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Arte en la Antigua Roma - Fernando Montoya

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Historia Universal
Arte en la Antigua Roma
Existe hoy en día una polémica historiográfica entre los que opinan que el arte romano es una imitación del griego y que no aporta nada nuevo, y los que opinan que sí existen diferencias. Por tanto, nos centraremos en los principales aspectos que lo separan de su primordial influencia, Grecia. 
Al convertirse Roma en un gran imperio surge la necesidad de servirse del arte como lenguaje inteligible para dar a conocer sus relatos y creencias en versión oficial. El arte romano es un producto de la sociedad que lo creó, condicionado por una estructura socio-económica diferente a la griega y por otras necesidades que debía satisfacer. 
La característica fundamental del arte romano es que siempre trabaja para el Estado, cuya imagen procura reflejar y exaltar. De hecho, es un arte para la propaganda del gobernante, es quien lo encarga y no quien lo realiza el que ha de ser recordado. Y, a diferencia de Grecia, la mayor parte de las obras son anónimas.
Ahora no se busca al hombre como parte del cosmos sino como un individuo concreto. El individualismo romano lo observamos en el artista, cuya personalidad se ve en la obra y en la temática: los relieves narrativos son de hechos concretos, los retratos son de personas con nombres y apellidos, muchas veces vivas. Esta tradición condujo al desarrollo del retrato realista romano el cual se diferencia del griego en que resalta la belleza corporal y rechaza sutilezas. 
Es por eso que existe un cambio de ideas radical: del platonismo helénico se pasa a un aristotelismo en Roma, de la abstracción y el idealismo utópico se pasa a lo sensitivo, lo concreto y lo práctico. Si los griegos eran artistas por capricho estético los romanos son ingenieros que hacen obras de arte. 
Asimismo, la civilización romana es, por encima de todo, una civilización de grandes ciudades. El gran desarrollo urbano impuesto por Roma impulsó la transformación de casi toda la arquitectura. Y es ésta en la que se suele hacer hincapié para diferenciar ampliamente la expresión de las dos culturas ya mencionadas. Las técnicas, la finalidad, la concepción y los materiales son nuevos y definidos por el utilitarismo, diseños que cubran exigencias meramente funcionales. Desaparecen los caprichos artísticos, ahora deben ser bellos pero ante todo deben servir al Estado. 
Frente a una arquitectura abrumadoramente religiosa como era la griega, la romana es mucho más civil y militar. Si los griegos son urbanistas más que arquitectos, los romanos más que arquitectos son ingenieros.
Los romanos dominan en dinamismo. Del estatismo de la adintelada griega (sistema fundamentado en el pilar y el dintel como elementos sustentantes, cubiertos por un techo de madera) pasan al movimiento del arco, la bóveda y la cúpula. 
Ellos son, además, los primeros que combinan en una sola fachada los dos sistemas creando el sistema mixto. Innovan, crean el eje de simetría horizontal en el edificio (por partes o bandas), crean la planta basilical, el ábside que prolonga la nave central. El estilo dórico griego puro fue utilizado muy pocas veces y, en cambio, tuvo más uso una variedad romana del dórico: el llamado orden toscano.
De esta forma queda expuesto, en más de un sentido, que el espíritu que animó a los artistas romanos es totalmente diferente del griego y etrusco. La Roma conquistadora y urbanista trató de agregar al sentido estético griego, el carácter utilitario y funcional que sus obras requerían. El artista romano no es un mero continuador de las formas estéticas griegas, sino que dentro de ellas mismas presenta una clara personalidad propia.

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