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LA TRADUCCIÓN CASTELLANA INÉDITA
DEL CALILA E DIMNA ÁRABE 
(JOSÉ ANTONIO CONDE, 1797)
BRAE TOMO XCII • CUADERNO CCCV • ENERO-JUNIO DE 
LOS testimonios manuscritos del Calila e Dimna evidencian que en laEdad Media se llevaron a cabo y convivieron dos traducciones castella-nas de este ejemplario, procedentes de la versión árabe, la auspiciada por
Alfonso X (-) y la realizada a partir de la traslación hebrea en prosa
rimada de Jacobo Ben Eleazar (-). La primera, fechada en , se ha
conservado en dos manuscritos del siglo XV, ambos escurialenses, el h-III- (A)
y el X-III- (B). Y en un pequeño fragmento (O) de finales del siglo XV —tan
solo veintidós líneas— que se halla en un códice (ms. ) del Archivo de la
Catedral de Oviedo. Y, la segunda, también del siglo XIII, está incluida en
RASGOS DE BUCOLISMO EN LA POESÍA DE LAS DIANAS
 Este trabajo se ha realizado en el marco del Proyecto de Investigación FFI-, con-
cedido por el Ministerio de Ciencia e Innovación. 
 Para la bibliografía del Calila e Dimna remito a los siguientes estudios y bases de datos:
Marta Haro Cortés y José Aragüés Aldaz, «El exemplum medieval castellano. Una aproximación
bibliográfica», Boletín Bibliográfico de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, , ,
págs. -, publicado también en Memorabilia: Boletín de Literatura Sapiencial, , ,
[http://parnaseo.uv.es/memorabilia.htm]; también recomiendo la consulta de la Base de datos del
cuento medieval, Sendebar [http://.../clarisel/paginas/index.php?base=sendebar], dirigi-
da por M.ª Jesús Lacarra; así como la de Memorabilia: Boletín de Literatura Sapiencial, , ,
[http://parnaseo.uv.es/Memorabilia/Memorabilia/Bases.html]. Sobre la transmisión y las distin-
tas versiones de la obra sigue siendo muy útil el estudio de Isidoro Montiel, Historia y biblio-
grafía del Libro de Calila y Dimna, Madrid, Editora Nacional, . Descripción y filiación de
testimonios en M.ª Jesús Lacarra, «Calila e Dimna», Diccionario Filológico de Literatura Medieval
Española. Textos y transmisión, coords. Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías, Madrid, Castalia,
, págs. -. Y por lo que se refiere a su difusión y ámbitos de recepción, véase, Marta
Haro Cortés, «’Enxemplos et semejanças para reyes’: modelos de transmisión», Los códices litera-
rios de la Edad Media. Interpretación, historia, técnicas y catalogación, dir. Pedro M. Cátedra, eds.
Eva Belén Carro Carbajal y Javier Durán Barceló, Salamanca, Instituto de Historia del Libro y
de la Lectura, , págs. -.
 Remito a Jesús Menéndez Peláez, «Un fragmento desconocido del Calila e Digna en un
manuscrito de la Catedral de Oviedo», Revista de Literatura, , , págs. -; Juan Carlos
Conde, La creación de un discurso historiográfico en el Cuatrocientos castellano: Las siete edades del
mundo de Pablo de Santa María (Estudio y Edición crítica), Salamanca, Universidad de Salamanca,
, especialmente págs. -. Martín Sarmiento en sus Memorias para la historia de la poe-
el manuscrito  (P), del siglo XV, de la Biblioteca Universitaria de
Salamanca; dicho ejemplar reúne diversas obras, originariamente en árabe o
hebreo, que forman una recopilación sapiencial. A pesar de que únicamente se
conservan los tres prólogos del Calila e Dimna —«Introducción de Ibn al
Muqaffa’», «Viaje de Berzebuey a la India» e «Historia de Berzebuey»—, esta ver-
sión permite relacionar la narración del viaje de Berzebuey que aparece en la pri-
mera parte de la General Estoria (Libro VII, cap. XLI), con la traducción hebrea.
Un interesante sincretismo en el ámbito de las traducciones es, sin duda, la
de Raimundo de Béziers (Raimundus de Biterris), que trasladó al latín el ejem-
plar del Calila castellano regalado a doña Juana de Navarra (-), esposa
 marta haro cortés BRAE, t. XCII • c. CCCV • 
sía y poetas españoles. Dadas a luz por el monasterio de S. Martín de Madrid y dedicadas al Excmo.
Sr. Duque de Medina-Sidonia, I, Madrid, J. Ibarra, , pág. , daba noticia de un ejemplar
del Calila e Dimna, hoy perdido: «Habra cosa de siete, u ocho años que un librero compró una
porción de manuscritos, que habían quedado de un tal Pantoja, docto, y curioso; y los cuales se
vendieron después a Portugal. Entre ellos había un manuscrito castellano en cuarto, y escrito en
el siglo décimo quinto. El título de la obra era el siguiente: “El Libro de Calila e Dimna, que fue
sacado de Arábigo en Latín, Romanzado, por mandado del Infante alfonso, fijo del Rey D. Fernando,
en era de mil trescientos ochenta y nueve”. Empieza así: “Este es Libro de Calila e Dimna, que
fizieron los sabios, de los exemplos y de las fablas que fizieron, etc”. Tiene muchas estampas de
animales; y en la subscripción se dice que Fr. Juan Guallense, Franciscano, escribió este libro el
año de ». Las escasas líneas que transcribe el padre Sarmiento permiten relacionar este ejem-
plar con el fragmento del manuscrito  de la Catedral de Oviedo, que se incluye en la
Lamentación de España del marqués de Santillana. 
 Este códice procede del Colegio del Arzobispo de Salamanca y está compuesto por:
ff. r-r: Bocados de oro (falta la primera parte del texto); ff. r-r: Libro de los cien capítulos
(faltan los capítulos XXVIII, XXIX y XXX); ff. r-v: Arte de la memoria (segunda parte) (incom-
pleto al principio); ff.  r-v: Vida de Segundo (falta el final); ff. r-v: Libro de los buenos pro-
verbios; ff.v-r: Poridat de las poridades; ff. v [v]-v [v]: Calila e Dimna (contiene
los tres preliminares). 
 Edición de esta versión hebrea, así como de la de Rabí Joel, ambas del Calila e Dimna
árabe, y probablemente realizadas en Castilla, en Joseph Derenbourg, Deux versions hébraïques du
libre de Kalîlâh et Dimnaâh, Paris, F. Vieweg, Libraire-Éditeur, ; véase también Ángeles
Navarro Peiró, «Cuentística hispanohebrea», El cuento oriental en Occidente, eds. M.ª Jesús
Lacarra y Juan Paredes, Granada, Editorial Comares, , págs. -, «Las versiones hebre-
as del Calila e Dimna», Revista de Filología Románica, , , págs. - y «La versión hebrea
del Calila y Dimna de Ya’qob ben El’azar», Jewish Studies at the Turn of the Twentieth Century,
eds. J. Targarona Borrás y A. Sáenz-Badillos, I, Leiden, Brill, , págs. -. Por lo que
respecta a la traducción castellana de la versión hebrea, principalmente recomiendo la consulta
de Josep M. Sola-Solé, «El Calila e Digna castellano traducido del hebreo», Hispania Judaica III,
eds. Josep M. Solà-Solé, Samuel G. Armistead y Joseph H. Silverman, Barcelona, Puvill Libros,
, págs. - y M.ª Jesús Lacarra, «Un fragmento inédito del Calila e Dimna (Ms. P)»,
El Crotalón. Anuario de Filología Española, , , págs. -.
de Felipe IV el Hermoso (-). Su labor puede dividirse en dos etapas: has-
ta la muerte de la reina, en 5, es probable que hubiese llegado hasta la mitad
del capítulo VI, siguiendo fielmente el texto español; el óbito de la soberana for-
zó la interrupción del proyecto, pero, poco después, su interés por obtener el
favor real lo animó y retomó su cometido, basándose fundamentalmente, aun-
que sin abandonar del todo la versión castellana, en el Directorium humanae
vitae del converso Juan de Capua —traducción latina del último tercio del siglo
XIII de la versión hebrea de Rabí Joël—. En  Béziers concluyó su traducción
y la hizo ornamentar con miniaturas en un códice de rica factura.
La difusión del Calila e Dimna sigue en auge a finales de la Edad Media,
adquiriendo preponderancia las versiones de transmisión occidental. Prueba
de ello es el Exemplario contra los engaños y peligros del mundo —traslación
al castellano del Directorium de Capua—, que inaugura la transmisión im-
presa de la obra en Zaragoza, Pablo Hurus, , y que siguió editándose
ininterrumpidamente hasta bien entrado el siglo XVI. A mediados de la
siguiente centuria, concretamente en  y ,el Calila vuelve a ver la luz
en letra impresa como Espejo político y moral para príncipes, en dos partes pu-
BRAE, t. XCII • c. CCCV •  la traducción castellana inédita...
 Remito a Cristina Tabernero, «El Libro de Calila y Dimna redactado en latín por
Raimundo de Béziers», Homenaje a Jesús Cañedo, Rilce, , , págs. -; Barry Taylor,
«Raimundus de Biterris’s Liber Kalile et Dimne: Notes on the Western Reception of an Eastern
Exemplum-Book», Cultures in Contact in Medieval Spain: Historical and Literary Essays Presented
to L. P. Harvey, eds. David Hook y Barry Taylor, London, King’s College London Medieval
Studies, , págs. -; Nancy Freeman Regalado, «Kalila et Dimne, Liber Regius: The
Tutorial Book of Raymond des Béziers (Paris, BNF MS. Lat. )», Satura: Studies in Medieval
Literature in Honour of Robert R. Raymo, eds. Nancy M. Reale y Ruth E. Sternglantz, Donington,
Shaun Tyas, , págs. -; Isidoro Montiel, Historia y bibliografía del Libro de Calila y
Dimna, Madrid, Editora Nacional, , págs. -. Edición del texto en Leopold Hervieux,
Les Fabulistes Latins despuis le siècle d’Auguste jusqu’à la fin du moyen âge. Jean de Capoue et ses
dérivés, V, Paris, Georg Olms, , págs. -.
 Sobre el Exemplario contra los engaños y peligros del mundo, así como su tradición impresa
y su relación con el Calila e Dimna y el Directorium de Juan de Capua, remito al excelente estu-
dio de M.ª Jesús Lacarra, «El Exemplario contra los engaños y peligros del mundo: las transforma-
ciones del Calila en Occidente», en Exemplario contra los engaños y peligros del mundo. Estudios y
edición, dir. Marta Haro Cortés, València, Universitat de València, , págs. -; la edición
de la obra ha sido realizada por Antonio Doñas, Héctor H. Gassó y Diego Romero en este mis-
mo volumen, págs. -, así como el «Repertorio bibliográfico» con todo el elenco de impre-
siones del Exemplario, recopilado por José Aragüés, M.ª Jesús Lacarra y Marta Haro Cortés, págs.
-. Véase también M.ª Jesús Lacarra, «El Exemplario contra los engaños y peligros del mundo y
la imprenta zaragozana», en In memoriam Manuel Alvar (-). Archivo de Filología
Aragonesa, -, -, págs. -; «El Exemplario contra los engaños y peligros del
mundo y sus posibles modelos», Actes del X Congrés Internacional de l’Associació Hispànica de
 marta haro cortés BRAE, t. XCII • c. CCCV • 
Literatura Medieval (Alacant ), eds. Rafael Alemany, Josep Lluís Martos y Josep Miquel
Manzanero, Alacant, Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana, , II, págs. -;
Fernando Gómez Redondo, «La disolución de la cuentística oriental en el siglo XV», El cuento
oriental en Occidente, eds. M.ª Jesús Lacarra y Juan Paredes, Granada, Fundación Euroárabe,
Editorial Comares, , págs. -. 
 Un análisis detallado en M.ª Jesús Lacarra, «El Calila en España: tres encuentros con los
lectores», El cuento oriental en Occidente, eds. M.ª Jesús Lacarra y Juan Paredes, Granada,
Fundación Euroárabe, Editorial Comares, , págs. -.
 La publicación de la Historia de la dominación de los Árabes en España, sacada de varios
manuscritos y memorias arábigas en  (tomos I y II) y  (tomo III), poco después de morir
José Antonio Conde, causó notable expectación —no en vano durante muchos años ofició de
fuente única e inexcusable para el conocimiento de la historia y literatura árabe en España— y,
asimismo, fue el detonante de endurecidas críticas que socavaron su reputación. El principal
abanderado del ataque a la Historia de Conde fue Reinhardt P. Dozy, ilustre arabista holandés,
que en su libro Recherches sur l´histoire et la littérature de l’Espagne pendant le Moyen Âge, Leyden,
J. Brill, , lo acusa directamente de falsario, impostor y de actuar con mala fe (pág. VII). Al
vituperio y descrédito a la labor de Conde se sumaron los discípulos de Dozy, así como otros
orientalistas europeos y españoles. A principios del siglo XX, será Luciano Barrau-Dihigo
(«Contribution à la critique de Conde», Homenaje á D. Francisco Codera. Estudios de erudición
oriental, ed. Eduardo Saavedra, Zaragoza, M. Escar Tip., , págs. -), quien formule un
contrastado y riguroso alegato a favor de la obra de Conde. Una detallada exposición de la polé-
mica en torno a la Historia de la dominación de los árabes en España de José Antonio Conde en:
Manuela Manzanares de Cirre, «Gloria y descrédito de D. José Antonio Conde», Anuario de
Estudios Medievales, , , págs. - y «D. Jose Antonio Conde. Críticas y polémicas sobre
su obra», Arabistas españoles del siglo XIX, Madrid, Instituto Hispano-Árabe de Cultura, , págs.
-; Antonio B. Domínguez Prats, «José Antonio Conde (-). Autor de Historia de la
dominación de los árabes en España (Madrid /), descubridor de la literatura aljamiada, y pri-
mer historiador español moderno que usó las fuentes árabes en lengua original», en Espacio y
blicadas en Madrid (Domingo García y Morrás,  y Joseph Fernández
de Buendía, ), de mano de Vicente Bratuti, intérprete de lengua turca de
Felipe IV, que se sirvió de un texto turco del siglo XVI el Humayun namado
(Libro imperial).
La recensio de los testimonios castellanos debe completarse con la traducción
del arabista José Antonio Conde ( de octubre de - de junio de )
que, pese a su interés, sigue todavía inédita. Sin duda, llama la atención el exi-
guo interés que ha despertado en la crítica la labor de uno de los intelectuales
más prolíficos y meritorios de la segunda mitad del siglo XVIII y primeras déca-
das del XIX; aunque, no es de extrañar, dado el descrédito y las numerosas crí-
ticas de las que fue víctima, que su trabajo quedase relegado y minusvalorado
durante mucho tiempo. A pesar de la campaña de desprestigio de que fue
objeto, bien al contrario, la obra de Conde deja constancia de un saber enci-
clopédico —acorde con las ideas renovadoras de la Ilustración— y de una
BRAE, t. XCII • c. CCCV •  la traducción castellana inédita...
tiempo en la percepción de la Antigüedad tardía. Homenaje al profesor Antonino González Blanco,
Antigüedad y cristianismo: monografías históricas sobre la Antigüedad tardía, , , págs. -
. Asimismo, fue nuestro estudioso el primero que descifró y tradujo algunos manuscritos de
literatura aljamiada y el que orientó a Silvestre de Sacy en esta cuestión; sin embargo, lamenta-
blemente sus trabajos no se publicaron nunca. Por lo que respecta a su labor de traductor, fue
Menéndez Pelayo en su Biblioteca de traductores españoles (Santander, Aldus, ) el que lo res-
cató del olvido. Únicamente se pronuncia sobre las traducciones griegas que, en general, consi-
dera mediocres e inarmónicas en cuanto a su versificación, aunque reconoce la erudición y su
ingente labor traductora. Véase, Julio Calvo Pérez, «José Antonio Conde (-), traductor»,
Historia de la traducción, eds. Brigitte Lépinette y Antonio Melero, Quaderns de Filologia.
Estudis Lingüistics, VIII, València, Universitat de València, Facultat de Filologia, Traducció i
Comunicació, , págs. -. 
 José Antonio Conde (-) estudió en la Universidad de Alcalá de Henares, donde
obtuvo en  el título de Bachiller en Cánones y en  el de Bachiller en Leyes, siendo el pri-
mero de su promoción en ambas titulaciones. Ese mismo año oposita a la cátedra de Lengua
Hebrea y al siguiente a la de Lengua Griega, quedando en ambas finalista. Es también en 
cuando fue denunciado ante la Inquisición y, por falta de pruebas, en  se archivó su causa. En
 se licencia en Cánones y se doctora en Derecho, siendo nombrado Individuo de la Academia
de Jurisprudencia de Alcalá de Henares y, al año siguiente, Abogado de los Reales Consejos. Su tra-
bajo en la Biblioteca Real comienza en , hasta convertirse en Secretario de la misma en .
Ingresó, como académico honorario, en la Real Academia de la Lengua el  de diciembre de y pasó a ser miembro de número, ocupando el sillón G, el  de marzo de ; dos meses antes,
el  de enero, había pronunciado su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia. Con
la invasión francesa de  se inicia la etapa política y más agitada de Conde: será viceministro
del interior con José Bonaparte y, la derrota de los franceses, lo obligará a desterrarse a París en
. Volverá a Madrid en ; contrae matrimonio con Mariquita Fernández de Moratín en 
—prima hermana de su gran amigo Leandro Fernández de Moratín—, que morirá de parto al año
siguiente. Y cuatro años después, fallecerá Conde sin haber visto publicada su Historia de la domi-
nación de los árabes en España que fue impresa ese mismo año. Todos los datos aportados sobre la
trayectoria vital de José Antonio Conde proceden del estudio de Julio Calvo Pérez, Semblanza de
José Antonio Conde, Cuenca, Diputación Provincial de Cuenca, , de consulta obligatoria para
cualquier acercamiento a nuestro erudito. Véase también, Pedro Roca, «Vida y escritos de D. José
Antonio Conde», Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, VIII, , págs. -; IX, , págs.
-; X, , págs. - y XII, , págs. -. 
ingente labor como historiador, traductor de griego, latín, árabe, persa y
hebreo; estudioso de la literatura —a él se debe el descubrimiento de la litera-
tura aljamiada—; lingüista —con notables estudios sobre el castellano, vasco, o
el caló—; numismático y pedagogo; además de bibliotecario —en la Biblioteca
Real—, académico —tanto de la Real Academia de la Lengua, como de la Real
Academia de la Historia—, y político —viceministro del interior durante el
régimen bonapartista—.
La traslación del Calila y Dimna —Real Academia de la Historia, ms.
-, ff. []–[]—, de acuerdo con los datos aportados en el
colofón de la obra: «Acabose de traducir de Árabe este libro de la sabiduría
Indiana en  de Mayo de » (f. v). En aquel entonces, Conde, con
 años, era oficial tercero de la Biblioteca Real (puesto que desempeñó del
-- al --). Esta traducción que, como nos indica su propio
autor, procede del árabe, agrega un eslabón más en la transmisión de la obra y,
a buen seguro, el estudio de este testimonio —que es el objeto de las páginas
siguientes— ampliará el estema de la recensión castellana.
La confrontación detallada de la disposición de secciones y cuentos del Calila
alfonsí y de la versión de Conde, queda esquematizada en la tabla que aporto.
 marta haro cortés BRAE, t. XCII • c. CCCV • 
 El título del manuscrito en cuarto de la Real Academia de la Historia, signatura -,
reza «Traducciones del griego y del árabe por José Antonio Conde». El contenido del mismo es
el siguiente: ff. -, Las obras y los días, del Hesiodo; ff. -, Fragmentos de la Teogonía, de
Hesiodo; ff. -, Los amores de Leandro y Ero, traducción del griego por [...]; ff. -, Hadith,
de la doncella de Arcayona. La trasladó de arábigo [...]; ff. -, Kalila y Dimna, traducido del
árabe por […]; y ff. -, Historia de Kustasp, por Ferdus el Tusy, traducido del persiano por [...].
Véase, Antonio Rodríguez Villa, Catálogo general de manuscritos de la Real Academia de la
Historia (-), versión digital de Juan Manuel Abascal,  [http://www.rah.es/bibliote-
ca.htm], consultada --.
 Nómina completa de todas las traducciones de Conde en los trabajos ya citados de Julio
Calvo Pérez.
 Para la traducción alfonsí sigo la edición y la nomenclatura de capítulos y cuentos de
M.ª Jesús Lacarra y Juan Manuel Cacho Blecua, Calila e Dimna, Madrid, Castalia, .ª ed. ; entre
corchetes cuadrados he mantenido la numeración de esta edición. En algunos capítulos y cuentos de
la versión de Conde, como podrán observar, se aprecian ligeras modificaciones respecto de los
personajes protagonistas, sin que esto altere la correspondencia argumental entre ambas obras.
CALILA Y DIMNA (J. A. CONDE ) CALILA E DIMNA ()
*
*
*
–«EL LEÓN Y EL BUEY» (ff. r-v)
*
– «El mono y la cuña» (ff. v-r)
– «La zorra y el tambor» (f. r-v)
– «El religioso robado» (ff. r-v)
– «La zorra aplastada por dos carneros»
(ff. r-v)
INTRODUCCIÓN DE IBN AL-MUQAFFA’ (págs.
-)
[I] CÓMMO EL REY SIRECHUEL ENBIÓ A
BERZEBUEY A TIERRA DE INDIA (págs. -) 
[II] ESTORIA DE BERZEBUEY EL MENGE (págs.
-)
–[III] «DEL LEÓN ET DEL BUEY» (págs. –)
– «El hombre que por huir de un peligro
cayó en otro» (págs. -)
– «El mono y la cuña» (págs. -)
– «La zorra y el tambor» (pág. )
– «El religioso robado» (págs. -)
– «La zorra aplastada por dos cabrones
monteses» (pág. )
BRAE, t. XCII • c. CCCV •  la traducción castellana inédita...
CALILA Y DIMNA (J. A. CONDE ) CALILA E DIMNA ()
– «La ramera y el amante» (ff. v-r)
– «El curtidor, su mujer y la alcahueta»
(ff. r-r)
– «El cuervo y la serpiente» (ff. r-v)
– «El cisne, el cáncer y los peces» (ff. v-
v)
– «Las liebres y el león» (ff. r-v)
– «Los tres peces» (ff. r-v)
– «El piojo y la pulga» (f. r)
– «La camella que se ofreció al león» (ff.
v-v)
– «El alción y la sirena» (ff. r-r)
– «Los dos ánades y la tortuga» (ff. r-
v)
– «Los monos y el cuervo» (ff. r-v)
– «El hombre taimado y el muchacho»
(ff. v-v)
– «El cisne, la serpiente y el cangrejo» (ff.
v-v)
– «Los ratones que comían hierro» (ff.
r-v)
–«LA PESQUISA DE DIMNA» (ff. v-v)
*
– «El médico que envenenó a la princesa»
(ff. r-v)
– «Las dos cautivas y el hombre» (ff. r-
v)
–«Las grajas acusadoras» (ff. v-v)
–«LA PALOMA, EL RATÓN, LA TORTUGA, EL
CUERVO Y LA CORZA» (ff. r-v)
– «El ratón cuenta su historia» (ff. v-
v)
– «El hombre que quería dar de comer a
sus amigos» (ff. r-r)
– «El lobo y el arco» (ff.v-r)
– «La alcahueta y el amante» (págs. -)
– «El carpintero, el barbero y sus muje-
res» (págs. -)
– «El cuervo y la culebra» (pág. )
– «La garza, las truchas y el cangrejo»
(págs. -)
– «Las liebres y el león» (págs. -)
– «Las tres truchas» (págs. -)
– «El piojo y la pulga» (págs. -)
– «El camello que se ofreció al león»
(págs. -)
– «Los tituy y el mayordomo del mar»
(págs. -)
– «Los dos ánades y el galápago» (págs.
-)
– «Los monos, la luciérnaga y el ave»
(págs. -)
– «El hombre falso y el torpe» (págs. -
)
– «La garza, la culebra y el cangrejo»
(págs. -)
– «Los mures que comían hierro» (págs.
-)
–[IV] «DE LA PESQUISA DE DIMNA» (págs.
-)
– «La mujer y el siervo» (págs. -)
– «El médico ignorante que envenenó a la
princesa» (págs. -)
– «El labrador y sus dos mujeres» (págs.
-)
– «Los papagayos acusadores» (págs. -)
–[V] «DE LA PALOMA COLLARADA ET DEL
MUR ET DEL GALÁPAGO ET DEL CUERVO»
(págs. -)
– «El ratón cuenta su historia» (págs. -
)
– «El hombre que quería dar de comer a
sus amigos» (pág. )
– «El lobo y el arco» (págs. -)
 marta haro cortés BRAE, t. XCII • c. CCCV • 
CALILA Y DIMNA (J. A. CONDE ) CALILA E DIMNA ()
–[VI] «DE LOS CUERVOS ET DE LOS BÚHOS»
(págs. –)
– «Las liebres y la fuente de la luna»
(págs. -)
– «La jineta, la liebre y el gato religioso»
(págs. -)
– «El religioso y los tres ladrones» (pág.
)
– «El viejo, su mujer y el ladrón» (págs.
-)
– «El religioso, el ladrón y el diablo»
(págs. -)
– «El carpintero engañado por su mujer»
(págs. -)
– «La rata transformada en niña» (págs.
-)
– «La culebra y las ranas» (págs. -)
–[VII] «DEL GALÁPAGO ET DEL XIMIO» (págs. 
–)
– «El asno sin corazón» (págs. -)
–[VIII] «DEL RELIGIOSO ET DEL CAN ET DEL
CULEBRO» (págs. -)
– «El sueño del religioso» (págs. -)
–[XI] «DEL REY CEDERANO ET DEL SU
ALGUAZIL BELED ET DE SU MUGER ELBED»
(págs. –)
– «El palomo y su hembra» (págs. -)– «El mono y las lentejas» (pág. )
–[IX]«DEL GATO ET DEL MUR» (págs. -
)
–[X] «DEL REY ET DEL AVE QUE DEZÍAN
CATRA» (págs. -)
–[XIV] «DEL LEÓN ET DEL ANXAHAR RELI-
GIOSO» (págs. –)
–[XV] «DEL OREBZ ET DEL XIMIO ET DEL
TEXÓN ET DE LA CULEBRA ET DEL RELI-
GIOSO» (págs. –)
–«LOS CUERVOS Y LOS BÚHOS» (ff. r-r)
– «Las liebres y la fuente de la luna» (ff.
r-r)
– «La ardilla, la liebre y la gata» (ff. r-
r)
– «El ermitaño y los ladrones» (ff. v-
r)
– «El mercader, su mujer y el ladrón» (ff.
v-r)
– «El ermitaño, el ladrón y el diablo» (ff.
r-v)
– «El albañil y su mujer» (ff. r-r)
– «La rata transformada en niña» (ff.
v-v)
– «La serpiente y la rana» (ff. v-r)
–«EL MONO Y LA TORTUGA» (ff. v–v)
– «El asno sin corazón» (ff. v-v)
–«LA MUJER, EL MARIDO Y LA CULEBRA» (ff.
v-r)
– «El sueño del pobre» (ff. r-v)
–«LOS OCHO SUEÑOS DEL REY» (ff. r-
r)
– «El palomo y su hembra» (ff. r-v)
– «El mono y las lentejas» (ff. v-v)
‒«EL GATO Y EL RATÓN» (ff. v-r)
–«EL REY Y EL PAPAGAYO» (ff. r-r )
–«EL CERVAL Y EL LEÓN» (ff. r-r)
–«EL PLATERO, EL MONO, LA CULEBRA, EL
DRAGÓN Y EL RELIGIOSO» (ff. r-v)
BRAE, t. XCII • c. CCCV •  la traducción castellana inédita...
CALILA Y DIMNA (J. A. CONDE ) CALILA E DIMNA ()
–«EL HIJO DEL REY, DEL FIDALGO, DEL
MERCADER Y DEL LABRADOR» (ff. v-r)
*
–«LA LEONA Y LA OSA» (ff. r-v )
–«EL REY DE LOS RATONES» (ff. v-r)
–«EL RELIGIOSO Y EL HUÉSPED» (ff. v-
v)
–«El cuervo y la perdiz» (ff. r)
*
*
–[XVI] «DEL FIJO DEL REY ET DEL FIDALGO
ET DE SUS COMPAÑEROS» (págs. –)
– «Las palomas y el tesoro» (págs. -)
–[XII] «DEL ARQUERO ET DE LA LEONA ET
DEL AXARA» (págs. –)
*
–[XIII] «DEL RELIGIOSO ET DE SU HUÉSPED»
(págs. –)
– «El cuervo y la perdiz» (pág. )
[XVII] «DE LAS GARÇAS ET DEL ÇARAPICO»
(págs. -)
[XVIII] «DE LA GULPEXA ET LA PALOMA ET
DEL ALCARAVÁN» (págs. –)
En lo relativo al contenido, hay que señalar la ausencia en la traducción de
Conde de los tres preliminares —«Introducción de Ibn al-Muqaffa’», «Viaje de
Berzebuey» e «Historia de Berzebuey»—, así como del primer cuento del capí-
tulo inaugural de «El león y el buey» —este es, «El hombre que por huir de
un peligro cayó en otro» (págs. -)—, del que comienza la sección de «La
pesquisa de Dimna» —«La mujer y el siervo» (págs. -)—, y del relato que
se incluye en la historia de «El hijo del rey, del fidalgo y de sus compañeros»
—me refiero a «Las palomas y el tesoro» (págs. -)—. A todo esto añadir
que el Calila de Conde no comparte las peculiaridades que caracterizan la rama
castellana: no presenta la adición de los últimos capítulos —«De las garças y
del çarapico» (págs. -) y «De la gulpexa y la paloma y del alcaraván»
(págs. -)—. Y sí incluye la narración de «El rey de los ratones» (ff. v-
r). 
Asimismo, salta a la vista que en la versión castellana las disertaciones
teóricas expuestas por los personajes son más extensas; mientras que en la tra-
ducción de Conde, sin menoscabar los argumentos ejemplarizantes, se reducen
—fundamentalmente las sentencias, similitudines y diálogos sapienciales—, y se
prioriza el desarrollo de la acción, agilizando notablemente el ritmo narrativo.
Es de notar que en el Calila árabe no se aprecia, en líneas generales, este
proceso de simplificación.
Si tomamos como referencia la primera sección «El león y el buey», por
poner un ejemplo notorio, tras el ensartado, narrado por Calila, de «El religioso
robado», (ff. r-v), los dos protagonistas entablan un diálogo en el que
Dimna va enlazando fórmulas sentenciosas, para justificar su decisión de librar-
se del buey y así volver a gozar del favor del león. El cuento de «El cuervo y
la serpiente» (ff. r-v, pág. ), que ilustra que la astucia es más eficaz
que la fuerza, pone fin a este intercambio dialógico. Tal y como puede seguir-
se en el esquema, el Calila de Conde suprime esta conversación y práctica-
mente enlaza dicho cuento con los anteriores. Este proceso de síntesis se hace
más evidente conforme avanza el capítulo.
 marta haro cortés BRAE, t. XCII • c. CCCV • 
 Se compone de «La zorra aplastada por dos carneros» (ff. r-v) /«La zorra aplastada por
dos cabrones monteses» (pág. ), «La ramera y el amante» (ff. v-r) /«La alcahueta y el
amante» (págs. -) y «El curtidor, su mujer y la alcahueta» (ff. r-r) / «El carpintero, el
barbero y sus mujeres» (págs. -).
 Al final de la segunda columna, entre corchetes cuadrados, se señalan las páginas corres-
pondientes del Kalila árabe, siguiendo, respectivamente, la traducción de Marcelino Villegas,
Abdalá Benalmocaffa, Calila e Dimna, Madrid, Alianza Editorial, , que se basa en la edición
de Silvestre de Sacy, Calila et Dimna ou Fables de Bidpai, Paris, Impr. Royale, ; y la de André
Miquel, Ibn al-Muqaffa’, Le livre de Kalila et Dimna, Paris, Klincksieck, , traducción fran-
cesa de la edición de ‘Abd al Wahha−b ‘Azza−n (ed.), Kita−bu kali−lata wa dimnah. naqualahu− min
al-fahlawi−yati ‘Abdu lla−hi bnu l-Muqaffa’. ‘aqdamu n-nusakhi wa ‘asahhuha−. darasaha− wa ‘alaqa
‘alayha− d-doktor Ta−ha− Husayn Be− wa d-dokto−r ‘Abd al- Wahha−b ‘Azza−m, Cairo, Dar al Ma’aarif,
.
—A lo cual dijo Dimna,
es verdad, está bien cuanto
dices.
Dixo Digna: —Entendido he lo que dexiste, et semeja
a mi fazienda, et por buena fe non me mata a mí sinon yo mes-
mo. Empero ¿qué faré agora?
Dixo Calila: —Dime tú, qué es el tu consejo a esto.
Dixo Digna: —Dígote de mí. Yo non quiero demandar mayor
honra de la que avía, nin mayor lugar del que tenía, mas quiero
buscar arte para tornar en mi dignidat. Ca tres cosas son en que
debe omne parar mientes: en el daño et en el pro en el tiempo que
es pasado por tal que se guarde de aver daño, et pugnar de obrar
el pro; et catar otrosí las cosas en el tiempo en que está por se ate-
ner a las que le plazen et fuir de las que se despaga; otrosí [en] el
tiempo que es por venir debe parar mientes por esperar la pro et
fuir del daño et el mal. Et yo parando mientes en mi fazienda, non
fallé cosa que mejor me sea que guisar cómmo pierda la vida
Sençeba, et que si yo lo pudiere guisar, que cobre mi estado en que
era con el rey. Et quiçá será esto bien para el león, ca este tan sobe-
jano amor qu’él ha con Sençeba es cosa que le está mal, et que le
travan en ella mucho, et ale de ser despreçiado.
CALILA (CONDE), f. 95r CALILA E DIMNA (), págs. -
Cabe destacar, por otro lado, las divergencias que concurren en el desarro-
llo argumental de las historias. Únicamente voy a comentar dos casos. En pri-
mer lugar, el cuento «La ramera y el amante» (ff. v-r) /«La alcahueta y el
amante» (págs. -). En el Calila castellano, una alcahueta, viendo peligrar
sus ganancias, porque su manceba se había enamorado de un joven, decide
envenenarlo: «Estonçe tomó ella vaganbre que avía puesto en una caña por lo
echar al omne por las narizes. Et puso la boca en la caña por soplar, et por
fazer ella esto dio un estornudo antes que huyase soplar. Et cayó a ella la vegan-
bre en la garganta, et cayó muerta» (pág. ). En la versión de Conde (ff. v-
r), fiel a la árabe (Villegas, pág. ; Miquel, pág. ), la situación no solo
es más cómica, sino también escatológica:
Siguió su camino y entró de noche en la ciudad. Y, no sabiendo dónde hospedar-
se, fue a pasar la noche a casa de una ramera. Tenía esta ramera una criada que vivía
en el mismo ejercicio que su ama, y la criada tenía un galán que estaba perdido por
sus amores, y aborrecía en extremo al ama, y esta tampoco podía sufrirle; así que pen-
só matarle y quitarle de en medio. Habíale embriagado esta misma noche, y así estaba
BRAE, t. XCII • c. CCCV •  la traducción castellana inédita...
Pero como ya otras veces
te he dicho y ahora vuelvo a
decirte, que muchosde los
más poderosos han sido ven-
cidos por otros cualesquiera
de poco nombre y, al parecer,
de poca importancia. Así se
cuenta de un cuervo […] 
Dixo Calila: —Yo non veo que por Sençeba venga al león pro
nin daño.
Dixo Digna: — Acaesçe al rey por razón de la mala andança
perder los leales vasallos et los buenos defensores; et acaesçe por
razón de la guerra contienda et discordia entre los omnes; et aca-
esçe por razón del viçio amar las mugeres et las fablas, et bever et
caçar et tales cosas; et acaésçel’ por razón de la crueldad denostar
et ferir sin mesura; et acaesçe por razón del tiempo sequedat et
mortandat et pestilençia, et perderse los frutos; et acaésçel’ por
razón de la grandez usar braveza en lugar de mansedunbre et man-
sedunbre en lugar de braveza. Et el león es muy ayuntado a
Senseba, atanto que lo faze su egual.
Dixo Calila: —¿Cómmo puedes tú matar a Senseba, que es
más valiente que tú es más fuerte, et ha más mando, et ha más
vasallos et más amigos?
Dixo Digna: —Non cates a eso, ca todas las cosas non
se fazen por fuerça, et algunt flaco llegó con su faldri-
miento et con sus artes et con su enseñamiento a lo que
non pueden fazer muchos fuertes et muchos valientes.
¿Non te dixeron de cómmo mato un cuevo a una culebra
con su arte et con su ensañamiento et con su suavidat?
Dixo Calila: —¿Et cómmo fue eso?
[Villegas, págs. -; Miquel, págs. -]
CALILA (CONDE), f. 95r CALILA E DIMNA (), págs. -
profundamente dormido; a deshora de la noche se levantó la ramera, y tomando una
pluma llenó el cañón de polvos venenosos y, aplicándoselo al culo, le comenzó a soplar
con sus labios por el otro extremo, esperando así introducirle los polvos corrosivos que
le destruyesen los intestinos y le matasen, pero acaeció muy al contrario de sus espe-
ranzas, porque al mismo tiempo [r] que la ramera aplicó sus labios para soplar, el
dormido amante soltó un flato que impelió los polvos a la garganta de la ramera, y sin
remedio murió luego.
Es evidente el interés del traductor castellano por suprimir los detalles más
ordinarios —que sí se mantienen en el Exemplario contra los engaños y peligros
del mundo (págs. -)—, lo que no implica en este caso ni alterar la acción,
ni su mensaje ejemplar. 
Veamos otro ejemplo de distinta índole. En el capítulo III, «Del león et del
buey» (págs. -), Dimna narra «Los tittuy y el mayordomo del mar» (págs.
-): una ave marina, acercándose el momento de la puesta de huevos, rogó
a su pareja que se trasladasen a un lugar más seguro para que el mayordomo
del mar no robase sus huevos. El ave macho no hizo caso y cuando creció el
mar, el mayordomo robó sus polluelos. Todas las aves hicieron una alianza para
vengarse del mayordomo del mar y este, al ver el peligro que corría, restituyó
el nido. El origen de este cuento es el Panchatantra (I, ), y aquí es el pájaro
Garuda, mitad águila, mitad hombre — considerado como un semidiós por los
budistas—el que acecha a las aves. En la traducción de Conde (ff. r-v),
 marta haro cortés BRAE, t. XCII • c. CCCV • 
 En el Exemplario (págs. -) se narra: «Prosiguiendo el sancto hombre su camino más
adelante, llegó a una ciudad y aposentose aquella noche en casa de una muger que vivía ena-
morada, la qual tenía una donzella que vivía de aquella mesma mercaduría. Y fue caso que esta
donzella tomó amores tan entrañales con un gentil mancebo de su edad que la señora ya no
podía acabar con ella que con otro quisiesse ganar dineros para con que pudiessen vivir, de lo
qual estava deseperada y muy enojada. Y una noche la donzella dio lugar a su enamorado para
que holgasse con ella y, por festejarlo muy altamente, diole colación de muchos letuarios de
açúcar y túvole tan acerca de vinos tan singulares que pudo en él más el sueño que la gana del
apetito carnal. Y como no lo puediesse despertar como ella quería, llamola la dueña y mandole
descender baxo a un palacio fingiendo haverse olvidado algo que mucho montava; y en descen-
diendo baxo la donzella, la señora muy apressuradamente tomó un pedaço de caña foracada a
dos partes e hinchiolo de polvos para matar y puso al desventurado, que durmía, el un cabo de
la caña en las postrimeras partes de su persona por que soplando por la otra parte de la caña
con la boca le echasse aquellos polvos mortales dentro del cuerpo y le matasse, a fin que no dies-
se con sus amores empacho en su criada de dar su persona a quantos viniessen, como solía hacer.
Y acahesció que, como ella tuviesse ya en la boca el cabo de la caña para suplar, el mancebo,
que era sin culpa durmiendo, expelió fuera de sí por aquel mismo lugar una grande ventosidad,
la fuerça de la qual echó los polvos dentro en la garganta y por las narizes a la señora, por tal
forma que cayó muerta en presencia del hermitaño».
será la Nereida, una ninfa del mar, la que se quede con los huevos. Asimismo,
en «El cisne, la serpiente y el cangrejo» (ff. v-v) vuelve a aparecer el
personaje de la ninfa, que en el Calila castellano (págs. -) —y en las
versiones árabes consultadas (Villegas, pág. ; Miquel, pág. )— es una
garza.
[v] Cuéntase que un cisne tenía su nido cerca de la cueva de una [r] serpien-
te, la cual, luego que sacó sus pollos, llegó al nido y los devoró. El cisne no sabía dejar
aquel sitio por la comodidad de él. Y, como el cangrejo supiese su ofensa recibida, dixo
al cisne: —¿Qué tienes, por qué tan abatido y desanimado? Díjole el cisne cuanto le
había pasado con la serpiente, y el cangrejo le enseñó una gruta que estaba enfrente,
sobre la cueva de la serpiente. Y díjole: —¿Sabes de quién es aquella cueva? Y el cisne
respondió: —De la Ninfa. Pues la Ninfa —añadió el cangrejo— está muy enemistada
con la serpiente, y si tomas algunos peces y los echas entre las grutas de ambas, saldrá
la Ninfa a comerlos, verá la gruta de la serpiente y la esperará y la ahogará. Así fue,
salió la Ninfa y comió los peces que le había puesto, y mató la serpiente y, como halla-
se también al cisne y sus pollos, los devo[v]ró también.
A falta de un estudio pormenorizado que, sin duda merecerá la pena llevar
a cabo, hago mías las conclusiones a las que llegó María Jesús Lacarra, tras su
análisis de las versiones árabes del Sendebar, frente a la castellana, que pueden
aplicarse, en líneas generales, también al Calila. En primer lugar, la voluntad
del traductor castellano por suprimir detalles escatológicos —como se ha seña-
lado en el cuento de «La ramera y el amante» (ff. v-r) /«La alcahueta y el
amante» (págs. -)—, aunque esto conlleve restar humorismo a la historia.
Y, por otra parte, la adaptación a la mentalidad occidental de seres y criaturas
propios de las tradiciones mitológicas orientales; es el caso de las ninfas, tér-
mino elegido para nominar, con toda probabilidad, espíritus o semidivinidades
acuáticos, o de Iblís —que aparece en «El religioso, el ladrón y el diablo»
(ff. r-v)—, genio maligno del Islam que se corresponde con el diablo.
BRAE, t. XCII • c. CCCV •  la traducción castellana inédita...
 María Jesús Lacarra, «Entre el Libro de los engaños y los Siete visires: las mil y una caras
del Sendebar árabe», Les Mille et une nuits et le récit oriental en Espagne et en Occident, dir.
Aboubakr Chraïbi e Carmen Ramírez, Paris, L´Harmattan, , págs. -.
 En el capítulo VI, «De los cuervos et de los búhos» (págs. -), uno de los conseje-
ros de los búhos narra «El religioso, el ladrón y el diablo» (págs. -): un hombre rico le
había regalado a un religioso una vaca lechera y un ladrón lo sigue a su posada para robársela.
En el camino se encuentra con el diablo, que andaba en forma de hombre, y le revela que pre-
tende matar al religioso. Deciden unir sus fuerzas. Ya en casa de la víctima, el ladrón piensa que
si espera a que el diablo mate al religioso, igual algo falla y no puede quedarse con la vaca. Lo
mismo medita el diablo. Y así intentan convencerse el uno al otro de ser el primero en actuar.
La discusión llegaa tal punto que el ladrón da voces avisando al religioso de que el demonio
En lo relativo a la ordenación del contenido —como puede apreciarse en
la tabla de páginas anteriores—, las diferencias son relevantes a partir de la
sexta división; principalmente el cambio de lugar, y sus consecuencias en
la disposición total, de los capítulos «Del rey Ceredano et del su alguazil Beled
et de su muger Elbed» (págs. -)/«Los ocho sueños del rey» (ff. r-r),
«Del arquero et de la leona et del axara» (págs. -) / «La leona y la
osa» (ff. r-v), y «Del religioso et de su huésped» (págs. -) / «El
religioso y el huésped» (ff. v-v); sin olvidar, a este respecto, la introduc-
ción en la versión que nos ocupa de «El rey de los ratones» (ff. v-r)
y en el Calila castellano, de los dos últimos capítulos —«De las garças y del
çarapico» (págs. -) y «De la gulpexa y la paloma y del alcaraván»
(págs. -)—.
Pero, a todas luces, la particularidad más reseñable del Calila de Conde es
la presencia del cuento «El rey de los ratones», que conforma la división núme-
ro catorce, y que transcribo seguidamente:
[v] El rey dijo al sabio: —Dices bien y entiendo lo que me has querido ense-
ñar, ahora me has de decir cómo los reyes deberán escoger sus ministros y consejeros,
y qué utilidad puede venirle de su buena elección. 
El sabio respondió al rey con la [r] historia de un sabio y excelente ministro del
rey de los ratones, el cual por su gran prudencia y amor a la justicia fue de singular
utilidad a su propio príncipe, y por sus buenos consejos y providencias acertadas hizo
la felicidad de todas las clases del estado.
Cuéntase que en el desierto había una grande y bien defendida ciudad de la cual
era rey y soberano despótico un ratón llamado el Tarquilschah, el cual tenía tres gran-
des consejeros, uno se llamaba Sahebquboni, otro Saheblehemi, y el tercero Sahebciubi,
de los cuales el más sabio era Sahebquboni, y por sus conocimientos y experiencia era
el más íntimo y estimado del rey. Estaban cierto día juntos y, después de haber trata-
do de varias cosas, cayó la conversación sobre la felicidad y bien del estado, y del repo-
 marta haro cortés BRAE, t. XCII • c. CCCV • 
quiere matarlo. Y lo mismo hará el diablo respecto al ladrón. El religioso se despierta y huyen a
toda prisa. Conde, traduciendo fielmente de su fuente, nos presenta a Iblís (ff. r-v), un genio
maligno del Islam que se negó a postrarse ante Adán, según se dice en el Corán; sin duda, es el
diablo, tal y como se traduce en la versión castellana. No obstante, en las ediciones árabes con-
sultadas, este cuento es diferente. Lo transcribo siguiendo la edición de Villegas (p. ): «Dicen
que un ermitaño compró un chivo magnífico para ofrendarlo como azazel. Y mientras lo lleva-
ba de camino unos pillos le vieron y decidieron quitárselo. Uno le salió al paso y le preguntó:
—¿Qué vais a hacer con ese perro, señor eremita? Más adelante les salió al paso otro que pre-
guntó a su compinche: —¿Qué ermitaño es éste? ¡Los ermitaños no andan con perros! [...] Y de
este modo y otros análogos siguieron hasta que el ermitaño se convenció de que lo que llevaba
era un perro y que el que se lo había vendido le había embrujado la vista. De modo que lo sol-
tó y la banda de pícaros lo cogió y se lo llevó».
BRAE, t. XCII • c. CCCV •  la traducción castellana inédita...
so y bienandanza de que todos gozaban; y decían que el único estorbo de sus felicida-
des y el único tropiezo de su apacible situación era la multitud de animales más gran-
des que los asustaban algunas veces. Pasaron [v] con este motivo a tratar si sería
dable algún medio de ser superiores a las fieras o alguna vía de defenderse de ellas y
asegurar su partido. 
El rey Tarquilshah respondió a estas propuestas: —Debe el rey en primer lugar
atender a su seguridad y después a la de sus pueblos, luego mirar por sus hijos y sus
parientes, y fijarse siempre en estos dos cuidados: el procurar el bien y apartar el mal.
Y es obligación nuestra el apartar de nosotros lo que puede servir de impedimento a
nuestro esplendor y a nuestra gloria. 
Saheblehemi y Sahebciubi le contestaron diciendo: —¡O, rey! Has considerado
sabiamente lo que conviene y te has manifestado como siempre padre amantísimo de
tus pueblos; lo que importa es poner en el gobierno un varón prudente y bien afortu-
nado, y todos nosotros dependemos de tu acertado consejo y de tus prudentes resolu-
ciones. 
Acabaron de decir esto los dos primeros consejeros, y Sahebquboni permanecía
sin despegar sus labios ni pronunciar una sola palabra, al cual dijo el rey: —¿Por qué
callas así? ¿qué silencio es ese? ¿por qué no me dices tu parecer? [r] No sabes
que los hombres deben tratar y conferenciar entre sí sobre las cosas que les pueden
suceder, y discurren sobre lo que conviene hacerse, o lo que puede ser pernicioso. Y
que no pierden nada de su estimación si tal vez no aciertan en sus conjeturas, ni en
las medidas que proponen. ¿Qué sospechas o qué te parece que puede resultar de este
consejo?
Sahebquboni respondió: —¡O, rey! No me acuses, ni lleves a mal este mi silencio,
que no ha sido por otra cosa que por meditar con más madurez lo que debo aconse-
jarte. Y considera, poderoso señor, que el asunto que se trata es de los más arduos y
de más dificultades, y que por las ásperas e inaccesibles rocas de peligros y obscuridad
que rodean y encubren este negocio, no emprendieron ya nuestros antepasados, mas lo
dejaron como cosa imposible sin esperanza de poder salir con su pensamiento. Tal es,
señor, la dificultad de tan arriesgada empresa.
Así conviene que sean los ministros y consejeros de los reyes, cual era el sabio
Sahebquboni. Y estos hacen felices los estados por su excelente juicio y sus prudentes
meditaciones.
Esta historia, aunque no se conserva en buena parte de los testimonios ára-
bes conocidos, sí se atestigua en algunos de los más antiguos —por ejemplo el
de la Biblioteca Aya Sofya de Estambul, fechado en julio de , que sirvió de
base para la edición de ‘Abd al Wahha−b ‘Azza−n, o el de la British Library de
Londres, ms. Or. , de enero de —. El cotejo entre el cuento traduci-
do por Conde y el editado por ‘Azza−n —titulado «Irakht, Iblad y Chedram»
(Villegas, págs. - y Miquel, págs. -)—, evidencia una notable
reducción. Mientras el tema propuesto por el rey es el mismo en ambos testi-
monios, el desarrollo del relato que va a ilustrar la lección del sabio presenta
divergencias reseñables: en la versión árabe de ‘Azza−n, se localiza espacialmente
la acción en la región de Dawarat y, en concreto, en la ciudad de Badrour;
en la de Conde, en una ciudad del desierto; los nombres del monarca y de
los tres consejeros son distintos —el arabista español en nota al margen señala
la correspondencia del apelativo de los tres privados con señor del queso,
señor de la carne y señor del vestido, respectivamente—. La primera parte
de la historia es la que leemos en la traducción de Conde, es decir, la argu-
mentación de los ratones consejeros sobre la peliaguda cuestión de si habría
algún medio de librarse del peligro de animales superiores a ellos —gatos,
concretamente en la edición de ‘Azza−n—. La intervención del tercer ratón sabio
recordando que, dada la dificultad de la empresa, los antepasados ya lo habían
dado por imposible, demuestra su buen hacer y prudencia, y contrasta con
el parlamento de los otros dos privados que, únicamente, han mostrado su
servidumbre y halago al rey. En el testimonio árabe consultado, las argumen-
taciones aportadas por el ratón entendido se amplifican notablemente con
razonamientos en torno a la naturaleza heredada —la enemistad de natura
entre ratones y gatos— y la imposibilidad de sustraerse a ella. Esta reflexión
se refuerza con los cuentos «La montaña y los siete vientos» y «El asno
sin orejas». El rey de los ratones, tras oír ambas historias, pide consejo de nue-
 marta haro cortés BRAE, t. XCII • c. CCCV •  Resumo ambas historias, «La montaña y los siete vientos» (Villegas, págs. -): un rey
tenía en su reino una montaña alta, frondosa y rica en frutos y caza, pero al pie de la misma
soplaban vientos. Cerca de allí se levantaba un palacio único, donde habitaba este rey al igual
que sus ancestros. Un día convocó a su ministro y consejero y le solicitó que hallase el medio
de cerrar el agujero por el que salían los vientos. El privado intentó que el monarca recapacita-
se, que pensase bien en los pros y contras de su decisión, y le narró la historia de «El asno sin
orejas». Este animal, que era bien alimentado por su amo, estaba excitado; un día su dueño lo
dejó a la orilla del río, vio una asna y comenzó a rebuznar. El dueño, temiendo que el burro se
escapase, lo ató a un árbol y le pidió al dueño de la burra que la alejase. El asno, bajó la cabe-
za y vio su miembro erecto, y pensó: «Este bastón podría valer a cualquier caballero en la gue-
rra [...]. Si mis padres y antepasados se hubieran esforzado en conseguir otras armas y en hacer-
se caballeros, no tendría que molestarme yo ahora en mendigar armas ni caballería» (Villegas,
pág. ). En esto, llegó un ciervo a abrevar al río y el burro se admiró de sus cuernos; sin más
pensó en escaparse y ponerse al servicio del ciervo para que lo adiestrase como caballero. Así lo
hace, llega al ciervo y este lo ataca; su dueño lo apalea y el asno le da un bocado en la espalda.
El hombre le corta las orejas para tenerlo identificado y poder pedir responsabilidades a su amo.
Tras oír esta historia, el monarca no hizo caso de las advertencias de su consejero y evitaron los
vientos; al poco tiempo toda la floresta y las aguas se secaron, las bestias perecieron y la peste
apareció. Cuando intentaron poner remedio y volver a la situación inicial, fue imposible y todo
el reino quedó devastado. 
vo a todos sus consejeros. Cada uno aporta un plan para librarse de los gatos.
Y finalmente, el más sabio explica los inconvenientes de las propuestas de sus
compañeros y da una solución. Siguen sus indicaciones y consiguen vivir libres
y en paz.
La razón esgrimida por Nöldeke, para explanar la ausencia de «El rey de los
ratones» en parte de la transmisión del Calila árabe, apunta a que este relato
no formaba parte del manuscrito persa utilizado por Ibn al-Muqaffa’, sino que
fue traducido después e incorporado como anexo al texto árabe. Así pues, los
manuscritos árabes conservados testimonian ambos estadios de transmisión. No
obstante, considero relevante destacar que, aunque la versión castellana, al igual
que las hebreas, carecen de este cuento, hay que tener en cuenta que en el capí-
tulo de «De las garças y del çarapico» (págs. -) se incluye «Los gatos y el
lobo» (págs. -), que puede considerarse una adaptación de esta historia.
Por ende, parece factible suponer que «El rey de los ratones» fuese suprimido
de la rama textual árabe en la que se incorporó posteriormente la adenda for-
mada por «De las garças y del çarapico» (págs. -) y «De la gulpexa
y la paloma y del alcaraván» (págs. -); tal sería el caso de la recensión
castellana.
A tenor de los argumentos expuestos, es notorio que la traducción de
Conde se separa de la rama textual árabe de la que deriva la alfonsí y el con-
junto de versiones relacionadas con ella, estas son, la de Béziers y el Exemplario
contra los engaños y peligros del mundo, además de las hebreas; tal y como sin-
tetizo en el esquema.
BRAE, t. XCII • c. CCCV •  la traducción castellana inédita...
 Theodor Nöldeke, Die Erzählung vom Mäusekönig und seinen Ministern. Ein Abschnitt der
Pehlewî-Bearbeitung des altidischen Fürstenspiegels, Göttingen, . El estudioso lleva a cabo un
riguroso análisis de «El rey de los ratones» y ofrece su traducción, comparándola con la de la
versión siriaca más antigua.
 Las ediciones utilizadas son: Joseph Derenbourg, Deux versions hébraïques du libre de
Kalîlâh et Dimnaâh, Paris, F. Vieweg, Libraire-Éditeur, , para las versiones hebreas —A, es la
de Rabí Joël y B, la de Jacobo Ben Eleazar—; Leopold Hervieux, Les Fabulistes Latins despuis le
siècle d’Auguste jusqu’à la fin du moyen âge. Jean de Capoue et ses dérivés, V, Paris, Georg Olms,
, págs. -, para la traducción de Raimundo de Béziers (Raimundus de Biterris), y la
edición de Antonio Doñas, Héctor H. Gassó y Diego Romero del Exemplario contra los engaños
y peligros del mundo, Exemplario contra los engaños y peligros del mundo. Estudios y edición, dir.
Marta Haro Cortés, València, Universitat de València, . Para la filiación de las versiones cas-
tellanas recomiendo la consulta de Hans-Jörg Döhla, El libro de Calila e Dimna (). Nueva
edición y estudio de los dos manuscritos castellanos, Zaragoza, Instituto de Estudios Islámicos y del
Oriente Próximo, .
CONDE CALILA HEBREAS BÉZIERS EXEM.
A B
INTRODUCCIÓN DE IBN AL-MUQAFFA’ * x – x x x
VIAJE DE BERZEBUEY * x – x x x
HISTORIA DE BERZEBUEY * x – x x x
CALILA E DIMNA (CONDE )
–«EL LEÓN Y EL BUEY» (ff. r-v)   –   
–«DE LA PESQUISA DE DIMNA»
(ff. v-v)     
–«LA PALOMA, EL RATÓN, LA TORTUGA,
EL CUERVO Y LA CORZA» (ff. r-v)     
–«LOS CUERVOS Y LOS BÚHOS»
(ff. r-r)     
–«EL MONO Y LA TORTUGA»
(ff. v-v)     
–«LA MUJER, EL MARIDO Y LA CULEBRA»
(ff. v-r)     
–«LOS OCHO SUEÑOS DEL REY»
(ff. r-r)     
–«EL GATO Y EL RATÓN» (ff. v-r)     
–«EL REY Y EL PAPAGAYO» (ff. r-r)     
–«EL CERVAL Y EL LEÓN» (ff. r-r)     
 marta haro cortés BRAE, t. XCII • c. CCCV • 
 En el manuscrito de Rabí Joël utilizado por Darenbourg faltan los preliminares y el capí-
tulo  por pérdida de folios.
 El testimonio de versión hebrea de Jacobo Ben Eleazar editado por Darenbourg no con-
serva los capítulos  al , pero sí la tabla de contenidos completa, que es la que hemos toma-
do como base para la realización de este esquema.
BRAE, t. XCII • c. CCCV •  la traducción castellana inédita...
 Martin Sprengling, «Kalila Studies. I», The American Journal of Semitic Languages and
Literatures, , , págs. -; François de Blois, Burzo−y’s Voyage to India and the Origen of the
Book of Kali−la wa Dimnah, London, Royal Asiatic Society, , especialmente el capítulo «The
Development of the Text of Kali−la wa Dimnah», así como la reconstrucción del texto que pro-
pone, págs. - y -.
CONDE CALILA HEBREAS BÉZIERS EXEM.
A B
–«EL PLATERO, EL MONO, LA CULEBRA,
EL DRAGÓN Y EL RELIGIOSO»
(ff. r-v)     
–«EL HIJO DEL REY, DEL FIDALGO,
DEL MERCADER Y DEL LABRADOR»
(ff. v-r)     
–«LA LEONA Y LA OSA» (ff. r-v)     
–«EL REY DE LOS RATONES»
(ff. v-r)  * * * *
–«EL RELIGIOSO Y EL HUÉSPED»
(ff. v-v)     
* «Garças x * x x
y çarapico»
* «Gulpexa x * x x
y paloma»
Por tanto, huelga decir que el manuscrito que utilizó Conde no pertenece
a la misma familia de testimonios árabes emparentados con la recensio castella-
na; en concreto, me refiero a la clase E, de acuerdo con la clasificación de
Martin Sprengling, o a L —Biblioteca Británica de Londres, ms. Or. —
y P —Biblioteca Nacional de París, ms. Arabe —, siguiendo la de De
Blois. Pero sí podría ubicarse en la clase C de Sprengling, una de las ramas
de mayor difusión, en la que algunos manuscritos, a modo de apéndice, aña-
den «Las garças y el çarapico» y «La gulpexa y la paloma», y otros «El rey de
los ratones». Tras el análisis detallado de los códices que incluyen este cuento,
siguiendo la nómina de De Blois, los más cercanos a la distribución de la tra-
ducción de Conde son el L —Biblioteca Británica de Londres, ms. Or. —
y el O —Biblioteca Bodleiana de Oxford, ms. Marsh —. Así como la
traducción griega Stephanites e Ichnelates (Στεφανίτης χχαί ‘ Ιχνηλά της) de
Simeon Seth, realizada hacia , una de lasmás tempranas versiones en len-
gua indoeuropea que incluye «El rey de los ratones» y no presenta la adenda
de las dos últimas historias. Esta versión gozó de una enorme popularidad, a
juzgar por la cantidad de testimonios conservados. En particular, el grupo θ
sería el más próximo al orden que presenta nuestro texto. La tabla que sigue
esquematiza los datos expuestos.
 marta haro cortés BRAE, t. XCII • c. CCCV • 
 Los manuscritos árabes del Kalila que contienen «El rey de los ratones», siguiendo la nómi-
na de François de Blois, Burzo−y’s Voyage to India and the Origen of the Book of Kali−la wa Dimnah,
London, Royal Asiatic Society, , págs. -, son: Az (ms. de la Biblioteca Aya Sofya de
Estambul, base de la edición de ‘Azzam), L (Biblioteca Británica de Londres, ms. Or. ) y el
O (Biblioteca Bodleiana de Oxford, ms. Marsh ), que presenta el mismo orden de capítu-
los; P (Biblioteca Nacional de París, ms. Arabe ), cuya distribución es seguida por P
(Biblioteca Nacional de París, ms. Arabe ), L (Biblioteca Británica de Londres, ms. Or.
), P (Biblioteca Nacional de París, ms. Arabe ), P (Biblioteca Nacional de París, ms.
Arabe ) y P (Biblioteca Nacional de París, ms. Arabe ); P (Biblioteca Nacional de
París, ms. Arabe ) y P (Biblioteca Nacional de París, ms. Arabe ).
 Siguiendo el estudio de Lars-Olof Sjöberg, Stephanites und Ichnelates. Überlieferungsges-
chichte und Text, Stockholm, Almqvist & Wiksell, , especialmente págs. -, en el que se da
buena cuenta de los testimonios conservados, el grupo θ estaría formado por Z (cod. Boz Cim
 en Bibliotheca Ordinationis Zamoyski de Varsovia), H (cod. Hamburgensis phil.  de la
Stadtbibliothek de Hamburgo), V (cod. Vaticanus  de la Biblioteca Apostolica Vaticana de
Roma) y B (cod. Barberinianus I  de la Biblioteca Apostolica Vaticana de Roma). Por su par-
te, J. Niehoff-Panagiotidis en Übersetzung und Rezeption. Die byzantinisch–neugriechischen und
spanischen Adaptationen von Kalilah wa-Dimmah, Wiesdaben, Reichert, , págs. - y -
, considera pertenecientes a la recensión II —grupo θ— los siguientes testimonios: A —es el
H de Sjöberg— (cod. Hamburgensis phil.  de la Stadtbibliothek de Hamburgo), V (cod.
Vaticanus  de la Biblioteca Apostolica Vaticana de Roma), B (cod. Barberinianus I  de la
Biblioteca Apostolica Vaticana de Roma), P (cod. Parisinus Supplementarius  de la Biblioteca
Nacional de Francia) y P (cod. Parisinus Supplementarius ) de la Biblioteca Nacional de
Francia). Recientemente, Loukia Stephou, Die neugriechische Metaphrase von Stephanites und
Ichnelates durch Theodosios Zygomalas, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
, edita la traducción realizada en  por Teodosio Zigomalas de Στεφανίτης χχαί
‘ Ιχνηλά της del griego bizantino al vernáculo; en el capítulo quinto de su estudio introductorio
(págs. -) ofrece un completo panorama de la historia textual del texto. Véase también
Hélène Condylis-Bassoukos, Stéphanitès kai Ichnélatès, traduction grecque (XIe siècle) du livre Kali−la
wa-Dimna d’Ibn al-Muqaffa’ (VIIIe siècle). Étude lexicologique et littéraire, Lovanii, Aedibus Peeters,
. 
MSS. MSS. MS. H
CONDE ÁRABES GRIEGOS VERSIÓN
L1 Y O4 GRUPO θ GRIEGA
PRÓLOGO DE ALI AL FARISSI * *
VIAJE DE BERZEBUEY * x x *
INTRODUCCIÓN DE IBN AL-MUQAFFA’ * x x *
HISTORIA DE BERZEBUEY * x x *
CALILA E DIMNA (CONDE )
–«EL LEÓN Y EL BUEY» (ff. r-v)    
–«DE LA PESQUISA DE DIMNA» (ff. v-v)    
–«LA PALOMA, EL RATÓN, LA TORTUGA, EL
CUERVO Y LA CORZA» (ff. r-v)    
–«LOS CUERVOS Y LOS BÚHOS» (ff. r-r)    
–«EL MONO Y LA TORTUGA» (ff. v–v)    
–«LA MUJER, EL MARIDO Y LA CULEBRA»
(ff. v-r)    
–«LOS OCHO SUEÑOS DEL REY» (ff. r-r)    
–«EL GATO Y EL RATÓN» (ff. v-r)    
–«EL REY Y EL PAPAGAYO» (ff. r-r)    
–«EL CERVAL Y EL LEÓN» (ff. r-r)    
–«EL PLATERO, EL MONO, LA CULEBRA,
EL DRAGÓN Y EL RELIGIOSO» (ff. r-v)    
–«EL HIJO DEL REY, DEL FIDALGO, DEL MERCADER
Y DEL LABRADOR» (ff. v-r)    
–«LA LEONA Y LA OSA» (ff. r-v )    
–«EL REY DE LOS RATONES» (ff. v-r)    
–«EL RELIGIOSO Y EL HUÉSPED» (ff. v-v)    
BRAE, t. XCII • c. CCCV •  la traducción castellana inédita...
El manuscrito árabe que siguió Conde se ajusta a la distribución de L,
fechado en enero de  —también seguida por O—, excepto por el lugar
de «El rey de los ratones», que en estos aparece después de la última historia
procedente del Mahabharata, es decir, tras «El cerval y el león» (ff. r-r).
Sin embargo, lo que resulta notorio es la afinidad con la rama textual θ de la
versión griega —que, no se olvide, es una de las más antiguas conservadas—.
Y, en concreto, con el códice Hamburgensis (H) —siglo XVII— de la Staats-
und Universitätsbibliothek de Hamburgo (Alemania). Nótese que, al igual que
nuestro texto, el de H tampoco está precedido por los preliminares del Calila,
mientras que el resto de integrantes del grupo θ y también los árabes conser-
van dichos prólogos. 
La relación entre la traducción de Conde y la versión griega se afianza al
cotejar ambos textos. Sirva como ejemplo el capítulo de «El rey de los rato-
nes» (ff. v-r), que ha sido reducido notablemente respecto a los testimo-
nios árabes, como he señalado páginas atrás. Esta historia se corresponde con
la sección XL, epígrafes CXXXVI-CXXXVII (págs. -) de la edición de
Puntoni. 
 marta haro cortés BRAE, t. XCII • c. CCCV • 
 Del texto griego se han consultado las siguientes ediciones: Vittorio Puntoni (ed.),
Στεφανίτης χχαί ‘ Ιχνηλά της, Firenze, Publicazioni della Società Asiatica Italiana,  y Lars-Olof
Sjöberg (ed.), Stephanites und Ichnelates. Überlieferungsgeschichte und Text, Stockholm, Almqvist
& Wiksell, . Así como la traducción italiana realizada por Elena Sternal Saraceno, Simeone
Seth, Stefanìte e Icnelàte, s. l. , Christophe Michaud, .
 Agradezco al doctor Jordi Redondo de la Universitat de València su disponibilidad abso-
luta al aceptar traducir, con el rigor y buen hacer que definen su trabajo, varios capítulos de la
versión griega. Es para mí una gran satisfacción haber contado con la inestimable ayuda de uno
de los más reputados helenistas en la realización de este estudio. 
Calila y Dimna (Conde)
[v] El rey dijo al sabio: —Dices bien
y entiendo lo que me has querido enseñar,
ahora me has de decir cómo los reyes debe-
rán escoger sus ministros y consejeros, y qué
utilidad puede venirle de su buena elección. 
El sabio respondió al rey con la [r]
historia de un sabio y excelente ministro del
rey de los ratones, el cual por su gran pru-
dencia y amor a la justicia fue de singular
utilidad a su propio príncipe, y por sus bue-
Στεφανίτης χχαί ‘ Ιχνηλά της
Luego dijo el rey al sabio: —Conozco lo
que has dicho. Dame, pues, algún ejemplo
de cómo los reyes han de tomar a su lado
consejeros bienintencionados, y qué prove-
cho se sigue de ellos.
Y el sabio dijo: —Se cuenta que de cier-
to rey de los ratones era el primer consejero
un ratón ornado con la inteligencia y el
buen entendimiento, gracias a los cuales sirvió
a su rey como consejero íntimo con cuyos 
BRAE, t. XCII • c. CCCV •  la traducción castellana inédita...
 En nota al margen señala José Antonio Conde la correspondencia del nombre de los tres
consejeros con señor del queso, señor de la carne y señor del vestido, respectivamente. Apelativos
idénticos a los de la versión griega.
Calila y Dimna (Conde)
nos consejos y providencias acertadas hizo la
felicidad de todas las clases del estado.
Cuéntase que en el desierto había una
grande y bien defendida ciudad de la cual
era rey y soberano despótico un ratón lla-
mado el Tarquilschah, el cual tenía tres gran-
des consejeros, uno se llamaba Sahebquboni,otro Saheblehemi, y el tercero Sahebciubi,
de los cuales el más sabio era Sahebquboni,
y por sus conocimientos y experiencia era el
más íntimo y estimado del rey. 
Estaban cierto día juntos y, después de
haber tratado de varias cosas, cayó la con-
versación sobre la felicidad y bien del esta-
do, y del reposo y bienandanza de que todos
gozaban; y decían que el único estorbo de
sus felicidades y el único tropiezo de su apa-
cible situación era la multitud de animales
más grandes que los asustaban algunas veces.
Pasaron [v] con este motivo a tratar si
sería dable algún medio de ser superiores a
las fieras o alguna vía de defenderse de ellas
y asegurar su partido. 
El rey Tarquilshah respondió a estas pro-
puestas: —Debe el rey en primer lugar aten-
der a su seguridad y después a la de sus pue-
blos, luego mirar por sus hijos y sus
parientes, y fijarse siempre en estos dos cui-
dados: el procurar el bien y apartar el mal.
Y es obligación nuestra el apartar de noso-
tros lo que puede servir de impedimento a
nuestro esplendor y a nuestra gloria. 
Saheblehemi y Sahebciubi le contestaron
diciendo: —¡O, rey! Has considerado sabia-
mente lo que conviene y te has manifestado 
Στεφανίτης χχαί ‘ Ιχνηλά της
servicios y consejos tanto el rey como sus
súbditos obtuvieron los mayores beneficios.
Pues bien, en un desierto había una ciu-
dad fortificada de una manera segura y ador-
nada con innumerables bellezas, en la que
gobernaba el ya mencionado rey de los rato-
nes, que recibía el nombre de Troglodita.
Tenía tres consejeros principales, el uno de
nombre Comequeso, el segundo Devora-
carnes, y el otro Comesábanas; de ellos,
Comequeso era en prudente extremo y el
más sabio de todos, y en razón de su sabi-
duría trabó con el rey mayor intimidad que
los demás. 
Así, un día de los que hemos dicho pase-
aban juntos al lado del rey, alababan su exis-
tencia, a la vez que relataban la felicidad pre-
sente, sin contar con ningún otro obstáculo
de su satisfacción que la abundancia de
gatos, hasta el punto de desviar su conversa-
ción a deliberar qué decisión al respecto
sería la más eficaz. 
Dijo Troglodita: —El rey ha de procurar-
se en primer lugar su propio bien, y a con-
tinuación el de su grey, y pensar luego en la
salvaguarda de sus hijos y parientes, y tener
además en mente dos objetivos, la consecu-
ción del bien y la evitación de la desgracia.
Debemos, pues, también nosotros alejar
toda aquella circunstancia que ensombrezca
el esplendor de nuestra buena fortuna.
Entonces dijeron a la vez Devoracarnes
y Comesábanas: —Salve, oh rey, de qué for-
ma tan apropiada lo has considerado todo y 
 marta haro cortés BRAE, t. XCII • c. CCCV • 
Calila y Dimna (Conde)
como siempre padre amantísimo de tus pue-
blos; lo que importa es poner en el gobier-
no un varón prudente y bien afortunado, y
todos nosotros dependemos de tu acertado
consejo y de tus prudentes resoluciones. 
Acabaron de decir esto los dos primeros
consejeros, y Sahebquboni permanecía sin
despegar sus labios ni pronunciar una sola
palabra, al cual dijo el rey: —¿Por qué callas
así? ¿qué silencio es ese? ¿por qué no me
dices tu parecer? [r] No sabes que los
hombres deben tratar y conferenciar entre sí
sobre las cosas que les pueden suceder, y dis-
curren sobre lo que conviene hacerse, o lo
que puede ser pernicioso. Y que no pierden
nada de su estimación si tal vez no aciertan
en sus conjeturas, ni en las medidas que pro-
ponen. ¿Qué sospechas o qué te parece que
puede resultar de este consejo?
Sahebquboni respondió: —¡O, rey! No
me acuses, ni lleves a mal este mi silen-
cio, que no ha sido por otra cosa que por
meditar con más madurez lo que debo acon-
sejarte. Y considera, poderoso señor, que el
asunto que se trata es de los más arduos y
de más dificultades, y que por las ásperas e
inaccesibles rocas de peligros y obscuridad
que rodean y encubren este negocio, no
emprendieron ya nuestros antepasados, mas
lo dejaron como cosa imposible sin esperan-
za de poder salir con su pensamiento. Tal
es, señor, la dificultad de tan arriesgada
empresa.
Así conviene que sean los ministros y
consejeros de los reyes, cual era el sabio
Sahebquboni. Y estos hacen felices los esta-
dos por su excelente juicio y sus prudentes
meditaciones.
Στεφανίτης χχαί ‘ Ιχνηλά της
con cuánta benevolencia has mirado por tu
grey; está escrito que para el gobierno se
requiere un varón sensato y sabio, y una for-
tuna favorable. También todos nosotros
dependemos de ti y de tu acertado juicio; por
ello, todos los ratones hemos de correr al uní-
sono y compartir tus esfuerzos y penalidades,
de manera que logres el éxito en esa empresa
de la máxima importancia. 
Tras hablar en estos términos los dos
consejeros, Comequeso guardaba silencio; el
rey le dijo: —¿Callas y no nos revelas tu
opinión? ¿O acaso no sabes que los hombres
reúnen un consejo y deliberan tanto sobre el
futuro como sobre lo que han de hacer, y no
se les hace por ello el menor reproche? ¿O
qué clase de sospecha surge del simple hecho
de deliberar? 
Al oír Comequeso estas palabras, dijo
—No me censures, poderosísimo soberano,
por mi silencio; he callado para reflexionar
la respuesta que he de darte. Sepas, pues, oh
rey, que esta empresa es difícil y que, a cau-
sa de su dificultad, ni nuestros antepasados
ni nadie más la atacaron, puesto que la veí-
an del todo imposible.
Si bien el paralelismo es concluyente al comparar ambas versiones, no obs-
tante, conviene puntualizar que Simeón Seth abrevia notablemente el material
de su fuente. En el capítulo de «Los ocho sueños del rey», por citar un caso,
la equivalencia textual es indudable, como se puede comprobar:
BRAE, t. XCII • c. CCCV •  la traducción castellana inédita...
 Traducción de Conde, división , ff. r-r; Sjöberg, VII, epígrafes -d, págs. -
; Puntoni, VII, epígrafes CXXIV-CXXIX, págs. -. Este capítulo se corresponde con el nove-
no del Calila castellano, «Del rey Cederano et del su alguazil Beled et de su muger Elbed», págs.
-.
Calila y Dimna (Conde)
[r] Entonces el rey Abu-Salen dijo al
sabio: —Entiendo lo que has dicho, ahora
quiero que me manifiestes de qué manera
un rey gobernará más felizmente sus estados,
si para conservarse son más oportunas virtu-
des, la paciencia y tolerancia, o la prudente
vigilancia, o la universal beneficencia y libe-
ralidad.
El sabio le respondió: —La prudencia y
la tolerancia son las virtudes más a propósi-
to, y los sabios y maduros consejos de los
buenos ministros. A esto puede también
ayudar no poco el aviso de una buena y pru-
dente mujer. Ejemplo de esto tenemos en lo
que acaeció a cierto rey de la India. 
Cuéntase que este rey tuvo ocho terribles
y espantosos sueños que le atemorizaron, y
lleno de cuidado mandó llamar a todos sus
sabios y adivinos y les refirió lo que había
visto en sus sueños.
Ellos oyendo lo que el rey les contó dije-
ron: [v] —Extraños son, por cierto, o,
rey, y muy dignas de admiración las visiones
que has tenido, y para averiguar lo que indi-
can, será bien que nos concedas siete días,
para que meditemos lo que puede ser y te
saquemos de tan asombrosos cuidados. 
Salieron de la presencia del rey, y confe-
renciaron juntos, y se dijeron: —No ha
mucho tiempo que nuestro rey acabó con
gran parte de nosotros, y ahora la divina 
Στεφανίτης χχαί ‘ Ιχνηλά της
Conozco semejante historia. Explícame
cómo le es posible al rey mantener su casa
libre de daño, y por qué medio, si es mejor
mediante la paciencia o la favorable com-
prensión, o mediante el perdón. 
Y el filosofo, respondiéndole, le dijo: —
Lo mejor de todo es la inteligencia y la
paciencia, y además de ambos el consejo de
consejeros avisados, y además una esposa de
la mejor calidad y dotada de la mayor inte-
ligencia. Sirva como ejemplo de ello lo ocu-
rrido a cierto rey de los indios. 
Se cuenta que un rey prorrumpió en gri-
tos una noche al tener ocho horribles sue-
ños, y que desvelado por ellos convocó a
todos sus sabios y les explicó lo que vio en
sueños.Y estos le dijeron: —Has contemplado
una visión prodigiosa, por lo que hemos de
examinarla durante siete días por si podemos
librarte de todo perjuicio. 
Una vez salieron, hablaron entre sí y dije-
ron: —No ha pasado mucho tiempo desde
que este cruel rey dio muerte a un innume-
rable número de los nuestros. Ahora, pues, 
Pero, hay que reseñar la ausencia del relato «El mono y las lentejas» (f. v)
y la supresión de la dilatada enumeración sentenciosa de estructura numérica,
ya al final del capítulo, que el fiel consejero Balarios dedica al rey, cuando este,
arrepentido se lamenta de haber ordenado la muerte de su fiel y entendida
esposa. 
[r] Y el rey dijo entonces: —Estoy, amigo, lleno de pena por la grave pérdida
de mi prudente mujer. Y el Balarios le replicó: —Dos hombres no deben entristecerse
jamás, el benéfico y el que jamás ha pecado. Entonces el rey le tornó a decir: —Mucha
pena tengo, amigo mío, por mi Balas, pues ya, triste de mí, no podré verla nunca. Y
el Balarios le respondió: —Dos personas no ven, el ciego y el necio; así como el ciego
no ve los cielos, ni mira lo que está cerca, ni lo que está lejos; así el tonto no distin-
gue ni sabe lo bueno ni lo malo. [Dijo el rey:] —Jamás me enfadó ni me harté de la
bella Balas. Dos personas —dijo Balarios— no se hartan jamás, el avaro y el lujurioso.
Entonces el rey dijo: —Será forzoso que yo me separe y me aparte de ti. El Balarios
le dijo: —Conviene que te separes del impío y del imprudente que no cree en el jui-
cio del último tiempo, ni jud[v]ga cierta la remuneración y recompensa, y del que
no enseñorea sus pasiones y destemplados deseos. El rey dijo: —¡Ay, ay! ¡Mi casa cómo
estará sin mi Balas! Y el Balarios le dijo: —Cuatro cosas hay vacías y verdaderamente
vanas, el río sin agua, el país sin rey, la mujer sin varón, y el que no sabe distinguir lo
 marta haro cortés BRAE, t. XCII • c. CCCV • 
 Esta relación en el Calila castellano es aún más extensa (págs. -).
Calila y Dimna (Conde)
fuerza del orden eterno nos le ha traído a
nuestras manos, para que tomemos cumpli-
da venganza; así que conviene quitarle de en
medio; y a este fin es menester que le diga-
mos: «Es forzoso, rey y Señor nuestro, que
mates a tu consorte, a su hijo y al tuyo tam-
bién, y al tu primer ministro y a tu primer
secretario, además al hermoso y grande ele-
fante blanco en que acostumbras ir monta-
do, y a los otros dos elefantes que llevan tu
carroza, y a tu generoso caballo, y al gran
camello; y la sangre de todos estos se debe-
rá echar en una gran pila, y en [r] ella te
lavaremos, cantando nosotros al mismo
tiempo sagrados himnos para liberarte de los
horribles males que te amenazan.
Στεφανίτης χχαί ‘ Ιχνηλά της
la divinidad que vela por nosotros lo ha
puesto en nuestras manos. Por tanto, para
hacerlo perecer hemos de aconsejarle lo
siguiente: «Que des muerte a tu esposa y al
hijo de esta, y además a tu hijo, a tu primer
consejero, al primer canciller, y al elefante
blanco en que montas. Y también a los otros
dos elefantes de mayor tamaño, y al caballo
y al camello, y que viertas su sangre en una
olla, con la que te lavaremos y entonaremos
salmodias curadoras de los males y te redi-
miremos de que te sucedan futuras desgra-
cias». 
bueno de lo malo. Entonces el rey le dijo: —¡O, Balario, Balario! Dime si mi Balas es
muerta, y si así es, yo no sé con qué tormentos te deberé quitar la vida. Balarios le
dijo: —Tres son dignos de grandes tormentos, el que injuria al inocente, el que roba
lo ajeno, y el que viene a las comidas sin ser convidado. El rey le decía: —En tu mano
estaba el no haber procedido tan precipitadamente contra ella, tú podías haber mitiga-
do la ira de entonces, aquellos primeros movimientos iracundos. El Balarios le replicó:
—Tres deben contenerse y proceder con cuidado y despacio, el que come peces, el que
sube a una escarpada eminencia y el que trata un negocio de mucha importancia.
Entonces el rey le dijo: —Paréceme que burlas de mí y [r] tratas mis cuidados con
desprecio respondiéndome con tantas parlerías a las mis sentidas razones. Y el Balarios
le respondió: —Desprecian a los reyes los que hablan sin discreción ni juicio en su pre-
sencia, o responden a lo que no les pregunta, o dicen lo que no entienden, y el sier-
vo rico que no solamente no defiende a su señor, sino que se vuelve contra él, y le cita
y emplaza a juicio; todo eso es vana parlería. [Dijo el rey:] —¡O, Balarios, nada vale
todo lo que dices! Y el Balarios respondió: —El fatuo y vano parlero es el que se empe-
ña en enseñar al tonto, el que contradice al sabio en sus acertados consejos, el que se
mueve de ridículas y desatinadas palabras y quiere imitar al que las dice, el que confía
de una ramera, y el que descubre los secretos a quien no conoce. Y el rey volvió a decir-
le: —Lo que yo veo es que fuiste un imprudente, un desalmado en quitar la vida a mi
Balas. Balarios respondió: —Son imprudentes estos, el que no obra según sus palabras,
el joven, el que se deja llevar de su antojo, el que [v] ama perdidamente a una con-
cubina, el que se deja vencer de su destemplanza, y el rey que emprende alguna gran-
de e importante cosa sin consultar con sus consejeros. Y el rey le dijo muy encoleriza-
do: —¿Qué es esto, vil Balarios, no temes a tu rey? Y Balarios respondió: —Hay cuatro
que temen cuando no hay causa para temer, el gallo que levanta sus pies contra el cie-
lo temiendo que caiga sobre él, la grulla que se está puesta en un pie temiendo no se
abra la tierra con el peso de los dos, el escarabajo que se mantiene de estiércol con tan-
ta economía que siempre queda hambriento, temiendo que ha de faltarle en la tierra,
y la lechuza que vuela sola por la obscuridad de la noche temiendo no la cacen de día
por su hermosura. El rey continuó diciendo: —Ya no veré entre las mujeres, aunque
se me presenten congregadas todas las más prudentes y hermosas, no veré otra seme-
jante a mi Balas, no tornará ya más a mi casa otra que sea comparable a ella. Y el
Balarios le respondió: —Cuatro hay que no mudan de propósito, ni tornan más, la
mujer acostumbrada a tratar con muchos hombres, y que a todos los mira, y de todos
es mirada con [r] risa y conocida; el hombre viciado en mentir, el ambicioso y mal
intencionado, el malvado engañador, y el calumniador. El rey dijo: —¡Ay, Balarios! Que
las nubes de tristeza y dolor que obscurecen mi corazón no pueden disiparse, ni pue-
de borrase de mi alma la cruel memoria de la muerte de mi amada Balas. Y el Balarios
dijo: —Muy digna es de llorarse la pérdida de tan excelente mujer, adornada de las más
amables virtudes, prudente, sabia, de pocas palabras, ingenua, y de singular candor en
sus intenciones, hermosa, obsequiosa y servicial para con todos, y tierna en amar a su
esposo. El rey dijo entonces: —¡Ay! Cómo has plantado en mi corazón el árbol eterno
de la aflicción y del odio contra ti por haber permitido la precipitada ejecución contra
mi amada Balas. Y Balarios dijo: —Los verdaderos enemigos cuyo odio es eterno son
BRAE, t. XCII • c. CCCV •  la traducción castellana inédita...
estos: el lobo de las ovejas, el gato del ratón, el gavilán de la perdiz, el cuervo de la
lechuza, y el cangrejo de la sierpe, y también aquellos entre quienes hubo íntima amis-
tad y por algún acontecimiento se rompieron sus dorados enlaces, [v] que estos tales
vienen a ser mortales enemigos. ¡Ay mí, ay mí! —decía el rey—, ni el blando lecho, ni
las delicias del dulce sueño detendrán un punto las amargas lágrimas de mis ojos, que
con la triste y dolorosa imagen de mis Balas huye de mí el sosiego, y la tranquilidad
con largos pasos se aparta de mi estrado. Y Balarios dijo: —Hay ocho que no duermen,
señor, el hombre rico que no tiene sirviente fiel; el que piensa quitar la vida a su ami-
go o a su enemigo; el enamorado de un hermosa; el embustero; el de escasos bienes a
quien piden lo que debe y no puede pagar; el gravemente enfermo que lucha con su
mal y le faltan las fuerzas, y el mezquino [que] no tiene

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