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PIA Análisis IMAGEN MODERNA - Cri no Shokan (3)

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN
LICENCIATURA EN LENGUAJE Y PRODUCCIÓN AUDIOVISUAL
Análisis de la imagen Moderna
Producto Integrador de Aprendizaje:
Análisis de la Imagen Futurista en Akira de Katsuhiro Otomo y la crítica Estética que determinan e influencian el Futurismo del siglo XX.
Maestra: María de Lourdes Ávila Cantú
Nombre: Cristopher Gelacio Camacho Castaño.
No. Matrícula: 1581755.
Grupo: 306. 		
Introducción:
Se conoció como futurismo a una de las muchas corrientes artísticas que compusieron las vanguardias europeas del siglo XX, surgido en Italia en 1909, cuando el poeta, dramaturgo y editor italiano Filippo Tommaso Marinetti publicó en el diario Le Figaro de París su Manifiesto Futurista.
Se trataba de un movimiento ávido por romper con la tradición, el pasado y lo considerado hasta entonces como rasgos principales del arte y la poesía, postulando en su lugar la exaltación de lo sensual, lo nacional y la irreverencia.
Contenido:
El futurismo se ofrecía como un movimiento actual, feroz y agresivo, tal y como se lo puede leer en el Manifiesto Futurista:
“…afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido de una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un automóvil de carreras, con su radiador adornado de gruesos tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo… un automóvil que ruge, que parece correr sobre metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia”
Y aunque su eje principal tenía que ver con la literatura, tuvo también una importante repercusión en la pintura, cosa que se hace evidente con la firma del manifiesto de los pintores futuristas al año siguiente de la publicación del texto de Marinetti.
El futurismo y su manifiesto marcaron un precedente importante para movimientos artísticos posteriores, como el surrealismo, y se le considera como un antecedente, naturalmente involuntario, del pensamiento fascista que habría de surgir en la Italia de Mussolini casi treinta años después.
Análisis de Akira:
(Katsuhiro Ōtomo. Japón, 1988)
El filme nace como transposición (cambio de medio) del manga homónimo, creado en 1982 por el autor japonés Katsuhiro Otomo, quien se encargará también de ser el director y el coguionista del anime. El producto final desvela así una estructura autoral muy precisa, la presencia de una sola mente capaz de ofrecer una visión calibrada, unificada, concreta; se nota la armonía casi biológica, física, de la película, la unidad estética que se une a la búsqueda del encaje entre lo técnico (la espectacularidad de las escenas, el montaje fluido, lo cinético de los movimientos) y lo narrativo, la necesidad por parte del director de presentarle al público un producto que funcione en sus diferentes niveles. Si las imágenes y su animación funcionan, esto no se resuelve en un simple mecanismo visual, la hermosura de lo que vemos, justamente, sirve como medio para alcanzar un objetivo más importante para el autor, el desarrollo de una historia capaz no solo de entretener (lo que veo me gusta) sino de llevar a un examen de nuestro contexto social (lo que veo me hace pensar); por esta razón es necesario afirmar que Akira no es solo una buena película de animación, sino uno de los filmes más importantes de la historia del cine.
El mundo en el que se encuentran los personajes, la atmósfera en la que nos encontramos a la hora de dejarnos llevar por el ojo del director, definen no tanto una distopia irreal, la pesadilla de algo que no puede pasar, sino una posibilidad (negativa, sí, pero siempre una posibilidad) de lo que nos reserva el futuro, una metáfora de los peligros de la ciencia y de la tecnología (no malas de por sí, sino simples instrumentos que pueden llevarnos al progreso o a su contrario), así como de la destrucción que puede conllevar un uso no correcto del poder. Exactamente, como en el caso de Blade Runner o de Ghost in the Shell, la obra que nos es ofrecida funciona sobre todo gracias a sus diferentes niveles de lectura, con una historia que esconde detrás de sí un conjunto de discursos profundos que salen de la pantalla (el mundo que vemos) y se reverberan en nuestra cotidianidad (el mundo que vivimos); aquella distopia del Japón futuro no es un detalle secundario, la simple necesidad de darle a la historia un toque fatalista, sino la voluntad por parte del autor de recrear el espacio cultural que experimentamos (que experimentábamos en los años ochenta) para que se establezca una red conceptual entre la película (ficción) y el espectador (la realidad).
El carácter maduro de la película se debe así, sobre todo, a la falta de una visión extremadamente dual, que dividiría al mundo y a los personajes entre buenos y malos: estas dos categorías no tienen sentido aquí, y prefiere ensuciarse (¿evolucionarse?) con las tonalidades de gris, permitiendo así una interpretación necesariamente más profunda y, sobre todo, borrosa, indefinida, que nos lleva a un análisis posterior del que no es posible extraer una visión general que no sea ambigua por sus propias características de buscada confusión moral. Todo, entonces, nos ayuda a entrar en contacto con una atmósfera nueva, diferente de nuestra realidad, pero, al mismo tiempo, perfecta metáfora de nuestras vidas, espejo de un porvenir posible, verosímil; lo auténtico que revela ser el mundo de Akira, su esmerada composición natural, un caos cyberpunk que nos acerca a un organismo social y cultural armonioso en su inestabilidad (exactamente como es nuestra sociedad o como es toda cultura, conjunto de rasgos diferentes), es una mezcla de tecnología y de alma biológica, la metáfora de una mutación humana en desarrollo.
El frenetismo y espectacularidad de esta historia se deben al apartado audiovisual del film, fruto de un trabajo extremadamente minucioso y una ambición colosal. Otomo siguió un estilo artesanal, en el que todos los dibujos que constituyen la película fueron dibujados sin ningún tipo de asistencia digital, y tampoco escatimó en el número de fotogramas por segundo, muy elevado a otras producciones de la época. El tiempo pasa para Akira sin que haya envejecido un solo año: su animación es fluida y detallada, su estilo, personal y visionario. La banda sonora, por su parte, merecería un artículo para sí sola, ya que se trata de una de las piezas sinfónicas más sofisticadas del séptimo arte. Se trata de una fusión de distintas tradiciones musicales orientales con electrónica progresiva o industrial, lo que complementa de forma magistral el tema del cruce entre lo primitivo y lo futurista, y supone un acompañamiento épico al perfecto acabado estético del film.
Contexto histórico y social del futurismo:
El futurismo nació en Milán, Italia, y se considera un movimiento fundamentalmente italiano, dado su temple nacionalista, misógino y guerrerista, que llevó a sus mayores exponentes a enlistarse cuando sonaron las primeras trompetas de la Primera Guerra Mundial.
Pocos volvieron del frente, y quienes lo hicieron no necesariamente continuaron con el movimiento, por lo que el centro operativo del futurismo pasó de Milán a Roma. Así, cuando Marinetti muere en 1944, ya el futurismo se había convertido en un movimiento mucho más sumiso, entregado a la academia, traicionando su espíritu rebelde.
Características del futurismo:
El futurismo se definía a sí mismo a partir de su obsesión por la velocidad, que consideraba una virtud de los tiempos venideros. Apreciaba la tecnología, la energía, la fuerza, y ello intentaba plasmarse en sus obras pictóricas o poéticas, empleando formas, ritmos y transparencias, así como sucesiones de imágenes como en un caleidoscopio.
Por otro lado, exaltaba la originalidad, el nacionalismo, el bullicio y la consideración de la vida como una lucha constante, por lo que la belleza, según ellos, se hallaba necesariamente implicada en la confrontación. Eran frecuentes sus cantos a la Revolución, la audacia, la objetividad y el rechazo de la estética tradicional, abrazando en su lugar la vida contemporánea, la máquina y el movimiento. En ese sentido, podía recurrir a cualquiermétodo expresivo (artes plásticas, arquitectura, urbanismo, moda, cine, publicidad, música, etc.) con tal de crear un “arte en acción”.
Autores y representantes:
Algunos de los principales representantes del futurismo en sus diversas disciplinas artísticas fueron:
· Poesía futurista. Filippo T. Marinetti, Giovanni Papini, Giuseppe Ungaretti, Carlos Felipe Porfirio, y los rusos Vladimir Mayakovski, David Burliuk, Aleksei Kruchónyj, Velimir Jlébnikov.
· Pintura futurista. Giacomo Balla, Umberto Boccioni, Carlo Carrà, Luigi Russolo, Gino Severini, Antonio Sant’Elia, o el argentino Emilio Pettoruti.
· Arquitectura futurista. Angiolo Mazzoni, Antonio Sant’Elia, Nikolay Diulgheroff.
Artículos:
Portada de la Revista Le Figaro donde se publicó en 1909 el Manifiesto Futurista
El  nacimiento del futurismo está bien delimitado ya que se considera que surgió el 20 de febrero de 1909 cuando el poeta Filippo Tomaso Marinetti, publico en la revista francesa “Le Figaro”, el Manifiesto Futurista ( “The Futurist”, el “Manifeste du Futurisme”). En este documento se instauran los principios básicos del movimiento, en base a los cuales girará toda su producción artística.
Conclusiones:
El movimiento futurista fue toda una vanguardia artística que  abarco a la escultura, pintura, fotografía, arquitectura, diseñadores gráficos, publicistas, músicos, escritores…Es sin duda alguna uno de las principales movimientos  artísticos del siglo XX  que han configurado y marcado la historia del arte.
Bibliografía:
"Futurismo". Autor: María Estela Raffino. De: Argentina. Para: Concepto.de. Disponible en: https://concepto.de/futurismo/. Consultado: 25 de mayo de 2020.
“vanguardias artísticas: el Futurismo”. Autor: Manuel Álvarez Esteban. De: España. Para: RedHistoria. Disponible en: https://redhistoria.com/caracteristicas-del-futurismo/. Consultado: 25 de mayo de 2020.

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