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Hidrografía argentina: Dentro de la hidrografía del territorio argentino se pueden diferenciar cuerpos de agua, como lagos o lagunas, espejos de agua acumuladas en depresiones y curso de agua como ríos y arroyos, en los que el agua circula a través de un cauce. Estos tipos de agua superficiales cumplen un papel muy importante en el ciclo del agua, ya que la transportan a lugares altos hacia el mar y a su vez parte del agua se evapora para dar continuidad al ciclo. La variedad de relieves y de climas genera una red de drenaje superficial muy extensa y diversa en nuestro país. Las características se relacionan con las particularidades del clima y el relieve de las zonas que atraviesan ya que esto define su régimen. Por ejemplo, en una zona de clima húmedo con relieve montañoso, los ríos serán rápidos y caudalosos, como en los andes patagónicos- fueguinos. En cambio, los ríos que en su recorrido atraviesen zonas áridas de llanura serán mas lentos y con poco caudal, como los del sur de la llanura pampeana. Los lagos mas extensos y profundos de la argentina se ubican en la Patagonia en las depresiones formadas por la depresión glaciares. En cambio, las lagunas formadas en zonas desgastadas por la erosión eólica son más números en las llanuras. Pluralidad de formas de alimentación y regímenes de la red hidrográfica Las diferencias climáticas y geomorfológicas han generado una red de drenaje extensa y variada. Si se exceptúan los grandes ríos internacionales que drenan de N a S -Paraguay, Paraná y Uruguay- en general tienen sus fuentes en los altos relieves de Argentina occidental. Vierten sus aguas hacia el este, en las cuencas sedimentarias, bolsones y llanuras, o las atraviesan para volcarlas en el Atlántico. Por otra parte, son casi los únicos que se utilizan para fertilizar las tierras mediante el riego. De acuerdo con las formas de alimentación y el régimen, los ríos argentinos se pueden dividir en cinco grupos 1. Ríos de alimentación mixta: pluvio-nival y glaciar, con máximas caudales en invierno y primavera: Tienen tus fuentes en los Andes húmedos, con abundantes precipitaciones, y atraviesan la Patagonia seca, en la cual reciben escasos aportes hídricos, de octubre a marzo, semestre durante el cual las precipitaciones son mínimas, se alimentan exclusivamente de las nieves fundidas y glaciares. De abril a septiembre los caudales se sostienen por las precipitaciones pluviales y la fusión de las nieves de la estación en niveles bajos. Los numerosos lagos patagónicos, interpuestos entre las fuentes y los cursos de agua, regulan sus caudales y también decantan los materiales sólidos. El régimen de escurrimiento tiene dos períodos de máximos caudales (Julio Agosto y Octubre-noviembre), separados por dos mínimos, uno principal de marzo-abril y otro secundario de agosto-Setiembre, como el Limay. 2. Ríos alimentados por el agua de la fusión de los glaciares, con caudales máximos durante el verano: Tienen sus fuentes de alimentación en los glaciares de las altas cumbres de nos Andes áridos y en el elevado bloque de la Puna. Si se exceptúan algunos ríos, como el Colorado, son endorreicos. El aporte de las nieves de los niveles bajos es escaso y el agua procede, en su mayor parte, de los glaciares. El régimen es regulado por la marcha de las temperaturas. Debido a las grandes pendientes y la falta de vegetación, los ríos son torrenciales y las aguas turbias por la gran cantidad de materiales sólidos que transportan. Los mayores caudales se registran durante el verano, especialmente en enero. En invierno, en cambio, los fríos paralizan la fusión de los de los, especialmente en agosto, y los caudales descienden al mínimo, como el río Mendoza. 3. Ríos que se alimentan de las lluvias del verano y tienen sus máximos caudales en esta estación: Dentro de una extensa área en la cual alternan montañas medias, bolsones y planicies, con precipitaciones variables (300 a 800 mm), se alimentan de las lluvias que alcanzan el máximo en verano, especialmente enero y febrero. La época de menores precipitaciones corresponde a la invierno y final del otoño. En general, los caudales son bajos desde abril o marzo a setiembre u octubre. Todos los ríos están sujetos a fuerte evaporación, la cual da lugar a un balance hídrico deficiente, además de infiltraciones en suelos muy permeables. Gran parte do las precipitaciones producen en las montañas por lo cual tienen un escurrimiento muy rápido o se infiltran en las altiplanicies donde las aguas circulan lentamente y contribuyen a sostener magros caudales invernales. Dentro de este régimen existen diferencias, explicables en un área tan extensa y variada desde el punto de vista geomorfológico, climático, edáfico y biológico, que afectan al volumen total de las precipitaciones y el escurrimiento, como ocurre en Río Segundo. En parte de la región climática subtropical, que adquiere caracteres tropicales en verano, especialmente en enero, ciertos rasgos diferenciales se acentúan y configuran un subtipo hidrográfico. La causa fundamental es la mayor concentración estacional de las precipitaciones, a la cual se agrega una mayor intensidad y menor duración. Esto trae aparejado un mayor desnivel entre los caudales de verano e invierno y crecidas más violentas. El Bermejo, aforado en Manuel Elordi y las lluvias registradas en Orán, constituyen un buen ejemplo. 4: Ríos que se alimentan de las precipitaciones de otoño y primavera, con máximos caudales en la misma estación: Corresponden a la parte oriental de la llanura y se alimentan exclusivamente de las lluvias de la primavera o el otoño, separadas por un periodo de mínimas precipitaciones en invierno. El río Uruguay, por ejemplo, presenta un mínimo en sus caudales en verano (enero) y otro en julio o agosto y dos máximos: junio y setiembre-octubre. La permeabilidad del suelo y la debilidad de las pendientes superficiales se traducen en un gran poder de absorción que da lugar a un subtipo especial de escurrimiento. 5: Los grandes ríos complejos: Paraná y Paraguay: Dada la inmensidad de la cuenca, la enorme extensión latitudinal, dos grandes ríos reúnen las aguas que aportan afluentes de regímenes diferentes: el Paraná y el Paraguay. El Paraná, de acuerdo con los datos correspondientes a Corrientes, alcanza a máximos caudales en el mes de octubre a causa de las crecidas del Iguazú provocadas por las lluvias subtropicales. Luego las aguas se estacionan, pero en el mes de febrero, por las precipitaciones tropicales, tienen un segundo máximo que es el principal del año. A partir de este máximo las aguas descienden rápidamente hasta mayo y se estacionan en junio pues la disminución debida a la falta de lluvias tropicales es contrarrestada por el aumento de las subtropicales. Finalmente, las aguas descienden hasta agosto para recomenzar el ciclo en setiembre. El Paraguay tiene parte de su cuenca sometida a las precipitaciones tropicales y parte a las subtropicales. Entre ambas se interpone el Gran Pantanal, un inmenso pantano que regula el escurrimiento de las aguas. El máximo de lluvias en Corumbá corresponde a enero, mientras que las alturas hidrométricas en Asunción alcanzan el más alto nivel en junio. El río crece lentamente entre enero y junio y luego decrece hasta setiembre, permaneciendo durante cuatro meses con las aguas bajas. RIOS: Salado del Norte, Paraná, Uruguay, Colorado, Bermejo-Teuco, Pilcomayo, Chubut, Salado, Negro, Deseado, Chico de Santa Cruz, San Juan, Mendoza. Los distintos tipos de cuencas. El sistema hidrográfico está compuesto por varias cuencas. Una cuenca hidrográfica es el área en la cual el agua fluye hacia un rio principal, incluye tantos los cuerpos de agua como los cursos superficiales y subterráneos. Cuencas endorreicas: son aquellasen las que el agua desemboca en un rio principal, pero no llega hasta el mar porque se evapora en el recorrido hacia las zonas mas bajas. Generalmente se encuentran en zonas de climas áridos donde las precipitaciones no son suficientes para alimentar los cursos de agua y la elevada radiación solar provoca una mayor evaporación. Hay tres zonas principales: Cuenca central, formado por ríos de cuencas endorreicas o interiores que desagotan en lagunas o tierras pantanosas, o bien desaparecen de la superficie. Está formada por varios sistemas principales: el del río Desaguadero, el de la Mar Chiquita y el del río Quinto. Cuenca de la Pampa. Corresponde a la región natural de la llanura pampeana y está compuesta por unos 20 ríos de escasa importancia, siendo el más destacado el río Salado del Sur (640 km). En esta cuenca hay muchas zonas deprimidas, con pequeñas cuencas endorreicas e incluso varias zonas arreicas. Cuenca Andina, formada por los ríos que nacen en la cordillera que, salvo excepciones, se pierden en lagos, lagunas o esteros. Sistema del río Desaguadero. En la actualidad existen presas y embalses en los ríos que aquí desembocan. Su fin es producir energía hidroeléctrica y servir de regadío para esta árida región. El río Desaguadero afluía en un importante sistema lacunar que fue casi totalmente desecado en el siglo XX. Sistema de la gran laguna salada de Mar Chiquita. Situado en la provincia de Córdoba, recibe las aguas de una amplia variedad de ríos de la zona, como el Río Dulce. La laguna Mar Chiquita que contiene agua salada se comunica, de manera subterránea con las aguas atlánticas a más de 900 km de distancia. Sistema del río Quinto. Nace en la sierra de San Luis y se pierde en una serie de esteros y pantanos en el sur de la provincia de Córdoba. Es la zona donde las aguas se comunican, de manera subterránea, con las fuentes del río Salado (Buenos Aires). Cuencas exorreicas: Son las que desaguan en el océano. En el caso de nuestro país, se encuentran las cuencas con pendiente en el océano atlántico y en el Pacifico. Dentro de las primeras la mas importante en la cuenca de la plata (la mayor del país) con los ríos Paraguay y Uruguay como tributarios. Por otro lado, algunos ríos patagónicos desembocan en el océano pacifico, como el rio Futaleufú o el rio Manso. Pertenecen a dos grupos principales: Vertiente o pendiente del Atlántico, que comprende la mayor parte del país. Está formada a su vez por tres sistemas principales: La parte argentina de la Cuenca del Plata, en la parte norte, constituida por las cuencas del río Paraná, del río Uruguay y el Río de la Plata. Es la mayor del país. Los ríos de la parte central que vierten directamente al Atlántico, en su mayoría de la zona de Buenos Aires, hasta el río Colorado. Los ríos patagónicos, que descienden desde los Andes, sin grandes afluentes y más o menos paralelos entre sí, desde el río Colorado hasta el río Grande de Tierra del Fuego. Vertiente o pendiente del Pacífico, muy pequeña, formada por varias cuencas de ríos que cruzan los Andes hacia Chile. Los ríos de la pendiente del Pacífico son muy pocos, aunque muy caudalosos, y se circunscriben a ríos de los Andes patagónicos, siendo los más importantes el Hua Hum, Manso, Futaleufú, Mayel, y Fagnano, este último en Tierra del Fuego. la Cuenca del Plata, la segunda cuenca por superficie de América del Sur (tras la del río Amazonas), que además comprende tierras brasileñas, bolivianas, paraguayas y uruguayas. Tres son sus colectores principales, los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay, navegables en buena parte de su recorrido, y los tres son ríos argentinos: el río Uruguay y el río Paraguay forman parte de sus fronteras naturales y el río Paraná discurre en su tramo final por territorio argentino. Tras la confluencia del río Paraná y el río Uruguay, en el delta del Paraná, toda la cuenca vierte sus aguas en el río de la Plata, un largo estuario de 290 km de longitud, localizado entre Argentina y Uruguay, en el que vierten, además, otros ríos menores, como el río Salado, que recoge las aguas de Buenos Aires. Esta cuenca es la cuenca principal y más caudalosa del país y forma parte del sistema de carga y descarga del gigantesco acuífero guaraní y en menor medida del acuífero Puelche. Las cuencas arreicas: se generan donde el agua se pierde por la infiltración bajo tierra o por evaporación y no tienen escurrimiento hacia un rio principal. Es el caso de algunos sectores de la meseta patagónica, el centro de la región chaqueña y cuyo Cuencas arreicas, que carecen de cursos de agua o en las que es muy difícil determinar la divisoria de agua debido a su lento escurrimiento. Las más conocidas son las de las zonas semiáridas de las provincias del Chaco y La Pampa, así como también las mesetas patagónicas del origen basáltico y la Puna en el Noroeste.
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