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DEUDA Y AHORRO LA DICOTOMÍA ESTIGMATIZADA

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DEUDA Y AHORRO: LA DICOTOMÍA ESTIGMATIZADA
La cultura financiera mexicana se caracteriza por un miedo generalizado hacia ‘la deuda’ y un desinterés hacia ‘el ahorro’. Falta de educación y cultura en este tema han sido la catástrofe del pueblo mexicano desde hace años y tal parece ser que las nuevas generaciones son herederas de esta idiosincrasia.
Es cierto que las condiciones socioeconómicas dificultan adoptar la práctica del ahorro debido a que muchos mexicanos viven ‘al día’. Pocos logran cubrir sus necesidades básicas con el sueldo que ostentan, lo que deja un nulo capital disponible para ahorro y, en el mejor de los casos, cuando el modo de vida permite destinar un monto para ahorrar, no se hace de la manera correcta.
Como si esto fuera poco, la organización del gasto familiar muchas veces se destina a satisfacer deseos en lugar de necesidades, lo que crea grandes deudas que se vuelven insostenibles con el tiempo, llevando a la ruina financiera a muchas familias. Quizás sea esta la razón por la que la deuda sea mal vista, incluso hasta temida y estigmatizada.
Bajo esa postura se conducen miles de mexicanos cotidianamente, atrapados en una neblina de ignorancia financiera. Sin embargo, la realidad es que, tanto ahorro como deuda, son una vía de progreso y bienestar cuando ambos son bien utilizados. Estos instrumentos, por muy pequeños o grandes que sean, con una correcta administración pueden generar mejores condiciones de vida.
Cuando se habla del ahorro, la práctica más común en que se piensa es en guardar el dinero en casa, bajo el colchón o en una alcancía, de tal modo que esté a nuestra disposición en cualquier momento. En principio es difícil percibir una mala práctica tras esta buena intención, pero lo cierto es que el dinero guardado en una alcancía sufre los estragos de la inflación y lo que pareciera ser una forma de estar preparados ante las desgracias de la vida con el tiempo deja de representar una fuente de seguridad. Para ejemplificarlo mejor, si una persona ahorró una cantidad de 10,000 pesos en la alcancía durante el 2021, y en ese año la inflación alcanzó un valor del 7.36% (Según datos del INEGI), para inicios de 2022 el monto original de $10,000 ya no tiene el mismo valor porque los precios de los productos han incrementado y el dinero alcanza para menos. Ante esta incertidumbre, lo correcto es ahorrar a través de un banco, en cuentas que otorguen rendimientos (porcentaje expresado comúnmente en términos anuales). Así el dinero es productivo, se protege contra la inflación y como permanece bajo el cuidado de una institución financiera regulada, el riesgo es relativamente bajo. Puede entenderse que, mientras exista el ahorro a través de instituciones autorizadas, el monto final al término del plazo que se pacte en el arreglo financiero, habrá mantenido su valor e incluso hasta incrementado, lo que a la larga posibilita mejorares condiciones de vida.
Ahora bien, hablar de ‘deuda’ remite instantáneamente a un déficit de capital. Las personas se endeudan satisfaciendo caprichos en vez de necesidades y rara vez piensan en contraer una deuda que les genere ingresos. Por ello hay que distinguir dos tipos de deuda: la mala y la buena. Por paradójico que suene, la deuda bien administrada genera riqueza. En primer lugar, la deuda mala se caracteriza por compras impulsivas de artículos de moda y tecnología o para pagar vacaciones y fiestas, pero esta práctica dañina comúnmente deja en números rojos a cualquiera. La deuda mala es tóxica y lleva a la ruina financiera. Pero sí la deuda que se adquiere se destina para generar ingresos entonces puede considerársele del tipo buena. Para acceder a una deuda buena hay distintas opciones, por ejemplo, los créditos bancarios permiten adquirir bienes muebles que, puestos en renta, generan ingresos incluso hasta mayores que lo que el usuario del crédito paga al banco (en términos mensuales). En otras palabras, endeudarse es bueno siempre y cuando la deuda genere ingresos y sea sostenible en el tiempo. El país que ejemplifica la contracción de la deuda buena es Chile ya que el 43% del PIB de su población evidencia endeudamiento en fondos destinados a actividades comerciales como créditos hipotecarios (según el Fondo Monetario Internacional), lo que a largo plazo producirá un beneficio económico y material para los usuarios.
Por eso, aunque se ha dicotomizado la ‘deuda’ y el ‘ahorro’ y además estigmatizado por una escaza educación financiera, la realidad es que ambos instrumentos pueden llegar a ser fuente de progreso y bienestar si se dispone de ellos a través de medios legales y seguros como la banca tradicional u otras instituciones financieras. Por tanto, para poder materializar el progreso y bienestar a través de estos dos instrumentos solo hace falta educarse en temas financieros. Una educación contra la ignorancia en aras de mejores condiciones de vida.

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