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Antimonumento a los Héroes: El aporte del arte juvenil a la construcción de un sentido común crítico en Bogotá en el marco del Estallido Social Lizeth Katherine Sanabria Ortiz Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Trabajo Social Bogotá, Colombia 2021 Antimonumento a los Héroes: El aporte del arte juvenil a la construcción de un sentido común crítico en Bogotá en el marco del Estallido Social Lizeth Katherine Sanabria Ortiz Trabajo de investigación presentado como requisito parcial para optar al título de: Especialista en Acción Sin Daño y Construcción de paz Coordinadora del programa: Leonor Perilla Lozano Tutor: Helbert Esteban Muñoz Murillo Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Trabajo Social Bogotá, Colombia 2021 La cultura va por dos vías: la de la acomodación y la de la resistencia. Con la entrada del capital, la segunda tiene dificultades para desarrollarse plenamente y debe provenir de los márgenes. En un lado de la “línea abisal” tenemos lo que1 críticos, opinadores y revistas han constituido como el canon. Y esto fue creado para servir a la sociedad metropolitana. Yo estoy centrado en la otra, en la producción cultural de los pueblos que están excluidos, que están al otro lado de la línea. Los artistas emergentes son los que vienen de zonas coloniales, poblaciones afros, indígenas, mujeres explotadas, que poco a poco logran entrar en la cultura por la vía, por ejemplo, del hip hop. La cultura de resistencia hoy está en esas manifestaciones. Si tú miras cuáles eran las corrientes musicales de resistencia en contra de las dictaduras de los años setenta, descubres a Mercedes Sosa o a Víctor Jara. La resistencia hoy está en los raperos. La fuerza de la rabia, de la insurgencia a una sociedad colonialista, machista, racista e injusta viene de artistas que le dan a todo eso una expresión de arte. Los grafiteros, por ejemplo, con sus murales. Ellos incluso empiezan a ser visibles, transitando la línea, expresándose y dándose a conocer del otro lado. Yo no puedo hablar de la cultura industrial sin hablar de los que están por fuera de ella. Para mí, son ellos quienes producen la verdadera cultura del futuro. Son quienes le dan dignidad a la resistencia. Boaventura de Sousa Santos, 2019 1 Para Sousa Santos la línea abisal «...se refiere a un límite invisible que separa a los humanos, aquellos que vivimos en la civilización, de los “subhumanos”, las personas útiles al capitalismo contemporáneo que habitan en las márgenes bajo condiciones de explotación. En otras palabras, se trata de una línea que vuelve irrelevante e invisible a una porción gigantesca de personas que habitan nuestras sociedades» (Sousa Santos, 2019). Resumen 4 Resumen En el marco del Estallido Social en Colombia, se han puesto en cuestión las representaciones heroicas de las Fuerzas Armadas, dando paso a críticas profundas sobre la construcción de la memoria con el objetivo de subvertir el discurso para reivindicar las voces de sectores que históricamente han sido excluidos de la versión oficial de la historia. En este sentido, el presente trabajo pretende analizar la importancia del Antimonumento a los Héroes como un escenario de disputa juvenil por la construcción de un sentido común crítico, con el fin de reflexionar sobre cómo el arte contribuye a la construcción de memorias con potencial transformador en Bogotá. Palabras clave: antimonumento - memorias con potencial transformador - arte para la transformación - sentido común crítico - estallido social - litigio estético Abstract Within the framework of the Social Outburst in Colombia, the heroic representations of the Armed Forces have been questioned, giving way to profound critics of the construction of memory, with the aim of subverting the discourse to vindicate the voices of sectors that have historically been excluded from the official version of History. In this sense, the present work aims to analyze the importance of the “Antimonumento a los Héroes (Anti-monument to the Heroes)”, as a scene of youth dispute over the construction of a critical common sense, in order to reflect on how art contributes to the construction of memories with transformative potential in Bogota. Keywords: Anti-monument - memories with transformative potential - art for transformation - critical common sense - social outburst - aesthetic dispute Contenido 6 Contenido Pág Resumen 7 Introducción 10 1. Análisis del problema 13 1.1 Pregunta de investigación 14 1.2 Objetivos 14 1.2.1 Objetivo general 14 1.2.2 Objetivos específicos 14 2. Justificación 16 3. Marco conceptual 18 3.1 Mínimos éticos 18 3.2 Memorias con potencial transformador 19 3.3 Arte para la transformación 20 3.4 Violencia estructural 20 3.5 Sentido común crítico 21 3.6 Litigio estético 22 3.7 Iconoclastia 22 4. Contextualización 25 5. Monumento a los Héroes: entre el oficialismo y la transformación 29 6. Estallido social en Colombia: iconoclastia juvenil para la transformación histórica 34 7. Antimonumento a los Héroes: la disputa juvenil por un sentido común crítico 39 Algunas conclusiones finales 47 Bibliografía 51 Introducción 10 Introducción El presente trabajo desarrolla un estudio de caso de una estudiante de la Especialización en Acción Sin Daño y Construcción de Paz (ASD y CP), para quien resulta importante, desde su formación profesional inicial, hacer hincapié en las capacidades transformadoras del arte para la construcción de paz y la transformación de los horizontes políticos y el sentido común de la sociedad colombiana. Lo anterior, principalmente por estar atravesado el contexto actual de escenarios de grandes retos y espacios de movilización. Se busca ahondar en el caso de la construcción de los antimonumentos en el marco del Estallido Social en Colombia particularmente el de Los Héroes, para reconocer los sentidos del arte urbano, cómo se configura el sujeto político de juventud y cuáles son los horizontes de transformación de las historias oficiales contadas por los vencedores, desde la vivencia en los barrios populares y periféricos de la ciudad, en búsqueda de cambios estructurales de las realidades de exclusión de los y las jóvenes en Bogotá. Inicialmente se desarrolla un contexto general de los últimos años de protesta social en el país, el cual desde pinceladas rápidas, busca esbozar los escenarios más álgidos desde el 2018, que desembocaron en lo que hoy se reconoce como Estallido Social, para reconocer los sujetos políticos particulares de los procesos de movilización y la transformación en torno al entendimiento del espacio público, a partir de hitos o hechos particulares ejemplarizantes para el desarrollo posterior de acciones de protesta. El siguiente apartado busca hacer alusión a la configuración histórica del Monumento a los Héroes, en donde el arte aparece como un escenario que responde a las lógicas del oficialismo y la construcción de memoria a través de la idea del patriotismo y el Introducción 9 nacionalismo, que se materializan en estos monumentos que se reconocen parte, precisamente, del patrimonio a partir del cual se construye una memoria oficial. Sin embargo, este apartado también busca introducir al arte y la construcción de historia a través de él, como un escenario de disputa por el sentido común de la población colombiana. En el siguiente capítulo se hace alusión a estos hechos particulares, como es el caso del derribamiento de estatuas por parte de los pueblos originarios del Suroccidente colombiano, quienes desde su reivindicación como indígenas, buscaron marcar un precedente del anticolonialismo en el país, dando como resultado, ciertos cambios en la movilización social, principalmente la juvenil, que tomaron como ejemplo estas formas de rechazar íconos oficiales que no representan a la población y las banderas de lucha que hoy se alzan por parte del movimiento social.Finalmente se aborda la construcción de un sentido común crítico en el Antimonumento a los Héroes, desde reflexiones propuestas por personas que hicieron parte activa en su intervención artística y construcción en el marco del Paro Nacional, para ahondar en unas reflexiones finales sobre el estudio de caso de la investigación desde la Acción Sin Daño y la construcción de paz. 10 Antimonumento a los Héroes 1. Análisis del problema Colombia hoy presenta un escenario de convulsión social y política que ha estado atravesada por un uso ilegal de la fuerza por parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios ESMAD, ocasionando mutilaciones y muerte a un sinnúmero de jóvenes que se han2 movilizado por más de dos meses en contra de la brutalidad policial, lo que fue en su momento la reforma tributaria, la militarización de los barrios y la persecución y estigmatización del derecho constitucional a la protesta social. En el marco de estas movilizaciones y del asesinato de las juventudes, se han puesto en cuestión las representaciones heroicas de las Fuerzas Armadas de Colombia, a partir de críticas profundas a la militarización, bajo una supuesta amenaza a la seguridad, que han hecho de los barrios campos de guerra y dando potestad a los agentes del ESMAD de hacer uso desproporcionado de la fuerza en contra de manifestantes pacíficos, la gran mayoría de ellos y ellas jóvenes de barrios populares de algunas ciudades colombianas. Estos cuestionamientos profundos dan pie para la realización de críticas estructurales sobre la construcción de la memoria, que ponen en cuestión quiénes son los sujetos autorizados para construirla y subvierten las lógicas hegemónicas, dando pie a reflexiones creadas por y para las juventudes, desde apuestas artísticas iconoclastas que ponen en escena a las personas asesinadas por la brutalidad policial, a los pueblos indígenas, las mujeres trans y a los y las campesinas, entre otros sujetos políticos a quienes se les ha negado históricamente la posibilidad de ser parte de la memoria y de construirla como los verdaderos héroes de la transformación política del país, en el marco de la movilización social. 2 Véase: Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz - Indepaz (2021). Listado de las 80 víctimas de violencia homicida en el marco del Paro Nacional del 23 de julio. Análisis del problema 11 Estas formas de subvertir los relatos y las narrativas oficiales, encuentran un escenario de manifestación en la construcción de los denominados ‘Antimonumentos’ como lugares de expresión del descontento social, al tiempo que se vuelven íconos de la movilización reflejo de las inconformidades políticas frente a las posturas oficiales de la patria y su construcción histórica desde lugares de exclusión y ocultamiento de las memorias colectivas olvidadas. Este es el caso del Antimonumento a los Héroes, como un lugar donde el litigio estético aparece como la posibilidad de hacer visibles las demandas históricas y contextuales por una vida libre de violencia y en dignidad. 1.1. Pregunta de Investigación: ¿De qué manera se materializa el arte para las juventudes populares como una herramienta movilizadora y de disputa por el sentido común en el caso del Antimonumento a los Héroes? 1.2. Objetivos: 1.2.1. Objetivo general Reconocer la importancia del Antimonumento a los Héroes, como un escenario de disputa juvenil por la construcción de un sentido común crítico, con el fin de reflexionar sobre cómo el arte contribuye a la construcción de memorias con potencial transformador en Bogotá 1.2.2. Objetivos específicos ▪ Abordar la construcción paulatina del Antimonumento a los Héroes en el marco del Estallido Social, para reflexionar sobre los cuestionamientos a la historia y el sentido común oficial propio de la institucionalidad. 12 Antimonumento a los Héroes ▪ Reconocer el papel del arte en el escenario de convulsión social actual para las juventudes populares, que permita evidenciar sus potencialidades y apuestas para la transformación de la memoria oficial desde el litigio estético. ▪ Identificar cuáles son las consignas materializadas artísticamente en la construcción del Antimonumento, para dar cuenta de los horizontes de pensamiento que contribuyen a la creación de memorias con potencial transformador en la ciudad. Justificación 13 2. Justificación Esta investigación resulta relevante a partir de la necesidad de promover el compromiso de las Ciencias Sociales con la transformación política de las realidades de inequidad que atraviesa la sociedad colombiana y en tal sentido reconoce la importancia de las acciones de movilización y protesta protagonizadas por jóvenes populares, en contra de las realidades de exclusión, de la crisis económica y las dificultades para poder tener una vida en dignidad en Colombia. Así pues, esta investigación tiene un lugar político al momento de reconocer la necesidad de creación de conocimiento por y para el pueblo, que permita avanzar en reflexiones críticas para promover rutas de acción de la movilización social hacia escenarios de respeto por la diferencia, la vida y el diálogo social, en donde el arte en el caso del Antimonumento a los Héroes, emerge como una herramienta con potencialidades transformadoras y de disputa por el sentido común para las juventudes en la ciudad de Bogotá. Lo anterior a la luz de una sociedad que busca la construcción de alternativas de una vida en paz, que resultan claramente contrarias a los discursos reproducidos por los medios de comunicación hegemónicos, como el del “vandalismo” que repercute en persecución y estigmatización de las iniciativas para la creación de una vida libre de violencia, olvido e impunidad. Para el presente análisis se desarrolló un ejercicio de revisión bibliográfica que permitió la identificación del marco conceptual para realizar la aproximación al escenario de 14 Antimonumento a los Héroes convulsión social que atraviesa el país: las apuestas sociales adelantadas por jóvenes de sectores populares que usan el arte como herramienta para la divulgación de las inconformidades e inequidades sociales, y para la construcción de horizontes de pensamiento y sentido común. En el mismo sentido, resultó importante la revisión de prensa, puesto que, al ser un escenario tan reciente, es difícil encontrar literatura en donde se pueda dar cuenta de las aproximaciones a los sentidos de la movilización social en el Antimonumento a los Héroes. Esta documentación permitió acercarse a los escenarios de movilización desde el año 2018, las transformaciones, las potencialidades y las posibles limitaciones. [EM2] Otro recurso metodológico utilizado en el análisis de caso fue la observación participante, en diferentes escenarios de movilización llevados a cabo en el Antimonumento a los Héroes. Durante estas observaciones tuvieron lugar las apuestas artísticas de apropiación del territorio por diferentes actores sociales juveniles, organizaciones de mujeres y disidencias sexuales, a través de las cuales expresaron las reivindicaciones políticas particulares y colectivas en torno a la transformación del sentido común y la construcción de memoria con potencial transformador. Por otra parte, se participó de un conversatorio en modalidad virtual sobre Neo-Patrimonio organizado por el Colectivo de Estudiantes de la Sociedad Colombiana de Arquitectos (CESCA); en este espacio las personas invitadas hicieron reflexiones en torno al arte urbano, particularmente el graffiti y los antimonumentos en el marco del último Paro Nacional, lo cual abre las posibilidades de reflexión para la definición del presente análisis. Finalmente, se llevó a cabo una entrevista a Sergi Gómez, integrante de la ContraMarcha, quienes participaron activamente en la intervención al monumento. Marco conceptual 15 3. Marco conceptual Se deben incluir tantos capítulos como se requieran; sin embargo, se recomienda que la tesis o trabajo de investigación tengaun mínimo 3 capítulos y máximo de 6 capítulos (incluyendo las conclusiones)A continuación, se presenta una aproximación de los diferentes conceptos usados en el desarrollo de este estudio de caso, desde los aportes que resultan más útiles, propicios y nutritivos, para las intenciones políticas e investigativas propuestas, y que serán abordados en diferentes momentos a lo largo del desarrollo del texto. 3.1. Mínimos éticos: La Acción sin daño (ASD) aparece como el enfoque transversal a la investigación aquí propuesta, principalmente, porque contribuye a hacer un abordaje de los conflictos sociales, desde una perspectiva que no los estigmatiza y busca suprimirlos, sino que encuentra en ellos potencialidades transformadoras, lo cual es conveniente en el marco de la necesidad actual de construir paz en Colombia desde unas visiones más amplias de comprender la democracia. Este enfoque propicia un entendimiento del conflicto en el orden de la movilización social actual que vive el país, como consustanciales a la existencia humana, cuyas diferentes tramitaciones, puede llevar a escenarios de reproducción de la violencia o a transformaciones importantes del contexto, por medio del diálogo y la deliberación democrática de los diferentes actores en confrontación (Mantilla, Fernández, Puentes, Muñoz, 2011, p. 20). 16 Antimonumento a los Héroes Así mismo, la Acción Sin Daño aporta a la reflexión sobre los mínimos éticos de libertad, autonomía y dignidad, los cuales resultan pertinentes para las reflexiones actuales sobre los derechos humanos, su vulneración masiva en el contexto actual e histórico del país, así como también sirve de base para crear reflexiones por y para los movimientos sociales actuales, de cómo su accionar fortalece o no estos valores tanto a nivel individual como a nivel social. 3.2. Memorias con potencial transformador Este es un concepto que permite asumir una postura de construcción de memoria crítica, en donde se cuestionan las memorias oficiales o institucionalizadas. Aquellas que son reproducidas por los medios de comunicación masivos, las entidades estatales y que se hacen manifiestas en museos y organización de eventos nacionales, con los cuales se busca continuar legitimándolas (Torres; Fajardo, 2019). En relación con las otras formas de construir memoria, incluso aquella popularizada hoy como memoria histórica, es necesario mencionar que la construcción de memorias con potencial transformador es aquella que más acercamientos tiene con el enfoque de la Acción Sin Daño, siendo que a partir de ésta es posible no sólo la reconstrucción de los hechos de violencia acaecidos, sino también, la proyección a futuro de las posibilidades de ser y de la construcción de nuevos horizontes de vida. Así pues, esta forma de construir memoria para la transformación, contribuye a potenciar las capacidades locales, a exaltar las posibilidades de la acción colectiva y pone sobre la mesa, los mínimos éticos propuestos por la Acción Sin Daño: dignidad, autonomía y libertad, desde el reconocimiento y fortalecimiento de los horizontes de cambio de las realidades colectivas, que han estado golpeadas y atravesadas por la violencia, en donde los/las sujetos/as son relevantes y tienen potencial de cambio de sus propias condiciones de existencia. Marco conceptual 17 3.3. Arte para la transformación: Es un concepto relevante en el análisis propuesto, a partir de reconocer al arte como un lugar desde el cual es posible subvertir sus formas más institucionalizadas; como el caso de los monumentos oficiales, en donde se reproducen y legitiman unas formas de concebir la sociedad, la historia y la memoria desde lugares hegemónicos. Esta aproximación conceptual abre la posibilidad, por ejemplo, desde el arte urbano y popular, de brindar voz a las causas sociales olvidadas tras los discursos y las representaciones artísticas oficiales. El arte desde esta perspectiva se entiende como una herramienta que contribuye al cambio social, por eso la imperiosa necesidad de apropiarse de escenarios como la calle, en vista de sacar al arte de los museos y los espacios privados, cerrados y costosos, para socializarlo con la gente y hacerlo parte activa de la transformación de las condiciones de precarización de la vida cotidiana (Cano-Zapata, 2020, p. 20). Esta forma de concebir y hacer arte, contribuiría entonces, a la dignificación de la vida, a darle unas nuevas valorizaciones a la acción social y la movilización política, en donde la dignidad adquiere un lugar preponderante al querer dar cuenta públicamente de todos los relatos y rostros detrás de los hechos de victimización, estigmatización y persecución históricos en el país, en donde aparece en escena la posibilidad de crear simbologías reparadoras para estos grupos sociales históricamente olvidados. 3.4. Violencia estructural: Es importante tener en cuenta este concepto para poder comprender el escenario actual frente al cual se organiza y posiciona la movilización social. La violencia estructural desde la conceptualización de Galtung (1998) responde, como su nombre lo dice, a una estructura cuya construcción misma es violenta, al constituirse sobre los cimientos de la represión. Esta estructura busca reproducir unos órdenes que se posicionan en la 18 Antimonumento a los Héroes cotidianidad a partir de la amenaza inminente de la violencia, frente a escenarios que de alguna u otra manera, buscan subvertir. Esta violencia trabaja con otras manifestaciones como la violencia cultural, que es aquella que al inscribirse en la subjetividad o sentido común de las personas, a partir de los discursos hegemónicos y de la reproducción de éste por los medios oficiales se instala en las personas, incluso en los mismos sectores populares, desde donde se termina legitimando la acción violenta, en el caso de la estructural, por parte del Estado y sus agentes, y se deslegitima la defensa popular que en la mayoría de las ocasiones no se iguala al accionar armado de las fuerzas de Estado. Este posicionamiento de las lógicas en las que opera la violencia resulta valioso para el caso analizado, puesto que abre el cuestionamiento sobre el sentido común y la pregunta por la posibilidad del arte por construir y/o transformar ese sentido común hegemónico, que legitima la violencia estatal y condena la popular, por un sentido común crítico que pueda crear las posibilidades de expresarse libre y autónomamente, al tiempo que se construyen las posibilidades para la creación de escenarios de diálogo abierto. 3.5. Sentido común crítico: Si bien la alusión al sentido común puede pensarse desde lo individual, como “el modo de acceder al mundo (...) recurriendo a la intuición” (Aguirre-García, Jaramillo-Echeverry, 2010, p. 484), las concepciones del mundo, de la vida y de las formas de organizarse, de lo que somos, queremos y podemos ser, responden también a las construcciones sociales colectivas, propias del sistema de construcción de significados en el orden del capitalismo, el patriarcado, el colonialismo, etc. Asistir a un escenario de transición como el que afronta actualmente Colombia, requiere de la revisión profunda del sentido común hegemónico, construido por los discursos belicistas, que legitiman la guerra y el accionar armado, por un sentido común que amparado en una cultura de paz, cuestione la violencia cultural, legitimadora de la Marco conceptual 19 violencia estructural y de sus discursos, para crear otros horizontes de pensamiento que estén dispuestos a labrar el camino de la salida negociada al conflicto y la construcción de dignidad en el país para toda la población colombiana. En ese orden de ideas, en el presente análisis se entenderá el concepto de sentido común crítico, como un lugar de disputa con el sentido común hegemónico; como aquel que cuestiona los órdenes institucionalizados, los horizontes de pensamiento individuales y colectivos, y es capaz de reconocer las potencialidadesde transformación, al momento en el que se advierten las herramientas –en este caso del arte– para el cambio social y hace uso de ellas para lograr adentrarse en las formas de pensamiento tradicionales y crear unas nuevas. 3.6. Litigio estético: Este concepto es clave en el análisis, porque permite una suerte de hilo conductor de los conceptos anteriormente enunciados. El litigio estético aparece en cuanto permite llevar a cabo la reparación simbólica, en pro de dotar de contenido político, contextual y comunitario las simbologías reparadoras, no sólo en una relación unidireccional de reparación por parte del Estado o los actores armados con las comunidades, sino también poniendo en escena cómo se toman el Patrimonio declarado así por el Estado, “como mecanismo social para denunciar, demandar o exigir a la sociedad o al Estado, hechos o necesidades derivadas de la violación masiva a los derechos humanos” (Sierra, 2017, p. 11). Estas denuncias se hacen en torno a esos escenarios patrimoniales, en el marco del repertorio de la movilización social, en donde entra el arte a hacer parte de estas formas de proyectarse y denunciar, sobre todo en estas edificaciones oficiales, en donde se da una construcción de memoria o historia colectiva que responde a los discursos hegemónicos propios del patriotismo y la construcción de nación, para dar lugar a las narrativas, los íconos o las reivindicaciones de los sectores populares históricamente marginados. 20 Antimonumento a los Héroes 3.7. Iconoclastia: La iconoclastia en la presente investigación adquiere un lugar importante porque significa el cuestionamiento por parte de diferentes actores sociales de la historia oficial, sus representaciones y los horizontes de pensamiento o sentido común que construyen. Así pues, los actos iconoclastas que se presentan en el caso se manifiestan como un acto político (Rojas-Sotelo, 2021, p. 12) en contra de los discursos establecidos y reproducidos bajo lógicas de exclusión, para poner en la opinión pública la vida y las representaciones de quienes han sido silenciados históricamente. Además de lo anterior, el concepto sirve para anclar la reflexión en torno al arte, la iconoclastia no sólo responde al derribamiento de estatuas, sino también a la pinta y las intervenciones en estas, a partir de una necesidad de plasmar reivindicaciones puntuales en el marco del Paro Nacional y el contexto que convoca hoy a la sociedad colombiana. Estas aproximaciones conceptuales anteriormente reseñadas, permiten analizar la complejidad del contexto actual en Colombia, para reconocer y dar a conocer los espacios de disputa actuales, respecto a las representaciones oficiales y el uso hegemónico del arte para proponerlo como una herramienta de disputa y transformación social, que aporta a las perspectivas de construcción de paz y resignificación de la memoria desde un lugar que supone su transformación en pro de un reconocimiento del pasado que pone en tela de juicio las representaciones oficiales, por significaciones arraigadas a las transformaciones que hoy vive el país y las necesidades de participación, reconocimiento y diálogo, sobre todo en momentos de grave crisis de violaciones a los derechos humanos. Para poder ahondar en las potencialidades transformadoras del arte con vocación social en el contexto colombiano, habría que avanzar en preguntas sobre ¿cómo el arte contribuye a la construcción de memorias transformadoras?, ¿quiénes son los principales hacedores del arte urbano que hoy llena las calles de Bogotá?, ¿contribuyen a Marco conceptual 21 resignificar los horizontes de pensamiento? y ¿cómo desde el hacer cotidiano se aporta a la transformación del sentido común de la población colombiana, las resignificaciones en torno al heroísmo, desde el cuestionamiento mismo de las estructuras oficiales de la historia de la patria y sus representantes? 22 Antimonumento a los Héroes 4. Contextualización Desde el año 2018 Colombia ha vivido escenarios de convulsión social que han desembocado en grandes movilizaciones a nivel nacional. Estas oleadas de protesta, han sido incluso reconocidas como uno de los escenarios democratizadores de los últimos 30 años, entre los que se encuentran el proceso constituyente de 1991 y el Proceso de Paz adelantado con las FARC-EP desde el 2012 (Uprimny, 2021). Estas iniciativas son apuestas de la sociedad colombiana por la construcción de diálogos que permitan la creación de una vida libre de violencia y en dignidad en el país, que lleven a la práctica las garantías expuestas en la Constitución y el respeto por los derechos básicos de la población colombiana. El Estallido Social en el país , se ha venido gestando en diferentes escenarios que dan3 cuenta de las inconformidades sociales actuales de la población colombiana; dos de los escenarios que le antecedieron fueron las movilizaciones del 21 de Noviembre del 2019, como un hecho histórico relevante para la protesta social en el país, que condensaron reivindicaciones tanto estructurales como contextuales. Seguido de esto, los escenarios de protesta realizados tras el asesinato de Javier Ordóñez en manos de la Policía Nacional en un Centro de Atención Inmediata (CAI) el día 9 de Septiembre del 2020 ,4 revivió el descontento social por el accionar desmedido de la Fuerza Pública y la crisis histórica de derechos humanos que atraviesa el país, para terminar finalmente en el escenario de movilización social iniciado el 28 de abril del presente año. Estas grandes acciones de movilización han estado atravesadas por una fuerte represión policial que han dejado importantes saldos[EM3] de violación a los derechos humanos, 4 Véase: El Tiempo (2020). Javier Ordóñez, el asesinato que sumió a Bogotá en caos. 3 Véase: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales-CLACSO (2021). Estallido social en Colombia, algunas pistas desde la trastienda. Contextualización 23 estigmatización de las juventudes, persecución política, mutilaciones, entre otras consecuencias del accionar desmedido por parte del Estado colombiano y particularmente del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD). La denuncia de estos contextos de violencia extrema y de cómo en Colombia la policía no está diseñada para garantizar la protesta social –sino por el contrario para evitar los procesos de movilización– se gestó desde diferentes escenarios propios del descontento juvenil. En este contexto, el Estallido Social se ha visto envuelto por graves escenarios de represión y a su vez también ha estado marcado por el arte y la cultura, como espacios de creación de diálogos sociales y de construcción de alternativas para avanzar hacia una sociedad en paz. En ese sentido, algunas de las iniciativas culturales identificadas se han convertido en espacios de denuncia de las condiciones históricas de represión social y muestra de la inconformidad ciudadana (especialmente de los jóvenes) con las condiciones de vida actuales, al tiempo que buscan la exaltación de los procesos de resistencia popular vividos a nivel nacional en diferentes ciudades del país, principalmente, durante la movilización del año en curso. Tal es el caso de los Antimonumentos, como escenarios de muestras artísticas que –como su nombre lo indica– van en contra de la construcción hegemónica de los monumentos propios de las élites nacionales y regionales, que buscan recordar hechos “magnos” o personajes históricos que en muchas ocasiones resultan en ocultamiento de la realidad del accionar de los supuestos próceres inmortalizados en monumentos oficiales. Así pues, en el marco del Estallido Social en Colombia fue posible encontrarse con diferentes movilizaciones que, en su repertorio de acción, desarrollaron la práctica del derribamiento de estatuas, lo cual da cuenta de unas disputas por el sentido común en la sociedad colombiana. En donde la protesta asiste como un espacio de lucha por los sentidos del pasado, el presente y la construcción delfuturo (Gómez, 2017, p. 121). Si bien este escenario parece nuevo y exclusivo en el contexto colombiano, es necesario hacer alusión a su auge actual en diferentes países del mundo, que buscan la construcción de la historia o la memoria histórica desde lugares transformadores, que 24 Antimonumento a los Héroes cuestionan las estructuras propias de las sociedades a nivel nacional e internacional, en búsqueda de denunciar el genocidio y el racismo estructural, sobre los cuales se erigieron los supuestos próceres o héroes de las historias oficiales de la construcción del Estado: “De Bristol a Bogotá, de Bélgica a Estados Unidos, las estatuas de hombres que en un primer plano fueron glorificados como héroes, hoy caen ante el peso de las protestas antirracistas, que exigen que los espacios públicos se liberen de figuras cuyo legado se construyó sobre el racismo y la esclavitud” (Rincón, 2020). Así pues, esas apuestas por la resignificación de los monumentos en un país como Colombia, atravesado por la violencia estructural, más que intentar borrar la historia, busca la deconstrucción de símbolos amparados por el colonialismo y diferentes ejercicios de violencia, para la construcción de simbologías reparadoras (Medina, 2021), en donde el litigio estético (Sierra, 2017) aparece como una herramienta de denuncia en los espacios conocidos como patrimoniales, sirve para denunciar las arremetidas por parte del Estado colombiano en cabeza del ESMAD, al tiempo que cuenta las historias de movilización, resistencia social y popular, así como la de las personas asesinadas en manos de la Fuerza Pública y de todas aquellas olvidadas y abandonadas por quienes se supone deben proteger y servir. Así, las paredes en algunas ciudades como Bogotá, Cali, Medellín y Bucaramanga han contado todas aquellas historias que los medios y discursos oficiales han intentado ocultar y tergiversar en medio de las jornadas de protesta social; nos referimos a las caras de personas asesinadas, desaparecidas y de las 6.402 personas víctimas de ejecuciones extrajudiciales, entre otras personas víctimas de crímenes estatales y paraestatales; estos rostros tiñen las calles de la ciudad de Bogotá, principalmente en corredores como el de la Calle 26 y lugares centrales para la movilización social en los últimos años. Uno de estos escenarios, es el del monumento a Los Héroes ubicado sobre la Autopista Norte con Calle 80, inaugurado en el año 1963 y declarado mueble de interés cultural en el año 2006 por la Alcaldía de Bogotá. Este monumento se erigió con la finalidad de conmemorar “las guerras de independencia, por lo cual sobre las caras de la torre en piedra están inscritos datos de Contextualización 25 las batallas libradas por el ejército independista” (Secretaría Distrital de Planeación). Con el paso de los años, en el marco de diferentes movilizaciones sociales, este monumento ha sido grafiteado con diversas consignas como “Héroes los campesinos” y más frases de denuncia y reivindicación. Sin embargo, fue con el Estallido Social en el país, que el monumento resultó más intervenido que en anteriores ocasiones, convirtiéndose en un ícono de la movilización social, un espacio de denuncia, de apoyo a la Minga Indígena, a la Primera Línea y, en general, a la lucha popular adelantada en las calles de la ciudad. 26 Antimonumento a los Héroes 5. Monumento a los Héroes: entre el oficialismo y la transformación Foto 5-1: Bitácora de Bogotá (2006). Breve historia del Monumento a los Héroes de la Independencia. Este 2021 se cumplen 202 años de la conocida Batalla de Boyacá por la que en su honor se alzó en el año 1955 el Monumento a los Héroes ubicado en la ciudad de Bogotá a la altura de la calle 80 con autopista norte. Esta clase de edificaciones tienen la intención clara de “eternizar el recuerdo de cosas memorables” (Caballero, 2017) con la finalidad individual y colectiva de acordarse o recordarle a las generaciones venideras la importancia del hecho histórico al cual hace alusión la obra arquitectónica. En este caso, el monumento fue ideado por Laureano Gómez en su período presidencial y llevado a cabo por Gustavo Rojas Pinilla a mediados de su mandato, “en sus muros están inscritos los nombres de los batallones que participaron en las batallas de la gesta libertadora y los de los soldados que pelearon en las contiendas” (Bitácoras de Bogotá, 2006) Estas representaciones hacen parte de la historia oficial de la construcción de Colombia como un Estado independiente, en pro de recoger a la población bajo símbolos colectivos que crean Nación y una identidad nacional: el reconocimiento de la importancia de la Monumento a los Héroes: entre el oficialismo y la transformación 27 patria, la bandera, el ejército, el himno nacional y estas guerras de independencia como base constitutiva de la sociedad colombiana, sin ningún cuestionamiento sobre el lugar del belicismo, sino por el contrario, en búsqueda de la exaltación del heroísmo bélico como un lugar fundamental para ganar la guerra y llegar a la independencia y la modernidad: “el propósito es causar terror o compasión, justificar la acción propia, criminalizar la ajena y convencer al público de la necesidad política de empuñar las armas” (Lopera, 2014, p.36) Así pues, “abordar los monumentos como formas de representación y materialización de la memoria, supone estudiarlos como campos de lucha política, instrumentos de poder, pero también lugares de la apropiación y resignificación de sentidos y memorias” (Castaño, 2018, p. 208). En ese orden de ideas, el lugar del arte en la construcción de esta clase de memorias, está al servicio del oficialismo, el cual busca dar cuenta de unas historias por encima de otras que pasan al olvido, en pro de la supervivencia de aquellas que responden a los discursos y las representaciones de la patria: “cualquier nación que buscara insertarse en el mundo moderno, civilizado y progresista debía tener el arte (…) como parte del repertorio de la comunidad imaginada y de las tradiciones inventadas” (Salgado y Corbalán, 2013). Aquí el arte tiene un lugar importante en la construcción de un sentido común que se forma cotidianamente desde cierta posición acrítica, en donde no hay realmente un cuestionamiento sobre los horizontes de pensamiento impuestos por las lecturas hegemónicas, en este caso, de la construcción de Nación y de las implicaciones de la formación del Estado como un constructo propio de la forma de dominación colonial/moderna, que no cuestiona el reemplazo de “las élites coloniales por élites criollas que reprodujeron las estructuras de dominación –racismo, heteropatriarcado, capitalismo y antropocentrismo–” (Gómez, 2016, p. 133) con su llegada a las esferas de poder de lo que se convirtió en el Estado colombiano. Sin embargo, al entender estos monumentos como campos de lucha, inmersos en relaciones de poder en torno a los imaginarios colectivos e individuales de la 28 Antimonumento a los Héroes construcción de la memoria que se consolida desde los lugares hegemónicos, es importante reconocer la existencia misma en el marco de estas historias oficiales, de otras formas de construir memoria, lejos de los relatos de los supuestos vencedores, hijos de unas formas de creación de la historia de Colombia como Estado-Nación, desde una perspectiva eminentemente violenta: “Siempre habrá otras historias, otras memorias e interpretaciones alternativas. Lo que hay es una lucha política activa acerca del sentido de lo ocurrido, pero también acerca del sentido de la memoria misma” (Jelin, 2005, p. 7). En este contexto entra en escena el arte para la transformación al momento de asociarlo con sentidos críticos de construcción de la historia y la memoria, lejos de las representaciones hegemónicas. Este tipo de arte encuentra y co-crea un escenario en donde “existe una disputa por los sentidos del pasado que desde el concepto de la memoria se ponen en escena o seocultan” (Gómez, 2016, p. 210). Esto resulta valioso para la coyuntura actual que atraviesa Colombia, al momento de cuestionar “¿cómo definir quiénes tienen legitimidad para narrar y hablar?” (Jelin, 2005, p. 9), al tiempo que también se cuestiona a quiénes se atribuye hegemónicamente la apropiación de la memoria, sus significados y su difusión, desde el poder simbólico que detentan. Estas discusiones buscan darle validez a los lugares de quienes han sido históricamente marginados de la producción de la historia, la memoria, el espacio público, entre otros escenarios. Los relatos de quienes no fueron los vencedores y de quienes siguen hoy siendo excluidos de las posibilidades de tener una vida en dignidad en Bogotá, se realizan lejos de la autorización oficial, que responde a la construcción de estos monumentos, en donde se cuenta cierta historia de construcción de país, que omite los silencios de quienes han sido marginados. Pese a que estas representaciones son reconocidas como parte del “patrimonio” no logran recoger la diversidad de perspectivas y realidades de vida de las personas a quienes supuestamente representan. Las personas “comunes”, aquellas de a pie, como los vendedores de dulces, cartillas para pintar, comida, música, o simplemente quienes transitan los espacios patrimoniales, no Monumento a los Héroes: entre el oficialismo y la transformación 29 son quienes están en las discusiones y decisiones respecto a dichas políticas sobre el patrimonio, aunque, por supuesto, en el discurso se afirme que tal o cual monumento declarado patrimonio representa su identidad (Gómez, 2016, p. 212) Teniendo en cuenta esta incongruencia en torno a los íconos propios del poder hegemónico y las incapacidades al momento de representar al grueso de la población, aparece en escena la importancia histórica que el arte ha tenido para presentarse como una alternativa para “contribuir no sólo a resignificar las experiencias negativas del pasado, sino a generar conciencia, reflexiones críticas, y aportar de alguna manera a la construcción de esa paz tan anhelada” (Parra-Ospina, 2017, p. 99) sobre todo en escenarios de convulsión social como el que atraviesa actualmente el país, en pro de la construcción de simbologías reparadoras que estén acordes a los retos del contexto actual y recojan a la población históricamente marginada, en donde se pone en cuestionamiento si realmente estas construcciones patrimoniales respetan y exaltan los valores de la dignidad, la libertad y la autonomía, como base para el desenvolvimiento del cuidado de la vida. Las representaciones artísticas ‘no patrimoniales’ están lejos de hacer parte de los discursos oficiales y por el contrario, han estado expuestas a contextos de persecución y estigmatización política bajo el discurso del “vandalismo” reproducido por los medios de comunicación hegemónicos, por no estar en el orden de lo autorizado por las élites del país y, peor aún, por realizar cuestionamientos radicales y cotidianos a estas mismas élites que las criminaliza. El escenario en el cual aparecen estas acusaciones sociales (Sierra, 2017) son principalmente los ámbitos de construcción de identidad desde el patrimonio usándolos como espacios de denuncia, adquiriendo una dimensión de litigio estético. Se denomina litigio estético al empleo del Patrimonio Cultural material o inmaterial, declarado o no por el Estado, como mecanismo social para denunciar, demandar o exigir a la sociedad o al estado, hechos o necesidades derivadas de la violación masiva de los derechos humanos, por parte de actores armados de diferente origen, que alteraron crudamente el orden cotidiano de la vida individual y colectiva. (Sierra, 2017, p. 11) 30 Antimonumento a los Héroes Pese a que estas expresiones artísticas de denuncia no son nuevas en Colombia, es necesario mencionar que en los últimos años de protesta social, sobre todo aquella que tuvo como protagonista al Movimiento Estudiantil en el país, creció la reticencia de cierto sector de la juventud y el estudiantado por el mal llamado “vandalismo”. Fue posible encontrar a jóvenes que en medio de las movilizaciones iban limpiando detrás de quienes con pintura, intentaban denunciar la realidad de la precarización de la Educación Pública en el país: “Con disolvente, agua, jabón, escobas, cepillos, estopa y demás elementos de aseo, los ciudadanos, que hoy son un símbolo en la capital, colaboraron en poner la casa en orden. Muchos de ellos son jóvenes que pertenecen a diferentes universidades” (El Tiempo, 2019). Lo anterior, pese incluso a que desde el año 2018 con la llegada nuevamente del uribismo a la presidencia de Colombia, se crearon y fortalecieron expresiones de descontento social juvenil, que todavía hoy siguen vigentes, en búsqueda de viralizar el espíritu de denuncia y la esencia misma del arte como herramienta de transformación desde el muralismo y el cartelismo, como es el caso de Puro Veneno, Resiste, Furiosa entre otras muchas apuestas, que más que ponerle cara a la denuncia y la resistencia desde el arte, buscan la ampliación del descontento social y el reconocimiento del arte callejero como un escenario valioso en contra de las falsas verdades de los medios de comunicación hegemónicos, la guerra y la estigmatización. Estos escenarios de reproducción de los discursos oficiales del vandalismo por parte del estudiantado, si bien fueron virales en el marco del Paro Estudiantil de 2018 y las movilizaciones del 21 de noviembre de 2019, se fueron transformando hasta llegar a las experiencias históricas de los últimos meses del 2021 en el marco del Estallido Social.[EM4] Estallido social en Colombia: iconoclastia juvenil para la transformación histórica 31 6. Estallido social en Colombia: iconoclastia juvenil para la transformación histórica Foto 6-1: El Tiempo (2021). Retiran estatua de Sebastián de Belalcázar del morro de Tulcán. En el 2020 y lo que va corrido del 2021 se han desarrollado espacios de protesta contra monumentos oficiales, protagonizado inicialmente por pueblos originarios del Suroccidente colombiano: “jóvenes Misak y Nasa, miembros activos de sus comunidades, en un acto iconoclasta tumbaron la estatua ecuestre de Sebastián de Belalcázar, el conquistador español a quién se le atribuye la fundación de Cali y Popayán, en lo alto del morro del Tulcán” (Rojas-Sotelo, 2021, p. 21). Este hecho particular llevado a cabo en el año 2020, animó el desarrollo de actividades parecidas en diferentes ciudades del país en el marco del Estallido Social, por lo cual es posible encontrar: el derribamiento de Gonzalo Jiménez de Quesada, rebautizando la Av. Jiménez con el nombre de Av. Misak, así mismo, los intentos de derribamiento de las estatuas de Cristóbal Colón e Isabel la Católica en la ciudad de Bogotá en la Calle 26, y las imágenes representativas del conservadurismo en Colombia, como son Gilberto 32 Antimonumento a los Héroes Alzate Avendaño en la ciudad de Manizales y Misael Pastrana Borrero en el Huila, e incluso los bustos de Simón Bolívar en el Departamento de Nariño (Carranza, 2021) y los incendios en la estatua ubicada en el Monumento a los Héroes. Estas iniciativas de protesta tienen como sujeto político fundamental a la juventud. Su reconocimiento como tal, implica darle un lugar importante en los procesos de transformación social que atraviesa el país. Sin embargo, es necesario no enunciarla como un sujeto único sino partir de las diversidades que la componen, en relación con las posibilidades del desarrollo de un proyecto de vida común o individual, el acceso a cierto tipo de derechos, que se encuentran relacionados con la procedencia de su clase social (Arias-Cardona, Alvarado, 2015). Con la claridad anterior, es importante mencionar que los protagonistas de estas movilizaciones son jóvenes de barrios y sectores populares empobrecidos, que vieron en este escenario de indignación las posibilidades para mostrarle a lasociedad colombiana la precarización de la vida, al tiempo que logran encontrar respuestas y horizontes en la movilización social, para la construcción de una vida más allá de las dinámicas de periferización de la existencia juvenil y de aquellas perspectivas que la encierran en los círculos de explotación capitalista a los que –por la misma lógica– no logran entrar (Reguillo, 2010). Estos jóvenes populares aparecen en escena desde unos lugares de disputa en donde la ciudad, su historia y su forma de construcción se vuelven campos de lucha, al momento de no sentirse recogidos en las formas más tradicionales de la construcción de historia y memoria. Por lo cual resulta importante la resignificación y creación de otros horizontes de pensamiento, de un sentido común crítico que logre cuestionar a la cultura dominante, dando un lugar valioso a la cultura popular para la construcción de escenarios de transformación, en donde el arte asiste como un lugar para subvertir la historia oficial y dar lugar a los relatos y memorias de la exclusión, contrario a los discursos hegemónicos autorizados por el Estado y materializados en estas grandes e imponentes estatuas y Estallido social en Colombia: iconoclastia juvenil para la transformación histórica 33 monumentos, como sugiere Yolanda Sierra al abordar el litigio estético y los sujetos políticos detrás de él. El litigio estético es propio de comunidades marginales. El concepto de marginalidad, nos sugiere un límite, borde o canto, algo que está distante de lo nuclear o central. Las comunidades marginales representan un grupo poblacional que por cuestiones históricas, geográficas, culturales o ideológicas, no cuentan con una presencia real y del estado, ni acceso a los derechos mismos en sus territorios, o en sus campos de acción ( 2017, p. 12). Aunado a lo anterior, el repertorio de denuncia en el proceso de movilización durante el Estallido Social se vio marcado por estos escenarios de derribamiento de estatuas como un ámbito iconoclasta, en donde también se viralizó la pinta y la transformación de los monumentos oficiales que no representan al grueso de la población desposeída y empobrecida que se movilizó por la transformación de las condiciones contextuales arraigadas a la crisis económica, profundizada por la pandemia del Covid-19, pero también por las condiciones históricas y estructurales de la exclusión. Así pues, el litigio estético como este repertorio de acción de las juventudes populares, logra poner en escena la desigualdad material a la que el grueso de la población colombiana tiene que enfrentarse, al tiempo que hace denuncia de los hechos de violencia vividos en el marco de la protesta. Como bien se mencionó, Colombia desde el año 2018 ha vivido fuertes procesos de movilización en diferentes ciudades del país. Estas grandes jornadas de protesta han dejado un sinnúmero de manifestantes asesinados, principalmente jóvenes que salieron a las calles a exigir posibilidades de acceso a educación como el caso de Dylan Cruz, asesinado por un disparo ilegal por parte de un agente del ESMAD en el centro de Bogotá en el año 2019; las más de 8 personas asesinadas en disturbios contra la brutalidad policial en diferentes barrios de la ciudad, tras el asesinato del abogado Javier Ordóñez en el 2020 (France24); Lucas Villa asesinado por hombres no identificados en una camioneta blanca en la ciudad de Pereira en el marco de las protestas en contra de 34 Antimonumento a los Héroes la Reforma Tributaria, o Santiago Murillo asesinado por la policía a tan sólo unas cuadras de su casa. Este contexto desolador, como la desaparición forzada en el caso de Duvan Felipe Barros, desaparecido en el marco de las movilizaciones en el suroccidente de la ciudad y encontrado muerto el día 11 de julio, un mes después de su desaparición (Contagio Radio), o los cuerpos desmembrados encontrados en barrios aledaños al Portal Américas, lugar central de la movilización social en la ciudad de Bogotá y en lugares aledaños al Río Cauca, provocó hechos de indignación social y política por el poco respeto ante la vida por parte de quienes deberían proteger, servir y ser garantes del derecho a la protesta social en el país, así como por ser las juventudes las principales víctimas de estos escenarios propios de la más cruenta época del auge paramilitar. Son precisamente estos hechos de violencia estatal y paraestatal los que ponen en evidencia para las juventudes la poca representación y respeto de las instituciones del Estado por los derechos más básicos de la población Colombiana. El descontento social contra el Ejército y la Policía Nacional a partir de su accionar indiscriminado y su presencia cotidiana en los barrios que los convierte en campos de batalla, en donde los y las jóvenes son un blanco fácil, ponen en cuestión el discurso en torno al heroísmo de los medios oficiales, del Ministro de Defensa Diego Molano, que lejos de rechazar el uso ilegal de la fuerza por parte del ESMAD, en el marco de su Moción de Censura en el Congreso, los presenta como héroes ante los medios nacionales e internacionales (Publimetro, 2021). A partir de estos discursos el Ministerio de Defensa iguala la defensa popular del mal llamado “vandalismo” con el accionar organizado, armado y sistemático de las fuerzas del Estado, infundiendo un falso terror en la población contra quienes se movilizan en contra de la brutalidad policial y por una vida en dignidad en el país. Estas representaciones de las fuerzas armadas como héroes, incluso tras el asesinato, la desaparición forzada, la tortura, la violencia sexual, entre otros actos cometidos por agentes de la Policía Nacional en el país, se convierte para los jóvenes en escenarios de Estallido social en Colombia: iconoclastia juvenil para la transformación histórica 35 disputa por el reconocimiento de las personas asesinadas por el Estado como los verdaderos héroes de la lucha social y popular, por ser aquellos que merecen aparecer en las historias oficiales, en los monumentos representativos de la ciudad y los que deben bautizar las calles y los rincones de los barrios. Estas disputas sociales por el reconocimiento de los y las compañeras violentadas y asesinadas en el marco del Estallido Social son también disputas por la construcción de otros horizontes de pensamiento, en donde el heroísmo de despatriotiza, para avanzar en cuestionamientos profundos y radicales a las estructuras militares del Estado colombiano y poder poner en escena la importancia de las reivindicaciones de las juventudes en el país para la transformación y la construcción de paz. 36 Antimonumento a los Héroes 7. Antimonumento a los Héroes: la disputa juvenil por un sentido común crítico Foto 7-1: RCN Radio (2021). Monumento a Los Héroes y su significado en la protesta ciudadana. Los escenarios de tensión y conflicto son necesarios en sociedades que se autodenominan democráticas, a raíz de la capacidad transformadora que puede tener intrínseca una “adecuada” tramitación del conflicto, evitando su desencadenamiento en escenarios de violencia. Esto permite entenderlo como crisis y a su vez como una oportunidad (Concha, 2009) para hacer nuevos pactos sociales, construir otros acuerdos desde el reconocimiento de las inconformidades sociales, las apuestas y las visiones del pasado y el futuro de quienes se movilizan. Esta forma de comprender el conflicto, trae una reflexión en torno al papel de los movimientos sociales en las sociedades democráticas, los cuales, según Cruz (2012) si bien no son eminentemente democráticos, sí contribuyen de diversas maneras a la democratización de las sociedades y sus sistemas políticos (p. 2), al momento de entrar en una disputa social abierta por dotar de contenido el qué es la democracia, que permita Antimonumento a los Héroes: la disputa juvenil por un sentido común crítico 37 superar su comprensión únicamente desde el escenario institucional,de las elecciones periódicas y cierto nivel de participación social, para reconocer su sentido más sustantivo, en donde: La democracia no sólo requiere derechos y libertades formales, sino también las condiciones materiales para su ejercicio, igualdad de oportunidades, cierto grado de igualdad socioeconómica, educación ciudadana o acceso a la información necesaria para ejercer la ciudadanía, y respeto a la diferencia (Cruz, 2012, p. 6). Desde esta visión, los movimientos sociales no son muestra necesariamente de escenarios de ingobernabilidad –en donde se legitiman como precisos ciertos procesos de pacificación– sino que por el contrario, es en el desarrollo del repertorio de acción, del litigio estético del que se ha hecho mención, que se ejercen otras formas de participación más directa, cuyo escenario por excelencia es la calle en donde “las personas pueden aprender en la práctica las implicaciones que tiene el ejercicio de la ciudadanía activa” (Ib. p. 9) y desde allí, poner sobre la mesa las incomodidades sociales y las apuestas para la transformación. Es precisamente este escenario al que asisten las juventudes en los últimos años de movilización social en Colombia. Quienes desde el reconocimiento como un actor importante ante la crisis de derechos humanos que vive actualmente el país, salieron a la calle a apostar por la construcción de otros imaginarios sociales, donde el héroe no es más aquél policía o militar que ha protagonizado histórica y actualmente el asesinato, la persecución, las mutilaciones y la estigmatización de las juventudes, sino todo lo contrario. En este contexto de movilización, se pone en tela de juicio las construcciones más conservadoras que, como ya se mencionó, responden al patriotismo y el intento por la construcción de nación, para poner en escena a las personas asesinadas, desaparecidas y encarceladas en los últimos meses por salir a la calle a exigir condiciones más dignas de vida. 38 Antimonumento a los Héroes “La movilización funcionó más como un mecanismo o vehículo para hacer activismo, pero también para construir realidades de vida digna. Significó una forma de juntarnos y construir movilización juntes” (ContraMarcha, 2021). Justamente en esto se basaron las intervenciones en el Antimonumento a los Héroes. Allí se pusieron en discusión las representaciones de estos grandes hitos patrióticos –los cuales son principalmente masculinos– para ahondar en preguntas en torno a “quién tiene la producción de este espacio y quién tiene la producción de estos monumentos”(CESCA, 2021), a qué responde su masculinización y porque las personas excluidas como las mujeres siempre aparecen atadas de manos, o no hay representaciones monumentales de mujeres trans o personas disidentes del género, entre otras preguntas que apuntan hacia la transformación de los imaginarios sociales y la construcción de otras representaciones y simbologías. Así pues, la construcción o transformación del Monumento, no tiene una línea marcada de intervenciones, estas corresponden a la participación activa de un sinnúmero de personas que tienen procedencias y apuestas políticas diferentes. En ese sentido, no es sólo un espacio de denuncia de la violencia estatal o paraestatal, sino también de los distintos tipos de violencia a los cuales están sometidas ciertas poblaciones, incluso en estos grandes escenarios de movilización social: “la construcción del antimonumento ha sido colectiva, mucho parche se ha juntado y ha intervenido y el espacio gráfico que construímos fue con la contramarcha, el espacio político con mis compañeres y buscó usar el monumento para denunciar prácticas dentro del mismo movimiento social como el machismo y la homofobia dentro de las primeras líneas” (Sergi, 2021), en una apuesta por crear espacios libres de todo tipo de violencia. La posibilidad de poder jugar con el patrimonio y sentirlo parte activa de los procesos sociales de transformación, implica unos giros trascendentales en cómo se entienden y se perciben los monumentos, ya no es aquel intocable que debe ser mirado hacia arriba, sino el espacio en el que todo es susceptible de ser intervenido a partir de la expresión de la gente en la calle y de reivindicación social, donde se desélitiza la monumentalidad y Antimonumento a los Héroes: la disputa juvenil por un sentido común crítico 39 el arte mismo, con ocasión de ser utilizado por cualquiera. La herramienta del arte como parte de los escenarios de disputa y cambio social, tuvo la posibilidad de hacerse más visible con el Acuerdo Final, a partir del cual instituciones como la Comisión de la Verdad, han reconocido su importancia para abordar formas de construir historia y memoria. Es con el arte donde se marca el precedente y pasa a la posteridad diferentes hitos sociales, no es el arte per sé el fin, sino el medio por el cual se aborda y se modifica la sociedad. “Este arte que nació de los jóvenes, que nace de lo horizontal, de lo popular y lo colectivo es el que está llamado a transformar la realidad social, más que otras formas de arte. El que hacen específicamente los jóvenes y que se va más por la música, más alternativa, y el graffiti como una forma importante de denunciar” (Sergi, 2021). Con estas apuestas se hace explícito un lugar de disputa por el sentido común en las intervenciones del Monumento a los Héroes, en función de poner en evidencia hasta qué punto los himnos, próceres y banderas logran recoger a la diversidad que compone la ciudad: sus apuestas por la vida digna, por la educación pública y muchas otras banderas de lucha que se alzan hoy en las periferias de Bogotá y desde las identidades precarizadas, a las que estos grandes monumentos no sólo no les dicen nada, sino que tampoco las representan, ni buscan hacerlo. En esa vía es que se ponen en juego las formas artísticas que sí encarnan y simbolizan las apuestas por una vida libre y en dignidad para toda la sociedad colombiana, para lo cual es necesario avanzar social e institucionalmente, hacia escenarios de verdadera participación y representatividad. Es a raíz de la pérdida de legitimidad de las representaciones patrimoniales más hegemónicas, que las juventudes hoy en Bogotá asisten al litigio estético, que da pie para la construcción del Antimonumento a los Héroes, en donde se busca crear sus propias apuestas por la identidad individual y colectiva, por dar a conocer sus luchas y sus reivindicaciones. Como una apuesta por auto-otorgarse un lugar valioso, negado históricamente, en torno a la posibilidad de crear patrimonios propios, donde la diversidad cultural, identitaria, política y artística sean escenarios constitutivos del espacio público y de la historia que se quiere construir, como avances necesarios para verdaderos caminos de construcción de paz en un país históricamente golpeado por la violencia. 40 Antimonumento a los Héroes “El Monumento a los Héroes en Bogotá, va a quedar en la memoria colectiva de las personas y va a ser que trascienda la denuncia colectiva, el entender que las personas están cansadas de la guerra y que el arte ha sido una forma de sanar y una forma en la que se construye verdad y no repetición” (Sergi, 2021). Este escenario particular le da un valor diferente a la memoria. El monumento que por muchos años se exhibió como el orgullo de la ciudad a partir de la construcción oficial de la historia, presenta hoy la posibilidad de hacer realmente de Bogotá la ciudad cuidadora que se propone la alcaldía actual de Claudia López. A partir de la transformación en Antimonumento se puede y debe empezar a hablar de una ciudad reparadora con las comunidades que han sido marginalizadas (CESCA, 2021), no sólo desde la institucionalidad sino apuntar a reconocer esta transformación visual de Los Héroes, como una experiencia de auto reparación simbólica. La cual busca exponer otro ámbito de construir historia desde la transformación, en donde se le da lugar a las personas alas que le arrebataron la vida en la movilización social y aquellas históricamente excluidas de la producción del espacio y de la construcción de la memoria oficial. Yo creo que hay que empezar a gestionar apuestas colectivas de memoria. La de Cali es una bien particular (...) es una apuesta que la gente se pensó, que se construyó entre toda una comunidad del barrio, que todo el mundo trabajó para que funcionara y yo creo que eso genera la identidad que los monumentos no generan. Las estatuas [elitistas] la gente no sabe quién es, ni qué hace, ni qué hizo. El patrimonio está vivo en la medida que la gente se relaciona e interactúa con él” (ContraMarcha, 2020). Así pues, este escenario de movilización a nivel nacional, desde el Antimonumento a los Héroes, hasta el “Cali-Resiste” (el Antimonumento de Puerto Resistencia) se consolida como una apuesta por plasmar en las calles los aprendizajes, las pérdidas y los avances de la protesta social y configuran una disputa por el sentido común desde la necesidad de construir representaciones colectivas, en donde se cuestiona críticamente los discursos reproducidos por los actores hegemónicos, los medios de comunicación y la Antimonumento a los Héroes: la disputa juvenil por un sentido común crítico 41 historia oficial, que instala en el sentido común ciertos ejercicios de estigmatización de las personas que se movilizan y su repertorio de acción bajo el discurso del vandalismo. Tras estos imaginarios sociales más hegemónicos no existen cuestionamientos profundos sobre el accionar ilegal del Estado, que ha llegado incluso a realizar allanamientos ilegales a jóvenes días previos a grandes movilizaciones, en busca de supuestos “incitadores a la violencia” (El Tiempo, 2020) y otras acciones, como el caso de la violencia sexual hacia mujeres protestantes, que buscan plasmarse en la calle y las paredes del Antimonumento a los Héroes y demás espacios construidos como grandes lugares de encuentro y movilización. Por el contrario, el sentido común que se pone en escena con el litigio estético y las memorias con potencial transformador en el marco del Antimonumento, es aquel que cuestiona profundamente los discursos policivos propios de la estigmatización, en donde más que posibles escenarios de la supuesta “incitación a la violencia” el arte asiste como la posibilidad de transmitir ideas, de “denunciar en el espacio público, porque no hay espacio en los medios (...) para que los jóvenes, sobre todo los jóvenes precarizados, accedan para hacer denuncias (ContraMarcha, 2021) y es allí en donde la calle aparece como la única posibilidad de hacerlo activa y colectivamente. Además, aparecen en escena, con gran importancia y contundencia, los grupos sociales políticamente excluidos del uso de la calle, de la posibilidad de denuncia y de la participación política activa en escenarios institucionales. Lo que antes estaba relegado en el movimiento social, como las mujeres, el movimiento indígena, las disidencias sexuales aparecen hoy para liderar las movilizaciones, “hoy son estos los héroes, ahora la historia ya no la cuenta el que ganó” (Sergi, 2021) sino todas las personas que han perdido la guerra y son potenciales víctimas de perder la vida ante el conflicto armado, la violencia sexual, la persecución política y la falta de garantía para acceder a una vida digna. 42 Antimonumento a los Héroes En ese sentido, se transforman, crean y recrean los imaginarios sociales. Se construyen otras nociones del espacio público, se da lugar a la construcción de un sentido común crítico, para crear escenarios de construcción de memorias con potencial transformador, que permitan una mirada reflexiva hacia el pasado para seguir avanzando hacia el país que se quiere construir, con los anhelos de paz, solidaridad y vida digna a los que asiste la sociedad colombiana en el escenario de transición política y resolución dialogada de los conflictos. En estas representaciones creadas popular y colectivamente, resulta valiosa la resignificación de los espacios, haciendo hincapié en la lucha cotidiana de jóvenes en el marco del Estallido Social. “Uno sabe que el Portal Resistencia es el antiguo Portal Américas, o que el Puente de la Dignidad queda en Usme. Incluso otros lugares que no cambiaron de nombre, pero sí de estética, como el Monumento a Héroes, se convirtió en uno de los puntos de explosión artística, sobre todo del graffiti, más importantes de Bogotá” (ContraMarcha, 2021). El ejercicio del arte apunta entonces a escenarios de cuidado y reparación (Urbanismo queer, 2021), en donde resulta valiosa la organización y las luchas sociales en pro de la dignidad, la autonomía y libertad, en una apuesta contra el silenciamiento y la reapropiación de calles y de monumentos, en donde cambian las nociones que se tienen de la ciudad y de la apropiación del espacio público. Así pues, el Monumento a los Héroes ya no simboliza la oda de la ciudad al belicismo de las Fuerzas Armadas, a la patria y la construcción del Estado-Nación, sino que representa un escenario donde se disputa el sentido común desde el graffiti y otras expresiones de arte callejero juvenil, que buscan inmortalizar en paredes y pisos los nombres y las luchas de las personas que hoy ya no están, a causa del accionar ilegal del Estado. La manifestación artística, el baile, la música y las proyecciones aparecen en escena como lugares pacíficos de resistencia a la guerra, de muestra de las inconformidades sociales, en donde también se proponen otras formas de organizar la vida. Adquiere relevancia la cocina y la comida comunal, la alegría de estar vivos, que juegan con la tristeza y el llanto por la muerte y la violencia ocasionada por agentes del Estado, pero Antimonumento a los Héroes: la disputa juvenil por un sentido común crítico 43 donde sobre todo, aparecen y se consolidan los anhelos de construir una sociedad en paz. 44 Antimonumento a los Héroes 8.Algunas conclusiones finales La movilización social en Colombia tiene muchos ires y venires que son necesarios matizar. Las grandes oleadas de protesta en muchas ocasiones responden a escenarios coyunturales, que se convierten en respuestas defensivas, contra la posible implementación de medidas gubernamentales que podrían incurrir en ejercicios de precarización de la vida. En ese sentido, un aprendizaje histórico de la protesta en el país, es la necesidad de crear espacios de organización social, gremial y política a nivel nacional, que permita no sólo responder ante eventuales reformas antidemocráticas, sino generar espacios de encuentro y propuesta, para avanzar en la transformación de las condiciones de vida. Aún así, este escenario al que asiste hoy la sociedad colombiana, presentó unos avances particulares e históricos, “la resignificación de la ciudad fue el máximo logro, con lugares que cambiaron de nombre y que se ven distintos. Héroes fue el punto que cobró relevancia” (Bogotart, 2021) por convertirse en un espacio de resignificación, participación y acción directa no violenta, que encontró en el arte la posibilidad de expresarse críticamente y de instalar en el sentido común de la sociedad colombiana otros horizontes de pensamiento, donde se reconoce el potencial transformador de la movilización, de la ciudadanía activa y de la organización social. En este escenario se enfrentó críticamente el concepto del patrimonio, las representaciones oficiales reproductoras de ejercicios de normalización y se puso en tela de juicio a quienes establecen los parámetros de dónde, cuándo y quiénes pueden ejercer la ciudadanía (Urbanismo queer, 2021). Así mismo, es posible encontrar una apuesta por reconstruir lo que significa el patrimonio, para avanzar en su construcción desde el lugar del cuidado y la reparación, que más que presentarse como una apuesta Algunas conclusiones finales 45 por la hegemonía, hace alusión a una apuesta por la dignidad, la autonomía y la libertad, estosmínimos éticos de la Acción Sin Daño cobran relevancia en la movilización, sobre todo aquella que se piensa desde la acción directa no violenta. Así pues, estos nuevos patrimonios construidos socialmente, dan cuenta de la necesidad del respeto por los derechos humanos en una sociedad que busca transitar hacia la paz. Cobra gran importancia la libertad, no sólo la física, sino también la de expresión necesaria para hacer uso del arte y el graffiti para crear opinión pública, la cual es base de las sociedades democráticas. En el mismo sentido, aparecen la dignidad y la autonomía como esenciales en el respeto por la diferencia, por la vida y el libre pensamiento que permita visibilizar todo aquello que no ha hecho parte del espacio público, pero que también compone la ciudad de Bogotá. Allí donde aparece “el valor social que le otorgan las personas a estos patrimonios” (ContraMarcha) construidos socialmente, a raíz de reconocerse partícipes de él. “Es este gran espacio de denuncia, se ha vuelto el espacio de la memoria, lo que no se podía decir duramente muchos años en voz alta o en público, hoy lo vemos en esos muros. Por un lado la cara de Uribe que es muy diciente [sobre] el rechazo a esa actitud guerrerista y por el otro lado la cifra de víctimas de falsos positivos” (Sergi, 2021). Aquí los patrimonios sí dicen, si representan y dan cuenta de los momentos históricos que atraviesa el país hoy. Como se ha reconocido por el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural el Monumento debe ser demolido para la construcción de la primera línea del metro , sin embargo, a raíz de la importancia de la intervención de éste en el marco del5 Paro Nacional, se ha pensado incluso la posibilidad desde la administración distrital de “adelantar acciones para conservar las memorias de lo que ha significado este elemento como hito urbano y referente de la capital” (El Nuevo Siglo, 2021), como un primer paso para desligarse del discurso del vandalismo y reconocer la importancia del arte para la transformación en los escenarios de convulsión social, donde son importantes que las 5 Véase: El Tiempo (2018). El Monumento a los Héroes será reubicado para darle paso al Metro. 46 Antimonumento a los Héroes acciones permanezcan por más tiempo, “que el muro lo diga, que el muro lo denuncie y que la pared hable” (Sergi, 2021). Si bien la pinta y el graffiti no necesariamente recogen a toda la sociedad colombiana, sí visibiliza los espacios de exclusión históricos. Allí se cumple la función de incomodar a quienes nunca se han preguntado lo que hay detrás de la pinta que denuncia diferentes formas de violencia. Desde ese ejercicio de incomodidad se alude al sentido común, se invita a cuestionar el discurso hegemónico del vandalismo, la persecución histórica de los medios de comunicación con los estudiantes, los jóvenes, las mujeres, las personas negras, indígenas y/o cualquier persona racializada y/o pobre, para dar cuenta que esa es precisamente la composición social de la ciudad y es necesario crear las condiciones de acceso a derechos y a vida en dignidad para quienes han sido excluidos de estas posibilidades. “El graffiti sigue siendo aquella manifestación de comunidades que no han tenido la oportunidad de comunicarse, por una planeación hecha desde una normativa lejana de las realidades sociales” (Fapedraza, 2020). Además de lo anterior, el uso del arte y la cultura, posiciona un escenario libre de violencia que busca expresar las inconformidades sociales desde ámbitos pacíficos, que más que responder a la violencia estructural con más violencia, buscan abrir espacios colectivos para pensar los caminos y las rutas de acción para la transformación individual y colectiva de la sociedad colombiana. Así, si bien la pinta de las paredes refleja aquello de lo que se está en contra, también refleja posibilidades de cambio, propone escenarios de diálogo para avanzar en caminos de construcción de paz y salida del conflicto. En el contexto actual es necesario que las representaciones oficiales de la construcción de memoria y de historia de Bogotá tengan como base el reconocimiento de las distintas realidades y composiciones sociales de la ciudad, los anhelos de vida, las perspectivas de qué debería ser la democracia, de cómo se pueden construir realidades lejos de los ejercicios de violencia extrema que se han vivido durante más de 60 años en el país. Abrir diálogos desde la institucionalidad que permita escenarios de resignificación de lo Algunas conclusiones finales 47 patrimonial, desde la diversidad, no la construcción de un patrimonio único, unitario y unificado, sino muchos patrimonios, que pueda reconocer diferentes posiciones y su forma de contribuir a la vida. Así, no es el arte el que está llamado a transformar la realidad social, sino todas las personas detrás de él que lo usan y lo socializan, para apropiarse y construir verdades sobre el conflicto y la paz, sobre la vida digna, en donde se transforman los metarrelatos construidos por los discursos belicistas, para darle espacio a otras posibilidades de vida individual y colectiva. Aquí el conflicto, más que un espacio que debe ser suprimido, se configura como un escenario de posibilidad para la transformación, se pone en escena los anhelos de paz de las personas y la sociedad en su conjunto, para idear otras formas de relacionarse, de cuidar la vida libre de cualquier tipo de violencia. Si bien, las reflexiones son variadas y es importante seguir ahondando en ellas, este es un aporte individual en perspectiva de seguir construyendo paz territorial desde diferentes escenarios, donde la libertad y la dignidad sean mínimos de cuidado, autocuidado y vida digna, que permitan avanzar en escenarios cada vez más amplios de justicia social. Bibliografía 48 9.Bibliografía Aguirre-García, J; Jaramillo-Echeverry, L (2010). La ciencia y el sentido común: por la enseñanza de un sentido común crítico. ISSN 0123–1294 | Educ.Educ. Vol. 13, No. 3. Colombia. Castiblanco, A (2009). Ciudad y Memoria: los monumentos y la cultura popular de la Bogotá de fines del siglo XIX y principios del XX. Revista Colombiana de Educación, núm. 57, julio-diciembre, Universidad Pedagógica Nacional Bogotá, Colombia. Recuperado de. https://www.redalyc.org/pdf/4136/413635251004.pdf Contagio Radio (2021). Encuentran asesinado a Duvan Felipe Barros, el joven desaparecido en Portal Resistencia. 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