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Educamos Juntos: A Importância da Família e Escola na Educação Infantil

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Presentación
Directora del proyecto:
María Cristina Tenorio 
/ Dir. grupo Cultura y Desarrollo Humano -
Centro de investigación en Psicología, 
Cognición y Cultura. 
Universidad del Valle
Autores Módulos:
María Cristina Tenorio 
/ Ph.D. Psicología de la Comunicación
Jacqueline Garavito López / Psicóloga
/ Magíster en Psicología Cultural
José Eduardo Sánchez Reyes / Piscólogo
/ Estudiante Maestría en Psicología Cultural
Asesoría Metodológica:
María Clara Borrero Caldas
Auxiliar de investigación
Laura Lozano León / Psicóloga
Coordinación Diseño Visual:
Karen Ramírez González
 
Ilustración:
César Augusto Matiz Arévalo
María Cristina Reyes Medina
 
Diagramación:
César Augusto Matiz Arévalo
Andrés Julián Tabares Rojas
Diseño de Cubierta:
César Augusto Matiz Arévalo
Desarrollado por:
Dirección de Nuevas tecnologías 
y educación virtual -DINTEV-
Universidad del Valle
2013
La familia y la escuela
para 
a los niños
educar socialmente
se unen 
Presentación
Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
¿Qué es el programa “Educamos Juntos”? 
Cuando llega el momento de ingresar a los niños a la escolaridad formal (4 o 5 años), 
con frecuencia muchos padres esperan que el colegio o escuela de allí en adelante 
se encargue de toda la educación de sus niños; no obstante, esto no es posible. Los 
niños han hecho su primera socialización en la familia y llevan al pre-escolar y a la 
escuela las modalidades de interacción que han aprendido en casa, donde les siguen 
siendo aceptadas. Por lo que si hay diferencias grandes o incluso contradicciones 
entre lo que la vida escolar ha establecido como normas y prácticas que regulan la 
vida social, y lo que la familia propone, se creará un confl icto que afecta al niño. En 
el pre-escolar los pequeños entran en relación con niños que han sido criados con 
modelos de relación y de comportamiento distintos a los que su familia les dio, y 
no saben cómo reaccionar a otras formas de trato. Por ejemplo, el pequeño puede 
haber sido muy protegido en casa, y no saber valerse por sí mismo, sino esperar que 
la maestra funcione como su mamá prestándole las manos, y haciendo todo por él; 
o quizá no sepa cómo defenderse de niños agresivos.
La escuela o colegio son mundos sociales muy diferentes a la familia y esto de por 
sí hace necesario que los adultos responsables de los niños en ambas instituciones 
tomen en cuenta que los niños encontrarán otras maneras de relacionarse con los 
adultos, con los compañeritos, con los niños más grandes. De un grupo familiar 
de 4 a 7 u 8 miembros, los niños pasan a convivir con muchas personas y a seguir 
pautas de conducta que en casa no tenía. Esto solo, de por sí, exige que los adultos 
educadores del colegio busquen establecer principios educativos comunes y estrate-
gias adecuadas para educar según esos principios.
Las familias poco se preparan para la tarea educativa. Cuando nacen los hijos 
saben que tendrán que cuidarlos, alimentarlos, mantenerlos sanos; pero en lo que 
concierne a educarlos, no hay refl exión en común, sino que a medida que aparecen 
los confl ictos y problemas van improvisando. Hasta hace 50 años, en Colombia 
había principios educativos claros que los padres de familia debían seguir: se trata-
ba de criar a los niños para que se convirtieran en personas de bien. Es decir: hon-
radas, trabajadoras, serviciales. Y los principios igualmente eran claros: los niños 
PROGRAMA “EDUCAMOS JUNTOS”
La familia y la escuela se unen para educar socialmente a los niños
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
debían ser obedientes a los mayores, respetuosos, y juiciosos. Estas palabras con-
tenían los deberes de los niños: juiciosos implicaba ayudar en lo que se le pidiera y 
hacerlo bien (sin demoras, sin trampas, sin pereza); respetuosos implicaba que los 
adultos tenían una posición de autoridad y que los niños no podían “igualarse” con 
ellos; obedientes se refería a que los niños no podían defi nir por sí mismos lo que 
iban a hacer, pues no tenían la capacidad de juicio sufi ciente para “mandarse solos”. 
De los años 80 en adelante, las formas de relación entre generaciones cambiaron, 
se impusieron modelos democráticos para la crianza —los niños ahora podrían de-
cidir desde muy pequeños qué comer, cómo vestir, etc.—, pero no se defi nieron ni 
se han defi nido nuevos principios. Y las metas cambiaron: ya no se trata de formar 
gente de bien sino personas felices.
A nivel escolar, muchos de los principios se han sostenido, no porque ayuden 
a moldear buenos estudiantes, y jóvenes interesados en aprender, sino porque son 
principios disciplinarios para mantener bajo control a grupos numerosos. Por el 
contrario, los principios que regulan las relaciones —para que los niños se man-
tengan en buena relación unos con otros y no establezcan dependencia de la maes-
tra—; y aquellos que exigen manejarse bien de manera autónoma —en lugar de 
dedicarse a hacer picardías cuando la profesora voltea la espalda—; o los principios 
del buen cumplimiento, que regulan su dedicación a las tareas acordadas – para 
hacer bien los trabajos y tareas por el disfrute de la tarea bien hecha; todos estos 
están implícitos, pero no se formulan de manera abierta, ni se pide a los profesores 
centrarse en ellos. En cambio se les exige mantener a los niños sin hacer bulla, en 
orden, atentos, etc...
Nuestro interés de que familias y maestros se unan para, de común acuerdo, esta-
blecer metas conjuntas y mejorar sus estrategias, surge de nuestra preocupación con 
la inefi cacia de la educación formal para formar jóvenes autónomos, responsables, 
colaboradores: “gente de bien”. Los aspectos de la vida social han sido desplazados 
en la escuela por las pedagogías basadas en teorías psicológicas, todas ellas centra-
das en cómo mejorar el aprendizaje de los conocimientos escolares. La interacción 
social, base de todo aprendizaje humano, no se ha tomado en serio como motor de 
la curiosidad, del deseo de saber, y fundamento de la construcción de comunidades 
con objetivos en común. Mucho menos se valora el reconocimiento de los propios 
sentimientos y el aprendizaje de su control a fi n de exigirse, en lugar de sucumbir 
al menor fracaso. Nuestros niños y jóvenes criados bajo el nuevo mandato parental 
de “hacerlos felices” y habiéndose organizado psicológicamente bajo valores indivi-
dualistas que anulan el control social de los mayores, son terriblemente débiles, no 
soportan la menor frustración, no saben poner límites a sus afectos, ni a los actos 
que éstos desencadenan.1
1. El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM ) en su quinta versión, próxima a lanzarse, lleva 
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La familia y la escuela se unen para educar socialmente a los niños
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
El programa consiste en propiciar encuentros entre familia y escuela, que facili-
ten la discusión de difi cultades típicas en la educación de los niños, para aprender 
juntos cómo convertirnos en mejores educadores. Los maestros y profesores a veces 
estamos más preocupados por la disciplina del salón y el avance en el programa 
que por enseñar a los niños a interactuar sabiendo expresarse bien y escuchar, sin 
llevarse por delante a los demás, y aprender a resolver sus confl ictos; o insistimos 
más en el cumplimiento de las tareas que en promover el interés y la curiosidad de 
nuestros estudiantes. De la misma manera, en casa, las familias enfrentan diaria-
mente las tareas de la crianza, olvidando que no se trata de obligar a obedecer, o de 
someter a los niños unos días a exigencias y otros días dejarlos hacer lo que les pro-
voque, sino de contribuir a diario a volverlos niños responsables y colaboradores. 
Se trata por tanto de que “dejemos de lado la cantaleta” —así como los reclamos de 
padres a maestros y viceversa—, y analicemos a través de pequeñas situaciones de 
la vida diaria —en la familia y en la escuela—, cómo estamos cumpliendonuestra 
responsabilidad educativa con los niños, y qué cambios podremos ir haciendo. Lo 
principal es la disposición para compartir y para querer hacer cambios que benefi -
cien a los niños.
A estos encuentros son bienvenidos los diversos miembros de la familia que con-
viven con los niños y se hacen cargo de ellos; no están dirigidos solamente a papá 
y mamá, aunque por supuesto es fundamental que ellos participen. El programa 
se compone de varios módulos, cada uno con un tema diferente: Los padres como 
educadores, el desarrollo de los niños, la autoridad, familia y escuela educamos 
juntos. Cada módulo se hace en varias reuniones de encuentro, como ésta, que pre-
tenden que comprendamos a fondo lo que está en juego en las situaciones de crianza 
diarias y en las del aprendizaje escolar; así como las alternativas para interpretar de 
otra manera lo que no nos funciona, y conocer cómo actuar para transformar lo 
que ya no sabemos cómo manejar. Asistir a una sola sesión no produce cambios; 
para que surta efecto y en casa las cosas mejoren, es necesario comprometerse para 
hacer un módulo completo. Además, es muy importante compartir en casa lo que 
se está comprendiendo, para que se puedan hacer modifi caciones en las que todos 
participen y apoyen.
No es una “escuela de padres” porque no habrá enseñanza de cómo ser padres; 
tampoco es un programa para familias con problemas. Son encuentros para que 
cada uno se conozca mejor, y así entienda cuáles formas de relación con los niños 
son “formadoras” y cuáles solamente son “controladoras”.
Si discutimos juntos sobre los retos de criar, enseñar y educar niños, entendere-
al extremo esta incapacidad de control al proponerla como una nueva patología infantil: Trastorno de desregulación 
disruptiva del estado de ánimo, que pronto será tratada con droga psiquiátrica.
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mos que aprendemos unos de otros al analizar situaciones cotidianas. Adoptar po-
siciones compartidas (escuela y familia) frente a las difi cultades diarias, permitirá 
que el niño no se encuentre entre pautas y estilos educativos contradictorios, ni que 
unos le reclamen a los otros por la mala conducta del niño, por cuanto es una res-
ponsabilidad compartida y se trata de asumirla como tal. Con este programa apren-
deremos todos a refl exionar y a hacer los cambios que consideremos necesarios.
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¿Quiénes construimos el programa? 
El Programa Educamos Juntos fue diseñado y es realizado en Colombia por el grupo 
de investigación Cultura y Desarrollo Humano, de la Universidad del Valle, grupo 
que ha optado por el uso de medios audiovisuales y virtuales para diseñar e imple-
mentar programas y contenidos educativos que lleguen ampliamente a las comuni-
dades2. La realización del programa se hizo con el apoyo de la Dirección de Nuevas 
Tecnologías y Educación Virtual —DINTEV—. 
El equipo estuvo conformado por psicólogos culturales y una trabajadora social 
(María Cristina Tenorio (Ph. D.), Jacqueline Garavito (Mgs), Jose Eduardo (Mgs), 
Laura Lozano (profesional) y Mary Hellen Burbano (Mg en Sociología)), con amplia 
experiencia en investigación e intervención con familias y profesores, quienes con 
la ayuda de profesores, maestras de pre-escolar y psicólogas de 17 colegios y es-
cuelas de Cali, y otros 4 municipios, hemos hecho un diagnóstico de las mayores 
difi cultades que enfrentan para formar a niños pequeños —entre 4 y 8 años— como 
miembros de una comunidad diferente a su familia.
La construcción del programa fue posible gracias a la larga trayectoria en for-
mación parental liderada por María José Rodrigo López, catedrática de Psicología 
Evolutiva y de la Educación, de la Universidad de la Laguna en Tenerife, y de los 
profesores Juan Carlos Martín-Quintana, María Luisa Máiquez, otros profesores y 
psicólogos asistentes de su equipo, pertenecientes a las Universidades de La Laguna 
y Las Palmas de Gran Canaria en las Islas Canarias, España. El interés de estos pro-
fesores por compartir sus avances con nuestro grupo en la Universidad del Valle, 
a fi n de apoyar un nuevo enfoque en los programas parentales, nos llevó a propo-
ner un proyecto conjunto a la convocatoria 2011 del Programa de cooperación 
2. Nuestro grupo estuvo a cargo de la investigación y la realización de la serie Dile...más, 73 programas de televisión 
producida por Señal Colombia para franja educativa adolescente (2005); del curso virtual para profesores universitarios 
de matemáticas “La aventura del Calculo: cómo aprender para transformarse”, basado en el Juego de rol “Yo profesor”, 
igualmente producido con el apoyo de la DINTEV. Sostenemos activas tres páginas web.
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interuniversitaria e investigación científi ca entre España e Iberoamérica. Fue así 
como obtuvimos fi nanciación para producir este programa a través de la Agencia 
Española de Cooperación Internacional en el marco de la convocatoria PCI 2011– 
Proyecto AECID A3/035373/11.
Los mencionados profesores de Psicología de estas dos universidades han de-
sarrollado diversos tipos de programas para formación de padres, inicialmente a 
través de la radio ECCA en las Islas Canarias 2000. A partir de 2005 empezaron a 
producir programas parentales por franjas de edad, los cuales además del enfoque 
conceptual y las situaciones que se usarían en las sesiones con los padres, incluía la 
formación metodológica de profesionales de servicio social de los ayuntamientos, 
quienes harían la implementación de los programas.
Programas presenciales:
1. Crecer felices en Familia. Programa de apoyo psicoeducativo para promover 
el desarrollo infantil -0 a 6 años- Rodrigo, Máiquez, Martín y otros, año 2009 
Junta de Castilla y León 
2. Aprender juntos, crecer en familia. Dirigido a Padres y madres de niños y 
niñas de 6 a 12 años. Pere Amoros, Nuria Fuentes, Ainoa Mateo, Crescencia 
Pastor, María José Rodrigo, Sonia Byrne, María Angeles Balsells, Juan Carlos 
Martín, Mónica Guerra. 2011. Obra social La Caixa. 
3. Vivir la adolescencia en Familia. Programa de apoyo psicoeducativo para 
promover la convivencia familiar. M José Rodrigo, Juan Carlos Martín, Mª 
Luisa Máiquez y otros. 2010. Junta de Castilla La Mancha.
Estos programas llevaron a consolidar una propuesta educativa para las familias 
que promueve los principios de la iniciativa europea de Parentalidad Positiva, lide-
rada a nivel internacional por María José Rodrigo López, presidenta de la European 
Association of Developmental Psychology.
La parentalidad positiva —recomendación del Consejo de Europa, 2006— se 
defi ne como “un comportamiento parental que asegura la satisfacción de las 
principales necesidades de los niños, es decir, su desarrollo y capacitación sin 
violencia, proporcionándoles el reconocimiento y la orientación necesaria que 
lleva consigo la fi jación de límites a su comportamiento, para posibilitar su pleno 
desarrollo”.
Parentalidad positiva: propone un enfoque preventivo: 
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• Fortalecimiento y capacitación de padres y madres mejorando la ecología pa-
rental y promoviendo sus competencias.
• Reconocimiento de que todos los padres y madres necesitan apoyo informal y 
formal para realizar su tarea educadora, especialmente los que se encuentran 
en situaciones de riesgo.
• Sitúa a las familias en el centro del escenario y promueve su colaboración 
desde el comienzo de la atención.
• Necesidad de proporcionar apoyos psico-educativosy comunitarios a las fa-
milias (programas de educación parental).
• Promueve la cultura de la innovación y de las buenas prácticas en los servicios 
de atención a las familias.
María José Rodrigo, “Las competencias parentales en la promoción de la paren-
taldad positiva3 
El último programa producido desde esta perspectiva es virtual; se trata de la 
creación de la página web educarenpositivo.es elaborada mediante el proyecto Fo-
mento de la parentalidad positiva mediante entornos virtuales de aprendizaje expe-
riencial —fi nanciado por el Ministerio de Economía y Competitividad, modalidad 
TRACE destinada a transferir productos tecnológicos a las empresas.
La web educarenpositivo.es está pensada para toda la familia, y contiene herra-
mientas creativas, enlaces con juegos, vídeos e informaciones. Se puede acceder li-
bremente y las personas interesadas se inscriben, de forma gratuita, en un programa 
estructurado, soportado en un aula virtual que comprende actividades interactivas 
para los padres y las madres. Se puede entrar en cinco módulos buscan fomentar 
en los progenitores cambios en sus concepciones y prácticas sobre el desarrollo y la 
educación, así como crear la necesidad de compartir conocimientos y experiencias. 
Igualmente se quiere motivar a los padres y madres para que se sientan bien en la 
tarea educativa y aplicar las nuevas tecnologías educativas al ámbito de la orienta-
ción e intervención familiar.
3. Encuentro anual de profesionales de atención de la Infancia, Universidad de la Laguna. 
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¿Para qué lo hemos producido?
El Programa formativo “Educamos Juntos” lo hemos construido con la meta de 
crear un interés y estrategias comunes entre los maestros de primeros años de es-
cuela, los profesionales de apoyo y psicólogos de las instituciones educativas, con 
los formadores primarios de los niños: padres y cuidadores familiares. Nuestro pro-
pósito es promover un cambio de actitud y de posición en ambas partes —escuela 
y familia— que conduzca a priorizar la formación del niño para la vida social, y no 
solo centrada en aprender los contenidos curriculares con miras a la futura vincu-
lación laboral. Hacer énfasis en la educación social de los niños, en la necesidad de 
crear entre padres y maestros acuerdos y formas de intervenir con los niños que 
promuevan la convivencia y aporten a la construcción de una sociedad mejor.
¿Por qué educar para la vida social?
Si bien somos seres sociales, programados desde el nacimiento para interesarnos 
y comunicar con nuestros semejantes —los otros humanos— el tipo de sociabilidad 
que desarrollemos dependerá de la experiencias vividas con los adultos cuidadores 
y con los niños, a quienes desde el inicio nos unirá la envidia, la agresividad, y el 
interés de ser y hacer como ellos. La empatía con lo que el otro siente, el respeto del 
otro —de su espacio, de su actividad, de sus objetos— no hacen parte de nuestra 
dotación genética; deben ser enseñados a diario, pues tener dotación para la vida 
social no signifi ca de entrada saber ser amable y complaciente, ni aceptar los límites 
en calma. Los años de la infancia y niñez están atravesados por el difícil aprendi-
zaje de las pautas y normas que regulan y controlan nuestros deseos y caprichos. 
La vida social entre pares exige que durante la niñez y adolescencia aprendamos a 
apaciguar nuestros afectos y a reconocer los de los otros, a saber manejar los con-
fl ictos con los pares y con los adultos, a aprender a contar con los otros para cumplir 
nuestros propósitos y para disfrutar la vida en comunidad.
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Sin estas bases no hay vida ciudadana. La vida en comunidad exige el cumpli-
miento de deberes y el reconocimiento de derechos que se aprenden aceptando e in-
teriorizando los límites para poder vivir y producir en relación con otros. Esta es la 
esencia de la vida adulta, y si no se aprende en la niñez, ya no será posible después.
En este sentido, el programa brinda elementos para refl exionar sobre las modali-
dades de intervención de los principales adultos educadores, mostrando las nuevas 
posibilidades que surgen al identifi car alternativas de formación compartidas. Se 
trata de un programa preventivo que acoge a todas las familias por igual.
Buscamos crear oportunidades de desarrollo para los niños, para sus padres y 
para sus maestros promoviendo nuevos tipos de interacciones escuela-familia que 
transformen en esfuerzo común las actuales tensiones y contradicciones. El progra-
ma busca intervenir una situación social —la relación escuela-familia (en ambas di-
recciones)—, al producir cambios en los adultos educadores mediante la participa-
ción propositiva en los talleres, compartiendo experiencias, discutiendo en común 
difi cultades, buscando alternativas. Los cuestionamientos resultantes pueden llevar 
a cambios en ambas partes, y a un mayor entendimiento, lo que benefi ciará a los 
niños.
El nombre “Educamos Juntos” hace referencia a la necesidad de identifi car puntos 
de acuerdo entre la escuela y las familias respecto a la formación de los niños. En 
nuestro medio cultural colombiano es muy común la visión de los padres de sec-
tores populares de enviar a los niños al colegio a que “se los eduquen” (en todos los 
sentidos); por su parte, los profesores se quejan continuamente de que los padres no 
enseñan a los niños a cumplir con sus obligaciones escolares, ni les preocupa que 
los niños no cumplan; además, consideran que la educación social de los niños es 
algo que deben traer de la casa, siendo su función fundamental instruirlos. En este 
desencuentro, se visibiliza un problema grave: la socialización exigida a los niños 
que deben hoy en día integrarse al mundo escolar para permanecer obligatoria-
mente los 9 años de Educación Básica, es muy diferente a la socialización que vivie-
ron en su niñez sus padres, quienes no tuvieron procesos de escolarización prolon-
gados. Por ejemplo, los niños en medio rural o semi-rural permanecían cerca de los 
adultos acompañándolos en actividades agrícolas y aprendían de ellos y con ellos 
a ser responsables y a comportarse en grupos sociales diferentes al grupo familiar; 
otros hicieron ese proceso formativo para la vida social cuidando a sus hermanitos, 
ayudando en las labores de la casa, al lado de adultos que corregían, modelaban 
relaciones de colaboración y responsabilidad. Un segundo problema, menos visible 
pero igualmente importante, es que hoy en día, niños que no fueron socializados 
en la familia para convivir asumiendo normas básicas, son escolarizados en grupos 
muy numerosos con niños de su misma edad —por lo general en condiciones am-
bientales ruidosas— presentando grandes difi cultades con los aprendizajes escola-
res, pues el dispositivo escolar les exige una pasividad y sumisión a lo que el adulto 
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organiza y ordena, a la que no están habituados en sus hogares.
Adicionalmente, podemos evocar todos los problemas de convivencia que surgen 
en los barrios populares donde la calle es sinónimo de libertad y al mismo tiempo 
de riesgo, de peligro; de modelos de vida que rompen los límites de vida en comu-
nidad, y que muestran el éxito fácil de quienes no se conforman a las normas.
El programa que hemos diseñado busca modifi car las posiciones de los adultos 
responsables de los niños a través de la discusión conjunta sobre lo que requiere e 
implica contribuir a su educación y desarrollo. Los profesores, por tanto, tienen la 
función de promover y compartir con los padres la discusión de situaciones que 
podrían permitirlesa todos encontrar maneras de formar a los niños con bases 
comunes, prácticas que no entren en contradicción, y principios educativos anali-
zados para encontrar puntos de acuerdo. 
Por estas razones, además de las situaciones creadas para la discusión y refl exión, 
hemos debido construir un marco conceptual explicado de manera sencilla —que 
complementaremos con textos sencillos sobre temas específi cos y con testimonios 
recogidos durante la exploración—, que posibilite a los docentes que participaron 
en el proceso de creación de este programa, así como a otros que lo retomarán 
después, asumir este trabajo de refl exión compartido con los padres y familia de 
sus estudiantes, y descubrir juntos la importancia de formar a los niños para que 
aprendan a convivir socialmente, creando entre familias y escuela un entramado 
social acogedor y al mismo tiempo regulado, donde sea posible crear comunidades 
de aprendizaje.
Cada módulo se fundamenta en un sencillo documento conceptual de apoyo 
para los facilitadores, donde se aclaran y discuten las ideas centrales que se abordan 
en el módulo y en cada sesión del mismo. Tales documentos explicitan de manera 
sencilla y directa nuestra perspectiva conceptual, ya que cada tema, y el método 
mismo, se fundan en nuestra posición teórica clínica y cultural. De allí que quien 
tenga interés en retomar estos módulos, para hacer con ellos un trabajo con otros 
profesores o con padres de familia, encontrará que primero debe asumir la explora-
ción de sí mismo y el trabajo personal de descubrir en qué funda su posición como 
educador.
La selección de los temas de los módulos, así como los tipos de familias y situa-
ciones que aparecen en ellos fueron construidos a partir de la información obtenida 
durante la fase de exploración sobre las condiciones de las familias atendidas en las 
instituciones educativas participantes en Cali, Yumbo, Jamundí, Zarzal y La Unión. 
La exploración abarcó tanto las características de las familias como los temas de in-
terés en las relaciones entre niños y adultos. En este sentido, el programa está dise-
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ñado a partir de necesidades y condiciones de contextos socioculturales específi cos: 
Cali y sus alrededores, y el norte del Valle del Cauca en Colombia.
El Programa “Educamos Juntos”, fue creado con los siguientes objetivos:
1. Como adultos educadores, familia y maestros, examinar nuestras expectativas, 
según edad, respecto a los niños que tenemos a cargo, y revisar las maneras 
cotidianas de intervenir con ellos en los distintos ambientes de la escuela y la 
casa. Reconocer y analizar las difi cultades que viven los niños al seguir pautas 
contradictorias.
2. Comprender el desarrollo en la niñez como un proceso producido por la con-
tinua interacción social, y no como un fenómeno “natural” determinado fun-
damentalmente por la maduración biológica; reconocer que los desarrollos cor-
porales están atados a las particularidades y exigencias de la cultura social y 
familiar.4 De allí que sea fundamental para los padres comprender el desarrollo 
del niño como un proceso de humanización, para el cual los adultos crean con-
diciones propicias que actualizan sus posibilidades. 
3. Refl exionar sobre los modelos que tuvimos para aprender a educar; analizar su 
orientación y sus límites. Identifi car otras habilidades, conocimientos y actitu-
des que facilitan y potencian la labor educativa.
4. Reconocer los modelos de autoridad y corrección implícitos en nuestras actua-
ciones, que hemos interiorizado como adultos, y nos llevan a repetir pautas y 
prácticas de educación y corrección con nuestros niños y estudiantes sin haber-
las analizado a fondo, ni establecer sus efectos. 
5. Examinar las prácticas educativas que desarrollan la familia y la escuela diri-
gidas a modelar la vida social de los niños —las enseñanzas y exigencias que 
hacen a los niños en sus relaciones consigo mismos y con los demás—, para 
identifi car posiciones comunes, evitar contradicciones, hacer transformaciones 
donde sea necesario —casa y salón de clase— y en lo posible acordar metas co-
munes según la edad y el nivel escolar de los niños.
Si bien 3 de los 4 módulos que hemos creado están más centrados en lo que 
ocurre en la familia, nuestro interés es construir en un futuro cercano otros módu-
los que tengan como contexto la vida escolar. 
4. El desarrollo integral jalona y modela, según las particularidades de la cultura familiar, los procesos de comunicación 
y dominio de la lengua, de interacción social, de reconocimiento y autocontrol de los sentimientos, y del dominio corpo-
ral, de interés en conocer (curiosidad, procesos de pensamiento), siguiendo orientaciones y énfasis diversos, de acuerdo 
con las metas culturales, las prácticas de interacción cotidianas y las condiciones de vida familiares.
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Es nuestro interés:
Brindar a los maestros y profesores, psicólogos escolares, padres y otros fami-
liares interesados, un marco conceptual y contextual claro acerca de lo que está en 
juego en la tarea en común que comparten los educadores del colegio y la familia. 
El material que hemos producido rebasa la construcción de las situaciones y de las 
estrategias para el desarrollo de las discusiones.
Poner a disposición de todos los materiales construidos para los 4 módulos —
los videos con las situaciones familiares y escolares correspondientes a 12 sesio-
nes—, así como la metodología para la implementación de las 12 sesiones (3 por 
cada módulo). 
El programa estará disponible en el repositorio de la Universidad del Valle y en la 
página web creada para divulgarlo: http://educamosjuntos.univalle.edu.co
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Otros posibles usos de los materiales de
EDUCAMOS JUNTOS en la comunidad escolar
Haber contado con la contribución de muchas maestras de pre-escolar, profe-
soras y buen número de psicólogas con larga experiencia educando niños de muy 
diversos sectores socioeconómicos y culturales, para hacer la progresiva construc-
ción de este programa, nos dejó a todos muchas enseñanzas. El diálogo sostenido 
con estas profesionales en las distintas fases de producción de los módulos nos 
permitió, en primer lugar, conocer las difi cultades y obstáculos que actualmente 
enfrentan muchas familias para brindar a sus hijos la formación social que antaño 
asumían con gran compromiso los padres, apoyados en su comunidad. En segundo 
lugar, nos señaló que la formación que queríamos hacer no solo era para los padres 
y familias sino también para las profesoras mismas y psicólogas. 
Al fi nal del proceso, al evaluar con ellas qué les había aportado la lectura de las 
Guías de orientación, expresaron el fuerte efecto de toma de conciencia producido 
al refl exionar sobre sus propias experiencias como hijas y como madres. Involu-
crarse como personas que han vivido experiencias familiares —y no solo como 
profesionales que enseñan—, les había posibilitado comprender que su formación 
como docentes no involucró este tipo de autoconocimiento refl exivo, ni les aportó 
elementos sobre cómo aprendemos los humanos el modelamiento de las emociones 
y los afectos.
Adicionalmente señalaban que la lectura les permitía valorar cómo las condicio-
nes de vida de muchas familias les impiden desarrollar procesos fundamentales de 
interacción, necesarios para formar a sus hijos. Vieron la necesidad de tener una 
mayor comprensión de las implicaciones subjetivas de los cambios vividos por las 
familias en las últimas décadas. Colombia ha vivido un cambio muy rápido en la 
moral cultural, enla organización de la vida familiar, y un gran aumento de la pre-
cariedad en la vida diaria de muchos hogares. Al leer las Guías de los 4 Módulos, 
estas educadoras reconocieron que estaban juzgando a las familias desde los valo-
res e ideales con los que habían sido criadas y que la lectura refl exiva, exigida para 
apropiarse de los módulos, había actuado en ellas “de manera clínica”; es decir, que 
en lugar de explicarles teorías, o de enseñarles técnicas y recetas para intervenir, 
las guías les permitieron volver sobre sí mismas y reconocer cómo sienten y actúan 
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frente a ciertas situaciones, y qué tiene esto que ver con su propia historia personal 
no analizada. Por ejemplo, tomaron conciencia de los obstáculos morales que difi -
cultan su relación con los padres. 
En consecuencia, las profesoras y psicólogas sugirieron el uso de estos materiales 
no simplemente al implementarlos como un programa completo, sino en otras mo-
dalidades que dependen de la sensibilidad ganada por ellas a través de la apropia-
ción progresiva de la visión y la sensibilidad que estos textos aportan respecto a la 
interacción con los niños y sus familias. Estas modalidades exigen igualmente leer 
previamente los materiales de manera refl exiva y analítica, para luego profundizar 
en los que hayan detectado como prioritarios para la intervención educativa con 
niños y familias. 
Con base en estos materiales podrán hacer diversas intervenciones: a) desarro-
llar una de las sesiones en una reunión de padres, para que ellos puedan refl exionar, 
en lugar de señalarles que su crianza no es adecuada; b) guiar a la familia para in-
tervenir en situaciones de manejo inadecuado de conductas de los niños, en lugar 
de remitir directamente a la psicóloga o al psiquiatra (para ser medicado); c) formar 
grupos con madres y abuelas a cargo de niños que presentan conductas que inter-
fi eren con su aprendizaje y trabajar con ellas algunas sesiones del material que sean 
las más pertinentes; d) formar grupos de refl exión con otras profesoras, que atien-
den niños en la misma franja escolar, para hacer conjuntamente la lectura de las 
guías que más les interesen y discutir lo que su lectura les ayuda para guiar mejor 
socialmente a sus niños; e) formar grupos con compañeras cuando en el colegio se 
presenten problemas que afectan a varios grupos, para refl exionar juntas desde la 
visión más amplia que el programa ofrece de los niños y familias que atiende el co-
legio, en lugar de centrarse en eliminar la “mala conducta escolar”. En defi nitiva, se 
trata de adoptar paulatinamente el enfoque que el Programa propone para educar 
“juntos” a los niños.
En cuanto al uso de los materiales como un programa completo de formación 
de familias, se sostiene una recomendación muy importante: un programa de larga 
duración llevará a que las familias participantes hagan exploraciones de sus histo-
rias personales, de sus dramas, en mayor profundidad, lo cual implica que quien 
acompaña al grupo tenga una formación no solo cultural sino clínica, a fi n de sa-
ber dirigir cómo manejar el trabajo de elaboración personal que están haciendo 
algunas personas. Por esta razón, quienes quieran usar el programa como un todo 
deberán comunicarse con el equipo para conocer las exigencias y los requisitos de 
formación necesarios para desarrollar esta actividad. Es necesario hacerlo regis-
trándose en nuestra página web. En ella quedarán colgados los materiales: Guías y 
situaciones en video, más otras lecturas y enlaces que aporten claridad en los temas. 
http://educamosjuntos.univalle.edu.co 
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Por último agradecemos de la manera más especial al Departamento de Edu-
cación de Comfandi, por la confi anza puesta en nosotros y por la inmensa ayuda 
recibida de sus coordinadoras de Bienestar y Gestión a la Comunidad, y de Primera 
Infancia, así como por el compromiso de las profesoras y psicólogas de los colegios 
de Comfandi a lo largo de un proceso de año y medio de indagación, formación y 
compartir la producción.
Así mismo agradecemos a los coordinadores, profesores y profesionales de apo-
yo de las siguientes instituciones: 
Escuela San Jorge y la Inmaculada, sedes de la Institución Educativa Pedro An-
tonio Molina en el barrio Petecuy de Cali;
 Institución Educativa Simón Bolívar y sus cuatro escuelas anexas (Francisco 
José de Caldas, Sagrado Corazón, Camilo Torres y Nuestra Señora de Fátima) en 
Zarzal;
Mi Segundo Hogar , Liceo del Saber y Ludoteca Municipal en Zarzal;
Instituto Técnico Grajales en la Unión.
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Nuestros fundamentos: Psicología Cultural y Clínica
Supuestos en que nos basamos:
—Nuestras relaciones sociales son el resultado de un complejo proceso evolutivo 
que exige procesos de enseñanza inexistentes entre los animales.
—La única especie que tiene un largo período de preparación a la adultez somos 
los humanos: nacemos más inmaduros que los demás primates, lo que fuerza a que 
interactúen en el desarrollo los componentes biológicos orgánicos con los compo-
nentes sociales que nos aportan quienes nos acompañan hasta llegar a la madurez. 
• Los componentes biológicos son modelados y regulados a lo largo de la infancia 
y niñez según las prescripciones de la cultura particular; o por el contrario, se los 
toma como algo “natural” inmodifi cable y no se exige a los niños y adolescentes 
civilizar sus impulsos. De allí que luego sean los componentes del cerebro más pri-
marios los que den lugar a conductas de dispersión, o de reacción agresiva que 
llevan a controlar con droga psiquiátrica lo que con educación no se enseñó a au-
to-regular y controlar.
• Los componentes sociales igualmente llevan la marca de la cultura particular en 
que nos criamos. No todos los humanos tenemos la misma manera de expresar 
los afectos, ni de modelar los sentimientos; ni tenemos las mismas expectativas 
respecto a pasiones afectivas, búsqueda de felicidad personal, etc.. Son los valores 
culturales los que orientan como asumir nuestras relaciones sociales. La cultura 
así mismo orienta los tipos de desarrollo más valorados por quienes nos forman.
—La infancia, la niñez y parte de la adolescencia constituyen el largo período en 
el que la cría humana hace los aprendizajes requeridos para convertirse en adulta. 
Ninguna otra especie dedica tantos años al aprendizaje de sus crías, pero tampoco 
ninguna debe producir aprendizajes tan complejos y diversos antes de la adultez 
biológica. La selección natural que produjo al homo sapiens privilegió ese largo 
período de tiempo que permite al nuevo miembro de la especie acoger y apropiarse 
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progresivamente del legado cultural particular de sus mayores. Somos la única es-
pecie que enseña deliberadamente.
—La cultura no consiste solamente en elementos externos (artefactos, instrumen-
tos), sino en formas de relacionarse, de comunicarse e interactuar, que dan lugar a 
una manera de ser y vivir específi cas a cada sociedad humana. Las apropiaciones 
transforman y modelan lo biológico, volviéndolo cuerpo humano, ser humano. 
—El bebé y luego el niño se apropian de maneras de comunicarse (por tanto de 
saber usar apropiadamente la lengua), de escuchar, de sentir con el otro, de colabo-
rar, de actuar y de planear solo y en grupo, de usar los instrumentos culturales y 
mejorarlos, de expresar afectos y de controlar las pasiones, de aprender a vivir conotros, para cuando llegue el momento reproducir su especie.
—La organización psíquica se da dentro de una sociedad humana. Las sociedades 
humanas han ido evolucionando y, por tanto, la organización psíquica es cada vez 
más compleja.
Concepción de familia
—La familia humana es una institución, en el sentido antropológico, por tanto 
obedece normas culturales; sus formas de organización son diversas y cambiantes 
y no existe una progresión, ni un modelo mejor que otros. 
—La moral convencional propone que el modelo ideal de familia es la nuclear, 
porque están juntos papá y mamá y los hijos; no obstante, esta idea no corresponde 
a los hallazgos antropológicos, históricos y sociológicos. Realmente la buena fami-
lia es la que brinda a sus miembros y descendientes buenas condiciones para convi-
vir, apoyarse y formar a los pequeños con base en principios y metas compartidas. 
—Desde la Parentalidad Positiva, la familia es el sistema dinámico de relaciones 
interpersonales recíprocas, enmarcado y abierto a múltiples contextos de infl uencia 
que sufren procesos sociales e históricos de cambio; continúa siendo la institución 
social fundamental de la convivencia democrática en nuestra sociedad. (Rodrigo).
Parentalidad
—No existe una programación instintiva que se ponga en acto en el momento en 
que nace una cría humana, como sí ocurre con los mamíferos. Somos padres y 
madres a partir de las memorias de las experiencias vividas y acumuladas en nues-
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tra memoria desde la primera infancia; con base en nuestras ideas y creencias, en 
nuestras necesidades y posibilidades afectivas; según el apoyo y confi anza existen-
tes o no en una pareja colaboradora, y por supuesto, según nuestras condiciones de 
vida. La memoria no solo se compone de palabras sino de gestos, de actitudes, de 
situaciones de acogida o de rechazo, de dolor o de disfrute, de seguridad y bienestar 
o de angustia. Estas memorias se activan con su carga positiva o negativa y defi nen 
el color, el sentido de las interacciones. Las ideas pueden derivarse de un “deber ser” 
extraído de consejos, o de lecturas, pero si nunca dieron lugar a prácticas en las que 
los nuevos papá o mamá participaran y aprendieran a convertirlas en interacción, 
difícilmente se convertirán en actividades signifi cativas de cuidado y ternura, de 
guía segura.
—Tampoco se puede creer que asumir la situación de adulto, papá o mamá, sea una 
condición garantizada por cumplir la mayoría de edad, o por haber dado a luz. La 
parentalidad es una tarea evolutiva: se llega a ella gracias a los cambios producidos 
en la persona a medida que responde responsable-mente a exigencias que nunca 
tuvo mientras fue “hijo de familia”. El enamoramiento mismo no garantiza que la 
pareja podrá llevar a buen término su papel parental; por el contrario muchas pare-
jas se rompen porque el bebé exige dar lo que más se aprecia: el tiempo del descanso 
y del sueño, el desentendimiento de los demás para dedicarse a sí mismo. Antaño 
se aprendía en familia a cuidar a los bebés; esto ya no existe y ahora se aprende en 
manuales. Cada cultura defi ne los roles, pero una sociedad cambiante puede estar 
haciendo modifi caciones tan rápidas que no alcanzan a ser asimilados.
—Siguiendo a Rodrigo, Máiquez y Martín (2010): Todos los padres y las madres re-
quieren apoyos para desarrollar adecuadamente sus responsabilidades parentales.
La parentalidad se ejerce en un espacio ecológico que depende de tres factores: 
1. El contexto psicosocial. 
2. Las necesidades evolutivo/educativas de los menores. 
3. La capacidad de los padres y madres para ejercer la parentalidad.
Intervención
—Partir siempre de la comprensión de las prácticas parentales en el marco de las 
signifi caciones propias de su cultura particular, de sus condiciones de vida, y de las 
infl uencias que marcan sus modelos ideales y expectativas para los hijos. 
—Evitar valoraciones morales partiendo del reconocimiento de que todos los mo-
delos tienen sentido y funcionan con relación al mundo que los produjo, y no son 
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ni buenos ni malos en sí mismos. 
—En la perspectiva de la Parentalidad positiva, se parte de un modelo de familia 
resiliente, que es capaz de salir adelante de situaciones adversas; reduciéndose así la 
tendencia a culpar a los padres y evitando usar modelos ideales de familia que sólo 
existen en la cabeza o en la experiencia de otros [profesionales]. (Rodrigo,Máiquez 
y Martin, 2010)
Intervención en violencia intrafamiliar (VIF)
—Evitar centrar los programas parentales en la responsabilidad y en la culpa.
—Revisar el sentido de las prácticas, antes de proscribirlas.
—Dirigir los programas a producir un cuestionamiento personal de las teorías im-
plícitas que sostienen y dan sentido a prácticas que no educan sino que someten o 
controlan.
—Modifi car las causas.
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¿Cómo funciona?
Nos basamos en el concepto de Aprendizaje experiencial de (Rodrigo, Máiquez y 
Martin, 2010), que consiste en: 
• La reconstrucción del conocimiento a partir de situaciones cotidianas en un 
escenario sociocultural.
• Conocer diferentes maneras de actuar y contrastarlas con las propias. Esto 
permite el perspectivismo, que hace posible relativizar las costumbres y visio-
nes propias, al contrastar maneras de interpretar y actuar.
• Crear un sentido de competencia personal
El método experiencial propuesto y desarrollado en los programas de Parenta-
lidad Positiva creados por Rodrigo, Martín y otros que nos fueron ofrecidos como 
punto de partida de nuestro trabajo, se basa en varios principios importantes: 
—Partir de situaciones vivenciales (episodios corrientes en la vida diaria). lo más 
semejantes posible a las realidades cotidianas de las familias, en lugar de exposicio-
nes teóricas, que indiquen el “deber ser”. 
—Promover la discusión y el análisis de esas situaciones de tal manera que puedan 
descentrarse de su punto de vista habitual y verlas desde nuevas perspectivas.
—Dejar claro con estas situaciones que “no hay padres buenos ni malos”; con apoyo, 
todos los padres pueden mejorar sus estrategias. 
—Promover nuevas competencias parentales más que solo dedicarse a eliminar 
pautas disfuncionales.
A estos principios hemos agregado otros:
—Cuestionar las teorías implícitas. Todos tenemos creencias, ideas comunes, ma-
neras de interpretar los fenómenos de la vida, lo que nos ocurre, o lo que sucede 
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a otros. Son “teorías” no comprobadas, que se construyen como respuesta a la in-
certidumbre y se sostienen debido a que no conocemos mejores explicaciones. Las 
usamos para apoyar y justifi car nuestros actos, por haberlas escuchado siempre 
como explicaciones que no se cuestionan. De allí que resulten difíciles de modifi car.
Muchas de nuestras prácticas de crianza y de educación de los hijos se basan en 
este tipo de teorías implícitas. Lo que pensamos sobre qué es educar bien a nuestros 
hijos y a nuestros estudiantes se basa en teorías implícitas, que hemos derivado de 
nuestra historia personal y de lo que recogemos viendo a otros, o como consejos 
recibidos. 
Desde niños aprendimos en el espacio escolar que las preguntas del profesor su-
ponían que diéramos una buena respuesta, pues de lo contrario éramos considera-
dos ignorantes o irresponsables, “por no saber”. Esto nos lleva a guardar silencio, 
para no quedar mal. 
En estas sesiones se trata dedeshacernos del método escolar y cambiarlo por el 
método clínico: 
—Salir del silencio. Darles la palabra a los participantes para que empiecen a ex-
presar lo que sienten y piensan buscando que salga de ellos lo que siempre está fuera 
de lugar en este tipo de reuniones: sus experiencias, vivencias y recuerdos, que po-
drían conectarlos con los temas que queremos discutir con ellos. Tratar de que lo 
que hay en ellos, favorable o contrario a lo que queremos tratar, no quede sepultado 
y acallado por lo que esperan les propongamos como la buena forma de criar. 
Respecto a los temas y situaciones: 
¿Cómo lograr que en las situaciones que propondremos ellos reconozcan vivencias 
de su propia historia personal que estaban refundidas en la memoria? 
¿Cómo hacer para que hablen de lo que de niños les dolió, lo que les faltó, y puedan 
relacionarlo con lo que están repitiendo como padres?
Algunas creencias a cuestionar y re-elaborar:
1. Saber Convivir
—Algunas personas, desde niños, saben relacionarse muy bien con los demás: acep-
tando límites, auto-controlándose, respetando; negociando un lugar, sin someterse 
ni dominar al otro; al tiempo que logran expresar afectos diversos que les ayudan a 
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tejer y fortalecer vínculos, y a sentirse a gusto con los demás. 
—Muchos creen que eso es algo “natural”: 
• Un “don”, como la simpatía o el buen genio;
• Una cualidad, que permite moderarse, auto-contenerse; 
• Una sabiduría que solo tienen algunas personas mayores. 
• Aprender a moldear y regular los afectos y las emociones en nuestras relaciones 
es el resultado de la formación social y cultural que hemos vivido, desde muy 
pequeños. Es el fruto de nuestra experiencia de vida.
2. ¿Cómo se aprende a Ser Padres?
Hay diferentes maneras de pensar al respecto:
• “Instinto” maternal
• Se adquiere por información teórico-práctica
• Son técnicas que resultan efi caces en determinadas situaciones
• Obtener conocimiento práctico y saber cuándo usarlo
• Es una tarea evolutiva. Los adultos la cumplen con base en el conocimiento ad-
quirido en la experiencia
Para llegar poco a poco a reconocer que la parentalidad es una tarea de los adultos 
basada en conocimiento experiencial es necesario tener en cuenta que ésta:
• Es parte del proceso de desarrollo del adulto
• Requiere apoyo y asesoría
• Se construye a partir de lo vivido e innovado históricamente
• No se improvisa, pero tampoco hay recetas
• Su base son las experiencias vividas y refl exionadas.
Por otra parte, según María José Rodrigo,5 las competencias parentales que facili-
tan el buen trato en familia son varias: 
• Las relacionadas con habilidades educativas: 
• Favorecer la vinculación afectiva: calidez y afecto en las relaciones con los hijos;
• promover la autorregulación del comportamiento: control y supervisión de su com-
portamiento; 
• estimulación y apoyo en sus aprendizajes; 
• promover relaciones sanas del niño con sus pares;
5. http://www.dandovueltas.es/2013/02/ejes-para-dar-vueltas-maria-jose-rodrigo.html
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• adaptación a las características del niño
• capacidad de observación, 
• fl exibilidad,
• perspectivismo: ver desde diversas perspectivas lo que el niño hace
• refl exión sobre las propias acciones. 
* Otras competencias de los padres están más relacionadas con buscar solución a sus 
difi cultades:
• La capacidad de buscar ayuda, 
• utilizar los recursos de la comunidad, 
• habilidades para la vida real (control de los impulsos, asertividad, resolución y afron-
tamiento de problemas, o planifi cación y proyecto de vida entre otras). 
Todas ellas favorecen ese buen trato hacia los hijos e hijas ya que los padres son también 
personas adultas que tienen igualmente que cumplir sus propias tareas de desarrollo.
El aprendizaje en el programa Educamos Juntos
Se basa en:
—La interacción con otros padres y profesores, siguiendo una metodología cons-
truida con este fi n, constituye también una experiencia formativa.
—Conocer las experiencias vividas por otros adultos, ayuda a comprender mejor la 
propia experiencia, a ponerla en perspectiva.
—Es fundamental COMPRENDER y formarnos como adultos educadores, antes 
que evaluar o juzgar nuestras acciones o las de los demás.
—Educar es una tarea exigente que requiere preparación y apoyo; el programa 
aporta muchos elementos para ayudarnos a recuperar la CONFIANZA en que 
podemos ser cada vez mejores modelos de vida y de relación para nuestros niños
—No se trata de tener muchos diplomas, ni altos económicos, sino mejor disposi-
ción para escuchar y para conversar en familia, en lugar de dar órdenes, o esperar 
¡cambios mágicos!
—La formación para vivir en comunidad es vital para el niño. Es necesario que la 
reciba en su familia, en su escuela, en el barrio, y en la sociedad de la que hace parte. 
Es tan importante como la escolaridad y la protección del niño.
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—Padres, cuidadores, profesores y psicólogos nos proponemos trabajar JUNTOS 
en la formación social del niño y en nuestra propia formación como adultos edu-
cadores.
El Mediador o facilitador
El Mediador es la persona encargada de poner en marcha el proyecto; puede ser 
un docente, o profesional de apoyo de las instituciones educativas. Sin importar 
su formación, debe estar dispuesto desde el inicio de la primera sesión a fomentar 
un clima de respeto y confi anza: “Lo que ustedes cuenten, lo que compartan con 
nosotros, nos va a servir, porque nos ayuda a entender las difi cultades de la tarea de 
criar y educar a los niños. No existen padres que todo lo hagan bien, así que aquí 
no estamos para alabar a los buenos y reprobar a los que la tienen difícil, sino que 
estamos dispuestos a reconocer las difi cultades para poder entre todos ver cómo 
mejoramos”. Esta actitud sumada a la comprensión que tenga del enfoque aquí ex-
puesto, serán la base para lograr cumplir sus tareas al frente del programa:
Tareas del Mediador
• Promover y ayudar a los padres a expresarse sobre las situaciones observadas, 
sus concepciones y sus prácticas.
• Mostrar otras maneras de relacionarse con los niños, cuando los padres no 
las propongan.
• Promover, apoyar y mediar el intercambio de puntos de vista de los padres 
sobre las situaciones educativas, evitando las críticas o juicios duros.
• Regular el clima emocional del grupo.
Algunas Habilidades que debe desarrollar el Mediador
• Habilidad para crear un clima de respeto a lo que dice cada uno de los parti-
cipantes, evitando la desconfi anza y el temor de exponer sus vivencias.
• Fomentar una escucha interesada - todos vamos a aprender de los demás si 
sabemos escucharlos - y relaciones de empatía que posibiliten sentimientos 
de ser aceptados como personas, aunque cada uno tenga mucho por aprender 
y tratar de cambiar. 
• Privilegiar la comprensión afectiva y callada, por encima de razonamientos y 
verbalizaciones que no están sintonizados con los afectos.
• Habilidad para promover la verbalización de experiencias y el intercambio 
entre los padres a fi n de descubrir saberes olvidados o recordar experiencias 
cuya importancia se ignoraba.
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• Capacidad de escucha y de análisis las posiciones en discusión, aportando 
nuevas perspectivas para favorecer la toma de conciencia de los padres.
• Habilidad de observación para comprender las interacciones en el grupo, y de-
tectar cambios necesarios en la dinámica grupal osituaciones favorables, para 
movilizar cambios.
• Sostener un liderazgo fl exible. No empecinarse en que todos deben pensar 
igual, o lograr los mismos cambios. Dar tiempo a quienes lo necesitan, pero 
evitar que entorpezcan el avance de los demás. 
Recomendaciones Metodológicas
• Durante el desarrollo de las sesiones evitar el uso de términos sofi sticados o 
hacer referencia a conceptos no explicados; utilizar un lenguaje sencillo, acom-
pañado de ejemplos cercanos a la experiencia de los participoantes para hacer 
más claras cada una de las ideas.
• No invalidar o juzgar la palabra del otro. Tratar de reducir el alcance de lo que 
alguien dijo, o señalar que no se trata de descalifi car, ni de promover posiciones 
encontradas.
• Circular la palabra, buscar equilibrio en las intervenciones: evitar que uno o 
dos participantes monopolicen la palabra. 
• Al fi nalizar las rondas de intervenciones, resumir los puntos centrales de ellas. 
Enfatizar los aspectos que apuntan a los objetivos de cada actividad.
Cada sesión tiene los siguientes momentos
1. Observar con atención las diferentes situaciones que viven las familias de “Edu-
camos Juntos”, detallando las interacciones entre los adultos y los niños.
2. Refl exionar acerca de cada una de las situaciones que observamos.
3. Compartir lo que se pensó y contribuir a la discusión, sin aferrarse a un punto 
de vista único, aprendiendo a escuchar a los demás. 
4. Hacer un acuerdo para practicar con nuestros niños, lo que hemos trabajado 
durante el encuentro. Para ello, cada uno anotará en una hoja (que guardamos) 
lo que en esa semana se propone hacer. Luego en casa, buscará oportunidades 
para empezar a hacer lo que se propuso. Si tiene condiciones, para hacerlo, puede 
anotar cómo le fue con esos pequeños cambios. Lo anotado será personal; guar-
daremos las hojas en una carpeta para quienes quieran más adelante revisarlas. 
(Actividad “Diciendo y haciendo”).
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5. Al fi nalizar cada encuentro haremos un breve repaso de los aspectos más 
importantes trabajados. (Actividad “Recuerda”)
¿Quiénes nos acompañarán en estos encuentros?
Con base en la exploración que hicimos en los 15 colegios y escuelas, defi -
nimos 4 tipos de familias, diferentes entre sí, muy frecuentes en nuestras co-
munidades, que representan diversas maneras de vivir y de criar a los niños. 
Como las familias de verdad que investigamos, todas tienen difi cultades en la 
crianza y más aún en la educación de sus pequeños; retomando esas situacio-
nes confl ictivas hemos construido pequeños videos. Éstos pueden permitir-
nos examinar en todo detalle esos pequeños confl ictos de la cotidianidad que 
tanto nos molestan o preocupan. Luego de verlos discutiremos, entre todos, 
las diversas maneras como cada miembro del hogar enfrenta y da solución a 
las situaciones difíciles que se presentan con sus niños. 
Se trata de las familias Carabalí, Gil, Tróchez y Méndez, que enseguida pre-
sentaremos. 
También estará con nosotros el profesor Caléndula. Él es el coordinador del 
colegio Nuevos Amaneceres al que asisten los niños de estas familias, pues 
todas viven en los alrededores, quien conoce a estas 4 familias desde hace ya 
varios años. El “”profe Caléndula - como todos lo llaman afectuosamente, es 
alguien preocupado por el bienestar de los demás, por mejorar las condiciones 
educativas en su colegio, y por crear en torno al colegio una comunidad de 
padres que apoyen seria y comprometidamente la educación de sus hijos. Por 
esta razón ha creado un programa en la radio comunitaria, en el cual comenta 
- desde su experiencia como educador -, las difi cultades que observa a diario 
en el barrio, con niños y jóvenes que no tuvieron a tiempo adultos que los 
enseñaran a conducir su vida; pero también presenta situaciones familiares 
que nos muestran los buenos resultados de dar buen ejemplo a los niños, de 
saberlos corregir, de estimularlos a aprender. 
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Familias Educamos Juntos
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Familia Carabalí 
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Mi nombre es Luz Enith. Tengo 32 años de edad y soy 
de la Costa Pacífi ca. Cuando tenía 23 años conocí a 
Orlando, mi esposo; para ese entonces Orlando estaba 
terminando sus estudios técnicos en electricidad y yo, 
como ya me había graduado del colegio, estaba ayu-
dando en el negocio de mis padres. Después de un año 
de noviazgo quedé embarazada, lo que coincidió con 
la oferta de trabajo que le hicieron a Orlando para 
venir a trabajar a una empresa del Estado en Cali. Así 
que Orlando y yo emprendimos camino hacia Cali, 
con mi pancita, mejor dicho ¡nuestra pancita! que ya 
era el comienzo de la familia que íbamos a construir.
Llegamos a Cali a una casa que alquilamos, pero a 
medida que Orlando se estabilizó en su trabajo pu-
dimos comprarla por medio de un crédito (aún esta-
mos pagando el crédito, pero la casita es nuestra). Yo 
también empecé a trabajar vendiendo productos por 
catálogo; al principio no me iba muy bien, pues aún 
no tenía muchas amistades en Cali, pero ahora me va 
bien, las esposas de los compañeros de trabajo de mi 
esposo y mis vecinas son mis mejores clientas.
Mis hijos son adorables, Andrés es el mayorcito 
tiene 8 años y Diana Marcela 7 años; ambos, hacen 
deporte después de las clases escolares. Andrés está 
en la escuela de fútbol y Diana en patinaje. Me gusta 
apoyar a mis hijos para que se ocupen en actividades 
sanas; los llevo a entrenar tres veces en la semana, 
estoy pendiente de las tareas que les dejan en la es-
cuela, aunque a veces le pido a Orlando que ayude a 
los niños en las tareas de matemáticas, pues él sabe 
mucho más de matemáticas y yo de español. Aunque 
permanezco muy ocupada, trato de sacar tiempo para 
averiguar por internet lo que dicen los especialistas 
acerca de cómo criar a los hijos.
Luz Enith
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
Mi nombre es Andrés Felipe, tengo 8 años y estoy en 
tercero de primaria. Del colegio me encanta la clase de 
música; ya me he aprendido tres canciones en la fl auta, 
ahora me estoy aprendiendo mi cuarta canción, pues 
quiero dedicársela a mi mamá para su cumpleaños. 
Mi mamá me lleva a entrenar futbol tres veces en la 
semana, no me va mal jugando, pero prefi ero ir al esta-
dio a ver, en vez de jugar, me gustaría más tomar otras 
clases de música, pero a veces pienso que a mis papás 
no les gusta mucho que toque la fl auta. Yo quisiera ser 
músico y tener mi propia banda. En el colegio me va 
muy bien; el año pasado me gané la medalla de excelen-
cia, este año he tenido algunas notas bajitas. Hay unos 
niños de otro salón que son más grandes que me moles-
tan mucho en el recreo y cuando salimos, pero a mí no 
me gusta decirle nada a mis papás porque no quiero que 
ellos se preocupen, o peor, que me digan en el colegio que 
soy un pone quejas. 
Yo soy Diana Marcela, tengo 7 años y estoy en segundo de pri-
maria, ya sé leer, escribir y estoy aprendiendo a multiplicar. En 
el colegio me va súper bien, no he perdido ninguna materia; mi 
mamá me lleva a entrenar patinaje tres veces a la semana, a mí 
me gusta patinar pero lo que yo más quisiera es entrar a la escuela 
de fútbol, como mi hermano; en la escuela y por la casa siempre 
juego como delantera, meto unos goles espectaculares. Pero mi 
mamá odia que yo esté jugandofutbol, me dice que eso no es de 
niñas, ah! Pero yo no le paro bolas. Mi papá no me dice nada 
porque yo juegue futbol; a él le gusta llevarnos al estadio y que 
sepamos harto de su equipo favorito. Yo los quiero mucho, mucho 
a los dos.
Andrés Felipe
Diana Marcela
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PRESENTACIÓN
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
Hola, mi nombre es Orlando, tengo 35 años. 
Tengo dos hijos y una esposa a a la que quiero 
mucho. Si bien tengo que trabajar bastante para 
ofrecerle a mi familia lo que necesita, trato de 
acomodar mi tiempo para compartir con ellos; 
cada quince días, cuando hay torneo, llevo a mis 
hijos al estadio para ver los partidos de mi equipo 
favorito; a todos nos encanta el fútbol. Luz Enith 
–mi esposa- es una mujer muy comprensiva con 
los niños, a ella le gusta estar informada de cómo 
criarlos, a veces quiere que yo lea libros y revistas 
donde explican cómo criar a los niños. Aunque 
me parece importante lo que ella hace, a mí me 
da mucha pereza estar leyendo eso; yo creo que 
los niños después de que uno sea correcto y esté 
atento a corregirlos cuando sea necesario, es sufi -
ciente para que más adelante sean unas personas 
de bien.
A mí me encanta el fútbol y escuchar salsa de 
la buena. Una vez al mes, o cada dos meses, entre 
mi esposa y yo hacemos una reunión en mi casa 
con nuestros amigos, escuchamos música, nos 
tomamos unas cervecitas y hacemos un asadito. 
Luz Enith a veces es muy celosa, pero ella sabe 
que es mi negrota bella. A veces se aburre porque 
no salimos a bailar, dice que yo sólo quiero es-
cuchar música, y puede que sea verdad, pero yo 
pienso en los niños, ¿con quién vamos a dejarlos 
si nos vamos a bailar? Es que es muy diferente 
cuando tienes a tus papás o a tus hermanos cerca 
y te ayudan con tus hijos de vez en cuando; aquí 
en Cali sólo nos tenemos a nosotros mismos, así 
que debemos saber cómo nos divertimos y a la vez 
estamos pendientes de los niños.
Orlando
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PRESENTACIÓN
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
Familia Tróchez
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
Hola, mi nombre es Flor, tengo 27 años. Tengo tres hijos, mi hijo 
mayor James tiene 11 años, Yamileth 8 y Jackson 4 añitos. Quedé 
embarazada muy joven, cuando todavía estaba en el colegio, a mis 
16 años.
Conocí al papá de James por el barrio, él era 4 años mayor que yo. 
A los 8 meses de estar de novios quedé embarazada y yo toda asusta-
da de que se enterara mi mamá; le conté primero a él; me dijo que me 
iba a apoyar, ¡pero qué va! después de una semana se fue del barrio y 
nunca más lo volví a ver. Mi mamá al principio se decepcionó mucho 
de mí, pero después me apoyó y me ayudó con el niño mientras yo 
terminaba mi grado once. Cuando terminé el bachillerato, empecé a 
trabajar en un almacén en el centro de la ciudad, yo siempre he sido 
muy trabajadora, yo no le tengo pereza al trabajo. En ese trabajo 
conocí a Alfredo Quiroga, él también trabajaba en uno de los alma-
cenes del centro, empezamos a salir y después de un tiempo decidi-
mos irnos a vivir juntos; él no quería que nos fuéramos a vivir juntos 
con el niño, así que mi mamá se quedó con James y yo le daba una 
mensualidad a ella pa’ que me tuviera el niño. Después de un año de 
estar viviendo juntos quedé embarazada de Yamileth; al principio no 
cabíamos de la felicidad, pues íbamos a tener una hija juntos, pero 
después, cuando la niña tenía como dos añitos, la vida con Alfredo se 
puso muy difícil porque tomaba mucho trago. Yo quería que ahorrá-
ramos para comprar así fuera un lotecito para tener algo propio, pero 
él todo lo que ganaba se lo gastaba en trago, quería no más tenerme 
de empleada… las cosas se pusieron más difíciles, ya quería hasta 
pegarme. Así que cogí mis cositas, mi niña y me fui para donde mi 
mamá. Dejé el trabajo en el almacén, pues no quería saber nada de 
Alfredo, y empecé a trabajar con el chance por la casa de mi mamá.
Ya cuando Yamileth tenía 4 años y James 7, yo andaba saliendo con Omar, un amigo que vivía 
por la casa de mi mamá; él era una persona muy calmada y trabajadora y eso me gustaba mucho, 
yo ya quería alguien estable, formar una verdadera familia. Empezamos de novios y a los meses 
de estar juntos quedé embarazada de mi Jackson, mi niño hermoso; él se puso feliz cuando le conté 
la noticia y me dijo que era mejor que nos fuéramos a vivir juntos, ah! Pero esta vez yo si exigí que 
si íbamos a vivir juntos, tenía que ser con mis hijos. Yo realmente quería que Omar fuera un papá 
para mis hijos, especialmente para James que es tan rebelde a veces, pero él no se mete con James, 
ni con Yamileth, sólo está pendiente de Jackson; él me dice que James y Yamileth son mis hijos y 
que por eso él no se mete a corregirlos, ni a mimarlos, a mí es la que me a tocado la educación de 
los muchachos, buenos y con la ayuda de mi mamá.
Flor
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
Bueno, mi nombre es Omar Tróchez, tengo 36 
años, nací en un pequeño pueblo al sur-occi-
dente del país. Desde muy pequeño mis papás 
me han enseñado a trabajar, cuando estaba 
muchacho tenía muchas ganas de viajar, de co-
nocer otros lugares, así que me ofrecí como sol-
dado al ejército; quería seguir la carrera militar 
pero era muy difícil quedar. Entonces me vine a 
la ciudad grande, a Cali; como ya tenía expe-
riencia en armas y cosas así, metí hojas de vida 
en varios lugares para trabajar como celador y 
aunque el trabajo no siempre es estable no me 
hace falta trabajo, siempre aparece alguito.
Ya de tanto trabajar y trabajar, pensé que ya 
era hora de tener un hijo, “de conocer la pinta”. 
Yo ya tenía un capital ahorrado para dar la 
cuota inicial de una casa, de esas que da el go-
bierno, pero no había encontrado una buena 
mujer, seria y trabajadora. Y pues conocí a Flor, 
que es una mujer bonita y muy trabajadora. Yo 
estoy muy contento con ella, porque con ella no 
me falta una buena comida, la casa limpia y 
pues mi hijo Jackson nació sano y ella lo man-
tiene bien cuidadito, como debe ser. A veces me 
da jartera los otros hijos de Flor, el grandecito 
más que todo; ese James, a mí me parece muy 
grosero y altanero; la niña Yamileth, a esa me 
la paso más pues al menos le ayuda a la mamá 
a hacer ofi cios y a veces hasta cuida al Jackson. 
Yo lo que más anhelo es que no me falte el tra-
bajo y la salud, y que mi Jackson sea un niño 
feliz, que no le falte nada, que no pase por nece-
sidades como me tocó a mí.
Omar
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
Mi nombre es Jackson, tengo cuatro años y voy a la escuela. Mi 
mamá y mi papá son lindos conmigo, me dan muchos dulces. Ya-
mileth es una tonta, a veces no quiere jugar conmigo y no me presta 
sus cuadernos.
Me llamo Yamileth Quiroga, tengo 8 años y estoy en segundo de 
primaria. Me gusta jugar mucho con mis amigas en el colegio, más 
que todo escondite y lleva; por la casa también tengo un resto de 
amigos, pero mi mamá casi no me deja salir por la casa porque 
me toca estar cuidando a Jackson —mi hermanito—; a mí me da 
mucha rabia que me pongan a cuidar a Jackson, él es muy grosero 
y cochino, a veces hasta me escupe; mi mamá mantiene consintién-
dolo, no le dice nada, todos los regalos son para él. A veces yo creo 
que mi mamá no me quiere, o que lo quiere más a él. Me gustaría 
irme de la casa pa’ donde mi abuelita, ella sí es más cariñosa y me 
trata bien. 
Jackson
Yamileth
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
Yo soy James, tengo 11 años y estoy en quinto de primaria, 
vivo con mi hermana, mi mamá, Omar —su novio— y Jac-
kson el hijo de ellos dos. 
En el colegio me va más o menos, pero es porque los profe-
sores me la tienen montada, cualquier cosa que pasa en el 
colegio me meten a mí. Me gusta jugar mucho fútbol con 
mis amigos de la cuadra, mi mamá mantiene regañándo-
me que haga las tareas, que vea no salga con esos amigos, 
que primero haga las tareas; pero yo no le paro bolas, para 
qué, si le hago caso y me quedo en la casa me regaña por 
todo, que mire que no haga bulla, que bájele al volumen del 
televisor, que no juegue dentro de la casa que porque Omar 
está durmiendo porque le tocó turno en la noche, entonces 
uno ¡no puede hacer nada en la casa!
James
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
Familia Méndez
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
Mi nombre es Yolanda, tengo 45 años y así usted no lo crea 
ya soy una abuelita. Eso sí me gusta bailar y hacer deporte, 
yo creo que la vejez no viene con la edad sino con una actitud 
negativa, me gusta ir a bailar, ponerme mis trajes elegantes e 
ir con mis amigos a las viejotecas.
Tengo dos hijas ya grandes, muy inteligentes y trabajado-
ras: Beatriz de 25 años y María Teresa de 23, ambas están 
trabajando en Estados Unidos. María Teresa cuando estaba 
en Colombia se enamoró de Camilo uno de los profesores del 
colegio donde estaba estudiando; quedó embarazada y de 
esa unión nació mi nietecita Mariana. La relación empezó 
bien; al nacer Mariana, Camilo se vino a vivir con nosotros 
a mi casa, pero la situación económica se puso difícil. María 
Teresa aún estaba muy joven para ponerse en los ofi cios de 
madre y mujer casada, mejor dicho tenía otras ambiciones, 
así que la relación con Camilo empezó a ponerse difícil, hasta 
que decidieron por lo sano separarse. María Teresa arrancó 
con Beatriz a probar suerte en los Estado Unidos, y hasta el 
momento les ha ido muy bien.
Yo me estoy haciendo cargo de Mariana, y Camilo —
aunque ya no es la pareja de María Teresa—, sigue vivien-
do en mi casa y está muy pendiente de la niña; me colabora 
mucho con la crianza de ella. 
Sin embargo, la vida me ha cambiado mucho; antes de 
que naciera Mariana yo era más libre, salía sin preocupa-
ciones, y así no esté enferma de nada las fuerzas no son las 
mismas que tenía cuando críe a mis hijas.María Teresa dice 
que pronto se llevará a la niña, a veces pienso que es lo mejor, 
pero después me siento triste pues sé que me va a hacer mucha 
falta mi Marianita.
Yolanda
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
Me llamo Mariana, tengo cinco años y ya casi voy a pasar 
a primero de primaria. Me gusta ir a la escuela porque allá 
tengo muchos amiguitos, aunque a veces me da rabia que mi 
profesora no me deje llevar los juguetes que mi mamá me ha 
mandado de Estados Unidos. 
Yo me quiero ir a vivir con mi mamá porque allá donde vive 
es más bonito, yo he visto por las fotos edifi cios gigantes con 
muchas luces, pero yo quiero irme con mi abuela y mi papá, 
porque yo los quiero mucho a ellos. 
Mi nombre es María Teresa, tengo 23 años de edad. Tengo 
una hija adorable de cinco añitos, ella en este momento no 
vive conmigo, está con el papá y mi mamá en Colombia, yo 
me encuentro en Estados Unidos hace como tres años.
Estados Unidos es un país de buenas y malas cosas, como 
todo lugar diría yo, el trabajo es muy fuerte pero defi nitiva-
mente se gana mucho mejor que en Colombia. A veces me 
hace falta mi hijita y mi mamá, mis amigos de Colombia y 
como la calidez de las personas de Cali; pero después pienso 
que desde aquí le puedo ofrecer un mejor futuro a mi hija. 
Desde ahora estoy empezando a tramitar todo el papeleo 
necesario para traerme a Mariana; no quiero que esté más 
separada de mí, qué tal que se olvide de mí, de sólo ima-
ginármelo me pongo muy triste. Por eso trato de llamarla 
todos los días, enviarle fotos donde salgo en los lugares que 
he conocido.
Eso sí, cuando Mariana cumple años y para los diciembre le 
compro los mejores regalos, la mejor ropa, los mejores jugue-
tes, pues yo quiero que sea una niña pinchada, bien vestida 
y demás.
Mariana
María Teresa
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PRESENTACIÓN
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
Mi nombre es Camilo Méndez, tengo 38 años y soy pro-
fesor de sociales en un colegio público de la ciudad.
Tengo una hijita de cinco años, es una chiquilla muy in-
teligente y vivaz. Cuando nació la niña, me fui a vivir 
con ella y la mamá a la casa de mi suegra, pero hace 
como tres años me separé de la mamá de la niña, me fue 
muy dura la separación, pero es mejor una separación a 
que estemos frustrados los dos sosteniendo una relación 
que no iba para ningún lado. María Teresa, mi exmujer, 
y yo pensábamos en la niña, era mejor unos papás sepa-
rados pero amigos y no unos papás juntos de enemigos.
Mi suegra, perdón, mi exsuegra es una mujer muy com-
prensiva y cariñosa con Mariana, aunque a veces no 
coincidimos en algunas cosas; por ejemplo, la niña aún 
está muy pequeña para ponerse a ver tanta televisión en 
las noches. Además me parece que la televisión nacional 
de sólo realitys y telenovelas no es buena para la educa-
ción de Mariana; así que María Teresa y yo hemos deci-
dido que la niña se acueste temprano, tipo 8 o máximo 
9 de la noche, pero doña Yolanda es amante de esos pro-
gramas y dura viéndolos como hasta las 10 de la noche, 
y a Marianita le encanta acompañarla. Esta ha sido una 
situación de confl icto, pues doña Yolanda siempre des-
autoriza lo que ya he acordado con María Teresa.
Cuando no llego muy cansado de trabajar le leo a Ma-
riana un cuento en las noches antes de dormir; a veces 
me preocupa que Mariana empiece a olvidar a su mamá, 
así que le leo algunas poesías o cartas que escribió María 
Teresa en la época en que éramos novios. María Teresa 
llama casi a diario, y cuando ella y yo estamos con algún 
tiempo libre nos conectamos vía Skype para que vea a la 
niña y Marinita también la vea y la salude.
Camilo
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
Familia Gil
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Presentación del Programa “Educamos Juntos” 
Mi nombre es Gloria Gil. Tengo 53 años y una fa-
milia grandotota. Tengo dos hijos, Viviana de 35 
años y Wilson de 27; tres nietos, dos de ellos hijos de 
Wilson: Wilson Andrés de 6 años y Leydi Viviana 
de 4 añitos; Viviana sólo tiene una niña, Daniela 
que es la nieta más juiciosa e inteligente. 
Yo nací en un pueblo cerquita a Cali, pero 
cuando estaba muy pequeñita me vine con mis 
papás y hermanos a vivir a Cali, en ese entonces 
la casa en donde vivo ni existía, sólo era matorral 
y matorral y mis papás y otra gente del pueblo co-
gieron esos terrenos y empezaron a construir; antes 
no teníamos ni agua, ni energía, el agua la sacá-
bamos de un aljibe que encontró la gente; y la luz 
era a punta de vela. Despuecito esto se convirtió 
en un barrio ofi cialmente y ahí si tuvimos servicios 
de acueducto y energía. Mi papá se murió estando 
todavía muy joven; y a mi mamá fue la que le tocó 
sacarnos adelante. Cuando mi hija Viviana estaba 
como de unos 5 años se murió mi mamá y mis dos 
hermanos se fueron de la ciudad a probar suerte, 
así que yo quedé solita en la casa con mi hija.

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