, oro, plata, del Pirú' " Y añade: "aún hasta ahora dura igual deseo de oro y plata y se matan los españoles y desuellan a los pobres de los indios, y por el oro y plata quedan ya despoblados parte de este reino, los pueblos de los pobres indios, por oro y plata" ... Dio entrada el pensamiento indígena a la idea, tantas veces repe tida por conquistadores y misioneros, de que en realidad venían para predicar al Dios verdadero y la nueva doctrina de salvación. El indio fue consciente de que no le quedaba otro camino sino el de aceptar el cristianismo. Pero, a su manera, hizo burla de lo que tuvo por falsa reli giosidad en los conquistadores. En su "Prólogo a los lectores cristianos españoles" escribe el mismo Guamán Poma: "todo lo tenéis y lo ense ñáis a los pob:res de los indios ... decís que habréis de restituir. No veo que lo restituyáis en vida ni en muerte. Paréceme a mí, cristiano, que todos vosotros os condenáis al infierno. Que su Majestad es tan grande santo que a todos cuantos prelados y vizorreyes vienen encargados con los pobres naturales, los prelados lo propio, toda la mar trae el favor de los pobres indios, en saliendo en tierra, luego está contra los indios pobres de Jesucristo" ... Y en la Tragedia del Fin de Atahualpa, con no poca ironía y sentido de burla, aparece el intérprete Felipillo traduciendo las palabras de Al magro: Este fuerte señor te dice: nosotros hemos venido en busca de oro y plata. Y acto continuo Felipillo traduce la intervención violenta de fray Vicente de Valverde, quien se interpone y grita: 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 362 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA tendiera reflejar la secuencia de los hechos, es esta tragedia memoria profundamente humana del trauma de los vencidos. 6 El que se haya se guido representando hasta la fecha en numerosos pueblos de la Sierra es prueba de que el alma quechua no ha olvidado aún lo que significó para ella la Conquista. Finalmente, de los numerosos cantares en idioma quechua que tra tan del tema de la Conquista, mencionaremos aquí sólo dos de ellos. Es el primero el conocido con el título de Apu Inca Atawallpaman elegía quechua anónima, escrita seguramente bastante tiempo después de la muerte de Atahualpa. En ella se recuerda con profundo realismo la eje cución del Inca en Cajamarca y se describe la triste situación del pueblo quechua. Esta elegía fue publicada por el quechuista J. M. B. Farfán en la revista del Instituto de Antropología de la Universidad Nacional de Tucumán, vol. XII, núm. 12, 1942. Daremos aquí la versión más fiel de la misma preparada por el gran poeta y quechuista peruano José María Arguedas.7 El otro poema o cantar, más tardío que el anterior, procede de la zona quechua del Ecuador. Lleva como título Runapag Llaqui, "desven tura del indio" y es asimismo dolorida recordación de la muerte de Atahualpa y de todas las desgracias que cayeron sobre el pueblo indí gena. 8 Éstos son los principales testimonios indígenas que podemos adu cir acerca de la conquista del Perú. A través de ellos puede estudiarse el concepto que el gran pueblo quechua se formó de lo que iba a ser la ruina de su cultura milenaria. También se incluyen algunas ilustraciones acerca de aconteceres de la Conquista, debidas al quechua al que se ha hecho ya referencia, Guamán Poma de Ayala. Son dibujos de gran fuerza expresiva y dejan ver el punto de vista, plásticamente expresado, de quien se interesó hondamente por dar a conocer algo de lo que significó para su pueblo la invasión perpetrada por los hombres de Castilla. 6 Véase: Tragedia del Fin de Atahualpa, monografía y traducción de Jesús Lara (in cluye asimismo el texto original en quechua), Imprenta Universitaria, Cochabamba, 1957. 7 Apu Inca Atawallpaman, elegía quechua anónima, recogida por J. M. Farfán, tra ducción de José María Arguedas, Juan Mejía Baca, Editor, Lima, s. f 8 El Runapag Llaqui ha sido publicado entre los ejemplos de literatura quechua incluidos en el Diccionario Quechua de Luis Cordero, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1955. INTRODUCCIÓN El concepto quechua de la Conquista 363 Los quechuas, al igual que sus hermanos mexicas y que los pueblos mayas de las tierras altas de Guatemala, pensaron en un principio que los extraños hombres barbados que llegaban a su tierra eran los dioses que regresaban. En el mundo quechua se les tomó por el legendario Huiracocha y sus acompañantes. Pero, aun cuando durante muchos años se siguió llamando huiracohas a los españoles, en realidad bien pronto se descubrió el error inicial. Son los cronistas indígenas del Perú quienes, tal vez para disipar el primer engaño, insisten más en describir la codicia y sed de oro de los extraños forasteros. Así Guamán Poma escribe de ellos que "de día y de noche, entre sueños, todos decían, 'Indias, Indias, oro, plata, oro, plata, del Pirú' " Y añade: "aún hasta ahora dura igual deseo de oro y plata y se matan los españoles y desuellan a los pobres de los indios, y por el oro y plata quedan ya despoblados parte de este reino, los pueblos de los pobres indios, por oro y plata" ... Dio entrada el pensamiento indígena a la idea, tantas veces repe tida por conquistadores y misioneros, de que en realidad venían para predicar al Dios verdadero y la nueva doctrina de salvación. El indio fue consciente de que no le quedaba otro camino sino el de aceptar el cristianismo. Pero, a su manera, hizo burla de lo que tuvo por falsa reli giosidad en los conquistadores. En su "Prólogo a los lectores cristianos españoles" escribe el mismo Guamán Poma: "todo lo tenéis y lo ense ñáis a los pob:res de los indios ... decís que habréis de restituir. No veo que lo restituyáis en vida ni en muerte. Paréceme a mí, cristiano, que todos vosotros os condenáis al infierno. Que su Majestad es tan grande santo que a todos cuantos prelados y vizorreyes vienen encargados con los pobres naturales, los prelados lo propio, toda la mar trae el favor de los pobres indios, en saliendo en tierra, luego está contra los indios pobres de Jesucristo" ... Y en la Tragedia del Fin de Atahualpa, con no poca ironía y sentido de burla, aparece el intérprete Felipillo traduciendo las palabras de Al magro: Este fuerte señor te dice: nosotros hemos venido en busca de oro y plata. Y acto continuo Felipillo traduce la intervención violenta de fray Vicente de Valverde, quien se interpone y grita: 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 364 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA No, nosotros venimos a hacer que conozcáis al verdadero Dios ... A todo lo cual el enviado Huaya Huisa responde solamente: El Sol, que es nuestro padre, es de oro refulgente y la Luna, que es nuestra madre, es de radiante plata, y en Curicancha ambos están. Pero para acercarse a ellos hay que besar antes la tierra ... 9 Pero, si al fin quedó claro en el pensamiento quechua que los fo rasteros no eran dioses sino sólo "enemigos barbudos",como les llama el texto indígena, codiciosos de oro y de poder, también penetró bien pronto la idea de que irremisiblemente la presencia de esa gente signi ficaba el fin de la antigua manera de vida. Y aunque los quechuas se mantuvieron en pie de guerra cerca de cuarenta años en su fortaleza de Vilcabamba, la persuasión de la derrota se adueñó al cabo enteramente de su conciencia. Garcilaso trata de explicar ésta, afirmando que los indios no ofrecieron resistencia a los españoles debido a una profecía de Huayna Cápac que anunciaba su llegada. Titu Cusi sostiene que los conquistadores pudieron vencer porque obraron con dolo y engaño. Para Santa Cruz Pachacuti la explicación está en la voluntad divina. Pero si son distintas las explicaciones de la derrota, la convicción trági ca de que fue algo inevitable parece ser la misma. Quizás desde este punto de vista, los quechuas podrían simbolizar, una vez más, la resignación del vencido. La elegía anónima en honor de Atahualpa es ilustración de ello: Bajo extraño imperio, aglomerados los martirios, y destruidos, perplejos, extraviados, negada la memoria, solos; muerta la sombra que protege, lloramos, 9 Tragedia del Fin de Atahualpa. trad. cit. de Jesús Lara. INTRODUCCIÓN sin tener a quién o a dónde volver. Estamos delirando ... 10 365 Es cierto que el Inca Titu Cusi Yupanqui supo exponer sus quejas en su instrucción o memorial para hacerlas llegar a la autoridad real, pero también es verdad que la postrer persuasión fue la de que todo eso era inútil. En su interior el quechua aprendió a despreciar a los "barbudos enemigos". Con una mezcla de ironía, de burla y de miedo, les siguió llamando huiracochas. Indudablemente aprendió a humillar la cabe za y a temer a conquistadores y encomenderos. Como sus hermanos mexicas y mayas, aceptó la nueva religión, pero conservó tradiciones y creencias de los tiempos antiguos. Al parecer la postrer conclusión del quechua fue resignarse en medio de la desgracia. En su aislamien to de encomiendas y de haciendas después, ha vivido su trauma. Se ha rebelado algunas veces como en el caso de Túpac Katari. Participó en las luchas de Independencia, pero hasta ahora sigue aguardando el momento, tal vez ya cercano, en el que al fin su antigua fuerza creadora podrá ejercitarse en el nuevo contexto de los grandes pueblos mestizos de la América nuestra. 10 Apu Inca Atawallpaman, ed. cit. ,. 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html 364 OBRAS DE MIGUEL LEÓN-PORTILLA No, nosotros venimos a hacer que conozcáis al verdadero Dios ... A todo lo cual el enviado Huaya Huisa responde solamente: El Sol, que es nuestro padre, es de oro refulgente y la Luna, que es nuestra madre, es de radiante plata, y en Curicancha ambos están. Pero para acercarse a ellos hay que besar antes la tierra ... 9 Pero, si al fin quedó claro en el pensamiento quechua que los fo rasteros no eran dioses sino sólo "enemigos barbudos", como les llama el texto indígena, codiciosos de oro y de poder, también penetró bien pronto la idea de que irremisiblemente la presencia de esa gente signi ficaba el fin de la antigua manera de vida. Y aunque los quechuas se mantuvieron en pie de guerra cerca de cuarenta años en su fortaleza de Vilcabamba, la persuasión de la derrota se adueñó al cabo enteramente de su conciencia. Garcilaso trata de explicar ésta, afirmando que los indios no ofrecieron resistencia a los españoles debido a una profecía de Huayna Cápac que anunciaba su llegada. Titu Cusi sostiene que los conquistadores pudieron vencer porque obraron con dolo y engaño. Para Santa Cruz Pachacuti la explicación está en la voluntad divina. Pero si son distintas las explicaciones de la derrota, la convicción trági ca de que fue algo inevitable parece ser la misma. Quizás desde este punto de vista, los quechuas podrían simbolizar, una vez más, la resignación del vencido. La elegía anónima en honor de Atahualpa es ilustración de ello: Bajo extraño imperio, aglomerados los martirios, y destruidos, perplejos, extraviados, negada la memoria, solos; muerta la sombra que protege, lloramos, 9 Tragedia del Fin de Atahualpa. trad. cit. de Jesús Lara. INTRODUCCIÓN sin tener a quién o a dónde volver. Estamos delirando ... 10 365 Es cierto que el Inca Titu Cusi Yupanqui supo exponer sus quejas en su instrucción o memorial para hacerlas llegar a la autoridad real, pero también es verdad que la postrer persuasión fue la de que todo eso era inútil. En su interior el quechua aprendió a despreciar a los "barbudos enemigos". Con una mezcla de ironía, de burla y de miedo, les siguió llamando huiracochas. Indudablemente aprendió a humillar la cabe za y a temer a conquistadores y encomenderos. Como sus hermanos mexicas y mayas, aceptó la nueva religión, pero conservó tradiciones y creencias de los tiempos antiguos. Al parecer la postrer conclusión del quechua fue resignarse en medio de la desgracia. En su aislamien to de encomiendas y de haciendas después, ha vivido su trauma. Se ha rebelado algunas veces como en el caso de Túpac Katari. Participó en las luchas de Independencia, pero hasta ahora sigue aguardando el momento, tal vez ya cercano, en el que al fin su antigua fuerza creadora podrá ejercitarse en el nuevo contexto de los grandes pueblos mestizos de la América nuestra. 10 Apu Inca Atawallpaman, ed. cit. 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html LOS TESTIMONIOS QUECHUAS DE LA CONQUISTA l. LA CRÓNICA DE LA CONQUISTA DE GUAMÁN POMA De la obra de Guamán Poma El Primer Nueva Coránica y Buen Gobierno, redactada como ya dijimos en un castellano mezcla de quechua, tanto en su estructura como en su vocabulario, se ofrece aquí buena parte de la relación que en ella se incluye acerca de la Conquista. La selección se inicia con un elocuente "Prólogo a los lectores cristianos españoles", en el cual el andariego cronista indígena muestra como en síntesis cuál es su pensamiento acerca de los resultados de la presencia de los españoles y de su dominación sobre los indios. Las páginas siguientes hablan de la aparición de esos hombres blan cos que fueron tenidos en un pricipio por Huiracocha y los dioses. Narra su encuentro con Atahualpa en Cajamarca; su prisión y muerte, así como los principales hechos que siguieron, hasta la muerte del nuevo Inca Manco II en su fortaleza de Vilcabamba y la ruina final y definitiva de la nación incaica. Para la transcripción del texto de Guamán Poma nos hemos valido de la repro ducción facsimilar del mismo, publicada por Paul Rivet en el volumen XXIII de los Travaux et Memoires de L'Institut d'Ethnologie, París, 1936. Con el fin de facilitar la lectura, se ha modernizado la ortografía y se ha introducido, sin hacer violencia al texto, la puntuación que pareció más adecuada, así como los varios subtítulos que aparecen al principio de los distintos pasajes en que se distribuye el texto. Conviene hacer también referencia a la edición preparada por John Murra y Rolena Adorno de Nueva Coránica y Buen Gobierno, 3 v., Siglo XXI Editores, México, 1980. Prólogo a los lectores cristianos españoles [foja 367] Ves aquí, cristiano, toda la ley mala y buena. Agora cristiano lector parte a dos partes, lo malo apartadlo, para que sean castigos y con lo bueno se sirva a Dios y a Su Majestad. Cristiano lector, ves aquí toda la ley cristiana, no he hallado que sean tan codiciosos en oro ni plata los indios. Ni he hallado quien deba cien pesos, ni mentiroso, ni jugador, ni perezoso, ni puta, ni puto, ni quitarse entre ellos. 2020. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/catalogo/obras_leon_portilla/599.html
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