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FACULTAD DE
CIENCIAS AGRARIAS Y FORESTALES
 Producción hortícola periurbana 
Susana Beatriz Martínez, Alejandra Victoria Carbone
y Mariana Garbi (coordinadoras)
Aspectos técnicos y laborales
PRODUCCIÓN HORTÍCOLA PERIURBANA 
ASPECTOS TÉCNICOS Y LABORALES 
Susana Beatriz Martínez 
Alejandra Victoria Carbone 
Mariana Garbi 
(coordinadoras) 
Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales 
A los docentes y alumnos de las Ciencias Agrarias y Forestales y carreras afines. 
Agradecimientos 
A todos los docentes e investigadores que participaron e hicieron posible que este libro pu-
diera concluirse según lo previsto. Los contenidos vertidos son un aporte a la actualización 
técnica, basados en la experiencia de cada uno, y poniendo de manifiesto una vez más, el va-
lor del esfuerzo por la labor realizada por todos quienes participaron de esta obra. 
Finalmente, un agradecimiento especial a quien fuera nuestro colaborador de campo, en 
memoria del Sr. Pio Vilca. 
Índice 
Introducción _______________________________________________________________ 7 
Susana Beatriz Martínez 
Capítulo 1 
Caracterización climática regional ______________________________________________ 10 
María Pinciroli, Hugo Martín Pardi y María Eugenia Sánchez de la Torre 
Capítulo 2 
Muestreo y análisis de suelo __________________________________________________ 26 
Andrea Edith Pellegrini 
Capítulo 3 
Suelo, agua y manejo en producciones intensivas del Gran La Plata __________________ 43 
Margarita Alconada Magliano 
Capítulo 4 
Fenología y bioclimatología de los principales cultivos hortícolas _____________________ 64 
Mariana Garbi 
Capítulo 5 
Ecofisiología de cultivos protegidos y a campo ___________________________________ 92 
Alejandra Victoria Carbone 
Capítulo 6 
Herramientas para el estudio de la respuesta fisiológica en hortalizas _________________ 111 
Santiago Javier Maiale y Lucrecia Puig 
Capítulo 7 
Manejo de cultivos en el contexto de producción actual ___________________________ 126 
Susana Beatriz Martínez y Mariana Garbi 
Capítulo 8 
Manejo de cultivos en el contexto de producción orgánica __________________________ 139 
Mariana del Pino 
Capítulo 9 
Manejo de las plagas en la producción hortícola _________________________________ 160 
Silvia Alicia Passalacqua y Susana Beatriz Padín 
Capítulo 10 
Prepararse para nuevos desafíos laborales _____________________________________ 175 
Rossana Cacivio 
Los autores _____________________________________________________________ 181 
FACULTAD DE CIENCIAS AGRARIAS Y FORESTALES | UNLP 7 
Introducción 
Este libro plantea un marco general de la actividad hortícola local, señalando las diferentes 
problemáticas relacionadas al uso intensivo de los recursos, característica propia de la produc-
ción de hortalizas en zonas periurbanas. Para un desarrollo amplio se contemplan 10 capítulos, 
con el objetivo general de proveer herramientas para el abordaje sistémico y multidisciplinar de 
las problemáticas actuales de la producción hortícola. 
La producción hortícola tiene la mayor representación del país en el partido de La Plata. La 
zona integra el Cinturón Hortícola del Gran Buenos Aires, que se extiende desde Campana 
hasta La Plata, comprendiendo además los partidos de Florencio Varela, Berazategui, Almiran-
te Brown, Esteban Echeverría, La Matanza, Merlo, Moreno, Cañuelas, General Rodríguez, 
Luján, Marcos Paz, Pilar y Escobar; con 15.000 ha destinadas a la producción de hortalizas 
(Fernández Lozano, 2018). La producción de esta región se caracteriza por la gran diversifica-
ción de cultivos y variedades, cuyo destino principal es la comercialización en fresco hacia el 
mercado interno, lo que hace que la actividad sea mucho menos conocida que la de los pro-
ductos agro-exportables. 
El Cinturón Hortícola Platense abarca unas 7.000 ha, representando la mayor superficie de 
la provincia destinada a la producción hortícola. Asimismo, concentra una de las mayores áreas 
de superficie cubierta por invernaderos, la que se estimó en 2016 en 5.462 ha, considerando 
también los partidos de Florencia Varela y Berazategui (Miranda, 2018). Los principales produc-
tos que se obtienen en la zona son: alcaucil (Cynara scolymus), tomate (Solanum lycoper-
sicum), pimiento (Capsicum annuum L.), apio (Apium graveolens), lechuga (Lactuca sativa L.) y 
otras verduras de hoja (CHFBA, 2005). 
La actividad hortícola, como el resto de los sectores productivos, no escapa a las transfor-
maciones que se vienen manifestando en la economía argentina. Estos cambios significativos 
en las distintas explotaciones modificaron la tradicional estructura productiva, influyendo en la 
comercialización. La aparición en escena de grandes cadenas de supermercados modificaron 
las tradicionales condiciones de la demanda en general; mientras que por parte de los consu-
midores se evidenciaron nuevas pautas y preferencias respecto a los productos hortícolas. De 
esta manera, los productores se han visto inducidos a reconvertirse con el objetivo de satisfa-
cer las nuevas condiciones impuestas, adoptando nuevas tecnologías frente a la necesidad de 
mejorar la calidad de sus productos y probar nuevas especies. Esta reconversión abarcó cam-
bios técnicos, comerciales y gerenciales. 
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En el aspecto técnico, la incorporación de la producción bajo cubierta hacia la década del 
80, provocó un retroceso del cultivo tradicional a campo, modificando las decisiones de los 
productores respecto a qué producir. Esta tecnología fue acompañada con la utilización de 
semillas mejoradas, como los híbidos F1, riego localizado y fertirrigación, control del ambiente, 
tratamiento poscosecha, entre otras. Estos cambios introdujeron la necesidad de contar con 
profesionales para el asesoramiento técnico. Sin embargo, a lo largo de los años, la incorpora-
ción de tecnología ha presentado discontinuidades, debido a motivos económicos, como los 
costos de comercialización, el precio de mercado, el sistema de venta (a veces poco transpa-
rente); además de la ausencia de créditos, la incertidumbre político-económica y la situación 
económico-financiera del país. 
Ante la crisis de 2001, el sector comenzó a nutrirse de producciones de autoconsumo y 
huertas comunitarias, surgiendo un nuevo concepto de la huerta familiar, con el comienzo de 
un proceso productivo denominado como la “bolivianización” de la producción. Productores que 
se iniciaron en los 90 como medieros fueron evolucionando hasta convertirse en los actuales 
actores de la producción hortícola regional (Grimson, 2000; Barsky, 2008). 
Por otra parte, la horticultura platense se desarrolla en zonas que constituyen espacios que 
se conoce como periurbanos, donde se generan intensos conflictos de interés entre las activi-
dades productivas primarias y la urbanización, siendo necesario abordar la dinámica socioeco-
nómica y ambiental que estructura a los mismos (Barsky, 2012). La preservación del Cinturón 
Hortícola Platense, acompañada por la adopción de Buenas Prácticas Agrícolas, y tendiendo a 
una transición agroecológica, es un punto fundamental dada su función en la provisión de ver-
duras de hoja y hortalizas de estación a la población de la ciudad y a un mercado de más de 
14.000.000 de personas, debiendo asegurarse la calidad e inocuidad de los alimentos produci-
dos (Di Pace y Caride Bartrons, 2004; Boy, 2006). También es importante destacar que la co-
mercialización y el retorno de capital son problemas serios que afectan al sector, requiriendo 
trabajar en la planificación de la producción y en la generación de centros de transformación de 
la materia prima para el agregado de valor. 
En este marco, la presencia del Estado a través de sus diferentes estamentos (municipio, 
gobierno provincial, universidades,institutos de investigación) es fundamental para articular con 
los propios productores los cambios que exige la producción. En los últimos años se vienen 
haciendo acercamientos para trabajar en conjunto y arribar a soluciones que reconviertan y 
desarrollen al partido de La Plata, aunque aún sin resultados contundentes que conlleven al 
cambio ideal. Es esperable que con tecnología y estrategias comerciales que apunten a la ob-
tención de un producto regional para el mercado interno se pueda alcanzar el despegue eco-
nómico buscado. 
Este libro pretende hacer una contribución en ese sentido, brindando fundamentos para una 
mejor comprensión de la producción de hortalizas desde el punto de vista ambiental y ecofisio-
lógico, presentando estrategias evaluadas en condiciones locales para la obtención de produc-
tos en forma competitiva y sustentable. Todos estos aspectos, finalmente, apuntan a la forma-
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ción de profesionales comprometidos con la realidad para afrontar los nuevos desafíos labora-
les en este y otros territorios. 
 
Susana Beatriz Martínez 
 
 
Referencias 
 
Barsky, A. (agosto 2008). La bolivianización de la horticultura y los instrumentos de intervención 
territorial en el periurbano de Buenos Aires. Análisis de la experiencia de implementación de 
un programa de “buenas prácticas agropecuarias” en el partido de Pilar. Scripta Nova, Re-
vista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales,270(81), <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-
270/sn-270-81.htm> 
Barsky, A. (2012). La complejidad territorial de la interfase urbano-rural como soporte para el 
desarrollo de la agricultura periurbana. En: M. Mitidieri y G. Corbino (Eds.), Manual de horti-
cultura periurbana (pp. 23-28). San Pedro: Ediciones INTA. 
Boy, A. (2006). La producción orgánica, agroecológica, natural o de bajos insumos, en el futuro 
de la sociedad argentina. Revista Súper Campo11,(132), 54-57. 
CHFBA. (2005). Censo Hortiflorícola de Buenos Aires. Ministerio de Asuntos Agrarios y Ministe-
rio de Economía de la Provincia de Buenos Aires. 
Di Pace, M. y Caride Bartrons, H. (2004). Ecología de la ciudad. Buenos Aires: Prometeo Li-
bros. 
Fernández Lozano, J. (2018). Regiones Productoras. En: A. Chiesa y D. Frezza (Eds.), Hortali-
zas. Ecofisiología, tecnología de producción y poscosecha (pp. 23-38). Buenos Aires: He-
misferio Sur. 
Grimson, A. (2000). La migración boliviana en la Argentina. De la ciudadanía ausente a una 
mirada regional. Cuaderno de Futuro Nº 7. La Paz: PNUD. 
Miranda, M. A. (2018). Superficie de cultivo bajo cubierta en el Gran La Plata: análisis espacial 
con sistemas de información geográfica-SIG. En: P. Tittonell y B. Giobellina (Comp.), PE-
RIURBANO hacia el consenso: ciudad, ambiente y producción de alimentos: propuestas pa-
ra ordenar el territorio. Resúmenes cortos: libro 2 (p. 75). Buenos Aires: Ediciones INTA. 
 
 
 
 
http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-270/sn-270-81.htm
http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-270/sn-270-81.htm
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CAPÍTULO 1 
Caracterización climática regional 
María Pinciroli, Hugo Martín Pardi 
y María Eugenia Sánchez de la Torre 
En este capítulo se presenta la caracterización climática de la ciudad de La Plata. Para su rea-
lización se emplearon datos correspondientes al período 1989-2018, que cubren los últimos 30 
años disponibles, proveyendo una serie de duración adecuada para el objetivo del análisis. Los 
datos fueron provistos por el archivo de la sección Agrometeorología dependiente de la Estación 
Experimental Ing. Agr. Julio Hirschhorn y Climatología y Fenología Agrícola de la Facultad de 
Ciencias Agrarias y Forestales, UNLP. Para el registro se utilizó una estación automática ubicada 
a 34,982650º Sur, 57,996811º Oeste y 45 m.s.n.m., marca Davis Instruments modelo Groweather 
industrial durante el período 01/1989 - 09/2017; y a partir de octubre de 2017 y durante el año 
2018 se registraron con el modelo Davis Vantage Pro2. Los registros de granizadas fueron propor-
cionados por el Departamento de Sismología e Información Meteorológica de la Facultad de Cien-
cias Astronómicas y Geofísicas, UNLP. La temperatura del aire y radiación solar se registraron a la 
altura de 1,5 m por encima del suelo, y la temperatura del suelo a 0,05 m de profundidad. La velo-
cidad y rumbo del viento se registraron a la altura de 3,6 m por encima del suelo. En el cálculo del 
riesgo de vientos fuertes se utilizaron los datos de velocidad máxima sostenida a 3,6 m de altura 
promediada durante 10 minutos, según el criterio de observación establecido por la Organización 
Meteorológica Mundial. Este concepto se diferencia del de ráfaga máxima, que es de carácter 
instantáneo, por lo cual puede alcanzar magnitudes mayores. El registro de heladas se estableció 
teniendo en cuenta el concepto agroclimático, que define como helada a todo descenso térmico 
igual o inferior a 0 °C medido en el abrigo meteorológico a 1,5 m de altura sobre el terreno. 
Ubicación geográfica y descripción de la región 
El área del Gran La Plata se encuentra en el centro este de Argentina en el noreste de la provin-
cia de Buenos Aires. Está integrada por los partidos de Berisso, Ensenada y La Plata, limitando al 
NE con el Río de la Plata, al NO con los partidos de Berazategui y Florencio Varela, al SO y S con 
San Vicente y Coronel Brandsen y al SE con el partido de Magdalena. El área se encuentra en la 
margen sur del estuario del Río de la Plata, cuerpo de agua con forma de embudo que tiene 300 km 
de largo en dirección NO-SE y un ancho de 200 km en su límite exterior y 40 km en su límite inte-
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rior. Incluye al delta del río Paraná, el cual se halla en permanente crecimiento (Fucks et al., 2017). 
La ciudad de La Plata se encuentra ubicada en el hemisferio sur, a los -34,9214516° S y -
57,9545288° O. En la región se pueden reconocer dos ámbitos geomorfológicos: la planicie conti-
nental, y la llanura costera (Fidalgo y Martínez, 1983) (Imagen 1A). La primera se caracteriza por el 
desarrollo de cuencas fluviales con cauces bien definidos que escurren hacia el Río de la Plata. 
Determinan, en general, un paisaje conformado por suaves ondulaciones que, al llegar a la llanura 
costera pierden el encauzamiento, formando bañados. La gran mayoría de estas planicies de inun-
dación han sido ocupadas por la población, conformando la planta urbana del partido de La Plata. 
La llanura costera constituye una franja de unos 4 a 8 km de ancho, paralela al estuario del Río de 
la Plata, con una pendiente imperceptible (entre 0,06 a 0,1%) y formas cóncavas. Este sector es 
atravesado por el arroyo El Pescado y numerosos canales artificiales, construidos para drenar los 
caudales de los demás cursos de agua (Kruse et al., 2014). En la Imagen 1B se puede observar, en 
detalle, el análisis temporal de la vegetación y/o uso del suelo realizado por medio de un geoproce-
samiento digital logrando ocho clases de uso de suelo: Agua, Formaciones forestales, Pajonales, 
Pastizales, Invernáculos, Urbano, Usos especiales, Áreas extractivas (Kruse et al., 2014). 
Imagen 1. Modelo de elevación del terreno del área de estudio (A). Usos del suelo en 2011 (Kruse et al., 2014) 
Radiación solar y heliofanía astronómicas 
La radiación solar es la energía emitida por el Sol, que se propaga en todas las direcciones a 
través del espacio mediante ondas electromagnéticas; siendo el motor que determina la dinámica 
de los procesos atmosféricos y el clima. La energía procedente del Sol es proporcionada por las 
reacciones del hidrógeno en su núcleo, por fusión nuclear y emitida por la superficie solar en variasfrecuencias o longitudes de onda. Esta radiación controla el funcionamiento de los ecosistemas 
terrestres y acuáticos afectando los procesos físicos y químicos de los seres vivos. Los efectos de 
la radiación sobre las plantas son determinantes para su desarrollo y de toda la vida que hay sobre 
la tierra, estimulando procesos biológicos como fotosíntesis, fototropismo, aumento o descenso de 
temperatura, variación de la humedad y ejecución de los ciclos naturales. La radiación recibida so-
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bre la superficie terrestre está en función de los movimientos de rotación y traslación de la tierra. En 
la localidad de La Plata, los valores de radiación oscilan entre un mínimo de 366 Ly.día-1 en el mes 
de junio y un máximo de 1038 Ly.día-1 en diciembre. Asimismo, el movimiento de rotación de la 
tierra con respecto al sol determina la consecución del día y la noche. En el Gráfico 1A se puede 
observar la distribución de la heliofanía teórica astronómica, el máximo período de tiempo (expresa-
do en horas) durante el cual se podría recibir radiación solar directa, independientemente de las 
obstrucciones causadas por fenómenos meteorológicos o relieves topográficos. Los valores de 
heliofanía teórica astronómica en La Plata varían entre un mínimo de 9,8 horas en junio y un máxi-
mo de 14,4 horas en diciembre. Cabe aclarar que para el período considerado (1989-2018), en la 
localidad de La Plata, no hay registros de heliofanía efectiva. 
Temperatura del aire y del suelo 
El calentamiento del aire ocurre cada día al salir el sol e incidir sobre la superficie del plane-
ta; así el suelo calienta al aire. La temperatura del aire es un elemento bioclimático determinan-
te de la masa vegetativa: el crecimiento de una planta se detiene cuando la temperatura del 
aire desciende por debajo de un cierto valor mínimo o excede un cierto valor máximo (tempera-
tura umbral). Entre estos límites existe un rango óptimo, en el cual la tasa de crecimiento es 
mayor. En la localidad de La Plata los valores promedio mensuales de temperatura mínima, 
media y máxima son 11,1 ºC; 16,3 ºC y 21,6 °C respectivamente (Gráfico 1B). Los valores ab-
solutos mínimos y máximos diarios registrados en la serie de 30 años fueron de -4,2 ºC y 39,9 
°C (los días 30/07/2012 y 18/12/1995, respectivamente). 
La temperatura de suelo media mensual es de 9,9 ºC en julio y 23,6 ºC en enero (Gráfico 
1B). Los valores extremos mínimos y máximos diarios registrados en la serie de 30 años fueron 
de 2,5 ºC y 31,8 °C (los días 24/06/2018 y 05/01/2009, respectivamente). 
Gráfico 1: A. Radiación solar y heliofanía astronómicas; B. Temperaturas medias, 
mínimas, máximas mensuales del aire y medias del suelo. La Plata, Buenos Aires, 
Argentina (1989-2018) 
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Régimen agroclimático de heladas 
La helada es uno de los riesgos más importantes que enfrenta la producción agrícola en una 
región. Constituye una adversidad capaz de afectar la supervivencia, el rendimiento o la calidad 
de los cultivos, llegando a producir pérdidas significativas en los sistemas productivos de una 
región. El daño dependerá de factores climáticos, meteorológicos, biológicos, topográficos, 
locales y regionales. Desde el punto de vista agrometeorológico, la helada se define como el 
descenso de la temperatura del aire a niveles que puede producir daño en los tejidos u órganos 
de los cultivos y/o en la vegetación. Para poder comparar distintas localidades y darle un marco 
independiente como fenómeno, se aplica el criterio meteorológico de la adversidad que define 
a la helada como todo descenso de la temperatura del aire a 0 °C o a un valor inferior, registra-
do en el termómetro de mínima colocado dentro del abrigo meteorológico a 1,50 metros de 
altura sobre el suelo. 
Época de ocurrencia de heladas 
Las heladas tempranas, primera helada o heladas otoñales se presentan como fecha media 
el 8 de junio y se observa como fecha más anticipada o extrema el 25 de abril. La fecha que 
más veces se repitió (moda) fue el 7 de junio, presentándose 4 veces. La serie en conjunto 
presenta una leve tendencia a retrasar su fecha de ocurrencia (dato no presentado) por lo cual 
el inicio del período de heladas se ve desplazado hacia el invierno. Como el valor del coeficien-
te de variación es considerado bajo o normal (CV = 11%), los valores no tiene una gran varia-
ción en su fecha y presentan un desvío típico de ±16,7 días. 
Las heladas tardías, última helada o heladas primaverales se presentan a la salida del in-
vierno hacia la primavera. Su fecha media de ocurrencia es el 21 de agosto, su fecha más tar-
día registrada es el 7 de octubre. El 8 de agosto es la fecha más repetida (moda), 3 veces en la 
serie de 30 años. Como característica en el conjunto de datos se observa un suave desplaza-
miento de la fecha de ocurrencia de última helada hacia el invierno, presentándose antes el 
final del período con heladas. Al igual que en las heladas tempranas el coeficiente de variación 
es considerado bajo o normal y el desvío típico de ± 24,8 días. 
En la serie de datos no se observaron heladas en el período estival de cada año, es decir 
entre el 21 de diciembre y el 21 de marzo. 
Intensidad de las heladas 
La intensidad establece las marcas más bajas que pueden presentarse durante el periodo 
con heladas. Así la temperatura mínima anual media es de -2,7 ºC, el valor mínimo absoluto de 
la serie de datos es de -4,2 ºC, el máximo es de -0,9 ºC y tiene un desvío típico de ±1 ºC. La 
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temperatura mínima absoluta es de -3,3 ºC y se repitió en 3 años de los 30. El coeficiente de 
variación puede considerarse alto (CV = 35%), lo que indica que las heladas invernales presen-
tan una gran variación en su intensidad de un año a otro. 
 
 
Probabilidad de ocurrencia de temperaturas extremas 
 
Este método permite conocer la probabilidad de que se presenten, en una localidad, ciertos 
valores de temperaturas extremas. De esta manera, conociendo el umbral térmico letal mínimo 
de una determinada especie, puede evaluarse su viabilidad en función de cuán probable sea la 
ocurrencia de esa temperatura. En La Plata, hay un 50% de probabilidad de que se registren 
temperaturas mínimas absolutas no inferiores a -2,5 ºC en época invernal, encontrándose los 
valores más probables (90%) entre -1,5 ºC y -0,5 ºC (Gráfico 2). 
 
Gráfico 2: Probabilidad de ocurrencia de temperaturas extremas en La Plata, 
Buenos Aires, Argentina (1989-2018) 
 
 
 
Índice criokindinoscópico de peligrosidad de heladas (ICK) 
 
El ICK de primeras heladas (otoñales) para la localidad de La Plata es de 12,3 ºC, represen-
tando la temperatura media normal del aire de la fecha en la que existe un 20% de probabilidad 
de que ocurra una helada antes de dicha fecha. En esta época, junto al descenso progresivo 
de la temperatura, los cultivos estivales van finalizando su ciclo, madurando los frutos y semi-
llas y preparando las ramas y yemas para el próximo período de crecimiento. De acuerdo al 
valor de ICK obtenido, se puede decir que las primeras heladas se presentan con un nivel tér-
mico próximo a la temperatura mínima de muchos cultivos, presentando un moderado a bajo 
riesgo de pérdidas por heladas tempranas. 
EL valor para el ICK de última helada es de 12,6 ºC. Esto indica la temperatura media nor-
mal del aire de la fecha después de la cual la probabilidad de ocurrencia de la última helada es 
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del 20%. En esta época la temperatura va ascendiendo a medida que pasan los días, coinci-
diendo con la brotación y floración de plantas perennes (frutales, forestales) y el nacimiento, 
floración y maduración de granos de plantas anuales; período en el que la sensibilidad al daño 
por bajas temperaturas va aumentando. El nivel térmico del ICK para esta localidad presenta 
un moderado a bajo riesgo por heladas tardías, al estar cercano al valor de la temperatura mí-
nima de crecimiento de muchas especies de verano. Además, la actividad metabólica es aún 
baja y eso hace que ocurra en un momento de poca sensibilidad al daño. 
El ICK de heladas invernales para plantas anuales presenta un valor de -3,5 ºC. Es la tem-
peratura mínima absoluta que se puede presentar en el invierno de la localidad de La Plata con 
un 20% de probabilidad. Es importante para producciones anuales de invierno cuyo umbral 
letal mínimo de temperatura esté por debajo de su valor y en este caso no serían económica-
mente viables. El ICK para plantas perennes es de -4,3 ºC; siendo la temperatura mínima abso-
luta que se puede presentar en el invierno de la localidad de La Plata con un 5% de probabili-
dad. Este valor resulta de interés como indicador en producciones perennes cuyo umbral letal 
mínimo de temperatura esté por debajo de su valor. 
Duración del período con heladas 
Es el tiempo que transcurre entre la primera y última helada. Para La Plata, su valor medio 
es de 73 días, con un mínimo de 8 y un máximo de 155 días. El coeficiente de variación del 
44% explica la marcada disparidad en la duración de este periodo de un año a otro. Los regis-
tros analizados presentan una tendencia al acortamiento del período con heladas, con un des-
plazamiento hacia el invierno, siendo más acentuado en las fechas de últimas heladas. El pe-
ríodo libre de heladas que, para definir una zona agrícola debe ser superior a 150 días, en la 
localidad de La Plata es de 292 días. 
Frecuencia de heladas 
El valor medio de la frecuencia o cantidad de heladas durante el período con heladas es 
de 9,8 por año, con un desvío típico de ±4,7 heladas. El coeficiente de variabilidad es de 
49%, por lo que se observa una gran variación interanual, con un mínimo de 2 y un máximo 
de 21 heladas por año. 
Viento 
El viento influye sobre el crecimiento y el desarrollo de la planta. Sus efectos varían se-
gún la duración y velocidad, especie, cultivar y características de las hojas, o por las inter-
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acciones entre la planta y la atmósfera, entre otros factores. Los vientos calmos o tipo ven-
tolina, con velocidades menores a 2,5 km.h -1, aumentan el crecimiento en aproximadamen-
te un 10%, por su efecto en la remoción de la capa límite; mientras que a 14 km.h -1 reduce 
apreciablemente la tasa de crecimiento relativa de algunas especies como la colza (Brassi-
ca napus L.). Los vientos moderados producen excesivas tasas de transpiración con reduc-
ción del crecimiento, además de numerosos y variados perjuicios. Veloc idades de viento 
altas (> a 54 km.h-1) pueden producir vuelco, especialmente en las gramíneas. El vuelco 
refleja el excesivo doblado a nivel del suelo o quebrado de los entrenudos basales del tallo 
y usualmente las plantas son más vulnerables en etapas tardías del desarrollo, cuando 
están espigadas o los tallos comienzan a senescer (Kin y Ledent, 2003). En la localidad en 
estudio, los vientos predominantes son de tipo ventolina, con una frecuencia de 33,7% y 
brisa muy débil con una frecuencia de 27%, sobre el total de los casos (Gráfico 3A). Según 
la escala de Beaufort, estas categorías corresponden a velocidades de entre 2 y 5 km.h -1 y 
6 y 11 km.h-1, respectivamente. Se puede observar predominancia del rumbo norte en to-
das las estaciones del año, mientras que durante la primavera y el verano son frecuentes 
las direcciones este-noreste, este, y este-sudeste (Gráfico 3B). 
 
Gráfico 3: A. Frecuencia relativa de los vientos según la escala de Beaufort de 0 (calma) 
a más de 118 km.h-1 (huracán) tomados a 3,6 m de altura. B. Rumbo estacional de los 
vientos en La Plata, Buenos Aires, Argentina (1989-2018) 
 
 
 
Humedad relativa y nubosidad 
 
La humedad relativa es elevada durante todo el año con un promedio de 77,8%. Las condi-
ciones del cielo se estiman en términos de cuántos octavos de la bóveda celeste están cubier-
tos por nubes, de 0/8 octas (cielo despejado) a 8/8 octas (cielo completamente nublado). El 
promedio anual para la localidad es de 3,7 (4/8 octas) que corresponde a cielo algo nublado 
(Servicio Meteorológico Nacional, 2020) (Gráfico 4). 
 
https://es.wikipedia.org/wiki/Nubes
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Gráfico 4: Humedad relativa mensual (%) y nubosidad (octas) en La Plata, 
Buenos Aires, Argentina (1989-2018) 
 
 
 
Precipitación 
 
En el ciclo hidrológico del agua las precipitaciones son la vía de descarga atmosférica del 
agua almacenada en la atmósfera en forma de vapor que llega a la misma a través de distintos 
mecanismos como la evaporación desde el suelo, cursos de agua, lagos, mares y océanos, la 
transpiración y respiración de las plantas y animales entre otros. Este elemento es un fenó-
meno discontinuo caracterizado por una gran variabilidad. Esto hace que, a veces, sea necesa-
rio recurrir a tratamientos estadísticos especiales para obtener parámetros que permitan carac-
terizar con exactitud el régimen de precipitaciones del lugar. 
 
 
Distribución anual de la precipitación 
 
La Plata presenta una precipitación media anual de de 1049,8 mm con valores mínimos de 
668,2 mm y un máximo de 1536,6 mm, observándose una marcada variación interanual con un 
desvío típico de ± 201,2 mm y un coeficiente de variación del 19,2%. El rango que representa el 
intervalo entre el valor máximo y el valor mínimo, es de 868,4 mm y permite obtener una idea 
de la dispersión de los datos. El mes más lluvioso es febrero con un valor medio de 112,1 mm, 
un desvío de ± 72 y un coeficiente de variación de 64%, y el mes más seco es junio con un 
valor promedio de 53,3 mm de precipitación, un desvío de ± 43 y un coeficiente de variación de 
80%. Los cuartiles representan 3 valores que dividen una serie de datos ordenada de menor a 
mayor en 4 fracciones de 25%. Aquellos años con valores de precipitación anual menor al pri-
mer cuartil (Q1 = 915,8mm) presentan deficiencias hídricas marcadas, sequías estacionales de 
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distintas intensidades y duración en alguna estación. Los años en donde la precipitación anual 
se encuentra en el espacio intercuartil entre el Q1 y Q3 pueden considerarse como años nor-
males sin marcadas deficiencias ni excesos de agua, mientras los años cuyos valores anuales 
superaron el Q3 (1147,7 mm) presentan una gran probabilidad que en algún momento del año 
se generen excesos hídricos. Analizando la serie anual del periodo en estudio (1989-2018) se 
observaron dos periodos de 15 años, el primero, desde 1989 a 2003 se presentó como un pe-
riodo húmedo donde el 47% de los años superaron el Q3 y solo el 13% se presentó menor al 
Q1, en cambio en el segundo periodo, desde 2004 a 2018, la cantidad de años menores al Q1 
resultaron el 33% mientras que los años con valores superiores al Q3 fue solo del 13%. Este 
último período fue testigo de grandes sequías que afectaron a los principales cultivos en la 
República Argentina, mientras que en el primero se produjeron en la región pampeana exten-
sas inundaciones en zonas rurales y urbanas. En el Gráfico5A se presenta la precipitación 
anual y cuartiles. 
Coeficiente pluviométrico de Angot 
El coeficiente pluviométrico de Angot mide la diferencia que hay entre una distribución pro-
porcional teórica anual de la lluvia y la distribución proporcional real que tiene, con el fin de 
poder comparar la distribución de la lluvia entre distintas localidades, en forma independiente 
de la cantidad de lluvia acumulada en el año en cada una. En La Plata, los meses de mayo a 
septiembre se presentan como secos (coeficiente pluviométrico de Angot < 1). Esto significa 
que la proporción de las lluvias acumuladas en esos meses se encuentran por debajo del coe-
ficiente teórico. Entre octubre a abril, el coeficiente pluviométrico de Angot es superior a 1, indi-
cando meses lluviosos, en los que la proporción de lluvias acumuladas en los mismos es supe-
rior al coeficiente teórico (Gráfico 5B). 
Gráfico 5. A. Precipitación anual y cuartiles. B. Coeficiente pluviométrico de Angot 
en La Plata, Buenos Aires, Argentina (1989-2018) 
Q: cuartiles, CV: coeficiente de variación. 
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Distribución estacional de la precipitación 
 
En La Plata, la precipitación se distribuyen homogéneamente durante el año, observándose 
el verano como la estación más favorecida con el 30% (316 mm) de las lluvias y el invierno 
recibe la menor proporción 19% (196 mm). Sin embargo, y desde el punto de vista del régimen 
de precipitación, se corresponde con un régimen pluviométrico isohigro (Gráfico 6). 
 
Gráfico 6: Distribución estacional de la precipitación en La Plata, 
Buenos Aires, Argentina (1989-2018) 
 
O: otoño, I: invierno, P: primavera, V: verano 
 
 
Evapotranspiración potencial y balance hidrológico 
climático mensual 
 
El concepto de evapotranspiración combina las definiciones de evaporación del suelo y 
transpiración de las plantas. Es importante conocerlos ya que permite el cálculo del balance 
hídrico del suelo. Existen diferentes métodos para estimar la evapotranspiración potencial (EP). 
En este caso se utilizó el método de Thornthwaite, basado en las temperaturas medias men-
suales. Los valores de evapotranspiración potencial estimados presentan un mínimo en julio de 
21 mm y un máximo de 133 mm en el mes de enero (Tabla 1). 
El agua es uno de los factores limitantes para el crecimiento y desarrollo de los vegeta-
les. Para evaluar la disponibilidad de agua en el suelo a lo largo del año se han desarrolla-
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do modelos que estiman el agua almacenada en la zona de exploración rad icular. Para 
conocer la climatología del agua en el suelo se realizó la estimación del balance hidrológico 
climático mensual (BHCM), según la metodología de Thornthwaite, a partir del cual se pue-
de clasificar a La Plata como una localidad húmeda, con una evapotranspiración anual infe-
rior a la precipitación anual, un déficit de 4 mm anuales durante diciembre y enero y un 
exceso de 252 mm entre abril a noviembre (Tabla 2). Agroclimáticamente, La Plata presen-
tan una buena cantidad de agua acumulada durante el año con una buena distribución que 
acompaña a la estación de crecimiento, la salida del invierno y la salida del verano. El oto-
ño es la estación clave en la recomposición del almacenamiento del agua en el suelo; las 
principales sequías se presentan cuando en esta estación y en el año la acumulación de 
agua se ve alterada por las escasas lluvias, debido a situaciones sinópticas del tiempo y 
regionales que así lo provocan. En La Plata se observa a partir de febrero el inicio del pe-
riodo de recarga, alcanzando el suelo su máxima capacidad de retención (300 mm) en 
abril. Por otra parte, cuando la precipitación no llega a satisfacer plenamente la demanda 
evapotranspirativa, el agua útil aportada por el suelo permite alcanzar, igualmente, eleva-
dos niveles de evapotranspiración real (Gráfico 7). 
Tabla 1: EP en La Plata, Buenos Aires, Argentina (1989-2018) 
 EP 
Meses 
Anual 
E F M A M J J A S O N D 
(mm) 133 103 89 56 35 22 21 31 39 68 84 120 801 
Tabla 2: BHCM para La Plata, Buenos Aires, Argentina (1989-2018) 
 Variables Meses Año 
E F M A M J J A S O N D 
EP (mm) 133 103 89 56 35 22 21 31 39 68 84 120 801 
P (mm) 108 112 101 98 77 53 72 71 65 95 102 95 1049 
ER (mm) 130 103 89 56 35 22 21 31 39 68 84 119 797 
Exceso (mm) 17 42 31 51 40 26 27 18 252 
Déficit (mm) 3 1 4 
EP: evapotranspiración potencial, P: precipitación, ER: evapotranspiración real 
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Gráfico 7: Agua en el suelo en La Plata, Buenos Aires, Argentina (1989-2018) 
 
EP: evapotranspiración potencial, P: precipitación, ER: evapotranspiración real 
 
 
Clasificación Climática 
 
Clasificación climática de Köppen 
 
Esta clasificación climática creada en 1900 por el científico y meteorólogo ruso Wladimir Pe-
ter Köppen y publicada en 1936, junto a Rudolf Geiger, está elaborada en base a un criterio 
fitogeográfico, utilizando la vegetación nativa para la denominación de los tipos de climas. Para 
ello combina la temperatura y la precipitación, reconociendo el efecto de la efectividad de la 
precipitación y la intensidad de la evapotranspiración en la vegetación (UdelaR, 2020). 
Según esta clasificación, La Plata corresponde al Grupo Climático C (climas templados llu-
viosos), dado que la temperatura del mes más frío se ubica entre -3 ºC y 19 ºC, y temperatura 
del mes más cálido es superior a 10 ºC. Según la distribución de las precipitaciones a lo largo 
del año (criterio utilizado para la subdivisión de los grupos climáticos), La Plata correspode a la 
subdivisión f (sin estación seca), dado que conforme lo indica su régimen pluviométrico isohi-
gro, presenta lluvias uniformes durante todo el año. Adicionalmente, siendo la temperatura del 
mes más cálido superior a 22 ºC, la complementación de la información del tipo climático se 
corresponde con verano caluroso (a). 
De esta manera, conforme la clasificación climática de Köppen, La Plata se identifica como 
una localidad con clima templado lluvioso, sin estación seca y con verano caluroso: C f a. 
 
 
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Clasificación climática de Thornthwaite 
En esta clasificación, para la definición de los tipos de clima se toman en cuenta 4 puntos: 
regiones hídricas, variación estacional de la eficiencia hídrica, regiones térmicas, concentración 
estival de la eficiencia térmica; índices que se calculan a partir de los valores surgidos de la 
resolución del balance hidrológico climático mensual (Spescha y Hurtado, 2013). 
La primera definición del tipo climático se hace en base a regiones hídricas, tomándose co-
mo elemento la eficacia de la precipitación, a través del índice hídrico, que relaciona la diferen-
cia entre exceso y deficiencia anuales de agua en el suelo con la evapotranspiración potencial 
anual (necesidad de agua). La Plata presenta un índice hídrico de 31,1; lo que la ubica en el 
tipo climático B1 (húmedo), que engloba a regiones con índices hídricos de 20 a 40. Esta pri-
mera clasificación se ajusta a través de la definición de regiones térmicas, a través del índice 
de eficiencia térmica, expresado indirectamente a través de la evapotranspiración potencial 
anual. La Plata presenta una evapotranspiración anual de 801 mm, correspondiéndose con el 
tipo climático mesotermal (B’2). Por tratarse de una localidad húmeda, para su clasificación en 
base a la variación estacional de la eficiencia hídrica,se calcula el índice de aridez que relacio-
na la deficiencia de agua anual con la evapotranspiración potencial anual. Para la ciudad de La 
Plata el índice de aridez tienen un valor de 0,5; representando nula o pequeña deficiencia de 
agua (r). Por último, se considera la concentración estival de la eficiencia hídrica, a través del 
porcentaje de evapotranspiración potencial correspondiente a la estación cálida (diciembre, 
enero y febrero), respecto al total anual. En La Plata, los meses de verano concentran el 44,4% 
de la evapotranspiración potencial anual, quedando ubicada por debajo del 48%, límite más 
bajo en la clasificación, representado por el tipo a’. 
En resumen, conforme la clasificación climática de Thornthwaite, La Plata corresponde a un 
tipo climático húmedo, mesotermal, con nula o pequeña deficiencia de agua y 44,4% de verano 
al año: B1 B’2 r a’. 
Índices agroclimáticos 
Horas de frío 
La estimación de las horas de frío se corresponde con número de horas en que se registran 
temperaturas inferiores a 7 ºC durante todo un año. Este valor fue determinado por investiga-
ciones conducidas para estudiar el crecimiento anual de ramas de durazneros y manzanos, y 
posteriormente fue mundialmente aceptado como límite medio adecuado para el cómputo de 
las horas de frío. En la actualidad las estaciones meteorológicas automáticas permiten el regis-
tro de las horas de frío efectivas reales. Existen distintas fórmulas para la estimación de horas 
de frío, habiéndose observado para La Plata que el método de Crossa-Reynaud es el que pre-
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senta mejor ajuste, comparándolo con el cómputo de horas de frío efectivas reales (Pardi y 
Asborno, 2004). En la Tabla 3 se presentan las horas de frío estimadas para La Plata. 
 
Tabla 3: Horas de frío en La Plata, Buenos Aires, Argentina (1989-2018) 
 
Método de estimación Horas de frío 
efectivas 
reales F.S. da Mota Weinberger R.H. Sharde Crossa-Reynaud 
Horas de frío 566 850 887 665 741 
Estimaciones F.S. da Mota, Weinberger y R.H. Sharde, con temperatura media mensual 1989-2018. Estimación Cros-
sa-Reynaud y horas de frío efectivas reales, tomadas de Pardi y Asborno (2004) 
 
 
Suma de temperatura 
 
La temperatura del aire puede considerarse un indicador aceptable de la disponibilidad caló-
rica ambiental, usándose en estudios biometeorológicos o bioclimáticos para expresar el cum-
plimiento de diversas funciones en los vegetales. Agroclimáticamente, para evaluar la aptitud 
de un lugar para la producción de un determinado cultivo puede recurrirse, con ciertas limita-
ciones, al método directo de cálculo de grados-días o acumulación calórica mediante el cómpu-
to de las temperaturas medias mensuales, multiplicado por el número de días de cada mes 
(Pascale y Damario, 2013). Para la estimación de la suma de temperatura o acumulación caló-
rica en La Plata se consideró el bioperíodo de 15 ºC (cantidad de días con temperaturas me-
dias iguales o superiores a 15 ºC), dado que este nivel térmico favorece la actividad de cultivos 
tanto anuales como perennes con elevada exigencia calórica como la soja (Glycine max), el 
sorgo (Sorghum spp.), el tomate (Solanum lycopersicum), el pimiento (Capsicum annuum L.) y 
la berenjena (Solanum melongena L.), entre otros. 
En La Plata, el bioperíodo de 15 ºC comienza el 8 de octubre y finaliza el 30 de abril resul-
tando un total de 204 días. Los grados días acumulados (GDA) durante el mismo suman un 
total de 4059 GDA; computándose en octubre: 371,5 GDA, noviembre: 561,6 GDA, diciembre: 
667,9 GDA, enero: 716,2 GDA, febrero: 619,9 GDA, marzo: 622,4 GDA y abril: 499,6 GDA. 
 
 
Modificaciones ambientales producidas por los invernaderos 
 
En el Cinturón Hortícola Platense, las estructuras predominantes son de madera blanda en 
un 99% de los casos (1% de metal), tipo capilla (techo a dos aguas), constituidas por naves de 
6 a 6,50 m formando módulos de 3 ó 4 invernáculos con un largo variable de 40 a 90 m y cu-
biertas con polietileno de 100 a 150 µm de espesor en la mayoría de los casos en un 56% de 
los casos (Martínez et al., 2019). Las características constructivas determinan serios problemas 
de ventilación, generando durante el verano condiciones de hipertermia que pueden dificultar el 
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desarrollo normal de los principales cultivos realizados en la zona. En un estudio realizado so-
bre seis tipos de estructuras durante seis campañas de cultivo en el mes de enero, se observó 
un patrón similar en el régimen térmico interno de todas las coberturas analizadas, con valores 
de temperaturas medias y medias máximas significativamente superiores a las temperaturas 
externas. Los valores de temperaturas medias máximas se ubicaron entre los 33 y 42,8 ºC y las 
medias entre 25,6 y 30 ºC (Garbi et al., 2002). 
Otro elemento de importancia en la producción bajo cubierta es la radiación solar que 
efectivamente atraviesa la cubierta. Mediciones de radiación fotosintéticamente activa reali-
zadas en la zona, en el año 2012, arrojaron valores en el exterior de 1.795 µmoles.m -2s-1 en 
febrero, 1.357 µmoles.m-2s-1 en marzo y 1.164 µmoles.m-2s-1 en abril, con una transmitancia 
hacia el interior de un invernadero parabólico con orientación norte-sur que fluctuó entre 36% 
y 76,8%, correspondiendo los valores más bajos a mediciones realizadas en otoño (Carbone 
et al., 2012). 
Referencias 
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CAPÍTULO 2 
Muestreo y análisis de suelo 
Andrea Edith Pellegrini 
Muestreo de suelo 
La evolución dinámica y productivista de las actividades agropecuarias sin considerar es-
trategias de sustentabilidad genera la degradación de los sistemas naturales. Las propieda-
des físicas y químicas de los suelos se ven modificadas venciendo su capacidad de resilien-
cia, observándose desbalance nutricional, pérdida de materia orgánica, compactación y dis-
minución de su permeabilidad. En tal sentido, los diagnósticos adecuados deben ser integra-
dores, asumiendo el riesgo de uso, para luego poder proyectar la estrategia más adecuada 
de manejo, rotaciones, fertilización, y enmiendas para mejorar o mantener los parámetros de 
salud del suelo. En este capítulo se presentarán algunos de los principios básicos del mues-
treo de suelos, el cual debe realizarse correctamente para conocer los datos fehacientes de 
la realidad de los mismos. 
Toma de muestra 
Área a muestrear 
Los campos no son homogéneos, presentan variabilidad horizontal representada por dife-
rentes suelos y sus variables verticales. Primeramente se deberá realizar un relevamiento del 
terreno de manera que se consiga dividir en áreas uniformes respecto a su topografía. Además, 
hay que tener en cuenta los diferentes manejos, cultivos, fertilizantes, rotaciones. Por ejemplo: 
si un invernadero es plano, pero dentro de él hay varios camellones con diferentes cultivos y 
formas de manejo, el mismo se deberá muestrear diferencialmente. Asimismo, se deben mues-
trear áreas homogéneas. Si existieran manchones o problemas localizados, estos deberán ser 
muestreados individualmente, pero si estas áreas son pequeñas deberán ser omitidas. 
Forma de muestreo 
Tal como se indicó, la zona a muestrear debe ser homogénea, por lo que es de suma impor-
tancia definir unidades de muestreo. En tanto, existen diferentes formas de obtener una mues-
tra representativa. La técnica más sencilla, y más usada, consiste en tomar, sobre el área a 
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muestrear, submuestras al azar. Luego, estas se mezclan para obtener una muestra compues-
ta, que es la que se remite al laboratorio. 
 
Sitios de muestreo 
Los patrones de muestreo se definen como las diferentes formas en las que se pueden dis-
tribuir los puntos de muestreo en el plano horizontal, para cada sitio en particular, conociendo 
las características y/o los motivos del muestreo. De este modo, pueden darse en forma siste-
mática a partir del centro de una cuadrícula, en sus vértices, al azar dentro de la cuadricula, 
sobre un recorrido en zig-zag, sobre diagonales que cortan el lote a muestrear, en base a una 
rejilla circular o en forma asimétrica: sinuosa (Imagen 2). 
 
 
Imagen 2. Patrones de recorrido para la extracción de submuestras 
 
La toma de muestras representativas se convierte en un punto crucial para lograr confiabili-
dad en los análisis de suelo, que no dejan de ser mediciones indirectas e imperfectas. 
Como se desarrollará en el Capítulo 3, los suelos de la región hortícola de La Plata presen-
tan propiedades vérticas con elevada proporción de arcillas expansivas (montmorillonitas) que 
se contraen en períodos secos generando grietas. En tanto, cuando el suelo vuelve a humec-
tarse se generan slickenside, superficies de fricción entre las caras de los agregados; estos 
suelos se caracterizan por una infiltración lenta o algo limitada. Dichas características tienen 
efecto sobre la distribución del agua de riego en el lomo del cultivo, generando zonas de dife-
rentes concentraciones de sales. Insaugarat y Rojas (2014) estudiaron la concentración de 
sales en tres zonas del lomo de un cultivo de tomate con riego por cintas de goteo (Imagen 3). 
El área lateral del lomo (B) presentó mayor contenido de sales y de Na+2, Mg+2, Ca+2, Cl-, SO4-2 
respecto a la zona más profunda, mientras que el área central del lomo (A) presentó un valor 
intermedio de sales y pH, siendo los otros parámetros estudiados igual que el lateral del lomo. 
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Según la variación de los datos en función del área de muestreo, se aprecia la importancia de 
establecer un criterio para no mezclar suelos de diferentes características. Por lo tanto, en riego 
por goteo cada submuestra debe recogerse un punto situado entre el gotero y la planta, en un 
entorno de unos 10 a 15 cm del gotero, no debiendo situarse ni debajo de este (zona muy la-
vada) ni en los bordes del bulbo húmedo (frente salino). En tanto, se extrae una porción de 
suelo en forma vertical (10 a 12 cm), que es la zona de profundidad media de las raíces. 
Imagen 3. Zona de muestreo en el lomo o camellón de un cultivo de tomate. 
Determinación del número de submuestras 
Es importante tener claro dos conceptos diferentes: exactitud y precisión. La exactitud indica 
cuan cercano está el valor del análisis de suelo del contenido real del campo, mientras que la 
precisión describe la reproductividad de los resultados. Estas dos variables son aseguradas por 
el número de submuestras y, en altos niveles, garantizan una muestra que representa el área 
muestreada y cuyos resultados son reproducibles cuando se realice un remuestreo del sitio. 
Para cultivos extensivos (cultivos y pradera) se recomienda 1 submuestra cada 2 a 3 ha. 
Cada muestra compuesta deberá estar constituida por 10 a 30 submuestras. En cultivos inten-
sivos (quintas, frutales) se aconseja relevar por cada muestra compuesta 1 ha de igual historia 
productiva (fertilización, rotaciones y manejo de cultivos), tomando 15 submuestras. 
¿Cuándo muestrear? 
Si el objetivo es muestrear el suelo para un análisis general de fertilidad, se sugiere realizar-
lo al inicio de cada ciclo de rotación. En este punto, se evalúan parámetros que varían muy 
lentamente, como el pH, materia orgánica, nitrógeno total, cationes intercambiables y fósforo 
disponible. Sin embargo, si el objetivo es el diagnóstico de fertilización respecto a propiedades 
muy dinámicas, como nitratos y sulfatos, se deberá efectuar antes de cada campaña, lo más 
cerca de la siembra o fertilización. En este caso, es fundamental dejar pasar 48 horas después 
de la lluvia o el riego. 
¿Quién toma la muestra? 
La principal causa de los errores que se presentan en el análisis del suelo reside en los 
muestreos, que deben ser siempre programados, realizados por personas idóneas, con cono-
cimiento de las características del campo y respetando los objetivos de los mismos. La impor-
tancia del muestreo radica, principalmente, en que se lleva al laboratorio aproximadamente 1 
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kg de suelo, que representa 0,00005% del peso de 1 ha, de un espesor de 20 cm y de una 
densidad de 1 g.cm-3. 
Materiales para el muestreo 
Se recomienda contar con los siguientes elementos: 
• Pala limpia de óxido, principalmente si el muestreo contempla el análisis de micro-
nutrientes.
• Barreno o calador: este artefacto tiene la ventaja de que, al utilizarlo, siempre se obtie-
ne una muestra del mismo tamaño. Es importante que las herramientas para la toma de
muestras se encuentren bien afiladas para provocar un corte uniforme, principalmente
en las capas profundas de los suelos del Gran La Plata, caracterizados por poseer al-
tos contenidos de arcillas.
• Bolsas resistentes y limpias. No se deben usar bolsas de fertilizantes, cal o plaguicidas.
• Balde y/o lona: se van a utilizar para mezclar las submuestras que conformarán la
muestra compuesta.
• Cuchillo o cuchilla.
• Marcadores indelebles y tarjetas identificadoras.
Profundidad de muestreo 
La profundidad del muestreo depende del elemento o propiedad del suelo que se desee 
cuantificar. 
El nitrógeno total, la materia orgánica, el pH, la capacidad de intercambio, los cationes inter-
cambiables y los micronutrientes normalmente se miden en la capa superficial del suelo, de 0 a 
15 cm o de 0 a 20 cm, ya que es la profundidad donde se encuentran la mayor concentración 
de raíces de gran parte de los cultivos agrícolas. Por otro lado, para pasturas la profundidad es 
un poco menor, de 0 a 10 cm o de 0 a 15 cm. 
Los nutrientes móviles, nitratos y sulfatos, presentan variabilidad en profundidad, por tal mo-
tivo deben ser analizados estratificados entre 0 a 20 cm, 20 a 40 cm y 40 a 60 cm o de 0 a 30 y 
30 a 60 cm. Este tipo de muestreo también es el que corresponde llevar a cabo si se quiere 
observar el movimiento de las sales y el sodio en el suelo, acompañado del valor de pH. 
Extracción de las muestras 
En relación a la extracción de las muestras, se deben tener en cuenta las siguientes reco-
mendaciones: 
• Los implementos a utilizar deberán estar limpios a fin de evitar la contaminación en-
tre muestras.
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• No hay que tomar muestras en caminos, canales, sector linderos a las casas, estan-
ques, establos, lugares donde se almacenan productos químicos y/u orgánicos, ni don-
de se realizan quemas.
Conjuntamente, respecto del procedimiento, se debe eliminar la cobertura vegetal con cui-
dado de no sacar suelo o mulching, lo que correspondiera. A continuación, hay que cavar un 
hoyo en forma de V. Luego, hay que sacar de la profundidad preestablecida una palada de 3 
cm de grosor y eliminar los bordes con el cuchillo, quedándose con el área central de 3 cm de 
ancho. Seguidamente, se debe introducir cada una de las submuestras en un balde o bolsa, 
desmenuzando los terrones. Si se utiliza barreno, se deberá introducirlo hasta la profundidad 
de muestreo. Importante: no se deben mezclar muestras de sitios y/o profundidades diferentes. 
Una vez conformada la muestra con el número de submuestras preestablecidas, si se tiene 
mucho más de 1 kg de muestra, se debe realizar una técnica de fraccionamiento o cuartero 
hasta llegar al peso requerido. 
¿Cómo se realiza el cuarteo? 
El modo correcto de realizar este procedimiento es desmenuzar la muestra y dividir la 
misma en cuatro partes iguales, entre las cuales se seleccionan los opuestos para confor-
mar una nueva muestra. Si persiste el exceso de muestra, se deberá realizar un nuevo 
cuarteo (Imagen 4) 
Imagen 4. Selección de muestra por cuarteo. 
Tarjeta identificadora o rótulo 
Se sugiere trasladar las muestras en doble bolsa y, entre las mismas, introducir una tarjeta 
identificadora. Cabe destacar que no hay que dejar la identificación dentro de la primera bolsa y 
en contacto con el suelo, dado que es factible que si la muestra posee humedad el rótulo se 
deteriore, pudiendo perderse los datos. 
En la tarjeta identificadora o rótulo debe consignarse la información que se detalla a 
continuación: 
• Nombre del establecimiento
• Identificación del lote
• Profundidad del muestreo
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• Datos del remitente 
• Fecha de muestreo 
• Observaciones o datos relevantes 
 
Traslado y acondicionamiento 
Respecto del traslado y acondicionamiento de las muestras, se recomienda conservarlas en 
un lugar fresco y enviarlas lo antes posible al laboratorio. 
Si el objetivo es analizar nitratos y/o sulfatos, las muestras deberán conservarse refrigeradas, 
para lo que se podrá utilizar conservadora de telgopor con refrigerantes o una heladera común. 
Asimismo, deberán ser remitidas al laboratorio con una demora no mayor a 24 - 48 horas. 
Si el objetivo son los análisis no variables en el corto tiempo, y si hubiera demora en el en-
vío de las muestras, se debe desmenuzar cada una de ellas y secarlas sobre una lona o plásti-
co limpio formando una capa de 2 cm de altura, al aire libre pero no al sol. Una vez seca se 
debe proceder a embolsar nuevamente y colocar su etiqueta identificatoria correspondiente. 
 
 
Muestreo de agua para análisis químico 
 
Considerando que la producción hortícola se realiza bajo riego, y que la baja calidad de 
agua y el manejo intensivo favorecen el desarrollo de procesos degradativos en los suelos co-
mo la salinización, la sodificación, el desbalance de nutrientes y la pérdida de fertilidad física 
(Alconada, 1996), es necesario conocer la calidad de agua que se dispone. Para ello hay que 
realizar adecuadamente la toma de muestra de agua para realizar un análisis químico. 
Lo más importante es tratar que la muestra de agua sea homogénea y representativa, pero, 
por sobre todo, que en la extracción no se modifiquen las propiedades del líquido a analizar. 
Para un análisis químico se requieren 1,5 litros de agua, en tanto que es necesario que el en-
vase se encuentre perfectamente limpio y que posea una tapa hermética, a fin de impedir pér-
didas de agua. En relación al procedimiento, se deben seguir los siguientes pasos: 
 
• Abrir la canilla y descartar el primer chorro de agua que salga del grifo (dejarla correr 
por lo menos 1 minuto). Si es de bomba, se deberá bombear el agua de 5 a 10 minu-
tos, aproximadamente, y luego se procederá a tomar la muestra. 
• Abrir el recipiente colector (mínimo de 1,5 litros de capacidad) y enjuagarlo al menos 3 
veces con la misma agua a analizar. 
• Llenar con agua el volumen total del recipiente. Es importante que no quede una cáma-
ra de aire en el envase. 
• Rotular el recipiente con fecha, hora, lugar en que se realizó la toma de la muestra, 
fuente de provisión (agua corriente, de estanque, de origen subterráneo) y datos del 
propietario. Especificar qué tipo de análisis es requerido (aptitud para riego). 
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• Enviar la muestra al laboratorio acondicionada en una conservadora con hielo dentro 
de las 24 horas de haberla tomado, ya que hay varios parámetros (nitratos, nitritos) que 
pueden modificarse por efecto del calor debido a la proliferación microbiana. Si no es 
enviada inmediatamente después de la toma, debe ser congelada. 
 
 
Definición de fertilidad de suelo 
 
Fertilidad edáfica: capacidad que tiene un suelo de brindar las condiciones químicas y fí-
sicas para un crecimiento equilibrado de los vegetales. La fertilidad de un suelo está definida 
por 2 parámetros: dotación (propiedades químicas) y abastecimiento (propiedades físicas y 
físico-químicas). Ambos se encuentran estrechamente vinculados y, si bien cada uno debe 
ser analizadoen forma individual, resulta imprescindible establecer sus relaciones en el pai-
saje, ya que en general dichas relaciones son las que posibilitan la productividad del sitio 
para un cultivo determinado. 
Dotación: es la cantidad de nutrientes que podría ser tomada por los cultivos en el corto, 
mediano y largo plazo. Está definida por tres factores: Intensidad - Capacidad - Renovación. 
Intensidad: se refiere a la cantidad de nutrientes disponible inmediatamente para el cultivo. 
Por ejemplo, valor absoluto de algún elemento soluble (NO3- en ppm). 
Capacidad: es la reserva del nutriente en el suelo que puede estar disponible para la planta 
de mediano a largo plazo. Por ejemplo, nitrógeno total (Nt, en %) 
Renovación: es el proceso mediante el cual el factor capacidad se transforma en el factor 
intensidad. Si bien varía con el elemento, en general se asocia a las condiciones que promue-
van la mineralización de la materia orgánica, solubilización de precipitados, sales y meteoriza-
ción de minerales. Por ejemplo, el proceso de mineralización de la materia orgánica que con-
tiene el Nt, que se transforma en NO3-. 
Abastecimiento: son las condiciones del medio que posibilitan que un determinado nivel de 
nutriente medido en laboratorio, efectivamente esté disponible para las plantas. Las propieda-
des del suelo que definen el abastecimiento son las que garantizan que ocurran los procesos 
responsables de la transformación de las reservas del nutriente a formas asimilables por las 
plantas (por ejemplo, la materia orgánica a Nt a NH4+ y NO3-, en cada etapa participan bacterias 
con condiciones definidas de desarrollo). 
En términos generales, puede indicarse que representan aquellas propiedades que condi-
cionan la solubilidad de nutrientes, el movimiento del agua y aire para la vegetación, y la biolo-
gía edáfica. Las principales propiedades que determinan al abastecimiento son: 
 
• Propiedades físicas: textura, estructura, porosidad, densidad aparente, profundidad y estra-
tificación (secuencias de capas u horizontes), relacionadas con el drenaje de los suelos. 
• Conductividad eléctrica (CE): mide sales solubles en agua. 
• pH del suelo. 
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• Porcentaje de sodio intercambiable (PSI): Na+ intercambiable respecto a la CIC (capa-
cidad de intercambio catiónico medido por AcNH4, pH 7, 1N).
• Relación de adsorción de sodio (RAS): Na+ soluble, respecto a la raíz cuadrada de la
suma de Ca++ y Mg++ solubles sobre 2.
El suelo es un sistema abierto, dinámico, constituido por tres fases. La parte sólida (50%), 
fase heterogénea, formada por los componentes inorgánicos y orgánicos, y discontinua don-
de hay huecos, fase no sólida (50%) que contempla la gaseosa: aire y la líquida: agua y don-
de también se encuentran las raíces, microorganismos y fauna edáfica (los porcentaje son de 
referencia). Las plantas están en contacto con una enorme variedad de tamaños y formas de 
partículas, generalmente asociadas formando agregados, conformando la estructura del sue-
lo. (Imagen 5). 
Imagen 5. Proporciones volumétricas de los principales componentes del suelo. 
PARÁMETROS DE ABASTECIMIENTO DEL SUELO. 
INTERPRETACIÓN 
Análisis físico 
Textura 
Cuándo se habla de textura se hace referencia a la expresión porcentual de las fracciones 
granulométricas de arena, limo y arcilla, partículas primarias menores de 2 mm de diámetro. La 
combinación de estas 3 fracciones determina la clase textural. La textura es una de las propie-
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dades permanentes del suelo, no obstante, puede sufrir cambios por laboreo (mezcla de hori-
zontes), erosión eólica o erosión hídrica. En los suelos estas fracciones se hallan íntimamente 
relacionadas entre sí con los otros componentes del suelo. Sin embargo, cada fracción confiere 
propiedades particulares: 
 
Arena (50 a 2000 µm): conforma la fracción esquelética del suelo, con partículas que dejan 
macroporos entre sí, los cuales aumentan la permeabilidad y, por lo tanto, son pobres almace-
nadores de agua. Debido a su baja superficie específica y falta de cargas, le confieren baja 
fertilidad a los suelos. En tanto, por su baja capacidad para formar estructura es una fracción 
susceptible a la erosión. 
Limo (entre 2 y 50 µm): es una fracción derivada de la anterior por alteración física. Su ta-
maño de partícula es inferior, dejando poros, también más pequeños, en donde almacena 
agua. En general, es de baja actividad superficial, por lo que también es baja la fertilidad quími-
ca. Los suelos con predominio de limo favorecen el encostramiento superficial, lo que puede 
limitar la permeabilidad e infiltración. 
Arcilla (< 2 µm): es la fracción más fina. Por su pequeño tamaño de partícula, tiene valores 
muy elevados de superficie específica activa, por lo que incide fundamentalmente en la fertili-
dad de los suelos. Forma cuerpos de elevada porosidad, con predominio de microporos. Los 
suelos con preponderancia de fracción arcilla poseen permeabilidad lenta e infiltración baja. 
Las clases texturales definidas por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos 
de América (USDA) son doce y se disponen en un triángulo de textura (Imagen 7). El triángulo 
se divide en una serie de áreas que corresponden a las diversas clases, que representan gru-
pos de texturas con aptitudes o propiedades análogas. 
La clase textural franca es la que asegura las mejores cualidades para el desarrollo de las 
plantas por poseer un adecuado gradiente de partículas finas que brindan superficie activa, alma-
cenaje de nutrientes y agua, y una fracción gruesa que posibilita buena permeabilidad y, por lo 
tanto, aeración. Además, resulta ser la clase que posee mayor tendencia a formar estructura. 
 
Estructura 
La estructura es la propiedad física que resulta del modo de agregación de las partículas só-
lidas, organizadas en cuerpos o agregados de formas y tamaños variables, y dejando entre sí 
huecos que constituyen el área porosa del suelo. 
Se habla de estructura como una propiedad, pero es más bien un estado, ya que cuando el 
suelo está seco se agrieta y se manifiesta la estructura. Pero, si está húmedo, se vuelve masi-
vo, sin grietas, y la estructura no se manifiesta (Dorronsoro, 2004). 
 El agua y la circulación de la misma varían notablemente de acuerdo con la estructura, por 
lo que los procesos más afectados cuando un suelo sufre deterioro estructural son drenaje, 
aireación y crecimiento radical. 
Según su forma, las estructuras se definen de las siguientes maneras (Imagen 7): 
 
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Estructura laminar: está conformada por láminas delgadas dispuestas en forma hori-
zontal. Es muy común en los suelos en los que predomina el limo (franco limoso, limoso). 
Suele producir problemas de infiltración y drenaje. No es una estructura adecuada para el 
desarrollo de las raíces. 
Estructura prismática: los terrones son más altos que anchos. Generalmente se pre-
senta en los suelos en el horizonte B que acumulan arcillas proveniente del o los horizon-
tes superiores (Bt). 
Estructura columnar: son prismas con sus bordes superiores redondeados por el efecto 
del sodio, que actúa como agente dispersante. 
Estructura de bloques: son terrones más o menos cuadrados y algo más grandes que la 
granular. Suelen tener abundante espacio poroso y grietas. Los angulares son superficies pla-
nas, de aristas vivas y con vértices. Los subangulares son superficies no muy planas, sin for-
mación de vértice. 
Estructura granular: los agregados son de reducido a mediano tamaño,con espacio 
poroso adecuado para favorecer condiciones de aireación y exploración de raíces. Es fre-
cuente en horizonte A. 
Estructura migajosa: es similar a la granular pero con poros en su interior. Está asociada a 
altos contenidos de materia orgánica. 
En tanto, el grano suelto es el suelo sin estructura, muy frecuente en la zona hortícola, 
principalmente por exceso de laboreo. Los abonos orgánicos se recomiendan en aquellas 
tierras sometidas a cultivo intenso para mejorar la estructura del suelo; con ello, se aumenta 
la capacidad de retención de agua y la disponibilidad de nutrimentos para las plantas 
(Graham y Hubbell, 1974). 
 
 
Imagen 6. Triángulo de clases texturales del suelo según el tamaño de las partículas, según USDA 
limosa 
arcillos
a 
arcillo 
arenosa 
arcillo 
limosa 
franco 
limosa 
franco arenosa 
franco 
arcillo 
arenosa 
franco arcillosa 
franca 
areno 
 franca 
arenosa 
franco arcillo- 
 
limosa 
Dirección 
de lectura 
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Imagen 7. Tipos de estructuras 
Análisis físico-químicos 
Conductividad eléctrica (CE) 
Este parámetro se relaciona con la cantidad de sales del suelo. A mayor valor, más con-
tenido de sales. El aumento en el contenido salino genera menores tasas de germinación, 
emergencia y crecimiento, pudiendo alcanzar la muerte en situaciones extremas. El princi-
pal efecto generado por las sales es el estrés hídrico para los cultivos. Las sales generan 
un potencial osmótico alto de la solución del suelo, por lo que la planta tiene que utilizar 
más energía para absorber el agua. Además, la salinidad puede generar deficiencias nutri-
cionales por desbalance entre los nutrientes y por exceso de un ión que limita la absorción 
de otros iones. Conjuntamente, el hombre puede introducir sales a través del agua de rie-
go, dado que, si el agua es de mala calidad, el uso reiterado de la misma tenderá a salini-
zar el suelo. Por tal motivo, es indispensable contar con la información de la calidad de 
agua de riego (Tabla 4), fundamentalmente antes de su uso, para prevenir el posible dete-
rioro del suelo. La conductividad eléctrica también puede aumentar mediante la aplicación 
de algunos fertilizantes y abonos. 
La CE se mide en el extracto de la pasta saturada y para su interpretación se utiliza el mé-
todo indicado por Scofield (1941) (Tabla 5). La CE medida con conductímetros portátiles de 
campo o de laboratorio en relación suelo:agua 1:2 no sería una estrategia válida, comparado 
con los valores del extracto de la pasta saturada. Esto se confirmó al analizar el rango de 0,3 a 
19 dS.m-1 a 25 ºC del extracto (Pellegrini et al., 2020). 
Granular Migajosa 
Laminar Prismática Columnar 
Bloques 
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Tabla 4: Clasificación de la calidad del agua para riego según la FAO 
 Grado de restricción en el uso 
 Ninguno Ligero o moderado Severo 
Problema potencial : SALINIDAD 
CE (dS/m) <0,7 0,7-3,0 >3,0 
Problema potencial : INFILTRACIÓN 
RAS entre 0-3 y CE= >0,7 0,7-0,2 <0,2 
RAS entre 3-6 y CE= >1,2 1,2-0,3 <0,3 
RAS entre 6-12 y CE= >1,9 1,9-0,5 <0,5 
RAS entre 12-20 y CE= >2,9 2,9-1,3 <1,3 
RAS entre 20-40 y CE >5,0 5,0-2,9 <2,9 
CE: Conductividad eléctrica (mS/cm ó dS/m), RAS: Relación de Adsorción Sodio 
Adaptado de Ayers y Westcot (1987) 
 
Tabla 5: Escala de clasificación de suelos según contenidos de sales 
Clasificación: dS.m-1 Tolerancia de plantas 
Suelos no salino < 2 Efectos de la salinidad despreciable 
Suelo ligeramente salino 2 a 4 Los cultivos muy sensibles pueden ser afectados 
Suelo moderadamente salino 4 a 8 La mayor parte de los cultivos son afectados 
Suelo salino 8 a 16 Solamente los cultivos tolerantes pueden desarrollarse 
Suelo muy salino > a 16 Únicamente se pueden desarrollar unos pocos cultivos muy 
tolerantes. 
 
 
 
Reacción del suelo, pH 
 
La reacción de un horizonte de un suelo hace referencia al grado de acidez o basicidad de 
dicho horizonte, y generalmente se expresa por medio del pH. El pH se define como la cantidad 
de iones de hidrógeno libres presentes en el suelo, y se expresa en escala de entre 4,5 -10 
para los sistemas naturales (Porta Casanellas et al., 2003) (Tabla 6). 
El bienestar de los distintos microorganismos presentes en el suelo depende del valor del 
pH de este, ya que cada uno tiene un nivel óptimo. Asimismo, cada cultivo tiene un rango re-
comendable de crecimiento, por lo que cuanto más se aleje del mismo se verá afectado su 
desarrollo y rendimiento. 
Hay que tener en cuenta que los nutrientes presentes en el suelo se pueden absorber con 
mayor o menor eficiencia en función del pH. En la Imagen 8 se representa, a modo orientativo, 
la relación entre la disponibilidad de los elementos del suelo y el pH, sin olvidar que en algunos 
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suelos la deficiencia se puede deber a las características propias del material original del mis-
mo, independientemente del valor de pH. 
Tabla 6: Efecto de diferentes intervalos de pH sobre el suelo 
pH Evaluación Efecto esperado 
< 4,5 Extremadamente ácido Condiciones muy desfavorables 
4,5 -5,0 Muy fuertemente ácido Posible toxicidad de Mn++ y Al+3 
5,1-5,5 Fuertemente ácido Exceso: Co, Cu, Fe, Mn, Zn 
Deficiencia de: Ca, K, N, Mg, Mo, P, S 
Suelo sin carbonato cálcico 
Actividad bacteriana escasa 
5,6-6,0 Medianamente ácido Intervalo adecuado para la mayoría de los cultivos 
6,1-6,5 Ligeramente ácido Máxima disponibilidad de nutrientes 
6,6- 7,3 Neutro Mínimo efecto de toxicidad 
pH <7 no hay carbonato cálcico en el suelo 
7,4-7,8 Medianamente básico Suelos generalmente con CaCO3 
Disminuye la disponibilidad de P y B 
Deficiencia creciente Co, Cu, Fe, Mn, Zn 
Clorosis férrica 
8,5- 9,0 Ligeramente alcalino En suelos con carbonatos, estos pH altos pueden de-
berse al MgCO3, si no hay sodio intercambiable 
Mayores problemas de clorosis férrica 
9,1-10,0 Alcalino Presencia de carbonato sódico 
< 10,0 Fuertemente alcalino Elevado porcentaje de sodio intercambiable 
Toxicidad por Na y B 
Actividad microbiana escasa 
Micronutrientes poco disponibles, excepto Mo 
Imagen 8. Disponibilidad de los nutrientes en el suelo según el pH. 
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En el caso del suelo, el pH se determina en una pasta de suelo o en una suspensión sue-
lo:agua con relaciones 1:1; 1:2,5; 1:5; 1:10. En la actualidad, los laboratorios de la Argentina 
toman como referencia el pH en relación suelo-agua 1:2,5. En este sentido, se debe tener en 
cuenta que siempre se debe comparar pH de igual dilución. 
Los valores de pH del suelo varían de acuerdo a las condiciones de humedad, cuanto más 
diluida sea la suspensión de un suelo tanto más alto será el valor de pH determinado. 
En caso de que la medición de pH tenga que hacerse en el campo, pueden usarse pH-
metros de bolsillo (medidores portátiles de pH), utilizando agua destilada. También se puede 
medir colorimétricamente utilizando una solución indicador como reactivo universal (con escala 
de pH) o papel indicador, técnicas que arrojan datos orientativos. Hay que tener en cuenta que 
según cómo se haga la medición los valores obtenidos pueden variar. 
 
 
Porcentaje de Sodio Intercambiable (PSI) y Relación de Adsorción Sodio 
(RAS) 
 
Los suelos sódicos se caracterizan por tener una alta cantidad de sodio intercambiable y un bajo 
nivel de sales en solución. El sodio en el suelo puede haber ingresado a partir de su material origi-
nario o por napas freáticas

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