Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
1 LOS DIFERENTES SIGNIFICADOS Y USOS DE LA PALABRA “VINYASA” La impermanencia A lo largo de la historia de la humanidad, tanto en oriente como en occidente, es posible observar cómo se manifiesta, de los más diversos modos, una intensa aspiración hacia la permanencia y la plenitud. En no pocas ocasiones esta aspiración se ha presentado como una especie de intento – poco eficaz por otro lado – de perdurar lo más posible en el tiempo y alcanzar así la eternidad. En torno a este tema podemos documentar el desarrollo de las más variadas tecnologías, tanto interna como externamente, ya sea en el ámbito de lo individual como en el de lo colectivo. Este desarrollo, por poner tan sólo algunos ejemplos significativos, va desde las técnicas alquímicas para alcanzar la inmortalidad en este plano, pasando por los ritos funerarios para asegurar la vida supraterrena, hasta los esfuerzos arquitectónicos y políticos de crear construcciones o imperios perpetuos. Por otro lado, esa expectativa encuentra su correspondiente, esta vez en el ámbito de nuestra vida personal, en el deseo – probablemente experimentado por todo ser humano – de prolongar de manera indefinida los momentos y situaciones agradables. También es posible observarlo, en esta ocasión por contraste, en la resistencia y el temor instintivo ante la cesación que implica la muerte física. Según esto, parece que esa aspiración pulsa instintiva o intuitivamente en todos nosotros, en tanto que somos seres humanos. Independientemente que esto sea así, en la mayoría de las sabidurías antiguas es posible encontrar la comprobación de la naturaleza impermanente y cambiante de la realidad física. Ya sea en el taoísmo, en el budismo o en la filosofía griega, se ha remarcado este aspecto – claro que no siempre para reducir sus posturas doctrinales al mismo. Tal como se expresa en una frase que suele atribuirse a Buda: Todo fluye, todo cambia, todo nace y muere, nada permanece, todo se diluye; lo que tiene principio tiene fin, lo nacido muere, y lo compuesto se descompone. Por otro lado, también a través de nuestra experiencia cotidiana es posible comprobar el movimiento y el cambio. Nuestra experiencia parece evidenciarnos la mutación y transitoriedad de las cosas: así, de manera continua vemos cómo surgen, se desarrollan y desaparecen. Si bien, en gran cantidad de casos, como la duración de nuestra propia existencia es menor a la de algunas otras cosas, les atribuimos a éstas una permanencia que en realidad no poseen como un rasgo esencial. Ya sea debido a una suposición distraída o debido a que realmente palpita un anhelo de eternidad en nosotros, lo cierto es que es de lo más común el proyectar permanencia y durabilidad a los objetos. Y esto es así a tal punto que nos cuesta concebir qué tan efímero y transitorio es todo lo que existe. Tal como se pone de relieve en un mito hindú, en donde Vishnu, el Ser Supremo, transformándose en un niño iluminado alecciona a un conmocionado Indra, el Rey de los Dioses mundanos, despabilándolo así de sus orgullosas pretensiones: “Oh, Rey de los Dioses, yo he conocido la disolución espantosa del universo. He visto perecer a todos (…) momento terrible en que cada átomo se disuelve en las aguas puras y primordiales de la eternidad de donde habían salido originalmente. Así, pues, todo regresa a la infinitud insondable y turbulenta del océano cubierto de absoluta negrura y vacío de todo vestigio de seres animados. Ah, ¿quién puede calcular los universos que han desaparecido y las creaciones que han surgido, una y otra vez, del abismo informe de las aguas inmensas? ¿Quién puede contar los siglos efímeros del mundo según se van sucediendo interminablemente? ¿Y quién enumerar los universos que hay en la infinita inmensidad del espacio, cada uno con su Brahma, su Vishnu y su Shiva? ¿Qué decir de los Indras que hay en ellos, los Indras que reinan a la vez en los innumerables mundos, los que desaparecieron antes de que éstos surgieran, y los que se suceden en cada línea, sucediéndose en la divina realeza, uno tras otro, y, uno tras otro despareciendo? Oh, Rey de los Dioses, hay entre tus siervos quien sostiene que es posible contar los granos de la arena que hay en la tierra y las gotas de lluvia que caen del cielo, pero que jamás pondrá nadie número a todos esos Indras. Eso es lo que saben los Sabios (…) Más allá de la visión más lejana, apretujándose en el espacio exterior, los universos vienen y se van, formando una hueste interminable. Como naves delicadas, flotan en las aguas insondables y puras que son el cuerpo de Vishnu. De cada poro de ese cuerpo borbotea e irrumpe fugazmente un universo. ¿Puedes tú presumir de contarlos? ¿Puedes contar los dioses de todos esos mundos, de los mundos presentes y pasados?”(…) – el niño concluyó la lección sobrecogedora y miró a su anfitrión en silencio. Indra, el rey de los dioses, a pesar de su esplendor celestial, se había reducido ante sí mismo a la insignificancia. 2 Este relato mítico sugiere, con terrible contundencia, no sólo la impermanencia de todo lo que existe, sino también su inaprensible fugacidad. Más allá de nuestra experiencia personal, también la ciencia contemporánea no hace mucho más de un siglo ha comenzado a dar cuenta de lo mismo. Por poner sólo algunos ejemplos sugerentes de esta impermanencia y fugacidad: aproximadamente en el lapso de 3 años todas las células de nuestro cuerpo se renuevan por completo, siendo las viejas totalmente reemplazadas por otras nuevas, en tanto que la esperanza de vida de una persona oscila entre los 70 y los 90 años; por otro lado, todo un conjunto de especies de animales prehistóricos – los así llamados dinosaurios – se han extinguido hace ya millones de años, antecediéndonos lejanamente dentro del lapso de la vida misma de nuestro planeta, dentro del cual no son sino un breve instante; finalmente, en la amplitud inabarcable del universo, se comprueba de continuo el surgimiento de nuevas estrellas y la desaparición de otras, sucediéndose así unas a otras de manera interminable en un espacio de tiempo casi inconcebible para la mente humana. Impermanencia e identificación Lo anterior pone de relieve, como mínimo, la transitoriedad e impermanencia de todo lo que pertenece al ámbito de lo humano. Sin embargo, la comprobación de este hecho no invalida que nuestras expresiones culturales – sea el arte, la sabiduría, o el esparcimiento – tengan un sentido y una funcionalidad profunda para nosotros, en tanto que participamos de la existencia como seres humanos. Es importante no perder esto de vista. Entonces, sin rechazar la relevancia que algunos objetos o situaciones tienen para nosotros en tanto seres humanos, recordar la condición de impermanencia de todo lo que existe puede ayudarnos a redimensionar esa importancia a unas proporciones armoniosas. Al igual que Indra en el relato mítico, nosotros también podemos sentirnos movilizados y desplazados de la sobrevaloración de aquello a lo cual asociamos nuestra existencia. En efecto, es de lo más común que por una tendencia espontánea que se manifiesta en todo ser humano – que podríamos llamar identificación – solemos sobredimensionar la importancia de aquello en lo que depositamos nuestra atención y energía. No es extraño ni infrecuente que, dejándonos arrastrar inconcientemente por esta tendencia, terminemos pretendiendo que aquello con lo cual nos identificamos tenga una trascendencia que en realidad no posee. Y esto acontece a todo nivel, aunque su raíz se encuentra en un funcionamiento mental: así, podemos descubrirnos en algún momento sobrevalorando objetos tan efímeros como un celular o la ropa con la cual nos vestimos, como también las actividades que llevamos a cabo o las ideas y conceptos que tenemos sobre la realidad. Claramente, la misma tendencia hacia la identificación se comprueba dentro del ámbito del que formamosparte – el yoga en este caso. En efecto, más allá de las ideas previas y los pre-conceptos que es posible figurarse sobre las personas que están en relación a esta disciplina – alguien podría pensar que “deberían ser” personas de mayor claridad y madurez interna – lo cierto es que, también aquí, la regla general es la tendencia hacia la sobrevaloración de aquello con lo cual nos identificamos. Esto nos conduce, en no pocas ocasiones, a adjudicarle a esos objetos, actividades o ideas, una trascendencia y relevancia de la cual carecen, no pudiendo percibir el carácter limitado, arbitrario o impermanente de eso que tanto se valora. En coherencia con lo anterior, según el planteo de algunas corrientes de yoga, la máxima identificación es con la idea de quién creemos que somos, que en un enorme porcentaje se entreteje con las ideas y la concepción que tenemos sobre la realidad. Por esto, en una incontable cantidad de ocasiones, cuando una idea que damos por verdadera, es puesta en duda por algo o alguien, experimentemos cierta contrariedad, yendo desde una resistencia débil hasta una sensación interna de riesgo. Así, la pretensión compulsiva de “tener la razón” puede ser observada a la luz de esto, es decir, como una manifestación personal de esta tendencia hacia la identificación. Sin embargo, esto también tiene su correlato en un marco más amplio, a nivel de las instituciones y las comunidades: es decir, la pretensión dogmática, incuestionable, de poseer la verdad universal y necesaria, como si se estuviera trasmitiendo proposición una revelada e infalible. El remarcar esta tendencia hacia la identificación, aun dentro del ámbito del cual formamos parte, está lejos de pretender ser una crítica o argumento para esgrimir en contra de otros. La intención es que cada cual pueda observarse, en diferentes situaciones, siendo arrastrado por esa tendencia – tan propiamente humana. Es más, gran parte de la filosofía profunda del yoga concibe que ésta es una de las 3 disfuncionalidades más persistentes y difícil de trascender. Como ante otras situaciones, también respecto de la identificación se ha sugerido toda una serie de actitudes o actividades que pretenden contrarrestar esa tendencia, entre las cuales se cuentan, principalmente, la autoobservación y la toma de conciencia, pero también la aceptación, la compasión, la ecuanimidad, etc. Todo lo anteriormente tratado, es posible que favorezca en nosotros una actitud de mayor apertura y permeabilidad, suavizando la pretensión apremiante de querer encontrar ideas incuestionables y conceptos con significaciones fijas e inmutables. La variabilidad del lenguaje A esta altura quizá ya sea redundante mencionar que, al igual que los ejemplos que hemos citado anteriormente, el lenguaje humano, como la misma cultura, responde a esa dinámica de transitoriedad e impermanencia; se desenvuelve continuamente, continuamente cambia y se transforma. Si bien es posible que a lo largo de la historia ciertos aspectos de la cultura tengan el aspecto de mantenerse idénticos a sí mismos, sin cambios notables – mientras que otros aspectos mutan vertiginosamente o desaparecen – lo cierto es que, en definitiva, son impermanentes. El lenguaje forma parte de esta misma lógica: algunas palabras parecen tener significados más perdurables a lo largo del tiempo, otras, sufren un cambio veloz o ramificaciones varias de su sentido. Dentro de esta dinámica global de cambio continuo e impermanencia, las palabras concluyen por adquirir el significado que se les da según su uso y el contexto en donde se aplican. La palabra “vinyasa” – un concepto que es central en el estilo de práctica y enseñanza que llevamos a cabo – no es una excepción a esto. La misma, como veremos a continuación, posee varios significados. Sin embargo, antes de entrar al desarrollo de sus diferentes acepciones, veamos qué importancia tiene el estudio de este concepto. Diremos, por un lado, que esta palabra es nuclear en una de las grandes tradiciones gracias a la cual el yoga se difundió mundialmente. Conocer el pasado puede darnos claves de comprensión del presente. Esto puede ayudarnos a relativizar y dejar de considerar como una especie de mandamiento, ideas o creencias que no tienen tanta trascendencia, simplemente por la sola comprobación de la variabilidad e impermanencia de su sentido. Además, esto puede contribuir a “desnaturalizar” lo establecido, lo que se repite y pretende regir como norma, sencillamente, o porque proviene de la tradición, o porque no se tiene conciencia que se repite con esa tendencia normativa. Puede brindar, además, un aporte para comprender el origen o comienzo de determinadas actitudes o razones que hoy repetimos sin comprender del todo su sentido – quizá porque fueron utilizadas en otro contexto y otro tiempo, del cual carecemos ahora – pero que se han impuesto desde una reproducción sin discernimiento de lo pasado o lo tradicional. Así, el estudio del término “vinyasa” – su breve historia y variedad de significados – es importante, además, porque nos permite entender y comenzar a discernir esta misma variabilidad de usos y no quedar reducidos o apegados a una acepción, imponiendo una sola comprensión del mismo. Esta comprensión más amplia comienza a brindarnos mayor destreza, al mismo tiempo, para su aplicación refinada y precisa, según cada uno de sus sentidos, ya sea en sus proyecciones metodológicas o técnicas. Veamos a continuación una especie de breve historia del término. El origen confuso del término Lo primero y más general que es posible mencionar con seguridad sobre la palabra “vinyasa” es que es un término que proviene del sánscrito, propio de cierta tradición yóguica difundida mayoritariamente al sur de la India. Este concepto llega a nosotros a través del linaje del cual forma parte el conocido maestro de yoga Krishnamacharya (1888- 1989). Todavía hoy algunos estilos que son herederos de Krishnamacharya pretenden que esta palabra tiene un origen antiguo y tradicional. En efecto, con frecuencia suele evocarse la siguiente frase que, tentativamente, proviene de un escrito antiguo llamado Yoga korunta, elaborado por un sabio llamado Vamana. Tal como se cita en el Yoga mala de Pattabhi Jois, discípulo de Krishnamacharya: Vina Vinyasa Yogena asanadih na karayet (Oh Yogui, no hagas Asana sin Vinyasa) 4 Sin embargo, lo cierto es que la existencia de ese libro tradicional no puede comprobarse en absoluto, lo cual pondría en duda la supuesta antigüedad del término. Los relatos que llegan hasta nosotros sobre el hallazgo de este escrito y su posterior desaparición, es posible que genere asombro o hasta incredulidad. En efecto, ha se dicho que Krishnamacharya – algunas versiones incluyen también a Pattabhi Jois en el hallazgo – encontró un libro en muy mal estado escrito en hojas de palmera: el Yoga Korunta. Según lo que se cuenta, en este escrito estaría compilado el estilo de práctica que Krishnamacharya enseñaría en su etapa de juventud. Pero cuando los practicantes y estudiosos, occidentales principalmente, comenzaron a interesarse por ese tipo de práctica – no sólo vivencialmente sino también en sus fundamentos teóricos – y preguntaron dónde podrían encontrar el mencionado libro, recibieron por respuesta la siguiente: que se lo habían comido las hormigas. Por otro lado, todavía respecto del tema de la supuesta antigüedad de la palabra “vinyasa”, algunos investigadores afirman que no es posible encontrar, específicamente dentro del ámbito del yoga, ningún antecedente que demuestre la utilización del término en alguno de los significados que tiene a partir de Krishnamacharya. En efecto, según una investigación detallada y ampliamente documentada sobre este linaje de yoga, se confirma que la palabra “vinyasa” sí tiene cierta historia, pero no dentro del contexto del yoga. Tal como nos comenta Sjoman:El Término vinyasa es un término usado en los rituales védicos y refiere a los factores subsidiarios, en relación a un mantra, que son requeridos para que el mismo sea efectivo. Originariamente el término no tiene significado en el contexto del yoga y parece ser usado para implicar una especie de sanción védica para prácticas, que sólo más tarde se convirtieron en yóguicas (mantra). El término fue desarrollado y utilizado en el Mimamsa (uno de los seis Darshanas), la antigua escuela India de interpretación de escrituras sagradas, en la cual Krishnamacharya fue originalmente formado En concordancia con estas palabras, pareciera que previo a Krishnamacharya no es posible comprobar la utilización de la palabra “vinyasa” en ninguno de los sentidos que la misma adquiere a partir del mismo. Es decir, antes de este maestro nadie usaba este término, dentro del contexto del yoga, de la manera en que actualmente se aplica – y tan sólo a partir de su enseñanza, este concepto tiene una notable difusión. Todo lo anterior parece llevarnos a concluir que el maestro Krishnamacharya tomó el término de otra dimensión de la cultura de la India y lo re-significó, tornándolo funcional a la renovación que el yoga comenzó a tener a partir de esos momentos. En asombrosa proximidad a lo que hasta aquí hemos planteado, es importante tener presente las palabras de Desikachar, el hijo y también discípulo de Krishnamacharya, que sin ser totalmente explícito sugiere algo contundente sobre el asunto que estamos tratando en este momento. En efecto: En la India, mucha gente compone obras que luego se atribuyen a fuentes antiguas, pero nadie sabe a ciencia cierta quién las escribió realmente. Se trata de una tendencia en la India para mitificar y atribuir los materiales a antiguos fundadores para darles autenticidad. Incluso mi padre, Krishnamacharya, inventó partes de su enseñanza. Yo sé que él escribió varios pasajes en su vida temprana, que cambió en su vida posterior. También fue autor de obras y, al igual que en los tiempos pasados, se comportó como los eruditos antiguos que escribían y luego no reconocían haberlo hecho. Creemos importante aquí hacer un llamado de atención: todos los datos anteriores, aun cuando parezcan parcialmente concluyentes, no terminan por asentar la certeza de nada. Es probable que el Yoga korunta no haya existido jamás; que la palabra “vinyasa” sea una extrapolación y una resignificación de un viejo concepto, llevada a cabo por Krishnamacharya, funcional de ese modo a su renovada enseñanza del yoga. Sin embargo, si esto fuera así, es relevante no reaccionar emocionalmente, cayendo en una enfadada incredulidad o una altiva deslegitimación. La misma filosofía del yoga nos sugeriría seguir observando todo este asunto con el mayor discernimiento posible, sin involucrarse impulsivamente en el apego o el rechazo. Ya sea enredándose en la reafirmación apegada y compulsiva de la antigüedad de esta práctica, haciendo caso omiso a toda una serie de documentos de los cuales los argumentos aquí presentados no son más que un esbozo. Ya sea enredándose en el rechazo repentino o la desvalorización de este linaje que ha demostrado ya su utilidad, en base a que se rompe la propia ilusión de que esta práctica tiene un origen milenario, real y comprobable. 5 En este sentido, si Krishnamacharya “inventó partes de su enseñanza” – tal como nos lo dice su hijo y discípulo – que luego atribuyó a antiguos fundadores, sólo podemos especular que fue para darle legitimidad y un peso tradicional. Pero lo cierto es que ignoramos esos motivos personales. En cuanto al valor real de la enseñanza que trasmitió, sólo puede basarse en el sentido y la utilidad que hoy tiene para nosotros, y no, como muchas veces se pretende, en su antigüedad. Dicho en otras palabras: si una disciplina nos conduce con constancia y solidez hacia lo mejor de nosotros mismos, es en esto donde reside su valor y, por el contrario, no tiene demasiada relevancia si es antigua o reciente, si es la revelación de un semidios o la enseñanza de una persona de humilde procedencia. En definitiva, quedando fuera de toda duda que la amplia enseñanza de este linaje tiene un valor real para nosotros, lo importante es continuar nuestro estudio con el mayor discernimiento posible, por un lado, esclareciendo los variados sentidos que el concepto “vinyasa” ha adquirido en la actualidad y, por otro lado, evidenciar mínimamente cómo se corresponden los mismos con los aspectos prácticos y metodológicos de nuestra disciplina. Los sentidos de la palabra “vinyasa” Hemos mencionado ya que el término proviene del sánscrito y que llega a nosotros a través del linaje que tiene su precursor en Krishnamacharya. Ahora bien, dentro de esta línea de enseñanza y de los variados estilos a los que dio nacimiento, ha llegado a ser una palabra técnica con distintas acepciones. Por lo tanto, “vinyasa” es un término equívoco. Decimos que una palabra es equívoca cuando se utiliza con distintos significados y haciendo referencia a cosas que no son plenamente semejantes. La palabra “cara” puede brindarnos un claro ejemplo; la misma, según el contexto en el que se utilice, puede significar o hacer referencia al rostro de una persona, a algo tiene un elevado precio, o también a un lado de un objeto. Las frases “mirarse cara a cara”, “la verdura está cara” y “las seis caras de un dado”, dan cuenta de cada uno de esos significados, respectivamente. Ahora bien, en base al tratamiento tradicional que ha recibido este concepto, podemos comprobar que existe un relativo acuerdo en dividir la palabra, según su etimología, en las raíces “vi” y “nyasa”. Sin embargo, cuando cada autor o maestro define el significado de estas raíces, vuelve a reinar el desacuerdo. De este modo, suele decirse que estas partículas tienen los siguientes significados, de acuerdo a un autor u otro: 1 - variación Vi 2 - separar, desunir 3 - ir 1 - con parámetros recomendados Nyasa 2 - colocar, depositar 3 - a través La variedad de significados de estas partículas, que no se acaban en la lista anterior, parecen dar pie, hasta cierto punto, a la pluralidad de opiniones y utilizaciones del concepto en cuestión. En coherencia con esto, a la hora de determinar el sentido global de la palabra “vinyasa”, podemos encontrar lo siguiente: 1. “variación con parámetros recomendados” (Ramaswami) 2. “separar y depositar o colocar en orden secuencial” (Iyengar) 3. “pasos dados en forma inteligente y ordenada” y también “secuenciación” (Mohan) 4. “empezar en un punto particular, ascender gradualmente a una meta fijada, y luego descender otra vez” (Rawlinson) 5. “ir a través de la respiración” o sencillamente “respiración sincronizada con el movimiento” (Miele) Ahora bien, el sólo hecho de listar estas definiciones no nos ayuda demasiado. Por más que las palabras utilizadas sean relativamente claras, al estar extraídas de su contexto y disociadas de su aplicación concreta, su entendimiento preciso se torna dificultoso. Así, lo que mayor interés tiene para nosotros es, en relación a algunas de estas definiciones, cómo concluyó utilizándose la palabra “vinyasa” de manera concreta. Es decir, para señalar qué cosa ha servido este concepto, desde el momento que hizo su aparición en el contexto de la disciplina del yoga hasta el día de hoy. 6 En coherencia con esto, de manera muy general y aproximativa, podríamos dividir la utilización del concepto “vinyasa” en cinco grandes grupos: 1. La simple vinculación o coordinación entre la respiración y el movimiento del cuerpo. 2. Un encadenamiento de posturas sincronizadas con la respiración, utilizado como transición entre asanas que se sostienen. 3. El establecimiento de una meta en la práctica personal, a corto o largo plazo, y el ordenamiento secuencial y progresivo para alcanzarese objetivo. 4. La diagramación de la clase o secuenciación de la sesión formal de yoga. 5. Un estilo o tipo de clase de yoga, que por lo general incluye cierto dinamismo y coordinación entre movimiento y respiración. Tal como aparece a simple vista, es posible observar cierta cercanía entre todos estos grupos semánticos. Quizá esto pueda conducirnos a concluir que todo este análisis es demasiado rebuscado e innecesario. Sin embargo, la realidad es que si carecemos del discernimiento sobre estos diferentes significados, no terminamos de entender – como tampoco podemos dar cuenta si alguien nos pregunta – del significado de expresiones tales como las que siguen: “en el estilo de yoga Ashtanga de Pattabhi Jois, el Saludo al Sol A tiene 9 vinyasas”, “entre un lado y otro de una postura de pie, hagan medio vinyasa”, “es necesario preparar esta técnica a través de su correspondiente vinyasa”, “en esta ocasión no se diagramó bien la curva descendente del vinyasa”, “no conozco a nadie que practique Hatha vinyasa yoga”. Cada una de estas frases se corresponden, según su orden de aparición, con cada uno de los grupos semánticos deslindados más arriba. Ahora bien, habiendo explicitado en estos cinco grupos las utilizaciones más frecuentes de la palabra “vinyasa”, desarrollemos con apenas mayor detalle su aplicación concreta, ya sea metodológica o técnica. 1 - Vinyasa, en el primer sentido, significa la simple vinculación o coordinación entre la respiración y el movimiento del cuerpo. Dentro de este grupo semántico podríamos decir que existe una utilización más amplia y otra más restringida. La utilización amplia del concepto puede comprobarse en los sistemas en donde, para realizar cada movimiento del cuerpo, es decir, para hacer una transición de una postura hacia otra, se le asocia ya sea una inhalación o ya una exhalación. En coherencia con esto, si desde la postura Samasthiti nos movemos hacia Urdhva Hastasana en una inhalación, y desde Urdhva Hastasana hacia Samasthiti en la exhalación, estaríamos en un caso particular de esta utilización amplia. En esto, podría decirse que al trabajar coordinando respiración y movimiento, se está siguiendo el sistema vinyasa, entendiendo esta última palabra en su primer sentido y ampliamente. Todavía dentro de este primer grupo, podemos encontrar una utilización más restringida, donde vinyasa significa cada una de las coordinaciones entre respiración y movimiento, que tiene además una numeración precisa. Esta utilización es posible comprobarla en el sistema Ashtanga vinyasa de Pattabhi Jois. Por ejemplo, la primera clase de Saludo al Sol que se realiza en esta práctica, tiene nueve vinyasas, significando esto que son nueve movimientos coordinados con la respiración (el último movimiento de regreso a Samasthiti no se cuenta): 7 De la misma manera, en este sistema de práctica, que se realiza en series o clases fijas – donde cada postura sigue obligatoriamente a la anterior, siempre con el mismo orden – cada asana tiene sus respectivos vinyasas, calculados en un número preciso. Esto significa que, para practicar el sistema de manera tradicional, es necesario hacer una cantidad específica de movimientos vinculados con la respiración para llegar a una asana determinada y sólo esos. 2 – Vinyasa, en el segundo sentido, significa un encadenamiento de posturas sincronizadas con la respiración, utilizado como transición dinámica entre asanas que se sostienen. Esta utilización puede comprobarse en la mayoría de los estilos de yoga dinámico. Éstos toman su fluidez, en base a extraer una serie de movimientos, coordinados con la respiración, de los Saludos al Sol que en cada caso se enseñen. Esta extracción de una parte del Saludo al Sol se convierte, a lo largo de la práctica de asana, en un nexo dinámico, entre las posturas que se sostienen estáticamente. Así, dado el siguiente Saludo al sol, se extraen los consecuentes vinyasa ascendente, vinyasa descendente y medio vinyasa: Estas extracciones del Saludo al Sol, aun cuando son secuencias parciales respecto del mismo, se tornan así encadenamientos dinámicos con un sentido propio. A la largo de la práctica formal, servirán para realizar los enlaces fluidos entre las posturas que se sostendrán estáticamente. Según esto, dentro de la diagramación de una clase es posible encontrar el siguiente ejemplo: Observamos así que los enlaces dinámicos están representados en este caso por los vinyasas descendente, el medio vinyasa y el vinyasa ascendente. En tanto que las posturas que se sostienen estáticamente son Virabhadrasana I, Virabhadrasana II y variante de Parivrtta parsva konasana. 3 - Vinyasa, en el tercer sentido, representa el establecimiento de una meta en la práctica personal, a corto o largo plazo, y el ordenamiento secuencial y progresivo para alcanzar ese objetivo. En otras palabras, implica el avance gradual y metodológico hacia un objetivo prefijado. También la diagramación de la clase tiene mucho que ver con este fijar un objetivo y realizar los pasos necesarios para alcanzarlo. Si bien, no son lo mismo. En esta tercera acepción de la palabra vinyasa, el establecimiento del objetivo puede proponerse también a largo plazo, trascendiendo el espacio de tiempo dedicado a una o varias clases, llegando al punto de proyectarse a años de entrenamiento. Por otro lado, en este caso la fijación del objetivo puede acontecer, no sólo en el ámbito restringido de la práctica postural, sino respecto de todos las dimensiones de nuestra disciplina, incluyendo también las internas. Es necesario tener presente que la fijación de un objetivo y la diagramación de los pasos necesarios – ya sea un asana particular a realizar, ya sea el autoconocimiento profundo – no ha de transformarse en la imposición de un entrenamiento rígido y sobre-exigente para alcanzar esa finalidad. Por el contrario, lo que esto nos permite es esbozar un posible camino gradual de direccionamiento hacia ese objetivo. Pero lo relevante no es alcanzarlo, sino más bien el avanzar, hasta donde sea posible, en esa dirección. 8 Veamos ahora un ejemplo, dentro de la práctica postural, de la aplicación concreta del tercer sentido de la palabra vinyasa. Proponiéndonos la siguiente postura como objetivo, cuyo nombre es Natarajasana, podemos observar que la serie de asanas que listamos a continuación son preparatorias en algún sentido, de uno o varios de los componentes de la que nos hemos propuesto como finalidad. Ahora bien, es posible que la postura que nos hemos propuesto como objetivo no llegue a enseñarse jamás de hecho, como también es muy probable que las asanas preparatorias no se enseñen todas juntas en una sola clase práctica. Si bien, a estas cuestiones las veremos más detenidamente al estudiar la metodología específica de asana. 4 - Vinyasa, en el cuarto sentido, significa la diagramación de la clase o secuenciación de la sesión formal de yoga. Esta acepción de la palabra tiene la más estrecha relación con la frase que hemos citado anteriormente: “empezar en un punto particular, ascender gradualmente a una meta fijada, y luego descender otra vez”. Aquí, si bien se sugiere el ordenamiento gradual o en pasos, se explicita también la necesidad de un descenso en la programación. Según lo anterior, en palabras sencillas, es sinónimo del armado de la clase práctica, de la programación – no todavía del dictado concreto – de la sesión formal de yoga. Con un poco más de detalle, en este sentido el término vinyasa nombra un modo de diagramación de la clase en donde, de acuerdo a un objetivo específico, teniendo en cuenta determinado practicante o grupo de practicantes, se acomodan las técnicas de manera gradual y progresiva, desde un punto de partida, ascendiendo hacia la cumbre en intensidad o complejidad, para luego realizar un descenso. Segúnla representación gráfica esquemática, la línea que marcaría el vinyasa es la siguiente: Intensidad / Complejidad Duración 5 - Vinyasa, en este último sentido, hace referencia a un estilo o tipo de clase de yoga, que por lo general incluye cierto dinamismo y coordinación entre movimiento y respiración. Es decir, es un modo de nombrar o etiquetar un estilo de yoga. Según esto, es común encontrar la mayor diversidad de nombres tales como Ashtanga Vinyasa, Hatha Vinyasa, Vinyasa Flow, Power Vinyasa, etc. Como hemos dicho, por lo general, los estilos de yoga que incluyen la palabra vinyasa, son dinámicos y siguen el principio de la coordinación de respiración y movimiento. Sin embargo, también es posible encontrar ciertos estilos de clase práctica que están lejos de ser dinámicas y tienen, no obstante, el termino Vinyasa dentro de su nombre. Bibliografía: Chiarella, A. Ashtanga vinyasa, yoga dinámico, Editorial Kier. De Michelis, E. A history of modern yoga, Editorial Continuum. Desikachar, T.K.V. en 3 Gurus, 48 questions, entrevista por Alexander Medin, en www.yogastudies.org/wp-content/uploads/3_gurus_48_questions.pdf Goldberg, E. The path of modern yoga, Editorial Inner Traditions. Iyengar, B.K.S. La esencia del yoga II, Editorial Kairos. Krishnamacharya, T. Yoga makaranda, Editorial Madurai C.M.V. Miele, L. Ashtanga yoga, el yoga de la respiración, Editorial AYRI. Mircea, E. Historia de las creencias y las ideas religiosas, Editorial Paidós Mohan, A.G. Practica yoga, para el cuerpo y la mente, Editorial Hispano Europea. Pattabhi Jois, K. Yoga mala, Editorial North Point. Ramaswami, S. La obra completa del vinyasa yoga, Editorial Paidotribo. Rawlinson, I. Yoga para occidente, manual para idear la propia práctica, Editorial Kier. Singleton, M. Yoga body. The origins of modern posture practice. Editorial Oxford. Sjoman, N. E. The yoga tradition of the Mysore Palace, Editorial Abhinav. Zimmer, H. Mitos y símbolos de la India, Editorial Siruela.
Compartir