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LABORATORIO-DE-LAS-E -REUMATICAAS - Gisela Trujillo

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Laboratorio y radiología en las enfermedades reumáticas. 
No existen pruebas sensibles o específicas para confirmar el diagnóstico. La mayoría de los estudios 
detectan o miden la inflamación, las manifestaciones de determinados órganos o la toxicidad de los 
tratamientos. En la práctica las pruebas de laboratorio se dividen en 3 categorías: pruebas generales, 
reactantes de fase aguda y pruebas especial. 
PRUEBAS GENERALES. 
Las pruebas generales sirven para evaluar manifestaciones de enfermedades reumáticas 
autoinmunes sistémicas, toxicidad por fármacos y comorbilidad. En está clasificación se encuentra 
el hemograma, que debe realizarse periódicamente para detectar posibles alteraciones 
hematológicas, como por ejemplo anemia, leucopenia, linfopenia, neutropenia, trombopenia, 
leucocitosis, eosinofilia, neutrofilia y trombocitosis; el otro estudio que está en esta clasificación es 
la bioquímica sanguínea, en todos los pacientes deben realizarse cada 2-4 meses, dependiendo 
de la patología, del tratamiento y de la gravedad del paciente, entre los parámetros que estudia están 
las alteraciones renales, alteraciones hepáticas, enzimas musculares, uricemia, y otras alteraciones 
bioquímicas, así como también alteraciones de la coagulación, orina y sedimento y serología viral y 
Mantoux con booster. 
REACTANTES DE FASE AGUDA. 
La respuesta inflamatoria se debe a la interacción de factores celulares y humorales, entre ellos una 
serie de proteínas plasmáticas que aumentan durante el proceso inflamatorio y que se denominan 
reactantes de fase aguda. En esta clasificación se estudia la velocidad de sedimentación globular y 
la proteína C reactiva. 
PRUEBAS ESPECIALES. 
Son características de algunas enfermedades reumáticas, pero casi ninguna es específica. Con 
frecuencia detectan autoanticuerpo. En esta clasificación se encuentran el factor reumatoide, los 
anticuerpos antinucleares, los anticuerpos anticitoplasmáticos, los anticuerpos antifosfolípidos, y 
otras pruebas inmunológicas, así como el estudio del líquido sinovial, el estudio de la membrana 
sinovial y los marcadores de remodelado óseo. 
RADIOLOGÍA CONVENCIONAL EN REUMATOLOGÍA. 
La radiología es la primera exploración de imagen que se solicita en el estudio de las enfermedades 
del aparato locomotor debido a su fácil acceso, bajo coste y a que la mayoría de los médicos tienen 
las habilidades necesarias para su interpretación. La radiología convencional proporciona una 
imagen plana de una realidad tridimensional, por lo que tendremos casi siempre imágenes 
superpuestas. En general, la radiología nos sirve para observar lesiones óseas establecidas. La 
radiología convencional también se utiliza para medir la progresión de las lesiones, sobre todo en la 
artritis reumatoide, para ello se cuenta con diferentes métodos como los de Sharp, Larsen o van der 
Heijde. Se han desarrollado métodos para cuantificar los signos radiográficos en la artrosis, la artritis 
psoriásica y en la espondilitis anquilosante. La lectura de las placas del aparato locomotor debe 
seguir un orden, para no pasar por alto ninguna lesión. Se ha sugerido una regla nemotécnica 
sencilla, aunque en inglés, que se conoce como el S+ABC, cuyo significado es: A (alineación = 
alignement), B (mineralización ósea = bony), C (cartílago = cartilage) más S (partes blandas = soft). 
Cuando se incluyen varias articulaciones en una placa es importante examinarlas de forma 
ordenada, por ejemplo, de proximal a distal. La obtención de las placas del lado contralateral en las 
extremidades puede ayudar a detectar ciertas anomalías. Los signos radiográficos se repiten en 
varias enfermedades articulares, por lo que carecen de especificidad. Para una correcta 
aproximación diagnóstica se valora el predominio de unos signos sobre otros, su distribución o el 
orden de aparición.

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