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PÁJAROS EN LA CABEZA - Daniel Tapia

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PÁJAROS EN LA CABEZA
SINOPSIS: Adentro de la cabeza de pájaro. Bienvenidos. Soy quien habita ahí. Pasa, pasa, no temas. ¿Te has preguntado qué sucederá en el interior de la cabeza de un pájaro? Acércate, tú que estás leyendo esto. Y si atrapas a un pájaro: ¿qué pasará en el interior de la cabeza del pájaro que está dentro de una jaula? A continuación, verás lo que sueña, lo que desea, aquellos recuerdos de quienes se fueron volando. ¿Quién es el que observa dentro de ti, que estás sentado en un espacio, en el que verás al interior de la cabeza de un pájaro, que está dentro de una jaula y que no es otro que un payaso triste? ¡Qué revoltijo! Seguro dirás. No te preocupes, sólo disfruta el momento, quizás puedas pasarla bien un rato, incluso reír. Quizás entiendas después, que todo gira alrededor del amor y por lo tanto todos tenemos pájaros en la cabeza.[footnoteRef:1] [1: Sinopsis extraída de la página en Facebook del foro teatral independiente de Morelia, Michoacán; Foro La Ceiba.] 
Pájaros en la cabeza es una propuesta escénica unipersonal presentada por Sergio Langarica como parte del Circuito Nacional de Artes Escénicas Chapultepec: Teatro en Espacios Independientes 2022, con la interpretación, creación y dirección del ya mencionado.
¿Cómo se sentirá ser un pajarito? Querer platicarle a todo el mundo cómo vives, qué comes, a quién quieres, qué te gusta, qué te da miedo… En Pájaros en la cabeza nos acercamos a entender, siquiera por un momento, lo que es estar encerrados y ver el mundo (y los amigos) pasar mientras uno sigue en su propia jaulita, tomando agua de una tapita. 
Esta propuesta de teatro físico y malabarismo tiene tintes clownescos notorios que ayudan a meter al público en una dinámica de atención al detalle y al gesto del pajarito-personaje: éste se hace presente en escena a través de la misma entrada que utiliza el público para ingresar al foro, interactúa cautelosamente con los espectadores de las primeras filas para establecer una complicidad que se hará recurrente a lo largo de la representación para preguntar con genuina preocupación: ¿dónde está? ¿qué pasó? ¿tú no viste?, etc. 
Las luces en Pájaros en la cabeza son manejadas directamente por el actor en escena, quien enciende y apaga los reflectores que se hallan dentro de las jaulas donde ‒se supone‒ están o estuvieron cautivos compañeros suyos. Eventualmente, la construcción de signos que maneja el Pajarito nos da a entender que cada luz (o cada pelotita) representa la vida de un compañero suyo, caído en cautividad. El Pajarito es imaginativo: sueña con que los zopilotes le regresan las flechas a los arqueros que se los comen, no por malicia sino por abyecta hambre de rugir de tripas.
En mi experiencia personal, cuesta trabajo entrar en la ficción de esta puesta en escena debido a problemas con la adecuación del espacio. Logra entenderse lo que se busca alcanzar entrando por la puerta del público, pero no se aterriza la idea hasta que el Pajarito empieza la interacción con el público. Empiezo a cautivarme cuando la línea narrativa es más clara en las acciones del Pajarito y su nostalgia e inocencia al preguntarse ‒sin decir ni “pío” ‒ porqué la muerte hace lo que hace también ayudan a conmoverse estando en el lugar emocional preciso. 
No soy malabarista (ni mucho menos), pero reconozco la calidad técnica del desempeño circense en Pájaros en la cabeza tanto como un recurso visual que como una demostración de habilidades y aptitudes escénicas que enriquecen la experiencia tan entrañable y sensible como lo es adentrarse en la cabeza de un pajarito que todo lo hace por amor. 
Para concluir: Pájaros en la cabeza es tiernísima: un triste viaje a la triste vida de un pajarito en cautiverio sin voz ni decisión que sugiere (quizá sea viaje mío) una comparación con la libertad coartada de la juventud, con malabarismo y comedia física clownesca (que nunca falla); una creativa solución al manejo de la luz en escena y un recuerdo de Víctor Jara (cantautor chileno) que es de mi cosecha propia: ganas de abrir todas las jaulas para que los niños como Luchín vuelen como pájaros.

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