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Cuarenta años 
de apertura comercial chilena
Por Dorotea López*
y Felipe Muñoz N.**
Introducción 
EL recieNte desarroLLo de chiLe ha estado marcado por la impo-sición de un modelo económico coincidente con los principios 
de corte neoliberal, en el que la política de apertura comercial ha 
sido pilar fundamental. Dicha política se inició en la década de 
los setenta y ha sido continuada por los gobiernos democráticos a 
través del uso de estrategias de carácter unilateral, preferencial y 
multilateral definidas por las condiciones políticas del país y del 
entorno como, por ejemplo, el aislamiento internacional del régi-
men militar o el estancamiento de las negociaciones multilaterales. 
De esta manera, medidas como la rebaja unilateral de aranceles y 
otras barreras al comercio han estado acompañadas por una activa 
participación en las negociaciones, primero del Acuerdo General 
sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (gatt, por sus siglas en 
inglés) y luego de la Organización Mundial del Comercio (oMc), 
así como por la búsqueda de acuerdos preferenciales con los prin-
cipales socios comerciales del país.
Como resultado de lo anterior, Chile es hoy un país abierto al 
comercio internacional, gran parte de su economía depende de su 
interrelación con otros mercados y cuenta con la más amplia red de 
acuerdos preferenciales. Esto ha permitido al país vivir una de las 
etapas más rápidas de crecimiento económico y cosechar algunos 
éxitos, pero aún quedan desafíos por resolver, como la equidad, la 
educación y la diversificación productiva. En cuestiones comer-
ciales, la implementación y aprovechamiento de los acuerdos, las 
nuevas negociaciones en los llamados mega-acuerdos regionales 
y la integración regional son temas que deben ser abordados. 
* Profesora del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile; 
e-mail: <dolopez@uchile.cl>.
** Profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile; 
e-mail: <fmunozn@uchile.cl>.
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Cuadernos Americanos 154 (México, 2015/4), pp. 125-151.
El presente artículo analiza la implementación de dicha polí-
tica de apertura comercial. Tras la introducción, la primera parte 
presenta el itinerario y revisa los principales hitos de la apertura a 
partir de la década de los setenta. En la segunda parte se analizan 
los principales efectos que esta política ha tenido sobre la canasta 
exportadora y sus mercados de destino. La tercera parte analiza los 
principales desafíos que actualmente enfrenta la política comercial. 
El artículo finaliza con algunas reflexiones respecto del modelo de 
apertura implementado por Chile.
Itinerario de la política comercial chilena
Apertura comercial durante la dictadura
ChiLe ha sido reconocido como país pionero en hacer reformas a 
su modelo económico. Comparado con el resto de la región, inició 
la apertura comercial en etapas tempranas; hacia la mitad de los 
años setenta adoptó la liberalización económica y abandonó el 
modelo de industrialización por sustitución de importaciones (isi).
Tras el golpe de Estado de 1973, la Junta Militar encabezada 
por Augusto Pinochet propició un plan de transformación de la eco-
nomía nacional, en el que la política comercial sería fundamental. 
Hasta aquel momento, al igual que en el resto de la región, en Chile 
había dominado una política de industrialización por sustitución 
de importaciones con múltiples barreras al comercio. 
A comienzos de 1974 el arancel medio simple era casi 100%, con 57 tasas 
arancelarias distintas, que variaban entre cero y 220%. Además existían 
sobretasas para distintos bienes y medidas no arancelarias, tales como 
depósitos previos, prohibiciones y cuotas. Al mismo tiempo, la política 
cambiaria apoyaba la protección del mercado interno. A mediados del año 
1972, frente a una fuerte y creciente escasez de divisas, se estableció un 
sistema de cambio múltiple con ocho precios distintos para el dólar.1 
Bajo los principios de Milton Friedman y la Escuela de Chicago 
se retoman los paradigmas del liberalismo y de la no intervención 
estatal se hace un asunto esencial para la garantía no sólo de la 
salud económica, sino también de la propia libertad humana. Desde 
1 Carlos Furche, pról., Chile: 20 años de negociaciones comerciales, Santiago, 
Direcon, 2009, p. 58.
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entonces, el principio del Estado subsidiario estaría muy marcado 
en el diseño de la política económica.2
El nuevo modelo económico basado en el mercado exigía 
ampliarse, por lo que no tardó en implementarse un agresivo plan 
de apertura unilateral3 que desmanteló la protección hasta ese 
momento imperante. Para lograrlo se redujeron y homogeneizaron 
los aranceles, se eliminaron las barreras no arancelarias y los tipos 
de cambio múltiples y se propiciaron políticas que fomentaran al 
sector exportador.4 Chile se erigió en un caso paradigmático, con 
una agresiva liberalización arancelaria unilateral y la privatización 
de importantes activos estatales.5
Paralelamente Chile formaba parte de las negociaciones multi-
laterales del gatt, primero de la Ronda Tokio (1973-1979) y luego 
de la Ronda Uruguay (1986-1994). La Ronda Tokio sería funda-
mental para el anclaje de la reforma que estaba llevando adelante 
el régimen militar. Chile fue uno de los primeros países de América 
Latina en participar en las negociaciones del gatt y posteriormente 
2 Para el modelo neoliberal, una intervención por parte del Estado en el mercado 
“equivaldría a atentar contra la libertad del ser humano. La intervención estatal atenta 
contra el orden social de mercado como eje constitutivo de las sociedades”, Manuel 
Antonio Garretón, Neoliberalismo corregido y progresismo limitado: los gobiernos 
de la Concertación en Chile, 1990-2010, Santiago, Arcis/Clacso, 2012, p. 26. El papel 
del Estado subsidiario que postulaba el modelo neoliberal sólo suponía el buen funcio-
namiento del Estado en la dinámica económica. Para el Estado subsidiario, la lógica 
económica primaba sobre la política con base en los efectos que cada una genera sobre el 
bienestar general. En esta perspectiva, la actividad del Estado debía minimizarse para no 
interferir en la asignación de recursos, véase Oscar Muñoz, Hacia el Estado regulador, 
Santiago, Cieplan, 1993.
3 La naturaleza del gobierno militar, su carácter autoritario, los problemas relacio-
nados con los derechos humanos, entre otros aspectos, inhiben el campo de acción inter-
nacional, por lo que el camino unilateral y las negociaciones multilaterales en el marco 
del gatt serán los principales instrumentos de política comercial que se utilizarán en esta 
época. Véanse Heraldo Muñoz, “Las relaciones exteriores del gobierno militar chileno”, 
Revista Mexicana de Sociología, vol. 44, núm. 2 (abril-junio de 1982), pp. 577-597; y 
Manfred Wilhelmy, “Hacia un análisis de la política exterior chilena contemporánea”, 
Estudios Internacionales (Universidad de Chile), vol. 12, núm. 48 (octubre-diciembre 
de 1979), pp. 440-471.
4 Ricardo Ffrench-Davis, Entre el neoliberalismo y el crecimiento con equidad: tres 
décadas de política económica en Chile, Santiago, JC Sáez Editor, 2003; Juan Andrés 
Fontaine, “Transición económica y política en Chile: 1970-1990”, Estudios Públicos 
(Santiago), núm. 50 (otoño de 1993), pp. 229-279; y Dominique Hachette, “La reforma 
comercial”, en Felipe Larraín y Rodrigo Vergara, eds., La transformación económica 
de Chile, Santiago, cep, 2000, pp. 295-338.
5 Colin Crouch, The strange non-death of neoliberalism, Cambridge, Polity, 2011; y 
Ricardo Ffrench-Davis, Macroeconomía, comercio y finanzas para reformar las reformas 
en América Latina, Santiago, McGraw-Hill Interamericana, 1999.
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fue miembro fundador de la oMc. De forma extraordinaria consolidó 
la totalidad desus aranceles de Nación Más Favorecida (NMf) en un 
valor homogéneo de 35%, exceptuando las bandas de fluctuación. 
Si bien este nivel era superior al arancel efectivo del momento, 
marcaba una señal de anclaje de las reformas, “de esa manera 
se procuró hacer más difícil aplicar derechos por encima de ese 
nivel en el futuro y revertir total o parcialmente la nueva política 
arancelaria”.6 Tal anclaje se pondría en práctica durante la propia 
dictadura, como sucedió en 1983 cuando en respuesta a la crisis de 
la deuda se revierte el proceso de apertura elevando los aranceles, 
pero sólo hasta los niveles previamente consolidados en el gatt.
En el ámbito institucional también se hicieron reformas, en 
especial en el Ministerio de Relaciones Exteriores para acomodarlo 
a las exigencias que imponía el nuevo modelo de desarrollo con la 
aprobación, en 1979, del Decreto Ley 53 mediante el cual se creó 
la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales 
(Direcon).7
Tras la crisis, el gobierno militar continuó su política de aper-
tura comercial, pero en el marco de una política económica más 
pragmática.8 Las principales modificaciones tienen relación con el 
manejo del tipo de cambio, el cual a partir de 1982 es sometido a 
una política de minidevaluaciones diarias con el fin de mantener un 
tipo de cambio real, congruente con las perspectivas de mediano 
plazo.9 En 1988 el arancel NMf se vuelve a bajar hasta 15%. Como 
resultado de estas políticas se vive un periodo de acelerado creci-
miento del sector exportador.10
6 Alejandro Jara, “Las virtudes de la promiscuidad: la apertura comercial de Chile”, 
en Antoni Estevadeordal y Ramón Torrent, eds., Regionalismo global: los dilemas para 
América Latina, Barcelona, Fundación cidob, 2005, p. 91.
7 José Ignacio Porras, La estrategia chilena de acuerdos comerciales: un análisis 
político, Santiago, Naciones Unidas/cepaL, 2003.
8 Ricardo Ffrench-Davis, Is Chile a model for economic development?, 2014, docu- 
mento de trabajo disponible en el Repositorio Académico de la Universidad de Chile, 
de: <http://repositorio.uchile.cl/handle/2250/122760>.
9 Juan Andrés Fontaine, Economía chilena en los años ochenta: ajuste y recu-
peración, Santiago, Banco Central de Chile, 1987 (Serie Estudios Económicos, núm. 34).
10 José Pablo Arellano, “Crisis y recuperación económica en Chile en los años 80”, 
Colección Estudios Cieplan (Chile, Corporación de Estudios para Latinoamérica), núm. 
24 (junio de 1988), pp. 63-84.
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Profundización en democracia
El fin de la dictadura de Pinochet puso en duda la continuidad del 
modelo; la campaña del gobierno militar para el plebiscito de 1988 
y la elección presidencial de 1989 se centraron en una posible crisis 
económica si se retornaba a las prácticas anteriores. Por esta razón, 
y ya en el poder, Patricio Aylwin resaltó que el motor del desarrollo 
era la empresa privada y que el Estado no intervendría más allá de 
lo estrictamente necesario, asegurando la continuidad del modelo 
heredado. Pero la llegada de un presidente democrático permitió 
una nueva forma de implementar este modelo, en particular en lo 
referente a sus relaciones internacionales. “El retorno democrático 
no sólo permitió la plena reinserción internacional de Chile sino 
que hizo posible una activa política de negociaciones comerciales 
internacionales que permitió potenciar la apertura económica ini-
ciada durante el régimen autoritario”.11 Así lo señalaba el propio 
Aylwin en su primera cuenta pública al referirse a la política exte-
rior: “[ésta] debe ser un instrumento importante en el fomento de 
una economía cada vez más competitiva internacionalmente”.12
De tal forma comenzó la búsqueda de acuerdos preferenciales 
que permitieran complementar la apertura unilateral iniciada du-
rante el gobierno militar, así como el abordaje de algunos tópicos 
que no podían ser resueltos de otra manera.13 Los primeros pasos 
en esta materia se llevaron a cabo con países de la región. La idea 
de iniciar una apertura concertada se sustentaba no sólo en la reali-
dad comercial que apremiaba una respuesta, también representaba 
una forma de anclar el modelo de apertura comercial y marcar una 
diferencia que permitiera recomponer el proceso de inserción de 
Chile en el mundo. Es por esto que la suscripción de acuerdos 
comerciales preferenciales marcaría una definición de política y 
la opción de un modelo más allá de los mismos. “Los formatos 
que imprimieron los Chicago Boys, su idioma, mitos e ideología 
racionalista terminaron convirtiéndose en una nueva convicción 
11 Alberto van Klaveren, “La política exterior de Chile durante los gobiernos de la 
Concertación (1990-2010)”, Estudios Internacionales (Universidad de Chile), vol. 44, 
núm. 169 (mayo-agosto de 2011), p. 155.
12 Patricio Aylwin, Mensaje presidencial pronunciado en la Sesión del Congreso 
Pleno el 21 de mayo de 1990, en de: <http://www.bcn.cl/historiapolitica/mensajes_pre-
sidenciales>, p. 60.
13 Sebastián Sáez y Juan Gabriel Valdés, “Chile y su política comercial ‘lateral’”, 
Revista de la cepal (Santiago), núm. 67 (abril de 1999), pp. 81-94.
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institucionalizada dentro de la estructura político-administrativa 
chilena que sobrevivió al régimen militar”.14
Las decisiones sobre la política comercial de Chile de los últi-
mos años han conllevado determinaciones que lo han dejado fuera 
de importantes esquemas de integración de la región. Por ejemplo, 
la política de apertura contenía doctrinas no compatibles con el 
desarrollo del proceso de integración andino. Particularmente, la 
incompatibilidad de la Decisión 24 del Pacto Andino respecto de 
la inversión extranjera con la normativa que Chile estaba llevando 
adelante (Decreto Ley 600 promulgado en 1974) origina que en 
1976 el país se retire de ese proceso de integración. En cuanto 
al Mercosur, tanto el gobierno como la comunidad empresarial 
afirmaban que dada la proyección de Chile y las condiciones de 
ingreso al bloque, convertirse en miembro pleno no era una alter-
nativa conveniente.15 El arancel común de Mercosur tampoco era 
sostenible a la luz de la firma de tratados preferenciales, por lo 
que en ambos esquemas Chile adquirió un estatus de asociado.16
La región contaba con una particularidad: la existencia del Tra-
tado de Montevideo de 1980 permitía, en el marco de la Asociación 
Latinoamericana de Integración (aLadi),17 la suscripción de Acuerdos 
de Complementación Económica (ace) o de Acuerdos de Alcance 
Parcial (aap),18 principalmente dirigidos a la liberalización del 
14 Porras, La estrategia chilena de acuerdos comerciales [n. 7].
15 Joaquín Fermandois y María José Henríquez, “¿Contradicción o díada? Política 
exterior de Chile ante el Mercosur”, Estudios Internacionales (Universidad de Chile), 
vol. 38, núm. 148 (enero-marzo de 2005), pp. 55-77; y Porras, La estrategia chilena de 
acuerdos comerciales [n. 7].
16 Sebastián Herreros, “Chile”, en Ann Capling y Patrick Low, eds., Governments, 
non-state actors and trade policy-making: negotiating preferentially or multilaterally?, 
Cambridge, Cambridge University Press, 2010, pp. 29-62.
17 La suscripción del Tratado de Montevideo (tM) de 1980 fue resultado de lo com-
plejo que era avanzar, mediante los mecanismos de la Asociación Latinoamericana de 
Libre Comercio (aLaLc), en la zona de libre comercio formalmente establecida por el 
Tratado de 1960. La Asociación Latinoamericana de Integración (aLadi) que formaba el tM 
estaba integrada por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, 
Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, y tenía como objetivo fomentar el otorgamiento 
de preferencias arancelarias a nivel regional y suscribir los acuerdos de alcance regional.
18 En los aap los países firmantes se otorgan preferencias arancelarias sobrela 
base de una rebaja porcentual respecto de los aranceles aplicados. Estas preferencias 
se conceden únicamente para los productos que cada país negocia; es decir, cubren un 
número limitado de productos y no son los mismos para ambos países. Los aap tienen 
una duración mínima de un año y pueden contener normas respecto de reglas de origen, 
barreras para-arancelarias, cláusulas de salvaguarda y retiro y renegociación de conce-
siones. Los ace tienen objetivos más amplios, por ello deben contener un programa de 
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comercio de bienes y posteriormente sustituidos por acuerdos de 
mayor complejidad como los Tratados de Libre Comercio (tLc).19 
Argentina y México fueron los primeros países con los que Chile 
suscribió un Acuerdo de Complementación Económica en 1991; 
más tarde, en 1993, lo firmaría con Venezuela, Bolivia y Colombia; 
y en 1994 con Ecuador. Posteriormente al ace firmado con México 
en 1991,20 se firmó uno de mayor profundidad, el segundo tLc de 
Chile después del alcanzado con Canadá. Uno de los acuerdos más 
importantes suscritos en esta etapa fue el ace 35, firmado en 1996 
con el Mercosur. La negociación de este acuerdo fue particular-
mente controvertida por las sensibilidades agrícolas, donde hubo 
más debate y participación de diferentes actores. Finalmente, y tras 
intensas negociaciones internas y pagos laterales que compensaban 
a los agricultores, se logró su firma.21
De esta forma, Chile tejió una red de acuerdos centrados en la 
entrega de preferencias recíprocas en materia de bienes y orientados 
a la región. Continuando con sus estrategias unilaterales, en 1991 
rebajó drásticamente los aranceles aplicados uniformemente a 11%, 
lo cual contrasta con una estructura arancelaria que veinte años 
antes estaba en tres dígitos.22 Simultáneamente Chile demuestra 
una férrea voluntad de negociar acuerdos preferenciales bilaterales 
con cualquier socio interesado.
desgravación arancelaria para el o los sectores que se negocian, pudiendo considerar 
también la eliminación de las restricciones no arancelarias. Además, pueden incorporar 
disposiciones referentes a la coordinación de programas y estímulos gubernamentales 
para facilitar la complementación económica, las prácticas desleales de comercio y la 
armonización de políticas e instrumentos. Estos acuerdos también contienen normas de 
origen y cláusulas de salvaguarda. Dado que el programa de desgravación de los ace no 
tiene que abarcar a todos o a la mayoría de los sectores, estos acuerdos no necesariamente 
llevan a la constitución de zonas de libre comercio.
19 Los tLc son instrumentos complejos y que abordan temas más allá del otorga-
miento de preferencias arancelarias. Incluyen disciplinas sobre el comercio de servicios, 
propiedad intelectual, inversiones, aspectos laborales y medio ambientales y medidas de 
defensa comercial, entre otros. Generalmente tienen una cobertura completa de partidas 
arancelarias, su desgravación y aquellos temas que facilitan el tránsito de mercancías. 
Actualmente en acuerdos como el Transpacífico (tpp por sus siglas en inglés) se incluyen 
aspectos como coherencia regulatoria o pequeñas y medianas empresas.
20 El ace se firmó en 1991 y debido a la relación y la posibilidad de ingresar al tLcaN 
en 1999 entra en vigor el tLc, que posteriormente se profundizaría convirtiéndose en un 
acuerdo de asociación estratégica que contempla lo político y la cooperación en 2006. 
21 Porras, La estrategia chilena de acuerdos comerciales [n. 7].
22 Andrés Velasco y Marcelo Tokman, “Opciones para la política comercial chilena 
en los ‘90”, Estudios Públicos (Santiago), núm. 52 (primavera de 1993), pp. 53-99.
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Si bien los primeros acuerdos preferenciales se suscribieron con 
países de la región, a inicios de los noventa surgió la posibilidad 
de ingresar al Tratado de Libre Comercio de América del Norte 
(tLcaN, también conocido como Nafta por sus siglas en inglés), 
pero Estados Unidos no obtuvo el fast track —lo que hoy día se 
conoce como la Trade Promotion Authority (tpa)—23 por parte del 
Congreso norteamericano y eso eliminó la posibilidad de tener un 
acuerdo con Chile. De todos modos, ese acercamiento permitió 
iniciar conversaciones con Canadá, lo que resultó, en 1997, en 
la firma del primer tratado de libre comercio del país, el cual se 
realizó sobre la base de los textos del tLcaN.24 La suscripción de 
este Tratado, aunado a los que seguirán, consolidan las reformas 
internas del modelo económico chileno y lo distancian de algunos 
socios de la región como Brasil.
Canadá fue un socio muy conveniente para una primera ex-
periencia porque permitió formar en Chile un importante cuerpo 
de negociadores y mantener la posibilidad de ingresar al tLcaN, 
una ambición manifiesta del entonces equipo económico chileno. 
Para Canadá, Chile fue el primer socio sudamericano y un destino 
relevante de sus inversiones mineras con una regulación interna 
transparente y más sencilla por su carácter unitario, a diferencia 
de sus socios federales. En este acuerdo Chile buscaba distintos 
objetivos: por un lado, obtener reconocimiento internacional como 
país confiable; y por otro, continuar en su camino al tLcaN y anclar 
las reformas del modelo que tendría continuidad con la democra-
cia.25 Este acuerdo es indicativo de lo que definiría la importancia 
de una política comercial dirigida por el equipo de Hacienda con 
miras a países en desarrollo y no sólo a la región. Posteriormente 
las negociaciones estarían coordinadas por la Direcon.
Esta estrategia tiene continuidad en la firma del tLc con Mé-
xico, país con el que en 1999 entraría en vigor un amplio acuerdo 
bilateral que continuaría siendo emblemático, no sólo por las pro-
fundizaciones que se hicieron del mismo y que lo llevaron a ser 
23 Esta ley especifica diferentes aspectos en torno a los socios, acota las materias y 
define los objetivos negociadores estadounidenses, con lo que posteriormente garantiza un 
proceso parlamentario expedito de autorización o rechazo, sin debate ni modificaciones 
y en un plazo determinado, a los acuerdos comerciales del Ejecutivo. De no tenerlo, el 
Congreso puede hacer profundas modificaciones por lo que bajo estas reglas es complejo 
y desincentiva a los países a negociar.
24 Jara, “Las virtudes de la promiscuidad” [n. 6].
25 José Gregorio Díaz y Gert Wagner, Política comercial, instrumentos y antecedentes: 
Chile en los siglos xix y xx, Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2004.
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un acuerdo de asociación estratégica, sino también por la posterior 
participación de ambos países en iniciativas comerciales similares, 
como las que se mencionarán más adelante. 
Paralelamente el sistema multilateral del comercio avanza, y en 
1994 concluye la Ronda Uruguay que dio origen a la Organización 
Mundial del Comercio (oMc). La oMc se planteaba como un lugar 
seguro, que otorgaría mayor certeza en materia comercial, aspecto 
fundamental para lograr un lugar en el concierto internacional, y 
una iniciativa que Chile apoyaría desde el inicio y con significativo 
y destacado dinamismo. Sin embargo los pocos avances percibi-
dos por el país, su necesidad de reinsertarse rápidamente después 
de la dictadura que lo había desvinculado diplomáticamente y la 
determinación asumida de que el modelo de apertura era el óptimo 
e irrenunciable,26 llevaron a Chile a establecer una activa política 
de suscripción de acuerdos que no mermaran su participación en 
distintos foros pluri y multilaterales.
El año 2003 fue otro de los hitos en esta definición de política, 
cuando Chile y Estados Unidos firmaron un tratado de libre comer-
cio tras un largo proceso de negociación que concluiría doce años 
despuésde la primera iniciativa.27 Las expectativas comerciales que 
se generaron alrededor del tratado eran auspiciosas; Coeymans y 
Larraín estimaron que sus compromisos actuarían como una especie 
de seguro de estabilidad de la política económica, lo cual posicio-
naría a Chile internacionalmente y reduciría la prima por riesgo 
y la tasa de interés que enfrentaban los inversionistas, aumentando 
la inversión extranjera e interna en Chile.28 “El Tratado sería visto 
por el mundo como un premio al proceso y un respaldo al nuevo 
gobierno”.29 Para la firma de este tratado Chile desmanteló algunas 
de las regulaciones nacionales que aún permanecían.
26 Van Klaveren, “La política exterior de Chile durante los gobiernos de la Con-
certación” [n. 11].
27 Joseph Ramos y Alfie Ulloa Urrutia, “El Tratado de Libre Comercio entre Chile 
y Estados Unidos”, Estudios Internacionales (Universidad de Chile), vol. 36, núm. 141 
(abril-junio de 2003), pp. 45-68.
28 Juan Eduardo Coeymans y Felipe Larraín B., “Efectos de un acuerdo de libre 
comercio entre Chile y Estados Unidos: un enfoque de equilibrio general”, Cuadernos 
de Economía (Pontificia Universidad Católica de Chile), año 31, núm 94 (diciembre de 
1994), pp. 357-399.
29 Ramos y Ulloa Urrutia, “El Tratado de Libre Comercio entre Chile y Estados 
Unidos” [n. 27], p. 55.
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Más adelante Chile suscribiría dos acuerdos, uno con la Aso-
ciación Europea de Libre Comercio (efta, por sus siglas en inglés) 
y otro con la Unión Europea. El primer hecho a destacar en esta 
relación fue la suscripción, en 1990, del primer Acuerdo Marco 
de Cooperación entre Chile y la Comunidad Económica Europea, 
que a la luz de la intención de la Unión Europea de acercarse al 
Mercosur se convertiría en 2002 en un Acuerdo de Asociación. 
Estos acuerdos se estructuran de una forma diferente a los ante-
riormente suscritos por Chile, pues incluyen una cláusula demo-
crática, una evolutiva y otra de cooperación.30 En el Acuerdo de 
Asociación se incluyó una parte política, otra de cooperación y un 
importante acuerdo en vinos y bebidas espirituosas. El de la efta 
se ha considerado como una parte complementaria al acuerdo entre 
Chile y la Unión Europea. Estos acuerdos tendrían una estructura 
diferente a las aproximaciones al tLcaN que el país había tenido 
anteriormente y establecerían la relación con Europa, uno de sus 
principales socios en ese momento. 
La primera década del 2000 estaría marcada por la irrupción 
de Asia en el concierto internacional, la entrada de China a la oMc 
en 2001, el crecimiento de la “Fábrica Asia” y un movimiento del 
centro comercial del Atlántico hacia el Pacífico. Chile ha manifesta-
do reiteradamente su intención de convertirse en un puente entre el 
Asia Pacífico y América Latina, o al menos el Cono Sur.31 Para ello, 
su participación en el Foro de Cooperación Asia-Pacífico (apec, por 
sus siglas en inglés)32 ha sido clave en el establecimiento de una 
relación comercial con las economías de esta región y ha generado 
el espacio de concertación política para el inicio de negociaciones.
30 La “cláusula democrática” consagra el respeto de los principios democráticos y 
de los derechos humanos como fundamento de la cooperación; la “cláusula evolutiva” 
permite a las partes ampliar el acuerdo con el fin de aumentar los niveles y campos de la 
cooperación, de conformidad con sus respectivas legislaciones; y la relativa a la “coo-
peración avanzada” agrega a las áreas tradicionales (industrial, comercial y económica) 
nuevos ámbitos de cooperación.
31 Manfred Wilhelmy, “China y América Latina”, Estudios Internacionales (Uni-
versidad de Chile), vol. 34, núm. 133 (enero-marzo de 2001), pp. 3-11.
32 “El consenso favorable al ingreso a la apec se logró en la primera Cumbre de Líde-
res Económicos celebrada a fines de 1993 en Blake Island, Seattle, bajo la presidencia de 
Bill Clinton. La admisión de Chile se formalizaría en la siguiente Cumbre, en Indonesia, 
asistiendo el presidente Frei, sin perjuicio de la paulatina incorporación de delegados chile-
nos a los grupos de trabajo del apec que, bajo los términos del acuerdo de Blake Island, se 
venía produciendo en el curso del año 1994”, Manfred Wilhelmy, “La trayectoria de Chile 
frente a la región Asia-Pacífico”, Estudios Internacionales (Universidad de Chile), vol. 
43, núm. 167 (septiembre-diciembre de 2010), p. 130.
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En estos años, la política comercial chilena despertó positiva-
mente el interés de los países asiáticos y dio comienzo a una activa 
etapa de negociación y suscripción de acuerdos. Es posible afirmar 
que los países asiáticos consideraron que Chile podría ofrecerles 
una buena escuela para iniciar su participación en estos procesos: 
participaba poco de sus mercados, no representaba un potencial 
competidor y además era reconocido por su experiencia negocia-
dora. En abril de 2004 se concreta el tLc entre Chile y Corea del 
Sur, primer acuerdo transpacífico que resultaría después de un largo 
proceso. En 2006 se firmaba un acuerdo con la República Popular 
China que en un inicio fue sólo sobre bienes y que algunos exper-
tos llamaron “mercadológico”,33 pero que ha seguido en proceso 
permanente de negociación, incluyendo disciplinas relativas al 
comercio de servicios e inversiones. Ese mismo año concluían las 
negociaciones del Acuerdo de Asociación Económica Estratégica 
con Brunei Darussalam, Nueva Zelanda y Singapur, conocido como 
P4 y que sería el antecesor a la iniciativa del Acuerdo Transpacífico 
(que hoy se conoce como el tpp), y le daría a Chile la calidad de 
miembro fundador. En 2007 se concretaron otros tratados con di-
versos grados de ambición. Primero se cerró un acuerdo de alcance 
parcial con India, tal vez uno de los más básicos y menos profun-
dos con que Chile cuenta hoy, pero que significa un paso en la relación 
con una economía compleja. Por otra parte, la firma del Acuerdo 
de Asociación Económica con Japón permitió a Chile tener uno de 
los acuerdos más avanzados con una de las principales economías 
del mundo. Más tarde se cerraron acuerdos con Australia (2009), 
Malasia (2012), Hong Kong y Vietnam (2014).
Chile ha sostenido una política consistente en materia de 
acuerdos comerciales; suscribió el tLc con diversas economías y 
sofisticó los instrumentos, como en los Acuerdos de Asociación 
Estratégica que incluyen desde aspectos políticos y de cooperación, 
hasta acuerdos funcionales como los de doble tributación. Como 
resultado de la política de apertura preferencial, en la actualidad 
Chile tiene veinticuatro acuerdos vigentes con sesenta y tres eco-
nomías del mundo (Figura 1). Estos mercados representan más de 
85% del pib mundial, y son el destino de 92% de las exportaciones 
chilenas.
33 Jorge Witker, “El tratado de libre comercio China-Chile, ¿expresión del comercio 
Sur-Sur?”, Letras Jurídicas (Universidad Veracruzana), vol. 16 (julio-diciembre de 2007).
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Cuadernos Americanos 154 (México, 2015/4), pp. 125-151.
Figura 1
Países con los que Chile tiene acuerdos comerciales
Fuente: Elaboración propia con información de la Direcon, 2014.
Cada acuerdo tiene aspectos relevantes en cuanto a las preferen-
cias o sensibilidades de los socios que lo suscriben,34 sin embargo 
Chile ha seguido desmantelando sus barreras y avanzando en la 
apertura. Es posible afirmar, no sin matices, que entre los diferentes 
gobiernos la política comercial ha tenido un alto grado de consenso.
Con su ingreso a la Organización para la Cooperación y el De-
sarrollo Económicos (ocde), el país buscó continuar con el proceso 
de consolidación del modelo dirigido nuevamente por Hacienda. 
Esto significaba la activa participación de Chile en lo que se co-
noce como el grupo más influyente de países donde se analizan y 
proponen las buenasprácticas en políticas públicas.35 Así lo seña-
laría Ángel Gurría en 2010: “Chile ha estado comprometido en un 
esfuerzo continuo para reformar su economía”.36 Esta estrategia 
ratificaría la percepción de que era posible que Chile llegara a ser 
un país desarrollado.
34 En general, Chile ha suscrito acuerdos bajo los dos modelos principales, el del 
Nafta y el de la Unión Europea. El segundo tiene en distintos aspectos una estructura 
más similar a la de la oMc, y además contiene capítulos políticos y de cooperación. Sin 
embargo, en algunos casos los modelos son modificados.
35 Raúl E. Sáez, “La ocde y el ingreso de Chile”, Estudios Internacionales (Univer-
sidad de Chile), vol. 43, núm. 166 (mayo-agosto de 2010), pp. 93-112.
36 Palabras de Ángel Gurría, secretario general de la ocde, Santiago, 11 de enero 
de 2010, en de: <http://www.oecd.org/about/secretary-general/ceremoniadelafirmade-
lacuerdodeadhesiondechilealaocde.htm>.
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Cuarenta años de apertura comercial chilena
Cuadernos Americanos 154 (México, 2015/4), pp. 125-151.
Resultados de la apertura
EL proceso de apertura comercial que ha implementado Chile 
ha sido significativo en el desarrollo nacional y ha convertido al 
comercio internacional en uno de los factores de crecimiento en 
las últimas cuatro décadas.37
En lo estrictamente comercial es evidente una importante 
expansión del intercambio. El crecimiento no sólo se aprecia en 
valores absolutos (Gráfico 1): mientras en 1973 el comercio ex-
terior representaba 29% del pib, en 2014 correspondió a 66%, lo 
que demuestra la importancia que ha adquirido el sector externo 
para el desarrollo chileno.
Gráfico 1
Intercambio comercial chileno, 1970-2014
Fuente: Elaboración propia con datos de la oMc, 2014.
A pesar de esta expansión del intercambio comercial, en par-
ticular de las exportaciones y su innegable aporte al desarrollo 
37 Manuel R. Agosin, “Comercio y crecimiento en Chile”, Revista de la cepal (Santia- 
go), núm. 68 (agosto de 1999), pp. 79-100; José de Gregorio, “Crecimiento económico en 
Chile: evidencia, fuentes y perspectivas”, Estudios Públicos (Santiago), núm. 98 (otoño 
de 2005), pp. 19-86; Ricardo Ffrench-Davis, “El impacto de las exportaciones sobre el 
crecimiento en Chile”, Revista de la cepal (Santiago), núm. 76 (abril de 2002); y Patricio 
Rojas, Eduardo López y Susana Jiménez, “Determinantes del crecimiento y estimación del 
producto potencial en Chile: el rol del comercio”, en Felipe Morandé y Rodrigo Vergara, 
eds., Análisis empírico del crecimiento en Chile, Santiago, cep/iLades/Georgetown 
University, 1997, pp. 67-100.
138
Dorotea López y Felipe Muñoz N.
Cuadernos Americanos 154 (México, 2015/4), pp. 125-151.
económico nacional, Chile sigue enfrentando importantes retos en 
el sector exportador: la composición de la canasta exportadora. La 
matriz exportadora y productora nacional sigue estando profunda-
mente concentrada en los recursos naturales, particularmente en el 
cobre y sus derivados. Como puede apreciarse en el Gráfico 2, en 
el año 2014 el cobre representó más de 50% de las exportaciones 
nacionales, situación que se ha mantenido por décadas (en 1990 
representaba 45%). 
Gráfico 2
Composición de la canasta exportadora chilena
Fuente: Elaboración propia con datos de Comtrade.
Junto con la concentración de la canasta exportadora, un pro-
blema recurrente ha sido la baja agregación de valor que el país 
da a sus exportaciones. Como vemos en el Gráfico 3, la mayor 
parte de las exportaciones corresponde a productos con baja agregación 
de valor. Aumentar la calidad de las exportaciones es uno de los 
principales desafíos identificado tanto por la academia como por el 
sector público desde inicios de la década de los noventa, cuando se 
acuñó la expresión “segunda fase exportadora”; si bien en esta fase 
se han incorporado nuevos productos a la canasta, su composición 
no ha podido transformarse cualitativamente.
139
Cuarenta años de apertura comercial chilena
Cuadernos Americanos 154 (México, 2015/4), pp. 125-151.
Gráfico 3
Composición de las exportaciones de manufacturas chilenas, 2014
Fuente: Elaboración propia con datos del World Bank, 2014.
La problemática derivada de la dependencia del cobre no es 
un tema nuevo en la agenda económica. Ya en los años setenta se 
señalaban los problemas que podía generar a la economía mante-
ner una canasta exportadora concentrada en un único producto.38 
Si bien es importante diversificar la canasta, esto no deriva de 
la propuesta de desvincularse de las ventajas comparativas que 
genera la dotación de recursos naturales del país. Por el contrario, 
el desarrollo puede estar ligado al sector minero, pero atendiendo 
los peligros de la dependencia, como la enfermedad holandesa,39 
y procurando escalar en la cadena de valor global ligada a este 
sector.40 Asimismo, el cobre es una importante fuente de recursos 
38 Alejandro Tomás Foxley y Peter Clark, “Concentrar o diversificar exportaciones: 
el caso del cobre en Chile”, Económica (Argentina, uNLp), vol. 22, núm. 01 (1976), 
pp. 23-42, en de: <http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/9108>.
39 Nanno Mulder, Aprovechar el auge exportador de productos básicos evitando 
la enfermedad holandesa, Santiago, Naciones Unidas/cepaL, 2006 (Serie Comercio 
Internacional, núm. 80); y Ángeles Sánchez, José Manuel García de la Cruz y Ana del 
Sur Mora, “Comercio internacional, materias primas y enfermedad holandesa: estudio 
comparativo de los efectos estáticos en Noruega y Chile”, Revista de Economía Mundial 
(Madrid), núm. 39 (2015), pp. 179-200.
40 José Pablo Arellano, “El cobre como palanca de desarrollo para Chile”, Estudios 
Públicos (Santiago), núm. 127 (invierno de 2012), pp. 123-159; Patricio Meller y Joaquín 
Gana, El cobre chileno como plataforma de innovación tecnológica, Santiago, Cieplan, 
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Cuadernos Americanos 154 (México, 2015/4), pp. 125-151.
fiscales que correctamente utilizados pueden impulsar el desarrollo 
del país.41 Un gran tema para Chile es la necesidad de repensar el 
modelo a la luz de las políticas de desarrollo productivo.42
Históricamente Chile se caracteriza por contar con una canasta 
que si bien estaba concentrada en un producto, éste se exportaba 
a diversos destinos, al grado que los efectos de las crisis sobre 
el sector real, en particular la del Tequila y la Asiática, se han 
considerado menores gracias a esta variedad en los destinos. Sin 
embargo, últimamente China ocupa un lugar preponderante en la 
relación comercial de Chile con el mundo (Gráfico 4), un efecto 
que podría ser negativo en la estabilidad al concentrar las expor-
taciones nacionales en un solo mercado.
Gráfico 4 
Destinos de las exportaciones chilenas
Fuente: Elaboración propia con datos de Comtrade.
2015; y Patricio Meller, Dan Poniachik e Ignacio Zenteno, “El impacto de China en 
América Latina: ¿desindustrialización y no diversificación de exportaciones?”, trabajo 
presentado en el Seminario organizado por el Center for Global Development (cgd) y 
la Corporación de Estudios para Latinoamérica (Cieplan), llevado a cabo en Santiago 
en el 2012.
41 Eduardo Borensztein, Bernardita Piedrabuena, Rolando Ossowski, Valerie Mer-
cer-Blackman y Sebastián Miller, El manejo de los ingresos fiscales del cobre en Chile, 
Santiago, Banco Interamericano de Desarrollo, 2013 (Serie Resúmenes de Políticas del 
bid, núm. 193).
42 Gustavo Crespi, Eduardo Fernández-Arias y Ernesto Stein, eds., Rethinking produc-
tive development: sound policies and institutions for economic transformation, Washington 
dc/Nueva York, Inter-American Development Bank/Palgrave Macmillan, 2014.
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Cuarenta años de apertura comercial chilena
Cuadernos Americanos 154 (México, 2015/4), pp. 125-151.
Elevar el número de empresas que se han integrado al proceso 
exportador es uno más de los desafíos que deben abordarse. En los 
países con una estructura como la chilena, las pequeñas y medianas 
empresas (pyMes) brindan el porcentajemás alto de empleo, cerca 
de 90%, y las empresas exportadoras ofrecen en general salarios 
más altos y mejores empleos. En Chile, 97% de las exportaciones 
son hechas por grandes empresas. Asimismo, 57% de las empresas 
exporta uno o dos productos.
Otro aspecto para evaluar la política comercial tiene relación 
con los cambios institucionales. Dani Rodrik señala que más que 
un cambio en los aranceles y las restricciones cuantitativas, la polí-
tica comercial es un cambio en la relación entre actores: gobierno, 
empresas y el resto del mundo.43 En este sentido, la profundidad y 
amplitud de la reforma comercial chilena deben examinarse también 
en su capacidad de generar efectos institucionales.
La utilización de una estrategia múltiple que complementa 
acciones unilaterales, preferenciales y multilaterales ha afectado 
el espacio político que se ve reducido por los compromisos inter-
nacionales.44 No sólo las políticas estrictamente comerciales son 
objeto de esta limitación, como podría ser la fijación de un arancel, 
sino que a medida que las negociaciones comerciales son más 
complejas y abarcan nuevos temas, el campo de acción comienza a 
repercutir en otros sectores y en la posibilidad de definir de manera 
autónoma (o mejor dicho, sin limitaciones) políticas en materia de 
subsidios, propiedad intelectual o inversiones. Por otra parte, la 
misma creciente complejidad de la política comercial y sus áreas 
de acción han obligado al Estado a desarrollar una institucionalidad 
que permita la negociación de los acuerdos con contrapartes tanto 
dentro como fuera del país, incluyendo el resto de la propia admi-
nistración pública, así como su implementación y seguimiento.45
43 Dani Rodrik, “Trade policy reform as institutional reform”, 2000, en de: <https://
publications.iadb.org/bitstream/handle/11319/2189/Trade%20Policy%20Reform%20
as%20Institutional%20Reform.pdf?sequence=1>.
44 Francisco Prieto, Dorotea López y Felipe Muñoz, “Los desafíos de la cohesión 
social y la inserción comercial de Chile”, en Francisco Aldecoa, Luis Norberto González 
Alonso y Mónica Guzmán Zapater, coords., La cohesión social en Iberoamérica, Madrid, 
Marcial Pons, 2008; ponencia presentada en las Terceras Jornadas Iberoamericanas de 
Estudios Internacionales “La cohesión social en Iberoamérica”, realizadas en Valdivia, 
entre el 29 y el 31 de octubre de 2007.
45 Carlos Furche y Rodrigo Contreras, Acuerdo de Asociación entre Chile y la Unión 
Europea: evaluación del pilar comercial, Santiago, cepaL, 2014.
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Cuadernos Americanos 154 (México, 2015/4), pp. 125-151.
Desafíos para la política comercial chilena 
DuraNte los últimos cuarenta años Chile ha implementado una 
política de apertura comercial de manera prácticamente ininterrum-
pida. Esto se traduce en que en la actualidad el país es uno de los 
más abiertos al comercio internacional y posee la red de acuerdos 
comerciales preferenciales más extensa del mundo. Pero la aper-
tura comercial debe entenderse como un medio para el desarrollo 
económico y no un fin en sí mismo; pareciera que Chile depositó 
excesiva confianza en la apertura como potenciadora del desarro-
llo. Al mismo tiempo, a pesar del gran avance en el proceso, aún 
quedan desafíos que el país debe abordar con el fin de lograr que 
esta política se refleje efectivamente en un mayor bienestar para 
su población, así como para adaptarse a un mundo en constante 
cambio. Entre los desafíos podemos identificar: el aprovechamiento 
de los acuerdos existentes, la negociación de mega-acuerdos re-
gionales y la integración regional. Y específicamente en lo referente 
a materia comercial, diversificar la matriz exportadora e integrarse a 
cadenas de valor global en eslabonamientos superiores, sostener la 
diversificación de los mercados e incorporar al sector exportador 
a más empresas y productos.
La amplia red de acuerdos comerciales suscritos por Chile per-
mite el acceso en forma ventajosa a bienes y servicios y fomenta 
el comercio y las inversiones. Pero dichos acuerdos deben imple-
mentarse, administrarse y aprovecharse de forma correcta con el 
fin de contribuir al desarrollo nacional. Esto se refiere a su puesta 
en marcha, incluyendo las diferentes modificaciones legales, nor-
mativas o procedimentales necesarias para adecuar lo vigente en el 
país con lo comprometido internacionalmente,46 pero en particular 
a que el sector privado haga uso de los mismos.
Diversos estudios han demostrado que los acuerdos comerciales 
firmados por Chile han repercutido positivamente sobre el comer-
cio bilateral, en particular sobre las exportaciones nacionales,47 
46 Carlos Furche, Experiencia de Chile en la implementación y administración 
de acuerdos comerciales, Santiago, Banco Interamericano de Desarrollo, 2011 (Serie 
Resumen de Políticas del bid, núm. 131).
47 Mariano Álvarez, Herramientas para el análisis del aprovechamiento de acuerdos 
comerciales: el caso del tratado entre Chile y los Estados Unidos, Santiago, cepaL, 2012; Furche 
y Contreras, Acuerdo de Asociación entre Chile y la Unión Europea [n. 45]; y Dorotea 
López Giral y Felipe Alberto Muñoz Navia, “Los modelos de gravedad en América Latina: 
el caso de Chile y México”, Comercio Exterior. Revista de Análisis Económico y Social 
(México), vol. 58, núm. 11 (noviembre de 2008), pp. 803-813.
143
Cuarenta años de apertura comercial chilena
Cuadernos Americanos 154 (México, 2015/4), pp. 125-151.
pero no han logrado modificar de forma significativa la canasta 
exportadora, que sigue altamente centrada en el cobre y en otros 
productos de baja agregación de valor. Por lo cual es importante 
que esta política sea aprovechada por el sector empresarial. “Los 
logros son notables, queda en manos del sector empresarial apro-
vechar las oportunidades que el gobierno ha abierto para ellos”.48
En segundo lugar, hemos mencionado el surgimiento de 
mega-acuerdos regionales. El estancamiento de las negociaciones 
multilaterales ha llevado a una nueva configuración del escenario 
comercial, en particular la irrupción de un nuevo tipo de regiona-
lismo basado en mega-acuerdos comerciales, que da continuidad 
al que surgiera en las décadas de los ochenta y noventa.49 Entre 
las principales negociaciones destacan el Acuerdo Transatlántico 
sobre Comercio e Inversión entre Estados Unidos y la Unión Eu-
ropea (ttip, por sus siglas en inglés) que podría redefinir la forma 
de entender las reglas que rigen el comercio en el mundo; un 
Acuerdo de Libre Comercio entre la Unión Europea y Japón; una 
Asociación Económica (rcep, por sus siglas en inglés) entre los diez 
países miembros de la Asociación de Naciones de Asia Sudorien-
tal (aseaN, por sus siglas en inglés), más Australia, India, Nueva 
Zelandia, China, Japón y Corea del Sur; y las negociaciones del 
Acuerdo de Asociación Transpacífico (tpp). Pero el estancamiento 
de las negociaciones multilaterales también ha erosionado la ven-
taja inicial que los múltiples acuerdos en proceso de negociación 
generan a nuestro país.
Como país pequeño, para Chile son particularmente importan-
tes las modificaciones en la geografía comercial y principalmente 
los potenciales cambios en las reglas. En específico, las negociacio-
nes del tpp que en otros países han sido altamente controvertidas; 
en Chile el mayor ruido lo han generado las posibles disposiciones en 
materia de propiedad intelectual y la secresía con la que en algún 
momento se realizaron. Hoy día Chile tiene un cuarto adjunto 
—instancia de participación ciudadana— como anteriormente se 
hacía para mantener informada a la sociedad civil, donde si bien 
no se presentan los textos, se informan los avances. Mucho se ha 
48 Ramos y Ulloa Urrutia, “El Tratado de Libre Comercio entre Chile y Estados 
Unidos” [n. 27], p. 64.
49 Roberto Bouzas y Julieta Zelicovich, “La Organización Mundial del Comercio, 
los acuerdos mega-regionales y los usos estratégicos del regionalismo”, Estudios de 
Economía Aplicada (España, Universidadde Valladolid), vol. 32, núm. 3 (septiem-
bre-diciembre de 2014), pp. 963-994.
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Dorotea López y Felipe Muñoz N.
Cuadernos Americanos 154 (México, 2015/4), pp. 125-151.
hablado sobre la situación de contrapeso que Estados Unidos aspira 
ejercer contra China a través de esta iniciativa.50 A pesar de que 
en la situación actual el tpp no significa para Chile una ganancia 
evidente en materia de acceso a mercado en bienes, potencialmente 
puede serlo en éste y otros sectores, pero además su participación 
refuerza la consistencia de su discurso y aspiraciones en materia 
comercial.51
Finalmente, una de las grandes deudas políticas del proceso de 
apertura comercial chileno ha sido su distanciamiento de la región, 
esto además en una América Latina cuyos países negocian poco 
entre sí y están lejos de los números de Asia y ni mencionar a la 
Unión Europea, que no le permite integrarse a cadenas de valor 
de mayor elaboración. Actualmente Chile participa en la Alianza 
del Pacífico (ap),52 surgida en 2011 como una nueva iniciativa de 
integración latinoamericana, esta vez entre aquellos países que han 
optado por implementar un modelo de mayor apertura comercial.
La Alianza del Pacífico ha tenido un predecesor, la iniciativa del Arco 
del Pacífico Latinoamericano, una idea en sí loable, pero que al incluir a 
11 países muy disímiles en tamaño, niveles de desarrollo y regímenes de 
comercio exterior, así como en otros aspectos de sus políticas públicas, no 
logró aunar efectivamente las voluntades de sus gobiernos y los respectivos 
sectores privados.53
Aún cuando en sus inicios parecía ser muy auspiciosa, la ap no 
ha tenido avances que hagan pensar que se trata de un mecanismo 
diametralmente diferente de lo que se ha visto en el pasado. Si bien 
50 C.L Lim, Deborah K. Elms y Patrick Low, eds., The Trans-Pacific partnership: 
a quest for a twenty-first century trade agreement, Cambridge, Cambridge University 
Press/wto, 2012.
51 Sebastián Herreros, “El Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación 
Económica: una perspectiva latinoamericana”, Puentes entre el Comercio y el Desarrollo 
Sostenible (ictsd), vol. 12, núm. 3 (agosto de 2011), pp. 5-7, en de: <http://www.ictsd.
org/bridges-news/puentes/news/el-acuerdo-estrat%C3%A9gico-transpac%C3%ADfi-
co-de-asociaci%C3%B3n-econ%C3%B3mica-una>.
52 La Alianza del Pacifico Este surge en Lima el 28 de abril del 2011 con el objeto 
de lograr una integración profunda entre Colombia, Chile, México y Perú. En otras 
palabras, se trata de “un área de integración profunda en el marco del Arco del Pacífico 
Latinoamericano, que aliente la integración regional, así como un mayor crecimiento, 
desarrollo y competitividad de nuestras economías” con el fin de mirar en forma conjunta 
hacia el Asia-Pacífico, una región que se fortalece como un centro fundamental de la 
economía mundial de este siglo.
53 Manfred Wilhelmy, “Alianza del Pacífico: una visión desde Chile”, Estudios Inter-
nacionales (Universidad de Chile), vol. 45, núm. 175 (mayo-agosto de 2013), pp. 119-125.
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surge con aparente voluntad política, no es posible afirmar que será 
un nuevo esquema de integración,54 o incluso pensar en el aLca.55 
Son innegables algunos avances en esa dirección, en especial en 
temas que parecen imposibles en la región, como el libre tránsito 
de personas y de capitales. Además, Chile ha introducido como 
un elemento relevante que la ap busque la convergencia con el 
Mercosur, que en momentos parece casi irreconciliable.
Reflexiones finales
EN la actualidad Chile enfrenta una realidad diferente a la que vi-
vió con los Chicago Boys, que buscaban el abandono del modelo 
isi, o la del inicio de la democracia donde había que insertarse en el 
mundo. Si bien ha seguido con una política comercial igual de activa, 
los desafíos son diferentes. En la revisión del itinerario de la polí-
tica comercial a partir de la década de los setenta que hemos hecho 
aquí es posible observar una continuidad en la política de apertura 
comercial, resultado de la imposición de un modelo de desarrollo 
neoliberal; sin embargo es interesante destacar cómo los cambios 
políticos definen la forma en que esta estrategia se materializa y, 
bajo los gobiernos democráticos, toma mayor importancia la sus-
cripción de acuerdos comerciales preferenciales, alternativa vetada 
para el régimen militar. De esta forma, el país ha logrado cimentar 
una red de acuerdos con las principales economías del mundo que 
cubre con la mayor parte de sus exportaciones.
Los resultados de la apertura comercial son positivos, pero esto 
no quiere decir que no existan desafíos que deban abordarse para 
maximizar los beneficios de estos procesos. El crecimiento exporta-
dor es evidente, pero sólo en magnitud, pues la matriz exportadora 
continúa basada en recursos naturales con bajo valor agregado, y 
en gran medida dependiente de un solo bien: el cobre. Esto nos 
lleva a una reflexión de orden estructural: la necesidad de dar un 
54 Farid Kahhat, “Del ‘Arco del Pacífico Latinoamericano’ al ‘Acuerdo del Pacífi- 
co’”, AméricaEconomía On Line, 29-iv-2011, en de: <http://www.americaeconomia.
com/economia-mercados/comercio/del-arco-del-pacifico-latinoamericano-al-acuer-
do-del-pacifico>.
55 Dorotea López y Felipe Muñoz, “El inicio formal de la Alianza del Pacífico”, 
Puentes entre el Comercio y el Desarrollo Sostenible (ictsd), vol. 13, núm. 4 (agosto de 
2012), pp. 1-36, en de: <http://www.ictsd.org/bridges-news/puentes/news/el-inicio-for-
mal-de-la-alianza-del-pac%C3%ADfico>; y Detlef Nolte y Leslie Wehner, “The Pacific 
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Affairs), núm. 8 (2013), pp. 1-7, en de: <www.giga-hamburg.de/giga-focus>.
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Cuadernos Americanos 154 (México, 2015/4), pp. 125-151.
salto en las exportaciones que permita la agregación de valor y di-
versificación de la canasta chilena. Si bien en los últimos años han 
existido algunos esfuerzos, los resultados demuestran la necesidad 
de implementar políticas más decididas en esta línea.
Respecto de las negociaciones, pese a haberse volcado al bila-
teralismo, Chile ha continuado su activa participación en diversos 
foros como la apec o la oMc. Con esta última, recientemente se 
concluyó el acuerdo de Facilitación de Comercio (Paquete de Bali) 
que será integrado a los textos de la Ronda Uruguay, pero fuera de 
esto no ha habido nuevos avances. El foro de la oMc siempre ha re-
presentado para Chile una arena fundamental en materia comercial 
debido al reducido tamaño del país y a su poca participación en el 
comercio.56 Sin embargo, como consecuencia del nulo progreso 
de la Ronda Doha, pareciese haber disminuido su interés en este 
foro o al menos se ha mostrado menos activo. La suspensión de 
las negociaciones en Doha ha hecho y continuará haciendo surgir 
iniciativas plurilaterales como la del Acuerdo para el Comercio de 
Servicios (tisa, por sus siglas en inglés) en el que Chile ha sido 
miembro fundador. Este último acuerdo para negociar servicios 
podría resultar en un quiebre más hacia el multilateralismo,57 bien 
público que el país sudamericano siempre ha considerado necesario.
Chile depende en forma importante de su sector externo —con 
un grado de apertura superior a 70% en los últimos años— y de los 
vaivenes del cobre que hoy preocupan con las expectativas sobre 
China, en un mundo donde no hay el mismo consenso sobre los 
beneficios de la apertura absoluta que había cuando se firmó el 
gatt o la oMc, y con desafíos similares a otros países de la región.
56 Sebastián Sáez, Estrategia y negociación en el sistema multilateral de comercio: 
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57 Bernard Hoekman y Petros C. Mavroidis, “Embracing diversity: plurilateral 
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Cuarenta años de apertura comercial chilena
Cuadernos Americanos 154 (México, 2015/4), pp. 125-151.
resuMeN
El artículo revisa la política comercial de Chile en los últimos cuarenta años, ana-
liza la continuidad y profundización de la apertura comercial entre la dictadura 
militar y los sucesivos gobiernos democráticos a partir de 1990. Posteriormente 
presenta la actual composición del comercio exterior e identifica los principales 
desafíos que hoy enfrenta el país en esta materia.
Palabras clave: política comercial chilena , liberalización comercial, acuerdos 
de libre comercio.
abstract
The paper reviews forty years of Chilean trade policy. It analyzes how trade 
liberalization has been maintained and deepened from the military dictatorship 
to the successive democratic governments from 1990 onward. This study also 
presents Chile’s external trade current configuration and identifies its main 
challenges in this area.
Key words: Chilean trade policy, trade liberalization, free trade agreements.

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