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O envíe una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 
94305, USA.
Aimetta, Corina
Director: Amalia Cristina Eguía
Tesis presentada para la obtención del grado de 
Licenciada en Sociología
Cita sugerida 
Aimetta, C. (2004) Los lazos de integración social en los 
trabajadores precarios : Estudio de caso de un barrio de Villa 
Garibaldi [en línea]. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de 
La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. 
Disponible en: 
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.512/te.512.pdf
Los lazos de integración 
social en los trabajadores 
precarios : Estudio de caso 
de un barrio de Villa 
Garibaldi
www.memoria.fahce.unlp.edu.ar
www.memoria.fahce.unlp.edu.ar
www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Departamento de Sociología
Trabajo Final: “Los lazos de integración social en los trabajadores precarios. Estudio de
caso de un barrio de Villa Garibaldi”
 
Tutora: Amalia Eguía.
Alumna: Corina Aimetta.
PRESENTACIÓN
 Conocido es ya el planteo teórico que consiste en reconocer que entre las estrategias de
sobrevivencia de las unidades domésticas insertas en condiciones de vida desfavorables, se
encuentran prácticas relacionadas con la participación en redes de intercambio recíproco de
bienes y servicios. 
 Esta investigación es impulsada por las inquietudes que surgen al pensar en cómo se hace
presente el fenómeno de las denominadas redes de intercambio en un ámbito específico como
es el del trabajo precario.
 La mirada estará puesta en los trabajadores precarios de la construcción puesto que, según
creemos, las particularidades que presenta esta actividad pueden generar un ambiente
propicio para el despliegue de tales redes.
 En un primer momento el objetivo será analizar el uso que las familias de los trabajadores
precarios de la construcción hacen de las redes sociales de ayuda (lo que servirá como marco
contextual para el segundo momento), luego serán analizadas específicamente la diversidad e
intensidad de relaciones sociales personales puestas en juego entre los trabajadores precarios
del sector, tanto para conseguir empleo como para mantenerse empleados a lo largo del
tiempo. 
 Si bien no partimos en este trabajo desde una concepción que ve en los lazos relacionales los
“solucionadores por excelencia” de los diversos problemas que surgen en el transcurrir de los
trabajadores precarios en la actualidad, consideramos como hipótesis que en este contexto de
creciente pobreza, precarización laboral y vulnerabilidad social, los trabajadores precarios (en
especial, de la construcción) podrían contar con sus lazos sociales personales como una
estrategia para la búsqueda y/o mantenimiento de un empleo. 
 Partiendo de concebir a la dimensión laboral como sumamente relevante y determinante en
las otras dimensiones de la vida de un individuo, consideramos que este interrogante no es un
asunto menor.
INTRODUCCIÓN
 
 Comprender el fenómeno de creciente precarización laboral que aqueja a nuestro país hoy,
implica hacer mención de los procesos que se fueron sucediendo a priori, tanto a escala local
como mundial.
 A partir de los años 70’ los rasgos centrales y los senderos de la economía mundial
cambiaron profundamente: el crecimiento del producto bruto se redujo; cayeron las tasas de
inversión y aumentaron las de ganancia; el capital líquido creció a ritmo mucho más acelerado
que el producto y el comercio; la actividad financiera pasó a ser la de mayor tasa de
ganancia; los bancos y organismos internacionales perdieron gran parte de su capacidad de
regulación monetaria y financiera, sobre todo a escala internacional; el endeudamiento fue
sumamente elevado en relación con otros períodos.
 La distribución del ingreso empeoró y los salarios reales cayeron prácticamente en todo el
mundo, aunque con diferencias según los países. Se produjo una reestructuración del mercado
de trabajo, y los Estados de Bienestar o Populistas, según los casos, dejaron de ser tales dando
un giro marcadamente liberal.
 La crisis en los países latinoamericanos se comenzó a sentir hacia la década de los ochenta.
Esta expuso de manera dramática la vulnerabilidad externa y la falta de flexibilidad estructural
de las economías de Latinoamérica, así como su fragilidad fiscal.
 A estas características compartidas, se suma en nuestro país la influencia que tuvo la dictadura
militar de 1976-1983 sobre la economía local, influencia decisiva desde su implantación
hasta el presente.
 Los rasgos característicos de esta etapa resumidamente mencionados son: el estancamiento
del producto bruto per cápita; el estancamiento de la productividad; el aumento acelerado del
endeudamiento externo y de las ganancias financieras; una creciente desindustrialización; una
distribución marcadamente regresiva del ingreso; transferencias masivas de ingresos desde el
trabajo hacia el capital, y dentro de éste desde las PYMES hacia las grandes empresas; la
concentración del poder económico y el cambio de la estructura y el comportamiento de su
cúpula; el aumento de la población bajo la línea de pobreza y también de la población
vulnerable, es decir, con cada vez mayores probabilidades de caer bajo la línea; creciente
nivel de subutilización de la fuerza de trabajo que no se reflejó solamente en la expansión de
sus manifestaciones más visibles (desempleo abierto y subempleo horario), sino en la
expansión de la subocupación invisible que se hace evidente en la mayor proporción del
empleo precario y en la caída de la productividad promedio.
 Nos interesa particularmente resaltar que la evolución económica resumida en las líneas
anteriores, tuvo un efecto claramente negativo en el mercado de trabajo cuyas características
comienzan a cambiar lenta y progresivamente a partir de 1976. De más está decir que esta
característica general se ve particularmente acentuada en las categorías más desfavorecidas de
la población. Analizar el desenvolvimiento del mercado de trabajo y las condiciones de
inserción laboral, en especial de los habitantes de los barrios pobres, permitiría afirmar que en
la actualidad se está en presencia de un continuo de ‘precariedad laboral’ que incluye a
ambos segmentos del mercado de trabajo. Pensamos pues que la dicotomía analítica
formal/informal se muestra hoy insuficiente, puesto que la precariedad laboral es la
característica principal que ha llegado a abarcar tanto a uno como a otro segmento. Las
inserciones laborales de los trabajadores pobres permiten resaltar la heterogeneidad como
característica general y principal. Dentro de esta heterogeneidad (expresada a nivel de
actividades, ocupaciones,ramas, etc.) las características de bajos ingresos, largas jornadas de
trabajo y alta inestabilidad están presentes para conformar un panorama de precariedad
laboral extendida a la mayoría de estos trabajadores.
 El deterioro de la situación social es el resultado directo de todo lo antedicho. Así, marcados
cambios regresivos se hacen presentes en nuestra estructura social, tales como la polarización
social, la segmentación social, la fragmentación social y la exclusión social. (Pucciarelli y
Castellani, 1999)
 Según estos autores, la polarización social vendría a dar cuenta que los pobres en la
actualidad poseen menos recursos y estos recursos establecen una ‘distancia’ económica y
social mucho más amplia con los sectores ubicados en el extremo opuesto de la pirámide
social; distancia que se acrecienta significativamente, a su vez, por un proceso inverso y
equivalente, es decir, el enriquecimiento del reducido núcleo que habita en la cúspide. La
segmentación social hace referencia al proceso mediante el cual las fronteras entre clases se
ensanchan y adquieren un nuevo carácter abismal mediante la eliminación de los canales
tradicionales de ascenso social y la ampliación simultánea de los canales de descenso social
intrageneracionales. Aquí se insertarían dos de las grandes cuestiones sociales de nuestra
época, la creciente complejidad de las situaciones que acompañan la expansión de la pobreza
y, dentro de ellas, la aparición del sector de los ‘nuevos pobres’. Por otro lado, la
fragmentación social es resultado de la modificación de la estructura ocupacional del período
industrial sustitutivo por una nueva tendencia dominante, es decir, la caída simultánea del
empleo industrial y del empleo asalariado. Los sectores populares se vuelven así, mucho más
heterogéneos, atravesados por un proceso de pérdida de centralidad, de dispersión, de
fragmentación. Por último, el fenómeno de la exclusión social (concepto que será discutido
más adelante) refiere al debilitamiento progresivo del mercado de trabajo y de la condición de
asalariado como mecanismo central de integración social.
 Nuestro país, después de la crisis del 30’ y más aún durante la posguerra, había logrado
consolidar un proceso de industrialización que significaba un importante incremento en la
extensión de las relaciones salariales, las cuales se veían fortalecidas por un conjunto de
instituciones, políticas y normas, que constituían la base de una sociedad con un grado de
integración social relativamente elevado.
 La integración social denota la capacidad de un conjunto social organizado, Estado-nación,
de garantizar oportunidades de vida a sus miembros. Tales oportunidades de vida van desde
las necesidades básicas de alimentación, vivienda, salud y educación, hasta las necesidades
más complejas como la de la protección social.
 Durante el predominio de los Estados de Bienestar o de tipo populista (nombre con el que se
llamó al “símil” Estado de Bienestar en los países latinoamericanos), la relación salarial
permitía a quienes no poseían otro capital que su fuerza de trabajo, el acceso a estas
oportunidades de vida por la vía de un ingreso monetario directo y un ingreso indirecto de
origen colectivo provisto por la redistribución que el Estado opera por medio de la inversión y
los servicios públicos. La relación salarial adquiere así la forma de vector de integración social.
 Fueron los cambios producidos a partir de mediados de los 70’ (la agudización de las
dificultades de generación de empleo formal, la fuerte reducción de los salarios y la
ampliación de las brechas de ingresos) los que erosionaron los principios de cohesión social
en nuestro país.
 Tanto el achicamiento del mercado de trabajo formal, la pérdida de derechos y garantías por
parte de los trabajadores, la progresiva desafiliación de éstos a la seguridad social, así como
la crisis que ésta última atraviesa, se conjugan para mostrar la creciente vulnerabilidad que
acosa a los miembros de nuestra sociedad en general y, en particular, a los sectores más
desfavorecidos de la misma.
 
ASPECTOS TEÓRICOS
 
 Al referirse al tema de la ‘inserción social’ se recae inevitablemente en un tema más amplio
del cual el primero es un desprendimiento. Nos estamos refiriendo a lo que se ha dado en
llamar la “Cuestión Social”.
 Fue hacia1830 cuando esta cuestión quedó bautizada como tal. Se había planteado como
respuesta a la concientización sobre las condiciones de vida de buena parte de la población,
la cual era tanto agente como víctima de la revolución industrial. Se trataba de la cuestión del
pauperismo. Comenzó a percibirse una amenaza al orden político y moral al enfrentar la
separación entre un orden jurídico y político que descansaba en el reconocimiento de los
derechos del ciudadano, y un orden económico que implicaba miseria y desmoralización. Se
pensaba que la no resolución del problema del pauperismo erosionaría los cimientos de la
sociedad liberal.
 A partir de esta situación es que se fue delimitando un lugar para ‘lo social’. Debía
desplegarse en el espacio intermedio entre la organización política y el sistema económico,
estableciendo vínculos diferentes a los de éstos. Lo social pasó a constituir sistemas de
regulación distintos a los del mercado. “La cuestión social se convertía en la cuestión del lugar
que podían ocupar en la sociedad industrial las franjas más desocializadas de los
trabajadores. La respuesta a esta cuestión fue el conjunto de dispositivos montados para
promover su integración.”*1
 Los dividendos del crecimiento y las conquistas de las luchas sociales habían permitido
transformar profundamente la condición del proletariado de la época.
 Más tarde, con la implantación de los Estados Sociales, se creyó vencido el problema de la
inseguridad social. Pero esta idea no pudo ser sostenida indefinidamente.
 A comienzos de los años ochenta se hacen presentes nuevas formas de pobreza y un
crecimiento de la desocupación que parecieron un retorno al pasado; sin embargo, los
fenómenos modernos de exclusión no responden solamente a las categorías antiguas de
explotación.
 Según Pierre Rosanvallon (1995) en las sociedades modernas lo que se enfrenta es una
“nueva” cuestión social, y para comprenderla no es suficiente remitirse a la tradicional
contradicción entre capital y trabajo, típica de la cuestión social del pasado. La cuestión social
hoy estaría también vinculada con contradicciones más globales características de las
sociedades contemporáneas. Dentro de estas contradicciones se encuentran dos problemas de
fundamental relevancia: la desestabilización general de la condición salarial, y lo que
Rosanvallon denomina la “cuestión de las clases medias”, que implica que la política social
responda a los excluidos pero sin descuidar a aquellas.
 Esta nueva cuestión social estaría acompañada por una crisis de orden filosófico de la que se
derivan dos problemas mayores: la desintegración de los principios organizadores de la
solidaridad y el fracaso de la concepción tradicional de los derechos sociales para ofrecer un
marco satisfactorio en el cual pensar la situación de los que él denomina excluidos. 
 Para este autor el tema del empleo es la clave para conjugar nuevas formas de solidaridad y
nuevos derechos sociales. Una salida satisfactoria no puede estar abocada a la asistencia sino
que debe estar situada en torno a la inserción social.
 ¿Cómo define a los excluidos Rosanvallon? Para éste excluidos son fundamentalmente los
desocupados de larga data. No deben ser definidos como los nuevos proletarios de la
sociedad de la desocupación, puesto que no tienen un interés común propiamente dicho.
Dicho en sus propias palabras: “...losexcluidos forman una no-clase. Constituyen la sombra
1 Castel, Robert (1997):”La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado”, Paidós, Buenos
Aires-Barcelona-México, pág.20
proyectada de los disfuncionamientos de la sociedad, resultan de un trabajo de
descomposición, de desocialización en el sentido fuerte del término. Mientras lo social se
constituye positivamente por la agregación de la actividad de los individuos, por la fusión de
sus rasgos individuales en unas características promedio, la exclusión resulta de un proceso de
desagregación.”*2 
 Para Robert Castel (1997) respecto a la cuestión social en la actualidad, el conflicto central
sigue estando en los modos de organización entre capital y trabajo. Las transformaciones
sufridas por la relación salarial son el dato central para entender la cuestión social hoy.
 Este autor opina que más que ante una ‘nueva’ cuestión social, se está en presencia de una
‘metamorfosis’ de la misma: “La cuestión social es una aporía fundamental en la cual una
sociedad experimenta el enigma de su cohesión y trata de conjurar el riesgo de su fractura. Es
un desafío que interroga, pone de nuevo en cuestión la capacidad de una sociedad de existir
como un conjunto vinculado por relaciones de interdependencia”. *3
 Se produce una profunda ‘metamorfosis’ de la cuestión precedente, la cual consistía en
encontrar la forma en que un actor social subordinado y dependiente pudiera convertirse en un
actor social pleno. Hoy, asegura, se estaría ante una nueva problemática, pero no ante una
nueva problematización.
 En el planteo teórico de Castel, la precarización del empleo y el crecimiento del desempleo
constituyen la manifestación de un “déficit de lugares” ocupables en la estructura social,
entendiendo por “lugar” una posición con utilidad social y reconocimiento público.
 La “inutilidad social” descalifica también en el plano cívico y político. A diferencia de los
grupos subordinados del pasado, explotados pero indispensables, los grupos subordinados del
presente no gravitan en el curso de las cosas.
 Pero los “inútiles sociales” si bien no ocupan un “lugar” en el sentido antedicho, al mismo
tiempo están muy presentes, y éste es el gran problema puesto que “están de más”. 
 La cuestión social se plantea explícitamente en los márgenes de la vida social, pero
desequilibra al conjunto de la sociedad.
 Durante mucho tiempo el sector asalariado estuvo situado en los márgenes mismos de la
sociedad; después se instaló en ella pero con carácter subordinado, finalmente se extendió
hasta envolverla por completo. En las sociedades industriales, fundamentalmente para el
proletariado, el trabajo funciona como el ‘gran integrador’. “Hay una integración familiar, una
integración escolar, una integración profesional, una integración social, política, cultural, etc.
Pero el trabajo es un inductor que atraviesa todos los campos, un principio, un paradigma,
algo que, en fin, se encuentra en las diversas integraciones afectadas y que por lo tanto hace
posible la integración de las integraciones sin hacer desaparecer las diferencias o los
conflictos”. *4
 En la sociedad asalariada existe, por un lado, una condición salarial sólida, respaldada por
un derecho laboral que consolida los mecanismos de integración y permanencia en el
mercado de trabajo; por otro lado, y como una forma que tiene el Estado de garantizar la
cohesión mediante las instituciones de prevención de riesgo, se genera una red de mecanismos
de seguridad social, a través de la cual se cubren las necesidades de aquellas personas que
por diferentes motivos no participan de la actividad económica. Tanto las asignaciones
familiares que ofrecen ayuda a los niños en edad escolar, las obras sociales que garantizan la
atención en salud, la jubilación, las pensiones por invalidez, las licencias por maternidad,
como el seguro de desempleo, son derechos a los que tienen acceso los trabajadores, los
2 Rosanvallon, Pierre (1995): “La nueva cuestión social”, Manantial, Buenos Aires, pág. 195
3 Castel, Robert; op.cit., pág.20 
4 Castel, Robert; op. cit., pág.417
cuales reducen la incertidumbre y apuntan hacia la integración social. 
 A partir de la degradación reciente de esas funciones del trabajo, Castel afirma que la
identidad con base en el trabajo en los trabajadores precarios o de inactividad forzada está
comenzando a ser puesta en cuestión. 
 Pero éste no limita el problema actual a la constitución de una “periferia precaria”, sino que
agrega el fenómeno de la “desestabilización de los estables”. Plantea que se está produciendo
un nuevo crecimiento de la vulnerabilidad de las masas. El proceso de precarización está
atravesando algunas de las zonas antes estabilizadas del empleo.
 Para este autor la zona de vulnerabilidad ocupa una posición estratégica. En palabras del
mismo: “Se podría decir que es ella la que produce las situaciones extremas a partir de un
basculamiento que se produce en sus fronteras. Me sirvo del término vulnerabilidad para
designar un enfriamiento del vínculo social que precede a su ruptura”.*5 
 Relevante es mencionar la tipología que él conforma para identificar distintas zonas de
cohesión social. 
 Antes de esto es preciso aclarar que Castel reemplaza la noción de “exclusión” por la de
“desafiliación”, partiendo de concebir al trabajo como soporte de inscripción de los individuos
en la sociedad, y de la creencia en la existencia de una fuerte correlación entre el lugar que los
individuos ocupan en la división del trabajo y su participación en las, denominadas por él,
“redes de sociabilidad” (las relaciones familiares, las relaciones de vecindad, la participación
en grupos, asociaciones, partidos, sindicatos, etc) y los sistemas de protección social.
 De esta forma, habría una zona denominada de integración determinada por la asociación
entre un trabajo estable y una inserción relacional sólida.
 Otra zona de vulnerabilidad social determinada por la asociación entre un trabajo precario y
una fragilidad de los soportes de proximidad.
 Por último, una zona denominada de desafiliación determinada por la asociación entre una
ausencia de participación en actividades productivas y un aislamiento relacional.
 Para este autor lo relevante es clarificar los procesos que hacen transitar de una zona a otra, y
no tanto la clasificación de las personas en las diferentes zonas. Se ve, pues, que para él se
está en presencia de un fenómeno dinámico. Y es precisamente la idea de desafiliación la que
permite pensar en un proceso dinámico; por el contrario, la idea de exclusión designaría un
estado inmóvil o, más bien, estados de privación, pero la simple constatación de las carencias
no permite captar los procesos que las generan. 
 Vale aclarar aquí, que en este trabajo se adhiere a esta última idea, separándonos de una
noción muy difundida de “exclusión social” utilizada ampliamente por la literatura
anglosajona y latinoamericana, en la que se da a entender que los afectados por los
problemas sociales están fuera de la sociedad, cuando la realidad es que su situación se
explica por que son alcanzados por la dinámica social.
 Ahora, si bien algunos aspectos del planteo teórico de Robert Castel pueden ser aplicadas
también a América Latina, consideramos fundamental presentar una visión teórica local sobre
la situación de los trabajadores precarios y sus lazos sociales. Se está haciendo referencia a los
trabajos de Silvio Feldman y Miguel Murmis.
 Sus trabajos se basan en el estudio de las actividades informales, aquellas actividades que
sólo requieren volúmenes escasos y a veces casi nulos de capital y en las cuales el acceso a
las mismas parece poco problemático, en tanto se las caracteriza como actividades sin
barreras de entrada. Sin embargo, desde este planteo se considera que tanto la entrada aesas
ocupaciones como el ejercicio de ellas implican procesos sociales a analizar. 
 Los autores son concientes de que al interrogarse por la vigencia de distintos tipos de lazos
5 Castel, Robert; op.cit., pág.29
sociales en sectores populares de nivel bajo y/o con problemas ocupacionales están
encarando un tema acerca del cual existen ya distintas visiones generales. Por un lado, una
visión descrita párrafos arriba, según la cual en los sectores populares con problemas
ocupacionales se ha dado una destrucción o por lo menos un fuerte debilitamiento de los lazos
sociales. Así, Castel enfatiza no sólo el aislamiento de los desocupados, sino también la
fragilidad relacional en el caso de las vastas masas de trabajadores situados en condiciones
de vulnerabilidad. Por otro lado, una visión que confía en el mantenimiento de lazos en
sectores populares y considera el valor de éstos como capital social.
 Feldman y Murmis no parten ni de una visión que da por establecido el aislamiento y la
ruptura en gran parte de los sectores desfavorecidos, ni de una visión que postule la capacidad
restauradora y la vitalidad de los lazos sociales primarios. Consideran relevante que el estudio
de los lazos sociales permita una captación matizada que no esté excesivamente marcada ni
por la imagen de la desafiliación ni por la del aporte positivo del capital social en las
relaciones interpersonales. 
 Señalan que son cuatro los grandes temas que orientaron sus discusiones teóricas. 
 Primero, frente a las críticas de los modelos de desafiliación que reivindican la importancia de
los lazos sociales primarios fuera de los países ricos, los autores buscan captar una diversidad
de lazos y su peso relativo. En primer lugar, en áreas concretas de interacción (familia, trabajo,
organización de intereses, etc.) y, luego, evaluando la importancia comparativa de tres tipos de
relaciones: las sociales-primarias, las burocrático-administrativas (públicas y privadas) y las
mercantiles. Se considera que las formas de sociabilidad no sólo tiene lugar a través de
relaciones primarias sino que se establecen lazos en distintas áreas de actividad social. Al
incorporar las relaciones burocráticas y las mercantiles, no pretenden tomar en cuenta como
relaciones todos los factores burocrático-organizativos y de mercado; al hablar de relaciones
se piensa en situaciones en las cuales existe alguna forma de interacción directa, aunque ésta
no tiene por qué ser cara a cara. Vale agregar, que el interés por identificar estos tres de tipos
de relaciones lleva tanto a la identificación de formas puras como de formas combinadas o
mixtas. 
 Segundo, estos autores ven que numerosos estudios sobre las estrategias de supervivencia en
sectores populares tratan de forma muy incompleta su capacidad de conseguir recursos en el
mercado y la variedad de relaciones que establece con éste, aspecto que ha merecido un lugar
importante en sus análisis ocupacionales.
 Tercero, la amplia bibliografía sobre el tema ha tendido a investigar fundamentalmente
relaciones de cooperación, relaciones que pueden atenuar la vulnerabilidad, lo cual dejaría de
lado una idea que desde la perspectiva de Feldman y Murmis es central, es decir, la idea
simmeliana de que en la constitución de los círculos de sociabilidad la “lucha” tiene un papel
constitutivo que puede ser tan relevante como la cooperación. Con esto no quieren hacer
referencia al tema tan corriente de conflictos entre grupos, sino a la captación de lazos que
aún en el plano de las relaciones más personales y directas implican lucha. Se afirma entonces
que “... no es posible estudiar sólo formas de acción cooperativa y esto por dos razones. Por
un lado, la que aparece como más obvia, esto es que en cada proceso específico pueden
enfrentarse las tendencias a la unidad por cooperación y a la disociación por la lucha. Por otro
lado, porque también es necesario tomar en cuenta que no sólo los procesos sociales
visiblemente positivos y basados en la cooperación producen la unidad, sino que la otra forma
de acción recíproca, la lucha, tiene la capacidad de producir formas de unidad social”*6 
 El conflicto, sostienen, está ausente en el análisis de Castel. Su énfasis en el debilitamiento de
6 Feldman, Silvio y Murmis, Miguel (2000): “Ocupación en sectores populares y lazos sociales.
Preocupaciones teóricas y análisis de casos” en SIEMPRO-SERIE ESTUDIOS, julio de 2000, pág.7 
las relaciones lo lleva a poner en primer plano los elementos que tienden a desaparecer y a
caracterizar la vulnerabilidad en términos de carencias. Este énfasis en las carencias es
coherente con la escasa atención que presta a formas organizativas o redes de contactos de
las fracciones afectadas. 
 Tampoco este tema se hace presente en los estudios de redes y de estrategias de
supervivencia, por su acentuada tendencia hacia las relaciones de ayuda y cooperación. 
 Así, tanto uno como otro enfoque, preocupados por la integración y la cohesión social,
ignoran las relaciones de conflicto, institucionalizadas o no. 
 Cuarto, en sus análisis de las trayectorias ocupacionales (separándose una vez más del
análisis de redes donde es corriente contraponer la visión estructural basada en relaciones con
la que se basa en posiciones) se combina la información sobre posiciones o atributos con el
‘valor agregado’ explicativo que ofrece el análisis de diversos lazos sociales, incluyendo los
más inmediatos.
 Los autores sostienen, pues, que no sólo es necesario tomar en cuenta una gama de
relaciones no exclusivamente cooperativas o de apoyo, sino también la diversidad de contextos
personales e institucionales de las relaciones entre individuos. Su interés se centra en analizar
esta variedad de relaciones en función de su aporte a la solución de los problemas que surgen
en relaciones laborales fragilizadas. El esfuerzo analítico está ligado a develar las formas en
que la sociabilidad influye en el acceso a y mantenimiento de posiciones laborales. 
 Se plantea desde este enfoque “... la necesidad de análisis circunstanciados, donde sea
posible romper con la dualidad entre existencia e inexistencia de vínculos y se supere el debate
acerca de la persistencia (o incremento) de los lazos o el crecimiento y predominio del
aislamiento. Lo fructífero es tratar de captar el despliegue de una diversidad de relaciones que
permita registrar tipos de situaciones y, con ello, identificar contactos o aislamientos en áreas
específicas de interacción, en diferentes contextos de sociabilidad y la diversidad de tipos de
contactos”*7
 Llegados a este punto y luego de presentar estos dos enfoques teóricos que hacen referencia a
los lazos sociales en los trabajadores precarios, surge el interrogante respecto a cuál de ambos
sería el que más adecuadamente podría aplicarse a los contextos latinoamericanos y, más
específicamente, a nuestro país.
 Consideramos aquí necesario desarrollar un tema del que sólo se hizo mención con
anterioridad, que incluye ‘lo relacional’dentro de un planteo teórico más amplio y que ha sido
de suma importancia al momento de analizar a los sectores populares en América Latina, a
partir de los años setenta y más aún en los ochenta. Se está haciendo referencia a los estudios
sobre “las estrategias de reproducción social”.
 Estos estudios comienzan a constituirse en preocupación teórica de los investigadores, con los
padrinazgos de PISPAL y las reflexiones realizadas en el marco de la Comisión de Población y
Desarrollo de CLACSO. Una amplia e importante bibliografía así lo demuestra, como el
clásico Número de Demografía y Economía de 1981.
 El estudio de las estrategias intenta dar respuesta a la inquietud de cómo es que logran
reproducir su existencia ciertos sectores sociales, a pesar de las restricciones que se les
presentanen torno al trabajo, ingreso y consumo, en las sociedades capitalistas atrasadas. El
concepto mismo de estrategias sería precisamente la clave.
 Los distintos autores le dan al término un uso también diferente. “Las variaciones en el uso del
concepto van mucho más allá de discusiones respecto a quiénes son los actores sociales
involucrados. Abarca aspectos referidos a los contenidos, tales como qué son concretamente
las estrategias, qué tipos de comportamientos deben ser incluidos en ellas, qué elementos
7 Feldman, Silvio y Murmis, Miguel; op.cit., pág.6
participan en su constitución, hasta el grado de conciencia que es posible atribuirles a los
actores de estrategias y las formas en que son afectadas por los modelos de desarrollo de las
sociedades latinoamericanas, para citar sólo los más relevantes”*8 Así, encontramos en la
bibliografía referencias a estrategias de supervivencia, estrategias familiares de vida,
estrategias de existencia, estrategias de reproducción y estrategias de sobrevivencia.
 Mencionaremos brevemente a cada una de ellas, deteniéndonos un poco más en las últimas.
 Estrategias de supervivencia: quienes utilizan esta denominación, limitan el campo de estudio
a los sectores que en las sociedades latinoamericanas se encuentran a un nivel de subsistencia
mínima, básica y fisiológica, lo que implica una mirada restrictiva del universo de estudio.
 Estrategias familiares de vida: es básicamente Susana Torrado quien se remite al uso de este
concepto. Amplía el universo a analizar, pretendiendo un estudio comparativo de las
estrategias en función de la posición socioeconómica de las familias.
 Estrategias de existencia: los autores que hacen uso de este concepto refieren a un grupo de
actividades destinadas a la reproducción ampliada. El análisis aquí, incluye a la totalidad de
los sectores populares.
 Estrategias de reproducción: para quienes hablan de estrategias de reproducción, dos son las
cuestiones que situarían la problemática alrededor de las estrategias: por un lado, cómo se
reproducen los sectores populares y, por el otro, cómo se relacionan las condiciones de
reproducción de estos sectores con la reproducción de la sociedad.
 Desde esta visión, se parte del supuesto de que son las condiciones económicas y sociales
imperantes las que obligan a amplios sectores de la sociedad a implementar estrategias.
Interesa resaltar que los comportamientos individuales y familiares (microsociales), no pueden
ser comprendidos al margen del espacio macrosocial en que su accionar se inscribe. 
 Por último, para hablar del concepto estrategias de sobrevivencia, se hará referencia al uso
que del mismo hace Cecilia Cariola. Esta autora, como ella misma lo afirma, recurre a un
enfoque integrador que aborda la reproducción biológica, material y social desde el plano
doméstico en forma articulada con el plano colectivo. Conceptualizando, entonces, la
estrategia de sobrevivencia como: “la articulación del conjunto de mecanismos,
comportamientos y relaciones desplegadas para darle viabilidad a un objetivo fundamental:
lograr la reproducción integral de la unidad doméstica en las mejores condiciones posibles o,
dicho de otra forma, alcanzar un cierto nivel de satisfacción de las necesidades básicas”*9
 Según Cariola, analíticamente se pueden diferenciar dos niveles en las estrategias de
sobrevivencia, atendiendo a su dimensión económica y a su dimensión cotidiana. La estrategia
económica haría referencia a la articulación de actividades y comportamientos destinados a
obtener ingresos para la sobrevivencia y a la optimización de los mismos en un intento de
satisfacer las necesidades materiales básicas de los hogares. Los hogares populares recurrirían
a diferentes fuentes de ingresos tales como: la incorporación al mercado de trabajo urbano;
las ayudas monetarias o en especies, entre las cuales las más relevantes son las que provienen
de las denominadas redes de apoyo solidario o informales (tanto de carácter familiar, vecinal y
de compadrazgo como las de índole formal o institucional, producto de la acción asistencial
estatal) y las actividades de autoproducción de bienes para el consumo doméstico. 
 Desde esta concepción, la principal fuente de ingreso sería la incorporación al mercado de
trabajo urbano, denominando ingreso complementario de carácter secundario al resto de las
actividades y/o comportamientos desarrollados.
 La estrategia cotidiana, por su parte, englobaría a las funciones de reproducción biológica y
cotidiana, o sea, incluye tanto a la reproducción generacional y socialización como a las
tareas domésticas de mantenimiento cotidiano de los miembros de la unidad doméstica y la
8 Hintze, Susana (1987): “La reproducción de los sectores populares. Estrategias y reivindicaciones”, pág.2
9 Cariola, Cecilia y otros. (1989): “Crisis, Sobrevivencia y Sector Informal”. ILDIS-Cendes, pág.15
transformación del ingreso doméstico en consumo.
 Llegados a este punto, interesante es introducir el planteo de Larissa Lomnitz (1978) sobre las
“redes de intercambio recíproco”. Su planteo consiste en reconocer que entre las estrategias
de sobrevivencia de las unidades domésticas insertas en condiciones de vida desfavorables, se
encuentran básicamente la existencia de prácticas relacionadas con la participación en redes
de intercambio recíproco de bienes y servicios. Estas prácticas constituyen estrategias de
solidaridad basadas en expectativas de intercambios entre sí, donde hay un acuerdo tácito de
reciprocidad colectiva.
 Se trata de un tipo de relaciones informales que se establecen entre vecinos, parientes y
amigos. Los bienes y servicios que mediante estas relaciones suelen intercambiarse, son de
distinto tipo e incluyen: información (para migraciones, oportunidades de residencia y empleo,
orientaciones para la vida urbana, etc.), asistencia laboral, préstamos (en dinero, comida,
herramientas, etc.), servicios (alojamiento, ayuda en la construcción y mantenimiento de la
vivienda, ayuda en las compras y en la limpieza de las casas, cuidado de niños y ancianos,
etc.) Como puede observarse, los bienes y servicios intercambiados forman parte de la
organización de la vida cotidiana de los miembros o familias que participan de la relación. 
 Estas redes de intercambio se presentan como recursos alternativos claves para la resolución
de los diferentes problemas a los que se enfrentan las familias pobres, debido a la inseguridad
económica crónica a la que se ven sometidas.
 Lomnitz cita diversos trabajos en los que se constata la existencia de tales redes basadas en la 
reciprocidad (entendida como fundamento de un tipo de ayuda mutua que viene a suplir la
falta de seguridad económica) y donde se utilizan plenamente unos de los pocos recursos que
posee el marginado: sus recursos sociales. Para ello, se daría uso a una serie de instituciones
tradicionales que vendrían a reforzar dichas relaciones, tales como el parentesco, la vecindad,
el compadrazgo y la amistad masculina.
 La reciprocidad depende de varios factores fundamentales: cercanía física, confianza e
igualdad de carencias entre los que participan de la relación. Según Lomnitz, este último factor
es tan importante que llega a afectar la permanencia de los diferentes sujetos que participan en
las redes.
 Ahora, creemos pertinente mencionar el planteo teórico de González de la Rocha quien
introduce una problemática al respecto de las redes sociales y la reciprocidad en la
Latinoamérica actual.
 Según esta autora, sorprende el comprobar que la mayoría de las ideas que giran en torno a
la reciprocidad, solidaridad y ayuda mutua son de naturaleza estática y restringida. Se plantea
el intercambio como fenómeno inamovible y no sujeto al cambio. Diversos escritos
contemporáneos siguen encontrando en las redes sociales y en la reciprocidad, la solución a
un amplio númerode problemas que los pobres urbanos enfrentan cotidianamente. “El
intercambio de favores -sistema económico informal, paralelo a la economía de mercado-
resulta crucial para las economías de estos habitantes urbanos, bajo el lema ‘hoy por ti,
mañana por mí’, en una relación de reciprocidad entre iguales. La reciprocidad, mecanismo
social por excelencia de este intercambio, permite la continuación, la permanencia de las
relaciones sociales”*10
 González de la Rocha sostiene que los años ochenta fueron escenario de una intensificación
de este tipo de prácticas e interacciones, y tanto amigos, parientes como compañeros de
trabajo compartieron la escasez y sacaron provecho de sus relaciones en común. Los
planteamientos al respecto sobre este período (de los cuales formó parte) no pueden ser
considerados erróneos. 
10 González de la Rocha, Mercedes (1999): “La reciprocidad amenazada: un costo más de la pobreza
urbana”,en Hogar, Pobreza y bienestar en México, pág.16
 Sin embargo, su cuestionamiento se basa en la legitimidad de estos mismos planteamientos
para el período actual. Después de las profundas transformaciones que dos décadas de crisis
han producido en la sociedad, difícil resulta seguir manteniendo los mismos argumentos,
como si los fenómenos fueran estáticos y las relaciones sociales no se derivaran de la
construcción de los sujetos conforme a su situación, sus posibilidades y sus recursos. La idea
de que los pobres ‘se las arreglan’ a través de la instrumentación de mecanismos sociales para
sobrevivir, pase lo que pase, encuentra obstáculos para su implementación en momentos
históricos de exclusión laboral.
 Esta autora afirma que el énfasis en la multiplicidad de fuentes de ingresos, impidió visualizar
al salario como el recurso que permite acceder a las otras fuentes de ingresos -incluido el que
proviene del intercambio social-, como el motor de la sobrevivencia y reproducción de los
trabajadores y sus grupos domésticos. La idea central de su argumento es que la participación
en las redes sociales tiene costos; por un lado, requiere tiempo y dedicación para ‘estar
disponible’ cuando uno es requerido, por otro lado, esa participación conlleva una serie de
costos materiales que no pueden ser ignorados. En los noventa, la pobreza de recursos, en
gran parte causada por el deterioro del empleo y la dificultad de mantenerse en un trabajo
asalariado, volvió a los habitantes urbanos menos capaces de acceder a los beneficios del
intercambio social. 
 El elemento de la reciprocidad amenazada, sostiene, no gusta, incomoda, suele ser ignorado.
Sin embargo, esta autora ha querido llamar la atención al respecto, en un intento de entender
que las relaciones de reciprocidad y solidaridad no son recursos inagotables, y que el
intercambio social es vulnerable a la pobreza de recursos.
 
Ahora, quiere dejarse explicitado que se entiende en esta investigación por:
Trabajo precario: con la precarización del trabajo, la diversidad y discontinuidad de las
formas de empleo están reemplazando el paradigma de empleo homogéneo y estable. Las
“nuevas” formas de empleo incluyen una multitud de situaciones heterogéneas: contratos de
trabajo por tiempo determinado, trabajo provisional, trabajo de jornada parcial, trabajo
clandestino y diversas formas de “empleos ayudados”, o sea, sostenidos por el poder público.
Los contratos de estos trabajos se realizan bajo formas ajenas al contrato por tiempo
indeterminado, el cual implicaba una seguridad relativa y al que se podían vincular garantías y
derechos estables. En general, características de estos trabajos son la producción en pequeña
escala, la baja productividad, la baja calificación y los bajos ingresos obtenidos. Se adopta
este concepto y no el de trabajo informal porque se contempla la posibilidad, corroborada ya
en diversos estudios, de la alternancia de los trabajadores pobres entre el sector formal e
informal de la economía, pero siempre la característica principal de estas inserciones
laborales, tanto en uno como en otro sector, sería la precariedad. Para estos trabajadores el
desempleo no es una opción, como sí lo es en los países centrales. Estos visualizarían al
desempleo como el mayor de los problemas, pues estando empleados, aún con bajos ingresos
y en pésimas condiciones, pueden cubrir con cierta regularidad parte de las necesidades más
elementales.
 Vale aclarar que en este trabajo se entrevistará a trabajadores precarios de la construcción,
por ser la rama de actividad que registra mayores porcentajes entre los jefes de familia
ocupados en el barrio estudiado. 
Lazos sociales personales: si bien, como ya se hizo mención, Feldman y Murmis hacen
referencia a tres tipos de lazos sociales de los que hacen uso los trabajadores precarios, a los
fines de ésta investigación se indagará sólo sobre los lazos sociales personales o lazos
primarios, poniendo la mirada en estas relaciones desarrolladas específicamente en lo que
respecta a la dimensión laboral.
 Siguiendo a Gabriela Wyczykier, se definirá lazos sociales personales a: “aquellas
interacciones fruto de contactos familiares, comunales, vecinales, de amistad, que pueden dar
lugar al desarrollo de relaciones cargadas de un grado de afectividad diferencial”*11 
 Los recursos que circularían a través de las interacciones personales de los trabajadores
precarios, en este caso de la construcción, son: información y conocimientos necesarios para
desarrollar la actividad; dinero; ofrecimiento directo de trabajo; recomendación para un
trabajo; colaboración en algún trabajo; maquinarias y/o herramientas necesarias para
desarrollar la actividad.
Estrategias de sobrevivencia: se tomará el desarrollo de Cecilia Cariola al respecto.
 Según esta autora, las estrategias de sobrevivencia no representarían acciones planificadas en
forma de un conjunto coherente asumido conscientemente como tales, por parte de los
sectores con necesidades básicas insatisfechas que las implementan con el fin de alcanzar su
reproducción material y social. Serían más bien, una construcción analítica que daría cuenta
de la articulación de relaciones y comportamientos que estos sectores definen frente a las
restricciones que les impone su condición de clase y que varían coyunturalmente en situaciones
de crisis económica general o de crisis doméstica.
 La adopción del planteo de esta autora se basa en la distinción que realiza entre dos
dimensiones de las estrategias, la económica y la cotidiana. Como ya se hizo mención, las
funciones de reproducción biológica y cotidiana están englobadas por la estrategia cotidiana.
 Por su parte, la estrategia económica consiste en la articulación de actividades y
comportamientos destinados a obtener ingresos para la sobrevivencia, así como una
determinada organización de unidad doméstica para lograrlos. Los ingresos provienen de
fuentes diversas, principalmente de la inserción en el mercado de trabajo a través de la venta
de la fuerza de trabajo o el autoempleo en venta de bienes y servicios; colaboran también en
este sentido las ayudas institucionales y los aportes provenientes de redes informales de
solidaridad; por último podrían incluirse las formas de producción para el autoconsumo.
 Es aquí, en las estrategias económicas, donde se centra la atención en el presente trabajo,
puesto que el objetivo específico de la investigación es dar cuenta de cómo los trabajadores
precarios (específicamente del sector construcción) desarrollan la estrategia de utilizar sus
recursos relacionales para conseguir y/o mantener un empleo. 
ASPECTOS METODOLÓGICOS
 Esta investigación se llevó a cabo a través de un estudio de casos. 
 A lo largo de la misma, la metodología utilizada fue tanto de carácter cuantitativocomo
cualitativo.
En primer lugar, y con el fin de obtener los datos más relevantes sobre las condiciones
socioeconómicas de los hogares en que habitan los trabajadores precarios de la construcción
del un barrio de Villa Garibaldi y el uso de las redes sociales de ayuda que las familias de los
mismos llevan a cabo, se utilizaron los resultados de un estudio cuantitativo realizado en el
barrio (ubicado en una zona de bajos recursos en la ciudad de La Plata) por un equipo de
investigación radicado en el Departamento de Sociología y los alumnos del Taller “Pobreza:
discusiones teórico-metodológicas” de la Licenciatura en Sociología de la Facultad de
11 Wyczykier, Gabriela: “Ocupaciones informales y lazos sociales. Un estudio de casos"
Humanidades y Ciencias de la Educación, en el mes de abril de 2003.
En este estudio, se realizó un censo a 94 hogares del barrio a través de un cuestionario
general por hogar y cuestionarios individuales por integrante del hogar diferenciados por
grupo de edad (14 años y más, de 5 a 13 años y de 0 a 4 años). El relevamiento abarcó una
amplia cantidad de datos, tales como: las características sociodemográficas de los hogares,
las condiciones de las viviendas, la participación en redes sociales de ayuda, la participación
en planes sociales y la evaluación de los mismos, la participación comunitaria y política; así
como prácticas relacionadas a la organización doméstica, a la alimentación, a la salud, a la
educación, a la escolaridad, al trabajo, etc. 
 En base a este censo, pudieron ser obtenidos los datos referidos a las familias cuyos jefes de
hogar eran trabajadores precarios de la construcción, y de los dieciséis potenciales casos
pudieron concretarse entrevistas en profundidad con diez de los mismos, realizadas durante los
meses de septiembre, octubre y noviembre de 2003, lo que pasaría a formar parte del
segundo momento de la investigación.
 En este segundo momento y para cumplir con el objetivo específico de la investigación,
indagar sobre los lazos sociales primarios en los trabajadores precarios de la construcción
circunscriptos al aspecto ocupacional, se pasa a utilizar un método cualitativo por excelencia y
decisivo para tal fin: la entrevista en profundidad.
La entrevista se dirige al aprendizaje sobre conocimientos y actividades que no se pueden
observar directamente. La misma es efectuada a un número reducido de personas
seleccionado en base a un criterio conceptual. Mediante este método, el investigador pretende
descubrir lo significativo de la vida de sus entrevistados, sus percepciones e interpretaciones.
EL BARRIO
 Se presentará aquí una descripción general del barrio, así como de las condiciones de vida de
sus habitantes, en base a los datos obtenidos en el censo. La idea es plasmar el contexto
barrial y familiar de los jefes de hogar entrevistados en la segunda etapa de la investigación.
 La existencia del barrio (ubicado entre las calles 7 a 10 y 630 a 631) es de origen
relativamente reciente, ya que no supera los siete años.
 Con relación a las viviendas del mismo, puede decirse que la mayor parte de los habitantes
son propietarios de las mismas. 
 En cuanto a los materiales predominantes en las viviendas, en más de la mitad de los casos se
ha utilizado la mampostería (ladrillos, bloques, paneles) como material predominante en las
paredes, mientras que en un 34% de las mismas se ha utilizado la madera. Los techos de las
viviendas son principalmente de chapas de metal o fibrocemento y en los pisos predomina el
cemento o ladrillo fijo.
 En lo que respecta al tamaño de las viviendas, cerca de la mitad de las mismas cuentan con
una sola habitación (excluyendo baño o cocina) Dada la relación persona por cuarto, se
puede afirmar que en el 29% de los hogares del barrio sus miembros viven en condiciones de
hacinamiento. Sólo la mitad de los hogares dispone de un cuarto para cocinar, separado del
estar.
 El 86% de las viviendas posee instalación de baño y en todos los casos el baño es de uso
exclusivo de los miembros del hogar. El baño se encuentra en el exterior de la vivienda en un
20% de los casos. La mayoría de las instalaciones de baño tiene arrastre de agua, pero casi la
mitad de las mismas no tiene botón o cadena. Sólo la mitad de las viviendas que cuentan con
instalación de baño con arrastre de agua, tiene desagüe a cámara séptica y pozo ciego.
 Sobre la provisión de servicios, puede decirse que en lo que refiere a abastecimiento de agua,
todas las viviendas utilizan la provisión de agua por red pero el 40% de los casos tiene el agua
fuera de la vivienda. Con respecto a la electricidad, el 97% de las viviendas tiene instalación
de electricidad en su interior. La mayor parte de las viviendas usa el servicio de recolección
pública de basura (73 %), mientras que el 19% la quema y un 7% la arroja a cielo abierto.
 Pasamos ahora a describir las características sociodemográficas generales de la población del
barrio.
 La población del barrio está compuesta por un total de 402 personas (209 mujeres y 193
varones)
 Con relación al origen o procedencia de los componentes de los hogares, es notoria la
presencia de jefes oriundos del interior. Se destaca también que el 28% nació en La Plata y un
10% en países limítrofes. En el caso de los cónyuges, se destacan porcentajes iguales entre
aquellos nacidos en La Plata y quienes nacieron en el interior del país. Sobre los hijos, la
mayoría de ellos nació en La Plata (67%), mientras que un 18% lo hizo en el interior del país y
un 10% en el resto de la provincia de Bs. As
 En cuanto al tiempo de residencia en el barrio, se destaca que cerca de la mitad de los
habitantes lleva viviendo en el barrio de uno a tres años. En su mayoría, quienes no nacieron
en el barrio tuvieron como residencia anterior la ciudad de La Plata (68%), siguiéndole en
importancia el interior del país (13%) y el resto de la provincia de Bs. AS (9,5%) 
 En relación a la situación educacional de los habitantes del barrio, se destaca el alto nivel de
escolarización de los niños que se encuentran en el rango de 5 a 13 años, ya que todos
asisten a la escuela. Por su parte, el 72% de los jóvenes de 14 a 24 años asiste actualmente a
una institución educativa, mientras que casi la totalidad de los mayores de 24 años si bien no
asisten actualmente, lo han hecho con anterioridad.
 Con respecto a la asistencia escolar de jefes y cónyuges, relevante es destacar que el 5% de
los jefes y el 8% de los cónyuges nunca asistieron a un establecimiento educativo. Sí lo
hicieron en alguna oportunidad el 94% de los jefes de familia y el 89% de los cónyuges. Entre
los que asistieron a una institución educativa, la tercera parte de jefes y cónyuges no
terminaron el ciclo primario y menos de la mitad (43% y 44% respectivamente) lo completaron.
El 24% de los jefes y el 20% de los cónyuges han cursado el secundario sin finalizarlo. Entre
las razones más destacadas para no continuar los estudios, se encuentra la necesidad de
trabajar entre los jefes y la necesidad de atender a su familia entre los cónyuges.
 Considerando la situación ocupacional de los integrantes del barrio, puede decirse que se
encuentra ocupado el 67%, desocupado el 9,5% e inactivo el 23%.
 Podría afirmarse que es alta la concentración de población económicamente activa en el
barrio e incluso de población ocupada. 
 Desagregando por componente de hogar, encontramos que los jefes ocupados alcanzan el
83%, los cónyuges ocupados el 61 % y los hijos/as ocupados de 14 años y más llegan al
38%. 
 Entre quienes se encuentran desocupados, la mayoría de los jefes aduce buscar trabajo para
cubrir el presupuesto básico del hogar; los cónyuges, por su parte, refieren en igual medida
hacerlo tanto para cubrir el presupuesto como para complementarlo; los hijos, en cambio,
afirman en su totalidad, buscar trabajo para cubrir gastos de índole personal.Sobre la presencia de personas ocupadas por unidad doméstica puede decirse que
aproximadamente un 50% de los hogares del barrio posee un solo miembro ocupado, un 42%
posee dos miembros ocupados y un 7% tres o más.
 La casi totalidad de los trabajadores cuenta con una sola ocupación y la mayoría de los
ocupados son jefes de familia.
 En lo que refiere a la cantidad de horas trabajadas, puede afirmarse que hay una marcada
incidencia de la subocupación en el barrio, ya que sólo un 32% de jefes son ocupados plenos
(trabajan 35 hs por semana o más) y un 12% de cónyuges y un 25 % de hijos/as se
encuentran en la misma situación.
 En lo que atañe a las categorías ocupacionales, cabe destacar que la mayoría de los
trabajadores entran en la categoría obrero, alcanzando un 49% entre los jefes y un 33% entre
los cónyuges. Para ambos componentes del hogar, ocupa el segundo lugar en importancia la
categoría trabajador por cuenta propia sin maquinaria o vehículo. En el caso de los hijos/as,
en cambio, prevalece la categoría trabajador por cuenta propia sin maquinaria o vehículo,
seguido por la categoría obrero.
 Con respecto a la rama de la actividad principal, entre los jefes ocupados predomina el sector
servicios (48%) seguido de la construcción (21%) Entre las cónyuges también predominan los
servicios, pero segundo en importancia se encuentra la rama del comercio (53% y 17%
respectivamente) En el caso de los hijos/as, tanto la construcción como los servicios presentan
el mismo porcentaje: 41%.
 Ahora, cabe destacar que del total de los ocupados un 33 % no se encuentra contenido en
ninguna de las categorías antes presentadas, puesto que se trata de personas que realizan
ciertas actividades como contraprestación de ser beneficiarias del algún programa estatal de
empleo (Jefes y Jefas de Hogar o Barrios).
 La situación en la que se encuentran la mayor proporción de trabajadores del barrio, es decir,
los asalariados (obreros, empleados y personal doméstico), puede tildarse como de alta
precariedad, ya que del censo se desprenden muy bajos índices de protección social. También
se hace presente entre los trabajadores del barrio otro de los rasgos de la precariedad, la
inestabilidad laboral. Alrededor del 40% de los jefes y cónyuges y el 71% de los hijos/as,
manifiestan poseer un trabajo inestable.
 Por otro lado, el 65% de los jefes, el 50% de los hijos/as y el 41 % de los cónyuges busca
otro trabajo, principalmente debido a los bajos ingresos que obtiene en la actual ocupación. 
 Importante es resaltar que es muy poca la incidencia del trabajo infantil en el barrio.
 Por último, en lo que refiere a los ingresos, vale remarcar que la mayor parte de los hogares
del barrio obtienen sus ingresos a partir de la inserción de sus miembros en el mercado de
trabajo o por su participación como beneficiarios en un plan estatal de empleo. 
Superan el 50% los hogares que no cuentan con más de cien pesos per cápita mensual. Puede
afirmarse que el 52% de los hogares censados no alcanzan con sus ingresos a cubrir el costo
de la denominada canasta básica de alimentos, lo que implica que se encuentren en situación
de indigencia. Asimismo, considerando la canasta básica de bienes y servicios (incluyendo los
alimentos), se observa que el 88% de los hogares del barrio no llegan con sus ingresos a
cubrir su valor, o sea, se ubican por debajo de la línea de pobreza. 
SOBRE LAS REDES SOCIALES DE AYUDA EN EL BARRIO
 De los 94 hogares censados en el barrio, el 79% afirma ayudar a parientes, amigos, vecinos.
El resto de la población refiere no hacerlo con habitualidad. Dentro del grupo de hogares que
expresan prestar ayuda frecuentemente, cerca de la mitad (48%) lo hace dando consejos o
escuchando problemas (46%) Sobre la ayuda en recursos, cerca de la mitad de los hogares
afirman proporcionar a otros ropa, un 40% alimentos y un 20% dinero.
 La tercera parte de las familias dicen acompañar a otros a consulta médica, en similar
porcentaje se afirma colaborar en la construcción/ampliación de la vivienda y el cuidado de
ancianos, niños o enfermos aparece en un porcentaje sensiblemente inferior.
 Con respecto a los destinatarios de las ayudas, un 76% son familiares, 52% vecinos y 40%
amigos.
 Por otro parte, más de la mitad de los hogares (56%) expresan ser ayudados por parientes,
amigos, vecinos con distintos recursos o servicios. Sin embargo, el 40% asegura no recibir este
tipo de ayudas.
 Sobre la ayuda recibida por las familias, el 36% manifiesta recibir ayuda con consejos de
otros y un 38% contando problemas. La ayuda en alimentos, así como en vestimenta hacia los
integrantes del hogar, alcanza a la tercera parte de los casos. Tanto la ayuda para construir o
ampliar la vivienda, como la ayuda en el cuidado de ancianos, niños o enfermos, se da en un
20% de las familias; similar porcentaje se registra para el acompañamiento a la consulta
médica. Con un 15% aparece el préstamo de dinero y en una proporción levemente menor la
ayuda para conseguir trabajo.
 La mayor parte de la ayuda que se recibe proviene de parientes, mientras que los amigos
aparecen en cerca de la mitad de los casos, los vecinos en una proporción poco menor y los
patrones se presentan en un 21%
 Nos detendremos ahora en la descripción detallada del uso de las redes que llevan a cabo las
familias seleccionadas para el análisis:
-Familia 1: Esta es una familia extensa compuesta por diez integrantes, cinco adultos, cuatro
de 5 a 13 años y uno de 0 a 4 años. Todos los adultos son oriundos de países limítrofes.
 Con respecto a las redes sociales, manifiestan no hacer uso de las mismas, pues no brindan ni
reciben ayuda de ningún tipo. 
-Familia 2: Esta familia es nuclear compuesta por cinco integrantes, dos adultos, uno de 5 a
13 años y dos de 0 a 4 años. El padre es oriundo del interior del país y la madre es nacida en
la ciudad de La Plata. 
 Con respecto a las redes sociales, afirman recibir ayuda referida a la obtención de útiles
escolares, al cuidado de niños/ancianos/enfermos/discapacitados, a la obtención de trabajo,
a recibir consejos, en la construcción o ampliación de la vivienda. La ayuda recibida según se
expresa, es por parte de vecinos y amigos. No manifiestan brindar ningún tipo de ayuda.
-Familia 3: Esta familia es nuclear compuesta por tres integrantes adultos (madre, padre e hijo)
oriundos del interior del país.
 Con respecto a las redes sociales, puede decirse que la ayuda que afirman brindar es referida
a la construcción o ampliación de vivienda, destinada a algún vecino. Sobre la ayuda recibida,
ésta se basa en alimentos, en la compañía para visitar al médico y en la construcción o
ampliación de la vivienda; así como la ayuda destinada por parte de esta familia es hacia los
vecinos, la ayuda recibida también es por parte de éstos.
-Familia 4: Esta familia es nuclear compuesta por cinco integrantes, dos adultos, uno de 5 a
13 años y dos de 0 a 4 años. Ambos padres son nacidos en la ciudad de La Plata.
 Con respecto a las redes sociales, expresan solamente recibir ayuda referida al cuidado de
niños/ancianos/enfermos/discapacitados, por parte de familiares que no viven con ellos. No
manifiestan brindar ningún tipo de ayuda.
-Familia 5: Esta es una familia nuclear compuesta por seis integrantes, dos adultos, uno de 5 a
13 años y tres de 0 a 4 años. Los adultos son oriundos del interior del país.
 Con respecto a las redes sociales, expresan brindar ayuda referida a dar alimentos, al cuidado
de niños/ancianos/enfermos/discapacitados, a hacer trámites, a acompañar al médico, a
escuchar problemas y dar consejos, a la construcción o ampliación de la vivienda. La ayuda
brindada está destinada a familiares que no viven con ellos. Sobre la ayuda recibida, se
expresa que es respecto al cuidado de niños/ancianos/enfermos/discapacitados, a la
compañía en visitas al médico, a escuchar sus problemas. La ayuda recibida también es de
partede familiares que no viven con ellos. 
-Familia 6: Esta es una familia nuclear compuesta por cinco integrantes, dos adultos y tres de 5
a 13 años. Los adultos son oriundos del interior del país.
 Con respecto a las redes sociales, afirman brindar ayuda en lo que refiere a prestar dinero o
hacerse cargo de algún gasto, dar alimentos, el cuidado de
niños/ancianos/enfermos/discapacitados, escuchar problemas y dar consejos. La ayuda
prestada, según se manifiesta, está destinada tanto a familiares que no viven con ellos, como a
vecinos y amigos. Por su parte, la ayuda recibida refiere a la obtención de alimentos, de
vestimenta, al cuidado de niños/ancianos/enfermos/discapacitados, a escuchar problemas y
dar consejos, a la construcción o ampliación de la vivienda. Sobre la ayuda recibida, se dice
que proviene de familiares que no viven con ellos.
-Familia 7: Esta es una familia nuclear compuesta por cuatro integrantes, dos adultos, uno de
5 a 13 años y uno de 0 a 4 años. Los adultos son oriundos de la ciudad de La Plata.
 Con respecto a las redes sociales, manifiestan no hacer uso de las mismas, pues no brindan ni
reciben ayuda de ningún tipo.
-Familia 8: Esta es una familia nuclear compuesta por seis integrantes, dos adultos, dos de 5 a
13 años y dos de 0 a 4 años. El padre es oriundo de la ciudad de La Plata y la madre del
interior del país.
 Con respecto a las redes sociales, expresan prestar ayuda dando vestimenta, escuchando
problemas y dando consejos. La ayuda prestada está destinada a familiares que no viven con
ellos y a amigos. La ayuda obtenida, tiene que ver con alimentos, vestimenta, el escuchar
problemas y dar consejos. Esta proviene de amigos y patrones.
-Familia 9: Esta es una familia nuclear compuesta por ocho integrantes, tres adultos (madre,
padre e hijo) y cinco de 5 a 13 años. Los padres son oriundos del interior del país.
 Con respecto a las redes sociales, afirman brindar ayuda prestando dinero o haciéndose
cargo de algún gasto, dando alimentos, dando vestimenta, cuidando
niños/ancianos/enfermos/discapacitados, escuchando problemas y dando consejos. Esta
ayuda está dirigida tanto a familiares que no viven con ellos como a vecinos. Sobre la ayuda
recibida, se dice que es referida a la obtención de vestimenta, a favores relacionados con el
hacer trámites, a la compañía en visitas al médico, a escuchar problemas y dar consejos. La
ayuda obtenida proviene de familiares que no viven con ellos y de amigos.
-Familia 10: Esta es una familia nuclear compuesta por tres integrantes, dos adultos y uno de 0
a 4 años. Los adultos son oriundos del interior del país.
 Con respecto a las redes sociales, manifiestan brindar ayuda prestando dinero o haciéndose
cargo de algún gasto, dando alimentos y dando vestimenta. Esta ayuda es destinada a
familiares que no viven con ellos. Por su parte, la ayuda recibida tiene que ver con el escuchar
problemas y el dar consejos, y la colaboración en la construcción o ampliación de la vivienda.
La ayuda obtenida proviene de familiares que no viven con ellos, vecinos, amigos y también
patrones.
 En las reflexiones finales se harán las conclusiones de conjunto de la utilización de las redes
sociales de ayuda por parte de las familias seleccionadas para el estudio.
SOBRE EL SECTOR DE LA CONSTRUCCIÓN
 En el amplio mundo del trabajo, el submundo de la construcción presentó históricamente
ciertas particularidades que, siguiendo a Héctor Palomino, hoy puede decirse se han hecho
extensivas a otros sectores del mercado laboral. 
 Dos rasgos que han caracterizado al sector desde hace ya varios años son la informalidad y
la inestabilidad laboral. 
 La estructura ocupacional de la construcción vendría a reflejar los rasgos típicos asociados
con la informalidad laboral, ya que el sector está compuesto por una gran cantidad de
cuentapropistas, empleadores y trabajadores familiares. Por otra parte, entre los asalariados
del sector (cuyos porcentajes cada vez son menores y más elevados los de los primeros), una
parte en absoluto desdeñable trabaja en empresas de cinco o menos empleados.
 El fenómeno de la inestabilidad laboral también se hace presente, ya que aquí predomina la
demanda de trabajo temporal, reflejo de los plazos de duración de las obras, del
requerimiento de diferentes especialidades según las etapas de las obras y del carácter
sumamente cíclico de la actividad. Por otro lado, el régimen particular del empleo asalariado
en el sector formaliza la inestabilidad puesto que no rige aquí la norma de indemnización por
despido. Esto implica que en los períodos de inactividad los trabajadores del sector deben
sostener por sí mismos los aportes tanto para la obra social como para el sistema previsional,
lo que excepcionalmente es posible. O sea, la inestabilidad en el empleo estaría asociada a la
precariedad.
 También la inestabilidad se encuentra asociada con la elevada rotación laboral. Suele ser
común para estos trabajadores la alternancia entre períodos de ocupación y desocupación, ya
que la finalización de una obra y el comienzo de otra generalmente no presentan continuidad.
Por su parte, suelen manifestarse también otras modalidades de alternancia en el empleo,
como ser la de inserción formal e informal, ya que un trabajador entre obra y obra, antes de
permanecer desocupado o inactivo, suele realizar changas de corta duración. A su vez, se
alternan categorías ocupacionales, como ocurre con las categorías de asalariado y
cuentapropia, inducida por la gran variedad de contratos existentes para enmarcar tareas
relativamente afines. 
 Si bien, como se expresó anteriormente, las características señaladas conforman desde tiempo
atrás la actividad en la construcción, durante la década del noventa comienza a visualizarse la
extensión de estas características hacia otras actividades.
 La precarización, la desocupación y la informalidad en la década del noventa en nuestro país,
abarcan ya al amplio espectro de actividades que componen el mercado de trabajo argentino.
 Como en la construcción estos rasgos se hicieron con anterioridad presentes, el estudio del
sector, según creemos, se manifiesta como de especial interés.
LOS LAZOS SOCIALES PERSONALES EN LOS TRABAJADORES PRECARIOS DE LA
CONSTRUCCIÓN 
La Muestra
 Para la selección de la muestra adoptada para realizar las entrevistas en profundidad, se tuvo
en cuenta que se tratara de familias con jefes de hogar de género masculino y que, a su vez,
posean un empleo precario en la construcción. A través del censo se obtuvieron dieciséis casos
con estas características. Pudieron concretarse entrevistas con diez de los mismos.
La muestra, entonces, quedó compuesta por: 
-Familia 1: Informante: Roberto, albañil cuentapropia, 36 años de edad, estudios primarios
incompletos, oriundo de Paraguay.
-Familia 2: Informante: Ángel, albañil cuentapropia, 28 años de edad, estudios primarios
completos, oriundo del interior del país.
-Familia 3: Informante: Juan Pablo, ayudante de albañil, 24 años de edad, estudios primarios
incompletos, oriundo del interior del país.
-Familia 4: Informante: Rodolfo, albañil cuentapropia, 24 años de edad, estudios primarios
incompletos, oriundo de la ciudad de La Plata.
-Familia 5: Informante: Hugo, albañil cuentapropia, 33 años de edad, estudios primarios
completos, oriundo del interior del país.
-Familia 6: Informante: Víctor, albañil cuentapropia, 34 años de edad, estudios primarios
completos, oriundo del interior del país.
-Familia 7: Informante: Omar, albañil cuentapropia, 29 años de edad, estudios primarios
incompletos, oriundo de la ciudad de La Plata.
-Familia 8: Informante: Javier, albañil cuentapropia, 25 años de edad, estudios primarios
completos, oriundo de la ciudad de La Plata.
-Familia 9: Informante: Néstor, albañil cuentapropia, 36 años de edad, estudios primarios
completos, oriundodel interior del país.
-Familia 10: Informante: Claudio, albañil cuentapropia, 27 años de edad, estudios
secundarios incompletos, oriundo del interior del país.
 
Los recursos que circularían a través de las interacciones personales de los trabajadores
precarios de la construcción son: 
*Información y conocimientos necesarios para desarrollar la actividad
*Dinero
*Ofrecimiento/ Recomendación de trabajo
*Colaboración en algún trabajo
*Maquinarias y herramientas necesarias para desarrollar la actividad
 
*Información y conocimientos necesarios para desarrollar la actividad
 Tanto para comenzar a trabajar en la construcción como para continuar haciéndolo una vez
que se ha empezado, las interacciones personales resultan ser muy relevantes en lo que
respecta a la información y los conocimientos necesarios para llevar a cabo esta actividad,
recursos que se presentan como de especial importancia debido a las características mismas
del oficio.
 Son las relaciones personales familiares en primer lugar y luego las de amistad, 
las que se manifiestan jugando un rol determinante en lo que al acceso a la información y
conocimientos necesarios para el desarrollo de la actividad se refiere.
 A través de las entrevistas se percibe que la edad de entrada a la actividad suele ser temprana,
variando entre los ocho y los dieciocho años. 
 Para los trabajadores cuentapropia de la construcción, lo más común es que en los comienzos
de la actividad algún lazo de tipo cercano les brinde los primeros conocimientos acerca del
oficio. Estos conocimientos empiezan a adquirirse de manera informal una vez que un trabajo
es concretado. 
 
 “Él me enseñó todo (un hermano), desde el primer día hasta... hasta que me maneje solo... al
principio era duro porque no sabía nada viste, además en esa edad eh... es difícil porque no
sabes nada, no sabes... te piden por ahí un balde y vos le pasas en vez de un balde de albañil
le pasas un tacho viste (se ríe)... todo me enseñó, me enseñó a manejar el plano que es lo
más importante cuando estás en la obra y... el plano es un idioma aparte, hay que entenderlo,
sino lo entendés el idioma de plano, no entendés nada” (Informante n°9) 
 “...sí, sí, él me llevó a la obra (el padre) y ahí aprendí de este tema... él me enseñó todo lo
que hoy sé de este trabajo... por ahí a veces los compañeros de él también me enseñaban
cosas...” (Informante n°5)
 “...una vez que entré y me dijo (un amigo) lo más importante que tenía que saber, ya después
seguí aprendiendo durante los trabajos mismos... porque en la obra así de ayudarse hay
mucha gente que se ayuda, se explica, se enseña... es como un oficio que se va pasando de
uno a otro, por ahí en otro trabajo se da que no te dejan progresar a vos, arreglate como
puedas, pero acá en ese sentido no es así...” (Informante n°7)
 En la mayoría de los casos puede verse como los primeros pasos en la actividad estuvieron
dados por trabajos como ayudantes de albañilería para albañiles de poca monta. Y fueron
estas primeras experiencias, con el cúmulo de información y conocimientos que ellas implican,
las que permitieron que con el tiempo puedan emprender el oficio de forma autónoma. 
 
“... cuando empecé a laburar en construcción, ahí empecé de ayudante y laburé más o menos
un año de ayudante y después ya empecé a levantar paredes, en dos años y medio ya era
oficial, ya pude hacer trabajos yo solo... pero cuando empezás siempre es de ayudante,
preparando materiales viste, carreando a los demás y todo eso...” (Informante n°6)
 “... cuando entrás a una obra por primera vez, lo que ves es que el maestro mayor de obras le
explica lo que quiere hacer al oficial, el oficial es el que tiene que levantar las paredes y eso y
vos, que sos nuevo, te ponen a preparar el material, a alcanzarle al oficial lo que precisa y
eso... ayudante de albañil se llama lo que hacen los que recién entran... después con el
tiempo llegue a saber todo lo que sabe un oficial y yo mismo empecé a decir que era oficial
carpintero y a trabajar por mi lado...” (Informante n°2) 
 Como puede verse a través de las entrevistas, el camino del aprendizaje se empieza
desarrollando las tareas más sencillas para un patrón, con el que se entra a trabajar de la
mano de algún pariente o amigo. Con el tiempo comienzan a desarrollarse tareas de mayor
complejidad y en la mayoría de los casos se sigue el camino de forma autónoma. A partir de
este momento, se ponen de manifiesto preferencias y especialidades por las que optan estos
trabajadores, ya sea porque se sienten más a gusto al realizarlas o porque reconocen tener
más habilidad para determinadas tareas. Así, encontramos que hay quienes se dedican a las
tareas relativas a la plomería, quienes lo hacen con las tareas relativas al gas, quienes hacen
terminaciones de obras, quienes se dedican a refacciones, etc. Vale aclarar que si bien algunos
denotan preferencias por determinadas tareas, todos coinciden en remarcar que hoy en día “se
agarra lo que sale”. 
 “... yo ahora que el arquitecto éste deja todo en mis manos viste, tengo mi equipo de gente
que me llevo conmigo a donde voy, y ahí tengo de todo, tengo quien levanta paredes, quien
prepara material, quien hace el gas, quien hace el agua, todos saben hacer todo pero hay
unos que son mejores para una cosa y otros que no, entendés?... igual al que ponele se ocupa
de agua y hoy falta gente para levantar una pared, se arremanga y lo hace eh!...” (Informante
n°10)
 
 “ ...y la verdad que a mí gas y agua me gusta más, más que... levantar paredes y todo eso...
para mí eso es lo más lindo de la construcción... sí trabajo acá en La Plata cuando sale alguna
obra y mi patrón nos llama, yo me dedico a esa parte, ahora cuando viajo tengo que hacer lo
que me toque...” (Informante n°6)
 Resulta interesante ver como este traspaso de información y conocimientos del oficio no son
“guardados” con recelo por aquellos que ya han ingresado a la actividad y los han adquirido;
por el contrario, a través de las entrevistas se percibe que lo que se genera es un continuo en
el traspaso de información y conocimientos, puesto que quienes una vez fueron “educados” en
las tareas, hacen lo mismo con sus pares que recién entran en la actividad. 
 “... a ciertas personas les enseño lo que yo aprendí, le enseño a los que yo veo que se
interesan por el laburo, que les gusta lo que hacen como me gusta a mí... tengo uno que es mi
protegido como yo le digo, a ese le enseño porque veo que realmente se interesa...”
(Informante n°7)
 “... yo pienso como que hay compañerismo en la construcción, siempre el que sabe más le
enseña al que sabe menos y después ese le enseña a otro y así...”
(Informante n°2)
 “... he tenido oportunidad que a uno que es más chico, yo agarro y le digo que esto es así y
que lo otro es asa... le explico viste, y a veces me dicen: eh, Pablo la tenés clara vos! (se ríe)”
(Informante n°3)
*Dinero
 El interrogante sobre la circulación de recursos monetarios surge puesto que al hablar de
trabajadores precarios en su mayoría cuentapropistas, es factible pensar que en determinado
momento les pueda ser necesario el contar aunque más no sea con mínimas cantidades de
capital monetario para la adquisición de herramientas o maquinarias, ya sea para comenzar su
actividad o durante el desarrollo de la misma.
 Dado que el acceso a las maneras formalmente establecidas de obtener préstamos
monetarios están fuera del alcance de estos trabajadores, se tuvo en cuenta la posibilidad de
que pudieran ponerse en funcionamiento mecanismos informales de obtención de capital, a
través de préstamos surgidos de interacciones personales cercanas.
 Sin embargo, a través de las entrevistas se puso de manifiesto que este tipo de recurso se
encuentra prácticamente ausente en los intercambios sociales de los trabajadores precarios de
la construcción puesto que, según pudo verse, para comenzar en esta actividad y también así
para

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