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Castillos de Córdoba: Itinerarios y Dificultades

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La castellología cordobesa presenta un panorama amplio
de puntos de referencia aunque el estado de conservación de la
mayoría de los casos es de franco deterioro. Por otra parte, no
siempre es fácil el acceso a los castillos, tanto por la propia
topografía en que se ubican como por la titularidad privada de
algunos de ellos, precisamente los mejor conservados o
restaurados. De ahí la dificultad de articular unos itinerarios con
capacidad de motivación para la ciudadanía y que al mismo tiempo
sean factibles de realización en una jornada.
En anteriores ediciones de las Jornadas Europeas de
Patrimonio se han incluido algunos de los castillos que integran la
extensa nómina provincial de Córdoba. Ahora se analizan otros
diecisiete casos, evitando repeticiones a los puntos ya ofrecidos
con anterioridad, y se diseña su exposición según los siguientes
itinerarios:
Texto y fotos: Luis Alberto López Palomo
(Coordinador del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes).
Planos: Inmaculada Liévana Amate
ITINERARIOS POR LOS CASTILLOS DE CÓRDOBA
VALLE DEL GUADALQUIVIR.
NORTE DE CÓRDOBA.
CAMPIÑA.
SUBBETICA
El Carpio-Córdoba-Almodóvar del Río
ITINERARIO POR CASTILLOS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR
1. La Torre de Garci Méndez de El Carpio.
2. Alcázar de los Reyes Cristianos.
3. Torre de la Calahorra.
4. Torre de la Malmuerta.
5. Castillo de Almodóvar del Río.
1.- LA TORRE DE LOS GARCI MÉNDEZ DE EL CARPIO
A 30 Km. de la capital, Guadalquivir arriba, la villa de El
Carpio se destaca en el paisaje por el punto de referencia que
supone la torre medieval que lleva el nombre de su fundador. Y lo
que se puede ver en la actualidad es el resultado de edificaciones,
reedificaciones y ruinas que, al final, han dejado el único testimonio
emergente de esta torre que, en realidad, es la del Homenaje de
un castillo arrasado.
De estilo mudéjar, fue edificada en 1325 por encargo de
Garci Méndez a un alarife musulmán de nombre Mahomad, según
consta en una inscripción que se conserva en el palacio de las
Dueñas de Sevilla.
Tiene planta rectangular con cerca de 25 m. de altura,
formada por una fábrica de sillares con esquinas de ladrillo y tapial
de argamasa, con un matacán volado sobre ménsulas en la parte
alta, en mal estado de conservación y una terraza como remate
superior.
El interior se divide en dos cuerpos de los que uno contiene
la escalera y otro está subdividido verticalmente en tres cámaras
con restos de decoración gótica.
Actualmente es de titularidad municipal.
La Torre de Garci Méndez, inserta
en el tejido urbano de El Carpio, pre-
senta pocas posibilidades paisajísticas
ALCÁZAR DE LOS REYES CRISTIANOS
En la zona meridional del casco histórico de Córdoba,
cerrado por el Guadalquivir, el «Llano del Hassa» es uno de los
espacios urbanos que históricamente han revestido mayor
protagonismo en la vida política de la ciudad.
En este sector se ubica el Alcázar de los Reyes Cristianos
cuya fisonomía actual es el resultado de una evolución con
superposiciones y refacciones a lo largo de la Historia.
Un reciente programa de investigación y restauración ha
puesto de manifiesto la presencia de fases de edificación previas a la
fundación definitiva en tiempos del rey de Castilla Alfonso XI, en
1328.
Bajo el plano del edificio actual se
han localizado estructuras arquitectónicas
de interés, la más antigua de las cuales
corresponde a un tramo del lienzo de la
muralla romana que cerraba por el sur el
plano de la antigua Colonia Patricia. Por
otra parte, la presencia de elementos
arquitectónicos visigodos reaprovechados
en la propia fábrica del Alcázar
Alcazar de los Reyes Cristianos
(Torre de los leones)
testimonian la ocupación de aquel espacio durante esta
etapa y constituyen un referente más de la constante
reutilización en la ciudad de elementos constructivos
de acarreo.
Con esta constancia arqueológica y con la
tradición historiográfica se configura este espacio
como zona nuclear del control político no sólo de la
urbe sino de todo Al-andalus al edificarse en su
entorno el viejo «Alcázar Califal» que probablemente
sigue en uso durante los siglos XI y XII y que, tras la
conquista de Fernando III el Santo (1236), se
remodela por repartimientos y nuevas obras tanto de
la capilla de San Eustaquio como de una probable
fortificación de mediados del siglo XIII.
Con la fundación de Alfonso XI la mole del
Alcázar, cerrando por el sur la vieja medina, se
constituye en avanzadilla defensiva de la nueva
ciudad cristiana, dominando río y campiña, por donde
pudieran venir algaradas militares de los nazaríes de
Granada.
La estructura arquitectónica que se levanta
ahora denota una lógica influencia del gótico
castellano y se reduce a un edificio de planta
Alcazar de los Reyes Cristianos (La Torre del homenaje)
prácticamente cuadrada subdividido interiormente en dos espacios a cielo abierto inscritos entre cuatro
alas en cuyas esquinas se ubican otras tantas torres.
El ala norte, abierta al llamado «Campo de los Mártires», está flanqueada por las torres del Homenaje
y de los Leones en las esquinas este y oeste respectivamente. Ambas coronadas de almenas, la primera
es de planta octogonal y la segunda cuadrada, en la que se abre una puerta en arco apuntado que sirve
de acceso, a la izquierda al recinto cubierto y a la derecha a la zona ajardinada que se conoce como
«Jardines del Alcázar».
El ala sur se cierra en sus esquinas con la torre de la Paloma o de la Vela, recientemente reconstruida
en el punto oriental, y de la Inquisición, de planta circular, en el occidental.
La secuencia histórica del Alcázar, tras su fundación bajomedieval, ha descrito épocas de luces y
sombras, desde escenario de bodas reales a cárcel de la Inquisición, prisión militar, etc. hasta llegar a su
situación actual, recuperado para la contemplación y disfrute ciudadanos, parcialmente musealizado y
utilizado como sede de exposiciones, reuniones y actos sociales por parte de la Corporación Municipal,
administradora del edificio.
3.- TORRE DE LA CALAHORRA
En la margen izquierda del Guadalquivir, controlando
el paso por el llamado «puente romano» de Córdoba, la torre
de la Calahorra es el capítulo final de otras fortificaciones en
este mismo lugar que, en época islámica, se asentaban en
el arrabal de «Xecunda» (actual Campo de la Verdad).
La Calahorra se construye durante el reinado de Alfonso
XI, al igual que el Alcázar cordobés, por alarifes mudéjares
que le dan el sello característico a la obra, y tiene como misión
servir de punto defensivo de la ciudad frente a posibles
incursiones musulmanas venidas por la Campiña, como ocurrió
con motivo de la lucha dinástica entre Pedro I y Enrique II en
que los granadinos irrumpen en Córdoba, penetrando en el
Alcázar viejo y tomando la torre, según describe la crónica de
López de Ayala.
Durante la estancia en Córdoba de Enrique II se consolidaron las defensas de esta torre que actualmente
se concreta en una barbacana rodeada de un foso, con planta cruciforme y alzado de tres torreones cuadrados,
unidos entre sí mediante unos tramos cilíndricos, todo con coronamiento de almenas que cierran un espacio
de azotea. El muro es de sillares a soga y tizón, con los escudos de Castilla y León en uno de los costados.
Interiormente está dividida en tres plantas, subdivididas en varias dependencias con escalera de
cuatro tramos y está ocupada por la exposición audiovisual «Calahorra, puente entre Oriente y Occidente»,
bajo la responsabilidad de la Fundación Roger Garaudy.
La Torre de La Calahorra desda el Sur.
Envuelta en leyendas medievales que le otorgarían
nombre, la torre de la Malmuerta, abierta hacia la Avda. de Ollerías,
es una edificación de principios del siglo XV, sobre una
construcción previa musulmana, como testimonio emergente de
una muralla que se vislumbra a lo largo de la contigua calle Adarve
y que se ha localizado en excavaciones de la plaza de Colón.
Es, por tanto, una torre albarrana de esta muralla, con
planta ochavada que estaría unida al resto de la cercacristiana
de la ciudad mediante un puente alto, en arco semicircular, que
marca el plano de macizado interior del edificio.
Las bases de los lados están reforzadas con semipirámides,
el alzado es de sillares de la piedra calcarenita cordobesa con marcas
de canteros y el remate superior de almenas.
El acceso a la única dependencia de estas torre se realiza
mediante escalera que conduce a una cancela desde donde parte
otro tramo que comunica con el espacio interior, cubierto con
bóveda de cuatro paños triangulares. De titularidad municipal, el
Ayuntamiento ha cedido el uso de esta estancia a la Federación
Cordobesa de Ajedrez.
4. TORRE DE LA MALMUERTA.
Aspecto ganeral de la Torre de la
Malmuerta
5. CASTILLO DE ALMODÓVAR DEL RÍO
 Cerrando la línea del horizonte
por el Oeste desde la capital cordobesa,
la mole del castillo de Almodóvar
confiere personalidad paisajística a esta
porción del Valle del Guadalquivir,
asentado sobre un fuerte espigón
rocoso en escarpe sobre el río, en su
margen derecha. De aspecto
inexpugnable, es un referente
fundamental en la castellología
andaluza, con fuerte poder de
evocación.
La fisonomía que actualmente
se advierte en este castillo es el
resultado final de un proceso milenario
que culmina en la profunda
restauración llevada a cabo en la
primera década del siglo XX,
encargada por el conde de Torralba al
arquitecto Adolfo Fernández
Casanova que, al tiempo que recreció
Castillo de Almodóvar del Río.
sustancialmente los alzados, incorporó elementos
neogóticos al gusto de la época.
Independientemente de que en los
aledaños de esta fortaleza se detecten vestigios
arqueológicos que retrotraen la ocupación del lugar
a la Prehistoria y de que en sus inmediaciones se
asentara la población íbero romana de Cárbula,
 la realidad estructural de este castillo es
una creación cristiana bajomedieval que implicó
un replanteamiento constructivo tan fuerte que
acabó por enmascarar cualquier otra raíz
arquitectónica previa.
Pero, aunque estructuralmente lo único que
podemos ver es el alzado arquitectónico del
Medievo y la restauración contemporánea, el
castillo y la población que preside han descrito una
fecunda secuencia histórica que, en líneas
generales, abarca toda la Edad Media desde la
fundación islámica del siglo VIII hasta la cesión a
la Orden de Calatrava a comienzos del siglo XVI.
Durante este amplio jalón cronológico ha
ido evolucionando no sólo la estructura del edificio
sino el propio topónimo de la población que
Puerta de acceso al interior del Castillo de
Almodóvar del Río
preside, desde la forma Al-Mudawwar hasta el
Almodóvar actual.
La incorporación a la Corona de Castilla
se produjo en 1240, dentro de las campañas de
Fernando III por el Valle del Guadalquivir, y desde
entonces se acrecienta el protagonismo de esta
fortaleza, que no pudo ser expugnada por los
benimerines de Ibn Yusuf en 1275, después de
haber asolado otras poblaciones, y que en el siglo
XIV fue residencia de Pedro I y Enrique II.
Las ampliaciones bajomedievales sobre la
planta musulmana imposibilitaron la determinación
de la primitiva fortificación cuya superficie actual
es de 5627 m2.
Su planta, poligonal, se adapta a la
topografía del cerro y se organiza en torno a una
plaza de armas cerrada por un perímetro de muralla
y ocho torres de planta cuadrangular, excepto la
«Torre Redonda», macizadas hasta la altura del
patio y que reciben los nombres de «Torre
Pequeña», «Torreón del Moro», «Torre
Cuadrada», «Torre de la Escuela», «Torre de la
Escucha» y «Torre de las Campanas», destacando
entre todas la del Homenaje, de 26 m. de altura, separada
del perímetro, con el que se comunica a través de un pasillo
elevado y, sobre su puerta de entrada, el escudo con las
armas de Castilla y de León flanqueado con una bordura
mudéjar.
La fuerte restauración contemporánea dotó al castillo
de un coronamiento de almenas y de garitones en las
esquinas de las torres que contribuyen a dotar de un aspecto
de ascensionalidad al conjunto.
A través de una amplia puerta con arco de herradura
apuntado se accede mediante un camino en rampa al núcleo
central del castillo, la plaza de armas, dividida en dos planos,
y desde la que se contempla todo el conjunto interior del
edificio.
I El Vacar, Belmez, Belalcázar, Mandroñiz. II El Vacar, Belmez, Santa Eufemia.
ITINERARIOS POR CASTILLOS DEL NORTE DE CÓRDOBA
6 Castillo de El Vacar.
7 Castillo de Belmez.
8 Castillo de Belalcázar.
9 Castillo de Madriñiz.
10 Castillo de Santa Eufemia.
Con un amplio dominio visual desde el Sur,
el castillo de El Vacar se asienta sobre una colina
de 600 m. de cota, separado 28 Km. de la capital
por la carretera de Badajoz.
No existe acuerdo en cuanto a la fecha
de su edificación ya que, por una parte, se
considera fundación califal de época de Al-Hakan
II, o algo antes, mientras que en otros lugares se
le incluye entre las revueltas de Ibn Hafsun, de
los últimos momentos del Emirato.
El castillo y su entorno fueron escenario
de encuentros y desencuentros entre cristianos y
musulmanes a finales del Califato y en el siglo
XII, durante el dominio almorávide, lo que
determina la aparición de su nombre bajo la forma
de Dar-al-Bacar o Acaba-al-Bacar y fue zona de tránsito para los ejércitos castellano-leoneses que se
dirigieron en 1236 a la conquista de Córdoba, a partir de cuando se incluye en la política de donaciones
reales al Consejo de la ciudad, junto con otras poblaciones de sierra y campiña.
Adaptándose a la topografía de la colina, su estructura sigue aproximadamente una traza cuadrada,
cerrada por lienzos de muro más altos por el exterior que por el interior, con una diferencia de dos metros
6. CASTILLO DE EL VACAR.
Castillo de El Vacar
entre un espacio y otro, por no haberse realizado el allanamiento del
terreno, previo a la edificación.
La masa de los muros es de tierra autóctona con arena y grava,
en la que se detectan restos de cerámica, probablemente procedente
de la misma tierra, configurando un tapial en tongadas de 80 cm.
separadas por mechinales, caracteres comunes en las edificaciones
militares de Al-Andalus, y que en este caso parece se completaría con
un enlucido exterior de mortero en el que se simularía una estructura
de sillares.
Con la misma técnica constructiva se levantaron ocho torreones
macizos que sobresalen de la línea exterior y se sitúan en las cuatro
esquinas y en las zonas medias de cada uno de los cuatro paramentos.
Sin ningún remate de almenas, ni torre del Homenaje, ni
espacios apreciables para almacenamiento de víveres o aljibes para
agua, este castillo tiene unos caracteres militares evidentes, como avanzada defensiva de Córdoba, que
se acentúan por la presencia de aspilleras abiertas en los muros.
El acceso al edificio se realiza a través de una única puerta en el límite sur del muro occidental, con
una anchura algo inferior a 2 m. y que, en el estado actual, carece de cualquier forma de cierre por la parte
superior, siendo solamente una perforación efectuada en la fábrica del conjunto.
En alguna zona del paramento interior se aprecian restos de lo que probablemente fuera la rampa
de acceso a un adarve que estaría integrado por elementos de madera y del que no se ha conservado
nada. Carácter también general a otros edificios militares de la época emiral-califal.
Abriendo el Valle del Alto Guadiato, en
la ladera meridional de Sierra Morena, la villa
de Belmez se corona con el espigón de su
castillo, como prolongación arquitectónica de la
propia roca natural, a una cota próxima a los
600 m, configurando un punto estratégico del
control de la antigua vía de Córdoba a Toledo
por el Valle de los Pedroches.
Las raíces islámicas de este castillo han
quedado, como en tantos otros casos, diluidas
en las refacciones cristianas posteriores a la
conquista de Andalucía Occidental que se
inauguran precisamente con la conquista de
Belmez en 1235 por las tropas de Fernando III,
aunque la primera alusión histórica a este lugar
es de diez años después en que aparecemencionado como consecuencia de una carta de donación de Priego a la Orden de Calatrava a cambio de
otras fortalezas entre las que aparece el castillo quod dicitur Belmez.
Desde entonces queda incorporado a la Corona de Castilla, aunque a principios del siglo XIV se
dejan sentir allí algunas algaradas de los nazaríes que incluso llegan a ocupar villa y castillo por escaso
7. CASTILLO DE BELMEZ.
Castillo de Belmez
espacio de tiempo en represalia por otras correrías
cristianas en la Vega de Granada, en tiempos de
Alfonso XI.
Alejada la amenaza musulmana, Belmez
es repoblado y se integra en el dominio de Córdoba
hasta su donación al Gran Maestre de la Orden
de Calatrava, don Pedro Téllez Girón, en la
segunda mitad del siglo XV, reinando en Castilla
Enrique IV, aunque poco después es vuelto a
canjear por otras poblaciones hasta que, a finales
del siglo XVIII, las propiedades de la Orden de
Calatrava en Belmez eran tan sólo unos escasos
terrenos en las laderas del castillo.
A principios del siglo XIX, con motivo de la ocupación napoleónica, las tropas francesas se parapetan
allí, convierten el lugar en plaza fuerte y lo someten a una restauración que, después de la ocupación, fue
desmontada por los vecinos de la villa para conjurar el peligro de nuevas invasiones.
A finales de siglo, como consecuencia de la explotación de fosfatos en el interior de sus murallas,
el castillo llegó a estar en un estado ruinoso que en parte se repara con una restauración en la década de
los sesenta del presente siglo, hasta configurarlo en el aspecto que presenta actualmente.
Rodeado de fuertes escarpes, sobre todo por el ángulo noroeste, un recinto aproximadamente
rectangular que se adapta a las curvas de nivel, con seis torres curvas, inscribe un patio de armas en cuyo
interior un gran aljibe reconstruido por los franceses y la torre del Homenaje que preside el conjunto y es
el principal referente visual en el horizonte.
En el corazón granítico del
batolito de los Pedroches, la villa de
Belalcázar introduce por la
antropología y los rasgos geográficos
retazos de la Mancha y Extremadura
en la Andalucía del Guadalquivir, en lo
que antaño fuera nudo de
comunicaciones entre la Meseta y
Sevilla y secular camino de
trashumancias ganaderas.
Y en las inmediaciones
septentrionales de la población, a
orillas del arroyo de Caganchas, sobre
una pequeña loma, se levanta uno de
los símbolos más representativos de la
castellología cordobesa que,
lamentablemente, comparte con el
resto de los castillos provinciales el
mismo aspecto de deterioro y de
abandono generalizado.
8. CASTILLO DE BELALCÁZAR.
El castillo de Balalcázar y los restos de la fortaleza periférica
Y, como en la mayoría de los casos, la misma
tradición histórica fosilizada, más que la constancia
arqueológica, alude a la presencia de horizontes
romanos e ibéricos en sus laderas.
Más probables parecen los antecedentes
musulmanes de castillo y villa que en época medieval
islámica se llamaría Gafiq, cabeza de la cora de Fahs al-
Ballut, que correspondía en líneas generales al actual «Valle
de los Pedroches», aunque nada queda del primitivo
castillo musulmán que probablemente repetiría modelos
califales como en el Vacar.
El topónimo árabe se castellaniza en el de Gahete
que tras la conquista del Valle del Guadalquivir pasa al
control de Córdoba hasta que en 1445, por decisión de
Juan II, se configura el Mayorazgo de Gahete en la persona
de don Alonso de Sotomayor.
Y fueron los Sotomayor los que levantaron este
castillo y fijaron su escudo en la torre del homenaje y en
los garitones de sus torres.
 Tanto Belalcázar, como los Sotomayor,
protagonizan hechos de armas, desde la Guerra de
Granada a la de la Independencia en que, una vez más,
este castillo sirve de alojamiento a las tropas francesas,
configurando una tradición de historias y leyendas.
Torre del Homenaje de Balalcázar
A mediados del sigo XVI, don Francisco de
Zúñiga, VI Conde de Sotomayor, ordena la
construcción del palacio renacentista que justificó la
denominación de “Bello Alcázar», origen del nombre
actual del pueblo.
El edificio presenta una impresionante
visión exterior, única perspectiva desde la que se
puede observar al estar cerrada con obra su única
entrada, situada en el testero septentrional,
rematada con arco de medio punto recercado de
alfiz. La planta, aproximadamente cuadrangular,
está rodeada por los restos de una primitiva línea
de fortificación que se acomoda al cauce del
arroyo, con restos de algunas torres albarranas y
de un foso.
Una pura sinfonía de granito autóctono
conforma la fábrica de este castillo cuyos muros
de cierre inscriben una superficie de 3500 m2. y
están jalonados por ocho torres, cuatro en las
esquinas y otras cuatro en los puntos intermedios
de cada lado.
Las torres, también de planta cuadrada,
tienen dimensiones aproximadas, de algo más de
siete metros de lado por 22 de altura, mientras que
la del Homenaje se destaca de todas, tanto por sus
proporciones (17 m. de lado de la base y 45 m. de altura) como por su propia belleza, que ha sido el determinante
de la denominación del conjunto. Hasta los dos tercios inferiores de
su alzado se mantiene la planta cuadrada y, a medida que asciende,
toma una estructura curva, resolviéndose el tránsito de la planta
poligonal a la curva mediante cuatro semipirámides adosadas.
Solución idéntica a la de la torre del Clavero de Salamanca y la de
San Nicolás de la Villa de Córdoba, y que delata una influencia
castellano-leonesa.
La ocupación por las tropas napoleónicas y la posterior
actuación de los vecinos de Belalcázar desposeyeron al castillo
de la mayor parte de sus elementos decorativos, pese a lo cual
aún sigue siendo un espléndido ejemplo de arquitectura palaciego-
militar que justifica la visita al lugar.
En el extremo norte de la
provincia de Córdoba, prácticamente
en la confluencia de Andalucía con
Extremadura y Castilla-La Mancha y
a escasa distancia de Belalcázar por
el Noreste, el castillo de Madroñiz se
levanta sobre una colina en pleno
Valle del Zújar.
Formó parte de una cadena de
fortificaciones que en época del Califato
defendían las comunicaciones entre
Córdoba y Toledo a través del Valle de
los Pedroches.
Castillos hoy desaparecidos
como el de La Nava, Vioque, Almogávar
y otros, del que Madroñiz constituye el
único referente que pervive.
De probable topónimo árabe,
este castillo se integró, como el resto
de los del Valle del Guadalquivir, en
9. CASTILLO DE MADROÑIZ.
Castillo de Madroñiz, en el extremo septentrional de Andalucía
la Corona Castellano-leonesa siendo su primer
poseedor cristiano un hijo de Fernando III.
Tras otras donaciones, a principios del siglo
XIV fue comprado por el Señor de Espejo, Pay Arias
de Castro hasta que se integra en la Casa de Aguilar
que, mediante privilegios y exenciones de impuestos
concedidos por Juan I y Enrique II, intenta revitalizar
la demografía de la zona, muy mermada tras la
conquista cristiana.
Por último, los Fernández de Córdoba,
señores de Aguilar, permutan tierras y castillo de
Madroñiz con el Señor de Santa Eufemia, en 1461.
A principios del siglo XX aún pertenecía a la
demarcación de Cabeza de Buey, hasta que,
mediante convenio con ese ayuntamiento de sus
propietarios, los marqueses de la Guardia, se integran
todas las tierras a ambas orillas del río Zújar en la
provincia de Córdoba.
Fue restaurado en los años setenta,
presentando en la actualidad un magnífico estado
de conservación, interior y exteriormente, dotado
incluso de mobiliario que hace habitable este castillo
que tiene planta aproximadamente trapezoidal
Detalle del interior del Castillo de Madroñiz
alargada, en sentido Este-Oeste, rematado su costado occidental con
dos torres circulares entre las que se sitúa un lienzo de muro en el
que se abre la puerta que da acceso a un patio de armas. La mayor
de estas torres, en la esquina noroeste, se prolonga mediante un
adarve que corre por toda la cara norte y, al fondo, en el extremo
oriental,la torre del Homenaje, de planta rectangular y raíz islámica,
se destaca en el conjunto delatando restauraciones cristianas de fines
de la Edad Media. Y, como único elemento decorativo, el escudo de
los señores de Santa Eufemia y algunos detalles de ataurique.
En la actualidad es propiedad de la SAT Mangadas del Zújar
que da toda clase de facilidades para su uso.
A un paso de la provincia de Ciudad Real y
en las inmediaciones por el noroeste de la localidad
de Santa Eufemia se levantan los reductos de este
castillo, en una cota próxima a los 900 m. en plena
Sierra Morena, en el paraje de Miramontes, Lindero
con Madroñiz, lo que ha planteado cuestiones de
delimitación entre ambos.
La posición estratégica de este lugar le ha
configurado desde la Antigüedad en zona de
control del tráfico de mercurio procedente de la
vecina Sisapo (Almadén).
Probablemente la fortaleza actual tenga
una base de asentamiento musulmán, como vigía
del camino hacia Toledo, al igual que otros castillos
de la zona, pero la primera referencia aparece a
mediados del siglo XII en que se encuentra ya
castellanizado y con el topónimo de Santa Eufemia,
en relación con una campaña de Alfonso VII,
aunque la definitiva incorporación a la Corona de
Castilla se produce con motivo de las campañas
10. CASTILLO DE SANTA EUFEMIA.
Restos desmembrados del castillo de Santa Eufemia
de Fernando III que hace donación
del castillo a la ciudad de Córdoba
en 1243.
A finales del siglo XIII, por
orden de Sancho IV, pasa a poder
de Fernán Díaz Carrillo, como
señal de gratitud por haber
despejado de malhechores
aquellos caminos, con la condición
de repararlo, cesión que es
ratificada por Fernando IV,
conformándose así el mayorazgo
de Santa Eufemia que pasará a
finales de siglo XIV, por privilegio
de Enrique III, a titularidad de
Pedro Carrillo y su esposa quienes
podrían transmitirlo a sus
herederas.
En el siglo XVI, por orden
de Fernando el Católico como
castigo a Gonzalo Mexia Carrillo,
uno de los descendientes de
Fernán Díaz Carrillo, es demolida
la fortaleza de Santa Eufemia.
Un detalle del paramento exterior del castillo de Santa Eufemia
La historia de este señorío está llena de conflictos por las usurpaciones de tierras y castillos cercanos
y por la actitud opresiva hacia los vasallos, lo que obligó reiterativamente a los reyes a hacer confirmaciones
de la propiedad de las tierras.
Los conflictos con los pueblos que constituían el señorío
(Santa Eufemia, El Viso, El Guijo y Dos Torres) se han venido
sucediendo y resolviendo a favor de los señores hasta principios
del siglo XX por la propiedad de la Dehesa Llana.
Los restos del castillo de Santa Eufemia, o de
«Miramontes» son una auténtica atalaya que hacen honor a su
nombre por el dominio visual que tiene hacia los valles de
Pedroches y Alcudia, otero desde el que se abarcan las
provincias de Córdoba, al Sur, Badajoz, al Noroeste y Ciudad
Real al Este.
La planta de esta desvencijada fortaleza sigue una línea
poligonal, con una lado mayor hacia el Este y un primitivo acceso
por el Noreste, inscribiendo un espacioso patio de armas.
Entre la mampostería de la fábrica se vislumbran algunos restos del primitivo tapial musulmán y de
la residencia cristiana y un aljibe. Y, pese a su estado ruinoso, se intuye la gloria de su pasada grandeza
en las torres que se agarran a la epidermis rocosa hasta confundirse con ella y en la propia extensión de
su perímetro que en algunos tramos se adosa al escarpe sin apenas espacio para el tránsito exterior, lo
que hace peligrosa la deambulación e incluso el acceso, que ha de ser necesariamente a pie para poder
encaramarse en el nido de águilas de Santa Eufemia.
I Torres Cabrera, Espejo, Torreparedones.
IITorres Cabrera, Espejo, Montemayor.
ITINERARIOS POR LOS CASTILLOS DE LA CAMPIÑA DE CÓRDOBA
11 Castillo de Torres Cabrera.
12 Castillo de ESpejo.
13 Castillo de Torreparedones.
14 Castillo de Montemayor.
A 13 kilómetros de la capital por la carretera
de Granada, en plena campiña del Guadajoz, se
alzan los restos de este castillo cuya historia se
inicia a finales del siglo XIII como punto de defensa
frente a las incursiones de los moros de Granada,
por fundación de Pay Arias de Cabrera. Este
castillo, que en sus orígenes se llamó «Torre de
Arias Cabrera», y cuya fisonomía ennoblece no
sólo el cortijo en que se asienta sino toda la
campiña circundante, ha sufrido recientemente
fuertes mutilaciones en su estructura.
El hijo del fundador, Pedro Ponce de
Cabrera, creará el señorío y, mediante casamiento,
se vinculará a la Casa de Aguilar.
Don Fernando Díaz de Cabrera, VI Señor
de la Torre de Arias Cabrera, constituirá el
Mayorazgo gracias a las mercedes que recibió de
Enrique III y, a partir de entonces, la torre comenzó
a llamarse «Castillo de Torres Cabrera».
11. CASTILLO DE TORRES CABRERA.
Visión general del castillo de Torres Cabrera.
En paralelo con la consideración de castillo que se hace en la Historiografía está la ampliación de
su planta y una reconversión que cambia su aspecto de torreón militar en pequeño palacio anclado en
medio de la Campiña y como hacienda de explotación agrícola. Aunque la gran reconversión hacia los
usos agrícolas y el embellecimiento de los espacios
señoriales se efectuó a finales del siglo XIX en que se
construyó una almazara, recientemente afectada por
agresiones a la estructura del edificio.
Estructura que se concreta fundamentalmente en la
primitiva torre, de planta cuadrada y coronamiento almenado,
que es la que se destaca netamente en el paisaje, y alzado
de sillares de piedra y verdugadas de ladrillo.
A la torre, que se subdivide interiormente en dos
plantas con bóvedas de ladrillo más un sótano, se le adosa
el resto de la hacienda que hasta hace poco estuvo cerrada
con muros de mampuesto, en la que se distribuían los
espacios señoriales y los de explotación agraria en los que
se destaca la torre del molino aceitero, de caracteres similares
al primitivo torreón aunque de funcionalidad evidentemente distinta. Molino, que por esta característica se
incluye entre los denominados «de torre» y que ha constituido uno de los escasos ejemplos que permanecían
hasta fechas relativamente recientes de este tipo de instalaciones agro-industriales, en una zona
fundamentalmente oleícola.
Sobre la cota 418 m., en
plena campiña del Guadajoz, la
villa de Espejo hace honor a su
nombre por la visualización
multidireccional de su blanco
caserío al que se superpone el
coronamiento de su castillo.
En Espejo se cumple una
vez más la constante presencia
de una fortaleza medieval,
musulmana o cristiana, asentada
sobre una población que en
algunos casos hunde sus raíces
en el tramo final de la Prehistoria.
En este caso, el
asentamiento preexistente tuvo
nombre histórico, de estirpe
ibérica y evolución romana. Fue
la población de Ucubi, que
aparece mencionada en la
12. CASTILLO DE ESPEJO.
Aspecto exterior del castillo de Espejo
Historia Natural de Plinio, como colonia inmune, y en el Bellum Hispaniense, como ciudad aliada en el
bando de César en su contienda civil con los pompeyanos, razón por la que posteriormente fue premiada
por la política cesariana, recibiendo el calificativo latino de Claritas Iulia.
Aunque los arranques islámicos de este
castillo han quedado totalmente ocultos o
desplazados por la obra del castillo, pueden
advertirse restos de la fortaleza califal a la entrada
de la villa y en la toponimia árabe de Alcalat que
recibió esta población con anterioridad a su nombre
actual que procede de principios del siglo XIV, por
decisión de Fernando IV, que le otorga el nombre
latino de Specula, en razón a su posición
estratégica y a su dominio visual sobre la Campiña.
La existencia del castillo actual es resultado
de la iniciativa de Pay Arias de Castro, personaje
casi mítico, que recibió aquellas tierras por
donación Fernando III tras la conquista de Córdoba.
Y el objetivo inicial de esta fortaleza fue el control
estratégico de la vía del Guadajoz y la defensa de
esta zona de la Campiña,muy vulnerable frente a
las agresiones de nazaríes a lo largo de toda la Baja Edad Media.
De manera que, lo que en la Antigüedad fue población importante, integrada en el Conventus
Detalle de uno de los costados del castillo de Espejo
Iuridicus Astigitanus como ciudad libre, en la Edad Media se había desertizado, por lo que la fundación
posterior a la conquista cristiana del Valle del Guadalquivir va a actuar como motor de repoblación y de
refundación de nuevas poblaciones, como es el caso de Espejo.
La eficacia de Arias de Castro consiguió para la incipiente población
privilegios reales y bulas pontificias como estímulo a su labor repobladora
y como política de consolidación de un señorío que se va a conformar
como símbolo del poder feudal en esta parte del Valle del Guadalquivir.
El Mayorazgo fundado por Pay Arias va a continuar en sus
herederos inmediatos hasta que es vendido por el último propietario, el
Alcaide de los Donceles, que lo había recibido de la descendiente directa
del fundador.
Actualmente el castillo de Espejo es propiedad de la Duquesa
de Osuna quien tiene fijada allí su residencia estacional, por lo que es
uno de los escasos ejemplos de la castellología provincial que continúa
en uso y que, precisamente por dicho uso, tiene garantizada su
conservación.
Con un marcado aspecto de fortaleza, con obra de cantería y sillar, el castillo se concreta en un
recinto de planta cuadrada, con torres en las cuatro esquinas y coronamiento de almenas, cerrando un
patio de armas. Y, presidiendo todo, la torre del Homenaje que se destaca en el plano general del edificio
y se remata por arriba en un matacán corrido a lo largo de los cuatro lados.
La perspectiva más espectacular del conjunto se divisa desde su lado suroeste, donde se sitúa la
puerta de entrada.
 Aunque muy próximo a la
demarcación de Baena, el castillo de
Torreparedones pertenece al término
municipal de Castro del Río, siendo otra de
las fortificaciones que tuvieron como misión
el control del Valle del Guadajoz.
Con un difícil acceso al tráfico rodado,
se asienta sobre unas colinas de amplia
interrelación visual en toda la Campiña, que
recibieron el nombre de «Cerro de las
Vírgenes», topónimo consecuente a los
hallazgos de estatuaria ibérica que allí se
produjeron y que hoy, en parte, se conservan
en el Museo Arqueológico de Córdoba.
Un reciente proyecto de investigación
ha puesto de manifiesto, lo que sólo era una
intuición por el contexto superficial, la
presencia de un asentamiento humano desde la Edad del Bronce a época ibérica, con la excavación de
parte de una muralla y un santuario en el que se han recuperado un gran número de exvotos en piedra
que se dispersan entre el Museo Provincial, el Municipal de Cañete de las Torres y colecciones privadas.
13. CASTILLO DE TORREPAREDONES.
Aspecto exterior del castillo de Espejo
Castro el Viejo, como también se llamaba a este lugar, fue
donado por Fernando III al adelantado de Córdoba Pedro Ruiz de
Castro y, tras una serie de otras donaciones y permutas entre las
que figura el señor de Espejo Pay Arias de Castro, se configura
definitivamente a finales de la Edad Media como propiedad del
municipio de Córdoba.
La fortaleza tiene fábrica de sillarejo y consta de un recinto
exterior, con dos gruesas torres cuadradas en las esquinas, que
rodea por el sur al castillo propiamente dicho, de planta ligeramente
rectangular con una torre en cada esquina, siendo la del lado suroeste
de ángulos redondeados. Y, entre estas torres, lienzos de muro con
adarves que se conservan en los lados este y oeste.
Todo este perímetro envuelve un patio de armas, de unos
cuarenta metros de lado, y en su interior un aljibe cubierto con
bóveda.
Aunque parece que la raíz de este
castillo es muy antigua, romana o
musulmana, su alzado actual es resultado
de una edificación del siglo XIV, cuando
Martín Alonso dispuso la demolición del
castillo de Dos Hermanas para utilizar sus
materiales en esta nueva obra.
El castillo de Montemayor, y toda
la colina en que se asienta, es una
evidencia de superposición de culturas
que tiene jalones en la Prehistoria
reciente, con presencia del vaso
campaniforme, y en el mundo ibérico en
que se configura la urbe de Ulia, origen
del pueblo actual, que en época romana
fue una de las mansiones en la vía que
ponía en comunicación Corduba con
Antikaria.
La demolición del castillo de Dos Hermanas
y el acarreo de sus materiales a Montemayor
14. CASTILLO DE MONTEMAYOR.
Castillo de Montemayor
determinó prácticamente el cubrimiento de las estructuras
arquitectónicas musulmanas que existían en lo que era
un cazadero y, lo que hoy puede verse, es la obra cristiana
de la época de la reedificación, más los retoques
posteriores.
Tras la remodelación, este castillo fue testigo de
algunos acontecimientos importantes, entre los que
destacan la agresión de Pedro I y del rey Muhammad de
Granada, con motivo de la guerra dinástica entre don
Pedro y don Enrique de Trastámara.
Posteriormente, la casa de los Fernández de
Córdoba, señores de Montemayor, participan en algunos
hechos de armas en la frontera granadina, aunque el
máximo protagonismo de este castillo será con motivo
de la Guerra de la Independencia en que se acogen a
sus muros las tropas del Mariscal Soult.
Es un edificio al que se le adosan tres torres, dos
en las esquinas y una en el centro de uno de los lados,
lo que da como resultado una planta con tendencia al
triángulo en cuyo espacio central se sitúa el patio de
armas, rodeado con pórticos desde los que se distribuyen
los accesos a las demás dependencias y
fundamentalmente a las torres.
Torre del homenaje del castillo de Montemayor
Está coronado de almenas en todo su perímetro, con excepción de la llamada «Torre Mocha»,
cuyo bautismo popular se debe precisamente a esta ausencia, y tiene paso de ronda en los muros
perimetrales.
La fábrica es de sillarejo en las partes bajas y alternancia de
piedra y ladrillo en las altas, con sillares bien labrados en las esquinas
y cerramiento de gran espesor aunque no de grueso uniforme, siendo
más ancho en las torres y en el muro del lado oriental donde se ha
rebajado para la colocación de una escalera.
Exteriormente lo más llamativo es la torre del Homenaje, de
20 m. de altura, destacada en la silueta general del edificio que resalta
en el paisaje por el contraste entre la piedra y la abundante vegetación
que la envuelve. Y por el interior, una serie de patios, que se van
alternando con los espacios cerrados, entre los que el de «armas»
está rodeado de pórtico sobre pilares en tres lados y columnas en el
cuarto.
Es propiedad de los Duques de Frías que tienen fijada allí su residencia.
Carcabuey, Priego de Córdoba, Rute El Viejo
ITINERARIO POR LOS CASTILLOS DE LA SUBBÉTICA
16 Castillo de Carcabuey
17 Castillo de Priego de Córdoba.
18 Castillo de Rute El Viejo.
En la colina donde se asienta el
castillo de Carcabuey, a 640 m. de cota,
se han localizado vestigios de la Edad del
Bronce y de época tartésica. Los primeros
se concretan en una espada que se
conserva en el Museo Británico y los
segundos en materiales cerámicos,
actualmente en el Museo de Priego.
Castillo que también se acompaña
de leyendas medievales, en época islámica
fue objeto de las incursiones de Ibn Hafsun,
a finales del Emirato, siendo dominado y
demolido por el emir Abd-Allah en el 892.
Conquistada la plaza por
Fernando III, fue reedificado según
modelos de otras fortificaciones como las
de Fuengirola o Iznájar.
Desde mediados del siglo XIII
perteneció a la Orden de Calatrava hasta
que en 1333 fue conquistado por
15. CASTILLO DE CARCABUEY.
Uno de los escasos lienzos de muro con torreones adosados, que pueden advertirse
en perspectiva horizontal del Castillo de Carcabuey
Muhammad IV de Granada y reconquistado y modificado poco después por Alfonso XI, integrándose, tras
múltiples donaciones, en el señorío de Aguilar.
De aspecto roquero, la situación actual de este
castillo es de gran ruina aunque se conserva un recinto
desillarejo y tapial de planta triangular y adaptado a la
topografía de la colina, flanqueado por cinco torres, tres
curvas y dos rectangulares, con un gran patio de armas
en el interior.
El acceso al recinto, que da al sector oriental,
se hace por un camino empinado en el que se
encuentra un gran aljibe romano, excavado en la roca,
y en el patio la ermita de la Virgen del Castillo y una
serie de restos de estructuras de planta cuadrada.
La subida por esta rampa se compensa por el
bello panorama que se divisa en todas direcciones.
Puerta de acceso al recinto medieval de Carcabuey
En época del Califato perteneció
a la cora o provincia musulmana de Elvira
y controlaba otras fortificaciones
cercanas como Carcabuey, Castillo de
Locubín, Iznájar, Alcaudete, etc., siendo
objeto de ataques durante la rebelión de
Ibn Hafsun.
A partir del siglo XIII tuvo fases
sucesivas en poder de cristianos y
musulmanes. Conquistado por Fernando
III en 1226, lo dona a la Orden de
Calatrava y se estructura la organización
concejil de la ciudad, siendo avanzada
cristiana frente al Reino de Granada. En
1327 cae de nuevo en poder de los
nazaríes, hasta que es definitivamente
incorporado al reino de Castilla en 1341
en tiempos de Alfonso XI que otorga
privilegio para la repoblación de la villa
que se convierte en señorío en la persona
de Gonzalo Fernández de Córdoba por
16. CASTILLO DE PRIEGO.
Detalle del castillo de Priego
una merced de Enrique II. Los Reyes Católicos crean el Marquesado de Priego para Pedro Fernández de
Córdoba, en 1501, y a principios del siglo XVIII se integra en la Casa
de Medinaceli.
Es un edificio construido con sillares de aparejo irregular en
los que se observan marcas de cantero, de planta poligonal, inserto
en la trama urbana de la ciudad actual, percibiéndose por el exterior
únicamente los dos grandes lienzos de muro que cierran por el Norte
y el Oeste un amplio patio de armas en que se levanta la torre del
Homenaje o «torre Gorda».
En el muro oriental se sitúan tres torres cuadradas, dos en los
extremos y una hacia la zona media, y en el lado norte otra torre
circular que sobresale en el paramento exterior.
En el corazón de la Subbética, tres
kilómetros al norte de la localidad, Rute el Viejo
evidencia un topónimo frecuente en este tipo de
ruinas, próximas a poblaciones actuales.
Se trata de una fortificación musulmana
que se incorpora a la Corona de Castilla tras las
campañas de Fernando III, apareciendo como
objeto de repartimiento y repoblación junto a un
gran número de castillos de todo el Valle del
Guadalquivir. A partir de esta época aparece en
las fuentes con la denominación actual.
Durante la Baja Edad Media Rute estuvo
alternativamente en poder de cristianos y
musulmanes que ejercieron presión sobre las
poblaciones de la frontera, hasta que en 1434 es
definitivamente conquistado por Ramir Sánchez
de Barrionuevo que recibe la donación de Rute
por parte de Juan II.
Las ruinas que permanecen emergentes
corresponden a un amplio trecho de muralla con
Torreón de la línea defensiva del castillo de
Rute El Viejo
17. CASTILLO DE RUTE EL VIEJO.
numerosas torres intercaladas, siguiendo las curvas de nivel entre las cotas 1173 y 1326, altitud que dota
al lugar de un amplio dominio visual sobre la Campiña y la Subbética.
En algunos tramos es la propia topografía la que sirve de protección a esta fortaleza que está más
fortificada por su lado suroeste, por donde tiene lugar el acceso a la misma.
En un estado prácticamente irrecuperable, las ruinas de Rute el Viejo están envueltas en una
vegetación de bosque mediterráneo degradado, con presencia de acebuches que contribuyen a ocultar
los escasos restos de estructuras que permanecen en pie. Y, entre ellas, una de las torres que flanqueaban
la muralla, inclinada por haber cedido los cimientos. Macizada en todo su volumen, su fábrica es de tapial
con refuerzos de sillares en las esquinas.
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