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La psicología como disciplina y profesión Introducción a las características de un campo diverso María Cecilia Aguinaga Coordinadora del Módulo Introductorio - Trayecto Introductorio 2023 Este texto está dirigido a las/os ingresantes de las carreras de Licenciatura y Profesorado de Psicología de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata. Ha sido escrito con el fin de presentar un panorama introductorio de la psicología como campo de saber y como ámbito profesional y recopila los aportes de diferentes autores y autoras del ámbito nacional e internacional. Si bien no pretende agotar los numerosos debates que esta disciplina ha atravesado a lo largo de la historia, se propone situar algunos aspectos relevantes relativos a su devenir histórico, a la definición de sus problemas de indagación, a su relación con otras ciencias y a su vinculación con el contexto social, aspectos que se profundizarán y problematizarán en las diferentes asignaturas que conforman los planes de ambas carreras y que, por otro lado, van cambiando a lo largo del tiempo con el desarrollo mismo de la disciplina y del quehacer profesional. ¿Qué es eso llamado psicología? Es muy posible que si preguntamos qué es la psicología a quienes nos rodean, independientemente de si han tenido acceso a la lectura de textos o si han cursado la materia en el colegio, cuenten con una definición: “Es el conocimiento de la mente de las personas”, “Es la ciencia que estudia el comportamiento”, etc. Ante determinadas situaciones vitales también es probable que alguien, interesado en ofrecernos ayuda, nos sugiera hacer una consulta psicológica, lo que supone que cuenta con un saber acerca de la práctica de quienes ejercen esta profesión. Podemos, asimismo, estar en contacto con alguien que ha estudiado la carrera y se desempeña profesionalmente, lo cual hace que tengamos una idea más cercana del campo. También es corriente escuchar expresiones en la vida cotidiana como “Ya parezco tu psicólogo” o “Hacer x cosa es como hacer terapia”. El cine, la televisión y la literatura aportan así mismo, imágenes de profesionales de la psicología. Todas estas representaciones, en muchos casos acertadas, van configurando un panorama de ideas que hacen a la decisión de estudiar la carrera de psicología y al interés por trabajar en este ámbito. Sin embargo, esos saberes, en general, forman una especie de mosaico en el que conviven diferentes ideas, que, aunque en algunos casos son compatibles, en otros, posiblemente no lo sean. Incluso si tuviéramos la ocasión de conversar con un/a estudiante o un/a psicóloga/o de otro lugar del mundo tal vez tenga otra mirada sobre la disciplina, lo cual también, como veremos, puede ocurrir si nos adentramos en cómo era entendida la psicología en otros momentos de la historia del campo. Entonces, en definitiva ¿qué es la psicología? La definición de cualquier campo de saber implica la consideración de múltiples dimensiones. ¿Qué estudia? ¿Cómo lo hace? ¿Para qué? ¿En qué se diferencia de otros ámbitos de estudio? ¿En qué sentido puede plantearse que tiene carácter científico? ¿En qué aspectos de la vida cotidiana de la gente interviene? En lo que refiere a la psicología, estas preguntas han originado múltiples líneas de pensamiento que le dan al campo un carácter sumamente diverso, que han dado lugar a numerosos debates y que ponen un límite a la posibilidad de brindar una definición única y exhaustiva. A lo largo de este texto se presentan algunos de estos aspectos con el fin de introducir a un ámbito tan complejo como plural. La diversidad del campo psicológico La psicología, tal como la conocemos hoy, no existió siempre. Hasta el último cuarto del siglo XIX, los conceptos que ahora podemos llamar “psicológicos” fueron acuñados en el marco de otras disciplinas como la filosofía, la medicina, el pensamiento político, etc. Puede hablarse de un campo psicológico específico a partir de una serie de acontecimientos que se dan en esta época, que tienen características singulares en distintos lugares del mundo y que ha sido denominado proceso de institucionalización (Danziger, 1979; Smith, 1997). La creación de cátedras y de carreras universitarias de psicología, la fundación de laboratorios donde se indagan procesos psicológicos, la asociación de profesionales en entidades propias del campo, la publicación de libros sobre psicología, etc., todo lo que constituye la institucionalización, van configurando un ámbito propio de desarrollo de la ciencia psicológica y van delimitando la especificidad de las intervenciones de los profesionales psicólogos. Este proceso supuso, por un lado, una autoconciencia por parte de los especialistas, o sea, un reconocimiento por parte de los/as mismas/os psicólogos/as de la existencia de saberes y prácticas que son específicas del campo al que pertenecen. Por otro, implicó una paulatina legitimación social, es decir, una identificación por parte de la sociedad más amplia de aquello que constituye lo propio del ámbito psicológico. Esto último es lo que hace, por ejemplo, que exista en el imaginario social una diferencia entre aquello que nos puede llevar a hacer una consulta con un médico y lo que nos puede llevar a consultar con un/a psicólogo/a. A la hora de dar cuenta dar cuenta del origen de la psicología, es corriente la referencia al uso del método experimental. Se suele plantear que la psicología como ciencia surgió a partir de la implementación de un método que pudiera llevar al conocimiento objetivo de la experiencia, en este caso, psicológica, del mismo modo que lo hacían otras ciencias como la química, la física o la biología. Luego, el saber psicológico se habría diversificado constituyendo paulatinamente un ámbito plural. No obstante, diversos autores coinciden en plantear que no existe un origen único del campo psicológico y afirman que esta pluralidad se dio desde los inicios mismos, en la medida que en simultáneo se constituyeron diferentes tradiciones de pensamiento (Danziger, 1990; Vezzetti, 2007). Esta heterogeneidad continúa siendo un rasgo característico del territorio de la psicología, dado que en su interior conviven diversos problemas de interés, diferentes teorizaciones y una pluralidad de métodos de indagación y de ámbitos y técnicas de intervención. Esto ha sido connotado de modos distintos por diversos autores: por un lado, como un factor de inconsistencia e, incluso, de no cientificidad (Kuhn, 1962); por otro, como un rasgo favorable y enriquecedor para el desarrollo del campo disciplinar, atento a la complejidad de los fenómenos que pretende explicar y sobre los que interviene (Longino, 2006; Savage, 2006). Finalmente, otros/as lo consideran como un rasgo constitutivo, inherente al tipo de objetos que aborda la psicología, y se debe a que, como veremos en los siguientes apartados, la psicología se ha desarrollado en diferentes contextos y sus características guardan una estrecha relación con ellos, lo cual vuelve imposible que tenga un carácter homogéneo (Danziger, 1990; Smith, 1997). A los efectos de una presentación general e introductoria del campo, resulta relevante mencionar uno de los ejes más significativos que ha atravesado hasta nuestros días el campo de los saberes y las prácticas psicológicas. Este aspecto ha sido objeto de múltiples debates tanto al interior de la comunidad científica psicológica como en el marco del diálogo que esta mantiene con otras disciplinas. Los autores coinciden en plantear que a lo largo de su desarrollo la psicología se ha caracterizado por sostener una connotación doble y han denominado a esto, entre otros términos, como “ambivalencia” (Smith, 1997) o como “biculturalidad” (Vezzetti, 1998). ¿A qué se refieren los autores con estos términos? A que la psicologíaha sido entendida como una ciencia natural y también como una ciencia humana. Es decir, como una ciencia que estudia fenómenos que obedecen a las leyes de la naturaleza y como un campo cuyos problemas de indagación se explican por determinantes relacionados con la historia subjetiva y con la cultura. Esta doble concepción arroja diversidad entre las teorías ya que implica tres cuestiones. En primer lugar, modos diferentes de entender al ser humano, sus procesos psicológicos, sus modos de vincularse, de aprender, de sufrir, etc. En segundo lugar, supone diferencias a nivel metodológico, en tanto la modalidad que adquiere la investigación de los problemas puede resultar diversa en función de la perspectiva que se sostenga (por ejemplo, las perspectivas naturalistas han privilegiado la experimentación). En tercer lugar, porque ubica a la ciencia psicológica en un diálogo que privilegia disciplinas diferentes: en un caso, las ciencias biológicas y en el otro, la filosofía y las ciencias humanas. Para dar cuenta de este carácter plural del campo psicológico, en los siguientes apartados nos referiremos a una distinción que puede plantearse entre disciplina y profesión. ¿A qué nos referimos con esto? La psicología es una disciplina en el sentido de que circunscribe un conjunto de saberes que, si aludimos a un ámbito científico, se denominan teorías. En el caso de nuestro campo, esos saberes son empleados por los profesionales para intervenir sobre diferentes aspectos de la realidad, por lo tanto la psicología es también una profesión. Si bien disciplina y profesión están en estrecha y mutua relación, es posible establecer la especificidad de ambas esferas en relación con sus características, las dimensiones que involucran y el tipo de problemas que resuelven. La psicología como disciplina La psicología supone, como se mencionó, el desarrollo de diversas teorías. Estas constituyen enunciados que buscan explicar algún aspecto de la realidad. Las teorías se desarrollan con el fin de dar respuestas a problemas, es decir, a preguntas, a cuestiones a explicar, que por diferentes motivos adquieren relevancia para las comunidades científicas. Son producto de trabajos de investigación que se llevan a cabo en diferentes instituciones y organismos (como vieron en la Unidad temática 1, uno de los pilares de la Universidad es justamente la investigación) y pueden adquirir diversas características. Las concepciones teóricas se plasman en libros, artículos de revistas especializadas, tesis de doctorado, etc., y también se intercambian en diferentes instancias como los congresos científicos, las conferencias, etc.; todo lo cual constituye la comunicación en ciencia, aspecto fundamental de esta práctica (Secord, 2004). Por último, las teorías se transmiten y problematizan en el ámbito académico, es decir en las instancias de formación de los profesionales. Entre otros, forman parte de los contenidos de las asignaturas que conforman las carreras. Un primer aspecto que hace a la diversidad del campo psicológico lo constituyen los diferentes problemas que han formado parte de sus intereses de indagación. En diferentes épocas y ámbitos geográficos, el universo de temas de relieve para la psicología ha sido sumamente heterogéneo: el funcionamiento de la percepción, las características de la memoria, las relaciones entre conducta y el medio, los diferentes modos que adquiere el sufrimiento mental, los niveles de la inteligencia, las modalidades que adquiere el vínculo materno-filial, el consumo de sustancias, las aptitudes para el aprendizaje, el impacto que a nivel psíquico tienen las crisis sociales y económicas, el desarrollo infantil, la violencia de género, los rasgos de la etapa del envejecimiento, la psicopatología del trabajo, y podríamos seguir nombrando otros tantos problemas que han delimitado el campo específico de lo que llamamos la disciplina psicológica. ¿Cómo se establecen estos problemas? Las disciplinas que se abocan al estudio de la ciencia, como la filosofía y la sociología de las ciencias, han planteado desde mitad del siglo XX que la ciencia constituye una práctica histórico-social. Esto supone considerar que aquello que se vuelve un asunto de interés y que puede decantar en teorizaciones y en intervenciones, es producto de coordenadas sociales, culturales, económicas, políticas, etc., del ámbito y de la época en la que los investigadores producen conocimiento. Es decir, las disciplinas científicas no producen saber “en el vacío”, sino que desarrollan su trabajo en el marco de contextos en los que estos imprimen su sello. De modo que, inlcuso en un mismo ámbito geográfico, los problemas no son inmutables, se modifican con el correr del tiempo. Por ejemplo, durante la pandemia de COVID 19 que tuvo lugar entre 2020 y 2021, en el área de los estudios acerca del envejecimiento, se desarrollaron en Argentina una serie de indagaciones acerca los aspectos emocionales de las personas mayores durante la cuarentena (Iacub, et al., 2020). Estas investigaciones partieron de la hipótesis de que esta situación puede llevar a una afectación psicológica específica en personas de más de 60 años en función de su condición de población de riesgo. En este caso puede verse entonces, cómo se delimita un problema a partir de una situación sanitaria puntual que decanta en un fenómeno social como es el aislamiento. Teniendo en cuenta esto, se puede plantear que no todos los/as investigadores estudian los mismos problemas. Lo cual lleva a la conclusión de que las teorías que estas/os plantean no pretenden explicar cualquier orden de la experiencia psicológica, sino que se desarrollan en función de la especificidad del problema delimitado. Conviven al interior del campo, por ejemplo, la teoría conductista y la teoría histórico-cultural. La primera es una corriente norteamericana cuyos referentes más significativos son, entre otros, John Watson y Burrhus Skinner, y que se propone el estudio, la predicción y el control de la conducta. La segunda fue propuesta por el psicólogo ruso Lev Vigotsky que busca dar cuenta, entre otras cosas, del desarrollo de procesos psicológicos como el pensamiento. Es decir, ambas son teorías psicológicas, pero se proponen explicar fenómenos diversos. Así mismo, es importante tener en cuenta que aquello que es objeto de estudio de la psicología también cambia con el correr del tiempo porque los seres humanos se transforman en sus relaciones sociales e históricas. Por lo tanto, aquello que estudia la psicología puede transformarse al compás de esos cambios (Talak, 2003). A título ilustrativo se puede mencionar que en la psicología local, la delimitación de la violencia contra la mujer en el seno familiar como un problema a investigar y sobre el cual intervenir se dio en el marco del restablecimiento de la democracia de la década de los ochenta. La renovación cultural que este acontecimiento político supuso permeó vastos sectores de la sociedad e incluyó la aspiración a la democratización de la familia. Esto tuvo un rol relevante, junto con otros factores, en la incorporación de este tópico en el campo disciplinar y profesional, allí donde no tenía una presencia significativa con anterioridad a estas coordenadas (González Oddera, 2021). No solo los problemas, sino las teorías mismas son diversas, en la medida que distintas comunidades científicas desarrollan modos alternativos de comprender un mismo fenómeno en función de sus respectivas tradiciones de pensamiento. Retomando lo planteado en el apartado anterior respecto de la ambivalencia del campo, en el área de las presentaciones tempranas de la psicopatología se han propuesto perspectivas teóricas heterogéneas que buscan explicar, entre otros cuadros, el autismo. Existen teorías psicoanalíticasbasadas en los conceptos propuestos, entre otros, por Sigmund Freud, que ponen el acento en la constitución subjetiva como un proceso que se da en el seno de las relaciones con los otros significativos y proponen el padecimiento psíquico infantil como un emergente de las características que adquieren esos vínculos (Winnicott, 1975; Jerusalinsky, 1997, Lefort, 1983). Pero también se han desarrollado otras teorizaciones en las que los trastornos del espectro autista se consideran como el producto de un déficit ligado al neurodesarrollo, es decir, a una alteración del funcionamiento del sistema nervioso que obedecería a causas genéticas (Baron-Cohen et al., 2011; Martos-Pérez, 2006). Los marcos conceptuales están, asimismo, atravesados por lo que se denomina los valores. Diversos/as autores han mostrado cómo las comunidades científicas no son ajenas a las valoraciones, es decir, a las creencias o a la ideología que impregnan los modos de entender diferentes fenómenos por parte de la sociedad a la que pertenecen (Kincaid el al., 2007; Prilleltensky, 1997). La mirada cultural acerca de lo que es considerado correcto, virtuoso, preferible, moral, etc., impregna, en muchos casos de un modo inadvertido, las concepciones científicas, motivo por el cual las teorías propuestas varían en función de estos marcos valorativos. Puede ilustrarse esta idea con la concepción desarrollada por Víctor Mercante, referente del campo de la psicología argentina de principios del siglo XX, acerca de la psicología femenina. Mercante planteaba que a partir de sus investigaciones y las de otros autores, se podía establecer que las mujeres y los hombres tienen aptitudes diferentes: las primeras desarrollan más la sensibilidad, son detallistas y memoriosas, incluso más que los hombres, pero son poco propensas a la elaboración de ideas y a la imaginación creadora (Mercante, 1908). Esta propuesta teórica, contemplada desde una mirada actual, deja ver una valoración sexista que da cuenta de un contexto en el que el autor se inserta y cuyos valores resultan en extremo diferentes a los vigentes en el presente. En relación con este vínculo de la psicología con su contexto, puede plantearse, por otro lado, que el discurso de la psicología ha penetrado profundamente en la sociedad moderna. Y esto no solo en función del ejercicio profesional, que, como veremos, pone en relación el campo psicológico con la sociedad, sino porque ha aportado modos de pensar que han pasado a formar parte de las representaciones de los grupos humanos y se han incorporado a las significaciones y a los modos que adquiere la educación, la crianza, el establecimiento de vínculos, la sexualidad, etc. Como plantea Vezzetti (2007), se da un camino de doble vía: por una parte, los “objetos” del especialista arrastran una densidad y una historia en el mundo social; por otra, la modernidad, como es sabido, ha instalado a la ciencia y la técnica como operadores privilegiados en la formación y reconversión de las representaciones y los hábitos de la sociedad. (p. 7) Así, entre otras cosas, podemos encontrar ejemplos de cómo ciertas categorías que tienen su especificidad en el campo de la psicología son utilizadas en contextos cotidianos para dar cuenta de distintas experiencias o situaciones: “trauma”, “TOC”, “inconsciente”, “bullying” forman parte del lenguaje común, lo cual no supone sólo una cuestión de nominación sino de modos de dar un sentido a esas vivencias. Finalmente, aquello que refiere al aspecto metodológico de la investigación psicológica es también un terreno plural. Los modos que se han diseñado para llevar adelante las prácticas de investigación, incluyen diversas metodologías y técnicas. Encontramos indagaciones de tipo experimental, que suponen el control por parte del investigador de las variables que intervienen en un fenómeno, como suele procederse en los estudios mencionados sobre la conducta de niños/as autistas entendido como déficit del neurodesarrollo. Se emplean también métodos estadísticos, que buscan la comprensión de fenómenos a partir de la observación de las características que presentan en un grupo amplio de sujetos, como en el ejemplo de la indagación sobre las emociones en adulto/as mayores durante la pandemia. Asimismo, algunas indagaciones utilizan la observación clínica, que se propone abordar el modo de presentación de casos individuales, como es el caso de algunas investigadoras en los estudios acerca de la violencia contra la mujer. Ahora bien, aunque en un panorama general del desarrollo del campo puede observarse una gran heterogeneidad, en contextos más acotados tanto geográficos como epocales, se asiste en general, al predominio de algún marco teórico que por diferentes circunstancias, adquiere un lugar de privilegio tanto a nivel de las instancias de formación como en el ámbito de la investigación y de la práctica profesional. En nuestro medio, fundamentalmente desde la creación de las carreras de psicología a mediados del siglo XX, el psicoanálisis ha tenido esta connotación (Dagfal, 2009). Esta teoría ha adquirido una posición hegemónica que no se ha visto cuestionada significativamente por otros modelos teóricos, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares del mundo, lo cual se evidencia en la orientación que adquiere la formación y en las características del campo profesional. La psicología como profesión Como ya se mencionó, cuando nos referimos a la psicología como profesión hacemos alusión a la intervención de profesionales psicólogas/os en diferentes ámbitos. La profesionalización de un campo supone por un lado, el establecimiento de áreas específicas de aplicación de un conocimiento y por otro, la existencia de instancias de formación superior en las que se adquiere ese conocimiento. Desde estas se expide una acreditación para realizar ese trabajo: el título habilitante, que constituye un requisito para el mercado de trabajo (Geuter, 1992; París Mañas et al., 2009). Asimismo, el ejercicio de las profesiones cuenta con un marco legal que lo delimita y regula (aspecto que se abordará en la unidad temática 3). El proceso de profesionalización de la psicología presenta diferentes características en distintos lugares del mundo. Si bien en Argentina el origen del campo disciplinar puede identificarse a fines del siglo XIX y principios del XX, a partir de la creación de cátedras universitarias de psicología, la fundación de laboratorios de psicología experimental y la creación de la Sociedad de Psicología de Buenos Aires en 1908, este período suele denominarse pre- profesional. Esto significa que se asistió a un intenso desarrollo de prácticas de intervención basadas en conocimientos psicológicos pero llevadas a cabo por profesionales de otras áreas como la medicina, la educación y la criminología (Talak y Courel, 2001). En nuestro país, a partir de la década de los cuarenta, se implementó un proyecto de industrialización que conllevaba la necesidad de contar con un nuevo tipo de mano de obra más capacitada. Esto tuvo su impacto en ámbitos estatales -universitarios y no universitarios- dando lugar a una serie de carreras de corta duración, institutos y direcciones. Estos espacios institucionales estaban enfocados en la psicotecnia, entendida como el estudio del aprovechamiento y el rendimiento en el trabajo, y en la orientación profesional, considerada como una intervención al respecto, basada en el conocimiento de las características psicofísicas de los sujetos. Solo por nombrar algunos ejemplos, la carrera de Psicotécnico y Orientador Profesional inaugurada en 1950 en la Universidad Nacional de Tucumán, el Instituto de Psicología Educacional y Orientación Profesional de la Prov. De Buenos Aires fundado en 1948 y la Especialización en Psicologíacreada en 1953 en la Universidad de San Luis para egresados de las Facultades de Ciencias de la Educación y de Filosofía y Letras, dan cuenta de un proceso paulatino que convertiría a la psicología en una práctica autónoma diferenciada de otros campos (Klappenbach, 2006). Aunque aún se trataba de una psicología “sin psicólogos” (Vezzetti, 1996), esta proliferación de instituciones psicológicas decantó en la organización en 1954 del Primer Congreso Argentino de Psicología que tuvo lugar en Tucumán. Este evento tuvo una gran importancia: casi inmediatamente, fueron presentados proyectos de creación de carreras de psicología en diferentes universidades. El período profesional se inicia, entonces, en nuestro país, con la apertura de las carreras universitarias. La primera de ellas fue creada en 1955 en la Universidad Nacional de Rosario, siguiéndole la de la Universidad de Buenos Aires en 1957, la de la Universidad Nacional de Córdoba, la de la Universidad Nacional de La Plata y la de la Universidad Nacional de Cuyo en 1958, la de la Universidad Nacional de Tucumán en 1959 y, en 1966, la de la Universidad Nacional de Mar del Plata. A partir de 1956 se abrieron carreras en universidades privadas. Los Profesorados en Psicología también datan de estos años: en la Universidad Nacional de Córdoba se abre en 1956 y en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad de Buenos Aires en 1958. El perfil que delinearon las nuevas carreras implicó un cambio significativo en la concepción del rol de los/as piscólogos/as: prontamente la idea de una psicología vinculada a la psicotecnia y la orientación profesional fue sustituida por la orientación clínica, es decir, la atención de pacientes. Esto, como se mencionó, estuvo ligado a la preeminencia de la corriente psicoanalítica, tendencia que continúa vigente hasta nuestros días (Fierro, 2021; Klappenbach, 2018; Talak y Courel, 2001). No obstante, el campo profesional también ha tomado diferentes configuraciones atento a los diversos contextos políticos y sociales, los cuales han definido de diversos modos, un universo de posibilidades y de límites que moldean las características que adquiere el trabajo que las/os psicólogas/os realizan. Como ejemplo puede mencionarse el impacto profundo que tuvo a nivel de la práctica profesional el golpe de estado de 1976 y el gobierno de facto que este instauró hasta el año 1983. Carpintero y Vainer (2004) y Stolkiner (2018) plantean que durante este período, se produce el desmantelamiento y el desprestigio de toda una serie de experiencias desarrolladas en el campo de la salud mental en la década del ’70, que proponían modos alternativos a la intervención manicomial, como las comunidades terapéuticas y los abordajes grupales. Estas prácticas, fundadas en la idea de la/del psicóloga/o como agente de cambio que actúa a nivel de los problemas sociales y de las condiciones de vida de los seres humanos, fueron consideradas como una amenaza al orden establecido (Sanz Ferramola, 2000), situación que llevó a muchas/os profesionales a replegarse en el ámbito privado. En la próxima unidad se verá de qué modo ha impactado en el campo profesional la sanción de la Ley de Ejercicio Profesional en el año 1985 y más recientemente, la sanción de la Ley de Salud Mental en el año 2010. Ahora bien ¿cuáles son los ámbitos en los que pueden los/as psicólogos/a insertarse actualmente en nuestro medio? Aquí también se asiste a un panorama muy heterogéneo. Para tomar un parámetro, puede considerarse lo establecido en la Resolución 343 dictada en el año 2009 por el Ministerio de Educación de Nación1, la cual regula aspectos relativos a la formación de los/as profesionales psicólogas/os. Allí se establecen como campos de aplicación las áreas Clínica, Educacional, Jurídico-Forense, Laboral-Organizacional, Social- Comunitaria y Sanitaria, a las que podría connotarse como ámbitos más tradicionales y afianzados, y las áreas llamadas emergentes. Veamos someramente en qué consisten estas áreas2: o El Área Clínica alude al diagnóstico y tratamiento de pacientes. Puede llevarse a cabo tanto en el ámbito público (en hospitales, por ejemplo) como privado (en consultorios particulares o en instituciones privadas), y los destinatarios de la práctica pueden ser individuos, parejas, familias o grupos. El trabajo de los/as psicólogas puede hacerse de manera individual o como integrante de un equipo con colegas, o interdisciplinariamente, con profesionales de otros campos. o En el Área Educacional las/os psicólogas/os se insertan en el sistema educativo de dos maneras. Por un lado, en instituciones escolares, formando parte de los Equipos de Orientación Escolar, donde enfocan su intervención en cuestiones vinculadas con el proceso educativo y en distintos aspectos de la relación entre los miembros de la comunidad educativa. Por otro lado, trabajan en las instancias gubernamentales, desde las cuales se llevan adelante diferentes acciones (planificación de propuestas curriculares, coordinación de programas, etc.) que luego implementan las instituciones educativas. o El Área Jurídico-Forense delimita el trabajo que desempeñan los psicólogos en el ámbito judicial. Consiste en diversas intervenciones en el marco de las instituciones vinculadas a la administración de justicia por parte del Estado, lo 1 Estas áreas fueron establecidas en diversos documentos elaborados en el marco de la Asociación de Unidades Académicas de Psicología de Argentina y Uruguay (AUAPSI) y fueron incorporadas en la resolución mencionada. 2 Esta exposición puede complementarse con el material audiovisual que figura en la Unidad Temática 2 del programa y con las presentaciones que realizarán graduados de la carrera en la fecha indicada en el cronograma. cual incluye, entre otras, la labor pericial tanto en el ámbito civil como penal, y la participación en los equipos técnicos que trabajan en el Sistema Penitenciario o en el Sistema Integral de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes. o El área Laboral-Organizacional supone el desempeño de los/as profesionales en el marco de organizaciones de trabajo, tanto en el ámbito público como privado (empresas, cooperativas o instituciones estatales). Esto incluye, por ejemplo, la intervención en los procesos de capacitación, selección y evaluación de personal, y el diseño y la implementación de acciones que se proponen la mejora en las condiciones de trabajo, en las dinámicas relacionales y la prevención de riesgos psicosociales derivados de la inserción laboral. o El Área Social-Comunitaria delimita diversas intervenciones profesionales dirigidas al colectivo social, con un emplazamiento territorial delimitado, en el marco de sectores u organizaciones de la comunidad. Esta labor pone el acento en las relaciones entre las condiciones de vida y su efecto sobre procesos psicológicos. Tiene como fin el desarrollo de recursos de autogestión por parte de los mismos colectivos para el diagnóstico y solución de sus propias problemáticas psicosociales. o El Área Sanitaria alude a la práctica que los/as psicólogos/as desarrollan específicamente en el ámbito de la salud, lo cual supone la inclusión en instancias estatales de formulación de políticas de salud pública, la ocupación de cargos de gestión en centros de salud (lo cual ha sido posibilitado por la Ley Nacional de Salud Mental, como se verá en la próxima unidad temática) y la atención, la promoción y la prevención en salud en diferentes instituciones, tales como hospitales o Centros de Atención Primaria. o Podemos agregar a las áreas incluidas en la Resolución mencionada, la labor en docencia e investigación. Las/os psicólogas/os pueden desempeñar su labor en el ámbito académico como partede los equipos docentes que integran las cátedras en las carreras de Psicología u otras, y también pueden integrar equipos de investigación en el marco de instituciones universitarias o en los organismos dedicados a la promoción de la ciencia y la tecnología (como el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - CONICET). o En cuanto a las áreas emergentes o que están en vías de consolidación, se pueden mencionar, entre otras, la Psicología Política, la Psicología Económica, la Psicología del Tránsito, la Psicología de la Actividad Física y del Deporte y la Psicología de las Emergencias y Catástrofes. El quehacer profesional de las/os Profesores de Psicología en el ámbito educativo está estipulado por diferentes reglamentaciones (como la Ley de Educación Nacional Nº 26.206, la Ley de Educación Provincial Nº 13.688 y disposiciones de la Dirección General de Cultura y Educación) que establecen el tipo de trabajo que pueden realizar quienes obtengan esta titulación. Y esto refiere tanto a los diferentes niveles (inicial, primario, secundario y superior) como en las diferentes modalidades (especial, artística, técnico-profesional, de adultos, etc.) del sistema educativo. Entre otras tareas, los/as profesores pueden por un lado, formar parte de los Equipos de Orientación Escolar ya mencionados y por otro, pueden tener a su cargo el dictado de asignaturas tanto en el nivel medio (como en las materias Psicología, Construcción de Ciudadanía, Salud y Adolescencia, entre otras) como superior, por ejemplo, en profesorados y en tecnicaturas. Todas las inserciones mencionadas y otras tantas que por razones de extensión no se incluyen aquí, conforman un cuadro en extremo diverso, que se complejiza aún más si se considera que las características que adquiere el ejercicio profesional ya no dependen exclusivamente de la comunidad de especialistas, sino de las instituciones en las que despliegan su labor. Estas cuentan con sus respectivas historias, sus usos, sus actores, sus prácticas, sus vínculos con la comunidad, etc. Los ámbitos de la salud, de la educación, del trabajo, del sistema jurídico, etc. imprimen su sello particular en el quehacer cotidiano de las/os profesionales psicólogas/os, lo cual hace que por ejemplo, diverja mucho el trabajo que realiza un/a psicólogo/a en una unidad penitenciaria de aquel que realiza otra/o profesional en el servicio de salud mental de un hospital (Vezzetti, 2007). A modo de cierre Comenzamos este texto preguntándonos qué es la psicología y advirtiendo acerca de lo complejo que resulta definirla y caracterizarla de manera exhaustiva. Se han planteado entonces, algunas de las coordenadas que hacen a esta diversidad tanto a nivel del campo disciplinar como del quehacer profesional, sin intenciones de agotar todo el espectro de cuestiones que dan cuenta de esta complejidad. Para quienes hoy inician la formación como futuros/as psiólogas/os, queda por delante un camino de aprendizaje, profundización y problematización. A partir de una lectura crítica de la bibliografía propuesta en las distintas asignaturas, desde una actitud reflexiva y desde una posición curiosa y abierta a la pregunta, les será posible elegir las herramientas teóricas con las cuales enmarcar su labor y delimitar las áreas de trabajo desde donde transitar esta interesante disciplina y esta valiosa profesión. Referencias bibliográficas Baron-Cohen, S., Lombardo, M. V., Auyeung, B., Ashwin, E., Chakrabarti, B., & Knickmeyer, R. (2011). Why are autism spectrum conditions more prevalent in males? PLoS Biology, 9(6), https://doi.org/10.1371/journal.pbio.1001081 Carpintero, E. y Vainer, A. (2004). Las huellas de la memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los ‘60 y ‘70. Tomo II: 1970 – 1983. Topía. Dagfal, A. (2009). Entre Paris y Buenos Aires. La invención del psicólogo (1942- 1966). Paidós. Danziger, K. (1979/1994). Los orígenes sociales de la psicología moderna. En A. R. Buss (ed.). Psychology in Social Context (pp. 27-45). Irvington Publishers. [Traducción de Hugo Klappenbach] Danziger, K. (1990). Constructing the Subject. Historical Origins of Psychological Research. Cambridge University Press. Fierro, C. (2021). Formación de grado en psicología en Argentina: período 2009- 2015. Institucionalización universitaria, profesionalización y acreditación en perspectiva. Nueva Editorial Universitaria. Geuter U. (1984/1992). 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