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Para la historia de las voces conuco y guajiro e onuco y guajiro son dos términos que unidos pudieran igualmente servir de título a una melodiosa canción tropical, a un airado manifiesto político o a un tratado de sociología rural. Dos términos, además, que al ser lanzados fuera del ámbito antillano por la Revolución Cubana han llegado a los cuatro extremos del mundo hispánico y hasta han penetrado en el vocabulario político de otros idiomas. Voces, pues, ele palpitante actualidad. Pero vo- ces, también, ele imprecisos contornos semánticos y de orígenes obscuros y borrosos. Puesto que el momento resulta oportuno para intentar escla- recer el sentido y la trayectoria ele ambas voces, comencemos por conuco. La Real Academia ele la Lengua, alerta hoy más que nunca al perenne proceso ele renovación del idioma, ha enmen- dado en fecha reciente su papeleta sobre dicha voz. La nueva pa- peleta lee así : · Conuco. m. Cuba y P. Rico. Porción ele tierra que los indios taínos dedicaban al cultivo. // 2 . Cuba. Pedazo de tierra próxima a los ingenios y cafetales que los amos con- cedían a los esclavos para que, en provecho propio, lo cul- tivaran o para que en él criaran animales. //3. Cuba. Par- cela pequeña. ele tierra ctrltivacla por un campesino pobre 1 • 1 "Enmiendas y adiciones a los diccionario de la Academia aprobados por la Corporación", Boletín de la Real Academia Espaííola, Madrid, tomo XLVII, cuaderno CLXXX, enero-abril de 1967, pág. 86. 338 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA A esta papeleta debe agregarse que la voz también se ha em- pleado en Colombia y es todavía ele uso común y corriente en Santo Domingo y Venezuela. En cuanto a Colombia, Georg Frieclerici y Augusto Malaret registran su antiguo uso en aque- lla región 2 • Y el colombiano Enrique Otero D'Costa, debida- mente familiarizado con el área ele difusión del término en su país, explica lo siguiente: Parécenos que no fue vocablo muy propagado en nues- tra tierra, bien que restan testimonios de que ella fue im- portada y usada entre nosotros: cerca a Tubará, población del Departamento del Atlántico, conócese un lugar llamado El Conuco, donde debió ele existir en los viejos ti·empos al- guna finca rural que llevó tal nombre; y en Bucaramanga es bien conocida ·la finca ele E l Conuco, donde, por más se- ñas, se libró un sangriento combate parcial cuando la jor- nada bélica trabada en la ciudad el 12 y 13 ele noviembre ele r899 3 • E l hondo arraigo ele conuco en Santo Domingo y Venezuela puede colegirse de su presencia en coplas, refranes y frases pro- verbiales de vieja cepa popular. En Santo Domingo ha servi- cio, por ejemplo, de núcleo ideológico a esta intencionada copla campesina: ¡ Que lástima ele conuco con tan buena palizá ! ¡ Que se lo coman las vacas por un portillo no má! 4 • En Venezuela, penetrando hasta las íntimas capas del idioma donde surgen los dichos populares, ha dado lugar al siguiente refrán: "En conuco viejo nunca faltan batatas" 5 . Y enrique- ciendo el habla imaginativa de los llaneros, ha servido ele tér- 2 Georg Friederici, Ameri!wu4stisches .worterbuch, Hamburg, 1947, pág. 205, y Augusto Malaret , Diccion·ario de ame1·icamismos, z" ed., San Juan, Puerto Rico, 1931, pág . . 149. s Enrique Otero D'Acosta, "Mestizajes del castellano en Colombia", Bolethv del Instituto Caro :l' Cuervo, Bogotá, vol. II, 1946, págs. 172-173. 4 F lérida ele Nolasco, La poesía folklórico en Santo Domú1go, San- tiago, R. D ., 1946, pág. :218. 5 Malaret, loe. C'Ít. PARA LA HISTORIA DE LAS VOCES «CONUCO» Y «GUAJIRO)) 339 mino de comparación al símil que Rómulo Gallegos pone en boca de uno de los personajes de Doña Bárbara: "Y como si fuera poco, los cuatreros del Cunaviche metiéndose en Altamira, como río en conuco, cada vez que les da la gana" 6 • En Venezuela ha servido, además, para producir inusitados efectos literarios en obras ideadas dentro de corrientes más re- cientes. Arturo Uslar Pietri, en tres páginas del cuento La llu- via, repite 1a palabra cuatro veces: "Y daría más plata, porque se ha secado mucho conuco . . . Se habrá quedado por el conuco, jugando con los animales ... Comenzó a andar por 1]a vereda más ancha del conuco ... Metido por veredas más torcidas y compli- cadas que las del conuco" 7 • Puesto que como el autor se propuso crear en este cuento un denso tono telúrico como trasfondo al realismo mágico de la trama, en estas reiteraciones se siente como un moroso paladeo de la patria, un entrañable apego a la tierra donde arraigan el hombre y el mito. O dicho en otros términos, que conuco, rodando desde muy lejos, ha llegado a cobrar una expresividad que trasciende el limitado sentido de pequeña par- cela de tierra cultivada. Rodando desde muy lejos. Pero ¿desde dónde? ¿Y desde cuándo? Para hallar respuesta a esta doble interrogación acuda- mos ante todo a la fundamental labor ele don Fernando Ortiz. En 1921 Ortiz resumía las contradictorias posturas en cuanto al origen ele conuco en esta breve papeleta: Cánuco. No creemos que sea voz indoantillana aunque digan que lo elijo Ovieclo, y lo dijera realmente fray Barto- lomé ele Las Casas. Otros, como Pichardo, están inclina- dos a tenerla por africana; y ''vVeiner lo asegura. Y otros, en fin, con Armas, creemos que es voz castiza (de cono con-uco) con desinencia diminutiva, como ele cayo, cayuco, ele jara, jaruco, etc. De todo ello se tratará ampliamente en otra ocasión, en nuestro vocabulario ele africanismos, por- que no falta quien asegure que es negroafricana la tan lle- vada y traída palabreja 8 • 6 Rómulo Gallegos, Doíia Bárbara, cap, V; en la edición de Barce- lona, ,J929, pág. s6. 7 En Seymour Menton, ed., El cumto hispanoamericano, vol. II, México, 1964, págs. 214-216. s Fernando Orti z, "Un catauro de cubanismos", Revista Bi111estre Cu- bana, La Habana, vol. XVI, 1921, pág. 344· 340 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA Prescindiendo por el momento de otros informes que Ortiz suministra al estudiar de nuevo la palabra -pues en conclu- sión sigue sosteniendo 1a tesis de su origen español 9- confir- memos que en efecto Las Casas dijo que era indígena. Lo dijo en la Apologética historia de las Indias: "Esta labranza, en el lenguaje de los indios desta isla se llama conuco, la penúltima luenga, y las raíces yuca y la planta yucabia" 10• Y lo dijo otra vez en la Historia de las Indias : "El rey Guarionex, señor de la gran vega, dijo muchas veces al Almirante que si quería que hi- ciese un con~tco, que era labranza de pan" u. Pero también lo dijo Oviedo, y lo dijo antes. En 1535 regis- tró la voz en estos términos : "Estas ha~as o tierras que assí es- tán sembradas o plantadas de yuca llaman los indios conuco, que quiere dezir heredad sembrada o cultivada" 12• Y de acuerdo con esta definición emplea el término numerosas veces en la misma Historia general y natural de las Indias donde aquélla aparece 13• Y la registró, con anterioridad a ambos cronistas, fray Ra- món Pané. En la Relación acerca de las antigüedades de los in- dios, concluida hacia 1498, escribía: "Dicen, pues, que un día, habiendo ido Yaya a sus conucos, que quiere decir posesiones, que eran de su herencia, llegaron cuatro hijos de una mujer que se llamaba Itiba Cahubaba" 14• Nótese en estos testimonios un hecho significativo : son ele tres españoles procedentes de distintas regiones de la Península: andaluz Las Casas, castellano Oviedo, catalán Pané. Y a nin- guno de ·los tres le parecía española la palabra. Al contrario : los tres la tienen por indígena, y los tres insisten en explicar el significado que el término tenía en la lengua aborigen. 9 Fernando Ortiz, Glosm··io de afron.egrisnws, La Habana, 1924, pá. ginas ,t27-I45· 10 Bartolomé de Las Casas, Apologética historia de las Indias, cap. X; en la ed. de Madrid, 1909, pág. 28. 11 Bartolomé de Las Casas, Historia de las Indias, lib. I, cap. CV; en la ed. de México, 1951, vol. I, pág. 418. 12 Gonzalo Fernándezde Oviedo, Historia gen·e1·al y natm·al de las Indias, lib. VII, cap. II ; cito por la ed. príncipe, Sevilla, 1535, fol. lxxiii. 1.s Por ejemplo, en la ed. de Madrid, 185¡-1855, vol. I, págs. 143, 149, 268; vol. III, págs. 46, 131 ; vol. V, págs. 581 y sigs. 14 Ramón Pa.né, Relación acerca de las a·IJ•tigiiedades de los indios, PARA LA HISTORIA DE LAS VOCES «CONUCO» Y «GUAJIRO» 341 E l testimonio de estos cronistas se ve corroborado por la pre- sencia de la misma voz en otros idiomas de la misma familia a la que pertenecía el taíno. Pero con cierta diferencia. En el Arawa.kisch-Deutches Worterbuch, recopilado por misioneros ale- manes hacia 1755, aparece registrada en la siguiente forma:" K un- nulr:u, der Busch; kúnnukuddin, im Busch sein" 15 • Hacia r882 también la registra P. Sagot, quien la transcribe, con grafía francesa, así: "Foret: , lwunoukou" 16• El holandés De Goeje la consigna con dos grafías distintas, konoko y kunulr:u, ambas con el sentido de 'bosque, monte', y así también en el sintagma kono- ko-htyuha 'bush-spirit' 17 . Y pasando a una fuente española, has- ta ahora ignorada en estas disciplinas, el anónimo autor del Vo- cavolMio para la lengua antaca declara : "Monte : cunucu?', y más adelante, empleándola en una frase, escribe: "Dios hizo los montes y los árboles: Cororomana maritano cunucu adda" 18• Ahora bien, la diferencia entre el taíno conuco 'haza, heredad, campo ele labranza' y el arahuaco conoco-cunucu 'bosque, monte', es fácilmente explic1ble. El taíno no sembraba en las sabanas - tie- rras pobres, sin vegetación arbórea, duras ele labrar con las ru- dimentarias coas-. Ni tampoco en los saos - terrenos general- mente cubiertos de malezas difíles de erradicar-. E l taíno pre- fería talar y quemar una parcela de monte cercano al caserío, pro- ceso mediante el cual quedaba limpio un terreno fértil, friable, poroso, excelente para el cultivo de raíces como la yuca y ele tubérculos como los ajes y batatas 19 . Y ele ahí que conuco 'mon- cap. IX . La Relación se halla en el cap. LXII de la Historia del Almiran- te don Cristóbal Colón escrita por su hijo Fernando. Cito traduciendo di- rectamente de la ed. príncipe ,Venecia, 1571. 15 Amwakisch-De~ttches W orterbuch en ]. Crevaux, P. Sagot, L. Adam, Grammaires et vocabulaires roucouycmre, arrouague, piap·oco et d'antres lmvgnes de la régio11 des G1tyanes, París, r882, pág. 138. 16 Op. cit., pág. 65. 17 C. H. De Goeje, The Amwak Languaje of Guiana, Amsterdam, 1928, págs. 29, 168, 224, 257 y 201, rr67. 18 Vocavolario para la lengua amaca, anyo de I76S, MS. en el pala- cio de Oriente, Madrid, signatura 2913, fols . . 12 y 23 sin numerar. Este manuscrito se ha publicado, con a lgunas erratas y lecturas defectuosas, en Manuel R. Zarco del Valle, Lenguas de América, ma11tuscritos en la Real Biblioteca, vol. I, Madrid, 1928, págs. 197-212. 19 · Oviedo describe este método de cultivo en el citado cap. II del 342 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA te' pasase por sinécdoque a significar una parte del monte, y en particular la destinada a la labranza. A mayor abundancia, conuco se halla en topónimos de regio- nes tan apartadas que difícilmente pudieran haber penetrado hasta ellas influencias lingüísticas españolas o africanas. En el sur ele la antigua Guayana Inglesa, hoy Guyana, están las Ka- nubu o Cunuku Mountains, pobladas ele espesos bosques. Y en una leyencia maquiritare, recogida por Marc de Civrieux y cita- da por Helmuth Fuchs, se menciona el río Cunucunuma 20 • Esto hace pensar que el origen propuesto por Ortiz -del español cono y el sufijo -uco-- resulta poco convincente 21 • Y la presencia del término en varias slenguas arahuacas, y hasta en remotos topó- nimos indígenas, impide que se tome en serio la tesis de Wiener según la cual conuco proviene del mandinga leunlw 'farm' 22 • Un pormenor más: término ligado al cultivo de la tierra, quedó arraigado en las tierras donde se oirginó 23 • Y si no pasó a otras regiones de América, tal vez se ha debido a que éstas con- taban con términos propios, igualmente arra;;-ados, para desig- nar un campo de cultivo: m,ilpa (del náhuatl milli 'heredad' y pan 'en, sobre') en México y Centro América; chacra (del quechua cáln-a 'huerta, campo labrado y sembrado') en la parte meridio- nal del continente. De ahí, también, la difusión estrictamente re- libro VII. Para más pormenores sobre las técnicas agrícolas de los taínos y de las plantas que éstos cultivan véase el meduloso estudio de Carl O. Saucr The Ecwly S¡;anish Ma.in, Berkeley and Los Angeles, 1966, pági- nas $1-$8. 20 Helmuth Fuchs, "Un mito aborigen y su significado", ReYista. Na.ciona./ de Cnltnm, Caracas, núms . .r62-163, enero-abril de 1964, pág. r8r. 21 El conuco no pudiera haber sido un cono pequeño, pues el término designaba a la parcela de terreno y no a la forma en que ésta se labraba. A los montículos o "camellones", de varios pies cuadrados de extensión, en que se api laba la tierra del conuco, los croni stas los llamaban "monto- nes". Las Casas establece claramente la distinción cuando en un mismo párrafo explica: "Van al wnuco o labranza y ... de cada montón sacan casi media carga" . (Apologética. historia, cap. XI). 22 Leo ViTierner, Afn:ca and the Discovcry of America, vol. I, Phi- ladelphia, 1920, pág. 16r. 23 Coincidiendo con el área de difusión ele las lenguas arahuacas, también se ha conservado en el papiamento de Trinidad y el portugués de Brasil. Véase, Friederici, loe . cit. PARA LA HISTORIA DE LAS VOCES «CONUCO» Y «GUAJIRO» 343 gional de los derivados de estos términos: milpero, chacarero, conuquero. Ahora bien, conuquero, muy generalizado en Vene- zuela, no se extendió a Cuba. Le cerraba el paso otra vez, más antigua y hasta con más señorío: guajiro. ' Al plantear los problemas que suscita la palabra guajiro par- tamos, como en d caso anterior, de la papeleta más reciente de la Real Academia de la Lengua. Es :la que aparece en la decimocta- Vf\ edición del Diccionario (Madrid, 1956), y dice así : GUAJIRO, RA. (Del yucateco guajiro, señor.) m. y f. Campesino de la isla de Cuba, y por ext., persona rústica. E igual que en el caso anterior, procedamos a examinar el alcance semántico, geográfico y etimológico de esa papeleta. En cuanto al sentido, cabe agregar que en Cuba se aplica a una per- sona tímida : "No seas guajiro" equivale a "No seas encogido o vergonzoso". Que tiene además la connotación de 'campestre' : "Una fiesta guajira". Y que se usa para referirse a cualquier persona, rústica o no, del interior de la isla. En cuanto a su área de difusión, debe señalarse que se ha empleado también en Santo Domingo -si bien allí hoy parece haber caído en desuso-. Y también se emplea, aunque en un sentido restringido, en Gua- temala. Su presencia en Santo Domingo lo atestigua esta estrofa del poema "Un guajiro predilecto", de Nicolás Ureña de Men- doza, publicado en r8ss: Los guajiros· se acercaban del Ozama a la ribera, y aquella voz hechicera arrobados escuchaban 24 • Y pasando de la poesía erudita a la popular, lo atestigua tam- bién una larga composición, bien conocida hacia 1874, cuyo títu- lo reza: "Diálogo cantado entre un guajiro dominicano y un papá 24 Nicolás Ureña de Mendoza, "Un guajiro predilecto", en sus Cantos dominicanos, 1855, citado por Pedro Henríquez Ureña, Obra crítica, Mé- xico, 1960, pág. 730, y también por Emilio Rodríguez Demorizi, Poesía popula-r dom:inicama, voL I, Santo Domingo, 1938, pág. 218. 34-1 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPA ÑOLA bocó haitiano en un fandango de Dajabón" 25 • Y lo confirma, tanto para Santo Domingo como para Guatemala, Martín Alon- so, en cuya Enciclopedia del idioma se lee: GUAJIRO -RA (del yucateco guajiro, señor). m. y f. Cuba. El campesino blanco ele la isla. A. el e Foxá: ABC, 4-V-1950. //2. S. Dgo. Campesino, sin atender al color. // 3· Guat. El centroamericano que no ha nacido en la ciudad ele Guatemala. / / 4· aclj . Cuba. Rústico,campestre. // 5· Cuba .. Cubano 26 • Debe seña:larse, empero, que en Cuba guafiro no es smom- cle 'cubano'. Ni es únicamente el campesino blanco. Puesto que entre los campesinos cubanos los hay también negros, cobrizos y ele otros matices intermedios, la connotación racial hoy resul- ta injustificada. Por otra parte, esa connotación tiene su historia: así se definía en ediciones anteriores del Diccionario ele la Real Academia. Y hasta tiene una posible explicación. En el siglo xrx las dotaciones ele los ingenios y haciendas se componían general- mente de esclavos negros, en tanto que los campesinos que vi- vían en sus sitios o fincas eran casi todos blancos. Y como gua- firo se aplicó comúnmente a éstos, los guajiros, en efecto, casi siempre solían ser blancos. Pero el término en sí carecía de sen- tido racial 27 , y ele ahí que siguiendo el buen ejemplo ele la Aca- demia debe eliminarse el adjetivo sobrante. El origen de la voz guafiro se presta a su vez a algunos co- mentarios. Se ha visto que los citados diccionarios aseguran que proviene "del yucateco 'señor" . Pero hay razones para dudar de tal origen. Ya en el siglo pasado Esteban Picharclo ponía en tela ele juicio tal aseveración al apuntar: GUA] IRO, RA. N. s. m. y f. Según autores, entre los indios ele Yucatán significaba 'señor'. Un yucateco fiel e- 25 Rodríguez Demorizi, op. cd., págs. 267-286. 26 Martín Alonso, Enciclopedia del idioma, vol. II, Madrid, .J958, pá- gina 2186. 27 Algo semejante sucedió con el término criollo, al que en el siglo X I X se le dio una connotación racial de la cual carecía en sus orígenes y que luego ha sido desechada. Véase "Criollo: definición y matices de un concepto" en mi Certidumbre de América, La Habana, 1959, págs. 9-26. - PARA LA HISTORIA DE LAS VOCES «CONUCO» Y «GUAJIRO» 345 digno me asegura que hoy en Yucatán no se usa tal vocablo, mientras que en :la isla de Cuba, principalmente en la parte occidental, es muy común y distinta su significación. Aquí guajiro es sinónimo de 'campesino' 28 • Y otro lexicógrafo cubano, Antonio Bachiller y Morales, no sólo sustentó la tesis ele que pudiera ser un indigenismo antillano, sino que ha.sta intentó explicar su etimología. Decía Bachiller: GUAJIRO. Supone el Sr. Nocla que era el significado ele la palabra el ele un rango social inferior al del cacique, y lo aplica a los natura:les ele la Vuelta de Abajo: Ovieclo, dice, c1ue es sinónimo ele cacique en Tierra Firme (Suma- rio, cap. X). Guajiros se llaman en Cuba a los habitantes del campo y no les gusta el apodo, acaso porque lo atribu- yan a una acusación de rusticidad. Si gua es un artículo, tal vez parezca compuesta la palabra ele gua y gíbaro: pe- rros gíbaros, cochinos gíbaros, se llaman en Cuba los sil- vestres; y gíbaro en Puerto Rico al hombre campesino 29 • La conjetura ele Bachiller abre un sendero que conviene se- guir hasta el fin. A ese propósito comencemos por examinar el testimonio de Oviedo. En el citado capítulo del Sumario dice: En Tierra Firme el principal señor se llama en algunas partes quevi y en otras cacique y en otras tiva y en otras guaxiro y en otras de otra manera, porque hay muy diver- sas y apartadas lenguas entre aquellas gentes 30 • Para situar estos informes en su debido contexto hay que te- ner en cuenta que Oviedo escribió el Sumario de la natural his- toria de las Ind-ias estando en España y redactando ele memoria. Era, como se sabe, un festinado anticipo, publicado en rsz6, de su General y natural hist01·ia de las Indias. En tales circunstan- cias sus recuerdos son algo borrosos y por eso la citada lista re- sulta un tanto confusa. Pero en la General y natural historia, re- 28 Esteban Pichardo, Dicriouario p1··ovincial casi-razonado de vo:::es wbanas, 3" ed., La Habana, r862, pág. 123. 29 Antonio Bachiller y Morales, Cuba. pl'imitiva ... La Habana, r883, pág. 273· 30 Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario de la uat·ural :v geneml histo·ria de las ludias. Cito por la ed. príncipe, Toledo, 1526, fol. xi vto. 346 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA dactada sin prisa y en América, en el párrafo correspondiente in- dica el origen de cada palabra. Al darla a la imprenta en I535 dicho párrafo se lee así: En la lengua de Cueva, ele que aquí se tracta, el nom- bre del señor es queví, y en algunas provincias de Castilla del Oro se llama tiba, y en otras partes della se dice jura, y en algunas gua,riro; pero este nombre guaxiro hanle to- mado de los caribes, que no es propio de Cueva, sino alle- gado y extranjero 31 . El testimonio ele Oviedo ahora es explícito y preciso: guajiro no es un término originario de Tierra Firme; es, según él, ele pro- cedencia caribe, es decir, antillana. Si es ele procedencia antillana, acudamos a Las Casas, que en estas cuestiones estaba aún mejor enterado que Ovieclo. En el inapreciable repertorio ele noticias sobre la lengua y la cultura taínas que es la Apo1logética historia de las Indias, hallamos la respuesta cabal a nuestra búsqueda: Tres vocablos tenían con que pronunciaban el grado y la dignidad o estado de los señores : el uno era guaxerí, la última sílaba luenga, el cual ser el menor de los tres gra- dos, como nosotros decimos a los caballeros "Vuestra lVIer- cecl", significaba; el segundo era bctharí, la misma última luenga, y éste como a mayor señor que el primero, como cuando a los señores ele título decimos "Señoría", ellos baharí lo llamaban ; era el tercero y supremo matunherí, asi- mismo el acento en la postrera sílaba, que a solos los reyes supremos, como nosotros a los reyes decimos "Vuestro Al- teza" , ellos matunherí lo aplicaban 32 • Y en la Historia de las Indias refiere que una mujer indígena, al descubrir en !]a Española una enorme pepita de oro, dijo al mi- nero para quien trabajaba: "Ocama, gua,'\:erí, guariquen caona yari". Y explica a continuación: "O cama dice 'oye'; guaxerí 31 Oviedo, General :v natu·ral hist·oria de las Indias, lib. XXIX, ca- pítulo XXVI; en la ed. de Madrid, I8SI-I8S3, vol. III, pág. 129. 32 Las Casas, Apologética historia de las Indias, cap. CXCVII; en la ed. citada, pág. 516. PARA LA HISTORIA DE LAS VOCES «CONUCO» Y «GUAJIRO» 347 'señor'; guariquen 'mira' o 'ven a ver'; yari 'el joyel' o 'piedra de oro' ; caona llamaban al oro" 33 • L.a información de Las Casas concuerda con la presencia de la misma voz en otra lengua arahuaca. Rafael Celedón, en su Gramática, catecism,o i vocabulario de la lengua goajira, la re- gistra con los siguientes sentidos: "Caballero : guashire", "rico, a : guashiri, e" 34 • Puntualizada la procedencia arahuaca de guazeri ~ guashire ~ guaziro, intentemos apurar aún más la conjetura de Bachiller. Al ana·lizar estructuralmente los términos de tratamiento consig- nados por Las Casas se observa que en gua-xerí ba(h)-harí y matun-herí las transcripciones xerí, harí, herí parecen ser vaci- lantes grafías de un mismo semantema. Ese semantema proba- blemente corresponde en taíno a la voz arahuaca a-hati 'cama- rada, compañero, compatriota' 35 • En los tres casos dicha base está modificada por otros semantemas cuyo significado también ha sido posible precisar. En el más elevado de los términos de tratamiento, matun significa, según Mártir, 'generoso, noble' 36 ; matunherí, por consiguiente, equivaldría a 'noble, generoso se- ñor'. En el segundo, bahrii es 'casa' 37 y baharí 'señor de la casa'. Y en el tercero, wa-, apuntaba Bachiller siguiendo a Mártir, es artículo 38 ; hoy sabemos que en rea:lidad es un prefijo pronomi- nal que significa 'nos, nuestro' 39, y guajiro, por tanto, vendría a ser lo mismo que 'nuestro compañero', 'nuestro camarada' o como se suele decir en el saludo de las cartas comerciales, 'muy 33 Las Casas, Historia de las J¡nJ.ias, lib. II, cap. III ; en la ed. cit., vol. II, pág. 216. M Rafael Celedón, Gmnzática, catecismo i vocabulario de la lengua goajira, París, I878, págs. 129 y rso. Véase además la introducción, por Ezequiel Uricoechea,págs. 12-,13. 35 Anvwalúsch-Dcutches Woderbuch, pág. 78; De Goeje, págs. 23 y rg6. 36 Pedro Mártir de Anglería, Décadas del N1tevo Mtmdo, déc. 3". lib. VIII, cap. r. 37 Amwa1úsch-Dentch.es Worterb1f.ch, pág. s r ; De Goeje, pág. r6. Nótese que bahar·í, seguido del sufijo eke da el actual baj!Qreque 'casa con paredes de cujes entretejidos y cubiertos de barro'. 3 8 Mártir, Déc. 3", lib. VII, cap. 3: "Gua es entre ellos artículo". 39 De Goeje, pág. 57, et al. 348 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA señor nuestro'. Formativamente corresponde a la palabra inglesa mi-lord y a las españolas mon-seíior y nostr-a'mo. Y socialmente, como bien traducían Las Casas y Celedón, a 'Vuestra Merdecl' y 'caballero". Quedaría así demostrado que guajiro era un tér- mino de tratamiento a la vez familiar y respetuoso, de proceden- cia taína, y que nada tiene que ver con distinciones raciales. En resumen, conuco y guajiro son veces de palpitante actua- lidad. Pero voces cuyo origen y sentido convenía esclarecer. Y una vez esclarecidos, ambos términos recuperan airosamente su primitiva dignidad y su máximo valor expresivo. Con razón de- cía José Martí: "No hay placer como éste de saber ele dónde viene cada palabra que se usa y a cuánto alcanza". JosÉ JuAN ARROM. Y ah University.
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