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WALTER BENJAMÍN Reproductibilidad tècnica: Desde un principio la obra de arte siempre podía reproducirse (todo lo que era hecho por humanos, podía ser re-hecho). La reproducciòn tènica modificándose a medida que avanzaba la tecnologìa, primero con la escritura, luego la litografía, hasta llegar a la forografìa. La reproducibilidad hace que la obra tenga posibilidad de acercarse al receptor, sea en forma de una fotografía o de una reproducción de sonido grabada. Autenticidad: Con cada reproducción de una obra de arte se pierde el aquì y ahora de la misma, que la hace única en el lugar en que se encuentra, lo cual constituye la autenticidad de la obra artística. La historia a la que la obra de arte estuvo sometida a lo largo de su existencia, ya sea, sus transformaciones en su estructura fìsica o los cambios de propiedad que pudo sufrir, la hace única. “Todo el àmbito de la autenticidad escapa a la reproductibilidad tècnica” Aunque una reproducibilidad pueda dejar intacta a la obra de arte, esta igualmente desvaloriza su aquì y ahora. Se pone en riesgo el aura que mantiene la obra original. “Al multiplicar sus reproducciones, pone, en lugar de su aparición única, su aparición masiva. Y al permitir que la reproducción se aproxime al receptor en su situación singular actualiza lo reproducido. La destrucción del aura: El aura es un entretejido entre espacio y tiempo. La percepción humana se va modificando según la condicionan, no sólo por motivos naturales sino también por el paso de la historia. “Dìa a dìa se hace màs vigente la necesidad de apoderarse del objeto en su màs próxima cercanía, pero en imagen y aùn màs en copia, en reproduciòn. Pero la extracción del objeto fuera de su cobertura es lo que convoca la destrucción del aura, gracias a la reproducción, a querer encontrar lo homogéneo incluso en aquello que es único. Lo que ocurre con la fotografía es que es posible hacer múltiples impresiones, para lo cual no tiene sentido preguntar cuál de ellas es la impresión auténtica. Pero si el criterio de autenticidad llega a fallar ante la producción artística. La función social del arte se ha trastornado, que en lugar la función ritual y sino la función política. Ritual y polìtica: Las obras de arte más antiguas surgieron al servicio de un ritual que primero fue mágico y después religioso. esta existencia auràtica de la obra de arte no llega nunca a separarse del todo de su función ritual. “El valor único e insustituible de la obra de arte auténtica siempre se fundamente en el ritual” Valor de culto y valor de exhibición La historia del arte se puede exponer como una disputa entre dos polaridades, su valor ritual y su valor de exhibición. El primero prácticamente exige que la obra de arte sea mantenida en lo oculto, lo cual aumenta la oportunidad de ser exhibida. La obra de arte fue ante todo un instrumento de la magia en virtud del peso absoluto que recaía en su valor ritual, y cuando éste recae en su valor de exhibición, esta se dota de funciones nuevas: como la función artística. “En toda obra de arte aparece entrelazado entre sí la seriedad y el juego, el rigor y el desentendimiento.” Fotografía: “Con la fotografía, el valor de exhibición comienza a vencer en toda la línea al valor ritual.”
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