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vere gordon childe y el determinismo tecnológico Author(s): javier nastri Source: Boletín de Antropología Americana, No. 34 (julio 1999), pp. 161-173 Published by: Pan American Institute of Geography and History Stable URL: https://www.jstor.org/stable/40978160 Accessed: 11-03-2021 23:52 UTC JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact support@jstor.org. Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at https://about.jstor.org/terms Pan American Institute of Geography and History is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Boletín de Antropología Americana This content downloaded from 181.220.80.7 on Thu, 11 Mar 2021 23:52:52 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms Javier nastri* vere gordon childe y el determinismo tecnologico Introducción La producción intelectual de Vere Gordon Childe ha perdido hace ya varios años, protagonismo en el campo de la arqueología prehistórica. Sin em- bargo, fuera de éste, conserva cierta presencia en la medida en que la obra de ningún otro arqueólogo ha alcanzado una repercusión comparable. Hay dos elementos que inciden de sobrema- nera en la imagen que puede construirse hoy de una figura como Childe. Se trata de dos sucesos inmediatamente previos a la muerte de Childe y que por lo tanto, no llegaron a gravitar en su obra: por un lado, la introducción de la técnica de fe- chado por C-14, de la cual resultaría un ajuste de gran parte del esquema interpretativo de la pre- historia construido pacientemente por Childe a lo largo de más de tres décadas; en segundo lugar, el progresivo desengaño de los intelectuales occi- dentales con el "socialismo real" de la Unión * Becario de investigación de la Universidad de Buenos Aires, Museo Etnográfico "J.B. Ambrosetti", Moreno 350, Capital Federal (1091 ), República Argentina, correo elec- trónico: jnastri@filo.uba.ar Soviética, principalmente a partir de la invasión a Hungría de 1956 (Kaye, 1989:xiii). Teniendo en cuenta el hecho de que la produc- ción de Childe se ubica justo antes del inicio de una nueva época, tanto desde el punto de vista de la técnica arqueológica como desde la teoría social, la primera pregunta que surge es: ¿cuánto es lo que puede rescatarse de Childe? Más allá de su postura teórica y de sus interpretaciones del pasado, su figura se presenta como símbolo de una arqueología social incorporada a la práctica histórica, y como tal, fuertemente comprometida en las luchas por la transformación del presente. En otro lugar (Nastri, 1998), he fundamentado la necesidad de construir una disciplina (se llame arqueología o no) capaz de otorgar sentido y rele- vancia cultural al registro arqueológico, con la fir- me creencia de que de este modo, la mayor parte del pasado humano podría dejar de constituir un coto exclusivo para especialistas y pasar a inte- grar la memoria del público, o al menos de los cientistas sociales en general. Nadie puede jactar- se de haber llevado a cabo este objetivo mejor que Childe. Sus numerosos libros, escritos en un len- This content downloaded from 181.220.80.7 on Thu, 11 Mar 2021 23:52:52 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 162 BOLETÍN DE ANTROPOLOGÍA AMERICANA • 34 JULIO 1999 guaje llano y de amena lectura, continúan reimpri- miéndose en diversas lenguas (Pérez Gollán, 1 98 1 :5 1 ); y por otro lado, el mérito de su obra se incrementa si consideramos lo fragmentario de la información arqueológica de que dispuso. De modo que deseo rescatar de Childe dos elementos usual- mente valorados negativamente por algunos arqueólogos: la destinación a un público lego y el uso de la imaginación arqueológica más allá de la información estrictamente sustentada por datos "duros". Childe hizo lo que muy pocos arqueólogos se animan a hacer: le otorgó un guión al pasado prehistórico; construyó una narrativa, que es pre- cisamente lo que convierte a una mera crónica en una historia al entrelazar el conjunto de eventos mediante una trama configurativa que les otorga sentido (White, 1992). Su argumento principal (y aquí entra el tercer elemento a recuperar de la producción childeana) tuvo que ver con el papel de la tecnología y el conocimiento en el desarro- llo de las civilizaciones; un tema de particular relevancia para el presente y que constituye el tema central del presente trabajo. El discurso hegemónico suele apelar al fenó- meno de la "globalización" para justificar la apli- cación de políticas económicas neoliberales, recientemente caracterizadas también como par- te fundamental de un "pensamiento único". Di- cha globalización se supone que constituye una consecuencia del cambio tecnológico experimen- tado en las últimas décadas, particularmente en EE.UU. A este respecto no es frecuente encon- trar voces que desafíen esta explicación; los disi- dentes en su mayoría se limitan a pedir clemencia respecto de los "costos sociales", pero rara vez cuestionan los fundamentos de la pretendida nece- sidad de las políticas de ajuste y en consecuencia puede decirse que su reclamo se vuelve en cierto modo vacuo. En el presente trabajo intentaré situar el pen- samiento de Childe dentro del conjunto de las posturas denominadas "pre-posmodernas" (Gómez, 1997) en relación con el papel de la tecnología en el progreso de las civilizaciones, a los efectos de explorar las direcciones en que puede encaminarse hoy la continuación de las investigaciones sobre el tema. La estructura biográfica de una producción arqueológica He mencionado que uno de los mayores logros de Childe, que lo distinguen entre el conjunto de los arqueólogos, ha sido el de otorgar una estructura de sentido a los datos arqueológicos, con lo cual fue capaz de construir verdaderas historias y no meras crónicas. Él era perfectamente consciente de esto: Si el mundo exterior tiene estructura, la repro- ducción ideal que llamamos conocimiento de- berá ser también naturalmente estructurada, por mucho que se reduzca y simplifique dicha es- tructura. Sólo un mundo estructurado de ideas en las mentes puede corresponder a una reali- dad estructurada fuera de éstas (Childe, 1958:73). Reconocemos, sí, que la correspondencia entre los fragmentos de las estructuras nunca puede ser tan exacta como la existente entre las estructuras completas. (Y parte de la activi- dad de "reproducir" el mundo externo consis- te, justamente, en el empeño por mejorar la correspondencia, completando la estructura en la imaginación*) (Childe, 1958:74). Lo mismo vale si queremos analizar la histo- ria personal de Childe, para entender su posición respecto del papel de la tecnología y el conoci- miento en la historia de las civilizaciones. Trigger establece una secuencia en la producción de Childe que arranca con sus intereses filológicos por los indoeuropeos; continúa con la prehisto- ria económica de Europa y el cercano oriente; desarrollando paralelamente la arqueología de cam- po en Escocia; en los años 30 y 40 aborda de lle- no el problema del progreso; y tras la guerra se interesa por la teoría de la historia y la epistemolo- gía del conocimiento, cristalizando en los años 50 un enfoque social de la prehistoria (Trigger, 1980). Trigger señala que en la historiografía arqueo- lógica británica hay dos posturas para considerar la obra de Childe: la empirista, que rescata sólo su contribución principal respecto de la prehis- toria europea; y la de aquellos que coinciden con el propio Childe en que su mayor aporte consis- 1 Énfasis mío. This content downloaded from 181.220.80.7 on Thu, 11 Mar 2021 23:52:52UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms JAVIER NASTRI VERE GORDON CHILDE Y EL... 163 tió en "conceptos interpretativos y métodos de explicación" (Childe, 198 1:351; Trigger, 1980:13). A diferencia del esquema de Trigger, esta distin- ción no posee un carácter temporal; así como tampoco aquella que realizan los "empiristas" entre síntesis regionales técnicas y trabajos de divulgación (Trigger, 1 980: 1 3-14). Pero sin duda, el elemento que otorga mayor sentido a la pro- ducción de Childe a lo largo del tiempo es su compromiso teórico con el marxismo. Resulta apropiado articular dos de las nocio- nes más interesantes que se han expuesto respec- to de la relación entre Childe y el marxismo, la de Ravetz y la de Rouse. Ravetz distingue al más in- genuo, optimista y mecanicista Childe de los años 30, del más maduro, sutil y creativo de los últi- mos días. Rouse en cambio, sostiene que en su última etapa habría prevalecido la inclinación socialista de Childe por sobre su formación huma- nista, y en consecuencia habría adoptado un uso deductivo de la teoría, seleccionando aspectos que podía ilustrar con evidencia arqueológica, e ignorando aquellos datos que pudieran contrade- cir a la teoría (Trigger, 1980: 14-15). Ambas afir- maciones no son excluyentes y tal vez sirvan para dar cuenta de los diferentes matices de la lar- ga trayectoria de Childe. Por mi parte no creo que dicha trayectoria observe grandes cortes o cam- bios de dirección a lo largo del tiempo;2 por el contrario, creo que en términos generales mantie- ne una "coherencia de totalidad" (Pérez Gollán, 1981:54). Trigger también apunta que la mayoría de los arqueólogos británicos que conocieron a Childe han tendido a desmerecer la importancia del mar- xismo en su obra. Por ejemplo, Piggott sostiene que el joven Childe se habría sentido atraído por el comunismo porque la sociedad futura propues- ta por éste otorgaría mayores privilegios a un intelectual como él;3 por su parte Clark, pese a 2 Salvo entre su etapa filológica inicial y su más duradera etapa evolucionista. Childe actualizaba permanentemente las sucesivas re-ediciones de sus obras, hecho que demues- tra que a excepción de The Aryans, él se continuaba iden- tificando con sus producciones anteriores. Para autores como Konrád y Szelenyi (1981 :9), al menos desde los años 60 puede decirse que la clase dominante en los países de la Europa del este estaba integrada por miem- bros de la intelligentsia. ser crítico del compromiso de Childe con el mar- xismo, admite que fue este compromiso el que empujó a Childe hacia la arqueología (Trigger, 1980:16). El examen de la biografía de Childe muestra que su relación con la arqueología no es previa a su identificación plena con el marxismo, sino con- temporánea con el activismo político de izquier- da. En su vuelta a la arqueología (y a Inglaterra) tras su frustrada experiencia en el gobierno labo- rista australiano, sí puede apreciarse cierto com- prensible desinterés por la política. Como señala Trigger, el críptico prefacio a Cómo gobierna el laborismo puede entenderse tanto como una de- mostración de la imposibilidad de una interpreta- ción marxista de las sociedades modernas; como un ataque a los partidos laboristas por no deci- dirse a concluir definitivamente con la explota- ción del proletariado (Trigger, 1980:34). Lo cierto es que al volver a Inglaterra en 1922, Childe concentró todos sus esfuerzos en cons- truir una sólida carrera como arqueólogo y en esta primer etapa de construcción de secuencias, operacionalización del concepto de cultura y bús- queda filológica del origen de los indoeuropeos, es poco lo que puede extraerse de su obra en relación con la teoría marxista. El propio Childe señala que en ese momento buscaba en las culturas arqueológicas a los acto- res sustitutos de los estadistas y personajes de la historia político-militar clásica (Childe, 1981: 353). Su fracaso en la política real lo llevó sin du- da a fortalecer su perfil individual como arqueó- logo profesional; actividad en la que tenía antecedentes y en la que quizás buscaba poder expresar su nueva visión de la política como ob- servador y analista, ensayada en Cómo gobierna el laborismo. El juego de los determinismos en la prehistoria económica del más antiguo oriente La secuencia en la obra de Childe respecto a los métodos y conceptos empleados en la interpre- tación de la prehistoria puede plantearse como sigue: tras detectar inconvenientes en el esquema de las tres edades, Childe buscó desarrollar un método histórico e inductivo para la confección This content downloaded from 181.220.80.7 on Thu, 11 Mar 2021 23:52:52 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 164 BOLETÍN DE ANTROPOLOGÍA AMERICANA • 34 JULIO 1999 mentes fluviales y en las fuentes que iban ago- tándose debió traer consigo una búsqueda más intensa de medios de alimentación. Hombres y animales debieron ir quedando "estabulados" juntos en oasis que cada vez iban quedándose más aislados entre zonas desérticas. Esta yux- taposición forzada debió promover esa sim- biosis de hombre y animal que implica el término domesticación (Childe, 1994:36). Así pues, las condiciones para una econo- mía productora de alimentos se daban comple- tamente en Afrasia (Childe, 1994:38). Sin embargo, para Trigger, en comparación con The Most Ancient East, la explicación apare- ció menos determinista ambiental, dado que aho- ra las condiciones de sequedad no sólo operaron como factor de aglomeración de especies, resul- tante en una simbiosis, sino también como un factor de aglomeración de grupos humanos que aceleró el intercambio y la difusión de conocimien- tos,5 entre los cuales se incluyen los tecnológicos (Trigger, 1980:72; Childe, 1994:34). No obstante, el párrafo citado no deja de ser bastante elocuente respecto de la causalidad childeana. En todo caso no deja de sorprender que a lo largo de todo un libro, deba centrarse la atención en unos pocos párrafos para dilucidar el sentido de la explicación de Childe: entre la des- cripción de la evidencia y la referencia a múlti- ples cuestiones puntuales, es poco el espacio que queda para discutir en forma explícita los meca- nismos de la evolución.6 Más que por convic- de cronologías culturales, basado en la identifica- ción de culturas, definidas por un conjunto politético de rasgos (Trigger, 1980:43); luego al reconocer las dificultades que se presentan para identificar la etnicidad en el registro arqueológico comienza una tímida incorporación de factores ecológicos en la explicación del desarrollo cultu- ral, lo cual cristalizó en una prehistoria económi- ca; posteriormente el factor tecnológico se erigió en el motor económico del progreso y ésta será la concepción más representativa de Childe, mati- zada en sus últimos días por un abordaje social amplio, que considera múltiples factores y que reubica al desarrollo tecnológico dentro de la no- ción más general de "conocimiento". En función de lo anterior creo que el corte más decisivo en la obra de Childe, y aun así no es un corte demasiado pronunciado, es el que opera entre su etapa filológica de The Dawn of European Civilization, The Aryans y The Danube in prehistory, y La edad del bronce, donde rehabili- ta como etapa económica y cultural a una unidad cronológica definida en términos tecnológicos. En el medio tenemos a The Most Ancient East, un libro de texto sobre prehistoria del cercano orien- te, que indudablemente puso a Childe en contacto con la problemática del cambio econòmico y tec- nològico hacia la producción de alimentos. No es casual que éste haya sido el único libro reescrito por Childe bajo el nuevo título de New Light in the Most Ancient East (Childe, 1994), y donde presenta dos de sus conceptos de mayor impac- to en historia y ciencias sociales:4 los de revolu- ción neolítica y urbana.El relato de Childe encadena naturalmente una serie de acontecimientos, al pasar revista a los restos paleolíticos de África: En cualquier caso las condiciones de la inci- piente desecación a que nos hemos referido, proporcionarían un estímulo hacia la adopción de una economía productora de alimentos. La concentración forzada en las riberas de las co- 4 Otro concepto, de carácter técnico, pero de gran influencia en la arqueología argentina es el de secuencia cultural (Childe, 1994:20); y en este sentido, permite caracterizar al ''paradigma gonzaliano" efectivamente como parte de la escuela childeana (González, 1993:102). 5 Por ejemplo, para el caso concreto del paso al Egipto di- nástico, dice Childe: "A causa de las naturales deficien- cias del valle del Nilo, Egipto tuvo que importar madera y metales así como materias de lujo [...]. Con los materiales y manufacturas importados debieron venir invencio- nes puestas a punto por medios ambientes distintos e ideas evocadas por otras coyunturas históricas'' (Childe, 1994:123). 6 Esto queda claro en el artículo postumo de Childe "Pre- historia y marxismo", que permaneció sospechosamente inédito durante el momento más álgido de la guerra fría. Allí dice: "No son unilaterales las relaciones entre el equipo de producción, los requisitos de organización para hacerlos funcionar y la distribución del producto (la eco- nomía), y las instituciones legales, religiosas y artísticas, así como los ideales que las inspiran; sino dialécticas, del mismo modo como lo son las relaciones entre la sociedad y sus miembros" (Childe, 1981b:365-366). This content downloaded from 181.220.80.7 on Thu, 11 Mar 2021 23:52:52 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms JAVIER NASTRI VERE GORDON CHILDE Y EL... 165 ción, el determinismo ambiental7 de Childe se establece ante la ausencia de otro factor de peso. La explicación del cambio cultural en relación con factores sociales internos aparece más en la segunda que con la primera revolución. El tiempo de ocio que dejaba la economía neolítica se volcaba en el cultivo de artes y oficios ("que no se encuen- tran entre los recolectores"), que con frecuencia requerían materias primas exóticas, para lo cual ha- cía falta el desarrollo del comercio exterior (Childe, 1994:54-55), con laespecialización y acu- mulación de excedente consecuentes, dispara- dores de la instauración de la desigualdad social. La aparición de la escritura en Súmer, por ejemplo, resulta de la presión de determinadas condiciones económicas junto con bases tecnoló- gicas lo suficientemente desarrolladas (Childe, 1994:177). En este sentido el Childe de la "pre- historia económica" de El surgimiento de las ci- vilizaciones orientales está teóricamente enrolado en un "determinismo histórico-social" (Katz, 1998) más que geográfico o tecnológico. El pro- blema está a mi juicio en que Childe no se adentra en la consideración de las formas de organización social.8 Sin duda, esto se debe a las dificultades para elaborar inferencias al respecto,9 pero lo cier- to es que queda un vacío en la explicación que termina por colocar el énfasis en el factor geográ- fico y/o tecnológico. En el único caso en que Childe se arriesga a elaborar hipótesis en torno a la organización y reproducción social, genera efectivamente una explicación de la dinámica de la historia de las sociedades: tal es el caso de la hipótesis de los ar- tesanos alfareros y fundidores especialistas que 7 Así, respecto de la religión amratiense del Alto Nilo, Childe señala: "El progreso de las creencias religiosas se muestra en la complicación del ritual funerario; la maravi- llosa conservación de los cuerpos en la cálida arena del desierto debió sugerir a los habitantes del Nilo una viva idea de la continuación de la vida tras la muerte" (Childe, 1994:70). 8 Y esto otra vez también vale para la arqueología argentina. 9 Valga como muestra de esto, el pobre tratamiento que realiza Childe respecto de la cuestión del género en prehistoria: ' ...las mujeres son particularmente desconfiadas cuando se trata de innovaciones radicales" (Childe, 1989:117); '...con dos bueyes y un arado, un hombre puede cultivar en un día una superficie mucho mayor de la que podía cul- tivar una mujer con la azada" (Childe, 1989:152; véase también 163). habrían difundido sus conocimientos a partir de la búsqueda de nuevas oportunidades de trabajo en pueblos vecinos (Childe, 1994:245-246), ma- nejándose de esta manera en forma "independiente de las filiaciones tribales" (Trigger, 1988:9). Se han escrito muchas páginas criticando esta idea de Childe (acusándolo de desconocer la catego- ría de especialistas de tiempo parcial, etc.), pero lo más importante para destacar no es si su inter- pretación fue la correcta, sino que realizó una interpretación de carácter antropológico, algo a lo que pocos arqueólogos se animan.10 Es la falta de argumentación en torno a las relaciones de pro- ducción lo que lleva a que todo el peso de la explicación descanse en el desarrollo de las fuer- zas productivas (Childe, 1981:357). Esto queda de manifiesto en Los orígenes de la civilización (1989), a mi juicio la más lograda obra childeana. Conocimiento y progreso Aparte del hecho de estar escrito con un estilo ameno, Los orígenes de la civilización contiene un interesante balance entre teoría y empiria poco usual en los libros de Childe. Diversos pasajes, por otra parte, lo insertan en la coyuntura políti- ca de los años 30, dándole al libro un compromi- so con la agitada coyuntura de la época (por demás excepcional en obras de arqueología). Childe busca en Los orígenes de la civiliza- ción fundamentar su confianza en el progreso, aun cuando reflexivamente admite que ésta es en extremo dependiente de la situación particular del investigador (Childe, 1 989: 1 1 ). 10 Aparte de la actividad de excavar la tierra y realizar inferencias acerca de las actividades llevadas a cabo en un determinado sitio durante el pasado prehistórico, existe un vasto campo para el análisis cultural de las antiguas sociedades, que usualmente queda vacío dado que ni arqueólogos, ni antropólogos ni historiadores se hacen cargo. En consecuencia, este campo suele ser abordado por la "arqueología teórica", la cual frecuentemente fraca- sa en el intento, dado su escaso compromiso con temáticas particulares, ocupada fundamentalmente en la adaptación y "traducción" de diversos enfoques de las ciencias so- ciales a las problemáticas prehistóricas. Incluso una de las escasas hipótesis interesantes desarrolladas recientemen- te - la de las similitudes entre las tumbas neolíticas tardías del occidente europeo (4,000 aC) y las viviendas del neolítico temprano y medio de Europa central (5,000 aC) - debe su origen a Childe (Hodder, 1990:145). This content downloaded from 181.220.80.7 on Thu, 11 Mar 2021 23:52:52 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 166 BOLETÍN DE ANTROPOLOGÍA AMERICANA • 34 JULIO 1999 Una prueba de que Childe ha alcanzado a dar forma a una aproximación histórica propia, está dada por el hecho de que reniega de la historia política convencional (por la cual se había senti- do atraído hacia la prehistoria), en favor de un enfoque marxista científico,11 que califica como "historia cultural"12 (Childe, 1989:15). La clave de la postura childeana reside en la búsqueda de objetividad científica. De este modo, cree encon- trar en el concepto de progreso al equivalente histórico de la evolución de los zoólogos. Así, el progreso sería el éxito en la lucha por la supervi- vencia, plasmado en el crecimiento demográfico (Childe, 1989:19,23). La anterior convicción se articula con otra noción clave en el pensamiento childeano, que expone su interpretación del marxismo: la de ideo- logía como falsa conciencia. ...tal vez, fue justamente la carencia de ideolo- gías rígidas y de institucionesprofundamente enraizadas, lo que permitió el progreso de las poblaciones autosufícientes a las ciudades indus- triales y comerciales, en menos de 2,000 años. Las instituciones firmemente establecidas y las supersticiones mantenidas con pasión son notablemente hostiles a la transformación de la sociedad y a los avances científicos que la hacen necesaria. Y la fuerza de tal reacción, en una comunidad, parece ser inversamente pro- porcional a la seguridad económica de la mis- ma comunidad (Childe, 1989:124-125). 1 ' El tipo y grado de compromiso de Childe con el marxismo concita uno de los más acalorados debates en torno a su figura. Sus credenciales están sin embargo, garantizadas nada menos que por un historiador como E.P. Thompson, quien señala que: 'Trabajar como historiador marxista en Gran Bretaña significa trabajar dentro de una tradición inaugurada por Marx, enriquecida por los logros comple- mentarios e independientes de William Morris, ampliada recientemente por la participación de hombres y mujeres especialistas tales como V. Gordon Childe, Maurice Dobb, Dona Torr y George Thomson, y tener por colegas a estu- diosos como Christopher Hill, Rodney Hilton, Eric Hobsbawn y V.G. Kiernan..." (citado en Kaye, 1989:9). 1 : Término hoy denostado por la mayoría de los arqueólogos, lo cual constituye una evidencia ya sea de una postura biologicista ultramontana, o de un encapsulamiento disci- plinario, dado que por ejemplo, la más notoria producción histórica contemporánea se incluye dentro de este renova- do campo. Sin embargo, a veces los avances pueden re- sultar efectos indirectos de las "supersticiones", como el caso de la demanda de bienes suntuarios en virtud de sus supuestas propiedades mágicas; hecho que no sólo motorizó el desarrollo del co- mercio y del intercambio, sino también de la pro- ducción artesanal especializada de metales. Para Childe, las herramientas constituyen las corporizaciones por excelencia del conocimiento científico, en su función de medio para la explo- tación del medio ambiente, y para la expresión de tradiciones sociales (Trigger, 1980:95). La Figura 1 sintetiza el proceso de introducción de las herra- mientas de metal. Pero todo proceso de innovación tecnológica puede ser eficazmente detenido por el conjunto de supersticiones desarrolladas por una comunidad para explicar su adaptación al medio ambiente. El espíritu "conservador, tímido y complaciente" (Childe, 1989:162) sólo podía ser transformado por una comunidad inmigrante; pues el contraste entre las pautas de conducta de los establecidos y los recién llegados permitía entrever cuáles de ellas se justificaban, por el hecho de basarse en una descripción más ajustada del funcionamiento de la naturaleza. En sintonía con lo anterior, Childe no puede más que otorgarle un carácter progresista a la con- quista militar (Childe, 1989:166), de la cual re- sulta la extracción de excedente campesino necesario para la realización de la segunda revo- lución (Childe, 1989:163). Sin duda, la admiración del anticuario por las reliquias más elaboradas del pasado influyó siem- pre en Childe, lo que lo lleva a realizar esta sorpren- dente justificación del imperialismo. Así, aun sosteniendo la actualísima tesis de que tanto las tradiciones hacen al hombre como el hombre a las tradiciones y que los desarrollos sólo pueden explicarse con base en las particularidades loca- les, Childe confunde por momentos la valorativa noción de progreso con "los hechos", o la histo- ria; lo existente con lo necesario. Y así adhiere Childe a una visión de la tecnología optimista a ultranza que puede sintetizarse en la siguiente ecuación: tecnología = ciencia aplicada = bienestar económico religión = conocimiento falso = estancamiento This content downloaded from 181.220.80.7 on Thu, 11 Mar 2021 23:52:52 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms JAVIER NASTRI VERE GORDON CHILDE Y EL... 167 C^œndiciones geográficas especiales ^~^> (^condiciones técnicas ^^> llanura de aluvión, sin recursos mejoramiento de los medios Uticos apropiados / de transporte demanda efectiva y general / viento tracción animal por el metal f METALURGIA i descubrimiento del metal e invención de los procesos para la manufactura de objetos Figura 1. Esquema de la interpretación childeana en torno al surgimiento de la producción metalúrgica. Pese a que Childe, como dije arriba, constitu- ye una de las pocas excepciones al encierro disci- plinario en la historia de la arqueología y pese a que siempre concibió a su trabajo como parte de la historia, fue de todos modos presa de la más básica trampa de la arqueología: la de confundir el objeto de estudio con las fuentes, asumiendo de esta manera eso que Shanks y Tilley han denomi- nado "la primacía del objeto" (Shanks y Tilley, 1987:48). La misma trampa en que caen (¿o pro- vocan?) los fundamentalistas de la arqueología de los "procesos de formación de sitios" (Nastri, 1998). Lo progresivo es para Childe, dado que se trata de arqueología, aquello que se acumula (Childe, 1960: 144). Pero si para Childe "...el pro- greso que la arqueología puede definir confiable- mente es el progreso de la cultura material del equipo" (Childe, 1960:143), de esto no se des- prende que el progreso al que la arqueología le tocó en suerte definir sea justamente el factor determinante en todos los tiempos y contextos socioculturales. No existe relación alguna entre los factores que determinan la supervivencia en el tiempo de los ítems de una cultura y los que determinan el funcionamiento que tuvo esa sociedad en el pasa- do. En algunos casos puede haber una voluntad de permanencia en la elección de materiales para la confección de ciertos objetos, pero nunca una clarividencia efectiva." De modo que si la ar- queología dispone sólo de restos materiales para llevar a cabo su labor, esto no quiere decir que el aislamiento de los mismos del medio social en el que fueron producidos tenga algún tipo de jus- tificación para el análisis histórico del "progre- so" social. Como vimos, la pretensión de Childe de ser objetivo lo condujo a tomar una medida indepen- diente del "éxito", como sería el crecimiento de- mográfico. El problema está en que no hay modo de relacionar dicho crecimiento con una determi- nada tecnología, que siempre es implementada a través de relaciones sociales de producción. De modo que en la práctica, la verdadera medida del éxito es para Childe el grado de eficiencia técnica. Todo esto llevó a Childe a tener que justificar prácticas sociales desiguales, en contradicción con la teoría marxista. Y de todas maneras al final termina introduciendo su juicio o proyecto per- sonal14 al separar el "conocimiento práctico" de 13 Criado Boado proporciona un interesante esquema para referirse a la "visibilidad" del registro arqueológico (Criado Boado, 1993), un aspecto básico para la interpre- tación de la cultura material, significativamente ignorada por quienes propugnan una "ciencia del registro arqueo- lógico"; hecho que resalta el carácter ideológico de esta última orientación. 14 Por eso Ricoeur sugiere que la única manera de salir de la circularidad de las ideologías, es tomar una utopía, decía- This content downloaded from 181.220.80.7 on Thu, 11 Mar 2021 23:52:52 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 168 BOLETÍN DE ANTROPOLOGÍA AMERICANA • 34 JULIO 1999 la "superstición", para así crear una figura social - los mercaderes metalurgistas europeos - con la cual identificarse (Pérez Gollán, 1988:408). Sin embargo, en la mayoría de los casos que analiza Childe, las supersticiones aparecen como disparadoras de los avances científicos, pues si bien un descubrimiento técnico puede ser obra de un campesino, su utilización efectiva depende siempre de una decisión política. Bunge, por ejem- plo, rechaza "la tesis pragmatista deque al co- mienzo fue la acción"; por el contrario, en todos los casos de formación de una industria, la se- cuencia fue: ciencia-> técnica ->industria (Bunge, 1998:col. 2). En el caso de las pirámides egipcias el mismo Childe reconoce: Los monumentos sepulcrales implican, en rea- lidad, la aplicación de un considerable conjunto de conocimientos matemáticos. Las peculiares creencias de los egipcios acerca de los reyes muertos, parecen haber inspirado descubrimien- tos científicos, los cuales también tuvieron aplicaciones prácticas (Childe, 1989:201-202). Los trabajos más filosóficos de Childe15 como Sociedad y conocimiento, permiten rescatar del autor elementos útiles para el desarrollo de una postura "determinista histórico-social" que ponga la atención en las relaciones sociales que producen y manipulan el conocimiento en favor de determinados grupos sociales. Si los restos arqueológicos no bastan para indagar esta cuestión a fondo, pues habrá que completar "la estructura en la imaginación", como de hecho hizo Childe. La postura childeana frente a las diferentes formas del determinismo tecnológico El determinismo tecnológico sostiene que la evo- lución de la sociedad depende de la progresiva invención u adopción de nuevas tecnologías que permiten hacer frente a los problemas económi- cos y garantizar un mayor bienestar para la po- rarla, y juzgar una ideología sobre esa base (Ricoeur, 1989:203). ' No exentos de cierto grado de ingenuidad, por ejemplo con respecto a la psicología y la lingüística. blación. Esta postura deja de lado el carácter so- cial de la tecnología, centrando la atención en las ventajas relativas de los objetos y las técnicas en vez de interesarse por las razones que impul- san el desarrollo tecnológico. Dos trabajos recientes sobre la cuestión del determinismo tecnológico (Gómez, 1997; Katz, 1998) proporcionan elementos útiles para abor- dar la obra de Childe. Gómez señala acertadamen- te que siendo el avance tecnológico una actividad social que depende de la dirección social, éste "no opera por sí mismo; los cambios acaecen porque favorecen los intereses de un grupo, por lo que son muchas veces resistidos por otros" (Gómez, 1997:64). En cambio, el determinismo tecnológico en- tendido como expresión de una idea tecnocràtica de progreso, sostiene que: 1 ) el cambio tecnológico es causa del cambio social; 2) la tecnología es au- tónoma e independiente de las influencias socia- les (Gómez, 1997:67-68). En mi opinión, Gómez confunde los términos al plantear la oposición entre determinismo tecnológico y pesimismo his- tórico, pues de este modo asimila el significado del primero al de optimismo, y al segundo por mo- mentos con una postura ludista. En cambio, con- viene desmenuzar el conjunto de elementos involucrados en las diferentes posturas acerca del papel de la tecnología para poder apreciar las particulares fórmulas que constituyen cada posi- ción. Para esto, resulta útil servirse de los apor- tes de Gómez y Katz para confeccionar grilla de la Figura 2. El determinismo tecnocràtico de la Escuela de Chicago (1920-30)16 constituye una de las más tempranas propuestas, que combina "...determinismo económico y tecnológico al pre- sentar la aparición de cada innovación como una respuesta directa a las exigencias del mercado" (Katz, 1998:38). Afirma que el desarrollo tecnológico ha sido el motor de la evolución y por cierto lo sigue siendo, afortunadamente piensan en el presente. De modo que sólo queda dejar que la historia (el mercado) siga su curso. Aunque con un argu- mento renovado - el de la importancia de la 1 6 Basado en obras de autores norteamericanos de principios del siglo XIX. This content downloaded from 181.220.80.7 on Thu, 11 Mar 2021 23:52:52 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms JAVIER NASTRI VERE GORDON CHILDE Y EL... 169 Determinismo Determinismo Evaluación Fata- Ideología- Expectativas Corriente tecnológico tecnológico del lismo utopía transhistórico en la determinismo modernidad Determinismo tecnocràtico Desarrollo (Hamilton; Sí Sí Positiva Sí guiado por el Optimista Coxe) mercado Nomologismo Optimista (Heilbroner; Sí Sí Positiva Sí Desarrollo (a largo Cohen) racional plazo) Normativismo Desarrollo (Habermas) No Sí Negativa No racional Optimista "Fatalismo espiritualista" No? Sí Negativa ? Involución? Pesimista (Ellu) "Info- Fetichismo" Desarrollo Pos- Sí Sí Positiva Sí guiado por el Optimista industrialista mercado (Toffler) Escuela de Frankfurt (Horkheimer; No Sí Negativa Sí ? Pesimista Adorno; Marcuse) Figura 2. Grilla del determinismo tecnológico. Distintos enfoques desglosados en sus principales aspectos. información vehiculizada por la tecnología electrónica - los más modernos autores enrolados en un "info-fetichismo posindustrial" (Katz, 1998:43) proveen las mismas respuestas para cada una de las cuestiones identificadas en la grilla. Resulta apropiado introducir también las va- riantes del determinismo identificadas por Gómez: normativista es aquella postura que denuncia que la tecnología se ha vuelto autónoma porque las normas según las cuales opera y avanza se han distanciado del discurso ético y político (Gómez, 1997:72); mientras que nomológica se define como aquella posición que afirma que hay sólo un futuro posible, tanto tecnológico como social. En esta última ubica a "ciertos marxistas analíti- cos" que han convertido a Marx en un determinista tecnológico (Gómez, 1997:72-73). Luego tenemos la postura de autores espiritualistas como Ellul, quien considera (al igual que los normati vistas) que el hombre se ha vuelto esclavo de la tecnología (Katz, 1998:39), la cual determina el curso de la historia conduciéndonos a un callejón sin salida. Dentro de esta corriente podemos incluir también a autores como Mumford y Winner, quienes son algo más mode- rados en su pesimismo, pero igual de vagos en las soluciones que sugieren: una técnica democrática o artesanal contra la "megamáquina", en el caso This content downloaded from 181.220.80.7 on Thu, 11 Mar 2021 23:52:52 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 170 BOLETÍN DE ANTROPOLOGÍA AMERICANA • 34 JULIO 1999 del primero; un régimen técnico compatible con la libertad y la justicia social, en el caso del segun- do (Gómez, 1997:88). Cómo señala Gómez y como puede apreciar- se en el cuadro de la Figura 1 , la oposición más radical al determinismo tecnológico es la que sos- tienen autores como Adorno, Horkheimer, Marcuse y otros enrolados en la corriente de pen- samiento crítico asociada al célebre Instituto de Investigación Social de Frankfurt. Sin duda hu- biera sido fructífero que un marxista como Childe hubiera entrado en diálogo con esta escuela, puesto que del mismo seguramente hubiera resultado un cuestionamiento a su postura, que por mo- mentos parece acercarse al nomologismo de los marxistas analíticos y frente a los cambios de este fin de siglo queda paradójicamente aso- ciada a la denominada corriente del "pensa- miento único". Casi con seguridad que Childe hubiera dado la bienvenida al giro de Habermas, quien ve en la devastadora crítica de Adorno y Horkheimer a la razón instrumental del iluminismo un trato indiferenciado de los modos en que las distintas formas de la ciencia y la tecnología se relacionan con formas de dominación (Gómez, 1997:78). Para Habermas el crecimiento de las fuerzas pro- ductivas ha alcanzado proporciones inéditas gracias al desarrollo de la ciencia y de la técnica, y ese hecho constituye una oportunidad de legiti- mación para el marco institucional: se presenta a las relaciones de producción existentes como "la forma de organización técnicamente necesa- ria" (Habermas, 1992:56). Como alternativa, propone reemplazar la acción racional con respecto afines (instrumental y estratégica) por la acción comunicativa] unainteracción me- diada simbólicamente que se orienta en rela- ción con normas intersubjetivas (Habermas, 1992:68). El pesimismo fatalista de la Escuela de Frankfurt (contemporánea a Childe primero en Alemania y luego desde su exilio norteamerica- no) podría haber servido a la manera de una espe- cie de "negativo" de la postura optimista de Childe, que de la misma manera trataba indiscriminadamente la cuestión de la ciencia y la tecnología sin analizar el modo en que las mismas son usadas en diferentes contextos con fines liberadores o esclavizantes.17 Marcuse señala que la ciencia de la naturaleza requiere de un a priori tecnológico, que concibe a la naturaleza como un instrumento potencial; pero este a priori tecno- lógico es un a priori político, en la medida en que la transformación de la naturaleza implica la del hombre (Marcuse, 1993:180). Para arribar a una conclusión respecto de la postura childeana en relación con las diferentes corrientes de pensamiento que se ocupan de la cuestión tecnológica, debemos referirnos breve- mente a la cuestión del progreso. Comúnmente se usa la noción para aludir al cambio histórico en dirección "positiva", esto es, de acuerdo con una escala determinada (arbitraria). Por lo general, es- ta escala está dada por el aumento en la sofistica- ción técnica; éste es el uso más popular del término. Lo curioso está en que pese a que Childe compar- te esta admiración por el avance técnico, el uso del término progreso es diferente. Para Childe, el progreso puede "acelerarse" o "retardarse", de modo que existe una ecuación entre historia y progreso. El simple paso del tiempo ya es para Childe un avance, aunque sea "retardado". Por eso su negativa a la analogía etnográfica (Childe, 1981b:367-368; Trigger, 1980:99): las socieda- des "paleolíticas" del presente tienen necesaria- mente que estar más "adelantadas" que sus homologas del pleistoceno, aunque sea mínimamente (esto es, aunque sea sólo en lo que respecta a sus instituciones sociales), por el sólo hecho de que desde entonces transcurrió tiempo. En función de lo anterior, creo que pese a su devoción por el avance técnico, Childe no llegó a dar forma a un enfoque determinista tecnológico. ...el modo en que la gente obtiene su sustento, a su vez, está determinado, por una parte, por el medio ambiente: los recursos naturales, el clima, etc.; por otra, por la ciencia y la tecno- logía: el conocimiento que la sociedad puede aplicar a la explotación de ese medio ambien- te. Pero la explotación humana de cualquier 17 Cabe preguntarse por ejemplo qué pensaría Childe del actual boom del sistema de T. V. por cable: ¿lo vería como un avance tecnológico frente a la T. V. abierta? La creación compulsiva de demanda y el fraccionamiento de los servi- cios en múltiples ítems que requieren costos (flujos) adicionales son características de la etapa "flexible" (pos- This content downloaded from 181.220.80.7 on Thu, 11 Mar 2021 23:52:52 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms JAVIER NASTRI VERE GORDON CHILDE Y EL... 171 medio ambiente necesariamente implica co- operación, la cual siempre está organizada (Childe, 1981b:364). Indudablemente, la perspectiva histórica del largo plazo que provee la arqueología, impide sos- tener un argumento tan reduccionista como el que dice que el cambio social depende del tecnológi- co, por más tentador que éste pueda resultar para una disciplina cuya fuente principal de informa- ción procede de los artefactos. Sí podemos decir que el cambio tecnológico debe ser compatible con las condiciones sociales existentes; que es por lo general gradual; y que aparece como un desarrollo irreversible que requiere además desa- rrollos técnicos y cambios culturales complemen- tarios (Gómez, 1997:64). En Childe se hace más necesaria la distinción entre dos utopías o, quizás resulte más apropia- do decir, entre una ideología y una utopía (Ricoeur, 1989).18 Como socialista, el proyecto de Childe debió ser el del desarrollo racional; más como arqueólogo desarrolló una utopía propia: la del artesano itinerante cosmopolita que ofrece sus servicios especializados y difunde sus cono- cimientos a la humanidad (Pérez Gollán, 1988:408). Quizás fue su inquebrantable fideli- dad a este ideal de libre emprendimiento el que le impidió soportar la protección del estado bene- factor (en la forma de una pensión) hacia el final de sus días. En su carta de despedida Childe expresa una "descarnada noción darwinista social" del papel de la ancianidad en la sociedad (Pérez Gollán, 1988; Childe, 1981a) que indudablemente está detrás de su trágica decisión final. Su nuevo sta- tus de jubilado en Australia, estaba francamente en contradicción con su utopía personal. El enor- me conocimiento que Childe había acumulado a fordista) del modo de producción capitalista, que alertan sobre los problemas que presenta una evaluación de la efi- ciencia técnica separando a los objetos de su modo de uso. 18 Utilizo aquí la distinción de Ricoeur entre utopía e ideo- logía, quien los considera conceptos integrantes de un mismo círculo práctico. Ambos poseen cierta incongruen- cia, cierta no coincidencia con el estado de la realidad en cuestión; pero mientras la utopía ataca el orden estableci- do, la ideología preserva cierto orden (lo cual no es ne- cesariamente una connotación despectiva, puesto que siempre hace falta cierto concepto de autoidentidad del grupo) (Ricoeur, 1998:208-209). lo largo de su vida útil, no tenía evidentemente ninguna función práctica - y mucho menos en la sociedad australiana. Más que un artesano- mercader libre, Childe debería identificarse con los escribas al servicio de sus denostados "hechi- ceros" y otras castas privilegiadas de la sociedad: En la práctica, los reyes, sacerdotes, nobles y generales, se colocaron en posición opuesta a los campesinos, pescadores, artesanos y ope- rarios. Y en esta división en clases, los escribas pertenecían a la primera clase; la escritura era una profesión "respetable" (Childe, 1989:229). Si tratamos de evaluar este caso específico desde el punto de vista "nativo", no hay duda de que los creadores de la antigua ideología religiosa habrían sido calificados como genuinos intelec- tuales por un sociólogo egipcio (Konrád y Szelenyi, 1981:29). Muchas de las interpretaciones, y el mismo esquema cronológico de Childe, que él intuía próxi- mo a derrumbarse se le debieron revelar entonces como pura "superstición". Probablemente no pudo tolerar eso. Conclusiones Tras este sucinto examen de la producción childeana, podemos ahora exponer con mayor precisión algunas lecciones útiles para la práctica de la arqueología en la actualidad. En primer lu- gar, de la crítica a la primacía del objeto en la que se vio involucrado también Childe (aunque en menor medida que los arqueólogos procesuales posteriores) podemos extraer la enseñanza de que no debe moldearse la historia en función de nues- tras fuentes actuales para la recuperación del pasa- do; sí en cambio, de nuestras utopías, puesto que si de todas maneras éstas se cuelan en el producto resultante, mejor es aclararlas desde el comienzo. En segundo lugar, Childe nos muestra que la producción arqueológica puede ser de utilidad práctica (por ejemplo, su combate a la ideología fascista con la hipótesis ex oriente lux), pero sólo si reconocemos el carácter situado de toda inter- pretación, así también como el carácter relativo de los valores que orientan la investigación. This content downloaded from 181.220.80.7 on Thu, 11 Mar 2021 23:52:52 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 172 BOLETÍN DE ANTROPOLOGÍA AMERICANA • 34 JULIO 1999 En tercer lugar, cabe repetir el ya apunta- do mérito childeano de afirmar que la estructu- ra de la realidad que intentamos representar en nuestro trabajo puede (y debe) completarse en la imaginación.La comparación de la producción histórica de Childe con el corpus de trabajos en relación con el papel de la tecnología en la sociedad nos muestra que la perspectiva de largo plazo que proporciona la arqueología resulta indispensable para no caer en el determinismo tecnológico, pues dicha perspectiva muestra una diversidad de si- tuaciones que desalienta el reduccionismo hasta del más convencido de la necesidad del avance tecnológico por sí mismo, como Childe. En este sentido, puede definirse su figura como la de un "occidentalista" (Latouche, 1996), sobre todo te- niendo en cuenta su explícito desprecio por las trayectorias históricas extraeuropeas. Childe no pudo advertir (aunque tal vez presintiera la con- tradicción) que en Occidente el progreso técnico no es hoy lo opuesto a la religión, sino quizás precisamente el mismo contenido de una religión moderna: El derecho a la dominación ya no se basa en la esclavización del débil por el fuerte mediante la tecnología: es un atributo directo de la tec- nología que deriva de su obvia superioridad. La tecnología se ha convertido en un artículo de fe universal, la consecuencia concreta y la pre- sencia visible de la nueva divinidad constituida por la Ciencia (Latouche, 1996:18).'* Por último, a partir de la rica experiencia childeana podemos valorar los nuevos esfuerzos en considerar la cuestión tecnológica, analizando la articulación entre la eficiencia técnica y las re- presentaciones sociales de la tecnología (Lemonnier, 1988, 1993). Estudios en detalle per- miten analizar con mayor profundidad la relación entre tecnología y organización social, pregun- tándonos por ejemplo, por qué se descartan mo- delos más eficientes y avanzados de aeroplanos cuando se supone que deben privilegiarse los avan- ces técnicos (Lemonnier, 1988); o cómo la "moda aerodinámica" de la cultura material de la posgue- rra, si bien explotó las posibilidades de un avance 19 Traducción mía. tecnológico (la técnica de estampado en metal; Hebdige, 1988:74-76), se desarrolló como cons- tituyente fundamental de una ideología escapi sta de la dura realidad de las condiciones de produc- ción fordistas (Gartman, 1994). Dado que las técnicas son producidas social- mente, están siempre contenidas en sistemas sim- bólicos; así puede verse que muchas técnicas son producidas a los efectos de generar significados (Lemonnier, 1993:22), con lo cual puede apre- ciarse que en torno a la tecnología se articulan un conjunto mucho más complejo de elemen- tos que la simple "eficacia para dominar la natu- raleza". Trabajos recientes muestran la utilidad de comparar diversas situaciones: contemporáneas, arqueológicas, históricas, etnográficas. La ampli- tud de miras necesaria para esta auténtica "histo- ria cultural" es la mejor lección que podemos extraer de una figura señera como la de Vere Gordon Childe. Bibliografía Bunge, Mario 1 998 "Filosofía de la técnica", La Nación 45.648 (noviembre 26): 21 , Buenos Aires. 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[161] p. 162 p. 163 p. 164 p. 165 p. 166 p. 167 p. 168 p. 169 p. 170 p. 171 p. 172 p. 173 Issue Table of Contents Boletín de Antropología Americana, No. 34 (julio 1999) pp. 1-188 Front Matter la arqueología social y la enseñanza de la historia [pp. 5-31] [Illustration] [pp. 32-32] reflexiones sobre el quehacer de la antropología ante el próximo milenio [pp. 33-38] las relaciones y contradicciones centro/periferia de la sociedad clasista inicial. hacia la definitión de una unidad arqueológica para la evaluatión empírica de los estados prístinos [pp. 39-51] [Illustration] [pp. 52-52] algunas consideraciones teóricas y heurísticas sobre la productión lítica en arqueología [pp. 53-74] la arqueologíadel colonialismo en iberoamérica: balance y perspectivas [pp. 75-87] [Illustration] [pp. 88-88] entre motocicletas y fusiles: las arqueologías radicales anglosajona y latinoamericana [pp. 89-110] la perspectiva feminista en el pensamiento moderno y contemporáneo [pp. 111-122] þÿ�þ�ÿ���l���a��� ���r���e���l���e���c���t���u���r���a��� ���d���e��� ���r���o���b���e���r���t��� ���z���i���n���g���g���:��� ���a���n���t���r���o���p���o���l���o���g���í���a���,��� ���c���r���í���t���i���c���a��� ���l���i���t���e���r���a���r���i���a��� ���y��� ���l���o��� �������p���o���l���i���t���i���c���a���l���l���y��� ���c���o���r���r���e���c���t������� ���[���p���p���.��� ���1���2���3���-���1���3���7���] [Illustration] [pp. 138-138] þÿ�þ�ÿ���p���o���r��� ���q���u���i���e���n��� ���s���u���e���n���a��� ���e���l��� ���h���u���e���v���o���:��� ���l���a��� ���a���p���l���i���c���a���b���i���l���i���d���a���d��� ���d���e���l��� ���c���o���n���c���e���p���t���o��� ���d���e��� �������c���h���o���q���u���e��� ���c���u���l���t���u���r���a���l������� ���a��� ���l���o���s��� ���m���i���x���t���e���c���o���s��� ���u���r���b���a���n���o���s��� ���[���p���p���.��� ���1���3���9���-���1���5���9���] [Illustration] [pp. 160-160] vere gordon childe y el determinismo tecnológico [pp. 161-173] [Illustration] [pp. 174-174] terra, parentesco e antepassados. tres elementos da cultura otomí do México [pp. 175-180] la tercera vía. un balance crítico [pp. 181-188] Back Matter
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