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Necrologica-Guillen-17-34

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JORGE GUILLÉN 
jorge Guillén 
(1893-1984) 
Ante todo, más que iniciar una oración fúnebre, debo 
dedicarle a Jorge Guillén unas palabras que le presenten 
a todos los académicos como miembro de una categoría 
singular, la de Académico de Honor. Le damos a un 
tiempo en esta casa la recepción y la despedida, y a mí 
me toca solamente pronunciar el discurso necrológico, 
mientras llega la hora del otro homenaje que se tri-
butará al Académico de Honor, Excelentísimo Señor 
don Jorge Guillén, con mayor solemnidad, en fecha 
aún sin determinar y con la colaboración de varios 
académicos. 
Al disponerme a iniciar una despedida a Jorge Gui-
llén y cumplir así el encargo que la Academia me soli-
cita de pronunciar su oración fúnebre, ¿cuál es mi sen-
timiento predominante? Sin duda el de perplejidad. 
Sentirse perplejo es darse cuenta de la trascendencia de 
un compromiso contraído y aceptado simu'ltáneamente. 
Sé muy bien lo que sobre mis hombros ha recaído y la 
enorme dificultad de desempeñarlo con fidelidad y con-
secuencia. E instintivamente miro en torno buscando un 
punto de apoyo y el primero que se me ocurre es uno 
que se me ha venido a las manos porque en él me en-
2 
18 BOLETÍN DE LA REAL ACA DEMIA ESPAÑOLA 
cuentro ya, si no sumergido, sí flotando desde el día 
mismo de conocer la triste nueva. 
Estoy aludiendo a las cartas. Admirable Jorge y 
admirables cartas las suyas. ¿Las primeras, de sus vein-
te y tantos años, con sus elegantísimos rasgos de escue-
la inglesa? ¿Las penúltimas y últimas acusando el tem-
blor de sus trazos, las cadencias ele la ancianidad? ¿Las 
intermedias, firmes e infatigables, ele prodigiosa y fe-
cunclísima progenie ? Todas y en todo tiempo, recibidas 
contempladas siempre por mí como regalo ele una mente 
clarísima, varias y bienhumoradas en sus arranques 
imprevistos. 
La primera, del 5 de febrero de I 924, quizá ya sea 
conocida de ustedes. Tiene la importancia de ser la pri-
mera y sentar precedente epistolar. Es carta que me-
rece un comentario, quizá interesante y necesario, pero 
de la que sólo voy a destacar un párrafo: "Aunque eso 
de las generaciones es casi un mito, y casi una tontería, 
sin embargo, siento cada .día más vivamente la coinci-
dencia con mis verdaderos contemporáneos." 
De la siguiente carta, la segunda, tengo que aclarar 
lo de "mi confuso y sorprendido agradecimiento" y lo 
que sigue en el texto de la carta; ahora bien, no estoy 
seguro de cuáles son los versos a que Jorge alude. Lo 
más probable es que se refiera a los del mismo "Manual 
de Espumas". Sobre esa hipótesis empalmaría todo el 
resto de la carta. Primero la impaciencia -ansia y 
sed- por recibir y releer el "Manual". La dedicatoria 
a que alude en el paréntesis (Muy touché por su dedica-
toria) tanto puede referirse a la del poema Camino> o 
acaso al Medina Me.clinill a, que acabábamos ele recibir 
José María ele Cossío y yo. Por cierto que esto daría 
lugar a una singular ocurrencia ele Ca11~ino que Gui-
ll'én al comentar conmigo el último verso, que concluye 
"Y esto no se interpreta" lo volvía del revés: "y esto 
sí se interpreta". 
La carta dice así : 
JORGE GUILLÉN I9 
Valladolid. 
A Geranio Diego. 
Constitución, 12. 29 de diciembre de 1924. 
Mi qu.eTido am,igo: Estoy en falta con usted. ¡Con lo que 1'/'ie 
gustaron aquellos versos! Hace muchos días que he debido de-
cirle mi confuso y sorprendido agradecimiento. Afortunadamen-
te aquello -cariiloso, jJero absurdo y grotesco- se arregla por 
la vía discreta. Pero conste, y ante usted 1nuy singularmente, mi 
gratitud. 
¿Cuándo, cuándo, ese "NI anual de Espumas" ? Le espero 
con ansia y sed -de navegar y de beber. En cuanto al descu-
br-i1niento de Medinilla ... Perfecto, sencillamente perfecto. (Muy 
touché por su dedicatoria.) El prólogo es tan coinc·idente en 
sensibilidad, en gusto, en criter·ios, en 111odos, con mis modos y 
gttstos íntimos, que 1'n.e hace corroborarme en mi creencia: C1'eo 
en los contemporáneos ... Uno, en medio de este jaleo universal, 
no cree ya ni en su sombra. Bien; pues yo creo en la contempo-
raneidad. Jl;J edinilla sí que es nuestro. ¡Qué firmeza, qué te1'sura, 
qué construcción limpia, qué desnudez extensa! N o tengo el libri-
to a la vista. Otra vez le diré algunas cosas más precisas de ese 
texto, que hay que cavar. ¿Qué es de José 1\llaría? ¿No viene 
por Valladolid? Dele si le ve mis más cordiales recuerdos y mi 
enhorabuena por ese Jl1 edinilla. A usted, otra y la misma. 
-¡Cuánto sentí no verle en París este verano! N o supe a t-iem-
po que pasó usted por allí ¡Ah! Una demanda: lo tengo todo, 
111.enos el "Romancero de la Novia". ¿Le queda algún ejemplar 
regalable ? Espero carta suya. N o deje de escribir111e. 
Suyo, con un abrazo, 
] oRcE GurLLÉN. 
Soberbia en su gui ll enismo es la exclamación: "creo 
en los contemporáneos" . . . "Pues bien, yo creo en la 
contemporaneidad. Nueva referencia al Meclinilla igual-
mente dirigida a los dos (a José lVIaría ele Cossío y a 
mí): "a usted otra y la misma". Para terminar, tras 
las gracias por todos mis libros, solicitando un "Roman-
cero ele la Novia", deseo que no pude cumplir porque 
20 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA 
el mínimo libruco se entregó simultáneamente en el 
verano de 1920 a todos mis amigos. 
La sig uiente carta está fechada en "La Arena" (As-
turias) el 27 .de agosto de 1925. Es también preciosa, 
como escrita en un respiro entre los ponderosos" siglos 
de toda una literatura. Porque Jorge el poeta se eclipsa 
miserablemente sepultado por libros y libros de texto y 
contexto. Las oposiciones se le echan encima. 
Ello no impide que me felicite por el premio (na-
cional de literatura 1925) y su banquete, en Santader 
-"¿para cuándo el libro?" y gracias sobre todo "por 
las espumas del Manual. Son las que prefiero" . A lo 
que sigue una alusión que me previene: "-¡ Cuidado 
con el m,ontañesismo ! (lleno de riscos)"; Jorge está en 
todas partes: con Artigas (Miguel), con Larrea, a quien 
conoce y saluda en su Archivo Nacional: "me ha en-
cantado por su delicadeza, su firmeza, su recato, su 
intensidad, y sus dotes de poeta. Inútil decirle que estas 
conversaciones se enlazaron con las que sostuvimos 
nosotros, y que de veras me preocupan.-¿ Y José Ma-
ría?- Y o vuelvo a Madrid dentro ele pocos días". 
La A1'ena, 27 de agosto de 1925. 
Que1'ido Gerardo Diego: Desde la misma arena. En un res-
piro, entre los "ponderosos" siglos de toda una literatura. (Y 
como desahogo de un 111-iserable, tranquilo de puro abandonado 
a su. destino miserable y desesperado de esp·íritu ... 
Enhorabuena, por el premio, y su banquete. 
¿ Pam cuándo el libro ? Y gracias, sobre todo, por las espu-
m.as del Manual. Son las que prefiero. (No las comparo a estas 
de esta playa -¡qué honor sin sentido!-, sino a los cántabros 
de su otm poesía.) Ya sabe usted la trasparencia y la firmeza 
de 11.zi estimación .:v mi amistad. Pues bien: pm' eso le digo -per-
mítamelo-: ¡Cuidado con elmontaiiesismo! 1 . 
M e ha interesado mucho, mucho, el libro de Artigas. J u.stí-
1 Lleno de riscos. 
JORGE GUILLÉN 21 
siww, dentro del 111,ás noble equilibrio. Su nota de la R. de 0 ., 
como siemp1'e, tan " necesaria". 
Vi varias veces en su. Archivo a Larrea. 1Yf e ha encantado stt 
delicadeza, su firmeza, su recato, su intensidad, y sus dotes de 
poeta. Inútil decirle que estas conversaciones se enlazaron con 
las que sostuvimos nosotros, y que diérom'ne preocupación. -¿ Y 
José María?-. Yo vuelvo a Madrid dentro de pocos días. Adiós. 
¿Hasta cuándo? 
Suyo, con un abrazo, 
JoRGE GurLLÉN. 
París, 8 de septiembre de 197 r. 
lv'Ii q·uerido Gerardo: R ecorrí en todas las direcciones tu nue-
va Antología. ¡Gratos paseos! La introducción a cada libro -con 
su orientación teórica o con su anécdota- gwían verdaderamen-
te al lectoT. Todas tus antologías están dist1'ibuidas con gran 
claridad. ( ¡Aquel lío de las antologías de Ju.an Ramón con la 
11iezcla muy confusa de libros inéditos y publicados!) La última 
sección anuncia nuevosvolúmenes. ¿Todo estará incluido en las 
Poesías Completas? ("¡N o, no! Nosotros, Obras Completas." 
¡Qué tiempos aquellos!) Los Versos divinos -en oposición a 
Versos Humanos- resulta una colección muy rica, muy variada 
y 111yu extensa. En cuanto a "gay saber" ... j ]IJ e quito el so11i-
brero. (Es decir, la boina. Es lo que uso.) El libro tiene todas 
las de la ley. Ley tradicional y renovada. M e han retenido espe-
cialtnente los poe·mas de la sección "Biblia" . Grandes po emas de 
gran vuelo imaginativo , aun dentro de su fidelidad al jJtmto de 
partida. Ester, La doncella de Judit . . . Esa tradición judea-
cristiana es inagotable. Versos 1nu.y humanos estos Versos di-
vinos. Y el poeta, cuanto más viejo, más duefío de su expresión, 
de su lenguaje. 
Comprendo que no puedas subir hasta París. Saluda de mi 
parte a Germaine. Nosotros, Irene y yo, nos iremos a. Florencia 
la semana próxima. RegresaTemos a mediados de octubre a Cam-
bridge. 
Mejor, el últú11,0 título de la antología del profesor C onnolly. 
"Grupo poético." (Po-j;ó: único inconveniente.) Vi a lean 
Ca.ssou, en la brecha. ( literaria) siempre. Se encuentTa bien. ( Aho-
22 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA 
ra, cerca de Toulouse.) He visto también a Matilde Pomés, aho-
ra en el cam,po. Muy envejecida (85 aiios). Cariñosa. Le di tu 
dirección. Acabad en paz esas vacaciones. Mi dirección, la de 
Cam,bridge. ¡Gracias! Un gran abrazo de 
JoRGE. 
"Recuerdos" de Irene. 
Málaga, I4 de febre ro de I983. 
Le agradezco muy de veras sus amables palabras. Entre los 
mejores ho11Mnajes está la privada vía amistosa. 
e on mis cordiales noventa años. 
Muy querido Gerardo: Gracias 11iil por tu felicitación. ¿Cómo 
se encuentra Germaine? 
En esta orilla del Mediterráneo tenemos hoy un sol esplén-
dido, que me ayuda a soportar la idea de mi corto futuro. 
Para Germaine y para ti, con recuerdos de Irene, un doble 
abrazo de vuestro 
JoRGE. 
De estos primeros años, y una de las primeras cosas 
que yo leí en verso ele Jorge Guillén, es este Po niente 
dé Bronce que apareció publicado, 192 0 , en Índice, la 
cuidada revista de Juan Ramón, recogido años después 
en su libro "Hacia Cántico". 
PONIENTE DE BRONCE 
I. 
Bronce N e gro. 
Fragmento inicial. 
¿ N o se oyen en el ocaso 
campanas de bronce negro, 
que suenan entre arreboles 
con un tañido ele duelo? 
¿ Por quién, por quién sollozáis 
campanas de bronce negro ? 
JORGE GUILLÉN 
La pompa crepuscular 
será para este esqueleto 
que con tan fúnebre porte 
llevo conmigo aquí dentro? 
¿Seré yo como aquel otro 
que asistió a su propio entierro? 
2. 
Bronce verde. 
Fragmento final. 
¿Qué natalicio festejan 
tus repiques tan alegres? 
Sol ele gloria, sol de ocaso, 
sol triunfador, sol poniente? 
Si con tanto brío zarpas, 
¿no es por arribar a oriente? 
Campanas en el ocaso, 
campanas ele bronce verde, 
voltead, sí, voltead, 
porque el Fin no será un réquiem. 
Voltead, sí, voltead, 
porque vencerá a la muerte, 
campanas en el ocaso, 
campanas ele bronce verde. 
23 
José María ele Cossío ya ha sido aludido en las car-
tas, como Larrea, ele quien toma un verso como lema 
para otro ele sus poemas, estos que ahora leo: 
JOSÉ MARíA DE COSSfO 
Y SU CANCIONERO 
Tu gusto en gozo y gozo inmerso 
libra del naufragio a la obra 
que por soledades zozobra, 
pese al arrojo ele su verso. 
24 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA 
Así perdura el universo, 
que desde la hoguera hasta el frío, 
entre noche astral y rocío 
de mañana en temblor de asomo, 
form,a el gran cancionero como 
José María de Cossío. 
FE Y CAFÉ 
"Un café nunca está lejos" . 
Juan Larrea, "Diente por diente" . 
El tiempo, corto. 
Diminuto el espacio conocido. 
Todo en precario en peligroso borde. 
Lo sabemos. ¿Y qué ? 
N u estro apego fatal a tanta vida 
nos mantiene adheridos 
a ese espacio y su tiempo, 
a esta comunidad 
posible de planeta 
- a veces tan infame-
en que a pesar de todo, 
faz a faz, conseguimos vivir juntos. 
Mira esa flor que vuelve 
con su fuerza amarilla. 
Padre o padrastro el sol. 
¿A dónde van las horas 
por esa luz profunda ? 
Escucho voz de sabio : 
Algún café jamás está muy lejos. 
Un café con un amigo. 
¡Tierra! 
(r973). 
N o se puede hablar de Jorge Guillén sin hablar de 
Pedro Salinas, por eso quiero que conste en este home-
JORGE GUILLÉN 
naje a la poesía de Jorge Guillén, la voz a él debida a 
sabiendas ele que nada le gustaría más al poeta fraterno 
que verse entreverado en presencia y ausencia como 
todo lo que viene a integrar la razón ele amor y que 
concluirá de modo bellísimo con "El contemplado", que 
es el mar, el mar de Puerto Rico que, sin que lo sepa 
todavía al concebirlo y escribirlo, será "Le Cimetiere 
marin" de Pedro Salinas. 
PEDRO SALINAS 
A Dá1'naso Alonso. 
l. 
Pedro Salinas, él, ya nunca "tú". 
N o esa triste ficción 
Como si me escuchase . . . 
¿Desde la tierra donde el cuerpo a solas 
Niega a quien fue viviente? 
Con todo su vivir 
Murió. Murió del todo. 
¿Ya del todo? 
Compartiendo los aires 
que acogen nuestra vida, 
aunque ya en propio Olimpo, 
Intocado por muerte sobrevive 
Sin amenaza ele vejez siquiera, 
Maduro para siempre en la memoria. 
Ser único. Se alumbra una fignra . 
¡ Arranque generoso ! 
Es él, aquel amigo, 
Hoy ya sustancia nuestra, 
Y no por comunión ... 
Tú fuiste ... No, no así. 
Ningún fantasma invoco. 
Él, él, tan admirable. 
26 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMI.-\ ESPAÑOL,\ 
V. 
Aquí mismo respiran sus vocablos : 
última quintaesencia, 
Y así, con su tictac 
Silencioso de pulso, 
Mantenido a través 
De esa palpitación de la mañana 
que aquí transcurre ahora. 
¿Vida de siempre ? Vida de ahora mismo, 
A un compás que la ahonda, verdadera 
sin ornato, desnuda. 
El verso vive en ti, 
Lector, y tú lo asumes 
como infusa existencia enraizada 
Bajo tu superficie. 
Ahí transfigurado, 
Fluye por ritmo el tiempo 
con su verdad exenta 
De accidentes ya inútiles, 
Suma concentración de poesía, 
Oro que fuese humano. 
Pero el oro no basta. 
Por un camino humilde, 
Un rasgo accidental -recuerdo súbito-
Evoca a todo el hombre con la fuerza 
De una resurrección. 
Mis ojos se humedecen. 
Vivo surge en la luz a quien sabemos 
Sin luz cercano al mar 
Que él tan amorosamente contemplara. 
Y el muerto vivacísimo 
Nos conduce a frontera 
Sin consuelo, sin aire de consuelo, 
Irrespirable al fin. 
JORGE GUILLÉN 
Murió el amigo-amigo para siempre, 
y muriendo con él sobrevivimos, 
Él aún con nosotros. 
Algo perenne dura. 
Tierra junto al rumor ele aquellas olas. 
Late bien este hallazgo ele palabras, 
Sentido : Pedro Salinas. 
27 
Y voy a recitar algunos otros poemas, los cuales 
podrían ser comentados, pero creo que es preferible, 
como ya no se trata de cartas que parece que requieren 
o solicitan unos escuchos al oído, que revelen lo que 
sólo el que escribe una carta puede revelar a su amigo, 
teniendo el lector el secreto de su dictado ya lo tiene 
todo. Corroborémoslo con la declaración del mismo poe-
ta, de Pedro Salinas : "Mi poesía está explicada por 
mis poesías .. . si me agrada pensar que aún escribiré 
más poesías es justamen te por ese gusto de seguir ex-
plicándome en mi poesía. Es decir, con la esperanza 
certísima ele ir operando siempre sobre lo inexplicable. 
Esa es mi modestia." 
Nombre propio. 
¿Cuál es su gracia"? preguntan. 
Lengua hermosa de Castilla. 
¿ Cuál es su gracia : su nombre ? 
La Tortnga. 
Avanza la tortuga tan despacio 
que permanece aún bastante quieta. 
Inmensidad inmóvil es su espacio: 
Como caparazón se le concreta. 
28 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA 
Alta moral. 
"Procuta 
No tener siempre razón", 
Decía como en canción 
Una voz desde la altura. 
"Procura 
N o tener sien1pre razón". 
¡ Oh vida verdadera, vida impura! 
Naturaleza cristiana. 
Era tan honda la pena 
De aquei perro -no, no humano-
Que al fin se dejó morir. 
Muerto había su dueño: dios hermano. 
Azaleas. 
Azaleas, azaleas 
Blancas, rojas, rosas, malvas, 
Espumas de las mareas 
Sumisas al sol en albas 
Que no sevan. 
Descubro recordando. 
Busqué, pedí al azar unas corolas 
Entrevistas en sueños o en lecturas. 
De pronto, sobre tapia solitaria ... 
Aquí están. lVIuy azules entre verdes, 
Descubro recordando campanillas. 
JORGE GUILLÉN 
Las hofas de un tilo. 
Una dorada luz -es por la tarde, 
ya es un setiembre bajo un sol de otoño-
Fulge sobre el envés de algunas hojas, 
Más sosegadas que las amarillas, 
Dispuestas a morir en su hermosura. 
Comienzo de curso. 
Ya se doran las hojas, ya las tardes 
Son lo mejor del día 
Bajo su luz madura ele sosiego, 
Y a comienza el curso. 
Aprender, enseñar, lecciones. aulas ... 
Siempre en octubre comienza el año. 
¡Y cuántas veces esta luz ele otoño 
Me recordó a Fray Luis: 
"Ya el tiempo nos convida 
A los estudios nobles ... " ! 
Pertenecen estos poemas a "Según las horas", un 
libro provisional mientras sale en su totalidad el origi-
nal completo - ''Homenaje"-, en el que Jorge Guillén 
recoge algunas de sus poesías más bellas, y en el ejem-
plar que a mí me dedica de este elegante librito (Cua-
dernos de Cultura, San Juan de Puerto Rico, 1962) 
aparecen arropadas, de su puño y letra, con el retrato 
mío en aleluyas fechado , por primera vez, en 1954, an-
tes de aparecer impreso también en "Homenaje": 
GERARDO DIEGO 
Ay, Gerarclo, Gerarclo, 
¿ Por qué rimas con "cardo" 
30 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA 
Si por Equis y Zeda 
Nuestra fortuna rueda 
Maravillosamente 
Sin freno de prudente ? 
Tu Gerardo, Gerardo, 
Rima mejor con "nardo", 
Con su intrépido arom.a 
Que a mi alma se asoma, 
Con su ingenua blancura 
Que por nada se apura. 
Con su perfil esbelto 
Que deja al hombre absuelto 
De todos los pecados 
Actuales y pasados ... 
Aleluyas te entrego. 
Perdón, Gerardo Diego. 
J. G. 
1954· 
- PARÉNTESIS CON GóNGORA -
N o en vano se llama Soledad el mayor poema de 
Góngora, quien dirigiéndose a la primera Soledad, in-
comprendida por los adversarios, dice con solemne al-
tivez taciturna : 
Restituye a tu mudo horror divino, 
amiga Soledad, el pie sagrado . . . (507). 
Colóquese junto a estos ·versos el retrato que Velázquez 
hizo ele Góngora, una ele cuyas versiones figura en el 
Museo ele Boston, muy cercano a una obra - también 
maestra- del Greco: el retrato de Paravicino, gran 
amigo y secuaz de don Luis. Este don Luis, que tal clis-
JORGE GUILLÉN 
tancia ha ahondado entre sus ojos y lo que ven sus ojos. 
Pero más aleja la boca. Es la boca misma del desdén, 
con el labio superior sumido, de ningún relieve, antíte-
sis del carnoso labio inferior y la recia barbilla. Bajo 
esa tez amariilenta de bilioso, bilioso que no sonrió al 
pincel de Velázquez - la expresión es displicente, casi 
agria, casi melancólica-, en ese cráneo pequeño se alo-
jó una extraordinaria fuerza espiritual. Letrillas, ro-
mances, sonetos, grandes poemas ... Obra copiosa, fru-
to de bastantes años - de 1 s8o a 1626, ya se ha dicho-
con plenos logros. Logros a niveles de una variedad que 
sólo igualan y tal vez superan Lope y Quevedo, desde 
la lírica personal 
Tenedme, aunque es otoño, ruiseñores (581). 
a una lírica más dramática = "A la memoria de la 
muerte y el infierno." 
Urnas plebeyas, túmulos reales ... (497). 
De obra tan compleja - ''La vida es ciervo feri-
do ... " (147)- aquí se ha estudiado la emplazada a la 
altura de mayor rigor. Góngora se propone y nos pro-
pone -sin apelar a teoría que, propugnada, le rubori-
zase- una meta de perfección, o más estrictamente, la 
asequible a un escrupuloso quehacer. " ... Don Luis, de 
quien se cuenta que se estaba en remirar un verso mu-
chos días, imitando a "Virg ilio". (Andrés Cuesta lo re-
memora.) El poeta ha de seguir su vía de perfecciona-
miento, que no es camino de perfección. No era una 
modalidad rara entre sus coetáneos, que solían inscribir 
sus inspiraciones con la mejor escritura al alcance de 
sus recursos. Góngora los supera a todos, maestro exi-
gente como lo fue Velázquez en la pintura. Recordemos 
a estos grandes españoles enamorados de la "perfec-
ción", de la obra cuidadosamente trabajada, para corre-
gir ese tópico vulgarísimo sobre los clones geniales, sí, 
32 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA 
pero sólo espontáneos y desbordados de la personalidad 
española. 
La poesía gongorina requiere inspiración, esfuerzo, 
cultura. Aquella cultura - la del humanista del si-
glo x vr- se incorpora, también asumida como expe-
riencia, a la obra del andaluz. Mucha erudición termina 
por amontonar un bagaje de muy peligroso manejo. El 
mismo don Luis nos lo advierte: 
No es sordo el mar: la erudición engaña (667). 
Aquella erudición representaba un orden fenecido, 
pero resucitado. Es natural que esa multitud de reminis-
cencias greco-latinas pese hoy bastante y enfríe nuestra 
lectura de tan sabios textos. Los gongoristas han dilu-
cidado muy bien la situación de Góngora. El poeta debe 
someterse a un canon y continuar un estilo. Góngora 
hace suyo ese estilo agravando su magia y acumulando 
sus primores. Pero ninguna malicia de composición des-
punta como un estreno en el poema gongorino. Todo 
tiene sus lejanos o próximos antecedentes griegos, lati-
nos, italianos, españoles. Góngora no es alba, sino ocaso, 
el más opulento ocaso. En él se apura y depura, se riza 
y tornea hasta su maraña máx ima la poesía humanís-
tica del Siglo de Oro, porque Góngora es acabamiento, 
o sea perfección, madura, maclurísima perfección en 
este general sentido histórico. Y con ella debe ser rela-
cionada su perfección incli,·iclual. 
J. G.: Lengn.aje y Poesía, págs. 86-88, "Lenguaje 
prosaico: Góngora". 
Quiero .dar también un resumen ele la belleza formi-
dable y empuje de la poesía total ele Guillén, un ejemplo 
ele lo que yo entiendo como poesía ele Guillén en cuanto 
puede estar sentida por un profundo admirador como 
lo he sido siempre yo, admirador y hermano en el asom-
bro. Me sería muy fácil alargar este bloque, este estua-
JORGE GUILLÉN 33 
rio, con cualquiera ele los millares ele poemas breves que 
desde los primeros aciertos .ele "Cántico" se han venido 
prolongando en todas las nuevas epifanías hasta "Nues-
tro Aire" y "Final". Pero basta con las muestras dadas, 
para seguir, ahora con mis versos, declarando ese asom-
bro mío: 
Qué admirable, prodigiosa actividad 
la de Jorge Guillén. 
Para mí el gran poeta, el sin par amigo 
es como un proyectil que no se sabe cuándo se va a disparar, 
como un foco hermosísimo de asombro. 
Quiero apretarle y custodiarle y vigilarle 
y dejar sólo en su bloque potencial. 
Que quede aquí 
día tras día 
para desahogo 
de la flexibilidad armada a toda hipótesis. 
Al este y al oeste, 
en mar y en cielo 
sobre el sur y bajo el norte 
obediente y precipitada a sí misma. 
Tal se ancla y se desancla, 
soberbia y majestuosa 
en su estuario incestuoso, 
siempre ella misma -arriba-
siempre en todos sus límites - más arriba todavía-
con destino inmutable 
y soledad de víspera en el pozo. 
Y cuando a ella se le antoje 
cede su turno 
y entréguese de nuevo al ritmo y al asomo. 
Finalmente, última etapa ele este "Homenaje" es una 
ele las Variaciones que con tanta gracia y capricho sur-
ge, aunque sea escapándose por la tangente de la lengua 
galaica, que sella aquí con su aparición este testimonio 
3 
34 BOLETÍN DE L A REAL ACADEMIA ESPAÑOLA 
de fidelidad y continuidad bajo el signo .de la presencia 
tardía : ¿Por qué tardaste? 
PEDRO MEOGO 
(Cancionero Gallego). 
Cantiga de Amigo. 
"Digades, filha, mia filha velida ... " 
Dime, mi linda, mi linda niña mia: 
¿ Por qué tardaste en la fontana fría ? 
-Los amores he. 
Dime, hija mía, mi hija lozana: 
¿ Por qué tardaste en la fría fontana ? 
-Los amores he. 
Tardé yo, madre, en la fontana fría. 
Ciervos del monte al agua volvían. 
- Los amores he. 
Tardé yo, madre, en la fría fontana 
Ciervos del m.onte volvían al agua. 
- Los amores he. 
Hija, mentir, mentir por amigo. 
Nunca vi ciervo que volviese al río. 
--Los amores he. 
Hija, mentir, mentir por amado. 
Nunca vi ciervo que volviesea un alto. 
- Los amores he. 
Despedida. "Finale". 
"Cántico" pero "Clamor". 
Y sin embargo "Homenaje" . 
En uno tres. Y el lector. 
GERARDO DIEGO.

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