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Mi madre es culpable de Julian Soler - Análisis desde la bioética.

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1.2.1 “Mi madre es culpable” de Julián Soler
Bioética 
Bermudez Torres Luis Hiram
Esta película plantea el dilema ético en la práctica de la eutanasia. Pero va un poco más allá, ya que plantea que dicho procedimiento sea practicado por una madre a su propio hijo. En este ensayo no pretendo dar un juicio respecto a los personajes o sus decisiones, si no analizar los conflictos éticos planteados, tratando de explicarlos desde sus razones, justificaciones y contradicciones, tanto evidentes como aquellas no tan evidentes.
Desde antes de la aparición del hijo en cuestión, hay una escena donde la doctora Consuelo practica la eutanasia sobre un caballo lesionado. A los caballos y a muchos otros animales domésticos es costumbre practicar la eutanasia cuando sufren lesiones, ya que no existe la tecnología para tratar a los animales o bien resulta demasiado costosa, por lo que al valorar la situación resulta más conveniente para las personas realizar dicho proceso. A la vez que según las mismas personas se acaba con el sufrimiento del animal. De aquí podemos ir resaltando cosas que serán relevantes más adelante. Cabe señalar de este episodio que la decisión es tomada por las personas, en este caso, la Doctora Consuelo. Hay que resaltar el titulo de Doctora, ya que denota una posición diferenciadora, no es lo mismo la Doctora Consuelo, (referente a una posición, a una preparación), que la Señorita Consuelo. Siempre en los procesos de eutanasia existe una toma de decisión respecto a la conveniencia del proceso, donde entran muchos criterios tales como el dolor, el sufrimiento, la esperanza y la calidad de vida. Cuando la cura se ve complicada, o poco probable, la eutanasia se justifica por detener el sufrimiento del paciente en cuestión, al menos en ese sentido sucede en esta película, el sufrimiento es un criterio clave para el juicio de la Doctora Consuelo. 
Así que ocurre un juicio, una toma de decisiones, una comparativa entre costos y beneficios. He ahí uno de los primeros puntos conflictivos. La toma de decisiones como es en la escena del caballo, no solo gira en torno al sufrimiento del animal, sino también a qué resulta más conveniente para las personas a las cuales el caballo les resulta útil. Es decir, las creencias, intereses, y necesidades de las personas que toman la decisión con respecto al proceso tienen un peso igual de importante que lo que está viviendo el paciente al que se le practicaría el procedimiento. La eficiencia técnica como valor por encima de la vida, se impone. Claro, que el juicio técnico, en este caso, zootécnico, no es el único tipo de criterio posible, sin embargo en la situación citada se impone esta perspectiva. 
Y es que así como se tienen creencias religiosas, también se tienen creencias como en la ciencia, y la técnica. En una sociedad industrializada son creencias que tienen aquellas personas con autoridad de tomar decisiones, como los médicos, así como el caso particular la Doctora Consuelo. Ella señala que es atea, así como cuenta que su madre es quien le inculcó el rechazo y la intolerancia al sufrimiento ajeno. Aquí llegamos a un segundo punto muy importante, y es como el juicio aparentemente racional y científico no deja de estar exento de implicaciones subjetivas de las personas que se ponen en el rol del médico / científico. Asumir dicho rol no implica necesariamente desprenderse de dichas creencias, incluso podemos afirmar que el interés e implicación en ese rol y no en otro se basa en gran medida en las fantasías, creencias, afectos, deseos, traumas, y prejuicios, de aquellas personas que deciden ejecutar dicho rol. 
Al hablar de roles y de decisiones, surge otro aspecto importante, el hecho de la diferenciación. A los médicos no solo los diferencia su preparación. También dentro de los roles diferenciados existen diferencias o asimetrías de poder y autoridad entre los distintos actores. En la práctica médica esto resalta. Si bien se justifica la investidura de autoridad en la preparación y el conocimiento médico, en casos como el de la película no se pueden negar las implicaciones subjetivas y personales de la doctora. El conflicto y la contradicción entra cuando se respalda en objetividad, donde supuestamente el conocimiento científico es el que da los argumentos para justificar la eutanasia, cuando no es completamente así. Menos es completamente así porque es una decisión de una madre con respecto a su hijo, por la educación atea, por los valores que se encubren detrás de un supuesto conocimiento objetivo, que parece querer afirmarse a sí mismo antes que considerar alternativas que salvasen al hijo. Estos valores en concreto implican una concepción específica de la vida en cuanto a una ética y una moral, donde se equivale la enfermedad así como al sufrimiento con el mal, con lo que no debe de ser, con algo que erradicar, y evitar. Esta postura, aunque se justifica en planteamientos objetivos, dista por mucho en la película de ser ajena a las implicaciones personales y subjetivas de la doctora, siendo más que objetiva, una subjetividad argumentada que llega por lo tanto a aparentar ser objetiva. 
Por otro lado es cuestionable una concepción de la vida solo desde el conocimiento médico y científico, existen dimensiones más allá en la vida de las personas, por ejemplo la dimensión mística y religiosa en la película representada por líderes religiosos en el juicio público así como por el doctor Javier. Desde dicha dimensión el sufrimiento no se concibe necesariamente como algo negativo, puede ser un mensaje, incluso una experiencia de aproximación a lo divino. La enfermedad no solo afecta los órganos de las personas, el estigma y el etiquetamiento también afecta la identidad, las relaciones, y las posibilidades en el mundo de aquellas personas a las que se les ha etiquetado.
 Ese etiquetamiento de deseable, bueno, sano, (o lo contrario) está sutilmente oculto detrás de dicha subjetividad argumentada, supuesta objetividad, y puede ser parte de la motivación que llevase a tomar la decisión de terminar con la vida de una persona. Esto queda en evidencia cuando el único procedimiento disponible es descartado por la deformidad que pudiese causar la cirugía, argumentando que se podía alargar la vida pero esta no sería digna y causaría rechazo de sus semejantes. Es entonces cuando se hace evidente que existen razones mas allá de lo meramente orgánico para tomar la decisión, razones estéticas, simbólicas, a fin de cuentas, subjetivas. Aquí algo muy interesante es que resalta el interés de la sociedad en términos de un status quo, pareciera que no solo se quiere proteger al niño si no a la gente a la cual le causaría repulsión un niño deforme. 
Otro aspecto que ofrece la película y enriquece la discusión es que no solo existe una suerte de autoritarismo entre las figuras de médico y paciente, si no a su vez entre las figuras de adulto y niño. Muy como con el caballo, no se le atribuye al niño la capacidad de comprensión y juicio suficiente como para considerar su voluntad y su opinión. Esta diferenciación y asimetría de roles está más que nada culturalmente fundamentada, dado que en distintas culturas se concibe de forma distinta las etapas de la vida tales como la adultez, adolescencia, infancia, y vejez, siendo diferentes entre culturas al grado de que incluso no en todas existen las mismas etapas de desarrollo. Tal como la adolescencia, en ciertas culturas los jóvenes pasan de la infancia a la adultez sin un punto medio como la adolescencia para nuestras sociedades occidentales. El punto radica en la relatividad al atribuir o no capacidad de decisión consciente a determinados grupos, en este caso a los menores.
Cabe mencionar también el hecho de que el conflicto se vuelva asunto de discusión e interés público. Argumentaría que se debe a que todos estamos implicados socialmente, y casos así aunque no de manera directa, dado que no remiten exactamente a nosotros, de forma indirecta si nos implican. Ya que todas las personas tienen su propia experiencia, su propiavida, sus propios valores y sus propias creencias, su propia familia y experiencias los cuales proyectan hacia el caso a pesar de no conocerlo de primera mano. En ese sentido se hace evidente el conflicto social en cuanto a ideologías y maneras de pensar las cuales desembocan en decisiones y maneras de interactuar concretas, tales como conflicto, cambio social, o marginación. 
Otra dimensión que tiene relevancia en la película es la relativa a lo judicial y legislativo. La práctica judicial (otra donde el tema de la objetividad es controversial) se basa en la observación objetiva de la ley. En ese sentido, privar de la vida a otra persona es considerado un delito. De tal manera que a pesar de los grandes argumentos a favor de la decisión de la doctora, la ley escrita no contempla como atenuantes dichos argumentos y razones. De tal forma que ante la ley ella es culpable. En este punto es posible hablar de la conducta criminal, y la legislación de una sociedad concreta. Las leyes como referentes no están diseñadas para abarcar toda la complejidad de situaciones posibles a pesar de sus constantes esfuerzos, la sociedad cambia, la tecnología, las necesidades, los sistemas económicos, los valores, los conocimientos, etcétera. De tal forma que las leyes quedan siempre rezagadas, a tal grado que casos como el de la película evidencian lo limitado de los sistemas judiciales. 
Hasta el momento considero que he sido muy crítico con la decisión de la Doctora de practicar la eutanasia a su hijo. Cabe aclarar que soy crítico más con respecto a los argumentos tras los que se respalda dicha decisión, a la supuesta objetividad, más que a la decisión en sí. Puesto que al ver la película, las escenas de desesperación entre la madre y el hijo o aquellas de agonía, puedo llegar a comprenderla y apoyarla. 
Considero que hasta este punto se han expuesto los conflictos, contradicciones y motivaciones detrás del problema de la película. Para cerrar y a manera de conclusión quisiera aterrizar dichas ideas y como se relacionan con la práctica de la psicología y la ética en la psicología. En primer lugar, el conocimiento científico, y en particular el conocimiento psicológico no es el único, ni el máximo ni el absoluto. Existen otras disciplinas, y más importante, la vida de las personas es mucho más compleja que cualquier disciplina, superando el conocimiento disciplinar, existe el conocimiento popular, las creencias, los mitos y demás que le dan sentido a la vida de las personas. 
El conocimiento científico no está terminado ni es absoluto, de lo contrario más que ciencia es un dogma, particularmente el conocimiento emanado de la psicología si pretende realmente estudiar y entender al ser humano debe de prestar y resaltar la importancia de los aspectos subjetivos y culturales de las personas, más que intentar reducirlas a sus dimensiones fisiológicas. En ese sentido, considero prudente ir cambiando la noción de conocimiento positivista que aún impera en gran medida en la academia, en el conocimiento popular sobre la psicología y la medicina, donde se considera al método científico y al conocimiento emanado del mismo como objetivo. Creo que esta aspiración a la objetividad termina por generar mayor ambigüedad teórica y práctica al no reconocer o de plano omitir aspectos importantes de la forma y razones en las que se generaron dichos conocimientos o se tomaron determinadas decisiones. Tenemos que reconocer que existe una implicación subjetiva detrás de dicho discurso, así como la hay en las motivaciones que nos llevan a determinada vocación. No basta reconocerlo en las demás personas si no nos reconocernos como personas y nos damos cuenta que muchas veces lo que decimos, como lo decimos, de quien y para qué lo decimos, habla y remite más de nosotros como investigadores, estudiantes o profesionales, que del objeto de estudio al cual supuestamente nos estamos refiriendo. Solo reconociendo esta implicación y dimensión subjetiva en el conocimiento científico este puede aspirar a ser más capaz de dar cuenta de la realidad de las personas. 
Cabe resaltar también como la posición de profesionales nos enviste de cierta autoridad, de tal forma que si queremos trabajar para las personas, debemos tomar en cuenta nuestras propias subjetividades para conociéndolas manejarnos con respecto a ellas así como con lo estudiado de manera prudente. En otras palabras, el no reconocer nuestra implicación puede irónicamente conducir a que actuemos mas en el sentido de nuestras propias creencias y prejuicios sin darnos cuenta, imponiéndonos mas para nuestro gusto, necesidad, fantasía y goce, que por el bien de las personas. El titulo de psicólogos nos da cierto rol y cierto poder por sobre otras personas. Y el poder implicaría responsabilidad, consciencia, y ética basada en la vida, si no quiere ser tiranía. 
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