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El-Istmo-de-San-Pablo

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Istmo de San Pablo
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Ramón Mosquera R.
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Ramón Mosquera R.
Istmo de San Pablo
© Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín
© Ramón Mosquera R.
ISBN: 978-958-775-104-8
Primera edición: septiembre de 2014
Diseño de carátula: 
Preparación editorial: Luis Fernando González Escobar
 Fernando Cubides Martínez
Impresión y encuadernación: Universidad Nacional de Colombia
Sede Medellín, Centro de Publicaciones
Impreso y hecho en Medellín, Colombia
Prohíbida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier 
medio, sin autorización escrita de la Universidad Nacional de Colombia, 
Sede Medellín.
	
  
	
  
986.151 
M67 Mosquera R., Ramón 
 Istmo de San Pablo / Ramón Mosquera R.. -- Medellín : Universidad 
 Nacional de Colombia, 2013. 
 141 páginas (Colección Bicentenario de Antioquia) 
 
 ISBN : 978-958-775-104-8 
 
 1. ISTMO DE SAN PABLO - DESCRIPCIÓN - CHOCÓ 
 (COLOMBIA). 2. CHOCÓ (COLOMBIA) – HISTORIA. Tít. 
 Serie 
 
 Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia 
	
  
	
  
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Istmo de San Pablo
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Contenido
Prólogo ..................................................................................... 9
Propósitos ................................................................................. 21
I Reseña Geográfica ............................................................. 23
II Geología ............................................................................ 29
 Formaciones Antiguas ...................................................... 32
 Cretáceo ............................................................................ 34
 Terciario ............................................................................ 34
 Rocas Eruptivas – Intrusión Volcánica .............................. 36
 Carbón Lignítico ............................................................... 41
 Cuaternario ....................................................................... 42
 Arcillas .............................................................................. 44
 Fuentes Saladas ................................................................. 46
III Consideraciones Generales ................................................ 47
 Riqueza mineral ................................................................ 48
 Hoya del San Juan. Posibilidades ...................................... 50
 Bibliografiía ....................................................................... 55
 Informe Científico sobre la Región Quibdó – Buenaventura 57
 Apendice ........................................................................... 57
I Geología ............................................................................ 59
 Formación Geológica de los Aluviones Auroplaniferos .... 63
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Ramón Mosquera R.
II Minería .............................................................................. 67
 a) Zonas minerales. ........................................................... 67
 b) Títulos mineros. ........................................................... 68
 c) Explotación. .................................................................. 68
 d) Compañías. .................................................................. 69
 e) Metales y producción. ................................................... 75
 Central Hidroeléctrica de La Vuelta.................................. 80
 Laboratorio de La Chocó-Pacífico .................................... 81
III Meteorología ..................................................................... 83
IV Agricultura ........................................................................ 85
V Higiene .............................................................................. 87
Instantáneas de Viaje ............................................................... 101
Junio 20 ................................................................................... 102
Junio 21 ................................................................................... 105
Junio 22 ................................................................................... 107
Junio 23 ................................................................................... 108
Junio 24 ................................................................................... 109
Junio 25 ................................................................................... 109
Junio 26 ................................................................................... 111
Junio 27 ................................................................................... 111
Junio 28 .................................................................................... 114
Junio 29 ................................................................................... 115
Junio 30 ................................................................................... 118
Julio 1 ....................................................................................... 121
Julio 2 ...................................................................................... 122
Julio 3 ...................................................................................... 125
Julio 5 ...................................................................................... 128
Julio 8 ...................................................................................... 129
Julio 9 ...................................................................................... 132
Julio 10 .................................................................................... 133
Julio 11 .................................................................................... 134
Julio 12 .................................................................................... 136
Epílogo .................................................................................... 139
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Istmo de San Pablo
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Prólogo
Ramón Mosquera Rivas fue biznieto de esclavos y nieto de manumisos 
oriundos de la provincia minera del Alto San Juan. Perteneció al pequeño 
grupo de intelectuales chocoanos negros que nacieron a principios 
del siglo xx y lograron estudiar en Medellín, Bogotá o Popayán, 
superando mediante su dedicación y esfuerzos personales la situación de 
pobreza, marginalidad y exclusión que padecían los afrodescendientes 
que habitaban los ríos y ciudades del Pacífico. Sorteando múltiples 
dificultades provenientes de su origen, etnia o color, y pertenencia social, 
obtuvieron en los años 30 el título de Ingenieros, Abogados o Médicos, 
y posteriormente consolidaron la primera clase media negra.
En los decenios siguientes, varios de ellos se destacaron en el campo 
profesional y político, en los ámbitos local y nacional, siendo elegidos 
como representantes del Chocó en el Congreso Nacional, donde 
llevaron la vocería de sus coterráneos y lugares de origen, igualmente 
ocuparon importantes cargos administrativos tanto en la región como 
en las capitales donde estudiaron o establecieron su residencia. Entre los 
contemporáneos y condiscípulos de Ramón Mosquera sobresalen, Diego 
Luis Córdoba, Daniel Valois Arce, Adán Arriaga Andrade, Aureliano 
Perea Aluma, Ramón Lozano Garcés, Julián Mayo Córdoba, Manuel 
Mosquera Garcés. Camino similar fue seguido por profesionales de las 
dos generaciones siguientes, apoyados por los pioneros.
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Ramón Mosquera R.
Mi padre nació en 1905 en el caserío de San Pablo, posteriormente 
denominado Istmina, según cuenta en Recuerdos de un Hijo de 
Mineros: 
“…en casa de techo pajizo, piso de madera en tablas,paredes y cielo 
raso de “palma picada” empañetada y blanqueada con blanco de cal. 
Este era el tipo de la mayoría de casas del poblado, a excepción de las 
de los ricos que tenían las paredes de madera cepillada y pintadas 
con pinturas importadas del exterior, pues en aquellos tiempos no 
había fábricas del necesario material de ornamentación moderna, 
industria que surgió muchos después con el desarrollo del país. 
También se distinguían las viviendas de las personas adineradas en 
el techo de zinc.” 
Cuando tenía dos años sus padres se trasladaron a la vereda Los Negros, 
ubicada a pocos kilómetros de la cabecera del Municipio de Condoto, 
que era una colonia de mineros-mazamorreros de oro y platino 
procedentes de Istmina, Quibdó y otros sitios y pueblos del San Juan. 
Allí cada familia explotaba una mina de canalón y tenía un pedazo 
de tierra para cultivar la comida, las casas se agrupaban a lado y lado 
de la quebrada configurando un vecindario rural. Con cerca de cien 
años y más de cincuenta de residencia en Bogotá, Ramón recordaba 
perfectamente este sitio, con la extraordinaria memoria y la lucidez que 
mantuvo hasta poco antes de su muerte en enero de 2005, entonces 
nos narraba detalladamente el emplazamiento de cada vivienda, los 
nombres y apellidos de su moradores, distinguiendo los de cada esposo, 
y el número de niños, dibujó asimismo con mano ya temblorosa un 
croquis del villorrio, con sus casas alineadas al borde del camino que 
subía desde la quebrada. 
Aprendió las primeras letras con los letrados del caserío, personas que 
sabían leer y escribir y enseñaban el alfabeto a los niños, pues en la 
vereda no había escuela. Pero anhelaba profundamente estudiar para 
salir de la ignorancia, asunto poco corriente para un hijo de mineros que 
alternaban este oficio con labores agrícolas de pancoger. Para convencer 
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Istmo de San Pablo
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a sus padres se dedicó apoyado por su hermano Ismael a importunarlos 
durante varios días, repitiendo constantemente que se “iban a quedar 
brutos”. 
En 1918 la familia regresó a Istmina y mi padre pudo comenzar sus 
estudios de primaria a los 13 años. Su inteligencia y dedicación le 
permitieron superar el atraso en su formación básica y suscitaron el 
apoyo de profesores para su migración a Quibdó con el fin de cursar el 
bachillerato en el Colegio Carrasquilla, con ayuda de una beca. Éste era 
el único plantel de varones para la enseñanza secundaria que existía en 
la Intendencia del Chocó; allí se formaron los líderes afrodescendientes 
que se destacaron nacional y regionalmente en los años 30, 40, 50 y 60. 
Con ayuda de una beca escapó al destino que le deparaba ser agricultor 
y minero, igual que sus padres, abuelos y bisabuelos, o al máximo sastre 
de pueblo, oficio en el que se desempeñó como aprendiz en Istmina 
mientras estudiaba en la escuela pública.
En 1927 viajó a Medellín para terminar los estudios de bachillerato en 
el Liceo de la Universidad de Antioquia, obligado porque el Carrasquilla 
no pudo ofrecer el quinto año por escasez de aspirantes y carencia de los 
exigidos laboratorios de física y química.
En esa época se requerían siete largas y duras jornadas para recorrer la 
trocha que atravesaba la selva desde Quibdó a El Carmen de Atrato y 
continuaba hasta Pie de Cuesta, última estación del ferrocarril, donde 
se cambiaba de medio de transporte para llegar tres horas después a la 
capital.
Culminado el bachillerato ingresó sin dificultad a la prestigiosa y 
exigente Escuela Nacional de Minas, allí obtuvo el título de Ingeniero 
Civil y de Minas en 1935. Su vida académica universitaria transcurrió sin 
más tropiezos que aquellos resultantes de la pobreza y del racismo que 
tenían que enfrentar los estudiantes chocoanos en las grandes ciudades, 
por el contrario se distinguió como alumno dedicado y brillante. De 
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Ramón Mosquera R.
este periodo quedó el recuerdo escrito de las excursiones vinculadas a 
las prácticas geológicas orientadas por el doctor Roberto Wokittel, que 
realizaban por el territorio antioqueño y chocoano, en tren, a pie o a 
caballo, los alumnos del curso Paleontología. 
Cabe un paréntesis para comentar que en Medellín encontró mi padre 
el ambiente propicio para acrecentar sus inquietudes sobre el desarrollo 
del Chocó y sus diversos problemas. Primero estaba la concentración de 
estudiantes de provincia, la mayoría pobres, en pensiones e inquilinatos 
centrales, en segundo lugar la existencia del Comité Pro-Chocó, 
con sede en la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia, 
conformado por la colonia de estudiantes y liderado por los ingenieros 
Jaime Castillo Hurtado y Dionisio Echeverri Ferrer, y los alumnos 
Diego Luis Córdoba y Adán Arriaga Andrade, que cursaban el último 
año de Derecho. Motivado por estas circunstancias específicas de su 
vida estudiantil, se vinculó decididamente a las discusiones colectivas y 
escribió sus primeros artículos. 
Posteriormente ingresó en la vida política con modestia y sin ambiciones 
económicas o personales, más por el deseo de servicio a su tierra que por 
vocación. Inicialmente contribuyó a la organización del movimiento de 
Acción Democrática, que se opuso a las maniobras electoreras de los 
antioqueños para descalificar la candidatura de Diego Luis Córdoba 
al Senado, en representación de la Intendencia del Chocó, entonces 
adscrita a la circunscripción electoral de Antioquia. Este movimiento, de 
donde se desprendió el Cordobismo, se puede definir como la primera 
rebelión de los chocoanos afrodescendientes contra el dominio ejercido 
por Antioquia en el campo político y electoral. 
Militó al lado de Diego Luis Córdoba y fue elegido en distintas 
ocasiones como Representante a la Cámara, donde fue gestor de la 
creación del Departamento del Chocó (Ley 13 de 1947), y de diversos 
proyectos de fomento, entre los que sobresale el Plan Vial del Chocó 
(Ley 12 de 1949). Su carrera política culminó con su nombramiento 
como Gobernador del Chocó en 1966.
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Istmo de San Pablo
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13
El profesor Wokittel fue su director de tesis, entendió el interés de 
mi padre por contribuir con estudio nuevo a la divulgación de las 
características de la tierra donde nació y del territorio que conoció y 
recorrió cuando era niño y joven, y le aconsejó aprovechar la ocasión 
para profundizar en su conocimiento científico y socioeconómico. De 
manera que en 1934-1935 realizó en las selvas del Istmo de San Pablo 
estudios geográficos y geológicos que aportaron datos nuevos sobre una 
región que en los años 30 del siglo xx era “profundamente desconocida” 
y se describía a partir de datos escasos, erróneos, inexactos y sin verificar. 
Fundamentados en la observación empírica y en el análisis juicioso de 
una importante bibliografía, dichos aspectos se complementan con 
consideraciones de orden general que le permitieron hacer precisiones 
sobre las riquezas del subsuelo, la minería y las posibilidades de 
explotación de los recursos naturales.
La tesis se desarrolla en tres capítulos rigurosos, acompañados de 
bellísimos croquis y mapas dibujados a mano:
I. Reseña geográfica. Desarrolla la tesis que las colinas 
conocidas con el nombre de Istmo de San Pablo no tienen 
nada que ver con la orografía general de la parte montañosa del 
Chocó. Y hace comentarios sobre el proyecto de construcción 
de un canal interoceánico en el Istmo y las dificultades que se 
presentarían para su ejecución.
II. Geología. Compendio de sus observaciones en el terreno, 
análisis de laboratorio y lecturas.
III. Consideraciones generales. Breves comentarios a partir del 
conocimiento que tenía de su tierra.
Agrega un Apéndice denominado “Informe científico sobre la región 
Quibdó-Buenaventura”. 
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Ramón Mosquera R.
Debo señalar dos características importantes, el aspecto científico de las 
descripciones y análisis de la geografía o la geología, y el aspecto social 
y humano que hace referencia a la situación de la población y la manera 
como afectanal hombre del Pacífico el clima y las bajas condiciones 
de habitabilidad o la carencia de caminos e infraestructura, sin dejar 
de lado una crítica a la explotación ejercida por la Compañía Chocó 
Pacífico tanto del territorio y sus filones de oro y platino, como de 
los trabajadores. Se ha informado cuidadosamente, no obstante, el dato 
técnico va acompañado de la vivencia personal. 
Dos personajes se esbozan en su trabajo, el alumno juicioso y meticuloso 
en el análisis científico concerniente a su campo de estudio y trabajo, y el 
joven chocoano que ama su tierra y la describe desde su experiencia y el 
conocimiento directo adquirido en la vida cotidiana y familiar, entonces 
de un lado afloran el campesino hijo de mineros que logró estudiar y 
desde el otro describe su terruño y las miserias o problemas que afectan 
a la población.
A todo lo largo del trabajo se destacan la gran sensibilidad social del 
autor, originada en su pertenencia territorial y en el reconocimiento 
de su identidad como chocoano y hombre negro, y en su preocupación 
para proponer soluciones o formas de actuar desde el Estado para el 
mejoramiento de las condiciones de vida las comunidades ribereñas. 
Actitud que fue una constante en el transcurso de su prolija vida 
profesional, que comenzó con el nombramiento de Director General 
de Obras Públicas en la Intendencia del Chocó, en los días inmediatos 
a su grado.
Cada vez que el tema lo permite el texto hace referencia al hombre 
en medio del paisaje geográfico transformado por la implantación de 
los asentamientos y la explotación minera. Describe minuciosamente el 
hábitat humano, los caseríos, los medios de transporte y las condiciones 
de los caminos, y nos hace reflexionar sobre las dificultades para recorrer 
el territorio, ya sea a mula por caminos de herradura, o a pie por trocha 
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Istmo de San Pablo
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trazadas en medio de la selva inhóspita. Nos cuenta sobre la esperanza 
que significan las carreteras en construcción o aquellas que se piensa 
construir. 
Dedicadas sus notas sobre la geología a los resultados de las observaciones 
de campo en escenarios naturales vividos anteriormente en su experiencia 
cotidiana, y a la comprobación en el laboratorio de la Escuela de Minas. 
Al detallar la composición geológica va detallando la geografía social, 
los pueblos, las casas de madera sobre pilotes y con cubiertas de zinc, que 
según anota son demasiado calientes y se oxidan rápidamente, exigiendo 
cambio antes de los cinco años. Por lo cual propone su cambio por tejas 
en cerámica que bien podrían fabricarse con las arcillas que encuentra y 
examina, aunque “nadie ha pensado en fabricar ladrillos para construir 
habitaciones”. 
A medida que describe la geografía va narrando la realidad social de 
la época, la población, sus labores productivas y los problemas de 
habitabilidad e infraestructura; dando cuenta de la jerarquía de las 
poblaciones: Istmina que en 1935 contaba 3.000 habitantes en el casco 
urbano y 15.000 en las zonas rurales, Condoto, Carmen de Atrato, 
Cértegui y el caserío de El Tambo. 
El Apéndice, es uno de los apartes más interesantes del trabajo, presentando 
el resultado de registros e información, como anotaciones que: 
“…no alcanzan a tener la solidez de un completo estudio científico, 
dadas las circunstancias especiales en que fueron elaboradas, son 
la continuación del informe general de la excursión de la Escuela 
Nacional de Minas dentro del invaluable territorio del Chocó.” 
En este complemento se refiere a la geología, a partir de sus observaciones, 
indicando su gran desconocimiento por carencia de estudios, debido a 
las dificultades que representan la falta de vías y lo enmarañado de la 
selva. 
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Ramón Mosquera R.
En cuanto a la Minería, base de la vida económica del Chocó desde 
tiempos remotos, fundamentado en datos hace referencia a la gran 
riqueza del suelo, la adjudicación de títulos mineros, la explotación 
artesanal tradicional y los métodos rudimentarios empleados por los 
nativos que no poseían maquinaria, que el mismo había experimentado 
u observado al lado de sus padres: barequeo, mazamorreo y zambullida, 
en contraposición a la utilización exclusiva de dragas por la Chocó 
Pacífico, compañía extranjera hegemónica que llegó a poseer una parte 
importante del territorio y subsuelo en los principales ríos de la zona 
sanjuaneña. 
No deja de anotar el potencial para la producción agrícola que 
proporcionan el clima, la variedad de pisos térmicos y de cultivos que 
practican los pobladores.
Destaca el punto dedicado a las concesiones mineras y deja una pista 
para los estudiosos interesados en su seguimiento, como aquella que 
fue concedida a José Cicerón Castillo para explotar con dragas los 
metales que se encontraban en el lecho del Río Condoto, desde sus 
cabeceras hasta su desembocadura en el San Juan. Con claridad nos 
relata el traspaso de la concesión a una compañía inglesa y luego a la 
Compañía Minera Chocó-Pacífico, la cual desde su establecimiento en 
el Condoto obtuvo grandes ganancias con la explotación del oro y el 
platino. Aprendemos sobre la tecnología empleada, y la sustitución de 
la energía producida mediante quema de leña, por una planta eléctrica. 
Aquí vuelve a aflorar su descontento por los manejos de la Chocó 
Pacífico, porque vende combustible a las poblaciones de Istmina, Tadó 
y Condoto a un precio muy alto, sin tener en cuenta las ganancias que 
ha hecho la empresa con la explotación de los lechos de los ríos sobre 
los que se ubican esas poblaciones, hecho que considera injusto y odioso, 
igual que el trato desconsiderado a los trabajadores. Además, apoyado en 
apreciaciones del Dr. H. E. White en un informe rendido al Ministerio 
de Industrias, señala diversas irregularidades en las adjudicaciones de 
minas y baldíos de la Nación.
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Istmo de San Pablo
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Quien se interesa en la historia de la minería en el Chocó encuentra en 
esta capítulo datos y pistas sobre la gran riqueza del subsuelo chocoano, 
su adjudicación mediante concesiones a compañías extranjeras y 
la desmedida e incontrolada explotación de oro y platino por dichas 
compañías, especialmente la Chocó-Pacífico, con hechos y situaciones 
concretas que en 1935 no habían sido aun divulgadas. Incluso relata la 
precaria situación de los lavadores de metales: 
“…que a duras penas sacan los granos que les hacen vivir sin 
aspiraciones, pagando arrendamiento a la misma compañía y a unos 
pocos terratenientes que no invierten capital en montajes modernos, 
ni ceden fajas.”
Al final del capítulo Consideraciones Generales, se revela igual modestia 
y lucidez con respecto a los alcances del trabajo: 
“…mis apreciaciones son generales, porque en un trabajo de las 
proporciones del presente, y por la naturaleza del tema, no es posible 
allegar datos completos sobre cuestiones tan variadas. Sólo he querido 
con los breves comentarios que hago, anunciar algunos hechos reales, 
para que de ese anuncio nazca el estudio detenido en bien de la 
comunidad. Más tarde, mientras me lo permitan las circunstancias 
y viaje por toda la región, dedicaré parte del tiempo a la observación 
del territorio que tan profundamente desconocemos. 
Esas circunstancias se dieron luego en su actividad profesional con firmas 
particulares y en los servicios prestados a la Nación en diversos cargos 
en la administración publica, como constructor de carreteras y puentes, 
congresista en la Cámara de Representantes, Interventor del Instituto 
de Fomento Municipal en Quibdó, Jefe de la División de Minas en el 
Ministerio de Minas y petróleos, Gobernador del Chocó, y otros cargos 
oficiales en el Chocó y Bogotá. 
La tesis fue elogiada por su director y destacada en la prensa local de 
Medellín, El Heraldo el 29 de noviembre de 1935 publicó la siguiente nota:
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18
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Ramón Mosquera R.
“EL ISTMO DE SAN PABLO. La tesis presentada por Ramón 
Mosquera Rivas para optar el título de Ingeniero Civil en la 
Escuela deMinas, tiene especial interés para nosotros, porque el 
ingeniero prefiere el estudio científico, la realidad natural, la realidad 
colombiana, a las tesis abstractas o de altas matemáticas, indicio 
frecuente de mucho saber, pero no de tan necesaria aplicación entre 
nosotros, como ésta que abarca el estudio geológico, geográfico, las 
probabilidades del suelo y el subsuelo en la hoya del San Juan, las 
condiciones climatéricas, las probabilidades de aprovechamiento de 
aquellas riquezas y la actualidad social, etnográfica y económica de 
las vastas regiones de aquella parte del occidente colombiano, reservas 
admirables para el vigor de las razas que del Valle, de Caldas y de 
Antioquia van adentrándose en por aquellas comarcas. La tesis de 
Mosquera R., no es un estudio para optar por un grado, por cumplir 
una fórmula reglamentaria. Es un estudio que ha de ser consultado 
por quien quiera conocer bien el país y por todo aquel que vaya a 
referirse a las vastas regiones promisorias.”
Resumiendo, el adolescente descendiente de esclavos manumisos, que 
tanto se asustó con la “la obscuridad” producida por el eclipse total de sol 
que tuvo lugar el 3 de febrero de 1916, y que los moradores de la vereda 
Los Negros consideraron obra del diablo, incursionó en los caminos de 
la geografía y la historia, dejando consignada en su tesis los aspectos 
científicos que dan cuenta de la naturaleza, las riquezas del subsuelo y 
la economía minera. Asimismo registró situaciones, hechos sociales y 
espaciales y algunos problemas del Chocó en los años 30, de los cuales 
muchos persistieron hasta hoy aunque agravados por las circunstancias 
de los modelos de desarrollo que fueron adoptados para la región. 
Dejó un trabajo que mantiene su vigencia en el siglo xxi, y hoy en día es 
reconocido por los intelectuales chocoanos en busca de autores propios, 
y por fortuna descubierto en la Universidad Nacional.
Elaborar estas notas me ha llevado a recordar y revivir la memoria de 
mi padre, sus cuentos y relatos sobre el Chocó, los que cuando niña, 
criada en Bogotá en una casa de patio, me parecían al igual que a 
mis hermanos, fantásticos y comparables a los cuentos de hadas y de 
aventuras que leíamos a mediados del siglo xx. Por ejemplo cuando se 
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Istmo de San Pablo
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perdió en las selvas del Baudó con una expedición exploratoria en busca 
de petróleo, la cual salió del Alto Atrato para remontar el Río Bojayá y 
cruzar la cordillera en dirección a Bahía Solano.
Prologar el “Istmo de San Pablo” hace indispensable la referencia a sus libros 
“Recuerdos de un Hijo de Mineros” y “Problemas del Chocó. Posibles 
soluciones”, publicados por cuenta propia en 1985. Una nueva lectura de 
estos textos me permitió aclarar o precisar unos aspectos de su trayectoria 
y del contexto sociopolítico que se mezclaban en mi corta memoria.
El primero está dedicado a su autobiografía, relacionando los hechos 
y acontecimientos que marcaron su vida familiar, profesional y 
pública con hechos históricos y situaciones específicas en los ámbitos 
comarcal y nacional. El segundo reúne diversos artículos, conferencias 
y comunicaciones a los periódicos de Medellín y Bogotá, dedicados a 
divulgar sus conocimientos sobre el medio geográfico y humano del 
Chocó, sus recursos naturales y los problemas crónicos de infraestructura 
vial, comunicación y calidad de vida, exponiendo proyectos y alternativas 
de solución, unos de los cuales él mismo propuso o impulsó desde la 
Intendencia y la Gobernación del Chocó, el Congreso de la República o 
el Ministerio de Minas y Petróleos. 
Con una continuidad que llega hasta el momento actual, los problemas 
reseñados tempranamente en la tesis y cincuenta años después en éstos 
libros, se agudizaron con la explotación maderera y minera capitalista 
moderna y globalizada, la presencia de los grupos armados de toda 
índole, la minería ilegal, la migración voluntaria y el desplazamiento 
forzado y la concentración de población en centros urbanos incapaces 
de ofrecer unas condiciones mínimas de bienestar y trabajo al conjunto 
de sus habitantes. 
Muy ilustrativa es la crítica que, con respecto a la ejecución del Plan 
Vial del Chocó incluido en la Ley 12 de 1949, hace Ramón en sus 
memorias:
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Ramón Mosquera R.
“…de todas éstas vías solo se encuentran semiconstruidas las de 
Bolívar a Quibdó-Istmina-Quibdó. Todas las demás tan solo están 
iniciadas, a pesar de los cuarenta años que va a cumplir la citada 
Ley 12. Y digo que iniciadas, porque, aunque los tramos Bolívar-
Quibdó y Tadó-Las Ánimas-Istmina, tienen tráfico, no han sido 
pavimentadas, aunque ya está sobre terreno consolidado para recibir 
el pavimento asfáltico. Otras de corta longitud, ya deberían estar 
terminadas por la grande importancia que tienen para el desarrollo 
del Chocó. Y las de Cartago-Nóvita y Pueblo Rico-Tadó, llevan más 
de cuarenta años, pues fueron iniciadas antes de terminar la primera 
administración Alfonso López Pumarejo…” 
Por último, debo agradecer de manera especial, este esfuerzo de la 
academia en cabeza de Luis Fernando González Escobar, para divulgar 
la tesis de grado en Ingeniería de mi padre, que así se integra al 
conocimiento sobre la historia del Chocó, en la provincia del San Juan. 
Deja de ser herencia familiar para convertirse en conocimiento accesible 
y apropiable por la sociedad en general y en particular por las gentes 
del Chocó Biogeográfico, en tanto que memoria colectiva y registro de 
situaciones específicas de la Región del Pacífico en las primeras décadas 
del Siglo xx. 
Gilma Mosquera Torres
Arquitecta e investigadora afrochocoana.1
Junio de 2013
1 La prologuista es hija de Ramón Mosquera Rivas. Arquitecta egresada de la Universi-
dad Nacional de Colombia sede Bogotá, además certificada en Urbanismo. Fue por mucho 
tiempo profesora en la Facultad de Arquitectura la Universidad del Valle, donde además fue 
por una década Directora del Centro de Investigaciones en Territorio, construcción y Espacio 
CITCE (1989-1998). Su obra es extensa y ha mirado los procesos de la vivienda popular 
urbana y, especialmente, desde una perspectiva histórica y técnica el tema del poblamiento 
y los hábitats del Pacífico, junto a su compañero Jacques Aprile-Gniset, entre los cuales se 
destaca los tres volúmenes titulados precisamente Hábitat y Sociedades del Pacífico, sobre 
Bahía Solano (2001) y las aldeas de Buenaventura (2006). Otro texto destacado es Vivi-
enda y arquitectura tradicional en el Pacífico, Patrimonio cultural afrodescendiente (2010). 
Su trabajo ha sido reconocido con premios en la Bienal de Arquitectura de 2004 (Categoría 
Teoría e Historia) y en el Premio Corona de 2007 (Tercer Puesto “Prototipos de Vivienda 
para Recuperación y Desarrollo de Aldeas Mayores Litoral Pacífico”) y 2008 (Primer Puesto 
“Prototipos de Vivienda para Recuperación y Densificación de Barrios en Cali”).
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Istmo de San Pablo
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21
h
Propósitos
Al acometer la confección de este trabajo, obedecí al deseo imperioso 
que me anima desde el comienzo de mis estudios, de contribuir 
modestamente a la divulgación de la tierra chocoana, tan excéntrica en 
el conjunto colombiano. Sólo así puede explicarse el hecho de haber 
escogido un tema de tanta complejidad, el cual únicamente es del 
dominio de individuos que tengan largos años de práctica. 
Considero como un deber inaplazable, dejar constancia de mi 
agradecimiento para con las personas que de alguna manera coadyuvaron 
a la realización de la labor que me impuse. Muy especialmente agradezco 
al doctor Roberto Wokittel, quien, como presidente de tesis, me prestó 
decidida colaboración.
 Ramón Mosquera R.
Medellín, Noviembre de 1935
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Ramón Mosquera R.
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Istmo de San Pablo
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Encajada entre las vertientes de los ríos Atrato y San Juan, existe una 
serie de colinas conocidas con el nombre de Istmo de San Pablo, al 
que circunscribo las presentes anotaciones. Estas colinas nada tienen 
que ver con la orografíageneral de la parte montañosa del Chocó. 
Aseveración semejante podemos demostrar fácilmente, sirviéndonos 
de los conocimientos geográficos y geológicos de la región. Sabemos 
que los ríos Atrato y San Juan nacen en la cordillera Occidental, en los 
farallones de Citará, el primero, y en el cerro de Caramanta, el segundo. 
La dirección dominante del Atrato es la Sur-Norte; mientras que la 
del San Juan es la Norte-Sur, después de haber viajado de Este a Oeste 
hasta Istmina. Sintetizando, las vegas de los dos ríos mencionados 
forman el inmenso valle de la parte baja del Chocó, que llega cerca de 
la costa del Pacífico, donde emerge la Cordillera del Baudó. En medio 
de este valle se elevan las colinas del istmo, cuya constitución geológica 
es completamente diferente de la cordillera occidental. Más adelante 
veremos los componentes de las colinas istmeñas; entre sus elementos 
las rocas ígneas no tienen representación más que en las volcánicas, 
localizadas en un sitio de escasa extensión.
Los montículos del istmo se levantan caprichosamente en medio del 
valle, como testigos que proclaman la soberanía de la Naturaleza en sus 
designios inescrutables.
h
I
Reseña Geográfica
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24
*
Ramón Mosquera R.
La extensión de las prominencias es de muchos kilómetros en forma de 
cadena, sin que unas sobresalgan mayor cantidad de las otras. Podemos 
anotar como hecho curioso, la casi uniformidad de las diversas cuchillas. 
La máxima lectura del barómetro altimétrico fue de 195 metros; 
correspondió esta altura a la loma llamada de Cárdenas, a una distancia 
de 1.550 metros, a la izquierda del camino que conduce de la ciudad de 
Istmina al caserío de El Tambo. 
Toda la zona del Istmo está cubierta de una espesa selva, que ofrece 
grandes dificultades al excursionista que trafica por ella. Los caminos 
son malas trochas, excepto el de Istmina al Tambo que es de herradura, y 
en donde hay un servicio regular de mulas, para el transporte de pasajeros 
y de carga; estos caminos unen a Istmina con pequeñas agrupaciones no 
han llegado a ser aldeas por la falta de cohesión en el personal, por la 
falta de método adecuado de vida, y aún más, por la falta de orientadores 
comarcanos o del interior.
La divisoria de las aguas que van al Atrato y las que van al San Juan, es 
bien marcada en la zona del Istmo. Puede observarse con toda claridad 
en la loma de las Cruces, una de las prominencias del sector estudiado; 
este alto (180 metros sobre el nivel del mar) queda en el camino que 
une a Istmina y el Tambo, cuya longitud es de 7 kilómetros y medio, 
aproximadamente.
Desde tiempos ya lejanos se dio el nombre de arrastradero de San Pablo 
a la pequeña faja que divorcia las aguas que nacen en las Cruces y que 
siguen direcciones opuestas, al origen unas, van al San Juan, y al occidente 
otras, caen al Quito, afluente del Atrato. Allí tienen su origen cuatro 
arroyos que podemos considerar como vertientes de una pirámide, cuyas 
cuatro aristas siguen, el vértice de la cual es elto ya mencionado. De 
las aristas occidentales salen las quebradas Barroblanco y Juanico, que 
unidas a poca distancia de su nacimiento, desembocan en la quebrada 
Santa Mónica.
*
Istmo de San Pablo
*
25
En las aristas orientales nacen las quebradas Corcobado y Citará, las 
cuales, después de haber recibido las aguas del arroyo El Salto, que 
nace a poca distancia de las Cruces, toman el nombre de CITARA, 
hasta rendir sus aguas de la quebrada de San Pablo, en Istmina, a un 
kilómetro aproximadamente de la desembocadura de éste en el río de 
San Juan. Para efecto de mayor comprensión de lo descrito arriba, véase 
el croquis incluido en el bolsillo anexo.
Hay que hacer aclaración acerca de la quebrada San Pablo. Existen en 
torno al Istmo dos quebradas que llevan el mismo nombre; una de ellas 
es la que sale al San Juan, y la otra se dirige al Quito. Estas dos quebradas 
tienen sus cabeceras casi comunes. La una nace en la loma del Muerto, 
con el nombre de Santa Mónica, que ya mencioné. Muy cerca de ella 
nace el San Pablo, a unos pocos kilómetros de sitio San Pablo adentro. 
Corren luego casi paralelas, bordeando uno y otro lado de la cadena de 
colinas del Istmo.
A partir del caserío de El Tambo, en donde desemboca la quebrada 
Peradó, Santa Mónica toma el nombre de San Pablo, navegable en 
canoas hasta su desembocadura en el río Quito.
Generalmente la gente de la región denomina boca de Cértegui la unión 
del riachuelo a que acabamos de referirnos, y el propio río Quito. Nada 
más erróneo. La boca de Cértegui queda en la población del mismo 
nombre, la cual demora en el sitio de confluencia del Quito y el Cértegui.
Toda la zona del Istmo que nos ocupa está surcada por una infinidad de 
quebradas y arroyos que incrementan las aguas de una y otra vertiente.
Casi todos los habitantes de esta zona se dedican a la minería. Los 
métodos de explotación son rudimentarios. (Véase Apéndice).
Ya hablé de lo despoblado que se halla el istmo. Como centro de toda 
actividad se encuentra Istmina, capital de la provincia del San Juan y 
*
26
*
Ramón Mosquera R.
del Distrito de San Pablo. Tiene unos 3.000 habitantes en el casco; la 
población total del municipio es de más de 15.000 almas, incluyendo 
los corregimientos y las veredas. Posee todas las comodidades que puede 
tener una ciudad de su índole, aislada en medio de la selva, y carente 
de comunicaciones directas con centro de mayor desarrollo. Su poco 
auge se debe al hecho de ser puerto obligado para las relaciones entre el 
Atrato y el San Juan.
Faltan a la ciudad dos servicios de primera necesidad: acueducto 
y alcantarillado. Es hora de pensar en resolver problema de tan vital 
importancia en todas las poblaciones del Chocó. A ninguno escapa que 
servicios de tales obras constituyen el 8%, si no más, de la salubridad de 
los núcleos poblados.
Aunque tiene Istmina alumbrado eléctrico, es necesario emprender el 
estudio y construcción de una planta hidroeléctrica que satisfaga las 
necesidades locales, que por otra parte, no son grandes. Nos sugiere 
la anterior anotación del hecho de que el Municipio compra energía 
a la Cia. Minera Chocó Pacífico; además de ser exagerado el precio 
de 4 centavos el kilowatio hora, existe el peligro de que en cualquier 
momento vuelva a quedar a oscuras la ciudad, porque dicha empresa 
suspenda la venta de fuerza.
Se hizo en 1925 un estudio preliminar acerca de una planta hidroeléctrica; 
del cual estudio fue autor el ingeniero alemán Sr. Almann. La idea 
de aquel ingeniero fue la de hacer un túnel en la garganta que ofrece 
la quebrada San Pablo en el Salto de la Sirena; creo que lo asistió su 
práctica, y que es muy factible tal proyecto. Desgraciadamente se encargó 
de ese asunto un Concejo inepto y se perdieron los detalles; yo conozco 
el plano escueto; el informe del Sr. Almann no aparece por ninguna 
parte. Hay otro proyecto de planta en el Salto de San José, también 
obra del ingeniero citado; el respectivo informe corrió la misma suerte 
del anterior. Nada más indicado que acometer nuevo estudio para la 
solución del problema.
*
Istmo de San Pablo
*
27
La riqueza minera y florestal es indiscutible: la minera, porque el istmo 
forma parte del extenso aluvión del valle del San Juan; la forestal, porque 
en su selva si se encuentran productos vegetales que pueden tener gran 
aplicación industrial. Más adelante acotaré algo al respecto. 
En tiempos ya remotos se habló mucho de la construcción de un canal 
a través del Istmo de San Pablo, con el fin de comunicar, mediante 
una navegación fluvial, los océanos Atlántico y Pacífico. Pronto los 
proyectos sobre canales en los istmos del Chocó, a los cuales se dio gran 
importancia, fueron abandonados ante la realidad del canal de Panamá. 
Hoy ha vuelto a hablarse de los istmos de Napipí y Truandó, cuyas 
factibilidades son mayores, en caso de acometer su construcción.
Además, el proyecto de canal por el San Pablo cuenta con la enorme 
dificultad de un número crecido de esclusas.Por otra parte, la 
canalización de los ríos San Juan, San Pablo, Quito y Atrato, recargaría 
considerablemente la construcción de la obra. Esa misma razón quizás 
nunca deje emprender esta obra, ya que la tendencia moderna es eliminar, 
en lo posible, las esclusas para ganar tiempo en el tráfico. Otra cosa en 
contra del canal por ese sitio, es su longitud, la que lo hace tener poco 
interés mundial; se busca hoy, sobre todo, acortar las distancias.
Los fenómenos meteorológicos que pueden anotarse en la región, son 
los que corresponden a aquellas zonas tropicales de las mismas latitudes.
Debido a la poca altura de los terrenos, el morador se ve obligado a 
soportar el bochorno de temperaturas elevadas y vapores que producen 
estas y las continuas lluvias; allí siempre se respira una atmósfera muy 
húmeda.
A pesar de la frecuente lluvia torrencial, el termómetro no se ve 
descender de 22° C. para arriba llega a marcar hasta 28°; me atengo aquí 
a los datos que recogí en los dos meses que duraron mis excursiones de 
estudio por el istmo. Esto no quiere decir que haya un límite conocido 
*
28
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Ramón Mosquera R.
con exactitud. Por ejemplo, frecuentemente se registran temperaturas de 
33° C. en Istmina; así lo registró el termómetro de los excursionistas de 
la Escuela en Julio de 1934.
El promedio de 27° C. se debió a que en los meses de diciembre y enero 
hubo como término medio, 25 días de lluvias. Merced a la considerable 
cantidad de ríos y quebradas, la evaporación de agua es enorme, lo que 
establece sucesión en las lluvias, mediante un proceso de condensación, 
a cargo de los vientos tibios marinos y la barrera que opone a su paso la 
Cordillera Occidental. Sobra advertir que las pequeñas variaciones de 
altura en nada apreciable modifican las condiciones climatéricas de la comarca.
*
Istmo de San Pablo
*
29
Compendiados en la reseña anterior los rasgos geográficos generales 
del Istmo de San Pablo, traslado a estas notas los puntos de vista 
geológicos que he deducido de mis propias observaciones en el terreno, 
la escasísima literatura sobre la región y algunos análisis verificados en 
los laboratorios de la Escuela.
Con frecuencia se ha hablado (quizás de un modo erróneo de la 
prolongación de la Cordillera Occidental colombiana hacia la costa del 
Pacífico, por la serie de colinas que forman el istmo que nos ocupa. Esto 
equivale a decir que el istmo de San Pablo es un eslabón de enlace entre 
la Cordillera Occidental y la costanera de Baudó. Tengo serias sospechas 
para disentir con semejante afirmación, y trataré de demostrarlo.
Visto desde un punto meramente topográfico, podemos admitir, sin 
ninguna reticencia, tal suposición. Pero analizando el asunto geológico, 
sólo es aceptable en parte. La Cordillera Occidental, en su mayor 
extensión, flanco chocoano (hacia los límites con Antioquia y Caldas 
y Valle) está caracterizada por rocas de fundamento, metamórficas 
y paleoígneas, y además por algunos residuos sedimentarios, todo 
el conjunto afectado por un volcanismo intenso, aún persistente en 
pequeña escala; a su vez, el istmo está compuesto, casi en su totalidad, de 
h
II
Geología
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30
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Ramón Mosquera R.
sedimentos. Digo casi, porque como veremos, existe una roca eruptiva 
que pudiera favorecer la hipótesis contraria.
R. Lleras Codazzi anota que las eminencias que divorcian las aguas del 
Calima y del Dagua, así como las que forman las vertientes del Atrato 
y el San Juan (istmos de San Pablo, Cértegui, Pureto), son estribaciones 
transversales de la Cordillera del Chocó. En la primera parte no cabe 
duda alguna; pero en cuanto hace referencia a los istmos citados, 
solamente debe tomarse en sentido del accidente topográfico, como 
antes me permití asegurar.
Si nos circunscribimos al Istmo de San Pablo y analizamos su 
constitución geológica, se ve claramente que está muy lejos de pertenecer 
a la serie de cerros que se encuentran distribuídos a algunos kilómetros 
de la banda izquierda del rio San Juan, en el curso alto de los ríos Iró, 
Tajuato, Condoto, Tamaná, Sipí, Cajón, Garrapatas, Calima y otros. 
Así tenemos en los cerros de Iró, Tolrrá, rocas trapeanas, como gabros, 
etc.; tales rocas se hallan en los arrastres de los mencionados ríos. Una 
colección recogida por la comisión minera del Chocó, fue analizada por 
el doctor Emil Grosse. Su determinación se refiere a su edad geológica 
y naturaleza de la roca. Véase el Boletín de Minas y Petróleos, Números 
21 y 22.
En la anterior determinación y en la hecha por mí en el terreno, fundo 
la desvinculación geológica del istmo y las cordilleras occidental y de 
Baudó.
Todos los guijos de los ríos y quebradas del Istmo los constituyen 
fragmentos de rocas de fundamento (de la vertiente occidental de la 
Cordillera Occidental, también las de los cerros Iró, Tolrrá, etc. son de 
fundamento); mientras que a lo largo del Istmo tan sólo se hallan in 
situ rocas esencialmente sedimentarias. Esto contribuye a afianzar mi 
creencia, respecto de la desconexión geológica de dichas cordilleras.
*
Istmo de San Pablo
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31
Por su parte, Enrique Hubach manifiesta que la fuerte depresión 
que aparenta sufrir el cordón chocoano en la comarca comprendida 
entre Istmina y Quibdó, los estratos terciarios, superiores e inferiores, 
pregonan que la depresión máxima del cordón citado, existe también 
geológicamente. Con la anterior afirmación se hace intervenir de un 
modo conjunto, los factores geológico y topográfico, que en mi concepto 
deben deslindarse.
Trae como argumento fehaciente en prueba de la prolongación de 
la cordillera Occidental hacia el Pacífico, por las colinas tantas veces 
nombradas, el hecho de encontrarse en el malle del Atrato, el testigo 
solitario de la loma del Cuchillo (600 metros sobre el nivel del mar), 
compuesta de diorita precretácea, según él, comunes en la parte 
septentrional alta de la Cordillera Occidental; agrega que no es erosión, 
sino efecto de tectonia, en la cadena chocoana. Otra vez razono en 
sentido contrario al doctor Hubach. La presencia de esas rocas ígneas 
en la loma del Cuchillo, y el hecho de haber encontrado el mismo 
autor gabros intrusivos en rocas silicosas, sedimentos metamórficos, 
como esquistos cristalinos, en la zona de Cupica hasta el Yucal, donde 
confluyen Napipí y Doguadó, es una prueba más en favor de lo que 
asevero, porque forzoso es repetirlo, en el istmo de San Pablo sólo 
existen rocas sedimentarias, descartada una intrusión de obsidiana, a la 
cual dedicaré párrafos especiales más adeltante.
Lo que no se puede negar es el origen tectónico de los valles del Atrato y 
el Baudó. Si asumimos que la costa del mar terciario llegaba hasta el pie 
de la cordillera Occidental, hay que concluir que a lo largo de dicha costa 
se depositaron los estratos terciarios que hoy cubren la comarca. Vino 
después, el levantamiento de la cordillera del Baudó; así se formó un 
sinchinal que continuó rellenándose con detritus; de la misma manera 
suponemos que existió un gran delta en la desembocadura de las aguas 
principales que venían de la cordillera, en el cual se amontonó material 
rodado. Sobrevino entonces el levantamiento de lo que hoy es el Istmo 
de San Pablo.
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Ramón Mosquera R.
Anótese que con el depósito del terciario, la costa del mar a que hacemos 
referencia, tuvo una constante regresión, hasta el momento en que se 
operó el levantamiento de la cordillera del Baudó.
Con la génesis del Istmo se realizó el divorcio de aguas que dio origen a 
los cursos contrarios del San Juan y del Atrato.
Hasta ahora he querido mostrar en globo la constitución geológica del 
sector que motiva el presente escrito. Pudiera quedar la duda de si es el 
istmo continuación de la cordillera Occidental hacia la costa pacífica. 
Para el suscrito, la duda se desvanece porque los afloramientos de los 
ríos y quebradas de la región nada prueban en contra de mi creencia; 
los fundamentos de las colinas, repito, no tienen rocas cristalinas; doy 
el nombre de basede ellas a los conglomerados que casi siempre sirven 
de pedestal a los estratos superiores, formados por pizarras arcillosas, 
areniscas tiernas, arenas, arcillas y gravas.
Agrupo en seguida las conclusiones a que pude llegar en mis reflexiones 
acerca del susodicho istmo.
Formaciones Antiguas 
Aunque in situ no hay representantes de formaciones antiguas, me 
parece indicado enumerar algunas rocas de edad pre-terciaria, ya que 
se hallan en cantidad grande entre los cantos rodados o guijos de todos 
los ríos comarcanos, y que confirman la desvinculación geológica de 
las colinas istmeñas y las cordilleras occidental y del Bausó, según las 
razones que aduje atrás.
Los guijarros que recogí en las quebradas San Pablo, Citará, 
Choquichoqui y el rio San Juan, son de una heterogeneidad marcadísima; 
su composición petrográfica y su forma arredondeada, dicen claramente 
que proceden de la parte montañosa que se halla en los nacimientos 
de los ríos San Juan, Atrato y sus grandes afluentes. Cito entre otras 
rocas, cuarcitas, gabros, dioritas, cuarzo ferruginoso, esquistos cuarzosos, 
*
Istmo de San Pablo
*
33
pizarras negras muy antiguas, esquistos horbléndicos, cuarzo lechoso, 
a veces cristal de roca, liditas. Todos estos cantos fueron arrastrados 
por las aguas diluviales que tajaron las rocas del flanco occidental de la 
Cordillera.
Una vez efectuado el trasporte del material, se depositó éste sobre el fondo 
de un gran golfo, quizás lago, que cubría toda esa comarca. La continua 
fuga de los ríos hacia el mar, con sus enormes avenidas, generadas por 
las lluvias torrenciales, provoca nuevos arrastres a distancias más y más 
largas, de suerte que hoy un altísimo porcentaje de aquellos guijos tiene 
forma casi esférica.
De las liditas, cuarcitas, esquistos pizarrosos y pizarras, sé decir que las 
encontramos en el camino de Bolívar a Quibdó; además pertenecen a la 
formación geológica denominada Jura-triásica y que desgraciadamente 
todavía no se sabe con exactitud la era a que corresponde.
Los apuntes anteriores corroboran la disparidad de los elementos de la 
Cordillera Occidental y nuestro Istmo.
En cuanto a cierta clase de rocas ígneas que se encuentran en las playas 
de los ríos chocoanos, hay que suponer, como ya lo dije, que viene de 
la parte alta, en lo que nos referimos al istmo de que tratamos. Pero no 
podría asegurarse lo mismo respecto a varios otros ríos, tales como el 
Condo y sus afluentes Tajuato e Iró, el Tamaná, el Sipí, etc, en donde se 
encuentran in situ rocas trapeanas y otras, por aquello de atravesar las 
últimas estribaciones de la cordillera que llaman del Chocó, que es la 
misma occidental.
Sintetizando, las formaciones antiguas están representadas por esféricos 
guijos en las reverberantes playas de los ríos.
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34
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Ramón Mosquera R.
Cretáceo
No aflora en el Istmo de San Pablo. Sobre él se tienen conocimientos 
imprecisos en la intendencia; hay algunos indicios en el Carmen de 
Atrato, en donde los excursionistas de la Escuela pudimos comprobar 
la presencia de brechas que encierran liditas en pasta basáltica; en la 
misma zona se tropieza con intrusiones porfiríticas mesozoicas, quizás 
del cretáceo inferior.
En el rio Iró han sido encontradas rocas que, según la determinación 
hecho por el doctor Grosse en Bogotá, pertenecen al cretáceo. Las 
principales son: Pirita en serpentina, con guías de cuarzo, picrita 
porfirítica, porfirítica amigdaloide, brecha lidítica con infliltración de 
asfalto, caliza. Además, en Condoto hay arcilla algo calcárea y marga; y 
en Tadocito existe porfirita augítica.
Terciario
La formación terciaria está bastante bien representada en la casi 
totalidad de la planicie comprendida entre la costa del Pacífico y el 
flanco occidental de la Cordillera del mismo nombre. Donde quiera que 
el viajero traspase los límites geológicos del Cuaternario, tropieza con 
capas sedimentarias, estratos que no se desmienten su origen terciario. 
Del Atrato al Cértegui, y del Andágueda al San Juan, aflora esta 
formación de manera inconfundible. Así, hacia la costa del Pacífico, entre 
el Truandó y el Napipí, han sido identificados el mioceno y el eoceno, los 
cuales forman cerros bajos, que tienen pendientes fuertes y resistentes 
hacia los ríos. En el Istmo de San Pablo pude observar con toda nitidez 
el accidente anterior, en la loma Santicos, frente a Istmina. Este cordón 
de colinas arranca de San Antonio, sobre la margen derecha del San 
Juan, a unos dos kilómetros de la desembocadura de la quebrada San 
Pablo, debajo de Istmina; se prolonga algunos kilómetros en dirección 
S-NW, y pasando por el alto de las Cruces, va a unirse con la loma 
del Muerto, en donde nace la quebrada {últimamente citada. Su altura 
máxima la leí en el alterón de Cárdenas; ya dije que es de 195 metros 
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Istmo de San Pablo
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sobre el novel del mar. Así existe un corte de más de 60° de pendiente, 
como se nota en el perfil N°…
Los principales constituyentes del Cordón son pizarras arcillosas, 
conglomerados, arcillas de variada coloración, areniscas tiernas, y como 
cubierta superior, guijos cuaternarios.
En cuanto a las pizarras, arcillas abigarradas, y conglomerados, es forzoso 
incluirlos en el piso Pacífico, que no es otro que el Neo-terciario.
En el salto de San José, en el camino que conduce al caserío Cárdenas, 
el conglomerado base de la colina es de material muy grueso, 2 a 6 
centímetros de diámetro, fuertemente cementado. Obsérvese entre el 
conglomerado y la pizarra una capa de kaolinización algo compacta, 
cuyo espesor es de unos 25 centímetros.
La dirección de todos los estratos es la misma que tienen en Istmina.
A partir del alto de Cárdenas, la pendiente se suaviza hacia el occidente; 
nace allí la quebrada Peradó, cuyas aguas van a la cuenca del Quito. Una 
gran esplanada se extiende en esta parte hasta las vegas del rio Suruco, 
que hace en el Istmo de Pepé, que sirve de divorcio a las aguas que 
vierten en esa parte al Baudó y las que caen al este, en el San Juan.
Existe aquí cierta cantidad de feldespatos, mezclados con arcillas y 
guijarros; la kaolinización de aquellos trozos ya empezó por la acción de 
las aguas; ya se ven arcillas kaolínicas en varios lugares. La procedencia 
de esos feldespatos es de la cordillera.
Déjese ver turba en la parte alta de la quebrada Paradó; hay que suponer 
que esta turba es de la misma formación que hay en El Tambo, donde 
confluye la quebrada que acabo de nombrar y la de Mónica. Las turberas 
en cuestión merecerán frases especiales en el curso de este estudio.
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36
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Ramón Mosquera R.
Istmina está montada sobre un banco de pizarra arcillosa en parte, y 
areniscas poco compactas, a las que llamo areniscas tiernas, pertenecientes 
al plioceno.
Al norte de la ciudad, donde arranca la carretera en construcción hacia 
Quibdó, existe una especie de arenisca muy compacta, (cuarcita?); su 
extensión llega arriba de la quebrada Salado, subafluente de la San 
Pablo, en busca de la margen derecha del San Juan, Colateral a esta 
sigue la formación pizarrosa, hasta el kilómetro 3 de la referida carretera; 
aquí aparece nuevamente la arenisca dura; al lado de ella hallase un 
conglomerado terciario, común en otras partes de la región.
Rocas Eruptivas – Intrusión Volcánica
Como se sabe, las rocas eruptivas en general, al salir el magma que las 
originó, dislocaron los estratos sedimentarios para dar a la superficie 
terrestre el actual relieve; a la vez formaron zonas de contacto de 
estructura y composición compleja.
Su división (Plutónicas y volcánicas) está representada así:
Plutónicas: no hay in situ ejemplar visible; además es necesario concluir 
que invisible tampoco, dada la formación general del terreno. Existen 
muestras de ellas en los guijos del material rodado de la cordillera, mil 
veces aludidos.
Volcánicas: una obsidiana característica la representa en el Salto de la 
Sirena, a 3 kilómetros de Istmina; es hija de una intrusión volcánica. Hay 
zona de contacto con los estratosanteriores a ella; notase el contacto 
en una arenisca esquistosa gris-verde y en un conglomerado de granos 
finos, aglutinados por una pasta de arena silícea muy vítrea.
La intrusión volcánica de que hablo, forma una pequeña garganta por 
donde pasa la quebrada San Pablo; adyacente a la obsidiana se ve el 
conglomerado terciario ya citado, el cual se extiende a lado y lado de 
*
Istmo de San Pablo
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la quebrada. Esto demuestra que la intrusión es post-terciaria. Muchos 
transeúntes creen que la pasta cristalina, dura y homogénea que forma 
la intrusión, es hulla; pero no es un carbón; es una obsidiana muy bien 
definida.
Cabe aquí apuntar que Don Tulio Ospina en sus largas correrías 
geológicas, sólo encontró obsidiana en el volcán apagado del Paso de 
los Pobres. Para él mismo, los volcanes nuestros aparecieron o tuvieron 
su mayor actividad en el comienzo del cuaternario; cita como rocas 
eruptivas del cuaternario, las de cerro Tusa y cerro Amarillo. Basado 
en lo anterior y viendo los estratos que atraviesa la dicha obsidiana, es 
lógico atribuirle una edad posterciaria.
En cuanto al volcanismo que en esta región ha tenido lugar, no debe 
pasarse desapercibido el hecho de pertenecer a la zona volcánica que 
estudió Humboldt, quien dijo que “la cadena de Quito y la Nueva 
Granada, comprende una zona en la cual se manifiesta actualmente la 
reacción del interior de la tierra contra su superficie”. Agrega después, 
que en la parte septentrional de la América del sur, existe después del 
volcán del Tolima y el Ruiz, hasta Costa Rica, más allá del Istmo de 
Panamá, una zona azotada frecuentemente por fuertes temblores de 
tierra; tiene unas 157 millas geográficas; forma una laguna, que no es 
más que la mitad del espacio entre Sangay, extremidad meridional del 
grupo de Nueva Granada y Quito y el Chacaní, cerca de Arequipa, 
donde empieza la cadena volcánica del Perú y Bolivia; tan diversas 
son las circunstancias en una misma cadena, que se forman fallas para 
asegurar la comunicación del interior del globo con la atmósfera”.
Hoy todavía tenemos actuando la reacción de que habló tan connotada 
autoridad científica; en este mismo año hemos sentido varios temblores, 
algunos de ellos de graves consecuencias para el departamento de 
Nariño. En la costa chocoana del Pacífico, se hallan hervideros, que no 
son otra cosa que fuentes calientes que brotan en sitios variados a orillas 
del propio océano. 
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Ramón Mosquera R.
A ese mismo volcanismo debe atribuirse el levantamiento de la cordillera 
del Baudó, y posteriormente el del Istmo de San Pablo, que en todo 
caso, es de menor edad que aquella.
La formación terciaria está comprobada, repito, por el hallazgo de 
pizarras arcillosas que cubren grande porción de terreno. Debajo de 
Andagoya, en el cabezón de Llamaqué, margen izquierda del San Juan, 
hay una colina cuya base está bañada por las aguas del rio; los estratos 
que la componen son pizarras muy arcillosas, de color gris; la dirección 
coincide con la tiene la misma pizarra en Istmina, que es N25 E; su 
inclinación es E, casi vertical, pues pasa de 75°.
En parte pudiéramos llamar estos estratos “terciario de agua dulce”, 
en cuanto toca a los estratos superiores, de poca compactación, para 
parangonar con el de algunas secciones del Valle del Cauca, depositados 
en antiguos lagos, que dieron origen a muchos ríos de Colombia, quizás 
el San Juan sea uno de ellos. (?)
Son rocas constitutivas del terciario de agua dulce, cascajos más o 
menos cementados, areniscas, arkosas y arcillas de color claro. De esta 
clase de material hallé en la quebrada del Salto, afluente de la de San 
Pablo; es una especie de conglomerado semicompacto, gris; los guijos 
son gruesos; al no ser por la visible aglutinación, se confundiría con el 
cuaternario. Su inclinación es de unos 10 a 30°.
La poca compactación se debe a la corta edad del estrato (pleistoceno) y 
a la carencia de presión, pues hay que advertir que sobre el conglomerado 
en formación, gravita una capa de gravas y arenas cuaternarias, cuyo 
espesor no pasa de los 10 metros.
Aquí, de la misma manera que en otros sitios, la capa cuaternaria, en su 
parte inferior, encierra troncos de árboles, que en la época del Camplain 
fueron arrastrados por las aguas, y que hoy están en vía de carbonización.
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Istmo de San Pablo
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Como una confirmación del carácter terciario del estrato, tengo el hecho 
de que inmediatamente debajo de él se encuentra la pizarra arcillosa que 
especifica el terciario de la región.
Mineral de hierro: Existe una especie de conglomerado, constituido 
por una pasta de cementación que posee todas las apariencias de la 
limonita. Algunas veces se aprisiona en la pasta material rodado, de 
varios centímetros de diámetro; en la quebrada de Choquichoqui, por 
ejemplo, se halla formando capas hasta de medio metro de espesor. Los 
mineros de la región lo llaman canchará, término con el cual quieren 
expresar la dureza del mineral. 
No será equívoco asegurar que aquel conglomerado limonítico se formo 
cuando las aguas cubrían toda la zona que bañaba el gran golfo terciario, 
que se supone existió en lo que hoy es la hoya baja del San Juan. 
Analizando en el laboratorio el material limonítico, se obtuvo el 
siguiente resultado:
SiO2.……………………………………………………..12,70%
Fe2O3………………………………………….……...….77,12%
Volátiles………..................………………………...…. 10,18%
Se habla del mar terciario en este sector, porque se han encontrado 
fósiles marinos pertenecientes a esa época geológica.
Así White Uribe dice haber hallado ejemplares de ellos en las cercanías 
de Suruco; también nosotros en la excursión que verifico la Escuela el 
año pasado por la Intendencia, arrancamos un fósil del conglomerado 
de la Vuelta, en el rio Andágueda.
Al levantarse la cordillera del Baudó, posiblemente se formaron dos 
grandes lagos o por lo menos dos golfos, cuyas olas bañaban las colinas 
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Ramón Mosquera R.
del Istmo de San Pablo, contra cuyas pendientes se recostaron ingentes 
cantidades de vegetales para formar durante el cuaternario, las turberas 
que describiré más adelante.
Según lo antes dicho, forzoso es admitir que algunos de los afluentes 
del Atrato y el San Juan desembocaban directamente al mar terciario.
A manera de comparación, pongo a continuación las capas terciarias 
en diversas partes del país y en la faja que estudio. En ciertas regiones 
consta la formación terciaria de los siguientes estratos:
• Costras delgadas de areniscas ferruginosas
• Pizarra gris con láminas de yeso
• Arenisca tierna micácea
• Gruesos bancos de calcáreo fosilífer
En otros sitios:
• Arena silícea de granos finos con guijarros negros de liditas 
• Arena trapeana de grano fino con sanidina, horblenda, augita y mica.
• Arcilla gris muy tenaz, con capas de arenas petrolíferas.
La misma formación terciaria en Istmina se compone de:
• Arcillas que cambian de gris a blanco, con el sitio
• Arenisca tierna con lentes de carbón lignítico 
• Pizarra gris arcillosa
• Conglomerado en muchos lugares.
• Es de advertir que la sucesión de capas se tomó de arriba abajo.
Por lo demás, sobra decir que veo concordancia esencial entre los estratos 
que acabo de enumerar. Agréguese el hecho de haber encontrado 
muestras de asfalto en la comarca.
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Istmo de San Pablo
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Uno de los argumentos más fuertes en favor de la desvinculación 
geológica entre el Istmo de San Pablo y la cordillera Occidental, es la 
gran discordancia que existe entre los estratos de una y otra formación. 
Esta discordancia es más que notoria en el contacto de las capas, al pie 
de la cordillera.
Carbón Lignítico
Puede comprobar la existencia de carbón en Istmina, en la parte norte 
de la ciudad.
La formación carbonífera, por lo observado en ese lugar, no es de 
importancia comercial, ya que el carbón se halla muy diseminado en 
forma de lentes; las rocas encajantes del carbón son areniscas tiernas, y 
en parte pizarras arcillosas; hace suponer que el origen de dicho carbónes terciario, aunque de la última etapa de aquel período, (pleistoceno?).
Son desfavorables las condiciones actuales del clima para la carbonización; 
es demasiado caliente y húmedo. De acuerdo con esto concluyo que en 
el período en que se formaron las lentes de lignito, el clima era muy 
distinto al de hoy.
Pero no pude hacerme ilusiones acerca de este carbón; su calidad es 
mala; es un lignito sin valor explotable, tanto por su calidad como por su 
potencia calorífica. Ahora, la destilación de la madera ha sido irregular 
porque los tres agentes indispensables a la formación carbonífera, tiempo, 
temperatura y presión, no han ejecutado de modo conjunto su papel. 
Como ya anoté, la edad es reciente; y la temperatura, aunque suficiente, 
no consigue cooperación de la presión, debido al poco espesor de las capas 
que gravitan sobre las venas del lignito. A manera de comprobación, doy 
aquí el espesor sucesivo de las capas, con aproximación. Partiendo de la 
superficie del agua de la quebrada San Pablo, tenemos:
Pizarra, unos tres metros; arenisca, hasta 7 metros; sobre estas se 
encuentran arcillas y tierra humosa. 
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Ramón Mosquera R.
El análisis del laboratorio dio:
Potencia calorífica…………………………….........……...2.050 cal.
Carbono fijo……………………………………………….34,50%
Volátiles y agua…………………………………………....60,86%
Cenizas…………………………………….………...….....4,64%
La existencia de liñita está comprobada en estratos del río Sucio, debajo 
de la cerrazón de Quiparadó. Tuve referencia de que en una quebrada 
afluente del San Juan, debajo de la desembocadura del Sipí, hay 
estratos de carbón bien formados; como no me fue posible hacer una 
excursión a ese lugar, me limito a registrar la noticia como posible, pues 
encontrándose cerca el Valle del Cauca, sin cometer un disparate craso, 
puede suponerse una continuación de la formación carbonífera de aquel 
sector, hacia las vegas del San Juan. Habrá que comprobarlo más tarde.
Cuaternario
Grande importancia reviste la formación cuaternaria, no sólo en la 
estrecha faja que vengo estudiando, sino también para cerca de las 
tres cuartas partes de los valles chocoanos; porque de los depósitos 
cuaternarios se alimenta su riqueza auroplatinífera.
Una vez expuestas a la erosión las rocas de la formación Jura-triásica 
(?) en la cordillera, comenzó el amontonamiento de los productos que 
los agentes atmosféricos arrancaban a dichas rocas. Si en un principio 
hubo algún arrastre de tales productos, este se intensifico durante el 
cuaternario. 
Así, en el primer período, diluvio, la fuerza erosiva de las aguas verificó 
el mayor arranque y transporte de material. Calmado el furor destructor 
de las aguas, los detritus rellenaron el valle que corresponde hoy a las 
vegas de nuestros dos grandes ríos, Atrato y San Juan.
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Istmo de San Pablo
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De esta manera quedaron constituidos los aluviones auroplatiníferos de 
tanta valía para la potencialización económica del País.
En el Chaplain se acentuó el relleno del valle formado entre la cordillera 
Occidental y la de Baudó; vino a ser el tiempo de mayor importancia 
para la riqueza minera; facilitó la sedimentación de detritus en el fondo 
de las aguas tranquilas, fue verdaderamente un período de calma y 
riqueza para nosotros. Basta pasar la mirada por ciertos sitios de los ríos 
de la región, para comprobar la presencia de guijarros mezclados con 
arcillas y limos, que cuando tiene una coloración gris – blancuzco, lo 
llaman allá “caliche”.
No hay sitio en esos valles en donde deje de aparecer el diluvión metalífero. 
En algunos lugares es necesario penetrar a cierta distancia de las orillas 
de los ríos para encontrarlo, pues muchas veces el conglomerado las 
bordea.
Sobre el diluvión está superpuesta la capa aluvial, que consta de arenas 
finas y gruesas, sin mezcla de arcillas ni de lodos. Precisa admitir 
que estas capas de arenas y gravas provienen del continuo lavado del 
diluvión citado; como sobre la región cae una considerable cantidad 
de lluvias, estas y las consiguientes avenidas de los ríos, destruyen el 
diluvión mencionado para formar aluviones modernos, que constituyen 
las grandes playas de los ríos y quebradas. (Véase el Apéndice en su 
parte que trata de la formación de aluviones).
Un hecho significativo en los cascajos, es la diferencia que existe 
entre los de algunos ríos, como por ejemplo el Cértegui y el Condoto. 
White Uribe admite por ello la pluralidad de los aluviones platiníferos, 
aunque todos provengan del Champlain. Yo creo que eso nada tiene de 
particular, puesto que los unos proceden de rocas que se hallan en cerros 
distintos, aislados por la cuenca del San Juan. Hay todavía algo más que 
oponer a tal supuesto. El mismo ingeniero supone la intervención de 
las aguas del San Juan en los aluviones del Cértegui y el Quito. Antes 
de la profundización del cauce del rio, éste siguió la dirección E-O que 
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Ramón Mosquera R.
trae desde su nacimiento, y bañó las tierras que hoy ocupa el Cértegui y 
sus quebradas. Las corrientes arrastraron los materiales que contienen 
oro y platino en esas vegas. Igual cosa hizo la dirección segunda, S55 
W hasta Istmina, con las quebradas San Pablo, Aguasal, Raspadura, 
Animas, etc…Si esto fue así, no hay por qué creer que por esos lados 
existan rocas madres de platino; además, las eminencias donde nacen las 
dichas quebradas (Istmo de San Pablo) no guardan rocas básicas, según 
ya vimos.
También llama la atención la formación de turba en la zona del Istmo. 
Debemos asumir que hubo una vegetación abundante. Ahora, en la 
época del diluvio, ingentes cantidades de troncos fueron arrastrados por 
las aguas y depositados junto con detritus en el flaco occidental de las 
colinas.
Lo reciente de los depósitos y la poca presión que soportan, no ha dejado 
operar la carbonización. Aunque la turbera es de gran extensión, parte 
en Peradó y parte en la quebrada de San Pablo, afluente del Quito, de El 
Tambo para abajo, no posee ningún valor, por ser malísimo combustible, 
como demuestra el análisis de laboratorio.
Calorías……………………………………………____
Carbono fijo…………………………………….25.72%
Volátiles………………………………………….57.92%
Cenizas…………………………………………..16.36%
Arcillas
A los ojos del viajero se ofrece un conjunto de arcillas, abigarradas unas, 
de procedencia terciaria, y cuaternarias otras, de suave tinte. Todas ellas 
pueden ser de aplicación a diversos usos, ya por su composición, ya por su 
fácil explotabilidad. Debido a la manera como se hallan los yacimientos 
en todo el istmo, el método de explotación es el de cielo abierto.
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Istmo de San Pablo
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Por ahora la aplicación más indicada para estas arcillas es utilizarlas en 
las fábricas de materiales de construcción, como ladrillos, tejas, etc… 
Siendo todas de un carácter eminentemente ácido, pues el porcentaje 
en SiO2 es crecido, su empleo en este ramo será muy eficaz. Esta misma 
cualidad de acidez las garantiza como material refractario, si reparamos 
en que las claras son pobres en álcalis y hierro, condición requerida para 
materiales refractarias. Al existir en tan variadas cantidades, pueden 
hacerse mezclas diversas, a fin de obtener los materiales que se necesiten.
El combustible no presenta problema alguno, porque a falta de otros, la 
leña o carbón de ella servirá para el calentamiento de los hornos. Está 
de por demás decir que esta clase de combustible en la región; para algo 
ha de servir la selva circundante.
Desgraciadamente nadie ha pensado en fabricar ladrillos para 
construir habitaciones. Siempre se ha pensado que el actual sistema de 
construcción no es apropiado para las condiciones climatéricas de la 
comarca; las casas de madera, como montadas en zancos, dejan mucho 
que desear en la defensa que deben prestar al dueño, contra la chinche y 
otros insectos parasitarios. Las excesivas ranuras o rendijas, dan margen 
a la cría y conservación de tales parásitos.
Si, por otra parte, nos fijamos en lo bochornoso del techo de láminas de 
hierro o zinc, de uso generalen la Intendencia, sacamos por conclusión 
la ventaja que traerá para los moradores el empleo de techos de tejas: son 
más frescos y durables.
La misma humedad de la atmósfera hace antieconómico el techo de 
láminas; una exagerada oxidación deteriora ese material, y obliga al 
dueño de la casa a cambiarlo antes de los cinco años. Esto no ocurriría 
con la teja bien elaborada.
En resumen, es necesario propender por el cambio de la madera y la 
lámina de hierro, utilizando en su lugar el ladrillo y la teja, que dan más 
garantías económicas e higiénicas.
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Ramón Mosquera R.
Para terminar, copio el resultado obtenido en el laboratorio en el análisis 
de varias de las arcillas que me ocupan.
Procedencia Color % Sio2 % Fe2o3
% 
Al2o3
% 
Cao
% 
Volátiles
Cárdenas Blanca 62.40 3.28 24.76 1.02 8.54
Cruces Roja 31.17 33.61 24.20 1.02 10.01
Cárdenas Blanca (feldesp.) 71.84 1.38 15.56 11.20
Istmina Roja 35.82 21.06 30.10 2.20 10.82
Cruces Blanca 44.40 4.02 38.35 1.72 11.50
Istmina Amarilla 40.78 18.78 30.11 10.89
Fuentes Saladas
Hay indicios de fuentes saladas en varios sitios del Istmo. Guiado por 
algunos conocedores de la región, hice excursiones en busca de ellas. En 
la quebrada de El Salado, subafluente de la de San Pablo, se halla una 
pequeña fuente salina; hace ya muchos años me tocó visitarla y gustar 
su sabor. Efectivamente, se trata de cloruro de sodio en solución de poca 
concentración.
Desgraciadamente el intenso invierno que azotó en los meses de 
diciembre y enero, no permitió traer muestras de esas aguas para 
analizarlas, pues las fuentes estaban cubiertas por la corriente de la 
quebrada; pero no puede remitirse a duda su existencia; yo y todos los 
comarcanos, la hemos comprobado. Se me dijo que en la última guerra 
civil, los habitantes de Istmina concentraban las aguas de la fuente para 
usos de comedor.
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Istmo de San Pablo
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En otros lugares también se han encontrado fuentes de la misma 
naturaleza; entre otros, en Quiadó. Pero no sólo aquí existen en la 
Intendencia; en el municipio de El Carmen, hay en El Salado, en 
el camino Quibdó-Bolívar. Agréguese las de Cascorba, Ichó, Beté, 
Tutunendo y otras.
Mucho se ha hablado de la riqueza mineral y forestal del territorio 
chocoano. Unas veces la frase literaria ha mostrado las arenas de los 
ríos como granos de oro que corren parejo con las aguas que van al mar; 
otras, se ha hecho aparecer el Dorado, que tantas peripecias costó al 
intrépido conquistador, escondido en la selva misteriosa, bajo la custodia 
del mil monstruos que acechan al viajero desprevenido.
Todas estas exageraciones impresionan a quien las lea en el interior, 
aunque siempre revistan caracteres de leyendas. Sea como fuere, hasta 
ahora no se ha presentado al público un trabajo crítico, ajustado a la 
verdad, que dé a conocer lo que tiene de bueno y de malo el Chocó. Sin 
embargo, hago excepción de algunos apuntes de viajeros estudios, ajenos 
a la lisonja literaria. 
Planteando así el problema, quiero hacer aquí unos breves comentarios 
que me sugieren el sucinto conocimiento que tengo de la tierra.
III
Consideraciones Generales
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Ramón Mosquera R.
Riqueza mineral
En cuanto a la riqueza mineral que allí se guarda, no debe tenerse la 
menor duda; el tenor explotable de los aluviones auroplatiníferos en 
el San Juan, y auríferos en el Atrato, está más que comprobado por 
extranjeros y nacionales. Basta ver la facilidad con que el labriego lava de 
las arenas el diario sustento, ungido con pasmosa calma, que hereda de la 
selva absorbente. Los miles de toneladas de oro que contienen las arenas 
de los ríos, bien podrían apagar la ambición de los avaros del universo. 
Del Neguá al Sipí, y del Andágueda al Condoto, todo es un inmenso 
cofre dispuesto a abrirse al impulso de una voluntad férrea, para que de 
él se extraiga su tesoro.
En el solo municipio de Condoto, con 565 kilómetros cuadrados hay 
depósitos de gran económico. Suponiendo que la mitad sea aluviones 
explotables y que el resto sea estéril, es decir, se tienen 282 kilómetros 
cuadrados aprovechables, que valen más de 300.000.000 de pesos.
Tadó tiene más de 600 kilómetros cuadrados, en los que existen ríos 
riquísimos, como Tadocito, La Platina, Tapón, Aguasal, Animas. De la 
misma mera, podemos citar todos los rincones de la Intendencia.
Pero, será suficiente el hecho de que esta riqueza exista? Claro que no. 
para tener buen rendimiento se necesita capital e iniciativa.
Una cosa que hace costosa la explotación es la escasez de agua; 
perdóneseme la paradoja, ya que todo el mundo sabe de las caídas 
pluviométricas de la región y de los innumerables ríos y quebradas que 
la bañan. Mas el problema no es el de la cantidad; las aguas de aquellos 
aluviones son muertas; no hay caídas de consideración, a causa de lo 
plano. De tal manera que el moderno método de elevadores, bombas 
y monitores, es de difícil aplicación, si no impracticable. Surge de ello 
la necesidad de apelar al sistema de drenaje, que desde luego requiere 
capitales fuertes. Pero estos no los tienen disponibles los colombianos.
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Istmo de San Pablo
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Así fue como se originó la entrada de compañías extranjeras a la región. 
Comenzó ésta con el traspaso que hizo José Cicerón Castillo de la 
concesión que se conoce con su nombre.
No teniendo Castillo dinero suficiente para explotar lo adquirido en 
la concesión, vendió sus derechos. La Chocó Pacífico, usufructuaria 
de esos derechos, consiguió medios, y hoy, no sólo es dueña de ellos, 
sino que ejerce la posesión de muchos kilómetros cuadrados de terreno, 
adquiridos, en gran parte, de una manera inescrupulosa.
La compañía se ha creado el centro de atracción y los pequeños mineros 
de las hoyas del San Juan y Condoto, han sido absorbidos. 
Pesa hoy una situación precaria sobre los lavadores de metales; a duras 
penas sacan los granos que les hacen vivir sin aspiraciones, pagando 
arrendamiento a la misma compañía y a unos pocos terratenientes que 
no invierten capital en montajes modernos, ni ceden fajas.
Cada día aumentan las pretensiones de la empresa extranjera. Que lo 
digan los sucesos del año pasado con los nativos de Nóvita, para no citar 
más; de ellos habló la prensa de Cali, con bastante amplitud, por lo cual 
no me detengo a comentarlos.
No es que crea que debe impedirse la entrada de capitales extranjeros a 
la región, por el contrario, nada sería mejor que ese inmenso aluvión lo 
elaboraran y dieran con ello realce al terruño y al País. Pero es preciso 
controlar las actividades de empresas de tanta magnitud, que bien 
pueden ejercer influencia adversa a la nacionalidad.
De otro lado, siempre he creído que el gobierno nacional podría explotar 
con dragas propias algunos de los ríos más ricos del territorio chocoano.
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Ramón Mosquera R.
Hoya del San Juan. Posibilidades 
El gran rio San Juan fue descubierto el 24 de junio de 1518, siendo 
conocido hasta entonces por los indígenas con el nombre de Dochará; 
su descubridor fue don Pascual de Andagoya , Visitador General de 
Indias.
Más tarde, 1576, partió de la población de Toro, en el golfo del Darién, 
el capitán Melchor de Velásquez, Gobernador del Chocó, con la misión 
de sojuzgar a los indios Noanamaes; saliendo de la población dicha, 
subió con 100 hombres, probablemente el Quito, y después de atravesar 
el Istmo de San Pablo, bajó el San Juan en balsas; pero no pudo realizar 
su cometido, y hubo de regresar herido en un combate con los indios.
Persiguiendo el mismo objetivo vinieron Melchor Velásquez, hijo del 
anterior (1589), Diego Martín de Avila (1596) y Francisco de Figueroa, 
un año después.
Avila en su correría fundó un pueblo que llamó San Agustín de Avila.
Gracias al esfuerzo de Martín Bueno de Sancho, se sometieron los 
noanamaes, por medio de una alianza con cinco caciques, en 1628.
Años después, los misioneros Francisco y Ventura de Montoya fundaron 
un pueblo llamado Sed de Cristo, del cual no se conoce ni el sitio donde 
fue establecido.

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