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TRANSFORMACIÓN DE 
IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA 
VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA 
CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
 
Cindy Johana Rodríguez Vaca 
 
 
 
 
 
Universidad Nacional de Colombia 
Facultad de Ciencias Humanas, 
 Departamento de Trabajo Social 
Bogotá, Colombia 
2018 
 
 
 
TRANSFORMACIÓN DE 
IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA 
VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA 
LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
 
 
 
Cindy Johana Rodríguez Vaca 
 
 
 
 
 
Trabajo de grado presentado como requisito parcial para optar al título de: 
Especialista en Acción sin Daño y Construcción de Paz 
 
 
 
Directora: 
Doctora Claudia Patricia Sierra Pardo 
 
 
 
 
Universidad Nacional de Colombia 
Facultad de Ciencias Humanas, 
 Departamento de Trabajo Social 
Bogotá, Colombia 
2018 
IV Resumen y Abstract 
 
Resumen 
El presente documento surge a partir de la imperante necesidad de construir paz en la 
sociedad colombiana, reconociendo el diálogo y la transformación de los espacios 
relacionales a la violencia como aspectos esenciales. A lo largo del documento la autora 
expone y relaciona los conceptos claves de su análisis, donde resalta la relación entre 
la violencia y las mujeres. Desde ahí propone las posibles estrategias a desplegar para 
la transformación de imaginarios sociales sobre violencia como apuesta para la 
construcción de la paz positiva. 
 
Palabras clave: imaginario social, imaginación moral, espacio relacional, paz positiva, 
violencia cultural, violencia estructural, violencia directa, opresión. 
 
 
Abstract 
The present document arises from the commanding need to construct peace in the 
colombian society, recognizing the dialog and the transformation of the relational spaces 
of violence as essential aspects. Along the document, the authoress exposes and relates 
the key concepts of her analysis and highlights the relation between the violence and the 
women. From there, strategies are proposed to be opening for the possible transformation 
of imaginary social on violence as bet for the construction of the positive peace. 
 
 
Keywords: imaginary social, moral imagination relational space, positive peace, cultural 
violence, structural violence, direct violence. 
 
Contenido V 
 
Contenido 
Pág. 
Resumen .........................................................................................................................IV 
Introducción. ................................................................................................................... 1 
1. Construcción de paz, una apuesta conceptual y práctica. ................................... 5 
1.1 Género y construcción de paz ......................................................................... 8 
2. La violencia desde los imaginarios sociales. ...................................................... 11 
2.1 El imaginario social ........................................................................................ 11 
2.2 La violencia ................................................................................................... 16 
2.3 La mujer en los imaginarios sociales sobre la violencia ................................. 22 
2.4 Hacia la transformación de imaginarios sociales sobre la violencia ............... 25 
3. Caso: mujeres en situación de vulnerabilidad social en el barrio Santafé, 
Bogotá D.C. ................................................................................................................... 30 
3.1 Percepciones y sentires de mujeres sobre la violencia y la paz ..................... 32 
3.2 Percepciones y sentires de profesionales sobre la violencia y la paz ............ 37 
4. Conclusiones. ........................................................................................................ 41 
Bibliografía .................................................................................................................... 45 
Contenido VI 
 
 
Introducción. 
La paz, una palabra, una idea, un imaginario que despierta las más profundas emociones, 
deseos y anhelos. Sin embargo, hablar de paz actualmente en Colombia, es remitirse a lo 
desconocido e imposible. Y es que no es fácil hablar de paz en un país que lleva a cuestas 
una violencia sociopolítica, asociada a la desigualdad, la pobreza, la inequidad y la 
exclusión en la sociedad. No es fácil hablar de paz cuando se legitimó la lucha armada 
como vía para erradicar las prácticas históricas de exclusión e inequidad, instaurando la 
violencia como algo natural y cotidiano en nuestras vidas. Tampoco es fácil hablar de paz, 
en donde la cultura de la violencia se ha instituido como determinante del espacio 
relacional. 
 
Todo esto ha llevado a que, en lugar de fortalecerse la paz en el seno de la sociedad, se 
haya generado una aguda polarización social que se fundamenta muchas veces desde los 
imaginarios sociales construidos sobre la violencia, la paz, el conflicto y la justicia y a su 
vez, de los múltiples impactos diferenciales por territorio y sector poblacional generados 
por la violencia sociopolítica del país. 
 
A este panorama, hoy se suma un acuerdo de paz entre el gobierno nacional y uno de los 
actores del conflicto armado. Dicho acuerdo, propone romper o limitar con el espacio 
relacional de la violencia directa, por lo menos, la relacionada con la lucha armada, lo que 
produce profunda esperanza y desesperanza al mismo tiempo, ligado a los sentires y las 
percepciones de cada persona y colectivo, constituyentes de la sociedad colombiana. 
 
Por consiguiente, nos enfrentamos a un escenario complejo para la construcción de la paz, 
ya que la presencia de estos imaginarios, prejuicios, sentires y percepciones se han 
utilizado para consolidar posturas e intereses ideológicos, económicos, políticos, sociales 
y personales, que configuran la conducta y por ende la vida social, alejando a gran parte 
2 Introducción 
 
de la población de la idea inicial de construir una paz estable y duradera que beneficiara a 
toda la sociedad. 
 
En este sentido, la construcción de paz requiere de voluntades políticas, individuales y 
sociales, no obstante, muchas veces estas voluntades han estado mediadas por 
imaginarios sociales, generalmente introyectados por un orden social existente que se 
niega a dejar de existir o de transformarse en función de la sociedad en general, 
obstaculizando, por ende, la construcción de una paz positiva sostenible en el tiempo. 
 
Por tal razón, el presente trabajo se centra en el reconocimiento y análisis de los 
imaginarios sociales sobre la violencia y su transformación. De ahí que, se examina el 
enfoque de construcción de paz, dándole paso al imaginario social como determinante de 
comportamientos en la sociedad. Asimismo, el documento analiza las interpretaciones de 
la violencia haciendo énfasis en la violencia sobre las mujeres y el papel de las mismas 
como constructoras de paz. Finalmente se espera reconocer imaginarios sociales sobre la 
paz y la violencia en mujeres en situación de vulnerabilidad social en el barrio Santa Fe de 
la ciudad de Bogotá, como mecanismo para contrastar la teoría con la práctica. 
 
De este modo, el papel de las mujeres en la eliminación de la violencia y la construcción 
de paz adquiere relevancia, más aún cuando lo que se busca de alguna manera, es ampliar 
la participación de sociedad en la construcción de paz, generando ruptura, con 
planteamientos que centran la construcción de paz exclusivamente en víctimas del 
conflicto armado, alejando a las poblaciones que históricamente han sido excluidas y 
víctimas de violencias estructurales visibles en la cotidianidad. 
 
Lo anterior adquiere importancia, puesto que durante mi formación y experiencia 
profesional he evidenciado que el análisis y contribuciones académicas a las problemáticas 
y afectaciones sociales se encuentran fragmentadas como si cada una de ellas fuera una 
esfera particular en contextos, afectacionesy actores. Con mi perspectiva, no anulo que 
cada colectivo poblacional tiene sus características particulares, por el contrario, considero 
que para transformar realidades se requiere análisis profundos sobre estos, posibilitando 
generar alternativas que afronten las causas de los conflictos y violencias. Mucho más 
cuando desde la especialización de Acción sin daño y Construcción de Paz, se profundizó 
Introducción 3 
 
en que la construcción de paz posibilita comprender la paz como el proceso que enfrenta 
las causas estructurales o profundas de los conflictos de la sociedad en general y de 
espacios particulares a partir de mecanismos sociales y políticos que permitan enfrentarlos 
y transformarlos sin violencia. 
 
Para tal finalidad, nos situaremos en la investigación cualitativa utilizando la modalidad de 
estudio de caso, puesto que nos permite desarrollar un conocimiento desde lo particular. 
Esta perspectiva nos permite enfocar en categorías pre establecidas que tienen como 
objetivo evidenciar cómo los sujetos construyen su realidad desde una situación particular. 
 
Con el fin de alcanzar la transformación de imaginarios sobre la violencia, como apuesta 
para construir paz, tomaremos como estudio de caso a una población en situación de 
vulnerabilidad, como lo son las mujeres adscritas a programas del Hogar AmaneSer de la 
localidad de los Mártires, barrio Santa Fe. Para ello, se realizó revisión bibliográfica de 
categorías como: imaginarios sociales, violencia, opresión y construcción de paz. Así 
mismo, se desarrollaron entrevistas semiestructuradas a mujeres del programa y se 
realizaron grupos de discusión con el equipo de profesionales del proyecto “prostitución y 
conflicto” suscrito entre la Asociación Cristiana de Jóvenes y la Unión Europea. Dichas 
propuestas metodológicas, tienen como finalidad reconocer las percepciones, sentires y 
posiciones entorno a la violencia y la paz. 
 
Con el fin de cumplir con el objetivo propuesto, el documento se conformará de tres 
apartados. El primero de ellos abordará y profundizará la construcción de paz y su relación 
con la transformación de imaginarios de la violencia y la generación de cambios sociales. 
El segundo apartado analiza los imaginarios sociales y la violencia y busca comprender 
hasta qué punto se convierte en un elemento interiorizado en el espacio relacional. Por 
último, expondrá las percepciones, opiniones sobre violencia y paz de mujeres en situación 
de vulnerabilidad social del barrio Santa Fe, con el fin de realizar un análisis desde el 
imaginario social. Logrando así, evidenciar la necesidad de abordar los imaginarios 
sociales como una apuesta teórica y práctica que posibilite la construcción de paz. 
 
 
 
 
 
1. Construcción de paz, una apuesta 
conceptual y práctica. 
El concepto de construcción de paz es 
relativamente nuevo, aunque representa un ideal 
antiguo: ¿cómo acabar con la violencia y construir 
sociedades pacíficas, prósperas y 
sólidas? (Neufeldt. 2002, citado por Zapata, 
2013) 
 
El ideal de construir la paz en la sociedad y acabar con la violencia en la misma, puede 
resultar una simple tarea, si se fundamenta que la paz se logra a través de la imposición 
de ideas, la instauración del pensamiento único, el anular a contradictores, o en el caso de 
sociedades como la colombiana, habrá personas que plantean que la única posibilidad 
para alcanzar la paz es a través del silenciamiento de los fusiles de los grupos alzados en 
armas, a través de negociaciones o de la fuerza de la violencia “legítima” del estado. En 
palabras de Galtung (2003), lo anterior instaura una paz negativa cuyo propósito es 
eliminar la dinámica de guerra y violencia directa, sin cuestionar el orden social establecido, 
muchas veces generador de violencias. 
 
Sin embargo, construir paz va más allá de lo expresado anteriormente. No lograremos una 
sociedad pacífica, próspera y sólida, sólo con una paz impuesta que no tiene en cuenta al 
conjunto de la sociedad, desde el político más influyente hasta la persona del “común” 
deben jugar un papel primordial en su construcción. Ahora bien, ¿qué implica abordar la 
construcción de paz? ¿Cuál es su propósito? ¿Por qué se caracteriza? y ¿cómo se 
constituye la paz como imaginario social en conjunto de la sociedad? Es ahí donde la 
construcción de paz como enfoque, adquiere un papel protagónico en la medida que aporta 
a la respuesta de estos interrogantes. 
6 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
 
Según Galtung (2003), la paz positiva se orienta a eliminar progresivamente la violencia 
que proviene de estructuras sociales, políticas y económicas generadoras de las 
desigualdades e inequidades sociales, es decir, la violencia estructural. De igual forma, 
pretende eliminar las manifestaciones de la violencia directa y suprimir la estructura 
simbólica que legitima la violencia estructural y directa, dicho de otra manera, violencia 
cultural. “En este caso, paz no equivaldría únicamente a ausencia de conflicto o guerra 
sino a la ausencia de violencia en todas sus formas”. (García, 2011, p.10) 
 
Por consiguiente, la construcción de paz positiva es un proceso espacial y temporal cuya 
finalidad es provocar un cambio que infiera en los espacios relaciones y a su vez en lo 
estructural y cultural de la sociedad. De ahí que, “la construcción de paz es un 
emprendimiento político que busca proteger la vida y promover condiciones dignas en 
contextos de alta conflictividad y violencia a través de lograr mecanismos sociales y 
políticos que permitan enfrentar y transformar los conflictos y la violencia” (Paladini, 2011, 
p.24). 
 
En efecto, la construcción de paz implica generar cambios a corto, mediano y largo plazo, 
que pasa por garantizar la seguridad a través de enfrentar los problemas inmediatos y 
urgentes, fortalecer las capacidades locales para la construcción de paz, hasta promover 
reformas en lo político, económico, social, cultural, con el fin de lograr transformar causas 
de la violencia estructural. 
 
En este sentido, Paladini (2011) argumenta que “la construcción de paz demanda la 
interrelación entre los esfuerzos político institucionales que centran en crear las 
condiciones de seguridad y orden público que permitan poco a poco, iniciar procesos de 
reforma y transición política hacia sistemas de gobierno estables y hacia cierto desarrollo 
económico y niveles de integración en el contexto internacional (...) y los esfuerzos desde 
las comunidades y los territorios con visiones y procesos transformadores en lo político, lo 
económico, lo cultural, lo social y lo ambiental”(p.18). Es así que, la construcción de paz 
es un cúmulo de esfuerzos institucionales, territoriales y comunitarios que demandan de 
cada parte un compromiso perdurable en el tiempo. 
 
Construcción de paz, una apuesta conceptual y práctica. 7 
 
Paladini (2011) afirma que la construcción de paz exige un proceso de transformación en 
el contexto, las estructuras, actores y los temas. En el contexto, puesto que se requiere de 
cambios y ajustes en el sistema económico, político y social a nivel local, regional, nacional 
e internacional. En las estructuras, dado que el sostenimiento de conflictos y violencias se 
sitúa en la desigualdad y en prácticas de exclusión y marginalización provocadas por 
estructuras económicas, culturales, sociales y políticas. En los actores, en la medida que 
se fortalecen las capacidades locales para la paz alejándose de la reproducción de la 
violencia. Y, por último, se requiere la transformación de los temas, cuyo fin es afrontar la 
polarización a través de abrir espacios de discusión y diálogo, así ́como alternativas para 
la conflictividad. 
 
Por otro lado, Lederach (2008) sostiene que “trabajar por la paz, es aceptar la complejidad”, 
puesto que se enfrenta a la multiplicidad,interdependencia y simultaneidad de actores, 
acciones e iniciativas, aunado a la necesidad de pensar en los nudos, el entramado, las 
conexiones y las intersecciones de las relaciones, lo que nos conlleva a reconocer las 
pautas y dinámicas que generan y sostienen dicha complejidad. 
 
De ahí que, la construcción de paz requiere emprender múltiples procesos de cambio 
social a través de plataformas de relacionamiento transversal a los niveles y poblaciones 
afectadas por el conflicto y la violencia que posibilite el proceso de reconstrucción de 
relaciones por medio de tejido social y redes. Al respecto Lederach (2008) nos habla del 
tejido de redes relacionales, como un proceso continuo y dinámico, igualmente, nos hace 
referencia de cómo las redes se pueden ver como un proceso resiliente. Es innovador, en 
el sentido de que se inventan y reinventan constantemente según el contexto y el tipo de 
relaciones sociales que se dan en el contexto específico. Es flexible, ya que no se basa en 
un proceso rígido y estático, sino que, por el contrario, su esencia es la dinamicidad ante 
los retos. Todo esto como muestra de su capacidad de adaptarse a las condiciones 
cambiantes. 
 
Con base en Lederach (2008), la construcción de paz se fundamenta en la imaginación 
moral, es decir, en los actos creativos que conduzcan a cambios sociales y a la 
transformación de realidades. Estos actos creativos, se basan en dos capacidades 
principales: la primera, la capacidad de imaginar una relación lejos de los patrones de 
8 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
violencia, aún si la violencia se encuentra presente. La segunda, la capacidad de 
comprender que el bienestar propio conlleva al bienestar del otro, de la comunidad. 
 
En conclusión, el enfoque de construcción de paz nos remite a asumir el compromiso de 
promover la imaginación moral por medio de la cooperación y el diálogo, posibilitando 
cuestionar prácticas e imaginarios sobre la violencia. En la medida, que permita a las 
personas y comunidades reconocerse, experimentar, prever, conformar, significar e 
imaginar en una red de relaciones donde se genere ruptura con el espacio relacional de la 
violencia y fomente la creencia del cambio deseado. 
1.1 Género y construcción de paz 
Lederach (2008) alude a construir espacios de dignidad relacional y compromiso 
respetuoso, de modo que nos sitúa a reconocer las prácticas históricas excluyentes 
socioeconómicas y políticas, como: el patriarcado, la homofobia, la xenofobia, entre otros. 
Por tal razón, desde el enfoque de construcción de paz, construir espacios de dignidad 
relacional puede significar la generación de inclusión a los grupos que históricamente han 
sido afectados por las desigualdades sociales. Esto implica reconocer “las necesidades, 
las visiones y las posibilidades de estos actores, ya sean grupos étnicos culturales 
diferenciados, grupos sociales y/o grupos etáreos.” (Paladini, 2011, p.45) 
 
Entre dichos grupos que han sufrido la desigualdad social, el enfoque de construcción de 
paz evidencia cómo las mujeres se han visto afectadas en las dinámicas de guerra y 
violencia sociopolítica, de igual forma evidencia cómo han sido excluidas de las 
oportunidades y condiciones para un buen vivir, tal como los espacios políticos de la paz. 
 
Por tal razón, la construcción de paz retoma el enfoque diferencial, en la medida que 
posibilita entender la forma de análisis y de actuación social y política que, por una 
parte, identifica y reconoce las diferencias de género, etnia y edad, entre otras 
categorías; y por otra, sus implicaciones en términos de poder, de condiciones de vida 
y de formas de ver el mundo. A partir del reconocimiento de las diferencias y sus 
implicaciones, el enfoque diferencial busca la transformación o supresión de las 
inequidades y de sus expresiones de subordinación, discriminación y exclusión social, 
Construcción de paz, una apuesta conceptual y práctica. 9 
 
política y económica. Busca la reivindicación y legitimación de las diferencias, desde la 
perspectiva de los derechos humanos. (Montalegre & Urrego, 2011, p.12) 
 
Por otro lado, constantemente la relación entre mujeres y paz se ha encontrado asociada 
a “características fenotípicas por el hecho de ser mujer”, es decir, que, por ser capaces de 
dar vida, son más dispuestas a la empatía, cuidado, paciencia, son más pacíficas. Dicho 
de otra manera, las relaciones y escenarios -como la paz- donde se desenvuelven las 
mujeres están cargados de estereotipos de género que normativiza y legitiman dicotomías 
como: mujer pacífica/hombre violento (Magallón, 2006), en el cual se convierte en 
contradicción ser mujer y perpetuadora de violencia y así legitimar exclusiones sociales a 
quienes no entran en esos parámetros. Por tal motivo, es necesario reconocer y 
transformar esos imaginarios sobre las mujeres que ejercen desigualdades y exclusiones 
sociales sobre ellas, con el fin de construir espacios de dignidad. 
 
 
 
2. La violencia desde los imaginarios 
sociales. 
La construcción de paz no es un asunto exclusivo de profesionales, técnicos, víctimas de 
violencia sociopolítica y actores armados, por el contrario, la construcción de paz positiva 
en la sociedad requiere de la participación del conjunto de individuos que la componen, 
independientemente de su raza, género, credo, condición socioeconómica y posición 
política. Así mismo, requiere de la mayor creatividad e imaginación, refiriéndonos a la 
capacidad que debemos tener todas y todos, para formar unas relaciones alejadas de los 
patrones de violencia existente en la sociedad, creando nuevos imaginarios y combatiendo 
los que no han permitido el avance a sociedades más justas, equitativas e igualitarias. 
 
De ahí que, la construcción de paz requiere definitivamente, abordar los imaginarios 
sociales existentes en la sociedad y su relación con la misma. Dado que es a partir de 
estos que los espacios relacionales se desenvuelven, así como, es en dichos espacios 
donde se crean y recrean los imaginarios sociales producto de la interrelación de los 
individuos. En el caso específico del presente análisis, nos detendremos en los imaginarios 
sociales sobre la violencia, su relación con la opresión, las mujeres y la paz. 
2.1 El imaginario social 
Anteriormente, hablamos de cómo el enfoque de construcción de paz nos remite a asumir 
el compromiso de promover la imaginación moral por medio de la cooperación y el diálogo, 
posibilitando cuestionar prácticas e imaginarios sobre la violencia. De igual forma, 
hablamos de cómo la imaginación moral permite a través de plataformas relacionales de 
cambio social, la eliminación de la violencia que vivimos y la posibilidad de construir 
espacios relacionales con ausencia de violencia. Pero, ¿qué son los imaginarios sociales? 
y ¿qué son los espacios relacionales y las plataformas relacionales de cambio social? 
 
12 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
Al hablar de plataformas relacionales de cambio social, es claro que lo relacional se refiere 
a los espacios donde el ser humano interactúa como ser social, donde se relaciona con 
los otros, como individuo perteneciente a un conjunto o colectivo. Al respecto no cabe duda 
de que el ser humano se debe a la sociedad y siempre está en función de ella, de igual 
forma es claro que existen diferentes sociedades que por más que se parezcan o se crea 
semejantes no lo son y que por el contrario existen diferencias abruptas entre una y otra. 
 
Es así, que por más que se trate de hablar de sociedades homogéneas a nivel mundial y 
de un mundo globalizado, entre otros conceptos homogeneizantes, debemos decir que la 
heterogeneidad es tal, que a pesar de que exista un orden mundial dominante adscrito a 
un modelo económico predominante,las sociedades revelan sus diferencias 
constantemente y nos muestran un mundo de variedad de pensamientos, ideas, prácticas, 
valores, mitos, héroes, leyendas etc. 
 
En este orden de ideas, cada sociedad genera algo que la instituye en un proceso histórico, 
le da identidad a sí misma y al conjunto de individuos que la componen, que le permite 
unirse y cohesionarse, generando consigo un orden social que lleva a que los individuos 
se supediten a los intereses de una clase social dominante por medio del imaginario social 
y sus instituciones. 
 
El imaginario social en esta interpretación implica dos dimensiones: la primera, el 
imaginario instituyente, entendido como “la obra de un ente colectivo humano que crea 
significaciones nuevas que subvierten las formas históricas existentes” (Poirier 2006, 
62). La segunda, imaginario instituido, es un “conjunto de instituciones que encarnan 
esas significaciones y les confieren realidad sean ellas materiales o inmateriales” (63). 
La noción de institución en Castoriadis tiene un sentido amplio que incluye normas, 
valores, lenguaje, herramientas, procedimientos y métodos tanto para afrontar las 
situaciones de la existencia y orientar la acción, como para construir al individuo mismo 
(citado por Poirier 2006, 63). (Sierra, 2015) 
En este sentido, elementos como: el estado, la religión, la propiedad privada, la sexualidad 
y la empresa, la familia, entre otras, se convierten en instituciones creadas y consolidadas 
dentro del imaginario general de la sociedad, instituciones que se consolidan y se 
fortalecen a través del orden social establecido. 
La violencia desde los imaginarios sociales. 13 
 
Por otro lado, al hablar de imaginario social, debemos decir que es una construcción que 
siempre está sujeta al colectivo, sin desconocer el papel de la imaginación1 del ser humano 
singular, es decir, del individuo. Esta idea se refuerza, si consideramos a la sociedad como 
un conjunto de seres humanos con características de independencia e interdependencia, 
dejando atrás la falsa contradicción de individuo y sociedad, acaso es posible ver un ser 
humano aislado de la sociedad o una sociedad sin individuos, la respuesta es, ¡no! 
 
En palabras de Agudelo (2011), se plantea que el imaginario social no se puede construir 
solo de la imaginación de un individuo, necesita de las narraciones y construcciones 
colectivas que le dan sentido e identidad a un imaginario social. En esta medida, el 
planteamiento de Imaginario2 se convierte en transversal en el análisis de la transformación 
de espacios relacionales, mucho más cuando se afirma que: todo lo que es la sociedad se 
construye a través del poder de creación de los seres humanos, tanto colectiva como 
individualmente, que con el transcurrir del tiempo se convierten en elementos reales y 
aceptados por los mismos. 
 
En palabras de Castoriadis (2001), espíritus, dioses, dios, polis, ciudadano, nación, estado, 
partido, mercancía, dinero, capital, tasas de intereses, tabú, virtud, pecado, son 
construcciones y narraciones colectivas que le dan sentido a la existencia misma de ser 
social. Por lo tanto, podríamos decir que el imaginario social se convierte como lo planteó 
Girola al citar a Taylor en la forma en que el ser humano imagina su existencia social: 
 
Taylor sostiene que un imaginario social es la forma en que la gente imagina su 
existencia social, como convive con los demás, las expectativas que definen lo que 
considera normal, y las nociones e imágenes normativas profundas e implícitas que 
subyacen a estas expectativas (…) es necesario señalar que un imaginario social se 
conforma no por elementos explícitos y teóricamente construido, sino por leyendas, 
 
 
1 Por lo tanto, resulta natural llamar a esa facultad de innovación radical, de creación y de formación, imaginario 
e imaginación. (Castoriadis, 2001, p.94) 
 
2 Imaginario porque la historia de la humanidad es la historia del imaginario humano, y de sus obras. Historia 
y obras del imaginario radical, que aparece apenas existe una colectividad humana: imaginario social 
instituyente que crea la institución en general y las instituciones particulares de la sociedad considerada, 
imaginario radical del ser humano singular. (Castoriadis, 2001, p.93) 
14 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
mitos, historias, estereotipos, prejuicios, tradiciones y apreciaciones diversas, que si 
bien en ciertos casos pueden expresarse verbalmente, otras veces aparecen como 
supuestos e imágenes subyacentes a la interacción (Girola, 2008, p.24) 
 
Por consiguiente, el concepto de imaginario social, es un elemento no estático que está en 
constante evolución y construcción donde interviene la sociedad y el individuo, 
posibilitando la transformación y el poder agenciar el cambio social a partir de la 
configuración del imaginario radical, “como elemento instituyente de la dinámica de la 
sociedad, el imaginario social concretiza la capacidad de simbolización, continua e 
inevitable, propia del ser humano; en otras palabras, la posibilidad de creación constante 
e indeterminada de figuras, formas e imágenes” (Sierra, 2015, p.119). 
 
El imaginario radical, se refiere al imaginario que crea nuevos paradigmas de pensamiento 
en ocasiones alejados del orden existente, es aquí donde Castoriadis afirma que el 
imaginario social, utiliza estos paradigmas y los hace suyos, los supedita y los hace 
funcionales a su orden social y a su gran institución constituida. “es necesario, pues, que 
esta imaginación radical de los seres humanos sea dominada, canalizada, regulada y 
convertida en apta para la vida en sociedad y también para lo que llamamos realidad. Eso 
se lleva mediante su socialización, en el curso de la cual absorben la institución de la 
sociedad y sus significaciones, las interiorizan, aprenden el lenguaje, la categorización de 
las cosas, lo que es justo e injusto, lo que se puede hacer y lo que no se debe hacer, lo 
que hay que adorar y lo que hay que odiar” (Castoriadis, 2001, p.97). 
 
Es así, que la institución imaginaria de la sociedad genera una opresión y subordinación 
de los individuos, en la mayoría de los casos invisibilizada; el imaginario social, crea 
individuos, los subordina, los alinea y los obliga -así no se den cuenta- a reproducirlo. “De 
conformidad con sus normas, la institución produce individuos, quienes, por construcción, 
son no solamente capaces de reproducir la institución, sino que están obligados a 
reproducirla. La “ley” produce los “elementos” de manera tal que el funcionamiento de estos 
incorpora, reproduce y perpetúa la “ley”.” (Castoriadis, 1986, p.68) 
 
De acuerdo con Castoriadis (2001) el imaginario social, crea una sociedad heterónoma 
que por más que esté conformada por individuos “autónomos” que tienen pensamientos 
La violencia desde los imaginarios sociales. 15 
 
y comportamientos propios, todos están sujetos al criterio social que establece la 
institucionalidad. “He definido la heteronimia como el hecho de pensar y actuar como lo 
exige la institución y el medio social (abiertamente o de un modo subterráneo).” 
(Castoriadis, 2001, p.108) En otras palabras, el imaginario social instituido, crea un orden 
social que no impone comportamientos, pero si conduce acciones hacía unos objetivos 
claros. 
 
Es por esto que debemos afirmar que la única forma en que el imaginario social, se 
consolide como idea central de una sociedad es por medio de la ausencia de la 
confrontación de ideas y cuestionamientos a la misma, solo cuando se logra alejar de los 
individuos la razón y predomina las emociones, se impone en las conciencias y en el 
inconsciente de los individuos el imaginario social. En este sentido, el cambio y la 
transformación del imaginario social sólo es posible si triunfa la razón sobreel mito y lo 
irreal. 
 
Es por ello que los mitos se usan y se los hacer respetar, “vivir en el mito es vivir sin 
rebelarse”, aceptar la ley de los ancestros. (Enríquez, 1992) …el mito toma la apariencia 
de logos y se inserta así en la trama de nuestra cotidianidad respondiendo a la 
necesidad de sostén y reforzando la cohesión grupal (...)De este modo la institución 
tiene la opción de conformar un imaginario ilusorio en el sentido de responder a los 
deseos, fantasmas y demandas de sus miembros, quienes se ven amenazados por los 
que tienden a impedir su misión, expresándose como institución protectora y poderosa 
y ocupando la totalidad del espacio Psíquico de los actores que la conforman. (Arias y 
Gómez, 2008, p.78) 
 
En principio, el imaginario social nace del imaginario colectivo e individual3 (primando lo 
colectivo sobre lo individual, pero no excluyéndolo), sin embargo, no indica que el 
imaginario social sea creado por consenso total en la sociedad, muchas de las instituciones 
 
 
3 hay que mencionar además, que se trata de imaginario porque viene de la imaginación del hombre, de su 
creación individual y colectiva que es la que le da forma a la sociedad, “Llamo imaginarias a estas 
significaciones porque no corresponden a elementos “racionales” o “reales” y no quedan agotadas por 
referencia a dichos elementos, sino que están dadas por creación y las llamo sociales porque sólo existen 
estando instituidas y siendo objeto de participación de un ente colectivo impersonal y anónimo”. (Castoriadis, 
1986, p 68) 
16 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
imaginarias sociales son impuestas o introyectadas, para lograr un dominio y control por 
una clase social “selecta” que se consolida cada vez más con el imaginario instituido. 
Lo anterior, lo podemos analizar desde la estrecha relación que mantiene el imaginario 
social con la ideología, como concepto, mucho más si retomamos el análisis marxista que 
expresa que la ideología es la manifestación que suma la posición de clase del individuo y 
la teoría que sustenta esta posición, generando una manera particular de ver el mundo. 
Por lo tanto, el imaginario social plasma una construcción colectiva, pero es la posición de 
clase lo fundamental a la hora de su construcción y mantenimiento. 
Sin embargo, lo anterior no significa que el cambio social y la transformación de los 
imaginarios sociales no se pueden lograr. Por el contrario, si los que proyectamos el 
imaginario radical entendemos la anterior situación y se la hacemos entender a los demás, 
se podrá transformar la realidad, empoderando a los sujetos, llevándolos a comprender lo 
que debe ser su accionar no como individuos solitarios y aislados, sino como sujetos 
sociales que se relacionan y se articulan con sus pares en un contexto determinado, 
haciéndoles entender que solo a través de su organización social colectiva y del imaginario 
radical que critica, cuestiona, imagina, es que se crea lo nuevo y se transforma lo caduco. 
 
2.2 La violencia 
Llegamos ahora, a lo que constituye un elemento fundamental de nuestra propuesta, la 
violencia como elemento real, visible, directo, pero también como determinante de nuevos 
imaginarios sociales, como factor determinante para la no existencia de la paz. Antes de 
iniciar debe ser claro que no pretendo confundir la violencia con situaciones irreales que 
sólo parten del imaginario de los individuos, por el contrario, lo que quiero mostrar es cómo 
la violencia, contiene en sí misma una dualidad que la lleva a convertirse por un lado en 
una herramienta de opresión, dominación y control, pero al mismo tiempo en reproductor 
de nuevos imaginarios sociales que se crean y recrean permanentemente según el 
contexto donde se desenvuelve la violencia. 
 
La violencia desde los imaginarios sociales. 17 
 
Partiendo de comprender la violencia, como un proceso histórico que ha sufrido cambios 
constantes a través de la historia de la humanidad, debemos entender que esta se ha 
creado y recreado en cuanto al significado (interpretación) mas no en la conceptualización. 
Por tal razón, vemos como han existido diversas maneras de significarla, en algunos 
contextos históricos y sociales se le dio una interpretación y connotación positiva 
asociándola a la vida cotidiana y a las vivencias de las personas. Caso opuesto sucede 
hoy día en la modernidad, asignándole una interpretación y connotación negativa a la 
violencia, principalmente a la ejercida contra el orden social existente. A modo de ejemplo, 
en la actualidad cuando se habla de prácticas de violencia por parte de las fuerzas militares 
o policiales del estado, se reconoce como uso legítimo de la fuerza, mientras prácticas 
ejercidas por manifestantes ante una situación de protesta, se aplica el nombre de 
violencia, convirtiendo así, la violencia en un acto de fuerza ilegal e “ilegítima” adquiriendo 
la violencia un carácter político e ideológico, supeditado a un orden social. 
 
Por consiguiente, podríamos afirmar que la violencia se crea, se caracteriza y se afianza 
culturalmente en los disímiles espacios relacionales de la sociedad. De tal forma que, “la 
violencia es vivida, significada y comprendida a través de diferentes contextos explicativos 
y comprensivos” (Hernández, 2002, p.61). Así mismo la violencia, no se puede tomar solo 
como acciones o interpretaciones, “la violencia es una forma de vivir humano, y todo vivir 
humano es un fenómeno relacional, donde el ser humano no es solo una mera corporalidad 
ni un modo de vivir, sino una dinámica que involucra cierta corporalidad y cierto modo de 
vivir donde ambos se modulan mutuamente” (Maturana 1997, citado por Hernández, 2002, 
p.62). 
 
De ahí que, parafraseando a Hernández (2002) cuando se asume que la violencia se crea 
en la relación humana, podemos decir que cobra realidad y se reproduce la 
intersubjetividad social, en otras palabras, se asegura que la violencia es producto de 
consensos sociales intersubjetivos plasmados en acciones llevadas a cabo en el espacio 
relacional. 
 
A su vez, si retomamos la definición de opresión de Young, deberíamos decir que la 
opresión es una manifestación del imaginario social instituido, que controla y domina a una 
sociedad en su conjunto y a unos grupos poblacionales específicos, que manifiesta una 
18 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
violencia permanente, en ocasiones perceptible, pero en la mayoría de los casos 
imperceptible ante la sociedad. Young (2000) afirma: 
 
La opresión consiste en procesos institucionales sistemáticos que impiden a alguna 
gente aprender y usar habilidades satisfactorias y expansivas en medios socialmente 
reconocidos, o procesos sociales institucionalizados que anulan la capacidad de las 
personas para interactuar y comunicarse con otras o para expresar sus sentimientos y 
perspectiva sobre la vida social en contextos donde otras personas puedan escucharlas 
(p68) En este sentido estructural amplio, la opresión se refiere a las grandes y 
profundas injusticias que sufren algunos grupos como consecuencia de presupuestos y 
reacciones a menudo inconscientes de gente que en las interacciones corrientes tienen 
buenas intenciones y como consecuencia también de los estereotipos difundidos por 
los medios de comunicación, de los estereotipos culturales y de los aspectos 
estructurales de las jerarquías burocráticas y los mecanismos del mercado; en síntesis 
como consecuencia de los procesos normales de la vida cotidiana. (p.76) 
 
La opresión no como sinónimo de violencia, pero sí como determinante de su 
manifestación en muchas de sus expresiones, sobre todo en la violencia estructural, 
marca un factor esencial a la hora de leerla y analizarla, ya Freire enla década de los 
setenta del siglo pasado, había mostrado la relación estrecha entre la violencia y la 
opresión, mostrando cómo siempre al haber opresión esta se manifiesta con violencia, al 
respecto Freire (1969) expresaba: 
 
Una vez establecida la relación opresora, está instaurada la violencia. De ahí que ésta, 
en la historia, jamás haya sido iniciada por los oprimidos. ¿Cómo podrían los oprimidos 
iniciar la violencia, si ellos son el resultado de una violencia? ¿Cómo podrían ser los 
promotores de algo que al instaurarse objetivamente los constituye?... No existirían 
oprimidos si no existiera una relación de violencia que los conforme como violentados, 
en una situación objetiva de opresión. Son los que oprimen, quienes instauran la 
violencia; aquellos que explotan, los que no reconocen en los otros y no los oprimidos, 
los explotados, los que no son reconocidos como otro por quienes los 
oprimen…quienes instauran el terror no son los débiles, no son aquellos que a él se 
encuentran sometidos sino los violentos, quienes, con su poder, crean la situación 
concreta en la que se generan los “abandonados de la vida”, los desharrapados del 
mundo. (p.36) 
La violencia desde los imaginarios sociales. 19 
 
 
Ahora bien, no es suficiente el planteamiento que relaciona la opresión con la violencia, 
se hace necesario para el análisis y la futura transformación de espacios relacionales, 
profundizar en la violencia y su entramado en la sociedad desde una mirada más clara y 
explícita. 
 
En este sentido, el planteamiento central de Galtung toma como categoría fundamental 
los diferentes tipos de violencia, dándole preponderancia a la violencia estructural que es 
invisible y generadora de desigualdad e inequidad, siendo en últimas la que permite la 
manifestación de otros tipos de violencia. Igualmente, se expresa como la violencia 
estructural se instituye en un imaginario social impuesto por medio del adoctrinamiento, el 
adormecimiento del pueblo, la alineación y la desintegración del tejido social que en 
últimas hacen parte de lo que Galtung denomina violencia cultural. 
 
El adoctrinamiento, mediante la implantación de élites creadoras de opinión dentro de 
la parte más débil, por así decirlo, en combinación con el ostracismo, esto es, 
manipulando la percepción de la ciudadanía con una visión muy parcial y sesgada de 
lo que sucede, adormeciendo el sentimiento del reconocimiento personal y el sentido 
de la dignidad personal y social, evitando la formación de conciencia de clase. Y la 
alienación, esto es, la utilización de factores externos, sociales, económicos o 
culturales para desmotivar, limitar o condicionar la libertad personal y colectiva de la 
sociedad que, combinada con la desintegración del tejido social, evitando la cohesión 
de sus componentes, lo que evitaría su posible movilización. Sin duda, estos cuatro 
elementos deben ser estudiados de forma integrada desde la categoría de represión 
estructural. En resumen, la explotación y la represión son violencias que van de la 
mano por más que no sean términos idénticos. (Galtung, 1990, p.153) 
 
Podríamos, hacer una relación lógica con lo planteado por Castoriadis, cuando se habla 
de adoctrinamiento, el adormecimiento del pueblo y de alineación, estos aspectos están 
ligados al control y dominio generados por el orden social para mantener el imaginario 
social, funcional a una élite que ostenta el poder. Podríamos aseverar que la violencia 
estructural y cultural se constituyen como un elemento fundamental del imaginario social, 
invisibles pero que se expresan en la cotidianidad de las sociedades. 
 
20 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
Del mismo modo, cuando Galtung, habla de “la cultura que predica, enseña, advierte, 
incita, y hasta embota nuestras mentes para hacernos ver la explotación y/o la represión 
como algo normal y natural, o posibilita la alienación para vivir aparentando que no se 
sienten sus consecuencias” (Galtung, 1990, p.155). Deja ver que la violencia cultural es 
la manera con la cual el orden social permite el sostenimiento de la violencia estructural y 
por ende de múltiples violencias que van ligadas entre sí. “Por violencia cultural nos 
referimos a aquellos aspectos de la cultura, la esfera simbólica de nuestra existencia -
materializado en la religión y la ideología, en el lenguaje y el arte, en la ciencia empírica y 
la ciencia formal (la lógica, las matemáticas) - que puede ser utilizada para justificar o 
legitimar la violencia directa o la violencia estructural” (Galtung, 1990, p.149). 
 
El otro concepto clave para el análisis de contexto, expresa que la violencia no es un 
elemento determinado por la naturaleza del hombre o por su biología, sino que por el 
contrario, la violencia es un componente social y construido en espacios de relación social 
de los seres humanos. En palabras de Maturana (1997): 
 
ya que es en el espacio relacional donde ésta emerge, se particulariza, se 
asienta culturalmente y se nos hace evidente en sus consecuencias. Cuando 
se habla de espacio relacional nos estamos refiriendo al conformado por las 
interacciones, las interferencias y la actividad fenoménica (praxis) de cuatro los 
sistémicos complementarios concurrentes y antagónicos: el sistema genético, 
el cerebro (epicentro fenotípico), el sistema sociocultural (sistema fenoménico 
generador) y el ecosistema. Por lo tanto, es en este espacio donde se puede 
comprender la dinámica de la violencia, al poder captar como sus propios 
efectos pasan a consolidarse cultural y estructuralmente, repotenciando los 
circuitos de violencia. Y es asimismo a partir de la comprensión de este 
entrelazamiento que podemos creativamente establecer propuestas para su 
desactivación. (Hernández, 2002, p.62) 
 
Parafraseando a Maturana la violencia surge de los espacios de relaciones sociales donde 
se manifiestan expresiones de poder, discriminación, desigualdad y exclusión, donde en 
la mayoría de los casos no se le da una calificación negativa a su expresión y no se genera 
rechazo alguno. Luego, si en estos espacios relacionales las acciones violentas no se 
La violencia desde los imaginarios sociales. 21 
 
perciben como negativas y por el contrario se perciben como naturales y son aceptadas, 
se crea una condición cultural favorable a la violencia, beneficiando con esto, expresiones 
de violencia directa y de violencia estructural que mantienen y reproducen relaciones de 
poder fortaleciendo la exclusión, la desigualdad y la inequidad. 
 
En ese sentido e interpretando a Maturana, Hernández dilucida que la violencia es un modo 
de convivir, un estilo relacional que surge y se estabiliza en una red de conversaciones 
(“hablas”), que hace posible y conserva el emocionar que lo constituye, y en la que las 
conductas violentas se viven como naturales. (Hernández, 2002). Así mismo, si la violencia 
se naturaliza en los espacios relacionales, esta se multiplica como manifestación de micro 
poderes, generando lo que se denomina como el círculo de la violencia, claramente se 
observa cómo la violencia genera más violencia. 
 
De igual forma, si retomamos lo expresado por Freire de que una vez establecida la 
relación opresora, está instaurada la violencia, podríamos concluir que al establecerse la 
violencia en los espacios relacionales se manifiesta opresión de micro poderes, donde el 
individuo que fue oprimido cumple el deseo involuntario de convertirse en opresor de 
alguien más, emulando a su opresor u opresores. 
 
En este caso, el “hombre nuevo” para los oprimidos no es el hombre que debe nacer 
con la superación de la contradicción, con la transformación de la antigua situación, 
concretamente opresora, que cede su lugar a una nueva, la de la liberación. Para ellos, 
el hombre nuevo es ellos mismos, transformándose en opresores de otros,su visión del 
hombre nuevo es una visión individualista. Su adherencia al opresor no les posibilita la 
conciencia de sí como personas, ni su conciencia como clase oprimida. (Freire, 1969, 
p.27) 
 
Es así, como la violencia se reproduce en la sociedad, no se puede hablar de que solo 
surge de un solo vértice del triángulo de la violencia, existe una relación intrínseca entre la 
violencia visible y la invisible -la directa, la estructural, y la cultural-. No obstante, si 
analizamos detenidamente la violencia como concepto socio histórico podemos observar 
cómo su desarrollo y la generación de ciclos siempre están en función del imaginario social 
que desarrolla un orden a través de imaginarios creados a partir de hechos irreales pero 
que con la praxis se convierten en verdades, como por ejemplo la naturalización de la 
22 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
violencia y el impedimento para eliminarlas, dado que para este imaginario el ser humano 
es un ser violento por naturaleza (biológico). 
 
2.3 La mujer en los imaginarios sociales sobre la 
violencia 
Aunque se ha venido generando un despliegue normativo y de penalización en torno a la 
violencia contra las mujeres, aún persiste la discriminación, la desigualdad, los roles 
asignados, el calificativo de seres inferiores, entre otros, lo que obstaculiza su espacio de 
actuación e interacción para las opciones de realización personal. Dicho de otra manera, la 
opresión aún se encarna en los cuerpos de las mujeres, es decir, la opresión se hace 
manifiesta a través de la violencia visible e invisible en lo económico, político, social y 
cultural, de ahí que, la violencia se constituye como una estrategia fundamental para la 
reproducción y sostenimiento de desigualdades de género. Conviene subrayar que, en las 
prácticas de violencia, 
 
Más allá de elecciones personales, se inscriben en redes sociales en las que se 
generan, transitan o dinamizan, que -generalmente por fuera de las percepciones de 
sus actores- son constituyentes de sus vínculos, contratos y enlaces subjetivos. Es en 
este sentido que puede afirmarse que la violencia es constitutiva de las relaciones entre 
los géneros. (Fernández, 1989, p.6) 
 
Es así que, hace parte de un convivir, de una manera de sentir, pensar y obrar que se 
encuentra naturalizado. Concebir la violencia como algo “natural”, aunado a la legitimidad 
del calificativo inferior de las mujeres por el hecho de “ser mujer”, nos conlleva a una 
naturalización e invisibilización de los hechos de violencia contra las mujeres, además, de 
asumirlos como problemas privados donde la responsabilidad por el acto de violencia recae 
sobre la persona afectada, lo que obstaculiza e imposibilita acceder a la justicia. 
 
Lo dicho anteriormente, nos conduce a comprender que las desigualdades sociales hacen 
parte de los imaginarios construidos, consolidados y legitimados social y culturalmente, 
argumentando las diferencias naturales. Dicho de otro modo, las diferencias naturales “son 
La violencia desde los imaginarios sociales. 23 
 
construcciones imaginarias, como idea, como significantes que contienen una intención 
política para justificar desigualdades sociales, política y culturales” (Curiel, 2012, p.12). 
Asimismo, son constituyentes de la violencia en la medida que restringen las oportunidades 
para un desarrollo personal/colectivo, priva de derechos fundamentales y civiles a ciertos 
grupos, contribuyendo así a la exclusión y marginalización del mismo. 
 
Como lo hace notar Stolke (2000) dichas diferencias son dotadas de significado social que 
sostiene y respalda las relaciones desiguales de poder a través de la “naturalización” de la 
posición/condición social asociándola a cuestiones de descendencia y de origen, y no al 
producto de construcciones histórico-sociales, lo que conlleva a legitimar “el ejercicio de 
un biopoder, que genera segregación y jerarquización social, relaciones de dominación y 
efectos de hegemonía” (Foucault, 1991 citado por Viveros, 2008, p.3) 
 
Aunado, Scott (1998) nos muestra como “estas relaciones de poder se expresan en 
símbolos culturales que evocan representaciones, en esquemas normativos que 
interpretan significados de los símbolos, los cuales se expresan en doctrinas religiosas, 
educativas, científicas, legales y políticas, y también define identidad en términos 
subjetivos” (Curiel, 2012, p.9). 
 
Sin embargo, surge el interrogante del por qué la tendencia de “naturalizar” la desigualdad 
social, se sustenta a través de diferencias “sexuales” y “raciales”. A juicio de Stolke (2000): 
 
Diferencias de sexo no menos que diferencias de raza son construidas ideológicamente 
como "hechos" biológicos significativos en la sociedad de clases, naturalizando y 
reproduciendo así ́las desigualdades de clase. Es decir, se construyen y legitiman las 
desigualdades sociales y de género atribuyéndolas a los supuestos "hechos biológicos" 
de las diferencias de raza y sexo. El rasgo decisivo de la sociedad de clases a este 
respecto es la tendencia general a naturalizar la desigualdad social. Esta naturalización 
de la desigualdad social, en efecto, constituye un procedimiento ideológico crucial para 
superar las contradicciones que le son inherentes a la sociedad de clases, que se torna 
especialmente manifiesta en épocas de polarización y conflictos políticos y que de este 
modo son neutralizados al atribuirle la "culpa" de su inferioridad a las propias víctimas. 
(p.42) 
 
24 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
La autora posibilita evidenciar cómo el sistema de acumulación capitalista produce la 
segregación y exclusión por sexo y raza en los diferentes ámbitos del desarrollo de la vida, 
el económico, político y social. Profundizando en las mujeres, se denota la asignación 
inferior en la división del trabajo, relegando a empleos fundamentados en espacios 
domésticos, subordinados y de cuidado. Por otro lado, en el ámbito de la política, la 
participación de las mujeres es renombrada socioculturalmente como ilegítima e inferior, 
justificado en su “papel innato” al cuidado. 
 
Todavía cabe señalar, que en un sistema capitalista y neoliberal se acentúa la 
individualización y competencia, es por esto que dichas desigualdades sociales y prácticas 
de exclusión se invisibilizan al imponer el esfuerzo y logro personal como determinantes 
para la condición social, así como, la sumisión adquiere un carácter de predisposición. 
Como lo expresa Stolke (2000) “la ilusión liberal de que la superación socioeconómica 
depende tan solo de la buena voluntad y del esfuerzo individual constituye una trampa 
ideológica que oculta las verdaderas causas de la desigualdad y dominación.” (p.50) 
 
No obstante, desde espacios cotidianos se han forjado formas de resistencia asociados a 
imaginarios radicales, que han posibilitado consolidar progresivamente prácticas sociales 
transformadoras, así como, importantes fisuras en las desigualdades sociales, siguiendo 
a Fernández (1989): 
 
En este sentido, puede afirmarse que las formas de la subordinación han ido 
cambiando, pero sin que se suprimiera la desigualdad ni las formas visibles e invisibles 
de sus violentamientos; las características que ésta adopta en determinado momento 
histórico son resultado de una compleja ecuación política conformada, tanto, por las 
estrategias de las instancias hegemónicas y sus “necesidades” normativas como por 
las modalidades de ofensiva y resistencia de las mujeres, incluyendo aquí desde sus 
movimientos políticos organizados hasta las causas más privadas y personales de 
autoafirmación (p.11). 
 
Por otro lado, tanto en la violencia como en la paz, los estereotipos de género se constituyen 
en un determinante en el ordenamiento social, donde la mujer por sus “atributosnaturales” 
es más predispuesta al cuidado de las personas, a la expresión de los sentimientos y 
afectos, y por ende a opciones más pacíficas. Mientras tanto, el hombre por sus “atributos 
La violencia desde los imaginarios sociales. 25 
 
naturales” es más predispuesto a los trabajos en el ámbito público, en la producción, en la 
razón y las leyes y una identificación con la noción de poder que le empuja al ejercicio de 
la dominación y la violencia. (Wilches, 2010) 
 
Cabe profundizar en los imaginarios sociales sobre las mujeres en escenarios de paz y sus 
consecuencias. El primero de ellos es cargar sobre las mujeres, su esencia pacífica, esto 
sitúa a las mujeres en una posición sumisa en la estructura de dominación, además de 
despolitizarlas. El segundo, su inherente relación con la maternidad las hace defensoras 
de la paz y promotoras de diálogos, esta posición no solo excluye a las mujeres que no son 
madres, sino que corre el riesgo de persistir en los roles de género con las relaciones de 
poder (donde ser madre y combatiente, es una contradicción en los términos). Por último, 
las mujeres al ser excluidas de ámbitos de poder y toma de decisiones, no cuentan con una 
capacidad ni trayectoria, lo cual legitima su exclusión política. 
 
En definitiva, si aún persisten las desigualdades y las prácticas violentas, el logro de un 
acuerdo de paz no garantiza mejores condiciones para las mujeres. Sin embargo, la 
oportunidad de construir paz, de marca el inicio de erradicar prácticas excluyentes históricas 
sobre las mujeres, así como, de construir espacios de igualdad y justicia social. 
2.4 Hacia la transformación de imaginarios sociales 
sobre la violencia 
Ya hemos visto a lo largo del trabajo como la violencia, además de ser una herramienta de 
dominio, control y opresión utilizada por los que ostentan el poder, se convierte en un 
elemento que genera imaginarios sociales sobre ella misma y sobre los mismos espacios 
relacionales donde se desarrolla. De igual forma, se ha podido observar cómo la violencia 
sin importar de donde venga aporta al ciclo de violencia, reproduciéndose en la sociedad. 
 
Por otro lado, además de que la violencia se desarrolla en torno a un ciclo, producto tanto 
de la violencia cultural, como de la cultura de la violencia, se puede observar como existe 
paralelo a esto, lo que he denominado como: el ciclo vital de la violencia. Me refiero, al 
ciclo de vida que le permite a la violencia perdurar en el tiempo y en las sociedades; la 
violencia nace, crece, se reproduce y no muere, por el contrario, se recrea y reinventa a sí 
26 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
misma, a partir de los imaginarios sociales que ella misma ayuda a crear en el diario vivir 
del ser humano, siendo el imaginario social y los espacios relacionales los componentes 
centrales para su perdurabilidad. 
 
Lo anterior nos invita a pensarnos y tratar de responder las siguientes interrogantes. 
¿Cómo lograr pasar de los ciclos que destruyen, a los ciclos que construyen? ¿Cómo pasar 
del odio destructivo, al amor constructivo? ¿Cómo lograr un cambio social constructivo con 
ciclos de dignidad relacional y compromiso respetuoso? Podríamos decir que la respuesta 
a estas incógnitas se encuentra en lo enfatizado por Lederach (2008) al plantear que “la 
construcción de paz es el impulso de plataformas relacionales de cambio social entre los 
actores en red o constructores de paz”. Es aquí donde se encuentra el quid del asunto, el 
alma de la construcción de paz. 
 
El cambio social auténtico requiere de construcción de plataformas capaces de generar un 
compromiso de las personas y de la comunidad y en una permanente evolución, que 
permita reinventarse cuando el contexto y la realidad así lo requieran. Igualmente se debe 
reconocer que no solo es un proceso de cambio social, sino que es la suma de múltiples 
procesos. (Lederach, 2008) 
 
Al respecto, la construcción de plataformas, como pieza fundamental de la construcción 
del cambio social, requiere la participación de la mayor cantidad de personas de la 
comunidad, sobre todo de aquellas que han estado en polos opuestos por sus posturas. 
Aunado, se debe entender que las plataformas pueden lograr cambios que respondan a 
demandas específicas de la comunidad, que pueden ser efímeras pero que son 
importantes en el allanamiento de un camino hacia un verdadero cambio social. 
 
Por otra parte, la imaginación moral de la que habla Lederach promueve los cambios 
sociales a través de espacios relacionales constructivos de dignidad y elimina los espacios 
relacionales de violencia. Ello implica, que las personas comprendan la necesidad de 
superar los estigmas y prejuicios arraigados en la sociedad sobre el papel que juegan los 
sujetos en la misma, pasando de un papel pasivo y sumiso a un papel activo y empoderado 
en la transformación. Así mismo, conlleva a que las personas modifiquen la percepción del 
La violencia desde los imaginarios sociales. 27 
 
otro, del que piensa diferente, de mi contradictor e incluso de con quien se pudo llegar a 
hechos de violencia, 
 
Desplazar las relaciones definidas por el temor, recriminación mutua y la violencia hacia 
las caracterizadas por el amor, el respeto mutuo y el compromiso proactivo. El cambio 
social constructivo persigue cambiar el flujo de la interacción humana en el conflicto 
social de ciclos de violencia relacional destructiva a ciclos de dignidad relacional y 
compromiso respetuoso. (Lederach, 2008, p.75). 
 
Transformar los espacios relacionales de violencia, nos invita a pensar no solo en la 
violencia y su estructura, sino a pensarnos como seres humanos que nos relacionamos 
con otros, en sociedades que no son estáticas y evolucionan constantemente. Por otro 
lado, es una invitación a pensar la violencia como un entretejido de planteamientos, 
acciones y hechos que tienen relación entre sí y que tienen un objetivo final dentro de la 
sociedad. En este sentido, no podemos hablar de transformar los espacios relacionales de 
violencia sin detenernos a analizar cómo los ciclos de violencia se alimentan y 
retroalimentan dando al traste con cualquier intento de acabar con esto y con cualquier 
intento de construir una sociedad en paz. 
 
Es así, que deconstruir los espacios relacionales de violencia que vivimos en la 
cotidianidad y construir espacios relacionales con ausencia de violencia, apostando con 
esto a la construcción de la paz en la sociedad colombiana, pasa por tratar de analizar con 
las personas que viven la violencia cotidiana su significado y representaciones. Pasa por 
explicar a las personas, como estos espacios tienen una relación intrínseca con 
imaginarios sociales instituidos como la religión, la propiedad privada, el capitalismo, la 
familia etc., pero también con imaginarios sociales introyectados sobre la violencia. Y sin 
lugar a equivocarnos deconstruir estos espacios pasa por la transformación de imaginarios 
de violencia arraigados en las mujeres y hombres que habitamos, construimos e 
imaginamos la sociedad colombiana. 
 
No obstante, la tarea no se plantea como sencilla, mucho más cuando hemos dicho que la 
violencia se ha instaurado en la sociedad y ha venido ganando cada vez más un significado 
de algo natural e inherente al ser humano. Se tendrá que tomar en cuenta que “la violencia 
es un modo de convivir, un estilo relacional que surge y se estabiliza en una red de 
28 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
conversaciones que hace posible y conserva el emocionar que la constituye y en las que 
las conductas violentas se viven como algo natural que no se ve” (Maturana,1997, p.81). 
 
En este sentido “Para que los miembros de una cultura reflexionen sobre sus conductas 
violentas se requiere que haya un conflictoen el emocionar, que genere conductas 
contradictorias lo suficientemente intensas para que estos suelten su natural certidumbre 
sobre lo natural de sus acciones” (Maturana, 1997, p.81). De igual forma transformar los 
imaginarios sociales establecidos, requiere como lo decía Castoriadis pasar del mito, del 
anhelo, del deseo al logos, es decir, a la razón, lo cual no significa no utilizar la emoción 
como medio para llegar a la razón. Dicho de otra manera, no solo se transforma como lo 
expresa Maturana, a través de la emoción, ni como lo expresa Castoriadis, solo a través 
de la razón, sino a través de la relación entre razón-emoción-razón para producir así la 
transformación. 
 
Por otro lado, Paulo Freire, en sus análisis sobre la opresión, ya nos mostraba cómo la 
violencia tenía una relación estrecha con la opresión de los hombres en las sociedades. 
En este sentido la tesis central de Freire se convierte en relevante para romper el ciclo de 
violencia y la cultura de violencia. Emulando la tesis de Freire, se hace necesario hacerle 
entender al pueblo en su conjunto que existe una opresión de un orden social que utiliza 
la violencia estructural, cultural y otros tipos de violencia como formas de control y contra 
los cuales hay que luchar para eliminarlos de la sociedad. 
 
Lo que Freire de manera general propone es llevar a los individuos a ser una masa crítica 
para su acción y futura transformación. 
 
“Explicar a las masas su propia acción” es aclarar e iluminar la acción, por un lado, en 
lo que se refiere a su relación con los datos objetivos que le provocan y, por otro, en lo 
que dice respecto a las finalidades de la propia…Cuanto más descubren las masas 
populares, la realidad objetiva y desafiadora sobre la cual debe incidir su acción 
transformadora, tanto más se “insertan” en ella críticamente. (Freire, 1969, p.34) 
 
Es así que, querer transformar los imaginarios sobre la violencia, sólo es posible si el 
individuo que la utiliza y el cual también es violentado por la estructura dominante, ve la 
La violencia desde los imaginarios sociales. 29 
 
violencia como un elemento de opresión, dominio y control de un orden social existente, 
en palabras de Freire (1969): 
 
Representa que los individuos y colectivos comprendan que La pedagogía del oprimido, 
no puede ser elaborada por los opresores, es un instrumento para este descubrimiento 
crítico: el de los oprimidos por sí mismos y el de los opresores por los oprimidos, como 
manifestación de la deshumanización. (p.26) 
 
Lo anterior, representa claramente que, si la opresión y la violencia son creados por una 
clase dominante opresora, no es lógico ni consecuente que esperemos a que ella 
transforme los imaginarios, ni las situaciones reales producto de los mismos. Tampoco es 
lógico que esta clase que instaura un orden social, bajo el imaginario social, nos diga a los 
violentados, a los oprimidos, que es la violencia y como se debe superar, ya que de 
antemano estaremos eliminando la violencia que le perjudica a ellos y replicaremos toda 
violencia que sea funcional para su sistema. 
 
A manera de conclusión, podemos decir que, en la transformación de los imaginarios sobre 
la violencia y la posibilidad de instaurar espacios relacionales con ausencia de violencia, 
juega un papel determinante, la creatividad y el poder de la imaginación por medio del 
imaginario radical de individuos que hacen parte de espacios relacionales. Este imaginario 
radical crítica al imaginario social dominante y controlador manifestando lo nuevo y la 
creación y recreación de nuevos imaginarios sociales. 
 
No obstante, la única forma en que esto sea posible, es haciendo que los individuos por 
medio de la educación transformadora pasen de la pasividad y sumisión a un papel activo 
y empoderado en la transformación. Para llegar a esto, requerimos que la razón utilizando 
la emoción, como camino emancipador llegue a la razón colectiva y transforme los 
imaginarios que generan la violencia. 
 
Por último, quizás lo más importante, este proceso no necesita de mesías salvadores que 
pretendan salvar al pueblo de su cruel destino, requerimos de personas comprometidas 
que lleven a las mujeres y hombres hacia la transformación de su propia realidad, donde 
ellos se conviertan en autores de su propia existencia. Se requiere un trabajo de 
30 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
concienciación de los individuos, sobre su realidad, sobre la opresión que sufren, sobre la 
violencia de la que son víctimas, sobre la verdad de que es a través de entender la violencia 
y no de ejercerla que se puede transformar su espacio relacional, aportando con esto a la 
construcción de paz positiva. 
 
3. Caso: mujeres en situación de 
vulnerabilidad social en el barrio Santafé, 
Bogotá D.C. 
El barrio Santa Fe de la localidad de los Mártires, se encuentra ubicado en el centro de la 
ciudad de Bogotá D.C. cuenta con una ubicación estratégica al encontrarse rodeado por 
proyectos de renovación urbana adscritos a los planes de desarrollo de la ciudad, sin 
embargo, en el barrio Santa Fe en los últimos años, se han agudizado las condiciones de 
seguridad y calidad de vida de sus habitantes, al concentrarse problemáticas sociales, 
generando una alta vulnerabilidad social de sus habitantes. Asimismo, hay que mencionar 
que al ser reconocido el barrio como zona legalizada para servicios de alto impacto 
(servicios de diversión y esparcimiento) a través del decreto 187 de 2002, evidenciamos 
cómo la institucionalidad y las organizaciones sociales visibilizan el poder que adquieren 
quienes administran actividades económicas como: la prostitución y la venta de sustancias 
psicoactivas. Limitándose a brindar respuesta inmediata a problemas de la cotidianidad 
de las personas y no a disminuir desigualdades e inequidades presentes en el barrio. 
 
En este mismo sentido, dado que el barrio es considerado zona legal para servicios de alto 
impacto dentro de la ciudad, confluyen poblaciones de diversos sectores de la ciudad, 
quienes acceden a dichos servicios, trabajan o transcurren en la zona. En este sentido, es 
importante mencionar que dichos servicios contemplan servicios sexuales, ejercidos 
principalmente por mujeres que trabajan en el barrio, pero residen en diferentes sectores 
Caso: mujeres en situación de vulnerabilidad social en el barrio Santafé, 
Bogotá D.C. 
31 
 
de Bogotá. No obstante, se ven inmersas en las dinámicas socioeconómicas del sector y 
en la red institucional y organizacional. Asimismo, dado las dinámicas socioculturales, se 
observa cómo las mujeres, están más expuestas a situaciones de inequidad y a diversos 
tipos de violencia. 
 
Según el diagnóstico local las “condiciones de las mujeres y su situación en materia de 
derechos” (Secretaría Distrital de la Mujer; 2016), evidencia que las violencias ejercidas 
contra las mujeres en la localidad representan mayor porcentaje en las violencias ejercidas 
en el distrito en materia de: feminicidio, violencia en la pareja y violencia sexual. Asimismo, 
demuestra las dificultades que presentan las mujeres al acceso de educación, salud, 
empleo formal, vivienda, ubicándose en una mayor situación de vulnerabilidad. 
 
Según lo expuesto con anterioridad, el imaginario social se puede convertir en el ente 
transformador de la realidad y del orden social existente, tomando un carácter crítico y 
deconstructivo frente a los imaginarios sociales que establecen este orden dominante y 
que han sido construidos cotidianamente desde lo sociocultural. Por tal razón cuando 
hablamos de construir espacios relacionales de no violencia y su relación con los 
imaginarios sociales, estamos hablando de la posibilidad de cambiar el imaginario social 
sobre la violencia, la paz y el conflicto en el entorno del barrio Santa Fe, con mujeres en 
situaciónde vulnerabilidad social, imaginarios que se enmarcan desde una construcción 
individual y colectiva y que naturalizan las violencias directas e invisibilizan la violencia 
estructural y que reproducen prácticas de exclusión históricas. 
 
En este contexto, la organización YMCA-ACJ4 Asociación Cristiana de Jóvenes, cuenta 
con una sede en el barrio Santa fe -Bogotá́- donde desde el año 2006 viene realizando 
procesos con adolescentes y jóvenes que se han visto involucrados en la Explotación 
Sexual Comercial y la prostitución; pero, particularmente, entre 2014 y 2017 la 
organización desarrolló acciones en las localidades de Los Mártires y Santa Fe, atendiendo 
136 mujeres vinculadas a la prostitución, en ejercicios de garantía de derechos y apoyo en 
 
 
4 Información extraída de documento institucional: estudio de necesidades población vinculada a prostitución 
en la localidad de Mártires y Santa Fe, con relación a las dinámicas del conflicto. 
32 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
la salida de dicha situación. Tiene como objetivo contribuir en la reducción de violencias, 
vulneración de derechos e inequidad en escenarios de prostitución en Bogotá́, Colombia, 
a partir de la prevención y atención de prácticas de explotación sexual comercial de niños, 
niñas, adolescentes y población en prostitución de las localidades de Mártires y Santa Fe. 
 
De este modo, se ha podido evidenciar que, la población se reconoce en situación de 
vulnerabilidad con relación al acceso de oportunidades educativas, sociales y económicas, 
las cuales se relacionan con la presencia de acciones de violencia, las condiciones de 
inequidad estructural a nivel cultural y la inobservancia de sus derechos. 
 
3.1 Percepciones y sentires de mujeres sobre la 
violencia y la paz 
 
A partir de las herramientas utilizadas, con las mujeres y profesionales del Hogar 
AmaneSer- YMCA, se ha evidenciado, la existencia de una variedad de imaginarios 
sociales sobre la violencia que mantienen una relación estrecha con los espacios 
relacionales a un nivel multiescalar de las personas entrevistadas. Es así que, en la 
totalidad de los casos inicialmente las mujeres entrevistadas, relacionan la violencia con 
aspectos centrales de su vida y cotidianidad, la familia, los hijos, el trabajo etc. Paso 
seguido relacionan la violencia con una escala macro relacionando, la violencia con 
aspectos más generales de la sociedad, como lo son las violencias del conflicto armado o 
lo relacionado con las leyes y la corrupción. 
 
Las mujeres identifican la violencia física, sexual, psicológica y verbal, como, expresiones 
de violencia cotidiana. Es aquí, donde por ejemplo Victoria5 -mujer de 19 años, que ejerce 
la prostitución desde los 13, madre de una niña y cuya orientación sexual es lesbiana-, 
expresa que; la violencia es ultrajar los derechos de las personas. Describe como existen 
diferentes tipos de violencia: “la violencia psicológica, emocional, física, sexual y verbal” y 
 
 
5 Los nombres de las mujeres han sido cambiados según el acuerdo de confidencialidad, pactado con ellas. 
Caso: mujeres en situación de vulnerabilidad social en el barrio Santafé, 
Bogotá D.C. 
33 
 
entre ellas resalta la violencia psicológica expresando que tiene como propósito, denigrar 
y humillar a la mujer por su trabajo o por sus orientaciones sexuales, 
 
Me he sentido violentada por mi orientación sexual, me han humillado, me han 
rechazado mucho, me han ultrajado, me han rechazado en trabajos, en empresas. La 
humillación es una violencia psicológica, porque lo están rebajando literalmente, le 
están violando el derecho a ser libre. (Entrevista realizada a Victoria, mayo de 2018) 
 
Lo dicho anteriormente, nos posibilita evidenciar la relación entre violencia y opresión de la 
que habla Freire y Young, en este caso la opresión se manifiesta en la discriminación por 
la orientación sexual de una persona, obstaculizando su espacio de actuación e interacción. 
El ser lesbiana, confronta la heteronormatividad, lo que justifica la segregación y exclusión 
en los diversos ámbitos de vida, produciendo y sosteniendo desigualdades de género. En 
esta medida la heteronormatividad se instituye como imaginario social que despliega por 
medio del orden social una violencia tanto estructural, como directa y cultural sobre las 
personas que se atreven a confrontarlo desde la teoría y desde su práctica. 
 
No obstante, las mujeres pese a que centran la violencia desde lo visible, también 
reconocen elementos de violencia estructural, es claro que ellas no relacionan estos 
elementos como fundamentales, pero al relacionar la violencia con la desigualdad e 
inequidad, dejan percibir que la violencia es una construcción del imaginario social, que 
afecta la cotidianidad y la vida misma de las personas. En este sentido Victoria dice “lo que 
hace que uno ejerza la violencia, lo que lo lleva a hacerlo es la sociedad, el pensamiento 
que tiene la sociedad sobre lo que es bonito y lo que es correcto.” Esta afirmación nos 
permite distinguir lo que Castoriadis describe como el imaginario social instituido, el cual 
regula y normativiza brindando un calificativo de lo que es bueno y malo, lo que hay que 
rechazar y lo que hay que aceptar. 
 
En palabras de Lucía, -mujer de 40 años, madre de cuatro hijos, de ascendencia 
campesina, quien es víctima de desplazamiento- existen múltiples violencias, “física, 
verbal, psicológica, contra los niños, la del país”. Igualmente, plantea que: 
 
34 TRANSFORMACIÓN DE IMAGINARIOS SOCIALES SOBRE LA VIOLENCIA, COMO APUESTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ 
 
 
El gobierno no apoya algunas leyes que pueden servir al pueblo, porque a los políticos 
del gobierno no les entra plata con estas leyes, a manera de ejemplo, la ley de legalizar 
la droga, expresa como esto generaría que los campesinos se beneficiarán y no 
tuvieran que realizar una actividad ilegal, pero es el gobierno el que no quiere, porque 
a partir de este negocio entra dinero al gobierno y a políticos que se benefician de la 
ilegalidad. (entrevista realizada a Victoria mayo 2018) 
 
La mayoría de las mujeres, consideran a la violencia como un atributo natural de todo ser 
humano, asociándolo a características particulares del mismo y generando la falsa idea de 
su imposibilidad de eliminación. Es así que, Victoria afirma que “la violencia no se puede 
eliminar, porque el ser humano es egoísta, posesivo, manipulador”. Por lo cual asumir la 
violencia como natural nos conlleva a invisibilizar los hechos de violencia o a situarlos en 
el ámbito privado e íntimo, donde el responsable es el sujeto. 
 
Por otra parte, algunas de las mujeres, dejan ver la imposibilidad de acabar con la violencia 
no por cuestiones de naturalización, sino por intereses particulares asociados a la 
necesidad de mantener la violencia estructural y por ende otras violencias funcionales a 
ella. Al respecto, Lucía expresa que la violencia no se puede acabar del todo porque no 
hay un interés del gobierno, habla de cómo “en muchos países la educación superior es 
gratis, acá el ICETEX es un robo, si hubiera más educación para los niños de estratos 
bajos no habría violencia”. Aquí, se manifiesta el ciclo de violencia a partir del vértice de la 
violencia estructural y las desigualdades generadas por este, conllevando a comprender 
la violencia como opción de vida. 
 
A su vez, Victoria nos muestra cómo se puede transformar la violencia, cambiando el 
pensamiento de la gente, partiendo de reconocer que las personas son diferentes, y que 
por ello no deben ser excluidas. Sin embargo, nos dice que en Colombia no es fácil cambiar 
el pensamiento de la gente, porque en “Colombia hay un régimen, un gobierno que nunca 
lo va a permitir dado

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