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Este documento está disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, el repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, que procura la reunión, el registro, la difusión y la preservación de la producción científico-académica édita e inédita de los miembros de su comunidad académica. Para más información, visite el sitio www.memoria.fahce.unlp.edu.ar Esta iniciativa está a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad, que lleva adelante las tareas de gestión y coordinación para la concre ción de los objetivos planteados. Para más información, visite el sitio www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar Licenciamiento Esta obra está bajo una licencia Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Argentina de Creative Commons. Para ver una copia breve de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/. Para ver la licencia completa en código legal, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode. O envíe una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA. Director: Suasnábar, Silvio Claudio La Ferrara, Pablo Hernán Tesis presentada para la obtención del grado de Licenciado en Sociología Cita sugerida La Ferrara, P.H. (2002) Violencia y educación. La violencia escolar y el desarrollo reciente de la mediación para la resolución de la conflictividad y el mejoramiento del proceso educativo [en línea]. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.666/te.666.pdf Violencia y educación. La violencia escolar y el desarrollo reciente de la mediación para la resolución de la conflictividad y el mejoramiento del proceso educativo www.memoria.fahce.unlp.edu.ar www.memoria.fahce.unlp.edu.ar www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/ http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA Trabajo Final de Licenciatura en Sociología Violencia y educación. La violencia escolar y el desarrollo reciente de la mediación para la resolución de la conflictividad y el mejoramiento del proceso educativo. Alumno: Pablo H. La Ferrara (Leg.: 57707/1) Tutor: Prof. Claudio Suasnabar La Plata, diciembre de 2002 2 INDICE ABSTRACT......................................................................................................................3 PRESENTACION.............................................................................................................4 PRIMERA PARTE: LA EDUCACIÓN COMO PRODUCTO SOCIAL.........................8 La autonomía relativa del sistema escolar....................................................................8 Reforma estructural y deterioro educativo.................................................................10 SEGUNDA PARTE: PROBLEMAS EDUCATIVOS IRRESUELTOS........................22 Calidad vs. cantidad....................................................................................................22 El desempeño del rol docente.....................................................................................26 TERCERA PARTE: EL DISCIPLINAMIENTO ESCOLAR........................................29 El orden moral como disciplina..................................................................................29 La disciplina como control social...............................................................................36 El estado de anomia escolar........................................................................................43 Disciplinamiento y aprendizaje..................................................................................45 Resistencia y sanción..................................................................................................47 CUARTA PARTE: LA VIOLENCIA ESCOLAR..........................................................52 ¿Qué entendemos por violencia escolar?....................................................................52 El círculo vicioso de la violencia escolar...................................................................55 Pobreza y exclusión social..........................................................................................58 La crisis de inseguridad pública.................................................................................61 La desestructuración familiar y la comunidad educativa...........................................63 La resignificación de la escuela y del rol docente......................................................65 QUINTA PARTE: LA MEDIACION EDUCATIVA ....................................................68 ¿Qué es la mediación educativa?................................................................................68 Orígenes de la mediación educativa...........................................................................76 La mediación educativa en Argentina........................................................................77 Acerca de los programas puestos en marcha..............................................................80 Los alumnos mediadores............................................................................................83 La construcción de un cambio cultural.......................................................................84 REFLEXION FINAL: Hacia una convivencia educativa pacificadora..........................89 BIBLIOGRAFIA.............................................................................................................94 3 Trabajo Final de Licenciatura en sociología Violencia y educación. La violencia escolar y el desarrollo reciente de la mediación para la resolución de la conflictividad y el mejoramiento del proceso educativo. ¾ Alumno: PABLO H. LA FERRARA Legajo: 57707/1. Orientación: Historia. e-mail: pablolaferrara@yahoo.com.ar ABSTRACT La violencia escolar es creciente y múltiple. Es el producto de una crisis que se refleja como derrumbe de los basamentos de la sociedad y de la educación. Es el reflejo del deterioro de las condiciones socioinstitucionales de impartición de los conocimientos y de la descomposición del vínculo docente- alumno, a partir del cual tiene lugar el encuentro educativo. El propósito de nuestro trabajo es elaborar un marco de análisis sociológico respecto de las principales tendencias que afectan al desarrollo de los procesos de enseñanza y aprendizaje en la educación argentina. El análisis de la violencia escolar se sitúa en el marco de esas tendencias estructurales que deterioran gravemente el proceso educativo. Es por eso que consideraremos los factores económicos, políticos y socioculturales que determinan o condicionan la violentización de las relaciones escolares. Ahora bien, nuestra propuesta de intervención estará centrada en la reflexión acerca de las posibilidades reconstructivas de los lazos sociales que surgen a partir de la aplicación de las novedosas técnicas de la mediación escolar. A medida que nuestra tarea de investigación avanzaba fuimos percibiendo que las raíces causales de la violencia escolar se situaban tanto en los procesos institucionalizados de educación como en la modalidad de inserción de la escuela en la sociedad y, más directamente, en la comunidad. Es por eso que para intentar explicar y comprender la violencia dentro de las escuelas debíamos analizar, al mismo tiempo, la violencia que “capilariza” a nuestra sociedad y de que modo las instituciones escolares interactúan con esa sociedad violenta. Si bien las instituciones escolaresson portadoras de una autonomía relativa están impregnadas por las tensiones y contradicciones de la formación social que integran. Los miembros que producen y reproducen la institución escolar traen desde otros ámbitos de su práctica social puntos de referencia y esquemas de interpretación o acción que trasladan a la propia escuela; por otro lado, existen relaciones de poder que preexisten a la institución misma y que impactan dentro de ella a través de distintas mediaciones, como las normativas y las burocráticas, las jerarquías de autoridad y, sobre todo, a través de manejo del sustrato material de la institución. Entendemos que en nuestro país la violencia escolar -como una de las múltiples manifestaciones de la violencia social- es el producto del abandono y progresivo deterioro de la política social y educativa por parte del Estado; de la destrucción y precarización del mercado de trabajo y de un esquema económico que profundiza el endeudamiento, el estancamiento recesivo, la desarticulación productiva; y de la socialización de la miseria, la fragmentación y la exclusión social. La negación del diálogo como fuente de conocimiento y de entendimiento es una de las puertas de entrada de la violencia en la educación. Entendemos que la mediación escolar es una posibilidad efectiva de restablecer los lazos comunicacionales deteriorados por la violencia, generando un mejoramiento del “clima escolar” a partir del cual podrá optimizarse el rendimiento de los recursos pedagógicos utilizados en el proceso educativo. En esta coyuntura caracterizada por la violencia en todos los ámbitos de nuestra sociedad, creemos, el mayor desafío que debe enfrentar la institución escolar es el de construir nuevos campos de sociabilidad, legítimos e institucionalizados –entre ellos el de la mediación-, en los que puedan participar orgánicamente múltiples actores sociales y estatales, con el propósito de detener el avance de la violencia y redefinir lo que constituye su tarea fundamental: la educación. mailto:pablolaferrara@yahoo.com.ar 4 Trabajo Final de Licenciatura en sociología Violencia y educación. La violencia escolar y el desarrollo reciente de la mediación para la resolución de la conflictividad y el mejoramiento del proceso educativo PRESENTACION “El mundo está gravemente enfermo de incredulidad y correlativamente de feroces dogmatismos. Y la educación no puede ser ajena a esos padecimientos, pues, en desdichada dialéctica es su raíz y su consecuencia; porque no sólo se manifiesta en las escuelas, en las universidades, sino también en la calle, en las fábricas, en los estadios deportivos y dentro de cada hogar, a través de esas pantallas cuasirradiactivas que en la oscuridad fascinan y trastornan el alma de los niños. Así, la educación no puede ser extraña al drama total de esta civilización, no puede no participar de las fallas esenciales que agitan el universo espiritual de nuestro tiempo y amenazan con su derrumbe”. Ernesto Sabato, 1979. Educación y crisis del hombre. p.455. El objetivo central de nuestro trabajo es aproximarnos a la elaboración de un marco de análisis sociológico acerca de la violencia escolar, considerando los procesos políticos, las reformas económicas y las transformaciones sociales y educacionales desarrolladas en nuestro país durante los últimos años, aquellas que determinaron o condicionaron los mecanismos de producción y reproducción de esta conflictividad que opera en los espacios destinados a la educación. De esta forma, procuramos contribuir a la discusión y esclarecimiento de algunos interrogantes básicos, caracterizando la emergencia de la violencia en el espacio escolar desde el punto de vista de un proceso social más amplio, capaz de superar un enfoque restringido al sistema educativo. Entendiendo la violencia escolar como un proceso complejo e irreductible a causas explicativas únicas y excluyentes, intentaremos producir tanto un análisis diagnóstico como un análisis propositivo centrado en la fundamentación del método comunicacional conocido como mediación, esto es, un novedoso modelo o dispositivo de resolución alternativa de conflictos, el cual se constituye en posibilidad 5 de reducción, eliminación y prevención de la violencia física y psíquica entre los miembros de la comunidad educativa. Existe un consenso generalizado acerca de que la violencia escolar es una tendencia que afecta a la mayoría de los países, tanto centrales como periféricos. No obstante, el análisis sociológico debe ser situado en un contexto espacio temporal específico para evitar aquellas generalizaciones que puedan distorsionar el conocimiento acerca de los procesos, causas y posibles cursos de acción. Entendemos que en nuestro país la violencia escolar es el producto del abandono y progresivo deterioro de la política social y educativa; de la destrucción y precarización del mercado de trabajo; de un ordenamiento económico que profundiza el endeudamiento y el estancamiento recesivo; del deterioro de las instituciones y de sus normas y regulaciones básicas; de la socialización de la miseria y la privatización de la riqueza; de la desestructuración familiar, la pobreza, la fragmentación y la exclusión social. En este trabajo elaborado y fundamentado en el relevamiento y análisis de un conjunto de estudios científicos realizados por reconocidos investigadores, intentaremos promover una ampliación de la mirada sobre el tema de la violencia en los espacios educativos con el propósito de identificar y caracterizar acciones vehiculizables. Para ello será fundamental situar el abordaje teórico de la violencia escolar en el contexto histórico de una violencia global implantada en el conjunto de nuestra sociedad. El trabajo está dividido en cinco partes. En la primera caracterizamos el proceso de cambio estructural operado en nuestro país durante los años noventa y lo relacionamos con los cambios producidos en la esfera educativa. La segunda parte es una breve descripción acerca de los problemas educativos básicos aun sin resolver, en particular aquellos centrados en el deterioro de la calidad de los productos educativos. La tercera parte de este trabajo es una elaboración teórica centrada en el análisis de las modalidades de disciplinamiento escolar, esto es, la escuela como fuente de moralización o como dispositivo de control social. En la cuarta sección nos proponemos abordar el problema de la violencia escolar, claro está, situado en el marco de la serie de procesos analizados en las secciones anteriores y teniendo en cuenta el conjunto de factores que intervienen en su producción y reproducción. La quinta parte trata el tema de la mediación escolar. Allí caracterizamos las posibilidades y limitaciones de este método para la resolución de la conflictividad y la pacificación de las relaciones interpersonales. Por último, realizamos una reflexión final a modo de cierres del trabajo. La política, la economía y la sociedad deberán ser entendidas como dimensiones analíticas de un proceso de producción y reproducción de una macro violencia social que se manifiesta en micro contextos interpersonales específicos, como puede ser el caso de las instituciones escolares, de las familias y de los hogares, de los lugares de trabajo. Asimismo, otra de las múltiples esferas del análisis será la crisis de la educación, que no deber ser entendida sino como posibilidad de implantación de una macro violencia institucional ejercida sobre los escolares, quienes a su vez generan una micro violencia interpersonal que afecta tanto el desarrollo de los procesos de aprendizaje como las relaciones educativas. Estas consideraciones nos permiten advertir que las raíces causales de la violencia escolar se sitúan tanto en los procesos institucionalizados de educación como en la violencia que recibe de parte de los sujetos que procura educar. Es por eso que para intentar explicar y comprender la violenciadentro de las escuelas debíamos 6 analizar al mismo tiempo la violencia que impregna a nuestra sociedad y de que modo las instituciones escolares interactúan con esa sociedad violenta. Además, la crisis actual de la institución y de la autoridad escolar se desarrolla contemporáneamente a una grave crisis de la seguridad pública – caracterizada por el aumento de los niveles delictivos y la profundización de la sensación de inseguridad- que genera una fuerte sensibilización social con respecto a los problemas desatados por la violencia escolar. En esta coyuntura, creemos, el mayor desafío que debe enfrenta la escuela es el de construir nuevos espacios de sociabilidad, legítimos e institucionalizados, en el marco de una política educativa eficiente, en la que puedan participar orgánicamente múltiples actores sociales y educativos, con el propósito de detener el avance de la violencia y redefinir lo que constituye su función central en la sociedad: la educación integral de la persona humana. Para concluir diremos que nunca como hoy ha resultado tan claro el hecho de que la escuela no puede explicarse por sí misma. Los discursos pedagógicos no logran agotar la racionalidad de la institución escolar. Ella ha actuado siempre como caja de resonancia o reproductora de procesos y fenómenos producidos en el campo más abarcativo de lo social. En este sentido, la escuela que hoy conocemos es un producto de la modernidad, vinculada a la formación de los estados nacionales y a la expansión de las ideas de democracia, nación y ciudadanía. Con respecto al caso argentino -que es similar al del resto de Latinoamérica- hemos asistido en los últimos años a transformaciones de índole diversa que sin lugar a dudas han impactado sobre la escuela y sus prácticas centrales. El proceso de democratización que se extendió por el continente inauguró -en algunos casos, y reinstauró en otros- formas más o menos generalizadas de participación política, en claro contraste con el período inmediatamente anterior en que el continente estaba dominado homogéneamente por regímenes autoritarios que vieron en la educación, en algunas circunstancias, un enemigo, y en otras, un aliado. Efectivamente, ya porque la proliferación de grupos ilustrados y pensantes era vivida como una amenaza para los regímenes en los que el pensamiento autónomo no tenía lugar, o ya porque la educación se presentaba como una vía adecuada para la transmisión de dudosos valores de patriotismo o grandeza nacional, los regímenes autoritarios hicieron uso de la escuela en una línea que no inauguraron y que había sido empleada por los sucesivos populismos. Lo interesante es que en cualquiera de estos casos el poder político cohesionaba a la escuela de manera que su sujeción a los avatares políticos no suponía su desintegración, del mismo modo que para bien o para mal la sociedad en su conjunto también estaba fuertemente cohesionada. En la actualidad, la situación es diversa y asistimos a lo que se podría caracterizar como lo propio de los momentos de transición: la coexistencia de lo nuevo, aun difuso, y lo viejo conocido, tanto en el plano individual como colectivo. En parte, el escenario contemporáneo puede explicarse por la persistencia de un contexto de anomia social en el que la transformación de los valores que tradicionalmente han servido como rectores sociales se agrava por la ausencia, en el horizonte de las comunidades y las organizaciones sociales, de valores de recambio. Simultáneamente, ideas como democracia, nación y ciudadanía entran en crisis y sufren una metamorfosis cuya forma final es incierta. En consecuencia, las instituciones de la sociedad se ven sacudidas por transformaciones cuya intensidad y 7 ritmo dejan poco margen para la asimilación de esos cambios y generar respuestas efectivas y sostenibles en el tiempo. La educación y la escuela atraviesan ese proceso crucial. * * * * * 8 PRIMERA PARTE: LA EDUCACION COMO PRODUCTO SOCIAL. “El sistema de enseñanza tiende objetivamente a producir, mediante el enmascaramiento de la verdad objetiva de su funcionamiento, la justificación ideológica del orden social que reproduce a través de su funcionamiento.” Pierre Bourdieu y Jean Claude Passeron, 1977. La Reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza., p. 264. En nuestro país, la reforma estructural de los noventa significó la transformación de una matriz histórica que persistió por varias décadas. La naturaleza cataclísmica de las transformaciones ha generado un enorme proceso de decadencia política, deterioro económico y exclusión social. La educación y el sistema escolar no han quedado al margen de ese proceso. La autonomía relativa del sistema escolar Rechazando la simplificación consistente en asimilar el aparato escolar a un reflejo inmediato de la organización social, se descubren los instrumentos concretos, propios de un ámbito relativamente autónomo, a través de los cuales la escuela opera la imposición de la cultura dominante, establece unas jerarquías específicas y enmascara la realidad de las relaciones sociales. De este modo, la autonomía relativa del sistema escolar refuerza de manera insustituible la conservación de las estructuras sociales. Por el hecho de que el trabajo pedagógico tiene por efecto el producir individuos duradera y sistemáticamente, modificados por una acción prolongada de transformación que tiende a dotarles de una misma formación duradera y transmisible, es decir, de esquemas comunes de pensamiento, de percepción, de apreciación y de acción; por el hecho de que la producción en serie de individuos idénticamente programados exige y suscita históricamente la producción de agentes de programación asimismo idénticamente programados y de instrumentos estandarizados de conservación y transmisión; por el hecho, sobre todo, de que la institución escolar es la única institución que detenta completamente, en virtud de su propia función, el poder de seleccionar y de formar, por una acción que se ejerce en todo el período de aprendizaje, 9 a aquellos a los que confía la tarea de perpetuarla y se halla, por lo tanto, en la posición por definición más favorable para imponer las normas de su autoperpetuación, aunque solo fuese al usar de su poder de reinterpretar las normas externas; por el hecho, en fin, de que los docentes constituyen los productos más acabados del sistema de producción que están, entre otras cosas, encargados de reproducir, se comprende que las instituciones de enseñanza tengan una historia relativamente autónoma y que el tiempo de la transformación de las instituciones y de la cultura escolar sea particularmente lento en relación a los cambios operados en otras esferas de la vida social. No se podrían explicar completamente las características genéricas que todo el sistema de enseñanza debe a su función propia de inculcación y a su autonomía relativa sin tener en cuenta las condiciones objetivas que, en un momento dado, permiten a un sistema de enseñanza ejercer un grado determinado y un tipo particular de autonomía. Hay que construir el conjunto de relaciones entre el sistema de enseñanza y los otros subsistemas, sin dejar de especificar estas relaciones con referencia a la estructura de las relaciones de clase, para percibir que la autonomía relativa del sistema de enseñanza es siempre contrapartida de una dependencia más o menos completamente oculta por la especificidad de las prácticas y de la ideología que autoriza esta autonomía. En otras palabras, "a un grado y a un tipo dados de autonomía, es decir, a una forma determinada de la correspondencia entre la función propia y las funciones externas, corresponde siempre un tipo y un grado determinado de dependencia respecto a otros sistemas, es decir, en ultima instancia respecto a la estructura de las relaciones de clase”. 1 El sistemade enseñanza tradicional debe a su autonomía relativa la posibilidad de realizar una contribución especifica a la reproducción de la estructura de las relaciones de clase porque le basta con obedecer a sus propias reglas para obedecer, al mismo tiempo, y casi automáticamente a los imperativos externos que definen su función de legitimación del orden establecido; esto es, para realizar simultáneamente su función social de reproducción de las relaciones de clase, asegurando la transmisión hereditaria del capital cultural, y su función ideológica de enmascaramiento de esta función, acreditando la ilusión de su autonomía absoluta. De este modo, la definición completa de la autonomía relativa del sistema de enseñanza con relación a los intereses de las clases dominantes debe tener siempre en cuenta los servicios específicos, que esta autonomía relativa presta a la perpetuación de las relaciones de clase. En efecto, el sistema escolar debe a su actitud particular para autonomizar su funcionamiento y para obtener el reconocimiento de su legitimidad al acreditar la representación de su neutralidad, su aptitud particular para enmascarar su contribución a la reproducción de la distribución del capital cultural entre las clases, no siendo el enmascaramiento de este servicio el menor de los servicios que su autonomía relativa le permite prestar a la conservación del orden establecido. El sistema de enseñanza solo logra realizar perfectamente su función ideológica de legitimación del orden establecido porque esta obra maestra de mecánica social logra ocultar las relaciones que, en una sociedad dividida en clases, unen la función de inculcación, es decir, la función de integración intelectual y moral, a la función de conservación de la estructura de las relaciones de clase característica de esta sociedad. “La forma predatoria, competitiva y personalmente destructiva en que los 1 BOURDIEU, Pierre y PASSERON, Jean Claude, 1977. La Reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza. Barcelona, Sociología-Papel 451, Editorial LAIA, p. 251. 10 logros intelectuales son recompensados en las escuelas es un monumento no al raciocinio creativo sino a la necesidad que tiene una clase privilegiada de justificar un sistema irracional, explotador y no democrático”.2 Resulta legítimo tratar la autonomía relativa del sistema de enseñanza como la condición necesaria y específica del cumplimiento de sus funciones de clase, porque el éxito de la inculcación de una cultura legítima y de la legitimidad de esta cultura suponen el reconocimiento de la autoridad propiamente pedagógica de la institución y de sus agentes, es decir, el desconocimiento de la estructura de las relaciones sociales que fundamentan esta autoridad. “Tanto la organización de este aparato (escolar) como la estructura ideológica que lo fundamenta tienden a presentarlo como ´neutro´ y ´objetivo´ en relación a las clases sociales. Aparentemente, la escuela no hace sino traducir en títulos jerarquizados el valor intrínseco de cada individuo; a partir de aquí, las desigualdades sociales son sólo atribuibles a desigualdades naturales”.3 Será fundamental entonces abandonar la ilusión de neutralidad e independencia del sistema escolar respecto a la estructura de las relaciones de clase y de los proyectos políticos, económicos y sociales que estas relaciones condicionan o determinan. Es por eso que la democratización e igualdad que el sistema de enseñanza propone no es sino una ilusión formal que contiene una gran dosis de violencia. Reforma estructural y deterioro educativo Nuestro país asiste hacia fines de los ´80 a la culminación de un largo proceso de acumulación de tensiones y contradicciones políticas, económicas y sociales que instalaron las condiciones de emergencia de un cambio estructural. El estallido hiperinflacionario de 1989 se constituye en la coyuntura paradigmática de una larga crisis que fue erosionando el poder decisional del Estado y deteriorando progresivamente el comportamiento del aparato productivo. La dramática crisis de gobernabilidad desatada durante el gobierno de la transición democrática crea las condiciones de legitimidad para la implementación de una política económica de liberalización, al mismo tiempo que los recursos estatales para instrumentar dichas reformas permanecen en un estado de agotamiento y descomposición crónico. Sobre esta paradoja el nuevo gobierno intentará desarrollar una estrategia de cambio que responda al conflictivo contexto suscitado por la crisis terminal del modelo de acumulación instaurado a finales de la década del ’40. Si bien podríamos llegar a explicar las condiciones de posibilidad políticas, económicas y sociales de las reformas estructurales implantadas durante la década del ´90, no procuramos conceptualizar la inevitabilidad histórica de la reforma económica. En todo caso, consideramos que la estrategia de poder desarrollada durante 2 BOWLES, Samuel y GINTIS, Herbert, 1976. La instrucción escolar en la América capitalista. La reforma educativa y las contradicciones e la vida económica. Siglo XXI Editores, p. 145. 3 BOURDIEU, Pierre y PASSERON, Jean Claude, op.cit., p. 10. 11 aquellos años se inscribe “dentro de las vertientes más reaccionarias del capitalismo contemporáneo”.4 Es importante realizar una distinción analítica de cada uno de los elementos constitutivos de la política de liberación económica de los noventa a los efectos de evitar una legitimación de las transformaciones estructurales que correspondían a enviar “señales” y responder a las demandas de las distintas fracciones del bloque hegemónico. Tanto el Plan de Convertibilidad, las privatizaciones, la apertura comercial y financiera, la reforma tributaria, la desregulación de los mercados y los cambios en las políticas sociales integran un programa de transformación estructural de las instituciones económicas y sociales que pasó a conocerse con el difundido término de “modelo”, lo cual posibilitó asociar la estabilidad al resto de las reformas económicas que integraron el “shock institucional” neoliberal asociado al poder económico. Las profundas transformaciones acontecidas en Argentina durante la década del noventa agudizaron un proceso de involución histórica que imposibilitó la superación del núcleo de los conflictos estructurales de la economía. Es por eso que “el carácter regresivo y excluyente de este proyecto refundacional parece retemplar y profundizar gran parte de los lineamientos estratégicos de la que fuera la política económica de la última dictadura militar”.5 La segmentación y desarticulación del aparato productivo, el agravamiento de la vulnerabilidad externa, la insuficiencia del modelo de acumulación, el progresivo deterioro del mercado de trabajo, los múltiples procesos de destrucción del cuerpo social –exclusión, fragmentación, polarización, segmentación-, fueron el producto directo de una reconversión del capitalismo argentino impulsada desde un sistema de alianzas en el poder integrado por el capital concentrado local y los acreedores externos, la tecnocracia ortodoxa y la dirigencia populista. La estabilidad orgánica de esta alianza entre el poder económico y el poder político que adquiere una posición hegemónica frente al resto de la sociedad, y que supone una fuerte concentración de poder autoritario, produjo “el mayor cambio de las condiciones de funcionamiento de la economía argentina desde la crisis de 1930”6, proceso de transformación de las instituciones económicas de posguerra que se viene desarrollando, desde mediados de los ochenta, en el conjunto de los estados latinoamericanos. Cuando el “ajuste estructural” fue realizado en otros países por gobiernos autoritarios, en Argentina la reforma estructural se instrumentó bajo un régimen democrático“inspirado” en las recomendaciones del “Consenso de Washington”. Estas recomendaciones diagnosticaban como los grandes males de la crisis económica el “estatismo” y el “populismo económico”, por lo tanto, se debía desmontar el Estado interventor y abandonar toda estrategia de desarrollo social planificado. Esta compleja reestructuración de la argentina contemporánea es un producto histórico que responde tanto a los cambios globales que tienen lugar en el 4 BORÓN, Atilio. 1995. “El experimento neoliberal de Carlos Saúl Menem”, en AA.VV., ed., Peronismo y Menemismo. Avatares del populismo en la Argentina, Buenos Aires, Ediciones El Cielo por Asalto, p.16. 5 AZPIAZU, Daniel y Hugo NOCHTEFF. 1998. “La democracia condicionada. Quince años de la economía”. En LETJAM, Román, ed., Quince años de democracia. Ensayos sobre la nueva república, Buenos Aires, Norma, p.167. 6 SCHVARZER, Jorge. 1994. “La reforma económica en la Argentina: ¿qué fuerzas y para qué objetivos?”, en Revista de Economía Política, Sao Paulo, 14, p.82. 12 contexto internacional como a dinámicas privativas de nuestro país. La educación transita por un proceso de reestructuración específico que guarda una estrecha relación con aquella reestructuración global del país. La democratización de los regímenes políticos orientados a redefinir la relación entre sociedad y Estado, y la reconversión de las funciones estatales estratégicas, son condiciones fundamentales para el comienzo de la transformación del sistema educativo. En Argentina, la restitución de la democracia significó la posibilidad de reinstalar un espacio político de discusión y consenso acerca de la resignificación y garantización del cumplimiento de los derechos sociales adquiridos en los períodos previos al autoritarismo, entre ellos, el derecho a la educación. A partir de entonces, se fueron reconstituyendo aquellos actores capaces de gravitar en el campo educativo. Esos actores intentaron fortalecer las instituciones de gobierno y control democrático, a través de la apertura de canales legítimos de participación política y social. Las políticas educativas de los primeros años de la transición democrática acompañaron esa intencionalidad de fortalecer y reconstituir aquellas instituciones. De esta forma, y en virtud de la existencia de las posibilidades de vida democráticas, se impulsaron modificaciones que impactaron en el proceso de socialización de valores, prácticas y sentidos desarrollado por las instituciones escolares. Al mismo tiempo, se eliminaron progresivamente las restricciones y exclusiones al ingreso al sistema educativo, motivo por el cual se asistió a una renovada explosión matricular. Pero también se produciría otro tipo de explosión, esta vez, en el campo de los procesos económicos: la explosión hiperinflacionaria. Como consecuencia de ello y de las tensiones que se venían acumulando, el Estado nacional -institución y agente central del modelo de bienestar de posguerra- fue fuertemente cuestionado por su alto nivel de ineficiencia, burocratización y centralización; por sus limitadas capacidades para implementar políticas sociales asistenciales que beneficien efectivamente a los sectores excluidos; por sus dificultades para sostener la gobernabilidad en el marco de un permanente aumento de las demandas cooperativas y sectoriales. La marcada tendencia a la globalización de las economías nacionales comenzó a impactar negativamente sobre los procesos decisionales del Estado y sus políticas públicas. En un mundo que avanza hacia un solo mercado de bienes, servicios, tecnología y capital, y donde los flujos financieros se mueven a una velocidad sin precedentes, las limitaciones a la intervención del Estado, no son sólo impulsadas por agentes internos sino también por poderosos factores externos. Por eso, tanto los organismos financieros multinacionales como los grupos económicos locales y el capital concentrado exterior, coincidían en que la estrategia de liberalización de la economía exigía la adopción de un nuevo modelo de reforma social orientado hacia la descentralización, la privatización, la focalización. La reforma social avanzó, entonces, sobre aquellas áreas sociales consideradas cruciales para el desarrollo de la estrategia económica dentro de un ámbito don de las políticas estatales se dirigieron a debilitar la protección social tanto como la garantización de los derechos sociales fundamentales. La transformación se efectuó en el área laboral y de seguridad social donde se llevó a cabo el ajuste en la protección laboral, el disciplinamiento del poder sindical, la privatización del sistema previsional, las regulaciones para las obras sociales, el seguro obligatorio de accidentes de trabajo. 13 De esta forma –y desde el punto de vista de los defensores de estas reformas- la política laboral garantizaría la reducción de los “altos costos laborales”, el aumento de la competitividad y el descenso de la tasa de desocupación. En educación, salud y pobreza el grado de avance de la reforma fue tan importante como aquel que tuvo lugar en las áreas sociales estratégicas para el modelo de funcionamiento económico. Esto lo demuestra una política económica que priorizó enfrentar la restricción fiscal antes que destinar recursos a aquellas áreas de gasto público social. El abandono y el deterioro de la educación pública; la escasez de materiales sanitarios y de medicamentos; los programas sociales ineficientes y electoralistas; la movilización permanente del sector pasivo; el control salarial operado desde los grupos empresarios y la flexibilización de la fuerza de trabajo son algunas de las dramáticas consecuencias de la implementación del modelo hegemónico de reforma de la política social funcional a las reglas de la economía. En este marco, las políticas sociales pasan a ser financiadas, principalmente, por los estados provinciales al tiempo que los programas de intervención del estado nacional quedan circunscriptos a sectores sociales focalizados que son asistidos en situaciones de extrema urgencia y conflictividad. Esta tendencia encuentra su expresión en el sector educativo, donde se completa el proceso de descentralización con la transferencia de los distintos niveles educativos a la órbita de la administración provincial o, incluso, municipal. Podemos determinar que los sistemas económicos y educativos tienen dinámicas internas bastantes diferentes e independientes en cuanto a su reproducción y desarrollo. El proceso de cambio incesante del sistema económico es una característica fundamental del capitalismo. El sistema educativo es mucho menos dinámico. Las escuelas tienden a promover una serie de valores conceptuales y a sostener una elite educativa que reproduce y estabiliza las relaciones sociales a lo largo del tiempo. La dinámica histórica de la economía capitalista implica un cambio constante en las relaciones sociales de la producción y una correspondiente transformación de la estructura de clases. La dinámica interna relativamente independiente de los dos sistemas presenta la posibilidad de que surja una falta de congruencia importante entre la economía y la educación. El sistema educativo, relativamente estático, periódicamente deja de tener correspondencia con las relaciones sociales de la producción capitalista y se convierte en una fuerza antitética al desarrollo capitalista. Esta disyunción entre la dinámica económica que se extiende al sistema laboral y altera constantemente la organización del trabajo y la estructura de clases, por una parte, y el sistema educativo que tiende a estabilizarlo y a darle forma, por otra, es un aspecto esencial del cambio educativo. “Los aspectos actitudinales de la instrucción escolar pueden entenderse en términos de las necesidades sistemáticas para la producción del ejército de reserva de mano de obra capacitada, la legitimación dela perspectiva tecnocrática-meritocrática, la fragmentación de grupos de obreros en grupos de niveles estratificados y el acostumbrar a los jóvenes a las relaciones sociales de dominación y subordinación del sistema económico”.7 7 BOWLES, Samuel y GINTIS, Herbert, op.cit., p. 79. 14 Las raíces de la desigualdad se encuentran en la estructura de clases. El sistema escolar es solo una entre diferentes instituciones que sirven para conservar dicha estructura. La educación no da cuenta por si sola de la desigualdad, ya que ésta depende de diversos factores. La desigualdad tiene su origen en la economía capitalista. La educación podrá sólo ser igualitaria cuando al mismo tiempo se alteren los aspectos del sistema económico que proporcionan las bases institucionales de la desigualdad social. Por eso el sistema de instrucción escolar es usado para la legitimación de la desigualdad mediante un mecanismo meritocrático y racional para la asignación de individuos a posiciones económicas, esto es, se usan las escuelas para la reproducción de recursos rentables. Se ha demostrado que si bien los altos niveles de escolarización y el éxito económico tienden a ir de la mano, las capacidades intelectuales desarrolladas o certificadas en la escuela no representan una gran contribución causal para salir adelante económicamente. La base para valorar el mérito escolar solo tiene una relación muy ligera con los atributos personales que indican el éxito individual en la vida económica. Por lo tanto, el proceso de legitimación de la educación asume una forma primordialmente simbólica. Los aspectos primordiales de la organización educativa son réplica de las relaciones de dominio y subordinación de la esfera económica. El sistema educativo es un elemento integral en la reproducción de la estructura de clases de la sociedad. Tiene vida propia, pero la experiencia laboral y la naturaleza de la estructura de clases son la base en que se forman los valores educativos. ¿No son todos estos elementos integrantes del efecto institucional a partir del cual se contribuye a la producción de la violencia en las instituciones escolares? La integración a los papeles laborales de la economía limita las posibilidades de desarrollo personal. La educación funciona a través de las relaciones institucionales a los que se somete a los estudiantes. La instrucción escolar fomenta y recompensa el desarrollo de ciertas habilidades y la manifestación de ciertas necesidades, a la par que frustra y castiga otras. A través de estas relaciones institucionales, el sistema educativo da forma a los conceptos de sí mismo, a las aspiraciones y a las identificaciones de clase social de los individuos y a los requisitos de la división social del trabajo. En las sociedades de capitalismo avanzado las relaciones que se estructuran en la empresa capitalista y en el merado constituyen los modelos o arquetipos que siguen todas las instituciones, asumen el carácter universalmente necesario y natural como el único modo posible de orden social. Hay que preguntarse si en formaciones sociales capitalistas dependientes, que atraviesan etapas de desindustrialización con un largo predominio del capital financiero, cuyos permanentes ajustes y ciclos recesivos e inflacionarios van llevando a desencadenar procesos muy serios de desorganización y desintegración social, los modelos de atributos, los patrones vigentes en los regímenes disciplinarios de las escuelas se mantienen como los descriptos, en el sentido de formar sujetos útiles dentro de la división social del trabajo. “Las disciplinas funcionan cada vez más como unas técnicas que fabrican individuos útiles”.8 Entonces, ¿cuál es la disciplina que la escuela legitima en un capitalismo argentino no puede asignar a sus alumnos ningún rol social? En este momento, la indisciplina o la violentización de las relaciones escolares puede ser vista 8 FOUCAULT, Michel, 1995. Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión. México, Siglo XXI, p. 214. 15 no como una crisis de obsolescencia, sino como una crisis de legitimidad del orden propuesto por la institución, el cual no llega a justificar plenamente su rol hacia diversos sectores sociales. Con ello “la disciplina escolar está en crisis porque ya no ocupa el lugar que ocupaba con referencia a su misión de integración social”. 9 El sistema educativo legitima la desigualdad económica proporcionando un mecanismo abierto, objetivo y meritocrático para la asignación de individuos a posiciones económicas desiguales. La experiencia del desarrollo humano está dominada por una estructura económica antidemocrática, irracional y explotadora. Cada vez es más frecuente que los jóvenes no tengan otra alternativa ante las exigencias del sistema que una vida de pobreza, dependencia e inseguridad económica. Lo que queremos hacer notar es que hay una ideología de la igualdad de oportunidades educativas que, no obstante, profundiza la desigualdad. Detrás de la meritocracia hay un sistema educativo dirigido a la reproducción de las relaciones económicas solo parcialmente explicables en términos de requisitos técnicos y estándares de eficiencia. El sistema educativo fomenta y refuerza la creencia de que el éxito económico depende esencialmente de la posesión de habilidades técnicas y cognoscitivas. Resumamos algunas de las características principales del sistema escolar como producto de un orden social: • La institución escolar produce muchas de las capacidades cognoscitivas y técnicas requeridas para un rendimiento laboral adecuado. • El sistema educativo contribuye a legitimar la desigualdad económica por la meritocracia propia del sistema. • La escuela produce, recompensa y etiqueta las características relevantes para la distribución de puestos en la jerarquía. • El sistema educativo, a través del patrón de las diferencias de status que alienta, refuerza la conciencia estratificada en la que se funda la fragmentación de las clases económicamente subordinadas. Todos estos los elementos son generadores de una violencia institucional que impacta sobre los escolares que, al mismo tiempo, asisten a una violencia social producto del deterioro de las condiciones de vida. La adaptación del sistema educativo a los nuevos condiciones económicas se da mediante procesos paralelos, aunque diferenciados. Es significativo señalar que uno de estos procesos opera a través de una búsqueda relativamente poco coordinada de intereses por parte de millones de individuos y grupos representados por juntas escolares locales, el mercado de los servicios educativos privados y los otros nuevos descentralizados de la toma de decisiones. Este proceso implica una reorientación más o menos automática de las perspectivas educativas a la luz de la cambiante realidad económica. Estos elementos de adaptación pluralista de la educación presentan una patente fuerza para restablecer la correspondencia entre las relaciones sociales de la educación y de la producción. 9 GOMEZ, Marcelo F., 1993. Sociología del disciplinamiento escolar. Con un apéndice de Emile Durkheim. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, p. 29. 16 Las crisis económicas periódicas pueden desempeñar un papel importante en este proceso de racionalización de la educación. Cuando los presupuestos son grandes y las demandas de los patrones de los productos del sistema escolar también lo son, los educadores tienen bastante independencia para elaborar programas y óptica nuevas de instrucción. Una reducción presupuestaria y la amenaza de desempleo sirven para extirpar tanto las oportunidades como la demanda estudiantil de experiencias educativas que no contribuyen directamente al empleo. La penuria económica actúa así un poco como la hambrunay la sequía actúan en la supervivencia del más apto. Los jóvenes que asisten al sistema educativo se encuentran hoy afectados por la tensión entre una superexigencia de calificación laboral –producto de la modernización y liberalización de la dinámica económica- y la amenaza de exclusión de aquellas posibilidades educacionales que permitirían el acceso al mundo del trabajo. La estrategia educativa puede –o debería- formar parte de una transformación de la vida económica en la que los jóvenes desarrollen su sentido de igualdad, reciprocidad y comunidad. En este sentido la instrucción escolar debería desarrollar tres funciones básicas: a) función integradora: integración al mercado laboral, b) función igualadora: igualdad de oportunidades, y c) función desarrollista: formación psíquica y moral del individuo. Las tres funciones de la educación se reafirman mutuamente en la democracia. Sin embargo, “el sistema escolar ha sido progresivamente incapaz de sostener el mito de la igualdad de oportunidades y del pleno desarrollo personal”. 10 El sistema educativo fortalece, en lugar de debilitar el proceso de legitimación del orden social desigual. El contacto diario de los padres y los niños con el entorno escolar competitivo y cognoscitivamente orientado, afianza la perspectiva tecnocrática de la organización económica. Más aun, las escuelas fomentan la desigualdad legítima con las formas en que recompensan y promueven a los estudiantes, en los modos en que les asignan diferentes cargos dentro de la jerarquía ocupacional, creando y reforzando los patrones de clase social. El sistema educativo funciona así en tanto que orden desigual, no solo debido a las intenciones conscientes de profesores y administradores en sus actividades diarias, sino en cuanto a la estrecha correspondencia entre las relaciones sociales que rigen la interacción personal en el puesto de trabajo y las relaciones sociales del sistema educativo. Gran parte de los experimentos educativos del último siglo se pueden considerar un intento por ampliar la discreción y aumentar la participación del estudiante en el proceso educativo al tiempo que, no obstante, se mantiene el control jerárquico del proceso educacional. Se formaron, se transformaron y reprodujeron valores, creencias, formas de conducta personal y patrones de lealtades sociales y económicas en el proceso de poner al individuo en orden con las necesidades de la acumulación del capital y la expansión del sistema social salarial. En la economía globalizada existe una fuerte vinculación entre el nivel educativo y las posibilidades de obtención de un empleo genuino. Por eso, la 10 BOWLES, Samuel y GINTIS, Herbert, op.cit., p. 14. 17 educación debe ser considerada como un elemento básico para el desarrollo de las economías nacionales, sobre todo en una época donde el principal capital para ese proceso es el capital humano. El “modelo de crecimiento” económico de los noventa no ha establecido su eje dinamizador en el desarrollo del aparato productivo sino en la hipertrofia del orden financiero. Esto genera una fuerte contradicción entre la lógica cortoplacista que domina en el mercado financiero y toda lógica orientada hacia el desarrollo de la actividad productiva, razón por la cual la inversión educativa en capital humano presenta profundas restricciones y obstáculos, condicionados y determinados por ese proceso de regresión de la estructura productiva nacional. Existe un consenso generalizado acerca de que uno de los obstáculos centrales al crecimiento y al desarrollo de las sociedades modernas es la insuficiencia educativa. La inversión en educación debe ser entendida, por lo tanto, como una opción rentable y sustantable para el Estado. Ya no es posible imaginar crecientes niveles de competitividad sobre la base de una mayor productividad sin significativas y persistentes inversiones en el sector educativo. El futuro del país en la economía mundial dependerá de la calificación de sus recursos humanos, cuyas características, capacidades y potencialidades estarán íntimamente relacionadas con el nivel de desarrollo del sistema educativo. Este se encuentra ante el desafío de educar para responder a las exigencias de calificación para el trabajo, sin descuidar su imprescindible contribución a la formación de ciudadanos capaces de desarrollar lazos de solidaridad y de participar activamente en una reconstrucción del tejido social que permita superar las tendencias a la exclusión, acentuadas por las reglas económicas. Estas transformaron a la Argentina en uno de los países post-ajuste estructural con más alto índice de desocupación del mundo. La “hiperdesocupación” está estrechamente vinculada a una estructura productiva sementada, desequilibrada, inestable, dependiente, ausente de mecanismos de seguridad social, y que no considera como alternativa viable a las inversiones competitivas asociadas con el crecimiento y el desarrollo de la sociedad en su conjunto. En el sistema de estabilidad monetaria la función desestabilizadora no era ya la inflación sino una desocupación vertiginosa. Los procesos de “desalarización”, “informalización”, “precarización” y “marginalización” del mercado de trabajo se han convertido en procesos estructurales que actúan como reequilibrio de la economía y se constituyen en elementos centrales de su funcionamiento. Entendemos que las reformas educacionales deben estar orientadas tanto a mejorar la calidad de la educación como a fortalecer la libertad de acción de los sectores más desprotegidos y perjudicados por el impacto de las políticas económicas. La inversión en educación debe eliminar las limitaciones de los sectores sociales excluidos, garantizando junto con la universalización del acceso a la enseñanza niveles de eficacia y calidad educativa que faciliten procesos de integración social. “Un sistema educativo solo puede ser igualitario y liberador cuando prepara a la juventud para una participación totalmente democrática en la vida social y para reclamar su derecho a los frutos de la actividad económica”.11 La “política de alto desempleo”, que elimina los mecanismos de inversión productiva capaces de generar demanda de fuerza de trabajo, establece una estrecha relación con la expansión de una pobreza que se transforma en un rasgo 11 BOWLES, Samuel y GINTIS, Herbert, OP.CIT., p. 26. 18 estructural de la formación social. Esto supone un acelerado proceso de empobrecimiento de grandes sectores sociales sin precedentes en la historia de nuestro país, mientras los mecanismos predatorios de privatización de riqueza y de poder de los grupos sociales dominantes continúan su marcha en medio de la descomposición social. En todo caso, tanto el deterioro del mercado de trabajo como la producción de pobreza se constituyen para la estrategia neoconservadora en señales confirmatorias, claras y evidentes, del rumbo “correcto”. La “transformación estructural” de la última década se desarrolló dentro de un orden económico mundial marcado por la preeminencia del capital financiero sobre el productivo. La caída de las tasas de interés en los países centrales creó una masa de capitales externos en disponibilidad para los “mercados emergentes”. La reforma económica que se estaba llevando a cabo en nuestro país -siguiendo las recomendaciones del Consenso de Washington- creó un ámbito atractivo para absorber un flujo de ahorro externo expectante de “señales” indicadoras de altas rentabilidades y seguridad, en el marco de un sistema financiero sujeto a elevadas tasas de interés como el de la economía argentina. Desde la alianza en el poder se afirmaba: “todos los problemas de la sociedad eran económicos, todos los problemas económicos se resumían en la estabilidad...”.12 Sin embargo, este sistema de tipo de cambio fijo con convertibilidad y concapacidad expansiva, como lo ha demostrado el período 1991-1994, no implicó una “solución” de los problemas sociales sino la aparición de altísimas tasas de desocupación, subocupación y deterioro global de las condiciones de trabajo y precarizacíon de las condiciones de vida para amplios sectores de la sociedad. No obstante, en esta dramática coyuntura se plantea como objetivo lícito de la administración y gestión estatal el desarrollo de una producción educativa eficiente en el marco de un mercado competitivo. De esta forma, para alcanzar la “eficiencia” educativa el Estado abandona cualquier criterio de regulación o equidad, ambos principios considerados como limitaciones para la optimización de la asignación de recursos a través del Estado. Pero en términos globales, las políticas de cambio estructural priorizaron “objetivos distintos a la búsqueda de la eficiencia que propone la ortodoxia”.13 La política de liberalización económica que significó una drástica eliminación “selectiva” del intervencionismo estatal, considerado como obstáculo al comportamiento de los agentes económicos, agudizó las distorsiones y desequilibrios del mercado favoreciendo la configuración de una estructura económica fuertemente centralizada, con consecuencias sociales devastadoras en términos de pobreza y exclusión. Podemos decir que el modelo de reforma estructural combinó lo peor del estatismo y del liberalismo para conformar una política económica híbrida de consecuencias políticas, sociales y económicas devastadoras. Debemos señalar que las nuevas propuestas educativas no aseguran necesariamente que mayor “gasto” en educación asegure automáticamente mejor calidad de enseñanza. Muchas veces, un gasto educativo elevado puede concentrarse en el financiamiento de las costosas estructuras burocráticas que sostienen aquellos procesos educativos deficitarios e ineficientes que se suceden días tras días en numerosos escuelas de nuestro país. En este sentido, debe prestarse una considerable 12 ROMERO, Luis Alberto. 1994. Breve Historia Contemporánea de Argentina, Buenos Aires, FCE, p.374. 13 SCHVARZER, op.cit., p.86. 19 atención a la relación entre presupuesto y productividad, considerando al presupuesto como instrumento para la asignación de recursos, y la medición de la productividad como metodología que permite evaluar la utilización óptima de esos fondos destinados para la educación. Es por eso que existen múltiples conflictos desatados en el campo de los desafíos, las demandas, las propuestas y las posibilidades de movilización de las instituciones escolares. Las limitaciones parecen devenir en proporción significativa del modelo organizacional vigente, de los recursos disponibles, de las condiciones laborales de los docentes en un marco de profundo abandono de la política educativa. Los bajos salarios y la degradación de las condiciones de trabajo del profesional docente condicionan una selección de aspirantes provenientes de sectores socioculturales que han transitado por los circuitos más desjerarquizados de la educación pública. Muchos de estos docentes carecen del capital instrumental y simbólico necesario para contener y sustentar una formación profesional adecuada. A esas deficiencias de base se suma una formación provista por instituciones atravesadas por los mismos fenómenos de desjerarquización. La transformación de esta situación exige, por un lado, mejorar las condiciones salariales de los docentes para garantizar un nivel de ingresos correspondientes al desempeño de actividades que requieren de una exigente y permanente calificación profesional y, por otro lado, modificar los regímenes de acceso, formación y capacitación, con el propósito de optimizar las competencias profesionales del personal docente. La escasez de recursos con que cuenta el país para hacer frente a estos requerimientos y la detección de bolsones de ineficiencia en la utilización de aquellos recursos disponibles, nos obliga a repensar creativamente la organización institucional de la educación de modo de compatibilizar los recursos escasos junto con la introducción de nuevas teorías, prácticas y tecnologías pedagógicas que puedan ser desarrolladas por docentes óptimamente calificados y remuneradas con salarios justos. Pareciera ser, entonces, que “el nudo problemático de hoy es cómo producir educación de un modo eficiente considerando que la escasez nos impide hablar de una oferta infinita”.14 La obtención de gran parte de los recursos para la educación argentina es ajena al sistema educativo. Son las provincias las que mediante sus sistemas de rentas generales proveen a las escuelas los fondos para pagar docentes y al resto del personal, así como para solventar los diversos gastos que ocasiona la gestión educativa. Este proceso de provincialización de la educación argentina transcurre al amparo del modelo neoclásico de los noventa que asimila la prestación de servicios públicos con la producción de cualquier bien de la economía, incluido la producción de los bienes educativos. “Se hace evidente, entonces, una falta de conexión entre el sistema de financiamiento y la ejecución del servicio. Es así como la distancia entre ingresos y demandas intenta cubrirse, en algunas escuelas, mediante un minisistema de financiamiento organizado a través de las cooperadoras escolares, que no hacen otra cosa que compensar algunas necesidades que no son cubiertas por los sistemas 14 TIRAMONTI, Guillermina, BRASLAVSKY, Cecilia y FILMUS, Daniel (compiladores). 1995. “Cómo se administra y financia el sistema educativo” por NARODOWSKY, Patricia en Las transformaciones de la educación en diez años de democracia. Buenos Aires, FLACSO, TESIS Grupo editorial TESIS, p. 207. 20 provinciales y nacionales”15 constituyendo, de esta forma, una modalidad informal de financiamiento de la educación. Este subsistema de financiamiento no solamente está separado de la gestión de la educación sino que también lo está de todo el sistema del gasto público global. Además, la importancia de este subsistema de financiamiento se relaciona directamente con la estratificación social de los escolares: adquiere importancia en las escuelas urbanas de clase media y disminuye sensiblemente en el caso de las escuelas rurales o de aquellas que pertenecen a barrios pobres o zonas deficitarias. Los lineamientos más importantes del presupuesto educativo se realizan fuera del propia sistema que brinda el servicio. La separación entre las estructuras de administración, ejecución y decisión es consecuencia de la centralización administrativa y financiera, debido a que este esquema organizativo hace que sean unos los que ejecuten, otros los que decidan y controlen, y otros los que recauden. La tendencia a la provincialización de la educación deviene en la distribución de beneficios para algunos y en desventajas y ajustes para otros. El gasto educativo no sólo es independiente de su fuente de financiamiento sino que estas fuentes son compulsivas y no tienen ninguna relación con las elecciones de los contribuyentes ni establecen un nexo lógico entre recaudación y asignación del gasto. Los sectores que no participan de esa lucha interna son aquellos que no tienen acceso a decisiones presupuestarias, generalmente, y paradójicamente, los organismos de ejecución del servicio, esto es, las escuelas. Podemos afirmar, entonces, que los procesos de enseñanza y aprendizaje institucionalizados en las escuelas se suceden respondiendo a una política económica regresiva, excluyente y que perjudica seriamente el cumplimiento de los derechos sociales fundamentales, como el derecho al trabajo y el derecho a la educación. Entendemos que el “modelo de crecimiento” centrado en la desaparecida Convertibilidad y en las reformas estructurales “solo (pudo) sobrevivir consumiendo másenergía social que la riqueza económica que (generó)”.16 Las políticas implantadas no solo carecen de indicadores concretos que precisen una transformación hacia el desarrollo sino que se constituyeron en un “violento proceso de exclusión social y padecimiento humano”.17 La concentración y centralización del capital; la brusca caída de los salarios; las elevadas tasas de desocupación, subocupación y trabajo precario; el deterioro de los sistemas educativos; la desigual distribución ingreso; la regresividad tributaria; la desindustrialización y la economía del endeudamiento y de la especulación financiera fueron las grandes tendencias que se consolidaron durante los años del “modelo” económico de los noventa. Además, el impacto de esta revolución neoconservadora” permitió avanzar sobre algunas asignaturas pendientes de la última dictadura como las privatizaciones, la precarización del mercado laboral, la eliminación de la seguridad social, la “eficiente liberación financiera y comercial, la estabilidad macroeconómica. 15 Ibídem, p. 213. 16 PUCCIARELLI, Alfredo. 1997. “Dilemas irresueltos en la historia reciente de la sociedad argentina”. Taller Revista de Sociedad, Cultura y Política, N° 5, p.12 17 TORRADO, Susana.1998. “La cuestión social”, en LEJTMAN, Román, ed., Quince años de democracia. Ensayos sobre la nueva república, Buenos Aires, Norma, p.76. 21 Es por eso que la Argentina “no ha podido resolver adecuadamente ninguno de sus grandes dilemas históricos” 18, aquellos que en medio de una sociedad polarizada, segmentada, fragmentada y excluyente, convocan al dramático espectáculo de la desigualdad social y de la masificación de la miseria. * * * * * 18 PUCCIARELLI, Alfredo, op.cit., p.31. 22 SEGUNDA PARTE: PROBLEMAS EDUCATIVOS IRRESUELTOS. “Podría decirse que el mal que afecta a la educación básica de las mayorías se expresa en una especie de pérdida de sentido de las prácticas y procesos escolares”. TENTI FANFANI, Emilio. La escuela vacía. Deberes del Estado y responsabilidades de la sociedad, 1993, p. 9. La educación asiste a crónicos problemas de equidad, calidad y gobernabilidad de los sistemas e instituciones que tienen como función principal la distribución del conocimiento y la socialización de valores y normas. No obstante, las numerosas transformaciones educativas llevadas a cabo graves problemas quedaron aun sin resolver. Calidad vs. cantidad La “cuestión educativa” debe ser considerada como un fundamento estructural de la construcción de la equidad social y la sustentación del sistema democrático. La precarización de la educación es un dato central acerca de la imposibilidad de superar los procesos políticos, económicos y sociales que afectan el desarrollo nacional. Desde una óptica tecnocrática-meritocrática de la instrucción escolar, el éxito económico y los requisitos para el funcionamiento de la economía explican el surgimiento de la educación masiva en el curso del desarrollo industrial. Como la industria moderna consiste en la aplicación de tecnologías de producción cada vez más complejas e intelectualmente exigentes, el desarrollo de la economía requiere cada vez de más habilidades. Esta masividad garantiza el avance hacia un sistema de clases más abierto y una mayor igualdad de oportunidades, al menos en los términos teóricos o formales de la ideología dominante. La masividad de la cobertura en la educación primaria es un dato indiscutible de nuestro sistema educativo. Asimismo, el nivel de escolaridad en el preescolar alzanza proporciones significativas, en especial en las áreas urbanas. “La respuesta capitalista con visión de futuro a la inquietud popular es típicamente la mejora 23 material y la expansión educativa”.19 Sin embargo, la masividad del desarrollo de la escuela adquiere toda su significación si se incorpora al análisis el tema de los grados de equidad de la expansión de la oferta educativa. La educación pública y abierta, la igualación de oportunidades y todas las formas democráticas podían haber sido perseguidas solo en la medida en que contribuyeron al papel de la escuela en la reproducción del sistema de clases y la extensión de la forma de producción capitalista. Es claro que no todos los grupos sociales se han beneficiado en la misma medida a partir de las nuevas oportunidades educativas. Los cambios educativos han desempeñado históricamente el papel de sustituto de las reformas económicas y no de complemento de la misma. La democratización del ingreso a la educación hace posible que casi todos los niños que alcanzan la edad de la escolaridad se incorporen a la escuela. Sin embargo, muchos de ellos no logran mantenerse dentro del sistema educativo o lo hacen bajo circunstancias muy deficitarias que dificultan la enseñanza. De esta forma se suceden los fenómenos de la repitencia y la deserción escolar, ambos aspectos de una problemática signada por la ampliación o masificación del ingreso al sistema de educación que, no obstante, limita las posibilidades de acceso al conocimiento y a una formación adecuada. En nuestro país, la obsesión por la expansión cuantitativa de la educación no debería dejar de lado el planteamiento de los problemas centrados en la calidad de los servicios educativos. Las limitaciones en el acceso al saber y al conocimiento suponen tanto un deterioro de la calidad del sistema educativo como una distribución asimétrica e inequitativa de los productos educativos. Es por eso que mientras pocos niños desarrollan saberes de excelencia otros no alcanzan a apropiarse de los rudimentos del conocimiento más elementales. La situación se torna más grave cuando el conocimiento adquirido en la escuela tiene escasa o nula significación tanto individual como social. La precarización de los factores clave de la oferta escolar no se traduce en una caída de la escolarización. El sistema educativo es tan flexible que puede recurrir al hacinamiento de los educandos en las aulas, a la reducción de la jornada escolar, a la promoción automática para mantener elevados niveles de escolarización. Esto independientemente de las posibilidades de ajustar los niveles de calidad educativa a la flexibilización que permite el sistema. El buen comportamiento de ciertas variables vinculadas con el proceso de escolarización no se explica únicamente por la elasticidad de la oferta educativa, sino también por el alto valor estratégico socialmente otorgado a la educación, fundamentalmente, en los sectores sociales de clase media que visualizan las posibilidades educativas como oportunidades de ascenso social. Diversos estudios demuestran un empobrecimiento creciente de los títulos y certificados escolares. No obstante, la escuela sigue siendo una institución valorada por algunos sectores sociales. Esto se debe a que la escuela se constituye en la posibilidad de acumulación de un capital que adquiere la forma del saber y del conocimiento. Para las clases sociales que no poseen otras capacidades para la acumulación de capital, la educación escolar se transforma en un elemento fundamental, tanto para la estrategia de reproducción como para las posibilidades de movilidad social ascendente. En algunos sectores asalariados existe una valorización de la educación y la 19 BOWLES, Samuel y GINTIS, Herbert, op.cit., p. 307. 24 escuela en la medida en que consideran más probable la acumulación de capital cultural que la acumulación de capital económico. En estos sectores, existe la confianza de que el título puede ser un camino hacia las ocupaciones que garantizan las mejores recompensas materiales y simbólicas. Pero la lógica y los recursos que estructuran las prácticas y productos educativos no permiten establecer una vinculación racional con las necesidades actuales de los individuos y de una sociedad en permanente transformación.Por lo tanto, el sistema dificulta las posibilidades de producir políticas educativas eficaces con objetivos y metas que respondan a los intereses socialmente definidos. A partir del reconocimiento del derecho a la educación habrá que definir y posicionar -en el marco de los diversos problemas que padece la educación- a cada uno de los actores y agentes comprometidos con el hecho educativo. Desde la familia y el Estado, pasando por las instituciones de la sociedad civil, habrá que definir los costos y oportunidades de cada instancia, teniendo en cuenta que es el Estado – garante del derecho a la educación- el que tiene la capacidad de imponer decisiones al conjunto de los actores sociales a través de las políticas públicas que implemente. La gobernabilidad del sistema exige un replanteamiento del Estado en lo que hace a la relación nación-provincia-municipios. La actualización del federalismo y la descentralización educativa requieren un nuevo sistema normativo que regule tanto el financiamiento como el diseño, ejecución y evaluación de planes educativos orientados hacia la eficientización y universalización cuanti-cualitativa. La homogeneidad de las escuelas de educación básica a pasado a ser un recuerdo en el imaginario colectivo de nuestra sociedad. La realidad indica que es cada vez más acentuada la diferenciación y heterogeneización de la oferta escolar. Es bien sabido que los bienes educativos son necesariamente coproducidos por sistemas de prestadores y prestatarios. Entonces, la calidad del servicio es siempre una resultante de la combinación de factores de oferta y demanda. Por eso, es muy probable que los pobres y empobrecidos entremezclen su pobreza con la pobreza educativa de las escuelas a las que asisten. Por eso es muy probable que las mejores escuelas sean aquellas a las que concurren los mejores alumnos, quienes no solo ingresan a las escuelas con un capital cultural más desarrollado sino que también cuentan con mejores condiciones económicas para invertir en educación. Estas tendencias a la estratificación escolar se refuerzan con la acentuación de las diferencias sociales que resultan de las reformas estructurales y de las crisis políticas y económicas. De esta manera, las distinciones entre escuelas para pobres y para no pobres se van volviendo cada vez más claras y evidentes para el conjunto de la sociedad. Pese a la existencia de disposiciones formales de carácter universalista y pese al rechazo explícito acerca del uso de criterios de clase para orientar las políticas, las escuelas desarrollan medios sutiles y efectivos para excluir sectores sociales específicos. Debemos considerar que esto medios de exclusión social tienden a cristalizarse, esto es, a institucionalizarse. La vieja escuela pública, con vocación unitaria y homogénea, es atravesada por la tendencia a la segmentación. Y de esta forma, la institucionalización escolar se transforma en un recurso más en la lucha por obtener un espacio dentro de la estructura de clases de la sociedad. Es por eso que en forma relativamente espontánea, cada grupo social tiende a autoexcluirse de algunas escuelas e incluirse en otras. Como resultante de este juego de exclusiones e 25 inclusiones, finalmente, la diferenciación y la fragmentación social atraviesan toda la vida del alumno en la escuela. La reproducción de las relaciones de clase es el resultado de una acción pedagógica que no parte de una tabula rasa, sino que se ejerce sobre sujetos que recibieron de su familia o de las acciones pedagógicas precedentes, por un lado, cierto capital cultural, y por el otro, un conjunto de posturas respecto a la cultura. Cada acción pedagógica tiene una eficacia diferenciada en función de las diferentes caracterizaciones culturales preexistentes de los sujetos y que son de naturaleza social. La escuela, al sancionar estas diferencias como si fueran puramente escolares, contribuye a reproducir la estratificación social y a legitimarla asegurando su interiorización y convenciendo a los individuos de que esta no es social, sino natural. Por lo general, múltiples sectores sociales excluidos o perjudicados por las transformaciones operadas en nuestro país durante los últimos años –sectores pauperizados como consecuencia de las sucesivas crisis, que no cuentan con mayores posibilidades que aquellas de concurrir a los establecimientos educativos más deficitarios- coinciden en manifestar actitudes críticas con respecto a la función fundamental de la escuela: la educación, entendida, tanto como socialización del saber y del conocimiento como formación de principios normativos de las conductas valoradas por la sociedad. Es por eso que los procesos de aprendizaje y enseñanza no solo no avanzan con el ritmo esperado sino que, al mismo tiempo, no alcanzan los objetivos propuestos. El deterioro de la función docente y de sus prácticas pedagógicas aparecen fuertemente vinculados contra el logro de aquellos objetivos centrales de la educación escolar. La escuela asiste, entonces, a una progresiva y –a veces- imperceptible decadencia. La escuela intenta mantener sus apariencias tras el velo de su creciente nivel cuantitativo de escolarización. Sin embargo, no logra evitar que para las mayorías la escuela sea una institución vacía. Por eso, en los más afortunados casos, la escuela aparece como una simple máquina expendedora de títulos y certificaciones formales, vacías de contenidos programáticos, de valores educativos, de principios o actitudes relacionales. El vaciamiento de la institución escolar tenderá a acentuar la distancia entre el deficitario conocimiento efectivamente apropiado por el alumno y el conocimiento formalmente reconocido, a través de las respectivas certificaciones de estudios. La consecuencia más probable de esta situación es una disminución en el valor promedio de la credencial educativa como medio de ascenso social. Sin embargo, las clases medias y medias bajas empobrecidas continuarán confiando en la inversión educativa, en virtud de que no disponen de otras formas alternativas de apropiación de capital para alcanzar sus aspiraciones sociales. Los maestros que tienen algún tipo de trabajo en los contextos urbanos pobres disponen de unas destrezas pedagógicas que les permiten resolver los desafíos cotidianos de la pobreza. Sin embargo, se producen fuertes limitaciones al desempeño del rol docente en el momento en que los agentes escolares tienden a hacer más necesaria la contención moral y afectiva que la socialización de conocimientos y habilidades educativas. Es por eso que muchos maestros consideran –no sin razón- que la resolución de ciertos problemas específicos de los sectores sociales empobrecidos por la crisis constituye una condición fundamental y necesaria para emprender un trabajo pedagógico efectivo y exitoso. 26 La escuela se nos presenta al mismo tiempo sobreexigida por las demandas educacionales y subdotada de recursos humanos, materiales y simbólicos para dar respuesta efectiva y eficiente a las demandas sociales. Es din duda, esta contradicción entre las expectativas sociales de educación y las dificultades de las instituciones escolares para producir una oferta educativa adecuada lo que genera rechazos y críticas desde diferentes sectores. Entendemos que toda crítica dirigida tanto hacia las capacidades y conductas de los agentes pedagógicos como a las insuficiencias y administrativas de la escuela, debe determinar con claridad cuáles son aquellas posibilidades de las escuelas para producir respuestas adecuadas a las demandas educativas de los distintos sectores de la sociedad, siendo que sus posibilidades efectivas de acción, institucionalmente definidas y limitadas, se deterioran o paralizan ante el incumplimiento de las demandas que las mismas escuelas generan a un Estado que ha dejado, en un segundo o tercer plano de su agenda, la calidad y la eficiencia de educación. El desempeño del rol
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