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Este documento está disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, el repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, que procura la reunión, el registro, la difusión y la preservación de la producción científico-académica édita e inédita de los miembros de su comunidad académica. Para más información, visite el sitio www.memoria.fahce.unlp.edu.ar Esta iniciativa está a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad, que lleva adelante las tareas de gestión y coordinación para la concre- ción de los objetivos planteados. Para más información, visite el sitio www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar Licenciamiento Esta obra está bajo una licencia Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Argentina de Creative Commons. Para ver una copia breve de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/. Para ver la licencia completa en código legal, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode. O envíe una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA. Director: Balsa, J. Javier López Castro, Natalia I. Tesis presentada para la obtención del grado de Licenciada en Sociología Cita sugerida López Castro, N. I. (2006) Desde la huerta. Alcances y limitaciones de una política pública local. [en línea]. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.595/te.595.pdf Desde la huerta. Alcances y limitaciones de una política pública local www.memoria.fahce.unlp.edu.ar www.memoria.fahce.unlp.edu.ar www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/ http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA. FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN. DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGIA. LICENCIATURA EN SOCIOLOGIA. TRABAJO FINAL Desde la huerta. Alcances y limitaciones de una política pública local. NATALIA I. LÓPEZ CASTRO Legajo nº 57589/5 natalialc@gmail.com DIRECTOR Dr: J. JAVIER BALSA jjbalsa@unq.edu.ar La Plata, 5 de septiembre de 2006 INDICE 1. RESUMEN............................................................................................................ 3 2. INTRODUCCIÓN ................................................................................................ 4 3. METODOLOGÍA ................................................................................................. 6 4. LA PROBLEMÁTICA ALIMENTARIA Y EL ENSAYO DE SOLUCIONES ...................................................................................................... 7 4.1 El programa ProHuerta ........................................................................................ 10 4.2 ProHuerta y las huertas comunitarias en Guaminí .............................................. 13 5. LAGUNA ALSINA (mejor conocido como Bonifacio) .................................... 16 6. RINCON DE LOS AROMAS ............................................................................. 19 6.1 Los inicios .............................................................................................................. 19 6.2 Las chicas de la huerta .......................................................................................... 20 6.3 Algunos resultados ................................................................................................. 23 7. LA IMPLEMENTACION DEL PROYECTO ................................................... 24 7.1 Implementación de políticas públicas .................................................................... 24 7.2 Particularidades locales y adaptación de políticas ............................................... 26 8. ¿POLÍTICA ASISTENCIAL O POLÍTICA DE DESARROLLO?.................. 31 8.1 Asistencia vs Desarrollo ........................................................................................ 31 8.2Participación ........................................................................................................... 43 8.3Focalización ............................................................................................................ 47 9. COMENTARIOS FINALES ................................................................................. 50 10. BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................. 54 2 1. RESUMEN A partir de la crisis de 2001, el escenario en que son implementadas las políticas sociales se complejiza y ante la emergencia generalizada se introducen nuevos programas (como el Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados) que se articulan, en algunos casos, con otros preexistentes. En ese contexto de implementación combinada de políticas a nivel local surgen básicamente dos tipos de interrogantes. Por un lado, los relacionados con los objetivos de las políticas sociales (a través del binomio políticas asistenciales/ de promoción) y por otro, los referentes a las características que adquiere la implementación de políticas, en su adaptación a ámbitos locales-rurales. Estas cuestiones son abordadas en este trabajo a partir del caso de la Huerta Comunitaria “El Rincón de los Aromas” de la localidad de Bonifacio, partido de Guaminí, provincia de Buenos Aires. Esta huerta, creada en 2001 con el respaldo de ProHuerta y la Municipalidad, se organizó, en principio, con el objetivo primordial generar puestos de trabajo (contraprestación) para los beneficiarios del Plan Jefas y Jefes. Luego, se ampliaron las metas hacia la demostración de viabilidad de este tipo de productos, con el fin de incentivar emprendimientos productivos que pudieran impulsar el desarrollo a nivel local. A través de un análisis que procura reconstruir la articulación de los diferentes actores involucrados en el proceso, se plantean los logros y limitaciones de esta particular versión local de política social. Términos clave: política social- local/rural- implementación- política asistencial-política de promoción- adaptación- emprendimientos- desarrollo 3 2. INTRODUCCION La aplicación de políticas de corte neoliberal en los últimos treinta años ha determinado la implantación y afianzamiento, en nuestro país, de un modelo socio económico inequitativo y polarizado. Ante esta realidad se han ensayado diferentes estrategias para paliar la situación de gran parte de la población que se encuentra bajo la línea de la pobreza. Entre ellas se destacan, sobre todo, políticas sociales, con el fin de suplir algunas necesidades básicas, ya sea a través de la provisión de alimentos (o recursos para acceder a ellos), planes de empleo o subsidios de diferente tipo. En el plano de las políticas alimentarias en particular, se impulsaron diversos tipos de medidas entre las cuales figura el programa ProHuerta, a cargo de INTA y el Ministerio de Desarrollo Social. Esta política, puesta en marcha en 1990, busca atacar el problema de la seguridad alimentaria intentando superar los mecanismos puramente asistencialistas y brindar una alternativa de auto abastecimiento de alimentos a través de la implantación de huertas familiares, comunitarias e institucionales. A partir de la crisis de 2001, el escenario en que son implementadas las políticas sociales se complejiza y ante la emergencia generalizada se introducen nuevos programas que se articulan, en algunos casos, con otros preexistentes. Es el caso del Plan Jefas y Jefes de Hogar (en adelante “Plan Jefas y Jefes”), un subsidio de $150 al que podían acceder las cabezas de hogar con hijos menores acargo, a cambio de una contraprestación, que podía tener diferentes características (la cumplimentación de la escolaridad básica, trabajos comunitarios o cuatro horas de trabajo en servicios públicos varios). Los gobiernos locales a cargo de su ejecución, frente a la necesidad de crear espacios donde los beneficiarios realizaran la contraprestación requerida, generaron emprendimientos productivos conjugando el nuevo plan con políticas que ya estaban en marcha en los municipios. Una de esas políticas en ejecución con la que se articularon los Planes Jefas y Jefes fue el ProHuerta. En ese contexto de implementación combinada de políticas a nivel local surgen básicamente dos tipos de interrogantes. Por un lado, los relacionados con los objetivos de las políticas sociales, y por otro, los referentes a las características que adquiere la implementación de políticas. En el primer caso, oponiendo la idea de políticas asistenciales a la de políticas de promoción o desarrollo, aparece la pregunta por la posibilidad de que a partir de 4 políticas del primer tipo puedan crearse fuentes de ingreso genuino o alternativas productivas. En cuanto a la implementación de políticas, el interrogante gira en torno a la forma que los agentes locales dan al proceso de ejecución: ¿Cómo se articulan para lograr el funcionamiento combinado de los programas? ¿Se trabaja siguiendo un esquema rígido de trabajo (“bajado” desde niveles superiores de autoridad) o se da lugar a replanteos basados en la experiencia cotidiana de ejecución? ¿Cómo se imbrican las historias y trayectorias de los actores relevantes en este proceso? ¿Y cómo influyen las expectativas individuales de técnicos, políticos y beneficiarios? Para poder abordar estas cuestiones analizaremos el caso de la Huerta Comunitaria “El Rincón de los Aromas” de la localidad de Bonifacio, partido de Guaminí, provincia de Buenos Aires. Allí, a partir de la experiencia de una huerta comunitaria creada en 2001 con el respaldo de ProHuerta y la Municipalidad, se organizó la producción de orégano a pequeña escala para comercializar en el pueblo. El objetivo primordial fue, en principio, generar puestos de trabajo (contraprestación) para los beneficiarios del Plan Jefas y Jefes. Luego, se ampliaron las metas hacia la demostración de viabilidad de este tipo de productos, no tradicionales en la zona. Actualmente se están llevando a cabo estudios y proyecciones, para poder generar, en los próximos años, un marco normativo-institucional adecuado y las herramientas productivas necesarias para impulsar pequeños emprendimientos de la población interesada. 5 Laguna Alsina (Est. Bonifacio) La pertinencia y/o relevancia de indagar sobre este caso en particular se basa en dos puntos principalmente. En primer lugar, podemos decir que abordar este tipo de experiencias resulta relevante porque son el fruto de una coyuntura que aún no ha sido superada y que presenta nuevos desafíos a cada momento. Pensar la superación de situaciones de pobreza y estrategias para impulsar el desarrollo de pequeñas comunidades es siempre un tópico difícil de despreciar. Esto hace que, a pesar de ser éste sólo un estudio de caso, resulte interesante describir sus características e implicancias. Por otro lado, también es destacable que nos encontramos ante un caso en que las acciones propuestas por una política pública han logrado concretarse y expandir sus objetivos originales. Y si tenemos en cuenta que mucha de la literatura sobre implementación de políticas parte de experiencias negativas, resulta interesante proponer una mirada que, sin dejar de identificar limitaciones y tareas pendientes, trate de dilucidar los elementos relacionados con la evolución positiva de esta experiencia particular. 3. METODOLOGÍA Los datos que se utilizaron para responder a las preguntas planteadas más arriba son, mayoritariamente, producto de la realización de entrevistas y algunos otros fueron extraídos de registros y documentos del programa ProHuerta y la municipalidad de Guaminí. Las personas a entrevistar fueron seleccionadas a partir de la relevancia que tendrían sus testimonios para la descripción de las interrelaciones entre los diferentes actores involucrados. Siguiendo esta idea se entrevistó a beneficiarias de Planes Jefas y Jefes que trabajan en la huerta, a representantes de Acción Social, Producción y ProHuerta a nivel municipal, al intendente, a opositores políticos, al presidente de la Sociedad Rural local y a la coordinadora de ProHuerta de la EEA Bordenave de INTA (en cuya zona de influencia, que aparece resaltada en el mapa de la página 5, se encuentra Guaminí), para cubrir las diferentes perspectivas que permitieran construir una mirada lo más completa posible sobre la experiencia. Las entrevistas fueron realizadas en los ámbitos de trabajo de los informantes a principios del año 2005, cuando la experiencia cumplía cuatro años de funcionamiento continuado. 6 Estrategia metodológica El abordaje metodológico de este trabajo es esencialmente cualitativo. Esto implicó trabajar con una lógica de investigación flexible, dando lugar a replanteamientos a medida que se avanzaba en la tarea. La idea central fue, en todo momento, hacer un tratamiento de los datos lo más sistemático posible, para dar sustento a las afirmaciones acotadas que pudiéramos hacer sobre el caso bajo estudio, ya que no se busca generalizar sobre el problema abordado sino establecer algunas características de este proyecto productivo y sus posibles implicancias. (Generalización acotada) Para lograr este objetivo se utilizó como herramienta la confección de matrices para dar orden y mayor claridad a la información disponible. Luego, se la analizó en perspectiva histórica, tratando de dar cuenta en cada momento de la complejidad de las interacciones entre los principales actores involucrados. Este esfuerzo por rescatar la complejidad busca dar cuenta del proceso de implementación de una política pública pero tratando de no sobredimensionar el componente institucional, organizativo (foco tradicional de este tipo de estudios), y tomando en cuenta el papel que las subjetividades de los actores juegan en la construcción del fenómeno estudiado. 4. LA PROBLEMÁTICA ALIMENTARIA Y EL ENSAYO DE SOLUCIONES La problemática alimentaria ha estado en la agenda de organismos internacionales desde hace más de tres décadas. Sin embargo su conceptualización no ha sido uniforme a lo largo de los años y ha sufrido modificaciones al ritmo de los paradigmas político-económicos hegemónicos. Así se pasó, entre las décadas de 1960 y 1980, de pensar a la alimentación como un derecho (que debía garantizar el estado) a pensarla en términos de capacidad (lo cual la restringe a la esfera de las responsabilidades puramente individuales), al tiempo que se abandonaba el paradigma del estado de bienestar y entrábamos en el modelo del neoliberalismo. A pesar de estas diferencias existió durante todo este período un elemento común: la búsqueda de soluciones para el hambre a partir del incremento de la producción de alimentos. Es decir, que el escollo principal estaba en la disponibilidad. 7 A partir de la década del 90, empiezan a aparecer cuestionamientos a la forma en que se trataba la cuestión alimentaria y se vuelve lentamente a pensar la alimentación como un derecho. A esto se suma la evidencia de que el volumen de alimentos producidos a nivel mundial había llegado a un nivel de suficiencia tal que podían garantizarse alimentospara todos los habitantes del globo. Este dato no hizo más que confirmar una intuición que ya muchos tenían: el problema alimentario no pasaba ya por la disponibilidad sino por el acceso. Así, desde mediados de los 90 la FAO planteó el necesario compromiso de los países miembro para garantizar marcos socio- políticos que aseguraran a los ciudadanos el acceso real a los alimentos. 1 En nuestro país, la situación de la seguridad alimentaria fue empeorando a partir los años setenta, momento desde el cual pasamos de un patrón de consumo bastante unificado a uno muy polarizado, en que los más pobres ya no reemplazan calidades de productos sino que prescinden de muchos de ellos (Aguirre, 2005). Frente a esta realidad se han ensayado diferentes alternativas para paliar la situación a través de programas focalizados que si bien logran proveer al menos algo de comida en hogares en donde hay una escasez muy importante, no han logrado generar soluciones duraderas. Muy probablemente porque, retomando lo dicho anteriormente, el problema de la alimentación en Argentina no está relacionado con la disponibilidad sino con el acceso (que en una sociedad altamente urbanizada como la nuestra, se garantizaría a través de ingresos monetarios suficientes para comprar alimentos en el mercado). A esto debemos sumar el dato nada menor de que la seguridad alimentaria no fue considerada en el país como política de estado hasta el año 2002, cuando la evidencia mediática de la desnutrición y la existencia de un 10% de población carente de ingreso alguno, puso sobre la mesa la necesidad de atender un problema largamente postergado. Para comprender el marco en que se han gestado las políticas alimentarias implementadas sobre todo a partir de la década del ochenta y las características que adquirieron, es necesario hacer referencia al proceso de transformación de los estados de los países subdesarrollados, para luego detenernos en los programas de asistencia alimentaria en particular. 1 FAO,(1996), Seguridad y asistencia alimentarias, Cumbre Mundial Sobre Alimentación, Documentos de Referencia12-15, Vol. 3, FAO. 8 Hasta fines de los setenta los estados de los países latinoamericanos se habían caracterizado, en su mayoría, por responder a los principios del estado de bienestar, claro que con diversos matices y peculiaridades dependientes del uso que los gobiernos de turno decidieran hacer de ellos. En este esquema estatal los problemas sociales eran solucionados a través de mecanismos de distribución y la creación de organismos burocráticos permanentes, encargados de desarrollar estrategias de acción para las diferentes áreas. Con la implementación de las políticas de ajuste, comenzó a vislumbrarse el cuestionamiento de este tipo de intervención, y empezaron a gestarse programas sociales con objetivos y clientela limitados. La focalización y la introducción de elementos de capacitación y de participación de los beneficiados en las responsabilidades de los programas podrían ser considerados como elementos de progresivos. Sin embargo, en países como el nuestro, “... se inscriben en contextos institucionales muy precarios, y en situaciones de dominación en que es muy difícil plantear alguna autonomía para los sectores subordinados.” (Forni, 1992) Un claro efecto de la implementación de estas políticas de ajuste macroeconómico (productoras y reproductoras de condiciones de desigualdad social), fue el incesante incremento de la población que sufre hambre en los países dependientes. En Argentina, los programas alimentarios que intentaron dar respuesta a este problema han tenido escasa magnitud relativa, a causa de las características de la distribución interna del gasto publico social. En su mayoría han estado relacionados con los problemas recurrentes de pobreza, especialmente en niños y embarazadas, y, según el trabajo de Grassi, Hintze y Neufeld (1994), han presentado algunas características comunes que dificultan su mayor eficacia: a) bajos niveles de cobertura; b) falta de información sistemática que permita orientar las acciones de los programas; c) ausencia de sistemas de seguimiento, evaluación y control de los programas; d) imprecisión en la definición de problemas objetivos o falta de rigurosidad al seleccionar a los beneficiados; e) falta de integración entre los programas, debido a la falta de una concepción integral de la problemática alimentaria. Es decir que más que en términos de política alimentaria, resulta pertinente hablar de “acciones alimentarias”, que si bien lograron satisfacer algunas necesidades básicas no lograron articularse en una política integral, que abarcara los diversos aspectos involucrados en la problemática alimentaria. 9 En este sentido, es interesante la descripción de Aguirre (2005) de la política alimentaria de la década de la Convertibilidad como un política “por omisión”, que determinó la instalación del problema alimentario como estructural, y que “no dependió de la cara más visible (las acciones asistenciales) sino de las acciones indirectas [políticas de empleo, distribución del ingreso, impuestos, etc] que incidieron mediatamente en la alimentación de los argentinos.” (Aguirre, 2005: 232) De todos modos, a pesar de la falta de un abordaje más “transversal”, han existido diferentes tipos de medidas relacionadas con la problemática alimentaria. Algunas de tipo universal, como las retenciones a las exportaciones y el control de precios, y otras de carácter focalizado, como los programas de Comedores Escolares, el Materno Infantil (PMI), el Programa Alimentario Nacional (PAN), y el PAIS, y otros con características particulares, como el ProHuerta. Este último programa, alrededor del cual se articula la experiencia que trata este trabajo, busca brindar una alternativa de auto abastecimiento de alimentos a través de la implantación de huertas (y/o granjas) familiares, comunitarias e institucionales y difiere de otras políticas alimentarias porque no asiste directamente a través de la entrega de alimentos. Sin embargo, sigue siendo una política de tipo compensatorio, que busca paliar los síntomas de la pobreza, traducidos en este caso en la falta de acceso a una adecuada y suficiente alimentación. Ahondaremos a continuación en las características de esta política alimentaria. 4.1 El programa ProHuerta Luego de la crisis hiperinflacionaria de 1989, que tuvo importantes consecuencias negativas sobre el abastecimiento de alimentos, especialmente en los estratos sociales más necesitados, surge desde el estado la necesidad de introducir nuevas alternativas de asistencia alimentaria. Así, delega en la estructura del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), dependiente de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación la formulación de una propuesta de autoabastecimiento de alimentos, y en 1990 se crea el Programa ProHuerta, que se implementaría desde entonces con el apoyo del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. El INTA tiene a su cargo la ejecución técnico-operativa del programa, mientras que el Ministerio de Desarrollo Social, a través de la Secretaría de Políticas Sociales, participa en su planificación y efectúa el control de gestión. 10 Desde su creación, el ProHuerta ha extendido su nivel de cobertura a lo largo del país, llegando a incluir en su operatoria a la totalidad de las provincias y a alrededor de 3500 localidades. Además, la red de vinculación interinstitucional comprende a más de 8900 entidades u organismos de muy diverso tipo, entre ellas municipios, escuelas yONGs. Los objetivos del programa son: i) Mejorar la alimentación de los sectores de menores ingresos a través de la autoproducción de alimentos; ii) Incentivar la participación comunitaria en la solución de los problemas alimentarios, procurando una mayor capacidad de gestión en la población; iii) Generar tecnologías apropiadas para la autoproducción de alimentos, promoviendo también pequeñas alternativas productivas alimentarias. La población a la que está dirigido el programa incluye, básicamente: a) hogares urbanos y rurales con necesidades básicas insatisfechas y/o bajo la línea de pobreza (huertas familiares); b) niños de escuelas en áreas críticas, las escuelas con comedor o localizadas en áreas deprimidas, marginales o rurales dispersas son la prioridad (huertas escolares); y c) ancianos, jubilados, discapacitados, drogadictos, enfermos y encarcelados, que cultivan huertas comunitarias con función terapéutica (huertas comunitarias institucionales). La estrategia de intervención, por su parte, es de carácter integral y gira en torno a la asistencia técnica (vinculada con una propuesta agroecológica), la capacitación dirigida a técnicos, promotores y beneficiarios, la provisión de insumos críticos (semillas o animales), la generación/adaptación de tecnologías alternativas y la colaboración interinstitucional, a nivel local, para complementar o dar impulso a propuestas de promoción social. Actualmente ProHuerta trabaja de forma articulada con otras políticas llevadas adelante por los Ministerios de Desarrollo Social y de Trabajo a nivel nacional, a las que apoya con su modelo de gestión. Tal colaboración tiene como objetivo dar un salto cualitativo desde respuestas asistenciales ante la emergencia hacia la promoción del crecimiento económico y social de cada localidad. Los datos más recientes sobre los alcances del programa, según fuentes oficiales, muestran un total de beneficiarios a nivel nacional de aproximadamente 3.5 millones de personas.2 A nivel de la región en la que se encuentra el caso que analizamos en este 2 Esta cifra es citada por el Director Nacional del Programa ProHuerta, el Ing. Agr. Roberto Cittadini en una nota aparecida en el Suplemento Cash del Diario Página/12 del 06-08-2006. 11 trabajo3, se registran 8782 huertas familiares, 104 huertas escolares y 49 huertas comunitarias o institucionales. Si tomamos el total de beneficiarios, incluyendo el distrito de Bahía Blanca, que registra mayor cantidad de habitantes que el resto de los partidos y donde el Programa no ha logrado buena difusión, la cifra asciende a 39.618 beneficiarios, un 9.5% de la población total de la zona, que es de 420.775 habitantes. En cambio, si excluimos a Bahía Blanca la cobertura de programa (a través de sus diferentes modalidades) llega al 25% de la población de la región. Lo mismo ocurre con la relación entre cantidad de hogares y huertas familiares implantadas: incluyendo Bahía Blanca, sobre un total de 133.134 hogares, la cobertura de las huertas familiares alcanzaría a alrededor del 7% de las familias, cifra que asciende a 20% al dejar ese distrito fuera del cálculo. En el partido de Guaminí en particular, por su parte, sobre una población total de 11.257 habitantes, se contabilizan 5.310 beneficiarios, es decir que el 47% de los pobladores del distrito participa en alguna de las modalidades del programa. Las huertas familiares en el distrito ascienden a 1.184, lo cual significa que el programa alcanza al 30% de los hogares. Además, se contabilizan 24 huertas escolares y 9 huertas comunitarias, entre las que se encuentra Rincón de los Aromas, ubicada en la localidad de Bonifacio.4 La autoproducción de alimentos, aunque puede no implicar un mejoramiento significativo de la calidad alimentaria de los hogares urbanos (por el limitado acceso a un recurso fundamental como la tierra, por ejemplo), podría llegar a tener impacto, más allá del autoabastecimiento de alimentos, en otros contextos, donde la mayor disponibilidad de recursos y una tradición “quintera” permita la evolución de las huertas particulares o comunitarias hacia emprendimientos productivos que generen ingresos genuinos. Este planteo suena seductor pero, como veremos más adelante, su traducción en realidades concretas es más difícil de lo que parece. 4.2 ProHuerta y las huertas comunitarias en Guaminí 3 Nos referimos al área de influencia del la EEA Bordenave de INTA, que incluye los partidos de Adolfo Alsina, Bahía Blanca, Coronel Pringles, Coronel Suárez, Guaminí, Puán, Saavedra y Tornquist. Los datos que se presentan corresponden a la campaña primavera-verano 2005/2006, publicados en la página oficial del programa ProHuerta (http//www.inta.gov.ar/extension/prohuerta/actualidad) 4 Los datos sobre población corresponden al Censo de Población del año 2001, procesados por localidad por la dirección Provincial de Estadística de la provincia de Buenos Aires. (http//www.ec.gba.gov.ar/estadistica) 12 En el año 2001, cuando se creó Rincón de los Aromas, el programa ProHuerta ya funcionaba en el distrito de Guaminí desde hacía algunos años y se habían logrado implantar una buena cantidad de huertas familiares (alrededor de 1000), pero, a diferencia de otros distritos, no se había intentado trabajar con huertas comunitarias. A partir de la crisis de ese año, la situación social y económica se agrava en Guaminí, como en todo el país, y aparece la necesidad de reforzar la implantación de huertas, y las funciones de acción social en general en las diferentes localidades, a fin de ayudar a pasar lo peor de la crisis de la mejor manera posible. En ese contexto, el Municipio y el INTA/ProHuerta firman una Carta Acuerdo para darle mayor formalidad a la colaboración que ya articulaba acciones entre las dos instituciones. A través de ese documento se buscó coordinar actividades y potenciar los recursos de cada instancia estatal. El Intendente del distrito, Alberto Cordero (que ocupa ese puesto desde 1999), identifica la búsqueda de complementariedad como uno de los principales objetivos de tal acuerdo: “...el INTA tenía o tiene, mejor dicho, un muy buen staff de técnicos pero por ahí le faltaba armar el andamiaje para poder llegar a toda la gente. Nosotros teníamos ese andamiaje en las Direcciones de la Municipalidad para hacer la llegada a la gente pero nos faltaban los técnicos. Bueno, entonces entre las dos cosas, potenciamos.” Con la implementación del Plan Jefas y Jefes, y ante la necesidad de generar espacios para la contraprestación requerida, se organizan las huertas comunitarias (cinco en total, una por cada pueblo “importante” del partido), como un lugar donde emplear a parte de los beneficiarios. Otros objetivos de las huertas serían, por un lado, proveer de alimentos a las instituciones en las que estuvieran funcionando comedores: escuelas, hospitales, geriátricos. Por otro, con los excedentes, y luego de proveer a los trabajadores de la huerta, se complementaría la ayuda alimentaria a algunas familias que no pudieran sostener la autoproducción por diferentes razones. Para la creación de estas huertas se integran las acciones de dos ámbitos del gobierno municipal: Acción Social y la Dirección de Producción. De la Dirección de Acción Social surge la necesidad de generar espacios de contraprestación, a la que responde la cartera de Producción, proponiendo la implantación de huertas, a través de la interacción con ProHuerta. De ese modo se resolvería la falta de lugares de trabajo disponibles y al mismo tiempo se podría mejorar, con muy bajo costo, la disponibilidad de alimentos para los comedores en funcionamiento. 13 Sin embargo, según el ex Director deProducción del distrito (a cargo de la gestión al momento de la implantación de las huertas) las huertas no tuvieron solamente este objetivo social sino que fueron pensadas dentro de un plan más amplio de reorganización y recomposición productiva del distrito. La situación en que se encontraba el municipio al momento de asumir la actual administración vecinalista 5(de “rojo” en términos financieros y poco desarrollo de estructura administrativa) parece haber sido el disparador para la elaboración de ese proyecto de reconstrucción: “el municipio estaba prácticamente a cero en muchos temas, tenía una pésima relación con el sector agropecuario porque no se brindaba servicio de arreglo de caminos, no había un buen diálogo, y con el INTA tampoco había mucho apoyo. Se intentó incluso crear una escuela agropecuaria donde está el INTA, para desplazarlo.” Como punto de partida se intentó, entonces, restablecer las relaciones con el sector agropecuario y con INTA y plantear objetivos acerca de áreas estratégicas como Turismo, Forestación, Piscicultura (la pesca comercial en algún momento dio trabajo a 80 familias del distrito), Industria y Comercio, Microempresas y Proyectos Especiales, entre los que incluían las huertas. “Uno de los objetivos (...) fue diseñar actividades para empezar a recomponer algo: reunión de la Mesa Agropecuaria, para recomponer las relaciones con el sector agropecuario; hacer reuniones con los vecinos de Cochicó y Alsina (Bonifacio) para armar comisiones de Turismo; resolver los temas de pesca comercial y deportiva que siempre tuvieron rivalidad; elaborar un plan de trabajo a futuro y empezar a gestar la relación con INTA; detectar terrenos sin uso en áreas urbanas para darles un uso productivo o alternativo, como de jardines urbanos o huertas. (...) no fue un aspecto específico sino un proyecto amplio, lo que llevaba a que hubiera una dispersión de actividades, muy variadas y muy disímiles.” En este contexto se organiza la implementación de ProHuerta en el partido, con la incorporación de un promotor con sueldo a cargo del municipio, que queda a cargo del programa a nivel distrital. Es decir que si bien trabaja con la metodología de ProHuerta, no depende laboralmente de INTA sino del gobierno de Guaminí. Esta estrategia de ejecución, que se registra en varios municipios de la zona, es utilizada por el programa como mecanismo para ampliar su cobertura y su impacto, por la ventaja que representa el conocimiento de la gente y del terreno que tienen los promotores 5 Resultado de la alianza entre vecinos independientes e integrantes de la UCR, que reemplazó una administración justicialista bastante cuestionada por el manejo de los fondos públicos. 14 locales, además de sus conocimientos técnicos, ya que en general son ingenieros agrónomos. En el caso de Guaminí se contrató a un perito agrónomo que había estado ocupado en una empresa durante varios años y que a causa del stress que le produjo su tarea y los riesgos de la inseguridad en una gran ciudad como Buenos Aires, decidió volver a vivir en Guaminí y se encontraba desocupado en el momento en que se decide formalizar la actividad de ProHuerta en el partido. Si bien su elección como encargado del programa fue un tanto fortuita, tanto las autoridades locales, la extensionista al frente de ProHuerta en la región, como quienes trabajan en la huerta de Bonifacio lo identifican como el responsable del crecimiento del programa y de los proyectos productivos relacionados.6 De los testimonios recogidos surge que fue justamente el promotor de ProHuerta quien propuso la idea de organizar en las huertas comunitarias del distrito proyectos alrededor de ciertos productos (aromáticas en Bonifacio, frutales en Casbas, granja y vivero en Guaminí, horno de barro y verdulería en Arroyo Venado), incorporando además la figura de “proyecto productivo demostrativo”, que agrega al tradicional objetivo de producir bienes y alternativas de ocupación, el de mostrar la viabilidad de nuevas actividades, en este caso introduciendo el cultivo de aromáticas o la producción de pluma de ganso (en la granja de Guaminí) en una zona agropecuaria tradicional. 6 “En sí, el avance de ProHuerta en el distrito se debe al trabajo de Marcelo Zorita, que le puso mucho esfuerzo y muchas horas” (Ricardo Comiso, Ex Director de Producción) “(...) yo siempre digo que 50% para el éxito de un proyecto lo tiene la gente que va a ejecutar el proyecto y el otro 50% quien va a dirigir el proyecto. Y por suerte la gente se prendió muy bien y por otro lado lo tenemos a Marcelo Zorita, que machaca y da, tiene un carácter especial para hablar con la gente. Eso hizo que avanzara.” (Alberto Cordero, Intendente) “Con Marcelo Zorita [estamos] muy conformes porque una persona muy buena, a parte de buena, una persona que podés hablar. (...) Él soluciona todo, trae ideas, trae proyectos, se mueve, se interesa. Yo siempre digo: si hubiera más personas como él en Bonifacio las cosas andarían mejor porque es una persona que se mueve.” (Silvina, Encargada de Rincón de los Aromas) “En Guaminí tenemos la suerte de tener a Marcelo Zorita, que es muy tenaz y ha luchado mucho para promover la actividad del programa. Tiene mucha voluntad y es “perseguidor”, cuando se pone un objetivo no para hasta conseguirlo.” (Beti Braicovich, Coordinadora de ProHuerta de la EEA Bordenave de INTA) 15 5. LAGUNA ALSINA (mejor conocido como Bonifacio) Bonifacio se encuentra sobre la ruta provincial Nº65, al Sudoeste de la provincia de Buenos Aires, en las cercanías de la Laguna Alsina (de allí su nombre oficial), que forma parte del sistema de Las Encadenadas. En total viven allí 1589 personas. Si bien no es más antiguo que otros pueblos de la región (en 2006 festejó su centenario), conserva una importante cantidad de construcciones antiguas –entre las que podemos destacar un hotel de principios de siglo que conserva su arquitectura austera intacta- que le dan un aspecto peculiar respecto a otros poblados de la zona. Las principales actividades económicas que sustentan la vida del pueblo son la agricultura y la ganadería, el comercio, los servicios relacionados con el agro y el turismo pesquero. Respecto de las demás localidades del partido de Guaminí, Laguna Alsina es el tercer pueblo en tamaño, luego de Casbas y Guaminí. Entre los 1589 habitantes hay casi tantos hombres (48%) como mujeres (52%) y algo más de la mitad de la población tiene entre 15 y 64 años (60%). Casi todos sus habitantes saben leer y escribir (98.5%) y asisten o han asistido a la escuela (97%). Según el Censo 20017 los niveles de pobreza estructural son bajos, ya que afecta sólo al 8% de los hogares, que albergan a alrededor de 110 personas, el 7% de la población. Sin embargo, en éste como en otros datos existe la posibilidad de que hayan sufrido algunos cambios importantes a partir de la crisis de 2002, sobre todo los referidos a empleo. Aunque para el año del relevamiento el índice de desocupación en el pueblo ascendía ya al 18%, es muy probable que la crisis económica generalizada y las sucesivas emergencias agropecuarias declaradas en el partido hayan hecho aumentar esa cifra. Al igual que el resto del distrito, Bonifacio vive directa o indirectamente del campo, por lo cual la crisis en la actividad agropecuaria, anterior a la recuperación iniciada desde 2003, tuvo efecto directo haciendo aumentar el desempleo (al que se registra en el asentamiento urbano se suman los expulsados de la actividad que se trasladan al pueblo) y el nivel de pobreza. Con la reactivación de los últimos años muchos de los desocupados pudieron reinsertarse en el mercado detrabajo, por lo cual 7 Datos correspondientes al procesamiento por localidades del Censo 2001 (http//www.ec.gba.gov.ar/estadistica) 16 se vive un ambiente de mayor prosperidad, más allá de las eventuales emergencias agropecuarias que afectan recurrentemente al distrito (por inundaciones y sequía) y que marcan un escenario de inestabilidad para la situación económica general. Los datos que surgen del Censo muestran un pueblo en que la mayoría de los habitantes cuentan con servicios básicos (luz, agua, educación pública), viviendas de relativa buena calidad y cobertura social y de salud bastante extendida (alrededor del 60% de los habitantes tiene obra social). Sin embargo, a pesar de que existe un acceso más o menos generalizado a lo básico se ven importantes diferencias entre clases dentro del pueblo. Esta afirmación surge tanto de lo expresado por algunos entrevistados como de lo que puede observarse al recorrerlo y hablar con la gente que vive allí. Un elemento que probablemente ayude a entender la diferenciación social que existe es que la zona se caracteriza por concentrar las grandes explotaciones agropecuarias del distrito.8 Según el ex Director de Producción municipal “Bonifacio tiene productores muy grandes y Guaminí es intermedio, hay más clase media”, por lo cual plantea que en el primero existe “una división de clases muy marcada” y eso genera “otro tipo de problemas adicionales”. Con esto último se refiere a que las distancias sociales generan algunos conflictos y plantean obstáculos para el impulso de actividades de desarrollo local alternativas a las tradicionales agropecuarias. Es importante llamar la atención sobre el hecho de que en un pueblo como Bonifacio la pobreza existe, pero parece vivirse menos dura que en los medios urbanos. Si bien hay familias que tienen dificultades para completar los ingresos necesarios para subsistir y/o se encuentran en situaciones particularmente desfavorables respecto a la posibilidad de conseguir empleo, el contexto en que se insertan esas carencias es mucho menos inequitativo que en las ciudades. Como señalábamos más arriba, la provisión de servicios y el acceso a salud y educación está bastante extendidos entre la población. Por otro lado, las relaciones interpersonales más estrechas propician la solidaridad entre vecinos, más allá de algunos casos de discriminación o estigmatización, que no pueden negarse. Asimismo, esas relaciones también moldean la interacción con los representantes del poder local, que si bien pueden estar teñidas de 8 Según el Censo Nacional Agropecuario de 2002 existen en distrito 602 explotaciones agropecuarias que cubren una superficie de 389.823 has. Según estos datos, la superficie promedio es de 650 has a pesar de que el presidente de la Sociedad Rural del partido lo ubica en 250 o 300 has. La estructura agraria del distrito es bastante heterogénea, existe una zona donde predominan los pequeños productores, es decir de alrededor de 100 has o menos (en inmediaciones de Garré, localidad cercana a Trenque Lauquen), otra donde hay más productores medianos (alrededor de 300/ 400 has), cerca de Guaminí, y la zona de Bonifacio donde se concentran las grandes explotaciones (más de 400 has). 17 clientelismo en ocasiones, representan una herramienta muy valorada para acceder a recursos o servicios por vías informales. En este sentido, Patricia, una de las trabajadoras de huerta habla sobre su relación personal con los sucesivos delegados municipales y los beneficios que eso reporta en momentos de necesidad: “[Los delegados] me han ayudado a superar apretones. El de ahora me ayudó a ir a ver a mi hija que estaba enferma en Buenos Aires. El me prestó plata desinteresadamente y me dio licencia del plan y después yo volví, recuperé las horas y fui devolviendo la plata, pero él nunca me presionó, eh? Yo devolvía como iba pudiendo. Además hay veces que no llegábamos a fin de mes con mi marido y él nos prestaba plata para comprar comida o remedios y después cuando le íbamos a devolver la plata nos decía: ‘dejá, comprale algo a los chicos’.” De todos modos, no puede negarse que existen conflictos y algunas situaciones muy complicadas desde el punto de vista socioeconómico, como lo explica Marcelo Zorita (ProHuerta local): “Bonifacio es un pueblo con muchos problemas sociales, de maridos que les pegan a las señoras, de borrachos que llegan mal a la casa, o de chicos que son plaga y las madres tienen que arreglársela y encima darles de comer.” Por su parte, una de las asistentes sociales del pueblo, Marta, aporta su experiencia: “Tenemos casos que son complicados. Tenemos pocos casos muy complicados pero sí son complicados. Son clanes, no familias, entonces abrir eso, trabajar con eso es complicado. Por ahí hablamos con la asistente social de Guaminí que allá son más y no tienen los problemas que tenemos nosotros. Nosotros tenemos familias que ya son clanes desde hace muchísimos años que se crían dentro de una forma de vida y es muy difícil sacarlos de eso. Son madres que tienen por ahí siete hijos, cinco hijos, con parejas por ahí inestables y vos pensá que esos $150 son lo único que le ingresa o si no, les ingresa de una forma que pone en riesgo a los chicos y eso es un tema. Es bien complicada la parte social, por ahí desde los juzgados o desde minoridad no te dan las respuestas que vos precisarías... Por ejemplo acá tenemos casos que la asistente social ha hecho “socio-ambientales” de riesgo y no pasa nada, queda ahí.” Podemos pensar que si bien existen estas situaciones, los mecanismos de contención y el contexto más benévolo plantean un panorama menos oscuro para los pobres del lugar. Además, la recuperación económica de los últimos tres años ha generado algún movimiento en el pueblo, propiciando la reinserción laboral de varias personas, algunas de las cuales eran beneficiarias del Plan Jefas y Jefes, que 18 consiguieron empleos más o menos estables. Actualmente la cantidad de Planes en vigencia asciende a 42 (lo cual representa a un 2.6 % de la población total y a un 7.6% de los jefes/as de hogar del pueblo) y más allá de los beneficiarios que trabajan en instituciones o proyectos municipales, están concentrados en personas que reciben capacitación laboral en diferentes áreas y en madres con hijos pequeños que reciben capacitación y ayuda en la crianza y cuidado de sus niños. Si bien las últimas dos campañas agrícolas no han sido del todo benévolas (con las consecuencias que eso tiene en la situación general de la región), existe la sensación de que de a poco se va superando la crisis, a pesar de que aún haya mucho por hacer. Este es el escenario en que se desarrolla la experiencia que nos interesa analizar. A la entrada del pueblo, luego de transitar un acceso arbolado, como dando la bienvenida, está la huerta comunitaria. Ocupando parte de los terrenos que pertenecieron al ferrocarril, cerca de la estación, en la vidriera del pueblo. 6. RINCON DE LOS AROMAS 6.1 Los inicios Como planteamos más arriba, las huertas comunitarias fueron organizadas en el partido de Guaminí en torno a diferentes productos. A partir de la capacitación brindada por ProHuerta9 y por las características agroecológicas de Bonifacio, se decide que su huerta se dedique preferentemente a aromáticas (orégano principalmente), sin descuidar el aspecto de producción de hortalizas, pero fortaleciendo cada vez más su componente de especialización. El objetivo de este proyecto demostrativo en particular es generar información acerca de una actividad no tradicional en la zona y a través de la puesta en funcionamiento de una pequeña unidad productiva, generar algunasevidencias sobre su viabilidad. Lo que se pretende es provocar un efecto demostración sobre los beneficiarios de planes sociales (que podrían tener una fuente de ingresos genuinos en emprendimientos de este tipo), los pequeños productores y todos aquellos interesados 9 Dentro de las tareas de capacitación organizadas como parte de la difusión del programa ProHuerta en el distrito se incluyó una charla sobre producción de aromáticas que, conjugada con el conocimiento al respecto con que ya contaban el intendente y el ex -director de Producción, fue disparadora de la propuesta de especializar la huerta de Bonifacio en ese rubro. 19 en emprender esta nueva actividad. Es decir, que la experiencia de la huerta se convierta en un incentivo para otros, y a partir de allí construir posibles herramientas de desarrollo local/ zonal. Es así que en un terreno cercano a las vías del ferrocarril, a la entrada del pueblo, se realizaron las tareas de acondicionamiento que se requerían para poder comenzar a producir. Se realizó una inversión considerable, ya que además del alambrado y la provisión de herramientas se realizó la perforación para llevar agua hasta el terreno para proveer riego a la huerta. Con el tiempo se fueron realizando mejoras en infraestructura. Sobre todo la incorporación de una casilla (que hace las veces de oficina, depósito y refugio del frío matinal en los inviernos), que permite guardar las herramientas, parte de la producción y proveer de un lugar de reunión para las mujeres que trabajan allí. En términos de infraestructura productiva, el gran avance es la construcción de un secadero de material (que complementará y/o reemplazará el secado artesanal), con secado por calefacción, que permitirá, además de mejorar los tiempos de trabajo y la calidad de los productos, diversificar la actividad. Aunque en etapa experimental aún, el proyecto es incorporar a las tareas actuales la deshidratación de hortalizas y frutas para su posterior venta. Para reducir costos, se proyecta experimentar con los excedentes de las huertas comunitarias especializadas de otros pueblos. Si los resultados fueran favorables, se podría llegar a generar, a futuro, una dinámica de intercambio entre producciones locales. 6.2 Las chicas de la huerta10 Las nuevas metas del proyecto de huerta en Bonifacio fueron imprimiéndole nuevas características hasta llegar a la conformación de Rincón de los Aromas, tal como funciona en la actualidad. Un elemento fundamental en el proceso fue la conformación de un grupo de trabajo estable. Las personas empleadas en la huerta fueron cambiando a lo largo del tiempo, y esos cambios tuvieron efectos sobre las características del funcionamiento y la organización del trabajo. Según quienes están al frente del proyecto, éste fue un punto muy conflictivo en los inicios, sobre todo porque el tipo de cultivo requiere una atención bastante intensiva y la falta de continuidad de la gente dificultaba lograr 10 Los nombres de las entrevistadas han sido modificados a fin de conservar su identidad y respetar el acuerdo de anonimato planteado a la hora de las entrevistas. 20 buenos resultados. Finalmente, desde hace algo más de tres años, pudo constituirse un grupo estable, que sostiene el funcionamiento de la huerta y las actividades relacionadas (como la entrega de verduras o las actividades de secado, despalillado y embolsado de aromáticas). En Rincón de los Aromas trabajan sólo mujeres. Son seis en total, cinco beneficiarias del Plan Jefas y Jefes y una encargada, a quien llamaremos Silvina, que fue beneficiaria de un plan social y luego designada como empleada municipal a cargo de la huerta. A continuación las presentaremos brevemente. Ana tiene 29 años, convive con su pareja y tiene cuatro hijos. Tuvo algunos trabajos (sobre todo cuidando ancianos) antes de casarse (en primeras nupcias, cuando era una adolescente aún) pero después se dedicó a cuidar a sus hijos y a terminar la escuela primaria y secundaria. A principios de 2003 decidió anotarse en la lista de espera para el Plan Jefas y Jefes para poder complementar los ingresos del hogar. Luego de una espera de diez meses le fue asignado el subsidio y desde entonces realizó la contraprestación en el ropero municipal y en la oficina de Rentas, antes de trabajar en la huerta, donde llevaba, al momento de entrevistarla, cinco meses. María tiene 47 años, es madre de ocho, no tiene pareja y no sabe leer o escribir. Vive en una casa cerca de la huerta, con dos de sus hijos varones. Durante su vida tuvo todo tipo de trabajos, desde amasar y vender pastelitos y otras facturas puerta por puerta hasta cuerear animales que otras personas cazaban en el monte. Esas ocupaciones y la huerta y las gallinas que criaba le permitieron, según dice, tener lo suficiente para criar a sus hijos. Al Plan Jefas y Jefes accedió a través de las asistentes sociales que la anotaron y le comunicaron que se lo habían adjudicado. Como contraprestación, trabajó enseñando a amasar y hacer pastas a mujeres en los comedores de Bonifacio, limpiando las costas de la laguna Alsina y finalmente en la huerta, donde realiza tareas desde hace dos años. Patricia ronda los 35 años, es casada, tiene tres hijos y una nieta. Nació y creció en el campo y tuvo algunos trabajos relacionados al ámbito rural junto a su marido tractorista y otros en el sector gastronómico. Terminó la primaria pero después tuvo que trabajar y no pudo seguir estudiando. Desde 2002 es beneficiaria del Plan Jefas y Jefes y 21 aunque pasó por la fábrica de pastas montada por el municipio y el hospital, el trabajo con el que más conforme ha estado es con el de la huerta. Silvina es la encargada de la huerta. Es la más joven (28 años) y está casada hace pocos meses. No terminó la secundaria “en su momento” y luego intentó retomar pero no pudo con la exigencia que implicaba trabajar y estudiar. Desde la adolescencia buscó trabajos que le permitieran costearse sus gastos porque nunca le gustó que “le dieran las cosas”, sino ganárselas. Llegó a la huerta por sus antecedentes de trabajo como promotora voluntaria de ProHuerta y su interés por ese tipo de actividad. Fue parte del proyecto desde sus inicios pero sólo luego de algunos meses fue contratada por el municipio para hacerse cargo de la huerta. En Rincón de los Aromas también trabajan Ema y Julia, a quienes no fue posible entrevistar. La última no se encontraba en el pueblo momentáneamente, había conseguido una licencia en el Plan y estaba trabajando por una temporada en un campo de la zona. Ema, por su parte, estaba en la huerta pero no quiso hablar, probablemente a causa de la gran timidez que la caracteriza. A pesar de que tienen algunas diferencias, todas estas mujeres están unidas por sus experiencias de vida, de mucho trabajo y pasar poco acomodado. A pesar de eso, todas han logrado llevar adelante sus familias a fuerza de mucho sacrificio y recurriendo a las redes que a veces hacen menos dura la vida en los lugares más pequeños. La historia de todas está estrechamente relacionada con el trabajo de la tierra: vienen de familias de trabajadores ó productores rurales (el padre de Ana era jornalero en los campos de la zona hasta que logró emplearse en la municipalidad, el de María tenía chacra y el de Silvina además de camionero y carnicero es quintero), han sido ellas mismas trabajadoras rurales y han desplegado la pluriactividad que Murmis y Feldman (2005) identifican como parte de la vida de los pueblos rurales. A partir de que les asignaron el Plan cambiaron varias veces de trabajo hasta que finalmente les propusieron trabajar en la huerta y de a poco el grupo se fue estabilizando. Actualmente cumplen las horasde contraprestación en la huerta y se han convertido en “las chicas de la huerta”. Y no sólo porque los demás las llamen así sino porque ellas mismas tienen un gran sentimiento de identificación con su lugar de trabajo. Sobre este punto volveremos más adelante. 22 6.3 Algunos resultados de Rincón de los Aromas Actualmente la huerta de Bonifacio, que cuenta con una superficie de 0.5 has, especializa su producción en orégano y trabajan, en forma experimental y mucha menor escala, estragón, salvia, mejorana, tomillo, ajedrea, romero y poleo, ente otras. El cuadro que sigue muestra los volúmenes de producción11 de los principales cultivos desde el inicio de la experiencia hasta la actualidad: Orégano* Tomillo Salvia Estragón Romero 2001 30 kg 0.30 kg 0.25 kg 0.57 kg 0.38 kg 2002 50 kg 0.40 kg 0.35 kg 0.70 kg 0.42 kg 2003 80 kg 0.38 kg 0.37 kg 0.62 kg 0.51 kg 2004 76 kg 0.42 kg 0.41 kg 0.40 kg 0.48 kg 2005 70 kg 0.30 kg 0.28 kg 0.37 kg 0.50 kg * A partir del 2003 se comienza a hacer nuevos plantines por división de matas, es por ello que se reduce la producción. Los productos finales que se ofrecen incluyen especias desecadas, plantines y vinagres y aceites aromatizados y son comercializados de forma directa a través de la Dirección de Acción Social local o en exposiciones y fiestas locales y regionales. Por ejemplo, en ExpoCochicó (exposición rural del distrito), encuentros de ProHuerta en Mar del Plata y Coronel Suárez y en INTA Expone del año 2004, en Oliveros, Santa Fe. Si bien la incorporación de valor aún es competencia de la Dirección de Acción Social municipal (se encargan de empaquetar, etiquetar, hacer vinagres y aceites aromatizados), las integrantes del grupo de trabajo tienen una participación cada vez más importante en ese aspecto, y existe el proyecto de centralizar todas las actividades en la huerta para poder cubrir todo el proceso de producción. De ese modo se lograría expandir el proyecto demostrativo, de la producción primaria al manejo de la transformación y comercialización, lo cual permitiría dar una imagen más acabada de la metodología de trabajo a lo largo de todo el proceso y facilitaría la tarea de extensión hacia los productores o emprendedores interesados. En términos de reconocimiento a nivel institucional, la experiencia fue elegida por la Coordinación Regional Buenos Aires Sur de INTA (a la que pertenece la EEA Bordenave) como Proyecto Productivo para representarla en un Seminario sobre emprendimientos productivos alternativos realizado en Buenos Aires. También se 11 Los volúmenes de producción que se presentan corresponden a materia seca, es decir procesada. 23 presentó en Rosario en el Encuentro de la Agricultura Urbana, donde se expuso un panel sobre las actividades de ProHuerta en el distrito de Guaminí y el Proyecto de la Huerta. En este evento se encontraban representantes de Colombia, Cuba, Perú, Brasil, Uruguay y Argentina (representada por Rosario, Río Cuarto, Mar del Plata, Moreno y Guaminí). 7. LA IMPLEMENTACION DEL PROYECTO Al comenzar este trabajo planteamos una serie de preguntas acerca de la implementación del proyecto de Rincón de los Aromas: ¿Cómo se articulan las acciones de los agentes locales para lograr el funcionamiento combinado de los programas? ¿Se trabaja siguiendo un esquema rígido de trabajo (“bajado” desde niveles superiores de autoridad) o se da lugar a replanteos basados en la experiencia cotidiana de ejecución? ¿Cómo se imbrican las historias y trayectorias de los actores relevantes en este proceso? ¿Y cómo influyen las expectativas individuales de técnicos, políticos y beneficiarios? Cuando analizamos la forma en que se produce la integración de políticas que resulta en la creación de las huertas comunitarias en Guaminí comenzamos a responder en parte estos interrogantes. En este apartado introduciremos algunas ideas acerca del proceso de implementación y las aplicaremos para interpretar lo sucedido en torno a la huerta de Bonifacio y completar el análisis de la experiencia. 7.1 Implementación de políticas públicas Por implementación de políticas entendemos la operacionalización de una decisión tomada por una autoridad política, contextualizada por la compleja relación que se genera entre las condiciones políticas, económicas y organizacionales durante el proceso de instrumentación de una medida. La implementación de las políticas públicas surge como tema de interés, en Estados Unidos, a partir de mediados de los sesenta, como respuesta al fracaso de una serie de políticas llevadas adelante por la administración Johnson con el fin de combatir la pobreza. Hasta entonces la atención había estado focalizada en la formulación y evaluación de las políticas, sin que el proceso que media entre una y otra fuera tomado en cuenta (Berman, 1978). Los fracasos se entendían, por consiguiente, como producto de deficiencias en la instancia de toma de decisiones y de formulación de los objetivos y metas a alcanzar o del bajo grado de consenso que alcanzaban las políticas entre quienes 24 las llevaban adelante o entre los integrantes de la población objeto. Pero, ¿por qué fracasaban entonces políticas bien formuladas, consensuadas y con recursos disponibles? (Aguilar Villanueva, 1993). Las conceptualizaciones ensayadas para dar respuesta a este interrogante pueden clasificarse, en principio, en dos grandes perspectivas: por un lado la llamada top-down (arriba-abajo) y por otro, la bottom-up (abajo-arriba). La primera, se centra en las características y capacidades del gobierno encargado de llevar adelante una decisión tomada. Los medios para lograr una política exitosa, según este punto de vista, pueden ser variados, pero en todos los casos el análisis parte de la estructuración jerárquica de los programas y las recomendaciones giran en torno al control y resguardo de los lineamientos diseñados por una autoridad central. La segunda perspectiva, más cercana a nuestra idea de implementación, comienza a tener peso a partir de finales de los años setenta. Se trata de un enfoque alternativo que pone el énfasis en los “burócratas a nivel de calle” (término introducido por Lipsky,1980), y considera poco productivo ver el proceso de implementación como un conjunto ordenado de autoridad. Desde esta perspectiva, un elemento que resulta fundamental es el reconocimiento de las particularidades locales (idiosincrásicas, culturales, sociales, geográficas) como determinantes del proceso de implementación, que debe operar desde una organización concreta, con agentes concretos y reconociendo las circunstancias e iniciativas domésticas. En concordancia con esto, se proponen programas o medidas que se diseñen a partir de la interacción entre gobierno y sociedad a nivel operativo, pensados desde las necesidades y requerimientos que surgen de esa interacción (Elmore, 1978; Rein y Rabinovitz, 1978). De este modo, para analizar los procesos de ejecución de políticas resulta interesante tener en cuenta que la forma en que los programas sociales se insertan y son recibidos varía en los diferentes contextos locales en los que se los implementa. “Son diseñados y “enviados” desde el gobierno provincial o nacional y son recibidos a nivel municipal, en donde los diversos contextos y estilos de gestión modelan su implementación.” (Andrenacci, 2001: 22) En un principio los programas siguen más estrictamente la lógica de su diseño pero luego adquieren características particulares por las necesidades y dinámicas propias de cada gobierno local. De este modo, las características de implementación de los nuevos programas sociales a nivel local han 25 determinado importantes modificaciones en el rol del estadomunicipal y en los objetivos y estructuras originales de los programas. Para completar la mirada sobre el proceso de implementación proponemos incluir una dimensión un poco más subjetiva, que permita dar un lugar a las expectativas y valoraciones de los efectores y así poder entender el modo en que las personas involucradas en el proceso de ejecución le imprimen rasgos particulares. Más allá de la existencia de un núcleo básico y común de acuerdo acerca de lo deseable a nivel social, existen las cristalizaciones particulares de esos objetivos a través de medidas que son pensadas, diseñadas y llevadas a la práctica por personas con historias individuales particulares, que modelan sus ideas sobre cómo deben hacerse las cosas y generan ciertas expectativas de realización alrededor de su tarea. Por otro lado, quienes son identificados como posibles receptores de las políticas ocupan también una específica posición en el espacio social y sus conductas son moldeadas por la historia de ese posicionamiento. Es decir, a la hora de implementar una política, se encuentran en el campo de trabajo no sólo agentes de gestión y recepción de políticas sino personas, con sus fortalezas, debilidades, expectativas y deseos. Adelantándonos al análisis que se desarrollará a continuación, podemos decir que el caso tratado en este trabajo podría identificarse como cercano al diseño “abajo- arriba”, ya que los lineamientos en torno a los que funciona no fueron diseñados por las autoridades locales, sin lugar a replanteos, sino propuestos y consensuados a partir de algunas inquietudes de quienes ocupan cargos jerárquicos y la propuesta del técnico de ProHuerta (a quien identificamos como el principal “burócrata de calle” involucrado en esta experiencia). Además, esos lineamientos resultan de la adaptación a nivel local de políticas nacionales, proceso que implica cambios en algunos objetivos y pone en juego las vivencias, experiencias y relaciones interpersonales de los actores involucrados. 7.2 Particularidades locales y adaptación de políticas Retomando la descripción acerca de la forma en que en el municipio de Guaminí se combinaron el Programa ProHuerta y el Plan Jefas y Jefes, podemos decir que teniendo en cuenta los recursos disponibles, las características de la población y las necesidades del municipio, ambas políticas fueron moldeadas en torno a los requerimientos coyunturales que enfrentaba el gobierno local luego de la crisis de 2001/2002. 26 El municipio decide, en un principio, articular las dos políticas para dar respuesta a una situación apremiante. En todo el país, gran cantidad de gente queda sin empleo (y hasta sin ingreso alguno) y desde el estado nacional se organiza una política de subsidios, que a su vez requiere de una contraprestación (la cumplimentación de la escolaridad básica, trabajos comunitarios o cuatro horas de trabajo en servicios públicos varios) para asegurar su continuidad. A nivel del gobierno local de Guaminí, se presentan dificultades por el limitado espectro de instituciones “empleadoras”, por lo cual se organizan nuevos espacios de inserción a través de la colaboración con otro programa nacional, que aporta tanto insumos críticos (semillas) como capacitación y apoyo técnico para la implantación y desarrollo de la actividad de huerta y granja. En esta integración de políticas tuvo un papel importante la nueva relación que establece el municipio con el INTA, a partir de la asunción de la administración vecinalista, que se basa no sólo en que las necesidades de ambas instancias se complementaban (de plantear una alternativa ante la disminución del poder de compra, con su efecto sobre la alimentación en el caso de la municipalidad y de extender el nivel de cobertura del programa en esa zona del INTA) sino en relaciones personales entre representantes del municipio y la EEA Bordenave. Según la actual Directora de Producción, Ma. Laura García, fueron esas relaciones las que facilitaron la colaboración y el impulso de los proyectos productivos: “Según lo que me han comentado, [la idea de impulsar los proyectos productivos] nace a través de la relación de la gente que está trabajando en Producción con la gente del INTA. Acá en nuestra localidad nosotros tenemos contacto personal con la gente que está en Bordenave, tenemos historia. Y digamos que este nexo, estas redes personales son una colaboración en lo que es institucional, llevás el plano y favorecés a este tipo de proyectos.” (Ma. Laura García) Corroborando lo dicho por Laura García, el ex director del área de Producción, describe su larga y fluida relación con las actividades de INTA en la zona: “Yo siempre estuve vinculado a las actividades de INTA y de CREA también pero siempre esencialmente vinculado a lo que es el INTA y a través de ellos empecé con la Agencia de Extensión de Pigüé. Cuando se puso en funcionamiento el campo anexo en Cesáreo Naredo fui durante muchos años miembro de la cooperadora, después miembro del Consejo Asesor de INTA, al principio como representante de los CREA y después como parte de la Sociedad Rural local.” (Ricardo Comiso) 27 Además de la implementación combinada, que puede pensarse como una primera adaptación local de políticas nacionales, se introduce otro elemento original al crear la figura de proyecto productivo demostrativo, que incorpora un objetivo de extensión, de difusión de actividades productivas nuevas, al de los tradicionales proyectos productivos organizados como lugar de contraprestación y de suministro de bienes para el municipio. Esta propuesta, que surge de la inquietud del técnico de ProHuerta y del ex Director de Producción, Ricardo Comiso, es adoptada luego como política a nivel municipal. Es el intendente quien plantea que “surgió la idea de Marcelo Zorita, de destinar la [huerta comunitaria] de Bonifacio a aromáticas. Entonces ahí surge este emprendimiento de aromáticas en Bonifacio”. Comiso, por su parte, participó de la decisión proveyendo información acerca de la existencia de experiencias similares: “ yo tenía algunos apuntes sobre el cultivo de orégano porque tenía información de que en algunas provincias del norte se estaba haciendo orégano en terrenos baldíos, se la pasé a Marcelo, probó en Bonifacio y he visto que anda de maravilla. Encontraron la veta y ahora es algo excelente.” Nos encontramos entonces con un proceso de implementación que va siendo definido en parte por las propuestas de sus ejecutores, a través del ensayo de alternativas que identifican como potencialmente viables. En este sentido, podemos decir que la participación del “burócrata de calle” (o más bien “de campo” en este caso) resulta fundamental para comprender las características de la experiencia bajo estudio. Asimismo, con la creación de los proyectos demostrativos puede identificarse un cambio en los objetivos originales de la combinación de políticas, al pasar de garantizar la contraprestación laboral y el suministro de hortalizas para los comedores y otras instituciones bajo la órbita municipal, a generar un modelo de producción que pueda promover la difusión de una actividad no tradicional e incentivar el interés hacia nuevos emprendimientos productivos. En el caso de Bonifacio, se introduce la producción de aromáticas, que si bien no había sido desarrollada hasta entonces mostró ser muy viable en la zona. En la elección de esta actividad también influyó el hecho de que en el ámbito de este pueblo rural existe una tradición de trabajo de la tierra e incluso está bastante difundida la producción hortícola (aunque a nivel familiar, de autoconsumo, no como fuente de28 ingresos principal). Es decir, se reconoce un rasgo particular de la población que hace posible proyectar cierta factibilidad a una alternativa productiva. Como lo muestran los testimonios de las integrantes de la huerta, todas comparten esa práctica, aunque no para todos haya tenido la misma gravitación en su estrategia de supervivencia. En el caso de Silvina la huerta forma parte de la actividad familiar desde hace tiempo: “Mi viejo es camionero, pero se dedica, tiene una quinta grande, en el terreno que tiene y se dedican a vender. Ya tienen sus clientes, la gente va o si no mi mamá se los lleva, se lo lleva en bicicleta, aparte la entrega muy linda la verdura porque entrega toda lavada, la espinaca hoja por hoja, todo muy prolijo. Entonces, eso como que se lleva...” Para María la huerta formó siempre parte de la estrategia familiar de supervivencia, sobre todo cuando sus ocho hijos eran chicos: “[En mi casa] Tenía un cachito de nada, un cachito cuadrado así como esto [señala una superficie de aproximadamente 1 x 2 metros], tenía de todo. (...) Y juntaba huevos todos lo días, todos los días. Esos tarros de veinte, sacaba los tarros de veinte. Y vendía huevos y vendía verdura. Venía la “clientera” a comprar verdura fresca. Sacaba zapallo, lo poco que tenía lo vendía y me hacía el día para darle de comer a los chicos. (...)Nunca le faltó de comer a los chicos, nunca. Y siendo que estaba sola con siete criaturas como tenía. Así que yo, nunca faltó la comida, no faltó los productos, no faltó la verdura, porque siempre había. Un cachito de nada, en cada cosito había verdura, había tomate, había chaucha...” Ana, por su lado, tuvo contacto con la actividad hortícola desde chica, a través de su abuelo y su madre y trabajar la huerta tiene, para ella, claros beneficios “extraeconómicos”: “Siempre viví rodeada de huerta, siempre. Cuando era chica mi abuelo tenía quinta, una quinta grandísima y él salía en un carrito a vender por el pueblo y bueno, nosotros prendidos por detrás. Y después mi mamá hacía también, quinta, jardín, unos jardines hermosos tenía y bueno, después con el asunto de.... y en casas donde he trabajado también tenían huerta pero ahí la manejaban ellos. Y bueno, en casa ahora sí, hago yo. (...)Y si, a ver... once años, sí once años hace que estoy viviendo en esa casa y que hago quinta. (...)Tengo de todo un poco, variado... Sí, a mi me gusta mucho, ya te digo todo lo que sea referido a tierra a mí me encanta porque a 29 su vez a mí me descarga, tomás contacto, hacés contacto con la tierra y hacé de cuenta que no... es una paz impresionante.” Por último, Patricia también habla de su experiencia como quintera antes de empezar a trabajar en la Huerta Comunitaria: “Antes de estar acá yo tenía quinta. Estaba con el ProHuerta familiar y tenía una huerta en mi casa, hace bastante.” Incluso el propio Zorita remite a sus raíces para explicar parte de su interés y compromiso con la actividad del ProHuerta: “Con mucho gusto agarré [el trabajo de técnico de ProHuerta] porque soy nieto de horticultores, así que lo llevo muy en la sangre.” (Marcelo Zorita) Otro punto que quisiéramos señalar es el cambio del rol que desempeñaba el estado municipal al iniciar el proyecto de huertas comunitarias, centrando su acción en salvar la situación del momento y promoviendo la inserción laboral (aunque precaria) de beneficiarios del Plan Jefas y Jefes, hacia la necesidad de formular lineamientos de política de desarrollo. Si bien, como veremos más adelante, no se parte de una política integral y explícita de desarrollo local, la puesta en marcha y el resultado positivo de esta experiencia, genera en el municipio la inquietud de pensar alternativas para impulsar el desarrollo de emprendimientos, lo cual va resultando de a poco en una incipiente política de desarrollo. Teniendo en cuenta lo dicho hasta aquí, experiencias como la de Rincón de los Aromas pueden resultar útiles a nivel institucional, ya que su carácter experimental puede dar espacio para trabajar sobre la proyección de escenarios alternativos y de elaboración de herramientas de gestión adecuadas para responder a las demandas de cada situación. Esta es probablemente una de las mayores utilidades que puede tener efectivamente la experiencia, más allá de que podría asegurarse un mejor ingreso a quienes trabajan permanentemente en la huerta, en tanto funcionan como agentes posibilitadores de futuros procesos de cambio (si el estado sostiene la voluntad de generar un marco normativo e institucional adecuado para impulsar el desarrollo). 30 8. ¿POLÍTICA ASISTENCIAL O POLÍTICA DE DESARROLLO? En esta sección analizaremos algunos aspectos de la política de impulso de emprendimientos productivos a partir de la implementación combinada de ProHuerta y el Plan Jefas y Jefes en Bonifacio. Para ello tomaremos en cuenta el carácter de las políticas en juego (asistencial o de desarrollo), y los componentes de participación y focalización. 8.1 Asistencia vs. desarrollo Las políticas sociales pueden definirse como un tipo de política estatal que interviene en la esfera social. Es decir, que se relacionan directamente con las condiciones de vida (y de reproducción de la vida) de distintos sectores y grupos sociales. A partir de los procesos de ajuste estructural durante las décadas de los 80 y 90 (especialmente en esta última), las políticas sociales implementadas se han constituido en “estrategias gubernamentales que mitigan los costos sociales de los procesos de ajuste” (Levín, 1997:337). Es decir, que no han tenido como objetivo la generación de alternativas de superación de la pobreza sino que han atacado sistemáticamente los síntomas del problema, sin ir más lejos (hasta el punto de la existencia de programas de “mitigación de la pobreza”). En este sentido es que se las denomina asistenciales, en tanto van perdiendo universalidad y se reduce la esfera de los derechos sociales de los ciudadanos. Ya no son intervenciones estatales que reflejan la protección y promoción de derechos adquiridos, sino que asisten a los sectores desprotegidos en una situación descripta como “coyuntural” pero que no se supera en el corto plazo y a cuya resolución el tipo de políticas implementadas no contribuye demasiado, por su escaso énfasis en la inserción estable de los receptores en el sistema productivo. Junto a este tipo de políticas podemos ubicar otras que buscan propiciar el desarrollo de nuevas alternativas productivas o el fortalecimiento de las existentes para generar puestos genuinos de trabajo, como mecanismo de superación de la pobreza. Dentro de este tipo de medidas pueden encuadrarse las de desarrollo local, que intentan promover procesos de fortalecimiento económico, social y ambiental en contextos acotados (en general a nivel municipal o distrital). A partir de la articulación de políticas en diferentes ámbitos los gobiernos pueden impulsar acciones y generar condiciones 31 favorables para la instalación de actividades económicas que permitan incrementar los ingresos y la calidad de vida de los habitantes de los municipios. Lo conseguido hasta aquí desde la perspectiva de las diferentes instancias estatales Retomando lo dicho acerca de la experiencia de Rincón de los Aromas, y teniendo en cuenta la oposición planteada entre políticas asistenciales y de desarrollo, surge la pregunta acerca de cuál fue el espíritu detrás de la implementación conjunta de dos políticas sociales como ProHuerta y el Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados a través de la creación de un proyecto productivo demostrativo. Como ya dijimos, la huerta de Bonifacio creció
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