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Sahagún, Fray Bernardino, Historia General de las Cosas de la Nueva España, México, Ed. Porrúa (Colección Sepan Cuántos) 1960, Libro Primero Y Segundo. Por: Alfredo Humberto Pérez Sánchez Fray Bernardino de Sahagún escribe la Historia general de las cosas de la Nueva España, también conocido como códice Florentino, con el apoyo de informantes indígenas. Está compuesto por doce extensos libros: los primeros tres trata la concepción indígena de lo divino y sus formas de culto; los siguientes cuatro trata temas culturales y la astrología indígena en relación a su moral; los libros comprendidos del octavo al onceavo, las cuestiones socioeconómicas y el doceavo contiene sus memorias durante la conquista. En el segundo libro escribe brevemente y organiza de manera formularia la información, entendible debido a que Sahagún lo realiza con ayuda de entrevistas esquematizadas, limitando desde las preguntas las correspondientes respuestas que los indígenas le proporcionaban. Enlista una cantidad de veinticuatro dioses y diosas mexicas a quienes les anota su motivo de culto, así como las formas de venerarles. Cada que le es posible los vincula con una deidad griega, en similitud les reconoce con iguales características humanas, incluso menciona a los dioses que anteriormente eran terrenales y después de cumplir ciertos requisitos, alcanzaron la divinidad. Se enfoca a describirlos, escribe sobre sus atributos y poderes. Finaliza este primer libro con un apéndice en el que habla contra la idolatría. Los dioses que trata los clasifica de la siguiente forma: Dioses principales Huitzilopochtli (o vitcilupuchtli), principal deidad mexica asociado al sol Paynal o Paynatl es el delegado (o vicario) de Huitzilopochtli para hacer cumplir su voluntad de guerra generalmente Texcatlipoca es la deidad invisible y de la oscuridad Tlaloc Tlamazqui es la deidad responsable de las lluvias Quetzalcoatl es el dios de los vientos Las diosas principales Cihuacoatl (o civacoatl) a quien atribuye sucesos adversos, también le llaman Tonantzin Chicomecoatl es la diosa de los mantenimientos, de lo que se come y bebe, principalmente del maíz Toci (o temazcalteci) diosa de los médicos y parteras, medicinas, temazcales, yerberas y adivinos Tzapotlatena atribuida al patronazgo de una resina medicinal llamada uxitl Cihuapipitli son espíritus de mujeres que morían del primer parto canonizadas por diosas Chalchiutlicue (o chalchiuhtliycue) es la deidad con poder sobre las aguas de la tierra Tlazolteotl (o tlaculteutl) es la diosa de las cosas carnales, la lujuria y del sexo Menores en dignidad Xiutetecutli, deidad relacionada al fuego y el calor Macuilxochitil es la deidad que tiene a su cargo dar flores Omecatl es el dios con el dominio sobre los convites Ixtlilton está definido como dios de la medicina, las danzas, festivales y juegos Xipetotec, dios de la primavera y nueva vegetación, como símbolo viste la piel de su victima Yacatecutli, es el dios del comercio y patrón de los mercaderes Los Tlaloques son los compañeros de Tlaloc. Distingue a: Nappatecutli es el dios que hace esteras de juncias, por este invento, es patrono de quienes se dedican a ese oficio y es dueño del maíz rojo; a Opuchtli se le atribuye la invención de las redes de pesca y es dueño del maíz blanco; Yahuqueme, dueño del maíz amarillo y Tomiyauhtecuhtli es el señor de la flor del maíz y dueño del maíz negro. Y finaliza con Tezcatzoncatl, quien es uno de los dioses de la embriaguez y del pulque El segundo libro lo dedica al calendario, describe su estrecha relación con las deidades y las formas de hacerles culto, por tanto, anota las fiestas y ceremonias que se celebran durante 18 meses de manera fija, por un lado, que son las que le dan nombre e inicio a cada mes y por otro lado, las fiestas movibles, que son determinadas por los sacerdotes. Esta segunda parte es una importante fuente etnográfica para acercarnos a la vida del mundo prehispánico, pues contiene descripciones sobre los ritos, ofrendas, sus vestimentas y una gran cantidad de sacrificios. A pesar de su limitada información debido probablemente a las reversas de sus informantes, pero igualmente puede deberse a la aplicación de la serie de preguntas preformuladas con las que Sahagún orientó sus entrevistas que limitaron lo narrado.
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