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1- ESPECIALIZACIÓN EN TRABAJO SOCIAL - Thalia Zq (2)

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CONTENIDO TEMÁTICO 
ESPECIALIZACIÓN EN TRABAJO SOCIAL N° I 
 
1. NOCIONES BÁSICAS DE TRABAJO SOCIAL 
2. NATURALEZA, CONCEPTO, PRINCIPIOS Y OBJETIVOS DEL TRABAJO 
SOCIAL 
3. NATURALEZA Y FUNDAMENTOS DEL TRABAJO SOCIAL 
4. SUJETO DEL TRABAJO SOCIAL 
5. OBJETO DEL TRABAJO SOCIAL 
6. RELACIÓN OBJETO Y SUJETO EN TRABAJO SOCIAL 
7. DEFINICIÓN DEL TRABAJO SOCIAL 
8. PRINCIPIOS DEL TRABAJO SOCIAL 
9. CONSIDERACIÓN INDIVIDUALIZADA 
10. ACEPTACIÓN DEL USUARIO 
11. NO ENJUICIAMIENTO DEL USUARIO 
12. AUTODETERMINACIÓN 
13. CONFIDENCIALIDAD 
14. OBJETIVOS DEL TRABAJO SOCIAL 
15. COMPETENCIAS DEL TRABAJO SOCIAL 
 
 
 
Hojas de texto reproducidas con fines de Capacitación 
 
NOCIONES BÁSICAS DE TRABAJO SOCIAL 
 
La incorporación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) ha propiciado 
importantes modificaciones en la enseñanza universitaria. El perfil profesional de 
los/as trabajadores/as sociales ha evolucionado adaptándose a las condiciones, 
políticas, sociales y académicas de cada momento histórico. 
 
La convergencia ha garantizado la enseñanza de unas competencias generales y 
específicas, que son básicas en el Grado de Trabajo Social, que permite formar 
profesionales cualificados para trabajar en cualquier país, garantizando la calidad, 
competitividad y movilidad de los estudiantes. 
 
La aprobación del nuevo título fue un revulsivo para las Facultades de Trabajo 
Social, y los Colegios profesionales, que vieron como sus objetivos de conseguir una 
titulación superior se cumplían, dejando atrás la histórica Diplomatura para 
comenzar una nueva etapa con la incorporación de Grados, Másters y Programas 
de Doctorado en Trabajo Social. Este proceso supuso la equiparación académica de 
los profesionales con el resto de carreras universitarias superiores. 
 
Durante el curso académico 2010/2011 la mayoría de las Universidades pusieron 
en funcionamiento las nuevas titulaciones, incluida la Universidad Nacional de 
Educación a Distancia (UNED). Desde entonces, los equipos docentes han intentado 
adaptarse a las nuevas exigencias, utilizando la tecnología como principal aliada 
para aunar la docencia, centrada en el trabajo continuo del estudiante, con la 
distancia física entre este y sus profesores. 
 
El desafío ha permitido desarrollar herramientas informáticas como foros virtuales, 
aulas AVIP, videoconferencias, webconferencias, programas radiofónicos, etc., para 
trabajar conjuntamente en el desarrollo de las competencias profesionales 
exigidas, además de conseguir que la UNED se haya convertido en una de las 
universidades virtualmente más presenciales a través de las nuevas tecnologías. 
Conscientes de la importancia de los materiales básicos de estudio para 
implementar las herramientas virtuales, los profesores también han tenido que 
adaptar sus manuales con el objeto de proporcionar los conocimientos, destrezas y 
valores exigidos por la universidad y la profesión. 
 
Actualmente atravesamos un contexto económico-social convulso y cargado de 
incertidumbre en todos los ámbitos. Por un lado, la política de recortes adoptada 
en algunos países de la Unión Europea está dejando desprotegidos a los sectores 
más vulnerables de la población; y por el otro, la oleada de privatizaciones está 
intentando desmantelar los sistemas de protección social que tantos años costó 
construir para mejorar la vida de los ciudadanos. 
 
En este contexto, se ha incrementado la exigencia de un perfil profesional más 
cualificado, que ofrezca una respuesta a los grandes cambios que se han producido 
dentro del escenario internacional y nacional, este último, caracterizado por el 
aumento de las desigualdades: jóvenes sin empleo, familias al borde de la exclusión 
social, alto índice de fracaso educativo de los niños y los jóvenes, envejecimiento 
de la población, precaria situación de las personas inmigrantes, la emigración de 
personas cualificadas que han dejado el país que les vio nacer para trabajar en el 
exterior por la falta de oportunidades, poca inversión en innovación y desarrollo…, 
situaciones que descubren los déficits económicos, educativos, sociales o de 
vivienda que tiene el país en estos momentos, poniendo de manifiesto la necesidad 
que tienen los/as trabajadores/as sociales de seguir formándose y profundizando 
en los ámbitos de intervención individual, familiar, grupal y comunitaria, que 
deberían estar orientados hacia el desarrollo de las capacidades profesionales para 
diagnosticar, planificar, aplicar, implementar, revisar y evaluar. 
 
El curso que presentamos ofrece las nociones básicas de Trabajo Social, 
profundizando en su naturaleza, fundamentos, principios, valores, necesidades, 
recursos, habilidades, herramientas, técnicas, modelos, metodología, aportaciones 
de otras ciencias y ámbitos de actuación, con el objetivo de cumplir con los 
requisitos del EEES y con los requerimientos metodológicos básicos para formar 
profesionales más cualificados. 
 
A lo largo de sus páginas, y para evitar repeticiones que puedan dificultar y 
entorpecer la lectura fluida de los párrafos, se han utilizado indistintamente las 
referencias masculinas y femeninas, intentando equilibrar su número de 
apariciones, como muestra de que uno de los valores que también deseamos 
difundir es la igualdad. 
 
Este módulo no pretende hacer un recorrido histórico por el Trabajo Social porque 
ya lo han realizado anteriormente numerosos autores, pero sí es conveniente 
referenciar los elementos y conceptos más emblemáticos que contribuyeron a su 
surgimiento y desarrollo, para describir posteriormente las nociones básicas donde 
se asienta la naturaleza, los principios y los objetivos de una profesión dedicada a 
mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. 
 
Para acercarnos a los conceptos más relevantes del Trabajo Social es necesario 
realizar una aproximación muy somera a los orígenes de la profesión. A lo largo de 
la historia, las personas han intentado satisfacer sus diferentes y complejas 
necesidades, pero muchas de ellas no han podido o no han sabido solucionar sus 
problemas a lo largo de su ciclo vital, viéndose en la tesitura de solicitar apoyo 
individual, familiar o institucional. Por este motivo, la ayuda a la persona 
necesitada ha sido una constante a lo largo de la historia, siempre vinculada al 
concepto de acción social, que ha ido evolucionando conforme las sociedades se 
hacían cada vez más modernas y complejas. 
 
La filantropía, como una forma de fomentar la solidaridad para el beneficio de los 
demás; la caridad, como forma de hacer el bien por amor a Dios; y la beneficencia, 
como conjunto de instituciones que la administración pone de forma gratuita a 
disposición de los más necesitados para proporcionarles sustento y desarrollo 
físico, han sido algunos ejemplos de acción social hasta llegar a su sistematización 
en el primer cuarto del siglo XX. A partir de entonces, se fue configurando una 
nueva profesión, denominada Trabajo Social, entendida como la primera forma 
originaria y sistematizada del concepto de ayuda a la persona necesitada. 
 
Fue Mary Ellen Richmond (1861-1926) quien con sus publicaciones facilitó el 
ordenamiento sistemático de los procesos de ayuda. Fue una figura clave para la 
elaboración de las primeras propuestas teórico-metodológicas dirigidas tanto a la 
intervención social individualizada, como a la adquisición de una serie de 
competencias y habilidades imprescindibles para hacer frente a los desafíos de 
aquellos años. Fue pionera de muchas cosas, entre las que se encuentran la 
investigación social dirigida hacia el diagnóstico social, la creación de instituciones 
para mejorar la vida de los más necesitados, o el intento de reformar las leyes para 
facilitar los derechos de las mujeres y los niños. 
 
Su figura ha sido reconocida dentro del Trabajo Social, especialmente por dos de 
sus obras, “DiagnósticoSocial” y “Caso Social Individual”, que aportaron la 
teorización de la profesión en sus orígenes. Este proceso estuvo acompañado 
también por las contribuciones que realizó la COS (Charity Organization Society) 
durante largos años. En Inglaterra introdujeron un sistema de ayuda sistemática 
individualizada que más tarde fue exportada a los EEUU, donde comenzó su mayor 
expansión, tomando protagonismo la figura del Social Worker cuya actividad tuvo 
mucho reconocimiento dentro de la sociedad inglesa y americana. 
 
 
1. NATURALEZA Y FUNDAMENTOS DEL TRABAJO SOCIAL 
 
Edita dejó Perú hace cuatro meses con la idea de poder trabajar en el servicio 
doméstico en España. En su país no tenía porvenir. Su familia decidió invertir los 
ahorros de toda una vida para pagarle el billete de avión. Esta decisión le iba a 
permitir disponer de un salario para enviar dinero y mantener a su familia que está 
pasando por una situación económica difícil. Vino como turista, pero se quedó en 
España con la idea de conseguir permiso de residencia y un contrato de trabajo. De 
momento no lo ha conseguido, ni dispone del dinero suficiente para volverse a su 
país. Ha alquilado una habitación en el centro de Madrid por la que paga 200 euros 
al mes. Trabaja diez horas diarias limpiando varias casas de lunes a viernes. 
Solamente descansa los fines de semana, que aprovecha para dormir porque llega 
muy cansada debido a su estado de gestación. 
 
Está muy preocupada porque al mes de llegar, descubrió que estaba embarazada 
de su pareja, que se encuentra en Perú. Para ella fue un duro golpe encontrarse sola 
en un país desconocido, sabiendo que cuando su estado de gestación avance será 
complicado seguir trabajando, y que cuando su hijo nazca será difícil compaginar el 
trabajo con el cuidado del bebé. Siente que ha traicionado a su familia, quien ha 
confiado en ella para salir adelante. Aunque intenta disimular su embarazo con 
ropa ancha, sabe que perderá el trabajo. De hecho, la dueña de una de las casas en 
las que limpia se dio cuenta de su situación, comentándole que no viniera más 
porque no quería tener problemas. Edita está desolada, apenas tiene amigas en las 
que apoyarse porque no conoce a nadie, y sus compañeras de piso no son 
latinoamericanas, son polacas y no las entiende. Acude a la trabajadora social de 
Cáritas en busca de apoyo. No sabe qué hacer. 
 
Casos como el que se ha descrito, suelen ser atendidos por los/as trabajadores/as 
sociales. A lo largo del ciclo vital, la persona se enfrenta a innumerables situaciones 
de necesidad o de crisis pasajeras o permanentes que tiene que ir superando. Para 
resolverlas se suelen buscar apoyos en los entornos más inmediatos: la familia, los 
amigos, conocidos…, pero ¿adónde acudir cuando estos no son suficientes o no 
están cerca, como es el caso de Edita? El trabajador social se enfrenta 
cotidianamente a numerosos problemas que pueden provocar en el usuario un 
desequilibro económico (la pérdida de empleo), social (exclusión), psicológico 
(tristeza, desolación), físico (enfermedades) o cultural (diferencias culturales entre 
países). La realidad que atienden es amplia porque abarca todas las dimensiones 
biopsicosociales de la persona. 
 
Además, no existe una única manera de afrontamiento (actividad cognitiva y 
conductual que una persona pone en marcha para enfrentarse a una determinada 
situación), ya que cada situación individual, familiar, grupal o comunitaria es 
diferente y requiere una intervención específica donde el apoyo y el asesoramiento 
profesional serán básicos. 
 
Para profundizar en la naturaleza y fundamentos del Trabajo Social, se podría hacer 
referencia a la definición de Servicio Social (entendido actualmente como Trabajo 
Social), que realizó en su día Mary Ellen Richmond (1922: 67) en una de sus obras: 
El servicio social de casos es el conjunto de métodos que desarrollan la 
personalidad, reajustando consciente e individualmente a la persona a su medio 
social, teniendo en cuenta los elementos y condiciones que nos rodea. De esta 
definición se pueden extraer los tres elementos básicos donde se apoya la 
intervención profesional: 
 
1. La comprensión de la individualidad de las personas y el estudio de sus 
características particulares 
2. El análisis de los recursos disponibles y la influencia del medio social que lo 
rodea, y 
3. La relación de comprensión entre usuario y profesional para facilitar la 
adaptación y superación de las problemáticas planteadas. 
 
Siempre que existe una intervención social, la acción profesional no es puntual, 
incoherente o descoordinada; es una acción sistemática y racional que se 
fundamenta en los siguientes principios (Fernández, 2011: 35): 
 
• El respeto a la personalidad de cada usuario/a, independientemente de su 
condición social. 
• Los/as trabajadores/as sociales buscan ser útiles y deben mostrarse 
humildes en lo que respecta a su profesión. No desempeñan una función 
providencial, sino simplemente la de un profesional que establece una 
relación de apoyo. 
• Intenta plantearse nuevos desafíos para mejorar la situación del usuario y su 
calidad de vida. 
• Un apoyo material y personal para propiciar un cambio y facilitar el 
empoderamiento (fortaleza de las personas para impulsar cambios positivos 
o confianza en sus propias capacidades). 
• Facilitar la participación de todos aquellos recursos disponibles, ya sea 
materiales o personales, para resolver la situación siguiendo un programa 
previo determinado. 
 
Las claves de la profesión estuvieron en sus inicios enfocadas hacia el estudio del 
caso, siguiendo un proceso minucioso de análisis, como intento de explicar una 
situación concreta para programar una actuación profesional meditada. Esta 
afirmación se recoge en la definición que Bray y Tuerlinckx hicieron en el año 1966: 
 
El Trabajo Social estará constituido por los procesos que conducen hacia el 
diagnóstico social y pretenden diseñar un plan de tratamiento. Pueden ser divididos 
en dos: uno, la recogida de la información o evidencia, y otro, el diseño de las 
inferencias o deducciones a partir de la información acumulada. La reunión de 
datos se consigue a través de entrevistas y conversaciones del trabajador social con 
el usuario, su familia u otras posibles fuentes y puntos de vista. Una vez 
almacenados los datos y contrastada la información, se llega a una interpretación 
de los mismos, obteniéndose un diagnóstico social previo al establecimiento de un 
plan de acción. 
 
La naturaleza de la profesión está articulada sobre una metodología de trabajo, que 
permite analizar antes de intervenir con el objetivo de diseñar más eficazmente el 
desarrollo personal y social de las personas, teniendo en cuenta el contexto 
institucional-burocrático que envuelve la labor del trabajador social. La actividad 
profesional es un proceso de apoyo sistematizado que lleva implícito el 
asesoramiento, donde subyace la relación interpersonal entre usuario y profesional 
como un fenómeno complejo, variante, dinámico, sistémico y evolutivo, 
fundamentado en la propia naturaleza de las personas. Por lo tanto, la relación de 
ayuda pasa a convertirse en una relación de apoyo profesional, abandonando las 
connotaciones caritativas o benéficas del pasado. 
 
La base del Trabajo Social reside en la denominada relación de apoyo. Sus 
fundamentos teóricos se encuentran en autores como Carl Rogers, que con su obra 
titulada “Terapia centrada en el cliente”, se convirtió en uno de los máximos 
representantes para la consolidación del Trabajo Social, entendiéndolo como el 
producto generado a partir de la interacción entre personas, es decir, entre 
profesional y usuario. Este autor la define desde una concepción utilitaria del 
proceso: “la relación de apoyo es aquella en la que uno de los participantes intenta 
hacer surgir en una o ambas partes una mejor apreciaciónde sus recursos latentes 
y un uso funcional de los mismos (Rogers, 1972: 46)”. 
 
Otros autores como Compton y Galaway (1975) definen la relación de apoyo como 
“una relación en la que se expresa una preocupación real por entender a los otros, 
caracterizada por el compromiso, la obligación, la aceptación, la empatía, la 
autenticidad, la claridad, y por tener un propósito conocido y aceptado por ambas 
partes”. Esta interacción otorga autoridad y poder a las personas para trabajar en 
la resolución de sus problemas, utilizando sus conocimientos y habilidades. 
 
La relación de apoyo a la que se refieren los autores anteriores es un proceso 
rehabilitador y terapéutico de comunicación que implica un compromiso 
profesional, donde la trabajadora social pondrá a disposición del usuario sus 
conocimientos y habilidades para favorecer la capacidad de autocomprensión 
personal en la resolución de una problemática concreta. 
 
Este proceso no solamente está orientado al tratamiento de casos, también se 
debe extrapolar esta relación a las familias, grupos o comunidades. Las raíces de la 
profesión se encuentran en el estudio de casos individuales, pero a lo largo del 
tiempo la relación interpersonal entre usuario/a y trabajador/a social se ha ido 
ampliando a otras áreas de intervención. 
 
Para conocer la naturaleza de la profesión algunos autores han analizado el objeto 
y el sujeto en la intervención. En los siguientes epígrafes se intentará clarificar 
estos dos conceptos y la relación existente entre ambos. 
 
1.1. SUJETO DEL TRABAJO SOCIAL 
 
La profesión de Trabajo Social no existiría, sino existiera la persona que es el sujeto 
de su intervención. La persona puede definirse como un ser concreto, que abarca 
sus aspectos físicos y psíquicos, que participa activamente en su proceso de vida 
por tener inteligencia, determinación, intencionalidad y capacidad para tomar 
decisiones, convirtiéndose a lo largo de su existencia en un ser sociable que vive y 
se desarrolla en sociedad, pero que al mismo tiempo, actúa con su carácter 
individual. Es el “yo” y el “nosotros” al mismo tiempo, adquiriendo en las 
sociedades democráticas ciertos derechos y obligaciones para con los demás, y 
para el contexto que lo rodea, en el cual está inmerso. 
 
La persona a lo largo de su vida puede atravesar por diferentes circunstancias y 
tensiones que pueden influirle a la hora de satisfacer sus necesidades básicas para 
su conservación y desarrollo, llevándole a situaciones de vulnerabilidad y riesgo 
social: desempleo, desorganización económica, déficit educativo, falta de 
planificación, ausencia de reflexión, depresión, separaciones, divorcios, accidentes, 
discapacidades, soledad, etc. Necesidades y problemas que se presentan en la vida 
cotidiana restando eficacia al desempeño de sus funciones individuales y sociales, 
convirtiendo el problema en objeto de estudio e intervención social por la 
incapacidad de la persona para enfrentarse a sus carencias y necesidades. 
 
Cuando la persona descubre, como sucede en algunos casos, que no puede 
satisfacer sus necesidades o dominar sus problemas por sí sola, ni con la ayuda de 
las personas más cercanas, suele solicitar el apoyo de una institución social para 
superar los obstáculos que entorpecen la buena marcha de su vida personal, 
familiar o social, solicitando la intermediación del trabajador social, que por su 
formación académica y experiencia profesional está capacitado para comprender la 
naturaleza de los problemas individuales y sociales, en una interacción recíproca de 
dos elementos fundamentales que son necesarios para la intervención social: la 
persona y el trabajador social. 
 
En este acuerdo de colaboración, ambas partes participan en el proceso; el usuario 
intentando esclarecer sus dificultades a través del conocimiento de sus 
necesidades y problemas, pero siendo partícipe de su propio cambio, y el 
profesional, apoyándole a través del estudio de la situación del sujeto (la persona), 
pero también con las metodologías y técnicas propias de la profesión. 
 
Desde los Servicios Sociales la población usuaria no puede tratarse como un simple 
objeto de intervención, sino que debe convertirse además en sujeto de 
conocimiento, siendo el principal artífice de su propio cambio con el asesoramiento 
del profesional (García Roca, 1995: 44). Este rol activo que recupera y define al 
sujeto, tiene hondas repercusiones. Supone, en el ámbito científico, admitir al 
usuario como agente constructor y receptor de conocimiento, y que el principal 
objeto de estudio es una persona con habilidades y no el hombre-cosa (Cáceres, 
Cívicos, Hernández y Puyol, 2009). 
 
El profesor García Castilla (en Fernández, de Lorenzo y Vázquez, 2012: 495) 
reconoce también al sujeto “como ser con conocimientos, sobre todo 
experienciales, con capacidad de aprendizaje y de investigación”. En el campo 
profesional, todas estas aportaciones suponen admitir que el/la usuario/a tiene 
capacidad de autoayuda, puede incluso proporcionar apoyo a los que le rodean, y 
decidir por sí mismo su futuro con autodeterminación. 
 
Esta consideración activa del sujeto aleja la intervención profesional de la 
dependencia institucional y de la pasividad del usuario, abogando por la 
participación activa de cada persona en su propio cambio, eligiendo libremente el 
destino hacia dónde desea enfocar su proyecto vital. El trabajador social desarrolla 
su labor con y para el usuario, pero nunca en vez de él, al que se hace partícipe y 
responsable en todo momento de sus necesidades y problemas, los cuales deberán 
ser analizados y modificados conjuntamente si desea mejorar su bienestar. 
 
En este proceso de análisis y modificación de una situación determinada, la 
comunicación entre los actores que interactúan para lograr la solución del conflicto 
es transcendental. La relación que se establece entre ambos (usuario y profesional) 
tendría que ser horizontal, asumiendo los compromisos que les compete a cada 
uno de ellos, construyendo un trabajo conjunto en equipo, facilitando una relación 
colaboradora, abierta y liberadora. 
 
El Trabajo Social cree en la capacidad que tiene cada persona para liberarse de sus 
angustias o preocupaciones, con la finalidad de apoyarles a superar por sí mismos 
los lastres económicos, sociales, físicos, emocionales o culturales que puedan 
dificultar su bienestar y la capacidad de promoción y crecimiento personal. El 
usuario no es un mero consumidor de servicios, quiere y desea ser el propio 
constructor de su futuro, solicitando asesoramiento profesional para conseguirlo. 
 
El usuario debe convertirse en un ser activo y responsable de su destino, pero 
además debe aparecer como co-productor de conocimiento. La persona puede ser 
a la vez productora y consumidora de servicios. Aún en su condición de mero 
receptor de bienes y servicios incorpora, al menos, su poder como contribuyente y 
consumidor. Como receptor de información y conocimientos merece un 
tratamiento adecuado que no suponga una merma de sus derechos, ni un daño 
para su autoimagen (Fernández, de Lorenzo y Vázquez, 2012: 495). 
 
Sin embargo, para López-Cabanas y Chacón (2001: 18) “en Trabajo Social el sujeto 
de conocimiento no solamente está constituido por la persona usuaria. La relación 
de actores o agentes que co-producen conocimiento, de una u otra manera, está 
formada por investigadores profesionales, docentes y educadores informales, 
ciudadanos en general, políticos y técnicos. A ellos hay que añadir los medios de 
comunicación social, los movimientos sociales y asociaciones, los grupos de 
interesados y/o afectados, las élites y grupos con poder, las personas clave con 
influencia o relevancia social, la opinión pública y la Administración pública”. 
 
Esta incorporación de otros sujetos como agentes activos constructores del 
conocimiento es beneficiosa. La riquezade un área del saber tiene mucho que ver 
con su capacidad de asimilación de las aportaciones plurales y diversas de 
numerosos recursos humanos. El conocimiento no deja de ser una gran 
construcción social, en la que deben participar todos. 
 
La democratización del saber pasa no solo por difundir y extender el conocimiento 
al mayor número posible de consumidores, sino sobre todo por la invitación a la 
producción y al compromiso creativo. Significa la superación de viejas 
concepciones jerárquicas y de la apropiación por parte de una élite del 
conocimiento social. Esa capacitación es, por cierto, uno de los fines más deseados. 
Para la UNESCO, una de las principales metas de la intervención social es “mejorar 
la capacidad endógena (empowerment) de sus actores para favorecer la 
formulación, evaluación y gestión de las políticas sociales (López-Cabanas y Chacón, 
2001, 19-20)”. 
 
Siguiendo las premisas de estos autores, además del usuario se debe incorporar 
como sujeto de acción al trabajador social y a los profesionales relacionados, 
porque todos contribuyen con sus aportaciones al conocimiento general en el cual 
participan como sujetos activos y participativos. 
 
1.2. OBJETO DEL TRABAJO SOCIAL 
 
El objeto del Trabajo Social ha ocupado buena parte del debate de la profesión en 
sus inicios, cuando se intentaba esclarecer los objetivos del mismo. El Diccionario 
de la Real Academia Española (RAE) define objeto “como la materia o asunto del 
que se ocupa una ciencia”. Otros autores lo definen como aquello con lo que 
trabaja una disciplina para conocer una realidad y transformarla (Payne, 2005). 
Este término a su vez puede ser considerado como objeto de conocimiento, de 
voluntad y de acción, para indicar hacia lo que se dirige el pensamiento, la voluntad 
o la acción intencionada (Quintanilla, 1991). El objeto es pues, una construcción 
científica abstracta, diferenciada del plano de la realidad física. “El objeto científico 
no es el mero objeto percibido por los sentidos, sino un objeto elaborado 
teóricamente, superando y negando en cierto modo el objeto sensible (Sierra 
Bravo, 1984: 42)”. 
 
También se puede entender como la categoría que hace referencia a lo que se 
construye a partir de la práctica, sea productiva, profesional o social. Sería el 
núcleo sobre el cual una profesión o un sujeto van construyendo su propia 
identidad. Constituye la materia de estudio como disciplina y el espacio de interés y 
acción, ya que con la propia actividad profesional va implementando su cuerpo de 
conocimiento. 
 
Si tenemos en cuenta el objeto de las Ciencias Sociales, se puede decir que sería 
todo aquello que puede ser observado y estudiado. Por ejemplo; los 
comportamientos de las personas dentro de un contexto teórico del que a su vez 
también forman parte. El objeto del conocimiento “no es sólo la sociedad, sino 
todo el conjunto de relaciones, interacciones, actuaciones e influencias de los 
hombres entre sí y con la sociedad institucional, la cultura y la naturaleza (Sierra 
Bravo, 1984:55)”. 
 
Una de las características del objeto en Trabajo Social, es que este no puede ser 
definido o aislado para ser estudiado objetivamente, sino que lo observado se ve 
alterado por el observador, donde los sentimientos, ideologías, experiencias, 
intereses, entre otros, influyen sobre la realidad estudiada. 
 
Por otra parte, el Trabajo Social puede ser entendido como respuesta a una serie 
limitada de carencias que no cubren otros sistemas. En este sentido, el objeto 
podría ser el estudio de las necesidades de las personas, que afectan directa o 
indirectamente y con carácter universal al conjunto de los ciudadanos, y que tienen 
una vinculación íntima con la calidad de vida y el bienestar. 
 
Por eso, para algunos autores el objeto de investigación y de acción del Trabajo 
Social es la persona, analizada desde una visión individual, familiar, grupal o 
comunitaria. Es el sujeto, el ser humano individual, grupal o colectivo que en 
interacción con el medio vive una situación determinada. 
 
El objeto de la profesión también está vinculado a la autonomía descriptiva, 
interpretativa y transformadora que tiene cada persona, grupo y comunidad, es 
decir, al desarrollo de su potencialidad, así como la capacidad de autoevaluación 
situacional y de autogestión de iniciativas para el cambio, lo que podría 
denominarse como su empoderamiento. 
 
El objeto implica además, la gestión de un medio que favorezca el bienestar y evite 
la desigualdad, promoviendo las condiciones estructurales y sociales necesarias 
para obtener el desarrollo global de personas y comunidades. 
 
Por este motivo, el objeto del Trabajo Social también lo constituye el estudio de las 
contradicciones de una sociedad en constante equilibrio entre necesidades y 
recursos. 
 
1.3. RELACIÓN ENTRE OBJETO Y SUJETO EN TRABAJO SOCIAL 
 
Durante la intervención profesional diferenciar estos dos conceptos resulta más 
complejo, especialmente si se tiene en cuenta la orientación fenomenológica, en la 
que las vivencias personales permiten al usuario construir su propia realidad a 
partir de los sentimientos e interpretaciones generados por los acontecimientos 
vividos. Los hechos que son estudiados por los profesionales y usuarios se intentan 
comprender a través del sentido que se les otorga a lo largo de cada proyecto vital. 
 
Las personas construyen la realidad social en permanente interacción con su 
medio, por este motivo, el Trabajo Social no es eminentemente objetivo, no puede 
serlo, ya que la realidad social es compleja y se construye a partir de las 
peculiaridades de cada caso. Así, la construcción de conocimiento no puede ser 
solamente objetiva y neutra, ya que se estaría perdiendo la construcción 
personalizada de cada realidad. 
 
Desde hace tiempo la sociedad en general, y el Trabajo Social en particular, debate 
si el conocimiento está evolucionando desde una perspectiva modernista hacia 
unas sociedades posmodernistas (Wilson, Ruch, Lymbery y Cooper, 2008: 4). Las 
primeras se caracterizan por diversas perspectivas teóricas que intentan explicar 
cómo funciona el mundo, la creencia en una única verdad para explicar los 
fenómenos, la interpretación del conocimiento como verdad absoluta, neutral y 
objetiva, y consideran las explicaciones científicas y la perspectiva objetiva como 
únicas formas aceptables de llegar al conocimiento. Por ende, las sociedades 
posmodernistas se caracterizan por la aceptación de varias explicaciones para 
comprender un mismo fenómeno, por el reconocimiento de que no existe una sola 
verdad sobre un fenómeno sino múltiples verdades o versiones que pueden girar 
en torno a él, por la creencia de que el conocimiento está socialmente construido y 
porque la subjetividad es inevitable y necesaria. 
 
De acuerdo con las características posmodernas, los trabajadores sociales asumen 
la dificultad del estudio de los fenómenos sociales, que deberán ser abordados 
superando la concepción lineal de las sociedades modernas (Parton, 2006), para 
enfatizar en el reconocimiento de la incapacidad para predecir los eventos sociales, 
que deberían ser tratados desde la unicidad de cada persona. Por este motivo, se 
debe mantener una actitud crítica frente al conocimiento, intentando potenciar la 
capacidad de autorreflexión de las personas para que estas puedan construir su 
diagnóstico y trabajar la superación de sus carencias. El objetivo base sería liberar a 
las personas de las opresiones de su entorno mediante la generación de nuevos 
conocimientos, que tienen lugar durante la relación interpersonal entre usuario/a y 
profesional, y que buscan el proceso emancipatorio de la persona en el que se 
invierte el conocimiento de su propia realidad. 
 
El profesional deberá tener en cuenta también que su participación influye en la 
determinación de esa realidad dentro de un marconormativo, a considerar 
durante el análisis del caso, para poder guiar este proceso dentro de un contexto 
social más amplio donde el trabajador social se debería colocar como experto 
asesor y orientador. 
 
Será la aparición del profesional la que combine la subjetividad de las vivencias 
personales del usuario con la objetividad institucional con la que el profesional 
trabaja utilizando el lenguaje, la comunicación y la interacción para orientar al 
usuario en la búsqueda de su propio beneficio en un contexto espacio-temporal 
determinado. En este sentido, sujeto y objeto están relacionados, siendo en 
numerosas ocasiones difícilmente deslindables. Ambos trabajan conjuntamente y 
están influenciados mutuamente, por lo que el sujeto de conocimiento se puede 
convertir también en el objeto de la intervención. 
 
2. DEFINICIÓN DEL TRABAJO SOCIAL 
 
Buscar una definición del Trabajo Social resulta complicado y complejo, pero en los 
siguientes párrafos se intentará llegar a una definición global que aglutine los 
elementos imprescindibles para poder elaborarla. 
 
Según el Diccionario de Trabajo Social (Fernández, de Lorenzo y Vázquez, 2012: 
515), el concepto de Trabajo Social ha sido considerado como una profesión 
(Hamilton, 1984; Soydan, 2004; Vázquez, 2009), como un servicio o proceso de 
ayuda (Friendlander, 1968), como forma de educación social (Kisnerman, 1990), 
como una acción profesional sistematizada, intencionada y racional (Cáceres, 
Cívicos, Hernández y Puyol, 2009). También se incorpora a este apartado, como 
institución, instrumento social, conjunto de métodos (Richmond, 1922), ingeniería 
social (García y Melián, 1993), provisión de recursos, comunicación y relación 
(Vázquez, 2009) o, incluso, un arte (Richmond, 1917). Numerosos autores han 
definido el Trabajo Social sobre tres consideraciones fundamentales: como ciencia 
o disciplina científica, como disciplina académica y como actividad profesional. 
 
Entendiendo el Trabajo Social como ciencia, en el año 1949 Swithun Bowers (Bray, 
1966) realizó la definición del concepto de casework como la “ciencia de las 
relaciones humanas y la habilidad en el cultivo de las mismas, que se emplean para 
poner en juego las potencialidades del individuo y de los recursos de la comunidad 
con objeto de provocar una mejor adaptación del cliente a su medio ambiente o a 
una parte de él”. 
 
Posteriormente otros autores como Tomás Fernández (1992) han definido el 
Trabajo Social como “una disciplina científica, metódicamente ordenada y formada 
que constituye una rama del saber de las ciencias sociales porque contribuye a 
incrementar el funcionamiento individual y social de las personas y a potenciar sus 
conocimientos y habilidades para alcanzar su bienestar social”. Otros autores 
también lo han concebido en este sentido definiéndolo como una ciencia social y 
humana (De la Red, 1993; Celedón, 2011) o una ciencia técnica (García y Melián, 
1993). Como ciencia dispone de unos contenidos sistemáticos y coherentes 
obtenidos de forma científica, usando métodos que dan lugar a resultados 
contrastados; utilizando unas actitudes profesionales determinadas y un código 
ético para promover el progreso mediante el estudio y la investigación. 
 
Como ciencia intenta conocer cuáles son las causas-efectos de los problemas 
sociales y su incidencia sobre las personas, los grupos y comunidades. No obstante, 
su objetivo general es conocer los factores que propician el bienestar, el 
crecimiento humano y la autonomía para buscar soluciones pragmáticas que 
emancipen y proporcionen bienestar duradero a la población, incentiven la justicia, 
mejoren la cohesión social, y reduzcan el malestar y la desigualdad estructural. 
 
El Trabajo Social intenta que el conocimiento llegue a la población y que esta pueda 
participar activamente en la producción de un cambio que está orientado hacia la 
auténtica democracia política, económica, cultural y social (Hernández, 2009), para 
lograr el bienestar económico y social de los seres humanos. 
Las principales características del Trabajo Social como disciplina científica están 
basadas en las siguientes premisas (Celedón, 2011: 269): 
 
- El Trabajo Social es ciencia cuando se convierte en conocimiento (conceptos 
y teorías) producido por científicos sociales. 
- Su carácter científico está avalado por el estudio de un objeto propio de la 
investigación, en este caso las necesidades. 
- Se requiere un método sistemático para la resolución de problemas y 
conflictos. 
- En el quehacer diario del trabajador social se establece un diálogo constante 
con la práctica, la investigación aplicada, el conocimiento científico y la 
investigación básica. 
 
Teniendo en cuenta los elementos docentes el Trabajo Social también se podría 
definir como una disciplina académica, es decir, como un ámbito de conocimiento 
con una tradición investigadora (Soydan, 2004) que estudia las dimensiones 
sociales de las necesidades humanas, las variables micro y macrosociales que 
inciden en la génesis de la calidad de vida, el bienestar humano y los problemas de 
la sociedad. También investiga los efectos sociales de las crisis y los tratamientos, 
recursos, medidas o soluciones sociales más efectivos, incluyendo la capacitación, 
el empoderamiento, la participación, la construcción de tejido social y la 
democratización plena (Hernández, 2009). 
 
Como disciplina académica, Soydan (2004) recuerda que esta depende de las 
decisiones políticas y educativas adoptadas en cada país. En España la evolución 
como disciplina científica no ha experimentado el mismo recorrido que otras 
ciencias, porque inicialmente ha estado ligada a la intervención y no a la 
generación e implementación del conocimiento. Con la entrada en vigor en el curso 
2010/2011de los Grados en Trabajo Social, como titulación superior, se enfrenta a 
un nuevo reto docente y académico que incidirá en su consolidación científica. 
 
Considerando el Trabajo Social como una profesión, puede definirse como un 
proceso de movilización de diversos recursos personales e institucionales con el 
objetivo de transformar la realidad social del usuario, asegurando como ciudadano 
sus derechos sociales para conseguir un mayor bienestar social (Fernández y Ponce 
de León, 2011). 
 
En definitiva, se trata de una profesión que desde la unidad de visión y de acción 
aplica el conocimiento científico en la intervención integral, desde los ámbitos 
micro y macrosocial. La prevención, la asistencia y la rehabilitación aspira a mejorar 
las condiciones de vida y el bienestar de la población, utilizando de forma científica 
las medidas, recursos o soluciones más efectivas, promoviendo las redes sociales, 
la capacitación, el empoderamiento, la participación, la cohesión social y la 
democracia más amplia posible (Hernández, 2009: 134-135). 
 
En lo que se refiere a su actuación profesional, la finalidad es la calidad de vida, la 
salud integral y el bienestar (Conde, 2009), pero también alcanzar mayores cotas 
de vida digna para la población, potenciando las fortalezas y capacidades y 
derribando para ello las barreras (mentales, sociales, económicas, culturales…) que 
impiden o dificultan el deseable desarrollo integral de las personas en su propio 
medio y el disfrute de la vida en sociedad. Para la Federación Internacional de 
Trabajo Social (FITS) lo que se busca “son cambios sociales en la sociedad en 
general, y en las formas individuales de desarrollo dentro de la misma (Conde, 
2009: 286-287)”. 
Como actividad profesional, el Trabajo Social dispone de un cuerpo de 
conocimientos, un reconocimiento de su servicio, un sistema remunerado, un 
código deontológico, unos valores, una vocación, autonomía y una responsabilidad 
en su actuación. En resumen, se podría decir que el Trabajo Social como profesión: 
 
- Consiste en desarrollar las capacidades de la personay su entorno, 
buscando el empoderamiento de los/as usuarios/as. 
- Busca la participación activa de los/as usuarios/as y respeta su 
autodeterminación en la superación de las situaciones de crisis. 
- Implica una acción profesional sistematizada, pensada, meditada, 
intencional y racional. 
- Utiliza una metodología científica para conseguir los objetivos diseñados. 
- Su finalidad consiste en incrementar la calidad de vida, la salud integral y el 
bienestar. 
 
En 2002, el presidente de la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social 
y la presidenta de la Federación Internacional de Trabajadores Sociales, elaboraron 
la siguiente definición: “la profesión del Trabajo Social promueve el cambio social, 
la resolución de conflictos en las relaciones humanas y la atribución de poder 
(empoderamiento) y liberación de las personas para reforzar su bienestar. 
 
Utilizando teorías del comportamiento humano y sistemas sociales, el Trabajo 
Social interviene en los puntos en los que las personas actúan recíprocamente con 
sus ambientes, siendo los derechos humanos y la justicia social fundamentales para 
la práctica profesional (Boletín de la Asociación Internacional de Escuelas de 
Trabajo Social). 
 
En todas las definiciones anteriores se ha enfatizado en el protagonismo de la 
relación profesional para aunar la potencialidad del usuario con los recursos 
disponibles y facilitar el desarrollo personal, más allá del binomio necesidad-
recurso. El profesional utiliza una metodología rigurosa de trabajo y a su vez tiene 
que adaptar todos sus conocimientos a la situación individual de cada persona para 
optimizar su intervención. La variabilidad individual de la práctica y una 
metodología teórica son las claves de la profesión. 
 
El Trabajo Social se constituye como uno de los métodos utilizados en la práctica 
profesional, dentro de las directrices de la política social, insertada a su vez en el 
denominado Estado de Bienestar, donde los Servicios Sociales están caracterizados 
por la incorporación de un apoyo sistematizado, metódico y técnico, distanciado de 
la acción caritativa puntual y espontánea. La práctica profesional va a estar dotada 
de un diagnóstico, o lo que es lo mismo, de una descripción y estudio sistemático 
de casos y de las necesidades que plantea cada usuario/a, constituyéndose como 
una ciencia social (Fernández 2011: 34). 
 
3. PRINCIPIOS DEL TRABAJO SOCIAL 
 
Casi todos los autores que han intentado estudiar los principios que sustentan el 
Trabajo Social, coinciden en establecer cinco puntos como básicos, de gran utilidad 
para la práctica profesional, ya que garantizan la calidad del servicio profesional 
prestado. Algunos autores (Wilson, Ruch, Lymbery y Cooper, 2008: 3) coinciden en 
determinar que la efectividad profesional reside en las interacciones 
interpersonales que se pueden establecer entre usuarios/as y profesionales, pero 
también en la relación entre lo individual y lo social, es decir, en el uso de los 
recursos disponibles como usuario, y en la interacción de este con un contexto 
sociopolítico más amplio. 
 
Como trabajadores/as sociales se debería pensar simultáneamente en la 
distintividad de cada persona, la interacción del usuario con sus circunstancias 
sociales, la relación profesional entre usuario y trabajador social y la relación que 
todo tiene con el contexto sociopolítico donde se desarrolla la práctica profesional. 
 
Para fomentar la interacción reflexiva de los/as usuarios/as, los/as trabajadores/as 
sociales siguen una serie de principios, que se exponen a continuación. 
 
3.1. CONSIDERACIÓN INDIVIDUALIZADA 
 
Este principio está relacionado con la distintividad de cada persona, que se 
constituye como única e irrepetible. La esencia de la intervención individual en 
Trabajo Social reside en la interpretación que cada persona hace de su 
problemática. 
Esta dimensión individual se incorpora a un marco social determinado, que 
constituye la peculiaridad de cada caso, pudiendo definirse según Fernández 
(2011:46) “como uno de los principios fundamentales del Trabajo Social que 
supone el reconocimiento del valor único de la persona, dotándola de su propia 
consideración moral”. Este principio está unido a la identidad personal, a su 
idiosincrasia y al reconocimiento de la variabilidad individual que marcan su 
carácter único y diferenciador a través de rasgos diferentes de personalidad, 
capacidades, actitudes, aptitudes, historias distintas de vida, vivencias dispares, 
que guían la evolución y el desarrollo de cada persona. El/la trabajador/a social 
tratará de comprender a cada usuario/a individualmente y su entorno, así como los 
elementos que afectan a su conducta. 
 
Cada usuario manifiesta un comportamiento diferente en función de sus vivencias, 
su historia y el contexto social en el que está inmerso. Desde esta afirmación 
parece que no tiene sentido intentar etiquetar las necesidades ni las disparidades 
de situaciones por las que atraviesa cada persona a lo largo de la vida, porque estas 
son únicas para cada persona y momento histórico. Este planteamiento permite 
tratar al usuario de manera individualizada, intentando entender su realidad, 
donde el profesional tratará de analizar el funcionamiento individual, para 
entender qué es lo que está fallando, el porqué, y lo más importante buscar 
soluciones a sus necesidades y problemas. 
 
La actuación profesional debe analizar las peculiaridades de cada caso y entender 
los sentimientos más arraigados ante la aparición de una problemática concreta. 
Ser minucioso en la búsqueda de información es una manera de asegurar el 
cumplimiento de este principio. La recopilación de la información se debe realizar 
desde el entendimiento, el respeto y la flexibilidad. Cada persona debe sentirse 
escuchada y apoyada desde su particularidad. 
 
3.2. LA ACEPTACIÓN DEL USUARIO 
 
Este principio está vinculado directamente con el anterior, porque los dos se 
complementan. Aceptar al usuario supone entenderle, es decir, supone aceptar a la 
persona como es, independientemente de sus características o diferencias con 
respecto a las demás. 
En algunas ocasiones el/la trabajador/a social se puede sentir incapaz de atender a 
una persona o de aceptarla como usuario/a por motivos políticos, religiosos, 
personales... Cuando esto ocurre, la mejor opción es derivar el caso, porque de lo 
contrario no podría cumplir con este principio, y la efectividad profesional se 
podría ver afectada. El profesional es también una persona y puede estar 
influenciado por sus propias vivencias. Es positivo que el/la trabajador/a social 
reconozca sus limitaciones y las de los/as usuarios/as para garantizar la efectividad 
de la intervención. 
 
Las premisas que garantizan este principio son el respeto, la afabilidad, la 
cordialidad, el entendimiento, la atención, el interés, la cortesía, la autenticidad y la 
interacción. Las características que debería reunir el trabajador social para el 
desempeño del principio de aceptación según Fernández (2011: 48): 
 
• Mostrarse receptivo e interesado en la información facilitada por el 
usuario/a. 
• Diferenciar las necesidades del usuario/a y las del propio profesional. 
• Potenciar el progreso de la persona y su capacidad para ayudar a ayudarse a 
sí mismo. 
• Analizar los esquemas de actuación y comprensión mediante la observación, 
para evitar malos entendidos que puedan interferir en la aceptación de la 
relación. 
• Entender las peculiaridades individuales y personales del usuario/a, y saber 
combinarlas con los servicios institucionales del sistema social. 
 
Durante la intervención, los usuarios no siempre facilitan su lado más amable. Las 
situaciones problemáticas por las que han tenido que atravesar a lo largo de su 
vida, pueden ofrecer una imagen difícil de aceptar en algunas ocasiones, pero en 
todo momento el trabajadorsocial intentará entenderlas de la mejor manera 
posible para que se sientan cómodos y escuchados. La aceptación es el primer paso 
hacia el cambio. Cuando la persona siente que se la entiende es cuando puede 
sentirse capaz de solucionar sus problemas, porque percibe apoyo y comprensión. 
 
El profesional debe aceptar a las personas independientemente de sus creencias, 
valores, actitudes, capacidades, historia, motivaciones, planteamientos, etc., 
porque lo realmente interesante es el potencial que reúne cada persona en sí 
misma, rechazando las estigmatizaciones y clasificaciones por sexo, raza, religión, 
creencias, orientación política, inclinación sexual, discapacidad, color, clase social, 
lengua u otros posibles estereotipos. La función del profesional no es clasificar, sino 
apoyar a la persona en la resolución de unas necesidades o problemáticas 
concretas. 
 
3.3. NO ENJUICIAMIENTO DEL USUARIO 
 
Continuando con el discurso anterior, se podría decir que este principio trata de 
asegurar que el profesional no vaya a ejercer ningún juicio de valor sobre el/la 
usuario/a basado en la expresión de prejuicios, opiniones personales o 
apreciaciones sesgadas. 
 
Durante el transcurso del caso, se pueden producir valoraciones profesionales, 
pero estas estarán fundamentadas sobre directrices institucionales consensuadas, 
construidas para el beneficio de los/as usuarios/as, pero nunca basadas en 
apreciaciones discriminatorias de exclusión y coacción. La trabajadora social deberá 
seguir las directrices asignadas por la institución en la que trabaja, que puede 
orientar las valoraciones profesionales respetando unos objetivos y propósitos 
concretos. Como profesional, y para respetar este principio, deberá estar libre de 
prejuicios, tratando de ser objetivo y metódico en todo el proceso. 
 
A la hora de hacer diagnósticos, estos deben alejarse de los procesos de 
culpabilidad, porque no se deben buscar culpables sino soluciones ante las 
necesidades o los problemas. El trabajador social no debe emitir sentencias sino 
ofrecer un asesoramiento y apoyo profesional para solucionar una determinada 
situación. Por lo tanto asesora, pero no enjuicia, ofreciendo su apoyo incondicional 
en cada caso. 
 
Cuando se inicia un proceso de apoyo, el usuario suele tener miedo e 
incertidumbre. Es normal que en el inicio de la relación la persona sienta temor a 
ser valorada, a ser recriminada por sus actos con frases como: “usted, si sabía lo 
que iba a pasar, entonces ¿por qué lo hizo?”, “¿por qué no se dio cuenta de que 
esto podía pasar?”, “pero ¿en qué estaba pensando?”…, evidentemente este tipo 
de valoraciones sería un obstáculo para continuar el proceso de apoyo, la persona 
se sentiría incómoda. Previamente ya se siente frustrada porque no ha podido 
solucionar su situación, ha fracasado en su intento y trata de buscar apoyo 
profesional; por lo que sentirse enjuiciada no ayudaría a que la persona pudiera 
exteriorizar libremente sus emociones o pensamientos, sean de la índole que sean. 
 
3.4. LA AUTODETERMINACIÓN 
 
Este principio se puede definir “como la capacidad que tiene la persona para 
decidir libremente sobre su propio destino”. Está directamente ligado a uno de los 
objetivos profesionales, el empoderamiento de los/as usuarios/as, es decir, 
posibilitarles las herramientas necesarias para solucionar por sí mismos sus 
problemas y para que puedan decidir libremente sin presiones. 
 
Cada persona dirige su destino, eligiendo el camino que considera más idóneo en 
cada momento. En algunas ocasiones, la vida puede poner a las personas en 
situaciones difíciles ante las cuales se bloquean, sintiéndose incapaces de tomar 
decisiones. En estos momentos es cuando se suele acudir a un profesional para que 
les asesore sobre las posibles alternativas disponibles, asumiendo que la 
responsabilidad final de la decisión siempre recae en el propio usuario. El 
profesional será la persona formada y competente que le impulse en el desarrollo 
de sus propias capacidades, movilizando los recursos sociales como apoyo técnico. 
También debe facilitar al usuario toda la información necesaria con una actitud 
colaboradora y orientadora, dejando un margen de flexibilidad en la decisión final 
que este adopte. 
 
La responsabilidad de su situación siempre debe recaer en el usuario, y no en el 
profesional. El objetivo profesional no es el fomento de la dependencia sino la 
libertad de decisión, pero desde una decisión asesorada y estudiada. El trabajador 
social puede aconsejar, pero no coartar ni dirigir al usuario hacia lo que 
personalmente estima más apropiado para él. En algunas ocasiones aún sabiendo 
las consecuencias que una decisión pueda tener, hay que dejar elegir libremente a 
la persona, respetándola y aceptándola. 
 
Esta capacidad de libertad en la toma de decisiones tiene algunas dificultades, ya 
que pueden darse algunos problemas que se deben tener en consideración: 
cuando una decisión puede causar daños en la integridad de otra persona, cuando 
se trata de una situación de incapacidad física o psíquica diagnosticada, cuando 
haya incumplimiento de la leyes establecidas o trabas institucionales que puedan 
derivarse del caso. Solamente en los casos anteriores, la persona sí tendrá 
limitaciones para obrar libremente. 
 
Cuando se coarta la libertad de decisión de un usuario, se comete un acto 
antiprofesional. Por otro lado, si se es meticuloso en el trabajo, si se ofrece la 
información necesaria para la toma de decisiones, y si el trabajador es 
comprensivo, respetuoso y colaborador, se estará cumpliendo con el principio de 
autodeterminación. 
 
3.5. CONFIDENCIALIDAD 
 
En las sociedades desarrolladas, donde la comunicación globalizada ocupa un lugar 
destacado, la confidencialidad es uno de los requisitos que siempre se debe 
respetar. Se podría pensar en lo importante que resulta mantener la privacidad de 
los aspectos que se consideran como íntimos en un caso, y en los problemas 
emocionales que podrían derivarse si esta información privada y confidencial 
transcendiera a espacios públicos. Las redes sociales, como twitter o Facebook, han 
hecho cuestionarse todos estos pormenores, que aplicados al ejercicio profesional 
cobran especial interés. 
 
Durante la intervención profesional la persona puede facilitar información privada 
e íntima, que deberá ser tratada confidencialmente. En algunos casos, quizás sea el 
trabajador social la única persona que haya tenido acceso a esta información, por 
lo que se debe ser respetuoso con el uso de su contenido, salvaguardarlo, y alejarlo 
de posibles filtraciones. Por ejemplo; no dejar los expedientes encima de la mesa, 
cerrar con llave los ficheros de las historias sociales, no permitir el acceso de 
personas extrañas en los despachos donde haya expedientes, no comentar 
información de un usuario en los pasillos o en entornos públicos como las 
cafeterías o en el hall del trabajo, etc. 
 
El usuario ha confiado en el profesional, se ha sincerado y lo que desea es que esta 
información permanezca bajo secreto profesional. Por eso es necesario cumplir con 
el principio de confidencialidad que requiere de discreción y prudencia. Pero en 
algunas ocasiones, la propia trayectoria del caso puede obligar a utilizar estos datos 
privados en reuniones de equipo. En ese caso, se tendría que solicitar permiso al 
usuario, explicándole los motivos por los cuales se tiene que facilitar esa 
información, y siempre velando por el bienestar del interesado. La persona tiene 
que tener la certeza de que la información no se divulgará sin su consentimiento. 
Aunque se dé por finalizado el caso o fallezca la persona, siempre se mantendrá el 
secreto profesional. 
 
Muchos de los dilemas éticos a los que hace frente el profesional están 
relacionados precisamente con esta cuestión. Por ejemplo; si una usuaria amenaza 
con el suicidiomientras comenta que esta información es confidencial..., ¿se 
debería avisar a sus familiares? Si un usuario dice que tiene VIH…, ¿se debería 
notificar este hecho en la reunión de equipo para conseguir el acceso a un centro 
residencial con mayor rapidez?, ¿este dato debería ponerse en el informe para 
facilitar el ingreso en una residencia? 
 
Ante estas situaciones, el profesional aparte de aplicar los modelos de resolución 
de conflictos éticos que se estudiarán en el siguiente capítulo, deberá guiarse por el 
sentido común y las intuiciones para determinar lo más apropiado a cada situación 
(por ejemplo; solicitar permiso al usuario para usar una determinada información y, 
si se duda, preguntar a otros trabajadores sociales, o llamar al colegio profesional, 
o comentarlo con el supervisor, etc.). Si existe duda en alguna cuestión ética lo 
mejor es preguntar qué se ha hecho en ocasiones parecidas anteriores, pero lo que 
nunca debe hacerse es violar este principio. 
 
4. OBJETIVOS DEL TRABAJO SOCIAL 
 
El objetivo puede definirse como el destino final que se pretende conseguir con las 
acciones profesionales emprendidas y que lleva implícito una intencionalidad. Son 
en definitiva los fines o resultados que se anhelan conseguir después de la 
intervención. 
 
No se deben confundir los fines con los medios. Informar, asesorar, orientar y 
apoyar serán los fines fundamentales de la profesión, y para conseguirlos se 
utilizará la comunicación, la planificación, la formación…, que serán los medios para 
desempeñar el trabajo. 
 
Algunos autores ordenan los objetivos en un marco general, destinado a conseguir 
el pleno desarrollo de las personas y su bienestar social (Conde, 2009). Otros 
autores lo enlazan con una lucha por crear una sociedad más justa en la que prime 
la justicia social, la equidad y la igualdad de oportunidades. 
 
En este sentido, la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social 
(AIETS/EASSW) añade otros fines a los expuestos; que las personas se 
comprometan en la defensa de asuntos internacionales, nacionales, locales, y/o 
regionales; conseguir la formulación e implementación de políticas coherentes con 
los principios éticos de la profesión, y lograr cambios en aquellas condiciones 
estructurales que mantienen a las personas en condiciones marginales o de 
vulnerabilidad social. 
 
Para el Consejo de Universidades de España (1988) el objetivo genérico del Trabajo 
Social es el desarrollo e incremento del bienestar social, la salud y la calidad de 
vida, implicando en ello al individuo, grupo y comunidad, así como a las 
instituciones y servicios relacionados con las diversas áreas de bienestar social y 
servicios sociales, participando en el diseño de la política social, ejecutarla, 
complementar el cuerpo teórico de la profesión a partir de la práctica, potenciar el 
ajuste entre demanda y recurso, generar las condiciones idóneas para que el 
individuo, grupo o la comunidad participe en su propio cambio y conocer la 
realidad social a través del estudio de las causas y los procesos implicados en la 
misma. 
 
El Instituto Nacional de Trabajo Social, Nacional Institute for Social Work (1992), 
establece los objetivos distinguiéndolos entre Trabajo Social directo, que implica un 
contacto directo o físico con el/la usuario/a, y el Trabajo Social indirecto, que no lo 
requiere, pero cuyas funciones son igualmente importantes porque a la larga 
también repercuten en el bienestar del ciudadano. El primero tiene como objetivos 
la evaluación, la prestación de servicios prácticos, el consejo, asesoramiento, la 
mediación y la supervisión. En el segundo, se realizan tareas de planificación, 
gestión, formación, preparación de personal y prevención. 
 
A través de estas aportaciones se podría decir que el Trabajo Social intenta mejorar 
la calidad de vida de los ciudadanos mediante la satisfacción de sus necesidades, o 
resolviendo sus problemas para incrementar su bienestar social, donde la salud, la 
educación, el empleo, o la vivienda son algunos de los ejes fundamentales. El 
trabajador social tiene el compromiso de movilizar los recursos necesarios para 
salvaguardar una vida digna donde las necesidades más básicas deben estar 
cubiertas y atendidas. 
 
Pero esta finalidad no solamente se centra en la movilización de recursos, sino que 
además dota de protagonismo al destinatario de la misma. Lo que se pretende es 
conseguir que la persona sea capaz de realizar su propio cambio en la búsqueda de 
su bienestar, centrándose en su liberación como persona capacitada para tomar 
sus decisiones y evitar la dependencia de su entorno. 
 
Otros autores dividen las funciones del trabajador social en sociológicas y 
metodológicas (Conde, 2002). Las primeras están orientadas a incrementar la 
operatividad de la persona desde una visión autonomista-promocional y también a 
mejorar los recursos disponibles que permitan incrementar la calidad de vida desde 
una visión asistencialista-prestacional. 
 
Por otro lado, las funciones metodológicas están dirigidas hacia la investigación, 
organización, planificación, coordinación y el análisis de los cambios 
experimentados después de la actividad profesional. 
 
4.1. COMPETENCIAS DEL TRABAJO SOCIAL 
 
La creación del Grado en Trabajo Social, y la incorporación de las exigencias del 
nuevo Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), motivó la elaboración del 
Libro Blanco para la nueva titulación, como referente a seguir por todas las 
universidades españolas. En este documento se recopilaron las competencias 
generales y específicas que debían desarrollar los egresados en Trabajo Social. 
 
Su contenido parte de una competencia general elaborada a partir del Nacional 
Ocupational Standards for Social Work, donde se expone “que los/as 
trabajadores/as sociales tienen una comprensión amplia de las estructuras y 
procesos sociales, del cambio social y del comportamiento humano, que les 
capacita para intervenir en las situaciones (problemas) sociales (de malestar) que 
viven las personas, familias, grupos, organizaciones y comunidades, asistiendo, 
manejando conflictos y ejerciendo la mediación. 
 
Tienen como objetivo participar en la formulación de políticas sociales que 
favorezcan la ciudadanía activa mediante el empoderamiento de las personas y la 
garantía de sus derechos sociales. El fin último es contribuir con otros profesionales 
de la acción social a la inclusión social, la constitución de una sociedad 
cohesionada, y el desarrollo de la calidad de vida y del bienestar social”. 
 
A partir de esta competencia genérica se desprenden otras seis más específicas: 
 
1. Capacidad para trabajar y valorar de manera conjunta con personas, 
familias, grupos, organizaciones y comunidades sus necesidades y 
circunstancias. 
 
1.1. Establecer relaciones profesionales con objeto de identificar la forma 
más adecuada de intervención. 
 
1.2. Intervenir con personas, familias, grupos, organizaciones y comunidades 
para ayudarles a tomar decisiones bien fundamentadas acerca de sus 
necesidades, circunstancias, riesgos, opciones preferentes y recursos. 
 
1.3. Valorar las necesidades y opciones posibles para orientar una estrategia 
de intervención. 
 
2. Capacidad para planificar, implementar, revisar y evaluar la práctica del 
Trabajo Social con personas, familias, grupos, organizaciones, 
comunidades y con otros profesionales. 
 
2.1. Responder a situaciones de crisis valorando la urgencia de las 
situaciones, planificando y desarrollando acciones para hacer frente a las 
mismas y revisando sus resultados. 
 
2.2. Interactuar con personas, familias, grupos, organizaciones y 
comunidades para conseguir cambios, promocionar el desarrollo de los 
mismos y mejorar las condiciones de vida a través de la utilización de los 
métodos y modelos de Trabajo Social, haciendo un seguimiento con 
regularidadde los cambios que se producen al objeto de preparar la 
finalización de la intervención. 
 
2.3. Preparar, producir, implementar y evaluar los planes de intervención con 
el sistema cliente y los colegas profesionales negociando el suministro de 
servicios que deben ser empleados y revisando la eficacia de los planes 
de intervención con las personas implicadas con el objeto de adaptarlos 
a las necesidades y circunstancias cambiantes. 
 
2.4. Apoyar el desarrollo de redes para hacer frente a las necesidades y 
trabajar a favor de los resultados planificados examinando con las 
personas las redes de apoyo a las que puedan acceder y desarrollar. 
 
2.5. Promover el crecimiento, desarrollo e independencia de las personas 
identificando las oportunidades para formar y crear grupos, utilizando la 
programación y las dinámicas de grupos para el crecimiento individual y 
el fortalecimiento de las habilidades de relación interpersonal. 
 
2.6. Trabajar con los comportamientos que representen un riesgo para el 
sistema cliente identificando y evaluando las situaciones y circunstancias 
que configuran dicho comportamiento y elaborando estrategias de 
modificación de los mismos. 
 
2.7. Analizar y sistematizar la información que proporciona el trabajo 
cotidiano como soporte para revisar y mejorar las estrategias 
profesionales que deben dar respuesta a las situaciones sociales 
emergentes. 
2.8. Utilizar la mediación como estrategia de intervención destinada a la 
resolución alternativa de conflictos. 
 
2.9. Diseñar, implementar y evaluar proyectos de intervención social. 
 
3. Capacidad para apoyar a las personas para que sean capaces de manifestar 
las necesidades, puntos de vista y circunstancias. 
 
3.1. Defender a las personas, familias, grupos, organizaciones y comunidades 
y actuar en su nombre si la situación lo requiere. 
 
3.2. Preparar y participar en las reuniones de toma de decisiones al objeto de 
defender mejor los intereses de las personas, familias, grupos, 
organizaciones y comunidades. 
 
4. Capacidad para actuar en la resolución de las situaciones de riesgo con las 
personas, así como para las propias y la de los colegas de la profesión. 
 
4.1. Establecer y actuar en la resolución de situaciones de riesgo previa 
identificación y definición de la naturaleza del mismo. 
 
4.2. Establecer, minimizar y gestionar el riesgo hacia uno mismo y los colegas 
a través de la planificación, revisión y seguimiento de acciones para 
limitar el estrés y el riesgo. 
 
5. Capacidad para administrar y ser responsable, con supervisión y apoyo, de 
la propia práctica dentro de la organización. 
 
5.1. Administrar y ser responsable de su propio trabajo asignando 
prioridades, cumpliendo con las obligaciones profesionales y evaluando 
la eficacia del propio programa de trabajo. 
 
5.2. Contribuir a la administración de recursos y servicios colaborando con los 
procedimientos implicados en su obtención, supervisando su eficacia y 
asegurando su calidad. 
5.3. Gestionar, presentar y compartir historias e informes sociales 
manteniéndolos completos, fieles, accesibles y actualizados como 
garantía en la toma de decisiones y valoraciones profesionales. 
 
5.4. Trabajar de manera eficaz dentro de sistemas, redes y equipos 
interdisciplinares y “multiorganizacionales”, con el propósito de 
colaborar en el establecimiento de fines, objetivos y tiempo de duración 
de los mismos contribuyendo igualmente a abordar de manera 
constructiva los posibles de desacuerdos existentes. 
 
5.5. Gestionar y dirigir entidades de bienestar social. 
 
6. Capacidad para demostrar competencia profesional en el ejercicio del 
Trabajo Social. 
 
6.1. Investigar, analizar, evaluar y utilizar el conocimiento actual de las 
mejores prácticas del Trabajo Social para revisar y actualizar los propios 
conocimientos sobre los marcos de trabajo. 
 
6.2. Trabajar dentro de estándares acordados para el ejercicio del Trabajo 
Social y asegurar el propio desarrollo profesional utilizando la asertividad 
profesional para justificar las propias decisiones, reflexionando 
críticamente sobre las mismas y utilizando la supervisión como medio de 
responder a las necesidades de desarrollo profesional. 
 
6.3. Gestionar conflictos, dilemas y problemas éticos complejos identificando 
los mismos, diseñando estrategias de superación y reflexionando sobre 
sus resultados. 
 
6.4. Contribuir a la promoción de las mejores prácticas del Trabajo Social 
participando en el desarrollo y análisis de las políticas que se 
implementan. 
 
 
 
 
 
 
 
CUESTIONARIO DE EXAMEN 
ESPECIALIZACIÓN EN TRABAJO SOCIAL N° I 
 
1. ¿Qué entiende por Trabajo Social? 
 
2. ¿El objeto y sujeto del Trabajo Social pueden estar unidos, o por el 
contrario se encuentran separados durante la intervención? 
 
3. Lea esta conversación que mantienen dos trabajadoras sociales en su 
centro y conteste a estas preguntas: ¿Qué ocurre en ella?, ¿obran 
correctamente las profesionales?, ¿qué haría si estuviera en su 
situación? 
 
- No me lo puedo creer…, cuando he entrado en el despacho y lo he visto 
sentado me ha recordado a Manuel, un compañero de la universidad que 
falleció hace cuatro años por culpa del consumo de heroína. Cuando el 
usuario me ha contado su historia, me he empezado a sentir mal, incómoda, 
y creo que lo ha notado. He salido con la excusa de coger un impreso, ¿te 
importaría atenderle tú? 
- Tranquila, estas cosas pueden pasar, luego hablamos sobre ello para ver qué 
es lo que te ha pasado y cómo te has sentido. 
 
4. ¿Cuáles son las funciones del trabajo social? Escriba un breve ejemplo 
sobre cada una de ellas. 
 
5. Enumere las competencias del Trabajo Social.

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