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COMUNICACIÓN DE RIESGO Y DE CRISIS EN DESASTRES DE ORIGEN 
NATURAL EN COLOMBIA 
 
GT5: Comunicación y Salud 
 
Ana María Erazo Coronado 
Jesús Arroyave Cabrera 
 
La comunicación de riesgo y de crisis es un subcomponente de gran relevancia en 
la comunicación en salud. A pesar de su importancia por la cantidad de hechos 
naturales o creados por el hombre/mujer que sacuden de manera cotidiana al 
planeta, es poca la reflexión que se observa en América Latina al respecto. Por 
considerarlo un tema de enorme trascendencia, la presente ponencia explora 
algunas de las situaciones de crisis y de desastre que han ocurrido en Colombia 
en los últimos años y analiza como ha sido el manejo de la comunicación de crisis 
y la comunicación de riesgo en estos eventos. 
 
Para efectos de su claridad conceptual, crisis es concebida en este estudio como 
“la percepción de un evento impredecible que atemoriza las expectativas de la 
comunidad, crean un impacto significativo en el desarrollo de las organizaciones 
y/o produce resultados negativos (Combs, 2008). Riesgo es definido como “las 
cosas, los hechos o las circunstancias que ponen en peligro a las personas o lo 
que ellos valoran” (Stern & Fineberg, 1996, p. 125). Finalmente, la comunicación 
de riesgo es concebida como “un intercambio interactivo de información entre 
individuos, grupos, e instituciones relacionadas con la evaluación, caracterización 
y el manejo del riesgo (McComas, 2006, p. 76). 
 
 
La manera como está organizada esta ponencia es la siguiente: primero hay una 
información introductoria sobre los fenómenos que alteran la tranquilidad de la 
comunidad. Luego se presenta una categorización de los eventos relacionados 
con desastres. Una vez planteada la revisión conceptual inicial, se exponen 4 
casos de estudio con su respectivo análisis del manejo de la comunicación de 
crisis y de riesgo. El texto cierra con una reflexión a manera de conclusión que se 
desprende de los casos estudiados. El presente texto pretende contribuir a la 
reflexión de la comunicación de riesgo y de crisis en la región y plantear la 
necesidad de que estos subcomponentes de la comunicación en salud estén 
presentes no solo en el debate académico sino también con planes concretos que 
puedan tener un impacto en la salud pública. 
 
Introducción 
 
Existen fenómenos de origen natural, que en sí mismos no son desastres. En el 
momento en que el fenómeno sobrepasa un límite de normalidad, generalmente 
cuando encuentra un núcleo social vulnerable al cual los resultados físicos del 
fenómeno pueden hacerle daño, se convierte en desastre. 
 
Algunos académicos analizan el desafío que la comunicación enfrenta en este 
campo, siendo el primero de ellos el dejar de usar el término “desastres naturales”, 
ya que los desastres no son naturales; están asociados a las modalidades de 
desarrollo y tienen que ver con la distribución de la riqueza, con la manera como 
se asume y aprecia la ocupación del territorio, con el acceso a la toma de 
decisiones de las comunidades más pobres o marginadas, siendo todas ellas 
causas globales, inherentes a la modernidad. 
 
Desde hace algún tiempo los medios de comunicación han venido informando 
sobre situaciones de emergencia en las que a pesar del incremento del uso de los 
 
medios masivos de comunicación, el número de pérdidas humanas y daños 
materiales como consecuencia directa e indirecta de los desastres de origen 
natural ha ido en aumento. 
 
Otro desafío para los medios masivos de comunicación es dejar de ser vistos sólo 
desde su carácter instrumental, mostrándose poco preparados para abordar el 
cubrimiento de la prevención de desastres, enfocándose más en el cubrimiento de 
la emergencia ocasionada por el desastre mismo. 
 
Los principales eventos relacionados con desastres pueden reunirse en cuatro 
grandes grupos: 
 
1. Erupciones: se definen como emisiones de material del interior de los volcanes 
constituidas por lava, cenizas, escombros, vapor y gases calientes, a veces 
venenosos. Aunque no hay un método para predecirlas, la mayoría de las veces 
están precedidas por sacudidas y fumarolas. Las amenazas asociadas a las 
erupciones incluyen terremotos y derrumbes de lodo y rocas, poniendo en peligro 
a cualquier persona que viva dentro de la zona de alto riesgo al causar 
prácticamente destrucción total de la vida y propiedades dentro de áreas 
relativamente pequeñas. 
 
2. Deslizamientos: son fenómenos de desestabilización de suelos que ocurren en o 
muy cerca de la superficie. A menudo, las primeras manifestaciones de los 
deslizamientos, tales como agrietamientos o cambios en las formas del relieve, 
pueden ser observados con cierta anterioridad al desplazamiento o deslizamiento 
de la masa. Los deslizamientos pueden ser ocasionados por factores naturales 
como excesivas pendientes, naturaleza de los terrenos, planos de debilidad, 
saturación por infiltración de aguas y movimientos sísmicos, o factores humanos 
representados en el uso urbano de deslizamientos antiguos que pueden 
 
removilizarse, deforestación y urbanización, construcción inadecuada de pozos 
sépticos, vertimiento de aguas por fallas en redes de acueducto y vertimientos de 
aguas servidas, sobre las laderas. Los procesos erosivos pueden ser superficiales 
o pueden ocurrir en masa, en forma de desprendimientos de bloques, coladas de 
barro, y deslizamientos que pueden ser rápidos o lentos. 
 
3. Sismos: son perturbaciones repentinas en el interior del planeta que causan una 
serie de ondas sísmicas que al llegar a la superficie se convierten en temblores o 
terremotos. No se puede saber cuándo va a ocurrir el próximo evento, ya que la 
predicción sísmica es una meta a largo plazo; tampoco se pueden modificar las 
características de este fenómeno natural. Sus consecuencias en un ambiente 
urbano generalmente pueden abarcar áreas más extensas y ser más diversas. 
Esto quiere decir que debe evaluarse el probable nivel de peligro sísmico, 
reconocer los terrenos que por su naturaleza y origen son más susceptibles 
pudiendo reducir sus efectos con construcciones adecuadas y actualizaciones 
prudentes y oportunas. En consecuencia, la protección de vidas y bienes, como 
tarea de mitigación, debe estar enfocada hacia la reducción de su vulnerabilidad. 
 
4. Inundaciones: son tal vez los desastres más frecuentes y devastadores. Pueden 
ocurrir en quebradas y ríos que descienden por inclinaciones de las montañas o 
circunscribirse a los valles de los ríos en zonas llanas. Hay casos en que las 
inundaciones se producen en forma casi instantánea, llegando a su nivel más alto 
en sólo algunos minutos, y sucede cuando hay intensas lluvias en un breve 
período de tiempo. Los asentamientos humanos construidos en las inmediaciones 
de los cuerpos de agua son vulnerables a las emergencias al asociarse los 
factores físicos con los urbanísticos y el uso del suelo. 
 
Existen dos fenómenos llamados El Niño y La Niña, que dependiendo del país y 
de la zona se manifiestan con sequías y ausencia de lluvias o con incremento de 
 
estas últimas con consecuentes inundaciones, convirtiéndose en herramientas 
válidas para hallar el factor causante de algunas alteraciones climáticas 
significativas. 
 
Un estudio del Banco Mundial señala que las pérdidas económicas por desastres 
entre 1970 y 2010 en Colombia ascienden a 7.102,9 millones de dólares. Es decir, 
un promedio de pérdidas anuales de 177 millones de dólares. Dicho estudio 
contempla los siete grandes desastres que se presentaron en el país en los 
últimos 30 años: el terremoto de Popayán en 1983, la erupción del volcán del 
nevado del Ruiz en 1985, los terremotos del Atrato Medio en 1992, el fenómeno 
del Niño entre 1997 y 1998, el terremoto del Eje Cafetero en Armenia en 1999 y el 
fenómeno de la Niña entre 2010 y 2011. En ellos, sólo las pérdidas en materia de 
vivienda alcanzaronlos 2.045,1 millones de dólares (Campos, Holm Nielsen, Díaz, 
Rubiano, Costa, Ramírez, y Dickson, 2012). 
 
Se seleccionaron los cuatro fenómenos más relevantes de ese período para 
analizar cómo fue el manejo dado a la comunicación de riesgos y de crisis. 
 
Recuento de cuatro desastres de origen natural en colombia 
 
La erupción del volcán del Ruiz y la desaparición del municipio de Armero 
(1.985) 
 
El Volcán del Ruiz localizado en el municipio de Líbano en Colombia y que hace 
parte del cinturón de Fuego del Pacífico, hizo erupción el 13 de noviembre de 
1.985 sepultando el municipio de Armero donde murieron más de 20 000 de sus 
29.000 habitantes. 
 
 
La comunicación de riesgo en este evento estuvo representada en la información 
dada por los expertos vulcanólogos quienes hacía más de un año estaban 
estudiando el comportamiento del volcán y habían advertido a las autoridades y a 
los medios de comunicación sobre el peligro durante las semanas previas a la 
tragedia (Vega, 2006). Se describieron mapas de riesgo para la zona que fueron 
escasamente difundidos por los medios de comunicación. El día de la erupción se 
llevaron a cabo varios intentos de evacuación, pero debido a una tormenta las 
comunicaciones se vieron restringidas, y el alcalde de la localidad no logró obtener 
la autorización de su superior para el desalojo de la población. 
 
Muchas de las víctimas se mantuvieron en sus hogares, tal como se les había 
ordenado, creyendo que la erupción ya había terminado. Entre la población y las 
autoridades la percepción del riesgo era casi nula. Gran parte de la información de 
riesgos que se manejó en la zona del desastre, se debió a un reporte acertado 
pero insuficiente, de un boletín esporádico, emitido en medio de la transmisión 
televisiva deportiva donde se advertía la necesidad de tomar medidas urgentes 
que permitieran salvar la vida de los pobladores. A las 9.29 p.m. el volcán hizo 
erupción, perdiéndose la comunicación con Armero (Rueda, 2012). 
 
Comunicación de crisis: En medio de la tragedia el mayor soporte en 
telecomunicaciones se debió a las acciones espontáneas de radioaficionados en 
Armero y Bogotá. En esa época, la radio en Colombia ocupaba un lugar 
preponderante frente a la televisión, en donde aún no había canales privados. No 
existía la telefonía móvil y al no contar la zona afectada con frecuencia única para 
emergencias, los esfuerzos de comunicación fueron desarticulados e ineficientes. 
Con todas estas dificultades técnicas el país fue informado sobre lo que había 
ocurrido. Los medios mostraron no estar preparados para manejar este tipo de 
comunicación, los organismos de socorro no contaron con voceros oficiales que 
emitieran comunicados confiables. Tanto la prensa como la radio se alejaron de 
 
los hechos centrales, enfocándose más en pequeñas crónicas o historias de vida 
de las víctimas (Velásquez, 2005). 
 
Dentro de todo este caos emerge Omayra, una pequeña de 13 años de edad que 
encontraron atrapada y con vida entre los escombros de su vivienda, y que quedó 
en la retina del mundo entero como la imagen absurda de la tragedia. Minuto a 
minuto fue documentado en imágenes fotográficas y entrevistas su sufrimiento, 
agonía, despedida y muerte. La percepción que quedó entre muchos fue que en 
algunos momentos los periodistas atropellaron a las víctimas, concentrándose en 
obtener la foto o imagen más espectacular. 
 
La negligencia en materia de medidas gubernamentales dirigidas a prevenir y 
mitigar el daño, aunada a las limitaciones técnicas en comunicación de la época, 
contribuyó a que la capacidad de respuesta al desastre fuera prácticamente 
inexistente. 
 
El deslizamiento de Villatina en Medellín (1.987) 
 
El 27 de septiembre de 1987 a las 2:40 p.m. un deslizamiento de la ladera 
occidental del cerro Pan de Azúcar sepultó un sector del barrio Villatina en el 
oriente de Medellín, matando a más de 500 personas, destruyendo más de 100 
viviendas y dejando 2000 damnificados en una zona donde confluían una serie de 
factores que constituían una combinación extremadamente peligrosa: factores 
geográficos, topográficos, geológicos y antrópicos, provocando la tragedia que la 
Universidad Católica de Lovaina cataloga como uno de los diez desastres urbanos 
más importantes en el mundo (Coupé, F., Arboleda, E., y García, C, 2007). 
 
Comunicación de riesgo: En los años 80´s apenas estaban tomando fuerza los 
organismos de prevención de desastres y según el historiador Carlos Serna de la 
 
Asociación Historia Abierta, aunque existía el Fondo de Atención y Prevención de 
Desastres que era una instancia del orden departamental, realmente ellos se 
encargaban más de mitigar los efectos del desastre que en la prevención del 
mismo, tomando este acontecimiento por sorpresa a los organismos de socorro. 
La tragedia evidenció la magnitud del riesgo que había en la ciudad y la 
incapacidad institucional para manejarlo. La desinformación existente hacía que 
los habitantes de Villatina fueran personas vulnerables ante la ocurrencia de un 
fenómeno de este tipo pues aunque en diferentes informes técnicos realizados por 
ingenieros del municipio de Medellín desde el año de 1983, ya establecían que 
Villatina, parte alta, era zona de alto riesgo (Isaza y Barrera, 2007), nunca antes 
había sido hecha la declaratoria. La comunicación de riesgo aquí no fue 
empleada, no hubo manera de alertar a la población con advertencias ante la 
amenaza latente y anticiparse al desastre. 
 
Comunicación de crisis: Fueron la radio y la televisión nacional a través de la 
cadena Caracol quien transmitía un partido de fútbol, las que informaron de la 
tragedia, emitiendo advertencias sobre el riesgo que aún persistía en la zona así 
como con llamados a los organismos de rescate convirtiéndose en vocera de los 
mismos. Exhortaban a la comunidad a través de boletines especiales a ayudar 
rescate de personas. (Villatina recuento de una verdad enterrada, 
http://www.youtube.com/watch?v=gGeM1biPL8w). 
 
El diario local El Colombiano de Medellín registró la noticia en primera página bajo 
el titular “…Y la tragedia volvió a Villatina” en la edición del lunes 28 de septiembre 
de 1987. En los 8 días siguientes los titulares para las ediciones diarias de El 
Colombiano daban cuenta de la evolución de las noticias sobre el suceso con 
titulares como : “Aumentan los muertos y el dolor”, “Un sobrevuelo a la tragedia: 
Lo que se vino fue la parte buena del morro”, “La Iglesia pondrá en marcha el 
programa de reconstrucción de viviendas”, “El drama de los sobrevivientes ¡Dónde 
 
está mi papá¡”, “Emocionado adiós a los muertos”, “Suspendido el rescate”, “Y 
ahora … a buscar las soluciones”, “El gobierno nacional ayudará a Medellín”, “Hoy 
es la declaratoria de camposanto”. 
(www.elcolombiano.com/bancomedios/video/Medellin_Tragedia_Villatina_aniversa
rio_28 092012_2.mp4). 
 
Uno de los aspectos de mayor importancia durante el desastre es la orientación a 
la comunidad, sin embargo el manejo dado a la información parece centrarse más 
en el drama de los afectados por el evento que en indagar las causas y 
consecuencias de los fenómenos o los responsables de lo ocurrido. 
 
En el 2012, a raíz de los 25 años de ocurrido el desastre, los diarios y canales de 
televisión locales y nacionales hicieron un nuevo cubrimiento del hecho, 
enfocándose principalmente en el aspecto humano al recordar a las víctimas en 
términos de dolor y pérdida, contrastándolo con los avances operados en el barrio 
en lo social y en la educación, haciendo salvedad sobre las peligrosas condiciones 
de orden público imperantes en el barrio. En esta ocasión mientras los habitantes 
expresaron a los medios el abandono del Estado y la negligencia en buscar 
culpables, las autoridades entrevistadas se enfocaron en las obras de mitigación 
emprendidas a través de los años. 
 
El terremoto deArmenia (1.999) 
 
El sismo que afectó al eje cafetero colombiano, especialmente a la ciudad de 
Armenia, ocurrió el 25 de Enero de 1999, a la 1:19 p.m. Aunque la magnitud fue 
moderada, la intensidad fue muy alta en las poblaciones cercanas al epicentro. El 
número de víctimas fue de 668 muertos y 3249 heridos, y ha sido el que mayor 
destrucción ha causado en Colombia en el presente siglo, teniendo consecuencias 
tanto económicas como sociales. 
 
 
Comunicación de riesgo: La emergencia dejó al descubierto que el país una vez 
más no estaba preparado para enfrentar un desastre de este tipo, ni en términos 
de logística ni de medios de comunicación. 
 
Comunicación de crisis: En este evento confluyeron una serie de condiciones 
como falta de información e inconsistencia en la comunicación entre el Estado y la 
comunidad generando desinformación, falsas expectativas y confusión, así como 
tensiones sociales y vandalismo, resultado de una falta de autoridad del Estado e 
incapacidad de los medios de comunicación tradicionales de contribuir como 
comunicación pública, favoreciendo el surgimiento de iniciativas de reconstrucción 
que hoy por hoy son citadas como ejemplo (Galvis Ortiz, 2005). Seis meses 
después de ocurrido el terremoto, es la propia comunidad quien inventa sus 
propias estrategias de comunicación y surge un proyecto de Comunicación 
MacroIntencional que entrelaza a los medios masivos comerciales con los 
comunitarios, abordando tres ejes: uso de medios masivos, apoyo a iniciativas 
comunitarias y redes de apoyo, todo esto dentro de un modelo alternativo entre 
sociedad civil, como socia del Estado y ONGs. 
 
Dentro de las acciones emprendidas estaban las emisiones diarias radiales de 
magazines informativos, diseño de radionovelas, documentales, debates y 
entrevistas por canales nacionales y regionales. En materia de prensa se editó un 
informativo quincenal gratuito inserto en periódicos regionales que luego pasó a 
ser semanario. Otro logro fue la Red de reeditores donde entidades formales y no 
formales se dedicaba al trabajo educativo. 
(http://www.comminit.com/es/node/34065) 
 
Hay que resaltar dentro de las experiencias anteriores dos proyectos importantes: 
Voces Ciudadanas, en la modalidad de periodismo público y el proyecto de 
 
Comunicación Pública desde la institucionalidad Estado - ONGs quienes 
promovieron una reconstrucción democrática de la ciudad concibiendo a la 
comunicación como escenario de encuentro y de inclusión. 
 
El producto del trabajo de Voces Ciudadanas se visibilizó no solamente en los 
medios de comunicación locales, sino en un periódico de carácter nacional editado 
en Bogotá (El Espectador). En este caso se puede considerar que el periodismo 
público contribuyó de alguna manera al desarrollo de las expectativas ciudadanas. 
(http://www.waccglobal.org/en/20064communicationanddisaster/605Terremoto.htm
l) 
 
Las inundaciones del sur del Atlántico (2010) 
 
Colombia por su localización en la Franja Intertropical de Convergencia (FIC) y por 
su accidentada fisiografía, es un país susceptible a catástrofes y desastres 
naturales, los cuales en un 90% están asociados a fenómenos 
hidrometereológicos (Carvajal, Jiménez, Materón, 1998). En el sur del 
departamento del Atlántico, situado en el Caribe colombiano, el fenómeno de La 
Niña se manifestó desde mediados del año 2010 con incremento de lluvias y del 
caudal del río Magdalena, excediendo los niveles de capacidad y superando 
máximos históricos a nivel del Canal del Dique, que direcciona las aguas del río 
hacia el departamento de Bolívar y la región sur del departamento del Atlántico. 
El fenómeno de la Niña entre 2010 y 2011 es el desastre de mayor impacto que ha 
afrontado el país, muy por encima del terremoto del Eje Cafetero en Armenia y la 
avalancha del volcán nevado del Ruiz sobre Armero y poblaciones circunvecinas. 
En el libro Análisis de la gestión del riesgo de desastres en Colombia, se reveló 
que la atención del fenómeno de la Niña entre 2010 y 2011 costó 8,6 billones de 
pesos. (Campos, Holm Nielsen,Díaz, Rubiano, Costa, Ramírez, y Dickson, 2012). 
 
 
El 30 de noviembre de 2010 la fuerza del agua del Canal del Dique abrió un 
boquete en la carretera paralela que del municipio de Calamar (Bolívar) conduce a 
Santa Lucía (Atlántico). Cinco días después esa abertura tenía 240 metros e 
inundaba las poblaciones del sur del departamento del Atlántico. (Güiza, 2012) 
 
Comunicación de riesgo: Las causas de la emergencia invernal de 2010 – 2011 
tuvieron que ver con situaciones previsibles que no fueron atendidas. Como todos 
los años los periodistas cumplieron con la función de advertir las posibles 
consecuencias de las fuertes lluvias, activando el sistema de emergencia meses 
antes pero no encontraron eco en las instancias gubernamentales. Cuando ya era 
de conocimiento tanto de las autoridades centrales como de la ciudadanía en 
general que el fenómeno de La Niña se manifestaría intensamente en el segundo 
semestre de 2010 y habían comenzado a inundarse otras zonas del país, la 
gobernación del departamento del Atlántico entregaba las obras de refuerzo a la 
estructura del Canal del Dique frente a un grupo de periodistas que fueron 
llevados hasta la zona. Con tres meses de antelación al surgimiento de la 
emergencia en el Canal del Dique, el gobernador expresó a los medios que el 
departamento del Atlántico estaba “blindado y a prueba de inundaciones”. Días 
antes del rompimiento del dique, los medios registraron los llamados de alcaldes 
de algunas localidades en riesgo, advirtiendo que los refuerzos en la estructura 
eran insuficientes y pidiendo medidas más efectivas para conjurar la amenaza 
(Gómez y Leal, 2012). 
 
Comunicación de crisis: El diario local El Heraldo, el medio impreso más 
importante de la Región Caribe, realizó una amplia cobertura comunicativa 
centrando la mayoría de la información en el seguimiento de la emergencia, 
relatando día a día el aumento del tamaño de la rotura del dique hasta su posterior 
cierre 57 días después, la reubicación temporal de los damnificados, sus 
condiciones de vida y necesidades y mostrando la imagen positiva reflejada por el 
 
gobernador del departamento al estar al frente del manejo y resolución de la crisis. 
Según Gómez y Leal (2012) los periodistas entrevistados estuvieron de acuerdo 
en que aunque el resultado final fue un manejo positivo de la comunicación en las 
primeras etapas de la crisis del Canal del Dique, la respuesta mostró que no hubo 
entrenamiento o plan de contingencia previo para manejar estas emergencias. 
 
Análisis 
 
Lo que las experiencias en Colombia en materia de comunicación de riesgo y de 
crisis muestran es que aún falta un largo camino por recorrer. En el contexto 
colombiano, la gestión de riesgo de desastre sólo se utiliza reactivamente durante 
la emergencia, y en escasas ocasiones, en la mitigación. Los medios masivos de 
información al no contar con comunicadores con formación en comunicación de 
las ciencias, con escaso conocimiento científico sobre los factores 
desencadenantes de eventos catastróficos, no están preparados para el 
cubrimiento de la prevención de desastres o de los temas relacionados con él. En 
los casos descritos anteriormente, la comunicación mostró ser omisa en la difusión 
constante y oportuna sobre la vulnerabilidad, riesgo y medidas de prevención, así 
como en la implementación de campañas de sensibilización utilizando los medios 
masivos. 
 
Hay que tener en cuenta que en casos de desastres de gran magnitud, los mismos 
medios de comunicación pueden llegar a ser víctimas del desastre y necesitan 
implementar su propia gestión para recuperar su función informativa (Ibarra, 
2011). 
 
Una vez presentada la emergencia, no se evidenció en algunos casos la 
existencia e implementación de protocolos de comunicación definidos de atención 
de desastres.A raíz de la erupción del Volcán del Ruiz se crea la Sistema 
 
Nacional de Prevención y Atención de Desastres – SNPAD quien en el año de 
2006 elaboró el Protocolo de actuación de los medios masivos de información 
pública nacional en caso de un desastre súbito de cobertura nacional. 
 
Posteriormente en el 2008 el Ministerio de Comunicaciones diseñó el PLAN DE 
EMERGENCIA Y CONTINGENCIAS DEL SECTOR DE TELECOMUNICACIONES 
donde se encuentra el Protocolo 7. Procedimiento general de actuación para los 
medios masivos de información pública en situaciones de desastres. 
 
La excesiva dramatización de los hechos fue una constante en los cuatro casos 
estudiados. Esta parece ser una tendencia común en el tratamiento de los 
desastres naturales en Colombia (Hermelín, 2007) y concuerda con el estudio de 
Obregón, Arroyave y Barrios (2010) en el que expresan que “en los textos de los 
periodistas de los países andinos, la narrativa estuvo más centrada en la 
experiencia de los sujetos frente al desastre, por ejemplo, que en los hechos; es 
decir, más en la “tragedia” de los afectados que en buscar causas y 
responsabilidades individuales o colectivas por lo ocurrido, que a su vez pudieran 
dar cuenta de cómo se gestó el episodio motivo de la noticia, cómo afectó o pudo 
afectar a la sociedad en general, o cómo pudo haberse evitado o minimizado en 
términos de su impacto.” 
 
En la fase de recuperación y reconstrucción, el papel de la comunicación será 
principalmente informar sobre la evaluación de los daños, sin descuidar la 
educación y la información preventiva, para que no se repita el impacto de las 
emergencias ya vividas (Palm, 2002). En esta fase, vale la pena ilustrar el uso del 
periodismo público que desarrolló Voces Ciudadanas, en la reconstrucción de 
Armenia, constituyéndose en una experiencia única en su género. 
 
 
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Otros materiales