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heiddeger - Nazarena Gardey

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Universidad Nacional de Mar del Plata- Facultad de Psicología 
Asignatura: filosofía del hombre
Heidegger 
La ex-sistencia es la negación de una esencialidad o naturaleza fija del hombre, su relativización y su cuestionamiento por medio de la puerta en juego del ser. La ex–sistencia es presentada como siendo y siempre co-ex–sistencia, es decir, como propio de un ser que estructuralmente coexiste junto a otros en un mundo compartido.
El origen es significativo. Se trata de que esa significatividad resulte accesible y no quede encubierta. El modo básico en que se expresa el sentido originario es vida. Vida equivale a Dasein. Dasein es una expresión que aspira a distinguirse del “yo” o “sujeto”. Dasein es ejecución, realización de la vida: ex–sistencia. Ex–sistir es “estar-fuera”. Ese “estar” es un realizar-la-vida: cuidado. No hay grado cero de sentido y de comprensión: ya siempre precomprendemos “las cosas”, el mundo mismo, como “algo”. 
Estar-en-el-mundo es estar-en-el-trato-con-el-mundo, realizando algo en y desde él. El vínculo del “hombre” con el mundo es pragmático; y lo es de triple manera: en su trato con el mundo circundante, en su trato con el mundo compartido con otros, y en su trato con el mundo propio. Es siempre uno y el mismo articulado de triple forma.
El Dasein no logra liberarse jamás del estado interpretativo cotidiano en el que primeramente ha crecido .en él, desde él y contra él se lleva acabo toda genuina comprensión, interpretación y comunicación, todo redescubrimiento y toda reapropiación. 
Heidegger sostiene que la vida fáctica es comprendida (o interpretada) inmediatamente de manera desfigurada. En la caída sucede que el “hombre” tiende a comprenderse como un ente que él no es. Dicho caer casi llega a ser una pérdida de sí mismo.
Para Heidegger, la vida tiene carácter semántico: la comprendemos como articulada en un “qué”, que remite a los contenidos vitales; y un “cómo”, consiste en la actitud o el comportamiento que se asume ante ese “qué”.
Ser es ex–sistir. Ex–sistir es co-ex–sistir. Co-ex–sistimos en un mundo compartido. La co-ex–sistencia está dada y habitual y regularmente en su modo impropio. Al co-ex–sistir impropiamente el Dasein vive en el anonimato. El anonimato expresa el ser caído del Dasein. La caída tiene sus propios modos de ser.
Elaborar la pregunta por el ser significa hacer que un ente (el que pregunta) se vuelva transparente en su ser. A este ente lo designamos Dasein. El Dasein es ex–sistencia, se comporta respecto de su ser. El ser del Dasein es intransferible, y lo es siempre de una determinada manera: como propio o como impropio.
Los existenciales con caracteres del Dasein que se determinan desde la existencialidad. Las categorías son determinaciones de ser del ente que no tiene la forma de ser del Dasein. Existenciales y categorías son las dos posibilidades fundamentales de los caracteres del ser.
El Dasein existe; es el ente que soy cada vez yo mismo. El ente que aparece en la ocupación es llamado útil. En el trato pueden encontrarse los útiles para escribir, los útiles para trabajar (herramientas), los útiles para viajar (vehículos), los útiles para medir.
Modos de la solicitud: 1-Podemos ocuparnos de otros quitándoles la responsabilidad de las cosas (sustitutivo dominante). 2- Podemos tender a la libertad del otro en vez que a la dependencia del mismo (anticipativo-liberadora).
El uno tiene sus modos propios de ser. La tendencia del coestar (distancialidad) se funda en el hecho de que convivir procura como tal la medianía. Ella es un carácter existencial del uno. Distancilidad, medianía y nivelación constituyen, como modos de ser del uno, la publicidad. Ella regula primeramente toda interpretación del mundo y del Dasein, y tiene la razón en todo. Esto ocurre porque no va “al fondo de las cosas”, porque es insensible a todas las diferencias de nivel y autenticidad. La publicidad oscurece las cosas y presenta lo así encubierto como cosa sabida y accesible a cualquiera.
El uno puede darse el lujo de que constantemente “se recurra” a él. Así el uno aliviana el Dasein en su cotidianidad. Con este alivianamiento del ser, el uno satisface los requerimientos del Dasein, en tanto que en éste se da la tendencia a tomar todo a la ligera y a hacer las cosas en forma fácil. 
En sentido ontológico, el Dasein se encuentra dispuesto afectivamente: así, quedamos abiertos para nosotros mismos. Al abrir, el temple de ánimo revela que somos y tenemos-que-ser, aunque no separamos adónde ser. Esta es nuestra “condición de arrojados”: somos, y tenemos-que-ser en un mundo.
La disposición afectiva es el estado de ánimo. Que los estados de ánimo se estropeen y puedan cambiar sólo prueba que el Dasein ya está siempre anímicamente templado. El estado de ánimo manifiesta el modo “cómo uno está y cómo a uno le va”.
El término “condición de arrojado” remite la facticidad de la entrega a sí mismo. El lenguaje porta un estado interpretativo que regula la co-existencia de los otros y del estar-en.
El otro se hace “presente” en virtud de lo que se ha oído de él, en virtud de lo que él se dice y se sabe. Cada uno se fija primero y ante todo en el otro: cómo se irá a comportar y que irá a decir. El convivir en el uno es un tenso y ambiguo vigilarse unos a otros, un secreto y recíproco espionaje. Bajo la máscara del altruismo, se oculta un estar contra los otros.
Caer es absorberse en lo público del uno. Comporta un desertar o huir del poder-ser-sí-mismo. La tranquilización tentadora acrecienta la caída (crece, se despliega, por eso se habla de movimiento de caída). El cadente estar-en-el-mundo, en cuanto tentador-tranquilizante, es al mismo tiempo, alienante. La alienación tentadora y tranquilizante de la caída lleva, en su propia movilidad, a que el Dasein se enrede en sí mismo.
Los fenómenos de la tentación, traquilizacion, alienación y del enredarse en sí mismo caracterizan el modo de ser específico de la caída. La huida en el uno es huida ante-sí. Angustia no es miedo o temor. En la caída el Dasein se da la espalda a sí mismo. El ante-qué de este retroceder debe tener, en general, el carácter del amenazar; pero eso ante lo que el Dasein retrocede es el Dasein mismo.
El ante-qué de la angustia se caracteriza por el hecho de lo que lo amenazante no está en ninguna parte. La angustia “no sabe” qué es aquello ante lo que se angustia. Aquello por lo que la angustia se angustia e el estar-en-el-mundo mismo. El “mundo” ya no puede ofrecer nada, ni tampoco la coexistencia de los otros.
La cotidianidad es el ser “entre” el nacimiento y la muerte. El “fin” del estar-en-el-mundo es la muerte. Este fin, limita y determina la integridad cada vez posible del Dasein. Nadie puede tomarle al otro su morir. “Ir a la muerte por otro” significa sacrificarse por el otro en “una causa determinada”.
El morir debe asumirlo cada Dasein por sí mismo. La muerte, en la medida en que ella “es”, es por esencia cada vez la mía. El Dasein tiene que devenir, es decir, ser, él mismo, lo que todavía no es. La muerte es la posibilidad de la radical imposibilidad de existir.
La angustia ante la muerte no debe confundirse con el miedo a dejar de vivir. Ella no es un estado de ánimo cualquiera, ni una accidental “flaqueza” del individuo, sino, como disposición afectiva fundamental del Dasein, la apertura al hecho de que el Dasein existe como un arrojado estar vuelto hacia su fin.
Ontología significa doctrina del ser. Refiere a un preguntar y determinar dirigido hacia el ser en cuanto tal. Facticidad es el nombre que se le da al carácter de “nuestro” existir “propio”. El término hermenéutica pretende indicar el modo unitario de abordar, plantear, acceder a ella, cuestionar y explicar la facticidad. 
Por miedo a su propio poder-ser, el hombre huye de sí mismo y se refugia en el anonimato del impersonal “uno”. El Man, el “cualquiera”, constituye una forma de “alienación” humana. Pero esta alienación es la forma originaria de la existencia humana.
El Dasein impropio no vive según él mismo sino de acuerdo concómo vive el Man. Es “vivido” en un andamiaje vacío de valores impuestos, anónimos. En la existencia impropia, vivimos siempre con temor (de la opinión de los otros, de lo que “uno” –o “se”- decida por nosotros, de no alcanzar las normas de éxito material o psicológico, aunque nosotros mismos no hayamos hecho nada para establecerlas o para verificar su relevancia). 
En el modo propio, el Dasein es él mismo. Implica libertad, decidir responsabilizándose de las elecciones. Es el ser en el tiempo del que nos percatamos mediante la angustia. En la angustia el mundo ya no es capaz de ofrecer nada, ni tampoco la compañía de los otros. La angustia arroja así al Dasein contra aquello mismo de que se angustia, su propio poder-ser en el mundo.
Habladurías: “La coda es así porque así se dice”. Lo único que hacen es transmitir y repetir lo que se habla, en el sentido despectivo de “chismear” gratuitamente con malas intenciones, difamar.
Curiosidad: La avidez (ambición) de novedades abre todas las cosas y cada una, pero de tal manera que “ser en” lo es en todas partes y ninguna. Las habladurías rigen también las vías de la avidez de novedades, diciendo lo que se deber tener leído y visto. La avidez de novedades no busca comprender lo visto sino tan sólo “ver” lo nuevo, saltando de una novedad a otra.
Ambigüedad: Bajo la ambigüedad todo tiene el aspecto de ser genuinamente comprendido. 
El trabajo nace del temor que el hombre tiene de sí en su soledad, del temor que tienen los entes en los cuales se precipita para huir de sí mismo. Hijo del temor, el trabajo es para el hombre no alegría, sino pena.
Para Heidegger, la sociabilidad como coexistencia está vinculada con la ocupación, ya que es a través de la ocupación como descubro al otro.
La finitud del Dasein: Mientras existe, el Dasein está siempre esencialmente inacabado. Siempre le queda en reserva alguna posibilidad. A la esencia del Dasein pertenece un constante estar inconcluso. La inconclusión significa un faltar algo en el poder-ser. El logro del acabamiento significa a la vez pérdida del ser del Dasein. Esto último acontece en la muerte. 
La insatisfacción y el deseo presuponen la posibilidad de la “cura”. El deseo y la esperanza son los medios que tiene la cura de alcanzar su “objeto”, de proyectarse. A su vez, la cura es la raíz y la fuerza que hace necesaria la posibilidad de ser libre. El cuidado es lo que le da sentido a la existencia humana, lo que le permite tener significado. La cura es el estado primordial del ente, del Dasein, en su esfuerzo por lograr la autenticidad. 
El ser se presenta en la cotidianidad como lo que no es.
La metafísica de la subjetividad presupone una relación sujeto-objeto (una domina a la otra). 
Hermenéutica: La vida misma no es algo teo´rtico, es significativa. Lo originario ya tiene sentido. 
Entro a la sala y veo “la cátedra”, no cosas sueltas (mesas, sillas, etc.), ni un cubo de madera. El “no tengo idea de qué es eso” ya es significativo. Siempre estamos arrojados al mundo con significados que nos presiden. 
El Dasein: Es el ente que somos en cada caso nosotros mismos; se las ve con su ser; lo pensamos como una existencia justificada; tiene-que-ser; está arrojado en el mundo; no podeos elegir no ser; somos en tanto existentes; se manifestar porque tiene posibilidades; no podemos escapar. 
La caída: *Es tentadora, tranquilizadora y alienante (acrecienta la caída).
*Nos enredamos en nosotros mismos. Hacemos algo porque hay que hacerlo. 
*Es alienante porque no hay elección.
*Es una huida por la angustia: Estado afectivo que nos informa de nuestra condición de arrojados.
La angustia hace que el mundo no tenga sentido. Esa pérdida de sentido es posibilitante. Te confronta con la posibilidad de elegir, también con la muerte. En la muerte nadie nos reemplaza. El Dasein es un ser en-falta, la existencia siempre será incompleta. La angustia nos vuelve a arrojar en-el-mundo. Implica una huida de nuestro poder-ser-propio.
Según Heidegger, cuando el Dasein cae en un modo de vida con el anonimato (el uno), entra en el modo impropio. El Dasein está alienado al uno, hablamos y decimos lo que otros piensan. Es el anonimato en la masa.
Somos un horizonte abierto: el ser no es, se hace. La existencia es tener-que ser.
La cotidianidad es el dominio del uno, éste es un existencial es ser mismo del Dasein se presenta como impropiedad. El quién es lo impersonal. Si vivo en la impropiedad, yo no soy yo. La cotidianidad es el anonimato. La opinión pública nos oculta nuestra propiedad. La avidez por el consumo es progreso: vía rápida hacia la autenticidad-

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