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Índice PREFACIO DEL EDITOR INTRODUCCIÓN CAPÍTULO 1 - La ley de los ciclos CAPÍTULO 2 - La psicología del ser CAPÍTULO 3 - Tu reloj cósmico personal CAPÍTULO 4 - La jerarquía CAPÍTULO 5 - Dibuja tus ciclos y los de tu familia CAPÍTULO 6 - El impulso de Alfa y el retorno de Omega CAPÍTULO 7 - Las décadas de la vida CAPÍTULO 8 - Residuo kármico CAPÍTULO 9 - Responsabilidad cósmica CAPÍTULO 10 - La psicología de la integridad CAPÍTULO 11 - Dividir el camino CAPÍTULO 12 - Ser oportuno es fundamental CONCLUSIÓN - Predecir tu futuro MANTRAS Y MEDITACIONES NOTAS OTROS TÍTULOS A los niños de la Madre Predice tu futuro ¿Alguna vez has tenido un día en el que todo parecía salirte mal? Para empezar, te golpeaste la cabeza con la mesita de noche al intentar apagar el despertador. Luego, se te quemó una tostada y toda la casa se llenó de humo. Más tarde, cortaron el paso en la carretera por un accidente y llegaste tarde al trabajo. Tu jefe se enojó contigo por algo que ni siquiera hiciste. Y, para colmo, a la hora del almuerzo la camarera derramó la salsa de los espaguetis por encima de tu camisa. A cualquiera le ha ocurrido. Con toda probabilidad, se trataba de una prueba. ¿Una prueba? A todos se nos somete a pruebas. En cada coordenada de tiempo y espacio nos topamos con arcos de luz y de oscuridad que configuran intersecciones, así como con los efectos causados por las acciones que pusimos en movimiento mucho tiempo atrás —o el día antes. La interacción de dichas fuerzas trae como resultado las pruebas y los desafíos de la vida. Y todo ello se delinea conforme a las leyes que rigen los ciclos, es decir, la ciencia que conocemos como el reloj cósmico. Cada uno de nosotros ha atravesado pruebas como la mencionada y muy posiblemente algunas no las hayamos superado. Tal vez se tratase de una prueba de control, para averiguar si podías con todo, cuando en apariencia todo el mundo conspiraba para enfurecerte. Muchas son tan terrenales como ésta. Otras, en cambio, puede que sean más complejas. En ocasiones, los intereses en juego tal vez sean considerablemente superiores. Pero ¿qué pasaría si antes de que llegasen supieras que esas pruebas se avecinan? Si pudieras prepararte para afrontarlas... ¿actuarías mejor? ¿En qué medida? ¿Qué ocurriría si pudieras predecir tu futuro? No te hace falta una bola de cristal. No va de magia o misterio. Con el conocimiento de la ciencia del reloj cósmico, la sabiduría de la Madre, puedes aprender a prever las pruebas de la vida y ser el maestro o la maestra de tu destino, de tus ciclos. Prefacio del editor Desde siempre me ha fascinado el cambio de estación. Me llena de alegría observar cada año cómo los cálidos colores del otoño se desvanecen para dejar paso al blanco paisaje invernal, y más tarde, al verdor creciente de la primavera. Posteriormente, a los apacibles días de verano. Me agrada también contemplar los ciclos de la Tierra, porque con el cambio de estación viene el de los ciclos internos, y los ciclos de los cielos forjan acontecimientos en el mundo y en el microcosmos de nuestra vida. Abrigo con fervor la esperanza de que este libro te conduzca a una nueva comprensión de los ciclos del mundo y de los de tu propia vida. Espero que la aplicación de estos preceptos te proporcione una mayor confianza y una sensación de maestría a la hora de afrontar los desafíos de la vida. Las enseñanzas que descansan en tus manos fueron transmitidas a Elizabeth Clare Prophet desde hace unos treinta y cinco años en adelante. Rememoro a la perfección la imagen de la Sra. Prophet arrodillada en su torre de oración, agradecida ante una estatua dorada de tamaño natural de la Madre María, alabando y dando las gracias a la bendita Madre por el precioso regalo de esta enseñanza. Se sentía profundamente humilde y gozosa de que la Madre María la hubiese elegido para traer en su totalidad esta nueva interpretación trascendental al mundo. Recuerdo bien la conferencia que pronunció en 1970 cuando empezó a compartir estas nuevas revelaciones con los estudiantes de los maestros ascendidos. En los siguientes treinta años siguió instruyendo sobre la ciencia del reloj cósmico, añadiendo piezas al rompecabezas a medida que la Madre María se las iba revelando. Me consta que sentía esta materia como algo muy especial en su corazón, pues sabía por experiencia propia la tremenda influencia que estas enseñanzas ejercieron en su vida, de modo que las quería compartir con todo el mundo. La idea inicial era incorporar el material sobre el reloj cósmico a dos de los treinta y tres capítulos de la serie Escala la montaña más alta, escrita por Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, la cual marca un hito y arroja, por cierto, abundante luz sobre la ciencia del Espíritu. Las enseñanzas básicas sobre el reloj que recibimos a principios de la década de 1970 iban a integrarse en el capítulo 21, «La Ley de los ciclos», y en el 30, «Integridad». No obstante, toda vez que la Madre María siguió revelando nuevos conocimientos sobre esta ciencia en los años posteriores al esbozo de la serie, el material se amplió en gran manera rápidamente. Por tanto, lo que en un principio estaba destinado a ser una breve explicación, evolucionó hasta convertirse en una completa introducción a las enseñanzas sobre el reloj cósmico y muchas de sus aplicaciones, mereciendo hoy día un libro aparte en la serie. La información reunida en este volumen se ha compilado partiendo de un gran número de conferencias que la Sra. Prophet pronunció acerca del reloj cósmico, de donde se han extraído las mejores y más completas explicaciones de cada punto. Asimismo hemos incluido numerosas imágenes y cuadros gráficos que ilustran sobre esta profunda ciencia, muchos de los cuales se basan en los que empleó ella en dichas conferencias sobre este tema. Algunos de los originales los dibujó a mano mientras los iba viendo en los planos internos durante sus meditaciones. Las enseñanzas de la Madre Divina que versan sobre el trazado de los ciclos del reloj cósmico destacan por hallarse entre las más liberadoras que jamás habrás leído. Por cuanto vas a aprender a entender tu pasado y a prever tu futuro, alzo mi más sincera súplica a fin de que asumas estas enseñanzas y te valgas de ellas para tu propia libertad y tu ascensión en la luz. Introducción El primer impulso del reloj cósmico que recibí fue a una edad muy temprana. De niña, a medida que transcurría el año, me veía caminando por un círculo, de manera que día tras día iba recorriendo todo el año. Recordaba fechas y experiencias según dónde me hubiera encontrado en ese círculo gigante por donde andaba mi alma. Tras convertirme en mensajera para la Hermandad, la Madre María se acercó a mí y me mostró la ciencia del reloj cósmico para trazar los ciclos de nuestra propia autodisciplina. No se trata de astrología tradicional. Es una astrología oculta del núcleo de fuego blanco por medio de la cual podemos dibujar los ciclos de nuestro karma, esto es, secuencias relativas a la causa y efecto, de la energía en movimiento. No se puede definir el karma simplemente como «quien siembra, recoge». Es más que eso. Es el flujo total de energía circulando por todo el cosmos sobre el patrón de la figura del ocho. Es la ley indómita de Dios que funciona y se exterioriza a sí misma. Ha sido puesta en movimiento y sigue estando en movimiento. Todo lo que somos es karma. Todo lo que somos es el resultado de todo lo que hemos sido. Caer en la cuenta de ello equivale prácticamente a sentirse, de pronto, prisionero de causas inadvertidas. De ahí la tendencia a rebelarse cada cual contra su propio karma. Sin embargo, el karma de cada cual se identifica con uno mismo. Hay quien sostiene que no podemos cambiar el pasado, y que sólo podemos cambiar el futuro. Pero Saint Germain, el maestro de la era de Acuario, nos ha mostrado que sí podemos cambiar el pasado. Hay un modo de liberarse de causas pasadas y efectos actuales. Existe la ciencia de la Palabra hablada,la cual nos permite surcar la cresta de la ola del karma sin ser vencidos. Surcar la cresta hacia la victoria —incluso de un karma difícil — es una sensación estimulante de vida que se convierte en vida. Puedes sentir la presión ascendente de conflictos del pasado accediendo de forma cíclica a tu vida, si bien no necesitas que te inunden. Tú puedes ser el maestro de tu destino, de tus ciclos. Para conseguirlo, necesitas la ciencia del reloj cósmico, que es la sabiduría de la Madre. Al igual que nuestro karma, esta ciencia nos permite trazar los ciclos de nuestro darma, el cual es el deber que nos atañe de ser nosotros mismos, nuestro Yo real. Es el deber de llevar a término la razón de ser de cada cual. Y ésta es un núcleo de fuego, un arquetipo interno, un reloj cósmico en sí que marca nuestro destino divino, nuestro ígneo destino. Parafraseando a Bruto en Julio César: «Hay una marea en los asuntos de los hombres que, tomada en su cresta, conduce a la victoria»1. Todos hemos sentido alguna vez en la vida que estamos en ese punto. Hemos tomado la ola en el momento exacto. Tenemos el control. También hemos tenido la sensación de dejar pasar la ola. Apenas hemos trazado la ola de nuestro reloj cósmico interno, y nos pasa por delante. Surcar los ciclos de un cosmos es el desafío del sendero de iniciación, es un desafío de automaestría, y nos conduce a la libertad del alma. Lo asombroso del karma, de la ley cósmica y de la energía es que cuanto más logro tengamos, más descubriremos que nos hallamos sometidos a una fórmula matemática tan vasta que rige cada faceta de nuestra vida, ya estemos dormidos o despiertos. A primera vista esta fórmula parece limitadora. Pero al mirar por segunda vez, recabamos en que es la oportunidad del alma para alzar el vuelo fuera del tiempo y el espacio y para erigirnos en el Ser Infinito. El desafío de la iniciación, o surcar la cresta, es engranar nuestra conciencia en las matemáticas de un cosmos. Ello exige gracia en el arte de escuchar, hacerlo con el oído interno para percibir las órdenes de la conciencia: una conciencia no programada por la sociedad sino que surge de dentro del alma, de sus orígenes divinos. Escuchar la orden, responder con diligencia y con la prontitud de las alas de un águila, obedecer al reloj interno: descubrimos que nos encontramos en el lugar correcto en el tiempo y el espacio. La exactitud del flujo de espirales de energía en el cosmos es prodigiosa. Pero la maravilla de las maravillas consiste en percibir cómo trabaja este reloj cósmico conjuntamente con la utilización científica y sistemática de la energía del Espíritu Santo a fin de transmutar las energías mal calificadas de tu conciencia, a fin de saldar karma y de acelerar el día de tu victoria. Todos estamos recorriendo un sendero de iniciación, todos tenemos una alternativa. O bien podemos proseguir con una rutina de fallar nuestras pruebas —quizá irritándonos o enojándonos por las circunstancias de la vida— o podemos resolvernos a pasar estas pruebas y avanzar en nuestro desarrollo espiritual. Podemos salir de esa rutina y empezar a escalar la montaña. Esos exámenes en la escuela de la vida se han sucedido durante miles de años. En la Biblia leemos que Job preguntó al Señor: «¿Qué es el hombre para que lo engrandezcas, para que pongas en él tu corazón y lo visites todas las mañanas, y a cada momento lo pruebes?»2. ¿Qué clase de pruebas podrían recaer en nosotros a cada momento? Son las del día a día. Cada prueba que superamos nos da derecho a portar una mayor concentración de fuego sagrado en nuestro chakra del corazón y en todos los chakras. Así pues, la iniciación es acumulativa. Lo que adquirimos en una línea debe llevarse a la siguiente, erigiéndose con ello en la base de la maestría en esa línea. A la par, lo que no superemos en una línea no puede servir de cimiento en la siguiente. De ahí que debamos prepararnos. A medida que la rueda del reloj cósmico vaya girando día tras día y experimentes los ciclos de tus pruebas e iniciaciones en la vida, no suspires por el peso de las líneas de tu destino, antes bien, dales la bienvenida con el regocijo de la llama. Y recuerda que Dios, deseoso de ver a la humanidad superando esas pruebas, nos ha ofrecido la ciencia de la Madre Divina denominada el reloj cósmico. He aquí la enseñanza de las estrellas para la era dorada. Tiene que ser una enseñanza oculta de los maestros ascendidos. No puede ser una enseñanza basada en lo que vemos tan sólo con nuestros ojos en los cielos: porque el universo está en una curva, y no vemos con claridad, y tampoco todas las manifestaciones de la jerarquía se muestran en lo físico. Todo el Huevo cósmico en el que vivimos no es más que una serie de espirales contenidas en otras espirales. Son las ruedas que Ezequiel vio: ruedas metidas en otras ruedas. Empieza a pensar en los átomos inmersos en tu ser, que componen moléculas, células, órganos y sistemas dentro de sistemas. Luego observa la materia que te rodea, y los árboles y toda la organización del cosmos: es un conjunto formado por miles y miles de millones de infinitas espirales. Mas todas poseerán idéntico patrón básico de luz que desciende del Espíritu a la Materia. Capítulo 1 La ley de los ciclos Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche. GÉNESIS Una de las mayores fuentes de consuelo que he recibido en esta vida ha sido la comprensión de la fórmula matemática de la ley de los ciclos, por medio de la cual el Espíritu se torna Materia a través de los ciclos y viceversa. Abordamos la ley de los ciclos con reverencia para con el Creador, cuya autoexpresión viene contenida en ella. Todas las pruebas de la exteriorización de dicha ley en el hombre, la tierra, los elementos y las estrellas no son sino las trazas de Su ser, las huellas en la arena, el rastro en las altas nieves. Allí donde veamos Sus señales a modo de ciclos del infinito dando vueltas hasta devenir en espirales finitas de tiempo y espacio, Él ha estado; allí se encuentra Su enorme y maravillosa Presencia, justo tras las veladas espirales de Su creación. Intentando penetrar la ley de los ciclos hallamos secretos sublimes y omniabarcantes: la existencia del hombre microcosmos en el hombre Macrocosmos. Los adeptos de las escuelas de misterios los han custodiado celosamente durante miles de años, dado que la comprensión de estas leyes provee una plataforma previsible de evolución, así como el poder para iniciar nuestros propios ciclos. ¿Dónde vamos a iniciar nuestra excursión por el vasto océano de la creación de Dios? El prodigio envuelto en todo ello es que no importa dónde empecemos: siguiendo cualquier ciclo de la vida hasta su origen, allí estaremos cara a cara con Dios. Porque Él es quien origina todos los ciclos. Él es la fuerza motriz que da vueltas en el pivote de todo cuerpo. Definición de ciclo Un ciclo es un espacio de tiempo durante el cual se completa una secuencia periódica formada por una sucesión de acontecimientos o fenómenos. También se define como «una secuencia periódica de acontecimientos que se suceden en tal orden que el último de una secuencia precede inmediatamente a la reaparición del primero en una nueva serie». Coloca la mano sobre el corazón y siente los ciclos del latido de tu corazón, el latido de tu vida física que sostiene los vehículos de la evolución de tu alma en la Materia. Levanta la vista y fíjala en una bombilla. Alumbra porque la electricidad vibra en un ciclo de sesenta veces por segundo a través de su filamento. Escucha una pieza musical y presta atención a la vibración cíclica de las cuerdas del violín resonando a través del tímpano y produciendo con ello el sonido. Cabe interpretar todo el cosmos como una sucesión de ciclos. La urdimbre y la trama de la creación se manifiestan en corrientes de sonido espiritual que vibran conforme a la ley cíclica. Los mismísimos átomos y electronesde este mundo de la forma se someten a la alternancia cíclica del Espíritu en la Materia, de la Materia en el Espíritu, totalmente envueltos en el elemento del que surge toda vida. El imán cósmico Para entender uno de los principios básicos de la ley de los ciclos debemos ahondar en los más profundos misterios de nuestro universo de Espíritu-Materia. En él establecemos contacto con lo más sencillo y lo más grandioso de todos los ciclos: la pulsación dual que constituye el latido del cosmos. Allí encontramos el elemento único, por siempre en equilibrio, por siempre vibrando en los ciclos rítmicos que resuenan en el núcleo interno de cada átomo. La filosofía religiosa relativa al yin/yang del taoísmo está edificada en su totalidad sobre la existencia e importancia de la alternancia cíclica en una jerarquía infinita de fuerzas opuestas o complementarias. Es el grandioso ciclo de Alfa a Omega. Lo oímos cantando la canción del átomo dentro de nuestro propio cosmos. Es la inspiración y espiración de la Divinidad. Este ciclo primario constituye la relación más simple entre dos fuerzas, así como la acción más abarcante. Si claramente aprovechamos el flujo cíclico y la unidad entre Espíritu/Materia o Padre/Madre, principios del movimiento, es como si obtuviéramos una tarjeta de miembro de una biblioteca pero para el almacén de conocimiento universal de Dios. Esta polaridad divina existe en todo el cosmos: desde la pulsación equilibrada del Gran Sol Central hasta el equilibrio sistémico del átomo de hidrógeno. Aprendemos de la ciencia del sonido y de los archivos de la Hermandad que todo el cosmos manifestado es la interacción entre vibraciones: una vasta red de ondas electromagnéticas que oscilan a un diferente número de ciclos por segundo. Y ¿qué es una vibración sino un movimiento cíclico relacionado con un marco de orientación en términos de tiempo y espacio? La cadena de ciclos es infinita: desde un ciclo en miles de millones de años a miles de millones de ciclos cada segundo. La ley de la trascendencia Al reflexionar sobre la inmensa odisea del Ser de Dios a través de eternos ciclos de comienzos y finales, cabe hacerse la fatídica pregunta: ¿Por qué? ¿Cuál es el objetivo de todo ello si el universo es tan sólo un ciclo infinito de idas y venidas del hombre flotando en una partícula de polvo en el espacio y soltando las amarras en un océano sin límites? ¿Cuál es la esencia de la Divinidad existente, como así es, en ciclos interminables dentro del espacio infinito? La respuesta, según se nos dice, es que la ley de los ciclos aplica la ley de la trascendencia. Dios es un ser trascendente, y con cada nueva inspiración evoluciona a un mayor estado de perfección y belleza cósmicas. Los ciclos no son realmente círculos u ondulaciones sinusoides, sino espirales, espirales de expansión infinita conforme a la geometría de la proporción áurea o razón dorada (1:1,618...). Cada ciclo de evolución absorbe más de Dios. Cada vuelta nos manda a esferas más amplias del cuerpo del cosmos divino. En la medida en que los ciclos del cosmos van ascendiendo en espiral penetrando en cada vez mayores dimensiones, el hombre se vuelve capaz de trascender por siempre los velos de la Materia que configuran las aulas para la evolución de su alma. El círculo de la vida El enigma de la eternidad y la evolución se halla inmerso en el símbolo del círculo, el cual es la representación bidimensional de la espiral que empieza en la base cuadrada de la pirámide y sube a la cima de la comprensión en la culminación de la vida. En el centro de esa culminación, la ley de la trascendencia opera por medio del ojo de Dios. Porque cuando la espiral pasa por el Ojo omnividente, trasciende las dimensiones de la forma y pasa de la Materia al Espíritu. Así se cumple la ley de los ciclos que comienza en el corazón de Dios y culmina en cada creación perfecta. El Logos eterno es el punto en el centro del círculo, el principio y el final de los ciclos que se componen de círculos, capa tras capa. La energía que parte del Espíritu en forma de espiral desciende a la Materia a fin de fundirse allí en torno a la llama y luego —en un abrir y cerrar de ojos— retornar al Espíritu sobre las espirales descendentes y ascendentes de la conciencia de Dios. Los cuerpos celestiales están experimentando la evolución cíclica dentro de la mayor espiral infinita del Ser de Dios en Espíritu; pasando por la manifestación material y regresando al Espíritu. En el Macrocosmos, así como en el microcosmos, espirales que giran en círculo dan paso al flujo de energía dentro y fuera de la forma. El patrón del retorno cíclico se produce por todo el universo una y otra vez con infinita precisión, atravesando reinos de eternidad, expandiéndose conforme a la proporción áurea. El hombre cocreador El círculo representa una sección transversal de una espiral que carece de principio y de fin, pero se muestra finita en cuanto pasa por el universo físico en forma de planetas, estrellas, galaxias... y del hombre en sí. Pese a que el propio círculo no tiene principio ni fin, en cualquier punto de la circunferencia del círculo la mano de Dios puede dibujar una línea intersectada, creando con ello un principio y un fin. Así es como se inician ciclos y nacen mundos. Lanza una piedra a un estanque tranquilo y observa cómo los patrones cíclicos ondulantes se reproducen y fluyen a un ritmo suave. Lanza una piedra a un estanque agitado, y verás un complejo intercambio de patrones ondulantes, pero el ciclo iniciado con la piedra sigue ejerciendo influencia en el agua. Lo mismo ocurre con la mano de Dios y con Sus emisarios. El universo entero es la interacción de vibraciones cíclicas, iniciadas en alguna parte, de alguna forma, por alguien. Ese alguien podrías ser tú. En cuanto ascendemos por la escalera de la evolución, se nos confía el poder divino y la autoridad de iniciar ciclos que pueden durar por siempre. ¿Quién osa decir que el ardor de tu amor presente no va a existir por siempre en la continuidad del Ser de Dios? En el interior de la forma del círculo, se resuelve el misterio del principio y el fin de Dios. Él mismo es el círculo que carece de principio y de fin de ciclos. Mientras el hombre no se una a Dios no será sino un punto en la circunferencia, enredado en el flujo del Infinito y completando ciclos de la vida, ciclos de los que tal vez ni siquiera sea consciente. Pero una vez que el hombre ha atravesado los ciclos del proceso iniciático —las espirales del destino que revelan el patrón completo de su identidad— se gana el derecho a identificarse con el punto en el centro del gran círculo de la vida. El retorno a Dios El ciclo del latido del cosmos emana energía de la vida a todas las criaturas, mayores y menores. A través de él podemos establecer contacto con una sensación de consuelo perpetuo durante las pruebas y tribulaciones de nuestra vida. La ley de los ciclos es, pues, la instrumentación de la propia llama del Consolador. Es una ropa envolvente que rodea a la Tierra. Las corrientes de la superficie de la Tierra, las emanaciones de su centro solar, la ley de los ciclos, la llama del consuelo, el murmullo apenas perceptible a nuestro oído, nos transfieren este consuelo de la ley cíclica de la entonación de la Palabra divina. La vida es progresiva y la ley de los ciclos nos asegura que la vida proseguirá. El corazón de Dios latirá. La rueda del retorno cíclico girará sobre los radios de nuestras propias creaciones kármicas. Así pues, por la ley de los ciclos emprendemos nuestro camino en espiral de nuevo hacia el nexo del ser, siendo dicho nexo la Palabra, siendo la ley de los ciclos la emanación del Verbo: el Logos eterno. «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.» Y sin este Verbo «nada de lo que ha sido hecho, fue hecho».1 En cuanto nos identificamos con el punto en el centro del círculo de Dios, se nos otorga el poder para estampar en las energías cíclicas de Dios el patrón de nuestra idea o deseo orientadoshacia Él. Ése es el modo de retornar a Dios siendo un átomo permanente en su Ser: por medio de ese Verbo que ha encarnado en los avatares con la ley cíclica de la manifestación. Los grandes manúes, los legisladores de las eras y de las razas de éstas, sostuvieron el ciclo del Verbo por medio del cual toda semilla surgida del gran Árbol de la Vida pudiera retornar a través del Verbo a modo de ley de los ciclos. La alegría preside esta ley de los ciclos. Y la alegría de este matrimonio entre ciencia y religión eres tú en el nexo del infinito, tú convergiendo con ese Verbo vivo. Dios no tiene principio ni fin porque Su Ser absorbe el universo de los ciclos y todo lo que antecede, y los sigue en las dimensiones formadas y no formadas del Espíritu. Por otro lado, el hombre, en un breve ínterin, aparenta tener un principio y un fin debido a que se identifica con una parte de la espiral que se inicia en el Espíritu, evoluciona a través de la Materia y regresa al Espíritu. Cuando se contemplen los principios y finales del hombre como parte de los ciclos interminables de la autoconciencia de Dios, aquél se percatará de que aunque las espirales de su propia vida viajan siguiendo un modelo lineal por las esferas limitadas de la manifestación externa, no existe, en realidad, fin en la involución y evolución de su conciencia. Cuando el hombre retorna a Dios, alineando las energías que ha reunido en espirales con la Gran Espiral que es el Ser de Dios, tanto Él como el hombre trascienden su anterior estado, y la ley de los ciclos aplica la ley de la trascendencia. Dios se trasciende a Sí mismo, ya que Dios está en el hombre y éste, en Dios. Por medio de la fusión de ciclos, el hombre deviene en más de Dios y Éste, en más en el hombre; por tanto, continuamente nacen nuevas creaciones en forma de espirales que expanden el círculo del Ser Infinito. Capítulo 2 La psicología del ser Hombre, ¡conócete! TEMPLO DE APOLO, DELFOS Al contemplar el amor de la jerarquía y del maestro por el chela, por el discípulo, y sentir ese amor que induce al maestro a afirmar: «No puedo dejarte, no voy a dejarte», descubrimos que proviene del Dios Padre/Madre. Cuando Jesús se despidió de sus discípulos dijo: «No os dejaré huérfanos. Mas el Consolador [...] os enseñará todas las cosas»1. El Consolador, el Espíritu Santo, nos brinda esa enseñanza por medio de la cual no se nos deja solos a la deriva en nuestro propio mar de impureza, nuestro subconsciente, nuestro propio karma. No se nos deja solos, pues el instructor nos ha dejado la enseñanza. Uno de los mayores ejemplos del amor de la jerarquía que he encontrado es la enseñanza sobre el reloj cósmico. Éste es el Consolador. Es la mediación del Espíritu Santo que permanece con nosotros una vez que el maestro ha ascendido, mientras los ángeles ascienden y descienden por la escalera de la vida. Los ciclos que se despliegan en este reloj son ciclos de amor: el amor que propicia el ascenso, el amor por medio del cual el fuego consumidor de todos los que nos han precedido transmuta esos elementos indeseables, no permisibles en el círculo santo del OM. Robert Frost escribió un poema muy entrañable a mi parecer, que expresa los ciclos y el núcleo flamígero, así como el peso del karma con el que cargamos. Cruzando bosques una noche nevada De quién son estos bosques creo saber. Su casa, sin embargo, en el pueblo yace; no me verá al detenerme en estos parajes y contemplar sus bosques cubiertos de nieve. Mi caballo, ¡qué raro!, debe pensar, parar sin una granja al lado, entre bosques y un lago helado la noche más oscura del año. Sacude los cascabeles de los arneses por si de un error se tratase. El único otro sonido, un viento suave y los copos al caer. Los bosques son bellos, oscuros y profundos. Mas yo tengo promesas que mantener y millas por recorrer antes de dormir, y millas por recorrer antes de dormir. La noche nevada representa el ígneo núcleo del Ser, la fuente divina de la cual desciende el alma, recorriendo en ciclos el reloj cósmico, su destino cósmico. Y aquí nos hallamos, en un punto determinado de ese destino. Nos encontramos en un punto del reloj; y no podemos quedarnos en nuestro recipiente, pues tenemos millas por recorrer, promesas que mantener. Tenemos ciclos por desplegar, compromisos que cumplir con los Señores de la Llama, con jerarquías, con la humanidad. Y antes de poner a descansar este cuerpo mortal y marcharnos arrastrando esta espiral mortal, debemos cumplir esas promesas; y nos quedan muchas millas por recorrer. La ley del karma La ley del karma, de la perfecta compensación, se halla íntimamente relacionada con la ley de los ciclos. Sabemos con absoluta certeza que si emitimos odio o vibraciones negativas, tarde o temprano el ciclo nos las devolverá, y tendremos que dedicar energía a recalificar nuestra oscura creación. También podemos saber que el impulso que generamos hacia Dios, hacia el bien, hacia el servicio a la voluntad de nuestros semejantes, con infinita precisión, nos vuelve asimismo en ciclos e incrementa nuestra acumulación de luz y nuestro retorno a la integridad. Esto es la ley del karma. Es la matemáticamente previsible ley de los ciclos. Es la manifestación más simple y a la vez profunda de la justicia. En cuanto nos ajustamos de buena gana al ciclo de involución, evolución y ascensión, sabemos que al final de esta ronda veremos en efecto el rostro de Dios. ¿Te imaginas cómo sería si la ley de los ciclos no existiera, si no tuviéramos forma de saber adónde dirigir nuestros esfuerzos para volver a un estado de integridad? Sé tu propio psicólogo Después de estudiar el reloj cósmico en su totalidad, serás capaz de ser tu propio psicólogo, de analizarte y ver cuáles son tus debilidades, dónde tropiezas constantemente, dónde te surgen problemas de continuo. La gráfica de tus ciclos los analizará por ti y te ayudará a saber cómo reconocer un punto débil en particular, cómo ser objetivo con ello, cómo superarlo, cómo ponerlo en la llama. Debes recordar en todo momento que eres el Cristo en el centro de ese círculo. Y el círculo de ese reloj es el de tu conciencia, ya sea que estés manifestando la divinidad de la conciencia de Dios en las líneas de ese reloj, o que vayas a manifestar una perversión de esas líneas en la conciencia humana. Verás muy claramente qué caso concurre. Así que, cuando observes una manifestación negativa, estando en el centro del círculo, di: «No quiero ser esa manifestación. Exijo que sea consumida y que el concepto correcto la reemplace». El sendero de la cristeidad individual Puesto que todo el cosmos se ha erigido sobre el mismo plan, tú tienes la misma autoridad que Dios. Él está en el Sol Central y dirige a las jerarquías solares, las cuales expanden la percepción que tiene de Sus cualidades. Tú eres cocreador con Dios y estás en el centro de tu propio círculo; de ti depende cada minuto del día lo que vayas a manifestar en la periferia del ser. Cuando dicha periferia se torna perfecta, empiezas a pasar las iniciaciones de la cristeidad, luego del Buda, y finalmente la ascensión. Poco después, te descubrirás manifestando tu propio cosmos con jerarquías que emanarán de tu sol central. Ésta es la amplia oportunidad en pro de la evolución con que cuentas si practicas de forma diligente la ciencia del reloj cósmico. Para obtener maestría individual y la comprensión de la cristeidad personal, precisas ejercer potestad sobre la Tierra y sobre los cielos. Éstos son la octava etérica, y ambos, Tierra y cielos forman conjuntamente los planos etérico, mental, astral y físico en los que habitamos. Ejercer potestad significa adquirir maestría sobre lo que denominamos nuestra astrología. Comoquiera que las fuerzas de la astrología son de alguna forma tan poderosas y dominantes, y que tanta gente en este planeta es, hora tras hora y día tras día, instrumento de su astrología personal, tenemos que establecer una pauta de confrontación o correlación. Debemos definir la relaciónde nuestro yo con respecto a nuestra fuente divina, nuestra Presencia YO SOY, y de nuestro yo para con el gran centro de Dios, el Gran Sol Central en el corazón del cosmos. La gráfica de tu Yo Divino La gráfica de tu Yo Divino es un retrato de ti y del Dios que mora en ti. Te muestra esquemáticamente a ti y tu potencial de convertirte en lo que en realidad eres. Ilustra sobre tu anatomía espiritual. La figura superior es tu Presencia «YO SOY», es decir, la Presencia de Dios que ha sido individualizada en cada uno de nosotros. Para expresarlo de otro modo, es tu «YO SOY EL QUE YO SOY» personalizado. Siete esferas concéntricas de energía espiritual que rodean a la Presencia YO SOY configuran lo que se conoce como «el cuerpo causal». Las esferas de energía palpitante contienen el registro de las buenas obras que realizaste desde tu primera encarnación en la Tierra. Son algo así como tu cuenta bancaria cósmica. La figura central de la gráfica representa el «Santo Ser Crístico», que se denomina también el Yo Superior. Puedes considerarlo tu principal ángel de la guarda y tu amigo más íntimo, tu instructor interno y la voz de la conciencia. Así como la Presencia YO SOY es la presencia de Dios individualizada para cada uno de nosotros, el Santo Ser Crístico es la presencia del Cristo Universal individualizada para cada uno de nosotros. «El Cristo» constituye en realidad un título que se da a quienes han obtenido la unidad con el Yo Superior o Yo Crístico. Por eso a Jesús se le llamaba «Jesús, el Cristo». Lo que la gráfica muestra es que cada uno de nosotros tiene un Yo Superior, es decir, un «Cristo interior», y que cada uno de nosotros está destinado a convertirse en uno con el Yo Superior, ya sea que le llamemos el Cristo, el Buda, el Tao o el Atmán. Este «Cristo interior» es lo que los místicos cristianos en ocasiones han denominado «el hombre interno del corazón», y lo que los Upanishad misteriosamente describen como un ser «del tamaño de un pulgar» que «mora en lo profundo del corazón». LA GRÁFICA DE TU YO DIVINO Todos pasamos por momentos en los que sentimos esa conexión con nuestro Yo Superior, y nos volvemos creativos, amorosos, alegres. Pero también hay otros momentos en los que no nos sentimos sincronizados con nuestro Yo Superior, y nos enojamos, nos deprimimos, nos sentimos perdidos. En el sendero espiritual, de lo que se trata es de aprender a mantener la conexión con la parte superior de nosotros de modo que podamos efectuar nuestra mayor contribución a la humanidad. El rayo de luz blanca que desciende desde la Presencia YO SOY, por el Santo Ser Crístico, hasta la figura inferior de la gráfica, es el cordón cristalino (a veces se le llama el cordón de plata). Es el «cordón umbilical», la cuerda de salvamento que te ata al Espíritu. El cordón cristalino nutre asimismo esa llama de Dios, radiante y especial, que se halla oculta en la cámara secreta del corazón. Recibe el nombre de «llama trina», o chispa divina, porque es literalmente una chispa de fuego sagrado que Dios ha transmitido de Su corazón al tuyo. La llama es «trina» puesto que engendra los atributos principales del Espíritu: poder, sabiduría y amor. LA LLAMA TRINA MANIFIESTA LOS ATRIBUTOS PRIMARIOS DEL ESPÍRITU: PODER, LA LLAMA AZUL; SABIDURÍA, LA AMARILLA; Y AMOR, LA LLAMA ROSA Los místicos de las religiones del mundo han establecido contacto con la chispa divina, y la han descrito como la semilla de la divinidad interna. Los budistas, por ejemplo, se refieren al «germen de la budeidad», que existe en todo ser vivo. En la tradición hindú, el Upanishad Katha habla de «la luz del Espíritu», que se esconde en «el alto lugar secreto del corazón» de todos los seres. Del mismo modo, en el siglo XIV, el teólogo y místico cristiano Meister Eckhart instruía sobre la chispa divina cuando afirmaba «la semilla de Dios está dentro de nosotros».2 Al recitar oraciones o mantras, meditamos en la llama que hay en la cámara secreta de nuestro corazón. Esta cámara secreta es tu propia habitación privada para meditar, tu castillo interior, como lo denominó Teresa de Jesús. En la tradición hindú, el devoto visualiza una isla de piedras preciosas en su corazón. Ahí, se ve ante un precioso altar desde el cual, en profunda meditación, venera a su maestro. Jesús habló sobre el hecho de entrar en la cámara secreta del corazón cuando dijo: «mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu padre que está en secreto; y tu padre que ve en lo secreto te recompensará en público».3 La figura inferior de la gráfica de tu Yo Divino te representa a ti, el alma en el sendero espiritual, rodeado o rodeada de llama violeta y de la protectora y blanca luz de Dios. El alma es el potencial vivo de Dios, la parte en ti que es mortal pero que puede volverse inmortal. El propósito de la evolución de tu alma en la Tierra es crecer en automaestría, saldar tu karma y realizar tu misión en la Tierra para que puedas regresar a las dimensiones espirituales que son tu verdadero hogar. Cuando tu alma por fin alce el vuelo y ascienda a Dios, en el cielo, te convertirás en un maestro ascendido, libre de los ciclos de karma y reencarnación. La energía de alta frecuencia que es la llama violeta puede ayudarte a alcanzar más rápidamente esa meta. Comentaremos con más detalle la gráfica de tu Yo Divino en el capítulo 9, «Responsabilidad cósmica». Capítulo 3 Tu reloj cósmico personal Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora: tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado. ECLESIASTÉS 3:1, 2 La esfera de un reloj es el lugar donde plasmamos galaxias, el Gran Sol Central y nuestro propio universo interior. Descubrimos que las líneas de este reloj son posiciones de la conciencia. Son puntos de la conciencia de grandes seres cósmicos. Cada círculo, ovoide o elipse en el universo siguen el mismo ciclo. Comenzando en la línea doce y dando toda la vuelta hasta volver a la misma línea, podemos colocar nuestros días, meses, años, en el reloj y, al determinar las jerarquías del sol que rigen estos planos de conciencia, obtendremos maestría sobre esas esferas. El círculo del infinito Vamos a examinar el reloj cósmico partiendo del núcleo de fuego blanco de nuestra Presencia YO SOY para ver cómo fluyen los ciclos de energía desde el YO SOY EL QUE YO SOY por el tiempo y el espacio. ILUSTRACIÓN 1 EL CÍRCULO DEL INFINITO, EL TODO, EL UNO, EL TODO INDISTINTO, EL NÚCLEO DE FUEGO BLANCO DEL SER, EL CÍRCULO SANTO DEL OM Damos comienzo en el círculo del infinito, que eres tú. Es la integridad de tu conciencia cósmica; es la integridad de Dios. Y ésta, no expresada como tal en el tiempo y el espacio, es fragmentada a fin de que podamos participar de la gracia de la integridad. El principio de la fragmentación es la creación de lenguas partidas de fuego del Dios Padre/Madre, de Alfa y Omega. El todo indiviso pasa a ser la dualidad del T’ai Chi. En el siguiente símbolo encontrarás el impulso del fuego del Espíritu ilustrado en forma de llama blanca. ILUSTRACIÓN 2 EL T’AI CHI LA POLARIDAD DEL TODO MOSTRANDO EL FLUJO DE ENERGÍA DEL ESPÍRITU A LA MATERIA, DE LA MATERIA AL ESPÍRITU El estímulo del Espíritu emitido desde lo que sería la línea doce [situada en la hora doce] se torna, en la línea seis [situada en la hora seis], el fuego de la Materia, el azul. Observamos que ambas llamas en rotación, que forman el círculo del infinito, al moverse más allá de la velocidad de la luz, dando vueltas, crean la polaridad negativa y positiva de un cosmos. Toda la vida pende de las frecuencias de Padre-Madre, del más y el menos. El Espíritu es el impulso del positivo, y la Materia es el retorno del negativo. Hay el empuje positivo y el empuje negativo de la vida. Se mueven accionados por el Dios Padre/Madre. Si, en este círculo, visualizas energía que avanza de las doce a las tres, a las seis, a las nueve, y de nuevo a las doce, se trata de movimiento en el sentidode las agujas del reloj. Así es como surge la creación. Surge a modo de impulso de la energía de Alfa y retorno de Omega. En ello se basa toda la vida. Cuando te acostumbres a este movimiento del Dios Padre/Madre, sentirás las balanzas de la justicia de Libra, de la justicia cósmica, de tu propio karma, de la noche y el día, del movimiento de los planetas, de los ciclos de los sistemas solares, de las galaxias moviéndose alrededor del Sol Central. El flujo de energía de tu Presencia YO SOY a tu chakra del corazón avanza en espiral —siempre en el sentido de las agujas del reloj— moviendo energía desde la Fuente para su realización. Ese movimiento de energía en sí es karma. Tenemos que ampliar nuestra percepción del karma al objeto de abarcar el yin y el yang del flujo del cosmos. Y tenemos que convertirnos en parte de este movimiento del T’ai Chi. Tu reloj cósmico personal surge de este movimiento. La división del círculo Cuando hablamos del círculo nos referimos a la integridad con tu llama gemela, que luego se convierte en el T’ai Chi, los dos en uno. Cada vez que desciende la luz de Dios a la Tierra, se produce la partición de uno en dos, después en cuatro, y más tarde en doce; y todo ello representa ciclos. La vida es una serie de ciclos que se despliegan. En cuanto entendemos la ley de esos ciclos y lo que los rige, en cuanto comprendemos que podemos ser el regulador en la posición del Yo Crístico, podemos determinar el desarrollo de los ciclos, y siempre podemos estar en el lugar correcto en el tiempo y el espacio —y estar allí en todo momento completando el equilibrio de karma y darma que constituye el proyecto original interno. El nacimiento de las llamas gemelas El ígneo ovoide, la integridad de Dios, produce ese punto focal de Alfa y Omega (ilustración 3), el Dios Padre/Madre portando la antorcha de la vida, avanzando para forjar un destino cósmico. ILUSTRACIÓN 3 EL DIOS PADRE/MADRE LA PARTIDA Y LA ENTRADA DE LOS CICLOS DE ALFA Y OMEGA Por tanto, del círculo único que representa el infinito emergen dos mónadas que poseen cada una la polaridad de Alfa y Omega, el más y el menos del Ser, cada una con el mismo patrón electrónico de la vida: llamas gemelas con un destino cósmico. ILUSTRACIÓN 4 EL NACIMIENTO DE LAS LLAMAS GEMELAS De cada una de esas dos mitades, que a su vez ha devenido en un todo, desciende un alma, es decir, el complemento o réplica del Espíritu del Dios vivo. A continuación, el alma desciende a la Materia y es revestida de túnicas de pieles, término alegórico que emplea el Génesis para referirse a los cuatro cuerpos inferiores: cuatro frecuencias para la realización de las cuatro dimensiones del ser, los cuatro cuadrantes del todo (ilustración 5). ILUSTRACIÓN 5 LOS CUATRO ELEMENTOS CORRESPONDIENTES A LOS CUATRO CUERPOS INFERIORES Y LOS CUATRO PLANOS DE LA MATERIA Los cuatro cuerpos inferiores Los cuatro cuerpos inferiores que rodean al alma nos habilitan para experimentar con la alquimia del fuego en el primer cuadrante del círculo, el plano de la memoria, por medio de la frecuencia del blanco; con la alquimia del aire en el segundo cuadrante del círculo, el plano de la mente, por medio de la frecuencia del amarillo; con la alquimia del agua en el tercer cuadrante del círculo, el plano de los sentimientos, por medio de la frecuencia del rosa; y por último con la alquimia de la tierra, el plano del cuerpo físico, por medio de la frecuencia del azul. Así es como venimos arrastrando nubes de gloria. Quienes descendieron a la forma en las primeras razas raíz1 no se recubrieron de la densidad que ahora nos envuelve debido a que su conciencia nunca se adentró en el área de la relatividad, es decir, del velo de energía denominado mal*, que el hombre ha creado con su libre albedrío por medio del mal uso del fuego sagrado. De modo que las llamas gemelas que descendieron de las de la Presencia YO SOY en las primeras razas raíz ascendieron de vuelta a ese núcleo ardiente sin siquiera haber desarrollado lo que vamos a esquematizar más adelante, conocido como el cinturón electrónico, esto es, la acumulación de energía de Dios mal calificada que se ha acopiado en el subconsciente. Fuego, aire, agua, tierra Los antiguos alquimistas designaban estas cuatro frecuencias del ser con los términos fuego, aire, agua y tierra. Un químico o físico moderno tildaría dichos términos de obsoletos. Ello se debe a que los plantearían conforme a la interpretación de la división de la Materia, según el alquimista, en cuatro partes. Pero éste no aludía a ello. El alquimista estaba definiendo frecuencias, planos de conciencia: dividía norte, sur, este y oeste, los cuatro lados de la Ciudad Cuadrangular, los cuatro lados de la pirámide de la vida y los cuatro cuerpos inferiores del hombre. Los alquimistas eran iniciados de la Gran Hermandad Blanca*, mas no permitían que sus iniciaciones se conocieran. Los cuatro cuadrantes de la Materia nos aportan claves para la automaestría y para el flujo de energía. Nuestros siete chakras se relacionan con estos cuatro cuadrantes. Cada uno de los chakras tiene por misión emitir una cierta energía de la conciencia de Dios hacia un plano determinado. Es preciso que nos acostumbremos a sentir o percibir a Dios en estos términos. Debemos utilizarlos con el fin de referirlos a coordenadas externas de la sustancia de fuego, aire, agua y tierra; y tenemos que emplear nuestra experiencia con estas manifestaciones externas a fin de relacionarlas con la experiencia interna en la manifestación interna. Por tanto, podemos utilizar el fuego físico para relacionarlo en nuestro subconsciente con fuego espiritual, con la matriz espiritual del fuego, con el fuego sagrado. Es necesario que sintamos cómo el fuego físico se traslada, y cuando ello ocurre, nos transportamos de la esfera de la Materia a la del Espíritu. Lo mismo cabe atribuir al aire: aire relacionado con la mente, con la cualidad etérea del pensamiento que se desplaza como el viento. Nos referimos al Espíritu Santo como viento que «sopla donde va». De modo que partimos de nuestra sensación en el aire y en el viento y nos trasladamos a Dios como Espíritu en movimiento. A renglón seguido, gracias a nuestros sentidos internos del alma, empezamos a experimentar una nueva dimensión, una nueva vibración de Dios correspondiente a ese elemento aire. También experimentamos con el agua. La tocamos. Es una sustancia que fluye. Requiere de una matriz para tener forma. De ahí que nos refiramos al flujo de la Madre, porque ésta tiene potestad sobre el mar y se simboliza con el agua y el gran poder del movimiento de las aguas. A partir de lo que experimentamos con la alegría y el movimiento del agua, llegamos a conocer a Dios en la medida en que Sus sentimientos fluyen en el reino del Espíritu. Así es como podemos valernos de la naturaleza a modo de foco de meditación, a modo de punto de despegue desde el que nuestra alma se desliza, por así decir, hacia las dimensiones del Espíritu. Por último, el elemento tierra en sí nos proporciona una sensación de sedimento sólido de la Realidad, una sensación de elevado foco de Dios en el Gran Sol Central, una sensación de tierra que no es la que sostenemos en las manos sino la solidez de la conciencia de Dios. Cuatro aspectos de Dios: Padre, Hijo, Madre, Espíritu Santo A la hora de experimentar los patrones de estos cuatro elementos, los relacionamos con los cuatro aspectos de Dios, que definimos como Padre, Hijo, Madre y Espíritu Santo. Interpretamos el significado de Dios, Padre, cual fuego, cual ígneas dispensaciones de la Ley, la ígnea disciplina de la Ley y el restallido del látigo de la conciencia cósmica. Interpretamos el significado del Hijo, el Verbo, en calidad de comunicación del Padre, el Logos, el entendimiento, la sabiduría. Recordamos la mente de Cristo, cuyas parábolas nos enseñan el significado del Logos interno. Por ende, la llameante conciencia de Hijo (Sol) de nuestro propio Yo Crístico la relacionamos con la mente, y a ésta, conel elemento aire. Con los dedos de la mente empezamos a tocar, a mover, a sentir y luego a convertirnos, porque hemos sentido. ILUSTRACIÓN 6 CUATRO ASPECTOS DE DIOS La Madre, así, es el gran amor, el amor del agua y el movimiento del agua. Del agua surge toda la vida y del vientre de la Madre surge toda la vida. Eso es lo que nos consta debemos encarnar en nuestro cuerpo emocional. Sentimos a Dios en forma de Madre a través de cada sentimiento puro. En último lugar, Dios en forma de Espíritu Santo es la fusión de Padre, Madre e Hijo, la fusión de la luz de la conciencia cósmica para generar acción; significa colmar el templo con el aliento de la vida. Si alguna vez has visto a un niño nacer y has observado ese cuerpo blanco tornarse rosado a partir del corazón, al infundírsele el aliento de la vida y en cuanto el Espíritu Santo prende en él la llama trina, has experimentado la maravilla del Espíritu Santo, y has percibido cómo éste infunde vida a toda la Materia. Así pues, ya comprendes el significado de la Materia, del plano físico y de Dios en la faceta de Espíritu Santo, recordando en todo momento que la energía es movimiento. La energía recorre ciclos en la dirección de las agujas del reloj, moviéndose y prosiguiendo ese movimiento de manera que nada permanece estático. El giro de la rueda de la Ley es el Padre convirtiéndose en Hijo, el Hijo convirtiéndose en Madre, ella convirtiéndose en Espíritu Santo y éste convirtiéndose en Padre. Y ese movimiento, más rápido que la velocidad de la luz, es la conciencia cósmica girando. El Dios en quien pensamos es el mismo ayer, hoy y por siempre. Lo que es igual son las coordenadas de la realidad, mas el Dios al que conocemos es un fuego consumidor2, es un Dios que continuamente está trascendiéndose, así como el cosmos está de continuo expandiéndose. Este Dios, el cual está experimentándose a Sí mismo en ti en este instante, está expandiendo Su propia conciencia de Sí mismo; y tú estás aumentando tu percepción de la individualidad a través del Padre, la Madre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esos cuadrantes forman la cruz cósmica de fuego blanco que eres, de la que pende todo tu karma, en la que se lleva a cabo tu darma. Es energía en movimiento, continuamente en movimiento. El fuego se torna aire. El aire se torna agua. El agua se torna tierra. Si reflexionas en este pensamiento, verás que desafía a la razón humana. ¿Te imaginas el fuego tornándose de repente aire? ¿El aire volviéndose súbitamente agua? ¿El agua convirtiéndose de pronto en tierra? Sin embargo, en la conciencia de Dios, el perpetuo movimiento de los elementos es esta vida que se torna Vida: la Vida con el principio motivador de la expansión. ¿Por qué creación? Para que Dios pueda expandir la conciencia del Ser en la creación. Luego Dios retira la creación para Sí, la asimila y comienza otra vuelta, otro manvantara. ILUSTRACIÓN 7 EL FLUJO DE ENERGÍA EN LA EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA CÓSMICA Cuatro personalidades de Dios Saint Germain comenta estos cuatro aspectos de Dios en Estudios sobre alquimia. Se refiere a Dios Padre como una Impersonalidad impersonal; a Dios el Hijo, como una Personalidad impersonal; a Dios Madre, como una Personalidad personal; y al Espíritu Santo, como a una Impersonalidad personal3. En cuanto somos capaces de sentir y ser esos aspectos de Dios, le conocemos con una integridad que jamás antes habíamos percibido (ilustración 8). ¿Qué es una Impersonalidad impersonal? Es una Ley. Es un principio. Es Espíritu. Por ello está escrito: «Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren»4. Pero no tenemos que relegar a Dios a Espíritu, a Impersonalidad impersonal, ya que Él no se relegó como tal. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros [...] y vimos su gloria5. La única forma en que puedes contemplar a un Dios impersonal es si Él personifica un aspecto de Sí mismo. Así pues, en los seres crísticos y en los hijos e hijas de Dios hallamos revelada una personalidad que sin embargo es impersonal. El Cristo es una personalidad, un personaje, alguien a quien cabe conocer, pero que es impersonal hasta el punto de dispensar las leyes de un cosmos equitativamente entre las multitudes, entre sus seguidores. Él enseña la Ley. No se inmiscuye en relaciones humanas o lazos familiares. Él se queda como instructor: impersonal pero a la vez personal. A continuación, Dios entra en el corazón de la Madre en la Materia, de modo que experimentamos a Dios como Madre, la más personal de las personas que jamás conoceremos, la relación más íntima que jamás tendremos: la Madre y el niño. Conseguimos conocer a Dios en el sentido más íntimo y cercano de esa Madre siempre presente, esa llama de amor omnipresente, muy personal. La cara que siempre podremos ver es la de nuestra madre. En la línea del Espíritu Santo, Dios pasa a ser una Impersonalidad personal, justo lo contrario de la Personalidad impersonal. Ese polo opuesto se manifiesta en la frecuencia, en la vibración. El Espíritu Santo constituye una ayuda muy presente, si bien invisible. Es el Consolador, que llega cuando el avatar asciende, que nos enseña todas las cosas. Prácticamente podemos tocar al Espíritu Santo, pero no del todo. Conversamos con él. Sentimos esa presencia cada vez que respiramos, y no obstante es el ser invisible. Es la Impersonalidad personal. Cuando meditamos en esas palabras establecemos un contacto más íntimo con Dios y una mayor capacidad para definir nuestro propio reloj interno. De modo que los cuatro planos correspondientes a nuestros cuatro cuerpos inferiores —o los cuatro cuerpos inferiores de la Tierra, de Marte, de Venus o de Júpiter— revelan el mismo principio de la vida que se convierte en Vida de acuerdo a los cuatro cuadrantes del ser. Por tanto, de los dos, del yin y el yang, surgen los cuatro; de manera que ese Espíritu y Materia se erigen en los cuatro cuadrantes de la conciencia. Los cuatro planos de la existencia se encuentran en la esfera del Espíritu y en la de la Materia. Si las colocamos una al lado de la otra, obtendremos un dibujo correspondiente a la figura del ocho (ilustración 9). ILUSTRACIÓN 8 LA NATURALEZA ALQUÍMICA DE LA CONCIENCIA DE DIOS La trinidad en los cuatro cuadrantes Tras haber experimentado las cuatro frecuencias del ser plasmadas en los cuatro cuadrantes del reloj, estudiaremos ahora la trinidad de la manifestación dentro de cada cuadrante. Las frecuencias se tornan más articuladas, más definidas. Nuestro reloj cósmico dividido en cuatro cuadrantes pasa a ser de doce; y cada uno de ellos constituye una llama trina. Pasar del todo a la mitad, a cuatro y a doce es simplemente un desglose posterior de la individualización de la llama divina (ilustración 10). La llama trina de la vida arde en el interior de cada uno de los cuatro cuerpos inferiores, en cada lado de la pirámide de la vida. La Trinidad se cumple en cada aspecto de Dios: el rayo azul del Padre, el amarillo del Hijo y el rosa del Espíritu Santo. ILUSTRACIÓN 9 CUATRO FRECUENCIAS DEL SER EN ESPÍRITU Y MATERIA EL FLUJO DE LA FIGURA DEL OCHO «COMO ES ARRIBA ES ABAJO» Éstos son los aspectos masculinos de Dios, que se hacen realidad en la llama de la Madre, la cual siempre es el núcleo de fuego blanco del ser, el chakra blanco, la luz blanca de la pureza, que prende y dota de significado a Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es la Madre quien nos instruye acerca de quién es el Padre. Es la Madre quien da a luz al Hijo. Es la Madre la novia del Espíritu Santo. Al añadir el principio femenino, el masculino es acelerado en la Materia, y con ello vemos a Dios cara a cara. Este gráfico muestra que en cada lado de la pirámide —en cada uno de los cuatro cuerpos inferiores— debemos equilibrar la llama trina. Debemos equilibrar la expresión de la llama trina porque ésta se desarrolla conforme a lo que expresemos de estos atributos. A causa del velo de energía, o lo que denominamos efluvios, alojados en cada cuerpo inferior, la llama trina no siemprebrilla con el mismo equilibrio en la memoria, la mente, los sentimientos y el cuerpo físico. Todos tenemos nuestros puntos fuertes. Algunos destacamos mentalmente. Otros tienen un cuerpo etérico sólido (el cuerpo de fuego, el ígneo proyecto original). Hay quienes poseen un corazón y sentimientos predominantes, y otros cuentan con una óptima salud y flujo de energía en el cuerpo físico. Los cuatro cuerpos inferiores deben ser perfeccionados como vehículos del fuego sagrado, de la llama trina en el corazón. Los obstáculos que bloquean el flujo del fuego sagrado en estos cuatro cuerpos también obstruyen el flujo de luz por los chakras. Por tanto, el reloj cósmico es un medio de ilustrar el dominio sobre éstos (ilustración 16), así como la transmutación de karma y el trazado de las iniciaciones diarias. ILUSTRACIÓN 10 EL EQUILIBRIO DE LA LLAMA TRINA EN LOS CUATRO CUADRANTES DEL SER Las cualidades divinas de las doce líneas Cada línea de este reloj designa una frecuencia, una vibración (ilustración 11). Esa energía emana del Sol Central, baja a las jerarquías del cosmos y luego a las de la Tierra. Es emitida a la Tierra. Llega a la atmósfera, a los cuatro cuerpos inferiores del planeta y a continuación es asimilada. Denominamos a las doce divisiones principales de la conciencia de Dios y a los seres que las encarnan las doce jerarquías solares o las doce jerarquías del sol. Las reconocemos por los nombres de los doce signos del zodíaco (ilustración 12). No es excesivamente importante si en realidad éstos son o no los nombres de tales jerarquías; se trata del patrón vibratorio por el que las conocemos en nuestra octava y nos complace emplear esos nombres. ILUSTRACIÓN 11 LA CONCIENCIA DIVINA O LOS ATRIBUTOS DIVINOS DE LAS LÍNEAS DEL RELOJ Las doce jerarquías solares Observarás que las jerarquías cósmicas se han dispuesto sobre la gráfica siguiendo la dirección de las agujas del reloj, comenzando por la línea de las doce con la jerarquía de Capricornio. Se trata de una jerarquía que emite las energías en forma de luz —la luz fohática— del poder divino por medio de la constelación (la configuración de estrellas) que vemos y llamamos Capricornio. Utilizamos estos nombres no porque realmente creamos que esas jerarquías son esas constelaciones. Como sabemos, las estrellas que hay en las constelaciones puede que ni tan sólo estén cerca unas de otras, sino que aparecen agrupadas, vistas desde la Tierra. Con todo, los impresionantes seres cósmicos que conforman estas jerarquías, cuya conciencia se extiende más allá de mundos y más mundos, se concentran en la formación de las estrellas que llevan dichos nombres. Las estrellas no son la jerarquía; los seres que configuran la jerarquía simplemente se valen de éstas y de otras estrellas para emitir su energía. Algunas personas sostienen que, según la astrología del mundo, estas agrupaciones de estrellas están cambiando porque el eje de la Tierra se está desplazando y porque las propias estrellas se están moviendo. De todos modos, no tiene nada que ver con la astrología divina, la cual no se basa en las estrellas sino en las jerarquías que encarnan las estrellas y que concentran un determinado aspecto de la conciencia del Creador. Las mencionadas formaciones de estrellas son sólo una manifestación tangible de las doce jerarquías solares. Existen focos menores de estas doce jerarquías alrededor de cada sol y de cada estrella. Tu cuerpo causal posee un punto focal para la emisión de energía de las jerarquías, y tus cuatro cuerpos inferiores son capaces de emitir esa energía si transmutas todos los obstáculos a ese flujo. En el reloj, la jerarquía de Capricornio se halla en la línea doce; la jerarquía de Acuario, en la uno; la de Piscis, en la dos; la de Aries, en la tres; la de Tauro, en la cuatro; la de Géminis, en la cinco; la de Cáncer, en la seis; la de Leo, en la siete; la de Virgo, en la ocho; la de Libra, en la nueve; la de Escorpión, en la diez y la de Sagitario, en la once. Ése es el orden en que la conciencia de Dios las emite. Estamos destinados a convertirnos en este reloj de sol, en este reloj cósmico. Estamos destinados a crear la espiral dentro del corazón, a emitir la espiral que forma el reloj, a devenir en ese molinillo que da vueltas en el tiempo y el espacio, transmitiendo a los planos de la Materia todas estas frecuencias en la medida exacta, en las cadencias del latido cósmico. ¡Esto es el flujo cósmico! Está fluyendo ahora, en este mismo instante, desde tu cuerpo causal. Sin embargo, mediocres recipientes del flujo somos nosotros a menos que tengamos esa armonización llamada conciencia cósmica. ILUSTRACIÓN 12 LAS DOCE JERARQUÍAS SOLARES CONCENTRAN LA MAESTRÍA DE LA TRINIDAD EN LOS CUATRO CUADRANTES DEL SER Tu signo solar Según sea el día en que encarnaste, dices «yo soy Tauro» o «yo soy Virgo» o el que sea tu signo. Eso significa que naciste en un período en el que la jerarquía de Tauro o Virgo o tu propio signo era la jerarquía predominante que emitía energía en forma de luz a la Tierra. Será bajo esa jerarquía que servirás en esta encarnación a fin de recibir las disciplinas de los cuatro aspectos del Ser de Dios: Padre, Hijo, Madre y Espíritu Santo. Las iniciaciones bajo las doce jerarquías del sol que más precisas pasar en esta vida llegan con la jerarquía de tu signo al nacer. El atributo de ese signo es algo parecido a un tinte depositado en un vaso de agua: colorea todo el vaso. Así que las demás pruebas deben considerarse con relación a ese signo. Quizá descubras que los momentos de mayor logro se encuentran en ese signo, de modo que en cuanto te aproximes al portal de esa jerarquía, llevarás contigo un logro progresivo. Puede que también poseas logro en otros signos, tal como indica la presencia de ciertos planetas en los signos plasmados en tu carta astrológica natal. La razón por la cual nacemos en un signo concreto es asimismo para obtener maestría. Si naciste cuando el sol estaba en Acuario, la misión en tu vida es desarrollar el poder del amor divino para el planeta, con miras a alcanzar la victoria de la era de Acuario. También constituye tu misión transmutar lo que se oponga a ese amor. Ésa es la llave de tu conciencia crística. No habrías nacido bajo esa jerarquía solar si no hubiera sido el momento de que pasaras por esa iniciación. Por encima de todo, no deberías perderte esa prueba. Es la prueba decisiva de toda tu vida. Es la estrella que tu corona requiere, y no debes permitir que ningún hombre tome tu corona. Pase lo que pase, no toleres ninguna interferencia a la amplificación de la cualidad divina de tu signo solar. Las personas que nacen en la cúspide, justo allí donde el signo está cambiando, reciben idéntica influencia de ambos signos. Por tanto, tienen la oportunidad de dominar las circunstancias de las dos jerarquías y de servir en ellas. El signo ascendente y el signo lunar En esta vida vas a pasar también por las pruebas de la jerarquía de tu signo ascendente, que es el signo astrológico situado en el horizonte en el momento de tu nacimiento, y además, por las de la jerarquía en la posición de la Luna cuando naciste. En términos generales, puede afirmarse que el signo solar rige tu conciencia divina, el signo ascendente rige tu conciencia crística y el signo lunar sería la conciencia del alma, que es tu personalidad externa. El signo solar es la pauta de tu destino, la pauta de tu plan divino, la conciencia globalmente dominante en el individuo. Si éste se alinea con el yo divino, se manifestará el aspecto divino del Sol. Si lo hace con el yo humano, es decir, la naturaleza inferior, lo que en cambio se manifestará será el aspecto inferior del signo, o una combinación de ambos. En las personas que no están empeñadas en conseguir la conciencia divina, la conciencia crística y la conciencia solar, observarás que la personalidad externa sigue el signo lunar en sus aspectos negativos. Una vez que el individuo transmuta la parte inferior de su cinturón electrónico, colocala Luna bajo sus pies —el signo lunar bajo sus pies— de modo que exterioriza los aspectos positivos de ese signo. El ciclo de los años de tu vida El siguiente ciclo al que hay que prestar atención es al de los años de tu vida. Dibuja un círculo y divídelo en doce. Hallarás tu edad en el reloj situando tu nacimiento en la línea doce, el primer año en la línea uno y así sucesivamente en el reloj hasta que llegues a la edad que tienes actualmente. Cada año de tu vida, desde un cumpleaños hasta el siguiente, este ciclo completo de doce meses está regido por la jerarquía de esa línea, y cada año avanzas una línea. Por ejemplo, si tienes treinta y seis años, estás en la línea doce de Capricornio durante todo un año. Si tienes doce, veinticuatro, cuarenta y ocho, sesenta o setenta y dos, también estás en la línea de Capricornio todo el año. A lo largo de ese año contarás asimismo con las oportunidades que recibe el planeta. Todo el mundo tiene en común los ciclos del planeta. A ello se añade que en ese año recorrerás las doce jerarquías mes a mes en tu reloj individual. ILUSTRACIÓN 13 LOS AÑOS DE LA VIDA EN EL RELOJ CÓSMICO Te invito a que hagas un esquema general de la historia de tu vida, de lo que recuerdes como los acontecimientos más relevantes, tanto positivos como negativos, y que los coloques en el reloj. ¿Qué sucedió cuando tenías dos, cinco o diez años? Tal vez te venga a la memoria algo muy importante. Si se trata de un suceso destacable, anótalo como un ciclo decisivo en tu destino cósmico. Sácale el máximo partido. Aumenta ese impulso de energía invocando a la jerarquía de ese signo a fin de que purifique y perfeccione ese suceso en tu vida. Si no fue bueno, si es un registro negativo, pide a la llama violeta que lo consuma en la jerarquía en la que ocurrió y bajo el maestro ascendido que sirve en esa línea. La llama violeta es la energía divina de la transmutación, palabra que significa cambio. Puedes cambiar los átomos y electrones de tus cuatro cuerpos inferiores, limpiar los registros de esas pruebas que no has superado en el pasado y estar listo con una nueva y limpia página en blanco. Si lo haces, notarás que la prueba se vuelve más fácil, puesto que estarás preparado para apoderarte de esa energía y dar la bienvenida al iniciador de tu ciclo. (Véase el capítulo 8 para más información acerca de la llama violeta.) El ciclo de los meses Hemos explicado el modo en que el reloj se despliega año tras año desde el nacimiento. En este apartado vamos a tratar cómo ello ocurre mes a mes, esto es, el reloj de los meses del año. Trataremos en la gráfica un año en tu vida, cualquier año. Dibuja un círculo, que representará un año. Divídelo en doce meses. El primer día en el dibujo es el de tu cumpleaños. Coloca el día y mes de tu cumpleaños en la línea doce. Tu año empieza ese día. El día del año nuevo podría ser el comienzo del año para el planeta, pero en lo concerniente a ti, a tu propio microcosmos, tu año se inicia en ese día concreto. Coloca en la línea uno el mismo día del mes siguiente. A continuación, prosigue del mismo modo en el reloj completando las líneas restantes. Pongamos por caso que tu cumpleaños es el 5 de junio: escribe 5 de junio en la línea doce; 5 de julio, en la línea uno; 5 de agosto, en la línea dos, y así sucesivamente. Ello te ilustrará, mes a mes, sobre las iniciaciones que corresponden a las doce jerarquías del sol. El día de tu cumpleaños es el día en que empiezas tus iniciaciones bajo la jerarquía de Capricornio, la línea doce. Tres meses más tarde (en el ejemplo anterior, el 5 de septiembre), en la línea tres, serás iniciado en la jerarquía de Aries, y durante un mes pasarás por las iniciaciones de control divino. Es la prueba del ego divino contrapuesto al ego humano, la oportunidad de transmutar el ego humano y desarrollar el ego divino, que es tu propio Yo real, el Yo Crístico que representa a la Presencia YO SOY. Esta prueba llega bajo la jerarquía de Aries. ILUSTRACIÓN 14 GRÁFICA DE LOS MESES (ESTE EJEMPLO ES VÁLIDO PARA UNA PERSONA NACIDA UN 5 DE JUNIO) Seis meses después de tu cumpleaños (en el caso citado, el 5 de diciembre), pasarás por la prueba de la jerarquía de Cáncer, la prueba de la llama de la Madre, la prueba de tu armonía; y la del flujo de agua en las emociones. Nueve meses después de tu cumpleaños (el 5 de marzo en el mismo ejemplo), toparás en la línea nueve con la prueba de la jerarquía de Libra: la prueba del Espíritu Santo, la prueba de la Realidad, la oportunidad de demostrar lo que es Real y de transmutar toda forma de karma de irrealidad que te sobrevenga a fin de ser transportado a la llama para que lo transmutes. Así pues, cada año de tu vida estás en la línea de la jerarquía para ese año según la edad que tengas. Y en el transcurso de ese año recorrerás las doce jerarquías mes a mes. Por ejemplo, si tienes veintiséis años, te encuentras en la línea dos de Piscis ese año; mas el día de tu cumpleaños, empezarás el primer mes del año en la jerarquía de Capricornio. (Recuerda que todos los ciclos se inician en Capricornio.) Es algo así como dos indicadores de un contador que mide la electricidad: uno sirve para el ciclo anual y el otro, para el mensual. Cuando estás en el mes de Capricornio puedes prever que desde tu cuerpo causal descenderá el logro que posees en poder divino. Posees poder divino en esa gran esfera de luz, el Sol detrás del sol. Es el hábito que acumulaste en anteriores iniciaciones, bajo esa jerarquía. Cuentas con hábitos acumulados de amor divino, maestría divina, control divino, etc. Al llegar ese mes, se produce algo parecido a la apertura de la puerta del cuerpo causal. La luz de tu buen karma desciende. Al mismo tiempo, el karma negativo en esa misma línea desembarca del cinturón electrónico. De ahí que cada mes de tu vida puedas prever con exactitud qué clase de energía de tu karma personal emergerá para ser transmutada. Así pues, en el primer mes de tu año afrontarás todos los registros de abuso del poder divino, que identificamos como crítica, condenación y juicio. Bregarás con el karma de situaciones en las que has utilizado mal los chakras condenando a otros ámbitos de la vida o a ti mismo, abusando con ello del poder divino, de modo que careces de él para los fines positivos que entraña la afirmación del bien divino. A lo largo de ese mes con frecuencia sentirás crítica dirigida contra ti y a ti dirigiéndola contra otros. Si no estás alerta, simplemente te dejarás arrastrar, dejando que se cumplan tus ciclos kármicos. Si sabes de qué va el asunto, lo envolverás con la llama violeta y transmutarás ese hábito de energía negativa transformándola en la manifestación positiva de poder divino. Pruebas de los tríos y las polaridades Éste es tu reloj cósmico personal. Existen en él otras fases. Se puede desglosar todavía más. Hay otros aspectos en él de los que podemos aprender, tales como los tríos y la polaridad de los signos. Por ejemplo, cuando pasas por una prueba en Aries, debes recordar que habrá pruebas encadenadas de Libra, toda vez que se trata del opuesto, la polaridad de Aries en el reloj; así que sé consciente de esta prueba. Simultáneamente, se produce la prueba en el trío de fuego ya que Aries es un signo de fuego. El triángulo, el trío principal de las pruebas en el mes o año de Aries, llega en las líneas tres, siete y once que son, respectivamente, los signos de fuego de Aries, Leo y Sagitario (ilustración 15). Forman una llama trina, como puedes apreciar por los colores en la ilustración 12. Aries es el signo azul de fuego; Leo, el signo rosa de fuego y Sagitario, el signo amarillo de fuego, conforme a la disposición de la llama trina. Los signos de agua —Piscis, Cáncer y Escorpión— forman un grupo en las líneas dos, seis y diez. La dos es el amarillo, la seis es el azul y la diez es el rosa. Ésta es tu llama trina en cuanto a obtener la maestría en las jerarquías de agua. Si te encuentras en un año Escorpión, tendrás asimismo pruebas relativas a sustanciade Piscis y Cáncer, ya que ése es el trío principal de tus pruebas, encaminadas a equilibrar ese triángulo así como la llama trina. La maestría que hayamos obtenido en estas tres jerarquías nos delatará a la hora de equilibrar nuestro cuerpo emocional, que es el tercer cuadrante del reloj. El trío de aire lo configuran Acuario, Géminis y Libra. Estas jerarquías nos enseñan la maestría de amor divino, sabiduría divina y realidad divina. Las jerarquías de Capricornio, Tauro y Virgo nos enseñan la maestría del elemento tierra en el cuadrante físico. Y lo hacen por medio de las energías de poder divino, obediencia divina y justicia divina. Encaramos las pruebas de estos signos no sólo de acuerdo con nuestros ciclos personales del reloj y los ciclos del Sol y la Luna, sino también cuando se da la circunstancia de que los planetas están en estos signos. Estas configuraciones emiten tales energías porque al igual que nosotros a nivel individual tenemos una acumulación de energía negativa, cada uno de esos planetas posee a su vez energía negativa acopiada que es el subconsciente de toda la oleada de vida de quienes han evolucionado en ese planeta. (Aun sin existir actualmente pruebas de vida física en un planeta, puede que haya habido vida allí en el pasado, o que esa vida esté evolucionando en otras dimensiones. En cualquier caso, el registro de la conciencia crea un campo energético y un magnetismo susceptible de interpretarse en astrología.) ILUSTRACIÓN 15 TRIÁNGULOS DE LAS INICIACIONES EN LOS CUATRO ELEMENTOS Por consiguiente, cada planeta cuenta con una frecuencia de su propia sustancia no transmutada, de sus evoluciones colectivas, así como la frecuencia de su cuerpo causal por el bien que se ha exteriorizado en grupo, es decir, las buenas obras de todas sus evoluciones. La combinación de ambas —influencias favorables y no favorables— configura la identidad del planeta. Cuando decimos el nombre de un planeta, sentimos una cierta personalidad, una vibración, una conciencia, como nos ocurre cuando hablamos de algún amigo o individuo. ILUSTRACIÓN 16 LOS CHAKRAS Y LAS LÍNEAS DEL RELOJ LAS DOCE LÍNEAS DEL RELOJ SE RELACIONAN CON LOS SIETE CHAKRAS PRINCIPALES EN EL CUERPO HUMANO. LAS INICIACIONES DE LAS LÍNEAS PUEDEN TAMBIÉN INTERPRETARSE Y TRAZAR A MODO DE INICIACIONES DE LOS CHAKRAS CORRESPONDIENTES. LA VICTORIA DEL CORAZÓN SE ALCANZA POR MEDIO DE LA MAESTRÍA SOBRE LAS LÍNEAS TRES Y NUEVE, EL CHAKRA DE LA CORONILLA SE HALLA EN LA LÍNEA DOCE Y EL DE LA BASE, EN LA SEIS. ÉSTOS SON LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES. EL CHAKRA DEL TERCER OJO SE CONTROLA DESDE EL EJE DIEZ-CUATRO DE LA VISIÓN DIVINA Y LA OBEDIENCIA DIVINA; EL PLEXO SOLAR ESTÁ EN LA DOS-OCHO; LA SEDE DEL ALMA, EN LA UNO-SIETE; Y EL DE LA GARGANTA, EN LA CINCO-ONCE. Capítulo 4 La jerarquía El orden es la primera ley del cielo EL MORYA El orden es la primera ley del cielo y se manifiesta en la emisión de luz desde el Gran Sol Central partiendo de las coordenadas de la jerarquía hasta llegar al lugar que ocupamos en el tiempo y el espacio. Decimos que Dios está en todas partes, pero ¿qué es lo que está en todas partes? Es la energía de Dios lo que se encuentra por doquier: la energía de Dios, que es el Espíritu Santo. Y éste, es decir, dicha energía, le corresponde al hombre utilizarla a voluntad. De modo que, allí donde el hombre haya elegido desarrollar el bien divino, habrá una mayor concentración de Espíritu y de luz. Cuando pensamos en la inmensidad del universo, nos percatamos de que ha de haber algún lugar donde exista mucha más concentración de Dios de cuanto jamás hayamos visto o conocido en esta Tierra. Denominamos a ese lugar el Gran Sol Central. Que semejante término no te turbe... Le atribuimos dicho nombre porque es un centro vibrante, contiene la mayor concentración de energía de Dios, el poder del Espíritu, en el cosmos. No es un sol físico sino espiritual. Ahora bien, si alguien te dejara caer en ese centro del Ser de Dios, ¿qué te sucedería? Te consumiría. ¿Por qué? Porque serías totalmente diferente a él. Tú eres imperfecto; y ese centro es perfección. Por ello figura escrito en el Antiguo Testamento que ningún hombre puede ver a Dios y seguir viviendo1. No puedes ver a Dios y seguir viviendo cual hombre. Debes convertirte en Dios. Si todavía no lo has hecho, en cuanto entres en su Presencia llameante, te disolverás. Por ese motivo existe separación entre el cielo y la tierra. No se permite que la tierra contamine el cielo, de manera que no se permite a las personas que evolucionan en la Tierra adentrarse en las alturas del cosmos. Dios quiere que tengas la energía que hay en el Sol Central. ¿Cómo te la va a hacer llegar si resulta que vas a ser consumido en cuanto establezcas contacto con ella? De ahí que exista la jerarquía. Partiendo del corazón del Gran Sol Central, la jerarquía se manifiesta a modo de reducción de las energías de Alfa y Omega, del OM sagrado, del YO SOY EL QUE YO SOY que constituye el ígneo punto focal para la creación entera, para todo el cosmos. Alfa y Omega son seres ascendidos que representan y concentran al Dios Padre/Madre en el Gran Sol Central. Se erigen en la más elevada expresión de las llamas gemelas que conozcamos, y nos referimos a ellos como Dios Padre/Madre: Juan el Amado los denominó «el principio y el fin». De hecho, fue Alfa quien dijo «YO SOY Alfa y Omega, el principio y el fin».2 La energía se personifica Las doce horas del reloj representan doce aspectos de la conciencia de Dios. Estas frecuencias o vibraciones constituyen el necesario descenso en espiral de la energía desde el mundo del Espíritu hasta la Materia. Cualquier cosa que sea precipitada, debe partir de la línea doce y dar la vuelta hasta finalizar en las doce. A medida que va avanzando de una línea a la siguiente, recorre distintos patrones vibratorios de la conciencia divina. Dondequiera que haya una vibración, habrá una individualidad encarnando esa vibración. Ésta es la esencia de la creación del hombre. Dios se manifiesta a través de él, y cada aspecto de la conciencia de Dios debe exteriorizarse por medio de una manifestación diversa de Sí mismo o bien de una colectiva, la cual se traducirá en una jerarquía de seres. Si entiendes ese principio sabrás que para cada idea, para cada color, para cada vibración, existe un ser o una conciencia que debe encarnarlos a fin de sostenerlos, ya que no hay nada que se sostenga a sí mismo. En la jerarquía cósmica se encuentran seres que han evolucionado con esas frecuencias y quienes han alcanzado logro cósmico, a los que Dios ha encargado que mantengan el patrón de esa frecuencia para todo el cosmos. Seres cósmicos y las doce jerarquías solares Procedentes del Gran Sol Central, determinados seres que se han ganado el derecho gracias a la concentración de energía, de conciencia, de precipitación de Dios, reducen esta emisión de fuego sagrado a favor de las evoluciones inferiores que no han superado las iniciaciones requeridas para contener tal manifestación concentrada de luz. En cada jerarquía hay millones de seres cósmicos. Los Elohim y los seres cósmicos portan la mayor concentración, la más elevada vibración de luz que podamos comprender en nuestro estado evolutivo. El término ser cósmico designa un título, no sólo una descripción. Un ser cósmico es aquél que es consciente del Ser cual cosmos, y que es capaz de encarnar un cosmos y de percibir campos energéticos, así como el control de aquéllos que son inmensos, los cuales rebasan siquiera nuestra comprensión. El término significa sencillamente que su percepción de la llama divina es capaz de aproximarse a ciertas cantidades de conciencia cósmica, lo más elevado que cabe contener. En torno a Alfa y Omega se hallan seres cósmicos y las doce jerarquías solares. Todos los ciclos se originan en Capricornio, y dan comienzo en el cuerpo etérico bajo las jerarquías de Capricornio, Acuario y Piscis. Los hombres no son conscientes de las emanaciones del plano etérico debido a que estas energías
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