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La Educación es una función humana y social que siempre existió y seguirá existiendo con el hombre. Las sociedades se dan, instituyen, modos de organizar y realizar esta función. 
 La Escuela es una institución. Un momento particular, histórico, de organizar la educación. Es la Institución Educación hegemónica de la Modernidad. 
 Hegemónica, quiere decir que desplazó y absorbió otras instituciones educativas anteriores o contemporáneas a ella. Se instituyó de tal modo que impregnó la vida social y cultural de escolarización, haciendo difícil reconocer otras formas educativas no escolares. Un buen ejemplo, es la educación popular de adultos; otro modelo de educación que lucha por instituirse fuera del modelo escolar. Necesariamente contra la escuela. En nuestro país perdió la batalla: lo poco que hay en educación de adultos tiene la marca escolar registrada. 
 La escuela es algo más que una institución. Es una Institución de Instituciones. Dentro de ella, en cada establecimiento, existen muchísimas instituciones pedagógicas y sociales que la atraviesan formando su tejido institucional. El trabajo, la religión, el dinero, familiares, en fin, una diversidad de instituciones sociales y culturales. Además, instituciones pedagógicas: “el maestro”, “la dirección”, “el recreo”; desde las que conservan su función y sentido activo (los exámenes) hasta las que han perdido su funcionalidad y sólo conservan valor simbólico (el guardapolvo blanco). 
Esta institución se expande cada vez más. Se hace universal, planetaria. Escolariza la sociedad, le pone su sello. En algunas sociedades más que en otras. La nuestra es una sociedad escolarizada. En su territorio y en las representaciones. Tanto que la pensamos como un fenómeno natural. Naturalización que da cuenta de su grado de institucionalización. 
la escuela está conmovida por una profunda crisis lo que demuestra que es un producto estrictamente humano. 
 Presentemos más sistemáticamente el concepto de INSTITUCIÓN. 
En el discurso acerca de la educación “lo institucional” es presentado como algo diferente de la educación como proceso y como práctica. “Dimensión institucional de las prácticas educativas”, “determinantes institucionales del currículo”, “papel de lo institucional en la calidad de la educación”, “diagnóstico institucional”, “planeamiento institucional”, “proyecto institucional”; como estas encontramos muchas afirmaciones que incluyen en concepto. Aluden a dos realidades que tienen existencia más allá de los actos individuales de los actores en el escenario educativo. 
Primero, refieren con el término institución a los establecimientos educacionales; organizaciones observables en espacios y tiempos concretos: escuelas, colegios, institutos, facultades, etc. Segundo, a configuraciones de ideas, valores, significaciones instituidas, que se expresan, con diferente grado de formalización, en Leyes, Normas, Pautas, Códigos. Pueden estar escritas, pero no necesariamente; pueden conservarse y transmitirse oralmente sin figurar en ningún documento. Este sistema de leyes, normas, pautas serías objetivaciones de aquellas ideas (ideales), valores y significaciones. 
 Las instituciones serían como “lógicas” que regulan una actividad humana (la educación, en este caso), caracterizan o se pronuncian valorativamente con respecto a ella, clarificando lo que debe ser- es decir lo que está prescripto-, lo que no debe ser- lo proscripto-, así como aquello que es diferente u opuesto. (Baremblitt, G. 1992). 
 El Establecimiento, con su Organización, sería el escenario concreto donde la institución toma cuerpo. La escuela como institución, configuración de representaciones, se materializa en la “Institución- Establecimiento”. No toda institución tiene un establecimiento como forma de concretización específica. Hay formaciones sociales y culturales instituidas que no se realizan en un establecimiento, ni tienen expresión jurídica o normativa explícita; en el ámbito educativo es difícil encontrarlas, más aún después del proceso de escolarización de la sociedad. El establecimiento, las prácticas cotidianas y las representaciones mentales del individuo serían las instancias más singulares de “concretización” de las instituciones, así como las hemos caracterizado: configuración de representaciones (ideas), significaciones, normas… Es decir, como instancia simbólica. 
 Metodológicamente, y a los fines de la investigación diagnóstica, el establecimiento es una unidad de análisis. Efectivamente, allí aparecen todas las instancias de “lo institucional”, desde la sociedad hasta los sujetos cuyas prácticas las producen, reproducen y cambian. 
 Esta caracterización de institución parece simple y transparente, nunca es así. Cada institución contiene otras u se imbrica dentro de otras. No siempre se materializan en organizaciones ni establecimientos, a veces todos ellos forman complejos de gran tamaño y extensión, los sistemas educativos, por ejemplo. Como lógicas regulatorias de las actividades humanas a veces son explícitas, pero no siempre. Pueden estar funcionando como lógicas subyacentes u ocultas, subsidiarias o periféricas a otra institución (la escuela, respecto al Estado, por ejemplo). 
 Una institución es, en realidad, un producto instituido. Ha estado precedida de un proceso de constitución al que llamamos INSTITUCIONALIZACIÓN. Suponemos que ha tenido un momento de origen, difícil de establecer con certeza. Generalmente esta génesis es reinventada desde el presente, imaginario retrospectivo que conforma la “mitología de los orígenes”, la cual tiene valor simbólico para los sujetos que lo inventan y reinventan. Es una fuente de sentido a las identificaciones con la institución. 
 Hay otro aspecto del proceso de institucionalización, de valor más sociológico y político que auxiliaría en la comprensión de los funcionamientos actuales de la institución. Una institución para ser generada supone otras instituciones que le sirven de plataforma de despegue. Necesita de distintas instituciones, desplaza algunas, reabsorbe otras; nace y se institucionaliza en oposición a otras instituciones o complementariamente (la escuela en relación al Estado-Nación). 
El proceso de institucionalización tiene, por lo menos, tres planos. Uno con la sociedad y con la etapa histórica que ha creado las condiciones (objetivas y subjetivas) que posibilitan el surgimiento e institucionalización. Otro, en la sociedad con la creación de condiciones y mecanismos que aseguren su reproducción. En el caso de la escuela como institución este proceso lo denominamos “escolarización”. Por último, la institucionalización en los individuos, se denomina socialización institucional a este proceso. 
Podría decirse que la institucionalización, en tanto proceso concreto, deja sus marcas en las estructuras, en la dinámica, en las prácticas, en los logros y fracasos, en los conflictos al interior de la organización, en cada establecimiento. Ella produce y es producida por luchas de fuerzas, movimientos, mutaciones y transformaciones de sus características. Dice Baremblitt “en pocas ocasiones privilegiadas se puede asistir, históricamente, al nacimiento de una gran institución. A lo que sí se puede asistir es a grandes momentos históricos de revolución de una institución, de profundas transformaciones de una institución”. Pueden ser también, momentos de cisma, agotamiento y extinción. 
Son fuerzas y luchas de fuerzas las que tienden a transformarla, quebrarla o extinguirla. A estas fuerzas se las llama INSTITUYENTES, productoras de nuevas ideas y valores, -o ideas y valores del pasado que se reinstituyen-. Son fuerzas productoras de códigos, símbolos. Generan una nueva institucionalización, otras características institucionales, otro instituido. 
Ideas, metas, valores sostenidos por fuerzas instituyentes, imaginarios transformadores, utopías sociales o educativas para instituirse deberán plasmarse en muchos PROYECTOS, consensuados, abarcantes de y para el conjunto. Tampoco esto sería suficiente, tendrían que existir condicionesobjetivas que lo hagan posible; condiciones objetivas y subjetivas al interior de la institución y en la sociedad. 
 
La Institucionalización originaria, como la institucionalización de las transformaciones, es un proceso complejo, no lineal, con avances y retrocesos. Desigual en sus avances y en sus efectos. A veces se esfuman, quedan como utopías deseables, como imaginarios escindidos del hacer; intentos fallidos, fracasos o mutados de modo que se constituyen en remodelaciones de lo instituido. 
 La INSTITUCIÓN es, entonces y a la vez, estos tres componentes: INSTITUIDO, INSTITUYENTE e INSTITUCIONALIZACIÓN. 
La institución es en sí proceso: el movimiento de las fuerzas históricas que hacen y deshacen las formas. Tiene tres momentos reconocibles: universalidad, particularidad, singularidad que designan a sus tres componentes. (Loureau, 1980). 
Un momento de universalidad de la ideología dado en lo instituido. Un momento de particularidad de la base social que encarnan las fuerzas instituyentes y, un momento de singularidad de la base material, constituyente de “las formas y el fuego” que garantizara la legitimidad, la duración de esas formas. (Loureau, 1980) Se trata de la institucionalización. La parte del proceso que realiza el traspaso de lo instituyente en instituido. 
 El conjunto del proceso es la historia, sucesión, interferencia y mezclas de fuerzas contradictorias que funcionan tanto en el sentido de la institucionalización como en el de la desinstitucionalización. Tanto en el sentido de la imposición, reforzamiento, del mantenimiento de las formas como en el sentido de la disolución, de la desaparición, de la muerte de las formas” (Loureau, 1980) 
En el análisis institucional lo instituido se describe fácilmente puesto que se corresponde con lo dado, lo organizado, con los patrones según los cuales se realiza todo en pro de la institución. 
Lo instituyente es buscado y reconocido como la potencia organizante, el reino de los imaginarios sociales e individuales de lo nuevo, lo diferente deseado. Objeto de una intención de hacer en pro de la transformación. 
La institucionalización es una fase activa. El modo en como realmente suceden las cosas. La historia en acción. 
Por ello, es a mi entender, la fase cuyo conocimiento aporta más claves para comprender e interpretar el escenario institucional. Nos aventuramos a decir que el análisis y la intervención queda, en su articulación política, inscripta en esta fase. 
La institucionalización es un proceso difícil de ser observado, aunque como lo caracterizamos antes es la instancia más concreta, más real de la institución. A veces se logra en el proceso de análisis poder reconstruirla, hacerla salir de su nivel inconsciente. Con frecuencia, y para nuestra desesperación como investigadores o analistas, sólo captamos acciones fragmentadas y exteriores a la institución misma (el decreto de creación de una escuela: el reglamento de sanciones; la instalación de un reloj para marcar los horarios de entrada y salida). En general lo visible es aquello que tiene que ver con lo instituido. 
¿Por qué si la institucionalización es un proceso difícil de ser observado, un movimiento que involucra macrorrelaciones (escuela y sociedad, escuela y estado) y un transcurrir en el tiempo le concedemos tanta importancia? Mas aún teniendo en cuenta que el análisis es, en general, microanálisis de unidades- establecimientos o de partes de ellos. 
El supuesto básico es que ese establecimiento es un escenario en donde los actores, sus papeles, los guiones y sus productos no se explican por sí mismos. Las fracturas, los conflictos, las funciones, los estilos conllevan las marcas de la institucionalización. Es decir, de los resultados de la lucha entre lo instituido y lo instituyente; de las fuerzas (poderes) que fueron puestos en juego; como de los grupos sociales, actores del campo educativo y escolar, que sostuvieron lo instituyente y/o defendieron lo instituido. 
Dar cuenta de la institucionalización (de un proyecto, un establecimiento, una reforma, etc.) no solo tiene valor para el análisis, sino para el reconocimiento de aquellos proyectos, ideas, propuestas, prácticas institucionales que quedaron en el camino; que pueden volver a constituirse en el germen de proyectos transformadores. 
Como podríamos explicar la crisis de la “función docente” sin remitirnos al contradictorio proceso de institucionalización del docente como el especialista legítimo a cargo de la enseñanza escolar. 
¿De los momentos y factores que transformaron su posición de “maestro” en el antiguo sentido de quien domina un arte o materia y libremente la entrega a aquellos que elige como discípulos, a la de “docente”- profesional y de esta a la de “trabajador de la educación”? Dar cuenta de la institucionalización es, a la vez, una meta y una operación de la investigación básica para el análisis. Sirve tanto para analizar una institución globalmente, como para comprender y explicar los contenidos y sentidos de una función, por ejemplo. 
La función directiva en un establecimiento o en el sistema educativo; la función social de la escuela en una comunidad; la función de los “equipos técnicos” en las escuelas; el destino de una reforma curricular, de un consejo directivo, etc. 
En varios estudios sobre escuelas, al preguntarnos sobre las relaciones entre estas y las comunidades donde se ubican, se nos aparecían grandes diferencias (en la participación de los padres, en la capacidad de convocatoria para sus acciones, en la cooperación) según que la creación fuera el producto de la iniciativa, a veces, la lucha de padres, docentes y vecinos; que fuera una creación producto del accionar de políticos o que, simplemente, fuera una creación establecida desde el gobierno educativo como parte de un plan de expansión. En este ejemplo, es posible ver la diferencia que existe entre reconstruir la historia de creación y reconstruir el proceso de institucionalización. En la primera quizás baste con historiografiar los hechos que culminaron con la inauguración. En la segunda, interesa además dar cuenta de los grupos, sectores, personas que participaron en la creación de las ideas y proyectos que los animaban; de las luchas internas; de la relación que grupos e ideas (instituyentes) guardan con lo finalmente resuelto. La construcción del edificio, su localización, el nombre, su primer directivo, el primer grupo de alumnos, suelen ser los indicadores- resultados de estos movimientos y disputas. 
 En estas luchas entre instituido e instituyente (a veces representados por “las autoridades” y “la gente” o “la comunidad”); o entre fuerzas instituyentes de distinto signo, ideologías o proyectos se generan microhistorias que a modo de corriente subterránea alimentan disputas actuales. Pueden llegar a prefigurar estilos de funcionamiento, rostros de la identidad institucional. “Aquí todo se alcanza después de largas peleas; a veces nos despistamos de lo que estamos discutiendo” (entrevista a un Secretario de una Escuela comercial. Carpeta de casos institucionales. Cátedra, 1992). Una escuela cuyo proyecto original fue producto de encarnizadas luchas internas del grupo de fundadores. 
 SE PUEDE definir la transversalidad como el fundamento de la acción instituyente de los agrupamientos, en la medida en que toda acción colectiva exige un enfoque dialéctico de la autonomía del agrupamiento y de los límites objetivos de esa autonomía. La transversalidad reside en saber y en el no saber del agrupamiento acerca de su polisegmentaridad. Es la condición indispensable para pasar del grupo-objeto al grupo-sujeto.
se hablará de distancia práctica para designar esa forma del no saber referente a la función del sustrato material de todas las instituciones y de la organización social.
Implicación institucional. Habiendo considerado la distancia institucional como la divergencia entre la acción y sus bases racionales, se llamará “implicación institucional” el conjunto de las relaciones, conscientes o no, que existen entre el actory el sistema institucional. La segmentaridad y la transversalidad actúan en el sentido de especificar y modificar las implicaciones de cada uno de ellos, mientras que la ideología procura uniformarlos.
Implicación práctica. También aquí se trata de un corolario de la distancia práctica. Si esta última mide la divergencia del actor con respecto a la base racional de las técnicas, la implicación práctica indica las relaciones reales que este mantiene con lo que antes se denominó la base material de las instituciones.
SCHVARTEIN Definimos a las Instituciones como aquellos cuerpos normativos jurídico- culturales, compuestos de ideas, valores, creencias y leyes que determinan la formas de intercambio social.
 Las organizaciones institucionales son el lugar donde se materializan las instituciones y desde donde tienen efectos productores sobre los individuos. 
POSICION DE Grupo objeto: sometido a las consignas instituidas; “soporta” (sostiene) la jerarquización institucional.
las instituciones son consideradas abstracciones, mientras que las organizaciones constituyen el sustento material, el lugar donde las instituciones se materializan y desde donde tienen efectos productores sobre los individuos.
Las organizaciones están atravesadas por instituciones que determinan verticalmente aspectos de las interacciones sociales que allí se establecen. Este es el concepto de atravesamiento.
Se llama transversalidad a la existencia de un orden horizontal en las organizaciones, posibilitado por la existencia de las propias coherencias internas. 
El coeficiente o producto de la ecuación verticalidad/horizontalidad nos aproxima al nivel de transversalidad de cada institución. Mejorar el coeficiente de transversalidad es uno de los objetivos prácticos del analista institucional.

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