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MEMORIAS D I LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS Y ARTES DE BARCELONA TERCERA ÉPOCA VOL. X V I I I , NÚM. DE P A T O L O G Í A V E G E T A L POR EL ACADÉMICO NUMERARIO D R . D . JOSÉ M . A BOFILL Y PICHOT Publicada en enero de 1925 B A R C E L O N A SOBS. DE LÓPEZ ROBERT Y C . A , IMPRESORES, CONDE ASALTO, 63 1925 DE P A T O L O G Í A V E G E T A L por el académico numerario DR. D . JOSÉ M,* BOFILL Y PICHOT Sesión del día 26 de enero de 1925 E n el año de 1879 si mal no recuerdo, el insigne D . José de Letamendi dio una conferencia notable como todas las suyas, en la que oí por vez primera re- ferencias sobre las enfermedades de las plantas, en concepto doctrinal; es evi- dente, decía, que siendo la salud manifestación funcional del organismo en su estado fisiológico, al alterarse por los más variados motivos que ocasionen tras- tornos en su contextura, dichas funciones quedarán modificadas, establecién- dose una serie de fenómenos sintomáticos de un nuevo estado que llamaremos patológico. T a l verdad, que es axiomática, me chocó extraordinariamente, como choca- ría hoy a cualquiera que se le hablara de Patología mineral y sin embargo, si la enfermedad no es más que una modalidad del funcionamiento vital orgánico, donde exista la vida podrá originarse un estado patológico, ahora bien, se con- cibe la vida en el reino mineral? D e las modernas investigaciones de V o r l á n - ders, Lehmann, Leduc y Rhumbler , parece deducirse la afirmativa. N o es po- sible establecer comparaciones biológicas entre las elevadas gerarquías de los tres reinos; nada al parecer tienen de común la Sociedad humana, los bosques que esmaltan nuestros montes y las inmensas moles rocosas que se hallan por doquier; pero el parangón entre un organismo sencillo y un cristal en su mayor estado de simplicidad y por lo que a este último se refiere, para llegar a esta- blecer analogías, hay que plantearlo, como indican los mencionados autores en ¡as formas mielínicas y en las masas viscosas cristalinas, mientras que para los organismos protistas hay que descender a las colonias de bioblastos, que por hoy son su manifestación más elemental que conocemos. D e todas estas inves- tigaciones, que etán magistralmente expuestas en la memoria de recepción en esta Real Academia del Dr . D . Francisco Pardillo en el año 1916, se desprende con gran acopio de datos, que el cristal en formación vive, se nutre y crece, que el cristal ya constituido es materia muerta, y que puede premanecer larguí- simo tiempo, invariable, sumido en la vida latente, como es la de ciertos arágni- dos, rotíferos, infusorios y bacterias desecados. Apl icando la misma ley, de que donde hay vida existe función normal, que al modificarse puede dar lugar a un estado morboso, es evidente que el mineral es susceptible de enfermedad; pero MBMOBIAS.—TOMO xvm 403 58 no es tal análisis objeto principal de mi tema y reanudando mi discurso, decía que me chocó y fué no sólo porque el concepto traía aparejada una secuela de consecuencias, como indagación etiológica, sintomática y terapéutica, de las que en el mundo científico nada se conocía en forma sintética, despejando horizon- tes completamente nuevos, sino además porque las teorías en aquella época do- minantes acerca la esencia de las lesiones orgánicas que acompañaban a todo estado morboso, establecían un abismo entre el reino animal y el vegetal que imposibilitaba una aplicación de principios de igualdad. Dominaban en aquel entonces las doctrinas de Broussais, médico-filósofo francés, de categoría, que floreció a principios del siglo X I X las que aceptadas por el mundo médico reducían la patología al proceso inflamatorio, distinguien- do sólo las formas agudas de las crónicas; las obras de patología y de histología patológica estudiaban con toda minuciosidad, y preferentemente todos los periodos del ciclo inflamatorio y las modificaciones que en cada uno se esta- blecían en los tejidos afectados, todo lo que, dados los conocimientos que te- níamos de la estructura y composición de los elementos vegetales, alejaba la posibilidad del desarrollo de este proceso y por ende del concepto de enferme- dad, tal como se entendía generalmente. L a s teorías en Patología, como en todas las ciencias y especialmente en las aplicadas, van verificando cambios asombrosos y en poco tiempo vemos decaer las que han adquirido mayor aceptación, para ser substituidas por otras de as- pecto totalmente distinto y ello depende, por una parte de que los investigadores, por el progreso de las ciencias auxiliares, emplean medios cada día más perfec- cionados, que permiten por lo tanto penetrar en campos desconocidos, y por otra, de que no es posible hallar una causa general o única que comprenda la etiología de todos los procesos patológicos y cada sistema va dejando en el campo del morbosismo un sedimento de verdad, evaporándose lo que tiene de absurdo, para de jar sitio a otro que forzosamente se sujetará a las mismas nor- mas, pues creo imposible que a pesar de los portentosos progresos científicos, nunca llegaremos al conocimiento exacto y completo de la realidad de todos los fenómenos de la Natura leza ; por esto hay que conciliar la tradición en lo que tenga de inconmovible, con lo que pueda subsistir de los trabajos modernos sin apasionarse en exceso por lo que sea novedad, aceptándolo con ciertas reservas. E l microscopio con los adelantos de la óptica abrió nuevos horizontes en el te- rreno de la histología patológica y de toda suerte de investigaciones, dando pie a los trascendentales experimentos de Raye r y Davaine desde 1850 y de K o c h y Pasteur después, sobre la carbunculosis y la septicemia, que pusieron sobre el tapete la importancia magna del parasitismo en la génesis de las enfermedades, remozando con más sólidas bases, teorías ya apuntadas en tiempos remotos, que vino a poner término a las animadas controversias entre los clínicos y los hom- bres de laboratorio; así los primeros al ocuparse de la enfermedad que más les ha preocupado siempre, o sea la tuberculosis, no admitían que fuera ni contagiosa ni inoculable, dando mayor importancia etiológica a las influencias psíquicas y materiales a que se hallan sujetas las personas que viven juntas, aduciendo a favor de sus doctrinas datos fehacientes, tomados de casos prácticos que parecían convincentes; así recuerdo que en 1880 asistí a unas conferencias de Peter en el Hospital de la Piedad de Par ís y tanto por la fama de gran clínico adquirida entre los profesionales que asistíamos a su visita diaria, como también por los al parecer irrefutables argumentos clínicos con que apoyaba sus aseveraciones, tomaban fuerza sus doctrinas, que venían también sostenidas por buena parte de sus contemporáneos, sobre la pluralidad de formas esenciales de las lesiones orgánicas en los tuberculosos, contra las nuevas teorías de Laenec, que apunta- ban entonces, abogando por la unidad causal de todas las formas anatómicas de las lesiones que ofrecían los tísicos, cuando vino K o c h en 1882 demostrando de una manera irrebatible que un bacilo, al que se dio su nombre, era la única causa determinante de la tuberculosis en todas sus formas y que los cultivos del mismo producían por inoculación la enfermedad. A tales descubrimientos fueron si- guiendo muchos más, que señalando cada día diversos procesos morbosos suje- tos a la misma ley, llevaron en un plazo relativamente corto a la persuasión de que la inmensa mayoría de enfermedades eran de origen microbiano, y por lo tanto parasitario. Es ta teoría no explicaba satisfactoriamente todos los casos, es decir, dejaba muchas lagunas en la biología y los investigadores, ávidos siempre de conocer toda la verdad fueron descubriendo otra fuente morbosa con el conocimiento de que la valoración alimenticia de los productos vegetales, no estriba sólo en su composiciónquímica, ni en su cantidad de materia, sino además en una pro- piedad vital que transmiten del organismo vegetal de que proceden y que vie- ne integrando unas substancias que se denominan Vitaminas. S u composición es todavía desconocida, si bien se supone que constituyen un conjunto de cataliza- dores bioquímicos, en forma de sistemas coloidales muy complejos. E n cambio su necesidad para el organismo es evidente y cuando por una causa cualquiera hay deficiencia de tales principios, se provoca una anormalidad en determinadas funciones metabólicas por la que sobrevienen diversos fenómenos patológicos, cuyo conjunto es conocido por el nombre de Avitaminosis. L a s vitaminas son substancias bien diferenciadas por su origen, tanto de los amino-ácidos, como de las diastasas, pues estos dos productos se hallan gene- ralmente contenidos dentro del organismo animal y las vitaminas, n o ; por esto se hace indispensable la ingestión de vegetales para conservar el equilibrio or- gánico. L a avitaminosis ha sido muy estudiada en el reino animal, llegándose a la deducción de que las vitaminas influyen de una manera evidente en las secre- ciones internas, que disminuyen cuando aquellas faltan, mientras que si se intro- ducen en exceso, aumentan las hormonas de tal manera que ocasionan graves auto-intoxicaciones. E s de creer que la ausencia o presencia de vitaminas en los tejidos, junto con otras concausas, modificando la composición química de los 405 elementos orgánicos, cuyos actos de asimilación regenta al parecer, despierta cier- tas excitaciones que se comunican al resto de la economía ya por medio de re- flejos tróficos vago-tónicos o simpático-tónicos, ya porque la sangre al disminuir en proporción los elementos indispensables para el metabolismo orgánico, auto- máticamente da lugar a la producción y descarga de hormonas o productos de secreción interna y a la movilización de todas las reservas de la economía. De todo lo que antecede, se desprende de una manera sucinta que los cono- cimientos acerca la esencia de la enfermedad, han modificado de una manera esen- cial el concepto que existía sobre la misma y así como no eran aplicables al reino vegetal, las teorías de Broussais, es cosa corriente hoy día, que parecida etiología ofrecen ambos reinos y a los dos, en principio podemos aplicar lo concerniente tanto al parasitismo, como a los trastornos del proceso nutritivo, producidos ya por falta de ciertos elementos venidos del exterior, ya por alteraciones humo- rales que ocurren en los líquidos circulantes, originadas por agentes desarro- llados en el seno del organismo, sean de origen secretorio o bien toxinas pro- ducto de procesos biológicos parasitarios. Con esto vamos viendo que en el te- rreno patológico no hay distinción fundamenttal entre ambos reinos y esta consecuencia debía ya deducirse de la equivalencia histológica de sus elementos constitutivos y de su similar evolución biológica, hasta el punto que algunos procesos fundamentales, como los relativos a la Kariocinesis, se han podido es- tudiar con ventaja, gracias al gran tamaño de algunas células de las liliáceas, comprobándose que la evolución era exactamente igual a la que se observa en la división del núcleo celular animal. Admitida la similitud etiológica de los procesos morbosos, es evidente tam- bién la analogía en la forma de invasión parasitaria, que siempre es por exten- sión o contagio, aprovechando las aberturas naturales o las traumáticas y esto es igualmente aplicable a los parásitos animales que a los vegetales; en cuanto a los primeros el mecanismo es sobradamente conocido, pero ofrecen algún interés los detalles de la invasión de los parásitos vegetales. E l Dr . Sala, Di- rector del laboratorio de Patología vegetal de la Mancomunidad de Cataluña, ha estudiado este proceso, evidenciando con magníficas preparaciones micros- cópicas una porción de detalles curiosos. E n Fitopatología, como en Patología animal, las criptógamas parasitarias no provocan la enfermedad por los t ras- tornos físicos que su presencia produce, sino a consecuencia del ataque bio- químico, que las toxinas elaboradas por el parásito invasor ocasionan en el hués- ped, alterando profundamente su constitución humoral y consecutivamente el funcionalismo orgánico, y así como la epidermis de la piel y mucosas, constituye una barrera protectora en los animales, la integridad de la cutícula en las plantas dificulta y anula el contagio; por tal motivo las criptógamas parasitarias buscan las ventanas naturales de ingreso, que son los estomas, como es de ver en la Plasmopara vitícola Berk & Curt, o las artificiales que abren los agentes exte- riores como ocurre por ejemplo en las heridas de la poda en los chopos ataca- dos por la Dothichiza populea Sacc. & Br iard que el Dr . Sala ha sumado a la flora española últimamente. Una vez en el órgano atacado, las hifas o tubos micelianos van avanzando en busca de tejidos parenquimatosos, para penetrar hasta el protoplasma de las células vegetales sus extremos chupadores, o haus- torios, a fin de apropiarse el alimento orgánico que el protoplasma del vegetal infectado pueda proporcionarles: pero ¿ cómo puede perforar el tubo miceliano la membrana celulósica del vegetal superior? ¿Cómo puede asimilar las substan- cias orgánicas que allí existen, siendo así que generalmente se encuentran como el almidón, en forma insoluble? A q u í se entabla la lucha bio-química, valiéndose ambos contendientes de análogas armas, los fermentos orgánicos; por medio de ellos la celulosa se hidrata, degradándose esta anhidrosa, hasta llegar a cons- tituir compuestos más sencillos y solubles, abriendo así una brecha que puede aprovechar el haustorio miceliano. P o r mediación de los fermentos son también transformados los hidratos de carbono que el vegetal superior elabora mediante la función clorofiliana, por ejemplo, así como los albuminoides que integran el protoplasma celular, pasando a compuestos solubles y por lo tanto asimilables para la criptógama parásita. É s evidente que tales acciones fermentativas des- truyen la integridad celular ocasionando un estado morboso que si es muy ex- tenso puede llegar a ocasionar la muerte del vegetal atacado. E l organismo vegetal, como el animal, no resiste pasivamente estos ataques, sino que reacciona produciendo anticuerpos en defensa propia, y si bien éstos que son poco conocidos en los vegetales, tal vez no tengan la misma eficacia que en el reino animal, no obstante demuestra su valor el grado de inmunidad a que l legan; así citaré como ejemplo, en el fitoparasitismo animal, el caso de la filo- xe ra que persistiendo en los pies americanos, convive la planta con ellos dando opimos frutos. Pondré otro ejemplo, entre muchos, de inmunidad, siendo el agresor una cr iptógama; Mr . W . A . Orton, Director de una de las secciones del Plant Indus- try en Washington, se propuso en 1902 obtener variedades de algodoneros ca- paces de resistir ciertas enfermedades, que iban invadiendo las plantaciones de dicha malvácea, arruinando consecutivamente la industria der ivada; la causa determinante era un hongo microscópico, el Fusarium vasinfévtum A t k . que inverna en el terreno y a la siguiente primavera infecta nuevamente la planta por sus raicillas; el procedimiento seguido para combatir sus efectos fué sen- cillo, pero para ponerlo en práctica se necesita una gran seguridad en el cono- cimiento del proceso patológico; empezó en los campos infectados, separando aquellos pies que en pequeño número quedaban indemnes y por medio de cruces entre ellos llegó a conseguir en pocos años, series de plantas inmunes, resol- viendo favorablemente un problema de vida o muerte para el productor. Hemos ido viendo, que tanto en la etiología, como en la génesis, como en las invasiones y reacciones orgánicas hay gran parecido entre ambos reinos y éstees el motivo porque en el desarrollo de mi tema he escogido como tipo la Patología animal, que es mucho mejor conocida y estudiada y cuyos principios tienen lógicamente aplicación a los organismos vegetales. H a y que tener, sin embargo, en cuenta que los procesos no pueden en ambos casos desarrollarse con un curso igual, pues existe gran diversidad de estructura entre los representantes de los dos reinos, que forzosamente han de ocasionar disparidad evolutiva en los fenómenos; en los parénquimas vegetales, un riguroso sistema de paredes mantiene una gran independencia entre las células; el jugo celular de este tejido fundamental, sólo tiene ligeras analogías con los humores del cuerpo animal y se halla encerrado en las células, de manera que el protoplasma que reviste sus paredes sólo le permite una lenta difusión, por cuyo motivo los parásitos que atacan dichos parénquimas quedan más fácil- mente localizados, pero esto que puede introducir importantes modificaciones en la evolución de los procesos, no cambia la esencia del postulado. Sentadas las premisas que preceden, dedúcese la consecuencia de que el grupo más importante que afecta a la salud de las plantas es también el parasi- tismo, pero no el ún ico ; indicaré los demás a grandes rasgos, que son, en primer término, las lesiones ocasionadas por agentes físicos, de índole traumática o meteorológica. L o s traumatismos, si no afectan órganos vitales, en cuyo caso la planta muere rápidamente, dan lugar a reacciones puramente fisiológicas, por las que se reconstituye el individuo más o menos penosamente y sólo llega a ocasionarse una enfermedad, si por las heridas viene una infección, como en el caso citado anteriormente de la Dothichiza popnlea en las de la poda del chopo, o en la apoplejía de la vid, ocasionada por la invasión del basidiomiceto Fornes igniarius consecutivamente. Tienen ya más trascendencia los agentes atmosféricos y se refieren princi- palmente a las temperaturas y al grado de humedad, afectando directamente a la planta o bien facilitando el desarrollo de los parásitos, de manera que de su detenido estudio pueden sacarse beneficiosas consecuencias para el tratamiento; pondré como ejemplo las interesantes investigaciones de J. Capus, Director de la Estación de Patología vegetal de Cadillac y de R a v a z y V e r g e de la Escuela Nacional de Agr icul tura de Montpelier en 1913, que demuestran de una manera precisa que se pueden anunciar con toda exactitud las apariciones del mildiu por venir íntimamente relacionadas con las lluvias de cada región y con esta base iniciar el tratamiento oportunamente para establecer un método preventivo, al aparecer las macroconidias en el terreno, que es donde se desarrollan prima- riamente y por medio de sus zoosporos invadirán los viñedos cuya vegetación se halla ya adelantada asegurando el contagio, al que seguirá la invasión defini- tiva, en cuyo caso, si no se había establecido el tratamiento precoz, que es el más eficiente, el mal sería irremediable, por cuanto una vez iniciada la primera inva- sión, el micelio del parásito continúa avanzando por entre los órganos vegetales, prosiguiendo los ataques sucesivos que ningún tratamiento podrá ya dominar. V o y a citar también un ejemplo que interesa a nuestra región; se trata de 408 la enfermedad del Allium sativum, llamada "boixat deis atts" que afecta grave- mente a los agricultores de Bañólas, que es donde con más extensión se cultiva; parece, según las investigaciones del Dr. Sala, que el principal agente que ataca el bulbo es, y probablemente será, el causante de la enfermedad, una forma nueva descubierta por él, del Macrosporium cladosporioides Desmaz, f. Cata' Iónica y el Sclerotium cepivorum, y como la determinante de su desarrollo es la humedad, que en exceso sufre dicha comarca, ha observado en ensayos de cultivos, que se disminuyen extraordinariamente sus perniciosos efectos, mediante la disposición del terreno, para su cultivo, en crestas que facilita mucho la evaporación. Ot ro grupo etiológico afecta a la nutrición y depende de la composición del suelo y de las substancias adicionales que la modifican, unas veces natural- mente con los humus y otras por el artificio de la mano del hombre, que para aumentar la fertilidad de la tierra utiliza los abonos, en lo que se ha llegado a un grado notable de perfección y con ellos se proporcionan a las plantas una serie de substancias y principios, que les son del todo indispensables, represen- tando hasta cierto punto, lo que las vitaminas en el grupo animal; al mismo tiempo es de suponer por analogías, si bien este aspecto del problema está poco estudiado, que las secreciones glandulares han de producir también hormonas cuyo equilibrio en la circulación ha de afectar en una u otra forma el proceso nutrit ivo. Vamos finalmente al grupo más importante que es el que está afecto al parasi t ismo; a medida que se ha ido estudiando en todos sus aspectos, ha pro- gresado la idea de que éste era un factor importantísimo que influye en todos los actos de la vida, ya en los puramente fisiológicos, ya, pero de una manera más acentuada, entrando en el dominio de la Patología, para intervenir en la destrucción y reconstitución de los seres, en lo menester con arreglo a lo que estatuyen las leyes naturales, que rigen la evolución de la materia. Las enferme- dades de las plantas habrían pasado más tiempo desapercibidas o llamado poco la atención, sino fuera por la circunstancia de que atacan preferentemente los cultivos, contrariando los proyectos del hombre y atentando por lo mismo contra su economía, así es que las primeras noticias que nos llegan de los primitivos tiempos de ellas, se refieren a las entonces cultivadas, como eran el trigo y el arroz, azotados por las puccinias y ustilagos, sólo que para combatirlos, de acuerdo con las ideas politeístas dominantes entonces, no se ocurría otro medio que acudir a la Diosa Rovigo, cuyas fiestas se celebraban ya en tiempo de Varron, con sacrificios para aplacar sus iras y exortizar los campos atacados; de ello algo se ha ido conservando al través de los siglos y aun hoy día vemos en varios países de Europa, entre gente inculta, reproducirse ciertas ceremonias rituales de carácter más o menos litúrgico para combatir las plagas del campo. Muchos años transcurrieron sin poner en claro cuáles serían las reales causas de las mismas y los autores que de ellas se ocuparon, siguiendo las teorías dominantes en la interpretación de las de la Patología humana, daban unas veces toda la preponderancia a los agentes físicos y climatológicos y otros a modificaciones circunstanciales de los organismos por exceso o por defecto de vigor; hasta mitad del siglo X I X , Kühn no reveló el primer hecho de experi mentación, demostrando que las esporas del Ustilago germinaban en las cariop- sis de las gramíneas, originando el llamado carbón de los trigos. Vallisneri, al comienzo del siglo X V I I I describía a su manera el parasitismo del Apanteles glomeratus sobre la Pieris brasicae o sea la oruga de la col, amojonando con estos hechos los lindes de las teorías racionales de la fitología y entomología agrarias, de manera que la Patología vegetal no se ha sentado en terreno firme, por lo que afecta a los conocimientos etiológicos, hasta que sus auxiliares fun damentales, que son la Biología botánica, especialmente la Micología, y la Biolo gía entomológica no han suministrado la llave de la esencia de las enfermedades de las plantas; así es como en Norte América, Le Barón en 1871 y Johnson más tarde, transportaron ramos recubiertos de cochinillas atacadas por Aphelinus de :;nas a otras localidades infestadas, al objeto de propagar dichos hiperparásitos que consideraron beneficiosos para los vegetales huéspedes; desde entonces la terapéutica entró en bases más seguras, y así Riley importó de Inglaterrael Apanteles en 1883 y en 1889 el Novius contra la Yceria de Australia, que estaba arruinando los inmensos y magníficos naranjales de California, siguiendo des pués multitud de patólogos, que han colocado esta ciencia a gran altura, entre los que debemos contar a De Bary, Sorauer, Berlese, Silvestri, Ritzema Bos, Wood, Rostrup, Giard y Marchal. Si observamos lo que ocurre en la Naturaleza al estudiar las relaciones entre los tres reinos, se nota, generalmente hablando, de una manera evidente que el reino animal vive a expensas del vegetal, o sea, en otros términos, el animal parásita, en su sentido más lato al vegetal, siendo la forma parasitaria común el predatismo; las plantas a su vez arrancan del suelo las substancias inorgánicas para ponerlas en circulación, de lo que resulta que también es para sitario el reino vegetal del mineral, de todo lo que podemos deducir en conse cuencia que el parasitismo, en su forma más sencilla de simbiosis, es ley funda mental del sistema viviente para su funcionamiento normal o fisiológico; es, en cambio, mucho más difícil de explicar la función en el mecanismo universal de la vida, de las formas parasitarias de un animal o de un vegetal sobre otro de igual clase, que por tener un aspecto de anormalidad, debe referirse siempre a casos patológicos. En frente, pues, el reino vegetal del animal, el primero tiene como único medio defensivo, en cuanto al individuo, la gran facilidad de renovación orgá nica en todas sus partes y en cuanto a la especie, su extremada difusibilidad adaptiva y feracidad, de ahí que en los primitivos tiempos geológicos, al mani festarse la vida, en que la Naturaleza obraba solamente influida por las leyes universales, no existía porción de tierra que no se hallara materialmente cubierta de- exuberante vegetación, cuya situación ha ido experimentando notables cam- bios a medida que ha progresado la especie humana, a cuya intervención se deben, en modo principal, las modificaciones habidas, de manera que cada día más, se acentúan en la vida vegetal los efectos de su intervención. Diferentes causas han contribuido a disminuir la resistencia orgánica de las plantas; se han transportado de unos a otros sitios árboles frutales y plantas cultivadas a climas más fríos y húmedos o viceversa, se ha intervenido artificialmente en su creci- miento y propagación, se han seleccionado estos vegetales para forzar cada día más su producción, provocando el mayor desarrollo de sus frutos, hojas, raíces y tubérculos, lo que lógicamente ha debido aportar un desequilibrio en las fun- ciones vegetativas que los hacen mucho más sensibles a los agentes exteriores, entre los que debemos contar en primera línea los parásitos. Además , el tráfico internacional por el aumento de vías de comunicación de todas clases, ha tras- ladado de uno a otro continente dichos parásitos, que por circunstancias diversas han hallado medios a propósito para su excesiva multiplicación, contribuyendo a restamos parte importante de la producción, pues si tenemos en cuenta datos estadísticos, que distarán mucho de la realidad, pero que dan una idea de su influencia, se calcula que las epidemias declaradas en todo el Globo merman productos por valor de más de 5 a 6 mil millones de pesetas anuales, con lo que se expl ica la trascendencia del asunto que venimos estudiando y el por que todas las naciones han adoptado medidas de protección. Es ta necesidad umversalmente sentida, es la que ha conducido a los hombres de ciencia de cada país, convencidos de que las plantas cultivadas, dejadas a sus medios de defensa naturales, acabarían por sucumbir y de que, de la producción agrícola sólo podemos salvar lo que los insectos y micromicetos nos dejan, a aprestarse a la lucha, estableciendo como principal base de ella, para combatir con ventaja, el conocimiento exacto de todos los elementos que la integran, para poder así reconquistar por una organización racional el dominio de la pro- ducción. E l estudio de la Patología vegetal, en lo que atañe al parasitismo, se divide en dos grandes grupos que son el de Fitoparasitología vegetal, en el que desem- peñan el papel causal casi exclusvo las criptógamas y otros microfitos y el de Zooparasitologí-a vegetal, cuyos actores en tal sentido son los artrópodos y prin- cipalmente los exapodos. E l primer grupo, sin duda el más importante por el número, ofrece cierta simplicidad en su actuación y aspecto general, por ofrecer los problemas que plantea sólo dos elementos fundamentales, siendo por lo mismo dibiótico, es decir, no entran en pugna, por un lado, más que la especie dañada, y por otro, la agresora, y por lo tanto, si bien precisa un conocimiento íntimo del proceso biológico, suele haber más uniformidad en sus efectos y mayor simplicidad en el tratamiento. N o pasa lo mismo en lo que se refiere al segundo g rupo ; el peligro parasi- tario se complica extraordinariamente en sus manifestaciones, desde la simbiosis MEMORIAS,—TOMO X V I I I . 411 59 al predatismo ecto y endófago; el saprofagismo que regula el aprovechamiento de la materia muerta, devolviéndola al círculo de la v ida; los que obran como hiperparásitos y coparásitos, de complicada intervención, en la que influyen las más variadas circunstancias hasta el extremo de tergiversar sus papeles; las anomalías a que obedecen en su evolución biológica por efecto de las influencias meteorológicas y climatológicas, hace que en cada país se observen ciclos diversos que modifican forzosamente los procedimientos a emplear contra el enemigo; citaré como ejemplo el caso a que hace referencia el Sr. Aulló, Ingeniero de Montes, que con tanto entusiasmo como inteligencia se ha dedicado a estas in vestigaciones, del Dendrolimus pini L., observado en la Albufera de Valencia, cuya generación, que es anual en el centro de Europa, resulta allí doble o bis anual, lo que indudablemente ha de hacer variar las épocas del tratamiento y así podrían referirse muchos casos, por cuyo motivo no debemos fiarnos de las des cripciones de otros, en distintas comarcas, sino que se han de comprobar, para la eficacia práctica de sus resultados en la propia localidad afecta. Las plantas oponen la debida resistencia a la invasión parasitaria, de manera que en esta lucha entre los elementos del binomio planta-insecto, por las leyes naturales que regulan sus relaciones, se llega a un equilibrio oscilatorio, nunca estable, por el que predomina alternativamente uno u otro de ambos grupos y se puede dar por seguro, cuando la balanza se inclina muy marcadamente a favor de uno de los contendientes, que ha influido en ello la mano del hombre, que obra o debilitando al vegetal para explotarlo, dificultando a veces involuntaria mente el acceso de terceros elementos que hubieran contribuido a restablecer la normalidad. Esta regulación de la preponderancia de las especies, que desde luego que una de ellas prospera de una manera excesiva, aparece el enemigo que la ha de reducir, obedece a una ley natural, cuyos agentes mediadores son principalmente de índole parasitaria. Aunque esta es una verdad hoy casi axiomática, un ejemplo palpitante lo demostrará claramente. La civilización acarrea la asociación de la especie humana, constituyendo inmensas metrópolis en que los individuos se cuentan por millones y otras menores, pero formando siempre aglomeraciones compactas de masas atacables, en las que se experimentan los efectos de la inexorable ley, cebándose en ellas todas las morbosidades, de forma en casi totalidad parasitaria, como son las endemias y epidemias que acabarían con la humanidad, si el hombre, valiéndose de los recursos que le proporciona la inte ligencia no se opusiera a su acción destructora. El hombre, obligado también por las exigencias de la civilización y para subvenir a las necesidades de las masas, ha recurrido a la intensificación de los cultivos, procurando utilizar grandesextensiones de tierras para dedicarlas a la producción de determinadas plantas, cuyos productos podrán destinarse como alimentos vegetales o elementos industriales, y esta necesidad plantea la lucha en un plano parecido, por un lado grandes acumulaciones de especies determi- nadas, sea arroz, sea trigo, algodón, etc., y enfrente la amenaza de la ley natural que en su cometido desencadena toda clase de parásitos para subjugar a las especies cultivadas, cuyo aniquilamiento conseguiría sin nuestra obligada resis- tencia. Este es un hecho aceptado por universal adopción de los hombres de ciencia y por lo tanto no es necesario aportar en su apoyo más datos, que por ser tan numerosos y palpables, los considero conocidos de las personas que se dedi- can al progreso de la agricultura. Pero hay más todavía ; el tráfico internacional y el intercambio de productos hortícolas y forestales, que va diariamente en aumento al compás del primero, es, como ha demostrado la experiencia, la principal fuente de contagio y propaga- ción morbosa, y por tal vehículo han llegado a nosotros de Amér ica , plagas tan temibles como el oidium, la filoxera y el mildiu, que peligró arruinaran los viñe- dos, que constituían una base principal de sostén de la Europa meridional y la Phytophtora infestans y Doryphora decemlineata, enemigos implacables del cultivo de la patata, de igual o mayor importancia, recibiendo allí, en deplorable compensación, la invasión de los bombícidos Lymantria dispar y Euproctis chry- sorrhoea, que iniciada en 1868 por unos ejemplares recibidos de Europa por Trave lo t , naturalista francés, que en un laboratorio de Boston experimentaba sobre cruzamientos de mariposas, se le escaparon, propagándose paulatinamente, hasta que en 1889 tomó tales proporciones la plaga, que ya no ha sido posible dominarla, dando lugar a una lucha gigantesca, en la cual no se sabe qué admirar más, si la fe, constancia y tenacidad de un pueblo, con inmensos recursos puestos al servicio de la Ciencia, guiada por privilegiadas inteligencias, o la resistencia que la Naturaleza pródiga en medios de defensa, opone constantemente a la intervención del hombre, y a pesar de la actividad desplegada por el Gobierno Federal, que junto con los Estados de la Unión y Municipalidades directamente interesadas, invierten mucho más de un millón de dólares anuales en la extinción de la plaga, ésta ha continuado invadiendo todos los Estados del Nordeste, arrui- nando completamente su riqueza forestal. Cito este caso, que como se ve es reciente, porque palpita todavía, resultando rico en enseñanzas. E n 1908 ya me ocupé de él, pero entonces se tenía gran confianza en los medios de lucha que estaban en auge, que eran los que se han denominado lucha biológica, o sea el dominio de la plaga forestal por los parásitos importados de los más remotos países, procedimiento que en otros casos ha producido espléndidos resultados, pero desgraciadamente en éste no ha sido así hasta la hora presente, y el azote sigue rudamente su ruta invasora y con verdadero interés esperamos el desenlace final de esta lucha titánica. Es te y otros ejemplos han evidenciado que en Patología vegetal también vale más prevenir que curar y todos los pueblos que se han apresitado a la de- fensa, movilizando cada uno con arreglo a sus necesidades propias los elementos de su país y ateniéndose a los medios que le consienten su potencialidad eco- nómica. Como el objeto primordial de esta memoria es estimular a los hombres de Ciencia, para que aunando sus esfuerzos, se llegue a conseguir que nuestra patria ocupe el sitio que en esta materia le corresponde, ya que es tiempo de enmendar sus yerros, trazaré brevemente un esbozo de la situación en que se encuentra en los países más avanzados en ella, como son los Estados Unidos , Alemania, Italia, Gran Bretaña y Francia, luego referiré el lugar que ocupa España y lo que a mi entender debiera hacerse para situarnos debidamente. Pa ra quien interesen más detalles pondré al final una nota bibiográfica adecuada. L o s Estados Unidos constituyen un pueblo joven todavía y por lo tanto sin antiguas tradiciones científicas, pero esta misma situación, le ha permitido gracias al sentido práctico de sus pobladores, crecer y desenvolverse sin trabas ni resa- bios, como ocurre a buena parte de las antiguas nacionalidades de otros conti- nentes y lo han hecho de una manera equilibrada, preocupándose ante todo de poner en movimiento las inagotables riquezas que encierra su suelo y una vez esto conseguido han sabido hacer de ellas un uso que merece la admiración de todo el mundo civilizado. Dada su gran extensión, tanto en latitud como longi- tudinalmente, comprende zonas en las más variadas condiciones meteorológicas y climatológicas que se prestan a la aplicación de todos los cultivos y en su explo- tación ha buscado el principal apoyo en los hombres de ciencia que han concen- trado sus energías en la indagación de las leyes o principios directores, para que luego las personas idóneas hallen las respectivas aplicaciones. E l Gobierno fe- deral que tiene la fortuna de obrar de acuerdo con toda la masa del país, con sus iniciativas, convenientemente asesorado, ha llegado relativamente en pocos años en el terreno de la Biología y de sus aplicaciones a la agricultura, a colo- carse en un nivel superior, en lo que le han ayudado los diferentes Estados de la Unión y particulares con sus espléndidos y continuados donativos, pudiéndose afirmar que en este particular ocupa lugar preeminente. E n el Ministerio de Agricul tura radica la dirección general, entre otros, de los Servicios Fitoptológicos, por lo que a la Administración se refiere y por lo que atañe al personal y vigi lancia; sus inmensos edificios, cada día en creci- miento, ocupan gran parte del barrio de Mal í de Washington y están destinados a los diferentes servicios científicos y técnicos, constituyendo para cada uno de ellos una organización completa y autónoma, cuyo Jefe es un sabio de reconocida competencia bajo cuya autoridad están las iniciativas y la dirección general de los trabajos científicos. Estos Servicios u oficinas centrales, relacionadas con las enfermedades de las plantas son en número de c inco: la Oficina de culturas, la de Entomología, Biología, Química y Consejo federal de Horticultura, cuidando este último de la Inspección de las plantas para su transporte. Tienen en junto un presupuesto de 1.070,000 dólares y para dar una idea aproximada de la im- portancia del personal, diré que sólo el Servicio de Entomología, tiene empleados 247 miembros, de los que 200 están encargados de funciones científicas; las pu- blicaciones del Departamento tienen tiradas de unos 25 millones de ejemplares al año, que constituyen una biblioteca de extrema riqueza. Sumadas a estas Ins- tituciones oficiales y colaborando con ellas en íntima relación, y subvencionados por el Gobierno Federal, existen en los 48 Estados, organismos centrales que son Estaciones de Experimentación agrícola, en su mayoría establecimientos modelos. L a existencia de esta multitud de Instituciones requiere poderosos medios de educación profesional preparatoria y a tal efecto se han creado U n i - versidades en cuyos programas tienen preferencia las ciencias aplicadas a la agricultura, tales son la de Cornell , Urbana, Harvard , Berkeley y Standford, unas debidas a la munificencia de ricos fundadores, otras sostenidas por los respectivos Estados que les han cedido grandes dominios rústicos y forestales, que coadjuvan a la esplendidez de sus presupuestos. T a l vez la más importante es la de Cornell , nombre de su fundador, Esra Cornell, que cedió unas 490 hec- táreas cerca de la villa de Itaca, en uno de los sitios más pintorescos de la nación. E s una Univers idad ideal por la magnificencia de sus parques, con abun- dancia de aguas y poderosa vegetación.Además de las Universidades, existen para estas enseñanzas los Colegios de Agricul tura , fundados por acuerdos del Gobierno federal, que destinó a cada uno de los Estados de la Unión tantas veces 12 mil hectáreas como fuera el número de diputados y senadores que le representara en el Congreso federal, al objeto de destinar sus productos a la fundación y sostenimiento de los mismos para la enseñanza de la agricultura y artes mecánicas. L o s principales de ellos, en que se enseña la entomología eco- nómica, contienen entre todos unos 1,500 alumnos, bajo la dirección de 51 pro- fesores de estas especialidades. Finalmente, como complemento existen infinidad de Asociaciones particu- lares dedicadas a la fitopatología, entre las que descuellan dos de carácter prác- tico del país y del Canadá, la Asociación de entomólogos economistas americanos y la Sociedad fitopatológica americana, que tienen una vez al año sus reuniones en poblaciones distintas de ambas naciones. Alemania, en ésta como en todas las cuestiones que interesan a la Ciencia, no ha quedado atrás, adaptándose a las necesidades de la agricultura para la defensa contra las plagas del campo. E l primer grito de alarma nació en 1873, motivado por la filoxera que invadía la Europa desde América , haciendo sentir a todas las naciones con más o menos intensidad, la necesidad de apelar a los medios de defensa. Alemania creó una Comisión para la protección de las plan- tas, dividiendo la nación a este efecto en 12 regiones, para facilitar el trabajo de información, centralizado en el Instituto imperial de Biología en 1904; conti- nuaron adquiriendo estos estudios tal importancia, que al año siguiente se esta- bleció en Dahlem-Berl ín el Instituto imperial de Biología aplicada a la agricul- tura y selvicultura, que llegó a ser tal vez el primer centro de estudio del mundo en esta especialidad, ocupando un inmenso edificio que contienen todas las sec- ciones de investigación y vulgarización muy bien instalados y provistos, con magníficos herbarios, rica biblioteca, colecciones científicas y campos de expe- rimentación, todo ello con un presupuesto relativamente bajo, pues no pasaba en 1914 de trescientos mil marcos. S u ejemplo impulsó a los Estados de la Con- federación a crear parecidas instituciones, que obraban de acuerdo con la Cen - tral y con similares programas de trabajo. E n otro plano de vulgarización, pero con el mismo objetivo de estudios fitopatológicos, existen una porción de Insti- tuciones repartidas en gran número por todos los Estados, que funcionan como Centros de Vigi lancia , para dar cuenta de todas las novedades que se observen. Siguen luego para intensificar más y más este servicio, multitud de Cámaras agrícolas que se ocupan, entre otras cosas, de su cometido, de cuanto tenga que ver con las enfermedades de las plantas; todas estas entidades están convenien- temente asesoradas por técnicos; para hacerse cargo de la importancia que allí adquieren estos Centros, que llamaremos secundarios de vigilancia, indicaré que sólo en el Estado prusiano existen en número de 267, y, finalmente, en cada una de ellas, hay adscritos porción de corresponsales, que son agricultores, jardi- neros, párrocos y guardias campestres, cuya misión consiste en informar al Centro más próximo, de la aparición de trastornos en las plantaciones de su cargo. Como fácilmente se desprende de lo dicho, la organización es perfecta desde el tronco principal, hasta el sinnúmero de raicillas que constituyen una red de tupidas mallas que abarcan todos los ámbitos del país. L o s Estados confederados tienen estos servicios montados en parecida forma, de manera que al desprenderse algunos de ellos a consecuencia de la Gran Guerra, han conservado la misma organización, tal ha ocurrido en B a - viera, como me consta por informes recibidos ha poco, de mi amigo el Dr . Haas, naturalista de Frankfur t , que ha tenido la bondad de comunicármelo con todos sus detalles. Como complemento, para redondear el efecto práctico de. tan notable orga- nización, se ha añadido una propaganda por medio de la prensa, que además de las innumerables revistas científicas, para asesorar a todos los agricultores, da curso a Flugbláter (hojas volantes), que a pesar de no servirse más que a los peticionarios, se circulan en número de 5 millones de cada una, dadas en forma al alcance de todas las inteligencias y por lo tanto esencialmente prácticas. L o s resultados son excelentes y con presupuesto relativamente pequeño, contribuyendo al gasto todos los interesados, lo que demuestra la trascendencia que tiene la confianza que inspiran la seriedad de las Instituciones científicas, la capacidad de los gobernantes y de las clases directoras. E n 1.° de Enero del 1924 existían en Alemania 51,098 cooperativas con 7 millones de socios, y teniendo en cuenta los componentes de familia, puede calcularse en 30 millones el número de personas, es decir, la mitad de la población actual del Reich, que se hallan interesadas en ellas. D e su total, 38,028 son agr ícolas ; comparando esta cifra con las 3,006 cooperativas agrícolas de 1890, puede deducirse el potente movi- miento de organización verificado en el campo de la economía agrícola en el pe- ríodo de una sola generación, y eso que ha tropezado con la terrible hecatombe ocasionada por el hundimiento del marco después de la guerra que sepultó sus capitales acumulados a fuerza de perseverancia y economía, que ascendían, según las estadísticas, a 12 mil millones de marcos, reducidos a la nada. Italia es indudablemente la nación que ofrece más . antigua historia en cuanto se refiere al estudio y defensa contra las enfermedades de las plantas, tal vez su organización no ha llegado a la perfección, por la dificultad que ofrece el adaptarse a las reformas necesarias, en organismos cuyos objetivos se han ido modificando y por esta causa adolece un tanto de unidad en su actuación general, si bien se va reformando en este sentido desde 1914, época a que principalmente aie refiero. Tienen los Laboratorios dividido el campo para ocuparse, unos casi exclusivamente de criptogamia, como son, de una manera principal, el Labora- torio criptogámico italiano de Padua, fundado por el prof. Briosi , que fué el primero dedicado a esta especialidad, y la R. Stazione di Patología vegetóle di Roma bajo los auspicios de Cuboni, profesor de la asignatura en la Univers idad Central y otros de Entomología agraria exclusivamente, entre los que descuellan la R. Estación de Florencia, con A . Berlese al frente, y el Laboratorio de Portici , dirigido por el prof. Silvestri , Correspondiente de nuestra R. Academia, que a los méritos de investigador, demostrados en sus innumerables publicaciones, reúne el de ser un simpático y eficiente divulgador. Cábeme citar la R. Scuola de viticultura de Avellino, que publicó la primera Revista en Italia y tal vez en el mundo, de fitopatología llamada Rivista di Patología Vegetóle, dirigida por Napoleón y Antonio Berlese, precursora del Redia que ve la luz todavía en Florencia. Como se ve, en Italia al frente de estas Instituciones se encuentran sabios eminentes en ambas disciplinas, cuyo número sería prolijo enumerar, pero me- recen especial mención A . Berlese, por su obra notabilísima, en vías de publi- cación, de embriología y morfología, Gli Insetti, que quedará entre los clásicos, y el Sylloge fungorum hucusque cognitorum digessit, de P . A . Saccardo, del que al morir el autor, hace un par de años, dejaba publicados 24 volúmenes y un index iconum, obra monumental para el estudio sistemático de criptógamas, aunque por la grandísima extensión de este trabajo personal, tenga muchas es- pecies imperfectamente descritas y que tal vez vayan a parar a la sinonimia. A pesar de tan buenos elementos directores no se ha llegado a obtener allí la suficiente cooperaciónpública. E n Francia, si bien los biólogos, especialmente entre ellos R o u x , Tisserant, Pr i l ieux, P . Marchal y otros, venían ocupándose de Patología vegetal, de una manera remarcable, la organización de la obra de conjunto, que aporta a la agri- cultura nacional considerables ventajas, bajo los auspicios del Ministerio de Agricul tura , no ha tenido lugar hasta el año 1911 y si bien con relativa economía, los gerentes han desarrollado sus proyectos de manera tan acertada, y han sa- bido granjearse la colaboración de los especialistas de su país, hasta el punto que su implantación y desarrollo pueden servir de modelo digno de imitación. Se estableció un Centro en Par ís con dos Estaciones, una que titulan de Patología vegetal y otra de Entomología ; en ellas se reciben noticias de las plagas del campo observadas en las diferentes comarcas del territorio francés y de sus Colonias, para cuyo efecto se le ha añadido un Servicio técnico de v ig i - lancia, facilitándole los medios para su mayor extensión posible; un Servicio de Investigaciones científicas, que abarca los Laboratorios de las Estaciones diseminadas por la nación, tanto para investigar lo que interesa a la entomología agraria, como a la criptogamia y finalmente un Comité consultivo de las epifities, del que forman parte los entomólogos y fitopatólogos más autorizados. U n a vez puestos de acuerdo sobre los puntos a dilucidar, se formulan los proyectos ade- cuados, en tesis general, dejando en los detalles una gran independencia en la forma de llevarlos a cabo. Anualmente se publican los Anales del Servicio de las epifities, en los que se da cuenta detallada de todas las Memorias y Relacio- nes recibidas por el Comité. L a Gran Bretaña, a pesar de no ser país esencialmente agrícola, sigue el movimiento científico, pues tiene hombres eminentes en la Entomología y Mico- logia, pero no ofrece un Servicio montado interiormente, por serle innecesario. Se ha interesado en cambio en que se establezca en sus Domonions y de una manera culminante en el Canadá, una organización que si bien independiente de la metrópoli, raya a grande altura, y algo parecido puede decirse del Imperio Indo-Británico. C o m o no es mi objeto detallar la constitución y funcionamiento de estas Instituciones en todos los países, que se pueden estudiar en obras especializadas, y sí sólo me he propuesto presentar abreviadamente unos cuantos tipos que puedan servirnos de pauta al ocuparnos más adelante de lo que convendría adoptar en nuestro país, basta con lo dicho para dejar bien demostrado, no sólo la importancia de los estudios de Patología vegetal, sí que también la estrecha solidaridad existente en esta materia entre todas las naciones del mundo, hasta el punto que las que no sigan el movimiento general, serán en absoluto descon- tadas del concierto económico universal. Para dar mayor eficacia a esta manco- munidad de principios, fué fundado en 1905 en R o m a el Instituto Internacional, con la concurrencia de 40 Estados, de todos los Continentes, y posteriormente se han ido sumando hasta la fecha otros 22. Dicho Instituto se propuso constituir un Centro al que aporten de todas partes cuantas noticias afecten a la Agr i cu l - tura, ya de estadísticas, informaciones, legislación, economía, cultivos y de una manera especial, cuanto haga referencia a Patología vegetal, para dar a conocer extensivamente lo que ocurra en el mundo, con la mayor facilidad y rapidez posibles, a cuyo objeto publica tres boletines y otras varias informaciones que se ocupan de estas diferentes cuestiones en cinco distintas lenguas, entre ellas la castellana, sometiendo en su caso a la aprobación de los Gobiernos, si ha lugar, las medidas necesarias para proteger los intereses de los agricultores. E l Instituto Internacional llevó a cabo en 1911 una investigación del estado en que se hallan en todos los países del mundo los Servicios de Fitopatología, y a tal efecto redactó un plan general que serviría de norma para las contestaciones que debían sumi- nistrar oficialmente todas las naciones adheridas. L o s resultados no tardaron en publicarse en un folleto del que, en 1914, salió la tercera edición, que es la última y la que me sirve de pauta para el presente trabajo. De este libro tomo pie para comentar la situación de España en la materia de que vengo principalmente ocu- pándome, o sea de Patología vegetal. E n las primeras líneas tropiezo con una novedad exclusivamente nuestra, a saber, que el Cuerpo Nacional de Ingenieros agrónomos está encargado del Servicio de protección contra las plagas del campo; en ningún otro país del mundo, que y o sepa, un Servicio en el que deben intervenir todos, para asegurar el éxi to , queda relegado a un Cuerpo oficial hermético, que sin duda presta ya otras relevantes funciones útiles a la nación. A s í vemos, por ejemplo, países como Chile, que poseen un Cuerpo de ingenieros agrónomos y a pesar de ello dichos Servicios, con el nombre de "Serv ic ios de Policía Sanitaria V e g e t a l " o de " D e - fensa A g r í c o l a " , los tiene la nación montados con actuación independiente, si bien con delegaciones de personal procedente del expresado Cuerpo. U n o de los motivos principales de exclusión, es que esta clase de funciones necesitan una gran libertad de acción, cosa difícil en un cuerpo oficial, más o menos sujeto, aun a pesar suyo, a las banderías políticas, y que además por la misma circunstancia el público, mira con recelo. Veamos lo que ocurre con una de las plagas que más han preocupado siempre, la del Daciostaurus Marocanus T h u n b . ; ya en 1593, Felipe I I dictó disposiciones contra la langosta, y España fué la primera Nación que tomó iniciativas protectoras y las leyes promulgadas desde entonces son en grandísimo número, pero lo único que ha faltado es su acatamiento; en 1923 votaron las Cortes un millón y medio de pesetas, muy superior cantidad a la em- pleada en otros países, tan intensamente atacados como Italia, que es en esto muy liberal y no empleó más que trescientas mil y a pesar de todo, casi se puede decir que el nuestro es el único país que no ha podido atajar su marcha invasora, que promete llegar a una calamidad general, ello debido a las ocultaciones de los par- ticulares, que saben que por influencias les serán condonadas las multas y a la injusta distribución de los fondos por la presión de los caciques locales. Sin proceder de una Escuela especial, se pueden adquirir aptitudes necesa- rias para desempeñar perfectamente un cargo científico, sobre todo si el individuo está habituado a un esfuerzo diario para sostenerse y prosperar; nada hay en cambio tan narcotizador, como la tranquila posesión de un sitio en escalafón, en el que automáticamente nos vamos elevando, sin que por nuestra parte debamos preocuparnos de otra cosa, más que de la defensa contra los ataques eventuales de los de abajo y de derribar a los que se hallan en las al turas; la forzosa conse- cuencia de tal sistema es la paralización del progreso filomático. E l Estado pues, al adoptarlo como procedimiento sistemático, mata las iniciativas y contribuye al retraso en todos los ramos del saber, hasta el punto que si a una buena parte de la burocracia técnica oficial se la suprimieran las garantías del escalafón, se UBMORIAS.—TOMO X T I I I . 419 60 quedaría sin horizontes; por esto los Cuerpos cerrados, fuera de objetivos muy especiales, no existen en las Naciones más adelantadas, como Inglaterra, Esta- dos Unidos y Alemania. A l analizar la gestión del brillante Cuerpo Nacional de Ingenieros A g r ó n o - mos, no quiero referirme para nada a sus funciones generales, que supongo desempeña debidamente, como son formación de estadísticas, Estaciones enoló- gicas y ampelográficas, de pomologia, ensayos de semillas, sericicultura, sección olivarera, etc., y sí sólo a lo concernientea las enfermedades de los cultivos. Desde luego es evidente que la reseña oñcial que publica el Instituto interna- cional de Roma, está inspirada por el expresado Cuerpo, que tiene un individuo del mismo en concepto de Delegado español; en dicha reseña, además de existir importantes omisiones, se refleja la característica de la ética nacional, que con- siste en vivir de ilusiones y de esto es prueba la relación que hace la Estación de Patología vegetal de la Monc loa ; yo la visité en 1921, que es cuando quería pubicar esta monografía y experimenté un gran desencanto; dicho laboratorio era poco más que nada; no se había adaptado a las corrientes modernas; así es que oficialmente no se proporcionaban a los alumnos los elementos de estudio y experimentales indispensables para desempeñar su cometido en los laborato- rios de investigación, regionales y Estaciones agronómicas como sería debido; esta misma impresión ha producido a personas competentes y aún a profesores extranjeros que lo han v i s to ; me interesó en mi visita, además, conocer el pro- grama oficial de la asignatura, única en la carrera que se ocupaba del conocimien- to de las disciplinas referentes al caso y venciendo dificultades, pude obtener un ejemplar que me confirmó en mi opinión; constaba de 31 lecciones en curso al- terno, que comprendían el estudio de todos los insectos, de todas las criptóga- mas, de lo referente a su biología, a las enfermedades por ellas ocasionadas y a su terapéutica; en una palabra, una enormidad; el resultado es lo que se evi- dencia en la mayoría de publicaciones de la Entidad, referentes a mi tema; de- muestran gran falta de preparación para la investingación personal; esto da como consecuencia, que la organización del servicio de plagas, es sumamente defectuosa, pues si bien existen Juntas consultivas, Consejos, Comités y Comi- siones en gran número, y con el correspondiente personal, resultan poco menos que inútiles. Para llenar omisiones sufridas en la reseña que vengo glosando, he de hacer hincapié en los Consejos provinciales de Fomento, tal vez el único Cuerpo se- mioficial que ha dado frutos, por lo menos en nuestra provincia. P o r R. D . de 17 de M a y o de 1907, fué modificada la organización de los antiguos Consejos de Agricul tura , Industria y Comercio, que de bien poca cosa servían para nuestro objeto, transformándolos en dos cuerpos completamente distintos y autónomos, tal vez este carácter les permitió arraigarse, bajo las denominaciones de Consejo de Agr icul tura y Ganadería, y Consejo de Industria y Comerc io ; el primero de estos, desde 1909, o sea después de promulgada la ley de 21 de M a y o de 1908, para la defensa contra las plagas del campo, se preocupó de una manera preferen- te de su extinción, siendo los promotores de tales iniciativas, los Sres. J. V íc to r Clarió y Don Jaime Nonell , ambos del Cuerpo Nacional de Ingenieros A g r ó n o - mos, que con la mejor voluntad y con grande empuje, se propusieron dar im- pulso a la consecución de tal fin, durando este periodo hasta 1 9 1 2 ; en estos años, son pruebas fehacientes de su actividad, la publicación en 1909 de la primera memoria-resumen de los trabajos y servicios realizados por el Consejo provin- cial de Agr icul tura y Ganader ía ; otra interesante publicación en 1910, bajo los auspicios del mismo Consejo, sobre las instituciones de Enseñanza y experimen- tación agrícolas necesarias en la provincia, en la que aprovechando la situación producida por la desaparición de la Granja agrícola regional, a consecuencia de la urbanización de la zona que ocupaba, practicaron los Ingenieros supradichos un minucioso estudio de la manera como se podía proceder para utilizar una buena parte de los terrenos que ocupaba, sin oponerse a la urbanización proyec- tada, destinándolas a la creación de un Palacio de Agricul tura , con sus corres- pondientes Estación agronómica y de Patología vegeta l ; dicha memoria, que revela visión clara de lo que se proponían, contiene una porción de proyectos y planos, que de haber sido secundados oficialmente abrieran nuevos horizontes para llevar adelante las enseñanzas, tan indispensables a la gran masa agrícola de la región. Poco tiempo después, al finalizar el 1 9 1 1 , y gracias a sus iniciativas, se inauguró un Museo de Patología vegetal, de alguna importancia, que todavía subsiste y durante este mismo periodo, dieron a luz algunos trabajos relaciona- dos con plagas de frutales y cultivos que aun no siendo de investigación, tienen grandísimo valor en el sentido de divulgar conocimientos muy út i les; a partir del 1912, hubo cambios en el ramo, por ese continuo tejer y destejer de la buro- cracia española, continuando no obstante el Consejo en la publicación 4e algu- nas memorias anuales y en la sección de Plagas del Campo, los mentados inge- nieros dieron a luz un extenso formulario de terapéutica agrícola que, ademas contiene agunas reseñas biológicas y el Sr . Nonell, en 1919, abogando por el desarrollo en España del cultivo del algodonero, escribió una interesante mo- nografía, en la que se da cuenta, además de las instrucciones para su cultivo, de la parasitología de dicha malvácea. Nuestra Diputación provincial, de la que es prolongación hoy día, la M a n - comunidad de Cataluña, se ha preocupado siempre del progreso agrícola y por lo tanto de las enfermedades de las plantas, cuando sobre el particular se ha llamado su atención, así poco después de la Conferencia de Berna contra la filoxera, que se celebró en 1879, mientras que la Nación no se adhirió oficialmente a la misma hasta 1891, la Diputación ya había constituido en 1884 una Comisión para el estudio del mildiu y la filoxera, que quedó modificada en 1903 con el nombre ge- nérico de Comisión de Fomento de los intereses agrícolas de la provincia. Últ imamente se instituyó en el departamento de agricultura de nuestra Universidad Industrial, un laboratorio de Patología vegetal, que funcionaba con éxito, cuando los últimos cambios políticos, por motivos de economías han casi paralizado su actuación en espera de mejores tiempos. C o n todo el respeto que me merece el Cuerpo Nacional de Ingenieros A g r ó - nomos, que supongo cumplirá en lo demás debidamente su cometido, mi único objeto es que quede evidenciado que para el servicio de Plagas del campo, que ha tomado hoy día importancia mundial, no se halla debidamente preparado; si todo ello no tuviera más trascendencia que la puramente interior, como confío poco en los efectos de mi modesta intervención, no me hubiera ocupado de este asunto; pero el caso es que además de su interés científico, que es el que prin- cipalmente me ha inducido a traerlo aquí, hay el aspecto económico que es capi- tal y para demostrarlo citaré dos casos práct icos: en el número 186 del Boletín de Agr icul tura técnica y económica, órgano oficial de la Dirección General de Agr icul tura y Montes, que publica el Ministerio de Fomento, en la página 583, en el informe mensual consuetudinario que remiten los Ingenieros agrónomos de cada provincia y en el parte de Almería , habla de la cosecha de la uva que halla abundante y en excelentes condiciones. E n el propio número y página 523 va la R. O . de 31 de M a y o del Directorio Militar, exclusivamente dedicada a la Ceratitis capitata que es una muy temible plaga, que toma pie en la disposi- ción del Gobierno de los Estados Unidos de Amér ica prohibiendo en absoluto la importación de uva procedente de la provincia de Almería , por estimar que es- taba atacada de la Ceratitis y dicta porción de disposiciones contra dicha plaga; finalmente en la página 567 del mismo número, publica el Ingeniero agrónomo D . Jaime Nonell un artículo sobre el mencionado díptero, y si bien de él se des- prende que conoce la denuncia de los inspectores Norteamericanos, al tratar de las muchas especies de frutas atacadaspor la Ceratitis, no incluye tan siquiera la uva, de la que por otra parte no suele citarse como huésped habitual. Se ha insinuado maliciosamente si esta campaña se había iniciado para proteger la uva de California, pero conociendo la seriedad de los técnicos americanos me resisto a creer lo; de todos modos, de estar aquí el servicio debidamente, esta cuestión no hubiera surgido, y no se trata de una insignificancia, sino que según noticias la cosecha actul asciende a unos dos millones de barriles que importarán unos cuarenta millones de pesetas, de modo que a este paso, se nos irán limitando las fuentes de exportación y producción, hasta anularlas completamente, si no nos prevenimos con tiempo. Y vamos al segundo ca so : en Octubre del 23, recibí de D . Asencio Codina, regente del Museo de Ciencias Naturales, en consulta, como individuo del mismo, un ejemplar de mimosa, atacado de la Icerya Purchasi Mask . cuyo diagnóstico confirmé. A h o r a bien, la Icerya es un parásito temible para los agrios, naranjo, limón, etc., cuya invasión ha preocupado en todos los países, y por más que es de los pocos hasta el presente que tienen remedio seguro en la lucha biológica, sin embargo es un peligro que se debe evitar, y si bien en algunas regio- nes de España se había señalado, propagado probablemente de Portugal , en Bar - celona era desconocido; como dichas mimosas habían entrado, seguramente para- 422 sitadas, por la frontera francesa, de ejercerse debidamente los servicios de inspec- ción, podíamos habernos salvado de esta nueva calamidad. A m b o s ejemplos prueban claramente que estos servicios, que como se ve trascienden al exterior, deben estar montados a base de previsión, pues han de atender a necesidades que no se pueden contrarrestar de improviso. A l relatar la manera como se hallan hoy día en España, para poder conocer los elementos de que hay que echar mano y así establecerlo en sólidas bases, he dejado exprofeso para el final, un servicio, que si bien incompleto, es lo mejor que tenemos. Por R. O . de 17 de Julio de 1913, se encomendó a D . Manuel Aul ló Costilla, Inge- niero de Montes , la comisión de reunir antecedentes sobre la fauna forestal española y la práctica de aquellas investigaciones que fueran necesarias para la publicación de una obra de conjunto sobre esta materia, análogamente a la que con relación a la Ciencia Botánica se denominó "Flora Forestal Española"; sin entretenerme en mencionar tropiezos y contratiempos, diré que por fin, tan magnífica idea, que había caído en terreno abonado, fructificó en Enero de 1921, es decir, unos ocho años después, con la creación del "Servicio de Estudio y extinción de Plagas forestales". Dicho Servicio debía comprender cuatro pres- cripciones principales, a saber: 1.° Creación de Estaciones regionales de investiga- ción para el estudio metódico de las plagas forestales. 2° Campañas de extinción directa cuando las circunstancias lo aconsejen. 3. 0 Difusión por la enseñanza de los procedimientos que resulten más convenientes y 4.° Necesidad de una ley de Plagas del monte a fin de que pueda obligarse a los interesados a una acción colectiva. E l plan como se ve era vasto y el Sr . Aul ló , tal vez por las limitaciones del presupuesto, escogió, de las dos grandes ramas que abarcan las Plagas del reino vegetal, que son como ya he señalado anteriormente, unas de origen vegetal, que atañen a la micologia y otras al reino animal o entomología agraria, el último, que era por lo visto el más adecuado a sus inclinaciones y comenzó fundando "El Laboratorio de la Fauna Forestal Española", base principal de la empresa. Este laboratorio fué mandado establecer por R . O . de 29 de Noviembre de 1917, e instalado el año 1918 en el número 40 de la calle de Fer raz de Madrid. Aunque en pequeña escala se han iniciado los variados métodos que la in- vestigación requiere en los trabajos que le están encomendados. Los estudios biológicos se siguen paralelamente en el Laboratorio y en el campo, a cuyo fin se dispone en aquél de jaulas especiales, donde se procura que los insectos se encuentren en las condiciones más semejantes 'a las naturales, con- trastando estos estudios con los que se realizan en las zonas de procedencia, ya en otras jaulas de observación o ya directamente, mediante la activa corres- pondencia, que además de la que motivan las consultas, es forzoso sostener, así como girando visitas, periódicamente, en todos aquellos casos en que la impor- tancia de la investigación lo requiere. Para mejorar las condiciones de instalación de las jaulas de observación directa en el Laboratorio, se ha realizado la de un Insectario de estudios bioló- gicos al aire libre en la finca montuosa denominada "El Gaseo", sita en Torre- lodones, cuyo monte también puede utilizarse como campo de experimentación. Orientando los estudios hacia la utilización biológica en la lucha contra los insectos perjudiciales, que tan grande importancia tiene en los Estados Unidos de Norte América, se han construido evolucionarios especiales para la obtención y separación simultánea de Himenópteros y Dípteros parásitos, cuyo catálogo sobre cada especie de las perjudiciales se ha de formar, utilizándoles al propio tiempo para su difusión y para el conocimiento de sus costumbres. Estos mismos evolucionarios se utilizan para la determinación del número de generaciones de los Coleópteros Escolitidos, cuya colección sistemática y de sus daños está en formación. También se dedica atención a los hongos entomofitos hiperparásitos, dispo- niendo al efecto de una estufa de cultivos y de aparatos de esterilización, ha- biendo logrado ya en el Laboratorio contaminar larvas de especies muy perju- diciales utilizando al efecto esporos procedentes de cultivos de hongos hallados sobre larvas casi indiferentes desde el punto de vista forestal. El interés que ofrece el conocimiento de las larvas de los insectos ha hecho que no se omita la formación de colecciones en ese estado biológico, conserván- dolas en diferentes líquidos, que son también objeto de ensayo. Dispone, además, el Laboratorio de un pequeño Museo, en formación, donde se exhiben cajas biológicas de las principales plagas forestales de España, por cuyo medio se facilita su conocimiento y se orienta a los particulares que lo visitan en consulta, figurando en aquéllas los gráficos correspondientes al resul- tado de su estudio, que es el que se encuentra en las fichas que para cada especie dañosa se van abriendo. Las colecciones de sistemática van dispuestas con los daños, siendo ya nu- meroso el material acumulado. Un pequeño Laboratorio para la preparación de insecticidas, en los casos en que puedan estar recomendados, y otro fotográfico, constituyen el comple- mento de los trabajos que el Laboratorio de la Fauna Forestal tiene a su cargo, los cuales, conforme vaya disponiendo de personal, habrá de ir desarrollando. La biblioteca que se está formando se halla distribuida según el destino de cada sala y la ocupación especial de quien ha de manejarla. Merece citarse entre los trabajos realizados, una carta de plagas forestales, en la que están numeradas las especies más dañosas y se aprecia, al propio tiempo, la intensidad de sus daños y la naturaleza de las plantas en que fueron producidos. Este Servicio realiza trabajos de divulgación sobre plagas forestales, y man- tiene correspondencia con naturalistas y forestales de otras naciones, con inter- cambio de objetos biológicos, logrando con ello un favorable estudio compara- tivo entre la Fauna nacional y la extranjera. E l 'Laboratorio, además del Director D . Manuel Aul ló , cuenta con el con- curso de los Ingenieros de Montes D . Germán Marina, D . Al fonso Rebellony y D . Bautista Díaz y el Aux i l i a r facultativo de Montes D . Á n g e l Riesgo, al propio tiempo hábil preparador del Laboratorio.P o r R. O . de 17 de Enero de 1921 se implantó el Servicio de estudio y extinción de plagas forestales con la moderna orientación de Servicios análogos en el extranjero, disponiendo al efecto que el Laboratorio de la fauna forestal funcione también como Estación Central de aquél, de la cual dependan técnica- mente Estaciones Entomológicas regionales, que por lo pronto se instalaran en Cuellar (Segovia) , con relación a plagas de coniferas, y en Mér ida (Badajoz), esta última suprimida en el año 1924, por economías impuestas por el Directorio militar, y Vi l lanueva de Córdoba, para encinares y otras frondosas, con campos de experimentación en las masas sujetas a estudio y ejecución de campañas de extinción cuando las circunstancias lo aconsejen, imprimiéndole así la seria orientación que requieren estos estudios. E l Servicio es además el encargado de proponer las bases para una L e y de plagas de montes y terrenos forestales, que sea complemento de la vigente sobre plagas del campo. Consecuencia de su actuación es el R. D . de 12 de Marzo último y R. O . de 13 del mismo, de aplicación regional en Vi l lanueva de Cór- doba y términos colindantes, ambas disposiciones las primeras sobre esta cues- tión de Plagas forestales. A s í estaban las cosas en 1921, cuando en 1923, un R. D . de 10 de N o - viembre, determinaba la colaboración en Sistemática del Museo Nacional de Ciencias Naturales y la orientación de los estudios hacia el intercambio cientí- fico internacional, con el buen acierto de llamar a dos entomólogos de recono- cida competencia, que son el Sr . García Mercet y D . Cándido Bolivar , dando comienzo en abril de 1923 a la publicación de una importante Revis ta de Fi to- patología, de la que han visto la luz hasta Diciembre del propio año, 4 números. Sin mermar su actividad en otras esferas, se establecieron campos de expe- riencias en distintas fincas de diversos propietarios y Ayuntamientos. E l nuevo Servicio pudo contar también, por concesión especial de S. M . el Rey , con un insectario, primero en España, que honra al Monarca, en los terre- nos del Real Monte de E l Pardo, próximos a la Rea l Casa de Campo, cuyas posesiones constituyen una importante masa forestal o campo de experiencias del Laboratorio. E l servicio prestado es notable, pues sólo en Vi l lanueva de Córdoba se está trabajando en 60 mil hectáreas de encinar enfe rmo; es de esperar con buenos resultados. Sin entrar en más detalles, en mi concepto este Servicio del Estado, que he visitado hace pocas semanas, reúne excelentes condiciones para servir de base a la reconstitución del importante problema que ofrece en nuestro país la Patología vegetal, si bien se halla todavía incompleto e instalado con demasiada 425 estrechez, y como nadie es profeta en su patria, voy a reforzar mi opinión, que he dado a conocer en otras ocasiones, con la de un profesor extranjero, que tuvo recientemente oportunidad de estudiarlo. E l Dr . Feytaud, Inspector del Servicio fitopatológico en Francia y Director de la Estación Entomológica de Burdeos, publicó en 1923, en el Boletín de la Sociedad Lineana de dicha población, un viaje por España en examen de las plagas de Lymantr ia y Tor t r ix , que afec- taban las regiones de Ext remadura y Castilla en 1921. E n la memoria-informe habla con grande elogio, del personal que forma parte del Servicio de Estudio y Ext inción de Plagas forestales, que le ayudó eficazmente en su cometido, sin referirse siquiera a ninguna otra institución por no concederle valor ninguno y termina diciendo: Es de desear que el Gobierno español, que ha empezado ya a plantear los medios de lucha contra los enemigos de las plantas, extienda una, organización general de entomología agrícola y de fitopatología, que se impone en todos los países civilizados con sus laboratorios y estaciones experimentales y que es preciso que se filtre una gran verdad, a saber: que el dinero destinado por tena nación a los laboratorios de ciencia aplicada a. la agricultura, le reporta un grandísimo interés por el valor de las cosechas sah'adas. Estas palabras lan- zadas de allende las fronteras, tal vez serán atendidas con mayor interés que salidas de aquí ; si así fuere, aunque no más que por esto, no daríamos por mal empleada la visita del Dr . Feytaud. Antes de terminar daré, en forma muy sintética, mi idea de lo que persigue la legislación en lo que a nuestro tema se refiere en las naciones privilegiadas. Después de las leyes constituyentes en cada país, que se refieren a la implanta- ción del Servicio, que depende en todas partes del Ministerio de la Agricul tura , formando siempre una Sección con amplias facultades, y a todo lo pertinente a la administración del mismo, se tiene en cuenta la protección de los vegetales propios contra las invasiones extranjeras, entendiéndose desde luego que va com- prendido el personal inspector y laboratorios y locales idóneos; como tipo, debo citar el Plant Quarantine Act, de los Estados Unidos , establecido en 20 de Agos to de. 1912. E n segundo lugar existe la Sección de exportaciones, cuyo personal va incluido en el mismo grupo y su objeto es dar la seguridad a las naciones importadoras, de que se les remiten ejemplares de frutas o plantas indemnes y finalmente existe también un servicio de vigilancia interregional. E n España abundan las leyes y los R. D . que han venido ocupando siempre buena parte del Boletín de Agricul tura técnica y económica, pero en este ramo, como en casi todos, se promulgan leyes que no es posible cumplir, por cuanto se crea la función sin existir el órgano en condiciones de poderla desempeñar. E l Directorio militar, reconociendo sin duda la importancia suma de este problema, ha demostrado en su solución, como en muchos otros, muy buena voluntad y nada indica más claramente la preferencia que le ha merecido, por considerarlo trascendental para la agricultura, fuente que debe ser principal de prosperidad en nuestra nación, como el que ya a primeros de Enero del 1924, es decir, pocos meses después de la subida al Poder, publicó el R. D. reorgani- zando el Cuerpo de Ingenieros agrónomos, y en 20 de Junio próximo pasado, otro R. D. aprobando la organización de los Servicios nacionales agropecuarios, en el que se resuelven con buen acierto todas las bases para llegar a establecer un plan perfecto de actuación; y para complemento, en 1 1 de Diciembre último publicó la Gaceta un nuevo plan docente para la Escuela de Ingenieros agróno- mos, en el que se concede la mayor atención a la enseñanza de las Ciencias Na- turales y Químicas, ocupando un lugar preferente los conocimientos de Ento- mología agrícola y Patología vegetal, sin dejar de lado ninguna de las restantes disciplinas que deben integrar el ejercicio de tan relevante profesión. Pero no se ha limitado a esto la actuación del Directorio, sino que ha lle- vado la solución al terreno práctico hasta el punto que el Instituto agrícola de Alfonso X I I , Escuela especial de Ingenieros agrónomos, así como la explota- ción de la Moncloa, han experimentado y siguen sujetos a una reorganización tan radical que verdaderamente dentro de poco tiempo ha de resultar descono- cida para los que la examinamos un poco íntimamente dos años atrás, con el buen acierto de haber elegido como Director técnico de tal empresa a persona de tan conocida competencia como es el Sr. Clarió. En mi visita a la Moncloa en 1 9 2 1 , me convencí de que aquello estaba per- dido, los invernaderos destrozados, las cuadras derruidas y todas las pertenen- cias de tan magnífica finca, no decaídas, sino derrumbadas, a consecuencia de no existir consignación bastante para conservarla y tal vez por falta de interés en los que se hallaban al frente, pero en la actualidad está sufriendo modifica- ciones muy acertadas y tal reorganización, como he podido comprobar en mi visita de
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