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RELATOS-DE-AVENTURAS-DE-6A

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RELATOS DE AVENTURAS
Clase de 6ºA
CEIP José María del Campo
Curso 2015-2016
2 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
Índice de textos y autores
LEURGIBILDO Y EL SUERO Barco Mariño, Silvio........................................................................5
RAÚL Y EL VIDEOJUEGO Bentrika García-Contreras, Elías..................................................21
LAS AVENTURAS DE GREEN ARROW Y ESPADACHÍN Berjillo Santana, Nefer..........30
LOS CREYENTES EN LOS DIOSES EGIPCIOS Berjillo Santana, Nilo...............................34
EXPEDICIÓN A LA LUNA Buzón Morilla, Gonzalo....................................................................36
EL VIAJE DE RUFO Carvajal Chacón, Mario...............................................................................40
LA CREACIÓN DE LIS Y REMO Fernández Bautista, Pablo....................................................45
UNA AVENTURA EN HAWAI Gelart Company, Alejandra........................................................54
COINCIDENCIAS Gómez del Castillo Santos, Guillermo..........................................................65
VIAJE A ALEMANIA González Vélez, Noelia.................................................................................69
EL MISTERIO DE LA BRÚJULA ANTIGUA Haro Fernández, Lidia .......................................75
LA COPA DE PLATA Justicia Angullo, Lola María.......................................................................78
DIGITALIZADOS Mena Iglesias, José Manuel................................................................................86
LOS MINEROS DE LA CUEVA Ortíz Gil, Álvaro.........................................................................94
FAMILIA START Padilla Bernal, Marta............................................................................................99
VIAJE AL PASADO Paredes Fuentes, Daniel...............................................................................103
LA PIEDRA DEL PODER Pérez Cantalapiedra, Carlos.............................................................105
EL CANTO DE LOS DRAGONES Reece Barranco, Víctor......................................................111
LEO Y EL MISTERIO DE LA PIEDRA Torres Gómez, Hugo Manuel......................................119
EL TESORO DE LA MONTAÑA Valverde Urraco, Sara...........................................................132
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LEURGIBILDO Y EL SUERO
Mi historia empieza en una tranquila (bueno tranquila en Sevilla, difícil)
mañana de invierno. Hace frío y las estufas están ardientes en las casas de
los vecinos. Un joven llamado Leurgibildo, de ojos verdes y brillantes, con un
pelo negro pero reluciente, que por añadidura está podrido en dinero,
luchaba afanosamente por procesar en su cerebro, lo que dijo su profesor en
clase, para pasarlo a su control. Estaba en la última clase del día y se
encontraba cansado.
Sonó la sirena y en ese preciso momento Leurgibildo terminaba el
examen. Dio un suspiro de alivio, dado que suponía desde un principio que
iba a tener que permanecer allí un poco más para terminar el examen. Se
dirigió a la mesa del profesor, sintiendo como si hubiera salvado su vida. Legó
a la mesa y entregó el control.
Salió del colegio y se apresuró con el fin de presentarse pronto en casa.
El rugido de su estómago lo estaba matando por segundos. Ya en casa, en la
mansión que es de un tamaño considerable (para un rico) y muy alta y
siempre parece nueva, le esperaba su hermano mayor, Alechuchunka, que es
un chaval de dieciocho años, siete más que Leurgibildo, siempre alegre y que
afronta las situaciones con arrojo. Su piel es negra y posee unos enormes
ojos marrones que deslumbran con vehemencia.
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Alechuchunka le vio entrar y le preguntó:
-Ay pisha ¿Que jeze pelo tan enmarañao?
 El muchacho se miró al espejo y respondió:
-Quillo, ya me ves, que vengo corriendo dehde'l colegio y paha lo que
paha.
Alechuchunka le miró extrañado...
-Que tengo musha hambre pishita mía -dijo el chaval como respuesta a
la mueca.
-En eze cazo quillo… ¿Quéh lo que máh ganah tieneh de comé...?
-¡Pasta'a la carbonara! -exclamó Leurgibildo esperanzado aunque
recibió una cara poco optimista.
-No mi arma lo ziento. Eholo ¡pasta a la carbonara, con ejtra de bacon!
Se me había olvidado mencionar que parecen casi de Valladolid. Ahora
que no hay nada que contar os voy a detallar un poco su historia. Los dos
chavales eran huérfanos. Sus padres, que eran unos exploradores de mucho
prestigio aquí, en Sevilla, murieron en una investigación situada en Australia.
Buscaban el último ingrediente de un suero potenciador de capacidades
físicas que había estado desarrollando la familia (del padre) durante
generaciones. Ahora que ya sabes algo de ellos, empezaré a describirte ese
día... el día de la llamada telefónica.
Alechuchunka estaba de excursión con su clase. Iban a itálica, una
antigua ciudad romana situada en Santiponce. Leurgibildo estaba solo en
casa, bueno, con el mayordomo alemán, llamaron al teléfono, eran sus
padres (le solían llamar todos los días que estaban de expedición).
Leurgibildo cogió el teléfono y hablaba con su padre sobre que el perro,
Estrushka, que era un perro lobo bastante grande y de ojos azules, se volvía
con ellos (Alechchunka y Leurgibildo) a España, pero en ese momento, en el
instante que el padre le dijo a Leurgibildo que Estrushka cogía el avión para
Sevilla, se escuchó a unos hombres entrar, un disparo y un grito de una voz
agudísima pidiendo ayuda... era su madre. 
En ese instante, a Leurgibildo se le paró el corazón, quería pensar que
era una broma pero de repente su padre gritó también. Se escuchó otro
disparo y el sonido del teléfono chocándose con el suelo. Fue la última vez
que Leurgibildo supo de sus padres y también el día más amargo de su vida,
un día que todavía no ha logrado superar.
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Cuando Alechucuhunka volvió, su tristeza no tenía fin. La verdad es que
fue un día bastante desafortunado para los hermanos.
El padre era un hombre alto y robusto, de ojos verdes, como los de
Leurgibildo, pelo negro, con un fuerte carácter y muy valeroso. Su madre era
una mujer muy bondadosa, amable y con muchas ganas de ayudar a los
demás, de estatura pequeña, de piel negra, pelo castaño y largo, con una
sonrisa blanca como un gran copo de nieve. A los dos les gustaba explorar,
buscar cosas que no se habían descubierto... ese tipo de actividades, eran
como las de Indiana Jones, pero en la vida real. Eran muy curiosos en los dos
sentidos, con su imaginación, eran unos padres bastante buenos.
Volviendo a la historia, al día siguiente, que por cierto era sábado,
Leurgibildo estaba cansadísimo. Lógico, el día anterior, por la noche, había
estado viendo casi todas las películas de Indiana Jones, que por cierto había
visto muchas veces. Aún así se quiso levantar pronto, pues ese mismo día se
iba a ir a casa de un muy buen amigo suyo: José Perico.
Se levantó tan cuajado por el cansancio, que andando como un
hombre ebrio, cuando fue a bajar las escaleras, se la metió, es decir, que se
cayó y se dio un golpazo con todos y cada uno de los escalones, sin
excepción. El trompazo que se metió fue para crear una nueva distinción en
las olimpiadas, que se llamara 'Golpetazo' y la ganaba. Del grito se enteraron
hasta los neozelandeses (de Nueva Zelanda, la otra punta del mundo). Pero
una vez en el suelo todo se paró, ya no existía el dolor, en ese instante ya no
había nada más en el mundo que lo que acababa de ver... ¡una palanca
debajo del último escalón! Entonces, le dio igual lo que pudiera pasar, se
dirigió a la palanca y cuando estaba a punto de tirar, cuando la estaba
rozando con los dedos, la cogió, reunió fuerzas para tirar más fuerte,se
dispuso a tirar y… Su hermano, Estrushka y el mayordomo alemán, que por
cierto se llama Bainstrargen (un hombre espigado, con un gran bigotazo) se
presentaron en la sala corriendo hacía él. 
El mayordomo alemán, con un disimulo que lo llevan directamente a
Hollywood y le dan ochenta Oscars, se acercó a él, y le apartó con mucho
ímpetu la mano de la palanca. Parece claro que el mayordomo alemán no
tenía buenas intenciones.
-¿Quillo s'tás bien mi arma? -preguntó Alechuchunka.
-!Claro pishita mía! Si no'staría llorando hijo, no veh el trompazo que me
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dao ¡Atiende un poquito más a la vida mi arma qu'ere mah despistao que la
via mihma! -exclamó Leurgibildo.
-¡Vale, vale! Bueno, vamoh'a la plasha de Zan Gonsalo allí queamos
con el José Perico¿ok?
-¡Sí, sí, sí, sííííííí! ¡Claro mi arma, ezo ni ze pregunta!
Mientras se dirigían a la Plaza de San Gonzalo, con el coche, que por
cierto era una 'jartá' de bonito, Leurgibildo notó que otro coche negro, un
Volkswagen que de tantas pegatinas de colores que tenía parecía que tenía
que pasar la ITV todos los martes, pues ese coche tan extravagante les
seguía. El coche los adelantaba algunas veces, otras se quedaba atrás y en
una de esas Leurgibildo consiguió ver la matrícula. Era alemán.
Mientras estaban tomándose una cervecita en el bar de la plaza de San
Gonzalo, ese que tiene un cartelito que pone: “Entrada libre, salida a palos”,
nuestro protagonista vio en la tele que habían descubierto que quien había
matado a Antonio Manuel Mario Magdaleno y Marta Antonia Del Castillo del
Rosario, es decir, sus padres, resulta que fueron un grupo de nazis rebelados
que seguían con las ideas de Hitler y que tenían cómo objetivo conseguir el
suero y dominar el mundo... pero les faltaban la receta.
En la casa de José Perico, nuestro ya mencionado muchas veces
protagonista, mientras hacía una pistola de cartulina, que se suponía, solo se
suponía, que disparaba balitas, miraba de vez en cuando por la ventana y
veía que un hombre muy alto, de mediana edad y con la cara más blanca que
el papel, estaba siempre delante de la ventana, en un banco... leyendo algo.
Ese día no se durmió hasta las 1:00 o por ahí. Temía que el algún hombre nazi
entrara por la ventana y le raptara; si embargo para tranquilizarse estuvo
leyendo “Oscar en el laboratorio”, un libro de Carmen Kurtz (por cierto muy
bueno) y después bajó, se tomó una infusión y le faltó tiempo para dormirse.
Leurgibildo tenía bastantes sospechas. ¿Porque le pasaba a él?, si solo era un
niño podrido en dinero, despreocupado de la vida, que se limpia los mocos
con billetes de quinientos.
Al día siguiente por la noche, ya en su casa sumergido en una espesa
niebla que entraba por la ventana, Leurgibildo, habiéndose asegurado de que
todos dormían bajó las escaleras con su tirachinas cargado. Al llegar al último
escalón se agachó, estiró la mano y tiró de la palanca. Esperaba que le
apuntaran un montón de armas, como en los dibujitos animados, pero no
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pasaba nada. Pasaba el tiempo, de hecho hasta le entró hambre y todo, y de
repente... ¡Plom! Esta vez si que se calló, pero en vertical.
Descendió por un tubo, que era tan largo que incluso se relajó. Al llegar
abajo se encontró para su asombro con una bandera de Alemania colgada
en la pared. Tampoco se asombró tanto, porque estaba como para no darse
cuenta de que eran los alemanes. Paso un pasillo entero lleno de luces y
hecho de metal que tenía varias puertas a lo largo del mismo. A lo lejos se
percató de que un guardia vestido de azul y negro, con varias protecciones,
además de un casco también azul con visera y una pistola tan grande como
la de los clones de Star Wars estaba cuidando el pasillo. Leurgibildo no lo
pensó dos veces y se dirigió a una puerta que tenía cerca. Esperó a que el
guardia se despistase y entonces empezó a correr cuidándose de no hacer
ruido para que no lo pillaran ahí sin escapatoria alguna.
Tuvo que repetir la estrategia con los demás guardias del pasillo.
Después de un largo rato caminando y esquivando guardias llegó a una
puerta que también era de metal y que tendría medio metro de anchura,
además tenía un escáner. Se encontró con un problema de narices y se puso
a buscar en las habitaciones a las que daban las puertas del pasillo. Tuvo que
repetir la estrategia de los guardias, otra vez. Buscando y buscando encontró
un barrote de hierro, con el que se dirigió otra vez a la puerta y con el que le
dio al último guardia en la cabeza. Pasó la mano de este y se abrió la puerta.
Al abrirse la puerta Leurgibildo vio un minipasillo de un par de metros,
que por cierto olía de maravilla. Al final, unos guardias a cada lado del final del
pasillo le daban la espalada. ¡Vaya error el de los guardias el de darle la
espalda a Leurgibildo!, porque este, con la vara, les dio un golpazo en la
cabeza que los dejó KO, a los dos a la vez. Los cogió y los escondió en una
habitación que había por allí. Entonces se percató de que había una pequeña
mesa y un hombre de pelo blanco y espigado, con una bata blanca que le
llegaba a los talones, estaba haciendo experimentos o cosas así. Por la
curiosidad Leurgibildo se puso la armadura de uno de los guardias, se
preparó un buen acento alemán y se acercó al hombre.
-Señorr, quer estasr haciendor, mer picar muchor lar curiosidadr –leer
sin las erres del final, es puro acento alemán del bueno.
-Eshtoy hajiendo un zuero qu'empesaron los pares de los mendas d'ahí
arriba. El zuero mejora las capacidaeh físicas de las personas -dijo el hombre
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con acento sevillano. 
Leurgibildo y el hombre, que por cierto se llamaba Yomemeo
Mepartoymemondo, hicieron buenas migas y estuvieron hablando largo rato.
Resultaba que Yomemeo era un gran científico, que se escondía de los
premios y procuraba que nadie supiera que existía, porque sus experimentos
eran demasiado peligrosos. Decía que la sociedad no estaba preparada. El
no quería desarrollar el suero pero habían amenazado a su familia si no lo
hacía. Tenía dos hijos que todavía eran niños y una mujer.
En un momento concreto de la conversación, en el cual Yomemeo
sospechó de Leurgibildo por su pequeña estatura, le preguntó, sin embargo
Leurgibildo no respondió la pregunta sino que le dijo:
-Soy uno de los niños que viven arriba. ¿Quieres ayudarme a encontrar
y desmantelar los planes de los nazis? 
Yomemeo en vez de sorprenderse, como Leurgibildo pensaba que
haría, le dijo:
-Primero, no joy tonto, me he dao cuenta de lo c'acías y segundo, ¡claro
mi arma eho ni ze pregunta!
-Pero, donde habríamos de bus... -dijo Leurgibildo con el rostro menos
alegre que de constumbre, y antes de terminar la frase saltó Yomemeo
gritando animado.
-¡¡¡AUSTRALIA!!!
-Vale,vale cabraloca...
Entonces Leurgibildo agarró la otra armadura de los guardias, los
cuales estaban durmiendo a pleno pulmón, y se la ofreció a Yomemeo. Este
se la puso. Para distraer un “poquiño”, cogieron a uno de los guardias
inconscientes, lo pusieron de pie sujetándolo con la vara de Leurgibildo y le
pusieron la bata del profesor. Así podría parecer que el profesor seguía allí.
Abrieron la puerta que daba al pasillo y salieron más bien temerosos, de lo
que les pudiera pasar con los guardias. Una cosa que les sorprendió fue que
ninguno de los guardias se dio cuenta de su presencia, que no se extrañaron
de ver una pareja de guardias tan extravagante. Al llegar al tubo por el que
Leurgibildo había bajado anteriormente, el mismo se vio en un problemita...
problema... más bien un problemón. Sin embargo a Yomemeo se le veía
tranquilo y con seguridad, como si le hubieran dado cuatro tilas juntas. Se
puso al lado del tubo que colgaba del techo, con hueco incluso para que
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pasara unelefante, miró a Leurgibildo y dijo:
-Adelante, es tu casa, ¿no?
Leurgibildo con cara de: “¡pero que me'stas disiendo mi arma!” y, para
no cuestionarlo o pasar por tonto, se acercó adonde el científico apuntaba,
que era justo donde estaba situada la colchoneta en la cual había caído
antes. Notó un airecillo que le venía desde abajo, olía a calcetines sucios y de
repente: ¡Fiu! “p'arriba”, otra vez por el tubo. El caminito del tubo de antes. Al
llegar arriba Leurgibildo gritó.
-¡Libre!
En el mismo momento que lo gritó, vio la inmensa, blanca, pero bien
cuidada calva del profesor Yomemeo. Vamos le faltó tiempo al niño de
apartar la cabeza, pero literalmente, notó y escuchó el silbido del viento
mientras la cabezota del profesor Mepartoymemondo pasaba justo delante
de su pequeña nariz. 
Una vez que se quitaron las armaduras de los guardias, como si fuera
lo más normal del mundo, Leurgibildo fue al cuarto de su hermano. Con cara
de buena persona, olió ese odioso perfume a rosas que solía utilizar
Alechuchunka, agarró el pomo, hizo un suave giro de muñeca y empujó la
puerta. Lo que vio fue para sacarlo en una, dos, tres o más películas: su
hermano vestido en paños menores, con calzoncillos de Mickey Mouse, unas
converse de estas que te llegan casi a las rodilla (eso es una exageración)
con unos cascos que eran de estos que parecen que los venden para gente
con cabeza de dos metros cúbicos, es decir unos cascos XXXXXXXXXXXL (otra
exageración) y bailando la canción de Let i go (eso no es una exageración).
Leurgibildo dio un paso adelante riéndose entre dientes y
Alechuchunka se percató de su presencia. La cara que le puso fue 'pá'
llevarlo directamente al club de la comedia este de la tele. Una cara de como
si le hubieran grabado los de la Andalucía Directo mientras que estuviera
duchándose tranquilo en su casa y cantando “Figaro, figaro, fi-ga-
rooooooooo”, para grabarlo. Leurgibildo le comentó todo lo ocurrido aquella
noche, también lo del día anterior y empezaron a discutir sobre que
Leurgibildo era muy chico para ir, que Alechuchunka era un aguafiestas etc.
Yomemeo subió a ver como iba la cosa y cuando les vio si que “Yo-me-meo”
el hermano vestido como dije antes y la canción de Let i go sonando. Y por
otro lado Leurgibildo, rojo como un tomate, parecía que iba a explotar de la
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rabia. El final de la pelea fue rápido. El “peque” le arreó una patada en la
espinilla a Alechuchunka, lo empujó a la cama, se tiró encima suya de rodillas
y le empezó a dar “guantás”, mientras le gritaba en la cara.
-¡¡¡¡¡Yo voy a ir, tu vas a ir y no-me-re-pli-eeeeeeeeeeeeeeeeeeeees!!!!!
-puso otra vez su carita de niño bonito y superobediente-. ¿Vale?
Se levantó, pasó al lado de Yomemeo y le dijo tranquilo.
-Haz las maletas que nos vamos.
Yomemeo susurró.
-Pobre chaval.
-¿¿¿¿Que???? -dijo Leurgibildo amenazador mientras se daba la vuelta.
-Na...na... nadda.
Leurgibildo bajó las escaleras, esta vez más cuidadoso, se dirigió al
salón, cogió el
teléfono superchulo de última generación y marcó, 954 behind 34 the dorrr
54mi arma12, a la casa de José Perico. A este lo convenció sin tener que
utilizar las mismas maneras que usó con su queridísimo hermano
Alechuchunka, menos mal.
Reservó un vuelo con Iberia Airlines -independiente hasta el punto
olímpico. Obviamente antes de salir se tomaron un buen plato de huevos con
espinacas, para decir “Popeye el marino soooooy”, y también se llevaron el
número 58 de Superhumor de Mortadelo y Filemón, dónde podemos apreciar
el maravilloso arte del icono, el grande, el viejito, el que lleva divirtiéndonos
desde Octubre de 1947, “The master” de la ilustración española, que tiene el
bello nombre de Francisco Ibañez. En este número del grupo de la T.I.A.
Encontramos historietas llamadas: En la luna, Por Isis llegó la crisis, Nuestro
antepasado el mico y La gripe “U”.
Fueron al aeropuerto de Sevilla. Llegaban quince minutos tarde. La
mujer que tenía que decirles dónde se encontraba el avión le daba a una
tecla cada tres minutos y al Leurgibildo le entró esa rabia que Alechuchunka
ya había saboreado. Pobre señora, las pasó “kanutas” con el apacible
Leurgibildo dándole “guantás” por aquí y por allí. Le faltó tiempo a la señorita
del ordenador para buscar el vuelo. Les dijo que el avión estaba apunto de
despegar. Cuando se enteraron de que el vuelo estaba a punto de salir,
Leurgibildo se colocó parecido a los toros cuando van a atacar, le faltaron los
cuernos. Las espinacas hicieron su efecto, con razón, se había comido cinco
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platos de huevos con espinacas y se puso como Popeye.
Empezó a correr por el pasillo. La puerta estaba a punto de cerrarse y
se lanzó dando un salto en plancha para entrar en el avión, pero se le había
quedado el pie en la puerta y no lograba sacarlo. Empezó a sudar, la gente
intentaba ayudarle. Vio que el piloto estaba arrancando el avión, sus amigos
estaban lejos todavía. Se sentía agobiado, tenía el corazón en la garganta,
quería parar al piloto, gritó para avisarle pero nada. Eshtrushka, que también
estaba allí, intentaba ayudar tirando de su manga. Leurgibildo le pidió a una
mujer con cara de buena persona que parara al piloto. El avión se movía poco
a poco y Leurgibildo tiraba desesperadamente. No entraba, iba a llorar, era el
momento más agobiante de su vida, se rendía, iba a dejar su pie sangrando
ahí. Paró de forcejear, se tranquilizó para esperar la muerte lenta y
desagradable por desangramiento. Entonces el avión se paró, en la cabina
del piloto se podía distinguir a la mujer de antes hablando con el piloto, la
puerta que le aguantaba el pie se abrió. Leurgibildo se sobresaltó, vio a sus
amigos acercándose a él. Todo era perfecto, excepto que estaba perdiendo el
conocimiento, desangrándose y no vio más, sus ojos se cerraron, lentamente
dejaba de escuchar y no... veía... nada.
Empezó a escuchar la voz de su hermano, olía el inconfundible perfume
de rosas de Alechuchunka. De ver todo negro pasó a amarillo, un poco
después vio siluetas de caras humanas, más color, lineas curvas y de repente
veía todo. Se sentía mareado, se dio cuenta de que no estaba echado en el
frío y duro suelo del avión. Estaba tumbado en lo que parecía una gran cama
blandita con un colchón nuevo, y se percató de que no era el avión, era el
hospital. Saltó y preocupado gritó.
-¿Dónde está el avión?, ¿y nuestro avión?, ¿qué hacemos aquí?, ¡no
llegamos, vamos al avión! ¡¡¡¡¡¡CORREEEEEEEED!!!!!! ¡No llegamos, venga! 
De estar tan nervioso cambió a un estado muy sereno, nadie se movía.
-¿Que pasa, vamos... no?
Jose Perico se le acercó y le dijo:
-No te procupes mi arma, retrazaron el avión, cuando'stes bien
saldremos.
Leurgibildo extrañado preguntó.
-¿Cuándo esté bien?¿Me pasa algo?
José Perico le señaló las piernas con la mirada.
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 -Si no me pasa nada.
-¡Esa pierna no, la otra!
-Ah, vale.
-Lo que hay que ver -murmuró José Perico.
Leurgibildo tenía una escayola que parecía directamente el Big Ben. Se
sentía cansado, cerró los ojos y durmió profundamente muchas, muchas
horas. Después de unos larguísimos días de espera para el pequeño de
Leurgibildo, puso un pie fuera de la cama, solo que fue en una silla de ruedas.
El médico le había dicho que tenía que ir en silla de ruedas hasta que
se mejorara y que el tiempo estimado para ese hecho era unos tres meses.
Yomemeo, sin embargo, dijo que no podían permanecer esos tres meses en
Sevilla. Resulta que había más gente que Yomemeo trabajando en el suero y
que según los últimos informes que había recibido, los nazis estaban muy
cerca de conseguir la fórmula del suero y no había tiempo que perder. Así que
con todo eso y la silla de ruedas, el grupito formado por: Leurgibildo, en silla
de ruedas; Yomemeo,el científico; Alechuchunka, el hermano hipi; José
Perico, el informado; y Eshtrushka, el perro (aunque también el más listo)
fueron al avión, esta vez sin altercados y partieron rumbo a Sidney. 
Hubo un momento en el viaje en el que tuvieron que parar en Al Fashn
(Egipto). Decidieron ir a un bar y tomar algo. El viaje se les hacía eterno. En el
bar se tomaron unas tapas pues la comida del avión era horrorosa. Comieron
como elefantes y se dieron cuenta de que un extravagante grupo de señores
les miraban con ojo avizor. Leurgibildo, con la silla de ruedas, se sentía mucho
más agobiado que los demás pues si tuvieran que huir el se quedaría atrás. 
Se levantaron y pagaron la cuenta. Se fueron a las grandes calles
donde había mucha gente e intentaron despistar a los perseguidores, que
obviamente eran alemanes, entra la muchedumbre de las calles. Sin
embargo como ninguno sabía geografía de Al Fashn tomaron una mala
decisión y se metieron en un callejón sin salida. Estaban bloqueados no
sabían que hacer.
Se dieron la vuelta y vieron a sus perseguidores que eran grandes
como elefantes y fuertes como tigres. Usando unos dardos tranquilizantes los
durmieron, los cogieron y los secuestraron. Se llevaron en un avión, desde el
cual Leurgibildo al despertarse pudo ver la universidad de ciencias de
Bremen (Alemania). Se habían metido en la boca del lobo.
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Se dio cuenta de que Eshtrushka no estaba atado ni llevaba bozal,
seguramente no lo habrían visto. El caso es que estaba allí y por suerte era un
perro muy, muy listo. Leurgibildo le dijo que se escondiera y que le siguiera
cuando estuvieran fuera del avión.
Cuando los bajaron del avión no veían nada porque la luz del sol les daba
plena en los ojos. Después de tanta oscuridad sus ojos no podían con el
cambio. Los empujaban por detrás y sus manos estaban atadas por fuertes
cuerdas. Cuando empezaron a ver siluetas, grandes y fuertes de los guardias,
les pusieron vendas en los ojos; sin embargo, a Leurgibildo le dejaron un ojo
sin cubrir -vaya despiste ¿eh?-. Pudo ver a Eshtrushka escondido detrás de
una gran caja de madera.
Los guardias descubrieron que Leurgibildo tenía un ojo destapado, lo
agarraron fuertemente y le pusieron bien el pañuelo que cubría sus ojos.
Recorrieron un largo camino a ciegas y sin saber bien a dónde se dirigían. En
un momento del camino les arrancaron las vendas y los empujaron a una
celda. Al entrar olía como si un oso polar se hubiera tirado un pedo y él
mismo tuviera la barriga suelta.
Una vez en la celda, entre algunas discusiones y rabietas de nuestro,
espero, querido protagonista, idearon un plan bastante difícil de llevar a cabo.
Aunque podía salir bien. El plan era el siguiente: Alechuchunka fingiría que le
dolía la garganta, el guardia se percataría de ello y le traería un vaso de agua.
Alechuchunka cogería el vaso y se lo tiraría a la cara. En ese instante de
confusión Yomemeo, que aunque fuera bastante mayor era el más fuerte, le
agarraría de la armadura y lo chocaría contra la pared de la celda. Eshtrushka,
que se encontraría fuera, escondido en un rincón, le cogería las llaves, las
lanzaría por la ranura de la puerta y ellos las cogerían y abrirían la puerta.
Eso era la fase uno. Fase dos: Alechuchunka se disfrazaría de guardia y
haría como si llevara a José Perico y Leurgibildo, prisioneros, a la sala de los
helicópteros, que más bien no era una sala, por que estaba al aire libre... pero
vamos a llamarla así. Mientras, Yomemeo, también vestido de guardia, iría a la
sala de mandos para abrirles la puerta de la medio sala de los helicópteros.
Entonces se dirigiría a donde los demás y se escaparía en algún helicóptero
que pilotaría Yomemeo Mepartoymemondo, pues se había sacado la licencia.
Llegó el momento de ponerlo a prueba. Leurgibildo y José perico
estaban muy nerviosos, y se notaba. La verdad es que los demás también
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estaban alterados pero no se lo hacían notar. La fase uno corrió de maravilla,
todo fue perfecto... Hasta llegar a la fase dos, que... se desvió un poquito de la
línea del plan. Los chavales, es decir Alechuchunka (vestido de guardia), José
Perico y Leurgibildo (prisioneros), llegaron a la sala de los helicópteros. Sin
embargo Yomemeo no le fue tan bien, consiguió abrir la puerta, pero... Ya en
la sala, el trío, se metió en uno de los helicópteros. Esperando y esperando,
vieron por fin a Yomemeo, que no llevaba casco. A la vez se acercó un
hombre, bajito, con gafas, poco pelo y con cara de pocos amigos. Se plantó
delante del helicóptero y preguntó:
-¿L atrizacio dl vuo?¿l plot?¿Dsino y objo dl vuo?
José Perico y Leurgibildo se miraron con cara de... ¿qué le pasa al
hombre este en la boca?, sin embargo, Alechuchunka pareció entenderlo
perfectamente. Y le dijo lo que significaba a los dos niños.
-Ha discho que ande'stá l'autorización der güelo, ande'stá er piloto y
cuá eh er deshtino y er o'jetivo der güelo.
Después de decirle eso a los niños, dirigió la mirada al hombre y dijo:
- L atrizacio dl vuo a tie l plot, l plot st vnid po i, vams a llevr a os prison a
otr prsin ms segra (traducción: La autorización del vuelo la tiene el piloto, el
piloto está viniendo por ahí, vamos a llevar a los prisioneros a otra prisión más
segura).
En ese mismo momento llegaba Yomemeo y el hombre le pidió la
autorización. Yomemeo pensó un momento y... saltó precipitadamente al
helicóptero, sin embargo el hombre lo agarró fuertemente del chaleco de
guardia y lo tiró al suelo. Se quedó doliéndose mientras venían los guardias.
En cuánto estos llegaron, Alechuchunka saltó del helicóptero lanzando un
puñetazo en la cara de uno de los soldados y dejándolo sin conocimiento.
Mientras, con la ayuda de Leurgibildo y de José Perico, Yomemeo se subió al
helicóptero dejándolo preparado para despegar en cuanto llegara
Alechuchunka.
En esos precisos minutos el joven de piel negra luchaba valientemente
contra los alemanes. En un momento de la pelea Alechuchunka vio que no
podía más y recogió del suelo un bláster de uno de los guardias a los que
había vencido. Empujó con el arma a todos los guardias que lo rodeaban y
corrió a una cornisa cubriéndose el lado derecho. Desde allí empezó a
disparar a los guardias. Consiguió derrotar a unos cuantos, pero uno de ellos
16 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
le acertó en el hombro izquierdo, el que tenía desprotegido.
Mientras, Leurgibildo, rojo de rabia, bajó del avión, cogió una pistola y
disparó por la espalda al guardia que había herido a su hermano. Quería
matarlos a todos, pero sabía que no debía matar. Estaba furioso, pero a la vez
agobiado por lo que le pudiera pasar a su hermano. Viendo que los demás
esbirros iban a capturar a Alechuchunka, agarró otro bláster y salió corriendo
hacia su hermano, disparando sin ton ni son a todos los guardias que
encontraba.
Llegó junto a su hermano y se arrancó un trozo de la camisa que utilizó
como venda para la herida de Alechuchunka. Corrieron los dos hacia el
helicóptero, pero dispararon a Alechuchunka en la pierna, concretamente en
el gemelo. Leurgibildo se dio cuenta de lo ocurrido, entonces lo subió a su
espalda y siguió corriendo. Seguidamente le dieron también a Leurgibildo en
la pierna, más bien la bala le rozó. Sin embargo se cayó al suelo, con su
hermano sobre él. Leurgibildo consiguió sacarse de encima a su inconsciente
hermano. Yomemeo se llevó a Leurgibildo corriendo al helicóptero. Lo dejó
allí, pero cuando se dio la vuelta los guardias estaban a cinco metros de ellos
y no podía volver a por el chaval. Se sentó en el asiento de piloto y marcharon
rumbo a Sidney.
Ya en Sidney, preguntaron a muchas personas si sabían donde se
encontraba el campamento, sin embargo nadie dijo nada de utilidad. La
verdades que los únicos que trabajaban eran José Perico y Yomemeo,
porque Leurgibildo se sentía deprimido por lo de su hermano. Primero sus
padres y después Alechuchunka... no le quedaba nadie.
José Perico al darse cuenta de su depresión, decidió acercarse a él y
animarlo un poco.
-Quillo, tu no te pongaj triste. To'sto no debe sé un problema pá ti.
Turmano stá bien te l'aseguro mi arma. Mira cuando'cabe'esto te juro que no
vamo loh doh a Sánlucar de Barramea y noh pegamo un lote de pescaito
frito'ner Carlo. Que tu ya sabe como'stár pescaito frito allí. Y después un helao
en er Toni ¿ale?
Leurgibildo ya con mejor cara le respondió:
-Ale, que noh ponemos pujo. Grasia quillo, eres tó un ange... Per'un
ange con ropa.
Al final, después de estar buscando horas y horas a alguien que les
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 17
pudiera ayudar, encontraron a un hombre, de mediana edad, poco pelo, talla
media y por raro que pueda parecer, era un turista. Al grupo le extrañó un
poco, pero, como les dio la información pues pasaron del tema. Sin embargo,
a Leurgibildo, había una cosa que no le cuadraba. La cara del hombre le
sonaba de haberlo visto antes, estuvo dándole vueltas todo el día y la noche.
Debían ir a una selva en el centro de Australia, la selva Morrocotuda. Esa
noche, la decidieron pasar en un hotel de por allí. Al día siguiente partirían,
rumbo a la selva Morrocotuda. Cunado se despertaron fueron al banco,
obviamente después de desayunar algo, y cambiaron buena parte de sus
euros por dólares australianos (la moneda de Australia). Necesitaban el
dinero para pagar el hotel y alquilar un coche. Aunque en coche (según
google maps) se tardaría veinticinco horas, no querían llamar la atención.
Después de largas horas de coche llegaron a la selva Morrocotuda.
Cogieron un mapa y empezaron a buscar. Eshtrushka seguía con ellos.
Tardaron eternos días en encontrar el campamento... pero lo encontraron. El
campamento era más bien una casucha hecha con palos de la selva. Tenía
una gran tabla que se extendía por la pared haciendo de mesa, no había
puerta... era solamente un gran espacio que hacía las veces de entrada a la
casa de medio circulo. Tenía dos habitaciones, aparte de la que ya he
descrito, una el dormitorio y otra el baño (con váter y todo). Entraron todos
pero a Leurgibildo había algo que le olía a chamusquina. Descubrió que no
era chamusquina a lo que olía, ¡olía a rosas! Allí estaba Alechuchunka, vivía
todavía, no se lo podía creer, pero, entonces pensó y su cara se nubló, cogió
aire y gritó.
-¡¡¡¡¡Eh una trampaaaaaaa!!!!! -el niño no perdía su acento sevillano ni
cuando estaba en peligro.
Entonces vio a unos veinte hombres que les apuntaban, con
Alechuchunka prisionero. En ese momento Eshtrushka, sin pensarlo dos
veces, se abalanzó sobre el hombre que los comandaba y le arreó un bocado,
ahí, sí, en ese sitio. Entonces se dijo para sus adentros:
-“¿Que hago para sacarlos de aquí? Ehmm,¡YA!” 
Metió la mano en su bolsillo y sacó una bomba, la enseñó y gritó:
-¡Venga, iros fuera dejadnos, dadnos al chaval, o tiro la bomba! ¡No
tengo nada que perder! ¿En cambio creo que vosotros sí? La receta.
 -Haced lo que dice -respondió el capitán de los alemanes.
18 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
Una vez se habían ido, Leurgibildo se puso a pensar: “¿Dónde estaría la
receta?” Estuvo largas horas pensando, pero al fin recordó algo. Recordaba
que su madre solía decirle: “Cuando tengas que esconder algo mételo en la
caja de la cisterna del váter “. Era un poco guarro, no obstante en la
situación...
Se dirigió al váter a toda prisa, pero se dio cuenta de que no podía abrir
la tapa así que fue a buscar un palo que hiciera de palanca. Al encontrarlo a
los pies de un árbol lo cogió y se lo llevó. Hizo palanca con la vara y la abrió.
Se puso a buscar sin encontrar nada. Cuándo ya se había rendido recordó: “Si
no la puedes meter en la caja de la cisterna mételo en el colchón, dentro del
colchón”. Seguidamente se dirigió al dormitorio, miró en todas las camas y la
encontró. La sostuvo delante de su cara... ¡bien, se había acabado todo!
Entonces alguien se la quitó de las manos, era Yomemeo. Leurgibildo le miró
como diciendo: “¿pero qué?” Como respuesta a la mueca Yomemeo le dijo:
-¿En serio creíste que me iba a unir a un niñato?¿En serio te lo creíste
todo? Lo siento chaval, ellos pagan, ¿sabes?
En ese momento se escuchó el golpe de un palo en la cabeza de
Yomemeo, este se cayó y se dio de bruces con el suelo. Detrás se vio la figura
de Alechuchunka que con una sonrisa le dijo:
-No te puedes fiar de nadie.
Entonces los dos se abrazaron. Que bonito el amor, no obstante esto no
se había acabado, los alemanes se encontraban otra vez delante de la puerta.
-Analizamos una foto de tu “bomba”, de esta no te escapas -dijo el
capitán.
José Perico se acercó a los hermanos y dijo.
-¿Vemos quién se carga más?
Los dos hermanos asintieron. Los tres se abalanzaron contra los
soldados. A José Perico se le abalanzaron cuatro. Al primero le regaló un
puño cerrado en la mandíbula, al siguiente una patada lateral desde la
derecha en las costillas, otro corrió hacía Él con el hombro para tirarlo, José
Perico se apartó dejándole espacio y diciendo.
-Las damas primero.
El siguiente se le puso enfrente con pose de boxeador y José Perico le
dio amablemente un patada en sus partes nobles, puso cara de triste y dijo.
-¿Ya no hay más?
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 19
Entonces uno cargó contra él y esta vez no le dejó pasar sino que se
agachó, lo cogió rápidamente por las piernas y lo lanzó hacia atrás.
-Qué aburridos sois ¡Llevo cinco! -gritó.
Ahora vayamos con Leurgibildo.
Al primero le dijo:
-¿Fuerte o flojito? Lo digo por zi tuh tehtículos jon blando.
-¿Por si mis...
En ese momento ya tenía la espinilla de Leurgibildo en la entrepierna. El
posterior tuvo más suerte.
-¿Que es esa mancha? -preguntó Leurgibildo.
El soldado se miró el chaleco, pero no le dio tiempo de responder,
porque Leurgibildo ya le había dado un gancho de derecha en la mejilla. El
siguiente cargó contra él. El joven no tuvo problema, zancadilla y...
-Vuela pajarito ¡Cuidao con la paré!... Que pena.
Delante de él se plantó el capitán y dijo:
-¡Soy un dios comparado contigo! No puedes hacer nada.
Fue hacia él... y se resbaló con agua que había en el suelo. Se dio de
bruces. Leurgibildo se agachó, le levantó la cara por la barbilla y respondió.
-Dioses a mi.
Los demás soldados salieron corriendo. Entonces Leurgibildo, sin
perder un segundo, se dirigió a la mesa cogió un mechero y quemó la receta.
Silvio Barco Mariño
20 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
RAÚL Y EL VIDEOJUEGO
Raúl era un joven chico de veintiún años, con el pelo castaño, los ojos
marrones, la piel oscura y delgado. Miembro de una familia rica que se lo
pagaba todo ya que no tenía trabajo, y vivía solo.
Volvía desde Suecia en avión a su casa que estaba en Madrid. Había
estado en una conferencia de su juego favorito: Minecraft. Bajó del avión,
cogió un taxi y, muy contento de haber llegado a su casa, empezó a hacer lo
que más le gustaba: jugar con su ordenador a su juego favorito, ¡Minecraft! Al
cabo de una hora, la pantalla del ordenador empezó a brillar mucho y al rato
empezó a absorber a Raúl. Estaba muy nervioso y asustado. Ya tenía medio
cuerpo metido cuando se agarró a su escritorio. Gritó pidiendo socorro pero
nadie le oía. Se le resbalaron las manos del escritorio y se adentro en su
ordenador sin darse cuenta de que estaba en un mundo cuadrado.
Sorprendido, miró a su alrededor y vio que estaba en un prado. Veía ovejas,
caballos, cerdos y vacas. Para él era impresionante lo que estaba viendo, no
tenía ni idea de qué había pasado.
-Bueno -dijo Raúl, y se puso a hacer lo que hacía todos los días, a jugar.
Lo primero que debía hacer era talar madera para conseguirpalos y tablones
por si atacaban su casa, ya que en el juego también había noche y monstruos
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 21
que le podían hacer daño.
Terminó de talar madera y se puso a hacerse su casa. Cuando terminó
se dio cuenta de que tenía mucha hambre. Con la madera que le sobró se
hizo una mesa de crafteo, que sirve para fabricarse herramientas, materiales…
Con unos palos consiguió su espada de madera. A lo lejos vio dos vacas y
tres cerdos, y corrió hacía ellos con la espada en la mano. Con un hambre
terrible mató a todos los animales y luego pensó que no se la iba a comer
cruda. Tenía que ir a una mina a por piedra. Vio una desde lejos pero no tenía
pico. Sacó su mesa de crafteo y se hizo un pico de madera. Se puso a picar y
consiguió la suficiente piedra para hacerse su horno. La madera que tenía le
podía servir de combustible para cocinar la comida.
Ya había llegado a su casa de madera y se estaba comiendo su chuleta
de cerdo. Cuando acabo era de noche y Raúl escuchó un ruido y luego varios
golpes en su puerta. Se asomó y vio a un zombie. Muy asustado y nervioso
abrió la puerta y con su espada de madera le dio en la cabeza y lo tumbó.
Sorprendido entró de nuevo en la casa, cerró la puerta rápidamente y se puso
a vigilar por si venía algún monstruo. A lo lejos vio un esqueleto, dos arañas y
tres zombies más. Asustado se tumbó en el suelo de la casa y al cabo de
unos minutos se durmió. Al siguiente día volvió a la mina a por hierro y más
piedra para hacerse una armadura y una espada mejor, es decir, una espada
de hierro.
Terminó de coger los materiales y de camino a casa se encontró con
un monstruo de tres bloques de altura. Se dio cuenta de que era un...
¡Enderman!, y si a un Enderman le miras a los ojos fijamente aunque sea un
segundo, empieza a atacarte, recordó Raúl.
Sacó su espada y se preparó para luchar. Sin querer, le miró a los ojos,
Raúl empezó a correr hacia su pequeña casa y cuando creía que ya lo había
perdido de vista, de repente... apareció en su cara.
-¡Ah! -grito desesperado.
El Enderman levantó sus brazos y fue a darle un golpetazo en la
cabeza, pero una flecha que vino de la izquierda le atravesó la cabeza. El
Enderman cayó al suelo y no movió ni un músculo más. Raúl sorprendido
miro a la izquierda asombrado y vio a un Aldeano con un arco y una sonrisa
de oreja a oreja. Fue corriendo hacia él casi llorando de alegría y le dijo:
-¡Me has salvado la vida! -dándole un abrazo.
22 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
-De nada chico. 
-Como recompensa te daré minerales de hierro.
-No, no me hace falta yo ya tengo todo lo que necesito en mi aldea.
Oye, por cierto ¿Dónde te cobijas?
-Me he creado una pequeña choza para resguardarme de los
monstruos y todo eso…
-¿Por qué no te vienes a mi aldea?, ahí hay sitio de sobra para ti y
estarás más seguro. Aquí casi te aplasta la cabeza un Enderman.
-La verdad es que tienes toda la razón, recogeré mis cosas y me iré
contigo. Espérame aquí, terminaré antes de que sea de noche -dijo Raúl muy
amigable.
-Te espero -dijo Aldeano.
Y Raúl corrió hacia su pequeña choza sin pensárselo dos veces. Llegó y cogió
su mesa de crafteo, su horno, sus herramientas... Al volver con las cosas Raúl
se encontró con una vaca, sacó su espada y se la atravesó por la barriga. Así
consiguió cuero que le podía servir a algún vecino de la aldea.
Al volver, Aldeano miró a Raúl asombrado:
-Vaya, que rápido has llegado…
-Ya tengo todo.
-Perfecto, mi aldea no esta lejos de aquí, llegaremos antes de que sea
de noche.
-¿Sabes? Me alegre un montón cuando mataste al Enderman, pensaba
que iba a morir, te debo una.
-Hablando de favores, ¿sabes cual es el dragón del Fin?
-Si, el jefe final de este absurdo juego de cubos.
-¿Juego? ¿Qué juego? ¿De qué estás hablando?
-De nada, continúa -dijo Raúl sorprendido.
-Me gustaría ir a matarlo, solo necesitaría compañía, repito, compañía,
la armadura de hierro y espadas del material mas preciado de este juego:
¡diamante!
-¿Quieres decir que yo vaya contigo? ¡Me encantaría ir contigo! Y tú ya
sabes que tengo minerales de hierro, solo haría falta cocinarlos y de lo del
diamante podríamos ir a una mina, me conozco una aquí cerca.
-Perfecto -dio Aldeano.
Llegaron a la aldea y Aldeano le presentó a su familia. Raúl se quedó
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 23
embobado mirando la grande y hermosa casa de madera de roble.
-¡Vamos, pasa!
-Si, voy. ¡Que grande es!
-Raúl, este es mi hermano pequeño, Jimmy.
-Hola Raúl -dijo con una voz muy aguda.
-Hola, ¿qué tal estas Jimmy?
-Muy bien -dijo otra vez con esa voz tan aguda.
-Y está es mi madre, María.
-Encantado Raúl.
-Encantado María.
-Y este es mi padre Víctor, un poco ya mayor jeje -le dijo a Raúl
susurrándoselo al oído.
-¡Eh!, que te he oído. Bueno encantado Raúl. ¡Qué fuerte estás! -dijo con
una voz ronca.
-Igualmente Víctor, je je...
-Bueno te enseñaré el cuarto en el que dormirás. Mira.
Entraron en un cuarto limpio y solitario con sus alfombras y estanterías.
A Raúl le encantó y le dio muchas gracias a Aldeano. La noche cayó y todos
se fueron a dormir. Al día siguiente Aldeano despertó a Raúl y le dijo:
-Venga ya, es de día, vamos a fundir los minerales de hierro, hay una
herrería aquí cerca.
-Voy -dijo medio dormido.
Al llegar a la herrería el hombre estaba fundiendo oro y Raúl se quedó
embobado, por lo que Aldeano le tuvo que repetir dos veces su nombre.
-¡Ey! ¿Cómo estás Gabriel?
-Muy bien.
-Te presento a Raúl.
-Hola Gabriel.
-Hola Raúl, encantado.
-Gabriel, venimos a fundir unos cuantos minerales de hierro, te los dejo
aquí, ya vendremos.
-Vale Aldeano.
-Raúl, mientras tanto vamos a la mina esa que te conocías para
conseguir diamante. Espérame voy a por el pico de hierro que si no, no
24 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
podemos minarlos.
-Vale, te espero.
Al volver Aldeano vio a Raúl con la armadura de hierro puesta.
-¿Qué pasa, te crees que iba a bajar a esa mina sin protección?
-No, claro que no.
-Pues venga, Gabriel ya ha terminado de fundirlo y yo las he crafteado.
Toma la tuya Aldeano.
-Vale me la pondré.
Y Raúl y Aldeano caminaron hasta llegar a la mina. Nada más llegar ya
vieron minerales de carbón.
-Tenemos muchos picos de repuesto y palos para las antorchas.
-Si, voy a craftear algunas para iluminar el camino oscuro y siniestro
-dijo Raúl mirándole a los ojos.
Los dos entraron sin pensárselo dos veces pero con un poco de miedo.
Raúl iluminaba cada paso y Aldeano minaba los minerales. Al pasar una hora
ya estaban a muchos bloques bajo el suelo y Raúl dijo:
-¡Aldeano, trae el pico, ya tenemos lo que queríamos!
-¡Bien!
Y Aldeano con una cara de felicidad extrema picaba los diamantes. Al
terminar de picar los diamantes, vieron que tenían lo justo para las espadas y
los dos se fueron de la mina corriendo y saltando de alegría. Al llegar a la
aldea lo primero que hicieron fue craftearse las espadas de diamante, pero
Raúl se dio cuenta de una cosa.
-¡¿Dónde vamos a encontrar el portal del Fin?!
-Tranquilo amigo mío, sígueme -le dijo a Raúl con una sonrisa un poco
tenebrosa.
Aldeano llevó a Raúl a su casa de nuevo. Entraron en la habitación
donde había dormido Raúl y Aldeano le dijo:
-Ayúdame a echar la cama a un lado.
-Voy.
Al mover la cama Raúl vio una trampilla y Aldeano la abrió.
-¿Qué hay ahí? -preguntó Raúl.
-Ya verás, tu sígueme.
Al entrar Raúl no podía creer lo que estaba viendo y tartamudeando
dijo:
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 25
-ES-es- el-el portal de la di-dimensión del-del F-fff-f-Fin.
-Si llevo años queriendo matarlo, el portal lo tenía, la armadura también,
solo necesitaba compañía.
-O-ósea que podemos ir ya a matarlo.
-Si, mañana iremos y lo mataremos -dijo Aldeano.
-Pues vale, yo también tengo ganas.
-De todas maneras ya es de noche y yo tengo sueño subiremos y
pondremos tu cama donde estaba.
Al subir a la casa llamaban a la puerta. Aldeano la abrió y era un
¡Zombie!. Le clavóla espada de diamante por el pechó y dijo amenazador:
-Pues vaya, si que hace daño esta espada.
-¡Pero cierra la puerta! -le dijo Raúl con cara de loco a Aldeano.
-Si si, voy.
-Además Jimmy ya está dormido -dijo la madre de Aldeano,
interviniendo en la conversación.
-Perdón -respondieron los dos a la vez.
-Venga id a la cama, que ya es muy tarde dijo María.
-Buenas noches -dijo Raúl.
-¿No iras a dormir con la armadura puesta?
-Uy no me había dado cuenta, ahora me la quito, hasta mañana.
-Hasta mañana. “Uy, yo también me la tengo que quitar jaja…”
Y los dos se fueron a dormir. A la mañana siguiente Aldeano volvió a
despertar a Raúl que otra vez con sueño le hizo caso.
-¡Raúl, hoy es el gran día, vamos a matar al dragón! -dijo muy
entusiasmado.
-¡Siiii! -contestó desganado.
-¡Pues venga tengo todo preparado!
Aldeano se había levantado temprano y había preparado todo para irse
a la dimensión del Fin. Había preparado la comida, las espadas, la armadura
y se había despedido de muchas personas de la aldea porque nadie sabía si
iba a volver vivo. Raúl se levantó, desayunó una manzana y una chuleta de
cerdo cocinada. Se puso la armadura, cogió su espada de diamante y esperó
a Aldeano que estaba impresionado por lo rápido que había desayunado. Al
terminar Aldeano, con la comida en la boca, le dijo:
-¡Venga, ayúdame a mover tu cama!
26 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
-¡Si!
Movieron la cama y entraron por la trampilla, bajando primero Aldeano.
Raúl miró a los ojos a Aldeano y no tuvo mejor cosa que decirle que:
-Oye, que-que si-si no qui-quieres tampoco va-vamos ¿eh?
-Será broma ¿no?
-Sí-sí.
Raúl miró a Aldeano otra vez, cerró los ojos y se metió en el portal
diciendo:
-¡Te espero ahí!
-Pero espérame ¡hombre!
Aldeano fue detrás de él. Al llegar, el cielo era morado, había miles de
Endermans y allí estaba, el dragón de la dimensión del Fin.
-Más grande en persona ¿eh? -dijo asustado Raúl.
-Si, ¿verdad? Ten cuidado de mirar a algún Enderman.
-Ya… lo tendré en cuenta.
-Empecemos disparándoles flechas, toma un arco y flechas.
-¿De dónde has sacado las flechas y el arco para mí?
-Como te dije ayer, llevo años queriendo matar a este dragón y solo me
hacía falta compañía, entonces estuve trabajando y consiguiendo todos los
materiales para el compañero que viniese conmigo, es decir, tú.
-Aaaah -dijo sorprendido Raúl.
-Pues venga, dispárale.
Tardaron una hora en que parase de volar y bajara un poco mas la
altura para poder matarlo con las espadas de diamante.
-¡Dale ahora Raúl! -gritaba fuertemente.
-¡Si!
Y le dio con la espada en la barriga, cosa que no lo mató del todo e hizo
que volará más alto.
-¡Le queda muy poca vida! -le grito Raúl a Aldeano.
Aldeano le disparó una flecha al dragón que le penetró entre las cejas
(o algo parecido a las cejas) y cayó derrotado al suelo. Raúl y Aldeano se
abrazaron gritando de alegría.
-¡Viva, lo hemos logrado! -gritaron a la vez. 
El dragón desapareció del suelo y en su lugar apareció el portal para
volver a casa y encima del portal había un huevo de dragón. Aldeano lo miró
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 27
fijamente y dijo:
-Si, es un huevo de dragón, es el trofeo por haberlo matado. Sirve como
decoración y todo eso…
-A mi no me importa que te lo lleves tú. Todo te lo debo a ti por
haberme ayudado cuando lo necesitaba... -djjo Raúl muy generoso.
-¿De verdad? Muchas gracias Raúl.
-No hay de qué -le dijo sonriendo.
-Lo pondré en la estantería de mi casa, para recordar siempre este
momento -dijo ilusionado Aldeano.
Raúl y Aldeano decidieron volver a casa así que se metieron en el portal
y aparecieron en el desván de Aldeano. Raúl y Aldeano volvieron a subir por
las escaleras de mano, mugrientas y llenas de polvo. Caminaron hacia el
salón. Una vez subidas las escaleras se encontraron con María, la madre de
Aldeano, que preocupada y asustada les preguntó:
-¿¡Dónde habéis estado!? Casi me da un infarto.
-Hemos mata… -intentó decir Raúl, que recibió un pisotón de Aldeano.
Se dio cuenta de lo que pasaba: María mataría a Aldeano por haber ido
al Fin.
-He-hemos ido a dar un pa-paseo por el bosque -dijo nervioso Aldeano.
-Ah… Me teníais preocupada. ¿Por qué habéis aparecido por detrás?
-He-hemos entrado por la pu-puerta trasera. Venga vamos fuera Raúl.
-Insistía Aldeano.
-¿Otra vez?
-Si, vamos.
Raúl y Aldeano salieron de la casa y Raúl tenía que volver y pensó que
la única manera de volver sería muriendo en el juego.
-Aldeano, yo ya he cumplido el favor que querías y…
-Ya, lo sé, entiendo que tienes que volver con tu familia…
Raúl pensó que lo que había dicho Aldeano sería una buena excusa
para irse al mundo real de nuevo.
-Sí, tengo que volver con mis padres, mis hermanos…¡mi familia!
-Pues ha sido un placer conocerte y gracias por haberme acompañado
a matar al dragón.
-Gracias a ti por haberme salvado la vida.
28 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
Raúl, sin más, le estrechó la mano a Aldeano y se fue caminando por el 
bosque. No recogió nada de sus cosas ya que iba a morir y prefería 
dejárselas a Aldeano. Subió la montaña mas alta de su alrededor y una vez 
arriba se impulsó de un saltó y cayó al vacío, muerto.
Raúl apareció en la silla de su escritorio y harto del juego, cogió su ordenador,salió a la calle
y lo tiró a la basura.
 Bentrika García-Contreras, Elías
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 29
LAS AVENTURAS DE GREEN ARROW Y ESPADACHÍN
Green Arrow y Espadachín.
Bertex vivía muy feliz en una aldea con sus padres y su hermana, hasta
que un día les atacaron los Grotos. Su familia murió pero Bertex logró
escapar. Durante más de un año vivió en un bosque, solo con la compañía de
los animales a los que contaba sus planes para atacar y vencer algún día a
los Grotos. Estos eran los habitantes del castillo Atrakeban, seres malvados
que atacaban a todas las personas como una diversión, olían muy mal y
atacaban solo por la noche.
Una mañana Bertex estaba bañándose en el río y vio flotando a otro
niño. Lo sacó del agua, junto a una espada que traía enganchada a la
espalda, y le golpeó la barriga.
El niño despertó y le contó su historia. Se llamaba Gidex y su pueblo
entero había sido destrozado por los Grotos. Solamente había podido salvar la
espada de su padre. Entonces Bertex y Gidex hicieron un juramento de
sangre y prometieron vengar a todas las personas del mundo acabando con
los Grotos para siempre.
Bertex fabricó un arco y flechas, y empezó a entrenar cada mañana,
30 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
convirtiéndose en un gran arquero. Gidex practicó cada día con la espada de
su padre, hasta llegar a ser un gran espadachín.
Varios meses después, emprendieron la marcha hacia Terfist, una
aldea cercana, para reclutar a todos los aldeanos que quisieran ayudarles.
Solo unos cuantos se atrevieron. Bertex y Gidex les enseñaron a utilizar el arco
y las flechas a algunos, y la espada a otros. Entre todos fabricaron nuevas
armas.
Llegó el día de la batalla y se dirigieron al castillo Atrakeban. Esta era la
táctica: primero atacarían diez arqueros por un lado, luego diez espadachines
por el otro, y para finalizar, cinco arqueros, cinco espadachines y los dos
capitanes, Bertex (que ya era un gran arquero) y Gidex (que ya era un gran
espadachín) por el centro.
Con todo preparado y organizado, frente al castillo, nuestros héroes,
que ya les llamaban Green Arrow y Espadachín deseaban buena suerte a
todos los que iban con ellos a luchar por la justicia.
La hora de la batalla
Y allí hicieron la batalla. Los diez arqueros distrajeron a los Grotos para
que los espadachines atacasen, y después por la puerta central les atacaron
los otros cinco arqueros, los otros cinco espadachines y los dos capitanes. La
batalla duró unos cuantos días. Al final salieron ganando. Green Arrow y
Espadachín decidieron dejarles el castillo a los valientes hombres que les
habían ayudado.
El Fantasma Negro
Un día empezarona perderse animales. Cada noche a las doce,
alguien robaba un tipo de animal. Solo faltaba por robar un caballo para que
el ladrón tuviese todos los tipos de animales de la aldea de Terfist. Y como
solo había caballos en un sitio, pusieron cinco trampas. La primera era que el
ladrón se cayera en un agujero, la segunda era que pasara por encima de
una red y la red lo atrapase, la tercera era que al pasar por un sitio se le
cayera una bola encima, en la cuarta le lanzarían flechas y en la quinta se le
cerrarían las paredes con un botón del suelo. El ladrón pisó la primera trampa,
en la que se cayó por un agujero. Cuándo se cayó, el que se hacía llamar
Fantasma Negro empezó a gritar. Green Arrow bajó, le quitó la máscara y vio
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 31
que era un hombre pobre de la aldea.
-¿Por qué robas animales? -le preguntó Green Arrow.
-Porque mi familia es pobre.
-Haberlo dicho antes y te habríamos dado comida.
Entonces el Fantasma Negro se arrepintió y le dieron comida para su
familia.
Los esqueletos
Diez días después, unos esqueletos empezaron a atacar la aldea. Green
Arrow y Espadachín lucharon contra los esqueletos rompiéndolos en
pedazos, pero cada vez que rompían uno, se volvía a componer. Parecía
imposible destruirlos. Estuvieron luchando toda la noche. Green Arrow estaba
cansadísimo, no tenía fuerzas ni para hablar. Espadachín casi no podía ya
sujetar la espada de lo que le dolía el brazo.
Cuando parecía que los esqueletos iban a matarlos a ellos y a los
aldeanos, salió el sol y los esqueletos empezaron a derretirse. Algunos
esqueletos se escondieron en una cueva. Espadachín fue a por una linterna, y
junto a Green Arrow entró en la cueva. Estaba muy oscura, se sentía la
humedad y sonaban gotas de agua cayendo en el suelo. Alguien golpeó por
detrás a Green Arrow, que se cayó al suelo mareado. Espadachín se dio la
vuelta rápidamente y lo iluminó con la linterna, derritiendo al esqueleto que lo
había atacado, y de paso iluminó a todos los esqueletos que encontraban y
los fueron derritiendo también.
Casi habían acabado con todos los esqueletos, pero aparecieron
muchos más. Green Arrow y Espadachín no podían comprender nada. Fueron
corriendo por dentro de la cueva. De repente descubrieron una máquina de la
que salían más esqueletos. Agobiadísimos, siguieron iluminando esqueletos
para derretirlos, pero cuando vieron que era imposible acabar con tantos a la
vez, salieron corriendo.
Lograron salir de la cueva y al ser de día, ningún esqueleto se atrevía a
salir. Fueron a la aldea a buscar explosivos con los que destruir la cueva.
Aunque los aldeanos se quedaron sin cueva, al menos nunca más vino
ningún esqueleto a matarlos.
32 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
La última batalla
Un día Green Arrow y Espadachín vieron a una persona que iba tapada
con una chaqueta negra. Su forma de andar le parecía como la de los Grotos.
Decidieron seguirla y la vieron entrar en una casa que estaba en el campo,
fuera de la aldea. Los héroes se asomaron por una ventana. Sintieron que sus
corazones latían muy deprisa porque estaban muertos de miedo al ver que en
la casa había diez Grotos y veinte esqueletos. Green Arrow y Espadachín
decidieron avisar a los aldeanos, que les habían ayudado con los Grotos
hacía tiempo y estos les dijeron que volverían a luchar, con ellos. Green Arrow
y Espadachín entraron en la casa y terminaron con los Grotos mientras los
aldeanos iluminaban a los esqueletos con sus linternas y así se derritieron.
Green Arrow y Espadachín volvieron a la aldea de Terfist junto con los
valientes aldeanos que se habían atrevido a luchar junto a ellos. Hicieron una
gran fiesta en la plaza central y desde ese día vivieron todos muy felices
porque nunca ningún malvado volvería a atacar Terfist... o sí.
Berjillo Santana, Nefer
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 33
LOS CREYENTES EN LOS DIOSES EGIPCIOS
En la ciudad de Teiknos, la última noche de cada mes, temblaba el
suelo de las casas que estaban cerca de la academia de música. Todos
decían que eso sucedía cuando los dioses egipcios se enfadaban. Y todos los
niños lo creían..., menos los gemelos Juan y Pepe, que estaban dispuestos a
descubrir lo que pasaba en realidad. 
Una noche, los gemelos prepararon una mochila con linterna, cuerda,
agua, pañuelos de papel y la navajita que su padre había comprado en el
mercado, en el kiosco de Manolo: un hombre que tenía media cara quemada.
Al marcar las doce de la noche en el reloj del salón, los gemelos
salieron de casa sin que sus padres los vieran. Caminaron por la calle hacia la
academia de música. De repente, se oyeron unos gritos junto al arbusto de la
esquina. Juan y Pepe aguantaron la respiración para que nadie los
descubriese. El arbusto se agitó bruscamente y de él salieron dos gatos
corriendo, cada uno para un lado de la calle. Los gemelos se miraron y
sonrieron, respirando con tranquilidad después del susto, sin saber que lo que
les esperaba en la academia de música sería algo mucho más terrorífico.
Llegaron a ella por la parte trasera justo cuando una camioneta se detenía en
el lateral derecho de la academia.
34 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
Los gemelos se agacharon y vieron salir de la camioneta a un hombre
con algo en los brazos, como si llevase un cuerpo humano muerto envuelto
en una tela. La pared se abrió como una puerta. El hombre entró y bajó las
escaleras que tenía delante. Antes de que la pared se cerrase, los gemelos
lograron entrar. Siguieron al hombre sin que este los viera. Al terminar de
bajar las escaleras, el hombre soltó en el suelo lo que llevaba envuelto y pulsó
un código en un panel que había al lado de una puerta que se abrió. El
hombre cogió su carga y entró. La puerta se cerró de golpe, dejando un
extraño olor a producto químico.
Los gemelos no pudieron ver qué código había que pulsar. El panel
tenía los números del 0 al 9 y unas figuras geométricas: un círculo, un
triángulo y una cruz. De pronto, Juan recordó un cuadro que estaba colgado
en casa de su abuelo, con dibujos de tres dioses egipcios. Cada dios tenía un
número en la mano derecha y una figura geométrica en la mano izquierda.
Así que probaron con el supuesto código del cuadro de su abuelo: 8 triángulo,
9 círculo, 5 cruz. La puerta se abrió y los gemelos entraron casi sin respirar y
con las piernas temblando.
Anduvieron un poco y se escondieron dentro de una estatua por la que
se podía subir. Tramaron un plan. Pepe se fue a otra estatua y esperó.
Cuando los creyentes iban a quemar a una niña Juan, con su cuerda,
hizo como que iba a salvarla solo para llamar la atención de los creyentes,
que empezaron a correr detrás de él. Mientras tanto Pepe, salvó a la niña y le
dijo indicó el camino de salida para que ella se escapase. A Juan le pillaron y
descubrieron que la niña ya no estaba. Decidieron quemar a a Juan, pero
Pepe fue matando con su cuchilla y escondiendo a los creyentes, y consiguió
salvar a su hermano Juan. 
......Cuando ya solo quedaba el rey le quitaron su máscara. Era su abuelo y con
toda la pena del mundo lo mataron, para que nadie volviese a quemar a
ninguna niña. Nunca más hubo terremotos. Jamás se lo contaron a nadie, ese
sería el secreto de Juan y Pepe.
Berjillo Santana, Nilo
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 35
EXPEDICIÓN A LA LUNA 
El primer día de instituto llegaron de las vacaciones un grupo de cinco
amigos: Tom, Alberto, Pablo, Javier y Pepe.
Pepe era moreno, de pelo castaño, con un carácter muy delicado. Era
sudamericano. Javier era de piel clara y pelo rubio, de carácter serio. Era del
País Vasco. Tom era de piel clara aunque un poco más oscura que Javier y de
carácter sensible, pero con un buen corazón. Era sevillano. Pablo era de piel
negra y carácter contento, amable…, norteafricano. Alberto era de piel morena,
de robusto y amable carácter.Era de Cádiz.
Los cinco amigos llegaron al instituto y se les veía contentos, ya que era
su último año allí. Al entrar se reunieron:
-Hola... que tal chicos -dijo Tom con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Bien! -dijo Pablo también con mucho entusiasmo.
Todos siguieron hablando de sus vacaciones. Ese día notaron, cuatro
de los cinco amigos, que uno de ellos había vuelto de las vacaciones raro,
como malhumorado, sin ánimo, apático, además ya no era el mismo, no
atendía en clase, le contestaba mal a todo el mundo, no salía con ellos, etc.
Todos preguntaron: 
-¿Te encuentras bien, te notamos un poco raro? 
36 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
-Perfectamente, mejor que nunca -dijo irónicamente-. ¡Dejadme en paz!
Más tarde los amigos se alejaron y se reunieron. Pensaron que tenían
que intentar algo para que no estuviera tan apático. Intentaron acordarse de
lo que más le gustaba, pero no supieron lo que era. Decidieron ir a
preguntarle a su familia, a la salida del instituto, pero ese día no pudieron, ni
al siguiente, ni al cabo de un mes... pero llegó un día y:
-Si queremos recuperar a nuestro amigo tenemos que sacar un hueco
e ir -dijo uno de ellos.
Entonces los cuatro fueron a la casa de su amigo a preguntarle a su
madre. Y, vaya la sorpresa que se llevaron, y es que el padre se había ido de
casa y les comentó la madre que no salía de su cuarto. También les comentó
que no había nada que le pusiera contento y que lo habían intentado todo.
Los amigos se desanimaron porque sabían que iban a perder a un buen
amigo e hicieron todo porque Pepe volviera a ser el mismo. Entonces Pepe
dijo:
-Dejadme, ya no me volváis a dirigir la palabra. 
Y sin más explicaciones se fue de la ciudad a un pueblo, con su padre.
El rencor le había comido por dentro, nada ni nadie le hacia reír, ni llorar. El
niño se volvió malo y con el paso del tiempo, se hacía más grande y más
malo. Cada vez que veía a alguien que no fuera él en el espejo, o a su padre,
se ponía de mal humor y le echaba una mirada que echaba fuego. No tenía
amigos, ni tenia familia, ni creía en la Navidad, ni tenia religión, nada,… era el
niño piedra.
Más tarde los amigos los amigos se pusieron a hablar:
-No creo que sea buena idea seguir intentándolo -dijo Tom.
-Es verdad, que le den morcilla…-le contesto Alberto con un gesto de
desgana y los demás asintieron con la cabeza.
Cada año que iba pasando, añoraban más a su amigo pero cada uno
siguió estudiando y el grupo de cuatro se dividió en dos de dos. Dos niños
estudiaron la carrera de Astronauta y otros dos estudiaron para ser científicos
de la NASA. Los primeros años intentaron por todos los medios buscar y
contactar con él, pero fue en vano y luego, más tarde, pasado el tiempo
pararon de buscar y el grupo se separó durante un tiempo. Después se
unieron de nuevo, montaron una empresa y descubrieron un material nuclear
que había en la Luna. Querían mantenerlo en secreto pero fue imposible.
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 37
Al día siguiente se había enterado la prensa y dio la casualidad que su
amigo (si se podía decir amigo después de lo que había pasado) también
había comprado la prensa ese día. Entonces el grupo decidió hablar, tuvieron
una larga conversación: 
-No podemos dejar que se enteren de que material es ni cuando
iniciaremos la expedición para ir a por él y poder analizarlo -dijo uno de ellos y
los demás asintieron con la cabeza. 
Cuando lo decidieron, siguieron su investigación mientras su amigo,
alias el niño piedra, que había estudiado ingeniería y la carrera de astronauta,
se dedicó a construir un cohete para que le llevara a la luna y poder hacerse
rico con el material. El grupo ya no se fiaba y contrataron a un investigador
que descubrió lo del niño piedra.
Entonces decidieron construir otro cohete y como eran una empresa y
tenían dinero, pudieron contratar a varios ingenieros, pero no le cogieron
mucha ventaja, solo le alcanzaron y los dos cohetes salieron el mismo día. La
diferencia era que el del niño piedra estaba hecho para matar.
Pasaron horas, y no se veían. Al cabo de un rato se relajaron.
-Pero qué es eso -gritó Tom con voz de sorpresa.
Todos se alertaron. A lo lejos se veía una tenebrosa nave... era la de
Pepe. Todos se pusieron muy tensos y además Alberto divisó a lo lejos una
lluvia de meteoritos. Las naves se acercaron. Pepe también se dio cuenta de
la otra nave y lanzó varios misiles. Tom cogió los mandos y esquivó bien los
cohetes y los meteoritos, mientras que a Pepe le alcanzó uno. 
Hubo una épica batalla en el espacio entre los cuatro de la empresa y
Pepe, el niño piedra, el que se creía que podía ganar y hacerse rico, puesto
que él además era demasiado digno. Una de esas personas que nunca
decían algunas palabras como: perdón, gracias por favor…
Entonces empezó la pelea, la típica pelea que en cuestión de
segundos… ¡podía acabar en desastre…! Estuvieron deambulando en medio
del espacio. La nave de Pepe estaba mucho más hecha para matar. Tenía
misiles, láseres pero quedó rasguñada. Se debatieron varias veces entre la
vida y la muerte…, entonces…, el karma hizo de las suyas… un meteorito,
grande como un elefante, duro como el metal…, alcanzó a la nave de Pepe
que quedó destrozada. Pepe yacía en su lecho de muerte.
Todos se quedaron en silencio… (varios segundos). Después de un rato
38 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
Tom rompió el hielo:
-Vayamos hacía la Luna, lo remolcaremos desde allí.
Todos, con lágrimas como una casa en la cara, afirmaron. Pero no hizo
falta nada, con la propulsión del meteorito llegó la nave a la Luna. Las
lágrimas seguían sin secarse, mientras recogían un poco de material para su
investigación. Lo hacían con mucho cuidado, aunque Pablo se hizo un
rasguño tocando la nave. Dio la casualidad de que le salpicó una gota justo
en el pequeño rasguño y se curó, entonces Javier dijo:
-¡Eso es!, este material no solo sirve de combustible, también es
curativo.
No lo creían y tuvo que enseñarles la herida. Todos pensaron que
estaba loco pero… Miraron hacia él y todos a la vez gritaron: -¡Es verdad!
De pronto Tom se dio cuenta de que faltaba Pepe. Todos corrieron hacia él, le
echaron el material por encima y… lo recuperaron. Desde ese día, trabajó con
ellos, y fue el niño más humilde de la Vía Láctea.
Buzón Morilla, Gonzalo
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 39
EL VIAJE DE RUFO
Hace tiempo, un niño llamado Juan, de doce años, simpático y alegre,
jugaba con su perro Rufo en su jardín. Jugaban con el juguete preferido de
Rufo: su pelota de colores. Esa pelota se la regaló Juan a Rufo cuando nació,
por eso Rufo le tenía mucho cariño. En cambio el preferido de Juan no era un
juguete, era un reloj de oro que le regaló su padre José. Rufo era un perro de
raza labrador, de color negro intenso y siempre obedecía las órdenes de
Juan.
Cuando había pasado un rato jugando, su padre lo llamó para cenar.
Después de cenar llegó su madre María del trabajo. Ella trabajaba en una
empresa de pañuelos de seda. Era supercreativa y todos los pañuelos eran
como cuadros de un museo. Cuando su madre entró en casa, tenía mala cara
porque les iba a dar una triste noticia:
-Me he quedado sin trabajo, han cerrado la fábrica, les iba muy mal.
-Pero, ¿cómo puede ser eso? -dijo José exhausto.
-Mamá lo siento -dijo su hijo.
-No pasa nada Juan, ya encontraré algo -dijo su madre con gran
dulzura al niño.
Llegó la hora de dormir y Juan se acostó con Rufo en su regazo. Él no
se podía dormir, sus padres discutían y discutían abajo, en la cocina. La
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familia no podía con tanta incertidumbre.
A la mañana siguiente, los padres de Juan tenían que hablar con su
hijo. Juan se asustó ya que no tenía ni idea de lo que le dirían. Después de
desayunar, llegó el momento de hablar con él:
-Hijo, la mala noticia es que hay que dara Rufo a otra familia -dijo
María.
-No tenemos dinero para mantener la casa. El perro es mucha carga
-dijo su padre calmándolo.
-¡No! -dijo Juan-, Rufo es mi amigo y nunca me separaré de él. 
Juan se fue al colegio entristecido, pensando en lo que debería hacer.
Al llegar, se encontró con su amiga Ana y le explicó lo sucedido:
-Hola Ana.
-Hola. ¿Qué te pasa?, tienes mala cara.
-Pues nada, mi madre se ha quedado sin trabajo y me han dicho que
tengo que donar a Rufo a una familia ya que cuesta mucho dinero
mantenerlo.
-Claro, por eso vienes con esa cara triste. ¿No?
-Sí, por eso.
-Bueno seguro que puedes hacer algo -dijo su amiga sonriendo.
Era la tarde del viernes y Juan volvió a su casa después del colegio.
Cuando llegó les dijo a sus padres que sí, que darían a Rufo a esa familia. 
Después de comer prepararon los bocadillos para iniciar el viaje hacía
donde vivía la familia, en Linares, un pueblo de Jaén. Desde Sevilla, que es
donde vivían, hasta Jaén, había dos horas de recorrido. Al pasar una hora y
media, entraron en la provincia de Jaén, y a la media hora llegaron a Linares.
Allí buscaron la casa. Cuando llegaron se sorprendieron de su aspecto: era
grande pero descuidada. Las ventanas estaban rotas, con falta de persianas.
El jardín lleno de ortigas verdes y una puerta podrida por los años.
Llamaron a la puerta, y les abrió un viejo señor de los años de
Matusalén. Entraron en la casa, y en un abrir y cerrar de ojos emprendieron el
camino de vuelta a Sevilla. Juan con mucha tristeza y dolor después de
despedirse de su gran amigo. Al llegar era de noche, así que Juan se acostó.
A lo lejos, en Linares, Rufo también añoraba a Juan con pena. Esa
noche, el perro echaba tanto y tanto de menos a Juan que se escapó para
estar con él. Sólo por aquellas calles siniestras y vacías, tenía miedo pero lo
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 41
echaba tanto de menos que lo haría por él.
Al amanecer Rufo llegó a Jaén. La ciudad se despertaba por la mañana.
Toda la gente lo miraba con pena. Otros con desprecio. Hasta unos niños se
rieron de él. Al llegar la noche Rufo, de todo el día sin comer, tenía mucha
hambre. Por suerte a un frutero se le calló una pieza de pera y él se la comió.
Siguió caminando y caminando, hasta que llegó a Puente Genil, en la
provincia de Córdoba. Estaba tan cansado que se durmió al salir del pueblo.
Era la mañana del domingo cuando Rufo se despertó, y se encaminaba
hacia Córdoba. Por la carretera Rufo se encontraba con gatos y perros
callejeros. Durante la mañana solo veía a los coches y camiones que se
desplazaban de ciudad en ciudad.
En Sevilla, Juan escuchaba a otros niños jugar con su perro. Él también
quería hacer lo mismo, esperando que algún día de nuevo volviera a
reencontrarse con Rufo. Llegó la noche en Córdoba y Rufo de nuevo estaba
hambriento. ¡Había estado dieciséis horas andando! Quería comer algo. Robó
de una pescadería una sardina de Galicia, se la comió y de nuevo emprendió
el viaje.
En Linares, el hombre anciano, estaba desesperado por Rufo. Aunque
ya mayor, era muy bueno y generoso y sabía que el perro añoraba a su dueño
y que su dueño también lo echaba de menos, así que el viejecito decidió no
entrometerse en nada.
Llegó la mañana del lunes y Rufo ya había salido de la provincia de
Córdoba. Después de toda una madrugada entera había llegado a Écija, un
pueblo ya en la provincia de Sevilla. Poco a poco, atravesó ese gran pueblo y
se adentró en la carretera, que le encaminaría al siguiente pueblo: Carmona.
En Sevilla, Juan había salido del colegio y María lo llamó:
-¡Juan, Juan!
Juan miro hacia atrás y se acercó a María.
-¿Cómo estás?, después de lo de tu perro.
-Bien -dijo Juan muy serio-. Bueno me tengo que ir ¡Adiós!
Ya caída la noche, Rufo llegó a Carmona, estaba cansado así que se
acostó en la Puerta de Córdoba. Al día siguiente le esperaría otra nueva
aventura. En la mañana del martes 8 de diciembre, el pueblo de Carmona se
despertaba, con la mañana del día de la Inmaculada Concepción, patrona de
las Fuerzas Armadas Españolas. Rufo se despertaba justo al lado de la puerta
42 CEIP José María del Campo. Curso 15-16
de Córdoba Carmonense.
El perro caminaba por el pueblo, desesperado de tantos días andando
por ciudades, pueblos y pedanías de Andalucía. Al pasar por la parroquia de
Santa María de Gracia la gente esperaba en la puerta la salida de la
Inmaculada. Rufo se quedó a esperar la salida.
Las personas hablaban:
 -Este año la virgen lleva un paso de oro -decía uno.
-Además, el escultor Luis Álvarez Duarte ha restaurado a la Inmaculada.
¡Qué ganas de verla fuera! A las doce dice que sale -decían otros.
Pasaba la mañana y llegó la hora de la salida. Rufo también quería ver
a la virgen y tenía el mejor sitio para hacerlo. A las doce en punto, el cerrojo
del atrio de abrió de par en par y empezó a salir el cortejo procesional,
primero la cruz de guía y tras ella el cortejo de la virgen.
Rufo estaba ansioso. Todo el mundo salía. Salían personas con cirio,
representaciones de las hermandades de gloria y de hermandades de
penitencia. A las doce y media, los ciriales se presentaban en la calle San
Teodomiro y tras ellos el paso de la virgen que se arrío en el dintel de la
fachada. El pueblo nervioso esperaba el gran momento. El perro estallaba de
felicidad. Al minuto, sonó el llamador y saltó al cielo con ella. El capataz
mandaba a sus hombres:
-¡Jozé, vámonos con la ceñora! Bueno vamos a tierra por igua, bueno
bueno vamo de frente con ella valiente. ¡Duro con ella valiente!, poco a poco,
¡duro con ella señores! Bueno pararse ahí ¡Ole,ole! , al cielo.
Se levantó hasta el cielo y sonó el himno de España. Llas campanas
repicaban y el pueblo gritaba a los sones de: “¡Guapa y guapa!”. Rufo veía a la
virgen e intentó ponerse delante del paso, pero las personas no querían que
el perro estuviera allí, así que un hombre lo tiró para otro lado. Rufo
desconsolado pensaba: “No sé porqué quieren tanto a una virgen y ahora
desprecian a un perro. Eso no debería estar permitido. Es una injusticia
grandísima”.
Salió del pueblo, en busca de la carretera del aeropuerto de San Pablo,
el aeropuerto de Sevilla. Al llegar veía a los pasajeros, saliendo y entrando de
los aviones, y Rufo se acordó del día en que la familia lo llevo de viaje a París,
escondido en la maleta porque en el avión no podían entrar animales.
Por fin Rufo llegó a su destino en el barrio de Triana, en la inmensa
CEIP José María del Campo. Curso 15-16 43
ciudad de Sevilla. Entró cansado después de tantos días caminando por la
Comunidad Autónoma de Andalucía, y por fin: la calle Aracena, nº3 en la 1ª
escalera.
Tuvo la inmensa suerte de que la puerta de la cancela estaba abierta.
No se lo pensó dos veces: entró en el portal y subió la escalera hasta el 6ºC.
Llamó al timbre y abrieron la puerta. Se reencontró con Juan su mejor amigo.
Se abrazaron los dos y ya nunca jamás se volvieron a separar, porque la
amistad de un perro puede más que la de un humano.
Carvajal Chacón, Mario
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LA CREACIÓN DE LIS Y REMO
En la frontera entre Francia e Italia vivía Fran Grace, su hermana Thalia
Grace y su madre Sally Levesque.
-¡Abre la puerta Fran!
-¡Ya voy Thalia!
Cuando Fran abrió la puerta no sabía por qué su madre había
comprado esa casa cuando ella era rica. Estaba toda en ruinas y
completamente destrozada.
-¿Mamá, por qué has comprado esta casa?
-Porque empezar una casa de nuevo es mucho más divertido.
La madre de Fran y Thalia siempre decía que las cosas tienen que ser
divertidas pero para ellos siempre era aburrido lo que su madre decía que era
divertido. Fran miró el jardín. Tenía estatuas paro no se veían por culpa de
todas las enredaderas. Entraron en la casa que tenía dos pisos. En el primero
se veía un claro salón y una cocina. En

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