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Arte-Modulo-3-Hojas-internas

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Acción sin Daño
 y Construcción de Paz
3 Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin Daño
Con el apoyo de:
Fernando Estrada Ramírez
Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia
 Estrada Ramírez, Fernando, 1963-
 Acción humanitaria, desarrollo, enfoque sensible al conflicto y acción sin daño / Fernando Estrada Ramírez. -- Bogotá : 
 Universidad Nacional de Colombia. Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia (PIUPC), 2010
 xxx p., il. -- (Acción sin daño y construcción de paz , M3)
 
 Incluye referencias bibliográficas
 
 ISBN : 978-958-719-623-8
1. Asistencia humanitaria - Historia 2. Cooperación internacional - Historia 3. Derecho internacional humanitario
 4. Víctimas del conflicto armado – Colombia 5. Conflicto armado – Colombia 6. Acción sin daño I. Tít. II. Serie
 CDD-21 303.66 / 2011
Primera edición; Bogotá D.C., 2011
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al 
Conflicto y Acción sin Daño
 Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá 
Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Trabajo Social
Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia – PIUPC-
Calle 44 No. 45 – 67, Unidad Camilo Torres, Bloque 1, Oficina 601
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Dirección académica
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Coordinación editorial 
Liz Yenny Vanessa Londoño Piñeros 
Comité editorial
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Ángela Cristina Sánchez Lemus, Gloria Inés Retrepo Castañeda, Yaneris Alvis
Revisión de textos
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Diseño y diagramación
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Fotografías
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Archivo Borja Paladini Adell - www.borjapax.org
Foto portada: 
De la serie “Miradas”, Título: Juan David, 
Autor: Edwin Cubillos, Altos de Cazucá, Soacha
Impresión
Imágenes IPD
Bogotá D.C., 2011
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ISBN Volumen: 978-958-719-623-8
Las opiniones y los énfasis destacados en el texto, son de exclusiva 
responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de 
la Universidad Nacional de Colombia, COSUDE, ni GIZ 
Autor 
Fernando Estrada Ramírez
fernandoestradaramirez@yahoo.com
Contenido
PRESENTACIÓN 
OBJETIVOS
MAPA CONCEPTUAL
UNIDAD 1. FUNDAMENTOS HISTÓRICOS Y FILOSÓFICOS
1.1. Aspectos históricos
1.2. Aspectos éticos 
1.3. Noción, características, contenidos y objetivos de la Acción Humanitaria
UNIDAD 2. PROBLEMÁTICAS HUMANITARIAS CONTEMPORÁNEAS
2.1. Los códigos de conducta humanitarios 
2.2. Neutralidad e imparcialidad 
2.3 El acceso y la injerencia 
UNIDAD 3. REFLEXIONES SOBRE EL DAÑO EN LA ACCIÓN HUMANITARIA 
3.1. Acción Humanitaria como apéndice de la política exterior 
3.2. Las deficiencias en el personal 
3.3. El apego jurídico 
3.4. Enfoque Do no harm
3.5. Aproximaciones a una Acción Humanitaria sin daño
3.5.1. Asistencia y protección a victimas 
3.5.2. La prevención desde la perspectiva estatal
BIBLIOGRAFÍA CITADA Y DE REFERENCIA
Anexo 1. Historia de la Acción Humanitaria
Anexo 2. Aproximaciones a una Acción Humanitaria sin Daño
Anexo 3. Aspectos Éticos
Anexo 4. El análisis estructural y la Acción Humanitaria
Anexo 5. El concepto de víctima
Índice de graficas
Gráfico 1. Grafico de Michotte
Gráfica 2. Métodos de intervención operacional 
4
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7
7
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13
19
19
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39
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127
139
95
96
Presentación
“Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad”
Jean Paul Sartre
El presente documento recoge los aspectos conceptuales, así como los casos de estudio y 
las herramientas de evaluación sobre “Acción Humanitaria y Acción sin Daño”. Se compone 
de tres capítulos en los cuales se busca:
Realizar una aproximación a los fundamentos históricos y los conceptos éticos que orientan la 
acción humanitaria; seguidamente, brindar una noción y características de la Acción Humani-
taria (AH), sus contenidos y objetivos, para llegar a una aproximación del concepto de acción 
humanitaria integral.
 
Abordar las principales problemáticas relacionadas con la concepción y las prácticas de la AH, 
dentro de las que se destacan el trabajo con las víctimas, la acción humanitaria y el desarrollo, 
los actores relevantes en la AH, los códigos de conducta humanitarios, y los debates alrede-
dor de la neutralidad, la imparcialidad, y la injerencia.
Consecuente con el estudio de estas problemáticas, valorar en el capítulo final, las situacio-
nes o tipos de daño en el contexto colombiano, relacionados con las prácticas estatales y la 
cooperación internacional y el comportamiento de los agentes humanitarios, elementos toma-
dos del enfoque Do No Harm, aplicables al contexto colombiano.
Este documento finaliza con el planteamiento de una serie de perspectivas y metodologías 
para la reflexión y la construcción de parámetros de una AH sin daño, consideradas de cara 
al contexto nacional.
Objetivo General
Identificar y apropiar los conceptos y metodologías que permitan el desarrollo de estrategias 
en materia de Acción Humanitaria, e incorporar pautas y reflexiones sobre la Acción sin Daño.
En este sentido, busca promover una reflexión sobre la noción, las características y el origen 
histórico de la Acción Humanitaria, y aproximar una noción sobre el daño en la AH, así como 
plantear la discusión sobre algunas metodologías para la construcción de parámetros de una 
AH sin daño en el entorno de la crisis humanitaria colombiana.
Mapa Conceptual
Fundamentos 
históricos y 
fi losófi cos
Noción, características, 
contenidos y objetivos de 
la Acción Humanitaria
Refl exiones sobre el daño 
en la acción humanitaria y 
aproximaciones a una Acción 
Humanitaria sin daño
ACCIÓN HUMANITARIA Y ACCIÓN SIN DAÑO
7
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin Daño M 3
1.1. Aspectos históricos
Se suele ubicar el sentido y origen de la Acción humanitaria (AH), al menos en dos tipos de 
escenarios:
UNIDAD 1
FUNDAMENTOS HISTÓRICOS Y FILOSÓFICOS1
Fo
to:
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An
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íaz
 B
on
illa
La AH vinculada con los métodos y los 
medios utilizados por los cuerpos armados 
en diferentes épocas y regiones, para con-
ducir las hostilidades y paliar así los efec-
tos de la guerra entre quienes no participan 
de manera directa. Esto dio origen al mov-
imiento de carácter internacional el Comité 
Internacional de la Cruz Roja, liderado y 
fundado por Henri Dunant, movimiento que 
dio forma e institucionalizó la Acción Human-
itaria moderna.
La AH asociada, aunque sin una determi-
nación histórica, con el surgimiento de sen-
timientos de fi liación a la caridad o la jus-
ticia, desde fundamentos religiosos y/o 
fi losófi cos, presentes en escenarios de 
desastres sociales, y que se asumen como 
deberes morales inherentes a cada ser hu-
mano. Asimismo, parten de la necesidad de 
reestablecer la convivencia e involucrar a los 
Estados y a organizaciones internacionales 
en la garantía de los Derechos Humanos.
ESCENARIO 1 ESCENARIO 2
1. Un análisis ampliado de los aspectos históricos relevantes de la Acción Humanitaria puede consultarse en el anexo 1 de este 
documento
8
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin DañoM 3
Sin demeritar el valor ético – fi losófi co que 
tienen ambas concepciones, valga decir, 
frente a la primera, que en cierta medida 
enmarca el origen de la Acción Humanitariaen una especie de “mito fundacional”, en el 
cual de repente se hizo la luz para el trabajo 
humanitario a partir de 1859, gracias a la ge-
nialidad del fundador del CICR, quien, pro-
fundamente conmovido por los desastres de 
la guerra imperial europea, echó a andar un 
movimiento de sensibilidad, el cual terminó 
arropando al mundo entero. De esta mane-
ra, el análisis de los antecedentes del fenó-
meno no logra ubicar ningún referente más 
allá del trato debido a los prisioneros en los 
tratados bilaterales de capitulación militar, lo 
que al parecer constituye una base sufi cien-
te para su desarrollo ulterior. En el segundo 
caso, podría decirse que el concepto, sin 
desconocer sus antecedentes históricos - fi -
losófi cos, tampoco los pone de presente, de 
manera que parece más vinculado con un 
sentimiento que surge espontáneamente en 
todas las sociedades como reacción natural 
frente al peligro o la injusticia, y que se apo-
ya en un sentido universal de la cohesión, 
la convivencia social y los derechos funda-
mentales.
En este orden, el concepto de lo humanitario, 
no sólo parece desligarse de debates históri-
cos, confl ictos y contradicciones sociales, sino 
que aparece como una noción dada desde el 
pensamiento occidental con pretensión de uni-
versalidad, y como una percepción propia de 
las llamadas “buenas conciencias”, que pre-
fi eren relegar a un segundo plano el debate 
histórico y ético – político. 
Al seguir el rastro histórico de la Acción Hu-
manitaria en Europa, puede notarse que 
ésta tiene al menos tres puntos de partida 
identifi cables e interconectados:
> La caridad cristiana
Es un concepto propio del feudalismo oc-
cidental europeo que alcanzó su desarrollo 
en el marco de las órdenes mendicantes re-
ligiosas del siglo XIII, y que a diferencia de 
las monacales (centradas en el asilamien-
to), buscaron atender espiritualmente a una 
población urbana en constante crecimiento, 
además de expresar elementos de solidari-
dad con poblaciones desposeídas, en situa-
ción de invalidez o enfermedad. 
 
Parte de estas órdenes religiosas dedicaron 
sus esfuerzos al trabajo con personas pri-
vadas de la libertad o “cautivos”, así como 
con víctimas de las guerras; actividades que 
confi guraron los primeros elementos reco-
nocibles de la ayuda humanitaria.
Más tarde, esas órdenes hicieron parte de 
las misiones religiosas, dentro del proyec-
to de conquista y colonización europea de 
América, proceso que tuvo una reedición 
durante el siglo XIX, cuando los imperios 
europeos inauguraron una nueva etapa de 
conquista y despojo territorial denominada 
“colonialismo humanitario”, y centrada 
especialmente en África y Asia. Esta etapa 
respondió, entre otros, a los ideales anties-
clavistas y humanistas en boga, que además 
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Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin Daño M 3
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apuntaban a llevar la visión del “progreso oc-
cidental” a pueblos denominados “salvajes” 
o “Estados fallidos” del sur. 
En este marco se perfi laron las principales 
características de la Acción Humanitaria 
moderna, al conjugarse el trabajo misional 
religioso con las políticas coloniales, en 
materias como salud pública o proyectos 
educativos. No sobra recordar que la his-
toria de las misiones religiosas no terminó 
con el periodo de “Colonialismo Humanita-
rio” del siglo XIX, sino que prosiguió durante 
esa época y se extendió a lo largo del siglo 
XX, adoptando nuevos enfoques. En países 
como Colombia, actualmente se expresa 
bajo conceptos como la Acción Social de la 
Iglesia Católica.
> Tratamiento a las víctimas 
de la guerra
El otro punto de partida histórico de la Acción 
Humanitaria, está relacionado con el trata-
miento a las víctimas de las guerras, que 
antes del nacimiento del CICR, recorrió dos 
caminos paralelos y a la vez complementa-
rios, por una parte, la atención privada que 
ya venían dando las órdenes religiosas a los 
heridos y los enfermos, y el trabajo de los 
cuerpos sanitarios de los ejércitos, que 
eventualmente era objeto de reglamentacio-
nes bilaterales entre los bandos enfrentados 
y que tuvo antecedentes anteriores al perio-
do medieval. Este proceso alcanzó un grado 
importante de concreción con el surgimiento 
del CICR en la segunda mitad del siglo XIX, 
lo que llevó a su institucionalización a través 
de la articulación al Derecho Internacional 
Humanitario, y la evolución de esta norma-
tiva al calor de los confl ictos armados del 
siglo XX. Igualmente, a través de las crisis 
y debates que en adelante ha tenido el mo-
vimiento de socorro internacional humanita-
rio (primera y segunda guerras mundiales, 
Biafra, etc.).
> Las ideas humanistas
Finalmente, el recorrido de la Acción Huma-
nitaria en tiempos de paz también ha evo-
lucionado hasta alimentar nuevas concep-
ciones. Por una parte, el proceso misional 
religioso ha seguido su camino como parte 
de la respuesta social e ideológica a distin-
tas problemáticas (la atención a víctimas de 
la pobreza, víctimas de desastres naturales 
y diversas limitaciones psicofísicas, etc.). En 
ese devenir, la ideología de la caridad expe-
rimentó una primera escisión en tiempos de 
la Conquista de América, que llevó a sentar 
los primeros elementos de las ideas huma-
nistas. Esas ideas, se expresaron con mayor 
nitidez siglos más tarde, en el marco de las 
revoluciones burguesas y las declaracio-
nes de derechos. 
Correlativo con este proceso, el Estado y 
los grupos privados asumieron paulatina-
mente las funciones que originalmente fue-
ron asignadas a la Iglesia, por medio de la 
benefi cencia pública, las donaciones y la 
fi lantropía privada, y en parte como efecto 
de la primera revolución industrial. Durante 
el siglo XIX y como respuesta a las luchas 
adelantadas por los movimientos obreros y 
socialistas, la benefi cencia dejó de ser una 
actividad liberada a la voluntad y generosi-
10
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin DañoM 3
dad de grupos privilegiados y ordenes reli-
giosas, para convertirse paulatinamente en 
política social, a la vez que fue confi gurán-
dose como parte del proceso de reconoci-
miento de los llamados derechos sociales 
y colectivos, expresados en diversas cartas 
políticas nacionales de fi nales del siglo XIX y 
comienzos del XX, así como en organismos 
internacionales como la Organización Inter-
nacional del Trabajo (OIT). 
Probablemente, la conjunción de estos ca-
minos hoy en día se expresa en la interac-
ción de la acción humanitaria, los Derechos 
Humanos y las iniciativas en materia de 
desarrollo social y económico, en diversos 
escenarios de confl icto y crisis sociales. 
Aunque evidentemente no se han resuelto 
numerosos cabos sueltos de los debates 
particulares de cada uno de estos discursos, 
como tampoco se ha conseguido asegurar 
la independencia de muchas de estas ini-
ciativas, tampoco puede olvidarse que estas 
temáticas han abierto importantes debates y 
procesos de diálogo intercultural que buscan 
promover nuevas visiones con un verdadero 
sentido de universalidad, sustentado en un 
concepto enriquecido de la dignidad humana.
1.2. Aspectos éticos2
Un resumen de las principales corrientes fi -
losófi cas a través de las cuales busca fun-
damentarse la Acción Humanitaria contem-
poránea, es el siguiente:
2. Los conceptos que se recogen en este capítulo han sido tomados de Xavier Etxeberría, Ética de la ayuda humanitaria: Los 
fundamentos éticos de la ayuda humanitaria. Ética de las profesiones. Bilbao, España: Centros Universitarios de la Compañía de 
Jesús, 2004. Una versión más amplia puede encontrarse en el anexo 3 del presente módulo.
3. Entre otros, el fi lósofo Fernando Savater, citado en Etxeberría, 51.
> Teoría del autointerés 
inteligente
Esta concepción se encuentra fundada en 
ideas liberales, utilitaristas, así como en los 
planteamientos de diversos fi lósofos con-
temporáneos 3.Plantea que los humanos somos natu-
ralmente egoístas (principio que niega el 
concepto de la caridad como un sentimiento 
“natural” o “inherente” al ser humano), pero 
también racionales. De allí que no debe tra-
tarse de negar el egoísmo sino hacerlo in-
teligente, buscando nuestro propio interés 
a través del cálculo adecuado que incluya el 
interés de los otros.
En este sentido, si por ejemplo no se atien-
den las necesidades básicas de las pobla-
ciones afectadas por las catástrofes, es po-
sible que se generen dinámicas que acaben 
perjudicándonos, por lo que el propio auto-
interés termina siendo el que nos empuja a 
la tarea de ayudarlas. Esta teoría se adentra 
en el campo del utilitarismo al afi rmar que 
si ello supone un costo, ese costo tiene una 
rentabilidad al permitir frenar dinámicas que 
más adelante nos pueden afectar. Un ejem-
plo de aplicación práctica de esta teoría pue-
de hallarse en la llamada “responsabilidad 
social corporativa” o “empresarial”. 
> La compasión
La compasión, como un concepto tradicional 
vinculado a los valores cristianos, es una no-
ción que en la actualidad encuentra fuertes 
cuestionamientos en el mundo de la fi losofía.
11
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin Daño M 3
Por una parte, porque se basa en la arbitra-
riedad y el relativismo de las emociones o 
las pasiones humanas, lo cual no le confi ere 
una justifi cación moral debidamente asenta-
da en la racionalidad y el concepto de auto-
determinación autónoma de las personas 4. 
En segundo lugar, porque incita a actitudes 
y comportamientos paternalistas, en los 
que la fragilidad o vulnerabilidad del otro es 
la que conmueve, generando relaciones de 
superioridad que contravienen el principio 
de igualdad universal entre los seres huma-
nos. Por último, hace percibir la acción hu-
manitaria como un “don” que surge de la 
voluntad del donante o benefactor, y esca-
motea el sentido de esa relación, que debe-
ría basarse en las exigencias de justicia.
No obstante, una actualización y revisión 
de este concepto por diversos autores, se 
plantea como una especie de “responsabi-
lidad compleja” para con el otro. Es decir, 
que la sola presencia de la víctima, cerca-
na o distante, debe impactarme tanto por su 
fragilidad y desprotección, que me impone 
un mandamiento de ayuda desde mi “supre-
ma dignidad”, entendida ésta como un deber 
que me hace responsable del otro.
Esta responsabilidad se vuelve intrans-fe-
rible por una especie de “humanidad” que 
indefectiblemente, me vincula al otro y que 
expresa mi dignidad tanto como la del otro, 
en el sentido que, “nunca estamos libres con 
respecto al otro”. Por tanto, si asumimos 
una orden de esa naturaleza, al dar estamos 
recibiendo, pues nos constituimos en au-
ténticos sujetos humanos. En ese sentido, 
la compasión evoluciona de un mero senti-
miento a un principio humanitario que rige 
la acción humanitaria5. 
4. Es decir, que a pesar de que decidimos ser compasivos esa compasión está alentada por un sentimiento externo que en el 
fondo puede tratarse de una manipulación sentimental, con lo cual se afectaría nuestra autonomía para decidir.
5. Levitas, citado en Etxeberría, 63.
6. Citados en Etxeberría, 64 y ss.
> La justicia
Este concepto, bastante socorrido en sus 
campañas por numerosas agencias humani-
tarias y de Derechos Humanos, encuentra 
hoy por hoy toda una sustentación fi losó-
fi ca en autores como Rawls, Nozick y Wal-
zer6, entre otros. Desde la perspectiva de 
las exigencias humanitarias se le formulan 
preguntas relacionadas con los criterios 
de distribución. Estas preguntas intentan 
responderse desde la fi losofía utilitaria, los 
derechos y la teoría de las necesidades y las 
capacidades.
 ► Filosofía Utilitaria-Hedonista
A la primera, o utilitaria – hedonista, que 
plantea que la sociedad justa es aquella que 
satisface el mayor número de preferencias 
al mayor número de personas, o un enfoque 
bienestarista basado en sumas, se le criti-
ca que en aras de mantener una situación 
de bienestar (valores agregados o preferen-
cias) descuida la distribución, lo cual man-
tiene situaciones de vulnerabilidad a cambio 
de una mayor satisfacción de deseos o pre-
ferencias. A ello se suma que al incorporar el 
concepto de deseo o preferencia perso-
nal se generan distorsiones en el concepto 
de justicia distributiva.
 ► Perspectiva de Derechos
La segunda teoría, sustentada en los de-
rechos como intangibles se abre en dos 
ramas:
• La teoría de las libertades negativas, 
que sobre todo busca garantizar dere-
chos civiles y libertades, y en este sen-
tido, plantea la asistencia como un acto 
12
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin DañoM 3
voluntario y no como un derecho, lo 
cual recibe numerosas críticas.7
• La segunda, se fundamenta en los De-
rechos Humanos integrales, y se sus-
tenta desde la teoría de la igualdad de 
oportunidades de Rawls. Al respecto 
se plantea que las libertades individua-
les sólo son posibilidades reales cuando 
se da una igualdad de oportunidades 
(igualdad de circunstancias de elección), 
de manera que todos tengamos los de-
rechos sociales básicos cubiertos o con-
diciones sociales que faciliten una equi-
tativa igualdad de oportunidades para 
satisfacerlos. 
 ► Teoría de las Capacidades y las 
realizaciones
Finalmente, aparece una teoría complemen-
taria de las necesidades de la cual es aban-
derado Amartya Sen, y denominada de las 
capacidades y realizaciones. Esta teoría 
rechaza lo que se denomina el “fetichismo 
de los bienes”, a fi n de aproximarse a éstos 
como una simple condición para la efi ca-
cia de las capacidades de las personas, de 
manera que puedan elegirse los objetivos vi-
tales según las realizaciones buscadas. Sen 
implica a la justicia y los derechos en esa 
teoría, al señalar que éstos pueden ayudar 
a potenciar las capacidades especialmente, 
con relación a poblaciones vulnerables.8
7. De acuerdo con los críticos, la libertad real solamente puede ser asegurada por medio de sustratos materiales que no están 
disponibles en la misma medida para todos y por tanto deben ser dispuestos por el Estado. No es sufciente la protección contra 
los obstáculos a la libertad, sino que deben ofrecerse las mismas posibilidades a todos para alcanzarla. Para el aseguramiento 
de la autonomía individual no deben ser garantizados primero las libertades civiles, pues los derechos a la seguridad y a la sub-
sistencia no se deducen de la libertad. Los derechos a la seguridad y la subsistencia son más básicos que cualquier derecho a 
la libertad puesto que son condición y presupuesto para el ejercicio de la libertad. Ver: Teoría defendida por Stefan Gosepath. 
En Stefan Gosepath, Consideraciones sobre las fundamentaciones de los derechos humanos sociales. Ciudadanía y Derechos 
Humanos Sociales. Escuela Nacional Sindical, 2001, pp. 15-59.
8. Sen introduce el concepto de capacidad social, al señalar que la desigualdad no debe medirse sólo por el acceso a bienes 
materiales y sociales sino que es fundamental que los individuos tengan la capacidad de utilizarlos efi cazmente. De allí que es 
necesario construir y/o fortalecer un “conjunto de facultades” que les permita ser libres para procurarse su bienestar. Entre ellas 
se destaca la educación.
9. Etxeberría, 80.
> La solidaridad 
Otro concepto que resulta tan recurrido 
como la justicia por parte de las organiza-
ciones humanitarias y humanistas, es el de 
la solidaridad, asumida como un compromi-
so con los otros. Sin embargo, este com-
promiso, al igual que la compasión-caridad, 
está fuertemente imbuido por sentimientos 
de “sensibilidad” y “empatía”, y también de 
unidad en el compartir, lo que representa a 
la vez riesgos y ventajas.
En cuanto al concepto de empatía, también 
denominado, “solidaridad orgánica”, pre-
senta difi cultades similares a la compasión, 
pues “empuja a privilegiar la ayuda a aquellas 
víctimas (…) con las que (…)sentimos cierta 
unidad de pertenencia”9; lo cual por principio, 
genera discriminación hacia otras víctimas 
con las cuales no se comparte ese sentimien-
to identitario. Así mismo, tiende a diluir la au-
tonomía de los individuos y generar solidari-
dades cerradas o sectarias, expresadas como 
una insolidaridad o aislamiento hacia el exte-
rior. En esa medida, si una solidaridad grupal 
no tiene la posibilidad de gestar y potenciar la 
autonomía, y si no es capaz de proyectarse en 
su entorno y bajo una perspectiva de valores 
universales, está avocada a perder legitimidad 
y justifi cación ética.
13
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin Daño M 3
En cuanto al tipo de solidaridad denominada 
“abierta”, plantea mayores ventajas que la 
anterior, ya que se expresa en los marcos 
de la igualdad y la justicia, y como principio 
se abre a los más necesitados, adquiriendo 
un compromiso con el amenazado, el débil 
y el oprimido. No obstante, este tipo de soli-
daridad también presenta riesgos parecidos 
a los de la compasión, como la creencia de 
pertenecer a una “superioridad secreta” y 
brindar la ayuda desde un horizonte propio 
de objetivos y valoraciones, sin intentar en-
tender el espacio de autonomía del otro, y 
en general, caer en una visión paternalista 
de carácter “político”.
1.3. Noción, 
características, 
contenidos y objetivos de 
la Acción Humanitaria
> Noción
El Diccionario de Acción Humanitaria y Co-
operación al Desarrollo señala que la Acción 
Humanitaria debe entenderse como un: 
Conjunto diverso de acciones de ayuda a las 
víctimas de desastres (desencadenados por 
catástrofes naturales o por confl ictos armados), 
orientadas a aliviar su sufrimiento, garantizar su 
subsistencia, proteger sus derechos fundamen-
tales y defender su dignidad, así como, a (…), 
frenar el proceso de desestructuración socioeco-
nómica de la comunidad y prepararlos ante de-
sastres naturales... 10,
Este diccionario reconoce la difi cultad de en-
contrar una sola y precisa defi nición de acción 
humanitaria, teniendo en cuenta la falta de 
consenso entre autores y organizaciones so-
bre su signifi cado y alcance, que a su vez se 
relaciona con la complejidad y la multiplicidad 
de contextos, actores y objetivos. 
Por otra parte, como lo señala Rey Mar-
cos11, si bien es cierto que no existe una 
noción universalmente consensuada de la 
Acción Humanitaria, ello no implica olvidar 
que este concepto incorpora dos elementos 
esenciales: ayuda y protección. En ese 
sentido, la AH desde su origen se ha basa-
do en el establecimiento de mecanismos ju-
rídicos de protección, señalando derechos 
de las víctimas y obligaciones de los Es-
tados (DIH), lo que ha facilitado una base 
para la confi guración de las organizaciones 
humanitarias modernas. Estos elementos y 
en particular el de la protección, entendida 
desde una perspectiva integral, continúan 
constituyendo el reto de la AH en temas can-
dentes contemporáneos como el libre acce-
so a las víctimas.
Si bien suele haber confusiones en los térmi-
nos (acción humanitaria, ayuda humanitaria, 
asistencia humanitaria, ayuda de emergen 
cia y socorro humanitario), no deben olvidar-
se los dos elementos básicos que comporta 
la Acción Humanitaria. Como lo expresa Rey 
Marcos: 
(…) Aunque con matices, la ayuda humanitaria 
se entiende convencionalmente como el conjun-
to de intervenciones que tienen como objetivo 
prevenir y aliviar el sufrimiento humano, reali-
10. Karlos Pérez de Armiño (Dir.). Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo. Bilbao/Barcelona, España: 
Icaria Editorial – Hegoa, 2002, p. 1.
11. Francisco Rey Marcos, «Nueve refl exiones y algunas tesis sobre acción humanitaria en el siglo XXI», Revista Española de 
Desarrollo y Cooperación, 1 [Nota: 1 corresponde al número]. Madrid, IUDC agosto 2001.
14
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin DañoM 3
12. Rey, Nueve refl exiones 
13. Etxeberría, 15.
14. Pérez de Armiño (dir.), Diccionario…, 2 y ss.
ACCIÓN HUMANITARIA ASISTENCIA HUMANITARIA
Permite vincular el trabajo humanitario 
con enfoques de desarrollo, Derechos 
Humanos y atención psicosocial, en un 
marco preventivo y de anticipación al 
desastre.
Plantea un sentido que limita la activi-
dad humanitaria a responder coyun-
turalmente y ex post a las necesidades 
más apremiantes de las víctimas, sin in-
dagar, demandar o buscar transforma-
ciones en los factores estructurales que 
originan la situación. 
Etxeberría, sin ensayar una defi nición, pro-
pone cinco aspectos característicos de la 
AH: “(…) 1) Tiene como objetivo la asistencia 
en casos de desastre; 2) implica que hay un 
número elevado de víctimas; 3) las cuales 
están en situación de tal precariedad que no 
disponen por ellas mismas de los recursos y 
capacidades sufi cientes para afrontar la ca-
tástrofe como es debido; 4) (…) cuando tam-
poco el propio Estado al que pertenecen las 
víctimas puede o quiere (…) ofrecer la asis-
tencia necesaria; 5) por lo que ésta debe ser 
aportada por diversos agentes externos..” 13
De acuerdo al Diccionario de Acción Huma-
nitaria14, existen las siguientes diferencias 
entre socorro, ayuda de emergencia, ayuda 
humanitaria y AH: 
Socorro
Consiste en una ayuda para auxiliar a quien 
sufre un desastre u otro peligro, sin que ne-
cesariamente comporte los principios éticos 
u operativos característicos de la Acción Hu-
manitaria. 
Por otra parte, la principal diferencia entre acción humanitaria y ayuda o asistencia humani-
taria es que la primera se fundamenta en una concepción de integralidad y la segunda no, 
veamos: 
zada con criterios de imparcialidad, orientación 
a las víctimas en función de su necesidad, no 
condicionalidad, etc., y dirigidas tanto a prestar 
asistencia como protección (…)12.
15
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin Daño M 3
La ayuda de emergencia
Es defi nida15 como aquella que se propor-
ciona con carácter de urgencia a las vícti-
mas de desastres naturales o confl ictos ar-
mados e implica una provisión gratuita de 
bienes y servicios esenciales para la super-
vivencia inmediata (agua, alimentos, abri-
gos, medicamentos y atenciones sanitarias); 
normalmente, dura entre 6 y 12 meses. La 
ayuda humanitaria de emergencia puede ser 
prolongada en el caso de la atención a refu-
giados y desplazados internos, tomando en 
cuenta sus necesidades y contexto, hasta 
que se resuelven las causas que motivaron 
la huida. Diversas organizaciones conside-
ran que esta ayuda no puede limitarse a ga-
rantizar la subsistencia inmediata, sino que 
deben contribuir a frenar la descomposición 
del tejido económico y social, y sentar las 
bases para la rehabilitación y el desarrollo16.
Para Rey Marcos esta ayuda 
(…) implica la ayuda inmediata de supervivencia 
a las víctimas civiles de crisis y confl ictos vio-
lentos. La mayoría de las operaciones de ayuda 
se inician rápidamente y tienen un periodo de 
implantación breve, en el que los objetivos del 
proyecto se completan generalmente en el pla-
zo de un año. El principal propósito es salvar vi-
das. Muchas veces predominan las aportaciones 
económicas y de personal externas. Las opera-
ciones de ayuda más complejas son las deriva-
das de confl ictos civiles prolongados (…) 17
Acción Humanitaria
La ayuda humanitaria se asimila en su senti-
do a la AH, y abarca la ayuda de emergencia 
y las operaciones prolongadas para despla-
zados y refugiados, lo cual además implica 
actividades para frenar la descomposición 
del tejido económico y social, concepto por 
el cual se llega a la rehabilitación y el desa-
rrollo, es decir, a la vinculación emergencia-
desarrollo. Por tanto, también comporta el 
concepto de preparación y prevención de 
desastres. 
Reitera el Diccionario que, la AH encierra un 
contenido que envuelve los anteriores y que 
incluye:
…no sólo la provisión de bienes y servicios bá-
sicos para la subsistencia, sinotambién, (…) en 
contextos de confl icto, la protección de las víc-
timas y sus derechos fundamentales mediante 
labores como la defensa de los Derechos Hu-
manos (advocacy), el testimonio, la denuncia, la 
presión política (lobby) y el acompañamiento… 18 
En este sentido, la AH envuelve la ayuda de 
emergencia y las llamadas “operaciones 
de rehabilitación”, que de hecho se inician 
en el marco mismo de la emergencia. 
Una defi nición de la “Operación de reha-
bilitación” la brinda Rey Marcos al señalar 
que las principales metas de éstas
(…) son iniciar la reconstrucción de la infraestruc-
tura en los ámbitos nacional y local, y preservar los 
medios de vida. Dado que uno de sus objetivos 
más importantes es la autosufi ciencia de los be-
nefi ciarios, la gestión de los programas pasa pro-
gresivamente al control local. Pueden introducirse 
mecanismos de recuperación de costes, proyectos 
generadores de empleo en gran escala y operacio-
nes de fondos rotatorios (…)19.
15. En relación con la AHE, puede consultarse los parámetros dispuestos por la Corte Constitucional, en los autos que realizan 
seguimiento a la Sentencia T-025 de 2006.
16. Pérez de Armiño (dir.), Diccionario…, 2 y ss.
17. Rey, «Nueve refl exiones.
18. Pérez de Armiño (dir.), Diccionario…,1-2.
19. Rey, «Nueve refl exiones.
16
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin DañoM 3
Por supuesto, la AH involucra las llamadas 
operaciones de desarrollo que suponen 
(…) objetivos a largo plazo, extendidas durante 
un plazo superior a los dos años, y parten del 
supuesto de que existen determinadas condicio-
nes de seguridad y una administración en fun-
cionamiento que persigue objetivos y estrategias 
nacionales en asociación con actores externos. 
Ellas incluyen normalmente estudios de viabili-
dad y una evaluación exhaustiva del proyecto, 
tasas de rendimiento económico, evaluaciones 
del impacto medioambiental y análisis sociales 
(que incluyen todo lo relativo al género) (…)20.
Por otra parte, los contenidos de la ayuda 
humanitaria han sido desarrollados por el 
denominado Proyecto Esfera21 y la Carta 
Humanitaria y las Normas Mínimas de res-
puesta humanitaria, principios que además 
se relacionan con los conceptos de Conti-
nuum Humanitario, continuum enfocado a la 
emergencia - Desarrollo, Emergencia Com-
pleja y Espacio Humanitario.
Finalmente, pueden señalarse algunos crite-
rios a manera de orientaciones generales de 
la Acción Humanitaria:
1. Los campos defi nidos por la teoría de 
las necesidades en el ámbito humanita-
rio: bienestar material básico, seguridad 
frente a la violencia, y autonomía e iden-
tidad. Aunados a los criterios de sufi cien-
cia y prioridad.
2. Los estándares universales mínimos es-
tablecidos en los instrumentos de Dere-
chos Humanos.
20. Rey, «Nueve refl exiones.
21. Normas mínimas universales en las áreas más importantes de la ayuda humanitaria post-desastre, de modo que ésta vea 
mejorada su calidad y su rendición de cuentas. Lo integran la Carta Humanitaria y las Normas Mínimas de respuesta en casos 
de desastre.
22. Etxeberría, 15.
3. El concepto de capacidades y realizacio-
nes, que implica permitir que las perso-
nas elijan sus objetivos vitales de acuer-
do a las realizaciones que buscan.
4. El concepto de solidaridad como en-
cuentro, en los aspectos de potenciación 
de los procesos de promoción y creci-
miento de las personas y colectivos, a 
través de la dinamización comunitaria en 
el territorio, la autogestión de los proble-
mas, la ayuda mutua y la profundización 
de la democracia de base.
 ► Características
Siguiendo a Etxeberría22, pueden extraerse 
las siguientes características generales de 
la Acción Humanitaria:
1. Implica siempre la acción con relación a 
desastres naturales y antrópicos.
2. Se presta por diversos agentes exter-
nos o internos, tanto públicos como pri-
vados.
3. Implica que esa acción se dirige a per-
sonas catalogadas como víctimas, es 
decir, que están en una grave situación 
de vulnerabilidad o riesgo individual y 
colectivo, y/o que no tienen recursos y 
capacidades sufi cientes para afrontar la 
crisis.
4. Son acciones que permiten mitigar las 
necesidades fundamentales de las víc-
timas.
5. La acción es compleja o integral, en 
tanto que es una acción cronológica o 
17
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin Daño M 3
por fases, que envuelve la prevención, 
la preparación, y el socorro, pasando por 
la emergencia y la ayuda hasta los con-
ceptos de rehabilitación y desarrollo o, 
“continuum”.
6. Trasciende el concepto de fases para des-
embocar en el de “protección” de las 
víctimas, incorporando acciones de “…de-
fensa de los Derechos Humanos (Advoca-
cy), testimonio, denuncia, presión política 
(lobby) y acompañamiento…”.
7. Su determinación temporal está dada 
por el análisis de contexto, y también 
por los objetivos que se defi nan res-
pecto a la colectividad, de manera que 
debe contribuir a recuperar y fortalecer 
las capacidades que tienen las víctimas 
para reconstruirse a sí mismas y al tejido 
familiar, social, político y organizativo.
8. Puede llevarse a cabo con o sin el con-
sentimiento del Estado, según el análi-
sis de las circunstancias y el modelo y 
objetivos propuestos.
Como lo señala Moussa, en la actualidad, 
tiende a prevalecer la visión coyuntural de 
la Acción Humanitaria,
(...) dado que responde a una lógica de movi-
lización de los recursos en función del nivel de 
presión mediática que, a su vez, se nutre del 
sensacionalismo. Cuando surgen las crisis, los 
actores y organizaciones implicados en la acción 
humanitaria están sobrecargados con la gestión 
de la emergencia, pero también con la gestión 
de sus propios intereses. Como si las enseñan-
zas del pasado no permitieran adaptar los mo-
dos de gestión, o como si la dispersión de los 
esfuerzos fuera ineludible (…) 23. 
En otras palabras, cuando se dan eventos ca-
tastrófi cos, ya sea en el plano de los desastres 
naturales o los confl ictos armados, suele asis-
tirse con demasiada frecuencia a un desfi le 
mediático y desordenado de personalidades 
e instituciones humanitarias que buscan la 
gestión de la crisis, principalmente por medios 
caritativos o con una sensibilidad por la justi-
cia, pero que resultan incapaces de formular 
programas de acción concertados o poner en 
funcionamiento un sistema basado en la pre-
vención y la superación efi caz del desastre. A 
esto se suma que muchos de estos actores 
humanitarios no disponen de tiempo ni de re-
cursos sufi cientes para asumir la reconstruc-
ción y la rehabilitación con una perspectiva de 
largo plazo.
Esta concepción se mantiene a pesar de 
que son sufi cientemente conocidas y diag-
nosticadas las causas de los desastres hu-
manitarios24; sólo que los factores que in-
ciden para que no se actúe decididamente 
sobre éstos, hacen parte de una concepción 
que trasciende la AH. La idea es articular 
procesos a través de los cuales las socieda-
des y los gobiernos se planteen soluciones 
estructurales, que impliquen, entre otros, 
sentar bases en materia de desarrollo socio 
económico, político, de seguridad, justicia y 
convivencia; y brindar sufi cientes elementos 
para el diseño y ejecución de estrategias de 
resiliencia, anticipándose a la confi guración 
del concepto mismo de “desastre”. Ejemplo 
de ello, son las políticas y provisiones ade-
lantadas por los países europeos, luego de 
la segunda posguerra, lo cual les permitió 
afrontar con éxito numerosos sucesos, tan-
to en el plano de las catástrofes naturales 
como de los confl ictos sociales.
23. Ali Zakaria Moussa. La acción humanitaria en Chad y Darfur: Alegato a favor de un enfoque preventivo [documento en línea]. 
Centro de Investigación para la Paz (CIP), 2005. 
24. Moussa, 2005.
18
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin DañoM 3
Contenidos y objetivos
Diversos autores han establecido unos con-
tenidos básicospara la aplicación y el de-
sarrollo de la AH, que en la práctica deben 
implicar la necesaria fl exibilidad por parte de 
las organizaciones ejecutoras.
La Corporación Avre25 identifi ca los si-
guientes:
• Proveer los bienes y servicios básicos.
• Frenar el proceso de aumento de vulne-
rabilidad y desestructuración socioeco-
nómica de las comunidades.
• Prepararse ante potenciales catástrofes 
naturales.
• Proteger a las víctimas de las guerras y 
otros desastres.
Por su parte, el Diccionario de Acción Hu-
manitaria y Cooperación al Desarrollo26 
indica que estos contenidos y objetivos aun-
que no están siempre presentes en la prác-
tica, pueden tomarse en su conjunto como 
los siguientes:
• La provisión de bienes y servicios bási-
cos, que a su vez comportan los concep-
tos de abrigo, agua potable, alimentos, y 
atención sanitaria.
• Frenar el proceso de aumento de vulne-
rabilidad y desestructuración socioeco-
nómica, que implica evitar el hundimien-
to de los ingresos y el poder adquisitivo 
de las familias, evitar la desescapitaliza-
ción, disuadir el éxodo poblacional y ge-
nerar capacidades.
• La preparación ante potenciales catás-
trofes y las actividades de rehabilitación.
• La protección de las víctimas que impli-
ca la supervisión y el seguimiento inter-
nacional al respeto de los derechos, el 
testimonio y la denuncia de violaciones, 
la presión política o lobby, y el acompa-
ñamiento y la presencia internacional. 
Con relación a los objetivos de la acción 
humanitaria, Etxeberría27 señala cuatro ob-
jetivos básicos:
1. La asistencia directa a las víctimas de 
los desastres, dirigida a aliviar sus sufri-
mientos y garantizar su subsistencia.
2. La protección a las poblaciones en peli-
gro, relacionada con los confl ictos arma-
dos y que en materia del DIH, prohíbe el 
uso de ciertas armas y métodos con el 
fi n de brindar protección a combatientes 
heridos, prisioneros y civiles.
3. La prevención que debe ser asumida por 
organismos humanitarios y especialmen-
te, por instituciones políticas y de desa-
rrollo con el objetivo de evitar nuevas 
catástrofes o confl ictos, e implementar 
el concepto del “continuum humanitario”.
4. Alcanzar los objetivos éticos de la acción 
humanitaria, es decir, los propósitos para 
los que fue defi nida. 
25. Marta Nubia Bello & Dora Lucia Lancheros Perico, Acompañamiento Psicosocial y Atención Humanitaria en el Contexto 
Colombiano. Bogotá: Corporación Avre, 2005.
26. Pérez de Armiño (dir.), Diccionario…,4.5.
27. Etxeberría, 30 y ss.
19
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin Daño M 3
28. Son ellas: la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, El Comité Internacional de la Cruz Roja, Cáritas, 
CRS, Save The Children Alliance, Oxfam, la Federación Luterana Mundial y el Consejo Ecuménico de Iglesias.
2.1. Los códigos de 
conducta humanitarios
Durante la década de los noventa las nue-
vas dinámicas expresadas por los confl ictos 
armados internos e internacionales en diver-
sas partes del mundo, entre ellos, el genoci-
dio perpetrado en Ruanda y la crisis huma-
nitaria desatada durante el confl icto de los 
Balcanes, pusieron a prueba los principios y 
métodos de actuación del mundo humanita-
rio. Tanto en Ruanda como en los Balcanes, 
las organizaciones humanitarias se mostra-
ron impotentes para garantizar el refugio y la 
protección de las poblaciones amenazadas, 
en tanto que los llamados Organizaciones 
Intergubernamentales (OIG), tampoco logra-
ron un consenso adecuado por parte de los 
gobiernos para asegurar intervenciones hu-
manitarias y de reestablecimiento efectivas.
UNIDAD 2
PROBLEMÁTICAS HUMANITARIAS CONTEMPORÁNEAS
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Estos puntos de infl exión abrieron el debate 
sobre la necesidad de replantear la práctica 
humanitaria. En un primer momento, las seis 
organizaciones internacionales humanita-
rias más grandes y antiguas28, formularon un 
“Código de Conducta para las operacio-
nes de auxilio en caso de catástrofe”, a 
fi n de buscar mayor agilidad y coordinación 
frente a los desastres humanitarios.
Este código basado en la necesidad de re-
afi rmar principios y valores humanitarios, y 
en desarrollar los conceptos de: “solucio-
nes duraderas” y “lucha contra las cau-
sas profundas de los confl ictos”, tuvo 
más adelante un importante avance con el 
llamado “Proyecto Esfera”, el cual estable-
ce “principios operativos” para las organi-
zaciones humanitarias y ONG, a partir de 
indicadores vinculados con los valores y 
principios humanitarios. Posteriormente, ha 
20
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin DañoM 3
dado lugar al desarrollo de componentes 
como “accountability” o “rendición de 
cuentas humanitaria”, aspecto relacionado 
con el acuerdo de nombrar un ombudsman 
o “defensor de los benefi ciarios”, fi gura que 
en teoría debe permitir a las comunidades 
objeto de ayuda exigir cuentas a las organi-
zaciones humanitarias. 
A este proyecto se sumaron más de 100 or-
ganizaciones internacionales y acordaron 
tanto principios de conducta como pre-
ceptos rectores aplicables a las operacio-
nes de ayuda29:
1. Prioridad del imperativo humanitario.
2. Prioridades en función de las necesida-
des y bajo el principio de imparcialidad.
3. No supeditar la ayuda a principios reli-
giosos o políticos.
4. No supeditar la ayuda a la política exte-
rior de los Estados.
5. Respeto a los valores y prácticas cultu-
rales de las comunidades.
6. Utilización de los recursos locales para 
las intervenciones.
7. Implicar a los benefi ciarios en la admi-
nistración de la ayuda.
8. Considerar el desarrollo como un objeti-
vo esencial igual a la asistencia.
9. Responsabilidad ante benefi ciarios y do-
nantes.
10. Promover el respeto en los medios de 
comunicación hacia la dignidad de las 
víctimas.
Estos principios permiten ajustar la perti-
nencia de las prácticas humanitarias, según 
criterios profesionales, buscando que cada 
una de las organizaciones fi rmantes esta-
blezca unas bases de autorregulación de 
sus actividades, así como mecanismos de 
coordinación y presión para mejorar las 
relaciones con gobiernos, donantes, países 
damnifi cados, y el Sistema de Naciones Uni-
das, entre otros. 
Por otra parte, en el escenario de la ONU, 
a través de la Resolución 46182 de 1991 
se plantea por primera vez la necesidad de 
crear un “nuevo orden humanitario”, fenó-
meno que en cierta medida responde al fi n 
de la Guerra Fría y a un contexto mundial 
marcado por numerosos confl ictos internos 
y crisis humanitarias, lo cual invita a promo-
ver respuestas que tomen distancia de aque-
llas tradicionales que marcaron el confl icto 
bipolar, referidas al desarrollo y la doctrina 
militar. Esto permite el surgimiento de ins-
tancias de coordinación de la respuesta hu-
manitaria como OCHA30. Sin embargo, ese 
protagonismo humanitario de la ONU es 
29. “(…) Posteriormente varias iniciativas han completado este Código; (…) el proyecto Sphere, un conjunto de patrones míni-
mos en caso de reacción humanitaria destinado a diversos sectores de intervención sobre el terreno; (…) People in Aid, código 
creado para mejorar la calidad y la efectividad de la ayuda a los benefi ciarios; (…) Active Learning Network for Accountability 
and Performance, red de recolección de datos, de análisis y difusión de la información, así como de investigación de todos los 
ámbitos relacionados con las organizaciones humanitarias; (…) el proyecto Ombudsman, órgano de gestión y control de estos 
proyectos, que incluye el nombramiento de un mediador (…)”. En: Jean-Luc Bodin. (Director General de Acción contra el Hambre 
Francia) «¿Qué rumbo está tomando la ayuda humanitaria?», Geopolítica del Hambre. Cuando el hambre es un arma. Informe 
2000. Editorial Icaria. 
30. “(…) en 1992 fue creado el Departamento de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas para responder y coordinar la 
respuesta antedichas crisis. En 1998 este Departamento se convirtió en la Ofi cina de Coordinación de Asuntos Humanitarios 
(OCAH), y fue dotada de mayor efi cacia mediante la defi nición clara de sus funciones, la activación de la cooperación interinsti-
tucional y la simplifi cación de los procedimientos de apoyo a la coordinación sobre el terreno (…)”. Naciones Unidas. Centro de 
Información. México, Cuba y República Dominicana [documento en línea]. 
21
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin Daño M 3
criticado en su momento por organizaciones 
como el CICR que señalan que, a pesar de 
su buena intencionalidad, no deja de ser un 
humanitarismo políticamente contaminado 
al estar atravesado por operaciones de 
imposición de la paz, así como por intereses 
geoestratégicos de las grandes potencias31. 
31. Ver al respecto: Ofi cina de Coordinación de Asuntos Humanitarios. Directrices de Oslo.(OCAH) Directrices para la utilización 
de recursos militares y de la defensa civil. extranjeros en operaciones de socorro en casos de desastre (1994, revisadas en 
2007). Algunos autores señalan que estas directrices no se han cumplido a cabalidad.
32. Para mayor información ver al respecto: Francisco Rey Marcos & ál., Fuerzas Armadas y Acción Humanitaria. Debates y 
Propuestas. Documento de Trabajo No.13. España: Instituto sobre Confl ictos y Acción Humanitaria, 2007.
4. El trabajo de asociación con otros ac-
tores, mediante la creación de un foro 
de discusión permanente para resolver 
aspectos comunes a los distintos agen-
tes humanitarios (seguridad, acceso, 
etc.), lo que lleva a la creación del Co-
mité Interagencial (IASC – Interagency 
Standing Committee -).
En la actualidad, los debates sobre la prác-
tica y la reforma humanitaria continúan. En 
este sentido, cabe destacar conceptos como 
“la buena donación humanitaria”, que 
ha implicado revalorar el compromiso de 
los países donantes. En el mismo sentido, 
el índice de respuesta humanitaria, que 
plantea la necesidad de hacer medición y 
mejorar el debate sobre la validez de la res-
puesta humanitaria. En el marco de la Unión 
Europea, la incorporación de los principios 
humanitarios por parte del Comité de Ayuda 
al Desarrollo (OCDE), entre otros. 
Por otra parte, continúan los debates res-
pecto a la vigencia del llamado “nuevo hu-
manitarismo”, surgido durante las décadas 
de los ochenta y noventa, que busca incor-
porar objetivos más amplios en materia de 
Derechos Humanos y desarrollo, y la crítica 
formulada a esta propuesta en el 2000, des-
de el humanitarismo clásico y a partir de la 
corriente “Back to the bases”, o vuelta a las 
bases, en la que se revalora el principio de 
imparcialidad como elemento fundante de lo 
humanitario. Además, plantea una distancia 
clara frente a las estrategias de injerencia y 
operaciones humanitarias militarizadas.
En cualquier caso, la década de los no-
venta transcurre como el periodo del 
protagonismo humanitario de las Na-
ciones Unidas, al mismo tiempo que 
se pone en juego el nuevo concepto de 
la “injerencia humanitaria”, ajustado a 
diversas operaciones e iniciativas de in-
tervención32. Así transcurre esta etapa 
hasta el año 2005, cuando se impulsa 
una “reforma humanitaria” en el seno 
de la ONU, que busca fortalecer su pa-
pel humanitario sobre la base de cua-
tro (4) pilares: 
1. Mejorar los procesos de coordinación 
humanitaria.
2. Garantizar la fi nanciación a través de 
procesos predecibles y mediante la crea-
ción de un Fondo Central de Respuesta 
a Emergencias.
3. Implantar un enfoque de “Clusters” o 
enfoque sectorial que implica la parti-
cipación simultánea y con competencias 
defi nidas de todos los organismos res-
ponsables frente a un mismo sector po-
blacional o territorial.
22
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin DañoM 3
Por otra parte, si bien se reconocen los im-
portantes avances que representan los códi-
gos de conducta, su establecimiento no ha 
dejado de generar debates, como por ejem-
plo, el hecho de que se conviertan en ins-
trumentos con tendencia a la homogeniza-
ción de los mandatos33, escenario en el cual 
tampoco se ha tenido garantía del respeto 
efectivo a los principios humanitarios por 
parte de sus integrantes, pues opera sobre 
la base de la discrecionalidad particular34. 
En este aspecto, como lo señala Bodin: 
(…) La imparcialidad puede considerarse como un 
principio de no discriminación de actividades, al 
tiempo que la neutralidad forma parte de la organi-
zación de la operación, y puede interpretarse como 
la obligación, (siempre que la situación lo permi-
ta), de atender por igual a todos los bandos. Pero, 
cuando se trata del tema tándem imparcialidad/
neutralidad, nadie coincide en las defi niciones, as-
pecto que favorece a algunas organizaciones que 
no desean la aplicación estricta de esos principios, 
lo que nos demuestra que no existe, en la práctica, 
una deontología común (…)35.
Estos patrones operativos, así como los pro-
cesos de rendición de cuentas, apuntan a 
abrir la puerta a la confi guración de un de-
recho a suministrar asistencia o, a una 
“reglamentación de la asistencia”, así como 
a un derecho a recibirla por parte de las 
víctimas (Ombudsman). Como se ha visto, 
la consolidación de estos dos derechos en 
el plano internacional está atravesada, en-
tre otros aspectos, por el debate sobre la 
33. “(…) El riesgo mas evidente es el de condenar a la uniformidad, el ámbito del trabajo humanitario. Es cierto que el proyecto 
puede facilitar los intercambios entre diversos agentes, permitirles mayor efi cacia, pero nunca podrá ocupar el lugar de la ética ni 
sustituir los objetivos o su realización, pues se trata de asuntos de la competencia de cada organización y de cada agente (…)”.
Rey & ál.,2007. 
34. “(…) No obstante, una carta universal no seria valida, dado que una ONG se forma en torno a un núcleo de personas con 
determinada vocación y que se adjudican determinado mandato, pero cada una interpreta a su modo la Carta y el respeto a la 
ética en ella defi nida (…)” Bodin, 2000. 
35. Rey, «Nueve refl exiones.
36. Roger Persichino (Responsable geográfi co de Acción contra el Hambre- EEUU), «¿Todos responsables?», Revista Acción 
contra el Hambre. Geopolítica del Hambre. Hambre: ¿Quién es responsable? Informe 2003-2004. Icaria Editorial. p. 23 y ss.
injerencia, de manera que al plantear la apli-
cación del Código Humanitario desde esta 
perspectiva, surgen preguntas sobre la via-
bilidad de impulsar este debate en contextos 
de crisis humanitarias complejas, sus ámbi-
tos de aplicación, los mecanismos de con-
trol y seguimiento a sus procesos, así como 
el respeto a los principios por parte de los 
operadores humanitarios. Aspectos que, al 
menos en el contexto colombiano, aún están 
por abordarse.
En igual sentido, hay autores que se pre-
guntan si es necesario que los códigos tras-
ciendan su carácter de marco de referencia 
para adquirir el de norma de obligatorio 
cumplimiento, con parámetros de medi-
ción y seguimiento. Tal propósito puede ser 
un arma de doble fi lo, pues, por un lado, es 
cierto que contribuye a mejorar la efi cacia y 
el profesionalismo en el trabajo humanitario, 
pero por otro, al sentar las bases para confi -
gurar el derecho a la asistencia humanitaria, 
crea unas demandas correlativas en cabeza 
de receptores y donantes, quienes pueden 
encontrar en su aplicación una herramienta 
para condicionar la erogación o canalización 
de recursos. A ello se agrega que “(…) la 
ayuda humanitaria se inscribe cada vez más 
en el marco de las políticas de seguridad na-
cional de los gobiernos donantes (…)”36. 
Por tanto, se plantea que más que abogar 
por la institucionalización jurídica del códi-
go, con derechos implícitos en cabeza de 
terceros actores, debería trabajarse por el 
23
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin Daño M 3
cumplimiento a cabalidad de los preceptos 
universales vigentesen materia de DIH y 
DDHH. Lo anterior, para evitar una situación 
en la cual los operadores humanitarios re-
sulten atados a unos códigos de actuación, 
al tiempo que los Estados están en mora de 
aplicar los mecanismos de protección de los 
Derechos Humanos consagrados en los tra-
tados internacionales.
Por otra parte, si bien los códigos fi jan pau-
tas, aún no logran en la práctica desarrollar 
conductas éticamente correctas y sustenta-
das en una adecuada formación profesio-
nal. En tanto que las infracciones terminan 
dependiendo de un acto voluntario de con-
trición pública en el cual una organización 
reconoce ante las demás, que se equivocó 
o transgredió sus parámetros, lo cual en últi-
mas ha resultado remoto.
Algunos autores se preguntan porqué apli-
car este código únicamente a la asistencia 
en caso de catástrofes, cuando es evidente 
que las crisis humanitarias tienen relación 
directa con los procesos de desarrollo que 
han dado lugar a situaciones de vulnerabi-
lidad estructural (caracterizadas por fenó-
menos de pobreza endémica, concentración 
del poder político y económico, etc.); y que 
impiden a la población tener capacidad para 
prevenir el impacto del desastre y generar 
procesos de resiliencia para superarlo. En 
consecuencia, si se determina una interven-
ción humanitaria, debe tenerse en cuenta 
que este contexto no sólo es de emergencia 
humanitaria sino también de crisis en mate-
ria de desarrollo. Esto lleva a las organiza-
ciones humanitarias a preguntarse por una 
parte, acerca de las condiciones de desa-
rrollo que predisponen o no a la catástro-
fe (correlativamente con su capacidad de 
reacción); y por otra, sobre los programas 
de prevención que se incorporan en los 
marcos de desarrollo, pues de su inclusión y 
aplicación depende también la viabilidad de 
dicho modelo social.
En este sentido, los autores plantean por 
qué no buscar que los códigos humanitarios 
sean compartidos con las compañías tras-
nacionales que desarrollan explotaciones 
de enclave en países afectados por confl ic-
tos armados, y en los que, con frecuencia, 
dichas empresas hallan apoyo en una de las 
facciones enfrentadas para garantizar su ac-
tividad extractiva. En otras palabras, es posi-
ble que se lleven a cabo guerras de despojo 
contra las comunidades para lograr un espa-
cio sufi cientemente domesticado y seguro a 
la implantación trasnacional, frente a lo cual 
las organizaciones humanitarias están en la 
obligación de trascender su papel tradicio-
nal, para inquirir por los factores que deter-
minan las crisis y buscar que asuman su res-
ponsabilidad los actores que indirectamente 
contribuyen a generar estos fenómenos37.
También se plantean posibilidades al códi-
go, más allá del alcance otorgado original-
mente frente a los actores locales, basán-
dose para ello en uno de sus objetivos: “...
Pretendemos utilizar los recursos locales en 
nuestras intervenciones”38. En este sentido, 
se preguntan por qué no desarrollar una am-
plia difusión de sus principios entre los ope-
37. En igual sentido, este reclamo se hace con relación a los Estados donantes, pues en sus manos está imponer reglamenta-
ciones que obliguen a sus compañías trasnacionales de ultramar a respetar los DDHH, así como a garantizar que sus Fuerzas 
Armadas también lo hagan. De donde resulta un contrasentido, que tales Estados exijan a las ONG humanitarias cumplir con un 
código de conducta para garantizar la ayuda, pero ellos a su vez, no impongan obligaciones a sus agentes.
38. “Principio de conducta 6. Versión francesa de 1996”. En: Daniell Pouillet-Breton,«¿Un código de –buena- conducta?», Revista 
Geopolítica del Hambre. Cuando el hambre es un arma. Informe 2000. Editorial Icaria. p. 217 y ss. impongan obligaciones a sus 
agentes.
24
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin DañoM 3
radores locales, incluidas las ofi cinas esta-
tales dedicadas al trabajo humanitario, de 
manera que eventualmente logre adherirse 
a estos actores a sus aspectos centrales y 
mecanismos de evaluación. Sin embargo, 
todo ello sobre la base de la consulta y un 
grado sufi ciente de información y discusión, 
como quiera que los actores regionales no 
hayan estado en el origen de esa iniciativa. 
En el caso de los Estados receptores, la exi-
gencia de las organizaciones humanitarias 
frente al cumplimiento de los códigos, enla-
za necesariamente con su respeto al DIH y 
los DDHH. En otras palabras, no basta con 
que el organismo estatal encargado de ca-
nalizar la ayuda, cumpla con los parámetros 
del Código de Conducta Humanitaria, si sus 
Fuerzas Armadas irrespetan el DIH.
Si bien los códigos no tienen un alcance ju-
rídico vinculante, en situaciones de confl icto 
armado debe prevalecer el DIH en su inter-
pretación. En este sentido, señalan algunos 
autores, le corresponde al CICR, como voz 
autorizada en la materia, desarrollar una co-
laboración a fondo con otras organizaciones 
en el terreno, de manera que contribuya a 
resolver diversas situaciones problemáticas, 
conforme al respeto de los patrones estable-
cidos y a la luz del DIH, a fi n de promover 
una coordinación más fl uida. 
Pese a que en esta normativa propia del 
mundo humanitario no existen raseros para 
resolver problemas específi cos, los expertos 
señalan que debe prevalecer “la coordina-
ción y la prioridad de los principios humani-
tarios”39, en la resolución de las situaciones. 
Por ejemplo, enfocándose a limitar los im-
pactos negativos de la AH a través de una 
mejoría en la coordinación, al mismo tiem-
po que una estrategia de incremento en las 
condiciones económicas de autosubsisten-
cia y asesoría al reestablecimiento de los 
espacios político – democráticos con el fi n 
de constituir un frente común entre las Na-
ciones Unidas y los países donantes. 
En ultimas, la discusión acerca de la imple-
mentación de los llamados Códigos de Con-
ducta (Carta Humanitaria y Proyecto Esfe-
ra), pasa necesariamente por la valoración 
y la intervención sobre los aspectos estruc-
turales que originan las crisis humanitarias 
para evitar caer en situaciones que resulten 
técnicamente engañosas (como cuando se 
hace mención al cumplimiento estricto de 
una serie de objetivos y metas cuantitativas 
en las que la calidad y los aspectos estruc-
turales que están en el trasfondo de la crisis, 
se relegan a un segundo plano)40. Por ello, 
los códigos son guías o marcos de referen-
cia para el trabajo humanitario, pero en nin-
gún caso pueden sustituir “(…) el espíritu de 
solidaridad y justicia, que son el fundamento 
de la acción humanitaria (…)”41.
Finalmente, los códigos de conducta huma-
nitarios pueden constituir un elemento clave 
para apoyar el trabajo de los organismos hu-
manitarios y ONG en Colombia, en aspectos 
como los siguientes:
39. Pouillet-Breton, 2000.
40. “(…) En Burundi, por ejemplo, una investigación ha develado hasta qué punto los objetivos técnicos pueden llegar a conver-
tirse en un engaño, ya que aplicar de forma correcta los patrones técnicos no supone que se cumplan los objetivos humanitarios. 
Atender a 500 niños no constituye un fi n en si cuando varios miles más siguen padeciendo hambre a pocos kilómetros (…)”. En: 
Bodin, 2000.
41. Bodin, 2000.
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Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin Daño M 3
 ► Propiciar un marco de 
referencia operativo 
Contribuye a fi jar pautas para la planea-
ción en los distintos temas que confi guran 
mínimos de la acción humanitaria42.
 ► En los procesos de rendición 
de cuentas
Es una iniciativa que facilita los procesos de 
rendición pública de cuentas, pues facilita 
pautas para establecer sistemas de recopi-
lación de información y evaluación, contribu-
yendo a clarifi car las lecciones aprendidas 
de cada experiencia.
 ► En la negociación con las 
autoridades 
Es un marco que también aporta a la nego-
ciación con las autoridades, pues, por un 
lado, se pacta desde la transparencia que 
ofrece el cumplimiento deestos principios 
por parte de las organizaciones, y, por otro, 
sirve como elemento de presión a las entida-
des para que fi jen parámetros para su propia 
operación humanitaria, además de acercar-
los al cumplimiento del DIH y los DDHH.
 ► Para acordar indicadores de 
evaluación 
En este mismo sentido, tanto las organiza-
ciones como las instancias del Estado com-
prometidas, pueden acordar indicadores 
que faciliten procesos de evaluación públi-
cos en cada uno de los mínimos de la AH.
 ► En el mejoramiento de la 
participación de las comunidades 
receptoras
Igualmente, su aplicación adecuada permite 
mejorar la participación de las comunidades 
receptoras tanto en la selección de los benefi -
ciarios, como en la delineación, ejecución, segui-
miento y evaluación de los proyectos.
 ► En la coordinación de la 
respuesta humanitaria 
La Carta y el proyecto Esfera sin duda apor-
tan a las iniciativas que se vienen dando en 
el país en materia de coordinación de la 
respuesta humanitaria, tanto desde el sec-
tor de los organismos intergubernamentales 
y de cooperación (Sistema OCHA), como de 
las ONG y el propio Estado. En este sentido, 
Esfera facilita ejercicios de complementarie-
dad en aspectos como el diseño y la soste-
nibilidad de los proyectos.
 ► En la evaluación de las 
competencias y de la gestión de 
personal
Dentro de las organizaciones, estos paráme-
tros también facilitan la evaluación de las 
competencias y la gestión del personal 
de las entidades comprometidas en la AH.
2.2. Neutralidad e 
imparcialidad
Como lo ha señalado Rey Marcos, la acción 
humanitaria está enmarcada por una para-
doja, puesto que su historia ha evidenciado 
numerosas contradicciones y debates bus-
cando legitimar y alcanzar la universalidad 
de sus principios (neutralidad, imparcialidad, 
humanidad, etc.), al tiempo que otras formas 
de actuación frente a los desastres se han 
eximido de aplicar y consensuar principios 
42. “(…) abastecimiento de agua, saneamiento y fomento de la higiene; seguridad alimentaria, nutrición y ayuda alimentaria; 
refugios, asentamientos y artículos no alimentarios; y servicios de salud (…)”. En: Manual Proyecto Esfera. Introducción...
26
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin DañoM 3
de actuación, como es el caso de la coope-
ración internacional, que en buena medida 
ha obedecido a los intereses y parámetros 
del gobierno donante. Es por eso que Rey 
Marcos con razón se pregunta: “¿Es posible 
una ayuda en torno a principios en un mun-
do que no los tiene?” 43
En este sentido, debatir sobre los princi-
pios humanitarios tiene varios propósitos, 
por una parte, en el sentir del autor citado, 
refl ejaría la “preocupación de las organiza-
ciones humanitarias por aclarar los valores 
éticos y morales en los que se fundamenta 
su acción y por transmitirlos a la población”. 
Esto implica un cierto propósito pedagógico 
y de profundización del soporte conceptual 
de los distintos principios. Sin embargo, el 
debate sobre los principios también expre-
saría las convulsiones internas provocadas 
en las agencias humanitarias debido a los 
cambios acelerados que se viven en la ac-
tualidad, tanto en los contextos de confl icto 
como en el marco geopolítico de la coope-
ración, y que de una u otra forma han lleva-
do al cuestionamiento de los principios, así 
como del sentido y el alcance de la práctica 
humanitaria en un entorno que avizora pro-
fundas transformaciones.
De esta manera, se abordarán conjuntamente 
dos principios que en la actualidad plantean 
posiblemente los más importantes debates 
en el seno de la práctica humanitaria, como 
son la neutralidad y la imparcialidad. Cabe 
señalar que el principio de neutralidad44, co-
rre a la par y/o de manera complementaria 
con el de imparcialidad45, sin embargo, en 
su sentido y aplicación presentan diferen-
cias importantes. 
43. Francisco Rey Marcos, La fi nanciación de la asistencia humanitaria: el papel de los donantes y sus implicaciones. Anuario 
CIP, 2004.
44. Neutralidad: La ayuda no se utilizará para favorecer una determinada opinión, política o religión. En: Jorge Castilla & Fiona 
Terry, «Neutralidad y Acción Humanitaria», Colección Cuadernos para el debate. Barcelona: Dirección General MSF-E -. 2001. 
45. Imparcialidad: La ayuda prestada no está condicionada por la raza, el credo o la nacionalidad de los benefi ciarios ni ningu-
na otra distinción de índole adversa. El orden de prioridad de la asistencia se establece únicamente en función de las necesida-
des. Castilla & Terry, 2001.
46. En este sentido, diversos autores la vinculan con la posibilidad de un principio universal de igualdad de trato, que a su vez 
se basaría en el respeto y reconocimiento de la igualdad y dignidad del/a otro/a.
NEUTRALIDAD IMPARCIALIDAD
La neutralidad implica mantener distancia 
con respecto a los combatientes, especial-
mente con relación a las razones y la justi-
fi cación de cada una de las partes en con-
fl icto. 
La imparcialidad implica actuar para preser-
var la vida y la dignidad de los individuos y 
poblaciones víctimas, sin distingos o discri-
minación de ninguna clase46. 
La imparcialidad implica anteponer el inte-
rés humanitario a los intereses políticos, 
económicos o religiosos de las fuerzas pre-
sentes en el confl icto.
27
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin Daño M 3
Debido a que la neutralidad propone mante-
ner distancia frente a las partes y las motiva-
ciones del confl icto, suele concluirse que la 
acción humanitaria debe ser apolítica. Sin 
embargo, resulta difícil sostener este crite-
rio en contextos de violencia, donde suelen 
formarse juicios de valor sobre el comporta-
miento de las partes. 
Instituciones como Médicos Sin Fronteras 
(MSF) plantean que la acción humanitaria es 
en todo, una acción política, puesto que se 
propone un objetivo, realiza acciones y se rela-
ciona con distintas fuerzas e intereses presen-
tes en el escenario de la guerra, provocando 
consecuencias en éste. Desde esta perspec-
tiva, las organizaciones humanitarias no pue-
den fungir simplemente como “observadores” 
o “asistentes humanitarios” sino como actores 
que entablan relaciones con personas y fuer-
zas presentes en el confl icto y que se susten-
tan en una fi nalidad humanitaria. 
Sin embargo, surge una posible contradic-
ción entre los principios de neutralidad e 
imparcialidad. Algunos autores señalan que 
guiar las acciones solamente por la neutrali-
dad (sin asumir un compromiso con respecto 
a las víctimas), implica una falta de respon-
sabilidad que resulta moralmente inacepta-
ble; otros opinan que la neutralidad es fun-
damental debido a la necesidad de acceso 
y seguridad para los equipos humanitarios y 
que ésta, no es contradictoria sino comple-
mentaria de la imparcialidad, pues apuntan 
a objetivos diferentes.
47. Castilla & Terry, 2001.
48. Ello por supuesto, sin descuidar el necesario análisis y negociación entre principios y objetivos, condiciones y limitaciones, 
intereses en el confl icto, etc.
Además, se plantea que la neutralidad es 
ante todo un principio de carácter opera-
cional, es decir, orientado a garantizar el 
acceso y la seguridad en el terreno. En este 
sentido, cabe preguntarse si en confl ictos 
como el colombiano, con emergencias hu-
manitarias estructurales, en las cuales la 
violencia se vive con mayor intensidad en 
zonas específi cas, la neutralidad debe ope-
rar bajo esa visión restringida de garantizar 
el acceso, a la par que en el plano nacional 
debe dar paso a una estrategia amparada 
en la imparcialidad, es decir, una interven-
ción sustentada en una acción política a fa-
vor de los derechos de las víctimas. 
Como lo señalan Castilla y Terry47, llevar al 
extremo la aplicación homogénea del prin-
cipio de neutralidad en todas las intervencio-
nes de lo humanitario, confunde su sentido, 
pues incorpora a la palabra “neutro” carac-
terísticas que no tocan con el dominio dela 
ética, el derecho o la política, sino que pro-
vienen de la química, expresada como una 
falta de reacción, lo cual convierte a la neu-
tralidad en un imposible moral. 
En este sentido, ¿qué ocurre cuando un con-
fl icto armado deja de ser una contienda en-
tre dos partes enfrentadas para convertirse 
en una guerra contra la población? Castilla 
y Terry plantean que en esa situación, neu-
tralidad e imparcialidad entran en contra-
dicción, y, en todo caso, debería primar la 
segunda48, teniendo como referente el man-
dato de preservar la vida y la dignidad.
28
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin DañoM 3
Conforme a ello, invitan a desmitifi car el 
concepto de neutralidad y a valorarlo to-
mando en cuenta que los principios son 
guías y no objetivos, por tanto, que la reali-
zación de la acción humanitaria requiere una 
negociación entre principios y realidades 
para llegar a una situación aceptable a favor 
de la misión de los actores humanitarios.
Sin embargo, Castilla y Terry49, al refl ejar 
el pensamiento de MSF que busca combi-
nar neutralidad con acción política, dejan 
algunas dudas en sus planteamientos. Al 
avanzar sobre las posibilidades de una apli-
cación fl exible de la neutralidad, parten de 
hacer una diferencia sustancial entre lo que 
denominan testimonio o denuncia, con lo 
que llaman acusación. Respecto al primero, 
indican que es simplemente el resultado del 
ejercicio del principio de imparcialidad, cuyo 
objetivo es llevar socorro a quienes tienen 
la vida y la dignidad amenazadas, de mane-
ra que no se opone fundamentalmente a la 
neutralidad. En este orden, el testimonio o 
la denuncia consisten en hacer conocer pú-
blicamente las consecuencias de la violen-
cia y los mecanismos que violan la dignidad 
y amenazan la vida de una comunidad. De 
manera que, al tratarse de una excepción 
al principio o regla de la neutralidad, con la 
denuncia o el testimonio no se desvirtúa su 
validez. 
Sin embargo, rechazan a la que denominan 
acusación, pues con ella supuestamente 
se señalan culpables y se califi ca o terminan 
haciéndose valoraciones sobre la justifi ca-
ción de las partes en el confl icto. Por tanto, 
concluyen, la acusación es un tipo de testi-
monio que se opone o viola la neutralidad de 
la acción humanitaria.
Este argumento deja dudas por varias razo-
nes: en primer término, por que la diferencia 
que proponen los autores entre denuncia y 
acusación no es tan sustancial como la pre-
sentan. De hecho, cuando se denuncia o se 
rinde un testimonio público sobre una situa-
ción de amenaza o violación de derechos, 
indirectamente se está acusando o señalan-
do a una de las partes en el confl icto o a los 
generadores de esa situación, por lo tanto, 
el hecho de que no se mencionen responsa-
bles no indica que no se esté acusando, sino 
simplemente que no se quiere llegar hasta el 
fondo de la cuestión. 
Pareciera, según este razonamiento, que 
existen “testimonios y denuncias neutrales” 
y “testimonios no neutrales”, o contrarios a 
los principios humanitarios a los que debe 
denominarse “acusaciones”. En otras pa-
labras, existen “testimonios apolíticos” y 
“acusaciones políticas”, lo que riñe con sus 
planteamientos sobre el sentido político de 
la acción humanitaria. 
49. Castilla & Terry, 2001.
 De lo anotado, surgen varias inquietudes: ¿Quie-
nes deciden acusar o llegar hasta el fondo de las 
responsabilidades por las violaciones, están incu-
rriendo en una conducta antiética o contraria a 
los principios humanitarios? O de lo que se trata 
es que la así denominada “acusación”, trasciende 
sin más las competencias humanitarias al inmis-
cuirse en el terreno de una “acción política ne-
gativa” y por tanto, debe quedar por fuera de su 
alcance y naturaleza. Lo anterior también lleva 
a preguntarse: ¿En qué consiste una “actuación 
política” o “políticamente correcta” y qué no lo 
es? Y en el fondo, si se trata de la tenue línea divi-
soria que separa a trabajadores humanitarios, de 
los defensores de Derechos Humanos, en la que 
unos van más al fondo de la cuestión que otros. 
29
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin Daño M 3
En últimas, ¿qué es lo que realmente se res-
guarda cuando una organización se ampara 
en el principio de neutralidad, para no denun-
ciar o no acusar directamente a un violador de 
DDHH o el DIH? ¿Es el riesgo de no volver a 
acceder a las víctimas en el terreno? La res-
puesta resulta ligera sobre todo si a la parte en 
confl icto que resulta señalada por un testimo-
nio o una denuncia no se le ocurre pensar en 
el carácter supuestamente “neutral” o “huma-
nitario” de dicho “testimonio”, sino en su autor, 
y en consecuencia obstaculiza el acceso. De 
esta manera, frente a las amenazas poco sirve 
que se alegue que el testimonio o la denuncia 
se presentaron de manera genérica o sin “acu-
saciones” y que estuvieron apegados al princi-
pio de neutralidad o bajo un fi n estrictamente 
humanitario. 
Así las cosas, también surge la cuestión 
acerca de si acaso es un cierto concepto de 
seguridad corporativa y/o una cierta trayec-
toria y contactos institucionales lo que está 
defendiéndose, pues es claro que declarar-
se neutral no garantiza per se el acceso y la 
seguridad de las operaciones humanitarias, 
más cuando se acompaña del “testimonio” o 
la “denuncia” pública, o el acceso es “clan-
destino” o “sin fronteras”.
En este sentido, cabe preguntarse si la bús-
queda del acceso no se convierte en oca-
siones en una obsesión por mantener los 
contactos, la imagen y la credibilidad institu-
cional frente a los actores armados. En otras 
palabras, si termina privilegiándose la “sos-
tenibilidad” de los contactos por encima de 
las necesidades de las víctimas.
Por tanto, la neutralidad justifi cada sobre la 
base de la seguridad y el acceso, se plantea 
por una diferencia en el nivel de exposición o 
afectación de los trabajadores humanitarios 
con relación a los defensores de Derechos 
Humanos. Es decir, que aquello que los au-
tores denominarían “acusadores” (trabaja-
dores de Derechos Humanos), exponen su 
vida con mayor riesgo que los actores huma-
nitarios o “testigos”, debido a que los prime-
ros “acusan” mientras que los segundos se 
limitan a la “denuncia”. Todo lo cual reduce 
el problema de la seguridad y el acceso a 
un asunto de riesgos profesionales, pero 
particularmente a establecer una diferencia 
teóricamente artifi ciosa en el sentido e im-
pacto de dichas acciones. 
Por otra parte, si el problema central que 
busca garantizarse con la neutralidad no es 
la seguridad y el acceso, sino aislarse polí-
ticamente y/o no tomar partido en el debate 
ideológico – político que subyace al confl icto 
armado, cabe preguntarse entonces, ¿qué 
se persigue en últimas con la neutralidad?, 
sobre todo cuando Castilla y Terry recalcan 
que “la acción humanitaria es en todo una 
acción política”.
Aquí, nuevamente surge la duda cuando los 
expertos de MSF señalan que el testimonio 
o denuncia, implica “dar a conocer públi-
camente las consecuencias de la violencia 
y los mecanismos que violan la dignidad y 
amenazan la vida de una comunidad”; y la 
neutralidad, “tomar distancia de las razones 
y justifi cación de cada una de las partes en 
el confl icto”. En este orden, una de las con-
diciones de cualquier denuncia, consiste en 
conocer de primera mano y en toda su pro-
fundidad y complejidad, las causas estruc-
turales y coyunturales, circunstancias, com-
portamientos y antecedentes del confl icto 
armado y la violencia política, todo lo cual 
lleva indefectiblemente a conocer “las razo-
nes y justifi cación de cada una de las partes 
en el confl icto”. Este conocimiento conlleva 
al menos dos tipos de valoraciones, un aná-
lisis desde las ciencias sociales sobre las 
30
 
Acción Humanitaria, Desarrollo, Enfoque Sensible al Conflicto y Acción sin DañoM 3
razones que motivan el comportamiento de 
las partes, etc., y un balance desde la

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