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SIBILIA_UNER_2019

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la conexión” 
UNER Facultad de Ciencias de la Educación 
Publicación de abril de 2019 Texto: Rocío Fernández Doval 
PAULA SIBILIA: “Vivimos en la visibilidad y la conexión” 
La ensayista argentina radicada en Brasil, investigadora en la Universidad Federal Fluminense de Río de Janeiro, visita 
la FCEDU en el marco de la Maestría en Comunicación | Antes del seminario de posgrado que comienza hoy, ofreció 
una conferencia abierta sobre la extimidad y las tensiones entre la espectacularidad de la vida íntima, la sociedad de 
control y el riesgo de descontrolarse. 
 
 
 
Paula Sibilia escribió “La intimidad como espectáculo” durante la primera década del siglo XXI, un libro que es el 
resultado de su tesis doctoral y que en Argentina se publicó en el 2008. Nuevo siglo y nuevo milenio habían 
empezado con la explosión de dos fenómenos relacionados a la intimidad, que le llamaban especialmente la 
atención: los reality shows y la proliferación de blogs de formato “diario íntimo”. Aunque parezca mentira, en ese 
momento Instagram dormía en algún sueño futurista y la mayor tecnología en la cámara de un celular era de 3 
megapíxeles. 
Muy poco tiempo antes, las computadoras no tenían incorporadas webcams sino que había que comprarlas por 
separado. Todavía eran muebles en una casa, usados por toda la familia, y para acceder a internet había que cortar 
la línea de teléfono. Todavía se hablaba por teléfono fijo. “Hago este ejercicio de memoria, porque como ha habido 
tantas transformaciones en poco tiempo, tendemos a olvidarnos”, dice Sibilia, mientras muestra en pantalla 
imágenes de esos artefactos que hoy yacen moribundos en algún garaje o en algún cajón. En el Auditorio se escucha 
un murmullo de recuerdos compartidos con la gente de al lado: “¿Te acordás del ruido que hacía el módem cuando 
se conectaba?”. 
Paula Sibilia habla durante casi dos horas. “Creo que debo ser la única que estoy enteramente presente en este 
tiempo-espacio”, dice. El resto del Auditorio –estudiantes, docentes, comunidad graduada de la FCEDU, personas 
que alguna vez la leyeron, que vinieron a escucharla como se escucha a la banda que te gusta– están absolutamente 
interesados en estar ahí, pero alguna vez, al menos durante cinco segundos, respondieron un mensaje o subieron 
su selfie en la conferencia. “Las redes desconocen todo límite de tiempo y espacio. Por eso estamos visibles, 
conectados, ansiosos y dispersos”, se la escucha decir después. 
 
Intimidad 
 
¿Qué es o qué era la intimidad antes de transformarse en espectáculo? ¿Cuándo comenzó esa transformación? 
https://www.fcedu.uner.edu.ar/?p=33981
http://cmap.javeriana.edu.co/servlet/SBReadResourceServlet?rid=1J2SK927M-22DBXQG-1TB
https://www.fcedu.uner.edu.ar/wp-content/uploads/2019/04/IMG_3004.jpg
“La intimidad es un invento burgués moderno, algo bastante reciente y relativo a la cultura occidental, exhalado de 
la cultura europea, con su ímpetu modernizador, industrialista. Comprendía un conjunto de actividades, memorias, 
actitudes que se suponían que debían quedar resguardados de la mirada ajena, preservados de la mirada del 
público. Todo eso que todavía llamamos lo íntimo debía permanecer en la esfera privada, separada del espacio 
público“, explica. La intimidad estaba resguardada con “barreras físicas como las paredes, cerrojos, cortinas, 
ventanas y también barreras morales como el decoro, el pudor, a veces mucho más sólidas que las mismas paredes”. 
Había protocolos muy claros sobre lo que se debía hacer, e incluso, estaba resguardado por la ley. 
 
 
 
Reconocemos, con la investigadora, que a pesar de que la esfera de la intimidad se está transformando, sabemos 
bien de qué se trata: “Esa dinámica que funcionó de modo bastante eficaz y consensual en las sociedades 
occidentales fue fundamental para organizar los modos de vivir del sujeto moderno”. Así nos hemos organizado. 
Entonces, ¿adónde rastreamos esa transformación? 
 
Compatibilidad 
 
Sibilia explica que se ha producido en el siglo XXI una intensa compatibilización entre nuestros cuerpos, nuestros 
modos de vivir y los aparatos. En informática, precisamente, la compatibilidad es la condición que hace que un 
programa y un sistema, arquitectura o aplicación logren comprenderse correctamente de manera directa o indirecta, 
por ejemplo, mediante un algoritmo. En ese sentido, nos hemos vuelto compatibles con las tecnologías digitales. 
Entonces, “imágenes de ciencia ficción se han convertido en algo sumamente habitual”, comenta mientras vemos 
gente sentada a la mesa, comiendo, buceando en el celular que cada quien tiene en la mano. 
Su premisa antropológica fundamental es que los cuerpos y las subjetividades cambian históricamente y nos 
adaptamos a las herramientas culturales de las que disponemos en nuestro ambiente. Entonces, resalta dos cosas: 
por un lado, que las tecnologías no son buenas, malas ni neutras, son históricas, es decir, “cargan consigo ciertos 
valores y creencias típicos de las sociedades que las gestaron. Se pueden resignificar pero en general tienden a ser 
usadas de cierta forma. Suponen ciertos modos de vivir y no otros”. Por otro lado, en consecuencia, que nos hemos 
hecho compatibles con ciertos modos de vivir que están implícitos en esas tecnologías. 
 
La vida analógica / la vida íntima: basta de llamarme así 
Antes fuimos compatibles con otras tecnologías, por ejemplo, el lápiz, el libro, el papel secante. “Requirió todo un 
esfuerzo compatibilizar con ellas y la escuela cumplió un gran papel en eso”. Hemos dedicado cuadernos y cuadernos 
enteros para aprender a escribir con birome y en cursiva. Hubo una sociedad moderna que engendró las tecnologías 
escolares y fueron eficaces para su desarrollo. 
De esta manera, Sibilia remarca dos vectores para analizar los modos de vida y su transformación, ahora en sintonía 
con las nuevas tecnologías: por un lado, los usos del tiempo y el espacio; por otro, el modo de relación del sujeto 
https://es.wikipedia.org/wiki/Compatibilidad_(inform%C3%A1tica)
https://www.fcedu.uner.edu.ar/wp-content/uploads/2019/04/IMG_3051.jpg
consigo mismo, el mundo y los otros. Mientras en algún momento pudimos dejar de estar en internet y vivir la vida 
analógica, desconectada; lo que solíamos llamar intimidad se volvió público. ¿Podemos seguir llamándola así? 
 
Extimidad 
 
“No es exactamente eso. Parece, pero al mostrarse rompe la premisa fundamental de lo que no debe hacerse 
público”, explica la investigadora. Entonces eligió el término extimidad para nombrar aquello. Fue la primera en 
usarlo en este sentido, distinto del que acuñó Lacan. 
 
 
 
Las redes sociales nacen, entonces, como canales para compartir la ex intimidad con los demás. Algo que no 
necesitaba la cultura moderna. “La selfie no es lo mismo que un autorretrato. No se toma para colgar en la sala ni 
para guardar en el álbum, como en la era moderna. La selfie implica que va a ser compartida instantáneamente y 
requiere una repercusión positiva, porque si no, se borra”. 
Se detiene en el subgénero de la selfie que más alboroto causa: el aftersex: “Un autorretrato con compañía, tomado 
inmediatamente después del acto sexual. Su destino es igual que cualquier selfie, compartirla, mostrarla y recibir 
repercusión. Y parece algo banal, pero es un síntoma bastante importante de esta transformación. El contraste con 
respecto a la sexualidad en el modo de vida inspirado por la burguesía que brilló a lo largo del siglo XIX y XX”. 
Además de la desnudez, el cuerpo, las emociones y las vacaciones, la comida –”que es la gran estrella de Instagram”–
, también era parte de la intimidad. “No sorprende que hayamos inventado estos aparatos. Había un terreno que se 
había preparado para eso”, asegura Sibilia. 
La gran pregunta que surge es: ¿cuándo y cómo se preparó el terreno para que necesitemos compartir nuestra 
intimidad? 
 
 
La sociedad del espectáculo: Performar para existir 
 
Paula Sibilia llama entonces a su primer aliado: Guy Debord, que escribió “La sociedad del espectáculo”en 1967, un 
libro que hoy es un clásico. “Debord vislumbró en ese momento una transformación de la sociedad, muy 
importante: la emergencia de la sociedad del espectáculo, en la cual las imágenes y las apariencias empezaban a ser 
lo más importante“. Todo en el contexto del boom de la televisión, la publicidad y la sociedad de consumo. Sibilia 
refuerza: “El espectáculo no es un show, sino que es una relación social entre personas mediada por imágenes. Es 
decir, en ese momento los modos de relacionarse empezaban a impregnarse del espectáculo”. 
Visibilidad y conexión son dos vectores fundamentales de la vida contemporánea. “En el siglo XIX y XX tenían otros 
problemas, pero no estaban instigados a vivir visibles y conectados –afirma Sibilia–. Nuestra vida cotidiana se ha 
visto convocada a performar y a realizarse en la visibilidad. En las redes sociales es más fácil verlo pero no es sólo 
ahí que se da, hemos aprendido a vivir con esa lógica también offline, si es que todavía existe eso”. 
http://www.ultimorecurso.org.ar/drupi/files/sociedad.pdf
https://www.fcedu.uner.edu.ar/wp-content/uploads/2019/04/IMG_3065.jpg
Performar es la cuestión. ¿Y qué es eso? La investigadora explica que es una especie de curaduría de uno mismo: 
“Performance, en su polisemia, es capaz de nombrar lo que no es una mentira exactamente. Es una versión 
photoshopeada de uno mismo, que calcula que hay alguien mirando y sabe qué es lo que se espera. Se performa 
para la mirada ajena”. 
 
Miedo a descontrolarse 
 
Otro aliado al planteo es Gilles Deleuze con su breve y esclarecedor artículo “Posdata sobre las sociedades de 
control”, publicado en 1990. “Se trata de un anexo a la obra de Foucault sobre las sociedades disciplinarias. Lo que 
desarrolla Deleuze es, precisamente, la diferencia grande entre control y vigilancia. El control es hasta lo opuesto: no 
es vertical sino horizontal, en red, de todos por todos. El doble tic azul del Whatsapp es un emblema de la sociedad 
de control”, asegura Sibilia. 
Pero además del control ajeno, crece el autocontrol y su contracara. Lo que surge como contrapunto de la 
instagramización de la vida es “el riesgo de que se vaya de control mi espectáculo”. Precisamente, “mientras más 
mostramos, más riesgo tenemos de mostrar algo que no deberíamos, algo que no es una buena performance”, dice 
la investigadora, mientras resonará en algunas cabezas ese primer capítulo de la tercera temporada de Black Mirror 
que parece sintetizar perfectamente la lógica instagram. 
Lamentablemente sobran los ejemplos sobre videos que se viralizan, bullying, historias que terminan en tragedia. 
Sin embargo, no hace falta llegar hasta ahí: “Asistimos a un momento inédito de ampliación de las posibilidades 
existenciales, individuales y colectivas. La posibilidad de uso del tiempo y el espacio se ha multiplicado y lo mismo 
en las relaciones. Y al mismo tiempo aparecen problemas nuevos y no hace falta llegar a dramas muy profundos: 
uno muy banal y cotidiano es que no tenemos más tiempo para nada“. 
Mientras las redes imponen lógicas que se superponen o rompen la lógica de las paredes, Sibilia reconoce que 
hay espacios que todavía funcionan como reductos y refugios analógicos y no es, precisamente, la escuela. El cine y 
el teatro son los lugares cuyas paredes todavía tienen consenso y legitimidad: “Si alguien está con el teléfono durante 
la película, va a haber un señalamiento social. La gente va al cine porque quiere que esa experiencia sea 
extraordinaria. Creo que vale la pena pensar mejor en estas dinámicas, son una resistencia a la lógica de las redes”, 
dice Paula Sibilia para terminar. Y ya está investigando sobre eso. 
 
http://www.fundacion.uocra.org/documentos/recursos/articulos/Posdata-sobre-las-sociedades-de-control.pdf
http://www.fundacion.uocra.org/documentos/recursos/articulos/Posdata-sobre-las-sociedades-de-control.pdf
https://www.pelispedia.tv/pelicula/black-mirror-season-3-episode-1/
https://www.pelispedia.tv/pelicula/black-mirror-season-3-episode-1/

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