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LA DIFUSIÓN DE LA BIBLIA EN ROMANCE Y LOS PRIMEROS ÍNDICES DE LIBROS PROHIBIDOS L LAS TRADUCCIONES ROMANCES Y LA IMPRENTA LA implantación de la imprenta en España abre, sin duda, una nueva vía a la difusión del libro religioso ', que constituye la mayor parte de la producción de incunables y posincunables 2 de las imprentas europeas 3• No disponemos de estudios completos de este período sobre la producción impresa de libros religiosos, pero no hay duda de que la imprenta española en su conjunto está en una posición de debilidad frente a los talleres alemanes, franceses o italianos, tanto en su calidad como, sobre todo, en volumen de pro- ducción. Esto no quiere decir, por otra parte, que no se produjeran ediciones comparables, por su belleza y calidad, a los mejores libros extranjeros 4 • La implantación de la imprenta en España no logra cambiar las tendencias de un mercado tradicionalmente orientado, sobre todo en el siglo XV, a la importación 5• 1 No entramos en la controversia de cuál fue la primera obra impresa en España, reavivada recientemente con los datos de M. Sesma Prieto quien considera anterior al Sinodal de Aguilafuente, tradicionalmente primer impreso español, la impresión de la obra Expositiones nominum legalium (conferencia pronunciada en la Real Academia de San Quirce de Segovia, 20 de marzo de 2003, con el título Tipografla y revoluCi6n cultural. Juan Parix y A. Espinosa de los Monteros). No obstante, en el estudio preliminar de F. de los Reyes Gómez, de la edición facsí- mil del Sinodal de Aguilafo.ente, Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, 2003 se considera el sinodal como la primera obra, puesto que la fecha no ofrece dudas. En todo caso, parece claro que la actividad impresora en España se inicia en Segovia, en la imprenta de Juan Parix. 2 Utilizamos el término posincunable con el sentido que le da F. J. Norton, Printing in Spain 1501-1520, Cambridge, 1966, quien considera que las impresiones hechas en la Península Ibérica durante los primeros veinte años del siglo ~ participan de algunas características de los incuna- bles. J L. Febvre, H.-J. Martin, L'apparition du livre, París 1958, págs. 399-400. 4 Basta pensar en la magnífica edición (en pergamino y papel) de la traducción castellana hecha por A. Montesino de la Vita Christi de Ludolfo de Sajonia impresa por Stanislao Polono en Alcalá de Henares (1502-1503). Con ella se inicia la actividad de la imprenta en Alcalá de Henares. 5 J. Lawrence, «The Spread of Lay Literacy in Late Medieval Castib, Bulletin of Hispanic Studies, 62, 1985, págs. 79-94, sugiere, como explicación a la importación española de libros MARÍA MATESANZ DEL BARRIO La exigua producción impresa española en sus inicios no es capaz de influir en este mercado, es más, se adapta a la situación heredada del libro manuscrito. Una de las razones de esta situación de inferioridad fue la insuficiente produc- ción local de papel, cuya importación era tan cara como la importación de libros ya impresos. Esta importación estaba centrada en lo que C. Griffin ha llamado 'el libro internacional', es decir, las ediciones de los clásicos, de libros jurídicos, de obras de teología y académicas 6• No es fácil conocer hoy con exac- titud las cifras reales de libros impresos en el extranjero que circulaban en España en el siglo XV. La desaparición de ediciones completas introduce una distorsión que es difícil de evaluar. No obstante, los incunables conservados actualmente en las bibliotecas españolas nos permiten hacernos una idea apro- ximada de la proporción entre los libros impresos en el extranjero y las impre- siones españolas. Alrededor del 90% de los incunables que nos han llegado se imprimieron en el extranjero 7• Incluso si este cálculo debe considerarse con cautela, la circulación preponderante del libro extranjero frente a las impresio- nes nacionales es incontestable. La imprenta española, sin duda por razones comerciales, se orienta sobre todo hacia un mercado nacional en lengua vernácula. L. Fevre estimó que la producción total de libros en lengua vulgar en el siglo XV se movía en torno al 22% 8 , pero la producción en lengua vulgar en España 9 es superior a la de otros países, excepto Gran Bretaña. La situación periférica de España y Gran Bretaña respecto de los grandes centros de impresión favorece las ediciones en lenguas vernáculas, tanto de textos escritos directamente en ellas como de traducciones. extranjeros en el siglo XV, la escasez de manuscritos en Castilla para poder realizar copias. (Trata por primera vez este asunto en Nuño de Guzmán: Lije and Works, tesis doctoral inédita, Oxford University, 1983, 98-100. Cito por C. Griffin, Los Cromberger, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1991, pág. 28, en nota). 6 C. Griffin, Los Cromberger, pág. 27. 7 Si nos basamos en los asientos del Catálogo General de Incunables en Bibliotecas Españolas, coord. y dir. por Francisco García Craviotto, Madrid, Dirección General del Libro y Bibliotecas, 1989-90 obtenemos este porcentaje. De los 7053 registros, 6295 corresponden a ediciones extran- jeras y un total 658 españolas. Por supuesto, en este catálogo no figuran ni las ediciones perdi- das ni aquellas que no se encuentran actualmente conservadas en bibliotecas españolas. Hay que tener en cuenta, además, que ha habido adiciones posteriores al catálogo. Los cálculos por períodos, para España, hechos por F. Norton, Printing in Spain, pág. 117 son los siguientes: 1472-1490, menos de 300 ediciones; 1491-1500, al menos 6oo ediciones; 1501-1510, alrededor de 500 ediciones; 1511-1520, unas 8oo ediciones. 8 L. Febvre, H.-J . Martín, L'apparition du livre, pág. 378 y pág. 388. 9 Aproximadamente, tres cuartas partes de esta producción es en castellano y un cuarto en valenciano y catalán. LA DIFUSION DE LA BIBLIA EN ROMANCE Y LOS PRIMEROS ... La producción española en romance en el siglo XV, según los datos de G. Painter es más elevada que en otros países de su entorno 10 • Alrededor de la mitad de los libros impresos en el siglo XV en España se hizo en lengua vulgar. Sin embargo, las diferencias entre las imprentas españolas y las extranjeras se diluyen en la elección de los libros que se imprimen. Al menos en las prime- ras décadas del siglo XVI, la elección de los impresores estuvo encabezada por los libros religiosos y las Sagradas Escrituras, completas o parciales, hasta el punto de que se imprimen aún más que en el siglo XV en número global n. No obstante, aunque la cantidad es mayor, se constata una regresión, si se tiene en cuenta la proporción relativa en relación con la producción total de libros a partir del límite imaginario que marcan los posincunables 12 • En este cambio de siglo, las imprentas españolas buscaban preferentemente obras de gran difusión, pero el número de impresiones y de ejemplares era sensiblemente inferior. Un buen ejemplo que sirve para ilustrar la diferencia de actividad entre las imprentas españolas y la del resto de Europa lo constituyen las ediciones de las Postilla super Epístola et Evangelia publicadas bajo el nombre de Guillermo de París '3• Esta obra ha sido considerada por F. Goff como uno de los primeros best seller de la historia del libro impreso, con más de un centenar de edicio- nes realizadas en el siglo XV. Si se tiene en cuenta, además, que la primera edi- ción es de hacia 1472, estas ediciones se imprimieron, en realidad, en los últi- mos treinta años del siglo. En los primeros años del siglo XVI siguieron sucediéndose las ediciones de las Postilla. De estas ediciones, únicamente dos fueron hechas en España, de acuerdo con los datos de los que disponemos actualmente '4• Las ediciones españolas de las Postilla latinas se publican algu- nos años después de la traducción castellana de esta obra hecha por Gonzalo 10 G. Painter, Catalogue of books printed in the XVh Centu1y now in the British Museum, vol. X, Londres, I97I, pág. xxvii . n L. Febvre, H.-J. Martín,L'apparition du livre, págs. 378 y siguientes. 12 Según los datos de F. J. Norton, Printing in Spain, pág I26, para el período I50I-I520 el 3I por ciento de la producción impresa estaba constituida por libros religiosos en sentido amplio: litúrgicos, de teología, de devoción, etc. Al mismo tiempo, se hacían ediciones en el extranjero para iglesias españolas. 13 En la entrada que corresponde a Guillermo de París, Th. Kaeppeli remite a Iohannes Herolt. Bajo el nombre de Guillermo de París se publicaron todas las Postilla super Epístola et Evangelia, tanto incunable como del siglo XVI . Pertenecen a los Sermones Discipuli super evange- lia dominicalia et de sanctis secundum sensum litteralem. Véase Th. Kaeppeli O. P. , Scriptores 01dinis Praedicatorum Medii Aevi, Roma, ed. S. Sabinae, I97 5, vol. II, págs. 458-459. 14 Las ediciones españolas son de la imprenta de Sevilla de M. Ungut y S. Polono, r492 y I497· Véase F. R. Goff, «The Postilla of Guillermus Parisiensis>> en Gutenberg-]ahrbruch 34 (r959), págs. 73-78. MARÍA MATESANZ DEL BARRIO García de Santa María, que recibió el título de Epístolas e Evangelios con sus exposiciones en romance 1\ obra que presenta un gran interés en el asunto que tratamos. Las Postilla eran, sin duda, muy conocidas en España cuando las dos ediciones incunables españolas ven la luz. · Esta orientación hacia la publicación en prensas extranjeras afectó también a las obras latinas de autores españoles, de forma que para aquellas obras para las que se buscaba una proyección que traspasara nuestras fronteras se elegían las pren- sas europeas. Por lo tanto, las bibliotecas españolas de la época se nutren, en lo que a obras en latín se refiere, fundamentalmente, de la producción extranjera, independientemente de que las obras sean o no de autores españoles 16• 2. LA TRADICIÓN CASTELLANA DE BIBLIAS EN ROMANCE Y SU DIFUSIÓN IMPRESA No hace falta insistir, por ser una cuestión que ha sido estudiada a fondo, en la libertad con que hasta finales del siglo XV circulaba la Biblia, y se podían leer o poseer las Sagradas Escrituras tanto en latín como en lengua vul- gar 17 • Sin embargo, hacia finales del siglo XV se empieza a producir un cambio de actitud con relación a la libre circulación de la Biblia, de modo que esta se verá muy coartada en el siglo XVI. El momento de mayor intransigencia de este período, en lo que al control de las versiones en vulgar se refiere, se alcanza en España en 1559, fecha del índice de F. Valdés, que supuso la prohibición total de traducciones de la Biblia; por ello, durante el siglo XVI las traducciones cas- tellanas de la Biblia, tanto totales como de libros aislados, están marcadas por el signo de la heterodoxia. El control sobre la Biblia, al que acabo de referirme, iniciado en los años finales del siglo XV y reforzado en el siglo XVI, fue la reacción contra la fuerza que habían ido adquiriendo los movimientos reformistas, que llevaron en la 15 El único ejemplar que se conoce de la traducción castellana es de 1493, de una imprenta salmantina y se conserva en la actualidad en la biblioteca de la Universidad de Uppsala. Este ejemplar ha sido descrito, estudiado y publicado por l. Collijn y E. Staaff en Skrifter utgifoa af K Humanistika Vetenskaps-Samfundet i Uppsala, XI, 3, 1908. Sin embargo, parece ser que Gonzalo García de Santa María acabó su traducción en 1484 y hubo una primera edición, posiblemente hecha en Zaragoza, en 1485, pero no se conserva ningún ejemplar de ella. 16 J. Moll, «El libro español impreso en España» en H. Escolar (dir.) Historia ilustrada del libro español. De los incunables al siglo XVIII, Madrid, 1994, pág. 500. 17 Son muchos los estudios que se han realizado sobre la Biblia en la Edad Media. Sin ser exhaustivo pero sí amplio, es un buen punto de partida el repertorio bibliográfico de A. Vernet, La Bibble au Moyen Age. Bibliographie, París, Éditions du CNRS, 1989. LA DIFUSION DE LA BIBLIA EN ROMANCE Y LOS PRI MEROS ... 33 primera mitad del XVI a abrir un debate en la Iglesia sobre la conveniencia o no de la lectura y circulación de la Biblia en romance. En este contexto de reformas y contrarreformas, la Biblia fue un libro permanentemente vigilado. Este cambio de actitud en lo que se refiere a la libre circulación de la Biblia se origina al detec- tarse en torno a las Sagradas Escrituras dos problemas, relacionados ambos con posibles desviaciones de la doctrina de Roma. Por un lado, la fácil difusión de errores, amparados en la autoridad de la Biblia, y por otro, el permanente peli- gro de interpretaciones heterodoxas. La Biblia en lengua vulgar, accesible a un extenso público, favorecía la divulgación de lecturas e interpretaciones considera- das heréticas. Pero resulta también evidente que las traducciones eran un medio eficaz de acercar el mensaje evangélico a una mayoría que desconocía el latín. Estas razones contrapuestas hicieron de la traducción de las Escrituras y de su libre circulación un punto de controversia entre teólogos 18 • Fue un punto muy debatido y de difícil acuerdo en el Concilio de Trento 19 ya que no se seguía la misma política con las traducciones bíblicas en todos los países: sí, por ejem- plo, en Alemania, las traducciones de la Biblia en vulgar circulaban libremen- te, pero en España, en cambio, se intentaba impedir su circulación en romance. En nuestro país, a pesar de este giro en la consideración de la Biblia, exis- tía una cierta tolerancia con algunas de sus traducciones parciales, sobre todo con las perícopas 20 de la misa, incluso entre aquellos que mantenían una pos- tura contraria a la traducción de la Biblia 2 1• Ejemplo de ello lo tenemos en la 18 A esta polémica hace referencia también Bartolomé de Carraza, en la carta que dirige <<al pio lector>> en Comentarios sobre el catechismo christiano, ed. J. I. Tellechea Idígoras, Madrid, BAC, 1972, vol. 1, pág. 109. La opinión del arzobispo Carranza es relevante en este debate ya que inter- vino muy directamente en la elaboración de la censura inquisitorial de Biblias de 1554 y parti- cipó en el Concilio de Tremo en trabajos relacionados con este asunto (sobre su intervención en la censura de 1554 véase el artículo de J. I. Tellechea Idígoras <<La censura inquisitorial de biblias de 1554>>, Anthologica Annua, X, 1962, págs. 92-94. 19 En la sesión IV del Concilio (4, 8 de abril de 1546) se publican dos decretos relativos a las Escrituras. Las congregaciones generales preparatorias para esa sesión, en las que solo partici- paron el de Trento, D. Cristóbal Madruzzo, y el de Jaén, D. Pedro Pacheco, fueron muy inte- resantes, ya que en ellas se trató sobre la conveniencia o no de la circulación de la Biblia en vul- gar.Véase J. Enciso <<Prohibiciones españolas de las versiones bíblicas en romance antes del Tridentino>> en Estudios Bíblicos 3, 1944, págs. 523-531. Sobre las consecuencias del Concilio de Trento sobre las Escrituras encontramos un interesante análisis en B. Chedozeau, La Bible et la liturgie en franrais, Les Éditions du Cerf, París, 1990. 20 Al menos ya a partir del siglo XVI los liturgistas emplean este término para referirse a los fragmentos de la Sagrada Escritura que componen las lecturas. 21 La posición mantenida por uno de los cardenales que participó en este concilio en lo refe- rente a las traducciones parciales de la Biblia, el cardenal español Pedro Pacheco, recoge la opi- nión de la mayor parte de la curia española a este respecto: la necesidad de hacer una distinción 34 MARÍA MATESANZ DEL BARRIO figura de Alfonso de Castro, quien participó en los debates sobre la Biblia en el Concilio de Trentci, y cuya postura firmemente reacia a las traducciones tota- les o parciales de la Biblia deja, a pesar de todo, una puerta abierta a la tra- ducción de algunos fragmentos bíblicos 2 \ concretamente, a las traducciones de los evangelios de la misa, si bien sujetas a la labor de traducción de hombres doctos y católicos, siemprey cuando estuvieran acompañadas, además, de exége- sis 23 • Sirúa, por tanto, en un plano diferente la traducción de la Biblia y la tra- ducción de las perícopas bíblicas, aunque de traducciones parciales de la Biblia se trate. Esta postura también la mantendrá Bartolomé de Carranza 24 • La diferente consideración de los libros de la Biblia, en función de su difi- cultad teológica y dogmática, se refleja en la moderada presión que la censura inquisitorial ejerció sobre las traducciones parciales, algunas de las cuales siguie- ron circulando en los años anteriores al índice de Valdés de 1559 2\ mientras se intensifica, en cambio, el control de las ediciones latinas y romances de la Biblia completa. Se observa en estos años una cierta permisividad con algunas traducciones, lo que dio la posibilidad a un amplio público de leer en castella- no, si bien no la Biblia en su totalidad, sí al menos un buen número de tex- tos, aunque algunas veces estos fueran muy fragmentarios. De hecho, entre los entre los libros de la Biblia susceptibles de ser traducidos y aquellos que debían permanecer en latín. (Véase J. Enciso <<Prohibiciones españolas de las versiones bíblicas en romance .. . >>, pág. 529) . 22 Alfonso de Castro estuvo presente en el Concilio de Tremo acompañando al cardenal Pedro Pacheco y fue, además, censor. En dos de su obras, Adversus omnes haereses libri XJJJJ publicado en París en 1534 y en su tratado De justa haereticorum punitione libri JJJ, Salamanca, 1547, aborda el problema de las traducciones bíblicas, en relación a la difusión de las ideas refor- mistas. Para Alfonso de Castro la Reforma se identificaba con la herejía de su tiempo. Su pos- tura fue firmemente reacia a las traducciones de la Biblia, que él consideraba en el origen de la herejía, por las interpretaciones erróneas a las que habían llegado sus lectores. 2 3 A. de Castro, De justa haereticorum punitione libri JJJ, caps. 6 y 7· 2 4 Bartolomé de Carranza refiere en los preliminares de los Comentarios sobre el Cathecismo Christiano las causas por las que se consideran de distinta forma algunas traducciones de la Biblia. Para Bartolomé de Carranza la Sagrada Escritura contiene dos elementos principales. Por una parte, los dogmas y artículos· de fe , y, por otra, todo lo relativo a la devoción y consuelo de las almas. Acon~eja la lectura únicamente de los pasajes de las Escrituras en los que se contienen enseñanzas y consejos para la vida, porque en cuestiones de dogma solo la Iglesia tiene autori- dad. Entre los 'libros y pasajes de la Biblia que pueden y deben ser leídos por el pueblo se encuentran, a juicio de Carranza, algunos libros sapienciales del Antiguo Testamento (Proverbios y Eclesidstico) , y del Nuevo Testamento algunas epístolas y evangelios y los Hechos de los Apóstoles. Véase B. de Carranza, Comentarios sobre el catechismo christiano, ed. cit., vol. 1, pág. no. 25 El índice de 1559 consideraba por igual todas las traducciones de la Biblia, con lo que la prohibición afectaba tanto a las traducciones parciales como totales de la Biblia. LA DIFUSION DE LA BIBLIA EN ROMANCE Y LOS PRIMEROS .. 3 5 libros litúrgicos y de devoción en romance que contienen extractos de la Biblia relativamente extensos, es decir, no como citas, se puede establecer una peque- ña tipología, en la que se encuadran obras tan diversas como las biblias y evan- gelios moralizados, las Vita Christi o los leccionarios. Un estudio de conjunto sobre la divulgación y recepción del mensaje bíblico no podrá prescindir de estas obras en las que la Biblia es parte esencial. Sin embargo, las obras a las que nos acabamos de referir parten de plantea- mientos y estructuras constructivas muy diferentes y su relación con la Biblia es también distinta. De entre las que hemos citado, los leccionarios presentan una mayor proximidad con las Sagradas Escrituras, por la selección y número de lecturas. Además de existir una diferencia numérica, mayor en comparación con otros libros, la selección de perícopas del Antiguo y Nuevo Testamento que presentan los leccionarios reúne los elementos principales del mensaje bíblico. Por ello, la traducción romance de leccionarios hizo de ellos un vehículo eficaz para la difusión de la Biblia, en esos momentos en los que las Sagradas Escrituras eran objeto de un control tan estricto 26 • Esto explica el aumento que se produce en la edición de leccionarios en castellano durante el siglo XVI, especialmente en los años que preceden al índice de libros prohibidos de 1559. 3· LA TRADUCCIÓN DE LECCIONARIOS EN CASTELLANO La traducción de un leccionario puede parecer, en principio, un contrasen- tido teniendo en cuenta el origen mismo de este tipo de obras y su papel en la liturgia 27 • Sin embargo, esta no es más que una contradicción aparente. La extensa selección de perícopas, encaminadas todas ellas a transmitir lo esencial de la historia de la salvación, constituye, en cierta manera, un libro de com- pendio hecho de fragmentos de la Biblia. La dificultad, para una gran mayo- ría, de acceso directo a la Biblia se vio paliada en gran medida por la difusión de estos leccionarios en lengua vulgar, porque al contar con partes exegéticas o 26 Ya se refirió M. Bataillon, al tratar la vulgarización de las Escrituras, a esta diferencia entre libros de devoción exclusivamente y obras en las que se incluyen perícopas bíblicas. Véase M . Bataillon (1937), Erasmo y España, México, FCE, 2.' ed. trad., 5.' reimp. 1995, pág. 46. 27 No entramos en la cuestión del papel que desempeñaron estas obras en la liturgia, pues- to que se trata de un punto en el que no existe acuerdo entre los liturgistas. Remito para un análisis de las diferentes posturas a A.-G. Martimort, Les lectttres litmgiques et leurs livres, Turnhout, Brepols, 1992, págs. 31-33 y E. Palazzo, Histoire des livres litttrgiques. Le moyen Age. Des origines au Xllf"" siecle, Paris, 1993, pág. n8. MARfA MAJ'ESANZ DEL BARRIO piezas oratorias facilitaban la comprensión individual del mensaje bíblico 28• Los leccionarios traducidos presentan una gran homogeneidad de construcción entre sus diferentes partes, lo que, sin embargo, no impide la lectura indepen- djente de las perícopas bíblicas, puesto que los textos bíblicos y exegéticos están claramente diferenciados. Esta es una característica que nos lleva a distinguir estas obras de aquellas en las que la Biblia y la exégesis se entremezclan for- mando un texto único 29 • La traducción de leccionarios presupone la utilización de estos libros fuera del ámbito estrictamente litúrgico, en un intento de reproducir de forma pri- vada una parte de la misa como es la liturgia de la palabra JO . De este modo, los ' leccionarios pasaron a formar parte de las lecturas piadosas de un extenso público, lo que explica el número de ediciones de estos. La proliferación de lec- cionarios romances en un momento poco propicio para ello, debido a la inten- sificación del control ideológico, nos lleva a pensar que desempeñaron un papel destacado en la difusión de la Biblia en lengua vulgar. Quien por primera vez llamó la atención sobre el interés que podían tener los leccionarios romances en la difusión de la Biblia fue M. Morreale, al abor- dar el estudio de la primera versión castellana que conservamos de un leccio- 7;8 La combinación de las lecturas de la misa y de glosas o sermones no es específica de los leccionarios traducidos. Baste recordar, a modo de ejemplo, dos de los leccionarios más antiguos de rito romano que conservamos en Espafia, de finales del siglo XI o principios del XII. Nos refe- rimos a los códices 1 y 2 de la catedral de Burgos, homiliario y leccionario visigóticos, que con- tienen sermones de Smaragdus y Paulo Diácono (sobre estos leccionarios véanse los estudios de D. Mansilla, «Dos códices visigóticos de la catedral de Burgos>> en Hispania Sacra 2, 1949, 2, págs. 381-418, y únicamente sobre el códice 1, además del anterior estudio T. Rojo, Laexposici6n del «Liber comitis» del archivo catedralicio de Burgos, Madrid, 1930). Las traducciones castellanas de leccionarios contaron siempre con piezas oratorias. 2 9 No tenemos en cuenta, por este motivo, los Evangelios moralizados de Juan López de Salamanca. Se trata de una obra en romance en la línea de las Biblias moralizadas, aunque esta se cifie exclusivamente a las perícopas evangélicas de la misa. Por la misma razón, tampoco con- sideramos las Homilias de diversos doctores, traducción castellana del homiliario de Alcuino Homiliae Diversorum doctorum. El centro de este homiliario son las piezas oratorias sobre los evangelios y no los textos bíblicos, es decir, no incluye las perícopas completas. Sobre el homi- liario de Alcuino, dada su discutida composición, remito a la síntesis que presenta R. Grégoire, Homéliaires liturgiques médiévaux, Spoleto, 1980 (Biblioteca degli <<Studi medievali>> 12), págs. 66-71. JO En este sentido ha utilizado Margherita Morreale, en su artículo <<Las Epístolas y Evangelios de Ambrosio Montesino eslabón entre los romanceamientos medievales y la lectura de la Biblia en el Siglo de Oro» en Studi in onore di A. Corsano, Lacaita Editare, 1970, págs. 451-469, el término <<paralitúrgico>>, para referirse al uso que debía darse a una obra como Epístolas y Evangelios por todo el año. LA DIFUSiÓN DE LA BiBLIA EN ROMANCE Y LOS PRIMEROS .. 37 nario. Su hipótesis se centra en el papel que pudieron jugar en la difusión de la Biblia en romane durante la Edad Media, a pesar de que no disponemos de ejemplares de esta época que puedan confirmarla. La obra que considera M. Morreale es la traducción de Gonzalo García de Santa María de las Postilla super Epístola et Evangelia, atribuida a Guillermo de París 3' y publicada con el título de Evangelios e Epístolas con sus exposiciones en romance, y a la que ya nos hemos referido al tratar las ediciones religiosas de éxito de la época. Las Postilla están compuestas por un evangeliario y un epistolario completos, con lecturas para todos los domingos y festividades señaladas y, además, las lecturas propias de las celebraciones del santoral romano 32 • Cada lectura va seguida de u·na bre- ve apostilla exegética. Según los escasos datos de que disponernos, su autor ter- minó esta obra en 1437 y circuló rápidamente en manuscritos. Al éxito indis- cutible de las Postilla super Epístola et Evangelia contribuyó su rápida y extensa difusión impresa, como hemos señalado. Son numerosos los ejemplares que de estas ediciones incunables se conser- van repartidos por las distintas bibliotecas españolas y portuguesas, lo que muestra su difusión, bastante inmediata, en la Península 33 • M. M01-reale, al enjuiciar la traducción en relación con la difusión de la Biblia en romance en la Edad Media, destaca la importancia que pudieron tener las epístolas y evan- gelios como medio de divulgación 34 • Pero, corno bien señala, se trata de una versión aislada, puesto que no hay otras del mismo tipo anteriores a ella. Por otra parte, es una traducción demasiado tardía para poder considerarla un medio de difusión efectivo en la Edad Media 35 • La falta de leccionarios romances medievales que confirmen un uso privado de ellos obliga a entrar en el terreno de la especulación, o bien renunciar a esta 31 Véase la nota 13. 32 El leccionario se inicia con los evangelios de los domingos del afio, a los que siguen los evangelios correspondientes a las festividades de los santos. A continuación siguen las epístolas con una organización idéntica a la de los evangelios. 33 Es uno de los libros que con frecuencia se encuentra en el fondo antiguo de las bibliote- cas que cuentan con incunables y obras del siglo XVI. No faltaba esta obra, por ejemplo, en la biblioteca del bibliófilo Hernando de Colón (Catálogo Concordado de la Biblioteca de R emando de Colón, Madrid, Fundación Mapfre América, Cabildo de Sevilla, 1993-, ref. 8ro). 34 «Estas versiones [se está refiriendo a versiones castellanas de la Biblia hechas por encargo), destinadas a unos pocos, no pueden considerarse como vehículo de divulgación. Lo son en cam- bio los Evangelios y Epístolas del misal traducidos al castellano, o sea, los textos que todo cris- tiano oiría una y otra vez en latín y que los más devotos querrían leer y saborear por su cuenta en el idioma que les era familiar>> (M. Morreale, «Los Evangelios y Epistolas de Gonzalo García de Santa María y las Biblias romanceadas de la Edad Media», Archivo de Filología Aragonesa XXI, 1958-59> pág. 277). 35 Jbidem. MARÍA MATESANZ DEL BARRIO vía de investigación. Sin embargo, estas traducciones podrían considerarse un punto de partida en la historia de la difusión de la Biblia en el siglo XVI, ya que es poco probable que durante la Edad Media se tradujeran leccionarios, puesto que se consideraban libros litúrgicos únicamente y no de uso individual de los fieles. Evangelios e Epístolas con sus exposiciones en romance ha sido con- siderada por M . Morreale deudora de un romanceamiento anterior 36 y la sitúa como eslabón entre los romanceamientos medievales y la lectura de la Biblia en el Siglo de Oro. No hay duda de que la traducción de las perícopas bíblicas realizada por Gonzalo García de Santa María está mucho más cerca de los romanceamientos medievales de la Biblia que las versiones posteriores. Sin embargo, este enfoque es, quizá, demasiado restrictivo en lo que a la difusión de la Biblia en vulgar se refiere. A nuestro modo de ver, la traducción de Gonzalo García de Santa María está en el inicio de una forma de difusión de la Biblia en lengua vulgar que se irá consolidando a medida que avance el siglo XVI. Casi nos atreveríamos a decir que, en líneas generales, los leccionarios en romance ofrecieron una vía directa al mensaje bíblico en un momento en el que el debate sobre la lectura de la Biblia en lengua vulgar alcanzaba momen- tos de gran tensión y la Biblia, tanto en latín como en romance, dejaba de cir- cular libremente. Si consideramos que la traducción de leccionarios supone un elemento nue- vo que contribuye a la difusión del mensaje bíblico se debe, por una parte, al aumento de traducciones y ediciones de los mismos durante el siglo XVI, prin- cipalmente en su primera mitad, como ya hemos mencionado. Por otra, los comentarios de los propios traductores en los prólogos a las mismas revelan esta nueva situación. ¿Cuáles fueron, entonces, las razones que pudieron impulsar a Gonzalo García de Santa María a elegir y traducir íntegramente las Postilla super Epístolas et Evangelia, es decir, el leccionario y las glosas? El prólogo que precede a su traducción, dirigido a Juan de la Nw;:a, y que sólo se conserva en la versión portuguesa hecha sobre la traducción castellana 37, proporciona una información breve pero explícita sobre esta cuestión. El interés principal de Gonzalo García de Santa María por esta obra reside, precisamente, en el lec- cionario que contiene. Su traductor, hombre laico, reconoce en las perícopas bíblicas de la misa los elementos fundamentales de la historia de la salvación. Desde este punto de vista, el leccionario se debía entender como una antolo- gía de la Biblia en la que se podía encontrar compendiada toda la doctrina evangélica. Junto con las perícopas, traduce también las glosas exegéticas de la 36 M. Morreale, «Apuntes bibliográficos>>, pág. 77· 37 Este prólogo, que debió realizar Gonzalo García de Santa María para la primera edición castellana, se ha perdido en el único ejemplar conservado de la edición salmantina de 1493. LA DIFUSIÓN DE LA BIBLIA EN ROMANCE Y LOS PRIMEROS .. 39 obra original, pero como complemento a las lecturas. El hecho de que la fina- lidad buscada con la traducción fuera entretener y enseñar la doctrina por medio de una lectura privada, pone de manifiesto que en el siglo XV el leccio- nario ya no se consideraba un libro litúrgico en sentido estricto, sino más bien un libro cercano a la lecturapiadosa. La estructura de los leccionarios no se ve por ello sustancialmente modificada y sigue siendo un medio de recopilación y transmisión de las perícopas bíblicas de la misa, aunque, evidentemente, no destinada al uso exclusivo del . clero. Evangelios e Epístolas con sus exposiciones en romance, sin dejar de ser un leccionario, puede considerarse un libro para la meditación individual en lengua vulgar. No nos parece probable que la elección de esta obra frente a otras de parecidas características que circulaban entonces se viera influida por una supuesta tradición medieval en torno a la traducción de leccionarios considerada por M. Morreale. Es probable que la elección se debiera al prestigio y al éxito de la obra latina. Sin embargo, el éxito de las Postilla no se siguió en la traducción castellana de García de Santa María, de la que no se conoce ninguna edición antigua posterior a la de 1493 de Salamanca. Es un hecho que este tipo de traducciones que incluían perícopas bíblicas y texto exegético arraigó entre los lectores, ya que a principios del siglo XVI se publica una obra en castellano de características similares a Evangelios. e Epístolas con sus exposiciones en romance, conocida en el siglo XVI y posteriormente por el título con el que se publicó su revisión, realizada por Ambrosio Montesino O. F. M. y a quien debe además su enorme popularidad, Epístolas y Evangelios por todo el año 38• Nos referimos a una edición anterior de esta misma obra que se publicó con el título Epístolas y Evangelios con sus sermones y doctrinas por todo el año (Sevilla, 1506). A pesar de la similitud que existe entre el título de la traducción de Gonzalo García de Santa María y el de esta traducción anónima se trata de obras dife- rentes. Su estructura es parecida, ya que encontramos nuevamente un leccio- nario completo que incluye una colección de piezas oratorias referidas a los evangelios. El leccionario de la edición anónima es más amplio, no sólo por el 38 Este es el título que mantendrá la obra en casi todas sus ediciones. Esta obra no es origi- nal de A. Montesino, quien fue únicamente el revisor de una obra anterior que circulaba con el título Epístolas y Evangelios con sus sermones y doctrinas por todo el año, y de la que únicamente conservamos una edición hecha en Sevilla por Jacobo Cromberger en 1506, en la ONB de Viena. M. Matesanz, «Epístolas y Evangelios por todo el año. Una errónea atribución de autoría», Revista de Filología Románica 13, 1996, págs. 215-230 y M. Matesanz «Apuntes bibliográficos para el estu- dio de Epístolas y Evangelios por todo el añO>>, Revista de Literatura, LIX, n. II7, 1977, págs. 151-183. MARÍA MATESANZ DEL BARRIO mayor número de lecturas para determinadas celebraciones sino porque, ade- más, tiene lecturas propias para los miércoles y viernes del año y para todos los días de la cuaresma 39• El autor de la mayoría de los sermones, pues en esto consiste la parte de exégesis bíblica de esta obra, es el dominico Iohannes Herolt de Basilea (t1468). Sin embargo, Evangelios y Epístolas por todo el año no es la traducción literal de ninguna de las obras de Herolt 40• Los sermones de la traducción castellana presentan una selección de los sermones de commu- ne, de tempore y de sanctis de este autor 4\ los cuales, generalmente, se publica- ron en un mismo volumen 42• No sabemos si existió un original en latín de Evangelios y Epístolas por todo el año, o si, por el contrario, la elección de los sermones y su forma final se debe al propio traductor. Pero éste es un aspecto secundario dentro del asunto que abordamos en estas páginas. No podemos juzgar la difusión de la edición anónima por el número de edi- ciones y ejemplares conservados, puesto que, ya lo hemos dicho, solo conoce- mos una edición a través del único ejempiar conservado en la actualidad 43• Aun así, parece evidente que era una obra conocida y leída en los primeros años del siglo XVI, a juzgar por la epístola proemial que Ambrosio Montesino redacta para su nueva versión. El trabajo de revisión lo realiza Ambrosio Montesino a petición del rey Fernando el Católico, quien le encarga reformar esta obra 44 • El interés de Evangelios y Epístolas por todo el año residía, según se desprende de esta epístola proemial, en lo que esta obra comporta de libro de devoción y de lectura piadosa, lo que no significa que se prescinda del leccionario, que sigue siendo fundamental. La difusión del mensaje bíblico, de la doctrina evangélica 39 El leccionario de Epfstolas y Evangelios por todo el año se compone, sin entrar en detalle, de varias series de lecturas bíblicas acompañadas, algunas de ellas, de un sermón. Un total de 746 perícopas bíblicas r6o lecturas del Antiguo Testamento Y· 586 del Nuevo. 4° Inicialmente pensamos en la posibilidad · de que existiera un texto completo en latín, entre las obras de l. Herolt, de Epístolas y Evangelios por todo el año. En ninguna de sus obras, ni siquiera los Sermones Discipuli super evangelia dominicalia et de sanctis secundum sensum littera- lem, coincide el contenido con el de la traducción castellana. 4' Las ediciones, tanto incunables como posteriores, suelen incluir, junto con el sermonario completo, dos de las colecciones de exempla del propio l. Herolt: el Promptuarium exemplorum Discipuli secundum ordinem alphabeti y el Promptuarium Discipuli de miraculis Beatae Mariae Virginis. 42 Aunque, a juzgar por el elevado número de ejemplares conservados, fue una obra que gozó de gran difusión en la Península en el período indicado, sin embargo no se conocen ediciones de esta obra realizadas en España. Las ediciones conservadas proceden del extranjero. 43 Véase nota 38. Este ejemplar es acéfalo. 44 Véase Evangelios y Epístolas por todo el año, Zaragoza, Jorge Coci, h. 1514, fol. rv., (epísto- la proemial). LA DIFUSION DE LA BIBLIA EN ROMANCE Y LOS PRIMEROS ... en palabras del prólogo, queda garantizada por la traducción de las perícopas de la misa 45 • Pero además la mejor comprensión de este mensaje se aseguraba por medio de unos sermones en romance, dentro de una total ortodoxia 46 • La revisión de Epístolas y Evangelios por todo el año de Ambrosio Montesino no sólo tuvo una rápida difusión, sino que además contó con más de un siglo de ediciones. Desde la primera edición conservada de Zaragoza de hacia 1514 47 has- ta la última de Valladolid de 1618, se editó esta obra en, al menos, veintidós ocasiones 48 • 45 Los sermones de Epístolas y ~Evangelios por todo el año glosan total o parcialmente el evan- gelio del domingo o festividad que se celebra. Sin embargo, contrariamente a lo que se espera, el thema de la mayoría de los sermones no corresponde al evangelio al que se refieren, a pesar de que el contenido del sermón desarrolle ese mensaje evangélico. Este desajuste se debe a la tra- ducción, o mejor dicho, a la influencia de los traductores. Los sermones de l. Herolt tienen como thema un versículo, completo o no, del evangelio que tratan. Pero en la primera traducción que conocemos solo en cinco sermones se ha conservado el thema, eliminándose del resto. Una de las modificaciones que introduce Ambrosio Montesino en su cuidada revisión es precisamente la restauración de un thema para los sermones. Pero el thema que él introdujo nuevamente no es el originario de los sermones, razón por la cual nos inclinamos a pensar que no tuvo a la vista los sermones latinos de la traducción castellana de Epístolas y Evangelios por todo el año. 46 El número de sermones, referidos siempre al evangelio, es muy inferior al número total de perícopas bíblicas que contiene la obra castellana. Esta es la razón fundamental por la que se prohi- birá definitivamente la obra en 1622, al no ajustarse a la regla N del índice de 1612, Index libro- mm prohibitorum et expurgatorum. En esta regla del catálogo se autorizaba la traducción de las epís- tolas y evangelios siempre que fueran acompañados de una explicación osermón. Además, el catálogo contiene una referencia específica a la traducción de Ambrosio Montesino en la que expre- samente se permite publicar únicamente los evangelios y epístolas que van acompañados de una explicación del autor, es decir, de los sermones correspondientes. Los impresores debieron ignorar estas restricciones, sobre todo la específica, y así, Andrés Parra y Gaspar García en Madrid en 1614 y Juan de Rueda en Valladolid en 1618 editan la traducción completa de Epístolas y Evangelios para todo el año, tal y como después de la reforma de fray Román de Vallecillo había sido impresa. No pasó desapercibido para la Inquisición este desacato al índice y en 1620 se instruye un expediente contra esta obra. En el Archivo Histórico Nacional se conserva dicho expediente, AHN, Inquisición, Censuras, leg. 4436, exp. 14, publicado por J. Simón Díaz, «Una obra de fray Ambrosio de Montesino vista por la Inquisición>>, Revista bibliográfica y documenta~ 1951, págs. 12-17. 47 Según consta en la epístola proemial, Ambrosio Montesino acabó su revisión en Toledo el 12 de mayo de 1512. Aunque posiblemente hubo una edición toledana en esta fecha, esta no es más que una hipótesis, a falta de ejemplares que lo ratifiquen. El ejemplar que hasta ahora se ha considerado primera edición, y que se conserva en la British Library de Londres, no pertenece, en realidad, a la primera edición. Se trata de un ejemplar incompleto de una de las ediciones de la imprenta de Juan Estelsio de Amberes, de hacia 1550. 48 Este es el número de ediciones que, a partir de los datos de los que disponemos actual- mente, podemos dar como seguras, aunque es bastante probable que se realizara alguna otra edi- ción, de la que hoy solo nos han llegado vagas referencias. MARfA MATESANZ DEL BARRIO En la trayectoria editorial de Epístolas y Evangelios por todo el año se pueden distinguir dos etapas, marcadas por dos índices de libros prohibidos y expur- gados, desde la primera edición hasta 1583-84 y desde esta fecha hasta 1618. De estos dos períodos nos interesa especialmente el primero, puesto que en esos años, a pesar de la intensificación de la censura, se publica más frecuentemen- te esta obra. 4· LA CENSURA DE BIBLIAS A FINALES DEL SIGLO XV Y PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVI La actividad censoria en España, en lo que a materia bíblica se refiere, pare- ce que se inició con los Reyes Católicos. Según los testimonios del cardenal Bartolomé de Carranza 49 y de Alfonso de Castro 50 fueron los Reyes Católicos quienes por primera vez, y tras la expulsión de los judíos, prohibieron las biblias en lengua vulgar. Este documento no se conserva y, como bien señalan J. Enciso y J. Martínez de Bujanda en sus respectivos estudios, es difícil saber el alcance de esta prohibición 51 • A pesar de todo, durante todo el siglo XV1 siempre hubo personas e instituciones con autorización para poseer y leer los traslados romances de biblias, como prueba J. Enciso basándose en las palabras de Bartolomé de Carranza 52 • La segunda prohibición de biblias en romance es tan incierta como la pri- mera, y sólo sabemos de ella lo que se trasluce de los testimonios contempo- ráneos, ya que no se conserva ningún documento que dé prueba de esta prohi- 49 B. de Carranza, Comentarios sobre el catecismo christiano, ed. cit., pág. no. 5° A. de Castro, Adversus omnes haereses libri XIIII, lib. I, cap. XIII De aliis tribus caussis, iis- que externis, unde haereses oriuntur, fol. 27 v. 51 J. Enciso «Prohibiciones españolas», pág. 53 y J. Martínez de Bujanda, lndex de l'Inquisition espagnole 1551, 1554, 1559, Geneve, Droz, 1984, pág. 42. 52 J. Enciso, «Prohibiciones españolas>>, pág. 53· Quizá al argumento de J. Enciso, citado a menudo cuando se trata esta cuestión, de que no parece lógico que la propia reina Isabel poseyera estas Biblias en su biblioteca y que estuvieran prohibidas para los demás, podamos unir en su apoyo, si bien con precaución, el encargo del rey Fernando de traducir la obra Epistolas y Evangelios por todo el año. Aunque, más que un argumento debe ser tomado como un punto de confluencia con esta supuesta circulación restringida de Biblias en romance. No hay que olvidar que aunque la traducción de las epístolas y evangelios que se leían en la misa y que circulaban en colecciones independientes fueran traducciones parciales de la Biblia, no siempre tuvieron la misma consideración que si de una traducción de la Biblia se tratase, como se infiere del tratamiento que dispensó la Inquisición a este tipo de traduc- cwnes. LA DIFUSION DE LA BIBLIA EN ROMANCE Y LOS PRIMEROS ... 43 bición. Se trataría de una prohibición de tiempos de Carlos I, de' la que úni- camente poseemos las vagas referencias de Bartolomé de Carranza 53 • Ciertas o no estas prohibiciones, lo que sí sabemos con seguridad, por la documentación conservada en el Archivo Histórico Nacional, es que en la pri- mera mitad del siglo XVI hubo prohibiciones específicas de libros relacionados con la Biblia, como son, entre otros, unos libros Sobre la exposición del salterio de Joannes Pomeranius (abril de 1525), Flores de la Biblia en toscano (mayo de 1541) 54• Pero en el primer catálogo de libros prohibidos de la Inquisición espa- ñola de 1551 se hace ya fi?.ención expresa de las biblias 55 • Para la formación de este primer índice se tuvo en cuenta el catálogo de libros prohibidos de Lovaina de 1550, además de las prohibiciones anteriores de la propia Inquisición espa- ñola 56 • El índice de 1551, además de varias ediciones de biblias en latín, conte- nía disposiciones genéricas entre las que figuran las relativas a las traducciones romances de biblias, Antiguo y Nuevo Testamento 57• Durante 1552 la actividad inquisitorial estuvo marcada por la búsqueda y requisa para examen de las biblias publicadas en el extranjero 58 • Con este índice de libros prohibidos se 53 En los Comentarios sobre el Catechismo Christiano, Bartolomé de Carranza hace referencia a las prohibiciones españolas de biblias en vulgar. Con relación a la prohibición de Carlos V dice lo siguiente: «En España que estava y está limpia de esta cizaña, por merced y gracia de nuestro señor [Carlos I], proveyeron en vedar generalmente todas las traslaciones vulgares de la Escriptura: por quitar la ocasión a los extrangeros, de tratar sus diferencias con personas simples y sin letras», ed. cit., pág. ro9. Aparentemente, ]. Martínez de Bujanda, en Index, pág. 42, ha interpretado de otra forma el artículo de Enciso en este punto (<<Prohibiciones españolas>>, pág. 530) ya que Enciso no dice que Alfonso de Castro haga alusión a esta prohibición. Única- mente muestra la actitud bastante radical de Alfonso de Castro en contra de las traducciones de la Biblia en vulgar, que han llegado a nosotros en sus tratados, y concretamente Enciso se refie- re en esta cuestión a De juste haereticorum punitione, libro l!l. 54 V Pinto Crespo, Inquisición y control ideológico en la España del siglo XVI, Taurus, Madrid, 1983, págs. 152-153. 55 No hacemos alusión a la supuesta lista de libros prohibidos de 1547, porque ha quedado suficientemente demostrado por V Pinto Crespo, Inquisición y control ideológico, pág. 155 y des- pués por J. Martínez Bujanda, (lndex, págs. 58-63) que se trata de un error de los copistas en una de las cartas remitida por el Consejo de la Inquisición en septiembre de 1551. 56 V Pinto Crespo, Inquisición y control ideológico, págs. 155-157: y también J. Martínez Bujanda, Index, págs. 63-76. 57 Además de las prohibiciones que contenía el catálogo de Lovaina, en la parte correspon- diente a las prohibiciones propias de la Inquisición española encontramos <<Biblia Hispano aut alio vulgari sermone traducta», <<Nova ac vetera testamenta Hispano aut alio vulgare sermone traduc- ta»; «Francisci de Enzinas testamentum nouum ex graeco in Hispanum sermonem traductum» Catologi librorum reprobatorum, Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 1551, fols. n, 12,13. 58 Produce sorpresa, al revisar la lista de libros incautados por la inquisición de Sevilla, el ele- vado número de Biblias publicadas fuera de España que circulaban en nuestro país. J. I. Tellechea 44 MARfA MATESANZ DEL BARRIO puso en marcha un proceso de control de errores contenidos en las biblias que culminó con la censura de biblias de 1554, Censura generalis contra errores, impresa en Valladolid por Francisco Fernández de Córdoba 59• Esta es la pri- mera censura inquisitorial específicamente elaborada para el control de edicio- nes bíblicas. El objetivo de este índice era recoger y corregir las ediciones de biblias que contenían errores contra la ortodoxia religiosa. Se procedió a retirar las ediciones de biblias consideradas heréticas y se expurgaron los pasajes seña- lados en el índice, devolviendo éstas últimas, una vez corregidas, a sus legíti- mos poseedores 60• El índice afectaba a las ediciones bíblicas a partir de 1528, ya que eran muy pocas las ediciones anteriores a esta fecha que circulaban en España 6' . Entre 1554 y 1559, fecha del siguiente índice de libros prohibidos, se siguen sucediendo las prohibiciones de obras determinadas mediante cartas acordadas, que era la forma habitual para ello. De particular interés para nuestro estudio es una carta acordada de 1558 porque incluye, entre otros, los siguientes libros: 62 - «Testamento Nuevo, en romance, impreso en Venetia, en casa de Juan Filadelpho, año 1556, y no tiene quién lo tradujo». - «Los Salmos de David, en romance, con sus sumarios traducidos por el doctor Juan Pérez, impreso en Venecia, en casa de Pedro Daniel, año 1557». - «Otro libro en romance que se intitula Epistola de S. Pablo ad Corintios, traducida fielmente del griego en romance, sin autor ni impresor>>. Aunque de estas traducciones la única que tiene autor son los Salmos de David, Juan Pérez de Pineda, no parece difícil establecer la relación que existe Idígoras publicó la lista de las Biblias recogidas por la inquisición de Sevilla, y el recuento es el siguiente: Amberes (36 ejemplares), Basilea (6), Colonia (1), Lyon (318), París (68), Vencia (5), Zurich (1), lo que hace un total de 450 ejemplares de biblias completas, a los que hay que aña- dir varias traducciones del Nuevo Testamento y de algunos de la Biblia publicados separada- mente. Véase ]. I. Tellechea Idígoras, «Biblias publicadas fuera de España secuestradas por la Inquisición de Sevilla>>, Bulletin Hispanique, LXIV, 1962, págs. 236-247, 59 En el edicto del Inquisidor general Fernando de Valdés, que precede a la censura de Biblias de 1554, queda claro el motivo por el que se origina la puesta bajo secuestro de numerosas edi- ciones de Biblias latinas publicadas fuera de España, la necesidad de controlar errores. Véase Censura generalis, edición de J. I. Tellechea Idígoras, pág. 107. Sobre el proceso de formación de la censura de biblias de 1554 remito al artículo de J. I. Tellechea Idígoras, «La censura inquisito- rial de biblias de 1554>> en Anthologica Armua X, 1962, págs. 89-142 (estudio y edición de la cen- sura). Véase V Pinto Crespo, Inquisición y control ideológico (161-165) y J. Martínez de Bujanda, Index págs. 77-90. 6o A la lista de ediciones prohibidas seguía una lista de pasajes bíblicos con errores «Censura generalis contra omnes errores, qui in biblis per hereticos depravatis, reperiuntun>. 6I Censura generalis, e d. cit., pág. 107. 62 AHN, Inq., lib. 323, fol. 146. LA DIFUSIÓN DE LA BIBLIA EN ROMANCE Y LOS PRIMEROS .. 45 entre las otras dos traducciones y sus traductores. La traducción del Nuevo Testamento es de Juan Pérez de Pineda, publicada con falsa datación. La tra- ducción de la Epístola de S. Pablo ad Corintios, aunque no disponemos de más datos, correspondería, seguramente, a la traducción de Juan de Valdés de la epístola de S. Pablo a los corintios. El índice de 1559 supuso el fin de muchas ediciones, que cayeron en el olvi- do por el largo período en el que no pudieron publicarse 63 • 5· LA PRESIÓN DE LA CENSURA Y LA CIRCULACIÓN DE TRADUCCIONES PARCIALES DE LA BIBLIA La censura inquisitorial es, obviamente, más intensa entre 1551 y 1559 que en décadas anteriores 64• Sin embargo, y a pesar de los índices de 1551 y el especí- fico de 1554, se puede observar en la primera mitad de siglo un aumento en la aparición de leccionarios y homiliarios traducidos, sobre todo en las dos déca- das anteriores al índice de Valdés. En realidad, en los años próximos a los índi- ces se intensifica la labor de traducción de la Biblia y aparecen traducciones completas de la Biblia y del Nuevo Testamento, consideradas heréticas y, por tanto, prohibidas en España: Biblia de Ferrara (r553) y Nuevo Testamento de Francisco de Enzinas (1543) y de Juan Pérez de Pineda (1556) 65 • Las ediciones de Epístolas y Evangelios por todo el año de la revisión de Ambrosio Montesino siguen circulando en esos años, aunque a partir de la década de los cuarenta se producen algunos cambios significativos en parte de sus ediciones. Los libros salidos de la imprenta flamenca de Juan Estelsio intro- ducen dos modificaciones sustanciales en la obra que, en nuestra opinión, per- siguen el mismo objetivo. En primer lugar, se eliminan los sermones, impri- miendo sólo las perícopas bíblicas, lo que significa que la obra pasa a ser un leccionario auténtico 66• La segunda modificación, que va unida a la anterior, es 63 Catalogus librorum, editado en J.M. Martínez de Bujanda, Index de l1nquisition espagnole 1551, 1554, 1559, Sherbrooke, éd. de l'Université de Sherbrooke, 1984, págs. 455 y 552-553. 64 Basta fijarse en el aumento del número global de obras prohibidas. Véase V. Pinto Crespo, Inquisición y control ideológico, pág. 169. 65 Además de estas traducciones, han llegado a nosotros algunas traducciones de libros de la Biblia, como las epístolas de S. Pablo a los romanos y la primera a los corintios traducidas por Juan de Valdés, el Pentateuco de Constantinopla (!547), los Salmos (1557), traducidos por Juan Pérez de Pineda. 66 A pesar de que se han· eliminado los sermones, sin embargo, en estas ediciones siempre se incluye la epístola proemial que dirige fray Ambrosio Montesino al rey D. Fernando. De esta manera quedaba refrendada la veracidad y legitimidad de la traducción. Esta carta proemio apa- MARÍA MATESANZ DEL BARRIO un cambio de formato, y de libro en folio, de todas las ediciones anteriores con independencia del impresor, pasan a ser libros en octavo, es decir, se convier- ten en libros de bolsillo 67• El prestigio de la traducción permitió estos cambios, que afectaban al contenido y a la estructura de la obra 68 • Es muy posible que estuvieran orientados a conseguir una mayor semejanza con la Biblia, al publi- car únicamente las perícopas y al adoptar un formato más manejable. La importancia que en las ediciones completas de esta obra se había dado al con- tenido doctrinal sobre el bíblico, como se puede leer en su prólogo, se verá invertido en las ediciones de Juan Estelsio, de las que se eliminan los sermo- nes. De este modo, Epístolas y Evangelios por todo el año pasa de ser un libro considerado fundamentalmente de devoción a una versión parcial de la Biblia en lengua vulgar. Posiblemente, el impresor J. Estelsio eligiera la traducción de Ambrosio Montesino porque, además de ser una versión considerada ortodoxa, era la más moderna, en cuanto a la lengua, de cuantas circulaban en ese momento. Tanto las ediciones de Amberes, más cercanas que la mayoría de las españolas a la Biblia en cuanto a la disposición formal, como las que se hicie- ron aquí, pudieron llenar el vacío de traducciones romances de la Biblia que se había producido por la presión que ejercía la censura inquisitorial. El índice de 1551 y el específico de biblias de 1554 no afectaron a las ediciones de Epístolas y Evangelios por todo el año, que se seguirán produciendo hasta 1558, un año antes del índice de Valdés 69 • rece en todaslas ediciones de Epístolas y Evangelios por todo el año, tanto en las ediciones ante- riores a la prohibición como en las que se realizan de la revisión posterior de fray Román de Vallecillo. Incluso en alguna de las portadas de las ediciones posteriores a 1586 consta que la tra- ducción fue hecha por encargo real (Barcelona, Gabriel Graells y Gerardo Dotil, 1608). 67 No estamos de acuerdo con las consideraciones que hace Margherita Morreale sobre la progresiva evolución (del libro en folio al modesto tomito en octavo) que se produce en las edi- ciones de Epístolas y Evangelios por todo el año. Véase «Las Epístolas y Evangelios de Ambrosio Montesino>>, págs. 452). Los cambios en las ediciones no siguen la progresión que ella presenta. Las ediciones en octavo, que se inician en la imprenta de J. Estelsio, conviven con las ediciones en folio de letra gótica de las imprentas españolas hasta 1559. Cuando se inicia un nuevo perío- do de ediciones de la obra, tras el índice de 1583-84, se vuelve al formato en folio, aunque con letra redonda y un cambio en la ornamentación. El paso de libro en folio a libro en octavo no responde al último estadio de un proceso evolutivo, sino que más bien es un cambio que intro- ducen los impresores como respuesta a un cambio en la demanda. 68 No sólo se permitió su circulación sino que además dos imprentas españolas publicaron así la obra. La primera imprenta que publica en España Epfstolas y Evangelios por todo el año sin incluir los sermones y con formato en octavo es la imprenta zaragozana de Bartolomé de Nágera en 1550. En 1555 aparece una edición en Burgos, de la imprenta de Juan de Junta, en la que no figuran los sermones. 69 En el índice de 1551 hay dos prohibiciones referidas a las traducciones bíblicas: «Biblia en romance castellano o en otra qualquier vulgar lengua>> y «Los testamentos nuevo y viejo, evan- LA DIFUSIÓN DE LA BIBLIA EN ROMANCE Y LOS PRIMEROS ... 47 Casi a la vez que aparece el primer índice de libros prohibidos se publica una nueva traducción castellana del llamado homiliario de Alcuino 70 • En el prólogo de la versión castellana de las Homilías de diversos autores el traductor justifica su trabajo refiriéndose a la escasez de obras como la que él traduce, a pesar de su necesidad 7'. Pero lo que más nos interesa es que afirma su traduc- ción apoyándose en el prestigio de los autores de las homilías frente a la ver- sión de A. Montesino, a la que hace referencia expresa. Este testimonio coetá- neo de las ediciones Epístolas y Evangelios por todo el año, que no es el único 7\ muestra la gran difusión y prestigio que tenía la obra, incluso cuando la cen- sura inquisitorial de biblias caminaba deprisa hacia el índice de 1559· La única obra de estas características que se prohibió antes del índice de Valdés, al menos que nosotros sepamos, fue Exposiciones sobre los Evangelios des- de el adviento a la Trinidad de fray Domingo de Baltanás O. P., publicada en 1555 en Sevilla por Martín Montesdoca, y de la que no se conservan ejempla- res 73 • El motivo por el que se prohibió, no solo esta sino toda su obra, está ligado a un proceso de Inquisición que nada tiene que ver con la censura de libros sino con la conducta moral del propio fray Domingo de Baltanás 74• Aunque su valor es casi testimonial, refleja la popularidad de que gozaban las obras en las que las piezas oratorias sobre los evangelios de los domingos inclu- gelios, epistolas y profecias ni otros libros de la sagrada escriptura en romance castellano o en francés o flamenco o en otro qualquier lenguaje que sea, que tuvieren prólogos o postilas o glo- sas que sientan doctrina errónea, repugnante o contraria a nuestra sancta de catholica o a los sacramentos de la madre sancta yglesia» Catalogi librorum reprobatorum ... (ed. de J. Martínez de Bujanda, Index, págs. 246 y 254). Sin embargo, queda constancia documental de que estas prohi- biciones no afectaron a las epístolas, evangelios, libros de horas, etc. de traductores considerados dentro de la ortodoxia. 7° Homilías de diversos doctores, Valencia, Juan Navarro, 1552. Véase la nota 29. 71 Véase Homilías de diversos doctores, ed. cit., fol. 3r. 72 Juan de Valdés hace referencia a Epístolas y Evangelios por todo en Didlogo de la lengua y en De Doctrina Christiana. 73 Nicolás Antonio en su obra Bibliotheca Hispana Nova, Madrid, 1783, vol. I, pág. 334, cita las Exposiciones sobre los Evangelios desde el adviento a la Trinidad entre las obras de fray Domingo de Baltanás. En el Repertorio de impresos españoles perdidos e imaginarios, Madrid, Instituto Bibliográfico Hispánico, 1982-83, 3 vols. (RlEPI), figura esta obra con el número de refe- rencia 893. 74 V éanse sobre esta cuestión los artículos del padre V Beltrán de Heredia, «Noticia crítica acerca de Domingo de Baltanás y de su proceso inquisitorial», La Ciencia Tomista, 84, 1957, págs. 649-659 y <<Domingo de Baltanás ante la crítica histórica» , La Ciencia Tomista, 87, 1960, págs. 341-345, este último artículo en respuesta al del padre A. Huerga, <<Apología de las obras del maestro fray Domingo de Valtanás>>, Cuadernos hispanoamericanos, 120, 1959, págs. 109-136. MARÍA MATESANZ DEL BARRIO yen también la perícopas traducidas, completas o fragmentadas en las propias exposiciones 75• Gracias a la permisividad que la censura tenía con traducciones de los con- siderados autores católicos, no se puso obstáculo durante estos años a la publi- cación de obras que contenían traducciones de epístolas y evangelios. Por esta fisura pasaron también libros de devoción, las Vitae Christi, con numerosísimas citas bíblicas, flos sanctorum y libros de horas 76• Sin embargo, el índice de libros prohibidos de 1559 acabará con este trato diferenciado del que habían gozado ciertas traducciones romances. No habrá ninguna posible interpretación ambi- gua que permita a estas traducciones seguir circulando libremente. El Cata!ogus librorum, publicado en Valladolid en 1559, fue claro y firme: 77 se prohibieron todas las traducciones totales o parciales de la Biblia, además de los tratados, sermones o cartas que ·abordaban algún aspecto de las Escrituras y, en general, de la religión cristiana 78• Sin duda, las traducciones castellanas de epístolas y evangelios que hemos visto se vieron afectadas por este nuevo índice. En el 75 No entraremos en las traducciones de las perícopas bíblicas en las lenguas amerindias, que comienzan, precisamente, a mediados del siglo XVJ, y que se van afianzando en la segunda mitad. Nos referimos a ellas porque, aunque con notables diferencias, desempeñan un importante papel en la difusión de la Biblia. Eran necesarias las traducciones, no para ser leídas por los indígenas, sino para que aquéllos pudieran escucharlas de labios de quienes les evangelizaban. Es una for- ma de difusión de la Biblia un poco distinta de la que hemos visto hasta ahora, porque el des- tinatario de estas traducciones es diferente. No se trata de un público laico letrado, sino que las traducciones van dirigidas a quienes tienen la misión de difundir la doctrina. Una de las prime- ras traducciones, si no la primera, que se realiza de las lecturas bíblicas es la de un leccionario en <<iingua mexicana>>. La traducción, anónima, se ha atribuido al padre Andrés de Olmos O. F. M. y de ella se conserva un manuscrito conservado en la catedral de Toledo, fechado hacia media- dos del siglo XVI (A. López y L. M. Núñez, <<Descriptio codicum franciscalium Bibliotheca Ecclesia primitialis Toletanae» en Archivo Iberoamericano 12, 1919, págs. 402-403). Existen otras traducciones de las epístolas y evangelios de las que sí conocemos al traductor, y de las que da noticia A. León Pinelo, Epítome de la Bibliotheca oriental y occidental, ndutica y geogrdfica, Madrid, 1737-38. 76 Estos últimos debieron presentar dudas a los inquisidores, ya que se recogieron algunos (véase V. Pinto Crespo, lnquisici6n y control ideológico, pág. 281). Pero aunque sepermitieron entonces terminaron siendo prohibidos, no solo con el índice de Valdés, sino en índices poste- riores en los que sí se permitía la circulación de epístolas y evangelios en romance. 77 Sobre la elaboración de este catálogo y su contenido remito a los estudios de ]. Martínez de Bujanda, lndex, págs. 90-120 y 163-205. J. L. González Novalín, El inquisidor general Fernando de Valdés {1483-1568), Oviedo, 1968 y 1971 (2 vols.) . V. Pinto Crespo, <<Nuevas perspectivas sobre el contenido de los índices hispanos del siglo XVl», Hispania Sacra, XXXIII, 1981, págs. 593-641. 78 No se trata de una prohibición genérica, sino que se prohiben títulos particulares como << Vitas patrum, en romance» o <<Vida de nuestra señora, en prosa y en verso» Catalogus librorum, pág. 550. LA DIFUSIÓN DE LA BIBLIA EN ROMANCE Y LOS PRIMEROS .. 49 período entre 1559 y 1583-84, fecha, ésta última, del siguiente índice, no hay nuevas ediciones de estas obras, lo que indica el rigor con el que se aplicó 79• Es más, aunque no aparece citada específicamente en el índice, ni tampoco en cartas acordadas, sin embargo, sabemos que Epístolas y Evangelios por todo el año estuvo prohibida y recogida. Lo sabemos por el prólogo a la edición de 1586 80, primera después del índice de 1583-84, en la que se dice de forma expre- sa que la obra había sido mandada retirar por la Inquisición 8'; lo cual coinci- de con lo que se dice en un memorial redactado por el doctor Heredia, con fecha de 2 de marzo de 1583 8\ en el que se da noticia de obras que fueron mandadas recoger por la Inquisición durante estos años, pero que no aparecen ni en el índice de 1559 ni en posteriores cartas acordadas. Entre los libros de esta lista hay dos ediciones de Epístolas y Evangelios por todo el año 83 , y las Exposiciones sobre las Epístolas y Evangelios de fray Domingo de Baltanás. 79 En una carta del Consejo a los inquisidores de Córdoba, con relación a los libros de horas se hace referencia a la prohibición de las epístolas y evangelios: «El haber quitado de las horas de nuestra Señora las epístolas y evangelios de la misa, pudiéredes excusar, pues por el catálogo no están vedadas, sino únicamente las epístolas y evangelios que están impresas por sí» AHN, Inq. lib. 577, f. 22, 578, f. rr8. Citamos por V. Pinto Crespo, Inquisición y control ideológico, pág. 179· So Epístolas y Evangelios por todo el año, Medina del Campo, 1586, en la imprenta de Francisco del Canto. 8• ,.y yo, atendiendo a esto, atento que el dicho libro [Epístolas y Evangelios por todo el año] y · otros que de este tenor se restituyen y permiten (como consta por la regla sexta del Cathalogo [1583-84]) he puesto mi di ligencia para que un libro como este, que, por estar recogido de tan- tos años atrás, estava tan olvidado y sepultado, siendo de tanta importancia tan uril y provechoso a todo el pueblo christiano, se imprima ... » Epístolas y Evangelios por todo el año, Medina del Campo, Francisco del Canto, 1586, fol. 2v. 82 AHN, leg. 4426, exp. 31. fol. 1 v. «lntelpretación de/as epístolas y evangelios de fray Ambrosio montesino, en Sevilla 1537>>; fol. 4v. «Evangelios Epístolas lectiones y prophecias que canta la Igelsia, c;:aragoc;:a, Bartolomé de nagera de 1552». Encontramos además las siguientes referencias a obras que contienen evangelios: fol. 2v. «Exposición de los Evangelios en sermones por fray Domingo de Valtanás, sevilla 1558»; fol. 3v. «Los evangelios de mano del maestro Martín de Lucena>>; fol. 4r. «Un volumen en romance de sermones de mano»; fol. 5r. «oras de nuestra señora»; fol. 5v. «exposición del salmo ínter me speravi, por fray geronimo sabonarola de ferrara, emberes Martín nuc;:io». 83 Curiosamente, estas dos ediciones figuran como obras diferentes. Una de ellas es una edi- ción de Zaragoza de Bartolomé de Nágera, Evangelios, epistolas, lecciones y proftcias que canta la Iglesia, en la que no se menciona autor ni fecha de edición. La otra edición aparece bajo la auto- ría de A. Montesino, con el título Interpretación de las epistolas, y evangelios, Sevilla, 1537. A nues- tro modo de ver, esta diferenciación se debe a la eliminación de los sermones de las ediciones de Nágera y a la publicación de esta obra como una traducciÓn fragmentaria de la Biblia, como ya hemos dicho anteriormente. La edición de Sevilla de 1537 [Juan Cromberger] contiene los ser- jO MARfA MATESANZ DEL BARRIO Con el índice de 1583-84 el panorama cambiará en lo que a las versiones par- ciales de la Biblia en castellano se refiere. Como ya hemos señalado, se publi- có nuevamente Epístolas y Evangelios por todo el año en la versión de Montesino, pero revisada, una vez más, por fray Román de Vallecillo O. S. B., lo que no supuso, contrariamen:te a lo que se ha dicho, cambios de contenido 84• Pero ade- más de volver a publicar esta obra, tras veintiocho años de interrupción, lo que, por otra parte, indica la gran popularidad que había alcanzado, se observa una proliferación de obras en latín y en castellano que contienen perícopas bíblicas y piezas exegéticas, de las que no nos ocupamos ya en estas páginas. La proyección que una obra como Epístolas y Evangelios por todo el año tie- ne durante la primera mitad del siglo XVI, en unos años de restricción de lec- tura y circulación de Biblia en lengua vulgar, nos ha llevado a considerar los leccionarios en romance un medio efectivo para la difusión de la Biblia, unida, precisamente, a la imprenta, sin la cual no se podría hablar de una auténtica propagación, dada la restringida circulación del libro manuscrito. Por esta razón, más que enfocar la traducción de Gonzalo García de Santa María Evangelios y Epístolas con sus glosas en romance una muestra tardía de la difusión de la Biblia en lengua vulgar, como sugirió M. Morreale, deberíamos tomarla como el comienzo de una forma de difusión de la Biblia en lengua vulgar muy extendida en el siglo XVI, la traducción de las perícopas de la misa. MAR1A MATESANZ DEL BARRIO mones que acompañan a las epístolas y evangelios, mientras las ediciones de Bartolomé de Nágera, como las de Amberes de Juan Estelsio, publican las epístolas y evangelios, sin sermones. Por otra parte, en la portada de la edición de Bartolomé de Nágera que hemos visto (1550) no figura el nombre de Ambrosio Montesino; la autoría de la traducción solo queda aclarada en la epístola proemial. Es bastante probable que por estas razones figuren en el memorial como dos obras diferentes." 84 Véase A. M. Álvarez Pellirero, La obra lingüística y literaria de ftay Ambrosio Montesino, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1976, pág. 62.
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