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Adolescencia SEXUALIDAD UP2 - Victoria Beron

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Adolescencia (Curso del Plan Nacional de Prevención del Embarazo no intencional en la Adolescencia (ENIA)
Tradicionalmente definimos a la adolescencia como la época de la vida en la que tiene lugar el empuje de crecimiento puberal y el desarrollo de las características sexuales, la adquisición de nuevas habilidades sociales, cognitivas y emocionales y el fortalecimiento de la autoestima, autonomía, valores e identidad (Pasqualini, 2010).
La OMS la define como el “período de crecimiento y desarrollo humano que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y los 19 años”.
El hecho de que existan diversas definiciones posibles de adolescencia, desde distintas disciplinas, sumado al devenir de la historia, los hechos políticos, la cultura, el lugar donde se desarrollan las chicas y chicos, hace que puedan definirse al mismo tiempo “distintas vivencias adolescentes”.
Para poder realizar abordajes integrales, tanto desde el sistema de salud como desde el ámbito educativo y desde los organismos de protección y promoción de derechos de NNyA, es fundamental acercarnos a ellas/os desde un marco que contemple la diversidad de clase social, étnica, funcional, cognitiva, idiomática, religiosa, ideológica, y la diversidad sexual, de expresión e identidad de género.
Como sabemos, determinadas prácticas sexuales e identidades de género “gozan de mayor legitimidad en cierto contexto social, cultural y/o político y terminan constituyéndose como ’normales’, mientras otras se estigmatizan”, y esta es una de las principales vulnerabilidades a la que se encuentran expuestos los y las adolescentes LGBTI.
Es justamente en contextos de vida estigmatizantes que “la identidad de género [y sexual] con la que nos autopercibimos no siempre puede ser expresada en el contexto en el que vivimos. No poder ser abiertamente quienes somos puede repercutir significativamente en nuestra salud física y psíquica”. Por este motivo cuando intervenimos con adolescentes desde diferentes dispositivos debemos evitar todo prejuzgamiento, y preocuparnos por cómo construir vínculos de confianza con ellos/as.
Algunas frases que solemos escuchar a modo de ejemplo: “No saben lo que quieren”. “Todavía no tienen edad para decidir”. “No se enferman nunca”. “Solo se preocupan por el sexo”. “Son irresponsables”. Se pueden identificar como visiones de mundo teñidas por el adultocentrismo. El cual “designa en nuestras sociedades una relación asimétrica y tensional de poder entre los adultos (+) y los jóvenes (-).
La categoría de adultocentrismo pone de manifiesto que en nuestra sociedad, las relaciones entre los diferentes grupos de edad se encuentran atravesadas por inequidades en la distribución del poder. “Los adultos gozan de privilegios por el sólo hecho de ser adultos, porque la sociedad y su cultura así lo han definido”.
El adulto aparece como modelo ideal y acabado de persona al que el/la adolescente tiende en su desarrollo, esta mirada fuertemente arraigada en el sentido común vacía a la adolescencia de contenido e importancia como etapa vital.
Embarazo en la adolescencia
En Argentina, el 15% de los nacimientos que se produjeron en el año 2015 correspondió a niñas y adolescentes menores de 20 años. Casi 7 de cada 10 adolescentes entre 10 y 19 años que tuvo un hijo en 2015 manifestó no haber buscado ese embarazo. 
Es importante tener en cuenta los siguientes motivos:
● A menor edad, mayores son los riesgos en materia de salud para la persona gestante
● Además, tal como confirman estudios recientes sobre embarazo en niñas y adolescentes, “a menor edad de la adolescente, mayor es la probabilidad de que el embarazo sea producto de abuso sexual, relaciones forzadas, o explotación sexual”.
“Obligar a una niña/adolescente que no ha terminado de crecer a llevar a término un embarazo forzado o no deseado es una violación de sus derechos humanos equivalente a tortura o trato cruel, inhumano y degradante”.
Y sin embargo, esto es lo que sucede al negar la interrupción del embarazo a niñas y adolescentes, comenzando por no brindarle el derecho a la información oportuna sobre ILE (Interrupción Legal del Embarazo), hasta anteponer trabas de cualquier orden para su práctica efectiva cuando la niña o adolescente lo solicitan ─sean estas de orden moral, burocrático y/o producto del desconocimiento de la normativa nacional vigente─.
De este modo, y siempre teniendo en cuenta la magnitud del porcentaje de embarazos no intencionales, el embarazo de niñas y adolescentes es un caso paradigmático de vulneración de derechos que condensa desigualdad de género, barreras de acceso a la información en materia de salud sexual, a la anticoncepción y en definitiva a la autonomía sobre el propio cuerpo.

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