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La castellología cordobesa presenta un panorama amplio de puntos de referencia aunque el estado de conservación de la mayoría de los casos es de franco deterioro. Por otra parte, no siempre es fácil el acceso a los castillos, tanto por la propia topografía en que se ubican como por la titularidad privada de algunos de ellos, precisamente los mejor conservados o restaurados. De ahí la dificultad de articular unos itinerarios con capacidad de motivación para la ciudadanía y que al mismo tiempo sean factibles de realización en una jornada. En anteriores ediciones de las Jornadas Europeas de Patrimonio se han incluido algunos de los castillos que integran la extensa nómina provincial de Córdoba. Ahora se analizan otros diecisiete casos, evitando repeticiones a los puntos ya ofrecidos con anterioridad, y se diseña su exposición según los siguientes itinerarios: Texto y fotos: Luis Alberto López Palomo (Coordinador del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes). Planos: Inmaculada Liévana Amate ITINERARIOS POR LOS CASTILLOS DE CÓRDOBA VALLE DEL GUADALQUIVIR. NORTE DE CÓRDOBA. CAMPIÑA. SUBBETICA El Carpio-Córdoba-Almodóvar del Río ITINERARIO POR CASTILLOS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR 1. La Torre de Garci Méndez de El Carpio. 2. Alcázar de los Reyes Cristianos. 3. Torre de la Calahorra. 4. Torre de la Malmuerta. 5. Castillo de Almodóvar del Río. 1.- LA TORRE DE LOS GARCI MÉNDEZ DE EL CARPIO A 30 Km. de la capital, Guadalquivir arriba, la villa de El Carpio se destaca en el paisaje por el punto de referencia que supone la torre medieval que lleva el nombre de su fundador. Y lo que se puede ver en la actualidad es el resultado de edificaciones, reedificaciones y ruinas que, al final, han dejado el único testimonio emergente de esta torre que, en realidad, es la del Homenaje de un castillo arrasado. De estilo mudéjar, fue edificada en 1325 por encargo de Garci Méndez a un alarife musulmán de nombre Mahomad, según consta en una inscripción que se conserva en el palacio de las Dueñas de Sevilla. Tiene planta rectangular con cerca de 25 m. de altura, formada por una fábrica de sillares con esquinas de ladrillo y tapial de argamasa, con un matacán volado sobre ménsulas en la parte alta, en mal estado de conservación y una terraza como remate superior. El interior se divide en dos cuerpos de los que uno contiene la escalera y otro está subdividido verticalmente en tres cámaras con restos de decoración gótica. Actualmente es de titularidad municipal. La Torre de Garci Méndez, inserta en el tejido urbano de El Carpio, pre- senta pocas posibilidades paisajísticas ALCÁZAR DE LOS REYES CRISTIANOS En la zona meridional del casco histórico de Córdoba, cerrado por el Guadalquivir, el «Llano del Hassa» es uno de los espacios urbanos que históricamente han revestido mayor protagonismo en la vida política de la ciudad. En este sector se ubica el Alcázar de los Reyes Cristianos cuya fisonomía actual es el resultado de una evolución con superposiciones y refacciones a lo largo de la Historia. Un reciente programa de investigación y restauración ha puesto de manifiesto la presencia de fases de edificación previas a la fundación definitiva en tiempos del rey de Castilla Alfonso XI, en 1328. Bajo el plano del edificio actual se han localizado estructuras arquitectónicas de interés, la más antigua de las cuales corresponde a un tramo del lienzo de la muralla romana que cerraba por el sur el plano de la antigua Colonia Patricia. Por otra parte, la presencia de elementos arquitectónicos visigodos reaprovechados en la propia fábrica del Alcázar Alcazar de los Reyes Cristianos (Torre de los leones) testimonian la ocupación de aquel espacio durante esta etapa y constituyen un referente más de la constante reutilización en la ciudad de elementos constructivos de acarreo. Con esta constancia arqueológica y con la tradición historiográfica se configura este espacio como zona nuclear del control político no sólo de la urbe sino de todo Al-andalus al edificarse en su entorno el viejo «Alcázar Califal» que probablemente sigue en uso durante los siglos XI y XII y que, tras la conquista de Fernando III el Santo (1236), se remodela por repartimientos y nuevas obras tanto de la capilla de San Eustaquio como de una probable fortificación de mediados del siglo XIII. Con la fundación de Alfonso XI la mole del Alcázar, cerrando por el sur la vieja medina, se constituye en avanzadilla defensiva de la nueva ciudad cristiana, dominando río y campiña, por donde pudieran venir algaradas militares de los nazaríes de Granada. La estructura arquitectónica que se levanta ahora denota una lógica influencia del gótico castellano y se reduce a un edificio de planta Alcazar de los Reyes Cristianos (La Torre del homenaje) prácticamente cuadrada subdividido interiormente en dos espacios a cielo abierto inscritos entre cuatro alas en cuyas esquinas se ubican otras tantas torres. El ala norte, abierta al llamado «Campo de los Mártires», está flanqueada por las torres del Homenaje y de los Leones en las esquinas este y oeste respectivamente. Ambas coronadas de almenas, la primera es de planta octogonal y la segunda cuadrada, en la que se abre una puerta en arco apuntado que sirve de acceso, a la izquierda al recinto cubierto y a la derecha a la zona ajardinada que se conoce como «Jardines del Alcázar». El ala sur se cierra en sus esquinas con la torre de la Paloma o de la Vela, recientemente reconstruida en el punto oriental, y de la Inquisición, de planta circular, en el occidental. La secuencia histórica del Alcázar, tras su fundación bajomedieval, ha descrito épocas de luces y sombras, desde escenario de bodas reales a cárcel de la Inquisición, prisión militar, etc. hasta llegar a su situación actual, recuperado para la contemplación y disfrute ciudadanos, parcialmente musealizado y utilizado como sede de exposiciones, reuniones y actos sociales por parte de la Corporación Municipal, administradora del edificio. 3.- TORRE DE LA CALAHORRA En la margen izquierda del Guadalquivir, controlando el paso por el llamado «puente romano» de Córdoba, la torre de la Calahorra es el capítulo final de otras fortificaciones en este mismo lugar que, en época islámica, se asentaban en el arrabal de «Xecunda» (actual Campo de la Verdad). La Calahorra se construye durante el reinado de Alfonso XI, al igual que el Alcázar cordobés, por alarifes mudéjares que le dan el sello característico a la obra, y tiene como misión servir de punto defensivo de la ciudad frente a posibles incursiones musulmanas venidas por la Campiña, como ocurrió con motivo de la lucha dinástica entre Pedro I y Enrique II en que los granadinos irrumpen en Córdoba, penetrando en el Alcázar viejo y tomando la torre, según describe la crónica de López de Ayala. Durante la estancia en Córdoba de Enrique II se consolidaron las defensas de esta torre que actualmente se concreta en una barbacana rodeada de un foso, con planta cruciforme y alzado de tres torreones cuadrados, unidos entre sí mediante unos tramos cilíndricos, todo con coronamiento de almenas que cierran un espacio de azotea. El muro es de sillares a soga y tizón, con los escudos de Castilla y León en uno de los costados. Interiormente está dividida en tres plantas, subdivididas en varias dependencias con escalera de cuatro tramos y está ocupada por la exposición audiovisual «Calahorra, puente entre Oriente y Occidente», bajo la responsabilidad de la Fundación Roger Garaudy. La Torre de La Calahorra desda el Sur. Envuelta en leyendas medievales que le otorgarían nombre, la torre de la Malmuerta, abierta hacia la Avda. de Ollerías, es una edificación de principios del siglo XV, sobre una construcción previa musulmana, como testimonio emergente de una muralla que se vislumbra a lo largo de la contigua calle Adarve y que se ha localizado en excavaciones de la plaza de Colón. Es, por tanto, una torre albarrana de esta muralla, con planta ochavada que estaría unida al resto de la cercacristiana de la ciudad mediante un puente alto, en arco semicircular, que marca el plano de macizado interior del edificio. Las bases de los lados están reforzadas con semipirámides, el alzado es de sillares de la piedra calcarenita cordobesa con marcas de canteros y el remate superior de almenas. El acceso a la única dependencia de estas torre se realiza mediante escalera que conduce a una cancela desde donde parte otro tramo que comunica con el espacio interior, cubierto con bóveda de cuatro paños triangulares. De titularidad municipal, el Ayuntamiento ha cedido el uso de esta estancia a la Federación Cordobesa de Ajedrez. 4. TORRE DE LA MALMUERTA. Aspecto ganeral de la Torre de la Malmuerta 5. CASTILLO DE ALMODÓVAR DEL RÍO Cerrando la línea del horizonte por el Oeste desde la capital cordobesa, la mole del castillo de Almodóvar confiere personalidad paisajística a esta porción del Valle del Guadalquivir, asentado sobre un fuerte espigón rocoso en escarpe sobre el río, en su margen derecha. De aspecto inexpugnable, es un referente fundamental en la castellología andaluza, con fuerte poder de evocación. La fisonomía que actualmente se advierte en este castillo es el resultado final de un proceso milenario que culmina en la profunda restauración llevada a cabo en la primera década del siglo XX, encargada por el conde de Torralba al arquitecto Adolfo Fernández Casanova que, al tiempo que recreció Castillo de Almodóvar del Río. sustancialmente los alzados, incorporó elementos neogóticos al gusto de la época. Independientemente de que en los aledaños de esta fortaleza se detecten vestigios arqueológicos que retrotraen la ocupación del lugar a la Prehistoria y de que en sus inmediaciones se asentara la población íbero romana de Cárbula, la realidad estructural de este castillo es una creación cristiana bajomedieval que implicó un replanteamiento constructivo tan fuerte que acabó por enmascarar cualquier otra raíz arquitectónica previa. Pero, aunque estructuralmente lo único que podemos ver es el alzado arquitectónico del Medievo y la restauración contemporánea, el castillo y la población que preside han descrito una fecunda secuencia histórica que, en líneas generales, abarca toda la Edad Media desde la fundación islámica del siglo VIII hasta la cesión a la Orden de Calatrava a comienzos del siglo XVI. Durante este amplio jalón cronológico ha ido evolucionando no sólo la estructura del edificio sino el propio topónimo de la población que Puerta de acceso al interior del Castillo de Almodóvar del Río preside, desde la forma Al-Mudawwar hasta el Almodóvar actual. La incorporación a la Corona de Castilla se produjo en 1240, dentro de las campañas de Fernando III por el Valle del Guadalquivir, y desde entonces se acrecienta el protagonismo de esta fortaleza, que no pudo ser expugnada por los benimerines de Ibn Yusuf en 1275, después de haber asolado otras poblaciones, y que en el siglo XIV fue residencia de Pedro I y Enrique II. Las ampliaciones bajomedievales sobre la planta musulmana imposibilitaron la determinación de la primitiva fortificación cuya superficie actual es de 5627 m2. Su planta, poligonal, se adapta a la topografía del cerro y se organiza en torno a una plaza de armas cerrada por un perímetro de muralla y ocho torres de planta cuadrangular, excepto la «Torre Redonda», macizadas hasta la altura del patio y que reciben los nombres de «Torre Pequeña», «Torreón del Moro», «Torre Cuadrada», «Torre de la Escuela», «Torre de la Escucha» y «Torre de las Campanas», destacando entre todas la del Homenaje, de 26 m. de altura, separada del perímetro, con el que se comunica a través de un pasillo elevado y, sobre su puerta de entrada, el escudo con las armas de Castilla y de León flanqueado con una bordura mudéjar. La fuerte restauración contemporánea dotó al castillo de un coronamiento de almenas y de garitones en las esquinas de las torres que contribuyen a dotar de un aspecto de ascensionalidad al conjunto. A través de una amplia puerta con arco de herradura apuntado se accede mediante un camino en rampa al núcleo central del castillo, la plaza de armas, dividida en dos planos, y desde la que se contempla todo el conjunto interior del edificio. I El Vacar, Belmez, Belalcázar, Mandroñiz. II El Vacar, Belmez, Santa Eufemia. ITINERARIOS POR CASTILLOS DEL NORTE DE CÓRDOBA 6 Castillo de El Vacar. 7 Castillo de Belmez. 8 Castillo de Belalcázar. 9 Castillo de Madriñiz. 10 Castillo de Santa Eufemia. Con un amplio dominio visual desde el Sur, el castillo de El Vacar se asienta sobre una colina de 600 m. de cota, separado 28 Km. de la capital por la carretera de Badajoz. No existe acuerdo en cuanto a la fecha de su edificación ya que, por una parte, se considera fundación califal de época de Al-Hakan II, o algo antes, mientras que en otros lugares se le incluye entre las revueltas de Ibn Hafsun, de los últimos momentos del Emirato. El castillo y su entorno fueron escenario de encuentros y desencuentros entre cristianos y musulmanes a finales del Califato y en el siglo XII, durante el dominio almorávide, lo que determina la aparición de su nombre bajo la forma de Dar-al-Bacar o Acaba-al-Bacar y fue zona de tránsito para los ejércitos castellano-leoneses que se dirigieron en 1236 a la conquista de Córdoba, a partir de cuando se incluye en la política de donaciones reales al Consejo de la ciudad, junto con otras poblaciones de sierra y campiña. Adaptándose a la topografía de la colina, su estructura sigue aproximadamente una traza cuadrada, cerrada por lienzos de muro más altos por el exterior que por el interior, con una diferencia de dos metros 6. CASTILLO DE EL VACAR. Castillo de El Vacar entre un espacio y otro, por no haberse realizado el allanamiento del terreno, previo a la edificación. La masa de los muros es de tierra autóctona con arena y grava, en la que se detectan restos de cerámica, probablemente procedente de la misma tierra, configurando un tapial en tongadas de 80 cm. separadas por mechinales, caracteres comunes en las edificaciones militares de Al-Andalus, y que en este caso parece se completaría con un enlucido exterior de mortero en el que se simularía una estructura de sillares. Con la misma técnica constructiva se levantaron ocho torreones macizos que sobresalen de la línea exterior y se sitúan en las cuatro esquinas y en las zonas medias de cada uno de los cuatro paramentos. Sin ningún remate de almenas, ni torre del Homenaje, ni espacios apreciables para almacenamiento de víveres o aljibes para agua, este castillo tiene unos caracteres militares evidentes, como avanzada defensiva de Córdoba, que se acentúan por la presencia de aspilleras abiertas en los muros. El acceso al edificio se realiza a través de una única puerta en el límite sur del muro occidental, con una anchura algo inferior a 2 m. y que, en el estado actual, carece de cualquier forma de cierre por la parte superior, siendo solamente una perforación efectuada en la fábrica del conjunto. En alguna zona del paramento interior se aprecian restos de lo que probablemente fuera la rampa de acceso a un adarve que estaría integrado por elementos de madera y del que no se ha conservado nada. Carácter también general a otros edificios militares de la época emiral-califal. Abriendo el Valle del Alto Guadiato, en la ladera meridional de Sierra Morena, la villa de Belmez se corona con el espigón de su castillo, como prolongación arquitectónica de la propia roca natural, a una cota próxima a los 600 m, configurando un punto estratégico del control de la antigua vía de Córdoba a Toledo por el Valle de los Pedroches. Las raíces islámicas de este castillo han quedado, como en tantos otros casos, diluidas en las refacciones cristianas posteriores a la conquista de Andalucía Occidental que se inauguran precisamente con la conquista de Belmez en 1235 por las tropas de Fernando III, aunque la primera alusión histórica a este lugar es de diez años después en que aparecemencionado como consecuencia de una carta de donación de Priego a la Orden de Calatrava a cambio de otras fortalezas entre las que aparece el castillo quod dicitur Belmez. Desde entonces queda incorporado a la Corona de Castilla, aunque a principios del siglo XIV se dejan sentir allí algunas algaradas de los nazaríes que incluso llegan a ocupar villa y castillo por escaso 7. CASTILLO DE BELMEZ. Castillo de Belmez espacio de tiempo en represalia por otras correrías cristianas en la Vega de Granada, en tiempos de Alfonso XI. Alejada la amenaza musulmana, Belmez es repoblado y se integra en el dominio de Córdoba hasta su donación al Gran Maestre de la Orden de Calatrava, don Pedro Téllez Girón, en la segunda mitad del siglo XV, reinando en Castilla Enrique IV, aunque poco después es vuelto a canjear por otras poblaciones hasta que, a finales del siglo XVIII, las propiedades de la Orden de Calatrava en Belmez eran tan sólo unos escasos terrenos en las laderas del castillo. A principios del siglo XIX, con motivo de la ocupación napoleónica, las tropas francesas se parapetan allí, convierten el lugar en plaza fuerte y lo someten a una restauración que, después de la ocupación, fue desmontada por los vecinos de la villa para conjurar el peligro de nuevas invasiones. A finales de siglo, como consecuencia de la explotación de fosfatos en el interior de sus murallas, el castillo llegó a estar en un estado ruinoso que en parte se repara con una restauración en la década de los sesenta del presente siglo, hasta configurarlo en el aspecto que presenta actualmente. Rodeado de fuertes escarpes, sobre todo por el ángulo noroeste, un recinto aproximadamente rectangular que se adapta a las curvas de nivel, con seis torres curvas, inscribe un patio de armas en cuyo interior un gran aljibe reconstruido por los franceses y la torre del Homenaje que preside el conjunto y es el principal referente visual en el horizonte. En el corazón granítico del batolito de los Pedroches, la villa de Belalcázar introduce por la antropología y los rasgos geográficos retazos de la Mancha y Extremadura en la Andalucía del Guadalquivir, en lo que antaño fuera nudo de comunicaciones entre la Meseta y Sevilla y secular camino de trashumancias ganaderas. Y en las inmediaciones septentrionales de la población, a orillas del arroyo de Caganchas, sobre una pequeña loma, se levanta uno de los símbolos más representativos de la castellología cordobesa que, lamentablemente, comparte con el resto de los castillos provinciales el mismo aspecto de deterioro y de abandono generalizado. 8. CASTILLO DE BELALCÁZAR. El castillo de Balalcázar y los restos de la fortaleza periférica Y, como en la mayoría de los casos, la misma tradición histórica fosilizada, más que la constancia arqueológica, alude a la presencia de horizontes romanos e ibéricos en sus laderas. Más probables parecen los antecedentes musulmanes de castillo y villa que en época medieval islámica se llamaría Gafiq, cabeza de la cora de Fahs al- Ballut, que correspondía en líneas generales al actual «Valle de los Pedroches», aunque nada queda del primitivo castillo musulmán que probablemente repetiría modelos califales como en el Vacar. El topónimo árabe se castellaniza en el de Gahete que tras la conquista del Valle del Guadalquivir pasa al control de Córdoba hasta que en 1445, por decisión de Juan II, se configura el Mayorazgo de Gahete en la persona de don Alonso de Sotomayor. Y fueron los Sotomayor los que levantaron este castillo y fijaron su escudo en la torre del homenaje y en los garitones de sus torres. Tanto Belalcázar, como los Sotomayor, protagonizan hechos de armas, desde la Guerra de Granada a la de la Independencia en que, una vez más, este castillo sirve de alojamiento a las tropas francesas, configurando una tradición de historias y leyendas. Torre del Homenaje de Balalcázar A mediados del sigo XVI, don Francisco de Zúñiga, VI Conde de Sotomayor, ordena la construcción del palacio renacentista que justificó la denominación de “Bello Alcázar», origen del nombre actual del pueblo. El edificio presenta una impresionante visión exterior, única perspectiva desde la que se puede observar al estar cerrada con obra su única entrada, situada en el testero septentrional, rematada con arco de medio punto recercado de alfiz. La planta, aproximadamente cuadrangular, está rodeada por los restos de una primitiva línea de fortificación que se acomoda al cauce del arroyo, con restos de algunas torres albarranas y de un foso. Una pura sinfonía de granito autóctono conforma la fábrica de este castillo cuyos muros de cierre inscriben una superficie de 3500 m2. y están jalonados por ocho torres, cuatro en las esquinas y otras cuatro en los puntos intermedios de cada lado. Las torres, también de planta cuadrada, tienen dimensiones aproximadas, de algo más de siete metros de lado por 22 de altura, mientras que la del Homenaje se destaca de todas, tanto por sus proporciones (17 m. de lado de la base y 45 m. de altura) como por su propia belleza, que ha sido el determinante de la denominación del conjunto. Hasta los dos tercios inferiores de su alzado se mantiene la planta cuadrada y, a medida que asciende, toma una estructura curva, resolviéndose el tránsito de la planta poligonal a la curva mediante cuatro semipirámides adosadas. Solución idéntica a la de la torre del Clavero de Salamanca y la de San Nicolás de la Villa de Córdoba, y que delata una influencia castellano-leonesa. La ocupación por las tropas napoleónicas y la posterior actuación de los vecinos de Belalcázar desposeyeron al castillo de la mayor parte de sus elementos decorativos, pese a lo cual aún sigue siendo un espléndido ejemplo de arquitectura palaciego- militar que justifica la visita al lugar. En el extremo norte de la provincia de Córdoba, prácticamente en la confluencia de Andalucía con Extremadura y Castilla-La Mancha y a escasa distancia de Belalcázar por el Noreste, el castillo de Madroñiz se levanta sobre una colina en pleno Valle del Zújar. Formó parte de una cadena de fortificaciones que en época del Califato defendían las comunicaciones entre Córdoba y Toledo a través del Valle de los Pedroches. Castillos hoy desaparecidos como el de La Nava, Vioque, Almogávar y otros, del que Madroñiz constituye el único referente que pervive. De probable topónimo árabe, este castillo se integró, como el resto de los del Valle del Guadalquivir, en 9. CASTILLO DE MADROÑIZ. Castillo de Madroñiz, en el extremo septentrional de Andalucía la Corona Castellano-leonesa siendo su primer poseedor cristiano un hijo de Fernando III. Tras otras donaciones, a principios del siglo XIV fue comprado por el Señor de Espejo, Pay Arias de Castro hasta que se integra en la Casa de Aguilar que, mediante privilegios y exenciones de impuestos concedidos por Juan I y Enrique II, intenta revitalizar la demografía de la zona, muy mermada tras la conquista cristiana. Por último, los Fernández de Córdoba, señores de Aguilar, permutan tierras y castillo de Madroñiz con el Señor de Santa Eufemia, en 1461. A principios del siglo XX aún pertenecía a la demarcación de Cabeza de Buey, hasta que, mediante convenio con ese ayuntamiento de sus propietarios, los marqueses de la Guardia, se integran todas las tierras a ambas orillas del río Zújar en la provincia de Córdoba. Fue restaurado en los años setenta, presentando en la actualidad un magnífico estado de conservación, interior y exteriormente, dotado incluso de mobiliario que hace habitable este castillo que tiene planta aproximadamente trapezoidal Detalle del interior del Castillo de Madroñiz alargada, en sentido Este-Oeste, rematado su costado occidental con dos torres circulares entre las que se sitúa un lienzo de muro en el que se abre la puerta que da acceso a un patio de armas. La mayor de estas torres, en la esquina noroeste, se prolonga mediante un adarve que corre por toda la cara norte y, al fondo, en el extremo oriental,la torre del Homenaje, de planta rectangular y raíz islámica, se destaca en el conjunto delatando restauraciones cristianas de fines de la Edad Media. Y, como único elemento decorativo, el escudo de los señores de Santa Eufemia y algunos detalles de ataurique. En la actualidad es propiedad de la SAT Mangadas del Zújar que da toda clase de facilidades para su uso. A un paso de la provincia de Ciudad Real y en las inmediaciones por el noroeste de la localidad de Santa Eufemia se levantan los reductos de este castillo, en una cota próxima a los 900 m. en plena Sierra Morena, en el paraje de Miramontes, Lindero con Madroñiz, lo que ha planteado cuestiones de delimitación entre ambos. La posición estratégica de este lugar le ha configurado desde la Antigüedad en zona de control del tráfico de mercurio procedente de la vecina Sisapo (Almadén). Probablemente la fortaleza actual tenga una base de asentamiento musulmán, como vigía del camino hacia Toledo, al igual que otros castillos de la zona, pero la primera referencia aparece a mediados del siglo XII en que se encuentra ya castellanizado y con el topónimo de Santa Eufemia, en relación con una campaña de Alfonso VII, aunque la definitiva incorporación a la Corona de Castilla se produce con motivo de las campañas 10. CASTILLO DE SANTA EUFEMIA. Restos desmembrados del castillo de Santa Eufemia de Fernando III que hace donación del castillo a la ciudad de Córdoba en 1243. A finales del siglo XIII, por orden de Sancho IV, pasa a poder de Fernán Díaz Carrillo, como señal de gratitud por haber despejado de malhechores aquellos caminos, con la condición de repararlo, cesión que es ratificada por Fernando IV, conformándose así el mayorazgo de Santa Eufemia que pasará a finales de siglo XIV, por privilegio de Enrique III, a titularidad de Pedro Carrillo y su esposa quienes podrían transmitirlo a sus herederas. En el siglo XVI, por orden de Fernando el Católico como castigo a Gonzalo Mexia Carrillo, uno de los descendientes de Fernán Díaz Carrillo, es demolida la fortaleza de Santa Eufemia. Un detalle del paramento exterior del castillo de Santa Eufemia La historia de este señorío está llena de conflictos por las usurpaciones de tierras y castillos cercanos y por la actitud opresiva hacia los vasallos, lo que obligó reiterativamente a los reyes a hacer confirmaciones de la propiedad de las tierras. Los conflictos con los pueblos que constituían el señorío (Santa Eufemia, El Viso, El Guijo y Dos Torres) se han venido sucediendo y resolviendo a favor de los señores hasta principios del siglo XX por la propiedad de la Dehesa Llana. Los restos del castillo de Santa Eufemia, o de «Miramontes» son una auténtica atalaya que hacen honor a su nombre por el dominio visual que tiene hacia los valles de Pedroches y Alcudia, otero desde el que se abarcan las provincias de Córdoba, al Sur, Badajoz, al Noroeste y Ciudad Real al Este. La planta de esta desvencijada fortaleza sigue una línea poligonal, con una lado mayor hacia el Este y un primitivo acceso por el Noreste, inscribiendo un espacioso patio de armas. Entre la mampostería de la fábrica se vislumbran algunos restos del primitivo tapial musulmán y de la residencia cristiana y un aljibe. Y, pese a su estado ruinoso, se intuye la gloria de su pasada grandeza en las torres que se agarran a la epidermis rocosa hasta confundirse con ella y en la propia extensión de su perímetro que en algunos tramos se adosa al escarpe sin apenas espacio para el tránsito exterior, lo que hace peligrosa la deambulación e incluso el acceso, que ha de ser necesariamente a pie para poder encaramarse en el nido de águilas de Santa Eufemia. I Torres Cabrera, Espejo, Torreparedones. IITorres Cabrera, Espejo, Montemayor. ITINERARIOS POR LOS CASTILLOS DE LA CAMPIÑA DE CÓRDOBA 11 Castillo de Torres Cabrera. 12 Castillo de ESpejo. 13 Castillo de Torreparedones. 14 Castillo de Montemayor. A 13 kilómetros de la capital por la carretera de Granada, en plena campiña del Guadajoz, se alzan los restos de este castillo cuya historia se inicia a finales del siglo XIII como punto de defensa frente a las incursiones de los moros de Granada, por fundación de Pay Arias de Cabrera. Este castillo, que en sus orígenes se llamó «Torre de Arias Cabrera», y cuya fisonomía ennoblece no sólo el cortijo en que se asienta sino toda la campiña circundante, ha sufrido recientemente fuertes mutilaciones en su estructura. El hijo del fundador, Pedro Ponce de Cabrera, creará el señorío y, mediante casamiento, se vinculará a la Casa de Aguilar. Don Fernando Díaz de Cabrera, VI Señor de la Torre de Arias Cabrera, constituirá el Mayorazgo gracias a las mercedes que recibió de Enrique III y, a partir de entonces, la torre comenzó a llamarse «Castillo de Torres Cabrera». 11. CASTILLO DE TORRES CABRERA. Visión general del castillo de Torres Cabrera. En paralelo con la consideración de castillo que se hace en la Historiografía está la ampliación de su planta y una reconversión que cambia su aspecto de torreón militar en pequeño palacio anclado en medio de la Campiña y como hacienda de explotación agrícola. Aunque la gran reconversión hacia los usos agrícolas y el embellecimiento de los espacios señoriales se efectuó a finales del siglo XIX en que se construyó una almazara, recientemente afectada por agresiones a la estructura del edificio. Estructura que se concreta fundamentalmente en la primitiva torre, de planta cuadrada y coronamiento almenado, que es la que se destaca netamente en el paisaje, y alzado de sillares de piedra y verdugadas de ladrillo. A la torre, que se subdivide interiormente en dos plantas con bóvedas de ladrillo más un sótano, se le adosa el resto de la hacienda que hasta hace poco estuvo cerrada con muros de mampuesto, en la que se distribuían los espacios señoriales y los de explotación agraria en los que se destaca la torre del molino aceitero, de caracteres similares al primitivo torreón aunque de funcionalidad evidentemente distinta. Molino, que por esta característica se incluye entre los denominados «de torre» y que ha constituido uno de los escasos ejemplos que permanecían hasta fechas relativamente recientes de este tipo de instalaciones agro-industriales, en una zona fundamentalmente oleícola. Sobre la cota 418 m., en plena campiña del Guadajoz, la villa de Espejo hace honor a su nombre por la visualización multidireccional de su blanco caserío al que se superpone el coronamiento de su castillo. En Espejo se cumple una vez más la constante presencia de una fortaleza medieval, musulmana o cristiana, asentada sobre una población que en algunos casos hunde sus raíces en el tramo final de la Prehistoria. En este caso, el asentamiento preexistente tuvo nombre histórico, de estirpe ibérica y evolución romana. Fue la población de Ucubi, que aparece mencionada en la 12. CASTILLO DE ESPEJO. Aspecto exterior del castillo de Espejo Historia Natural de Plinio, como colonia inmune, y en el Bellum Hispaniense, como ciudad aliada en el bando de César en su contienda civil con los pompeyanos, razón por la que posteriormente fue premiada por la política cesariana, recibiendo el calificativo latino de Claritas Iulia. Aunque los arranques islámicos de este castillo han quedado totalmente ocultos o desplazados por la obra del castillo, pueden advertirse restos de la fortaleza califal a la entrada de la villa y en la toponimia árabe de Alcalat que recibió esta población con anterioridad a su nombre actual que procede de principios del siglo XIV, por decisión de Fernando IV, que le otorga el nombre latino de Specula, en razón a su posición estratégica y a su dominio visual sobre la Campiña. La existencia del castillo actual es resultado de la iniciativa de Pay Arias de Castro, personaje casi mítico, que recibió aquellas tierras por donación Fernando III tras la conquista de Córdoba. Y el objetivo inicial de esta fortaleza fue el control estratégico de la vía del Guadajoz y la defensa de esta zona de la Campiña,muy vulnerable frente a las agresiones de nazaríes a lo largo de toda la Baja Edad Media. De manera que, lo que en la Antigüedad fue población importante, integrada en el Conventus Detalle de uno de los costados del castillo de Espejo Iuridicus Astigitanus como ciudad libre, en la Edad Media se había desertizado, por lo que la fundación posterior a la conquista cristiana del Valle del Guadalquivir va a actuar como motor de repoblación y de refundación de nuevas poblaciones, como es el caso de Espejo. La eficacia de Arias de Castro consiguió para la incipiente población privilegios reales y bulas pontificias como estímulo a su labor repobladora y como política de consolidación de un señorío que se va a conformar como símbolo del poder feudal en esta parte del Valle del Guadalquivir. El Mayorazgo fundado por Pay Arias va a continuar en sus herederos inmediatos hasta que es vendido por el último propietario, el Alcaide de los Donceles, que lo había recibido de la descendiente directa del fundador. Actualmente el castillo de Espejo es propiedad de la Duquesa de Osuna quien tiene fijada allí su residencia estacional, por lo que es uno de los escasos ejemplos de la castellología provincial que continúa en uso y que, precisamente por dicho uso, tiene garantizada su conservación. Con un marcado aspecto de fortaleza, con obra de cantería y sillar, el castillo se concreta en un recinto de planta cuadrada, con torres en las cuatro esquinas y coronamiento de almenas, cerrando un patio de armas. Y, presidiendo todo, la torre del Homenaje que se destaca en el plano general del edificio y se remata por arriba en un matacán corrido a lo largo de los cuatro lados. La perspectiva más espectacular del conjunto se divisa desde su lado suroeste, donde se sitúa la puerta de entrada. Aunque muy próximo a la demarcación de Baena, el castillo de Torreparedones pertenece al término municipal de Castro del Río, siendo otra de las fortificaciones que tuvieron como misión el control del Valle del Guadajoz. Con un difícil acceso al tráfico rodado, se asienta sobre unas colinas de amplia interrelación visual en toda la Campiña, que recibieron el nombre de «Cerro de las Vírgenes», topónimo consecuente a los hallazgos de estatuaria ibérica que allí se produjeron y que hoy, en parte, se conservan en el Museo Arqueológico de Córdoba. Un reciente proyecto de investigación ha puesto de manifiesto, lo que sólo era una intuición por el contexto superficial, la presencia de un asentamiento humano desde la Edad del Bronce a época ibérica, con la excavación de parte de una muralla y un santuario en el que se han recuperado un gran número de exvotos en piedra que se dispersan entre el Museo Provincial, el Municipal de Cañete de las Torres y colecciones privadas. 13. CASTILLO DE TORREPAREDONES. Aspecto exterior del castillo de Espejo Castro el Viejo, como también se llamaba a este lugar, fue donado por Fernando III al adelantado de Córdoba Pedro Ruiz de Castro y, tras una serie de otras donaciones y permutas entre las que figura el señor de Espejo Pay Arias de Castro, se configura definitivamente a finales de la Edad Media como propiedad del municipio de Córdoba. La fortaleza tiene fábrica de sillarejo y consta de un recinto exterior, con dos gruesas torres cuadradas en las esquinas, que rodea por el sur al castillo propiamente dicho, de planta ligeramente rectangular con una torre en cada esquina, siendo la del lado suroeste de ángulos redondeados. Y, entre estas torres, lienzos de muro con adarves que se conservan en los lados este y oeste. Todo este perímetro envuelve un patio de armas, de unos cuarenta metros de lado, y en su interior un aljibe cubierto con bóveda. Aunque parece que la raíz de este castillo es muy antigua, romana o musulmana, su alzado actual es resultado de una edificación del siglo XIV, cuando Martín Alonso dispuso la demolición del castillo de Dos Hermanas para utilizar sus materiales en esta nueva obra. El castillo de Montemayor, y toda la colina en que se asienta, es una evidencia de superposición de culturas que tiene jalones en la Prehistoria reciente, con presencia del vaso campaniforme, y en el mundo ibérico en que se configura la urbe de Ulia, origen del pueblo actual, que en época romana fue una de las mansiones en la vía que ponía en comunicación Corduba con Antikaria. La demolición del castillo de Dos Hermanas y el acarreo de sus materiales a Montemayor 14. CASTILLO DE MONTEMAYOR. Castillo de Montemayor determinó prácticamente el cubrimiento de las estructuras arquitectónicas musulmanas que existían en lo que era un cazadero y, lo que hoy puede verse, es la obra cristiana de la época de la reedificación, más los retoques posteriores. Tras la remodelación, este castillo fue testigo de algunos acontecimientos importantes, entre los que destacan la agresión de Pedro I y del rey Muhammad de Granada, con motivo de la guerra dinástica entre don Pedro y don Enrique de Trastámara. Posteriormente, la casa de los Fernández de Córdoba, señores de Montemayor, participan en algunos hechos de armas en la frontera granadina, aunque el máximo protagonismo de este castillo será con motivo de la Guerra de la Independencia en que se acogen a sus muros las tropas del Mariscal Soult. Es un edificio al que se le adosan tres torres, dos en las esquinas y una en el centro de uno de los lados, lo que da como resultado una planta con tendencia al triángulo en cuyo espacio central se sitúa el patio de armas, rodeado con pórticos desde los que se distribuyen los accesos a las demás dependencias y fundamentalmente a las torres. Torre del homenaje del castillo de Montemayor Está coronado de almenas en todo su perímetro, con excepción de la llamada «Torre Mocha», cuyo bautismo popular se debe precisamente a esta ausencia, y tiene paso de ronda en los muros perimetrales. La fábrica es de sillarejo en las partes bajas y alternancia de piedra y ladrillo en las altas, con sillares bien labrados en las esquinas y cerramiento de gran espesor aunque no de grueso uniforme, siendo más ancho en las torres y en el muro del lado oriental donde se ha rebajado para la colocación de una escalera. Exteriormente lo más llamativo es la torre del Homenaje, de 20 m. de altura, destacada en la silueta general del edificio que resalta en el paisaje por el contraste entre la piedra y la abundante vegetación que la envuelve. Y por el interior, una serie de patios, que se van alternando con los espacios cerrados, entre los que el de «armas» está rodeado de pórtico sobre pilares en tres lados y columnas en el cuarto. Es propiedad de los Duques de Frías que tienen fijada allí su residencia. Carcabuey, Priego de Córdoba, Rute El Viejo ITINERARIO POR LOS CASTILLOS DE LA SUBBÉTICA 16 Castillo de Carcabuey 17 Castillo de Priego de Córdoba. 18 Castillo de Rute El Viejo. En la colina donde se asienta el castillo de Carcabuey, a 640 m. de cota, se han localizado vestigios de la Edad del Bronce y de época tartésica. Los primeros se concretan en una espada que se conserva en el Museo Británico y los segundos en materiales cerámicos, actualmente en el Museo de Priego. Castillo que también se acompaña de leyendas medievales, en época islámica fue objeto de las incursiones de Ibn Hafsun, a finales del Emirato, siendo dominado y demolido por el emir Abd-Allah en el 892. Conquistada la plaza por Fernando III, fue reedificado según modelos de otras fortificaciones como las de Fuengirola o Iznájar. Desde mediados del siglo XIII perteneció a la Orden de Calatrava hasta que en 1333 fue conquistado por 15. CASTILLO DE CARCABUEY. Uno de los escasos lienzos de muro con torreones adosados, que pueden advertirse en perspectiva horizontal del Castillo de Carcabuey Muhammad IV de Granada y reconquistado y modificado poco después por Alfonso XI, integrándose, tras múltiples donaciones, en el señorío de Aguilar. De aspecto roquero, la situación actual de este castillo es de gran ruina aunque se conserva un recinto desillarejo y tapial de planta triangular y adaptado a la topografía de la colina, flanqueado por cinco torres, tres curvas y dos rectangulares, con un gran patio de armas en el interior. El acceso al recinto, que da al sector oriental, se hace por un camino empinado en el que se encuentra un gran aljibe romano, excavado en la roca, y en el patio la ermita de la Virgen del Castillo y una serie de restos de estructuras de planta cuadrada. La subida por esta rampa se compensa por el bello panorama que se divisa en todas direcciones. Puerta de acceso al recinto medieval de Carcabuey En época del Califato perteneció a la cora o provincia musulmana de Elvira y controlaba otras fortificaciones cercanas como Carcabuey, Castillo de Locubín, Iznájar, Alcaudete, etc., siendo objeto de ataques durante la rebelión de Ibn Hafsun. A partir del siglo XIII tuvo fases sucesivas en poder de cristianos y musulmanes. Conquistado por Fernando III en 1226, lo dona a la Orden de Calatrava y se estructura la organización concejil de la ciudad, siendo avanzada cristiana frente al Reino de Granada. En 1327 cae de nuevo en poder de los nazaríes, hasta que es definitivamente incorporado al reino de Castilla en 1341 en tiempos de Alfonso XI que otorga privilegio para la repoblación de la villa que se convierte en señorío en la persona de Gonzalo Fernández de Córdoba por 16. CASTILLO DE PRIEGO. Detalle del castillo de Priego una merced de Enrique II. Los Reyes Católicos crean el Marquesado de Priego para Pedro Fernández de Córdoba, en 1501, y a principios del siglo XVIII se integra en la Casa de Medinaceli. Es un edificio construido con sillares de aparejo irregular en los que se observan marcas de cantero, de planta poligonal, inserto en la trama urbana de la ciudad actual, percibiéndose por el exterior únicamente los dos grandes lienzos de muro que cierran por el Norte y el Oeste un amplio patio de armas en que se levanta la torre del Homenaje o «torre Gorda». En el muro oriental se sitúan tres torres cuadradas, dos en los extremos y una hacia la zona media, y en el lado norte otra torre circular que sobresale en el paramento exterior. En el corazón de la Subbética, tres kilómetros al norte de la localidad, Rute el Viejo evidencia un topónimo frecuente en este tipo de ruinas, próximas a poblaciones actuales. Se trata de una fortificación musulmana que se incorpora a la Corona de Castilla tras las campañas de Fernando III, apareciendo como objeto de repartimiento y repoblación junto a un gran número de castillos de todo el Valle del Guadalquivir. A partir de esta época aparece en las fuentes con la denominación actual. Durante la Baja Edad Media Rute estuvo alternativamente en poder de cristianos y musulmanes que ejercieron presión sobre las poblaciones de la frontera, hasta que en 1434 es definitivamente conquistado por Ramir Sánchez de Barrionuevo que recibe la donación de Rute por parte de Juan II. Las ruinas que permanecen emergentes corresponden a un amplio trecho de muralla con Torreón de la línea defensiva del castillo de Rute El Viejo 17. CASTILLO DE RUTE EL VIEJO. numerosas torres intercaladas, siguiendo las curvas de nivel entre las cotas 1173 y 1326, altitud que dota al lugar de un amplio dominio visual sobre la Campiña y la Subbética. En algunos tramos es la propia topografía la que sirve de protección a esta fortaleza que está más fortificada por su lado suroeste, por donde tiene lugar el acceso a la misma. En un estado prácticamente irrecuperable, las ruinas de Rute el Viejo están envueltas en una vegetación de bosque mediterráneo degradado, con presencia de acebuches que contribuyen a ocultar los escasos restos de estructuras que permanecen en pie. Y, entre ellas, una de las torres que flanqueaban la muralla, inclinada por haber cedido los cimientos. Macizada en todo su volumen, su fábrica es de tapial con refuerzos de sillares en las esquinas. 4: 1: 3: 2: 6: 5: 7:
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