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Clase 3 TEMA 1 - Maquetado word material de clase

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INTRODUCCIÓN A LA METODOLOGÍA DE LA 
INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA 
UNIDAD 3 – TEMA 1 - Construcción de indicadores 
 
 
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Unidad 3. Tema 1. De la teoría a los indicadores empíricos: 
la operacionalización 
 
Objetivo de la clase 
-Que los participantes conozcan el proceso de operacionalización de conceptos y los 
criterios que deben considerarse para la elaboración de indicadores. 
Presentación 
Arrancamos una nueva semana de estudio. Hasta el momento hemos desarrollado los 
aspectos concernientes al diseño de la investigación, explicando todos sus componentes. La 
clase pasada explicamos algunos conceptos básicos y necesarios para el desarrollo de una 
investigación tales como la construcción del objeto de estudio, el problema de investigación, 
las hipótesis y los tipos de diseño de la investigación cuantitativa. A partir de esta Unidad 
comenzaremos a desarrollar los aspectos necesarios para hacer operativa la investigación, 
es decir, para poder, a partir del diseño teórico, desarrollar las instancias de producción de la 
información empírica necesaria para cumplir con nuestros objetivos. En este sentido podemos 
decir que la presente Unidad, que desarrolla lo que se denomina operacionalización 
representa el necesario nexo entre los aspectos teóricos y los aspectos empíricos de una 
investigación cuantitativa. 
Recuperaremos algunos temas abordados en la Unidad 2. Uno es el relativo a la importancia 
del marco teórico en el desarrollo de una investigación. Recordamos que el marco teórico está 
compuesto por aquellos conceptos centrales de la investigación. Es importante en esta Unidad 
recuperar este concepto, puesto que la operacionalización consiste en un proceso mediante 
el cual hacemos observables (indagables empíricamente) a los conceptos teóricos abstractos. 
Hemos anticipado parte de estos contenidos cuando desarrollamos el tema de las hipótesis, 
en particular cuando nos referimos a la distinción entre hipótesis generales e hipótesis 
operativas. 
Teniendo en cuenta estos antecedentes, en esta clase nos adentraremos en el proceso de 
OPERACIONALIZACIÓN, que significa convertir los conceptos teóricos abstractos en 
INDICADORES observables empíricamente. Para ello en primer lugar distinguiremos lo que 
se denomina definición nominal o conceptual, de la definición operacional de los conceptos. 
Luego desarrollaremos el proceso a través del cual podemos desarrollar mecanismos de 
medición que sirvan para relevar datos empíricos cuantitativos, elaborando indicadores que 
nos permitan hacer observables (indagables empíricamente) los conceptos. Por último, 
expondremos algunos criterios para la selección y elaboración de indicadores. En el proceso 
de operacionalización nos encontraremos con la posibilidad de usar diversos indicadores, que 
pueden resultar algunos más adecuados que otros a los fines de cada investigación. Entonces 
será necesario establecer criterios para elegir aquellos que mejor se ajusten a nuestra 
 
 
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pregunta u objetivos de investigación. Estos criterios deberán procurar que la información que 
nos provean sea lo más adecuada posible, y para ello hay dos aspectos a observar para 
asegurar la calidad de la información: la validez y la confiabilidad de los datos, que serán 
desarrollados en tercer lugar. 
La conceptualización 
En las disciplinas que nos convocan, y en las ciencias sociales en general, solemos utilizar 
conceptos abstractos que no se pueden indagar empíricamente de manera directa. Cuando 
nos hacemos preguntas sobre cuestiones como el delito, el riesgo o la violencia, al parecer 
las respuestas pueden ser muy sencillas de hallar, pero no es así. Del mismo modo cuando 
en estas preguntas nos referimos a cuestiones abstractas como la desigualdad, los prejuicios 
o la moral, como podremos leer en el capítulo 5 del libro de Babbie (2000). No resultan cosas 
directamente observables o al menos su observación puede resultar ambigua y confusa. ¿Qué 
entendemos por delito? ¿Nos interesan todos los delitos o los delitos de cierto tipo? ¿Cómo 
observar este fenómeno? ¿Cómo definimos si ciertas acciones de las que podemos obtener 
un conocimiento directo, constituyen o no un delito? ¿Qué entendemos por violencia? ¿Qué 
tipo de violencia nos interesa? ¿Cómo establecemos si una acción concreta constituye un 
hecho de violencia? Etc. 
Para poder empezar a construir una respuesta precisa a nuestras preguntas de investigación, 
primero debemos identificar cuáles son los conceptos que las conforman, y qué significan, y 
este proceso requiere una elaboración muy cuidadosa, ayudándonos de la literatura 
académica sobre el tema que nos ocupa y del marco teórico que construyamos para nuestra 
investigación. Siguiendo con las preguntas que planteamos a modo de ejemplo, podríamos 
detenernos en qué entendemos por delito, por población vulnerable al cambio climático o a 
qué nos referimos con víctimas de violencias por motivos de géneros, es decir, definir estos 
conceptos. 
Entonces, recuperaremos también de la Unidad anterior, lo que entendemos por concepto. 
Siguiendo con la lectura, Kaplan define concepto como “una familia de ideas” (Kaplan, 1964, 
citado en Babbie, 2000, p. 101), es decir un término creado a partir de las ideas y significados 
aceptados y compartidos, y a partir de los cuales podemos comunicar, medir e investigar sobre 
un asunto. Nótese que, como se mencionaba en clases anteriores, se hace referencia a que 
se trata de una familia de ideas, es decir, un conjunto de ideas relacionadas. Por lo tanto un 
concepto adquiere su pleno significado en relación con otros conceptos que constituyen una 
teoría. Por otra parte, por más que el significado de estos conceptos pueda parecer simple, 
no debemos perder de vista que siempre se trata de construcciones que elaboramos en un 
momento dado de la historia, en un contexto social y desde una región del mundo en 
particular, y que entonces pueden cambiar a lo largo del tiempo. 
La conceptualización se trata entonces de un proceso en el que le asignamos significados a 
determinados términos que usamos en una investigación. Siguiendo con los ejemplos que 
venimos trabajando, podríamos conceptualizar al delito como “las acciones o conductas 
 
 
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contrarias a la ley”1; a la población vulnerable al cambio climático a aquella que se encuentra 
en territorios propensos a ser afectado negativamente por “las olas de calor o frío extremo, 
los tornados y las precipitaciones intensas y prolongadas, entre otros eventos, pueden 
catalogarse como peligros climáticos” (Herrero, Natenzon y Miño, 2018, p. 11); o a las víctimas 
de violencia por motivos de género a aquellas personas que “sufren algún tipo de 
discriminación, agresión, hostigamiento o degradación por su identidad de género, expresión 
de género u orientación sexual” (Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, 2022)2. Esta 
construcción es a lo que Babbie llama definición nominal, que otros autores denominan 
también definición conceptual. Cuando conceptualizamos, lo que estamos haciendo 
entonces es elaborar una definición clara de los términos centrales de nuestra investigación. 
Si bien esta operación nos permite precisar los conceptos, aún resta desarrollar los 
mecanismos que nos permitan acceder a la información empírica acerca de esos conceptos. 
Además de esta definición conceptual, teórica, necesitamos una manera de definir al concepto 
de modo tal que podamos establecer con claridad y precisión, qué tipo de información 
tenemos que construir, y acerca de quién. Si vamos a investigar acerca del delito, ¿qué vamos 
a indagar? ¿Personas? ¿Barrios? ¿Municipios? ¿Provincias?, etc. Por otra parte, ¿qué cosas 
vamos a indagar para dar cuenta de este concepto? Este tipo de definición es lo que 
denominamos definición operacional. La imagen 1, tomada del texto de Babbie (2000) 
grafica la relación entre estos tipos de definiciones:Las definiciones nominales o conceptuales son las que se asignan a los conceptos que forman 
parte de nuestra investigación pero que no son observables (indagables de manera directa). 
Por ello, al especificar qué es lo que se va a observar, y cómo interpretaremos esos datos 
recolectados, estamos construyendo la definición operacional del concepto: “En estricto 
sentido, una definición operacional es una descripción de las ‘operaciones’ que 
emprenderemos para medir el concepto” (Babbie, 2000, p. 105). Identificando a su vez los 
elementos que tomaremos en cuenta, y por lo tanto, también cuáles no. Si estamos 
investigando delitos y vemos por ejemplo, a una persona que le pega un golpe de puño a otra, 
 
1 Ley simple: Código Penal de la Nación - Parte Especial | Argentina.gob.ar 
2 Guía de información sobre violencia de género | Argentina.gob.ar 
https://www.argentina.gob.ar/justicia/derechofacil/leysimple/codigo-penal-de-la-nacion-parte-especial
https://www.argentina.gob.ar/justicia/afianzar/caj/conoce-y-ejerce-tus-derechos/guia-de-informacion-sobre-violencia-contra-las-mujeres
 
 
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¿ese acontecimiento debe ser considerado en nuestra investigación? ¿Debe ser considerado 
si es denunciado? ¿Si algún funcionario judicial lo define como delito? Este tipo de decisiones 
a la hora de definir un concepto van a determinar qué tipo de hechos van a formar parte de la 
investigación y cuáles no. Una definición operacional es, en primer lugar, aquella que nos 
permite discernir con límites precisos qué se encuentra y qué no se encuentra abarcado por 
la investigación, como vemos en el siguiente ejemplo. 
Como se observa en el ejemplo, las denuncias realizadas a la policía no dan cuenta en su 
totalidad de lo que definimos conceptualmente como delito. Hay delitos que no se denuncian. 
Por otra parte, también podríamos objetar que hasta que los hechos denunciados no hayan 
sido tipificados como delitos por el Poder Judicial, no tenemos la certeza de que lo sean. Sin 
embargo, esta definición operacional, con sus ventajas y desventajas, representa una manera 
concreta y precisa de medir los delitos. A estas construcciones que nos permiten definir 
operacionalmente un concepto para poder medirlo, las denominamos indicadores. Entonces 
podemos decir que la definición operacional de un concepto está compuesta por los 
indicadores que utilizamos para medirlo. A su vez, esos indicadores lo son de algo (por 
ejemplo de una persona, institución, barrio, municipio). Ese “algo” es lo que denominaremos 
unidad de análisis, concepto que desarrollaremos en la siguiente unidad y que por ahora 
definiremos como el tipo de objeto o cosa a la cual se le va a aplicar un instrumento de 
recolección de datos. Es decir, con los indicadores resolvemos la pregunta de ¿qué voy a 
indagar? Y con la unidad de análisis, ¿a quién voy a indagar? 
 
¿Se animan a pensar estas definiciones operativas en los ejemplos que venimos trabajando? 
Hagámoslo juntos/as. Por ejemplo, para medir la población vulnerable al cambio climático, 
Herrero, Natenzon y Miño (2018) proponen operacionalizar este concepto, entre otras formas, 
midiendo la cantidad de personas estimada a través de los radios censales (datos provistos 
por el INDEC) que viven en áreas inundables, las cuales se determina según rigurosos 
criterios elaborados por especialistas. Para medir el la vulnerabilidad barrial Pezzuchi et al 
(2022) observan, entre otras cosas, la cantidad de registros de denuncias en comisarías o 
 
 
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llamados al 911 por lesiones por arma blanca, lesiones por arma de fuego, robo residencial, 
daño residencial, vandalismo a escuelas y centros de salud, balaceras y homicidios dolosos. 
En estos ejemplos queda claro que al operacionalizar un concepto asumimos un acuerdo de 
trabajo necesario para la investigación pero ello no agota el concepto por completo, así como 
el concepto no es un espejo de la realidad sino una construcción. Entre la definición 
conceptual y la definición operacional siempre hay algo que se gana (la posibilidad de medir) 
y algo que se pierde (la definición operacional nunca va a abarcar al concepto en toda su 
complejidad). Veamos a continuación qué cuidados debemos considerar para que estos 
indicadores se acerquen lo mejor posible al concepto que queremos observar. 
 
Del concepto a los indicadores: la operacionalización según el 
modelo de Lazarsfeld 
Para realizar el proceso de pasar del concepto a una serie de indicadores, Lazarsfeld propone 
un proceso de cuatro etapas: la representación literaria del concepto (definición conceptual), 
la especificación de las dimensiones, la elección de los indicadores observables y la 
elaboración de índices. No se trata de la única manera posible de operacionalizar un concepto, 
pero sí de la más reconocida. En esta Clase abordaremos las tres primeras etapas, y en la 
siguiente la elaboración de índices. 
 
Representación literaria del concepto: el concepto implica una construcción abstracta. Por 
ejemplo, un concepto podría ser “delincuencia juvenil”, pero su significado puede resultar muy 
ambiguo (¿qué entendemos por delincuencia? ¿qué entendemos por joven o juvenil?). 
Un siguiente paso es la especificación de las dimensiones, es decir, “dividir” al concepto en 
diversos aspectos, menos abstractos, pero aún no susceptibles de ser indagados 
empíricamente. Se trata de aspectos que constituyen a ese concepto. Usualmente se requiere 
definir muchas de ellas para poder abarcar la complejidad de un fenómeno. Por ejemplo, 
podemos identificar distintas dimensiones de la violencia interpersonal: física y psicológica. 
 
 
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Construcción de los indicadores: a su vez cada una de las dimensiones pueden 
descomponerse en una serie de indicadores que sí pueden ser indagados empíricamente. 
Entonces deberemos encontrar una serie de indicadores (de datos precisos) que den cuenta, 
por un lado de la violencia física, y por otro lado de la violencia psicológica. 
Tomaremos otro ejemplo, mencionando algunas dimensiones e indicadores posibles (entre 
otras) para medir la vulnerabilidad barrial. Aquí la unidad de análisis es el barrio. Es decir que 
lo que indagamos a través de estos indicadores, lo indagamos acerca de un barrio (no de una 
persona por ejemplo): 
 
 
Medición 
En una investigación cuantitativa nos interesa realizar mediciones, es decir transformar 
nuestros conceptos en valores numéricos. Medir, es entonces, asignar valores numéricos a 
las características de un objeto, definido conceptualmente. Además de definir un concepto de 
modo teórico, por ejemplo qué consideramos delito o desastre ambiental, queremos saber, 
por ejemplo, si los niveles de ciertos tipos de delito son altos o bajos en un lugar particular, o 
si el riesgo de desastre ambiental en un lugar es mayor que en otro. Es decir, en una 
investigación cuantitativa, una vez que definimos los conceptos, a través de la indagación 
empírica nos interesa medirlos, mensurarlos. Medir es entonces asignar un valor numérico a 
un concepto. 
Para poder realizar una medición, debemos transformamos los conceptos en variables. En la 
Unidad 2 habíamos definido provisoriamente el término “variable” como “una característica de 
 
 
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una cosa u objeto, que puede adquirir distintos estados” (para mayor desarrollo consultar el 
Tema 2 de la Unidad 2). Tanto el concepto definido de manera operacional, como las 
dimensiones y los indicadores, son variables. 
Si intentamos por ejemplo medir la vulnerabilidad barrial, el concepto se puede transformar 
por ejemplo en “grado de vulnerabilidad barrial” e intentaremos establecer por ejemplo si ese 
grado es “alto”, “medio” o “bajo”, determinando con precisión los límites entre un grado u otro. 
Se advierte aquí la diferencia con la definición conceptual. En un caso se trata de definir qué 
significa vulnerabilidad barrial(barrios que requieren atención prioritaria por parte del 
gobierno), y en el otro, de asignarle un valor numérico (determinado por la incidencia de ciertos 
delitos, y ciertas características poblacionales), y eventualmente clasificarlo en distintas 
categorías (por ejemplo alto, medio o bajo). El resultado de la medición determinará de 
manera precisa cuáles barrios resultan vulnerables y cuáles no. Destacando siempre que se 
trata de una construcción, que de hacerse de otra manera, podría arrojar otros resultados. 
Acerca de los criterios de calidad de las mediciones 
En el proceso de operacionalización, es decir en la definición operativa de los conceptos, 
debemos considerar la exactitud y precisión de la información obtenida sobre los conceptos 
originales que nos interesan para nuestra investigación. Babbie (2000) nos habla de dos 
criterios técnicos que se utilizan en la investigación científica para mantener estos cuidados: 
el de confiabilidad y el de validez. 
¿Cómo seleccionar los indicadores?: el concepto de validez 
Lamentablemente, no hay ninguna relación intrínseca y necesaria entre un indicador y un 
concepto, de modo que podamos establecer de una vez y para siempre qué indicadores 
corresponden a cada concepto. A modo metafórico podemos decir que se trata de una relación 
similar a la que existe entre una pista y un hecho. Se trata de indicios. Veamos un ejemplo 
trivial y cotidiano para acercarnos a su comprensión: si una persona “se pone colorada”, esto 
puede ser indicador de que tiene vergüenza, pero también puede ser indicador de que tiene 
calor, o de que tiene alguna reacción alérgica, entre otras cosas. Por lo tanto la selección y 
construcción de los indicadores debe ser producto de un cuidadoso proceso para asegurarnos 
de que estamos midiendo lo que realmente queremos medir, y no otra cosa. A este tipo de 
criterios los denominamos criterios de validez. 
Debemos tener en cuenta que: 
 
- puede haber (y por lo general hay) muchos posibles indicadores para un mismo 
concepto. La medición de un concepto por lo general requiere de varios indicadores. 
- puede haber además diversas formas de medir un mismo concepto, de acuerdo a 
nuestro marco teórico y a la información que tengamos disponible. Por ejemplo, la 
pobreza se puede medir por ingresos (quienes ganan menos de X cantidad son 
 
 
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pobres) o por Necesidades Básicas Insatisfechas (condiciones precarias de vivienda 
y falta de acceso a la educación), entre otras maneras. 
- un indicador puede serlo de más de un concepto, según lo que estemos buscando. 
Por ejemplo: la incidencia del delito de robo en un lugar y tiempo determinado podría 
ser un indicador de vulnerabilidad barrial, así como también del funcionamiento de las 
políticas de seguridad, o de la actividad criminal, o de la violencia. 
- la validez de un indicador cambia según el tiempo y lugar, es decir, difiere según el 
caso estudiado. Por ejemplo hace algunas décadas la posesión o no de determinados 
electrodomésticos podía ser un indicador para medir la pobreza. En la actualidad este 
indicador va perdiendo validez ya que existe un amplio acceso a la posesión de 
electrodomésticos, aún en sectores sociales que se encuentran bajo la línea de 
pobreza. Poseer una vivienda con paredes de madera puede ser un indicador de 
pobreza en zonas urbanas de la Argentina, pero puede no serlo en otros países o 
regiones donde existe una tradición en construcciones de calidad con madera. 
 
Por ejemplo: 
 
Podemos medir la incidencia de un determinado delito, pongamos por caso robo, en un 
espacio y tiempo determinados, mediante: 
 
1- cantidad de IPPs iniciadas 
2- cantidad de detenciones realizadas por la policía 
3- cantidad de denuncias recepcionadas por la policía 
4- lo que declaran las personas que viven en un determinado territorio, por ejemplo en 
una encuesta de victimización 
 
¿Cuál de estas maneras es mejor para medir la incidencia del robo? Ninguno de estos 
indicadores representa “la realidad” en sí misma sino que nos permite aproximarnos. La 
cantidad total de robos es imposible de saber puesto que la información que poseemos es la 
de los hechos que son declarados por diversas vías. Cada indicador posee ventajas y 
desventajas. En cada caso debemos decidir cuál/es consideramos mejor/es para nuestra 
propia investigación. También, de resultar factible, es posible y recomendable medir el mismo 
concepto de más de una manera para obtener mayor riqueza en la información, y triangular 
las fuentes. Es decir, comparar los resultados de distintas fuentes para ver si coindicen. 
Debemos recordar que así como los indicadores no son la realidad ni son el concepto, sino 
una forma de aproximarnos a ellos. A su vez los conceptos tampoco son la realidad sino una 
forma de representarla y comprenderla. 
Criterios para elaborar y seleccionar indicadores: 
 
 
 
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- capacidad de discriminar. Un buen indicador debe poder distinguir con claridad los 
distintos aspectos que nos interesan del fenómeno. Por ejemplo el tipo de vivienda 
puede ser un buen indicador para distinguir personas pobres de personas no pobres. 
No así la posesión de celular, puesto es algo que poseen tanto las personas pobres 
como las personas no pobres. 
 
- principio de economía. En relación al punto anterior, si bien es cierto que para medir 
un concepto son necesarios varios indicadores, es recomendable utilizar la menor 
cantidad posible. Es preferible un indicador que permita discernir con precisión, antes 
que muchos indicadores que disciernan de manera ambigua. 
 
- adecuación con el marco teórico. De acuerdo a cómo caractericemos teóricamente 
al concepto, algunos indicadores resultarán más adecuados que otros. Si 
conceptualizáramos a la vulnerabilidad barrial como desintegración del tejido social, 
algunos indicadores podrían ser: presencia de distintas agencias del estado, presencia 
de organizaciones sociales, presencia de instituciones de la sociedad civil, de 
instituciones religiosas, entre otros. Si la conceptualizáramos en términos de carencias 
materiales, los indicadores podrían ser cantidad de viviendas precarias, cantidad de 
viviendas que no tienen los servicios básicos, etc. Ciertos indicadores que pueden ser 
muy válidos dentro de un marco teórico, pueden no serlo dentro de otro. 
 
- comparabilidad versus adaptabilidad al caso propio. Cuando emprendemos un 
estudio es muy probable que los mismos conceptos que vamos a utilizar, ya hayan 
sido utilizados y operacionalizados en estudios anteriores. Tomando como referencia 
los estudios anteriores, en algunos casos resulta conveniente realizar algunos 
cambios, elaborando otros indicadores que se adapten mejor al fenómeno específico 
que nos interesa, o definiendo esos indicadores de distinta manera. Inversamente, si 
utilizamos la misma operacionalización realizada en otros estudios, sobre todo si 
cuentan con mucha legitimidad y amplitud, como por ejemplo los relevamientos 
realizados por el Estado, contamos con la posibilidad de comparar los datos que 
obtengamos con estos otros estudios de mayor alcance y legitimidad. En este sentido, 
a veces puede resultar conveniente resignar especificidad para ganar en 
comparabilidad. 
 
- factibilidad y acceso a la información. Muchas veces para utilizar los indicadores 
que consideramos ideales no se cuenta con información disponible, o al menos no se 
cuenta con información de calidad, y debemos construir los mejores indicadores 
posibles en base a la información a la que podamos acceder. Nos gustaría por ejemplo 
obtener información sobre todos los robos realizados en una zona determinada. Pero 
lo que tenemos son aquellos que son denunciados a la policía. Así, muchas veces 
nuestras preguntas de investigación deben adaptarse a la información que tengamos 
disponible. 
 
 
 
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¿Cómo determinar si las mediciones están bien realizadas?: el concepto de 
confiabilidad 
 
Una medición es confiablecuando al aplicarla en repetidas oportunidades a la misma 
situación, obtenemos siempre el mismo resultado, independientemente de quién la aplique. 
En este sentido los métodos estadísticos deben ser estandarizados e impersonales. Los 
resultados de una investigación no serán confiables cuando por ejemplo no se encuentra 
claramente especificado cómo deben medirse cada uno de los indicadores, y se corre el riesgo 
de que en cada medición, el procedimiento se realice de manera diferente (por ejemplo una 
vez consideramos cantidad de IPP, otra vez la cantidad de denuncias, etc.). Otro aspecto que 
puede atentar contra la confiabilidad es no contar con integrantes del equipo de investigación 
suficientemente capacitados y entrenados en cuanto a los criterios y procedimientos que se 
deben utilizar. 
Existen varias técnicas que se utilizan en investigación para elaborar mediciones confiables: 
 
➔ realizar distintas mediciones para verificar que se obtiene el mismo dato (test – retest); 
➔ Método de las mitades, donde se divide a la población analizada en dos grupos y se 
los analizan en función de diferentes indicadores, pero asociados a un mismo 
concepto, esperando que los resultados generales coincidan. Es decir, en dos grupos 
diferentes se mide lo mismo, pero de distinta manera. 
➔ Uso de mediciones establecidas y que han resultado confiables en otras 
investigaciones 
➔ Supervisión permanente del proceso de obtención de los datos 
 
Entonces... 
A lo largo de esta unidad, y a través de las lecturas obligatorias, recorremos el proceso por el 
cual definimos las dimensiones e indicadores de los cuales nos valdremos para conocer 
diversos aspectos acerca de un concepto. Asimismo, a medida que vayamos tomando 
decisiones de conceptualización y operacionalización, nos iremos preguntando cuán 
confiables y válidas son nuestras mediciones, es decir cuánto se acercan y describen la 
realidad que queremos estudiar. Les invitamos entonces a profundizar sobre estas ideas a 
través de las lecturas que se detallan a continuación. 
 
Bibliografía obligatoria 
● Babbie, E. (2000). Conceptualización y medición. En Fundamentos de la investigación 
social. México: International Thomson Editores. (Pp. 96-116). 
● Lazarsfeld, P. (1973). De los conceptos a los índices empíricos. En Boudon, R. y 
Lazarsfeld, P. Metodología de las ciencias sociales. Barcelona LAIA. (Pp. 35-46). 
 
 
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Bibliografía complementaria 
● Marradi, A. (2007). (Caps. 8 y 9). En Marradi, A.; Archenti, N. y Piovani, J.I. 
Metodología de las Ciencias Sociales. Buenos Aires: Emecé. 
 
 
 
 
 
 
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