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Esta obra está bajo licencia 2.5 de Creative Commons Argentina. Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Documento disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE) de la Universidad Nacional de La Plata. Gestionado por Bibhuma, biblioteca de la FaHCE. Para más información consulte los sitios: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar Tesis presentada para la obtención del grado de Licenciada en Sociología Director: Esquisabel, Oscar Miguel Cita sugerida: Escudero, M.C. (2003). Habermas con Kant: Sobre la necesidad de una moral de la libertad. Tesis de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.644/te.644.pdf Escudero, María Carolina Habermas con Kant: Sobre la necesidad de una moral de la libertad http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/ http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/ http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/ Universidad Nacional de La Plata Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Departamento de Sociología Trabajo de Tesina para la Licenciatura Habermas con Kant Sobre la necesidad de una moral de la libertad María Carolina Escudero 1 Tutor: Oscar Esquisabel 2 Índice. Presentación y fundamentación .................................................2. I. El proyecto moderno y la razón ................................................. 6. II. Continuidad, evolución social y praxis ...................................... 29. III. Kant, razón práctica y libertad de la voluntad .......................... 47. IV. Habermas con Kant, discontinuidad y conclusiones ................. 59. 3 Bibliografía ............................................................................ 72. Presentación y Fundamentación El recorrido que inicio en este trabajo de investigación ha sido motivado por una problemática que se origina con la modernidad, entendida ésta como el momento en que los ideales de la razón humana toman forma en la organización de la sociedad de acuerdo a la lógica de aquélla. Tal problemática gira en torno a la idea de razón y al potencial liberador que la misma tiene o debería tener. Es así, que la elección de un autor como Habermas para el tratamiento de este tema tiene sentido desde el momento en que él mismo se autodefine como un continuador 4 de la tradición moderna, de hecho Habermas se propone realizar, al tiempo que salvar, los ideales modernos que están siendo amenazados por el propio desarrollo de la modernidad. En primer lugar, es preciso ubicar a Habermas dentro de cierto horizonte recortado lo cual se presenta como una necesidad si es que la presente investigación busca llegar a alguna conclusión concreta y no perderse en los vericuetos que la teoría habermasiana presenta. Esta aclaración es válida en tanto resulta harto conocida la gran cantidad de influencias que Habermas retoma para desarrollar su derrotero teórico. En grandes rasgos podemos clasificar estas influencias en tres grupos a) la sociología académica clásica, en la cual entran Weber, Durkheim y Parsons entre otros, b) la filosofía analítica del lenguaje, de donde toma a autores como Strawson y Toulmin entre otros y c) la filosofía clásica alemana, de donde retoma a autores como Kant, Hegel, Marx y los fundadores de la Escuela de Frankfurt. El horizonte en que la presente investigación encuadra al pensamiento de Habermas en su relación con la problemática de la razón instalada en la modernidad, es el que está representado por las influencias que recibe de la filosofía alemana en general y por lo que retoma de Kant en particular. La hipótesis de trabajo que presento, si bien de carácter exploratorio, propone llegar a ciertas conclusiones en lo que hace a la construcción de una teoría crítica de la sociedad, en este sentido es que postulo que el pensamiento de Habermas presenta una continuidad que se ha desarrollado teniendo presente ciertas tensiones o discontinuidades que terminan por resolverse con un “retorno a Kant”. La continuidad está marcada por el objetivo principal, mencionado renglones arriba, de continuar con el ideal de la modernidad tendiente a construir un orden social de acuerdo a la razón humana en el cual la libertad y la igualdad puedan realizarse sin que se produzcan efectos colaterales1, al tiempo que también puede verse una marca de continuidad por el hecho de pretender encontrar cierta universalidad que sería característica de la razón que porta el género humano. Las 1 Esta idea hace referencia fundamentalmente al diagnóstico de la colonización del mundo de la vida, que Habermas desarrolla fuertemente en la Teoría de la acción comunicativa (1981) Especialmente véase Tomo II, capítulo VIII, págs. 451 y ss. 5 tensiones están marcadas por la relación que establece con la filosofía alemana en general, puede decirse que esta tradición está signada por un impulso crítico que se radicaliza en el tránsito que va de Kant a la Escuela de Frankfurt, y que si bien Habermas es heredero, o pertenece a la segunda generación de los pensadores frankfurtianos, y en este sentido se espera que siga la línea de crítica radical, nuestro autor termina por establecer un tipo de análisis crítico de corte mas bien kantiano. Este “retorno a los orígenes”, resulta fundamental a la hora de entender lo que yo postulo como discontinuidad, en el sentido de matizar la crítica que la tradición de la filosofía alemana venía profundizando en el transcurso del desarrollo histórico. Aquí lo que pretendo marcar especialmente es el abandono, no sólo de la lógica dialéctica en tanto mecanismo de apropiación y crítica del presente histórico-social, sino también y fundamentalmente el abandono de los postulados del materialismo histórico a la hora de establecer una propuesta de aprehensión y práctica concreta sobre la realidad. Así es que el eje que marca la oposición idealismo/materialismo atravesará la totalidad del presente trabajo de investigación. El nivel de análisis en el cual se encuentran estas reflexiones está representado por la dimensión política en que pueden traducirse las propuestas teóricas de estos autores. La base de apoyo para el tratamiento de la hipótesis está dada por los últimos escritos de Habermas y en este sentido, el libro titulado Conciencia moral y acción comunicativa será de fundamental importancia a la hora de sostener ciertas interpretaciones que pueden resultar controvertidas si no se tiene en cuenta el peso específico que para este trabajo representan la tesis elaboradas por Habermas en ese escrito. Si bien la selección de la bibliografía representa siempre cierta arbitrariedad por parte de quien escribe (quiere decir algo), creo que en este caso la fundamentación puede asumir la siguiente forma. Una vez elegido el tema, realicé un amplio recorrido por la vasta bibliografía que un autor como Habermas pone a nuestra disposición, en ese trabajo de recolección de información y temas me encontré con amplias problemáticas y puntos de vista que podrían ser trabajados sistemáticamente, sin embargo mi interés por las consecuencias o interpretaciones políticas que los análisis sobre la modernidad elaborados por los pensadores alemanes 6 implican, me obligaron a recortar tanto el tema, como la bibliografía de trabajo a ser utilizada, así fue como en primer lugar establecí un corte en lo hace referencia a qué mirar, centrándome fundamentalmente en la particular relación que Habermas establece con Kant dentro de la tradición de la filosofía crítica alemana. Este recorte aparece como resultado del interés particular que me guía y que se asocia con el intento de hacer un aporte a la construcción de una teoría crítica de la sociedad. Este interés que reconozco compartir con Habermas, me hace sostener la idea de que con una vueltaa Kant la “teoría crítica” deja de serlo en un punto. Aquí es donde me encontré con la dificultad de tener que traducir esta intuición a los términos de un trabajo de investigación ‘científico’ para evitar entre otras cosas, que mis ideas y mi análisis haga agua frente al serio auditorio sociológico. Así fue que luego de establecer qué mirar apareció la pregunta que tiene que ver con el cómo mirar, aquí la selección de bibliografía fue lo que me dio la respuesta. Sin embargo, y a fin de ser coherente con el trabajo que propongo llevar adelante es preciso reconocer que la marca de continuidad que mencioné renglones arriba también tuvo un fuerte peso a la hora de seleccionar la bibliografía y el problema que propongo abordar, es decir que tanto el regreso a Kant, entendido en términos de discontinuidad, como el interés por salvar los ideales de libertad e igualdad, entendido en términos de continuidad se balancearon a la hora de definir el recorrido que voy a realizar en el presente trabajo. Así es que también estará presente aquí el material que nos brindan otros dos importantes libros de Habermas que llevan por título Sobre la reconstrucción del materialismo histórico y Teoría y praxis. Reconozco que en general la obra de Habermas tiende a ser sistematizada en torno a la publicación de la Teoría de la acción comunicativa y que en general tal sistematización postula que este libro representa algo así como una importante divisoria de aguas en el derrotero intelectual del autor, sin embargo en este caso presentaré una interpretación distintiva y no habrá ninguna marca que implique algo así como un “antes y un después de”2, por el contrario voy a sostener que el desarrollo de la propia obra de Habermas, o del propio pensamiento de Habermas, 2 Algo parecido pasa con Marx cuando se postula que La ideología alemana parte aguas entre un Marx más joven y un Marx maduro. 7 puede inscribirse en algo así como una línea, que si bien presenta continuidades y discontinuidades3, es la misma línea de principio a fin. Con esto quiero decir que es el mismo Habermas el que escribe Teoría y praxis en 1963 y Sobre la reconstrucción del materialismo histórico en 1976 que el escribe Conciencia moral y acción comunicativa en 1982 y que los cambios en los puntos de vista o los cambios de énfasis tienen que ver con la propia lógica en que se desenvuelve el pensamiento de un autor tan complejo como éste, lógica que termina cerrando con un cierto idealismo de nuevo tipo. Es posible presentar esta idea diciendo lo siguiente, se tiende a analizar el pensamiento de Habermas en-sí mismo, esto es en los términos de la propia evolución de su teoría y según su lógica interna, es por esto que aparecen interpretaciones como las que mencioné líneas arriba tendientes a identificar un antes y un después de su Teoría de la acción comunicativa. Yo pretendo correrme de este eje de análisis, mi interés radica en analizar el pensamiento de Habermas dentro del marco de una tradición más amplia, la que está representada por la filosofía crítica alemana, y en este sentido pretendo mirar el desarrollo intelectual y teórico de Habermas no de una manera autorreferencial sino a partir de una referencia externa. Así es que las continuidades y discontinuidades no serán analizadas dentro de la propia obra de este autor, sino que serán estudiadas en referencia a la tradición crítica de la filosofía alemana. De hecho sostengo que el pensamiento de Habermas es uno y el mismo y que los cambios que puedan observarse en el desenvolvimiento de su obra representan estrategias o intereses del propio Habermas que se han ido definiendo en función su trabajo de investigación. Es este interés particular y esta forma de encarar el pensamiento de un autor tan prolífico y difícil como Habermas lo que me habilita o me sirve, entre otras cosas, de justificativo para seleccionar el material con el que voy a trabajar concretamente. Tal es así que la elección del libro Sobre la reconstrucción del materialismo histórico me sirve para 3 Aquí cabe aclarar que las continuidades y discontinuidades, si bien aparecen en el propio pensamiento del autor, yo las trabajaré con una referencia externa y es la que representa la tradición de la filosofía alemana. 8 mostrar como Habermas, ya a mediados de la década del ‘70 presenta algo así como una teoría de la evolución del género humano en la cual se encuentran presentes temas que desarrollará con más detalle en el libro Conciencia moral y acción comunicativa. La selección de Teoría y praxis se justifica por el intento de articular las posiciones teóricas con las consecuencias políticas. En este libro Habermas nos brinda una interesante interpretación de la tarea de la filosofía en lo que hace a su relación con la problemática del estado, muestra como se han tratado desde los inicios de la modernidad los problemas que la razón moderna trajeron a quienes pretenden organizar un poder político que garantice las libertades que la misma postula. En este sentido este libro me brinda una amplia gama de conceptos que serán reutilizados a lo largo de este trabajo para tratar de articular una clave de comprensión política sobre la teoría que voy a analizar. Así es que más que las ideas que el libro contiene, lo que aparecerá será algo así como una transformación de las mismas en términos de herramientas conceptuales para facilitar así la interpretación política que pretendo llevar adelante. Para trabajar mi tesis, esto es, la idea de indicar en el desarrollo del pensamiento de Habermas, continuidades y discontinuidades en lo que hace a su relación con la filosofía crítica alemana voy a transitar el siguiente recorrido. En la parte I de esta tesina voy a trabajar con la idea de proyecto moderno para mostrar cuales eran los temas y los debates que surgieron en ese período histórico de transformación social, pretendiendo situar a Habermas en ese marco. Conceptos tales como razón, sujeto, libertad y política van a atravesar esta primer parte del trabajo. En la parte II voy a llevar adelante un tratamiento sistemático del libro Sobre la reconstrucción del materialismo histórico, con el doble objetivo de rescatar por un lado las ideas del autor en lo referente a una teoría de la evolución social, indicando aquí ciertas continuidades en lo que hace a la profundización de la crítica que venía llevando a cabo la tradición de la filosofía alemana. En esta parte del trabajo voy a articular también algunos de los conceptos que aparecen en Teoría y praxis. Aquí intentaré también rescatar las incipientes ideas en lo que hace a la configuración de una teoría del desarrollo moral o de la conciencia moral con el objetivo de indicar aquí una doble cuestión, una que refiere al distanciamiento que desde mi punto de vista esto implica en relación 9 a la tradición crítica -indicando con esto los primeros pasos que da Habermas para volver a Kant- y otra, que yo trabajo como en un segundo plano y que refiere a la continuidad que puede observarse dentro del propio pensamiento habermasiano. En la parte III del trabajo voy a hacer una presentación escueta pero general de ciertas ideas de Kant, fundamentalmente las que presenta en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres y en la Crítica de la razón pura práctica. En lo fundamental las ideas de Kant contenidas en esos libros refieren a la posibilidad, por parte de los hombres, de alcanzar la libertad sobre la base del uso de la razón práctica. Esta presentación de las ideas de Kant tiene por objeto hacerlas accesibles al público lector ya que son las ideas que será retomadas en la última parte de esta tesina. Finalmente en la parte IV voy a juntar a Habermas con Kant, en este punto es en el cual pretendo arribar a mis conclusiones. Luego del tratamiento sistemático de las ideas de Kant en lo que refiere a su filosofía de la práctica (o a la razón práctica) las po 10 perspectiva en la que yome paro tiene el lente de la filosofía política o filosofía social. Esta aclaración es importante de hacer ya que implica cierto recorte en lo que hace a la toma de posición frente a las variadas cuestiones que la misma suscitó. Desde este punto de vista hay dos características que definen a la modernidad imposibles de pasar por alto, una tiene que ver con el nuevo lugar que ocupa el sujeto y la otra, en estrecha sintonía con la anterior refiere a la conciencia de la época que la modernidad implica. El proyecto de la modernidad coloca a la capacidad de razón del sujeto como faro con el cual guiarse, en este sentido es que se concibe como posible tanto del conocimiento del mundo social como la transformación del mismo. Si la razón del hombre puede conocer las leyes con que se rige el movimiento de la naturaleza física, objeto exterior al hombre, también es posible que la misma razón humana conozca las leyes con que se rige el movimiento del mundo social, objeto que es al mismo tiempo interior y exterior al hombre. Es interior desde el momento en que lo social se reconoce como producto o construcción de los sujetos que transitan en la historia y es exterior desde el momento en que la construcción por parte de los sujetos de algo distinto a ellos implica exteriorización o materialización de cierto orden de cosas que escapa a la singularidad de los hombres particulares. Aquí tenemos entonces la doble característica de la modernidad que mencioné renglones arriba, la que tiene que ver con el lugar del sujeto y la que tiene que ver con la conciencia de una época. El sujeto en este período asume un papel activo que le permite por un lado criticar lo dado y por otro proponer alternativas racionales al orden existente, el sujeto moderno critica desde la razón y construye desde la razón. Esta relación entre destrucción y construcción mediada por la razón viene acompañada por la idea de libertad, la destrucción del antiguo orden de cosas aparece como una necesidad de liberarse de las ataduras de la tradición4, ataduras que se entendían como irracionales ya que impedían la realización del potencial de razón que el hombre 4 Tradición en el sentido tanto de la ideología tradicional de los tres órdenes propugnada por la iglesia, como de las formas de organización política y las formas de organización social de la producción, por ejemplo los gremios de artesanos que impedían la innovación técnica provocando la no aplicación de la técnica descubierta por la razón científica y el retraso en el desarrollo de las fuerzas productivas. 11 tiene, tanto en lo económico como en lo político y social. En palabras de Marcuse vemos la siguiente idea, “(e)l contraste entre lo universal y lo individual tomo una forma más intensa cuando, en la era moderna, surgieron las consignas de la libertad general y la idea de que un orden social apropiado sólo podía alcanzarse a través del conocimiento y de la actividad de individuos emancipados.”5 El objetivo era liberar al hombre de las fuerzas irracionales para lograr así que el mismo asuma la nueva posición que con la modernidad se le asigna, esto es la de construir un nuevo orden racional. Aquí vemos como aparecen entre líneas dos ideas fuertes que Habermas discute en la actualidad, la de liberación y participación del hombre en lo que tiene que ver con el mundo social en que vive. En la puesta en práctica de este proyecto moderno que pone en juego la capacidad de razón del sujeto, surge la cuestión de qué razón es la que puede ordenar la práctica humana en función de la liberación del hombre. Cuando digo qué razón lo digo en el siguiente sentido, o es la que determina de manera inmanente el destino de la humanidad o es la que porta el sujeto capaz de crítica y construcción. Esto que yo presento como alternativas excluyentes, es un tema que la filosofía crítica alemana trata desde Kant hasta Habermas, pasando por Hegel, Marx, Adorno, Horkheimer y Marcuse entre otros. Veremos en esta parte del trabajo cómo algunos de estos autores tratan de salvar la distancia entre estas dos formas en que podría desplegarse la razón que se descubre en la modernidad y cómo otros toman posición claramente por una de las dos alternativas. La idea de conciencia de la época que mencioné como característica de la modernidad sirve como clave conceptual para comprender esta discusión y en clara relación con esto está presente también el papel que debe asumir una filosofía crítica en tanto herramienta que permite -o debería permitir- una doble reflexión6, la que tiene que ver con la crítica negativa de lo dado y la 5 Herbert Marcuse; Razón y Revolución (1971) pág. 23. 6 La capacidad de crítica de la razón del sujeto y el despliegue de la razón como destino histórico son dos cimas que la filosofía crítica debería salvar, aquí aparece claramente la cuestión de la conciencia y el papel de la filosofía crítica como aportando una doble cuestión: por un lado a la reflexión sobre el origen, esto es indicar que es expresión de una realidad histórico-concreta y por otro la reflexión sobre el devenir, esto es bajo qué forma es que un tipo de expresión ideal puede llevarse a cabo. Ver 12 que tiene que ver con la postura propositiva respecto de la práctica que se tendría que asumir. Aquí lo que está en discusión es la conocida oposición entre razón subjetiva y razón objetiva. Veamos con un poco más de detalle qué quiere decir esto, interpelando a los autores que forman parte de la tradición que me propongo trabajar. Decíamos que la modernidad propugna la capacidad de la razón del sujeto para construir un orden racional que permita realizar la libertad y la igualdad entre los hombres, se buscaba construir un todo coherente dentro del cual las potencialidades humanas se realicen. Sin embargo la realidad histórica de la época mostraba otra cosa, la búsqueda del interés privado y lógica de la competencia individual daban por resultado una realidad humana y social en la cual las diferencias entre los hombres y el sometimiento de una parte formaban parte del escenario cotidiano de la época. Con Kant, la modernidad comienza a entenderse a sí misma como aquel proceso por medio del cual el sujeto capaz de razón puede conocer al mundo de la naturaleza y también en el proceso de autorreflexión tornarse a sí mismo objeto de conocimiento. Sin embargo aquella contradicción manifiesta entre las ideas fuerzas de la modernidad y la realidad concreta en que el proyecto moderno devino, obligó a los pensadores alemanes, entre ellos a Kant, a buscar el momento de incondicionalidad o de universalidad de la razón más allá o en un lugar trascendente de la realidad concreta de las manifestaciones históricas. La identidad entre razón y libertad no podía comprobarse en los hechos7, así fue que la búsqueda de esa identidad quedó delimitada dentro del campo de las ideas o del pensamiento. Kant resuelve esta contradicción entre realidad y pensamiento a partir del lugar que ocupa la conciencia trascendental y el pensamiento especulativo. “Kant sostiene, sin embargo, que los empiristas no lograron demostrar que la experiencia suministra también los modos y los medios con los cuales es organizado ese material empírico. Si se lograse mostrar que estos principios de organización son una posesión genuina del entendimiento humano y que no surgen de la Thomas Mc Carthy; La teoría crítica de Jürgen Habermas (1978) especialmente el capítulo 3 págs. 165 y 166. 7 Aquí cabe mencionar la disputa que el idealismo alemán tenía con el empirismo inglés. Véase Herbert Marcuse; Razón y Revolución (1971)especialmente págs. 22 a 28. 13 experiencia, quedaría a salvo la independencia y la libertad de la razón. La experiencia misma vendría a ser un producto de la razón (...).”8 Para Kant es posible conocer a partir de laconstitución de lo que él llama juicios sintéticos a priori, que son aquellos juicios que la razón del hombre establece al unir el material que nos brinda la experiencia junto con las operaciones universales que realiza dicha razón. Esta idea implica una doble cuestión, por un lado nos dice que la razón humana no está sometida al primado de los hechos y por otro lado nos dice que el momento de incondicionalidad o universalidad del todo se encuentra en la razón subjetiva, esto es en la razón que porta el sujeto. Para Kant el elemento activo del conocer se encuentra en la razón humana9 el sujeto porta las formas de intuición sensible (espacio y tiempo) y los conceptos del entendimiento (las doce categorías) que son algo así como universales a priori que la razón humana pone en funcionamiento cuando se enfrenta al material de la experiencia, así es que si este material posee una coherencia, una causalidad, una organización a la cual el hombre puede acceder, esto es posible sólo por operaciones trascendentales y a priori que realiza el sujeto en la dimensión del pensamiento. La relación sujeto-objeto asume una nueva forma en la filosofía kantiana, de hecho, la unidad de la razón está garantizada por la operación trascendental que implica el “yo pienso” ya que es en esa instancia de génesis estructural en la cual el sujeto se reconoce como el universal que garantiza la unidad de la experiencia con la conciencia. Esta unidad entre experiencia y conciencia no es más que una expresión de la búsqueda de la identidad entre razón y libertad, ya que lo que nos está queriendo decir es que la razón, solo posible en la mente del sujeto (o en la conciencia trascendental del mismo), no entra en contradicción con la realidad o con la experiencia, sino que por el contrario la organiza como un todo coherente. El momento del pensar garantiza entonces la unidad del sujeto como sujeto y la unidad de la razón como síntesis entre el a priori (o universal) y el material de la experiencia. Es en la razón subjetiva dónde encuentra Kant el fundamento de la unidad de la razón, unidad que asume un carácter formal en tanto que en el nivel histórico concreto la misma se presenta disgregada en sus elementos: ciencia, moral y arte. Vemos que la contradicción 8 Herbert Marcuse; Razón y Revolución (1971) pág. 26. 9 Esto representa la idea de la revolución copernicana en Kant. 14 mencionada en la página anterior se resuelve entonces por el lado de la razón subjetiva y en la instancia ideal del conocer dada la coherencia que las operaciones a priori permiten imprimir a la realidad. Sin embargo esta razón subjetiva capaz de conocer el mundo del material sensible o el mundo fenoménico, no puede conocer lo que es la cosa- en-sí, esto es aquélla sustancia que da vida a las expresiones que la razón subjetiva ordena con sus operaciones a priori. De esto resulta que hay un elemento (cosa-en-sí) que no forma parte de la unidad entre conciencia y experiencia que la razón sintetiza en el proceso de conocimiento, así es que cierto elemento objetivo resulta ser inalcanzable a la razón, resulta ser incognoscible. Hemos dicho entonces que la solución que da Kant a la contradicción entre las ideas fuerzas del proyecto moderno y la realidad histórica concreta viene dada por el lado de la razón subjetiva, lo que implica evitar el hacerse cargo de dicha realidad, esto es de las divisiones y desigualdades sociales. Sin embargo esto podría ser una visión parcial si no se tiene en cuenta la idea de razón práctica que tiene Kant y que implicaciones políticas adquiere la misma, sin embargo, por una cuestión de organización del trabajo volveré sobre esta idea más adelante y con cierto detalle. Para esta primer parte del desarrollo, en la cual pretendo situar a Habermas en la tradición de la filosofía crítica alemana que nace con la modernidad, mostrando los temas y problemas que la misma originaron y que todavía hoy Habermas discute, creo que con lo dicho alcanza, que lo juzguen los lectores teniendo en cuenta la totalidad del trabajo. Veamos a continuación entonces cómo continúa esta línea de crítica en las posiciones que asume Hegel. Con Hegel, la cuestión de realizar a partir de la razón un todo coherente e incondicional que permita la realización de la libertad y la igualdad de los hombres asume una nueva forma que pretende resolver la contradicción entre idea y realidad a partir del recurso a la lógica dialéctica. Veremos cómo la razón adopta en Hegel un nuevo potencial. Podemos decir de manera general que Hegel critica a Kant el hecho de que la cosa-en-sí no se pueda conocer ya que esto supone el sometimiento de la razón a las fuerzas de lo incognoscible, limitando a la misma del hecho esencial de poder conocer la totalidad universal sin 15 condición alguna. En Marcuse leemos “Mientras las cosas en sí permaneciesen fuera del alcance de la capacidad de la razón, ésta seguirá siendo un mero principio subjetivo, sin poder sobre la estructura objetiva de la realidad. Y de este modo el mundo se dividía en dos partes distintas, subjetividad y objetividad, entendimiento y sensibilidad, pensamiento y existencia (...) Una y otra vez subraya que la relación entre sujeto y objeto, su oposición denota un conflicto concreto en la existencia (...)”10 Es decir que si algo queda fuera del alcance de la razón, ésta se verá limitada en su desarrollo y así el proyecto de la modernidad, que postula la primacía de la razón se verá truncado ya que si la razón sigue siendo un principio subjetivo no tendrá poder sobre la estructura objetiva de la realidad. Aunque Kant supone que el esfuerzo racionalista se puede extender a la totalidad de las instituciones sociales, la crítica de Hegel viene a decirnos que la historia no se desarrolla por la voluntad del sujeto y que si las instituciones sociales revisten un carácter racional es por el hecho esencial de que la razón se despliega en momentos como una realidad objetiva. Si la razón puede ser pensada, esto es llevada a concepto, o incluso materializada es por la propia capacidad de la razón de ser ella misma la que se desenvuelve y busca los medios para su realización. Veamos esto con un poco más de detalle. Con Hegel, suele decirse que la filosofía asume su propia historicidad y en este sentido, la unidad y realidad de la razón ya no asume un carácter formal sino que se realiza en la historia como manifestación del espíritu absoluto, como reconciliación de lo universal y lo particular. La razón se presenta en la historia bajo la forma de espíritu, esta categoría hace referencia a todo lo creado por el hombre y está en oposición a la determinación natural, lo cual quiere decir también que es en el ser del hombre donde el espíritu es activo. Para Hegel hay una clave racional que explica el devenir histórico, la razón es en sí y por sí, es la sustancia por la cual y en la cual toda realidad tiene su ser, la razón conciente de sí misma es el espíritu que se realiza, la razón no-conciente de sí es la naturaleza. La razón es potencia, es materia y es forma infinita, está en- sí, se realiza por-sí, es libre ya que no está sometida a ninguna condición ni natural ni subjetiva. En palabras de Hegel vemos esta idea 10 Herbert Marcuse; Razón y Revolución (1971) pág. 28. 16 bajo la siguiente forma: “Pero el único pensamiento que la filosofía aporta es el simple pensamiento de la Razón: que la Razón domina al mundo y que por lo mismo, también en la historia universal ha ocurrido todo según la Razón. Esta convicción y modo de ver constituye un presupuesto con respecto a la historia como tal en general; en la filosofía misma esto no es ningún presupuesto. Se muestra en la historia, mediante el conocimiento especulativo, que la Razón (...) es tanto la substancia como el ilimitado poder, para sí misma es tanto la infinita materia de toda vida material y espiritual como la infinita forma, la actuación de ese contenido suyo. La substanciaes la Razón, a saber, aquello por lo cual y en lo cual toda realidad tiene su ser y existir (...).11 Aunque Hegel nos aclara que sin embargo, es necesario conocer racionalmente el fin de la razón ya que existe algo así como una mutua determinación, para realizar lo que en-sí y por-sí es la razón, o sea la idea de libertad universal incondicionada, es preciso llegar a la autoconciencia, instancia en la cual el desarrollo de la razón permite el acceso por parte de los sujetos históricos al fin que la misma se propone en su despliegue, de esta forma los medios con que la razón se realiza adquieren conciencia de la necesidad de ‘portar’ lo que la razón es en-sí y por-sí, es por esto que la instancia del conocer racionalmente los fines de la razón permite la realidad de la autoconciencia y por tanto la realización de la razón sin condicionamientos, todo lo cual depende de la posibilidad de llevar adelante “una reconstrucción racional dada de las condiciones universales de la razón”12. En este punto es posible decir que el espíritu es la razón autoconciente. Aquí la identidad entre razón y libertad asume una nueva forma, la posibilidad de realización concreta de la libertad implica un proceso progresivo en la autoconciencia de la libertad; esto se entiende mejor si tenemos en cuenta que la idea del espíritu (razón autoconciente de-sí) es la libertad. Esto Hegel puede postularlo así dado que todo lo que es en-sí y por-sí es libre, o bien, es incondicionado. Detallemos un poco que quiere decir esto. El espíritu (expresión de la razón en la historia) es en-sí y por-sí, es una conciencia y su objeto, es pensamiento de algo que es, de qué es y de cómo es, conoce sus potencialidades y eso que sabe de sí 11 G. W. F Hegel; Lecciones de filosofía de la historia pág. 38. 12 Richard Bernstein; “Introducción” en AA.VV; Habermas y la modernidad (1999) pág. 31. 17 (autoconciencia) ha de realizarse. “Hegel no quiere decir que todo lo que existe, existe conforme a sus potencialidades, sino que el entendimiento ha alcanzado la autoconciencia de su libertad, y se ha vuelto capaz de liberar a la naturaleza y a la sociedad. La realización de la libertad no es un hecho, sino una tarea. La forma en que los objetos aparecen inmediatamente no es aun su verdadera forma (...) Todas las formas son aprehendidas por el movimiento disolvente de la razón, la cual las cancela y las altera hasta adecuarlas a su noción.”13 Cabe aquí preguntarse qué pasa con la crítica que le hace Hegel a Kant, esto es cómo salvar a la razón de las fuerzas impenetrables de la cosa-en-sí que están fuera de ella y cómo postular su universalidad y la posibilidad por parte de la misma de constituir un todo coherente. Hegel nos dirá que hay en la razón una exclusiva capacidad de ser y conocer el fin último de la historia y por ese mismo hecho ha de poder realizarlo de acuerdo a su lógica. Tenemos entonces una nueva síntesis o unidad entre conciencia y existencia, esta unidad es posible lograrla por la objetividad de la razón, y esto es así porque la misma trasciende a los sujetos, es algo así como un destino histórico. La contradicción ya no se resuelve del lado de la razón subjetiva sino que se resuelve del lado de la razón objetiva, aunque veremos que Hegel trata de salvar esa cima y colocará en la razón del hombre un elemento importante a la hora de realizar el destino y fin último de la razón. En este sentido interpretamos el siguiente párrafo: “Lo primero que notamos es lo que ya hemos dicho a menudo, pero que, por lo que a este caso se refiere, nunca se repetirá lo bastante: lo que hemos llamado principio, fin último, determinación, o la naturaleza y el concepto del espíritu es tan solo algo general, abstracto. El principio o ley es algo interior que, como tal, por verdadero que sea en sí, no es completamente real. Los fines, principios, etc, se dan en nuestros pensamientos, solo en nuestra intención interna, pero todavía no en la realidad. Lo que es en sí es una posibilidad, una capacidad, pero aún no ha hecho el tránsito desde su interioridad a la existencia. Debe haber, además, un segundo momento para la realidad, que es el de la actuación y realización, y cuyo principio es la voluntad, la actividad general del hombre.” 14Así es que postula 13 Herbert Marcuse; Razón y Revolución (1971) pág. 31. 14 G. W. F Hegel, Lecciones de filosofía de la historia pág. 50. 18 que lo universal y lo particular se sintetizan en la totalidad histórica, la subjetividad y la individualidad son los medios de los que se sirve el espíritu para expresarse. Lo universal sólo en-sí es potencia, se realiza por medio del principio de voluntad del sujeto particular que a su vez debe ser-en-ello. La realización del universal implica la exteriorización de la idea y por lo tanto su objetivación. Este proceso que no es más que la autoconciencia del espíritu que deviene en su concreción histórica implica cierta unidad de opuestos, ya que la objetivación del espíritu es posible sólo en algo distinto a él, algo en lo cual sin embargo debe reconocerse, reconocimiento que es posible por el hecho esencial de que los sujetos que objetivan el espíritu en la historia, esto es los sujetos que realizan algo distinto de-sí, también deben reconocerse en ello para realizarse plenamente. Hay por tanto algo así como una mediación entre existencia y conciencia que es lo que permite la unidad de la razón, ya que es en el mutuo reconocimiento de opuestos donde la objetividad y subjetividad se encuentran. Si tenemos presente esto, no nos sorprende que Hegel en sus Lecciones de Filosofía de la Historia luego de presentarnos la idea y sus medios de realización, nos hable del material en que la idea se realiza el cual lo visualiza en el estado moderno. Hegel entiende al estado de su época como la consumada manifestación de la razón, de la libertad y de la verdad. Lo entiende como una totalidad ética en el cual la moralidad expresada en la forma de leyes realiza la universalización de la libertad de los individuos particulares al tiempo que realiza el universal de libertad, el hombre es libre en tanto hombre. De hecho el estado en Hegel aparece como conciencia de la necesidad, esto es, como autoconciencia del espíritu que se realiza. Recordemos que lo necesario es lo determinado, lo particular y que la libertad es lo indeterminado, lo universal. La conciencia de la necesidad implica entonces el dar cuenta de las determinaciones, lo cual posibilita operar sobre ellas si bien no para eliminarlas, sí por lo menos para superarlas. Retomemos la cuestión de la contradicción entre existencia y conciencia y veamos brevemente como Hegel la resuelve a partir de sostener que en el estado moderno se da la realización de la razón, la libertad y la igualdad. En Hegel, el estado como realización del espíritu absoluto que adquiere conciencia de-si, es al mismo tiempo realización 19 de la razón. El espíritu solo se conoce racionalmente y solo adquiere autoconciencia por el uso de la razón. El hombre, individuo aislado, o gran hombre aparece como medio en la realización del espíritu, es la razón histórica sumada a la razón del hombre las que permiten la autorrealización del espíritu. Decíamos entonces que Hegel ve en el estado la realización de la razón, la libertad y la igualdad, hagamos un intento de abordar esta idea desde su opuesto, la idea de sociedad civil. Éste es el ámbito donde se desarrollan las actividades de la vida cotidiana, las que hacen a la individualidad de cada uno, es el terreno de desenvolvimiento y manifestación de los intereses privados, particulares y egoístas. Es un terreno de conflictos e intereses contrapuestos, que sin embargo se caracteriza al mismo tiempo por la interdependencia mutua de todos y cada uno, esto hace que la sociedad civil sea una identidad mediada. La sociedad civil así entendida se opone y se contiene en el estado, es su fundamento y su opuesto, ¿por qué?, es suopuesto porque el estado se presenta como la realidad del interés general, así es que el interés particular, base característica de la sociedad civil, desaparece en el estado al tiempo que es custodiado por el mismo, pero es custodiado bajo la forma de interés general, en tanto el interés particular no contradiga al interés general es que el primero esta contenido y realizado en el segundo. Es su fundamento porque si no existiese tal terreno de conflicto y de libre arbitrio que la sociedad civil implica, el estado no aparecería como necesario. El estado adquiere este estatuto por que aparece la conciencia de la necesidad de salvaguardar y dar fundamento racional a la existencia de la propiedad privada y la libertad jurídica. En este sentido se puede interpretar la siguiente idea: “No constituye una inconsistencia dentro del sistema de Hegel el que la libertad individual se vea así eclipsada por la autoridad investida en lo universal, y que lo racional se presente finalmente bajo la forma de un orden social dado. Esta aparente inconsistencia refleja la verdad histórica y también el curso de los antagonismos de la sociedad individualista, que convierten a la libertad en necesidad y a la razón en autoridad.”15 La existencia del estado en tanto que garante del interés general y universal es necesaria porque es la instancia en la cual se asegura la realización de la libertad del hombre en tanto hombre (racional). “Pero la voluntad subjetiva cuenta también con una vida 15 Herbert Marcuse; Razón y Revolución (1971) pág. 176-177. 20 sustancial, con una realidad en la cual se mueve en lo esencial, teniendo eso mismo esencial como fin de su existencia. Esto esencial es la unificación de la voluntad subjetiva y de la racional: es la totalidad de lo moral, el Estado, que es la realidad en la que el individuo posee y disfruta de su libertad, si bien en cuanto que éste es conocimiento, creencia y voluntad de lo universal.”16 La igualdad de derechos proclamada por la Revolución Francesa en su Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, encuentran a posteriori, en el sistema filosófico de Hegel un fundamento racional que sustenta la práctica política de la nueva estructura social que emerge con el capitalismo burgués. Así es que el estado como totalidad ética realiza según Hegel a la razón y a la libertad. Marx es otro de los pensadores alemanes que radicalizan la crítica que esta tradición venía llevando a cabo. Su punto de partida es la crítica a la filosofía del derecho de Hegel. Si bien puede decirse que Marx toma la lógica dialéctica de Hegel e invierte el principio de movimiento de la misma, es posible decir también que esa “inversión dialéctica” implica un importante quiebre en lo que refiere a las consecuencias políticas que toda filosofía anterior tenía. Decíamos que Kant resuelve la contradicción entre conciencia y existencia del lado de la razón subjetiva, colocando el potencial liberador de la razón en la exclusiva incondicionalidad que las intuiciones y las categorías universales le otorgan al sujeto que piensa. En Hegel la solución a esa contradicción viene dada del lado de la razón objetiva que se realiza en la historia bajo la forma de espíritu absoluto, en el momento en que la misma llega a la autoconciencia por el hecho de brindar las condiciones a la razón subjetiva para que el fin de aquella se conozca y se realice. En Marx la solución a esa contradicción va a venir por otro lado, el de la práctica revolucionaria. Veamos un poco esto. Marx critica principalmente a Hegel el hecho de suponer que en la comunidad ilusoria del estado moderno ha sido realizada la libertad del hombre en cuanto hombre. Para Marx la existencia de la clase proletaria indica justamente lo contrario, una gran masa de hombres están sometidos y no son libres, ni de elegir ni de actuar. El estado moderno 16 G. W. F Hegel; Lecciones de Filosofía de la Historia pág. 64-65. 21 consuma solo la libertad política de los hombres, proclamando bajo la forma de leyes, la igualdad formal entre los mismos, sin embrago la igualdad real no existe y no existe por tanto la libertad social. Es preciso entonces llevar hasta las raíces los objetivos planteados por la revolución francesa y por los ideales de la modernidad, para esto es necesario que la filosofía asuma una nueva forma o bien es necesario desenmascarar el carácter ideológico de la filosofía para no caer en las trampas del espíritu. Sólo así se podrá realizar, ya no desde el pensamiento sino desde la práctica revolucionaria lo que la aquélla proclama. Marx comparte con Hegel la idea de destino histórico. El desenvolvimiento contradictorio de la historia humana traerá tarde o temprano el reino de la libertad. La cuestión entonces es ver dónde radica realmente la contradicción para agudizarla con la práctica y finalmente superarla. Marx nos dice que las formas de conciencia no son más que formas en que se expresa idealmente la existencia de los hombres, su ser social y define el ser social de los hombres según el modo en que ellos viven, se reproducen y se tratan. La contradicción entre conciencia y existencia es entonces una expresión de otra contradicción, la que existe en la relación social de la moderna sociedad capitalista. La posibilidad de superar tal contradicción entonces no tiene que ver con “interpretar de otro modo lo existente”17 sino que tiene que ver con revolucionar prácticamente las formas de vida actual. El desarrollo de las fuerzas productivas, esto es, de la capacidad de transformación de la naturaleza por el hombre, representa ya no las formas de manifestación del espíritu sino por el contrario las formas de existencia social o dicho de otra manera, representa las relaciones de producción18. Es aquí donde yace la contradicción y es aquí donde la conciencia no se corresponde con la existencia y quienes portan concretamente esa contradicción son los hombres que forman las filas de la clase proletaria. Marx nos está indicando con esto una cuestión ciertamente sustancial, la conciencia de la libertad estará en correspondencia con la 17 Karl Marx; “Tesis sobre Feuerbach” en Karl Marx y Friederich Engels; Obras escogidas Tomo I (1974) pág. 7. 18 O lo que no es más que su expresión jurídico-política, las relaciones de propiedad. Karl Marx; Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política. (1859) pág. 67. 22 existencia de la libertad cuando la clase sometida a la contradicción revolucione las formas de ser social (o relaciones de producción) que traban su emancipación. Así es que cuando la libertad política se convierta en libertad social se habrá superado la contradicción. Sin embargo, la práctica revolucionaria que debe llevar adelante la clase que tiene negada su libertad será efectiva, no según la voluntad de los sujetos históricos19, sino que entra en consideración el factor histórico- estructural que mencioné renglones arriba y que es el desarrollo de las fuerzas productivas. La contradicción se despliega históricamente, bastante conocido es el esquema marxista de las etapas que transita la prehistoria humana bajo la forma de los distintos modos de producción. La práctica revolucionaria, que se asocia a la idea de conciencia de la necesidad, tiene por objetivo transformar las relaciones sociales pero esa transformación para ser universal y asegurar entonces la libertad de todos y cada uno de los hombres, ha de tener en cuenta las condiciones que el desarrollo de las fuerzas productivas impone a la lógica del desenvolvimiento histórico. Hay en Marx entonces una razón objetiva que salvaría la contradicción entre conciencia y existencia, ya que si bien la misma es expresión de la forma en que los individuos se tratan, es preciso el despliegue de esa contradicción para poder así superarla, sino se cae en formas ideológicas de superación que en definitiva no hacen más que encubrircontradicciones todavía existentes. La práctica revolucionaria cumple la función de agudizar las contradicciones para hacerlas estallar más rápidamente, sin embargo la práctica revolucionaria en-sí no será efectiva, la conciencia de la necesidad de la liberación humana, necesita -como en Hegel- contar con las condiciones de posibilidad, la potencialidad ha de desarrollarse hasta sus límites. La práctica revolucionaria es entonces una necesidad histórica20, no un simple voluntarismo. La idea de necesidad, 19 Aquí me sitúo en una discusión que aún no está saldada y que verdaderamente yo tampoco he tomado partido todavía por ninguna de las partes. Esta discusión es la que tiene que ver con la definición por parte de Marx de lo que es el motor de la historia: o bien son las fuerzas productivas o bien es la lucha de clases. 20 Cómo lo es Hegel la razón subjetiva, que permite a la razón llegar a la autoconciencia, o como lo es el estado garante de la igualdad ya que en la sociedad civil lo que se observa es otra cosa, esto es, el primado de la individualidad y el egoísmo privado. Ver Herbert Marcuse; Razón y Revolución (1971) especialmente págs. 226 y ss. 23 estrechamente asociada a la de libertad, aparece en tanto y en cuanto la realidad del ser social encuentra límites a su realización plena. Si esos límites se pretenden superar y si se quiere realizar la libertad social de los hombres, es preciso, aparte de las condiciones objetivas impuestas por el desenvolvimiento histórico de la razón21, tener conciencia de la necesidad histórica de entablar una lucha por la transformación en las formas de relación social. La contradicción entre conciencia y existencia se superará cuando la división y contradicción social existente en las relaciones entre los hombres se supere, para lo cual es necesario el advenimiento de condiciones objetivas y de un práctica revolucionaria que acelere el proceso de desgaste bajo la forma de agudización de las contradicciones reales. La conciencia de la clase revolucionaria es la forma en que se expresa su existencia social y la misma será entonces una conciencia realmente revolucionaria cuando las potencialidades de la libertad universal estén en el presente histórico disponibles para ser realizadas. Podemos decir entonces que en Marx el elemento teleológico de la razón objetiva está constantemente permeado por las consecuencias que una determinada práctica política ejercen sobre él. Si bien el voluntarismo no es una característica de su desarrollo teórico, sí lo es el exhorto constante a la práctica revolucionaria por parte del sujeto que en un momento histórico porta la contradicción. Aquí entonces la idea de sujeto histórico tiene importantes implicancias, no por el hecho de dejar a su libre arbitrio el destino de la historia sino por sostener él mismo objetivamente la negación de la libertad y por ese mismo hecho portar potencialmente la posibilidad de superación de esa negación. Aquí el calificativo histórico a la sustantivo sujeto adquiere una importante relevancia, la necesidad, lo condicionado aparece entonces en primer plano indicando que lo universal de la libertad está contenido en potencia pero no existe realmente. Así es que la práctica política revolucionaria que opera sobre la determinación histórica de la razón es la que en la esfera de la sociedad civil, esto es en la esfera en la cual se 21 La emancipación del hombre viene inscripta en el destino histórico y de hecho la transición por los distintos modos de producción indican la liberación progresiva de los hombres respecto de sus ataduras. Ver, Karl Marx y Friederich Engels; La ideología alemana (1974) especialmente págs. 16 a 20. 24 constituyen las relaciones sociales que dan la forma al ser social, es la única forma (práctica) que permite superar concretamente la contradicción entre conciencia y existencia dado que es la única instancia en que las formas del ser y las formas ideales que de él emanan se unifiquen bajo la realidad de libertad concreta, libre entonces de determinaciones, dado la conciencia de la necesidad histórica de entablar una lucha por la liberación de la humanidad. Luego de los fracasos histórico-concretos que esta forma de crítica soportó luego de la revolución rusa de 191722, varios de los supuestos de esta filosofía política y social han sido revisados. Los pensadores de la Escuela de Frankfurt son claros representantes de esta revisión de los supuestos del marxismo, revisión que tuvo por objetivo recobrar la dimensión filosófica del marxismo preocupándose al mismo tiempo tanto por el método dialéctico como por la transformación del orden social a partir de la praxis.23 Es preciso mencionar, si es que se pretende hacer una análisis escueto, pero completo de los que algunos de los representantes de esta escuela han dejado como legado a la tradición de la filosofía alemana, el influjo que sobre ellos ejerció un sociólogo alemán de renombre conocido, quien es Max Weber. Se puede definir a la teoría crítica según tres características, autorreflexividad, carácter histórico-dialéctico y sentido práctico-moral24. El influjo de Weber se deja ver fundamentalmente a la luz de la última característica ya que es fundamentalmente ésta la que hace referencia a la crítica de la razón instrumental en tanto razón totalizadora que impide la emancipación del hombre en sociedad. Es conocido por todos el diagnóstico que hizo Weber de la modernidad. Quien supuso que la emergencia y desarrollo de la razón con arreglo a fines produjo en la vida total de la sociedad una separación de esferas de valor que culminan direccionándose cada una en función de una lógica propia encarnada en la figura de los especialistas. Esta pérdida de unidad es para Weber irrecuperable y lo que produce finalmente es el desencantamiento del mundo, esto quiere 22 Concretamente la política de Stalin en la ex U.R.S.S 23 Martín Jay; La imaginación dialéctica (1974) pág. 85. 24 Ver José Enrique Rodríguez Ibáñez; Teoría crítica y Sociología (1978)págs. 9 y10. 25 decir básicamente la pérdida de sentido en lo que refiere al actuar de los hombres. Esta evolución conjunta de pérdida de sentido y desarrollo de la razón con arreglo a fines (o razón instrumental) son fenómenos que no pueden entenderse separadamente, sin embargo resulta sugestivo que este autor culmine pronosticando como destino de las sociedades occidentales su aprisionamiento e una “jaula de hierro”. Si bien suele decirse que Weber es uno de los primeros sociólogos en cuestionar la teleología de los distintos tipos de filosofía de la historia en tanto que metafísica, es posible sugerir que su metáfora de la jaula de hierro nos está indicando cierta filosofía de la historia teleológica oculta en el propio seno de su crítica. La razón que se instala con la modernidad, lejos de realizar a la libertad, lo que va a producir con su desarrollo es una totalización, sobre lo social y lo político, del dominio de la lógica de los medios por sobre los fines. Esto quiere decir que el destino último o los objetivos propuestos por los ideales iluministas modernos quedan a un lado en función de la reproducción de la lógica de la eficiencia/eficacia en el quehacer social cotidiano. La realización de la razón instalada con la modernidad no trae aparejada la libertad, sino el dominio cada vez más amplio sobre los distintos sectores de la sociedad. Albrecht Wellmer25 nos sugiere que hay en Weber algo así como una dialéctica negativa implícita y es justamente esto lo que los pensadores de Frankfurt toman de él para llevar adelante el objetivo de una revisión crítica de los supuestos del marxismo. Esta dialéctica negativa se asocia a la idea expuesta renglones arriba que tiene que ver con la realización de la razón que se instala con la modernidad, desde Kant hasta Marx hemos visto que la crítica se orienta a realizar, radicalizándola,a la razón que se instala con la modernidad. Los pensadores de Frankfurt, a luz de los hechos históricos y bajo el influjo del diagnóstico weberiano, nos van a decir otra cosa. A la razón moderna no hay que radicalizarla sino que lo que hay que hacer es negarla. La negación de esa razón comienza por su crítica, Adorno y Horkheimer suponen que la razón instrumental implica un tipo de racionalidad que en su despliegue cosifica las relaciones sociales sobre la base de un doble movimiento, el dominio de la naturaleza exterior y la represión de la naturaleza interior, esto implica que los hombres que 25 Albrecht Wellmer; “Razón, utopía y dialéctica de la ilustración” en AA.VV; Habermas y la modernidad (1999) págs. 72 y ss. 26 guían sus acciones por el uso de este tipo de razón desarrollan algo así como un instinto de autoconservación que impide la posibilidad de realización de la libertad conjunta. Esto está estrechamente ligado con el carácter unidimensional que la razón moderna adquiere en su desarrollo, unidimensionalidad que impide ver la posibilidad de configuración de un nuevo tipo de razón que permita la liberación de las potencialidades reprimidas y dominadas. Esta imposibilidad de ver una potencial “otredad” de la razón instrumental moderna, es también producto de la contradicción, que venimos trabajando, entre conciencia y existencia. Contradicción que los pensadores de Frankfurt visualizan manifiesta en lo que ellos denominan pensamiento identificante o pensamiento conceptual. De ahí que ellos basen su crítica negativa a la razón moderna sobre la posibilidad de búsqueda de una razón alternativa a la impuesta históricamente. La contradicción entre conciencia y existencia estará resuelta para ellos, tal como para Marx, cuando la emancipación humana se vea realizada concretamente, y para que ello ocurra es preciso que la lógica identificadora que niega la posibilidad de existencia de lo no-idéntico sea eliminada y no se desenvuelva dominando a la naturaleza exterior y reprimiendo a la naturaleza interior. La solución que los pensadores de Frankfurt nos brindan para esa contradicción viene dada a través del concepto de mimesis. Veamos a qué hace referencia esto. En su crítica a la razón instrumental, la cual consideran inherente al pensamiento ilustrado, introducen el concepto de mimesis y de lo no-idéntico. En lo fundamenta lo que se quiere decir es que al proceder identificando, el pensamiento conceptual lo que hace es no permitir la existencia de lo no-idéntico, en este sentido todo lo que implique el uso de la razón instrumental eclipsa los impulsos miméticos que los hombres tienen. La mimesis viene a ser como la forma por la cual el hombre se reconcilia con la naturaleza tanto con la interna y reprimida cómo con la externa y objetivada. Si esto es así y la represión de los impulsos miméticos se da por el uso de la razón instrumental, la cual implica autoconservación y cosificación de la conciencia, se entiende que estos pensadores críticos basen su crítica en la necesidad de negar a la razón instrumental y se dediquen a la búsqueda de una razón alternativa que pueda ser realizada sin 27 contraponerse a la realización de la libertad26. Así es que observan en el arte de vanguardia un potencial emancipatorio que resulta ser producto de la posibilidad que el mismo tiene de desarrollarse en términos de mimesis. La mimesis escapa a la relación sujeto-objeto entendida en términos cognitivo-instrumentales y esto permite que la referencia de lo uno a lo otro no implique necesariamente una pérdida del sí-mismo. Esto abre la posibilidad de que los hombres se relacionen con la naturaleza de una manera diferente de como se relacionan los hombres que guían su acción por la razón instrumental, quien no reprime sus impulsos miméticos tampoco domina a la naturaleza. El guiarse por la imitación, tal como lo hacen los niños en su primera infancia, posibilita el resurgir de un amor incondicional y por tanto desinteresado que permite establecer una relación con la naturaleza interna y con la naturaleza externa que niega el dominio y la represión en tanto deviene un tipo de relación libre de condicionamientos y de las limitaciones impuestas por la identificación.27 La autoconservación individual se trueca por medio de la mimesis en realización universal de las potencialidades de uno y de los otros. Vemos entonces que la contradicción entre conciencia y existencia se resuelve por el lado subjetivo en que los hombres se relacionan entre sí y con el mundo, la forma que asume la correspondencia entre la existencia y la conciencia está dada por la liberación que permite el arte. De aquí se desprende una cuestión que Habermas retomara para su critica y es la que tiene que ver con el hecho de que con la critica radical a la razón moderna termina por poner en la cuerda floja al propio proyecto moderno y por tanto a la posibilidad misma de realización de la razón. Sin embargo esta forma de resolver la contradicción no satisface a un pensador como Habermas quien supone que el escapar de la razón a la mimesis implica algo así como no poder hacerse cargo de lo que implica socialmente la contradicción entre conciencia y existencia. Este tipo de solución individualista no satisface la necesidad de liberación 26 En la búsqueda de una razón alternativa, los pensadores frankfurtianos quedan presos de una contradicción que no pueden resolver en el marco del paradigma filosófico en el cual se venían moviendo hasta entonces lo cual deriva en un desplazamiento de énfasis. Su teoría estética es manifestación de esto, de la razón pasan a la mimesis y de la sociedad al arte. 27 Martín Jay; La imaginación dialéctica (1974) pág. 435. 28 social del hombre, necesidad que vislumbró Marx en su crítica a Hegel si es que se pretende realizar el proyecto inaugurado con la modernidad tendiente a concretar históricamente, esto es en la existencia real de los hombres, lo que se proclamó en la conciencia -esto es en el mundo de las ideas- de la época, bajo el lema “libertad, igualdad y fraternidad”. El desarrollo teórico e intelectual de Habermas continúa la línea de crítica inaugurada en el pensamiento alemán con la modernidad. Sin embargo, y esta idea es la que pretendo elaborar en el presente trabajo, en el marco de esta tradición Habermas marca algo así como un retroceso en lo que refiere a la profundización crítica que la tradición alemana venía llevando adelante. Retroceso no en el sentido de volverse conservador ni en el sentido de abandonar el esfuerzo crítico tendiente a realizar el proyecto moderno, sino en el sentido de reforzar cierto idealismo28 que lejos de superar la contradicción entre existencia y conciencia lo que hace es resolverla, tal como lo hizo Kant, del lado de las suposiciones, esto es, sin tener en cuenta lo que concretamente ocurre con los sujetos históricos. Sin embargo es posible decir unas cuantas palabras que ubiquen a Habermas dentro de la tradición de la filosofía crítica alemana que en estas páginas he presentado. Habermas se propone realizar el proyecto emancipatorio de la modernidad y en este sentido es que postula su intención de presentar un concepto de racionalidad ampliado que permita fundamentar, sin ser fundamentalista, el lugar desde dónde la crítica a las formas de existencia cobra universalidad. Esto quiere decir, fundamentar desde dónde la razón puede ser un criterio válido, más allá de todo tiempo y lugar, para guiar formas de acción que construyan, en su evolución, una sociedad en que la libertad del hombre cobre concreta existencia. Así es que el intento de superar la contradicción entre conciencia y existencia asume la forma de una razón y acción comunicativas, ya que es a través de su uso como los hombres pueden emanciparse. Veamos como construye Habermas estos conceptos. En primer lugar resulta esencial decir que Habermas establece en su crítica, un “cambio de paradigma”, de la filosofíade la conciencia a la filosofía del lenguaje, de hecho las 28 De hecho la idea de comunidad ideal del habla es redundante en cuanto a resaltar la impronta ideal que su propuesta tiene. 29 aporías en la que cayó toda la tradición alemana anterior es producto de haber quedado atrapados en los marcos de dicha filosofía de la conciencia, la cual establece un tipo de relación entre sujeto y objeto, que impide superar la mencionada contradicción entre conciencia y existencia de manera acabada y universalmente válida. Hemos dicho de manera insistente que con la modernidad surgen unos ideales en los que el uso de la razón por parte del sujeto permite la liberación del mismo, hemos visto también cómo esta idea rectora se presenta de manera diferente según los casos en los representantes de la tradición crítica alemana a la que Habermas pertenece. Pues bien, es posible decir, a riesgo de ser un poco esquemáticos, que tal razón que en su realización (o en su negación para el caso de los pensadores de la escuela de Frankfurt) asegura el advenimiento de la libertad, se identifica mayormente con un tipo de razón que puede denominarse cognitivo-instrumental29, de hecho hasta el propio Marx hace referencia a ella cuando confía en el potencial emancipatorio que contiene el desenvolvimiento del capitalismo sobre la base del desarrollo de las fuerzas productivas. La tradición a la que vengo haciendo referencia, identifica entonces la posibilidad de realización de la libertad del hombre a partir del desarrollo de este tipo de razón en tanto que el sujeto que hace uso de ella podrá por ello mismo, realizar una crítica al orden dado y al mismo tiempo podrá establecer formas de organización social que al adecuarse al uso de la razón implicarían la concretización de la libertad. Vemos entonces que la identidad que se establece entre razón y libertad es la que da garantía a la superación de la contradicción entre existencia y conciencia en tanto la primera como realmente existente contiene en su concepto a la segunda, la cual devendrá concretamente real en tanto se asegure la posibilidad de uso sin limitaciones de la razón. Así es que la libertad contenida en la razón, no realizada hasta el momento, podrá realizarse a partir de la capacidad de crítica que la razón supone. El hecho de establecer entre sí una identidad razón y libertad, posibilita un tipo de argumentación que sin ser circular es algo así como cerrada en-si-misma. 29 Es decir que se teoriza en general sobre la razón científico-técnica la cual Weber denomina acción racional con arreglo a fines. 30 Sin embargo hemos visto que la contradicción entre conciencia y existencia no ha sido superada, de hecho el uso de la razón no trajo la libertad esperada, es decir que, o bien la identidad entre ambas se rompe o bien el tipo de razón instalada con la modernidad no es el tipo de razón que contiene a la libertad, en este caso la identidad no se rompe pero se desplaza. Esta idea que aquí presento ya había sido vislumbrado primero por Weber y retomado luego por los pensadores de Frankfurt. Weber con un diagnóstico más bien negativo predijo la jaula de hierro en lugar de la libertad, es decir que él pensaba que la realización de la razón moderna implica más dominación en tanto razón cognitiva-instrumental que ajusta medios a fines. Los pensadores de Frankfurt, al principio no tan pesimistas, compartían el diagnóstico weberiano, o sea, compartían la idea de que la realización de la razón moderna implica más dominación, sin embargo, a fin de escapar (o de superar) a este diagnóstico, la crítica que estos pensadores establecieron respecto de la positividad del mundo social concluyó con un llamado tendiente a negar la razón moderna en tanto única forma de superar la contradicción entre existencia y conciencia. Es preciso superar la existencia concreta para llegar a una unidad con la conciencia de la libertad todavía negada. Para la negación práctica de este tipo de razón, los pensadores de Frankfurt recurrieron al mencionado impulso mimético, en tanto garante de la realización de los impulsos que los sujetos llevan en la conciencia. Podemos decir que Habermas entiende la realidad social como constituida discursivamente, es decir que lo que determina la interacción entre los hombres es su participación en lo que nuestro autor denomina ‘acciones comunicativas’30, idea que representa la participación de dos o más actores en una interacción lingüística que se lleva a cabo a partir de la adscripción, por parte de los participantes, de ciertas pretensiones de validez sobre las proposiciones que los mismos entablan. Según los asertos que se enuncian, serán las pretensiones que los mismos impliquen, así es que reconoce cuatro (o cinco)31 30 Lo toma de la tradición que inaguró Austin con su teoría de los actos de habla, quien sugiere que en los actos de habla realizativos hay acción. 31 En general Habermas y la mayoría de sus comentaristas, tales como Wellmer, Mc Carthy e incluso Giddens reconocen la existencia de cuatro pretensiones de validez pero en la T.A.C. podemos reconocer la existencia de cinco. Ver más adelante. 31 pretensiones de validez, ellas son la pretensión de veracidad, la de rectitud, la de intelegibilidad y la de verdad. Estas pretensiones se presentan como universales para todo aquél que interactúe con otro con el fin de llegar a entenderse. Para sostener esta idea Habermas recurre a la idea de una pragmática universal, la cual tendría como objeto de estudio las condiciones de uso del lenguaje por parte de un hablante. La idea de pragmática universal puede resumirse, de la siguiente manera:32 “(La pragmática universal) tematiza las unidades elementales del habla (emisiones) en la misma actitud que la lingüística tematiza las unidades del lenguaje (oraciones). La finalidad del análisis reconstructivo del lenguaje es la descripción explícita de las reglas que un hablante competente tiene que dominar para formar oraciones gramaticales y emitirlas de forma aceptable...Estamos suponiendo que la competencia comunicativa tiene un núcleo tan universal como la competencia lingüística. Una teoría general de los actos de habla describiría, por tanto, exactamente el sistema fundamental de reglas que los hablantes adultos dominan en la medida en que son capaces de cumplir las condiciones de un empleo afortunado de oraciones en emisiones con independencia del lenguaje particular al que esas oraciones pertenezcan y de los contextos contingentes en que tales emisiones estén insertas.” Es oportuno desarrollar aquí, aunque sea brevemente, qué significa esta idea de que los sujetos sociales imprimen a sus acciones comunicativas pretensiones de validez susceptibles de crítica. En lo fundamental, podemos empezar diciendo que Habermas propone observar la racionalidad de la acción a partir de una aproximación que él denomina fenomenológica. Cuestión que está en estrecha relación con la aplicación del cambio de paradigma propuesto, es decir, con la idea de concebir a la realidad social como constituida discursivamente. En este sentido nos dice que la racionalidad de la acción no tiene que ver directamente con el “conocimiento de lo que es el caso”, sino que tiene que ver con el ‘uso’ que de ese conocimiento hacen los sujetos capaces de lenguaje y acción. Así es que el hecho de definir a una acción como racional tiene que ver con la posibilidad de que las pretensiones de 32 Thomas Mc Carthy; La teoría crítica de Jürgen Habermas (1978) cap. 4 parte 1 pág. 315 y ss. Es un extracto que cita Mc Carthy de Jürgen Habermas “Worbereitende Bermerkung zu einer Theorie der Kommunikativen Kompetenz” 32 validez adscriptas a una acción comunicativa sean aceptadas con un sí por la comunidad de lenguaje intersubjetivamente compartida a la que esa acción está dirigida. Lo que aparece aquíclaramente es una idea que tiene que ver con la posibilidad de definir lo racional a partir de la consecución de un acuerdo entre pares. El hecho de que las pretensiones de validez que implican las acciones comunicativas aparezcan como elementos universales que subyacen a todo sujeto socialmente competente es lo que permite a Habermas afirmar que su crítica de la racionalidad es una crítica inmanente. Dado que es sobre la base de la propia estructura interna y universal de la forma de argumentación la manera en la cual una acción determinada puede definirse como racionalmente válida para todo sujeto social perteneciente a una comunidad de lenguaje. Aquí la objetividad de lo racionalmente válido se asocia con que las pretensiones de validez susceptibles de crítica han sido aceptadas como válidas de una manera transubjetiva. Esta forma de definir lo racional implica necesariamente al concepto de racionalidad comunicativa, elemento que esta dado por supuesto a lo largo de todo este trabajo. Veamos como define Habermas esta idea a partir de su enfoque fenomenológico.33 En primer lugar nuestro autor diferencia el mencionado enfoque del enfoque realista. Este último enfoque sugiere Habermas implica comprender las acciones exclusivamente en términos cognitivo-instrumentales ya que lo que se supone necesario para definir la racionalidad de una acción es la eficacia en la consecusión de un propósito. Además de esto se suma otra cuestión para nada menor, y es la que tiene que ver con que la posición realista “(...) parte del supuesto ontológico del mundo como suma de todo aquello que es el caso, para explicar sobre esa base las condiciones del comportamiento racional.”34 Por el contrario, el enfoque fenomenológico parte de la problematización del mundo objetivo, es decir se cuestiona cómo es posible que ‘todo aquello que es el caso’ sea aceptado como tal por una comunidad de sujetos capaces de lenguaje y acción. En este sentido lo que nos está queriendo decir Habermas es 33 Jürgen Habermas; Teoría de la acción comunicativa Tomo I (1981) Introducción: Acceso a la problemática de la racionalidad. págs. 28 y ss. 34 Jürgen Habermas; Teoría de la acción comunicativa Tomo I (1981) pág. 29. 33 que se propone ver como un determinado mundo puede cobrar la misma objetividad y validez para quienes se encuentran en él. Así es como introduce la idea de mundo de la vida intersubjetivamente compartido en tanto espacio característico para el desenvolvimiento de una racionalidad comunicativa que pueda definirse en función del consenso racionalmente motivado que la misma permite construir sobre la base del desempeño argumentativo de sujetos competentes. Aquí vemos como es que la racionalidad se define no por el éxito de las acciones sino por el entendimiento al que es posible llegar luego de un proceso de argumentación que supone el acuerdo sin coacciones. El entendimiento como mecanismo de coordinación de la acción supone la posibilidad de construir una comunidad racional de sujetos en la cual se deje de lado el dominio a favor de el libre acuerdo. Veamos ahora que relación se establece entre esta idea de racionalidad comunicativa y las pretensiones de validez. En primer lugar es posible decir que Habermas diferencia cuatro pretensiones de validez susceptibles de crítica.35 La contracara de la crítica es la necesidad de fundamentación que las pretensiones de validez comportan, la posibilidad de fundamentar acciones comunicativas se asocia directamente con la práctica de la argumentación, que se define por ser un tipo de habla “(...) en que los participantes tematizan las pretensiones de validez que se han vuelto dudosas (...)”.36 Digamos ahora que Habermas define dichas pretensiones en función de una doble cuestión, por un lado por su relación con los distintos mundos posibles -es decir, el mundo objetivo, el mundo social y el mundo subjetivo- y por otro, según el tipo de discurso que las mismas implican. Recordemos una vez más que las pretensiones de validez implican necesariamente a un tipo de acción comunicativa, en función de la cual la racionalidad se define a partir del recurso al desempeño argumentativo con el objetivo de dar fundamentos que sustenten la 35 Cuando nos dice que las pretensiones de validez son susceptibles de crítica nos está queriendo decir que no hay un criterio único y último en función del cual se pueda aceptar la racionalidad de una emisión, sino que el criterio que define que una acción comunicativa es válida es la misma posibilidad de poner a prueba a través de argumentos, la pretensión de validez que el hablante imprime a su desempeño discursivo. 36 Jürgen Habermas; Teoría de la acción comunicativa Tomo I (1981) pág. 37. 34 posibilidad un consenso racionalmente motivado, es decir que las acciones que se orientan por el éxito quedan fuera de este tipo de acción. Veamos entonces cuales son los tipos de pretensiones de validez que Habermas reconoce en tanto hay emisiones de habla o manifestaciones de acción que se tornan problemáticas y se hace necesario defenderlas sobre la base del mejor argumento.37 En relación a los discursos teóricos nuestro autor supone que las pretensiones de validez que adscribimos a las acciones comunicativas que desempeñan argumentos en ese sentido son la pretensión de verdad y la pretensión de eficacia. La primera hace referencia fundamentalmente a lo que se puede entender como consistencia lógica de un enunciado o bien a la verdad de las proposiciones. La segunda refiere a la eficacia de las acciones teleológicas, es decir a la adecuación de medios a fines. En cuanto al discurso práctico Habermas reconoce la pretensión de rectitud, que significa en lo esencial el reconocimiento de la existencia de normas de acción socialmente vinculantes e intersubjetivamente compartidas, en función de las cuales un grupo social dado establece expectativas de comportamiento recíproco en tanto las acciones se ajustan a las normas vigentes. El otro tipo de discurso al que Habermas asigna una pretensión de validez es el de la crítica estética en el cual se pone en juego una pretensión de veracidad, aquí los que se necesita defender con argumentos (y se observa la fuerte impronta de las pensadores frankfurtianos) es lo que hay de cierto en las manifestaciones de vivencias subjetivas o en las expresiones de subjetividad que en las distintas formas de arte aparecen representadas. También se pone en juego fuertemente lo que se entiende en general como la presentación del yo en la vida cotidiana, es decir el hecho de expresar la interioridad subjetiva a la que el sujeto en cuestión tiene un acceso privilegiado. Finalmente Habermas menciona el discurso explicativo en el cual reconoce la pretensión de inteligibilidad que se define en general por la correcta construcción de los discursos simbólicos, lo que está en juego aquí es la propia estructura del lenguaje. 37 Tomado de Jürgen Habermas; Teoría de la acción comunicativa Tomo I (1981) cuadro de la pág. 44. 35 Esta clasificación responde básicamente a una construcción analítica, ya que en general en la realidad social nos encontramos con algo así como una superposición de pretensiones de validez que se asocial con la complementariedad de los distintos discursos en lo que hace al desempeño argumentativo. Si hacemos referencia a la relación que las pretensiones de validez tienen con los diferentes mundos pasa algo mas o menos parecido. La existencia de un mundo objetivo, un mundo social (o normativo) y un mundo subjetivo responde también a una distinción analítica ya que los tres mundos se encuentran entrelazados entre sí en la materialidad de las sociedades modernas en las que los sujetos capaces de lenguaje y acción desarrollan su vida y su cotidianeidad. Cabe decir sin embargo que las pretensiones de verdad y eficacia responden a la relación actor-mundo objetivo en la cual se da
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