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Mirando Filo (desde la vereda de enfrente) Era noviembre de 1978. En junio había sido el mundial de fútbol y el país vivía las secuelas de aquella fiesta popular. En esos días había dado varios parciales en la Facultad y me había ido bárbaro. La única duda era mi performance en el segundo parcial de Oriente, cuya titular, la profesora Perla Fuscaldo, era un mito de la Facultad. A la semana siguiente del parcial la ayudante me dice: -Beraza, usted tiene que ir al Instituto porque la Titular (Perla) quiere hablar con Usted. En ese momento pensé que si me llamaba no era para felicitarme, sino para darme un sermón y después anunciarme lo peor (siempre fui pesimista). Llegué a la cita indicada en el viejo edificio de Filo en 25 de mayo 217-221. Por ese entonces los militares recién lo habían pintado. El edificio era un viejo hotel que me hacía acordar a las películas argentinas de los años cincuenta. Escalinatas de mármol, techos altos, barandas de hierro otrora relucientes. Sólo faltaban las mellizas Legrand y el teléfono blanco. En realidad, era un hotel viejo y recauchutado. El Palace había sido vendido al estado y desde los treinta hasta Onganía había sido la sede del Banco Hipotecario Nacional. Como decía, llegué a horario y para mi sorpresa me recibió la adjunta (que no la quería a la Titular) y me expresa lo siguiente: -Perla, está tomando exámen y no se sabe a qué hora viene. Vaya a tomarse un café enfrente y vuelva dentro de un rato. Cuando la adjunta me está diciendo esto aparece detrás mío otro hombre que escuchó lo que me había dicho y espetó fastidiado: -Yo laburo, ¿No lo podemos dejar para otro día? grand palace hotel (1905 - 2020) F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S 1 La respuesta fue nada. O esperábamos o podía tronar el escarmiento (eso es lo que el hombre y yo sentimos), puesto que casi al unísono dijimos: -Vamos a Salisbury y volvemos en un rato. -Bueno, dijo la adjunta. Como suele suceder en estas oportunidades, aunque nos conocíamos apenas de vista, bajamos y decidimos ir a esperar en el bar de enfrente. Salisbury era un viejo bar al que concurría toda la fauna de Filo. Hoy hay un super chino. La verdad no era una piojera, pero tampoco era el café Tabac. Nos sentamos con el hombre por el fondo y después de expresar ambos nuestro fastidio y hacer una pequeña catársis, pasó lo que ocurre en los encuentros primerizos. -¿Cómo te llamás vos me dijo? -Luis, le contesté -¿Y vos? -Pocho -¿Pocho qué?, repregunté. -No importa, Pocho a secas. Pocho era un tipo que me doblaba en edad (yo era un veintiañero) que, como dicen las crónicas policiales,parece saber más de lo que dice. Era medio petiso, de ojos chiquitos, barba recién afeitada, y orejas estilo Sr.Spock. Se notaba en él un gran cansancio moral, producto de muchas batallas realizadas. Quizás lo más interesante era que parecía un intelectual con acento porteño y sabor a Buenos Aires (probablemente por eso me causaba una gran simpatía). Después de hablar de los tópicos habituales de los varones: minas y fútbol (la política estaba prohibida), no se porqué salió el tema de lo que era Filo. ¡Ah, ahora me acuerdo!. Le dije que yo conocía la sede de Independencia porque mi viejo tenía un hotel enfrente de dicha sede, que allí había balconeado los quilombos de la época de Onganía. Y que no entendía la razón por la cual todo parecía tan quieto ahora. Pocho me miró con cara de compasión, comprendiendo que yo era un pichón, en otras palabras, un pichi. F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 2 No se si porque tengo cara de bueno, o de otra cosa me dijo: -Mirá pibe, el país está siendo reprimido por los militares. Pero la razón fundamental son las ideas, no esa patraña de “la subversión apátrida” que dicen ellos. Esta Facultad tenía gente muy capa que pensaba y hacía cosas que discutían al pensamiento dominante. Obvio que con errores y chapusera, pero somos argentinos. -No sólo me interesó lo que decía Pocho, sino que ví en él muchas ganas de desembuchar temas que por entonces eran tabú. -¡Dos cafés, gritó Pocho!. El mozo, un gallego gordo rápidamente corrió al express. Luego Pocho, se separó los cuatro pelos que tenía con un peine pantera que sacó del bolsillo, y me dijo: -Mirá, yo te voy a contar este tema de las ideas y del flor de despelote que se armó por aquellos años. Todo empezó para mi cuando Onganía intervino la UBA y puso como Decano a Horacio Difrieri, después de “la noche de los bastones largos”. Muchos profes renunciaron y se produjo un vacío muy grande. También hay que decir que algunos Titulares se rajaron al exterior y dejaron a la tropa en banda. Y aquí vino el tema. -¿Dónde funcionaba Filo?, le pregunté. Entonces, como si fuera un maestro de bar, agarró el cenicero y los dos pocillos de café recién tomados y con la birome señaló: -Filo fue trasladada (antes) de Viamonte 430 a Independencia 3065 donde vos la conocés y todavía por esos años funcionaban algunos Departamentos e Institutos en Reconquista y 25 de mayo. Otros en el viejo Hospital de Clínicas, y finalmente acá en 25 de mayo 217 . Este edificio recibió por entonces una mudanza que –como todo acá- se hizo lentamente. ¿Y qué pasó entonces? Le insistí. Bueno, dijo Pocho, como te decía los milicos colocaron algunos titulares interinos pero muchas carreras no podían funcionar por falta de profesores. El caso más emblemático fue Sociología (que se daba en Filo) que recién volvió a dictarse en 1967. F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 3 ¿Eso es todo lo que hicieron los milicos con la UBA?, pregunté ansioso. -No, contestó Pocho. Hicieron una bonita ley universitaria, la 17245. Por esta ley la Facultad la gobernaba el Rector y los Decanos puestos por el poder Ejecutivo, pero asesorados por los profesores titulares. Olvidate del activismo estudiantil y del reformismo tripartito. ¿Y qué efectos produjo? Pregunté. -Mirá, en Filo, algunos profes, un poco por convencimiento intelectual y otro poco por la época, se fueron radicalizando a la par de los estudiantes. Ambos ejercieron una gran presión contra los titulares más conservadores y fachos y contra el Decano. Lo más conocido fue el caso de las Cátedras Nacionales. Desde el cristianismo social se fueron peronizando. -¿Qué profesores titulares recordás que se radicalizaron?, inquirí. -El caso más emblemático fue Sociología. Y esto se relaciona con lo que te dije antes. Los cargos vacantes de profesores fueron llenados por cuadros de la Iglesia, lo que pasa que no todos eran ultramontanos, sino algunos venían de la Iglesia posconciliar. Recordá que recién había ocurrido el Concilio Vaticano II. -¿A quién recordás especialmente?, olvidándome que teníamos una cita con Perla y que esto se ponía bueno. -En primer lugar, a Justino O’Farrell y Gonzalo Cárdenas me dijo Pocho. -¿Quiénes son esos tipos?, pregunté sorprendido por oir hablar de personas desconocidas -Bueno, dijo Pocho, eso te lo explico mañana. Yo trabajo por acá. Si querés, nos encontramos acá en Salisburi a esta hora. Subamos a ver a Perla, me dijo, y nos dirigimos hacia el Tercer Piso. (Continuará) Luis Fernando Beraza F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 4 Mirando Filo (desde la vereda de enfrente) (III) Después de mi última charla con Pocho en mi cabeza había como dos temas que me daban vuelta. El primero era que este hombre me había abierto una puerta hacia un mundo que desconocía. Yo era un joven inexperto, hijo de la clase media baja, que había vivido hasta entonces aisladoy desinformado. Huérfano de padre vivía con mi vieja, una pensionada humilde que hacía lo que podía. Mis hermanos estaban casados y no vivían con nosotros. De todas maneras, ambos eran personas despolitizadas, bastante desinformadas, que tenían los problemas del cotidiano vivir y poco más. El otro tema era Pocho. ¿Quién era este tipo? Había momentos de la charla que me parecía un tipo inteligente y bien intencionado. En otras, cuando se entusiasmaba, era un cuadro político-universitario de esos que retrataba en nuestras charlas. ¿Qué buscaba al conversar con un desconocido como yo? ¿Sería un guerrillero? ¿O acaso un servicio?. Esta última idea me aterraba, pero mi curiosidad y mis pocos años me remitían una y otra vez a la idea de un nuevo encuentro. Así con el correr de los días estas situaciones se fueron transformando en una obsesión maldita que no podía comprender ni entender. Y entonces lo llamé. Atendió del otro lado una mujer, muy protocolar ella, quien dijo que esperara un momento, que me iba a dar con Pocho. Mientras esperaba en el teléfono pensaba si Pocho no era un apodo medio vulgar para un capo, además si la mina que me había atendido no parecía demasiado formal como para llamarlo así. Al fin, atendió. -Hola Luis,¿como estás? Me dijo del otro lado. grand palace hotel (1905 - 2020) F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S 1 -Yo bien. Te llamaba para seguir charlando. Se hizo un silencio. Luego dijo: -Mirá como te dije no podemos hablar en Salisbury. Lo que podemos hacer es vernos el sábado en otro lado. Yo tengo una casita. ¿Vos dónde vivís? -En Once, le dije. -Bueno, ¿Te queda bien que te pase a buscar por la esquina de Belgrano y Catamarca?. De ahí vamos para mi casa. La verdad es que me pareció rara la propuesta. Pero no me achiqué y le contesté: -Bueno, ¿está bien a las 16 hs? -Convenido. Te paso a buscar con el auto en esa esquina y a esa hora, dijo Pocho. A la hora estipulada el sábado me pasó a buscar. Tenía un Peugeot 504 muy viejo, pero andaba. Del lado del acompañante viajaba una mujer que nunca había visto en mi vida. Como Pocho, me doblaba en edad. Estaba vestida muy sencilla. No usaba pintura. Era muy hermosa. Por la voz me dí cuenta que era la mina que me había atendido por teléfono. Pensé que era la esposa. Hablamos muy poco en todo el trayecto. Una media hora después Pocho disminuyó la marcha y me avisó: -Mirá Luis, te quiero pedir un favor, ponete la campera en la cabeza. Después te explico. La propuesta me cayó como una bomba. ¿Quiénes eran estos tipos? ¿Dónde me llevaban? -No pasa nada. Somos buena gente, dijo Pocho. Lo que ocurre es que estamos en una época en donde no nos podemos arriesgar a que nos encuentre el Ejército o la cana. F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S I I I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 2 -¿Por qué? Dije antes de ponerme la campera sobre la cara. -Porque tenemos pasado y ellos no nos quieren dejar tener futuro. Vos quedate tranquilo que esto es una norma de seguridad, sólo por las dudas. Recién te conocemos.No pasa nada. Cuando me dieron la orden de sacarme la campera de la cabeza no sabía donde estaba. Parecía un lugar del Gran Buenos Aires, lejos de todo, aunque con casitas bajas de clase media. La calle estaba asfaltada, solo hasta la esquina. Después empezaba la tierra. Los arboles eran una curiosidad porque los pocos que había o eran recién plantados o estaban deteriorados. -Dale pasá, me pidieron amablemente. -Entré y había gente en el comedor. Serían como diez personas jóvenes, de distintas edades, que hablaban amablemente. Parecían amigables. -Bueno, dijo Pocho. Él es Luis, un compañero de Filo. Nosotros nos vamos al escritorio porque tenemos cosas que hablar. En un rato vuelvo y me sumo a esta reunión. -Todos sonrieron y asintieron a los dichos de Pocho. Entramos a una habitación mediana con un escritorio y dos sillas. No había libros en las paredes, ni insignias de nada. Sólo unos cuadros de paisajes berretas de afiches viejos. Obviamente tenía ganas de preguntar de qué se trataba todo esto. Saber quién era él, quienes eran los que estaban ahí, qué estaban haciendo. Pero, de vuelta, me pareció que eso podía ser el fin de una charla que me interesaba. Por ahí más adelante me animaba. La cosa empezó como en la última reunión. Me preguntó por dónde ibamos. Le expliqué que en el momento en que empezaba “la primavera camporista”. Y entonces émpezó a hablar. Bueno, como te imaginarás, después del triunfo de Héctor Cámpora el 11 de marzo de 1973 hubo un estado de movilización social y política de la juventud como no se vió nunca. La consigna fue entonces evitar el continuismo. Así fue que previo al 25 de mayo de 1973 fueron tomadas las Facultades, en el caso de Filo la sede Independencia y el Hospital de Clínicas. F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S I I I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 3 No sé que pasó con 25 de mayo. De todas maneras, el Rector y los Decanos anteriores ya no podían hacer nada. ¿Qué pasó a partir del 25 de mayo?, pregunté curioso. -Cámpora, con el aval de Perón, nombró Ministro de Educación al Dr.Jorge Taiana, un peronista de la vieja guardia y la UBA se la entregaron a la Juventud Universitaria Peronista (JUP), que por entonces era una rama de Montoneros. En Filo fue nombrado Decano Justino Ofarrell, quien ya te lo nombré por las cátedras nacionales. -¿Que pasó después? -Bueno, dijo Pocho. A diferencia del reformismo universitario antiperonista o no peronista ya no se buscaba la modernización sino la revolución en las aulas. Lo primero que hizo la nueva gestión –como era de prever- fue pedir la renuncia de todos los directores de Institutos de 25 de mayo y separar de sus cargos a aquellos profesores que a juicio de la nueva gestión (la JUP) habían sido parte del sistema represivo implementado anteriormente. A algunos que se les vencía el contrato porque no eran concursados no se les renovó. -¿Hubo lío?, pregunté ingenuamente. -Obviamente contestó Pocho. Todos los renunciantes y echados sacaron un comunicado a través del Colegio de Graduados de Filo (ellos) diciendo que se había expulsado a profesores de trayectoria y se había puesto en su lugar a simples militantes políticos sin antecedentes, y en algunos casos, sin título universitario. Por supuesto, también los diarios tradicionales -como La Nación y la Prensa- hablaron del “asalto a las universidades”. Lo que pasaba era que entraba ahora en escena un sector nuevo muy politizado y con intenciones de cambio. Estaban desesperados como nunca antes. -¿Y....entonces? Como te decía, fue todo muy rápido. Ofarrell con la JUP nombraron a gente que tenía como elemento común una gran politización y su deseo de cambios rápidos. Ahora, el problema es que algunos eran inexpertos y además representaban líneas distintas del peronismo de izquierda. F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S I I I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 4 Por ejemplo, en Historia se buscaba más la reflexión política que el conocimiento y la investigación histórica. Todo se remitía a una interpretación del pasado para justificar la militancia del presente. Como éste era el objetivo sólo se ocupaban de materias vinculadas a la Argentina y Latinoamérica. A los otros profesores los dejaron vivir en general. Creo que una excepción fue el Dr.Angel Castellán al que separaron del cargo “por falta de rectitud universitaria”, ya que había sido Decano y represor del movimiento estudiantil. -¿Qué nuevos profesores se hicieron cargo ahora? ¿Te acordás? Le pregunté. -Si. Me acuerdo de muchos. Esperá un cachito que traigo unos cafés y vuelvo. Al rato volvió, y sorbiendo un café bastante humilde continuó el relato. -Mirá tengo memoria pero seguro que me voy a olvidar de muchos. Te menciono los que me acuerdo. En los Institutosnombraron a Adriana Puigross en Ciencias de la Educación, a Paco Urondo, como director del Departamento de Letras (luego vino Eduardo Romano), en el Departamento de Historia en principio a Rodolfo Ortega Peña (en ese momento también estuvo a cargo de la conducción de Oriente y de España, entre otros), a Guillermo Gutierrez como Director del Departamento e Instituto de Antropología, a María Julia García en el Departamento de Psicología, y en el Departamento de Ciencias de la Información a Josefina Pinsker de Olivera). Ah, me olvidaba, a Conrado Eggers Land como Director del Departamento de Filosofía. -¿Y en otros Institutos de 25 de mayo? -Bueno, de acuerdo a la época, se crearon nuevos institutos y se cambiaron la conducción de todos. Yo me acuerdo de Eduardo Luis Duhalde –socio de Ortega Peña- director de la revista “Militancia” y abogado de presos políticos que asumió como Director del Instituto Emilio Ravignani después de la renuncia de Ricardo Caillet Bois. Ahorael Ravignani se pasó a llamar Dr.Diego Luis Molinari. Se creó el Instituto de Estudios del Tercer Mundo cuyo director fue Saad Chedid, en el Instituto de Historia Moderna ocurrió un caso particular: se nombró director a Gunnar Olson, un sociólogo de las Cátedras Nacionales,creo que era marido de Alcira Argumedo. F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S I I I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 5 Lo interesante es que un Instituto que estudiaba el Renacimiento y la Modernidad europea fue reemplazado por otro llamado “Centro de Estudios del Tercer Mundo José Gervasio de Artigas”. Es decir, que se cambió su conducción y su objeto de estudio. -Bueno, dije yo, ¿pero había o no había un proyecto de universidad? Como había pasado la vez anterior Pocho miró el reloj y me dijo: -Mirá, hace rato que estamos acá dándole a la lengua. ¿Querés venir el sábado que viene que no va a haber reunión y podemos charlar mejor. -Bueno, le dije. Ahora, ¿Cómo me voy de acá?. -Muy fácil. Llamo a un compañero y te lleva. -¿No será molestia? Para nada. Además ¿Cómo te pensabas ir?, dijo riendo. Al rato apareció un gordo grandote de patillas y bigote que me invitó a subir a un auto desconocido. Subí, me indicó que me pusiera la campera en la cabeza y al rato estábamos en Capital. Eran como las tres de la mañana cuando llegué a Belgrano y Catamarca. Había sido un día de locos. Caminé dos cuadras (yo vivía en Catamarca y México) y me acosté a dormir . Bueno, es una manera de decir. (Continuará) Luis Fernando Beraza F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S I I I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 6 Mirando Filo (desde la vereda de enfrente) (IV) La experiencia de la campera en la cabeza, el misterio de la gente reunida, y las conversaciones con Pocho despertaron mi conciencia dormida: me había dado cuenta que pasaba de todo a mi alrededor, que yo vivía en una burbuja, que había una historia desapercibida por la mayoría y que, en definitiva, había que hacer algo contra la opresión que se vivía. Mis sospechas sobre la personalidad y la acción de Pocho me llevaban a pensar en que no era un policía ni un servicio, pero que tenía una identidad distinta a la que aparecía en los documentos, que en algo andaba y yo tenía que averiguarlo. ¿Para qué?. Supongo que eso lo sabría más adelante. Pasaron los días y seguí cursando en Filo. No me crucé con Pocho. Era septiembre de 1978. Se había acallado la euforia del mundial y los milicos volvían nuevamente a ser cuestionados. Pero en este caso por ellos mismos. Habían pasado dos años de gobierno, y la política económica de Martínez de Hoz daba sus primeras bocanadas de agotamiento. Los militares no parecían tener una opción de futuro, salvo pelearse entre ellos. En ese sentido la Marina -encabezada por el Almirante Emilio Eduardo Massera- daba cada vez más señales de disconformismo y ansiedad para una salida electoral acotada. Parecía como que el Jefe de la Armada -convencido de que no podía ser presidente usando la estructura militar- planeaba saltar a la arena civil para ser la única alternativa a la debacle económica y social. Que un milico de Marina pudiera imponerle una política al Ejército y arribar a los más altos planos era una jugada arriesgada, yo diría casi suicida. Nunca se había dado en la historia argentina. grand palace hotel (1905 - 2020) F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S 1 -Pero vuelvo a Filo. Un día me comunican que el teórico de Latín II no se iba a dar en la sede de Independencia, porque la estaban arreglando, sino en 25 de mayo. Ahí conocí el salón principal de dicho edificio. Algunos decían que a comienzos del siglo XX había sido el comedor del Hotel Palace, de Samuel Mihanovich. Era un enorme recinto que daba a la Avenida Paseo Colón, entre Cangallo y Sarmiento. Estaba enfrente del Palacio del Correo Central. Llegué allí con dificultad. Como dije, vivía cerca, pero ese día llovía a mares. Con decir que el colectivo 56 me dejó a cinco cuadras de 25 de mayo y Cangallo. Las bocas de tormenta estaban desbordadas, las calles semi inundadas. Cuando llegué, después de la revisación de rigor de la policía en la puerta, tuve que tirar el paraguas que ya no servía y sacarme los zapatos para secarme los pies. Poco después, al dirigirme al salón encuentro a Pocho en la antesala. Parecíamos dos náufragos en medio de una tormenta: mojados, un poco molestos por tener que concurrir a Latín, y la verdad en un estado lamentable. Yo fui siempre medio rata, pero Pocho –que nunca perdía la compostura- daba gracia: por primera vez parecía un gato mojado y asustado. No podía dejar de causarme gracia. En el salón enorme éramos cinco: él, yo y tres chicas con lentes culo de botella, esas minas que transitan caminos iguales a uno, pero en una dimensión paralela. En otras palabras, eran estudiosas pero nunca daban ganas de hacer sociales con ellas. Sólo podía hablar con Pocho. El verlo en estas circunstancias generó un clima un poco más íntimo entre nosotros. Tal es así, que muy animado me dijo: -Ché Luis, ¡qué hermoso día para hablar en Latín! -Sí, espero que a mi me de el “Don de lenguas”, porque no creo que hoy pueda hablar ni en castellano. -Entonces, hablemos en jeringoso, que es lo mismo, me contestó. Luego de charlar un rato de fútbol, ya que ni de minas se podía conversar, apareció un no docente, o algo así, que nos dijo con su cara de poker: F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S I V G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 2 -La profesora acaba de avisar que no puede llegar, así que la clase queda suspendida por hoy. -¡La reputísima madre! dijo Pocho, mientras las minas culo de botella desaparecían. Eran las seis y media de la tarde y no sólo habíamos ido al pedo, sino que tampoco podíamos salir por la lluvia torrencial. Se ve que los canas de la puerta nos vieron cara de desgraciados porque uno vino y nos dijo: -Eh, ustedes. Dice el Jefe (no sabíamos a qué Jefe se refería) que se pueden quedar un rato más en el Salón. Nosotros estamos hasta tarde y tenemos las llaves, así que no se preocupen. -Bueno, dijimos a coro. La casualidad me volvía a unir a este enigmático y ahora mojado compañero. Lo primero que hizo Pocho es secarse el cuerpo con un pañuelo. Luego empezó a investigar en el salón la existencia de diarios viejos. Por suerte, encontró un pedazo de La Nación y se lo puso en los zapatos. -Bueno Pocho, le dije, ¿Vos conocías este salón? -Claro, acá en el año 73 mientras fue el período de Cámpora la gente de Letras pasaba películas que traían del Fondo Nacional de las Artes. Incluso en algunas oportunidades había pibes y pibas de la Facultad que tocaban música y cantaban. Lamentablemente duró tres semanas. -¿Vos lo viviste en persona? le pregunté. -Claro, la verdad yo venía por una chica de Letras que me volvía loco. De todas maneras,recuerdo al profesor Eduardo Romano, quien además de traer ese material empezaba a incorporar otros textos como historietas, diarios, y revistas que hoy están prohibidos. Además, se modificó el plan de estudios y se empezó a hablar de literatura y sociedad, tema que hoy kaput. Me acuerdo también de otros profesores como Jorge B.Rivera, un especialista como Romano en cultura popular. Aquí mismo (me marcaba con el dedo) daban clase los profesores. F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S I V G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 3 -¿Y qué mas pasaba acá?, aproveché para tirarle de la lengua. -Como sabés, los Institutos marcaban las líneas de investigaciones, tradicionalmente determinada por el Pope de turno. En ese sentido se pidió como ya te dije la renuncia de todos y se empezó a operar de acuerdo a la nueva línea política. -¿Y cuál era esa línea política?, pregunté. -Mirado a la distancia –con el diario del lunes- lo veo más claro. Al principio fue la que marcaba JUP-Montoneros y el llamado peronismo de Base (Ortega Peña-Eduardo Luis Duhalde). En esa primera etapa crearon un montón de Institutos nuevos, nombraron profesores eméritos a intelectuales generalmente proscriptos, otros muertos, y se introdujeron materias que tendían a bajar la línea que se proponían: antiimperialismo, indigenismo, latinoamericanismo, peronismo de izquierda. Recuerdo al colorado Jorge Abelardo Ramos leyendo proclamas indigenistas en América II. Las materias de Argentina y Latinoamérica tendían todas a decir que la oligarquía aliada del imperialismo británico y luego yanqui había cooptado las mentes de los jovenes para practicar lo que Arturo Jauretche llamaba “la colonización pedagógica”, una especie de lavado de cerebro en contra de los pueblos del Tercer Mundo. Que había que revisar la historia, abrir la literatura a los sectores populares, reformular las categorías sociológicas y practicar una nueva pedagogía a favor del oprimido. En pocas palabras, un enfoque más cercano al marxismo -¿Y la segunda etapa?, le repregunté. -Bueno, creo que esa primera etapa no llegó a concretarse el programa que ese grupo buscaba. Esto revela –me parece- una indudable resistencia de un sector llamemos más académico que intentó y finalmente logró moderar la cosa. Una buena prueba de ello fue el nombramiento del profesor Enrique Tandeter como Director del Departamento de Historia. En lo macro la caída de Cámpora y la nueva línea política de Perón fueron debilitando al llamemos sector más revolucionario. En pocas palabras, no había un marco político real ni tiempo para los que quisieron conducir al principio la “Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires”. -Pero si ya había un sector más moderado en Filo que estaba reconduciendo las cosas, ¿por qué pasó lo que pasó después? F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S I V G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 4 -Muy sencillo, porque el peronismo de derecha quería tomar el control. ¿Cómo iba a dejar López Rega, una vez muerto Perón, que Adriana Puigross fuera Decana de Filo? De ninguna manera. Entonces entraron ellos. Vino Ottalagano de Rector, de Decano Raúl Sanchez Abelenda, y de director del Departamento de Historia a finales del 74 Marcelo Bórmida. En ese momento, apareció un cana y nos gritó:- Eh, ustedes dos. Ya paró de llover y se tienen que ir. -Bueno, está bien, ya nos vamos, dijo Pocho. -Al incorporarnos, me miró y sin mucho prólogo me dijo: mirá ya hemos hablado mucho. Te invito al lugar que conocés el sábado para hablar del presente. ¿Te animás?. ¿Venís? -La sorpresa por la propuesta me desestabilizó. Segundos después, más repuesto, le contesté: -Está bien. Voy. Pero necesito que hablemos a calzón quitado. -Así lo haré, contestó Pocho. -Nos despedimos. -Gambeteando charcos, con la cabeza hecha un bombo, y con la expectativa al rojo vivo subí al 56 y regresé a mi casa. (Continuará) Luis Fernando Beraza F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S I V G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 5 Mirando Filo (desde la vereda de enfrente) (V) Luego de la comunicarnos en la semana Pocho me pasó a buscar, esta vez por la esquina de Independencia y Catamarca en el barrio de Balvanera. El viaje fue ameno. Pocho estaba sólo y yo iba a su lado. Cuando llegamos a la Avenida General Paz viniendo por Juan Bautista Alberdi pasó lo esperado: me pidió que me pusiera el sueter en la cabeza hasta nuevo aviso. No dije nada y me lo puse. Minutos después el auto se detuvo y me avisó que podía mirar. Lo hice. Como la otra vez, entramos a la misma casa, pero ahora nos quedamos en el comedor. Estábamos los dos solos. Me ofreció un café. Accedí. Se sentó en el sillón enfrente de mi. Cruzó las piernas y como empezando un discurso me dijo: -Mirá Luis, te cuento. Como ya te imaginarás, yo soy un hombre grande y tengo una trayectoria. Por razones de seguridad no te puedo contar mi vida y tampoco importa demasiado. Ya habrá tiempo para eso. -Bueno, mirá algunas personas estamos armando algo que tiene por objetivo continuar la tarea de los compañeros de hace algunos años, la mayoría hoy encarcelados o prisioneros de los militares. La idea es incomodar a la dictadura mediante pequeñas acciones. A diferencia de las organizaciones político-militares no vamos a practicar la lucha armada que todavía ellos sostienen, por ejemplo los Montoneros. ¿Por qué? Básicamente porque no da resultado. No es que seamos pacifistas. No somos progres. Pero en este momento de la lucha ellos tienen todas las de ganar. La opinión pública todavía está anestesiada. No sabe o no quiere saber lo que está pasando. Por ahora, nuestro objetivo es molestar, desorientar, confundir. grand palace hotel (1905 - 2020) F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S 1 Que no sepan nunca por dónde va a venir la pelota. Como son medio burros van a creer que somos más de lo mismo. Y no es así. Como la cosa venía de confianza, me atreví y le dije: ¿Ustedes son marxistas, o que son? Pocho evidentemente no esperaba esta pregunta, pero igual me contestó: -Mirá, te lo digo en líneas muy generales. La mayoría de los que trabajamos en esto como encargados somos peronchos. En otras palabras, entendemos que por distintos motivos la Argentina no tiene salida sin ese continente que se llama peronismo. ¿Por qué? Porque no creemos en un movimiento de alucinados que quieren ser vanguardia sin la clase obrera. Para nosotros peronismo sin sindicatos es una boludez de imposible realización. Por otra parte, la idea es llamar a una conciliación de clases, que es lo único posible. Obviamente para eso primero se necesita expulsar a la oligarquía de los Martínez de Hoz, los Alemann, y toda esa mafia que nos gobierna. -¿Hay algún antecedente de este acoso en la sombra que piensan hacer?, dije tratando de entender este experimento. -Mirá, hace poco menos de de dos años hubo un compañero escritor que quiso hacer algo parecido pero fue chupado por los militares. El error – creo- es que consideraba (porque era periodista también) que el mensaje debía ser casi exclusivo para las Fuerzas Armadas y los medios de prensa. No podía percatarse que -sin un registro de la opinión pública de nuestras acciones- éstas serían inocuas a nivel interno. -Pero, ¿no te parece que trabajar sólo en la Facultad de Filosofía y Letras es lo mismo que vos estás criticando?. -Tenemos gente en distintas partes dijo Pocho, no te preocupes. No estamos sólos. Hay una base de pibes como vos sin antecedentes políticos que tienen la ventaja de no tener pasado. Si hacemos las cosas bien, no nos pueden detectar. Está todo pensado. F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S V G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 2 -¿Cómo se rompería el silencio informativo de prensa? -Mirá, a las Facultades va la clase media, que irá comentando lo que hacemos. Por miedo o extrañezalo van a difundir. Los medios están hechos para esa gente. En algún momento algo va a salir, a pesar de la censura. La historia es buena. No se la van a perder. No vamos a mandar cartas a los medios como hizo este periodista y escritor que te dije. -¿Con eso alcanza?, pregunté dudoso. -Esta es una primera etapa. De todas maneras, tantos focos al mismo tiempo los va a confundir. Sumale el hecho de que están peleados entre ellos. Esto los va a dividir más. -¿Cuántos somos, quiénes somos? pregunté -Ese un dato privado, afirmó Pocho. En ese momento, se levantó y con cara de poker me interpeló: -Bueno, Luis. ¿Agarrás viaje o lo querés pensar? Era una respuesta complicada. Ya había pensado en los pro y los contra. Ahora como contra se sumaba que parecía una propuesta delirante. Pero, como yo con mis pocos años me pasé la vida leyendo historia la mayoría de los grandes hechos de la humanidad empezaron así. Me imaginé al Che Guevara cuando le dijo Fidel de subirse al Granma para invadir Cuba, o a Hernán Cortez desembarcando en México y metiéndose en medio del pueblo azteca, o a Domingo Martínez de Irala remontando el río Paraná instalando un fuerte en medio de las naciones guaraníes, entre otros. La vida es racionalidad pero –como decía Erasmo en “elogio de la locura”- una vida correcta no es vida. A mi se me ocurría que un carnaval, como era la Argentina, sin locura no es un carnaval es un velorio. No me gustaban los velorios. Pensé en mi vieja que no querría saber nada por miedo de todo esto. Pero bueno, no tenía porque saber y además supongo que la tarea –eso creía- no me insumiría más tiempo del que ya estaba fuera de casa. De esa manera, no sospecharía nada. Así mis hermanos ni mi familia sabrían nada. Finalmente, mi viejo ya muerto había sido peronista de Perón. Era un poco seguir el camino que emotivamente había seguido mi viejo, chofer e inspector de la Corporación de Transportes de Buenos Aires. F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S V G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 3 -Eh, pibe, te pregunté algo, me apuró Pocho (porque me había quedado pensando). -Bueno, le dije, acepto. -¡Muy bien! ¡Bienvenido a la Agrupación! -Gracias Pocho, ¿Qué tengo que hacer?. -Por ahora, nada. Tenés que esperar instrucciones. -¿Me las vas a dar vos o quién? -No, yo no. Te las va a dar otra persona, dijo Pocho. -¿Quién?-Ya vas a tener noticias, no seas ansioso. A propósito, ¿De qué cuadro sos hincha Luis?. -De Veeelez Sarfield. -Ok, te pido que vayas a la Facultad hasta que te contacten con algún escudo pequeño del Fortín . Obviamente que sea visible, pero discreto. ¿Tenés eso? ¿Te vas a acordar? -Por supuesto, le dije. Lo que me pedís es como preguntarle a un brasilero si tiene bananas, o a un paraguayo si chupa naranjas. Soy re fanático de Vélez. ¡Cómo no voy a tener!. -Bueno, pibe, ahora te llevo, que tengo mil cosas que hacer. -Está bien. Pocho abrió la puerta. Ya estaba anocheciendo en el sórdido suburbio. Subí de vuelta al auto y reiniciamos el periplo hacia mi domicilio. Llegamos a Balvanera. Ahora me dejó en la esquina de mi casa: México y Catamarca. Antes de despedirnos Por primera vez, Pocho me abrazó y me dijo: -Pibe, te metés en la historia. Ha llegado la hora de actuarla, no sólo de leerla. F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S V G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 4 No le contesté, caminé como sonámbulo y cuando llegué a mi casa una sensación de satisfacción me recorrió toda mi mente y mi cuerpo. (Continuará) Luis Fernando Beraza F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S V G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 5 Mirando Filo (desde la vereda de enfrente) (VI) Pasaron muchos días desde que tuve la última conversación con Pocho. Al principio estaba muy ansioso. Era mi primera vez en la política real. Se había acabado la lectura y ahora –me decía- empezaba la acción. ¿Cómo sería? ¿Qué me esperaba en el futuro? Como dije, estaba ansioso. Llevaba mi escudito de Vélez en la solapa o en la campera que llevaba a la Facultad. Como era lógico me parecía que cualquier desconocido que se me acercaba era mi contacto. Una vez recuerdo que una compañera vino de una punta del salón de la comisión de Historia Clásica a dónde estaba yo, que, medio nervioso le dije: -¿Qué necesitás? ¿Te puedo ayudar en algo? La flaca, de anteojos y sobretodo, me miró con cara de nada y me dijo sin más trámite: -¿Tenés fuego? En otra oportunidad se me acercó un compañero mucho mayor que yo. Me empezó a hablar de fútbol, cosa que me entusiasmó porque yo llevaba el escudito. Ese día Vélez había jugado con Boca y como era de preveer en la Bombonera habíamos perdido. En pocas palabras, más que contacto el tipo estaba informado que yo era el único hincha del Fortín de la Facultad y venía a gastarme. El compañero carecía de originalidad, puesto que recurrió al latiguillo de todos los bosteros e hinchas de equipos grandes: -Ché. ¡Menos mal que con un colectivo les alcanza para venir a la Boca! La próxima vez avisame que les prestamos algunos hinchas. ¡Qué poquitos que son! grand palace hotel (1905 - 2020) F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S 1 Eso fue lo último que dijo. Porque, que me gaste un bostero amigo vaya y pase. Pero que este estúpido desconocido me viniera a cargar era inaguantable. Entonces me paré y le dije: -Nosotros somos poquitos, pero con estas dos poquitas manos, ¡vas a conocer a un hincha de Vélez! Y ahí nomás le tiré un cross de derecha que revoleó al bostero desconocido entre los bancos de madera de Independencia. El bostero se incorporó como pudo, ante el grito del público femenino que no entendía nada. Los varones inmediatamente nos separaron. Como era un clásico de los matones de barrio lo arrastraron al pasillo mientras gritaba: -¡Te espero a la salida! ¡Te voy a matar! Yo medio excitado todavía respondí como correspondía a su bravata: -¡Dale! ¡Vení nomás! Con estas dos poquitas manos te voy a dar otro cazote, pelotudo. El combate con el bostero terminó con mi ansiedad por encontrar el contacto que me había dicho Pocho. Hablando de Pocho, lo ví un par de veces en Filo, pero noté que trataba de evitarme. Tuve el impulso de acercarme pero después pensaba que si él no lo hacía tendría sus razones. No podía dejarme llevar por la ansiedad. Como no pasaba nada me ocupé de lo mío. Por entonces, lo mío era el laburo de preceptor en el Colegio y las materias de la Facultad. Obviamente también pasaban cosas en el país. A fines de 1978 las luces del mundial se habían apagado y el país estaba de vuelta contra las cuerdas. En este caso el problema era el Beagle. Resulta que durante el año anterior había salido el fallo de la Reina Isabel II de Inglaterra otorgando las islas del Canal de Beagle a Chile. El gobierno militar, presionado por el sector más duro del Ejército (Luciano Benjamín Menéndez-Ramón Camps, entre otros), había rechazado el laudo y lo había declarado nulo. F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S V I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 2 En otras palabras, habíamos aceptado un árbitro y por primera vez en la historia no aceptábamos su resolución. El gobierno chileno encabezado por el general Augusto Pinochet hizo lo lógico: se sentó a esperar sabiendo que con una resolución a favor y con Estados Unidos en la misma sintonía tenían todas las de ganar. Aceptaron reuniones con los diplomáticos argentinos, pero sin moverse de la resolución de la Reina Isabel. Incluso hubo una cumbre de los dos presidentes en Puerto Montt (Chile) donde fuera de protocolo Pinochet leyó un discurso reafirmando la soberanía chilena sobre las islas, ante la mirada perdida de un descolorido Videla. Era diciembre de 1978 y ya podían verse preparativos bélicos en los dos países. Recuerdo haber observado trenes cargados de soldados con banderas argentinas yendo hacia el sur.Mientras esto ocurría, en mi colegio también se me venía la noche. Y esta fue una de los espectáculos más increíbles que ví en mi vida: el enfrentamiento de un sacerdote pre-conciliar o ultramontano versus un Rector lefevrista. En otras palabras, la derecha vs la ultraderecha. ¿Qué había pasado? Resulta que unos meses antes había venido de visita el obispo francés Monseñor Marcel Lefevbre y el Episcopado -por orden del Vaticano- había repudiado su visita y le había cerrado todos los templos. Los pocos lefebvristas que había en Buenos Aires, entre los que se encontraba el Rector, habían sacado una solicitada en su apoyo. Rápido como el ángel exterminador el Episcopado llamó al cura párroco y le ordenó que echara al cismático Rector. El problema para el cura era doble: por un lado le daba pena echarlo porque pensaba como él. Por el otro, el Párroco era un amarrete y quería que renuncie para no pagarle nada. El lefebvrista atento a la maniobra se negó a renunciar y el colegio entró en una verdadera crisis. Recuerdo que en esos momentos yo debía cuidar la disciplina, abrir las aulas, poner amonestaciones, atender a los padres y levantar la bandera. Finalmente el cura echó al Rector lefebvrista y –lamentablemente- ahí no terminó la cosa. De vuelta, veloz como un rayo la Curia Metropolitana mandó un nuevo Rector, esta vez auspiciado por el Consudec (entidad católica que reúne a los colegios privados católicos). El nuevo Rector era un gordo medio petiso, que apenas sabía hablar. . F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S V I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 3 Tenía apellido vasco y gafas enormes. Usaba un traje color crema, el cual lo único que lograba era resaltar su exceso de peso. Pero eso no era nada. Lo peor que tenía era el maltrato que dispensaba a los pibes. Recuerdo una vez cuando de un puntapié le sacó a un pibe la mano de los bolsillos, entre otras lindezas. Más tarde me contaron que este nuevo Rector tenía como antecedente haber sido guardaespaldas del Dr. Ottalagano. Era gracioso, en 1974 había sido nombrado: “celador universitario”. Era un nazi peligroso. Como era lógico fui su enemigo desde el principio y me hizo la vida imposible. Me echó del contacto con los chicos y me mandó a hacer papeles a la Secretaría del Colegio. Obviamente mi suerte estaba echada y renuncié. Años después me enteré que el nuevo Rector había sido expulsado por robo de los salarios de los profesores del colegio. Así llegué a diciembre. Di algunas materias bien y empecé a prepararme para la batalla final contra Perla Fuscaldo, esto es Historia de Oriente. En paralelo y hablando de la Iglesia Católica la guerra con Chile no ocurrió y ambos gobiernos aceptaron la mediación del Vaticano en la cuestión de las islas del canal de Beagle. Como se imaginarán con todos estos despioles me olvidé del tema de mi contacto. Supuse que por los temas nacionales habían decidido esperar. Sin embargo, sobre el fin de 1978 una noticia me volvió a la realidad de todos los días. Resulta que el 20 de diciembre había desaparecido la diplomática argentina Elena Holmberg, prima hermana del ex presidente Alejandro Lanusse y miembro de una tradicional familia. Había sido secuestrada en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires. Por entonces, trabajaba en la Embajada Argentina en París. Lo extraño era que ni siquiera el diario “La Nación” anunciaba –como era común- que una banda subversiva había producido el hecho. Parecía un asesinato para callarla. Esta hipótesis se reforzó más cuando unos pocos días después su cuerpo sin vida apareció flotando en la aguas del río Luján. Todo parecía indicar que era un capítulo más de la guerra entre el Ejército y la Marina. Para mí era un manotazo de ahogado de Massera, quien todavía se creía impune y no admitía que su carrera hacia la presidencia era imposible. F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S V I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 4 Lo cierto también era que el gobierno estaba aislado internacionalmente y no daba respuestas. Justamente la aceptación del ingreso a la Argentina de la Comisión Interamericana de Dere- chos Humanos de la OEA parecía también el resultado de la interna militar y de la debilidad del mismo. ¿Estaban dadas las condiciones para una ofensiva como la nuestra? Unos días después, en Salisbury, después de ir al baño, encontré un papel sobre la mesa que decía: “En marzo arrancás velezano” (Continuará) Luis Fernando Beraza F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S V I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 5 Mirando Filo (desde la vereda de enfrente) (VII) El verano de 1979 fue muy calentito. Y no lo digo por el calor que, como siempre, fue asfixiante en Buenos Aires. Después del asunto del Beagle los problemas para el gobierno se agudizaron. Estaban aislados internacionalmente y empezaban a perder consenso interno. Uno de los problemas centrales era la inflación, que a lo largo de 1978 había sido del 170%. Ya no se hablaba de las inmensas ventajas que daba esta política para mejorar la calidad de nuestra industria, de la posibilidad de mejorar la productividad, y de la plata dulce. Ahora había amargas quejas por la especulación financiera que estaba quebrando a la producción y por los sueldos deteriorados por la inflación. La mejor prueba de ello era que los partidos políticos empezaron a hacer declaraciones públicas en convites y comidas que en realidad eran hechos políticos. Recuerdo al ahora opositor Ricardo Balbín, quien empezaba a hacer declaraciones públicas reclamando un estatuto de los partidos políticos para una salida democrática. En tal sentido el peronismo con Deolindo Bittel a la cabeza planteaba cosas parecidas. También la Iglesia, en este caso el cardenal de Córdoba Antonio Primatesta ponía el dedo en la llaga: recordaba que los efectos de la crisis estaban ya afectando a la clase media. En otras palabras, si esto era así, la situación era grave. Empezaban los conflictos gremiales. Recuerdo una huelga en la zona sur de la fábrica Alpargatas y en La Matanza otro conflicto que alcanzaba a 4000 trabajadores. La presión de las bases debe haber sido fuerte porque por entonces se hablaba de una huelga general que por cuestiones internas y tácticas había sido suspendida dos o tres veces. Por entonces ya había –como ocurría siempre- una central sindical dialoguista (La CNT, Comisión Nacional de los Trabajadores) y “los 25”, gremios combativos grand palace hotel (1905 - 2020) F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S 1 que apostaban por una línea dura contra el gobierno. Recuerdo que la cara visible de los primeros era el gremialista plástico Jorge Triacca, y del otro lado un por entonces poco conocido cervecero Saúl Ubaldini. Pero todas estas calamidades no querían decir que la dictadura militar estuviera muerta. Al contrario. Internamente había un sector encabezado por el presidente Videla que de alguna manera creía en una tibia apertura política, que desactivara las quejas sociales y neutralizara a los llamados sectores duros del Ejército y al ex jefe de la Armada, Almirante Emilio Massera. El problema para este sector era que no podía ir al tema económico, puesto que la política del ministro de Economía José A.Martínez del Hoz era el único respaldo internacional que les quedaba. Sacar a Joe significaba casi el final del gobierno. Por lo tanto, todo se conducía hacia una mayor represión y al caos social. Lo único que si pudieron hacer fue llamar a algunos políticos sin mucha representación para que se incorporaran al gobierno, iniciar un diálogo a través del general Albano Harguindeguy, y lo más importante, aceptar la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA para que evaluara la situación de ese tema en nuestro país. Eran síntomas de debilidad evidentes y tardíos. Por mi parte, no tuve novedades de Pocho durante todoel verano. Por momentos pensé que todo había quedado en la nada. Después suponía que algo podía ocurrir en cuanto empezaran las clases. Para el que no lo sepa las clases en Filo siempre comienzan bastante tarde, en abril. Durante todo marzo estábamos abocados a dar exámenes finales. A mi me había ido bien, ya que aprobé Historia de Oriente, con la temida Perla Fuscaldo (algunos compañeros la llamaban “Perra” Fuscaldo). Pero de lo otro, no tenía ninguna novedad. Incluso en marzo ni siquiera me había cruzado con Pocho. ¿Lo habrían llevado preso?. ¿Estaría enfermo?. No se. A una semana de empezar las clases fui a 25 de mayo. Tenía que ir a buscar un libro para no me acuerdo que materia. Cuando logré mi F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S V I I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 2 objetivo –como siempre- crucé a Salisbury a tomar un café y a ver si encontraba a alguien. No había nadie conocido. Yo me ubiqué en la mitad del oscuro salón. Aburrido como estaba miraba a los transeúntes, al pocillo del horrible café de manga, y a los pocos parroquianos que había. Hasta que irrumpió en Salisbury una mujer. Parecía tener más de treinta y era hermosa. Tenía pelo largo que le llovía por los hombros. Unos ojos también negros y felinos. Era flaca, pero tenía lo suyo. Como era lógico, me olvidé de todo y la empecé a mirar. Ella hizo lo mismo. Obviamente me miró de tal manera, sutilmente, que me dí cuenta de que no le era indiferente. A los pocos minutos sacó un cigarrillo y me miró. Como advertí la maniobra, rápidamente me apuré con mi encendedor para suministrarle la lumbre que precisaba. -¡Gracias! Me dijo. -De nada, le contesté. ¿Te puedo acompañar? Fue mi comentario obvio. -Por supuesto, me respondió con voz tenue. Reconozco que era un pibe y me puse nervioso. Aunque segundos después me percaté de la maniobra de esta enigmática mujer: -¿Vos sos Luis?. ¿No?. El hincha de Vélez (yo llevaba el escudito). -Sí, ¿y vos? -Mi nombre no importa. Decime Pochi, soy amiga de Pocho. Reconozco que me reí debido al parecido de los sobrenombres. Igual, le dije: -¿Tenés algún mensaje o algo para mí? -Claro, dijo ella, tirándose para atrás ese sedoso pelo negro que tenía. Yo soy tu contacto y te tengo que dar algunas indicaciones. F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S V I I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 3 ¿Qué tengo que hacer?, pregunté cada vez más interesado. -Mirá, la semana que viene empiezan las clases en la sede de Independencia. Esto (me mostró un papel) es el horario del turno vespertino. Vamos a arrancar no como pretenden algunos compañeros con grandes acciones, sino con otras pequeñas que los compliquen y desorienten. Menos que menos con acciones armadas que les den a ellos excusas para matar más gente. Lo que vamos a hacer –y vos nos vas a ayudar- es complicarles la vida. Tenemos compañeros en distintas facultades que planean cosas parecidas. El absurdo moral tiene que ser explícito. Tienen que ver propios y extraños que no pueden ser siempre impunes. A los pequeños burgueses hay que asustarlos, no lastimarlos. Deben perder su estúpida seguridad. Era un discurso medio bolche. Pocho me había dicho que eran peronchos. Pero estaba en el baile... -Bueno, Pochi, ¿qué tengo que hacer?. -Lo único que tenés que hacer, me dijo, después de prender el segundo cigarrillo, es cambiar los números de las aulas asignadas por otros. La idea es que no sepan que hacer y los vejestorios de los profesores se pongan locos. Después dejalo todo por nuestra cuenta. -¿Cómo me comunico con vos? Le pregunté. -El martes próximo yo te voy a esperar en el bar “Buenos Aires” de Independencia y Urquiza. Ahí me contás como te fue y vemos. -Bueno, le contesté. Estaré tipo 16 horas. Como era de esperar, me pasé toda la semana tratando de reproducir el horario de clase sin que se notara que estaba adulterado. Por entonces, se pegaban en una pared medio artesanalmente. Así que el problema no parecía demasiado serio. Y llegó el día. Este horario vespertino era el último de la noche del lunes, el que iba de 18 a 22 horas. Me posicioné en planta baja, pegado al kiosquito de Eudeba (donde ponían el horario). El problema eran los canas de la puerta y la mina que atendía el kiosquito (que era amiga de los policías). F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S V I I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 4 Había que distraer a ambos enemigos. ¿Cómo hacerlo?. Ese día, creo que porque teníamos un infiltrado, lo pusieron diez minutos antes de las 18 horas. Mi tarea consistía en aprovechar el tumulto de la salida de la clase anterior, arrancar el horario bueno y poner el truchado por mi. Luego huir hacia la clase que no me correspondía. Era la primera vez. Sudaba a mares. El timbre sonó a las 17 y 58. Como era costumbre primero salían los más vagos, generalmente varones. Atrás venía el malón. Las chicas cumplían doble propósito: distraían a los canas con sus encantos y sus dudas y generalmente se quedaban charlando entre ellas o esperando al novio o al marido y fumando. Como era el primer día de clase había una multitud. En pocos segundos arranqué el papel verdadero y puse el trucho. Sudé la gota gorda. El corazón me estallaba. Por suerte la emoción y expectativa del primer día disiparon cualquier mirada. Todos siguieron en la suya. Entonces, victorioso, fui al aula equivocada con mi mejor cara de poker. Ese día me tocaba la ayudante de América II, una vieja arrogante e histérica. Por el cambio que realicé aparecí en el teórico de Perla Fuscaldo. Como era de prever, Perla estaba desesperada. Gritaba a más no poder lo siguiente: -¡Bedelía! ¡Bedelía! ¿Dónde están estos inútiles?. Los minutos pasaban y la vieja se ponía cada vez más nerviosa. Obviamente como todos los horarios habían sido adulterados los bedeles no podían responder. En eso, un compañero dice: -¡Hay un paquete sobre el escritorio de la profesora! Perla, ingenuamente preguntó: -¿Es de alguno de ustedes? -Nooo, contestamos todos. Mientras, en ese trance, uno de atrás afirmó: -¿No será una bomba? F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S V I I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 5 Las cuatro palabras aterrorizaron a Perla y a toda la concurrencia. Entonces, grité: -No se ustedes, pero yo me las pico. -No terminé de decir eso cuando inmensas olas de estudiantes empezaron a bajar velozmente las escaleras. Recuerdo a una gorda que tropezó y cayó como una bolsa de papas. Por suerte la contuvieron sus compañeros. Bajar no era fácil. Yo fui por el lado de la baranda, ya que eran escaleras empinadas de mármol de un viejo hospicio de menores (en Independencia se había filmado “Crónica de un niño sólo” de Leonardo Favio). Mientras bajaba, una ola de panfletos inundó nuestra salida. Alcancé a agarrar alguno y me lo puse en el bolsillo. Cuando llegué a la puerta, ya estaba la Brigada de Explosivos. Encima en el barrio había un corte de luz, con lo cual la escapada por la avenida Independencia no podía ser más a ciegas. Mientras escapaba, una compañera me contó que había otros paquetes en distintas aulas. Que todos salieron cagando. Como vivía cerca, caminé dos cuadras hasta Catamarca y de ahí al 575 que era mi casa. Era mi bautismo de fuego. Estaba emocionado y satisfecho. Me senté entonces y le conté a mi Vieja que no entendía nada. Nunca podía sospechar con que yo tenía algo que ver con eso. Cuando se durmió saqué el panfleto de mi bolsillo y me lo puse a leer. (Continuara) Luis Fernando Beraza F R A GM E N T O S D E H I S T O R I A S V I I G R A N D P A L A C E H O T E L ( 1 9 0 5 - 2 0 2 0 ) 6 Mirando Filo (desde la vereda de enfrente) (VIII) Al día siguiente -en la sede Independencia- la Facultad estaba alterada. El Decano apareciócerca de las ocho para revisar el edificio junto a la policía. Obviamente los paquetes no tenían ninguna bomba, apenas un montón de panfletos de los autores del hecho, los cuales habían sido esparcidos por las escaleras y eliminados rápidamente por el personal de limpieza (que fue convocado a tales efectos en horas de la noche). El comisario Jorge Bermúdez, jefe de la seccional de la zona, le expresó al Decano en su despacho poco después: -Mire, Dotor, esto fue hecho por profesionales. Fíjese que hay que tener una enorme preparación para sincronizar supuestas bombas, una confusión de horarios en las narices de nuestros agentes, y además esparcir rumores falsos para crear una desbandada como la que se produjo. A propósito, hay tres masculinos y 5 femeninos que fueron atendidos en el Hospital Ramos Mejía por contusiones y golpes de distinta importancia. El Decano, un hombre de 71 años, crítico literario y dramaturgo, pelado y con un traje amarronado con cara de prócer del siglo XIX, prendió su habano y le dijo: -Mire Comisario. Yo conozco esta Facultad y lo ví venir. En una obra de teatro que escribí a fines de los cincuenta y en numerosas conferencias lo expresé: hay una rebelión de los estudiantes que se fue dando en el mundo y que llegó a la Argentina. Fue cooptada por ideologías extrañas a nuestro sentir y ahora está manejada por otros intereses. En lo profundo esto tiene que ver con la hispanofobia, una enfermedad del orden de los primates. Se niega la influencia de España y el sentido misional de la conquista. En mis conferencias yo lo he expresado en forma jocosa con las palabras del Archipreste de Hita: “Negar al padre del cuál se ha nacido,/es un fazer fuertemente jodido”. Por supuesto, el comisario Bermúdez no entendió nada y no sabía si reirse o poner cara seria. Por lo tanto, hizo la de todos los argentinos: seguir en la suya. -Mire, Decano, tenemos gente trabajando en este asunto. Nos va a llevar tiempo descubrir esta trama porque estos subversivos son escurridizos como anguilas. Nuestro glorioso ejército y esta sacrificada policía los ha vencido, pero siempre puede haber un rebrote. En ese momento el olor a toscano era insoportable. Las admiradores del Decano llamaban a su costumbre de fumar dicho elemento “volcán fosforecente”, mientras que sus detractores habían inventado que en los habanos importados estaba la cara del mismo con la marca “mosquitos go home”. 1 Lo cierto es que enganchado con sus libros hispanos, cual cómico de la legua, el Decano prosiguió su ensoñación lorquiana: -¡Ay que doloroso es ver a nuestra Patria en ruinas! ¡Si parece una metáfora de Antoñito el Camborio! Nuestra amada Patria sería la víctima, como Antoñito, en esos inolvidables versos (y empezó a recitar): “Antonio Torres Heredia,/Cambiorio de dura crin, moreno de verde luna,/voz de clave varonil: ¿Quién te ha quitado la vida cerca del Guadalquivir?” Por suerte, en ese momento entró la secretaria, la que en medio de la tos por el habano le dijo: -En la recepción está el Coronel Fermín Valladios, quien viene para hablar con Usted. -¿Y quién es ese tipo?, expresó el Decano, sin cuidarse que estaba el Comisario. -Me dijo que es asesor del Ministerio de Educación en materia de Seguridad e inteligencia. -Bueno, discúlpeme Comisario, lo voy a tener que despedir. -No es nada, dijo Bermudez. Nos mantenemos en contacto. -Me parece bien, contestó el Decano. Se fue el Comisario y entró Valladios. Era un gordo grandote, pelado y con anteojos negros oscuros. Lo que más se destacaba en él era su voz con micrófono incorporado en la garganta. Tenía vozarrón de patio de cuartel. El visitante se sentó en la silla sin pedir permiso y empezó a hablar: -El Ministro me ha encomendado que hable con Usted por los sucesos de ayer. Estamos preocupados porque nuestra información dice que este hecho es la punta del iceberg de un rebrote subversivo, en este caso en el area a mi cargo. El Decano prendió su segundo toscano y consultó sorprendido: -¿Le parece Coronel? El presidente dijo que la subversión ha sido derrotada. -¿Derrotada? Usted sabe que la guerra revolucionaria es como la hydra de Hércules, usted le corta una cabeza y aparece otra nueva. -Pero.... -Pero nada, insistió el Coronel. Nosotros lo tenemos científicamente estudiado. Todo esto lleva siglos de existencia. Santo Tomás tuvo la mala idea de querer racionalizar la fe, cosa que es imposible. Después vino Descartes, que estableció que para que algo tuviera sentido había que dudar primero y la puso de método científico. Posteriormente el liberalismo estableció el sufragio universal y la tolerancia hacia los 2 herejes y degenerados. Finalmente vinieron Marx y Lenín. El primero estableció la dialéctica como método para disolver la sociedad y por último Lenín que modificó las condiciones para tomar el poder. Finalmente Mao y el guevarismo establecieron la lucha armada a través del foco rural y ahora urbano. Me dijeron que Usted es un hispanista. Dentro del enfoque castro-comunista está la leyenda negra de nuestra querida España. -Claro, dijo el Decano. ¡Si lo sabré yo! He tenido que luchar contra estos mequetrefes durante veinte años. -¡Exacto! Gritó el Coronel. Estamos del mismo bando. Es una guerra justa contra la barbarie roja y sus aliados. Luego de esta disgresión, el Decano le preguntó algo lógico: -¿Cuál es el motivo de su visita? En ese momento se levantó de la silla como un resorte y cerró la puerta del despacho del Decano. Luego se volvió a sentar y empezó a hablar. En principio le cuento que estamos informados de los sucesos de ayer y lamento decirle que estamos en presencia de un nuevo rebrote subversivo, en este caso en la Universidad. ¿Usted leyó el panfleto que tiraron ayer? -No. -Bueno, se lo leo. Sacó de su bolsillo derecho un ejemplar y lo empezó a leer. “A la comunidad universitaria: les informamos que nos hemos levantado contra este régimen militar genocida. Que ya no soportamos más el crimen como sistema, el cinismo como explicación, el hambre como presente y futuro. A partir de ahora devolveremos sus golpes con otros golpes. Recurriremos a la sorpresa, a la imaginación, al acoso en la sombra. El mundo sabrá que un grupo de jovenes argentinos dijeron basta y empezaron a caminar. Nuestro camino recién empieza. Nunca estarán tranquilos. Libertad a todos los presos políticos. Aparición con vida de los desaparecidos. Firmado: Los fantasmas de Walsh”. Después de terminar de leerel comunicado el Coronel miró fijamente al Decano y le dijo: -¿Usted sabe quien es Walsh? -No se. Creo que es un escritorzuelo que jamás leí, refirió en medio de la niebla el Decano. -Rodolfo Walsh –explicó el coronel- era un subversivo que actuaba para la organización proscripta en segundo término en el año 1974. Escribió varios ensayos naturalmente denigrando al sistema occidental y cristiano buscando crear condiciones para la implantación del marxismo. Se hacía el peronista porque 3 escribió un libro sobre los fusilamientos de la época de Aramburu y además aprobó el asesinato del ex presidente y de dirigentes sindicales. En realidad, era un agente de la inteligencia cubana que buscaba subvertir el orden interno. -¿Y por dónde anda ahora? Preguntó el Decano. -De él se ocuparon hace un tiempo. Ahora, supongo que los que escribieron el panfleto lo levantan para obtener publicidad y llamar la atención. -Bueno Coronel, ¿cuál es su análisis? Dijo el Decano. -Bien, la situación es grave. Debemos iniciar un operativo para capturarlos. En principio vamos a reforzar aquí y en todas las facultades de la UBA la tarea de inteligencia para detectarlos. Pondremos a nuestros mejores hombres para ello. En segundo lugar, habrá más policías y más armas de detección para evitar cualquier incidente. -Pero, ¿de qué armas de detección me habla?, preguntó el Decano un tanto nervioso. -No se asuste. Pondremos a la entrada detectores de metales, perros especiales, agentes femeninos para revisar a las chicas y la presentación en la puerta, no sólo de la libreta universitaria, sino de un certificado de buena conducta expedido por la Policía Federal y la SIDE. -¿No le parece demasiado Coronel? Comentó el Decano. -Para nada. Estamos en guerra, no podemos distraernos. Pero, hay más. -¿Qué más? Dijo asustado el Decano. -Vamos a iniciar un proceso de relocalización de algunas facultades, las que consideramos están alejadas de lugares aptos para la vigilancia y el orden. La Facultad de Filosofía y Letras es una de las elegidas. Además, los subversivos se van a tener que hamacar, porque atacar una Facultad en plena mudanza no tiene sentido. --¿A dónde nos van a meter? Dijo el Decano asustado, casi quemándose los dedos con su toscano. -Creo que Usted sabe que hay un antiguo proyecto que vamos a resucitar. Hay una vieja maternidad en el Barrio Norte que pertenece a la manzana de la Facultad de Medicina. Van a ir para allá. -¿Y mientras tanto? -Bueno, funcionarán en los edificios actuales. La dispersión en este caso nos favorece. Quédese tranquilo, que la seguridad del país está en buenas manos. 4 En ese momento el Coronel se levantó, le dio la mano al Decano golpeando sus tacos, y desapareció. El Decano quedó sentado en silencio. Debajo del cuadro de Esteban Echeverría pensaba: -Bueno, al país hay que ordenarlo. Acá se viene a estudiar. (Continuará) Luis Fernando Beraza 5 6 Mirando Filo (desde la vereda de enfrente) (IX) Los ecos de la reunión entre el Decano y los Jefes militares y policiales se prolongaron durante todo el día. Obviamente –como siempre ocurre- la mayor parte de ellos se incrementaron en el horario vespertino. Y eso no ocurre sólo porque hay mayor cantidad de alumnos, sino porque en general están los pesos pesados, es decir los profesores históricos. En esta oportunidad aparecieron hasta los que no tenían clase ese día. Pero no se crea que el tema era sólo el incidente del día anterior, sino también la noticia bomba de que trasladaban la Facultad de Independencia a la calle Marcelo T de Alvear 2230. Aclaro que los detalles de la reunión me fueron relatados posteriormente por algunos ayudantes. En otras palabras, puede ser que se me escape algo, o falten detalles. Ahora, a mi me parecieron muy reales teniendo en cuenta los términos que relataré a continuacion. Como es también un clásico el Decano no dijo nada a nadie. Sólo sabían él y su secretaria. Pero como dice el dicho, basta que uno lo sepa para que se enteren todos. En consecuencia, en horas de la tarde ya lo sabían hasta las baldozas de la Facultad. Y entonces los profesores titulares, adjuntos y ayudantes que se juntaron en la Sala iniciaron la ecuación tradicional de los argentinos: realidad más imaginación es igual a hipótesis posibles e imposibles. Como todos sabemos, la paranoia es grande y los puestos de trabajo siempre (esa es la conciencia) son pocos y frágiles. En la improvisada reunión me contaron que estaba Perla Fuscaldo, el profesor de Introducción a la Historia, su adjunta, el de Clásica, la de Medieval, las profesoras de Latín, y una cantidad imposible de calcular de ayudantes de todas las carreras, quienes se unificaban por sus situaciones laborales análogas. Como la Sala de profesores no es tan grande, estaba llena. Abrió Perla la improvisada reunión, siempre marcando agenda: -Miren, lo de ayer fue una chiquilinada. Los que hicieron el lío eran unos aprendices que juegan a la insurrección y no tienen la menor idea. ¡Yo sí que los conocí hace años! Recuerdo que me querían interrumpir las clases y yo los exhortaba a que sacaran sus trapos sucios. Era la única que lo hacía y los pibes se iban. Lo que sí esto muestra es el desmanejo del Decano, un crítico literario que está rodeado de gente que desconoce la Facultad y sólo viene a exhibirse. La mejor prueba de ello es que promociona a un inútil que habla de Egipto porque fue a Medio Oriente como turista. 1 Los comentarios de Perla no movieron la aguja como ella pensaba, ya que la primera parte fue tomada como autopromoción y la segunda sobre algo que le interesaba a ella sola. Entonces, se armó la gran discusión. Un ayudante no identificado gritó del fondo de la Sala: -Ustedes hablan de quilombo estudiantil y de los manejos del Decano. ¡Se viene un ajuste! ¿Ustedes creen que nos trasladan de sede sólo para nuestra seguridad y comodidad? ¿Somos todos tan ingenuos? Lo que dijo el ayudante no identificado fue la bomba de Hiroshima y Nagasaki juntas. Se produjo un griterío. Una de las ayudantes de Latín decía que le habían comentado que en ese ajuste estabaincluído el Latín, ya que era una medida que podía bajar la tensión con el alumnado. -¡No!, gritaba la Titular de Griego III, no puede ser que utilicen las lenguas clásicas para hacer demagogia con los pibes. ¡Somos las más formadas y las más trabajadoras de todas! -A mi me dijeron –agregaba una ayudante de medieval- que se viene un cambio de currícula, por ese lado viene el ajuste educativo. Todos se aterrorizaron con esta afirmación. -Bueno, dijo el de Introducción a la Historia. Me parece que deberíamos pedir una reunión con el Decano y, si éste se niega, con el Ministro de Educación. -¿Vos estás loco?, le dijo la adjunta. Como viene la mano, van a creer que somos guerrilleros encubiertos. Mejor, hacemos un petitorio. ¿No les parece? -Sí, y en latín, gritó un gracioso del fondo. La hilaridad que causó el oportuno chiste alivió la tensión y afirmó la iniciativa. -Está bien, dijo Perla, ¿pero quién se la entrega al Decano? -Por supuesto, todos miraron para el costado. Al final, el de Clásica, quien estaba ya para jubilarse pensó que quedaba bien con poca plata y afirmó: -Está bien, formaremos una comisión redactora y yo hablo con el Decano y le presento el petitorio. Todos aprobaron. La moderación es lo mejor, dijeron los jovenes y los viejos. En ese momento sonó el timbre y cuál profes de secundaria cada uno se fue a su aula. En realidad, el éxodo docente ya había empezado hacía un rato. 2 II Un rato antes de esta Asamblea revolucionaria de profesores yo estaba en el bar Buenos Aires de Independencia y Urquiza. Llegué a las 16 horas en punto y voy a ser sincero. No fue sólo para hablar de política, sino para verla a Pochi. Yo Lucía una campera azul Francia con escudito de Vélez al tono y unos vaqueros Lee gastados. Tenía unas Adidas que la verdad me las había regalado mi tía Beba. Era mi mayor alíneo indumentario posible por entonces. Pochi apareció media hora más tarde. Había ido a la peluquería y su pelo negro parecía más sedoso. Tenía una polera negra y encima una capa del mismo color. Los pantalones eran oscuros como sus ojos. Obviamente fuí el más envidiado del bar Buenos Aires. -Hola Pochi, le dije. Ella me dio un discreto beso de recién llegada y empezó a hablar. -Disculpame Luis por la demora. Me retrasó el tránsito. -No es nada, dije haciéndome el tolerante -Bueno Luis, siguió Pochi. El operativo salió bien en cuanto a lo planeado: creamos confusión, se enteraron de nuestra presencia, y ahora saben que hay alguien del otro lado. Lo que no pudimos lograr es que trascendiera más allá del barrio. Incluso “Crónica” dio la noticia como un hecho policial y no político. Los diarios grandes nos ignoraron para quedar bien con el gobierno. Vos creo que sabés que son socios del gobierno con el papel de diario, incluso me dijeron que la viuda de Noble está colaborando con el gobierno para un partido amistoso homenaje contra la selección de Holanda a fin de festejar el primer aniversario del campeonato mundial. Hace unos días hay un nuevo presidente de la AFA, un tal Julio Grondona, quien fue –dicen- palanqueado por la Armada para ese cargo. -¿Cómo seguimos? Le dije ansioso por trabajar para el futuro. -Mirá, dijo Pochi, mientras le encendía su segundo cigarrillo, estamos analizando distintas alternativas. Además estamos analizando el contexto. Fijate que los norteamericanos están presionando a los milicos y parece que quieren mandar veedores y que Videla acepte además la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. La Junta Militar no sabe que responder todavía. De todas maneras, están aislados y apretados. Si aceptan, los duros del Ejército los van a correr por derecha con la posibilidad de violencia, y si no aceptan los johnnys le cortan el chorro. De todas maneras, no debemos subestimar al poder militar. Los operativos armados del pasado reciente no sirven. 3 -¿Y entonces?, repregunté. -Yo creo, continuó Pochi, que tenemos que aprovechar éstos y otros acontecimientos que se están dando para acompañar, no conducir, la reacción popular. Para mi los temas son dos: derechos humanos y deterioro económico. Por ahora, lo primero es más importante que lo segundo. Para mi habría que hacer un acto importante desde la Facultad que no puedan ignorar. -¿Cómo qué? -Mirá, eso todavía no está definido. Lo importante es que tenemos estructura y ellos están demasiado ocupados en otras cosas. -¿En qué cosas? -No te puedo decir, dijo Pochi, volviendo a su postura enigmática. -Bueno, ¿cómo me entero de lo que tengo que hacer? -Mirá Luis, dame tu teléfono y te llamamos. -Ok, le dije. ¿De qué manera me doy cuenta de que son ustedes? -Muy fácil, ¿Cuál es el nombre y apellido del jugador de Vélez que más te gusta? Reconozco que me desorientó, pero de todas maneras le contesté: -Daniel Willington. -Ok, dijo ella. Si te llama una mujer, será un nombre de dama con ese apellido. -Bueno Pochi. ¿Para dónde vas? ¿Te acompaño?. -¡NI loca! Contestó ella. Yo agarro por Urquiza hacia Belgrano y vos seguís por Independencia. -Bueno, contesté yo. -Ella en ese momento se fue al baño y de ahí se rajó. Yo pagué la consumición y como habíamos quedado agarré por Independencia. La verdad es que estaba más confundido que antes. Pero como dice el tango, “primero hay que saber sufrir”, en otras palabras, sin incertidumbre no hay victoria. (continuará) Luis Fernando Beraza 4 5 Mirando Filo (desde la vereda de enfrente) (X) Unos días después de la última charla con Pochi sonó el teléfono en mi casa (atendió mi vieja): -Hola, dijo mi mamá. -¿Está Luis? -¿De parte de quién?, contestó mi vieja. -De Daniel Willington. Doña Emma, mi vieja, no sabía nada de fútbol, pero conocía la figura y la personalidad del cordobés Willington a través de mi viejo. Incluso mi papá la había llevado al estadio de Vélez, el José Amalfitani, a ver la inauguración de la luz de la cancha en el año 1969 donde el Fortín jugó un amistoso frente al Santos de Pelé. En ese partido Willington había sido figura opacando en parte al astro brasileño. Más allá de esto, mi vieja tenía la visión de mi papá: Willington era un buen jugador, pero medio fiaca (por aquél entonces se lo llamaba a los que corrían poco y hacía correr a los otros “caficio”). Tal es así, que de pibe yo creía que ese era el signicado de la
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