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VARIOS JUEGOS INFANTILES DEL SIGLO XVI 
Ya para acabarse la pasada centuria, mi amigo el cloctí-
simo paleógrafo don Antonio Paz y Melia, jefe del Departa-
mento ele Manuscritos ele la Biblioteca Nacional ele .Madrid, me 
obsequió enviándome a Sevilla el tomo primero, único publicado 
hasta entonces, ele su sabrosa colección ele Sales españolas, o 
agudezas del ingenio nacional (1). Pasé ratos muy agradables 
leyendo las veinticuatro piezas que contiene el volumen, y lle-
vado ele mis aficiones folklóricas, tan antiguas, que datan de 
los primeros años de la adolescencia, al llegar en la lectura al 
Memorial de un ple·ito, estampado en el último tercio del libro, 
hice parada ... y fonda : no sólo me detuve a releerlo y volverlo 
a leer, sino que en las breves insinuaciones ele hasta treinta y 
ocho formu1illas infantiles que en el disparatado 1~1 emo?'ial se 
hacen, encontré manjar apetitoso para mi inveterada hambre ele 
curiosidades folklóricas. Y meditando después, en deleitosa ru-
mia del entendimiento, sobre el contenido ele aquellas pocas 
páginas (cuatro no completas), clecíame yo: "Si en España no 
hubiera sido menos gue flor ele un día la afición al estudio del 
saber popular, y, antes por el contrario, hubiera arraigado y 
extenclíclose lozanamente como en las naciones cuidadosas y 
amantes ele los recuerdos ele su pasado, ¡qué gran tema habría 
en este j j![ emorial para dar, en público certamen, un buen pre·· 
mio al autor ele su mejor estudio histórico y pedagógico!'' 
Pasaron algunos años, fuéme preciso dejar Ía sombra de 
la GiraJcla pa11·a traslaclanne a iVIadricl, y, ya ele asiento· e'n la 
(r) Madrid, r8go. Es el tomo LXXX de la. Colección de Escritores Cas-
tellanos. 
33 
490 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPA ÑOLA 
corte, tuve más de una ocasión para ver el maltrecho original 
de la piececita hallada, copiada y sacada a luz por Paz y Melia. 
Es una hoja en folio (I), de letra del siglo XVI, escrita por am-
bas caras y algo destruída en la parte inferior de su margen 
izquierda, con pérdida de muy pocas letras, y de algunas más 
en la orilla derecha del verso. El curioso papel procede de 
la li brería de don Juan Nicolás Bohl de Faber, padre de la afa-
mada novelista doña Cecilia (FeYnán Caballero), matriarca ésta, 
si así puede decirse, de nuestro folklore infantil, ya que su 
patriarcado corresponde por derecho y sin duda alguna al fa-
moso Rodrigo Caro, cantor de las ruinas de Itálica y autor de 
los eruditísimos diálogos intitulados Días geniales o lúdicros, 
que permanecieron inéditos hasta que en I884, a solicitud mía, 
los dió a la estampa la Sociedad de Bibliófilos Andaluces. 
Híceme fotografiar d sobredicho papel, y pues no había 
que esperar• la convocatoria para un concurso como el soñado 
por mí, preguntéme tres años ha si no me atrevería yo a pro-
•bar mis fuerzas en tarea tan difícil, aunque a la vez tan bal~ 
día, como la apuntada, a pesar de que el tirano primum, vivere 
m e tenía encarpetados y cubiertos de polvo desde hacía un ter-
tCio de siglo mis papeles referentes a cosas de chiquillos, y 
no obstante el peligro de que los hombres serios, que abomi-
nan ele todas las frivolidades, menos de las suyas propias, cre-
yesen cosa así como chochez de viejo mi regresar tan a deshora 
a las aficiones folklóricas ele antañazo. 
En esta irresolución y perplejidad he permanecido medio 
lustro; mas, al cabo, po.rque de ningún cobarde se ha escrito 
nada, he desempolvado mis carpetillas de apuntes sobre el folk-
lore infantil, y barajádolos muohas veces, y etnborronado has-
ta dos centenas ele cuartillas acerca ele los juegos y rimas po-
pulares indicados en la anónima rdación que poseyó Bohl de 
Faber, no sin revolver para ello, al par que mi viejo papelorio 
manuscrito, los libros y folletos de mi biblioteca folklórica . Al-
gunos de tales juegos (no llegan a diez) se me han quedado en 
blanco, a pesar ele toda mi diligencia. ¿Qué remedio? El que 
más pueda, más haga, y muy mucho holgaré de conocer y aplaudir 
a quien me eche el pie delante. 
Aquí podrían y aun quizá d(berían acabar estos renglones 
previos, necesarios para enterar a los lectores de qué se trata; 
(1) Biblioteca Nacional, Ms. 2Q.z6s47. 
VARIOS JUEGOS INFANTILES DEL SIGLO XVI 49I 
pero, como tengo y diputo los juegos ele los muchachos por 
una de las cosas más serias que nos quedan en España, donde, 
bien mirado, la seriedad (no me refiero a la tiesura) ele año en 
año ha ido perdiendo quilates entre los hombres, en tales tér-
minos, que, si Dios no lo remedia, ·pronto habrá que pedirla 
prestada a los chiquillos, quiero hacer hincapié en este punto, y 
deshacer, de camino, un error en que frecuentemente incurren 
algunos engreídos pedagogos y algunos :Paiclólogos españo-
les más o menos médicos, que, puestos los ojos en lo ele ex-
tranjis, no cuidan ele enterarse - ¡tan patriotas son!- ·ele lo 
que tenemos en nuestro propio hogar. Así estaba oscura la noche, 
y aun olía a queso, para aquel que se asomó a la alacena, en 
vez de asomars·e a la ventana (r). 
Se viene afirmando que los muchaohos españoles, de suyo, 
no tienen juegos tan variados, qu~ tiendan al completo des-
arrollo de su organismo físico y al gradual desenvolvimiento ele 
su inteligencia. Quienes tal dicen, debieron de jugar poco cuan-
do niños, y aun no verían jugar a los demás. Para todos los sen-
tidos, para toda la musculatura, para toda la actividad del niño 
hay, de sobra, juegos apropiados, según sus edades; los fué in-
(r) Este lance pasa generalmente por moderno y como ocurrencia de 
don Juan Eugenio Hartzenbusch, que Jo hizo asunto de una de sus lindísi-
mas fábulas, titulada La alacena (Obras escogidas de .. :• Leipzig, F. A. Brock-
haus, r 863, tomo I, pág. r 96); pero, en realidad, andaba referido desde el 
siglo XVII' por Mira de A\ne·scua, en la jorn. IH de Ga.lán, valiente y dis-
creto: 
"PoRC!'A. La empresa del de Ferrara 
Quisiera saber. 
FLORES. Admira. 
Un hombre pintó que mira 
Si es la noche oscura o clara ; 
La ventana cerró, y a eso 
Las alacenas abría, 
Y así la. letra decía : 
"Obscura está, y huele a queso." 
De donde acaso Jo tomó don Agustín Moreto .para la jornada I de Caer 
para levan lar, bien que la frase huele a popular desde una legua : 
"D. GrL. ¿Sabe qué hora es? 
GOLONDRO. (Tropieza.) No sé más 
Qu.e hace osctwo y huele a q1teso, 
Y que estoy muy mal parado." 
492 BOLETÍN DE LA ACADEMI A ESPAÑOLA 
v·entando año tras año y siglo tras siglo el mismo instinto de 
los muchachos; porque naturaleza es gran maestra y así como la 
función crea el órgano apto para su ejercicio, así también cada 
órgano, cada músculo, cada sentido corporal, cada prurito del en-
tendimiento, pide e inventa lo que ha menester para crecer, para 
fortalecerse, para prosperar, en suma. Y tales son algunos de esos 
juegos no fraguados por pedagogo alguno, que a ningún maestrazo 
se le ocurrirían, por lo originales, por lo ingeniosos, por lo suti-
les ... , 11/Í por lo efica12mente educativos. El ele Juan Gil, o Juan 
Luis, sirva de ejemplo, afinador maravilloso de la función del· oí-
do. Juzguen por sí propios Los lectores. El juego es éste : 
J úntanse ocho o diez niños de los de siete a diez años y 
echan la china. E l mayor hace ele madre y no entra en suerte; 
y, Se11Jtaclo en un poyo ele la plaza ·donde juegan, mete entre 
sus muslos la cabeza aquel a quien definitivamente tocó la 
china, y queda ele rodillas y tapados los ojos. Los otros niños 
colócanse detrás formando media ntecla, y uno ele ellos. se ade-
lanta pasito, da una palmada en la espalda del arrodillado, y al 
colocarse ele nuevo en su lugar, los demás, sincrónicamente y en 
cuatro tiempos, g ritan : 
" Juan 
Gil , 
Yo 
Fuí." 
E l arrodillado ha de conocer ql1len le clió en la espalda, por 
la ausencia ele su voz en el conjunto ele las de los otros . A un 
buen pedagogo se le habría ocurrido inventar algún ejercicio, 
y ya no sería poco, para afinar la percepción auditiva cono-
ciendo una voz determinada entre algunas otras que gritasencon ella al unísono; pero los muchadws ha111i ido más allá, ha-
ciendo ·echar ele menos, entre muchas, la voz que no suena. El 
juego prosigue canro ya se figura el lector; si el arrodillado 
acierta a conocer, por su silencio, a quien le clió la palmada, 
éste ocupa su lugar; y si no acierta, sigue en su pttesto y se 
repite el ejercicio. 
A la verdad, en ese afirmar que no estamos bien abasteci-
dos ele juegos y canciones populares infantiles toma buena 
parte el necio afán, hoy tan en boga, ele clesespañolizarnos, re-
negando ele nuestra historia, como si no tuviésemos sobrados 
motivos para amarla; y de otro lado, el ansia ele lucro de 
VARIOS JUEGOS INFANTILES DEL SI GLO XVI 493 
cuantos quieren subrogar sus propios partos paiclo o pedagógi-
cos en el lugar ele lo vernáculo y tradicional. De ahí, en los 
colegios franceses que tienen invadida a E spaña, el 
J 'aí un bon chatea u ... " 
ele una cancioncilla ultrapirenaica, que nuestras niñas (¡ claro 
que no por bien enseñadas!) convierten, jugando al corro, en el 
ininteligible y disparatado 
"Am bo a.t6, 
1vfatarile, rile, rile . .. ", 
y de ahí también cien libr·etillos ele canciones para escolares, 
en las más de las cualres queda tan mal parada la poética como 
la gramática y el sentido común. 
Y volvamos, pues lo ofrecí, a tratar ele la proverbial seriedad 
con que los muchachos, aun siendo, como son, la risa y la alga-
zara personificadas, hacen excepción de esta regla mientras jue-
gan colectivamente. Como por ensalmo, desde que acuerdan 
jugar a tal o cual juego, dejan de ser niños los que se disponen 
a tomar parte en él, para convertirse en hombrecitos serios, 
formales y dignos, incapaces ele una mala acción. ¡Así fueran 
los hombres ! Por esto decía Montaigne en sus Essais {r): "Es-
toy convencido de que por haberme acostumbrado desde niño 
a ir por el buen camino, y a no usar ele engaños ni mentiras 
en mis juegos infantiles -y menester es advertir que los ele 
la niñez no son tales juegos, menester es juzgarlos en los mu-
chachos como sus acciones más serias-, no hay pasatiempo, 
por ligero que sea, al cual deje yo de aportar, por natural pro-
pensión, instintivamente, una tenaz oposición al engaño." Cla-
ro que no a todos les sucede lo que le sucedía a Montaigne; 
y así como el vinillo ele ruin vecluño, que puede malpeberse 
cuando es ele hasta dos hojas, después se apunta, y se tuerce, 
y acaba por convertirse en un vinagrón imposible ele gustar, así 
también muchos suj etos decantan lastimosamente ele lo que 
fueron cuando niños, al tomar parte en los juegos o veras 
ele los hombres. 
" La buona fecle e l'onestá -dijo el gran folklorista Giusep-
pe Pitre al enumerar las reglas generaies ele los juegos infan.: 
(r) Capí tulo XXII del libro I. 
• 
• 
494 BOLETÍN D E LA ACADEMIA ESPAÑOLA 
tiles (r)- sono condizioni necessarie in ogni buon giocatore"; 
y añadió que en Sicilia se obligan los muchachos hasta con 
juramento a r espetar todas las reglas del juego y a someterse 
a los castigos que se les impongan en el caso de infringirlas. Sin 
tanto como jurar, en E spaña, por el solo hecho de tomar parte 
en el juego, se estiman tan obligados a proceder con rectitud 
como por su juramento los sicilianos. De esto traté cincuenta años 
ha en el tomo I ele mi colección de Cantos populares españoles (2), 
al mencionar algunas costumbr·es y ceremonias ele los mucha-
chos, más o menos relacionadas con sus cantarcillos. 
"Sea la primera -elije- cierta cláusula penal vigente en 
sus juegos, aunque expresamente no se pacte. Se ha de jugar 
con lealtad ; practicando fielmente todas y cada una ele las re-
.glas de cada juego; con la formalidad, en fin, que debe distin-
guir, aun en medio ele la bulla y algazara, a quienes están en 
camino ele ser hombres hechos y derechos. Una falta, una fu-
llería que se comete por alguno de los jugadores, altera el ge-
neral equilibrio, siembra la alarma y perjudica notoriamente a 
la república infantil. No debe, pues, ni puede quedar impune, 
ni su autor sin el condigno castigo, y ¡ aquí del código penal de 
los muchadhos ! Ya mis lectores han tenido oc.:"tsión de ver (nú-
meros rs6-59 del texto y notas correspondientes) cómo el có-
digo civil ele los niños da estabilidad a los derechos, amparando 
al donatario contra las injustas pretensiones del donante que se 
arrepiente ele su liberalidad y ele qué manera sanciona la pres-
cripción como medio ele perder y adquirir la propiedad; pues 
bien, no es menos acertada la disposición penal a que me re-
fiero. Trataré de probarlo, dándola a conocer previamente. 
"Cuando un muchacho, al echar la china, por ejemplo, es-
conde una piedrecilla en cada mano, con la non sancta idea de 
que no haya escapatoria posible para el que, probando suerte, 
trata de quedar salvo, o cuando hace cualquiera fullería aná~ 
loga y otro niuchacho la descubre, por acción pública denuncia 
el delito a sus compañeros, los cuales, constituídos en tribunal 
·colegiado, oy•en la acusación y la defensa, aprecian las circuns-
tancias que han concurrido en el hecho y, definitiva y firme-
mente juzgando, fallan: que deben condenar y condenan al 
(r) Gútochi fancinlteschi (Palermo, r883), ·pág. 23. Tomo XIII de la Bi-
blioteca delte t1·a.dizioni popola1·e skiliane. 
(2) Sevilla , r882-S3, pág. 178. 
VARIOS JUEGOS INFANTILES DEL SIGLO XVI 495 
infractor de la ley a la pena de el harón (I), que consiste en 
no permitir al reo que continúe jugando -en privarle del uso 
de sus der-echos civiles, como quien dice-, y en recluirle en 
algún rincón, desde el cual presencie cómo los demás mucha-
chos, ciudadanos legalmente intachables e incapaces de meterse 
en un mal fregado, se solazan y divierten a sus anchas. ¡Por 
cuántos conceptos aventaja esta pena infantil a muchas de las 
consignadas en los códigos de los hombres ! ¡ Qlllé razón tenÍaJ 
el poeta popu1aJr Ma11>ud Balmaseda y González a.r dec~r, esto es, 
al cantar: 
"Nadie diga en este mundo 
"No necesito consejos:" 
"Salotnón, con ser tan sabio, 
"Murió de un niño aprendiendo." 
"Veamos ele qué modo la indicada pena reúne las cualida-
des que todas deben tener, en rigor de derecho filosófico. Es 
legítiwta, porque proviene directamente del derecho consuetudi-
nario y sólo la aplican los que para ello tienen imperio y ju-
risdicción: los mismos muchachos. Es justa, porque sólo se 
aplica al que infringe el derecho infantil conociéndolo; eso· de 
que ignorantia juris nem,ini prodest se queda bueno para nos-
otros los hombres, que somos más razonables. Es 11-toral, porque 
no infama ni endurece al que la sufre: antes le hace -llorar 
arrepentido y le recomienda a la piedad ele sus compañeros, 
quienes luego le perdonan, mediante la fórmula sacramental 
ele echar pelillos a la mar, en que después he de ocuparme. Es 
personal, porque sus efectos recaen solamente sobre el culpa-
ble, a diferencia de nuestras penas pecuniarias, que visitan las 
iniquidades de los padres sobre los hijos hasta la quinta ge-
(r) Escribo el horón, por parecerme que eso quieren decir los mucha-
chos cuando gritan justamente indignados: "Ar !orón". Porque en Osuna, cuar1· 
do una palabra termina con l y la siguiente empieza con -vocal o h muda, se 
subroga la r en el lugar de la 1, como es de rúbrica, y esta letra pasa a for-
mar sílaba con la vocal inmediata; así se dice: er lejio, er lombro, ar !andén, por 
el ejido, el h01nbro, el andén. E l mismo fenómeno fonético se observa en mu-
chos otros pueblos andaluces: en Sevi lla, v. gr., se oye con frecuencia: la 
Tone 'r zo,-o; en vez de la Tm-re del Oro. H orón se llama en Andalucía a 
cierto serón grande y redondo, que comúnmente sirve de granero portátil en 
las casas de los pobres. 
La fórmula sobredicha bien se pudo usar durante algún tiempo en su 
acepc ión literal y no en la traslatici·a que se le da ahora. 
496 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA 
n eración, y más allá todavía. Es, a todas luces, divisible, remi-
sible, ?'eparable y correctiva: ¿ostenta esas cualidades la pena 
de muerte,aún consignada ·en nuestro derecho ? ¡Ah ... ! y en el 
¡ah ! me quedo, por no sacar de quicio estos renglones y no 
salir yo mismo. Y ¿qué diremos respecto a la ejemplaridad ele 
la pena infantil ? ¿Qué muchacho, al contemplar la amargura y 
el arrepentimiento del que se ve privado del más delicioso de 
los derechos, del derecho a la alegría, no rechazará ·cualquiera 
maligna sugestión que le exponga a tan grave mal ? E n verdad 
digo -y no ci-eo pecar ele exagerado- que los chiquillos pue-
den prestar sus leyes a los hombres, para que éstos saquen pa-
trones ele ellas. 
"Sin embargo, convengamos también en que las costum-
bres guerreras y caballerescas de la edad media, perpetuándose 
por la tradición, ele que es fidelísima depositaria la grey mu-
chachil (r), e infundiendo en su espíritu valor y altivez eles-
mesurados, le mueve a r emitir al material esfuerzo·, no pocas 
veces, la solución ele sus contiendas, y hasta a organizarse en 
contrarios bandos para librar verdaderas batallas, en que se j:me-
dan conquistar los lauros de Marte y de paso algún chichón 
o descalabradura. Las pedreas o apedreas, el juego de M oros 
y cristianos y el de Justicia y lad?'ones, que recuerda los en-
-cuentros de los cuadrilleros ele la Santa Hermandad con los 
malhechores, son ejercicios de este género; y untar las orejas 
con saliva un muchacho a otro equivale a un cartel ele desafío 
con todas las reglas vigentes entre los caballeros ele la Tabla 
Redonda. Coiwiénese en las condiciones del duelo, una de las 
cuaLes suele ser la siguiente : "N o bale mentá la 11zare ni rajá la 
camisa"·. Si el retado, por su cobardía o inferioridad ele fuerzas 
-o por su concepto filosófico del desafío-, se niega a corres-
ponder a la belicosa pretensión del contrario, éste, para enar-
decerle con nueva ofensa, hace rayas en el suelo, diciendo: "Tu 
pare, tu 11wre, tu hermana", etc., y las pisa después, o escupe 
sobre ellas, en testimonio de desprecio. 
"Pero los niños: por regla general , no son rencorosos y 
(1) ¿Cómo, a no ser as1, JUgaran Jos muchachos a Pares y nones (Par 
est?-Non est), y a So11soluna (Smn sub luna), y a Símili serba (Similis her-
ba), conservando, con .poca. o n inguna alteración, las denominac iones latinas? 
N i ¿cómo gran número de Jos juegos infantiles actuales correspondería tan 
evidenfemente a los usados en Grecia y Roma ? 
M E MORIAL DE UN PLETTO . (SIGLO xv r.) 
VARIOS JUEGOS INFANTILES DEL SIGLO XVI 497 
hacen las paces con la misma facilidad con que riñeron. ¡ Y 
para hacerlas sinceras y durables, está probado que no hay 
mejor cosa que echar pelillos a la mar! Arráncase un pelo cada 
uno y teniéndolos cogidos entr,e los dedos, dicen: 
"- ¿ Aónde ba ese pelo ? 
~Ar biento. 
-¿ Y er biento ? 
- A la má. 
- Pos ya la guerra está acabá." 
Dicho lo cual hacen volar de un soplo los dos pelos y se ponen 
a jugar, como si tal enemistad no hubiera existido." 
Pero ya es hora de entra1r de lleno en el asunrto de este traba-
jillo folklórico, cuyo desempeño, ahora que tanto necesito buscar 
vado a unas tristezas, es para mí pasatiempo agradable, como 
hace tres siglos lo fué para su incógnito hilvanador la redacción 
del enrevesado Memorial, que dice así: 
"En la natural <;iudad ele Pez Pecigaño, senado illustre, ahita-
ba ¿Qué comen en casa del Rey?, mercader muy rico, el qua! fué 
casado con doña Acótome la china, que no me la quite el Rey ele 
Castilla, fija de Manda el Rey que descabalgue ele la mula ele mi 
padre, de cuyo matrimonio tubieron por hijos . a Chapin so ore cha-
pin y a Juan de las Cadenetas, ahao, e a Quien se riyere, que pague 
el albarda. Chapin sobre chapin, como onbre del campo, se casó 
con vna ramera llamada Quien da e toma, Dios le haga vna corea-
ba, hija bastarda ele San so buque, ele rabo de quque, a biela en vna de 
Las ollas ele Chuchurumbel, y en ella tubo por hijos a la Palomilla 
blanca, que pone, que pare, e a ¿ Cómo le ba con el a Pi a ha (sic), 
gran corredor. Juan ele las Cadenetas, ahao, trató amores con Co-
madre la rana, muger en cuclillas, hija ele Tañ~, pito, tañe, músico 
del Rey. Sal, salero, benclrás caballero, al fin, por ser de mejor li-
nage qué! y por los medios de Hija Marigüela, bárreme esa puerta, 
alcahueta famosísima, se vbo ele casar con ella sin licencia del pa-
dre; mas murió luego su muger, de parto ele Erase que se era lo 
que norabuena sea, grande acallaclora de niños. Quien se riyere, 
que pague el albarda, onbre ele grandísima clesimulacion, se vbo 
de casar con licencia del padre con Hebrita de oro traygo, quebrán-
doseme biene, biucla que avia sido ele Al¡;a la mano, no te la pique 
el gallo, y désta tubo dos hijas, la vna, ¿Qué repican las canpanas ?, 
muger de poco silen<;io, y la otra, Cata, cata, que parió la gata, 
muger espantadiza; y del primer marido tubo a Recotín, recotán, 
buelbe la mano atrás, onbre corcobado y de tan bajos pensamien-
tos, que por cierto desacato lo deserecló el padre. 
498 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA 
''En este tienpo murió sin testamento ¿Qué comen en casa ·del 
Rey?, por cuya herencia: lebantaron los hermanos pleyto. Chapín 
sobre chapín alegó su mayoría y prueba su causa con dos testigos: 
el vno, Quien escupe a su cristiano, bebe la sangre del diablo, y el 
otro, ¿A quién te acotas? Los hermanos le tacharon los testigos por 
bi<;iosos, y pónenle demanda que se casó con muger ramera. Juan 
ele las Cadenetas, ahao, cli~e que se casó con muger ele linage y 
que a él le pertenece la eren~ia, por ser subcesor en grado. Prué-
balo con tres testigos: Coche, coche, cochinicos al monte; otro, Ces-
ta, vallesta, la viña ele la cuesta; y el otro, -¿Qué tienes den-
tro? Oro o plata. Responde él que los testigos son parientes ele 
su muger, y que se perjuraron, y que su peti~ion no debe ele ser 
admitida, porque se casó contra la boluntacl ele su padre. El bueno 
de Quien se riyere, que pague el albarda, alega la obeclien<;ia que 
tubo a su padre y pr.esenta por testigos a Papagayo real, guarda 
la barca, ahao, y a Polayna, polayna, clame vna jarra ele agua, 
y a Pásome acá con Gil ele Carmona, mujer cója. No Le admiten 
los testigos, porque son criados ele casa, y cli<;en que él cleserecló a 
su hijo Recotín, recotán, y que ellos deben sub<;ecler en la h~ ren­
cia ele su padre y suya. 
"El pleito está aora pendiente ante! muy illustre al[calcle] Pa-
palirón, doctor graduado en ynocen<;ia en [la] vniversiclacl ele 
-¿Está acá tu madre? Esotro lo sabe (1·oto) ... con doña -¿Quién 
se murió? La ele Salamanca, hijo de vn ... (roto) cavallero Anda, 
niño, anda, que Dios te lo manda. [Los le]trados y procuradores son 
el li<;en<; iado Oro pin ... (1·oto) ... taba,' y el gaznate ro ·Macana cu<;a, 
cu<;a, y el... (1·oto) -¿Qué comió? Carne asada, todos leyclos e 
cursados ... (roto) ... Mala madre, que tales hijos pare. 
"Pícleseles [pa] recer a todos los circunstantes ele quién ti en [e] 
... justicia." 
Las locuciones correspondientes a juegos de muchachos que 
contiene este M e1norial -alguna puramenbe refranesca, o prin-
cipio tradicional de los cuentos- son las que enumero a con-
tinuación, y de cada una de ellas diré lo que tengo averiguado 
y lo que se me ocurra, bien con pruebas de mis afirmaciones, o 
bien de un modo meramente conjetural. 
r. Pez pecigaña. 
2. ¿Qué comen en casa del Rey? 
3· Acótome la china, que no me la quite el Rey de Castilla. 
4· Manda el Rey que descabalgue de la mula de mi padre. 
5. Chapín sobre chapín. 
6. Juan de las Cadenetas, ¡ ahao ! 
7· Quien se riyere, que pague el .albarda. 
8. Quien da e toma, Dios le haga una corcova. 
9. Sansobuque, de rabo ele cuque. 
(Biblioteca Nacional de Madrid, Ms. 20265 4'.) 
VARIOS JUEGOS INFANTILES DEL SIGLO XVI 499 
IO. Las ollas de Ohuchurumbel. 
I I. Palomilla blanca, que pone, que pare. 
I2. ¿Cómo le va con el a Pi a ha? (sic). 
I3. Comadre la rana. 
J4. Tañe, pito, tañe. 
I S. Sal, salero, vendrás caballero. 
I-6. Hija Marigüela, bárreme esa puerta. 
I7. Erase que se era lo que norabuena sea. 
I8. Hebrita de orotraygo; quebrándoseme viene. 
I9. Alza la mano, no te la pique el gallo. 
20. ¿Qué repican las campanas? 
21. Cata, cata, que parió la gata. 
22. Recotín, recotán, vuelve la ' mano atrás. 
23. Quien escupe a su cristiano, bebe la sangre del diablo. 
24. ¿A quién te acotas? 
25 . ¡Coche, coche, cochinicos al monte! 
26. Cesta, ballesta, la viña de la cuesta. 
27. -¿Qué tienes dentro ?-Oro o plata. 
28. Papagayo real, ,guarda la barca; ¡ ahao! 
29. Polaina, polaina, clame una jarra ele agua. 
30. Pásome acá con Gil de Carmona. 
3 I. Papalirón. 
32. -¿Está acá tu madre ?-Esotro lo sabe. 
33· - ¿Quién se murió ?-La ele Salamanca. 
34· Anda, niño, ancla, que Dios te lo manda. 
35· Oro pin ... 
36. · Macana cw;a, cu<;a. 
37· ... -¿Qué comió ?__,Carne asada. 
38. Mala madre, que tales hijos pare. 
I 
PEz PECIGAÑA. 
Con el nombre ele pizpir·igafía se conserva en muchas regio-
nes españolas este juegueciTio infantil, propio ele niños ele tres 
a seis años-, y cuyo nombre registró el Diccionario que llaman 
de mttoridades, ele la Academia Española (I726-1739), definién-
dolo así : "Juego con que se divierten los muchachos, a quien 
se le dió este nombre porque le hacen diciendo ciertas pala:bras, 
500 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA 
y dándose unos pellizcos en las manos." Con la misma deno-
minación y no con la que tiene en el M e11'Lorial (en que, sin duda 
por error del amanuense, vemos escrito pecigaño, en vez de 
pecigaña), lo ·cita Quevedo en la Historia de la vida del bus-
cón llamado don Fablas (I): "Si se jugaba a algún juego -dice-
era siempre al ele jJizpirigaiia, por ser cosa de mostrar manos ... '' 
Y así también lo llama don Agustín Moreto en la jornada II ele 
La fuerza del natural (2): 
"CARLOS. Vaya, que el gusto acompaña., 
Y yo el juego compondré. 
] ULIO. Por mí, vaya,; mas no sé 
Sino a la pizpiriga¡i.a .. " 
Pero s1 no exactamente con el viejo nombre de pez peci-
gm'la, del siglo XVI, con otros muy parecidos hallo citado este 
juego en el siglo XVIII por el famoso valencianista valenciano 
don Carlos Ros, y en ·cuanto al XI X, en la copiosa colección 
folklórica de don Braulio Vigón, el primero, en su relación 
titulada Romanf nou, curios, y entretengut, han es referixen 
els jochs, entreteni1111ents, e invencions, que els gichs de V a-
lencia eixerciten en lo tmnscurs del any, per els carrers, y pla-
ces de la Ciutat, generals, sens gua.rdatr arde, já de nit, já de 
día, y mes en la nit quant fá luneta (3) : 
" . .. remolino} 1~en~olino1 
Y es van el gichs abra~a.nt ; 
salta Jndes, pisigayna 
(este es antich com els nabs) ... " 
y Vigón, en la pág. 3I de su libro, donde inserta esta ver-
sión asturiana (4): 
"Pichi pichigaina, 
Los moros en campaina., 
Vino :Marijuela : 
(r) Biblio teca de Rivadeueyra, tomo XXIII, pág. sr6 a. 
(2) Biblioteca de Rivadeneyra, tomo XXXIX, pág. 221 a. 
(3) Faustino Barberá, Conferencias sobre bio-bibliografía de Carlos R os, 
Vai<:nci-a., 1905, págs. 69-75. 
(4) Braulio Vigón, Tradiciones popu.lares de Astul"ias.-htegos y 1·imas 
infantiles ¡·ecogidos en los coucejos de Villa.viciosa, Col!mga y Caravia.. Vi-
llaviciosa, r895. 
VARIOS JUEGOS INFANTILES DEL SIGLO XVI 501 
-Fregaime 'sta cazuela. 
-Non tengo pies ni manos. 
-¿Quién te los ha cortado? 
-El rey de Aragón, 
Pichi, pichigón, 
Con un cuchillito 
Muy afiladito 
Que corta las barbas 
A' veinticinco. 
¡Oh, qué Calleja! 
¡ Oh, qué bermeja! 
Sálite tú 
Por la puerta viej a." 
Como sucede con 'casi todos los juegos de los muchachos, 
las fórmulas de la pizpirigafía son l'nuy variadas y diversos 
asimismo sus pormenores y las maneras de jugar a ella, y 
con frecuencia se advierte su contaminación con las propias de 
otros juegos; porque cuando los niños no recuerdan bien los 
versillos ele uno, o, actuando como críticos, encuentran dema-
siado breve la parlenda o el diálogo tradicional, los alargan aña-
diendo autonómicamente un retazo ele la primera rima infantil 
que se les viene a la memoria. El lector hallará en este traba-
jillo ocasiones para comprobar esta observación, y aun sin salir 
de las variantes de este juego empezará a notarlo. Y a en la 
precitacla formulilla ele Asturias se echa ele ver la adición de algu-
nos versos del núm. 76 de mis Rimas infantiles (r): 
"Pinto, repinto, 
Vendió las cabras 
A veinticinco. 
-¿En qué lugar? 
- En Portugal. · 
-¿En qué calleja? 
-En la Moraleja. 
-Agárrate, niíía, 
De mis orej·a.s ." 
Además ele la dicha versión, tengo a la mano dos andaluzas 
y unas cuantas extremeñas, amén de otras que aún hoy per-
duran en algunas repúblicas hispanoamericanas, y citaré en últi-
mo lugar. 
(r) Cantos pop~tlares esPaíioles, tomo I, pág. so. 
SOQ BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA 
Recogidas en Andalucía : 
"Pipirigaiia, 
Mata lagaña, 
Un cochinito 
Bien pelaíto. 
¿ Quién Jo . peló ? 
La pícara bieja 
Que está en el rincón. 
Alza la mano, 
Que te pica el gayo 
Con un moño azul 
Y otro canario" (r). 
En nota que puse a esta versión dije: "El director del jue-
go pellizca una por una las manos de varios niños, puestas 
sobre una mesa, mientras recita los versos. Al terminar, la 
mano con que coincide la palabra canm-io se pone en la frente 
del niño y comienza nuevamente el juego hasta quedar sólo· una 
mano sobre la mesa ." · 
Uno de los hijos de mi buen amigo el laborioso escritor 
motrileño don Manuel Rodríguez Martín (Juan del Barco) re-
cogió para mí en la provincia de Cádiz, especialmente en San 
Fernando y en la capital, no pocas rimas infantiles, y entre 
ellas, explicándola, la de este juego, tal como allí lo practican. 
"Los niños del corro - me escribía- ponen las manos 
unas sobre otras, haciendo torre, y el que ha de hacer de 
gallo, deja su deredha libre y picando con dos dedos en la mano 
más alta de la torre, canta : 
"Pipirigalia, 
Matalagañas, 
Un cochini to 
Bien peladito. 
¿ Quién lo peló? 
La pÍC'ara vieja 
Que está en el rincón 
Comiendo garbanzos 
Con un cucharón. 
Alza la mano, 
Que te :pica el gallo , 
Qui, qui ri qu·í, 
Póntela aquí." 
(r ) Rodríguez Mar ín, Cantos pop·ulares espalioles, tomo I, Rimas infan-
tiles, números 69-7 1. 
VARIOS JUEGOS I NFANTILES DEL SIGLO XVI 503 
Señalando a la fr ente. Esto se repite hasta que todos los nmos 
tienen la mano dereoha en la frente y la izquierda en el pecho, 
y entonces pregunta el que pica, dialogando sucesivamente con 
cada uno de los demás : 
"-¿Quién te ha puesto la mano ahí ? 
- E l Rey. 
- ¿ Qué traía. el Rey ? 
- Un canastito. 
- ¿ Qué tenía dentro ? 
- Un ochavito. 
-¿ E n qué lo gastó? 
---.En agua de · limón." 
Des·pués que termina con las manos derechas, pregunta a las 
izquierdas, que están sobre el pecho : 
"-¿ Quién te ha puesto la mano ahí ? 
-La Reina. 
- ¿ Qué traía la Reina ? 
- Un canastito. 
- ¿ Qué tenía dentro ? 
- Un ochavito. 
- ¿En qué lo gastó ? 
-En agua de limón." 
Concluído, pregunta a las manos adónde quieren 1r, si al 
pozo o a la aljibe, y responden indistintamente, escondiéndolas. 
Pregunta después adónde se encuentran las manos, y responden : 
" Se las llevó el gato", 
y cuando va a buscarlas, salen todas a un tiempo armando re-
bullicio, y el corro jalea, y termina el juego." 
De Fregenal ele la S ierra {Badajoz) me envió mi cultísimo 
y matogrado amigo don Luis Romero y Espinosa las tres versiones 
siguientes : 
'' Pipil·iga.J/a, 
] ugaremos a cabaña ; 
Los perros en el monte, 
Las gallinas en el cante, 
Cante real 
Pa.ra dir por sal, 
Sal menuda 
Para la cuda, 
Cuda de barro, 
BOLETÍN DE LA ACADEfiUA ESPAÑOLA 
Caballo morisco, 
Tapa. tu bisco." 
"Pip-iriga•ia, 
Jugaremos a cabaña; 
Con el agua que cayó, 
La gallinita se la bebió. 
-¿ Dónde está la gallinita? 
~Poniendo el güebo. 
-¿Y el güebo ? 
-Los frailes se lo · comieron. 
-¿ Dónde están los frailes? 
-Diciendo misa. 
-Tape usté esa marabisa." 
" Pipidgai'ía, 
Las manos cortadas. 
-¿Quién te las cortó? 
-La gallina se las llevó. 
-¿ Dónde está la gallina? 
-Poniendo el huevo. 
-¿Dónde está el huevo? 
-El fraile se lo comió. 
-¿Dónde está el fraile? 
-Diciendomisa. 
-Tapa las manos 
Con agua bendita." 
Como extremeñas que son, poco difieren de estas versio-
nes las que don Sergio Hernández ele Soto recogió en Zafra, 
Llerena y Burguillos (Badajoz) y fueron publicadas en su 
copiosa colección de Juegos infantiles de E.t:tremadura (r): 
"Pip·iriga'lla, 
Jugaremos a cabaña. 
¿Qué jugaremos? 
Las manitas cortaremos. 
¿ Quién las cortó? 
El agua que llovió. 
¿ Dónde está el agua. ? 
Las gallinitas se la bebieron. 
¿Dónde están las gallinitas? 
Po:1iendo güebos. 
¿ Dónde están los güebos? 
Los frai les se los comieron. 
(r) Biblioteca de las Tradicio11es popula.·es espa.í'íolas, Sevilla, r884-r88G, 
tomo II, págs. 137-139· 
VARIOS JUEGOS INFANTILES DEL SIGLO XVI 505 
¿Dónde están los frailes? 
Liciendo misa 
En la capillita, 
Con un papelito 
Y agua bendita." 
"Pipirigalla , 
J ugaren1os a cabaña. 
Los perros en el monte, 
Las cabras en la Corte. 
-María, Maricuela, 
Bárreme esta escuela. 
-N o te la puedo barrer: 
Tengo un deo cortao. 
-¿ Quién te Jo cor tó ? 
-El hij o del Rey. 
-¿ Dónde está el hij o del Rey? 
-Oyendo misa. 
~Tapa canlisa. '' 
"En este juego -añade Hernánclez ele Soto- se ponen 
las manos en la misma forma que en los anteriores - una en 
la frente y otra en el pecho-, pero se van doblando dedo a 
dedo, y cuando se dobla el último se ponen las manos detrás. 
Cuando están todas las manos guardadas, dicen: 
"-Saca, saquiHa. 
-No quiero , \[Ue me la come la ratilla. 
-Saca., sacón . 
-No quiero, que me la come el ratón. 
-Sácala, sácala, que Jo mando yo." 
Saca la mano y sigue reproduciéndose e1 diálogo hasta concluír." 
La versión recogida en Burguillos es muy breve y parece 
fragmento ele una ele las andaluzas antes copiadas. Dice así: 
"Pt:pirigaiía, 
Jugaremos a cabaña. 
¿ Cón1o j ugaretnos? 
Las manos juntaren1o~, 
Levanta las 111anos, 
Que te las pican los gallos, 
Uno negro y otro canario." 
En América, donde, como en un remanso, en cuanto al tiem-
po, se han detenido muchos ele nuestros cuentos, de nuestras 
coplas vulgares, ele toda la tradición oral ele la metrópoli, sm 
34 
506 BOLETÍN DE LA AC.-\DE:\iiA ESPAÑOLA 
evclucionar, sin fraccionarse y sin corromperse tanto como en 
la vieja España, de tal manera, que allá suelen hallarse íntegros 
los antiguos romances que aquí sólo fragmentariamente se con-
servan, perdura en el habla vulgar , con leves modificaciones, el 
pez pecigafía del siglo xvr. En Chiloé, ardhipiélago chileno del 
Mar Pací11co austral, llaman picicafía al juego ele pizpirigaiia ( r ). 
Y al recordarlo don Manuel Antonio Román (2) , trae a la me-
moria que en Honduras· lo llaman pi:::Í jJiz·igaíia, según Membre-
ño (3). N o así en Chile, donde le clan el nombre ele pimpitigallo, 
según don Ramón A. Lava! (4), y "se juega entre dos niños 
pequeños, o la madre o nodriza y un niño. Coloca uno el puño 
ele una mano a medio cerrar, C!Ue toma el otro ele la piel , pe-
llizcándola suavemente; el primero hace lo misú1o con la mano 
que le pellizca, y el segundo repite también la operación, pelliz-
cando la mano ele su compañero, de suerte que queden los cua-
tro puños asidos. E ntonces los dos, moviendo fuertemente las 
manos, dicen a la vez la fcrmulilla: 
"P.impitigalto, 
monta a caballo 
con las espuelas 
ele tu tocayo", 
repitiéndola hasta que uno suelta una ele las manos ele su com-
pañero. " Y, ·finalmente, fJ'ipisigallo llaman en Cuba este juc-
guecillo, del cual registra una fórmula don Fernando Ortiz 
en sus Archivos del Folldore Cubano (5), con estas palabras : 
"Juego ele niños pequeños. Se coloca la mano del niño abierta 
sobre una mesa o superficie plana y horizontal , y se le van 
tocando uno a uno los deditos al ritmo ele este recitado: 
"Pipisigal/o 
montado a caballo. 
La n1ano cortada, 
¿quién la cortó? 
( r) F rancisco J. Cavada, Diccionario 111anual isleíio: P1·ovincialismos 
de Chiloé (Chile), Santiago de Chi le, 1921. 
(2) Diccionario de chilenismos y de ot;·as locuciones viciosas, Santia-
go de Chile, I90I-I9 I8, art. picicat1a. 
(3) Alberto Membreño, Hondtt·reliúmos, 2.a edición, Tegucigalpa, r897. 
(4) A rc/,:vos del Folklore Cuban o, vo l. II (Habana , 1926), pág. 262. 
(s) Volumen II (1926), pág. 83. 
VARIOS JUEGOS I NFANTILES DEL SIGLO XVI 507 
E l r ey y la reina. 
Qu ita la mano. 
CJ'tte te pica el gallo." 
"El sentido confuso e incongruente del recitado -<,ñade el 
doctor Ortiz- demuestra que no debió ele ser ésta la versión ori-
ginal, y sí que es una variante corrompida. ¿Cuál es la versión 
originaria ?" En la propia revista, pocos meses después (r), vió 
l2. luz otra versión, enviada por don E. J. Entralgo, que dice así: 
"P.ipirigatlo 
montado a caba llo. 
Pasó un ma.lojero 
vend iendo romero. 
Le pedí un poqui to 
para mi poll ito 
que estaba mal i to 
de una. patica. 
¡ Quita la mano, 
que te pica el gallo ! " 
Mas por una el e esas frecuentes contaminaciones a que atrás 
me referí, en esta fórmula se han injerido algunos versos ele la 
cancioncilla infantil española ele la rana (2) : 
"Cu, cu, cantaba la rana 
Cu, cu, debajo del agua; 
Cu, ca, pasó un caballero 
Cu, cu, vendiendo rmnero; 
Cu, e u, le pidió un ratnito . .. " 
II 
¿QuÉ COMEN EN CASA DEL REY? 
Paréceme que este juego· ser ía el mismo a que el segoviano 
Alonso de Ledesma se refirió, bajo el epígrafe ¿Qué come el 
R ey?, en sus Juegos de N oc hes buenas a lo divino (3); pero 
aunque fueran dos, ni del uno ni del otro he hallado noticia 
ni versión alguna. 
(r) Volumen II, pág. 173 . 
(2) Rodríguez Marín, Cautos popnlm·es esPa#oles, tomo I, pág. 73· 
(3) Barcelona, Sebastián de Cormellas, r6os. 
508 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA 
III 
AcóTOME LA CHINA, 
QUE NO ME LA QUITE EL REY DE CASTILLA. 
Dije en una de las notas de mi colecciói1 de Cantos jJopu-
lares espafwles (I), refiriéndome a los muchachos andaluces: 
"A todo juego infantil en que hay algún papel de que motu proprio 
no se querría hacer cargo ningún muchacho, por haber de re-
cibir azotes, o correr tras de los ·compañeros, o buscarlos, o per-
mitir que le salten encima, etc., etc., suele preceder la opera-
ción de echar la china. Esto se hace de la manera siguiente : con-< 
venido que se ha de jugar, uno de los muchachos· se apresura 
a coger una piedrecilla y, ocultando las manos tras de la espal-
da, grita esto, o cosa parecida: "Tengo la china; quien me la 
quite es un ladrón." Si cualquiera ele los otros responde : "Te 
la ajorro", se la cede y queda a salvo el primero, quien, ele-
vando el brazo, suele decir: 
"Er que esté sarbo, 
Que se agarre a este árbo." 
Los demás nmos van diciendo: "Sacótolo detrás" (acótolo ), 
con lo que se establece el orden por el cual han de probar for-
tuna. E l que tiene la china la esconde en una mano y presew 
ta ambas cerradas, con los dedos hacia arriba, al muchacho a 
quien corresponde, y éste, silabeando la formulilla del texto (2) 
y tocando una y otra mano alternativamente, opta, en definitiva, 
:por aquélla con que coincidió la última sílaba. Si en esa mano 
estuvi·ere 1a china, el que la tenía se salva, y así todos aquellos 
que vayan logrando endosarla, excepto el último. A esta cá-
bala infantil se refiere evidentemente la frase proverbial le tocó 
la china. Las anteriores noticias fueron recogidas en · Osuna 
(Sevilla)." 
El sacótolo de nuestro tiempo corresponde al acótome la 
china ele la formulilla recordada en -la Relación que voy co-
(r} Tomo r, · págs. I r6. 
(2) La que dice: Cesta, · ballesta, de que trataré en su lugar, u otra cual-
quiera de las muchas que hay para este menester . 
VARIOS JUEGOS INFANTILES DEL SIGLO XVI 509 
mentando (I). Y la frase echar la china, que todavía se emplea, 
y que falta en .el léxico oficial, ya era usada en el siglo xvn para 
esa manipulación preliminar ele los juegos, como lo patentiza el 
siguiente pasaje ele la tragedia Adonis y Venus, ele Lo pe de 
Vega (2): 
"] ACI'KTO. Ganimedes diga un juego. 
GANIMEDES. Juguemos a. la gallina 
NA RCI SO. 
JACINTO. 
Ciega. 
Bien, echo la china. 
¿Para qué? Cupido es ciego."También Diego Sánchez de Baclajoz se habíaJ referido a 
echar la suerte por . medio ele la china, en un pasaje ele la Far-
sa de la Natividad (3), donde un Clérigo y un Fraile disputan 
sobre · 
"¿Cuándo fué mayor placer? 
¿ Cuando Dios fué concebido, 
o después en el nascer?" 
Sostiene el Clérigo Lo primero y el Fraile lo segundo, y el rústico 
Juan los induce a echar a la suerte quién ele los dos. ha: ele disertar 
primero. Dice el Clérigo adelantándose: 
JUAN. 
"Ora, her_tnano , 
no gastemos tiempo en vano : 
yo pongo esta pieclrecita. 
Y ¿.por qué tomáis la mano? 
Aguja, pues, cagajita. 
¿Qué es tomar 
La .suerte? Tien ele jugar. 
¿Cuál queréis el éstas? 
FHAILE. Ac¡uésta. 
JuAN. Suya, es mano; mas anclar, 
que no va en eso el apuesta." 
Aquí se trasluce claramente que el rústico, viendo que el Clréri-
(r) El Diccionario de allton:dades, en el artículo acotar, después ele ex-
plicar lo que significa este verbo en l_abios ele los muohachos cuando juegan 
a la peonza, etc., añade: "Y otras veces dicen: "Acótome a Dios", que vale 
lo mismo que estar asegurado ele que le puedan coger el sitio que ocupa en 
el juego ." 
(z) Acto II. (Biblioteca de Rivadeney·ra., tomo LII, pág. 424 c.) 
(3) Recopilación e" metro ... , edición ele Barrantes, tomo I , págs. r s8-r6r. 
5 IO BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA 
go quiere echar la china, se la arrebata y échala él, presentando 
cerradas entrambas manos al Fraile; y como éste acierta a optar 
por la que está vacía, gana la vez. 
En otros casos, especialmente cuando en el juego sólo ha-
bían de tomar parte dos muohachos, se echaba la suerte lan-
zando al aire una moneda, y ganaba el que hwbía optado por 
el lado que quedaba visible después ele caer: Castilla o León, si 
la moneda tenía estas dos insignias por anverso y reverso, res-
pectivamente ( r ) ; o cara o cruz, que decíamos cuando yo era 
niño, o bien vino o pan, si en lugar ele echar por alto una mo-
neda, echaban un tejuelo, mojando con saliva uno ele sus lados 
(vino), para distinguirlo del otro cuando cayese {2). 
También era y es socorrido procedimiento echar la suerte 
a pares o nones. E n Ostina (Sevilla) pregunta el que presenta el 
1)L1ño en que se contienen los objetos a que se refiere e1 sorteo : 
"¿Pares, o nones, 
O santos varones?" 
E l segundo versi!lo hace rdación al caso en que el puño no con-
t enga nada. 
IV 
l\1ANDA EL REY QUE DESCABALGUE 
DE LA MULA DE l\U P1\DRE. 
Por estas palabras no columbro a qué juego alude el M e-
maria!. El que fuere, probablemente perdurará en nuestros días, 
con distintos versillos quizás, o con los mismos de antaño, en 
lugares ele donde no ha llegado a mí noticia. En los Juegos de 
noches buenas, a lo divino, de Alonso ele Leclesma, no lo hallo; 
·bien que no tengo a mano este libro, sino la reproducción que 
ele tales Juegos hiz·o don Justo ele Sancha en su Rom,ancero y 
cancionero sagrados (3). 
(r) Rodrigo Caro, Días geniales o lúdicros, pág. 230 . 
( z) Id., ibid., pág. 234. 
(3) Tomo XXXV de la Biblioteca de Rivadeneyra. 
V ARIOS JUEGOS I N I' A:"/ TI LES DEL SIGLO XVI 5 I I 
CHAPÍN SOBRE CHAPÍN. 
Otro tanto que con el juego anterior me sucede con éste: 
que no conozco esa formulilla, ni sé a qué juego corresponda. 
VI 
J uAN DE LAS CADENETAS, j AHAO ! 
En cambio, del juego ele Juan de las Cadenetas tengo abun-
dantes noticias. Ledesma nos dejó completo el clialoguillo con 
que en su tiempo lo jugaban los muchachos (r ) : 
"-¡Ah, fra:,• J·uan de las Cadenetas! 
-~Qué n1andáis, señor? 
- - :Cuántos panes hay en el arca? 
- ·- V cinte y un quemados. 
-<Quién los quemó? 
-Ese ladrón que está cabe vos. 
- ? ues 1~ase las penas que 11U!1Ca pasó." 
Con el nombre ele Juan de las Cadenas, aha.o, lo registró 
Rodrigo ·Caro en la pág. 59 ele sus Días geniales o lúd-icros, en-
contrándole algún remotísimo pariente en el libro II ele De re-
nmt nat·ura, ele Tito Lucrecio Caro; Lope ele Vega, por boca 
del criado Macarrón, lo menciona en el acto I de Dine?'OS son 
calidad (2): 
"Parece que estáis jugando 
A Juan de las Cadenetas", 
y a este juego, sin eluda, se refería Carlos Ros, en su ya citado 
Romanq nou, sino que en Valencia le mudaban el apellido al 
asendereado don Juan : 
" .. . a la Campana) a Perico 
Redondo, [a] a dónde va? 
D·on lt<an de las Cavanillas, 
que es en giques mes usa t ... " 
(r } Apud Ro111011Cero )' cancionero sagrados, pág. r so. 
(¡,) Biblioteca de Rivadeueyra, tomo XLI, pág. 59 c. 
512 TIOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA 
· E n r882 saqué a luz dos formulillas andaluzas ele este jue-
go (r), en las cuales desaparece nuestro don Juan, y le susti-
tuye el c01npadre ajo. Son las si1guientes : 
" - -Compadre ajo . 
-¿Qué ma.nda mi amo? 
-¿ •Cuántos ·panec iyos hay en er teja o? 
-Treinta y uno y er quemao. 
-¿ Quién lb quemó ? 
- La ·perriya treinta y dos. 
---"-¿ Quién da la güerta ' 
~La per riya tuerta. 
-Pos dala por otro lao, 
Que tiene er pañá c ... " 
"-Compadre ajo . 
-¿Qué manda el a.jo? 
-¿Cuántos rra.nes hay en el h orno? 
-Beintiuno quemaos. 
-¿ Quién los quemó? 
- La perriya e tio Simór. . 
-¿ Quién da la huerta? 
- La perriya tuerta. 
-¿A quién le tocó? 
-Ar paño c ... 
-A! la prenda, a. la prenda, 
Que cayó por sordao. " 
Y dije anotándolas: "Esta rima y la anterior correspon-
den al siguiente juego : Varios muchachos se colocan en fila, 
asidos de las manos y los dos que quedan en los extremos en-
tablan el diálogo, a cuya terminación el que respondía y los 
demás, sin clesasirse, van pasando por debajo del a1~co que for-~ 
man, con el brazo izquierdo y el derecho respectivamente, el 
que preguntaba y el que está junto a él; de modo que éste 
queda con los brazos cruzados sobre el pecho y vuelto a opues-
to lado que sus compañeros. Repítense el diálogo y la opera-
ción, pasando los muchachos entre eT s·egunclo y el tercero 
y queda éste en la misma forma, y así todos en las repeticio-
·nes sucesivas, excepto los ele los extremos, quienes tiran de 
la. soga hasta romperla, en medio ele la mayor algazara. 
(1) Cantos popttlares espailoles, tomo I, pág. 99· 
VARIOS JUEGOS INFANTILES DEL SIGLO XVI 5I3 
En Olvera (Cácliz), según escribió Hernánclez de Soto ano-
tando los Juegos infantiles de Extrenwdura (1), dialogan así: 
"-'Compadre ajo. 
-Matemelobón, ( ?) · 
-¿ Cuan tos panes hay en el arcón? 
~Veintiuno y el quemón. 
~Matemel obón . " 
Forman la cadena y luego dicen: 
"-¿Compra trsté una soga? 
-Tiene muchos nuos . 
-Tire usté, a. ver si se ron1pe." 
Tiran, y a los que se sueltan les imponen un castigo, o les 
clan a escoger entre el cielo y el infierno. Si eligen el primero, 
le tocan las palmas; si el se-gundo, le dan una grita." 
Con buena y prolij a 'explicación de este juego el sobredicho 
Hernández de Soto dió a conocer dos versiones· de la rimilla con 
que lo practican en Extremadura (Zafra y Mérida). Son és-
tas (2): 
"-Mozo mocejao. 
-¿ Qué manda el reina o? 
-¿ Cuántos panes hay en el a rca? 
-Veintiuno y el quemao. 
-¿ Quién lo quemó? 
-El ladrón. 
-¿ Con qué dinero? 
-Con el cascarón de huevo (3). 
-·Que pase por aquí mi caballero." 
Y siguen otros trámites parecidos a los· del juego de 01-
vera. En la fórmula emeritense vemos reaparecer a Don Juan 
de las cadenetas; mé\!S ahora, hecho santo : 
(r) Biblioteca de las tmdiciones pop11.tares, tomo III, nota de la pág. r6R. 
(2) !bid., pág. r66. 
(3) Bien se echa de ver aquí una de las frecuentes contaminaciones a 
que me referí en otro lugar. Este casca·rón de h11evo viene de la antigua for-
mulilla del juego de 
"Ora, lirón, lirón", 
que en nuestro tiempo dicen A . la timón, a la limón, o Atálimo, a./á/-imo. 
514 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA 
"_:_San Juan de las Cadenetas. 
-¿ Qué manda mi señor? 
-¿ Cuántos panes hay en el arca? 
--Veintiuno y el quemón. 
-¿Quién lo quemó? 
~La perrilla del mesón. 
-Pues allá voy yo ... " 
Pero Don luan o San luan de las Cadenetas se transformé'. 
una vez más al pasar por Colunga (Asturias), donde llaman a 
este j-uego el estira cuerdes, y de ello nos enteradon Braulio 
Vigón en la pág. 44 de su citada ·colección de Juegos y rimas 
infantiles. Dialogan así el amq,~ y el criau: 
" -¿Periquillo, mi criau ? 
-Diga usté, señor mi amu. 
- ¿"Cuántos panes hay en forn u ? 
-Vein ticinco y el queman. 
--Y el quema u, ¿qu ién lo quemó? 
-El c:-iau . 
Tonos. -Pues que muera ahorcan. " 
Rómpese la cuerda por el sitio donde se halla el amu, y 
éste, llevando tras de sí algunos· niños, cruza la fila por el 
lugar que ocupa el condenado a morir en horca, merced a cuya 
evolución queda éste hacia el medio de la fila con los brazos 
cruzaqos so'bre el pecho y tiran de ellos con fuerza los niños 
que tiene a uno y otro lado." 
E n ·Cataluña, naturalmente, hacen mosén a don Juan y 
truécanle el apellido por el de las Abadesas. Así Maspons y 
Labrós en sus Jochs de la Infancia (r): 
" -J11Iossen loan de las Abadessas. 
-¿Que mana mi Senyó? 
- ¿ Quántas fullas hi ha al arbre? 
-Trenta mil y un canó. 
-¿ Per quin pont passarém? 
- Pe! pont de las formigas." 
Es allí juego de muchachas. Las dos primeras de la fila hacen 
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(r ) Francisco Maspons y Labrós, J ochs de la Infancia, Barcelona, 1874, 
pág. 37· 
VARIOS JUEGOS I N FANTILES DEL SIGLO XVI 5 I5 
con los brazos un puente, por debajo del cual pasan las demás, 
empezando por la del otro extremo, y van diciendo: 
"¡Ay, que pican! 
i Ay, que pican!" 
A las I slas Canarias llegó con nuevo disfraz don Juan de 
las Cadenetas, ya navegando hacia las Indias Occidentales, en 
compañía ele clesnJbriclores, conquistadores y pobladores. Y 
como va navegando, es un viejo marinero, a quien llaman t'Ío, y 
se han convertido en palos los panes, y al barco y no al arca ni 
al horno se refiere el clialoguillo en que toma parte: 
' "-¡Ah, tío Juan de la Caleta! ¡Jo! 
- ¡ Ah, señor ! 
-¿ Cuántos palos tiene el barco? 
-Veinte, y uno quemado. 
-¿ Quién lo quemó ? 
~Ese perrillo traidor. 
-Pues n1etén1onos, tnetémonos, 
por la leche que mamemos." 
Y después ele unas semanas, cátate ya en la isla de Cuba a 
nuestro don Juan, el cual h<c recobrado el san que tenía en 01-
vera, para llamarse en la gran antilla Sa:n Juan de los Canaletes. 
Dánoslo a conocer don Fernando Ortiz en su excelente reyista 
Archivos del Folklore Cubano (I): "Se colocan los niños en 
hilera -dice--, dándose las manos con los brazos estirados y 
en alto. Y entre los dos que están en los extremos se esta .. 
blece este diálogo : 
"-San Juan de los Canaletes, 
¿ cuántos panes hay en el horno ? 
-Veinticinco y uno quemado. 
-¿ Quién lo quemó ? 
- E l p~nito sarnoso. 
-Pues préndalo, prénclalo por goloso." 
Al oírse p1·éndalo, halan hacia sí los niños ele una mitad ele 
la hilera a los de la otra, y viceversa. 'El resultado es la rup-
(r) Volumen II (1926), pág. 83 . 
516 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA 
tura de la hilera, y ganan aquellos de la banda donde más m-
ños se han mantenido unidos sin soltarse las manos." 
De diverso modo lo juegan en otros lugares de Cuba: doña 
Sofía Córdova de Fernández, en la .lucida colección titulada El 
follüore del n-iíio cubano, que publicó en los citados Archivos, re-
produce con ligera variante la fó rmula precopiada y describe 
así el juego, titulándolo El perrito goloso (r) . Acabado el diálto-
go, "pasa la fi la por debajo de los brazos de la primera y se-
gunda niñas, y ésta queda de espaldas. Así continúa hasta que 
todas quedan en igual posición; stij etan bien las manos y tiran 
hacia los extremos, para ver quién se lleva más niñas. " 
En Ohile denominan este juego C atita J a, porque así em-
pieza su dialoguillo. Diólo a la estampa en los mismos A1'chi-
vos del Foll?lore Cubano (2) d activísimo folklorista chilenll, 
ya hoy fallecido, don Ramón A. Lava!, y dice así: 
"-Catita Ja. 
-¿ Qué manda J a? 
·-¿Cuántos panes hay en el horno? 
-Veintiún quemados. 
-¿ Quién los quemó? 
- Perro judío. 
-Prénclanlo por cimarró n; 
prénclanlo, que al lá voy yo." 
Este juego es popular, como el que más Lo sea, en toda la 
República Argentina. En el copiosísimo Catálogo de la Co-
lección de Folldore donada por el Consejo Nacional de Edu-
cación a la Facultad ele Filosofía y Letras ele la U niversidad 
de Buenos Aires (3), es· uno de Los más citados, pero siempre 
con el nombre de Don Juan de las casas blancas, ele seguro, por 
corrupción de calzas blancas, con el cual sobrenombre ancla en 
la tradición española un don Juan, difunto que solía salir de la 
(1) Volumen III (1928), pág. 264. 
(2) Volumen II, pág. 266. 
(3) Van pt:·blicados, y he recibido con grande estimación, los tomos I 
( 1925-29), II (1928) . y un cuaderno del III (1930). El I abraza las pro-
v incias de Salta, Jujuy, Tucumán y la Rioja; el II , las ele Santiago del Es-
tero y Catamarca, y la ele Chaco el primer cuaderno del III. j Qué r iquís ima 
colección fo lldórica! Y ¡qué vergüenza. para España, que nunca emprencliér 
tarea tan culta y patriótica, y de ja perder m iserablemente los in.sustituíbl e3 
tesoros de sus tradiciones populares ! 
VARIOS JUEGOS INFANTILES DEL SIGLO XVI 5I7 
sepultura, según el maestro Gonzalo Correas (I) . E l laborioso folk-
lorista don Juan Alfonso Carrizo, en su abundante colección 
de Antiguos cantos populares argentinos (2), inserta la rima 
con que allá practican este juego: 
"-Don Juan de las casas blancas. 
-IVIande su señoría. 
- ¿ Cuántos panes hay en el horno? 
.-Veinte y cinco y un quemao. 
-¿ Quién lo ha quemao? 
-La penita Julia. 
- I-Iorquenlá por pícara." 
La perrita Julia es, claro está, el perro judío ele la versión chilena. 
Paralelamente con España y sus antiguas colonias ele Amé-
rica ha corrido y corre este juego ele niños en el vecino reino 
ele Portugal y ·en la que fué su rica posesión del Brasil. Con 
el nombre ele Pao queimado lo insertó y describió el profesor 
lisbonense Francisco Adolpho Coelho en el tomo II ele su Bi-
.bliotheca d'Educat;ao Nacional (3): 
"--Senhor de cima! 
- Senhor meu ! 
- Quantos paes tem na arca? 
- Vinte e um queimados. 
-~Quetn n'os quein1ou? 
-Um ladrao que por aquí passou. 
-Enloirado, enloirado. 
Ese ladrao seja enforcado." 
·y después, trabando nuevo diálogo : 
" - Senhor de cima. 
- Senhor meu. 
-Smpresta-me as suas cordas? 
- Ellas estao podras . 
.::..__ \ T an1os a co!1certal-as." 
(r) El ilustre escritor don Luis Montoto, en su obra titulada Persona-
Jes, personas y personillas qu.e corren por las tierras de ambas Castillas (Se-
villa, I9II}, trajo a cuento dos citas de Juan de las Calzas Blancas, una de 
Lope de Vega, en La Dorotea, y otra del doctor Jerónimo de Alcalá, en El 
Donado hablador. 
(2) Buenos Aires, MCMXXVI, pág. 231. 
(3) J ogos e rimas infantis, Porto, r883, pág. 54. 
5 I8 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA 
Y tiran todos hasta romper la cuerda que formaban dadas 
las manos y puestos en fila. 
En dos versiones que recogió en el concejo ele Elvas mi 
buen amigo Antonio Thomaz Pires (r) llámase, respectivamen-
te, F ernao Quémaclo y F erré Quhnad o al que responde: 
"- 0 senhor Fernüo Quemado, 
Quantos paes tem !á na minha, arca? 
-Vinte um quemados. 
- Quem os quemó? 
-l<ernao das Cabras . 
- Velhaco, v"elhaco, velhaco ... " 
La otra fórmula solamente difiere de la anterior en el dicho 
nombre y en el fin al : 
"-Quem os quemó? 
-0 diabo qtre aquí passó. 
- .Velhaco, vel haco , velhaco ... " 
Esta ot ra versión tiene Augusto G. Pires de Lima en su más 
moderna colección de 1 ogos e canqi)es infantü (2) : 
·' - 0 Senhor Joiío do C<!boJ ! 
- Que e !á? 
- Quantos carneirinhos tem queimaclo ? 
- Vinte e 11111. 
- Quem os queimou? 
- Foi un1 ladráo que aqc·i p2.s~c u. 
- Passaretn os ?" 
Van pasando, dadas las · manos·, entre los dos primeros del 
otro extremo, por debajo de sus· brazos y luego entre el segundo y 
el tercero, y así sucesivamente, hasta quedar todo s con los brazos 
cruzados, y se renueva el diálogo: 
'·- O senhor J oao do Cabo! 
-Que e !á? 
-Empresta-me u m balde? 
- Caiu no •PO~O. 
(r) Rimas e jogos colligidos 110 concelho de Elvas. Apud Boletim da 
Sociedade de Geogra.phia de Lisboa, serie4 .a, núm. 12. 
(2) Porto, rgr8, pág. 29. 
VARIOS JUEGOS INFAl\TlLES DEL SIGLO XV I SISJ 
-Empresta-me a sua corda ? 
- E sta cheia de nós." 
Y los dos muchachos de los extremos tiran de la cuerda hasta 
romperla. 
Este juego, que en el siglo xvrr se conocía en Portugal con 
el nombre ele Villéío do Cabo (r), como recordaba en el Brasil , 
no ha muchos años., el eximio folklorista Alberto de F aría, ha 
dado materia para prolijas investigaciones a mi amigo el no 
menos ilustre folklorista J oao Ribeiro, ele la Academia Bra-
sileira ele Letras, quien dedicó no menos ele tres capítulos a 
O Villao do Cabo en su excelente libro titulado O Fol1~-lore (2) , 
donde si, como dicen, no ha apurado la letra en lo tocante a 
este juego, poGo habrá podido faltarle. 
Es lástima que no cuente yo con el espacio que necesitaría pai·a 
extractar esos. capítulos, en que, sobre las agudas observaciones de 
que su .autor en otras obras suyas tiene dadas muahas muestras, no 
faltan nuevas versiones brasileñas. del popular jueguecillo. Pero no 
acabaré ele tratar ele él sin llamar la atención acerca ele clos 
cosas: una, que en Italia hay un juego pareciclísimo al que ha 
sido objeto ele ·estos renglones y está registrado en las colec-
ciones folklóricas ele los cultos profesores Giuseppe Ferraro 
y Gius·eppe Pitre; y otra, que contra lo que imaginó Lava!, o 
sea " que el J a ele la fórmula chilena (tal vez - dice- el ajo del 
Compadre ajo ele la anclal·uza)" es, a su juicio, "corrupción del 
nombre morisco A ja, ajá (A ,·¡;a)", no es sino un vestigio, aspi-
rada la hache, ele la interjección ¡ahao!, usada en .la fórmula 
que insinúan el ~M e11wrial y Rodrigo Caro, como asimismo lo son 
el ajo de las tres. versiones andaluzas, el ¡Jo! ele la ele Canarias, y 
quizás también el jao del Mozo mocejao ele la ele Zafra, bien que 
puede estar dicho algo a la· portuguesa, mocejao. La voz ¡ahao!, 
que ·vuelve a ocurrir en la fórmula 28 ele las· que cita la R elación 
("Papagayo real, guarda la barca, ¡A hao!") -aho y hao en el Dic-
cionario académico vigente- es interj ección que registraron, entre 
otros, el Diccionario de autoridades y el del padre Terreros, aquél 
definiéndola ele esta manera: "Es un modo ele llamar a otro que se 
(r ) Don Francisco Manuel de Mela, Prim.eira parte das Cartas fam·ilia-
rcs de ... , Roma, Filipe María Mancini, :tvi.D C.LXIV, pág. 402. 
(2) Río de J aneiro, rgrg, págs. 43 y siguientes . 
520 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA 
halla distante." Y cita como ejemplo los cuatro pnmeros ver-
sos de las famosas Coplas de Mingo Revulgo: 
" ¡ Ah, Mingo Revulgo, Mingo! 
¡Ah, Mingo Revulgo, ahao! 
¿ Qué es de tu sayo de blao? 
¿No le vistes en domingo?" 
VII 
QUIEN SE RIYERE, QUE PAGUE EL ALBARDA. 
Aunque en la formulilla moderna que acompaña a este juego 
no se conserva la frase con que lo recuerda el 1VI e111-orial, pa-
rece ser el que llaman en Extremaclura el juego ele Pum-puñe-
te, descrito por mi amigo y maestro D em.ófilo (don Anton:o 
Machado y Alvarez) en un artÍ·culo que me dedicó, intitulado 
El juego de R ecotín-recotán, y vió la luz en la revista cien-
tífico-literaria La EnciclojJedia ( r ), el cual extracté, por lo 
tocante al Pum-puíiete, en el tomo I ele mis Cantos populares 
espaiioles (2) . 
Pero como lo hallo más completo en la colección ele H er-
nánclez de Soto (3), ele ahí lo tomo ahora. Varios niños o ni -
ñas vat{ poniendo los puños cerrados uno-s sobre otros for-
mando •columna, y el que dirige el juego va señalando dedo 
por dedo, ele abajo arriba, y dialogando •Sucesivamente con los 
;1iños a cu:yas manos pertenecen: 
"-¿ Cómo se llama éste? 
-Pum-puñete. 
-¿Y éste? 
- Cascabelete. 
-¿Y éste? 
-Pum-puñete", etc. 
Al llegar al último dedo ele la mano más alta, dice : 
"-¿Qué hay aquí dentro? 
-Oro y plata. 
-Al que se ría, la. .matraca." 
Dioho esto, retiran las manos, inflan los carrillos, y con los 
(r) Sevi ll a, año I V (r88o), pág. 309. 
(z) N úm. 84 de las Rimas infantiles. 
(3) Biblioteca de las_ Tmdicwnes populares, tomo II, pág. r4o. 
VARIOS JUEGOS INFANTILES DEL SIGLO XVI 521 
puños se dan golpes sobre ellos para desinflarlos ruidosamen-
te, lo cual provoca la hilaridad de los niños. El primero que ~e 
ríe lleva la matmca (o paga la albarda, según la fórmula anti-
gua), pena que consiste en darle un recotín - después trata-
remos de este juego- diciendo, al par que se le golpea alter-
nativamente en la espalda, con el codo y con la mano : 
"María Andana, la cuartana, 
¿ Dónde vas tan de mañana? 
Del .palacio a la cocina. 
¿Cuántos deos tienes encima?" 
El cual recotín se repite hasta que acierta el número de dedo~, 
con que, sin tocarle, le apunta sobre la espalda el que le ha 
golpeado. 
Don Fernando Llorca, en su libro titulado Lo que cantan 
los niíios (r) -cuya edición tuvo la bondad ele dedicarme-
dió una versión, quizás valenciana, que difiere poco. ele la pre, 
copiada: 
"-¿Qué hay aquí dentro? 
- Oro y plata. 
-¿ Quién lo guarda? 
-LJ. gatita parda. 
-El que se ría paga." 
"Forman una bocina con las manos, soplan, y hacen cosas para 
provocar l'a! risa, y que pague el que se ría ... ", 
FRANCISCO RODRÍGUEZ JVIARÍN. 
(e ontinuará.) 
(r) Madrid, s. a ., pág. r r s. 
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