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PRIMO BASILIO - Micaela Arévalo

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PRIMO BASILIO
Autor: José María Eça de Queirós.
Año de publicación: 1878.
Biografía:
Nacimiento: Portugal, 1845.
Muerte: 1900, París, por tuberculosis.
Profesión: abogado, cónsul, escritor, periodista.
Movimiento: Realismo.
Hechos:
· Análisis de la sociedad. Centrada en la crítica del conformismo, la hipocresía o la vanidad de sus contemporáneos, su narrativa resulta particularmente admirable por la elegancia de su estilo, la descripción de los ambientes y la caracterización de los personajes típicos, si bien no se profundiza en su psicología.
· Fue destinado al consulado de Inglaterra, en 1874. Allí redactó El primo Basilio.
· Perteneció a la generación del 70, que criticaba fuertemente a la sociedad portuguesa, en decadencia. Deseaba un nuevo Portugal basado en la revolución industrial, el liderazgo de la burguesía y el sistema parlamentario.
· Sostuvo el Realismo como la nueva expresión del arte y la necesidad de una novela que abandonara el pasado y buscara sus temas y problemas en su propio tiempo, en el presente.
· Se graduó en Derecho en la Universidad de Coimbra, una de las más antiguas y prestigiosas de Portugal.
· Dirigió un periódico y durante su vida fueron frecuentes sus publicaciones, tanto literarias como políticas, en distintos diarios portugueses.
· Máximo representante de la novela realista y naturalista portuguesa.
Isotopías: adulterio, amor, sociedad de Lisboa.
Motivo: El adulterio en la sociedad de Lisboa.
Tema: Adulterio de Luisa con su primo Basilio, durante la ausencia de su esposo Jorge, y sus consecuencias en la sociedad burguesa de Lisboa en el siglo XIX.
Tiempo: siglo XIX ¿1878?, entre julio (Jorge se va) y octubre (Jorge vuelve).
· Analepsis: Historia de Juliana, del romance de Basilio y Luisa.
· Prolepsis: Futuro viaje de Jorge.
Lugar: Lisboa.
· Otros:
· Abiertos: Alentejo, el Paseo, campo, balcón.
· Cerrados: casa de Jorge y Luisa, casa de Sebastián, casa de Acacio, casa de Victoria, casa de Leopoldina, habitación, despacho, comedor, habitación de Juliana (luego sala de baúles), cocina, Paraíso, casino, hotel Central.
Trama lineal, con digresiones y pausas descriptivas.
Narrador: 3° persona, omnisciente.
Transtextualidad: intertextualidad:
· Dama de las Camelias (Creo que es parte de las novelas románticas que moldean el pensamiento de Luisa sobre las relaciones. Aburrida, sale a buscar la emoción que lee en este tipo de novelas): La Dama de las Camelias es la historia de amor de Margarita Gautier y Armando Duval. Es una de las historias más pasionales que conoce la literatura. Se trata del amor que nace entre una prostituta (Margarita) y un joven aristocrático (Armando). Los obstáculos y dificultades de la relación, marcados sobre todo por prejuicios sociales y clasistas, no son un impedimento para que ambos luchen por lo que sienten.
Para evitar ser blanco de críticas y del rechazo de amigos y familiares, se retiran de la vida mundana de París y deciden refugiarse en el campo a disfrutar de cinco meses de amor idílico. El amor y un futuro prometedor no fueron razones suficientes para evitar ser alcanzados por los prejuicios y el pasado. De cara a la realidad que ambos quisieron evadir, Margarita se ve obligada a separarse de su amado y a adoptar la más cruel decisión.
· Fausto (Fausto es similar a Basilio, ya que ambos seducen a una muchacha, la hunden en la desgracia y luego las abandonan, egoístamente): Fausto es un erudito que está insatisfecho con su vida y sus conocimientos y, por ello, hace un pacto con el diablo, Mefistófeles. Según el pacto, Mefistófeles tiene que ayudar a Fausto a conseguir todas las alegrías del mundo; para ello, Fausto apuesta su alma. Mefistófeles lo lleva a la cocina de una bruja, donde, mediante una poción, Fausto recupera su juventud para lanzarse a aventuras amorosas. Fausto conoce a la joven Margarita (cuyo diminutivo en alemán es Gretchen) y se enamora de ella. Con la ayuda de Mefistófeles, Fausto seduce a la joven y la hunde en la desgracia sin pensar en las consecuencias. Gretchen queda embarazada y Fausto la abandona a su suerte, de modo que ella, en su violenta desesperación, ahoga a su hijo y, por ello, es condenada a muerte.
· Eugenia Grandet (Julián compara su historia con la antigua historia de Basilio y Luisa, cuando Sebastián se lo cuenta): una joven que descubre por primera vez el amor y entrega como arras cuanto tiene para ayudar a su enamorado, y el de su padre, el tío Grandet, la más acabada de las encarnaciones de avaro desde la obra de ese título de Molière.
El amor paternal será abolido por la avaricia de un Grandet que, en el último momento de su vida, amenaza a su hija con pedirle cuentas de la herencia cuando Eugenia llegue al otro mundo. Al lado de estos dos potentes retratos, Charles, el joven parisino criado entre el lujo y la ociosidad, sólo sirve para poner de relieve la realidad de la vida cotidiana, la potencia del amor de Eugenia y los extremos a que puede llegar la avaricia.
· Luis Figuier: (Jorge está leyendo este libro científico, mientras Luisa lee el diario).
· D’Artagnan: (personaje literario del que estaba enamorada Luisa de pequeña, supongo que también revela su ideal de hombre): intención de convertirse en mosquetero, al igual que su padre. Tras unos primeros tropiezos -en los que se reta a duelo con los que a la postre se convertirían en sus compañeros-, el joven es aceptado tras las aventuras descritas en Los tres mosqueteros. De nariz aguileña y carácter pendenciero, de D'Artagnan se destaca su procedencia gascona y su temperamento orgulloso y aguerrido.
Personajes:
· Basilio: Protagonista, plano. Alto, delgado, porte aristocrático, bigote, nueva fortuna. Dandi, Pedante, engreído, demasiado cínico, aventurero, conquistador.
· Luisa: Protagonista, dinámica. Rubia, blanca, ojos grandes y negros. Alegre "como un pájaro", amiga del nido y de las caricias del macho. Ociosa, superficial, apegada a sus lecturas románticas.
· Jorge: Secundario, dinámico. Ingeniero de minas. Barba, robusto, viril, pelo negro y rizado. Discreto, serio.
· Juliana: Protagonista, dinámica. Empleada. 40 años, delgada, enferma del corazón, pálida, ojos hundidos y rojos, fea. Ambiciosa, envidiosa, infeliz, glotona, curiosa, virgen, despechada, frustrada, inteligente, inconforme, alcohólica, amor por los calzados y su pie bonito.
· Sebastián: Secundario, plano. íntimo amigo de Jorge. Bueno, voz profunda. Bajo, grueso, blanco y barba rubia. Solitario, anticuado, tímido, sumiso.
· Leopoldina: Secundaria, plana. íntima amiga de Luisa, con amantes y vicios. Bella, vestida para seducir, cuerpazo, indiscreta (cuenta de sus amoríos), promiscua.
· Julián: Secundario, plano. Fracasado, envidioso, resentido, burlesco, hipócrita. es un pariente lejano de Jorge. Hablar mal de todo y de todos. Es contra el gobierno, el sistema, la justicia del mundo (cuando recibe un cargo público, se convierte en un "amigo de la orden").
· Ernestito: Secundario, plano. Es pequeño, pálido, dramaturgo. Sin estilo propio, escribe siguiendo el interés del público, mediocre, voluble.
· Acacio: Secundario, plano. aparentemente serio, recto, excesivamente moralista, sin embargo, tiene relaciones sexuales con su criada. Muy formal, muy educado. Parásito del poder, pomposo. Escritor de obras económicas y políticas, siempre evitaba el acoso de doña Felicidad.
· Felicidad: Secundaria, plana. remilgada, enamorada de Acacio, ridícula, de cierta edad, obsesionada, ridícula. “bien alimentada”, vivía con problemas de gases y había sido amiga de la madre de Luisa.
Resumen: 
Capítulo 1
Jorge está a punto de viajar al Alentejo para trabajar como ingeniero de minas. Desde su matrimonio, es la primera vez que se separa de Luísa, con quien vive desde hace tres años. Antes de eso, contó con la compañía de su madre, viviendo en la misma casa, en Lisboa. Tras su muerte se sintió solo y conoció a Luísa una noche de verano, casándose el invierno siguiente. Sebastião, su íntimo amigo, dijo que se “casó al tuntún”, sin embargo la mujer demostró ser una perfecta ama de casa.Luísa, una chica rubia y muy atractiva, lee en el periódico la noticia del regreso de su primo Basilio, que se había enriquecido en Brasil. De joven habían sido amantes muy apasionados, pero la quiebra del padre de Basilio lo hizo mudarse a Brasil y renegar de la relación. Tres años después de la separación, Luísa conoció a Jorge, con quien no quedó inmediatamente encantada, pero con quien se sintió segura y cómoda después de que le pidieran matrimonio. Jorge nunca supo de la antigua relación de su esposa.
Después del almuerzo, Jorge se fue y Luísa leyó la novela “Dama das Camélias”, en la no deseada compañía de Juliana, la criada de la casa.
D. Leopoldina, amiga de la infancia de Luísa, no es bienvenida en su casa porque Jorge la considera una mujer sin vergüenza, que sale con varios de sus compañeros y conocidos. Juliana, inconsciente u olvidadiza de las órdenes de su patrón, deja entrar a Leopoldina y Luísa la recibe con cierta aprensión. Indiscretamente, la amiga habla de sus amores, de sus decepciones matrimoniales y comenta la noticia de la llegada de Basilio a Lisboa. Al enterarse del futuro viaje de Jorge, Leopoldina celebra que podrá visitar a Luísa más a menudo.
A las cinco Jorge vuelve a casa y regaña a Luísa por la visita que ha recibido, de la que le ha informado Juliana. La esposa, irritada por la intromisión de la criada, argumenta que se quedó con su viejo amigo por poco tiempo, pero Jorge sigue descontento: le preocupa la mala influencia de Leopoldina y la imagen de su familia en el barrio.
Capítulo 2
El domingo por la noche era el momento en que Jorge y Luísa recibían a los invitados para tomar el té. Los invitados eran siempre los mismos: Julião Zuzarte, pariente lejano de Jorge y excompañero de escuela, era un cirujano soltero y fracasado que alegaba “falta de casualidad” en su vida y veía a la pareja con cierta envidia; Doña Felicidade, de cincuenta años, era una señora “bien alimentada” que vivía con problemas de gases y que había sido amiga de la madre de Luisa; Conselheiro Acácio, ex vecino del padre de Jorge, era un hombre serio y cortés, ex director del ministerio y escritor de obras económicas y políticas, siempre evitaba el acoso de doña Felicidade; Ernesto, primo de Jorge, era un muchachito bajito, aduanero y dramaturgo por gusto artístico; y Sebastião, el amigo más cercano de Jorge desde la escuela secundaria.
En la reunión, que precedió al viaje de Jorge, se discutió el texto que Ernesto estaba preparando para una actuación: se trataba de una traición conyugal que culminó con el asesinato de la mujer por parte de su marido. Jorge defendió el trágico desenlace argumentando que el adulterio merecía un severo castigo. Doña Felicidade y el Consejero no creían que el anfitrión pudiera tener pensamientos tan radicales, pero Jorge reforzó su posición. Preguntada por el caso, Luísa respondió con una sonrisa tímida.
Jorge invitó a Sebastião a tener una conversación privada en su oficina. Le contó sobre la visita indebida de Leopoldina a su casa y le pidió que, durante su ausencia, su amigo velara por su esposa, indicándola para que despidiera a su amiga, si era necesario. Jorge todavía lamentaba que no tuvieran hijos, lo que haría que Luísa estuviera más ocupada, además de alegrar la casa.
Juliao se despidió aceptando una caja entera de puros que le había ofrecido Jorge. Luisa tocaba un vals en el piano cuando doña Felicidade intentaba declararse ante el Concejal, quien la dejó inmediatamente y le dijo que era hora de irse. Ernesto saludó a su prima y le anunció que enviaría invitaciones para que Luísa asistiera al estreno de su espectáculo. Solo quedó Sebastião, que tocó canciones solicitadas por los dueños de la casa.
Luisa estaba revisando los últimos detalles del equipaje de su esposo y lamentó el breve distanciamiento. Jorge refuerza su deseo de tener un hijo, para evitar la soledad en momentos como ese.
Capítulo 3
Doce días después de la partida de Jorge, Luísa estaba aburrida de la soledad y decidió visitar a Leopoldina. Joana, la cocinera, celebró que tendría la oportunidad de traer a su novio a la casa. Juliana pide permiso para ir al médico.
Luísa ya está bien vestida para salir cuando recibe una visita inesperada: su primo Basilio. Venía de un largo viaje por Europa y Tierra Santa, de donde había traído un rosario como regalo, así como un par de guantes de París. La niña queda encantada con las aventuras de su antiguo novio, recuerda episodios de su juventud con él y renuncia a visitar a Leopoldina. Basilio está feliz de saber que su esposo está de viaje y promete visitarlo nuevamente.
Al marcharse, el joven reflexiona que fue una buena idea visitar a su prima: le parece aún más interesante que antes y mucho más apetecible que sus amantes francesas. Admirada por la apariencia más madura y la actitud pionera de Basilio, Luísa se siente inspirada a viajar, a vivir una vida menos tranquila. Por otro lado, extraña a Jorge, a quien considera un marido ejemplar.
Juliana regresó poco después de la partida de Basilio. Por la noche le preguntó a Joana cuánto tiempo llevaba el niño en la casa. La criada llevó una vida infeliz, siempre sirviendo a amos que despreciaba y quejándose de enfermedades. Comía las sobras de sus comidas y dormía en un ático mal ventilado. Siempre había sido fea y nunca había tenido un hombre, ni disfrutaba de nada excepto comprar botas. Su última esperanza de enriquecimiento, una posible herencia dejada por la madre de Jorge, a quien había cuidado con sumo celo en los últimos meses de su vida, no se realizó. Le quedaba a ella seguir despreciando a sus patrones y desearles a todos lo peor. Su única conexión positiva fue con Joana, de quien recibió unos platos de buena comida a cambio de tolerar las visitas ocultas de su novio.
Capítulo 4
Al día siguiente, Basilio le hace otra visita a Luísa. La sirvienta Juliana está ansiosa por saber qué está pasando entre su ama y el visitante: los escucha llamarse “tu” a través de la puerta y comparte sus hallazgos con la cocinera Joana. Sebastião llama a la puerta, pero desiste de la visita cuando se entera de que ya hay gente en casa.
El domingo por la mañana, Luísa envía un mensaje a la señora Felicidade, con quien sale por la noche después de pasar todo el día en su habitación. Juliana sigue vigilando el comportamiento de su empleadora, juzgándola mal por irse en ese momento acompañada solo por otra señora. Sebastião vuelve a visitar la casa y se entera de la partida de Luísa.
En el paseo nocturno, Basílio se encuentra con su prima y D. Felicidade. Hablan de las actividades del día, con su primo siempre menospreciando las atracciones portuguesas en comparación con las extranjeras. Basilio se gana la confianza de D. Felicidade interesándose por sus dolencias estomacales.
De vuelta en casa, Luísa espera que Juliana sirva el té, mientras la criada huele la ropa usada de su ama, buscando rastros de un hombre.
A la mañana siguiente, Basílio aparece nuevamente en la casa de Luísa y le pide a Juliana que traiga a otros visitantes. Recién en esa ocasión la doncella descubrió que el invitado recurrente era la prima de Luisa, pero aun así sospechó el propósito de tales reuniones.
Julião aparece buscando noticias sobre Jorge. La apariencia relajada del torpe médico disgusta a Basilio, quien lo trata con desdén. Al darse cuenta de la arrogancia de la prima de Luísa, Julião pronto se va.
A continuación, el Consejero Acácio se presenta, también buscando saber de Jorge. Los comentarios negativos de Basilio sobre Lisboa y la región contradicen al nuevo visitante, que es un nacionalista acérrimo. Aun así, la amabilidad y formalidad del Conselheiro permiten una buena conversación con su prima, quien en un momento dado presenta sus dotes musicales, cantando una canción que Luísa toca al piano.
Cuando vuelven a estar solos, Basílio anuncia que se va y Luísa le pide que se quede. La escena da como resultado el acercamiento de la pareja, las caricias y el intercambio de besos. La mujer casi se desmaya y pronto se recupera, despidiendoa su prima. Aunque confundida, ella le pide que regrese al día siguiente.
Mientras tanto, Sebastião tocó el timbre, pero se negó a entrar cuando supo que el residente estaba acompañado. El amigo de Jorge ya se avergonzaba de no encontrar nunca sola a Luísa y escuchaba comentarios del barrio sobre las constantes visitas de Basilio.
Sebastián era un hombre solitario. En su casa vivía Vicência, cocinera, y la tía Joana, ama de llaves. Era inteligente, pero su timidez lo había obstaculizado desde sus años escolares. Vecino de Jorge, Sebastião creó un vínculo muy profundo con él, incluso planeando una vida juntos, hasta que apareció Luísa, con quien nunca se sintió del todo cómodo.
Llegó una carta de Jorge que dejó a Luísa perdida en sus pensamientos: intentaba responderle a su esposo, pero la invadía la imagen de su prima. Consideró cortar las relaciones con Basilio, pero pronto desistió. Su comportamiento estaba tan alterado que Juliana se dio cuenta de que algo diferente había sucedido esa tarde.
En los días siguientes, Basílio siguió visitando a Luísa, tratando de convencerla de hacer un viaje a Sintra, en un cupé cerrado. Como la chica desistió de la invitación, el primo insinuó que se iría de Lisboa y Luísa se dispuso a pensar en la propuesta.
Sebastião pensó en buscar de nuevo a Luísa, pero desistió al sorprender a Basilio entrando a su casa. Fue a hablar con Julião sobre el caso y el médico resaltó su desagrado por esa prima, considerando importante que Sebastião advirtiera a la muchacha sobre la mala reputación que se ganaban los visitantes entre los vecinos.
Capítulo 5
Juliana tiene ataques de nervios cuando Luísa la critica por su trabajo en la casa y siente “picaduras” en el pecho. Después de gritarle a Joana, le pide permiso para ir al médico. En la calle, el barrio le pregunta sobre las visitas que ha recibido su patrón, pero Juliana se muestra reticente.
Basilio logra convencer a Luísa para que vaya a dar un paseo con él en un coupé y no tarda en recibir unos besos, pero la chica interrumpe su acción, pidiendo irse a casa. Buscando complacerla, el primo dice que tiene la intención de comprar una casita donde puedan encontrarse y sugiere que se escapen juntos de la ciudad. Luisa se desequilibra emocionalmente y empieza a llorar.
Después de dejar a Luísa en casa, Basílio va a Grêmio, donde se encuentra con amigos viajeros que le preguntan si ya está “roto” con su prima.
En casa, Luísa encuentra a Sebastião, que la estaba esperando, y dice que estaba en casa de la modista. Como la niña parece enferma, él renuncia a tener la conversación que pretendía tener con ella.
Al día siguiente, Juliana recibe a la criada de Leopoldina, quien trae una nota en la que se organiza una cena. En la ocasión los dos sirvientes aprovechan para intercambiar chismes sobre la vida amorosa de sus patrones.
Luísa pasa toda la tarde esperando a Basilio y la atormenta su desaparición. Quien la visita, sin embargo, es Sebastião, quien revela su preocupación con la charla vecinal sobre las visitas que viene recibiendo Luísa. La niña dice estar sorprendida e indignada por el comentario, argumentando que Basílio es su primo, con quien vivió toda su infancia, pero agradece a su amiga los consejos para cuidar su imagen.
Leopoldina aparece a cenar pidiendo que le sirvan bacalao, además de vino y espumoso. Las mujeres pasan mucho tiempo hablando de su pasado, de sus amores y de sus inmoralidades. El visitante sale a la hora que tiene una cita con su amante.
Luísa se sentía abandonada y envidiaba la libertad que tenía su amiga cuando alguien tocaba el timbre. Joana contestó y le dijo a su jefe que era el primo Basilio, que venía a despedirse. Consternada, Luísa le pidió que entrara y luego le preguntó por qué se iba. Basilio revela que acababa de inventar una excusa para justificar una visita en un momento tan avanzado y, al darse cuenta de la desesperación de la niña, la abraza y le hace declaraciones de amor, colmándola de besos. Luísa se deja llevar por un sopor que la deja semiinconsciente, mientras entrega su cuerpo a su prima.
Sola de nuevo en casa, Luísa actúa como una sonámbula. Juliana, que estaba fuera de casa, le pregunta a Joana cuánto tiempo pasó allí su prima y encuentra la horquilla de su ama en el suelo de la sala.
Mientras tanto, Basilio volvió a Grêmio y cantó a sus amigos la victoria sobre su reciente conquista.
Capítulo 6
Por la mañana, Luísa recibe una apasionada carta de Basilio, con un contenido romántico que nunca antes había leído. Juliana, que le envía la nota, parece muy servil y alegre, pero por dentro maldice a su ama.
Luego de soñar despierta con recuerdos y expectativas sobre su nueva relación, Luísa decide ir a la oficina de Jorge para prepararle una respuesta a su prima. El ambiente íntimo de su marido la estremece, pero aun así, inicia la carta, hasta que es interrumpida por alguien que invade la habitación: aterrorizada por el posible regreso de Jorge, Luísa arruga el papel y lo tira a la basura. La visita, sin embargo, era de doña Felicidade.
Después de llevar a su amiga a su habitación y escuchar sus lamentos por la frialdad del Conselheiro, Luísa recuerda haber recuperado el escrito comprometedor que había dejado en su oficina. Desesperada, descubre que la basura ya ha sido vaciada y les pregunta a Juliana y Joana sobre su destino, pero es en vano.
Volviendo a su visita, Luísa escucha con impaciencia los deseos de D. Felicidade de consultar a una mujer que practica la brujería para unir parejas y finalmente acepta una invitación para ir a Encarnação, donde está hospitalizada una amiga enferma – podría cruzarse con Basilio en el camino. . Mientras tanto, Luísa recibe un nuevo mensaje de su prima, que enfatiza la necesidad de tener un “nido discreto” para reunirse.
Al día siguiente, Sebastião busca a Julião para contarle las conversaciones con Luísa, pero el médico está más preocupado por sus propias preguntas: estaba a punto de postularse para una cátedra suplente en la Escuela y necesitaba el contacto de alguien influyente que lo avalara. la vacante, porque así se resolvieron las cosas en Portugal. Sebastián tenía un primo lejano que podía ayudarlo. Mientras conversaban, pasó Luisa, quien los saludó tímidamente. Sebastião destacó el aire de honestidad que inspiraba la chica.
Luísa, sin embargo, estaba haciendo su primera visita al “nido” proporcionado por Basilio, al que llamó “Paraíso”. El escondite, para su decepción, estaba lejos de ser romántico: era una habitación maloliente en el edificio de una familia pobre. Aun así, se rindió a la fantasía y seducción de su primo, comenzando a visitarlo a diario.
Juliana notó los movimientos de su ama y estaba segura de que se encontraba con su amante. Esto le dio un contento misterioso, que permitió una mejor relación con Luisa, aunque fuera fingido. Joana sospechaba del cambio de humor de su colega.
El barrio volvió a tener a Luísa como foco de cotilleo: sus paseos diarios eran prueba de su infidelidad. Este asunto llegó nuevamente a oídos de Sebastião, quien buscó la ayuda de Julião en el caso. El médico, sin embargo, siguió sin estar dispuesto a tratar el asunto. Sebastião decidió hablar con D. Felicidade, cuando descubrió que ella había tenido un accidente y estaba internada en la Encarnação. Esta noticia fue un alivio: tal vez por eso las frecuentes salidas de Luisa, estaría visitando a su amiga enferma.
Hablando con Luísa, sin embargo, Sebastião se dio cuenta de que ella desconocía el accidente de doña Felicidade. Así que le sugirió ir a visitar a su amiga e hizo el trabajo de difundir esta información por el barrio: las salidas de Luísa eran actos de caridad. Él mismo, sin embargo, se sintió incómodo al saber que esa no era la verdad.
Luísa comenzó a combinar visitas a la Encarnación con encuentros con Basilio en “Paraíso”. El primo era cada vez menos cortés en su trato con ella, mostrando puro interés carnal. La niña, sin embargo, se dejó engañar por los escasos momentos de cariño.
Juliana estaba cada vez más dispuesta y feliz, cuidandomuy bien a su ama, pero escondiendo algo que llevaba dentro y que la hacía sentir dueña de la situación. Varias veces salió diciendo que iba al médico, cuando en realidad visitaba a la tía Vitória, una mujer misteriosa que trataba con todos los sirvientes de la ciudad.
Capítulo 7
Una mañana, camino a “Paraíso”, Luísa se encuentra con Ernestinho que le pregunta qué hacía en esa región. La mujer inventó un amigo al que estaría visitando. El escritor comparte sus expectativas sobre el estreno de su obra, cuyo destino del personaje principal había cambiado: la mujer adúltera fue perdonada por su esposo.
Al encontrarse con Basílio, Luísa relató que su preocupación por la conversación con Ernestinho y su amante fue de mala educación: si él no quería correr más riesgos, entonces no debería ir a su encuentro. Esta no era la primera vez que la niña era tratada con falta de respeto y el romance parecía perder sentido. Incluso habló abiertamente del tema con Basilio, proponiéndole el fin de las reuniones, pero él se justificó y se enfrascó en un cortejo para reconquistarla. Entonces Luisa se confundió cada vez más, especialmente cuando recordaba a Jorge, que era un esposo tan devoto.
Con tantas dudas, Luísa se perdió un día el “Paraíso” y, al siguiente, fue recibida con dureza por Basilio. Siguieron nuevas amenazas de ruptura, seguidas de cálidas reconciliaciones: la prima se dedicó a llevar una canasta de bocadillos y vino para compartir durante el día.
Otra mañana, Luísa se encontró con el Concejal Acácio en el camino al “Paraíso” y estuvo acompañada por él todo el tiempo, necesitando inventar razones para su caminata. Llegó muy tarde a la habitación donde encontró a Basilio y él ya se había ido. Lo buscó en el hotel donde se hospedaba, pero tampoco estaba allí.
Frustrada por las reuniones y desencuentros del día, Luísa se enfureció con Juliana al ver que aún no había ordenado su cuarto. La sirvienta, que ya no estaba dispuesta a soportar las rabietas de su ama, la amenazó: tenía la carta que habían tirado a la basura días antes, la cual estaría dirigida a su amado. Luisa se desmayó.
Capítulo 8
En su habitación, Juliana no podía dormir: desde que recogió las cartas, sintió que tenía el poder absoluto y con la ayuda de la tía Vitória urdió un plan que le daría alguna ventaja con esos escritos. Al día siguiente hablaría con ella para encontrar formas de extorsionar a Basilio a cambio de su secreto.
Apenas amaneció, Luísa terminó de empacar su equipaje y buscó a su primo en el hotel, pero no lo encontró. Dejó una nota avisando que lo esperaría en “Paradise”. Cuando Basílio llegó al lugar, Luísa reveló su intención de escapar, pero el niño encontró descabellado el plan: así la desgracia sería mayor, incluso podrían ser arrestados o deportados. Todo era cuestión de dinero: la sirvienta pediría alguna recompensa a cambio de los papeles, él pagaría y la situación se resolvería. Frustrada por el desmoronamiento de su plan romántico, Luisa reunió el resto de su orgullo y declaró que resolvería el caso por su cuenta, rompiendo definitivamente la relación con su amante.
En su habitación de hotel, Basilio compartió su drama con un compañero de viaje, quien le aconsejó que abandonara Lisboa de inmediato para evitar más dolores de cabeza. Aunque algo molesto, el joven accedió e ideó un plan para justificar su repentino viaje a Luisa: falsificaría un falso telegrama convocándolo para arreglar sus asuntos en el exterior.
Al día siguiente, Luísa recibió la visita de su primo, quien le informó de su partida, le mostró el telegrama y le ofreció algo de dinero para que comprara el silencio de Juliana. La niña rechazó la ayuda y lo envió lejos.
Después de desaparecer durante dos días, Juliana, que se refugiaba con la tía Vitória, apareció llamando a Luísa para una conversación: se enteró de que su primo Basílio se había salido con la suya y huyó de Lisboa, pero aún quería tener una recompensa por no publicar sus cartas. de traición La señora lloró al escuchar varios insultos de la criada y finalmente prometió pagarle, necesitando unos días para cobrar la cantidad requerida, seiscientos milreis.
A pesar de estar devastada por su desgracia, Luísa decidió luchar por su dignidad: vendería sus joyas y pediría dinero a sus amigos. Al primero al que acudiría sería a Sebastião, diciéndole la verdad si fuera necesario.
Cuando el amigo de su marido fue a visitarla, quiso mostrarle unas cartas que había recibido de Jorge y, por descuido, le permitió leer papeles en los que el viajero contaba aventuras amorosas con mujeres casadas. Indignada por estos hechos, Luísa retrocedió para revelar su drama.
Para colmo, Juliana le declaró a Luísa que se quedaría en su casa hasta que se resolviera el acuerdo. La niña comenzó a sufrir pesadillas nocturnas en las que las figuras del amante irresponsable, la criada regañona y el marido infiel la atormentaban.
Capítulo 9
Guiada por la tía Vitória, Juliana cultivó una buena relación con su ama para tenerla siempre cerca. Cuando Luisa pareció sentirse cómoda con la situación, la criada le recordó que era necesario mantener el acuerdo hasta que Jorge regresara.
La temerosa esposa pensó nuevamente en pedirle ayuda a Sebastião, pero primero envió una carta a Basilio tratando de sacarle los seiscientos mil reis y no obtuvo respuesta. También compró un billete de lotería, con la esperanza de que la suerte fuera su aliada, pero no tuvo éxito. Jorge avisó que regresaría pronto, era necesario resolver el caso.
De vez en cuando Luisa le ofrecía a Juliana un vestido de seda que tenía un pequeño desgarro. La criada quedó profundamente complacida y entonces la señora se dio cuenta de que esa podía ser una salida a su impasse: le daría a su calumniador todo lo que pudiera, ropa y joyas, para posponer su acción lo más posible. La criada accedió a mantener este nuevo acuerdo y, poco tiempo después, pidió permiso para irse.
Sola en casa, Luísa irrumpió en la habitación de Juliana y rebuscó entre todas sus pertenencias en busca de las cartas, pero no encontró nada. Luego recibió la visita de D. Felicidade, el Conselheiro y Julião, quienes la acosaron con discusiones sobre la fidelidad femenina, inspiradas en la obra teatral que Ernestinho había lanzado. Para angustia de la señora de la casa, Juliana no volvía de su paseo.
Luisa ya estaba en la cama cuando escuchó llegar a la mucama, quien le contó a la cocinera sobre su viaje al teatro. Cuando se quedó dormida, la niña soñó que estaba en un escenario, siendo agarrada por Basilio, cuando Jorge invadió el lugar y la asesinó con una daga. En ese mismo momento, la despertó la voz de su esposo, que había llegado de un viaje.
Capítulo 10
Jorge trajo regalos y reportó éxitos en su trabajo. Preguntó brevemente por las visitas de Basilio, pero sin mucha sospecha. Luisa le parecía aún más adorable, así como se sentía más enamorada de él.
A los pocos días, Juliana comenzó a pedirle a su ama algunas comodidades: trasladar su cuarto a un cuarto donde se guardaban baúles viejos. Luísa luchó por convencer a su esposo de complacer a la criada, argumentando que había sido una buena compañera durante su ausencia, así como durante la enfermedad de su madre.
Al darse cuenta del poder que poseía, Juliana multiplicó sus demandas: tocador y colchón nuevos, más vestidos y zapatos. Por otro lado, se sentía libre para tener más tiempo libre: se levantaba tarde, salía a caminar y dejaba que el trabajo se acumulara. Mientras tanto, Luísa se disponía a ordenar la casa para evitar que Jorge notara la relajación de la criada.
Un día, agotada por los días libres de Juliana, que le dejaba hasta las tareas más pesadas, Luísa salió desesperada en busca de Leopoldina. La amiga escuchó toda la historia y le sugirió que le pidiera dinero a un amigo banquero que era su admirador: podía prestarlo o incluso dárselo a cambio de “cariños”.
Contra la sugerencia de Leopoldina, Luísa pasó frente a la Iglesia de camino a su casa: Dios sería su último refugio, tal vez se haría monja... Pero ni siquiera pudo articularlas palabras para exponer su situación inmoral a los santos.
Capítulo 11
En una reunión de amigos en la casa del Conselheiro, Jorge escuchó de uno de los presentes el reporte de que su esposa pasaba diariamente frente a su casa, en dirección a otro barrio. Al ser interrogada, Luisa inventó visitas a un amigo enfermo.
Además de las constantes molestias con su esposo, Luísa todavía sufría por las tareas del hogar que tenía que estar dispuesta a hacer. Su salud física y mental se estaba debilitando, lo que preocupaba a Jorge.
Juliana, a pesar de pasar por épocas de abundancia y descanso, seguía teniendo problemas cardíacos y un día se desmayó. Jorge, sabiendo por Juliao que el caso era grave, pensó en despedir a la criada y Luísa se vio, una vez más, impulsada a buscar dinero para comprar su silencio.
Salió en el periódico la noticia de que el banquero, sugerido por Leopoldina para ayudar a Luísa, se iba a mudar a Francia y ella vio allí su última esperanza: hacer un trato con el hombre, que pronto estaría lejos y no la metería. problema riesgo Volvió a buscar a su amigo y se dispuso a “negociar”.
Leopoldina, conocedora de innumerables historias secretas de adulterio e intercambio de favores en la alta sociedad, tranquilizó a su amiga, recordándole que esa sería la solución a todos sus problemas. Sin embargo, cuando apareció el banquero, Luisa se disgustó por sus intenciones y asustó al hombre con un látigo que llevaba.
Capítulo 12
Después de sorprender varias veces a Juliana descansando mientras su esposa trabajaba, Jorge se enfureció y decidió despedir a la sirvienta. Luisa se debatía entre controlar los impulsos de su marido y calmar el temperamento de la sirvienta, que la amenazaba con más intensidad.
Una vez, durante una pelea, Juliana maldijo a su jefe. Joana, al oír la discusión, defendió a Luisa y golpeó a la criada. La dama, sin embargo, tuvo que despedir a la cocinera ante la presión de su rival.
Incapaz de seguir cediendo a los caprichos de Juliana, Luísa cambió de postura: echó a la mujer de su casa, ignoró sus amenazas y acudió a Sebastião en busca de ayuda. Después de contarle todo el asunto al amigo de su marido, recibió todo su apoyo y ideó un plan para recuperar las cartas: ella llevaría a Jorge al teatro, mientras que Sebastião obligaría a Juliana a deshacerse de los escritos.
Capítulo 13
Por la tarde Luisa, Jorge y D. Felicidade fueron a ver la ópera de Fausto. Allí encontraron al consejero Acácio, cuya gran expectativa era descubrir el color del vestido que en ese momento lucía la reina. Alrededor de las nueve, Luisa estaba tensa, preguntándose qué estaba pasando en su casa.
Con el apoyo de un comisario de policía, Sebastião fue a la casa de Jorge y presionó a Juliana para que le entregara las cartas. Después de mucho maldecir a su señora y ser amenazada con ir a la cárcel por robo, la criada le entregó los papeles y tuvo un ataque de ira que culminó con su caída al suelo: estaba muerta. Sebastião llamó a Julião para presenciar la muerte.
Con la llegada de los dueños de la casa, Sebastião relató que encontró a Juliana furiosa con su despido y por eso su corazón no aguantó. Jorge fue a escribir al párroco para organizar el funeral y Luisa se sintió aliviada al recibir las cartas secretas de su amiga.
Capítulo 14
Después de la muerte de Juliana, Luísa comenzó a sufrir fiebres frecuentes. Su salud se estaba deteriorando y Jorge estuvo a su lado todo el tiempo, hasta el día en que recibió una misteriosa carta de Francia. Su esposo no quiso entregarle el correo para no entorpecer su recuperación, pero no pudo resistirse a asomarse a su contenido: era la respuesta de Basilio al grito de auxilio de Luisa. El escrito traía recuerdos de “Paradise” con sus “buenos días”, además de ofrecerle dinero para que ella “se llevara bien con su esposa”. Jorge entró en una furiosa desesperación ya un gran costo no obtuvo satisfacción inmediata de su esposa, que estaba convaleciente.
Al confiarle su descubrimiento a Sebastião, Jorge no obtuvo apoyo en sus impulsos punitivos contra su esposa: el amigo negó tener conocimiento de la traición y argumentó que el asunto pudo haber sido una simple broma. Los dos no hablaron más sobre el asunto.
Pasaron los días con Luisa en la cama, hasta que una noche, con una ligera mejoría, recibió a cenar a sus habituales amigas. Ernestinho, que recibió muchos honores por el éxito de su obra, insistió en reforzar el desenlace elegido, lo que contradijo a Jorge, en el que la mujer infiel fue perdonada por su marido.
Capítulo 15
Al ir a trabajar, Jorge sintió que todos en la calle sabían de la traición de la que había sido víctima. Su mente le exigió que hiciera algo con Luisa: tan pronto como mostró una recuperación constante de sus fiebres, le reveló la carta de Basilio. Al identificar el papel y darse cuenta de la furia de su marido, cayó al suelo desmayándose.
Atendida por Julião, Luísa se quejó de un fuerte dolor de cabeza y volvió la fiebre. Al darse cuenta de la fragilidad de la mujer, Jorge se arrepintió de su actitud y le propuso que no hablaran más del tema, solo quería verla sana.
Los tratamientos para bajar la temperatura corporal de Luisa fueron ineficaces y su mente entró en delirio: murmuró los nombres de Juliana, Basilio y cantidades de dinero, para vergüenza de Jorge. Julião revela que su estado es grave y pide afeitarse el pelo, lo que aliviaría la fiebre.
Incluso con la consulta de un médico más experimentado, el Dr. Caminha, y nuevos tratamientos, el martirio de Luísa continúa y apenas se comunica. D. Felicidade acompañó el delicado momento y sugirió que se realizaran los últimos sacramentos. Jorge se arrodilla a los pies de la cama y ruega a Dios que salve a la única compañía de su vida. Julião siente que el pulso del paciente se desvanece lentamente, el Dr. Caminha ya no ve esperanza. Luisa muere.
Capítulo 16
Después del funeral de Luísa, Jorge se queda en casa de Sebastião y duerme muchas horas. El amigo del viudo se encuentra con el concejal Acácio, quien escribió un obituario para ser publicado en el periódico, un texto en honor al difunto.
El Hotel Central da la bienvenida a los huéspedes de París. Entre ellos está Basilio. El niño anhela un reencuentro sensual con su prima, pero se sorprende al encontrar su casa abandonada. Cuando se entera de que ella está muerta, no se estremece. Se arrepiente de no tener a su amante francesa con él y va con sus amigos a la taberna.

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